La ciudad encantada de los cesares

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La Ciudad Encantada de los Cesares Por Cristina Sรกnchez


Es ésta una ciudad encantada, no dada a ningún viajero descubrirla […] sólo al fin del mundo, la ciudad se hará visible para convencer a los incrédulos de su existencia. ( Tradición oral de Chiloé)



PRÓLOGO RING RING

La salida se había cerrado, no quedaba escapatoria alguna. Sophie examinaba desesperada las paredes en busca de algún recoveco, de alguna pequeña fisura, que el tiempo hubiera labrado en las paredes del magistral templo inca. Pero nada, desgraciadamente ni los siglos habían logrado deshacer lo que los grandes ingenieros de las civilizaciones precolombinas habían construido. RING RING.

Su reloj sonaba, contando como el despiadado tiempo pasaba, y con él, el poco oxígeno de aquella sala se esfumaba. Esa iba a ser su muerte.


RING RING

Ya no podía respirar, ya había dado su bien más preciado, su vida, por perdida. Estaba casi muerta y estaba haciendo lo que siempre se prometío que no haría, se estaba rindiendo. Pero que más daba, estaba convencida de que iba a morir dentro del templo inca del sol de Cuzco RING RING

Gritó Sophie jadeando. Solo había sido una horrible pesadilla, afortunadamente estaba tranquila en su habitación. Todavía asustada se dejó caer encima de su cama cuando de repente el ruido la sobresaltó. ¡¡¡NOOOOOOO!!!!-


RING RING

Era el sonido que más odiaba, el estridente estruendo de su teléfono. Titubeó, ¿por qué cogerlo?, quién la iba a llamar a ella a las cuatro de la madrugada, aunque, si se molestaban en despertarla a esa hora sería realmente importante puesto que todo el mundo conocía su mal genio. -Diga- dijo a la vez que descolgaba el auricular. -¿Sophie ­Lesage?- Dijo una amable voz con acento norteamericano - Si soy yo, ¿Qué ocurre?



- Disculpe que la moleste a estas horas pero es muy urgente. Soy Greg Stemm, el presidente de la compañía Odyssey Marine y necesitamos que venga a nuestra sede de Florida inmediatamente. -Un momento, un momento, ¿Quién se ha creído usted que es para llamarme a esta hora y hacerme ir hasta la otra punta del mundo? Además, ¿cómo ha conseguido mi dirección y teléfono? -- Como ya le he dicho lamento mucho molestarla a estas horas pero hemos encontrado una “reliquia” muy importante y pensamos que usted es la persona más indicada para realizar este trabajo. Necesitamos contar con usted en nuestro equipo.


- ¿Y qué es eso tan importante como para ir llamando a la gente a altas horas de la madrugada? -No se lo puedo contar por teléfono, venga a vernos y lo descubrirá, merece la pena. -Está bien- dijo con un tono más amable de voz. Aunque no se le había pasado del todo el enfado, ahora le picaba la curiosidad.

- Sabía que no nos defraudaría. En breves minutos llegará un coche que la trasportará hasta el aeropuerto donde la recogerá el avión privado de la compañía. Que tenga un buen viaje Pi, pi, pi….


Había colgado. Quién se creía qué era. Vale, seguramente estaría forrado de dinero pero eso no le daba permiso para ir haciendo llamaditas a las tantas de la mañana. ¡Y como se le ocurría mandar un coche aún sin saber si iba o no a aceptar! En ese instante se escuchó el sonido de un claxon. En la entrada de su casa un Mercedes negro con los cristales tintados la esperaba. Sobre el capó, junto a su puerta, un elegante uniformado chofer miraba hacia su ventana. Ya no había marcha atrás, se puso su pantalón caqui de grandes bolsillos junto con una camiseta marrón ajustada y tras recoger su chaqueta, bajó al encuentro del chófer.


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Enfrascada en la lectura de un documento su sonrisa se iluminó. Ana Simón se levantó detrás de la enorme pila de papeles. Dejó su mesa de biblioteca preferida en el Archivo de Indias de Sevilla y se dirigió con gran determinación hacia la estantería B-7. Tras pasear su dedo índice sobre los lomos de los polvorientos volúmenes sacó un viejo y abultado ejemplar. Allí estaba lo que andaba buscando. Su jefe estaría orgulloso nuevamente de ella. Había hecho un buen trabajo, de nuevo…



CAPITULO II: EL AVIÓN Sophie viajaba rumbo a Tampa, Florida, en un lujoso avión privado mientras se preguntaba que sería ese misterioso hallazgo. Ella era una mujer de 33 años recién cumplidos. Su estilizada y alta figura descansaba despreocupadamente en el asiento de cuero. Su largo cabello ondulado de color castaño cobrizo estaba recogido en una larga cola de caballo que le llegaba hasta la mitad de la espalda. En su rostro de rasgos dulces destacaban unos luminosos ojos verdes. En estos instantes, aunque intentaba mantenerse relajada con avanzadas técnicas de yoga, no lo estaba consiguiendo.


Odiaba estar equivocada y sobre todo odiaba admitir que había cosas que no podía lograr por ella misma, sino que existían momentos en los que necesitaba la ayuda de los demás. En este punto podríamos decir que era un poco orgullosa, que, aunque siempre estaba dispuesta a echar una mano, no era capaz de pedir ayuda y por ello siempre se estaba metiendo en continuos líos. Tras darse por vencida, en el asunto de la relajación, decidió analizar todos los temas de su extraña llamada. El presidente de una importante empresa, Odyssey Marine, entregada a rescatar antiguos tesoros de barcos hundidos, había reclamado su colaboración en un asunto secreto que solo él conocía.


Además pocos días atrás, el magnate había realizado un acuerdo con Chile. Por esto estaba desplazándose desde su cálida habitación en Myconos, Grecia, hasta Tampa, Florida. Un letrero luminoso la sacó de su ensoñación, la señal de abrocharse el cinturón se había encendido. Ya estaban aterrizando. En el aeropuerto la esperaba un helicóptero que la llevaría hasta Gregg Stem.


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Cuatro semanas antes un muerto reposaba sobre la mesa del laboratorio. Ya habían pasado bastantes años desde que produjo su último movimiento voluntario. ¿Qué aburrida resultaría la vida de un muerto?- filosofó distraídamente Richard mientras analizaba el cadáver. A simple vista se encontraba momificado sobre una estera funeraria de totora. Era varón y su cuerpo se encontraba relleno tierra y recubierto con una pasta de ceniza negra. En su cara se adivinaba una mueca. Junto a su cuerpo, tres detalles le llamaron poderosamente la atención, un libro, un crucifijo y un rosario.



