Lo que Babel no se llevó Nº16 - Viajes

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VIA AIR MAIL

N 16

VIAJES Gratis con El Argentino de Gualeguaychú.

SUPLEMENTO BIMESTRAL - DOMINGO 7 DE DICIEMBRE DE 2014

ISSN 2347-0402


2 | BABEL Nº16 Editorial

DESHACIENDO CAMINOS O EQUIP

H

ace exactamente tres años nacía Lo que Babel no se llevó. Como todo nacimiento, llegó cargado de expectativas y de proyectos. Ganas de investigar y difundir nuestros conocimientos, darles una nueva mirada a temas clásicos de interés universal. Compartir intereses y, sobre todo, nuestro amor por la lectura.

Propietaria: Mercedes Krause

Congreso 4337, Villa Ballester Gral. San Martín, Buenos Aires

Producción editorial:

“Viajes” llega con la necesidad de tomar nuevos rumbos. Creemos que crecer es estar en movimiento y que alejarse del Aquí y Ahora que nos aquieta es llenar nuestros pulmones de nuevas experiencias. La filósofa Judith Butler propone el verbo “deshacer” como la acción que nos permite desmantelar las construcciones existentes y descubrir nuevos referentes. Deshacer Babel nos invoca pura potencia, aventura, ganas de seguir haciendo. Esperamos que nuestro suplemento haya sido una contribución para nuestros lectores, que les hayamos dado algo de ternura, emoción, indignación y otros sentimientos que sólo se logran cuando se llega al núcleo de lo que somos y vivimos en comunidad. Gracias a todos los que fueron parte de este camino. ¡Hasta pronto! Nos vemos en...

Sofía Petronio Comité Editorial: Ángeles Barcia Prensa y difusión

Juan Martín Krause Diseño gráfico

Lucía Miranda Ilustraciones

Matías Ayerza

Redacción y corrección

CONTENIDO Impresiones #1

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El Pájaro vio el Cielo y se voló

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Relato de 23.000 Náufragos

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EL REY DEL QUESO

.6

x Lucía Miranda

x Sofía Petronio

x Mercedes Krause

Alturas

x Gastón Sibilla

Agua que Manda x Cucho Rivas

CUADRO DE SITUACIÓN

Primera Cita

.7

. 10

x Matías Ayerza

Impresiones #2

. 11

Viajar, no está en el Viaje

. 12

Cine y porción de muzza

. 13

Viajes... con Humor

. 14

x Maru Cian

x Diego Ayuste

x Alejandro Turano

x Pedro Mancini / Juan Nadalino / Paio

Colaboran en este número: Alejandro Turano Cucho Rivas Diego Ayuste Gastón Sibilla Juan Nadalino Maru Cian Paio Pedro Mancini Inscripción en DNDA Exp. Nº 5220083. Lo que Babel no se llevó Suplemento cultural bimestral. Año 3, Número 16. Domingo 07 de Diciembre de 2014. www.facebook.com/babelnosellevo

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IMPRESIONES #1 x Lucía Miranda

"Una escapadita"


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o l e i c l e o i v o r a j á El p y se voló x Sofía Petronio

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eneralmente, los padres de un hijo adolescente reniegan y repiten “Ay, bendito sea el día en que despliegue sus alas”. Cuando por fin llega el momento y los hijos planean su futuro, los padres esperan que se vaya a estudiar a una ciudad cercana o que se ponga a trabajar. Pero existe una posibilidad que no se les viene a la mente y es la de “Papá, mamá, me voy a vivir afuera para probar suerte”. ¿Existe un balde de agua tan frío como este? “¿Por qué tan lejos? Pero… ¿te parece? ¿Qué necesidad?”. Las preguntas caen sin sentido. Nada vale para la cabeza del joven que ya planeó todo su itinerario y que está seguro de que quiere un cambio. En mi casa, este balde nos empapó a todos. Mi hermano vino un día con la noticia de que se iba a vivir afuera. Al principio creímos que enseguida iba a volver. Hoy, después de cinco años, sigue allá con una esposa y un hijo. Todo este tiempo transitamos por varios estadíos:

Etapa 1: Extrañitis aguda, diría mamá. Los primeros meses lo extrañamos físicamente. El poder abrazarlo, charlar, tomar unos mates. Contar con él para mandados, cumpleaños, fiestas. Desde allá respondía, estaba atento, se comunicaba, pero no largaba un “tengo ganas de volver”. Desde acá seguíamos creyendo que en cualquier momento se iba a cansar e iba a volver. Con ese pensamiento nos entretuvimos varios meses.

Hoy, después de cinco años, sigue allá con una esposa y un hijo. Etapa 2: Descaro y preocupación. En esta etapa, desde allá se comunicaba lo justo y necesario. Le había encontrado el gustito y la estaba pasando bomba. Desde acá sentíamos un desprendimiento. Nos preocupamos y empezamos con el bombardeo de llamadas, mensajes, Skypes. Sólo un 15% era retribuido.

