el huitlacoche

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http://www.facebook.com/pages/Revista-Huitlacoche/185818624771817 @ELHUITLACOCHE revistahuitlacoche@gmail.com http://www.poderato.com/huitlacoche


De Huitlacoches e indefiniciones Huitlacoche (Cuitlacoche) (Del nahua cuitlacochi, de cuitla, trasero, excremento, y quizá de cochi, dormir). 1. m. Méx. Hongo negruzco comestible parásito del maíz. Esta es la definición que la real academia de la lengua española de al huitlacoche, acaso esta revista que tiene en sus manos se podría entender como una plaga, seguramente sí, pero también una plaga comestible que deleita paladares y abre nuevas posibilidades entre lo que se es y lo que se pretende ser. En Wikipedia (muy a pesar de lo que ciertos grupos intelectuales refieran a este invaluable esfuerzo) se le da una definición de corte científico: El Ustilago maydis ataca potencialmente todas las porciones de la planta, pero ocurre con más frecuencia en las mazorcas. Las plantas atacadas desarrollan malformaciones en la forma de agallas abultadas, en un principio de color gris pálido, pero que se oscurecen al aproximar la maduración, y que contienen en su interior esporas reproductivas en un tejido esponjoso de color negro. La difusión de dichas esporas es a través del viento o por contacto. Este hongo es considerado como una plaga por muchos agricultores a lo largo del mundo, debido a que ataca las mazorcas y plantas de maíz e impide su desarrollo y maduración, además de que toda planta parasitada es contagiosa para el resto del cultivo. Se dice que las lluvias hacen que las mazorcas se humedezcan y así es como se crea el hongo por humedad. En México, donde el hongo tiene un valor culinario, se cultiva raspando las hojas de la mazorca para que las esporas tengan contacto con los granos, fomentando el crecimiento.

Que definición más acertada para definir esta revista. En el facebook de esta revista una apreciable lectora nos dice lo siguiente al plantearnos “a que te sabe el huitlacoche”: Huitlacoche, si me permite, sabe a lluvia, a tierra trabajada por manos recias; a mujeres echando las tortillas en el comal, a niñitos corriendo con los cachetitos chorreados; huitlacoche huele a lejanía, a pueblo, a silencios ancestrales; a un jarrito de barro, con la panza llena de champurrado... huitlacoche huele y sabe a México... María Tinta. Que cómodo es sentirse y sentarse entre cuates para platicar las inquietudes y las ideas, le sumamos a lo que dice nuestra quería lectora que el huitlacoche nos sabe a mundo, no solo a México. Aun nos queda como diría el Sr. Zaid, el recurso desesperado en una pintura horrible de un gato de ponerle en su pie “este es un gato” para romper con todas las posibilidades imaginativas y cerrarte ante la idea de que tienes que ver un gato, así pues “este no es un gato” pero si es Un Huitlacoche. Al fin

somos Hongos.


¡Las brujas! Las brujas, amantes del diablo, hechiceras, malvadas, enemigas de Dios y de lo bueno. Historias que han marcado en el transcurso de los siglos a las mujeres del mundo. El cuerpo femenino visto desde el lente de la institución religiosa nos permite encontrar una imagen débil, obediente, dependiente, sin derecho al saber e indigna de toda libertad; y si acaso alguna de estas mujeres osara defender el derecho a ser vista y tratada de distinto modo, inmediatamente sería considerada: maléfica, bruja, desobediente, mala mujer. En el origen de la creación teológico cristiana, “el hombre” es creado a semejanza de dios, y para vivir en el paraíso ofrece a este, una compañera con quién compartir su vida: la mujer. Ahora bien dependiendo de quienes hayan escrito la historia y de si las palabras las suscribe una Eva (que nace de la costilla de Adán, obediente y sumisa) o bien una Lilith (primera compañera de Adán, creada por igual, exiliada del paraíso por sus formas libres y cuestionadoras con respecto al como ser), y de cuya esencia tornará este texto; dependerá la construcción de ideas libres que cimienten la raíz emancipadora en las mujeres y los hombres que no estén de acuerdo con las formas actuales de relacionarse con los otros. Tomando en cuenta los mandatos religiosos y las leyes cristianas; ¿qué tal que osáramos invertir los papeles?, ¿Y si vemos al diablo como lo prohibido, y a la maldad de este como cuestionadora de una moral ortodoxa y cristiana? ¿No sería acaso este el incitador a cuestionar el orden establecido que mata y somete? Entonces, siendo las mujeres según el lenguaje religioso cristiano y machista, las incitadoras al pecado y a lo prohibido, ¿no son estas las hermanas de la libertad? Dicho así el hombre vendría a ser el compañero de la mujer y no su verdugo. El amante fiel de sus placeres y ella, la amante vigorosa de sus deseos. Ambos caminando libremente en espacios infinitos sin formas definidas. Ninguna dependencia, sino más bien encuentros solidarios y estimulantes. Ya no existiría pues la necesidad de enlazar la vida con nadie pues la plena conciencia del otro, los llevaría a la resolución de que a partir del respeto de los y las demás, somos lo que aún podemos ser colectivamente, sin ser vista la pareja como propiedad privada. Y entonces si buscamos debajo de la tinta que escribe la historia, podemos encontrar páginas escritas que han sido veladas y satanizadas, por el simple hecho de cuestionar y transgredir ese orden que tanto han ambicionado los grupos de poder en el ancho recorrido de la humanidad y de la vida en el planeta. En estos días, como en los anteriores, se está matando a lo diverso. En un mundo construido de fanatismos, resulta necesario acabar con la diferencia, en la esencia de este texto, esta diferencia es la mujer y por consiguiente en un mundo generalizado, en un sistema capitalista-machista; la madre tierra vista como dadora de vida, también se ve aniquilada; y los gritos, los ultrajes, los golpes, el uso, la ambición, las injurias, las violaciones, la represión, la coerción, no paran. Un hilo casi inquebrantable de terquedad amarra los cuerpos cansados de los y las inconformes. Les somete, les fragmenta, les aniquila. Pareciera ser normal al final de cuentas: que una historia escrita con plumas de machos, vaya eliminando poco a poco las plumas de las mujeres, y que al final estos terminen con toda aquella posibilidad de revolución en las formas de ser y hacer las relaciones entre los seres vivos. El pensamiento no tiene derecho de autor, las ideas se van construyendo entre colectividades, eliminando así los héroes y las divinidades, no hay posibilidad del uno sin el reflejo del otro. Para cambiar a estas realidades será necesario pues, destruir la cerrazón de los escritos antiguos y retomar la tinta de nuevas líneas en la historia de las mujeres y los hombres libres. Namarie