Del ajado volumen sobresalía un documento. Richard lo cogió con unas pinzas, lo metió cuidadosamente en un sobre y lo mandó a analizar. Tomó una muestra de tejido y empezó a datar excitado su edad. De repente su rostro se tornó de la incredulidad a la sorpresa. Acababa de descubrir lo que sin duda sería un gran empujón para su carrera.



CAPITULO II: EL ENCUENTRO Lo primero que Sophie vio al traspasar las puertas de cristal del enorme edificio de Odyssey Marine, fue a una oronda secretaria cuyos diminutos ojos que la miraban detrás de unas gruesas gafas. La mujer la acompañó hasta el despacho del presidente sin dejar de parlotear. Era increíble el hecho de que conociera su currículo mejor que ella misma. No había dejado de alabar ni uno de sus descubrimientos y viajes, desde la primera aventura en la que se había embarcado en China hasta la última, donde había viajado a Groenlandia en busca de unos antiguos fósiles


Era la única vez en su vida que se daba cuenta de lo productiva que esta había sido. Con esta reflexión cruzó la puerta que daba al despacho del presidente de la compañía. Lo que allí vio no se parecía a lo que había esperado observar. Desde la butaca presidencial, un hombre alto ya entrado en años la dedicó una amable sonrisa. Las facciones de su cara eran amables y su barba y cabello estaban poblados por gran cantidad de venerables canas causadas probablemente por las preocupaciones.


- ¿Sophie?- Dijo afirmando Stemm con una sonrisa a la que ninguna mujer podría resistirse. Aquel hombre no era el magnate arisco que ella esperaba. Era un hombre campechano que no la trataba como alguien inferior sino como a una igual. - Disculpe que antes fuera tan ruda por teléfono. Estoy ansiosa por conocer más acerca de ese descubrimiento tan importante. - Claro, por supuesto, pero por favor, tuteémonos. Hace un par de semanas más o menos, mi equipo destinado en Chiloé encontró una momia un tanto peculiar- dijo conforme avanzaba hacia lo que parecía un avanzado laboratorio.



. Allí le mostró unas fotos que pertenecían al hallazgo- este tipo de cadáver, como podrá usted observar, parece una de las momias chinchorro. - Me alegra mucho que la hayan descubierto, ¿Por eso precisas mis servicios como paleontóloga? ¿Para datar la época de esta momia?- Dijo Sophie a la vez que se preguntaba el porqué de tanta urgencia. La momia no se iba a mover del laboratorio y aquello no era un descubrimiento muy revelador.


. Allí le mostró unas fotos que pertenecían al hallazgo- este tipo de cadáver, como podrá usted observar, parece una de las momias chinchorro. - Me alegra mucho que la hayan descubierto, ¿Por eso precisas mis servicios como paleontóloga? ¿Para datar la época de esta momia?- Dijo Sophie a la vez que se preguntaba el porqué de tanta urgencia. La momia no se iba a mover del laboratorio y aquello no era un descubrimiento muy revelador.


-No. Dijo a la vez que volvía a sonreír-, te adelantas a la historia. Ya sabrás que este tipo de momias no son un descubrimiento nuevo, sino que fueron descubiertas en 1983 por Bernardo Arriaza y Marvin J. Allison. Lo más raro de esta momia es que no pertenece a la Prehistoria, si no que es mucho más joven. Apenas cuenta con 400 años. -Según las pruebas realizada mediante las más modernas tecnologías, estos restos datan de alrededor del 1700, un poco más tarde de la época del capitán Francisco Cesar ¿Te suena ese nombre?


-Si, El capitán Francisco César partió junto con catorce hombres más a explorar el territorio oeste de América, y se especula que llegaron hasta Los Andes. César y seis de sus soldados volvieron tres meses más tarde relatando que habían visto una tierra muy rica con gran abundancia de joyas y metales preciosos. -Durante el siglo XVI se empezó a conocer a este misterioso lugar con el nombre de lo de César, a veces con intención burlesca. Cuando las historias comenzaron a hablar de la existencia de una ciudad inca, sus habitantes empezaron a ser llamados Césares. Y así empezó el mito de la ciudad de los Césares. -Si quiere mi opinión,


es todo un cuento de niños, una invención de algún español para atraer nuevos exploradores a la conquista del nuevo mundo, que al pasar de boca en boca se fue perfeccionando. – Respondió ella incrédula de que un hombre malgastara semejante dineral y tiempo en una vulgar historia. - Pues me parece que usted va a dejar de creer eso cuando termine de relatarle los hechos. - Lo dudo bastante ¿han comprobado sus científicos todas las pruebas? -Varias veces y todas han dado el mismo resultado.


-Pero aún así, no veo que relación tiene existe entre este mito y la civilización inca. -Como ya te he dicho antes, te adelantas a los acontecimientos, paciencia, todo llegara a su tiempo. En la tumba del cadáver hallamos otra cosa de mayor valor aún que la propia momia, eso es por lo que no he podido revelarle nada esta noche. Es algo por lo que mucha gente vendería hasta su propia alma. -Por eso te he elegido, por ser una persona a la que no le entusiasme la fama, ni el dinero, tan solo sacar la verdad a la luz. - Acompáñame.


Sophie siguió al magnate hacia un rincón del laboratorio. Bien cuidado, como si de oro se tratara, había un trozo de papel sobre él que el tiempo había hecho estragos. -Este hoja fue encontrada junto al esqueleto momificado del que creemos podía ser un fraile franciscano llamado Francisco Menéndez. Es lo que parece una poesía escrita de su puño y letra. -Revela el secreto mejor guardado, el paradero de la Ciudad de los Césares. Su misión, como habrá podido adivinar, es encontrar este mito, pero no lo hará sola, contará con la compañía del famoso Alejandro Soriano.



En ese preciso instante apareció, apoyada en el marco de la puerta, la silueta despreocupada de un hombre alto y delgado de unos 35 años. En su cara, se distinguía una sonrisa traviesa que junto con el peculiar brillo de sus preciosos ojos azules intensos hacía recordar a un niño pequeño de cinco años.