Etapa 3: Sentimientos encontrados. Después de seis meses, comenzamos a actuar con cierto egoísmo. “¿Cómo que se queda indefinido? ¿Trabajo? ¿Está loco? Lo que importa es la familia”. Un tire y afloje entre las posibilidades que se abrían allá y las ganas inútiles de que vuelva para nuestro lado. ¿Para hacer qué? No sabíamos, pero no importaba. Etapa 4: Visita renovadora y tranquilizadora. Tener a alguien lejos es la mejor excusa para salir a recorrer el mundo. Una vez allá los de acá nos tranquilizamos. Conocimos su lugar, lo vimos bien y sentimos que las distancias se acortaron. Nos volvimos renovados, felices y planeando la próxima visita.

Tener a alguien lejos es la mejor excusa para salir a recorrer el mundo. Etapa 5: Aceptación. Desde hace un tiempo, lo seguimos extrañando pero de una manera más sensata. Aprendimos a convivir con la distancia. Esperamos con ansias el reencuentro, pero lo más importante es que respetamos su decisión y mantenemos una comunicación fluida. En definitiva, estamos todos tranquilos.

En los dos últimos años mi hermano se casó con una argentina (menos mal, sostenemos la esperanza de que van a volver), y hace siete meses fueron padres. Conocí los primeros meses de mi sobrino a través de Whatsapp y Skype. Hace poco lo tuve en brazos y no hay palabras ni imágenes que lo describan. Y después de verlo siento que puedo reclamar, porque tienen algo que también es mío, y es MI sobrino. ¡Vuelvan! (Y yo vuelvo a la etapa 1)


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Relato de 23.000 náufragos x Mercedes Krause

En octubre de 2013 el mundo entero se estremecía por la tragedia en Lampedusa. Sin embargo, aquella no sería la primera ni la última vez en que cientos de cadáveres rescatados del Mar Mediterráneo darían la noticia. En lo que va de 2014, más de 3.000 inmigrantes africanos han perdido la vida en el mar intentando llegar a Europa. Desde el año 2000 ya suman 23.000.

L

ampedusa es una pequeña isla italiana, ubicada 200 kilómetros al sur, más bien cerca del continente africano. Sólo 100 kilómetros separan a Túnez de Lampedusa, la llamada isla de las tragedias. Desde Libia, son 300 los kilómetros a navegar. Desde allí zarpó una barcaza, el 3 de octubre 2013, que se hundió 800 metros antes de llegar a destino. Las víctimas habían arriesgado sus vidas en busca de una vida decente y un futuro mejor. Como se sabe, la globalización se caracteriza por un flujo transnacional de capitales pero no de la fuerza de trabajo. Su ingreso al continente europeo es ilegal, facilitado por mafias de trata de personas que les cobran alrededor de 1600 euros a cada uno por “un lugar” -por hacinarse- en una barcaza precaria, sin agua ni comida ni servicios sanitarios. Ese día de octubre, la facturación había rondado el millón de euros. En la barcaza viajaban alrededor de 500 inmigrantes ilegales, de los cuales sobrevivieron solamente 155.

El motor se paró a 800 metros de la costa, allí esperaron a ser avistados y rescatados. Varios barcos pesqueros pasaron cerca, sin embargo, ninguno los ayudó. Los pescadores saben que desde 2002 rige la famosa ley “BossiFini” (por los nombres de los políticos que la propusieron), que prevé que asistir a barcos indocumentados es considerado un delito de complicidad con la inmigración clandestina. Poco a poco, la barcaza empezó a hun-

dirse y, ante la desesperación, los pasajeros a bordo iniciaron un incendio para llamar la atención y ser rescatados aunque fuera por la fuerza militar. Entonces tuvieron que lanzarse al agua sin saber nadar. Horas más tarde, fueron rescatados solamente 155 sobrevivientes.

Las autoridades europeas prometieron “nunca más”. Tan sólo ocho días más tarde, sucedió una nueva tragedia sobre las costas de Sicilia. Más de 300 cadáveres se juntaron del mar. El dolor era inmenso, las autoridades europeas prometieron “nunca más”. Tan sólo ocho días más tarde, sucedió una nueva tragedia sobre las costas de Sicilia. Otra barcaza averiada, 206 inmigrantes rescatados con vida y alrededor de 30 sin vida. Pero se dice que por cada cuerpo encontrado en el mar, hay otros dos que nunca se recuperarán.

“Destinos clandestinos” (2010) es un documental único, obra del periodista francés Dominique Mollard, varias veces nominado al premio Pulitzer. Después de dos años de trabajo encubierto en Mauritania (costa noroeste de África), logró embarcarse en un cayuco clandestino hacia las Islas Canarias (España) recorriendo durante 5 días el Océano Atlántico para vivir en carne propia la odisea a la que se enfrentan miles de africanos en busca de una vida mejor.

