Sweet Temptation_02

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Sweet Temptation ~Primeras Impresiones~ Debía reconocer que no era una persona fácil de tratar. La verdad es que no esperaba nada de nadie, es por eso que cuando vio llegar a esa chica sólo unos años mayor que ella con las "nobles intenciones" de ayudarla no dio crédito a sus palabras. La chica le hablaba durante horas, mientras ella se limitaba a responder de mala gana en monosílabos. Se distraía observando su hermoso cabello de un deslumbrante rubio rojizo ¿Qué hacía una chica como ella en un lugar como este? Con ese andar tan distinguido y más propio de una modelo que de una asistente social no pudo evitar preguntarse que demonios hacía aquí, le parecía que lo más propio para una mujer como ella sería una pasarela, pero un orfanato claramente no le resultaba compatible con su perfil. Pero Tanya no se dio por vencida, pese a su falta de interés continuó visitándole todas las semanas. ¿Por qué perdía su tiempo conmigo? Le preguntó Bella La respuesta que le dio aquella vez Isabella no la creyó en absoluto. Tanya dijo "porque me importas", ocho meses atrás la adolescente había estallado en carcajadas. Sin embargo hoy se encontraba preparando sus cosas para partir rumbo a un nuevo hogar, uno de entre tantos. Nunca le había interesado el hecho de tener una nueva familia, familia… que hermosa palabra para un conjunto de géneros tan artificial. Pensaba la muchacha, Bella no esperaba nada de la bondadosa joven. Sin embargo en su corazón sabía muy bien que en Tanya tenía una persona en quien en verdad se podía confiar, era increíble, pero pese a ser tan joven Bella la veía más como a una madre que como el prototipo de una hermana mayor. Tal vez sea por que confió ella en Bella antes de que ella lo hiciese en Tanya, quizás fue porque le abrió las puertas de su vida y su intimidad al hablarle de su ferviente deseo de ser madre, de las dificultades que esto le había traído, la chica en realidad no lo sabía. El caso era que tenía la certeza de que Tanya era una gran persona, de buenos sentimiento y tenía la tranquilidad de poderse fiar de ella. Esa sensación de seguridad y confort que la inundaba cada vez que le avisaban de sus visitas eran tan nuevas para ella como lo sería emprender el viaje hacia una nueva travesía, partir de cero… otra vez. Sólo esperaba no defraudarla, quería demostrarle que podía ser alguien en la vida, que simplemente le habían faltado las oportunidades. Ya que cuando ingresó a la secundaría tenía calificaciones que la destacaban del resto.


Si no terminó el instituto fue sólo producto de circunstancias que no valía la pena recordar. Lo que más lograba reconfortarla era el hecho de que sin siquiera entender del todo el porqué Tanya confiaba ciegamente en ella, le tenía fé. Cosa que nunca alguien antes le tuvo, nadie daba un solo centavo por ella, entonces de pronto aparece Tanya como un ángel en su vida dándole no solo la oportunidad de optar a una mejor educación, sino que ahora también le abre las puertas de su vida. ¡Demonios quería adoptarla! Repetía Bella una y otra vez sin dar crédito a sus palabras. ¿Qué persona en su sano juicio adopta a una adolescente de diecisiete años? Todo mundo optaba por los niños más pequeños, siempre dejaban a los mayores para el final, y el tiempo nunca fue justo, pasaba si dar tregua hasta que ya no existía retorno posible y las oportunidades de optar a un hogar se volvían tan escasas como alcanzar la felicidad misma. Un golpe en la puerta fue la señal de que ya venían por ella. Con los nervios a flor de piel se arregló nuevamente su cabello, necesitaba dar una buena impresión, como en cada ocasión en la que se le abrían las puertas de una casa. Tomó su pequeño bolso en el que guardaba lo poco y nada que poseía y salió de esa habitación, con la esperanza de no volver jamás. Pero esta vez tenía la seguridad de que de una forma u otra aquello se cumpliría. Podría ser de la forma correcta, que le fuese bien en casa de Tanya, que por arte de un milagro lograsen ser lo que se esperaba que fuesen, una familia… y pasar junto a ellos el resto de sus días, o…Simplemente podrían cansarse de ella como en tantos otras ocasiones en los lugares que había estado y terminaría por quedar en la calle, claro que la diferencia radicaba en que ahora estaba cerca de cumplir la mayoría de edad, en solo unos cuantos meses cumpliría sus tan ansiados dieciocho y podría valerse por si misma, buscar un trabajo y de esa forma no se vería obligada a volver a ese horrible orfanato. Se apresuró en bajar las viejas escaleras, las mismas que le vieron crecer y caer cientos de veces. Vagó con urgencia por los pasillos de aquel recinto con la esperanza de que esta fuese la última vez que recorría esos lugares. Cuando al fin llegó a la salida, su vista se desvió en varias direcciones. Sin embargo en ninguna de ellas se encontraba Tanya. Comenzó a desesperarse y justo en ese instante una voz increíblemente sensual le susurró al oído. — Tú debes ser Bella ¿o me equivoco? — murmuró con ironía, pero a la vez con extremada dulzura. En ese segundo todo en cuanto podía pensar era en lo pasional y por sobre todo tentadoras que sonaban esas palabras brotando de esos labios con un timbre que a ella le pareció increíblemente varonil. No pudo evitar cerrar nerviosamente sus ojos en cuanto su cálido aliento golpeó con fuerza la sensible piel de su cuello. No habían pasado cinco segundos, pero para ella ese momento se hizo eterno.


