A golpe de tecla

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Equipo de A golpe de tecla: Dirección y edición: Cita Franco. Columnistas y activos colaboradores: Mercedes Pinto Maldonado, Rafael R. Costa, Mónica Rouanet, Julio G. Castillo, Mercedes Gallego, José Vicente Alfaro, Miguel Angel Moreno, Carmen Villamarín y Manuel Navarro.

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SUMARIO

EDITORIAL

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Y TÚ, ¿QUÉ PREFIERES?

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LA CALIDAD DEL LIBRO DIGITAL

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EL HÁBITO HACE AL MONJE

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ME GUSTÓ POR LA PORTADA

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LA LIGA DE LAS EDITORIALES

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CUIDA TÍTULO, PORTADA Y SINOPSIS, QUE EL TEXTO ES LO DE MENOS

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VIABILIDAD DE UN PROYECTO EDITORIAL

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YO AUTOR, YO LECTOR: LA EDICIÓN EN LA AUTOPUBLICACIÓN

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LA EDICIÓN EMPIEZA POR EL ESTILO

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LA ILUSTRACIÓN

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EDITORIAL

Bienvenidos otro mes más a las páginas de A golpe de tecla. En esta ocasión vamos a ponernos un poco técnicos; hablaremos del proceso de edición en todas sus fases, viéndolo desde varios prismas diferentes y parándonos a analizar detalles que, posiblemente, el lector no conozca. Editar un libro no es solo escribirlo y ponerlo a la venta. Tras el producto final que encontramos en el mercado hay meses, incluso años, de un arduo trabajo desconocido por los lectores. Una vez escrito el libro, lo que viene después es una auténtica odisea; corrección, maquetación, elección del título, ejecución de la portada, trabajo de marketing, distribución… En fin, una experiencia que, nadie mejor que nuestros autores, que son autores y editores de sus novelas, puede contarte. Sin más, os invitamos a que os pongáis cómodos y nos acompañéis un mes más a través de este puñado de páginas. Gracias, queridos lectores.

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Y TÚ, ¿QUÉ PREFIERES? El gusto por lo artesano sobrevive en esta era digital que ha supuesto una mayor democratización de la lectura. Poner a disposición de los amantes de los libros obras de toda índole, desde el poema de Gilgamesh, hasta la publicación más reciente de la editorial más puntera, en formato digital, haría las delicias de Asurbanipal, que vería cumplido su sueño de recopilación. Sin embargo, resulta difícil imaginar que en nuestros hogares no existiera un lugar destinado a los libros. Esa pequeña o gran biblioteca que encierra todas las posibilidades al alcance de la mano. Un rincón al que acudimos y que, sin premeditarlo, nos comunica con otras mentes a través de la palabra escrita. Con el pequeño gesto de seleccionar uno de los ejemplares que descansan en cualquier repisa, de toda época, escuela, biblioteca o dondequiera que sea; se abre el momento que nos extiende más allá de los propios conceptos e incita a conocer, a comprender lo que inquieta a otros, y a nosotros mismos. Un gesto que nos informa de diferentes universos que; sin embargo, como el nuestro, son universo. Un simple ademán que trasciende el aislamiento que genera la incomunicación que, al fin y al cabo, es madre de la intolerancia que nos hace torpes. Desde la aparición de la imprenta los diferentes formatos de edición han ido sucediéndose los unos a los otros; no obstante, ninguno de ellos ha supuesto la extinción de los precedentes, por el contrario, algunas ediciones han alcanzado la consideración de joyas editoriales. La irrupción del libro de bolsillo el pasado siglo XX supuso algo más que la transformación de la industria editorial, puesto que también fue una eclosión democrática. El abaratamiento de los costes hizo que la edición en rústica (tapa blanda) rompiera la jerarquía cultural que la tradicional edición cartoné (tapa dura) había mantenido. El tamaño reducido y la manejabilidad lo hicieron idóneo para la expansión de la cultura de clásicos, motivo por el que pronto inundaron escuelas, universidades y espacios diferentes. En nuestro país, la editorial Espasa Calpe fue pionera en la expansión de la lectura con la colección de libros de bolsillo Austral, que incluyó múltiples géneros en su trayectoria. Su labor didáctica alcanzó a varias generaciones que, por un precio asequible, pudieron acceder a contenidos antes prohibitivos. ¿Tapa dura o tapa blanda? Para los amantes de la lectura todos los formatos son válidos; pero siempre es confortable el refugio de una librería o biblioteca, doméstica o pública, en la que el formato que reina es el cartoné. El olor, la textura, la robustez y elegancia del libro en tapa dura contribuye a dejar una huella que evoca en la memoria los buenos ratos pasados