Educación del siglo XXI En el neoliberalismo, todo es mercancía y claro la educación no es la excepción. En el neoliberalismo tenemos los mejores gobernantes –verdugos- que el dinero puede comprar. En el neoliberalismo (vieja tradición feudal) tenemos un sistema de exámenes que es la expresión directa del sistema de clase. En el neoliberalismo la escuela toma a su cargo a los niños de todas las clases sociales, y desde el jardín de niños les inculca habilidades recubiertas por la ideología de la clase en el poder. En el neoliberalismo, las universidades públicas –ósea que todos las pagamos- tienen en su matrícula solo a 3% de hijos de obreros en contraste en los centros de readaptación social –léase cárceles- son más del 90% En el neoliberalismo valores como eficiencia, productividad y calidad son más importantes que otros como democracia, libertad y justicia; y solo los primeros se enseñan en los centros escolares. La escuela capitalista obedece a dos moldes: el de una sociedad basada en la explotación y el de una sociedad que crea sus mitos y justificaciones para que esta explotación parezca natural. La escuela neoliberalista trata de ser el agua para atomizar la lucha de clases, pero sabemos que no lo consigue en muchos casos. La escuela capitalista no es otra cosa que la domesticación colectiva David Misan


Todo regresa... Todo regresa a su origen, a su idea, a su dueño. Los ojos viajan, a la luz de los ojos a los que pertenecen, la sonrisa va a la boca correcta, como la boca va al lugar indicado, cuando se cierran los ojos y se abre la compuerta del lama adolorida, que busca el vicio al que te acostumbra el amor. Todo regresa a su cauce y cada color representa a su contrario en el pasado, en el fondo, donde surgen las ideas y las lagrimas que no son anunciadas; solo salen porque si, como cuando cantas una canción, o cuando se te sale el corazón de las costillas, cuando se va mas adentro, mas adentro de la piel y el calcio o cuando se te sale en una beso, porque cerraste los ojos y se apago la luz. Rodolfo Sandoval


Cuando estas y cuando no estás… Eran las ocho cuarenta y uno de la noche, vi luces amarillas en un espacio oscuro. Cerré los ojos y me dispuse a sentir. Siempre me voy a otro lugar cuando cierro los ojos. Entre gritos y amenazas de lagrimas solo pude escuchar. La boca se calló, los músculos se llenaron de aire y el cuerpo ya no respondió ante tanta sensación de recordar. Eran las once y seis, era más que una canción, era un clavel, era algo que se cantaba constantemente sin el consentimiento de nadie. Eran las ocho de la noche, posiblemente más tarde. Recuerdo unas escaleras blancas y un violinista tocando “Alejandra” al final de ellas. Recuerdo unos ojos verdes y un suéter negro. Recuerdo una vela al centro de la mesa; una vela que representaba la noche, esa que decía más de lo que alumbraba y callaba menos de lo que mantenía en silencio. Dos copas derramadas al filo de una mesa y una sonrisa provocada por unos labios tan delgados como la melancolía y las ganas de besarlos, como nadie más lo necesitaría, como solo yo lo necesitaría. Fue cuando el beso exploto en muchas partes que la visibilidad se perdió… Los robe, lo acepto, me robe esos besos. Los puños se endurecieron y solo quedo una estúpida estructura de huesos y nervios, solo quedo un abrigo negro cubriendo mi pudor, cubriendo el ambiente con un olor a cigarro, con el perfume que deja el abrazo de una mujer, con marihuana quemada, con olor a sangre, con olor a noches y mañanas de reconciliación con la realidad, con un poco de suerte… Rodolfo Sandofal