CAPITULO III: VIEJOS AMIGOS Sophie estaba anonada y no era por el hallazgo, sino por el hombre que acabada de entrar en la estancia cuyo nombre recordaba muy bien. Alex era su peor rival, había estado sobre sus pasos en cada uno de sus descubrimientos, además dos días atrás, la había calificado en una entrevista como una mujer vulgar, poco agresiva y de arcaicos métodos. La había menospreciado en público. Pero esto no era todo, cinco años antes, había herido su orgullo al darle plantón después de una conferencia. Ese chulo, engreído no sabía con quién trataba.


-Mire, preferiría hacerlo sola, no me hace falta esta ayuda. -Eso lo dices ahora, pero cuatro ojos ven más que dos, además de que soy un entendido en la materia. Replicó Alex -Ya lo se, pero me veo obligada a renunciar. Ya tiene a un renombrado histólogo, no me necesita. - Sophie- contesto Alex con una sonrisa de burla en los labios¿tu renunciando? no me lo puedo creer, una videocámara, por favor, este momento hay que gravarlo para la posteridad.


-- Ah veo que se conocen, eso hará más fáciles las cosas y nos ahorra el tiempo de las presentaciones. Es estupendo ¿no? Antes de que tomen una decisión debo informarles de los peligros que entraña esta expedición, si lo consiguen, sus nombres pasarán a la posteridad, pero es posible que sucumban en el intento. Qué me dicen, ¿aceptan?


CAPITULO IV: LA VIDEOLLAMADA Antes de que alguno de los dos pudiera tomar una decisión, la recepcionista entró por la puerta. -Señor Soriano, tiene una vídeo-llamada de Ana Simón. - Ana es una vieja amiga- contestó al instante Alex- Ambos estudiamos juntos y más tarde seguimos en contacto. Ella es filóloga inglesa a la vez que excelente bibliotecaria y documentalista. Por ella, he podido seguirte por todo el mundo y adelantarme a tus pasos. Además, es un hacha recordando cumpleaños…


De repente, con un zumbido, del techo salió una pantalla de plasma extraplana donde apareció la imagen de una mujer treintañera. En su cara redondeada lucía una sonrisa y un brillo se percibía en sus ojos marrones claros, escondidos tras unas gafas de diseño. - Hola a todos- Saludó la mujer con cordialidad- Hace unas horas Alejandro me llamó para que le buscara información sobre el fraile franciscano Francisco Menéndez. Dada mi proximidad a los archivos de indias que se encuentran en la misma biblioteca donde trabajo, no me ha sido difícil dar con ella.


Menéndez fue un clérigo que realizo numerosas expediciones en América. Hacia finales del Siglo XVIII nuestro fraile habría escuchado una versión indígena sobre una ciudad situada bajo las aguas en la que se destacaría un templo con una alta torre, varios edificios de construcción sólida y con pobladores aborígenes y españoles ricamente ataviados. Aquella ciudad estaba al mando de un español que se habría autoproclamado rey, llamado Basilio. Creyendo que por fin había logrado una pista firme sobre la ubicación de “La Ciudad de los Césares”, Menéndez se puso en marcha con un séquito de diez personas.


Se creía hasta hoy que murió en el trayecto a su supuesto destino, el cuál resultaría no ser la ciudad encantada sino Carmen de Patagones. Hay que admitir que en algo acertó pues el gobernador de esa ciudad era un agricultor llamado Basilio Villarino. -Sin embargo esta información se contrapone con la momia. Si nuestro fraile murió en el intentó, ¿Cómo es que ha aparecido momificado con un papel en el confirma la existencia de dicha ciudad tras haberla visitado él en persona?- Preguntó Alex. -- Según mis fuentes, Menéndez, no se llevaba bien con el segundo de a bordo, el cual, era un ruin que solo quería comerciar el oro y la plata y vender como esclavos a la población


Esto no le sentó muy bien a nuestro fraile, quién quería inculcar el cristianismo en esas personas y así, según él, salvar sus almas. Teniendo en cuenta que solo él conocía las instrucciones y que por esa época no existía las pruebas de ADN, hubiera sido muy sencillo fingir su muerte y así continuar la expedición en solitario. Sin embargo, deberíais ir vosotros mismos a Chiloé. Si tengo alguna otra novedad os avisaré. - Gracias, eres la mejor, Ana, te debo otra. En ese instante la conexión se cortó. Ahora debían ir sin más demora a su siguiente destino.


CAPÍTULO V: LA ISLA CHILOÉ

“Bienvenidos a la ciudad de Chiloé, la provincia del archipiélago con el mismo nombre. Ésta es una isla de grandes contrastes geográficos, se pasa de las estrechas planicies litorales a los cordones de Piuchén y Pirulil con una depresión Intermedia casi inexistente, pues está inundada por las aguas del mar. El clima templado, lluvioso y en ocasiones frío hace que se den especies tan exóticas como el coigüe y el ciprés de las Guaitecas. La población, de 142.696 habitantes, se dedica principalmente a la recolección de mariscos y al turismo. Les recomendamos que visiten el parque nacional de Chiloé. En nombre de toda la compañía aérea esperamos que hayan tenido un feliz vuelo y que disfruten de su estancia”.


En ese instante se calló la estridente voz de la azafata de vuelo y poco a poco la tripulación fue saliendo al aeropuerto. Minutos más tarde Sophie y Alex fueron recibidos por el doctor Richard, el arqueólogo encargado de la identificación de la momia. El hombre tendría unos cuarenta años bien llevados, ojos verdes y cabello castaño. Era de complexión musculosa y tez tostada por el sol. Su cara afable mostraba un punto de excentricidad y minuciosidad propio de su oficio. En su trabajo mezclaba la perfección con un humor irónico propio de los forenses.


Richard les condujo en jeep hasta la excavación arqueológica donde fue encontrado el cadáver. - Bienvenidos a nuestra excavación arqueológica. Como bien sabrán aquí fue hallada la momia del fraile. Nuestro amigo Menéndez, se encontraba enterrado junto con otras tres momias que mostraban las mismas características que las típicas momias Chinchorro. Solo existía una pequeña diferencia, los compañeros del franciscano, como todas las momias de este lugar, databan de 5.000 AC.- El investigador siguió hablando mientras le guiaba hasta una sala con dos momias- Como podrán comprobar, estos cadáveres se parecen mucho al de Menéndez. Ven esto de aquí, nos indica que primero desarticularon sus miembros y posteriormente fueron reensamblados.