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entre sus páginas. Aquel Don Quijote de páginas en papel biblia, extrafinas, que presidía tantos hogares, contenía un encanto que, hoy en día, es difícil de encontrar. No deberíamos renunciar a ninguno de los formatos que existen, pues cada uno tiene una función que cumplir en la vida de los lectores, y, además, saben convivir en paz. En casa, en el metro, en el parque o cuando viajamos lejos de nuestro lugar de residencia, podemos disponer del formato más cómodo y, a su vez, en nuestros hogares, del refugio de una librería con la perdurabilidad de libros, sean de tapa dura o rústica, que invitan a la lectura y ofrecen a la vista una ventana abierta a la curiosidad, a la exploración de otros mundos y da presencia a una actividad que si tan solo se redujera al formato digital mostraría un paisaje desolado.

Carmen Villamarín

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LA CALIDAD DEL LIBRO DIGITAL En el año 2013 Mario Vargas Llosa recibió el XVII Premio Antonio de Sancha en reconocimiento a su brillante trayectoria literaria, a su tesón y talento creativo y a su compromiso constante con la divulgación de la cultura en lengua española. Antonio de Sancha (1720-1790), como saben, fue un importante editor, encuadernador e impresor, y el premio que lleva su nombre lo concede anualmente la Asociación de Editores de Madrid. Ese año tuve el honor de asistir al acto de entrega del premio como acompañante de mi esposa, que fue invitada por el trabajo que desempeñaba. Oí con atención el discurso de agradecimiento que pronunció el premio Nobel de Literatura, en el que elogió la figura de los editores por la difusión de la cultura a través de los libros, y expresó su deseo de continuidad del libro de papel. Habló de la revolución tecnológica y de los cambios en el formato de los libros y dijo que «no es verdad lo que se dice con tanta frecuencia, que un libro es lo mismo en la pantalla que en papel». Añadió que «si los libros de papel desaparecen los libros que se escriban para las pantallas serán más superficiales, más banales y más frívolos de lo que han sido los libros de papel». Después de oír esas afirmaciones me revolví incómodo en la butaca de la sala de la Casa de Correos de la Puerta del Sol, pues, aun cuando también deseo larga vida al libro en papel, me sentí aludido cuando comparó estos con los digitales: soy autor y editor de mis propios libros. Durante el cóctel esperé el momento oportuno para acercarme al famoso escritor y saludarlo. Lo felicité por el premio, le dije que era un admirador de su obra, y que yo era escritor. Él me preguntó qué tipo de libros escribía y le contesté que novela y cuento, y que publicaba para la «pantalla», aunque también en papel. Enseguida acudieron otras personas para hablar con él, y me quedé con las ganas de decirle que la superficialidad, frivolidad y banalidad pueden existir en cualquier formato de libro. Es cierto, sin embargo, que dentro de la gran cantidad de libros que se autopublican hay de todo: libros muy buenos, buenos y regulares, y algunos que no merecen siquiera la denominación de libros. El soporte de un libro no debe ser lo que defina su calidad. Pero los libros de una editorial suelen estar mejor editados que los autopublicados, pues las editoriales, en general, disponen de unos medios que no tenemos los escritores independientes. Un defecto en algunos de los libros electrónicos que he leído (no todos, por supuesto) es la falta de una buena revisión y edición. Comentarios en Amazon como el que reproduzco aquí abajo dicen poco de la calidad del libro electrónico:

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La historia está bien, pero la cantidad de faltas de ortografía y gramaticales impiden concentrarte en la novela. Podrían esmerarse al corregir. Esos errores debemos evitarlos. En nada ayudan al libro autopublicado. Por ello es tan importante que una obra no se publique al día siguiente de haber sido terminada. Debe dejarse reposar y volver a leerla pasado un tiempo, incluso más de una vez. Conviene someterla también a la opinión de terceras personas, sin descartar el uso de un servicio profesional de revisión y edición o maquetación de confianza. Ya sé, muchos dirán que para acudir a esa clase de servicios profesionales se requiere gastar un dinero que difícilmente se recuperará con la venta del libro. No siempre será así, pero si no lo hacemos tendremos que admitir que la calidad de un libro autopublicado, sea en formato digital o en papel, es peor que la de un libro editado por una editorial.