LA DESESPERACIÓN VIAJA EN BARCAZA ¿Por qué arriesgar la vida y todo el dinero de una o varias familias para viajar a mar abierto a la merced de traficantes de personas en una barcaza precaria o un cayuco pesquero de polyester? Es evidente que migrar en estas condiciones es más un acto de desesperación. Una genuina prueba de la profunda inequidad que ordena el mundo y de la miseria en la que viven millones de personas. La guerra civil en Siria, la primavera árabe y otros conflictos económico-políticos han disparado en los últimos años la cantidad de personas que buscan migrar clandestinamente al viejo continente. Mucho se habla sobre la frontera entre México y Estados Unidos, pero lejos quedan esas cifras si las comparamos con las de Europa. Intentando ingresar a Estados Unidos por el desierto de Arizona han muerto alrededor de 230 personas en lo que va del año y se suman 6.000 desde 1998, mientras que en Europa se calculan 3.000 en 2014 y 23.000 desde el año 2000. Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), Europa se ha convertido en el destino más peligroso del mundo para la migración ilegal. “Es hora de que todas las comunidades se involucren para detener esta violencia contra los migrantes desesperados”, dice su Director General. Los medios de comunicación cumplimos un rol fundamental en este esfuerzo por difundir y concientizar sobre el fenómeno migratorio y las muertes que ocurren en regiones -para nosotros- remotas del mundo.


EL REY DEL QUESO

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Alturas x Gastón Sibilla

A

hora que tiene la mirada puesta en el atardecer, ahora que sus ojos brillan al ver el horizonte, podemos adivinar que no está viendo el fondo de la calle. Sentado, en silencio, desde el balcón lo que ve es una terminal, su mochila, el cuaderno que siempre lleva; ante él se muestra un nuevo viaje. Su corazón se agita cuando los lugares se van apoderando de sus ojos, cuando esas visiones que tiene se plasman en su interior y luego se manifiestan en su exterior con gestos, con palabras y con silencios. Constantemente planea viajes, y sabe que el tiempo para realizarlos no le va a alcanzar, pero eso no le importa, la sola idea de la próxima travesía es suficiente para cambiar su humor. Dice que siempre fue así, siempre se sintió atraído por la idea de partir. Recuerda los primeros viajes, los primeros cerros que vio, paisajes muy distintos a los que veía cotidianamente, encontrarse con esas alturas modificaron su percepción. Con diez años, una mañana se encontró entre nubes que pasaban a su alrededor, que lo envolvían. Luego vinieron otros lugares, playas, y ríos, grandes e increíbles saltos de agua. Climas cálidos y heladas noches con nieve, aunque de todos esos lugares, siempre fueron las alturas de cerros y montañas las que lo atrajeron. En todos los viajes lleva un cuaderno, toma nota de lo que ve, de lo que le cuentan los distintos paisajes que conoce. Ellos pasan a habitar su interior. “La vida es una búsqueda constante”, escribe en su cuaderno. “Desde que nacemos buscamos algo, y cuando lo conseguimos, partimos en busca de algo nuevo”, dice a sus amigos, y habla de lo maravilloso que es hacer un viaje delineando por él, sin esos paquetes que venden las empresas de turismo, con ex-

toma nota de lo que ve, de lo que le cuentan los distintos paisajes que conoce. Ellos pasan a habitar su interior. cursiones ordenadas, un día hacés esto, otro día hacés esto otro. No, a él le gusta ir viendo sobre la marcha las rutas que tomar, los caminos le van indicando si tiene que doblar hacia la izquierda, o seguir derecho, permanecer un día más en ese lugar, o partir inmediatamente en medio de la noche. “La vida nos va llevando”, dicen algunas personas, pero él no cree en eso, él piensa que es uno el que lleva la vida, y va por los caminos de esa forma, llevando y dejando partes propias, llevando y dejando partes de personas que conoce, de lugares, climas, de todo lo que percibe.

Al pasar los años uno va conociéndolo y puede ver sus cambios cuando en su interior las rutas lo llaman. En esta época del año, cuando el clima en la ciudad se torna caluroso, se dispone a viajar. Tanto mundo por ver, tantas alturas por subir, y su interior se va poblando con nuevos mapas que necesita transitar.

No, a él le gusta ir viendo sobre la marcha las rutas que tomar Con la certeza de que la vida es una búsqueda constante, algo que está en otros lados, a los que debe partir, algo que debe encontrar, se pone de pie y escucha. La voz rugiendo en su interior comienza a diagramar algunos rumbos. Las alturas siguen llamándolo. De pie, ve hacia un lado, ve hacia el otro, con un gesto dice al mar que lo espere, que todavía no es el momento, pero que ya va a ir. Sus piernas se mueven como si tuviesen vida propia, como si fuesen independientes de él, ellas también lo van llevando, lo van empujando, y la voz de su interior le habla, le muestra lo que aún no vio. Entusiasmado, la escucha y sonríe. Ya esa sensación de partir lo envolvió. “Tanto mundo por descubrir, tanto mundo por escribir”, dice.