Manto Purpura

.Rodea mi alma de infinita coherencia

arrastradme bajo tu manto pesadísimo elemento de mis delirios, mis lagrimas como profanas vestiduras de tu cabello se entrega para sostener mi alma empobrecida. El sueño que me tienes prometido lo has alejado con el tacto de tus manos Con el frio de tu boca, con el negro de tus besos. ¡Suplicar es poco¡. yo sé por qué lloras en el insomnio de tus horas lentas, Yo sé porque sueñas que en un manto purpura te adentras, Yo sé amor eterno, porque entre tus manos me mataría tu veneno. RoCkBeRTo


PODRIA….. Podría escribir en papel, para no manchar de sangre tus paredes. Redescubriría tu sonrisa para no olvidar mi capacidad de asombro. Me perdería en tu cabello para que la locura no me tome por sorpresa. RoCkBeRTo


Una cultura antropófaga Es ésta que nos devora sin digerirnos, nos engulle con aquellos grandes intereses de uniformidad a través de la “información”, la publicidad y la propaganda. Es la marinada que nos dan con esto, para que después usen su utensilio favorito llamado televisión, un tenedor que nos embelesa con grandes artimañas, como una “Drosera Índica” (planta carnívora) a su presa. Para que por último nos convierta en un gran tejido adiposo o más sutilmente como diría Nietzsche: “Es aquella que paraliza al hombre de toda acción” Dejamos de ser hombres pensantes gracias a la televisión quien desde niños es nuestra paideia moderna o metapaideia, la que nos guía a través de caricaturas y así aprendemos un lenguaje lleno de banalidades, para después asquearnos de información hasta vomitarla. Sin embargo podemos estar llenísimos de “información” y a la vez estar desinformados, porque no analizamos las cosas y así iniciamos un proceso involutivo. Este gran retroceso humano lo maneja Giovanni Sartori como el “Homo videns” donde el hombre deja de procesar un lenguaje abstracto para hacerlo más simple y se dirige hacia un lenguaje perceptivo y vamos amando lo concreto. Por esto mismo, personas con grandes intereses saben que nuestro opio es la televisión y nos van guiando a lo que ellos quieren, desde políticos, empresarios, magistrados, narcos, etc. Empresarios que se convierten en políticos y políticos que se convierten en empresarios del Estado en un mundo globalizado. Como Max Weber diría que son “Políticos que viven de la política y no para la política”. Por lo que hay que empezar a cambiar con la ayuda de la ética del consumo y eligiendo a una verdadera democracia que se encargue de los Estados, pero no olvidemos lo que señala Popper “No puede haber democracia si la televisión no es sometida a un determinado control por parte de la sociedad” y sobre todo analizar la información que los medios de comunicación vierten y no nos quedemos con lo concreto, con lo que percibimos. Por último, dejemos de eliminar culturas que sin ellas nos vamos en una reculada humana y dejemos lo poco de la grandiosa multiculturalidad que queda aun, ya que ésta nos permite conocer diferentes modos de ver la vida. “Pensemos en un mundo donde quepan muchos mundos”. Rogelio Balam-Quitzé


