El secreto admirable del santísimo rosario

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El secreto admirable del SantĂ­simo Rosario



El secreto admirable del Santísimo Rosario

San Luis María Grignion de Montfort

Asociación Pro Cultura Occidental, A. C. Guadalajara, Jalisco, México.


Primera edición 1980 Editorial Iction - Argentina Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualesquier medios, ya sea mecánico o digitalizado u otro medio de almacenamiento de información, sin la autorización previa por escrito del editor.

Impreso en México. Printed in Mexico.

© Copyright Derechos Reservados Segunda edición Marzo de 2011 Asociación Pro Cultura Occidental, A. C. Avenida Américas #384 C. P. 44600 Tel. (0133) 3630 6142 Guadalajara, Jalisco, México www.editorialapc.com.mx apcbuenlibro@yahoo.com.mx Traducción: Benjamín Agüero


Índice Prefacio .................................................................... 11 Dedicatorias ............................................................. 15 Rosa blanca a los sacerdotes ................................. 17 Rosa roja a los pecadores ..................................... 19 Rosal místico a las almas devotas .......................... 21 Capullo de rosa a los niños.................................... 23 Primera parte EXCELENCIA DEL SANTO ROSARIO Primera decena: Excelencia del Santo Rosario en su origen y en su nombre 1a Rosa: Las oraciones del Rosario............................. 29 2a Rosa: Origen del Rosario ...................................... 31 3a Rosa: El Rosario y Santo Domingo ........................ 35 4a Rosa: El Rosario y el Beato Alano de la Roche ....... 41 5a Rosa: Cofradía del Rosario .................................... 45 6a Rosa: El Salterio de María ..................................... 47 7a Rosa: El Rosario, corona de rosas .......................... 49 8a Rosa: Maravillas del Rosario .................................. 51 9a Rosa: Los enemigos del Rosario ............................ 55 10a Rosa: Milagros obtenidos por el Rosario ............... 57 Segunda decena: Excelencia del Santo Rosario por las oraciones de que está compuesto a 11 Rosa: Excelencia del Credo ................................. 63 12a Rosa: Excelencia del Padrenuestro ....................... 65 13a Rosa: Excelencia del Padrenuestro (continuación) . 71 14a Rosa: Excelencia del Padrenuestro (conclusión) ..... 73


15a Rosa: Excelencia del Avemaría ............................ 77 16a Rosa: Bellezas de la Salutación Angélica .............. 81 17a Rosa: Frutos maravillosos del Avemaría ............... 85 18a Rosa: Bendiciones del Avemaría .......................... 89 19a Rosa: Intercambio feliz ........................................ 91 20a Rosa: Breve explicación del Avemaría .................. 95 Tercera decena: Excelencia del Santo Rosario en la meditación de la vida, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo a 21 Rosa: Los quince misterios del Rosario .............. 101 22a Rosa: La meditación de los misterios nos conforma a Jesús ............................................. 105 a 23 Rosa: El Rosario, memorial de la vida y muerte de Jesús ........................................................... 107 a 24 Rosa: La meditación de los misterios del Rosario es un gran medio de perfección ....... 111 25a Rosa: Riquezas de santificación contenidas en las oraciones y meditaciones del Rosario ....... 115 26a Rosa: El Rosario, oración sublime ...................... 119 27a Rosa: Beneficios del Rosario ............................. 123 28a Rosa: Saludables efectos que produce meditar la Pasión .............................................. 129 29a Rosa: El Rosario, salvador de almas ................... 133 30a Rosa: Privilegios de la Cofradía del Rosario ........ 137 Cuarta decena: Excelencia del Santo Rosario manifestada en las maravillas que Dios ha hecho en su favor 31a Rosa: Blanca de Castilla - Alfonso VIII ............... 143 32a Rosa: Don Pérez ............................................... 145 33a Rosa: Un albigense poseso ................................ 147 34a Rosa: Simón de Monfort - Alano de Lanvallay - Otero .............................................. 153