La momia de la izquierda, es una momia negra, una de las más complejas teniendo una estructura interna de palos, y más antiguas que existen. Reciben ese nombre por la pasta de manganeso que las recubre. El cadáver que tienen a su derecha se corresponde con el de una momia roja. Estas se realizaban sin una gran destrucción del cuerpo. En general, los órganos eran removidos a través de incisiones. Para proveer rigidez al cuerpo se deslizaban maderos puntiagudos debajo de la piel y luego las cavidades eran rellenadas. También le añadían al cuerpo una larga peluca de pelo humano que aseguraban con un casquete de arcilla. Después de cerrar las incisiones el cuerpo era pintado con ocre rojo y a menudo la cara era pintada de negro. En algunos casos la piel era repuesta en forma de vendajes. La momia de nuestro franciscano era una de las momias negras, y por cierto estaba hecha muy concienzudamente.



-¿Por qué piensa usted que apareció esta momia hace tan solo 400 años y precisamente era la momia de una persona que debería estar muerta ya en el otro lado de Perú? - Preguntó Sophie -Respecto a lo segundo, pudieron pasar mil cosas, pudo fingir su defunción o incluso su supuesta muerte a bordo podría ser un ardid de los tripulantes para continuar con el viaje y seguir con las numerosas financiaciones que recibían, sin embargo no tengo razón para lo primero. Es uno de esos misterios de la vida que nadie sabe si una pequeña e indefensa planta es capaz de pensar o sentir, y si es así, qué piensa o qué siente. - Y con respecto a la información que contiene el poema, ¿hay algo que nos puedas contar?


-- Solo lo poco que sabéis. Fue encontrada entre una de las páginas de la Biblia del fraile y que hace referencia a la Ciudad encantada de los Cesares. Yo os recomendaría que visitarais la biblioteca de Santiago de Chile. Allí tendréis todo lo que buscáis


CAPÍTULO VI: LA BIBLIOTECA Hacía ya veintidós horas desde que Sophie se había despertado de sus sueños en Myconos, desde que se había mezclado la realidad con la fantasía en su vida, otra vez. Desde aquella llamada que la había despertado habían pasado muchas cosas, demasiados misterios, pero algo le decía que todavía faltaba lo peor del día. Con estos pensamientos divisó por primera vez la biblioteca nacional de Chile. Era un edificio impetuoso del siglo XIX cuya portada adornada con columnas y grabados dejaba emocionados a cuantos la veían.




En el interior, las estanterías repletas de libros, hacían de ella un paraíso para los lectores. Mientras Sophie seguía absorta, el bibliotecario les condujo hasta la parte correspondiente a la historia y leyendas Iberoamericanas donde convivían libros antiguos y ficheros llenos pergaminos. -¿Sorprendida?- Preguntó Alex con sorna en los labios. -Un poco. Es maravillosa. Pero bueno, empecemos, ¿Qué sabemos hasta ahora del pergamino? -Que perteneció al fraile momificado Francisco Menéndez y que hace relación a la ciudad encantada de los Césares. De la que conocerás la historia ¿no? - No muy bien la verdad.


>> La leyenda de la Ciudad Encantada de los Césares fue el último gran mito de la conquista americana. Tuvo una vida muy larga que supervivió a la conquista misma. Comenzó en 1529 y duro hasta fines de XVIII.- Dijo Alex poniendo voz de misterio>> La también llamada Ciudad errante, Elelín o su más conocido nombre de los Césares, era una ciudad plana de planta cuadrada, construida de piedra labrada y edificios techados con tejas al estilo español. Sus templos y pavimentos eran de oro macizo. >> En algunas versiones está en un claro del bosque; en otras, en una península; otras dicen que esta en el medio de un lago, con un puente levadizo para la única puerta que le da acceso


>> Abunda en ella el oro y la plata, de la cual están forradas las paredes, con estos metales también se hacen asientos, cuchillos y rejas de arado. Tienen campanas y artillería, las cuales se escuchan de lejos. Algunos dicen que al lado de ella hay dos cerros, uno de diamante y el otro de oro. >> Sus habitantes son altos, rubios y con barba larga. Hablan una lengua extraña, aunque en algunas versiones es el español. Se dedican al ocio, y no tienen enfermedades. >>O son inmortales o solo mueren de viejos. Algunos dicen que son exactamente los mismos que fundaron la ciudad, ya que no nace ni muere nadie en la Ciudad Encantada. Tienen indios a su servicio, y algunos custodian el camino que lleva a ella.


>> Algunas versiones dicen que son dos o tres ciudades (sus nombres son Hoyo, Muelle y Los Sauces). Tienen vigĂ­as para detectar la proximidad de intrusos e impedirles el acceso. Hay versiones que dicen que es invisible para los que no son habitantes de ella, a veces uno la puede ver si es justo o al atardecer o el viernes santo. Se la puede atravesar sin siquiera darse cuanta. Algunos dicen que es errante, o sea, que para encontrarla hay que limitarse a esperarla en un sitio. >>La Ciudad Encantada de los CĂŠsares surge a partir de varios hechos que ocurrieron a lo largo de la conquista de nuestro territorio, pero de uno en especial, que ocurriĂł durante el viaje de Caboto.


>> En el año 1527 Caboto funda un fuerte llamado Sancti Spiritus en la confluencia de los ríos Carcaraña y Paraná, es el primer asentamiento de Argentina. Mientras él preparaba una expedición río arriba, en 1528, mandó una partida a explorar el interior del territorio. Partieron en noviembre 14 hombres liderados por el capitán Francisco César. Un hombre audaz este César. >>Él se interno hacia el oeste pero antes dividió su pequeña columna en tres partes: una que fue hacia el sur, a la tierra de los querandíes, de la cual nunca mas se supo; otra se internó en las tierras de los Carcarañás, de la cual tampoco se supo nada mas, y por ultimo la tercera, al mando de César, siguió el curso del río Carcarañá, hacia el Noroeste. Esta tercera columna fue la única que volvió al fuerte, siete hombres que anduvieron unos 1700 km durante tres meses.