Manuel Navarro

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EL HÁBITO HACE AL MONJE Pues sí, eso es lo que pienso. En este número de la revista dedicado a la edición, nuestra dire me ha asignado la parte en la que siempre me ha visto opinar: la estética. Debo reconocer que soy una obsesa del tema, pero me impide leer un libro en el que en vez de raya de diálogo encuentre un guión; en el que las comillas no sean latinas; en el que el uso de cursivas sea al azar y así tantas otras cosas que pertenecen al mundo de la estética, pero no tanto. Hay autores que no consideran necesario un espaciado doble cuando cambian de escena. A mí me parece imprescindible. Escriben con flashback, pero necesitas pararte a pensar si esa frase después del punto y aparte pertenece a lo que estaba sucediendo o es recuerdo, incluso anticipo del tiempo. El lector es como el cliente, no es que siempre tenga razón, pero hay que conseguir que se encuentre cómodo, no solo con lo que decimos, sino con la forma de «emplatarlo». Elijo este símil de la restauración porque me parece que se entenderá mejor. A los grandes chefs no se les ocurre servirnos una comida con el mismo aspecto que la pondríamos en casa, porque para eso no nos gastamos el dineral que cobran. A lo mejor la comida no es tan exquisita, pero solo al verla, ya nos entra por los ojos y, ese, amigos, es el objetivo. Que entre primero por los ojos. Otros os hablarán de la portada, yo me limito al interior. Un libro con el texto muy grande o demasiado pequeño, resulta incómodo. El tipo once o doce serían los máximos admitidos y si queremos que ocupe menos páginas, elijamos un tipo diez. Todo lo que se salga de esos parámetros, ya sea para agrandar o recortar el grosor del libro, molesta a la vista, se abandona antes. El interlineado es otro factor a tener en cuenta. Sería como nuestro aspecto a la hora de pedir un préstamo a un banco o alquilar una vivienda. No hace falta recurrir a marcas para presentar un aspecto impecable. La ropa de mercadillo, lavada, planchada y de nuestra talla, es tan válida como cualquier otra. Pero ojo, no descuidemos nuestra apariencia. El lector avezado notará fatiga visual cuando está leyendo un libro con un interlineado muy apretado. Le costará cambiar de línea y si no lo hemos conseguido atrapar con esos inicios espectaculares que consiguen muy pocos, nos deja abandonados antes de la página cuarenta. ¿No lo hemos hecho nosotros? Yo sí. Por el contrario, el que abusa de la separación es como si viéramos a las personas que queremos y con las que tenemos una relación cercana, solo de vez en cuando. Un interlineado demasiado separado molesta tanto a la vista como el apretado. Todo tiene su justa medida y la maquetación no es una moda ni algo sujeto a lo que he oído a veces: «es que a mí me gusta así». Ya señores, pero nos puede gustar escribir

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el verbo haber con uve y no se puede, a menos que incurras en otro error, que no me toca a mí exponer. Como la vida está cara y el escritor autopublicado no suele tener recursos para invertir en su obra, la única solución es buscar en la red ―que existe―, esas normas de maquetación, esos tutoriales que nos enseñan cómo hacerlo, pero por encima de todo, no caigamos en un narcisismo herido que nos hará pensar que lo nuestro es escribir bien, elaborar una buena historia y, como mucho, no cometer faltas de ortografía. Lo demás es cosa de los editores. Pues no, amigos. Los editores ya no hacen eso, no con los que no tenemos un nombre que les llena los bolsillos escribamos lo que escribamos.