35a Rosa: El cardenal Pedro .................................... 155 36a Rosa: Una mujer de Amberes liberada de las cadenas del demonio ............................... 157 a 37 Rosa: Un monasterio reformado por el Rosario ............................................................ 159 a 38 Rosa: La devoción de un obispo español al Santo Rosario ............................................... 161 39a Rosa: Santificación de una parroquia por el Rosario ............................................................ 163 40a Rosa: Admirables efectos del Rosario ................. 165 Segunda parte REZO DEL SANTO ROSARIO Quinta decena: Manera de rezar el Rosario Disposiciones 41a Rosa: Pureza de alma ........................................ 171 42a Rosa: Rezar con atención .................................. 175 43a Rosa: Combatir esforzadamente las distracciones .................................................... 177 a 44 Rosa: Cómo debe rezarse el Rosario .................. 181 45a Rosa: Rezar el Rosario con modestia ................. 187 46a Rosa: Rezar el Rosario en común y a dos coros .. 189 47a Rosa: Rezar el Rosario, diariamente, con fe, humildad y confianza. Necesidad de la oración ... 195 a 48 Rosa: Perseveremos en nuestra devoción al Rosario ......................................................... 203 a 49 Rosa: Observaciones acerca de las indulgencias .. 209 50a Rosa: Métodos. Libertad de adopción ................ 211


MÉTODOS PARA REZAR EL ROSARIO A. Método amplio Veni, Sancte Spiritus ............................................... 213 Ofrecimiento general del Rosario ............................. 215 Ofrefimiento particular de cada decena..................... 215 Misterios Gozosos Misterios Dolorosos Misterios Gloriosos B. Método más breve .............................................. 221 C. Reglas principales del Santo Rosario ................... 225 D. De la virtud y dignidad del Rosario. Revelación de la Santísima Virgen al Beato Alano de la Roche .............................................. 226 E. Dignidad del Saludo del Rosario .......................... 228 Apéndice Las indulgencias Generalidades de las indulgencias El pecado y la pena ................................................ 235 El Papa perdona las penas en nombre de Nuestro Señor Jesucristo .................................... 236 Las indulgencias perdonan la pena, no la culpa ........ 236 Indulgencias plenarias y parciales ............................. 237 Condiciones generales para ganar indulgencias ........ 237 Condiciones especiales para ganar indulgencia plenaria ............................................................. 238 Rosario benditos ..................................................... 239 Observación final .................................................... 240 Indulgencias del rezo del Santo Rosario .................... 241 Novena a la Santísima Virgen del Rosario ................ 242 El Rosario de los quince sábados ............................. 242 El Rosario del mes de octubre ................................. 243


Invocaciones y oraciones indulgenciadas Letanías de la Santísima Virgen ............................... 244 La señal de la cruz .................................................. 247 El Santísimo Nombre de María ................................ 248 El Magníficat o Canto de Nuestra Señora ................. 248 Las tres Avemarías .................................................. 250 La Salve ................................................................. 250 Sub tuum præsidium ............................................... 251 Los primeros sábados Reparación de blasfemias e injurias a la Santísima Virgen ................................................ 257