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AGUA QUE MANDA x Cucho Rivas

El Agua Manda es una agrupación ecologista nacida en Gualeguaychú, que busca promover la integración en torno al mantenimiento de la naturaleza. Su última gran “Expedición a la tierra sin mal, en defensa de los ríos libres”, comenzó el domingo 8 de mayo de 2011, en el marco de la séptima Marcha de Gualeguaychú al Puente Internacional en contra de la insta-

lación de plantas de celulosa en el río Uruguay. Los llevó a remar 4000 km en kayaks desde la naciente del río Paraguay en Mato Grosso, Brasil, hasta llegar a Puerto Madero. Cucho Rivas nos cuenta aquella travesía de cinco largos meses, en base al guión escrito junto a los otros dos integrantes de la expedición, Ezequiel Vela y Hermann Feldkamp.

El Agua Manda nace con el compromiso de conocer para defender. Conocer los ríos, sus paisajes, sus habitantes y sus costumbres. Ellos son claro ejemplo de convivencia con un entorno que muchas veces da, pero, cuando lo decide, todo puede quitar. En los pueblos de las aguas, la solidaridad está a flor de piel.


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Los ríos son las venas que pulsan el líquido vital para irrigar la vida por todo el continente. Desde hace miles de años, hemos habitado sus orillas. Pero en los últimos doscientos, hemos perpetrado la muerte sobre ellos. Esta es una invitación a reflexionar, remando metro a metro por estas venas cada vez más contaminadas. Nos entregamos en cuerpo y alma para elevar el ánimo de los pueblos: tomar conciencia y defenderlos. Un hilo de agua inexplicable para empezar a hablar. Un hilo de agua, millones de años hasta llenar el mar. Un hilo de agua canta un canto ancestral, gastando la piedra o zanjando montañas. Regando montes, dando de beber. Lavando patas en el río inexplicable que llena el mar...

Sin saberlo, caímos al centro de un espiral que nos guió por un camino sinuoso e iluminador. Sólo los payaguas, antiguos moradores de estas latitudes, veían caminos en el agua. Este hilo que hemos escogido, nos guiará, serpenteando incansablemente, por más de 4000 km de caminos de agua que dejan su huella y su sello en paisajes y habitantes. Con una característica especial que lo hace parte de un grupo del cual queda poco. Este hilo llegará hasta el mar, libre. Sin interrupciones. Haciendo caminos. El gran río Paraguay, la Arteria Libre del Sur.

Un hilo de agua para cantar, un hilo de agua para festejar, un hilo de agua para escuchar. Un hilo de agua para no pensar cómo viene el agua del más allá y está en todos lados, sosteniendo el mundo de mundos, que viajan solos y juntos. Y que llenan el gran mar... Al comienzo, profundo en nuestros corazones, pedimos. Pedimos peregrinar el río. Tomar su pulso. Compartir con sus habitantes y estar atentos a sus mensajes. Olvidar fronteras. Confiar.

. Onça

Nuestro gran territorio Sudamericano, Abbya Ayala. Donde la Madre Tierra se manifiesta con exuberancia y belleza única. Donde el agua brota y fluye entre gemas, regando imponentes praderas y montes, benditos en fertilidad. Nuestro hogar inmemorial y eterno. Elegimos comenzar desde el centro de nuestro continente. Allí donde decir tierra adentro toma máximas dimensiones y el mar es apenas un rumor. Allí donde las vertientes descienden repartiendo vida hacia ambas cuencas hermanas: Amazonas y el Plata. Allí donde también, cuentan los tiempos, se separaron los gemelos: Tupí y Guaraní, dando origen a tantas generaciones y a tanta influencia. Elegimos entregarnos. Entregarnos al fluir de una sabiduría vital, esencial. Para que nos guíe a través de sus entrañas, de sus venas. Elegimos entregarnos a confiar.

El río Paraguay nace en la región sudoriental de la sierra Dos Parecis, en el estado brasileño de Mato Grosso, cerca de la localidad de Diamantino. El sitio es llamado Siete Lagunas, pero la devastación agrícola hizo que ahora sólo queden tres. La principal es la Laguna de la Princesa. Según cuenta la leyenda, todo lo que se arroje a la misma, con el paso de los días será devuelto a la superficie. El misterio crece: nunca se ha podido calcular exactamente su profundidad. Estas tierras supieron ser ricas en oro y diamantes pero aquel esplendor ya no brilla. Las piedras preciosas fueron un imán para cientos de hombres que, guiados por su codicia, llegaron hasta aquí para saquear lo que les fuera posible y luego retirarse. Este proceso ha dejado un paisaje devastado. La garimpa ha transformado el lugar, desviando arroyos, socavando la tierra, dejando enormes cráteres y contaminando el agua. Siglos de explotación sólo han dejado miseria.


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. Arará azul

Una aventura que despierta el entusiasmo de conocer y conocerse. Entablar nuevas amistades, conocer seres mágicos, verdaderos guardianes de los tesoros de la naturaleza y la vida. Ellos no lo saben, pero sus miradas expresan la esencia de las almas puras. Al comienzo la navegación resultó difícil. Con sólo pocos metros de ancho, serpenteante y con poca profundidad, el agua cristalina y el buen caudal nos llevaban a un ritmo que nos exigía máxima atención para no quedar enganchados en árboles caídos o ramas colgantes. Los encuentros con los pescadores de la zona no se hicieron esperar, así como también con los primeros animales.

