ArtFutura 2010 - We Live in Public

Page 5

Estas acciones también transmiten nuestra identidad, porque aparentemente hasta los datos más irrelevantes prueban que casi todos somos únicos como copos de nieve. Latanya Sweeney y Paul Ohm lo denominan el fracaso de la anonimización. En una colección de datos es posible identificar a los individuos incluso cuando se elimina toda la información supuestamente personal. En 2000 Sweeney demostró que era posible identificar unívocamente al 87% de los estadounidenses con sólo tres datos: su código postal, su fecha de nacimiento y su nombre. Como afirma el investigador Ohm: los datos pueden ser útiles o perfectamente anónimos, pero no las dos cosas. Los datos anónimos rezuman identidades, y esas identidades somos nosotros. Luego vienen nuestros gustos y disgustos, nuestros sueños y deseos. La llegada de la Web 2.0 y las redes sociales nos han facilitado las herramientas para retransmitir nuestra personalidad, y proyectar una imagen pública en ocasiones anónima (pero que rezuma nuestra identidad real, como acabamos de ver) y otras veces unida a nuestra fachada real. Pero los buscadores y otros servicios también tienen memoria privada, lo que John Batelle denomina la base de datos de las intenciones. El abogado Carlos Sánchez Almeida, ha desarrollado diversos escritos sobre pornografía infantil. En ellos comenta que recibe un sorprendente número de visitas a su weblog de personas que buscan en Google usando términos muy explícitos para referirse al porno infantil. Todos intentamos esconder a la sociedad algún aspecto de nuestra naturaleza real, pero no dudamos a la hora de susurrarles nuestras verdades más íntimas en el confesionario de la página de búsqueda de Google. Tenemos deseos y dudas, secretos, legales o ilegales, y los ocultamos a todo el mundo menos al Buscador. El casado que busca encuentros extramatrimoniales. La adolescente que busca información sobre anticonceptivos. Sólo el buscador conoce su contenido, pero los buscadores están hechos para recibir preguntas y devolver respuestas.

Our identity is also leaked through these actions, because apparently the most irrelevant data can prove that most of us are as unique as snowflakes. Latanya Sweeney and Paul Ohm call it the failure of anonymization. Even when all supposedly personal pieces of information are stripped off data collections in order to anonymize them, individuals can still be identified. In 2000, Sweeney proved that 87% of all US citizens could be unmistakably identified by only three pieces of data: their ZIP code, their date of birth, and their name. As researcher Paul Ohm says, data can either be usable or perfectly anonymous, but not both. Anonymous data leaks identities, and those identities are us. Then there are our tastes, likes and dislikes, dreams and desires. The advent of Web 2.0 and social networks has given us tools to broadcast ourselves, and project a public image, sometimes pseudonymous (but one that leaks our real identity, as we have seen), and sometimes attached to our real façade. But, search engines and other services also have a private memory, one that John Batelle calls the database of intentions. Carlos Sánchez Almeida, a Spanish lawyer who has written about child porn, comments that he gets a surprising number of hits to his weblog from people searching Google for very explicit types of child porn. We all try to hide some aspects of our true nature from society, but we do not hesitate before whispering our deepest truths into the searchbox of Google's confessional. We have secret desires and doubts, some legal and some not, all hidden from everyone with the exception of the search engine. The married man looking for extra matrimonial encounters. The teenager looking for contraception info. Only the search engine knows, and search engines are made to be questioned, and to give answers.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.