>>Volvieron contando maravillas. Según ellos, "habían visto grandes riquezas de oro, plata e piedras preciosas". Esas riquezas las atribuirían a la ciudad maravillosa, la ciudad encantada, que pasaría a llamarse la Ciudad de los Césares, en honor a Francisco César y a sus valientes que la habrían descubierto. Esta aventura constituyó el núcleo original del mito de la ciudad encantada que fue ubicada desde las pampas y la cordillera, hasta la costa atlántica y la Patagonia austral”. >>Existe otra historia en “Cuentos y Leyendas Populares de la Argentina” y viene a decir que:


>>En Londres, en 1764, James Burgh publicó una ficción curiosa: Burgh se presenta sólo como editor de un conjunto de nueve cartas que un habitante de la Ciudad de los Césares, nada menos que uno de los senadores de la Nación, Mr. Vander Neck, enviara a un amigo suyo en Holanda. Esta correspondencia apócrifa describe desde dentro la ciudad y está en boca de uno de sus gobernantes. Esto ya es una originalidad: que sea un habitante, no un visitante ocasional, quien describa la organización interna de este reino abreviado. La Ciudad o República de los Césares está situada en una vertiente de los Andes, a los 43 o 44 de latitud Sur.


>> Sería una suerte de enclave, rodeado por cadenas montañosas al Norte, Este y Sur- al Oeste, antes de tocar los flancos de la cordillera. Un río innominado corre casi de Norte a Sur, dándole agua a la República. La capital, situada en el centro del país, donde ocupa un cuadrado de un kilómetro y medio de lado. La estructura es de damero, con calles que tienen 27 metros de ancho, lo que da sobrada holgura al movimiento ciudadano. Los árboles dan fresco y sombra a las calles. >> Las casas son de dos plantas, todas iguales, con un jardincito amplio. El asiento del gobierno está en el centro mismo de la ciudad. Ésta cuenta con una biblioteca, tres escuelas, un cementerio y el Museo de Curiosidades Naturales.


>>La organización social dispone que todos los habitantes son hermanos y se deben mutua ayuda. No trabajan las viudas y los huérfanos, a cargo del Estado. Nadie puede poseer más de 20 hectáreas. El gobierno tiene dos poderes. Por un lado el Ejecutivo y, por otro, el Legislativo, que es el Senado: el pueblo elige tres representantes con carácter vitalicio. Los ciudadanos, para ser considerados tales, deben tener 25 años, estar casados y ser de religión protestante. Los católicos no participan del gobierno. >> La República fue fundada por 150 familias holandesas al mando de Alphen, su primer gobernador. Llegaron en tres barcos -uno naufragó en el Estrecho- que transportaban herramientas, semillas, alimentos para los tiempos de posible escasez, medicamentos, armas, libros sobre artes, oficios y ciencias.


>>Venían a bordo, además, 200 niños huérfanos: 100 varones y 100 niñas. Es interesante la condición de huérfanos, pues de esta manera, al no tener raíces en Europa, se radicarían en la tierra chubutense. La capital tiene cuatro puertas de acceso. La entrada a la República está prohibida a los españoles. Los habitantes deben guardar sigilo sobre el lugar de emplazamiento del Estado. El delator es ejecutado. >>Esta última leyenda no es demasiado conocida y creo que no nos servirá de mucho pero pensé que te gustaría conocerla, por eso de que te gusta controlarlo todo, ya sabes. <<


-Gracias, y ahora pongámonos manos a la obra sobre el emplazamiento de esa ciudad perdida. Saca la poesía, ¿qué es lo que dice?


-CAPÍTULO VII: LA POESÍA

Con toda la pompa de su gloria habitaba, en el más verde de los valles un monarca que imparcial sobre todo su reino gobernaba, lejos de ruidos y desconsuelos en su ciudad dorada Torres más altas nunca se alzaron, orquídeas de mayor belleza no existieron. Recuerdos de mejores tiempos pasados rememora este lago


En la codicia de los españoles su trágico final fue escrito; de fueran arribaron en esta maravillosa villa los que con el tiempo serían perdición de todo lo hasta entonces existido ¡Ay! llorad desalmados, pues, incluso los más afortunados osados nunca más podrán contemplar, el esplendor de aquellos tiempos encantados.


CAPÍTULO VIII: LA BÚSQUEDA Tras cuatro horas de búsqueda sin hallar nada la desesperación salía a la superficie a través de enfados y gritos. Los nervios de ambos estaban crispados. A pesar de que gracias a unas llamadas de su influyente jefe a la biblioteca les habían permitido quedarse el tiempo necesario hasta terminar sus investigaciones con la misma facilidad con la que les habían dejado merodear por aquella parte del edificio que solo se mostraba con exclusivos pases a selectos afortunados. - ¡Te digo que no guarda relación con ningún rey de Chile conocido!- grito Sophie a su compañero. - ¡Por lo menos lo intento! ¡Esto no me gusta mucho más que a mí!


-¡Solo con buenas intenciones no vamos a ningún sitio! ¡Necesitamos algo bueno! ¡Piensa! -¡Eso intento pero ayudaría que dejaras de gritarme! ¡Admítelo, lo haces porque no confías en mí! ¡Me sigues echando en cara que no acudiera a aquella conferencia, pero sabes qué, ya ha pasado mucho tiempo, podrías olvidar o por lo menos perdonarme!. ¡Pero no, la señorita perfecta es demasiado orgullosa para eso! Después de decir esto, Álex soltó el grueso volumen sobre gobernadores de la historia chilena que tenía en sus manos. Este cayó encima del papel de la poesía dejando casi toda su superficie al cubierto. Sophie y Alex miraron el pergamino y después eufóricos se abrazaron.


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- En un pequeño poblado indígena cercano a la Ciudad de los Césares todo estaba ya preparado para el Viernes Santo, que sería en tan solo dos días. Los guerreros más fuertes se despedían de sus mujeres para partir, como cada año, hacía el más valioso tesoro. Su misión era proteger aquella ciudad de los posibles codiciosos hispanos. Esta tarea se había trasmitido durante siglos de padres a hijos y todos estaban orgullos de servir a aquel propósito. Los miembros de las parejas se separaron. Los robustos soldados se cargaron las flechas envenenadas y los arcos a la espalda y sin más demora partieron.


- Las mujeres se quedarían rezando en el poblado para que fuera un año pacífico como tantas otras veces atrás. Sin embargo, presentían que en esta ocasión sería diferente. Sentían que iban a tener compañía.


CAPÍTULO IX: LA PISTA Cuando el grueso volumen cayó sobre el poema el tiempo se detuvo. Sophie y Alex miraron asombrados el pergamino y se abrazaron. Aunque solo quedaban al descubierto la primera letra de cada verso lo comprendieron enseguida, esa era la pista que llevaban horas buscando y era tan evidente, estaba tan a la vista. El poema decía más de lo que pretendía decir. Era un anagrama. Las iniciales de cada verso formaban cuatro palabras que daban sentido a todo. CHILE

TORRES

DEL

PAINE.