Mercedes Gallego

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ME GUSTÓ POR LA PORTADA Si fuéramos francos, muchos de nosotros admitiríamos la frase del título: “la novela me gustó por la portada, por eso la compré”. Es la cruda realidad: las novelas, antes que nada, llaman la atención por su portada. Pero que nadie se escandalice, ni se preocupe. Es lo normal en una sociedad basada en el universo audiovisual. Antes no era así, las novelas tenían por portada un color liso, una cenefa a modo de marco, el título y el nombre del autor. Y si todavía nos vamos más atrás en el tiempo, la portada es algo en lo que no pensaban ni autor ni impresor. No existían tales intenciones. Pero el hecho es que hoy día, la portada es lo que nos anima a comprar una novela. Cuando escribía para la editorial Thomas Nelson, uno de sus editores me lo explicó bien claro: “Nadie conoce la historia que hay dentro de una novela, si es buena o mala, si será una decepción o un completo acierto. La primera referencia que tendrán es una buena portada. Eso permitirá que se aproximen al libro; después ojearán la sinopsis, para ver de qué trata. Unos pocos darán un veloz repaso a las páginas del interior, y así echar un vistazo a algún párrafo suelto, o por ver si mediante ciencia infusa perciben algo. Pero al final, lo más importante será la portada”. En efecto, la portada es lo que acerca a los lectores hasta una novela. Un primer paso que, saturados de información como estamos, resulta esencial. En mi experiencia he podido conocer ejemplos de esto. Cuando subí la portada de mi última novela, En los campos de Dios a Facebook, recibí todo tipo de comentarios positivos, pero me sorprendió que me dijeran: “¡Wow, qué pinta tiene la novela!”. ¿Conocían la calidad de mi relato? No; la imaginaron por el diseño de su portada. Es por esta razón que, aunque signifique un desembolso extra, animo a los escritores independientes a que no diseñen sus portadas con Paint. Lo mejor es contratar los servicios de un profesional. En más casos de los que creemos, esto podría significar una considerable diferencia en las ventas de nuestro trabajo. ¿Cuántos de nosotros, al aproximarnos a la lista de indies, no hemos desviado la mirada ante portadas horrendas? Sin quererlo, ya hemos juzgado la calidad de ese trabajo. ¿Es un error? Claro que lo es. Tal vez hayamos abandonado una narración sorprendente, pero nos hemos dejado llevar por la primera impresión. La primera impresión es lo que cuenta, la primera impresión es lo importante y nosotros, en este siglo, somos esclavos de las impresiones.

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Miguel テ]gel Moreno

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LA LIGA DE LAS EDITORIALES En este país, lo más fácil es explicar las cosas a través del fútbol, así todo el mundo las entiende. Nadie desconoce que existen diferentes clubs, con sus correspondientes categorías. Con sus ligas. Los jugadores más valorados, aquellos que casi ganan más dinero con la publicidad que con el deporte en sí, han pasado por todas ellas. Tenemos equipos en primera, en segunda y en tercera división, y luego vienen ya los regionales. En primera están los que lideran la tabla y los que, en los puestos más bajos, pelean cada año por no salirse de ella. Los de más arriba llegan a la Champion y se consideran los mejores. Cualquier jugador de fútbol desea formar parte de esos equipos, estar ahí, en el meollo, que los grandes pujen por él, que se valore su esfuerzo, su trabajo. Lo mismo ocurre con los escritores y con las editoriales: las hay de primera, de segunda y de tercera división. También regionales y, por qué no decirlo, de patio de colegio. Todos sabemos qué editoriales tienen a los mejores escritores entre sus líneas; a los mejores o a los que más venden. Las editoriales más solventes trabajan con las principales distribuidoras y colocan sus libros en las librerías con más afluencia de público. Gastan más dinero en marketing y son capaces de hacer visibles novelas que pasarían completamente desapercibidas en otras ligas. Pueden hacer de un jugador/escritor bueno, el mejor del mundo y, de uno mediocre pero con tirón, el más popular, el que más vende. Y, en este país, lo que más vende siempre es lo mejor. Es triste. En muchas ocasiones no vende la alta literatura sino el escritor que posee ese “algo” que la editorial considera único en su personalidad y le hace merecer la pena como para invertir en su obra, porque ganarán más con la publicidad que genera que con el juego/literatura en sí. Deja a los buenos escritores, a los pobres que carecen de ese carisma mediático, en el banquillo. No los publicitan y les culpan por no vender tanto como los otros. No quiero decir con esto que todos los autores que triunfan sean malos escritores. En realidad lo son muy pocos, pero son muchos los buenos que no suben jamás a primera división porque no van a dar beneficios extras. No poseen ese halo que olfatean y encuentran los expertos en ventas que hace que sean más vendibles que su propia obra. La literatura, como el fútbol, es un negocio y solo los que tienen dinero para comprar buenos jugadores, o jugadores mediáticos, y encumbrarlos, son los que conseguirán llegar a la Champions League y obtener beneficios con la publicidad que aparece durante sus partidos o llevan sus jugadores.