Jaguar, pantera, yaguareté o tigre americano. Ella o Él, según la región en que se evoque. Aquí en Brasil es la Onça. Su presencia comienza a resonar cada vez más fuerte en los relatos, tanto por su majestuosidad como por el peligro de encontrarla. Tanto en leyendas como en historias recientes. El padre de Miro y su tío apenas pudieron salir con vida de un encuentro con ella en la selva.

Nuestras miradas se pierden en el horizonte lejano, deseando poder ver más allá. El puerto de Bahía Negra marca nuestro primer encuentro con el pueblo paraguayo.

En las orillas, una franja de selva nos hacía de cortina y nos ocultaba la realidad que sucedía tierra adentro. En Mato Grosso, el desmonte ha sido atroz. Los primeros días nos acostumbraron al calor y los insectos. Comenzamos a comprender el comportamiento en un ambiente salvaje e intentamos armonizar con él. Habían pasado algunas jornadas cuando advertimos un cambio significativo en la selva a nuestro alrededor. El monte se tornaba más denso y tupido y los árboles adquirían mayor tamaño. Estábamos entrando en la Reserva Indígena Umutina. Aquí viven 500 familias, de etnias diferentes. Umutina, Niambicuara, Kaduveo, Parecis, Bororos y Xavantes comparten un predio de aproximadamente 25000 hectáreas que el Estado les otorgó hace algunos años. Tienen una cosmovisión diferente y consideran a la naturaleza como su madre. Los padres comparten con la comunidad la responsabilidad de educar a sus hijos, preservando así sus costumbres ancestrales. Algunas etnias intercambian sus jóvenes por algunos meses, para que puedan aprender y asimilar rasgos de otra cultura y facilitar sus relaciones. Antes de hablarle a un niño hay que ponerse a su altura y mirarlo a sus ojos. Hablarle con firmeza pero jamás gritarle. Al día siguiente nos encontramos con quien sería nuestro anfitrión. Miro y su esposa pescaban en el río cuando nuestras miradas se cruzaron. Nuestras intenciones eran las mismas: conocernos. Organizados con escuela, puesto de salud, suministro de agua y energía, su principal fuente de vida y reserva sigue siendo el monte, el mato. Y saben que son pocos los que lo preservan. Sus tierras terminan donde termina el mato. Más allá, monocultivo o ganadería.

Cactus, palmas. Tierra blanca, fina y polvorienta. Las barrancas, lentamente erosionadas por el río, son la nueva fisonomía de la costa: el Gran Chaco se hace presente. Y con él su historia y su leyenda. Este misterioso y olvidado rincón de nuestro continente constituye un bastión de resistencia. Impenetrable, por siglos viene albergando a generaciones de pueblos originarios desplazados de sus tierras. Refugio de una fauna única, su monte es ejemplo de vida en condiciones extremas.

PANTANAL Los Guato, indígenas canoeros ancestrales de esta gran región, la llaman Gua-da-can: Tierra de Aguas. Luego de la temporada de lluvias, cuando esta gran sabana rodeada de sierras queda sumergida, uno comprende por qué en otros tiempos se la confundió con un mar. Las crecidas se retiran lentamente, dejando sedimentos y comida y transformando el paisaje en un vergel de vida. Garzas, guacamayos, tucanes, yacarés, carpinchos, lagartos, serpientes, monos, ciervos, búfalos, panteras y decenas de animales, vuelven a poblar los espacios de tierra que nuevamente emergen en la planicie. Hoy el pantanal sigue siendo fuente inagotable de vida, imagen de la naturaleza en su más pura expresión. Por su difícil acceso, se ha transformado en refugio de muchas especies en peligro de extinción, entre ellas la onça y el arará azul . Muchas de ellas han proliferado notablemente. La región entre los ríos Paraguay y Cuiaba es considerada como uno de los lugares más salvajes del continente. Las grandes crecidas le marcan el límite al avance agropecuario y la falta de rutas la hacen totalmente inaccesible por tierra. Un día, al oeste, nuestro paisaje cambió rotundamente. Grandes árboles, espinosos y de dura madera.