Moscas y arañas Todos conocen ese insecto de vientre redondo y cuerpo peludo y pegadizo que tiende en rincones oscuros, lo más lejos posible de la luz del día, sus mortíferas redes, en las que encuentra la muerte la pobre mosca imprudente o frívola que cae en ellas, Es un feo monstruo de ojos redondos, que se dirían de vidrio, y extremidades largas, torcidas hacia fuera, perfectamente adaptadas para apresar y estrangular a su víctima. Ese monstruo es la araña. Fíjense con qué tranquilidad acecha inmóvil en su rincón a la presa, cuando ésta se aproxima a sus dominios, o con qué diabólica destreza tiende su mortífera red, que ha de cazar y envolver despiadadamente a la débil mosca. El repugnante animal gasta mucho, a menudo muchísimo tiempo, en perfeccionar su red ateniéndose a todas las reglas del arte, para que el botín no pueda escapar en ningún caso. Primero tiende un hilo, luego, dos, tres, cada vez más. Tiende hilos transversales y une éstos con otros para que la víctima sacudida por las convulsiones de la agonía, no pueda romper la red, no pueda siquiera hacer que ésta se desprenda. Por fin la red queda terminada, la trampa está tendida, y evitarla es casi imposible. Entonces, la araña se retira a su guarida y espera a que la imprudente mosca, empujada por el hambre, se acerque en busca de alimento. No tiene que esperar mucho: la mosca llega pronto. Buscando comida, la pobrecita se agita en todas direcciones, tropieza de pronto con la red tendida, se enreda en ella, asustada, y pugna por salvarse, pero está perdida. En cuanto ve que su víctima ha caído en la trampa, la araña sale de su emboscada y con mirada sanguinaria, prestas las extremidades, se acerca lentamente a su presa. No necesita apresurarse. La repugnante criatura sabe que el desgraciado insecto que ha caído en su red no tiene escapatoria. La araña se va acercando, mide a su víctima con la mirada de sus saltones ojos verde mate, esa mirada priva de razón a la mosca. Rendida tiembla del espanto; ve el peligro que le amenaza, trata de soltarse de los hilos que la traban, procura escapar, salvarse, y agota sus últimas fuerzas en esos intentos vanos, desesperados. ¡Todas las tentativas, todos los esfuerzos son inútiles! La red la envuelve más y más apretadamente, y la araña está cada vez más cerca. A cada movimiento de la mosca, que pugna por escapar de la red, en cuyos finos y pérfidos hilos se ha enredado, la envuelven nuevos y nuevos hilos, nuevos y nuevos lazos. En fin de cuentas, jadeante, exhausta, sin fuerzas para seguir resistiendo, se ve a merced de su enemigo, de su espantosa cazadora, la araña. El repugnante monstruo tiende hacia ella sus peludas extremidades, la apresa y la estrangula. Luego se pone a chupar la sangre del trémulo cuerpo de su desmayada víctima, una vez, dos, tres, cuando quiere, en dependencia de su apetito. Saciada por cierto tiempo su sed de sangre, la araña deja a su víctima sin haberla acabado de matar. Luego regresa y de nuevo vuelve a chuparle la sangre, se marcha y regresa una y otra vez, la desventurada mosca no queda destruida por completo, mientras hay en ella una gota de sangre, de jugo. Y a menudo pasa mucho, muchísimo tiempo antes de que el pobre insecto muera. Mientras el ansioso vampiro encuentra una gota de jugo en el cuerpo o en el cadáver de su víctima, no le quita ojo. Aspira la vida de su víctima, absorbe su fuerza, bebe su sangre, y sólo la deja en paz cuando ya no puede quitarle nada, absolutamente nada. Entonces, la pobre mosca, muerta, seca, ligera como un granito de polvo, es arrojada de la red. La primera ráfaga de viento se la lleva, y todo ha terminado.


La araña satisfecha, regresa a su guardia; está contenta de sí misma y del mundo en que vive, estima que mientras existan moscas a quienes atrapar, succionar su sangre y matarlas todo está bien, en fin de cuentas una mosca más o una mosca menos. Esa mosca a la que chupan, esa mosca a la que matan y exprimen todo el jugo, esa mosca de cuya sangre viven y se hartan son ustedes, proletarios de la ciudad y del campo. Ustedes, pueblos esclavizados; ustedes trabajadores del cerebro; ustedes obreros industriales, ustedes, trémulas jóvenes y mujeres débiles y oprimidas, que no se atreven a exigir que se satisfagan sus derechos; ustedes infelices víctimas del militarismo; resumiendo, todos ustedes, pobres víctimas de la explotación, a quienes se arroja al arroyo cuando ya no se puede sacar nada más de sus venas; ustedes que dan al país toda su producción y son su corazón, su inteligencia y su fuerza viva; ustedes, a quienes se ha otorgado tan sólo el derecho de perecer dócil y sumisamente de miseria en vuestros miserables rincones, mientras que con su sangre, con su sudor, con su trabajo, con sus pensamientos y con sus vidas crían y nutren a sus opresores, a las repugnantes arañas. Arañas son los señores, los ricos, los explotadores, los especuladores, los capitalistas, los depredadores, el alto clero, zánganos de toda laya a quienes beneficia la arbitrariedad que nos hace sufrir; los capitalistas que adoptan leyes inicuas que nos aplastan; los tiranos que nos convierten en esclavos. Arañas son todos los que viven a cuenta nuestra, a cuenta del pueblo; los que nos pisotean, los que se ríen de nuestro sufrimiento y hacer mofa de nuestros vanos esfuerzos y de nuestra lucha, de nuestro trabajo. Mosca es el pobre obrero, obligado a someterse a todas las ordenanzas draconianas que se les ocurren a los patronos porque el desventurado no tiene medios para defenderse y debe ganar su pan y el de sus seres cercanos. Araña es el gran fabricante, que roba a cada uno de sus obreros de seis a ocho marcos por día y tiene la desvergüenza, mejor dicho, les hace el favor de darles bondadosamente la miserable paga de dos o tres marcos por doce o catorce horas de trabajo. Mosca Es el minero que sacrifica su vida en el viciado ambiente de la mina para sacar de las entrañas de la tierra tesoros de los que no le es dado gozar; araña es el señor, el gran accionista, copropietario de la empresa, cuyas acciones suben de precio en el doble o el triple y todavía está descontento, ya que desea embolsarse dividendos todavía, más altos; araña es quien roba al obrero, quien le quita lo obtenido con su trabajo y, si los obreros se atreven a pedir el menor aumento de salario, recurre inmediatamente a la fuerza armada para ametrallar a los “motineros”. Mosca es el niño que desde su tierna infancia se ve obligado a trabajar penosamente en la fábrica, en el taller, en el hogar paterno, para ayudar a los padres a ganarse el pan. Arañas no son los pobres padres a quienes la miseria obliga a sacrificar a sus hijos, sino las inmundas y humillantes condiciones que les ponen en la necesidad ineludible de pisotear sentimientos naturales y de destruir su propia familia. Mosca es la honesta hija del pueblo que trata de ganarse el pan con su honrado trabajo, pero que no encuentra ocupación si no cede a la lujuria del dueño o el director de su fábrica, que se aprovecha de su situación sin salida y luego la arroja a la calle con fría indiferencia, la mayor parte de las veces embarazada, “para evitar el escándalo”. Araña es el fatuo pisaverde, el zángano de “casa bien”, que saca brillo a las aceras, seducen entre risas a jóvenes inocentes, las hunde en el fango y se considera llamado a deshonrar a cuantas mujeres pueda. Mosca eres tú, laborioso labrador que cultivas el vergel para el rico terrateniente, que siembras un grano que no has de poseer, que crías frutos de los que no has de gozar. Arañas son los grandes propietarios agrarios, que obligan a trabajar sin descanso ni plazos a los pobres medieros, criados y jornaleros, para poder ellos mismos holgazanear, lucirse y presumir; que suben cada año el arriendo y bajan la paga por el trabajo honrado.