-Eso es, la ciudad encantada de los Césares se encuentra en el Parque Nacional Chileno de las Torres del Paine, era tan obvio.- Dijo Sophie llena de júbilo por su hallazgo. ¡Rápido, un plano! - Pensemos en el resto de la poesía- contesto su compañero a la vez que sacaba un gran mapa de la estantería más cercana- la Ciudad de los Césares se encontraba, según esto, en un valle con bastante vegetación, ocupado por un lago lo suficientemente grande como para albergar en él una ciudad entera, pero lo suficientemente pequeño y aislado como para que fuera difícil su acceso y ser encontrado a simple vista.


-Eso dejaría atrás a los lagos del Toro, Sarmiento y Última Esperanza. Además debería ser un lago recubierto de altas montañas desde las cuales el rey se pudiera subir y divisar todos sus territorios, por lo que debería estar en una posición central. -Con esto solo nos quedaría los lagos Nordeskjold y Pehoé. Yo me decantaría por el lago Pehoé porque es de dimensiones más reducidas. - Por una vez estoy de acuerdo contigo, además queda a la mitad del Paine. Estoy segura, tiene que ser allí. - Sí, tiene que serlo. Ya es la hora de salir de aquí, llamemos a Roberto.


CAPÍTULO X: TORRES DEL PAINE Aunque Roberto era el más experimentado de todos los pilotos de helicópteros, nada había podido hacer contra las normas del Parque Nacional de las Torres del Paine. No le habían permitido acercase a menos de treinta kilómetro del lago Pehoé y desgraciadamente Alex y Sophie habían tenido que continuar a pie. Ambos habían estado callados durante casi todo el trayecto, contemplando el lacónico paisaje de las Torres del Paine. En Viernes Santo, en el hemisferio sur era otoño y las hojas de los árboles formaban un tupido manto de colores sobre el suelo.



Los árboles, ya desnudos, mostraban un aspecto en parte fantasmagórico, como si fueran milenarios guardines esperando, aletargados, a que su señor venga para despertarles de su eterno sueño. A lo lejos, se veían las imponentes torres que vigilaban la entrada a su destino. Sus imponentes cumbres cubiertas de nieves perpetuas guiaban el camino de los osados aventureros. El delicado olor de las orquídeas, se abría paso por hasta las fosas nasales, endulzando el gélido ambiente. Agudizando un poco el oído, era posible distinguir, entre las acompasadas respiraciones de los exploradores, el murmullo de la vida del bosque.



Se oía el rumor de un águila reforzando su nido en un saliente de la montaña. Las pisadas de una pequeña diuca saliendo del matorral más cercano a ellos, antes de remontar su vuelo, mientras que en la otra orilla del arbusto se posaba una pareja de cometocinos patagónicos. A lo lejos, si se afinaban mucho los sentidos, se percibía como un grácil puma atacaba silenciosamente a su presa, un desprotegido guanaco. Mientras, un cóndor sobrevolaba el horizonte en busca de alguna cueva donde cobijarse.


CAPÍTULO XI: LA TERRIBLE LUCHA “Ven aquí, pequeña. Tienes los segundos contados. Vas a morir. No tienes escapatoria. Podrás correr, pero no esconderte. Ajá, ¡te pillé!. Empieza a rezar todo lo que sepas”. Dijo Ana Simón mientras blandía en su mano derecha, como si de un arma letal se tratara, una de sus zapatillas de deporte. Poco a poco, muy despacio, se fue acercando hasta un pequeño rincón, en su despacho del archivo de indias, donde se encontraba su víctima.- “Puag, que asco, arañas”- exclamo mientras observaba a una araña peluda posada sobre un antiguo documento olvidado.


Ana, pese a su fobia a los arácnidos, sacudió cuidadosamente el escrito dónde se encontraba La Polibetes. Cuando el animalillo de ocho patas cayó al suelo, la filóloga le atestó un fuerte golpe letal. Después, Ana, revisó con infinita ternura el documento sobre el que se había efectuado parte de la mortal lucha. “Pobrecito, no te preocupes, ese bicho feo y asqueroso no te volverá a molestar”- le dijo al viejo papel desgastado.- “¿Qué raro? No recuerdo haberte visto antes. Veamos de que misterios escondes- Habló para ella sola la mujer, mientras paseaba su ojos por el documento.


Repentinamente, la zapatilla se le resbaló de su mano. La mujer fue dando tumbos hasta encontrar una silla. No podía ser pero todo coincidía. Sacó de la estantería el volumen correcto y lo ojeó. El documento estaba en lo cierto. Rápidamente desenfundó su móvil. Buscó en la agenda el número correcto y marcó. 661 160 628


CAPÍTULO XIII: EL VALLE DEL OLVIDO Espectacular ¿verdad?- dijo Alex mientras contemplaban las vistas desde lo alto de las montañas Sí, demasiado bien conservado para ser un parque natural que visita tanta gente ¿no crees? ¿Qué crees que debió sentir Francisco Menéndez cuándo llegó aquí por primera vez? Supongo que alegría. Ya estaba casi llegando a su destino, al preciado lago de su poesía. Dijo Sophie mientras comenzaba a bajar hacia el lago.¿Cuándo crees que podremos empezar a distinguirlo?


¿Ves ese saliente de allí? Cuando lo pasemos empezaremos a vislumbrarlo ¿Te imaginas a todos esos expedicionarios olvidados que como el padre Mascardi …? Sí, al pobre Mascardi. Un hombre de buen corazón sin duda. Lideró más de una guerra parlamentaria de la que él no tenía nada que ver. Estuvo cuatro años luchando contra el gobierno chiloé para lograr la libertad de un grupo de caciques prisioneros a los que se comprometió incluso a acompañar a sus casas. Una lastima se lo pagaron a su forma. Contándole la historia de la Ciudad Encantada de los Césares que buscó durante sus numerosas expediciones misioneras guiadas por guías nativos.


Se dice, que estos guías lo querían tanto que llegaron a cometer una verdadera barbaridad. Se negaron de conducirlo a su destino para no verse privados de su presencia. Fíjate si lo querían que incluso cuando unos rivales de los poyas lo mataron a golpes de boleadora y flechas, los guías volvieron para enterrar el cuerpo del párroco para, como les había enseñado él, pudiera tener un descanso eterno, y ya después huyeron. Algo parecido puso ser lo que le pasó a Francisco Menéndez. Probablemente ¿ Y te suena Hernando Arias de Savedra?