En la mayoría de las costas de la República del Paraguay, nos encontramos con grandes terratenientes, de varias nacionalidades. También conocimos muchos pescadores, que nos contaron que la pesca ya no alcanza… Gente humilde con muchas necesidades, pero rica en cordialidad y dispuesta a dar lo que no tiene, nuestros corazones se inundan de emoción a cada paso. Llegar a Asunción no nos resultaría fácil. Pero en la bahía, el pueblo nos esperaba para brindarnos su cordialidad, nos abría sus brazos, preparado con fuegos de artificio, cámaras de televisión e incontables sorpresas. Nuestras pupilas se humedecieron de emoción y al calor de tanto afecto, nuestra estadía se prolongó más de lo inicialmente previsto. Desde el cerro Lambaré, en la capital paraguaya, pudimos ver la desembocadura de otro gran río de nuestra cuenca: el Pilcomayo. Él también hace de frontera, determinando la presencia argentina. Pronto estaremos en casa: apenas faltan unos 200 km de frontera. Así es que finaliza lo tan temido, lo inhóspito, salvaje y lejano. Comienza la Argentina, con Formosa de anfitriona y la confluencia con el Paraná, que nos llevará al Puerto de Buenos Aires. Contagiados de entusiasmo por el río libre, fuimos logrando el propósito de hacernos un espacio en el tiempo para amenizar y dialogar sobre la preservación de la naturaleza amenazada por la mano del hombre. Eso nos llevó a conocer mucho de historias y realidades aisladas en la lejanía. Estamos sorprendidos de los contrastes permanentes, riqueza y pobreza, exuberancia natural y devastación. Vida y muerte.


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CUADRO DE

SITUACIÓN x Matías Ayerza

PRIMERA CITA

Pablo desaceleró y bajó el vidrio de su ventana. Puso cuarta, se tiró a la derecha de la autopista y mantuvo la velocidad en 80 kilómetros por hora para poder prender un cigarrillo, que fumó con el codo apoyado en la puerta. –Es la forma lo que más me irrita, ¿entendés? – siguió– Porque te lo dice con una carita sonriente, pero por abajo te tira la factura. –Me imagino –comentó Estefi, que apoyaba sus manos en las piernas. El viento la despeinaba. –Lo peor de todo que no hay muchas opciones. No es que uno puede mandarlo a la mierda, porque al día siguiente qué hago, ¿entendés? Tiró el cigarrillo por la ventana, levantó los vidrios y prendió el aire acondicionado. –¿Hace mucho que trabajás ahí? –preguntó Estefi después de ver cómo Pablo buscaba una mejor postura para manejar. –Cinco años. Pablo prendió la luz de giro para anunciar que iba a pasarse al carril de la izquierda. Calculó que el Audi que venía por esa vía no iba más rápido que él, pero cuando quiso maniobrar, sonó una fuerte bocina que lo obligó a reubicarse nuevamente sobre la derecha. Durante esos segundos Estefi se agarró fuerte de la puerta. El Audi pasó a una velocidad alta y Pablo se mantuvo recostado sobre el carril derecho.

Sacó el CD que estaba puesto y lo cambió por un compilado de los Rolling Stones que un amigo suyo le había grabado. Buscó el tema número 10, que era Gimme Shelter. –¿Tenía las luces puestas? –preguntó. –Me parece que sí. –Ahora… ¿tanto le jodía frenar? ¿Tanto tiempo podía perder el hijo de mil puta? Estefi no dijo nada. –Hay que tener mucho cuidado porque nunca sabés con qué te podés encontrar en la ruta. Hay mucho suicida potencial suelto. Esos que no son conscientes de que se quieren morir, y entonces, en vez de pegarse un tiro en la casa, salen a matar con el auto. –¿Te pareció para tanto? –El problema es que nadie quiere admitir que está deprimido. Si estos tipos supieran que su vida es una mierda, no saldrían a suicidarse con el auto. Harían una terapia. Y nosotros sobreviviríamos. Sonó un tema más de los Stones, Play with fire. Pablo aceleró y pasó los 160 kilómetros por hora. Alcanzó al Audi, se puso al lado y bajó el vidrio. –¿Qué vas a hacer? –preguntó Estefi. –¿Qué pasa, loquito? ¿Estás como apuradito, eh? –le gritó al conductor, que no escuchaba porque tenía la ventana cerrada. Pero sí podía ver el gesto de Pablo con el dedo mayor.

–Ey, boludo! ¿No vas a decir nada? ¡Pelotudo! El Audi aceleró y Pablo intentó seguirlo, pero no pudo contra la potencia del motor alemán. –Este Clio es una mierda. Ya lo voy a cambiar. Sonó el celular de Estefi, que bajó el volumen de la música y atendió: –Hola, Má. Sí, todo bien. Sí, sí, te aviso. Dale, un beso. Llegaron a la cabina del peaje y Estefi sacó un billete de veinte pesos y se lo ofreció a Pablo, que aceptó. –Gracias. –No, de nada. Durante el resto del viaje por la autopista sólo se escucharon canciones de los Rolling Stones. Pablo bajó por Ruta 8. –¿Vas a tu casa, no? –Sí, por favor. Llegaron a la puerta, Pablo bajó el volumen y besó a Estefi. Fue un contacto corto que ninguno de los dos iría a recordar por mucho tiempo. –Bueno, nos vemos –dijo Estefi y se bajó. Pablo puso el tema número 17, que era Sympathy for the devil. Subió el volumen bien alto y aceleró.