Moscas somos todos nosotros, las personas pobres y sencillas, que temblamos desde siempre al pie de los altares, agachamos la cabeza ante la anatema de los sacerdotes y que, para gloria y gozo de éstos, nos matamos y esclavizamos unas a otras; todos los que doblando el espinazo e hincándonos de rodillas, hemos permitido a nuestros opresores deleitarse con los frutos de su violencia e injusticia, pues éramos débiles espiritualmente por la influencia de las doctrinas religiosas, que mutilaban y paralizaban nuestra voluntad. Arañas son esos hombres de sotana negra y ojos falsos y codiciosos, que embaucan a sus ingenuos feligreses con doctrinas que humillan al hombre y le inculcan ese espíritu de sumisión y mansedumbre que envenena las almas y, como lo evidencia el ejemplo de Polonia, pierden a pueblos enteros. Resumiendo, las moscas son los oprimidos, los esclavizados, los explotados, y las arañas son los inmundos hombres de negocios y los especuladores, la arbitrariedad y el despotismo, sean cuales fueren la formas en que las moscas tropiecen con ellos. En otros tiempos, las arañas tendían sus redes en los castillos y palacios señoriales, pero ahora prefieren instalarse en los grandes centros de la vida industrial en las suntuosas mansiones de los afortunados de hoy día. Se les puede encontrar principalmente, en las ciudades fabriles, pero penetran también en las aldeas y los lugarejos; se crían en todas partes donde florece la explotación, donde el obrero, el proletario desposeído, el pequeño artesano, el jornalero, el pequeño campesino abrumado por los impuestos se ven entregados despiadadamente al saqueo de la codicia desenfrenada de los caballeros del lucro, los comerciantes y los empresarios. En todas partes, lo mismo en la ciudad que en el campo, vemos que los pobres trabajadores se debaten infructuosamente en las redes de sus enemigos; vemos que quedan exhaustos en esa lucha y perecen. ¡Qué terribles tragedias registra la historia secular de la lucha de las débiles y tímidas moscas contra las crueles y sanguinarias arañas! ¡Es ésa una historia de sangre y sufrimientos! Pero ¿a qué narrarla otra vez? Lo pasado, pasado está; hablemos del presente y del futuro. Fijémonos mejor en la lucha que despliegan en nuestros tiempos las moscas contra las arañas, analicemos las condiciones en que se desarrolla, estudiemos nosotros, las moscas, la estructura de las redes que de nuevo tienden contra nosotros nuestros enemigos, procuremos adivinar sus ardides y, sobre todo, unámonos, pues cada uno por separado somos demasiado débiles para romper las telarañas que no envuelven. Rompamos las cadenas que nos traban, arrojemos a nuestro enemigo de sus guardias, hagamos llegar a todas partes la luz, la clara luz de la instrucción, para que esa inmunda peste no pueda continuar en las tinieblas su obra criminal. ¡Ay, moscas, y moscas! ¡Si quisieran, serian invencibles! Cierto que las arañas son todavía fuertes, pero son pocas; cierto que ustedes, moscas, no tienen ni peso ni influencia, pero su número es infinito; son la vida, y, si quisieran, todo el mundo sería suyo. Si se unen, de un solo aletazo romperían todos los hilos, destruirían todas las redes que ahora les envuelven y en las que les hace padecer de hambre. Si quisiera, la miseria y la esclavitud desaparecerían para siempre. Guillermo Liebknecht (1826-1900)