¿Ese no fue el primer criollo que ocupó un puesto de gobernador de una región colinia? Sí, el mismo. Pero además de eso, también hizo varias expediciones a la Patagonia, en busca de la Ciudad Encantada de los Césares. En la última expedición que hizo fue capturado por un grupo de indígenas, así que ya sabes, ten cuidado, no vayan a estar hoy por estas tierras y te capturen- Bromeó Sophie mientras lucía una amplia sonrisa. ¿Y tú conoces a Gerónimo Luis de Cabrera?


Me quiere sonar. Fue un militar y conquistador sevillano, ¿no? Sí. Desobedeció una orden del virrey de Perú para ir en busca de la Ciudad Encantada de los Césares. Bueno, para eso, y para crear una provincia con salida al océano Atlántico si mal no recuerdo Sí. Por desobedecer esta ley, fue condenado a muerte. ¿Quién sabe, igual habría encontrado algo interesante si le hubieran concedido ese permiso? ¿Te acuerdas Diego de Rojas? ¿Ese hombre emprendedor que estuvo bajo las órdenes de Hernán Cortés y que fue el primero que tuvo como objetivo encontrar esta ciudad?


Claro que sí. ¿Y qué me dices de Francisco César? Sí. Ahora me estoy imaginando al capitán él junto con los seis hombres que creyeron encontrar la ciudad paseando por aquí, por estos mismos parajes. Cierra los ojos. Imagina esto unos trescientos años atrás. No ha cambiado casi nada. Sólo hay mayor variedad y cantidad de fauna salvaje. Imagina que eres uno de los miembros que forma la expedición en busca de la ciudad dorada. Y por último Imagina a Francisco César. ¿Le ves ahí? está justo a tu lado. Agudiza el oído. ¿No le oyes? “Venga soldados- dijo Alex poniendo voz de comandante- nos queda poco para llegar a ciudad prometida


Y cuándo lleguemos tendrán muchas más riquezas de las que ustedes han soñado nunca. Así que vamos ¡A la conquista de la nueva tierra y a por las riquezas que en ellas se esconden! Sophie soltó una sonora carcajada Eres tonto- dijo, mientras abría los ojos sin parar de reírProsigamos tenemos que llegar antes del atardecer ¿recuerdas? Ah sí, esa teoría tuya No, no es una teoría mía. Si te das cuenta viene en todos los relatos La ciudad Encantada de los Césares se podrá ver el día de Viernes Santo, o al atardecer o por aquellas personas de noble corazón - recitó la mujer. Si juntamos el atardecer con el Viernes Sano, tendremos más posibilidades de encontrarla, ¿no cree?


Y qué hacemos con lo de personas de noble corazón. Bueno, ese punto dejémoslo mejor. No crees ¿O quieres que empecemos a sacar trapos sucios? Siempre dándole la vuelta a tortilla. Contestó Alex mientras soltaba una risotada. Y así prosiguieron su marcha rumbo al lago y a su descubrimiento.


CAPÍTULO XIV:

“El móvil al que usted llama está apagado o fuera de cobertura, por favor deje su mensaje después de la señal. Gracias” Piii… - Alex, este es el mensaje número veinte que te dejo. ¿Quieres hacer el favor de coger el móvil de una vez? Esto es muy importante. No vais a encontrar nada, Se lo que le pasó a la Ciudad Encat… Bueno, a vuestra ciudad. No puedo decíroslo por mensaje de voz, por favor llámame cuando oigas esto. Ana estaba desesperada..


Alex y Sophie no contestaban a sus llamadas y tenía un descubrimiento muy importante. Mas Ana ignoraba que en el otro lado del mundo había un grupo de indígenas que conocían esta información, pasada de generación en generación a o largo de los siglos.


Alex y Sophie no contestaban a sus llamadas y tenía un descubrimiento muy importante. Mas Ana ignoraba que en el otro lado del mundo había un grupo de indígenas que conocían esta información, pasada de generación en generación a o largo de los siglos.


CAPÍTULO XV: LA CIUDAD ENCANTADA DE LOS CÉSARES Tras diez largas horas de caminata, cansancio y palabras de apoyo dirigidas mutuamente cuado la esperanza escaseaba, la feliz pareja distinguió el lago. Su búsqueda había terminado. Ambos, llenos de júbilo corrieron hacia lo que prometía que sería el descubrimiento del siglo. Una espesa bruma les impedía distinguir nada desde lejos, mas cuando llegaron a la orilla del lago no vieron nada distinto de lo que contemplaban el resto de turistas que lo visitaban.


Para su desilusión, allí tan solo había una preciosa laguna de aguas cristalinas sobre cuya superficie se vislumbraban los reflejos de los picos nevados. Los dos exploradores se dejaron caer, abatidos, en la hierba. El paisaje era precioso pero era eso tan solo, un paisaje natural, allí no había ni oro, ni riquezas ni ciudad alguna. Por las mejillas de Sophie rodó una lágrima. - Eh, no te preocupes, hay más lagos en esta cordillera, la encontraremos, no te preocupes- La intentó consolar Alex.



- Sí pero hoy es Viernes Santo. Recuerdas las leyendas, hoy era el día que más posibilidades había de encontrarla. -Shh, tranquila, no hay prisa, tenemos aún muchos años para buscarla, además, piensa en el lado positivo.- Contestó Alex mientra la apretaba contra si- Ahora tenemos más tiempo para estar juntos, hasta que la encontremos. -Tienes razón, es mucho mejor así- Contestó Sophie sonriéndole a la vez que se apretaba más contra él. Repentinamente, la niebla se disipó dejando que delicados rayos de sol se colaran entre sus claros. Juntos y abrazados, les sorprendió el reflejo del sol en la laguna y con él la ilusión de la Ciudad de los Césares.



De entre las tinieblas, sigilosamente, surgi贸 un grupo de hombres armados de arcos y flechas.


CAPÍTULO XVI: EL FIN DE LA HISTORIA Las robustas figuras se fueron acercando lentamente hasta quedar a unos pocos pasos de Alex y Sophie. Eran cincuenta hombres de tez morena, pelo largo y oscuro recogido en sendas colas de caballo y ojos negros como la noche. Bajo sus trajes se marcaban unos recios músculos. El más corpulento de los hombres, tan grande como un armario de tres puertas, se puso a la cabeza y comenzó a hablar en un español de marcado acento extraño. Veo que han encontrado la ubicación la Ciudad Encantada de los Césares. Enhorabuena, por su descubrimiento pero deben saber que este hallazgo trae consigo el compromiso de respetarla, protegerla y no divulgar este hecho al mundo. Es eso o la muerte.