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IMPRESIONES #2 x Maru Cian


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VIAJAR NO ESTÁ EN EL VIAJE x Diego Ayuste

É

ramos jóvenes. Más todavía: adolescentes. Y todos con futuro. Tanto, que vivíamos con la cabeza en el presente, siempre dispuestos a escapar. De hecho, eso es lo que sentimos durante un mes: que escapábamos (del estudio que se nos venía; del trabajo que se nos venía; del futuro, que se nos venía). Pero hay que decirlo: veinte años después, ninguno llegó a escaparse del todo. Al menos, eso percibí cuando nos reencontramos. A pesar de que la mayoría se la había pasado viajando, ninguno había sufrido un cambio de planes en su vida. Tal vez por eso, no hablamos de nuestras vidas y sí de la gira, del viaje. De las anécdotas deportivas y extradeportivas. Cuando nos congelamos en una cancha llena de hielo en Edimburgo, cuando brindamos en los pubs de Dublín, cuando recorrimos disquerías en Londres… En realidad, sólo unos pocos gastamos los dólares de nuestros padres en CD. La mayoría prefirió comprar ropa. Éramos jóvenes, adolescentes. Yo sólo quería vivir el presente. Igual que los demás; igual, incluso, que los que compraban ropa. A ellos también los invadía una sensación de libertad. Es cierto que teníamos un plan de viaje, que debíamos entrenar y ganar, pero girábamos por Gran Bretaña e Irlanda del Sur. Viajábamos. Una noche (compartía habitación con Juan Estrada, a quien no volví a ver hasta el otro día), en un hotel de Cardiff, nos preparábamos para salir. Teníamos tiempo. Y como no nos conocíamos mucho, lo aprovechamos para hablar. Sin darnos cuenta, terminamos reflexionando sobre cuestiones profundas de la vida. No me olvido: llegamos a hablar seriamente de nuestro futuro mientras tomábamos té inglés, en saquitos, y escuchábamos un cassette que me había comprado. Uno de Peter Tosh. Hablando de no olvidar, no puedo dejar de preguntarme, a qué se debe que la mayoría, recuerda cada detalle del viaje. Nombres de lugares, de gente; fechas, caras, jugadas… Yo, al contrario. Casi nada. Por suerte, sé que no soy el único. En un momento, Martín puso la misma cara que yo. Lo vi. La vi. Hacía rato que charlábamos con un grupo de seis o siete. Habíamos pasado por todo tipo de anécdotas. Ahora, recordábamos las de un partido en especial. La de Pedro llevándose puesto al árbitro, la de Marcelo desperdiciando una gran jugada, la de Juan acertando en el último minuto… La cuenta no tiene fin. Pero fue ésta la que provocó la cara de Martín. Y la mía. Porque eso fue lo extraño. Que los dos reaccionamos simultáneamente.

Sin darnos cuenta, terminamos reflexionando sobre cuestiones profundas de la vida. Como si a pesar de no acordarnos nada, supiéramos que Juan exageraba. Casi que mentía. (Debo decir que el resto, tampoco lo contradecía. Sin embargo, confié más en Martín. Y en mí. Tal vez, porque él era uno de mis compañeros de disquerías en Londres.) Entonces, tuve un impulso. Acaso un deseo de constatación. No cayó muy bien que digamos. No fue mi intención incomodar. Probablemente, sólo haya querido entender. Lo cierto es que le pregunté a uno por uno, si recordaba qué había sentido durante el viaje: cómo se veían en el futuro, cuáles eran sus sueños en esa época. Primero, hubo un silencio. Después, algunas risas y poca claridad. Ninguno supo responder sin muletillas. Ninguno pudo recordar. Salvo Juan, que de pronto, tomó un trago y me dijo: -Como ahora… Volvió a tomar. Yo también tomé un trago. Martín me miró. Y le pregunté, a Juan. -¿Te acordás de la noche en el hotel de Cardiff? -Por supuesto. Compartimos habitación. Ese fue el diálogo. Más o menos así: breve, tenso, entrecortado. Me quedé esperando, en silencio, de alguna manera pidiéndole que se esforzara un poco. Que intentara reconstruir algo de aquella noche. El también esperó, se quedó en silencio, y tomó lo que le quedaba del trago. Entonces, lo miré a Martín y le recordé a Juan lo que habíamos hablado en el hotel. Le recordé que él mismo me había contado, que soñaba con un futuro diferente. De inmediato, Juan me desacreditó, alegando que mi memoria era un desastre, y tenía razón. Todos lo apoyaron. Y Juan se envalentonó y me alejé, preferí no empeorar la situación, no decirle, que no era yo el que había olvidado lo importante del viaje. Pero esto lo pienso ahora, porque el resto de la noche me la pasé pensando (siempre atento a las conversaciones, pero pensando), cómo es mi presente y cuál, su relación con el futuro que teníamos.