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La crisis global en America Latina El sistema capitalista enfrenta una crisis de largo alcance. La recesión alcanza dimensiones globales, y es ya la más importante de la posguerra. La crisis financiera global está enmarcada por una crisis más amplia que abarca la crisis ambiental, la crisis energética y la crisis alimentaría. Algunos de los ponentes de este coloquio señalaron que la crisis económica tuvo sus comienzos en la década de los setenta cuando se agotó el modo de regulación o patrón de acumulación fordista, lo que impulsó, entre otros fenómenos, la globalización y desregulación financiera. La ruptura del sistema monetario y financiero de Bretton Woods señala un punto de quiebre. Se discutió ampliamente si la crisis representa una pérdida de la hegemonía de los Estados Unidos. Por su profundidad y complejidad, esta crisis se asemeja a la depresión de los años treinta que tuvo su punto crítico con el crac bursátil de 1929. Hay consenso en que la crisis está presente en toda América Latina, y que se está desarrollando de forma diferenciada entre países, regiones y sectores. Todavía no se vislumbra ninguna acción coordinada relevante entre países latinoamericanos para enfrentarla. Más bien, las respuestas han sido tomadas de manera individual, como sucede también en los países desarrollados. Los bancos centrales han seguido un enfoque de control de precios como su único objetivo, aún ante la situación de inminente pérdida de empleos y de rápida desaceleración económica. Tal fundamentalismo neoliberal apunta a la conclusión de que a pesar que la crisis tuvo sus orígenes en el centro, las formas como se esta desarrollando en la región reflejan los límites del modelo neoliberal aplicado en las últimas décadas. Así, se considera que la crisis en América Latina no viene de fuera como sostienen diversos medios gubernamentales, sino que tiene un carácter endógeno. Todos concuerdan que la crisis invariablemente producirá cambios importantes en las esferas políticas y sociales. Es previsible que el gobierno de Estados Unidos fortalezca sus acciones en América Latina buscando frenar los avances democrático-populares. Ciertos participantes previenen sobre un posible viraje hacia el centro derecha en varios de los países sudamericanos que tendrán elecciones en los próximos años. Una minoría contempla la eventualidad de una vuelta más acentuada hacia la derecha, mientras otro grupo hace énfasis en una agudización de la lucha de clases que tendrá como resultado un fortalecimiento de la izquierda. Algunos sostienen que los cambios políticos provendrán de la lucha entre poderes fácticos, mientras los cambios sociales se asociarían con una profundización en la desigualdad de la distribución de ingreso y en un creciente desempleo. Se comparte la opinión de que la crisis actual refleja el agotamiento de la ideología neoliberal, aunque para vencerla habrá que derrotar a los poderes fácticos en que se sostiene y desarrollando una opción democrática-popular. La supuesta desaparición del Estado nacional, la ventaja comparativa reflejada en el crecimiento mediante las exportaciones, la autorregulación y eficiencia de los mercados, en particular financieros, se presentan como mitos, es decir, como falsas verdades. Algunos han destacado que los momentos de crisis ofrecen un terreno fértil para nuevas concepciones teóricas. Es urgente generar nuevas ideas capaces de hacer frente a la crisis, y el compromiso de buscar y crear nuevas soluciones. Entre las respuestas alternativas delineadas se destaca la necesidad de aumentar y reorientar el gasto social y de invertir en infraestructura, además de reformar los bancos centrales, con el objeto de propiciar el crecimiento y el empleo a la vez de la estabilidad. También se enfatiza la necesidad de realizar acciones conjuntas entre los países de la región mediante formas de cooperación como el Banco del Sur y el ALBA. Miguel Angel Rios Olivares