Prefacio Este libro1 que tienes en tus manos –que­rido lec­ tor– ha sido compuesto por San Luis María Grignion de Montfort siguiendo en al­gunas partes –y hasta tex­ tualmente– lo que han dicho o escrito otros grandes siervos e hijos de nuestra Madre y Reina celestial2, y haciendo gran empleo de la Sagrada Escritu­ra. Pero aquello que el Santo toma de los escritos de su tiem­ po, nos lo presenta de manera que adquiere no sólo orden y claridad, sino, y sobre todo, una unción es­ pecial, aquella que ponía en sus palabras, escritos y acciones todas de su vida. San Luis María fue ordenado de sacerdote en el año 1700, y después de vencer enormes dificultades –que ahora parecerían imposibles– de parte de here­ jes, malos cristianos y hasta de clérigos inficionados de jansenis­mo, recorrió a pie el oeste de Francia pre­ dicando incansablemente, como otro San Vi­cente Fe­ rrer, obrando milagros, convirtiendo en sus misiones a un número incalculable de personas, estableciendo por doquier la ver­dadera devoción a Jesucristo por medio de la Santísima Virgen, valiéndose para ello –co­mo Santo Domingo– del Sacratísimo Rosa­rio. Pro­ digó todo su ser y toda su vida sacer­dotal en la con­ versión de herejes y pecado­res, y murió consumido por el trabajo y las austeridades en plena labor, cuan­ La primera edición de este libro se hizo en Fran­cia en 1911. La segunda, en España en 1929. La tercera, en Canadá (en francés) en 1947. La edición en castellano es la primera en Hispanoamé­rica de que tengamos noticia de 1980, 2 En especial al Beato Alano de la Roche, O. P., y al R. P. Antonino Thomas, O. P. 1

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do efec­tuaba una misión –que fue la última– el 28 de abril de 1716, día en que la Iglesia festeja su dichoso nacimiento al cielo. Fundó dos congregaciones: la Compañía de María o Padres monfortianos, y las Hijas de la Sabiduría. Es­ tas congregaciones traba­jan en todas las regiones de la tierra difun­diendo el espíritu del santo fundador. ¿Por qué Grignion de Montfort, muerto en 1716, ha sido declarado Santo en 1947? Por­que estaba reserva­ do para nuestros aciagos días, en que sólo una verda­ dera devoción a la Santísima Virgen puede atraer las urgen­tes gracias de salvación que necesita el mun­do. Estos tiempos son tiempos marianos, tiempos en que la Santísima Virgen en per­sona ha venido a Fátima a pedir una renova­ción de la vida cristiana; proponién­ donos la manera eficaz de salvarnos, individual y co­ lectivamente, por medio de la devoción y con­sagración a su Inmaculado Corazón y la práctica asidua de la penitencia y del Santo Rosario; compendio éste ad­ mirable de los misterios de la vida, pasión, muerte y glo­ria de Jesús y María, como nos dice el Santo. Por otra parte, en este libro hallarás –si lo lees con sencillez y amor– luz para com­prender que es imposi­ ble salvarse sin ora­ción y fuerza –cálida e íntima– para perse­verar en la oración mediante tu Rosario de todos los días: mundo inmenso de fe, espe­ranza y caridad, panorama infinito de con­templación, escuela de inti­ midad con Jesús y María. Si somos fieles podremos decir: “Todos los bienes me vinieron con él”, porque por él obtendremos la divina sabiduría, cien­cia sa­ brosa de los misterios más grandes de nuestra vida sobrenatural.

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Que Nuestra Señora nos ilumine con las luces de su Esposo divino, el Espíritu Santo, para que poda­ mos apreciar la alteza, profun­didad y anchura de este inconcebible tesoro de gracias que es su Sacratísimo Rosario. Que su divino e inseparable Hijo bendiga a todos cuantos se esmeren en agradarle por medio de su agra­ dabilísima Madre, sobre todo en el año centenario de la declaración del dogma de la Inmaculada Concep­ ción, año mariano universal. Regina sacratissimi Rosarii, ora pro nobis. Buenos Aires, fiesta de la Natividad de María, 1953

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Dedicatorias:

A A A A

los los las los

sacerdotes: la rosa blanca pecadores: la rosa roja almas devotas: el rosal mĂ­stico niĂąos: el capullo de rosa