En cuanto se giró supo que estaba perdida, aquello iba a ser un desastre, un horrible, difícil e imposible futuro le esperaba si el joven que se la estaba comiendo con la mirada era quien pensaba ella que era… Si al ver a Tanya la primera vez le pareció que era hermosa, aquello no era nada en comparación al hombre que continuaba sin apartar la mirada de su cuerpo. Él no podía ser su esposo, no, era imposible. No existía un universo posible en que ella pudiese ver al dios griego que se encontraba frente a ella como un padre, padre… aquello se le antojó de lo más cómico en ese momento. — No, no te equivocas. Y tú debes ser Edward ¿no? — Ese soy yo. Mucho gusto señorita— dijo Edward aún nervioso ante la imagen que se encontraba frente a él. No supo bien como definir a aquello que le había ocurrido hace unos segundos atrás. Cuando vio bajar a hermosa muchacha. Tal vez fue su actitud de timidez e inseguridad se dijo Edward, pero aún así nada era suficiente excusa para justificar que apenas la vio llegar se haya quedado embobado apreciando las curvas de la joven, ni mucho menos para acercarse por detrás, como un sigiloso cazador tras su presa, susurrándole al oído. Más tarde Edward se había inventado una excusa poco creíble sobre aquello, simulando que quería asustarla, sorprenderla… Nunca está demás hacerse el gracioso con la recién llegada a la familia, familia… Edward tuvo que respirar una vez más antes de caer en cuenta de lo que acababa de hacer, acababa de presentarse ante su "hija" adoptiva, pero al fin y al cabo bajo los estatutos de la ley era su hija, de la peor forma posible, no solo le había susurrado al oído en tono seductor, sino que ahora acaba de besar la mano de la chica que se suponía debía ver con otros ojos, unos muy distintos a los que empleaba en este momento. Por que claramente imaginarla sin ropa en diferentes lugares y posiciones mientras la hacia suya era por decirlo menos enfermizo e inmoral. Era un hecho el futuro que le esperaba sería un infierno, debería de hacer algo al respecto, inventarse una excusa, hablar con Tanya, no estaba seguro de que haría, pero haría algo y debía ser pronto, antes de que perdiese el control y se dejara llevar una vez más por ese hipnotizante aroma. Ese exquisito perfume que destilaba Bella, porque Edward ya se había perdido en él, sí que lo había hecho, en cuanto le susurró al oído no pudo evitar que su lado carnal brotase expulsando sobre la joven todo su aliento con la única intención de excitarla. Y lo había logrado, claro que él no tenía idea de aquello. En cuanto Edward se presentó y tomó su mano para luego depositar un sonoro, húmedo y candente beso sobre su a estas alturas temblorosa mano Bella se maldijo internamente. Aquello estaba mal, condenadamente mal. — Entonces… ¿Debo llamarte papá? — preguntó incómoda Bella y Edward sintió que el mundo se le venía encima.


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