Las ONG’s Estas asociaciones de la pequeña burguesía son llamadas “redes”, por una asimilación a las redes informáticas, y de hecho utilizan en gran medida el internet; son, bien mirado, las mismas formas de organización autogestionaria que Marcuse y otros veían surgir en la “sociedad del bienestar” y las conceptuaban como una fuerza revolucionaria que, mediante la huelga y la autogestión, habría de conducir a la instauración del “socialismo humanista”, al reino del pequeño productor y del trabajador independiente. Ya sabemos (Capitalismo moderno y revolución tomo III, Sísifo/CESC, ) que esas asociaciones “revolucionarias” no eran otra cosa que la agrupación de los pequeños burgueses en una multitud de círculos de acuerdo con los intereses individuales (capitalistas) comunes (consumidores, maestros y estudiantes universitarios, artistas, intelectuales, ejecutivos y técnicos de cada centro de trabajo, burócratas de cada dependencia estatal, habitantes de regiones urbanas (barrios, colonias), habitantes de regiones agrícolas, etnias etcétera), que para satisfacer sus pretensiones se enfrentaban económica, política e ideológicamente a la burguesía; estas confrontaciones necesariamente degeneraron en los movimientos de protesta que, encabezados por los hippies, estuvieron animados con las drogas (LSD, marihuana, etcétera) y la música de los Beatles. También sabemos que esas organizaciones y movimientos de la pequeña burguesía no sólo no adelantaron nada en sus propósitos políticos (instaurar su dominación de clase y establecer el “socialismo humanista”), sino que en realidad prepararon el terreno para que la burguesía pudiese implantar el capitalismo de consumo y después ayudaron entusiastamente a esta clase social en el desarrollo de esta fase superior del capitalismo. Claro es que mucho menos (era prácticamente imposible) su acción tuvo algo que ver con la revolución socialista proletaria. Las asociaciones en las que la estulticia de la moderna pequeña burguesía “postmoderna” ve el germen de la forma de organización de las fuerzas que habrán de imponer la alternativa “humana” al capitalismo “postmoderno”, por lo que decreta la obsolescencia de los sindicatos y el partido revolucionarios, son del mismo tipo de las que propugnaba su antecesora inmediata, la pequeña burguesía marcusiana, y sólo se ha cambiado su nombre por el de “redes” y ahora se utiliza el internet para su integración y funcionamiento; como tales redes, comparten gustosas el ciberespacio con las redes de pornografía, prostitución, entretenimiento, “chat” intrascendente, etcétera, con las cuales intercambia miembros de una forma muy fluida. La pequeña burguesía, en la medida en que reconoce a la clase obrera como un grupo social específico, intenta llevarla hacia sus formas de organización y lucha que, como ya vimos, son burguesas en esencia. En suma, el proletariado moderno, en todo el mundo, está organizado directamente por la plutocracia, la burguesía media o la pequeña burguesía; sus demandas son burguesas o pequeño burguesas; su acción política está completamente supeditada a la de la burguesía y la pequeña burguesía; su conciencia es una conciencia burguesa o pequeño burguesa; y la ideología con la que se le ha dotado es la ideología burguesa o de la pequeña burguesía. La pequeña burguesía ha trasladado al proletariado, y la ha conducido al extremo, la ideología y la conciencia del individuo capitalista, propietario privado de sí mismo, que especula con sus procesos orgánicos para halagarlos con el consumo placentero y que, al haber convertido esta concepción en carne de su carne y sangre de su sangre, participa activamente en la conservación y desarrollo del régimen social que le permite vivir inmerso en un estado de éxtasis febril, aunque esa situación suponga, como su propia base de existencia, un malestar magnificado. Los únicos intereses que mueven a los proletarios modernos son aquellos que les competen como individuos capitalistas, es decir, el interés individual en la satisfacción de sus necesidades elementales y de las innúmeras


necesidades que suscita en él la sociedad de consumo. Por ello mismo, el régimen capitalista, que les proporciona o les promete esas satisfacciones, es su régimen de producción; bajo ninguna circunstancia tienen un interés opuesto al mismo y menos aún la voluntad de sustituirlo por el socialismo marxista. El proletariado moderno está dotado con una conciencia y una fisiología que son una extensión del régimen de producción capitalista. La clase de los proletarios modernos, a la que nos hemos referido constantemente en nuestra argumentación acerca del capitalismo moderno, está integrada por todos aquellos que trabajan por un salario, para un capitalista privado o público, es decir, a los trabajadores asalariados al servicio del capital. Esta clase está fraccionada de acuerdo con diversas circunstancias: hay trabajadores agrícolas, industriales, de servicios, migratorios, integrantes del ejército industrial de reserva, manuales, intelectuales, artísticos, que pertenecen a la aristocracia obrera, simples jornaleros, etcétera, pero en todos concurre la característica de ser trabajadores asalariados que proporcionan plusvalía a los empresarios y al estado y están sometidos al proceso ya estudiado de explotación y depauperación crecientes; a través de la maquinización y la socialización de la producción han sido despojados, y continúan siéndolo, de sus facultades productivas, por lo que están determinados como fuerza abstracta de trabajo; sus capacidades productivas se concentran en el sistema de maquinaria propiedad de los capitalistas; su fuerza abstracta de trabajo se enajena de ellos y se materializa en los medios e instrumentos de producción que detentan los empresarios. El fraccionamiento de la clase de los trabajadores en diversos grupos ajenos entre sí y en una multitud atomizada de individuos encuentra su superación, el punto de unión de los obreros, en el hecho de que todos son trabajadores asalariados y están en igual situación en relación con el capital. El capitalismo de consumo tiene como finalidad intrínseca el crecimiento sin límites del consumo. Esto, sin embargo, no significa que esta forma superior del régimen capitalista satisfaga totalmente las necesidades elementales, ni en forma alguna las necesidades humanas de los trabajadores. En la sociedad capitalista moderna existen amplios sectores del proletariado agrícola e industrial que pertenecen al ejército industrial de reserva y que, por tanto, no tienen medios para satisfacer sus necesidades elementales, por lo que se ven obligados a escasamente sobrevivir de la beneficencia pública y privada y de la solidaridad de los obreros en activo; igualmente, nutridos grupos de trabajadores (peones, jornaleros, inmigrantes, etcétera) se encuentran en niveles salariales que les proporcionan menos que o apenas lo necesario para reproducir su fuerza de trabajo y reproducir la clase de los trabajadores (mal comer, mal vestir y un miserable techo); otros grupos de trabajadores perciben ingresos superiores que les permiten satisfacer sus necesidades elementales y ampliar sustancialmente el consumo de otros bienes distintos de los necesarios y, por último, hay otros sectores de la clase obrera en los que el consumo desbordado es su nota distintiva. Por lo tanto, la sociedad de consumo no es aquella en la que, una vez satisfechas las necesidades elementales de los trabajadores, se provea la satisfacción de otro cúmulo de sus necesidades, lo que les daría un nivel de vida más alto; por el contrario, en la sociedad de consumo coexisten necesariamente, y en realidad se suponen y se engendran mutuamente, poblados grupos de trabajadores que viven en la más espantosa miseria física, sumidos en el hambre, las enfermedades y la muerte que son consustanciales a esa pobreza extrema, y grupos de proletarios que se encuentran envueltos en la vorágine del consumo devastador. Todos los asalariados, cualquiera que sea el sector al que pertenezcan (de nulos, bajos, medianos o altos ingresos) están sujetos al mecanismo del consumo, ya estudiado detalladamente en apartado anterior, que se basa en la utilización de las necesidades y su satisfacción como un medio para colmar el apetito de placer exaltado de los