Rosa blanca a los sacerdotes Ministros del Altísimo, predicadores de la verdad, clarines del Evangelio permitidme que os ofrezca la “rosa blanca” de este librito para poner en vuestro co­ razón y en vues­tra boca las verdades que en él se ex­ ponen sencillamente y sin aparato, en vuestro co­razón, para que vosotros mismos abracéis la santa práctica del Rosario y gustéis sus frutos, en vuestra boca, para que prediquéis a los demás la excelencia de esta santa prác­tica y por medio de ella los convirtáis. Guardaos, por favor, de considerar esta práctica como insignificante y de pocas con­secuencias, como lo hace el vulgo y hasta muchos sabios orgullosos; ella es verdadera­mente grande, sublime y divina. El cielo es quien os la ha dado para convertir a los pecadores más endurecidos y a los herejes más obstinados. Dios ha vinculado a ella la gracia en esta vida y la gloria en la otra; los Santos la han practicado y los soberanos Pontífices la han autorizado. ¡Oh, cuán dichoso es el sacerdote y el di­rector de al­ mas a quien el Espíritu Santo revele este secreto desco­ nocido por la mayoría de los hombres o sólo conocido superficial­mente! Si recibe su conocimiento práctico, lo rezará todos los días y lo hará rezar a los demás. Dios y su Santísima Madre derra­marán abundantemente la gracia en su alma para hacerle instrumento de su gloria; y ob­tendrá más fruto con su palabra, aunque sencilla, en un mes, que los otros predicado­res en muchos años. No nos contentemos, pues, queridos herma­nos, con aconsejarlo a los demás; es preciso que nosotros mis­

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mos lo practiquemos. Pode­mos estar convencidos, en el espíritu, de la excelencia del Santo Rosario; pero si no lo practicamos, muy difícilmente se practicará lo que nosotros aconsejamos, porque nadie da lo que no tiene. “Coepit Jesus facere et docere”3. Imitemos a Jesucristo, que “co­menzó por hacer lo que enseñó”. Imitemos al Apóstol que no conocía ni predicaba sino a Jesucristo crucificado4; esto es lo que ha­réis predicando el Santo Rosario que –como veréis un poco más adelante– no sólo es un compuesto de Padrenuestros y Avemarías, sino un divino compendio de los misterios de la vida, pasión, muerte y gloria de Jesús y de María. Si creyera yo que la experiencia que Dios me ha dado de la eficacia de la predicación del Santo Rosario para convertir las almas, pudiese determinaros también a vosotros a predicarlo a pesar de la moda contraria de los predicadores, os hablaría de las conversio­nes maravillosas que he visto producirse predicando el Santo Rosario; pero me con­tento con referiros, en este compendio, algunas historias antiguas bien compro­ badas5. Sólo –y en obsequio vuestro– he insertado al­ gunos pasajes latinos de buenos autores, que prueban lo que explico en francés al pueblo6.

Hechos 1, 1. 1 Corintios 2, 2. 5 Ver Décima rosa. 6 Ver Tercera rosa. 3 4

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Rosa roja a los pecadores A vosotros, pobres pecadores y pecadoras, un pe­ cador más grande que vosotros os ofre­ce esta “rosa enrojecida con la sangre de Jesucristo”, para haceros florecer y salvaros. Los impíos y los pecadores impenitentes claman to­ dos los días: “Coronemus nos rosis: Coronémonos de rosas”7. Cantemos también nosotros: “Coronémonos con las ro­sas del Santo Rosario”. ¡Ah! ¡Cuán diferentes son sus rosas a las nuestras! Sus rosas son sus placeres carna­les, sus vanos honores y sus riquezas perece­deras, que muy pronto estarán marchitas y podridas; pero las nuestras –que son nues­ tros Padrenuestros y Avemarías bien reza­dos junto con nuestras buenas obras de pe­nitencia– no se marchita­ rán ni pasarán ja­más, y su esplendor será tan brillan­ te de aquí a cien mil años como ahora. Sus pretensas rosas no tienen más que apariencia de rosas; no son, en el fondo, sino espinas punzantes durante la vida por los remordimientos de la conciencia; que los afli­ girán en la hora de la muerte por el arrepentimiento, y los quema­rán por toda la eternidad por la rabia y la desesperación. Si nuestras rosas tienen espi­nas, son espinas de Jesucristo, que convierte nuestras espinas en rosas. Si nuestras rosas punzan, no lo hacen sino por un tiempo, no punzan más que para curarnos del pecado y salvarnos.

