Diseño de Stones

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10 Cultura|s 9 ABRIL 2022

LA VANGUARDIA

El diseñador y artista gráfico estadounidense John van Hamersveld, autor de la portada de ‘Exile on Main St.’, en una fotografía reciente en su casa JOHN VAN HAMERSVELD

‘Exile on Main St.’ El 12 de mayo se cumplirán cincuenta años de la publicación de uno de los discos de más éxito de los no menos famosos Rolling Stones. Recordamos una de las grandes efemérides de la música pop a través de la mirada de John van Hamersveld, diseñador gráfico de aquella obra legendaria

Diseño de Stones DAVID MOREU

Era un día soleado de principios de 1972 cuando el diseñador gráfico John van Hamersveld y el fotógrafo Norman Seeff recorrían en coche las calles de Los Ángeles en dirección al exclusivo barrio residencial de Bel Air para encontrarse con los Rolling Stones. Aparcaron en el jardín de la villa de estilo mediterráneo que servía de cuartel general de la banda de rock y subieron la escalinata de la entrada principal, donde los esperaban para la reunión. “De repente me encontré andando sobre una alfombra persa y mirando directamente a los ojos de Mick Jagger”, comenta Van Hamersveld. “Entonces me saludó extendiendo su mano pálida, que delataba to-

da una vida de lujos, decadencia y privilegios”. Aquella visita se debía a que Sus Satánicas Majestades estaban terminando un nuevo disco en los estudios Sunset Sound y la asistente personal del cantante le había recomendado a aquellos dos creativos para que diseñaran la portada. Entonces su reputación como visionarios de la industria musical les precedía, aunque no contaban con que el ilustre fotógrafo Robert Frank también estuviera presente en la reunión y se llevara a Mick Jagger para retratarlo en el decadente Main Street (la avenida principal) de la ciudad una vez ellos hubieran terminado su sesión de trabajo. Antes de su llegada a Estados Unidos,

los Rolling Stones habían pasado una larga temporada exiliados en el sur de Francia por culpa de sus problemas con la Hacienda británica. La leyenda cuenta que, si regresaban a su país, era probable que tuvieran que declararse en bancarrota por culpa de los elevados impuestos que les exigían pagar. Por ese motivo se instalaron en una hermosa villa de la Costa Azul, conocida como Nellcôte, alquilaron el estudio de grabación móvil más moderno de la época (instalado en un camión) y se encerraron en el sótano para grabar un disco que destilara su pasión por el blues, el soul y el rock and roll más salvaje. A pesar de las fiestas interminables, de los altercados con la gendarmería

francesa y de las visitas de amigos célebres, como Gram Parsons y John Lennon, consiguieron dar forma a varias composiciones con ecos de la música de raíces afroamericanas que tanto amaban. Justo al terminar, Mick Jagger y Keith Richards cogieron las cintas de grabación y se trasladaron a Los Ángeles para alejarse del caos en el que estaban inmersos. Una vez allí invitaron al inimitable Dr. John para que aportara su magia al piano (aun así, sin que apa­reciera acreditado), añadieron coros góspel en algunas canciones después de ver actuar a Are­tha Franklin en una igle­­sia de la ciudad y grabaron nuevas pistas de guitarra que complicaron todavía más las mezclas del disco que realizaba