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C I N E

Y P O RC I Ó N D E M UZ Z A TODO LO QUE USTED SIEMPRE QUISO SABER SOBRE EL CINE PERO NO SE ATREVIÓ A COMER, POR EL RUIDO. x Alejandro Turano

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l cine de ciencia ficción ha tenido un fluido ida y vuelta entre arte y ciencia en las últimas cuatro décadas. Este año se celebra el 40º aniversario de 2001: Odisea del espacio de Stanley Kubrick. Para esa época, se contaba con efectos visuales de vanguardia para narrar temáticas como la evolución del hombre, la vida extraterrestre y la inteligencia artificial, entre otros, con notable precisión científica. La maestría en la puesta en escena brindaba absoluto realismo a la creación de mundos fantásticos. Así lo lograron tanto Méliès con Viaje a la luna (1902), como Fritz Lang con Metrópolis (1927). Muchas otras películas más populares también fueron explorando las representaciones de viajes intergalácticos, viajes en el tiempo o viajes de ciencia ficción imposibles de realizar en el presente. Más de cien años después, en noviembre de 2014, se ha estrenado Interestelar, dirigida por Christopher Nolan. A este director se lo podría considerar un escultor del tiempo. Lo viene demostrando desde Memento (2000), que se caracteriza por su relato no lineal que conduce a un estado más cerebral en la percepción del espacio temporal. Y, sobre todo, lo demostró en El origen (2010) donde logró relativizar el tiempo como una mamuschka en un encadenamiento de sueños.

Nolan nos trae una escala en el pensamiento y logra dejar a sus espectadores colgados unos días, con una sensación de cambio de eje Interestelar es una absoluta obra maestra de ciencia ficción, protagonizada por Matthew McConaughey, actor revelación de los últimos dos años con títulos como Mud (2012), Dallas Buyers Club: El club de los desahuciados (2013), El lobo de Wall Street (2013) y la brillante actuación y construcción del personaje de Rust Cohle en la serie de HBO, True Detective (2014). Fue íntegramente filmada en 70 mm, en material fílmico, por uno de los pocos directores que sigue apostando a dicho soporte por su riqueza en los valores tonales que el digital aún no logra alcanzar. Nolan nos trae una escala en el pensamiento y logra dejar a sus espectadores colgados unos días, con una sensación de cambio de eje, de punto de vista, de epifanía en el uni-

verso. La cinta de Nolan nos plantea un futuro distópico, en el que un grupo de exploradores viaja a través de un agujero de gusano –al que no debemos confundir con un agujero negro– situado repentinamente en el Sistema Solar. El argumento nos anticipa un sabor muy “clásico”, ya que se intenta encontrar un planeta potencialmente habitable que pueda sostener a la humanidad. Pero el eje de la película es la manipulación del tiempo en el relato y cómo éste transforma a los personajes de forma exquisita. Gravedad (2013), de Alfonso Cuarón, queda candidata a simulador de feria de barrio ante un guión tan trabajado sobre una historia original. Kip Thorne es un físico teórico que, al igual que los protagonistas de The Big Bang Theory, trabaja en un instituto de investigaciones ubicado en Pasadena, California, y estuvo colaborando durante un año con el equipo de efectos visuales de Nolan. El objetivo era reproducir cómo se vería un agujero negro. Ver dicho resultado en la pantalla grande es auténtica poesía visual basada en datos teóricos que se condicen con los resultados de mediciones realizadas hasta hoy en agujeros negros. Estamos ante el tipo de cine que se inspira en las leyes de Newton, luego ampliadas por Albert Einstein con su teoría de la relatividad. Repasando de manera muy básica, podemos decir que el tiempo se dilata o comprime en relación a la velocidad o a un campo gravitacional. Y la di-

Ver dicho resultado en la pantalla grande es auténtica poesía visual basada en datos teóricos ferencia se incrementa al acercarnos a la velocidad de la luz. Si pudiésemos viajar a 300.000 metros/segundo, en un día viajando a esa velocidad habría pasado todo un año al volver a la Tierra. Sin embargo, la percepción de quien hubiese viajado un día sería exactamente de un día. A su vez, si nos encontrásemos sobre un planeta con una gravedad muy intensa, nuestro tiempo pasaría más lento que el tiempo de alguien situado en la tierra. La película es un viaje profundamente inspirador cargado de paisajes galácticos en empatía con diversas melodías. Al igual que su homenajeada 2001… esta película viaja sobre una banda sonora de lujo, absolutamente orquestal creada por Hans Zimmer (ganador de un Oscar por la música de El rey león). Asimismo, dialoga con la novela Contacto escrita por Carl Sagan, y llevada al cine en 1997, protagonizada por Jodie Foster y el mismísimo Matthew McConaughey. Todas obras que nos llevan al espacio, en busca de revelaciones.


VIAJES... CON HUMOR

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14 | BABEL Nº16

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7 DICIEMBRE 2014 | 15

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Dr. Carlos Alberto Petronio M.P. 6137 Médico Especialista en Cardiología Ex-Residente Fundación Favaloro-Güemes Ex-Presidente del Distrito Uruguay de la Sociedad Argentina de Cardiologia (SAC) Médico Recertificado en Cardiología S.A.C. Bolivar 720 - PREMED - 03446 432598

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