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Sabiduría 2, 8.

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Coronémonos a porfía de tales rosas del paraíso, recitando todos los días un Rosario8, es decir, los quin­ ce misterios con las quince decenas, o tres pequeñas guirnaldas de flo­res o coronas: 1° para honrar las tres coro­nas de Jesús y de María: a) la corona de la gracia de Jesús en su Encarnación; b) su corona de espinas en su Pasión, y c) su co­rona de gloria en el cielo y la triple corona que María ha recibido en el cielo de la San­tísima Trinidad; 2° para recibir de Jesús y de María tres coronas: la primera, de mérito durante la vida, la segunda, de paz en la muerte, y la tercera, de gloria en el paraíso. Si sois fieles en rezarlo devotamente hasta la muerte, a pesar de la grandeza de vuestros pecados, creedme: “Percipietis immarcescibilem gloriae coronam: Recibi­ réis una coro­na de gloria que jamás se marchitará”9. Aun­que os hallareis al borde del abismo, aunque tu­ viereis ya un pie en el infierno, aunque hu­biereis ven­ dido vuestra alma al demonio, aunque fuereis herejes endurecidos y obstinados como demonios, tarde o temprano os convertiréis y os salvaréis, siempre que, os lo repito –y notad bien las palabras y los términos de mi consejo–, siempre que recéis todos los días el Santo Rosario, devotamente, hasta la muerte, para conocer la verdad y ob­tener la contrición y el perdón de vuestros pecados. Veréis en esta obra varias historias de grandes pe­ cadores convertidos por la virtud del Santo Rosario. Leedlas para meditarlas. 8 Téngase en cuenta, para todo el libro, el valor de los siguientes términos: Ro­ sario equivale (en sentido estricto) al rezo de los quince misterios completos. Corona es la tercera parte del Rosario, es decir, el rezo de cinco misterios. 9 1 Pedro 5, 4.

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Rosal místico a las almas devotas No os parecerá mal, almas devotas e ilu­minadas por el Espíritu Santo, que os dé un pequeño “rosal místico”, venido del cielo, pa­ra plantarlo en el jardín de vuestra alma. No perjudicará las fragantes flores de vuestra contemplación: es muy odorífero y totalmen­te divino. Nada dañará en el orden de vues­tro jardín interior: es purísimo y muy con­certado, lleva todo al orden y a la pureza. Crece hasta una altura tan prodigiosa y llega a extenderse tan ampliamente –si se le riega y se le cultiva como es debido todo los días– que no sólo no impide, sino que hasta conserva y perfecciona todas las otras devo­ciones. Vosotras, almas que sois espirituales, voso­tras me entendéis bien: este rosal es Jesús y María en la vida, en la muerte y en la eter­nidad. Las hojas verdes de este rosal místico ex­presan los misterios gozosos de Jesús y de María. Las espinas, los dolorosos. Y las flo­res, ¡los gloriosos! Las rosas en capullo, son la infancia de Jesús y de María; las rosas abiertas, repre­sentan a Jesús y María en los sufrimientos; y las rosas en acabado desarrollo, muestran a Jesús y María en su gloria y en su triunfo. La rosa alegra con su hermosura: mirad a Jesús y María en los misterios gozosos; ella punza con sus espinas: miradlos en los mis­terios dolorosos; ella regocija con la suavidad de su fragancia: miradlos, finalmente, en los misterios gloriosos. No despreciéis, pues, mi planta venturosa y divina; plantadla vosotros mismos en vues­tra alma, tomando

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