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¡Por favor, señores y señoras, tengamos criterio y decantémonos por el buen juego, el juego limpio, y dejemos de lado los nombres con fichajes astronómicos detrás! Seamos coherentes y busquemos calidad en lo que leemos, sea quien sea el equipo/editorial que lo avale porque también hay buenos jugadores en las ligas menores.

Mónica Rouanet

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CUIDA TÍTULO, PORTADA Y SINOPSIS, QUE EL TEXTO ES LO DE MENOS Desde que estoy en este mundo de los libros virtuales, procuro leer las mejores recomendaciones de los expertos en la materia. Tanto en asuntos de marketing que puedan convertirme en superventas — francamente complicado pues abundan los superventas de boquilla—, como en el cuidado de la edición. El aluvión incesante de especialistas, que coincide más o menos con el aluvión incesante de escritores, no me permite estar al tanto de todo lo publicado en la redes sociales. No dispongo de vida suficiente. Podría decirse que en la actualidad cada niño nace con un blog debajo del brazo. Por ello no tengo más remedio que seleccionar el grano entre la paja. Encontrar la esencia de la esencia. Dejaré a un lado el marketing y me centraré en la edición, motivo de este número monográfico. Concretamente en la edición de novelas. He llegado a digerir los principios fundamentales que ha de seguir un autor de ebooks para alcanzar la gloria coyuntural. Ya sea en intriga, romántico, o ucronía histórica, las modalidades al parecer más leídas. Para quien no lo sepa explicaré que la ucronía consiste en tomar un argumento, histórico y contrastado, para retorcerlo con nervio y escribir —por ejemplo—qué habría sucedido si Hitler llega a ganar la segunda guerra mundial. Según los cánones de algunos expertos en edición digital, el éxito de un ebook se basa primordialmente en cuatro factores: 1º. Un título acertado. 2º. Una portada original. 3º. Una sinopsis que atraiga como un imán a lectores potenciales. 4º. Una maquetación profesional. Si se cumplen los cuatro supuestos, habrá ciertas posibilidades de que múltiples clientes hagan clic y compren tu obra por un precio que siempre es módico, excepto cuando las editoriales convierten sus libros a electrónicos y los valoran a precio de marisco en Navidad. Me llama la atención que más de un analista considere los cuatro mandamientos mucho más importantes que el texto de la novela. Siempre, quede claro, que el número de fallos ortotipográficos no sea abrumador. Y ahora viene lo bueno. Hace cuatro años que la primacía de los cuatro elementos formales se impuso de forma absoluta al contenido. En febrero de 2011,el profesor inglés Sheridan Simove subió a Amazon un libro en papel y en formato digital: What every man thinks about apart from sex?(¿Qué piensan los hombres más allá del sexo?). Título en efecto impactante, portada llamativa como muestra la imagen que ilustra este artículo... y una síntesis rompedora:

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“La portada y la contraportada son una representación realista de un libro de autoayuda pseudo psicológico. El interior no contiene ninguna palabra. Justamente doscientas páginas en blanco desde un punto de vista humorístico”. El libro ha sido un éxito de ventas. No exagero. Quien esté interesado en este ensayo puede comprarlo ahora mismo en Amazon por 5,67 euros.(www.amazon.es/dp/B004NIFSRA). Existe edición en papel por 8,95 dólares. Abundan los comentarios favorables por parte de no-lectores. Destacaré dos opiniones de 5 estrellas: “¿Se puede conseguir este libro en formato audio?”. “Quisiera que se traduzca pronto al español. Así podría comprarlo para mi marido. Le encantaría”. Recién publicado el libro, Simove hizo unas declaraciones al diario Daily Telegraph. Entre otras cosas, dijo: “No imaginaba que mi libro se usaría por los estudiantes para tomar notas. Me pregunto cuántos de ellos pensarán sobre sexo cuando terminen su lectura. Apostaría a que la respuesta es del 100%. Incluso puedo estimar que el 99% ha pensado en sexo mientras lo leía”. Un crack.