individuos y que se caracteriza por la depauperación profunda que provoca en los trabajadores. Los asalariados de cualquier nivel viven asediados por la exuberante masa de bienes de consumo que el capitalismo de consumo presenta seductoramente ante ellos, tengan o no la capacidad de adquirirlos. La intelectualidad pequeño burguesa radicalizada se ve impelida, en razón de su situación de clase, a investigar la verdadera naturaleza de la sociedad capitalista y a discernir el papel que en ella le corresponde. En la fase superior de la sociedad de consumo encontramos que, a través de una gigantesca acumulación de capital, se han creado de nuevo los elementos y la necesidad del tránsito al socialismo, el cual ahora deberá serlo integralmente, tanto en la forma como en el contenido. Sin embargo, esa transformación revolucionaria choca con algunos obstáculos, por el momento infranqueables. El proletariado (que se integra con todos aquellos que son trabajadores asalariados en activo o en reserva) se encuentra organizado por la burguesía o la pequeña burguesía en función de los intereses de estas clases. Esta agrupación se realiza teniendo como base la absoluta atomización en que los trabajadores se hallan en atención a la acentuada individualidad con que la sociedad capitalista de consumo los provee. Los trabajadores tienen una conciencia burguesa o pequeño burguesa. En el capitalismo de consumo, la pequeña burguesía logra que los obreros adquieran una desorbitada conciencia individual como propietarios privados de sí mismos y que su fisiología se conforme de acuerdo con esa individualidad desmedida. La individuación de los trabajadores obtiene una firme base biológica. Desde la década de los años sesenta del siglo pasado, la teoría revolucionaria, el marxismo leninismo, sufrió una transformación conforme a la cual se generaron interpretaciones suyas que, conservando el nombre y una tenue envoltura de la doctrina de la revolución, en realidad eran formulaciones más o menos veladas de los intereses y de la ideología de la burguesía media y de la pequeña burguesía; también, el núcleo de la misma, su formulación clásica, fue abandonada por todos los sedicentes revolucionarios y condenada a una existencia de animación suspendida, por lo que no pudo desarrollarse creadoramente mediante la agregación a su cuerpo de las características de la sociedad de consumo, principalmente el consumo masivo y la individuación de los trabajadores. Los intelectuales pequeño burgueses radicales, incitados por la necesidad imperiosa del conocimiento científicamente exacto de la sociedad que también los explota y depaupera, transitan en este período por un camino muy tortuoso en la búsqueda de la verdad: reniegan de la versión de la revisión del marxismo-leninismo que profesan y que a sus ojos es falsa y anticientífica, pero fatalmente caen en los brazos de alguna otra de las mistificaciones de la teoría revolucionaria; cuando condenan en bloque al revisionismo, vuelven entonces angustiados los ojos a los enunciados de los clásicos, los cuales, sin la ampliación correspondiente a las condiciones actuales de la sociedad de consumo, se convierten en sus manos en un cuerpo muerto que inmediatamente los repele de nuevo hacia otra versión del revisionismo. Y así sucesivamente. Gabriel Robledo Esparza Extracto del libro “LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL” de Gabriel Robledo Esparza de próxima aparición editado por Sísifo ediciones y el centro de estudios del socialismo científico


Rodolfo Sandoval


Rogelio Balam-QuitzĂŠ


RoCkBeRTo


San Cereza


La del estribo

El huitlacoche nacio para platicar, asi entre compas, problemas que nos parecen fundamentales discutir, tambien el expresarnos de manera distinta. Vean este Huitlacoche como una gran hoja en blanco donde cabe ud, tu y tu, y todos como tu. Por cualquier medio esperamos tu comentarios, suban a nacer con nostros hermanos: Dadme el silencio, el agua, la esperanza. Dadme la lucha, el hierro, los volcanes. Apegadme los cuerpos como imanes. Acudid a mis venas y a mi boca, Hablad por mis palabras y mi sangre. Pablo Neruda



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