Breve antología comentada de poesía amorosa

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Oh Dios, oh Dios, oh Dios, si para verte bastara un beso, un beso que se llora después, porque, ¡oh, por qué!, no basta eso. En los años sesenta, surge una nueva generación de escritores que, deseosos de llevar la poesía hacia cauces más puros, más íntimos, y, sobre todo, de lenguaje más elaborado, nos hablan desde su experiencia personal, íntima y amorosa, sin abandonar por ello la preocupación política y social. Los máximos representantes de esta poesía de la experiencia son Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Francisco Brines, Claudio Rodríguez y José Ángel Valente. Ángel González procuró enriquecer los hábitos expresivos de la poesía social, sobre todo a través de la ironía. Sus poemas amorosos cuestionan a veces la moral rígida del franquismo que prohibía cualquier manifestación amorosa en público. Otras le sirven de cauce de expresión de sus propios sentimientos. Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti; lo probaría (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca) y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonreír,

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