A una señal del jefe indígena, sus soldados tensaron las cuerdas de los arcos y apuntaron en dirección a la pareja. Era imposible fallar. Esperad un momento- grito Álex avanzando disimulamente un paso, de forma que su cuerpo formara una pared protectora entre los indígenas y Sohie- Como sabrán, hemos sufrido mucho para llegar hasta aquí. Hemos vencido al sentido común, al sueño, a la desesperación, a los peligros del camino y a la vocecilla que en nuestras cabezas no dejaba de gritar, ¡Abandonad! Hemos recorrido montones de kilómetros, hemos creído en cuentos de hadas, hemos investigado e investigado hasta dar con la pista concluyente, que simplemente estaba a la vista.


Hemos aprendido a respetar a la naturaleza y a todas sus criaturas, seguir adelanta aun cuando todas las situaciones son adversas y no parar de luchar. Hemos aprendido a creer en los cuentos de hadas, aprendido a soportarnos, a querernos y a no prejuzgar a los demĂĄs por hechos de su pasado. Pero sobretodo, gracias al sufrimiento, tenacidad, angustia y finalmente alegrĂ­a que nos ha aportado este descubrimiento, ahora sabemos que existen cosas mejores que la gloria, cosas que no se pueden comparar con nada y que nadie que no las haya experimentado no la puede entender.


Cosas que el dinero nunca podrá comprar como la alegría, el amor y la solidaridad. Cosas por las que merece la pena morir. Por todas estas nuevas sensaciones que hemos descubierto, creo y hablo también en nombre de Sophie que nos comprometemos a cuidar y preservar esta ciudad. No vamos a divulgar este descubrimiento. Los arqueros, conmovidos, bajaron los arcos y miraron al suelo. Se habían quedado sin palabras por el entusiasmo que el joven había puesto a su discurso. Sin embargo antes de irnos, me gustaría saber la única cosa que todavía no comprendo.


¿Qué le pasó a la ciudad encantada de los Césares? Las historias cuentan que hace algún tiempo, tres siglos más o menos. Comenzó a relatar el jefe aborigen con tristeza y conmoción en la vozFrancisco Menéndez cruzó estas tierras en busco de la Ciudad Encantada. Él era un buen hombre de gran corazón. Cuándo llegó aquí exhausto, la villa se alzaba en su máximo esplendor, cuentan que el refulgir de las torres del templo se veía por personas justas a kilómetro y era la guía para todos los que la buscaban. El padre franciscano, se quedó un tiempo con los nativos de la ciudad.


Les enseñó latín y les habló del mundo exterior y de su expedición. Los habitantes le estuvieron muy agradecidos pues nadie podía salir de la ciudad. Se decía que nadie envejecería en ella mas cuando cruzaran las puertas, todo el tiempo pasado en la localidad les caería encima como una maldición. La mayoría llevaban siglos allí, lo que significaba, que si cruzaban la salida, se condenarían a muerte. Mas el franciscano trajo sin quererlo la maldición a la ciudad. Su segundo de abordo, puesto que era incapaz de ver el resplandor de las torres, siguió los pasos del Menéndez que le condujeron a la villa. Cuando el padre se disponía a partir, vieron llegar ___________ con su ejército a arrasar la ciudad. No podían permitir que hombres tan injustos fueran inmortales.


Por ello, Francisco unió sus fuerzas a los sacerdotes de la ciudad para despertar a la madre naturaleza. Pidieron que hiciese lo posible para impedir la entrada de aquellas personas a la villa. El hombre se paró por la emoción. De sus ojos se derramaron dos lágrimas. ¿Lo consiguieron?- Preguntó Sophie inquieta La madre naturaleza despertó al volcán __________ que provocó una explosión a gran escala. Con ella quedó sepultada la ciudad y todos los habitantes para siempre.


Todos se quedaron muy callados durante un rato hasta que poco a poco, con la llegada de la noche, la Ciudad Encantada de los Césares fue desapareciendo. Alex y Sophie fueron con los soldados indígenas hasta su poblado. Esa noche la pasarían con ellos como última despedida antes de volver al mundo real. Actualmente de la Ciudad de los Césares no existe más que un el triste reflejo el día de Viernes Santo, sin embargo, ¿podemos asegurar que nunca existió?


EPÍLOGO Seis meses después, Sophie y Alex se reunieron para cenar en un restaurante de Mikonos, situado junto al mar, en la llamada pequeña Venecia. En una mesa acomodada en el rincón más retirado de la entrada, junto a la ventana desde donde podían contemplar el espectacular atardecer de las islas Cicladas. Alex recogió la botella de Resina recubierta con un paño de la cubitera asentada a su lado. Con un acto estudiado, escanció lentamente, el vino en el vaso de su compañera - Brindemos por los recuerdos vividos, por las aventuras pasadas, por nuestro tiempo en la Ciudad de los Cesares.



- Bueno, necesito más información… - En las orillas de un conocido mar se encuentra uno de los más fascinantes misterios de la humanidad, pero revelar la verdad exigirá un precio- empezó Alex con su voz de misterioUn descubrimiento que cambiara el curso de la historia y derribara y creara nuevos mitos. Te necesito con la misión de descifrar las claves y autentificar el fabuloso hallazgo. Te adelantare que el hallazgo es tan obvio que nadie lo ha localizado porque… simplemente esta a la vista.


Las copas se acercaron a los labios, y él se deleitó saboreando el frió fruto de vid. Pensando, una maliciosa sonrisa se le escapó y rápidamente fue captada por su compañera. - No... Ya he visto antes esa imagen. Esa sonrisa picara como la de un niño travieso que va a cometer una nueva fechoría. ¿Qué nuevo asunto te traes entre manos? - El motivo de quedar aquí contigo es proponerte un nuevo reto. Algo a lo que, conociéndote, no te vas a negar. Una nueva aventura para descubrir un gran secreto. Muchos científicos e historiadores se dejarían algo más que un brazo. ¿Qué me dices?


»Todo empezó cuando una racha de viento sobre una pelota de golf desvió la trayectoria empujándola sobre una trampa de arena. El surco creado me dio la idea. Recreé la imagen sobre un mapa de la tierra y ¡lo tengo!… Conozco el lugar donde cayó el meteorito que produjo la desaparición de los dinosaurios de la Tierra…


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