Julio G. Castillo

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LA VIABILIDAD DE UN PROYECTO EDITORIAL Una vez finalizados mis estudios de edición, he podido ver con claridad las diferencias entre lo que es y lo que debería ser. Me cuesta mucho enfrentarme a este artículo por la complejidad del tema, con lo cual, iré directamente al grano. Hablar de viabilidad en un proyecto editorial no es fácil, ya que dicha viabilidad depende de varios factores; algunos objetivos, como el económico, y otros subjetivos, como el factor social o el comercial. Por poner algún ejemplo diré que si edito un libro sobre cómo cuidar tu cuerpo a partir de los sesenta y lo saco con un tamaño de letra 8, sería algo inviable comercialmente, de la misma manera que, hace un par de décadas, hubiera sido socialmente imposible escribir un libro sobre ETA. Como es lógico, no se analizará desde el mismo punto de vista un producto si, el contexto en el que se va a desarrollar es el de una editorial privada a si se trata de una pública, pero como digo, la acotación del artículo no me da para entrar a analizarlo, pero sí diré que sea como fuere, siempre habrá que tener en cuenta la política editorial de cada casa, pues no es lo mismo primar el aspecto del libro físico como tal que el aspecto cultural. Hay editores que podríamos clasificar de románticos o idealistas, porque valoran la edición como una aportación cultural, pero estos son los menos. La gran mayoría pertenece a un grupo que podríamos denominar como meros empresarios que solo se fijan en la viabilidad de un producto desde ópticas o intereses económicos. Cierto es que lo ideal sería buscar el equilibrio entre estas dos posiciones recordando siempre que, al final, la edición es un negocio. Volviendo al tema. El proyecto resultará viable si el PVP es adecuado para el cliente y la competencia, y si se acerca o sobrepasa los beneficios que queremos obtener de ese proyecto. Además, claro está, de cumplir con las premisas de la empresa (política editorial), y ser aceptado por parte del lector una vez adquirida la obra que, ojo, son un público muy exigente y miran al detalle la fórmula calidad/precio. Así pues, y cada vez más, tras la llegada del libro electrónico a nuestras vidas, el lector espera un libro de calidad, entendiéndose esta como el conjunto de características de un producto: una edición cuidada desde las tapas, la portada, la consonancia de la misma, la maquetación, el tamaño y tipo de fuente, la extensión de los capítulos… Tenemos que ser, tanto autores como editores, muy conscientes de que la percepción de los lectores ante el producto que ofrecemos y en comparación con el precio que pagará por adquirir el mismo, será determinante para conocer la viabilidad de nuestro próximo producto editorial.

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Resumiendo, en este caso, errar es la única manera de aprender. Así de complejo resulta conocer si nuestro producto será viable y es por ello que las editoriales, hoy día, cometen los crímenes que vemos. Son meras empresarias.

Cita Franco

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YO AUTOR, YO LECTOR; La edici贸n en la autopublicaci贸n

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Como lector, y en relación al tema del mes que nos ocupa, ¿qué le pido yo a un ebook autopublicado? Pues ni más ni menos que los mismos niveles de calidad que le exigiría a uno publicado por una editorial. De manera que, como autor autopublicado, aprovecho desde aquí para ofrecer una serie de consejos relacionados con diferentes aspectos de la edición. -Portada: aunque el contenido de un libro será siempre mucho más importante que su cubierta, no por ello debemos descuidar los ropajes con que vistamos a nuestra criatura. La portada será lo primero en que se fijen nuestros potenciales lectores, y una impresión negativa — debida a una flagrante ausencia de profesionalidad—, podría espantar a lectores que de otra manera podrían haberse interesado en nuestra obra. Yo, además, he incluido en páginas interiores de mis dos novelas publicadas hasta la fecha, un mapa del territorio donde los hechos narrados tienen lugar. El mapa no es en absoluto imprescindible para leer la obra, pero supone un extra más que puede enriquecer la experiencia del lector. -Revisión: creo que nada causa peor impresión que encontrarte un ebook con faltas de ortografía, erratas o expresiones mal utilizadas. Nuestro texto tiene que ser revisado por un tercero —y si es un profesional, mejor—, porque por muchas veces que nosotros mismos lo hayamos hecho, siempre se nos van a escapar errores y faltas. ¡Es inevitable! La ventaja del ebook radica en que, incluso si después de todo al final se nos ha colado algún que otro gazapo, en cualquier momento tenemos la oportunidad de poderlo corregir. -Maquetación: este aspecto es más importante de lo que probablemente se cree. Una pobre maquetación puede arruinar por completo la experiencia de la lectura. No subestimes este apartado de la edición de tu ebook. Hacerlo bien supone un esfuerzo que tiene su recompensa. En resumen, los lectores de hoy son cada vez más exigentes, y los autores autopublicados no tenemos excusa para no estar a la altura.