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ideas rondándole por la cabeza y se dirigió a su estudio en el Chapman Park Studio Building. Mientras conducía tomó conciencia de la magnitud del proyecto y de la manera tan impredecible de trabajar de los Rolling Stones. “Cuando llegué, puse la canción Sympathy for the devil en el tocadiscos y empecé a pensar en cómo realizar un diseño con influencias beat”, recuerda con voz seria. “Además, debía tener un aire pop art para destacar en un mercado tan competitivo. Concebí el packaging como si se tratara de una obra de arte”. A lo largo de los años, el diseñador había colaborado en revistas de surf, había creado carteles de conciertos psicodélicos y había realizado portadas de discos para los Beatles y Jefferson Airplane. Sin embargo, aquel encargo era distinto porque solamente necesitó cinta adhesiva, papel rasgado y mucha imaginación a la hora de mezclar esas imágenes para que tuvieran el impacto visual deseado. Una vez la portada estuvo terminada (incluyendo la imagen de un señor con tres bolas de billar en la boca), Mick Jagger dio su aprobación e incluso se prestó a escribir con bolígrafo rojo el título del disco en el extremo superior derecho. Con ese simple detalle, el muy esperado Exile on Main St. ya estaba listo para comercializarse en mayo de 1972. La guinda del pastel fue que la discográfica también encargó a John van Hamersveld la creación del material publicitario y, unas semanas antes del lanzamiento, el nuevo trabajo de los Rolling Stones se anunció mediante una gigantesca valla publicitaria con colores llamativos situada en la concurrida esquina de Sunset Boulevard con La Ciénaga, en Los Ángeles. En verano de ese año, los Rolling Stones se embarcaron en una polémica gira por Estados Unidos y Robert Frank la inmortalizó en el documental Cocksucker blues, que estuvo censurado durante décadas. Por otro lado, el disco se ganó el favor del público y pasó a encabezar las listas de los mejores de la historia. Visto en perspectiva, John van Hamersveld había sido capaz de ponerse en un segundo plano como diseñador, dejarse llevar por los sueños de un cantante de rock con alma de artista beatnik y entregar una obra vanguardista que marcaría tendencia sin pretenderlo. “El diseño no era glamuroso ni resultaba atractivo en los escaparates de las tiendas de discos, pero sentó las bases de la estética punk”, afirma con una sonrisa. “Las siguientes generaciones imitaron hasta la saciedad aquel estilo a base de rasgar fotos y dibujar grafitis en sus obras”. el ingeniero de sonido Andy Johns. Al día siguiente de la reunión, John van Hamersveld y Norman Seeff regresaron a la mansión de Bel Air con las fotografías de la accidentada sesión que habían hecho la noche anterior, donde Keith Richards cayó por los suelos entre una lluvia de confeti y desmontó el plató ante la mirada incrédula de sus compañeros. Sin embargo, se encontraron con un panorama completamente distinto porque Mick Jagger había tenido una idea inesperada. “Marshall Chess, el presidente de la discográfica, me entregó la foto de un collage de imágenes que había hecho el fotógrafo Robert Frank”, explica Van Hamersveld. “Era de un salón de tatuajes y formaba parte de su reportaje The Americans, publicado en los años cincuenta. Mick Jagger me miraba buscando aprobación y yo asentí con la cabeza”. Entonces decidieron utilizar aquella instantánea en blanco y negro como elemento central de la portada, incluirían las fotografías de la banda que había hecho Robert Frank durante el fin de semana en la contraportada y, a petición de Keith Richards, usarían las que había hecho Norman Seeff como postales encartadas en la funda del vinilo. John van Hamersveld cogió todo ese material, subió al coche con decenas de

CUANDO EL DISEÑADOR ES LA ESTRELLA La portada de Exile on Main St. es una excitante nota a pie de página en una carrera de más de seis décadas en la que John van Hamersveld ha logrado trascender su fama como diseñador para convertirse en un icono del arte. Sin embargo, él sigue afirmando que su nombre es un simple crédito en la parte tra-

Valla publicitaria anunciando el disco ‘Exile on Main St.’ en Sunset Boulevard (Los Ángeles) en 1972 PACIFIC OUTDOOR

Terminada la portada, Mick Jagger dio su aprobación y se prestó a escribir con bolígrafo rojo el título del disco

Van Hamersveld es autor de otras carátulas de discos famosos como el ‘Magical Mystery Tour’ de los Beatles

sera de los discos que nadie sabe pronunciar correctamente. Para entender su éxito debemos remontarnos a la década de los cincuenta, cuando recorría la costa californiana con una tabla de surf bajo el brazo en busca de olas. En 1963 se graduó en el Art Center College of Design y su primer encargo fue el cartel de la película de surf The endless

summer, que forma parte de la colección del MoMa. En 1966 entró en Capitol Records como director de arte y creó portadas de discos tan famosos como Magical Mystery Tour de los Beatles y Wild honey de los Beach Boys. También hizo de promotor de conciertos psicodélicos con el colectivo Pinnacle y diseñó un célebre cartel para Jimi Hendrix. Cansado del mundo corporativo, en los setenta se estableció por su cuenta y diseñó las portadas de Black pearl de Jimmy McGriff (nominada al Grammy), el recopilatorio Skeletons from the closet de Grateful Dead y Hotter than Hell de Kiss. En la década de los ochenta frenó momentáneamente su actividad artística, aunque sorprendió con el cartel de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, y triunfó como consultor empresarial. Incluso Steve Jobs le regaló uno de los primeros Macintosh. En los noventa reeditó sus trabajos más populares, pero se dio cuenta de que los jóvenes lo veían como un símbolo del pasado. Entonces decidió reinventarse, publicó un libro titulado My art, my life y empezó a hacer murales en California. Hoy expone en galerías de todo el mundo, los surfistas lo consideran un héroe y ha encontrado una nueva vía de negocio en los NFT. |

Portada del disco ‘Exile on Main St.’ de los Rolling Stones, diseñada por John van Hamersveld

Mick Jagger, Marshall Chess (presidente de Rolling Stones Records) y Norman Seeff (fotógrafo) durante una sesión creativa para la portada de ‘Exile on Main St.’ JOHN VAN HAMERSVELD


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