José Vicente Alfaro

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LA EDICIÓN EMPIEZA POR EL ESTILO

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Has escrito tu primera historia, con planteamiento, nudo y desenlace. ¡Felicidades! Ahora puedes guardarla en el cajón, dejársela a tu madre, que te comerá a besos porque eres su niño y porque seguramente su nivel literario está muy por debajo del tuyo y le parecerá una proeza, o puedes ser tan osado que decidas publicarla. ¿Por qué no? Ahí está Amazon, deseando exponer tu obra en su internacional tienda. Lo primero que piensas es en si esto de colgar tu libro en una plataforma digital será muy complicado. Te metes en la página y parece que la cosa es sencilla: te aconsejan que esté corregido y maquetado y que disponga de una portada y sinopsis. Pues te pones manos a la obra, con mayor o menor acierto, pensando que como editor eres la caña. ¡Error! No es ahí donde empieza la edición de un libro; la edición comienza en el momento que escribes la primera palabra y, especialmente, con la primera corrección. Lo verdaderamente difícil es corregir el estilo en el que está escrito. No se trata solo de que no tenga faltas de ortografía o tipográficas, es una corrección más profunda e intuitiva, casi diría que requiere cierto don. De hecho, he conocido a algún filólogo cuyos textos carecen del estilo básico exigible. Bajo mi punto de vista, un buen estilo requiere atender dos aspectos fundamentales: el subjetivo y el objetivo. El subjetivo depende del talento del autor, de su brillantez, su visión del mundo y su capacidad de atrapar dicha visión en sus letras para conseguir comunicarla de la forma deseada. El objetivo depende del trabajo y la dedicación. Las muletillas, las frases hechas, las reiteraciones, los anacolutos, los tiempos verbales incorrectos, la mala sintaxis o puntuación, dequeísmos, laísmos… son elementos que también conforman el estilo de un autor, fáciles de subsanar con disposición y un buen manual de estilo, que debe estar a la derecha del ordenador o la libreta siempre. Yo trabajo básicamente con dos: Curso práctico de corrección de estilo de Susana Rodríguez-Vida, en el que encuentro explicaciones amplias a mis dudas y ejemplos prácticos muy interesantes, y Manual de estilo de Arturo Ramoneda, mucho más ligero para consultas rápidas. Algo que me deja en un pasmo es cómo autores emergentes, que entran de lleno en la edición convencidos de que es el oficio de su vida, no han cogido ni visto en su vida un manual de estilo, que debería ser una herramienta de trabajo como lo es el cepillo para el carpintero. En conclusión, con este artículo quisiera recordar el primer paso para asegurarnos una edición digna de nuestra obra: el estilo. A menudo el gran olvidado y en buena parte el causante de muchos fracasos literarios. Lo dicho, una buena edición empieza en el manual de estilo.

Mercedes Pinto

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LA ILUSTRACIÓN No son pocos los escritores que ilustraron sus novelas, especialmente cuando redactaban. Dibujar los personajes, los escenarios, rotular sus nombres, enumerar objetos personales, o simplemente ilustrar alguna escena. Lo hicieron autores de la talla de Víctor Hugo, Franz Kafka o Gunter Grass. ¿Sabías que J.R.R. Tolkien dibujó sus propios mapas e ilustraciones para El Hobbit? ¿O que las ilustraciones de la primera edición de El principito ―en muchas ediciones posteriores se han respetado― son obra del propio Antoine de Saint-Exupery? Pues entre los autores que forman el equipo de A golpe de tecla tenemos a un genio en esta materia. Rafael R. Costa dispone de un “cuaderno de notas” donde ilustra escenas, párrafos y personajes de sus obras, objetos... Para este número monográfico, el autor ha tenido la generosidad de cedernos varias de estas ilustraciones. Disfrutadlas, son sencillamente geniales.

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Ilustraciones de Rafael R. Costa

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TODOS SOMOS MUY IGNORANTES, LO QUE OCURRE ES QUE NO TODOS IGNORAMOS LAS MISMAS COSAS.

Albert Einstein


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