LABORES Y ARTESANIA ESPARTO EN PREHISTORIA DE SESEÑA Y ENTORNO

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DOMINGO IZQUIERDO MEDINA


Seseña 20 0ctubre de 2010 Autor: Domingo Izquierdo Medina Editado por: asociación colectivo de artesanos y pintores de Seseña


Es de sabio aprender día tras día. Es de sabio escuchar, observar y practicar. Pero que no se nos pase de largo Que el leer nos da sabiduría.

He aquí un artículo escrito por D. Domingo Izquierdo Medina en el nos explica la importancia que tenía y tiene el esparto, para fines artesanos, generación tras generación se suceden las técnicas y se transforma su uso en pieza decorativa por su valor artesanal.

Seamos sabios y no lo dejemos en el recuerdo.



INDICE •IMPERMEABILIZACIÓN DE LOS SILOS CON ESTERAS DE ESPARTO. •CERAMICA PREHISTÓRICA DECORADA CON IMPRESIONES DE CUERDA.

•IMPRONTA DE ESTERILLA DE UNA TINAJILLA DEL HIERRO I-II. •INSTRUMENTO TEXTILES •PREPARACIÓN DEL ESPARTO •EL ESPARTO Y LA DEGRADACIÓN ANTRÓPICA DE LA VEGETACIÓN •POSIBLE INCORPORACIÓN DE CIERTAS ESPECIES DE ESPARTO FORÁNEO. •¿SON LOS TRABAJOS DE CESTERÍA Y VESTIDOS TEXTILES PROPIO DE LAS COMUNIDADES MÓVILES O SEDENTARIAS? •ARQEOLOGÍA HISPÁNICA DEL ESPARTO Y EL LINO •EL ESPARTO COMO COMBUSTIBLE.



LABORES Y ARTESANÍA DEL ESPARTO EN PREHISTORIA DE SESEÑA Y ENTORNO La confección de vasijas de barro a mano (no en el torno), tienen sus dificultades, especialmente si se trata de platos o vasijas globulares (en forma de globo). Su elaboración es lenta y laboriosa dando lugar a que el barro se reseque, cuarte y se deforme por el propio peso. Una solución que sufraga parte de los problemas, es el de realizarlos con un molde de esparto o sobre un hoyuelo hecho en el suelo. El molde de esparto o esterilla cóncava y el hoyo en tierra, evitan que el barro se seque y se chafe la parte inferior de los recipientes al mismo tiempo que proporciona una estructura sólida sobre la que seguir realizando el resto de la vasija una vez que sobresale por encima del borde. En varias aldeas prehistóricas de Seseña, Ciempozuelos, a lo largo del Tajo en esta área geográfica, Yepes, Ciruelos, Bargas, etc. hemos recogido bordes de cazuelas hemisféricas cuyo diámetro de boca se sitúa entre los 24-26 cms. y los 32-34 en unos grandes porcentajes. Tal repetición del hecho durante el calcolítico final (hace de promedio unos 4.200 años), nos induce a pensar en el uso de una misma técnica compartida por una serie de pequeños grupos cultural y socialmente afines. Es decir, que convivieron en el mismo tiempo y tuvieron conexiones interfamiliares e interculturales como demuestran otra serie de objetos que tienen en común: placas de barro perforado, fusaiolas, idolillos de guijarro y barro, etc. (mas adelante hablaremos de las placas de barro perforadas y fusaiolas). En las vasijas realizadas sobre hoyos en el suelo quedaron marcadas las irregularidades del molde. Y en las hechas sobre molde-esterilla de esparto, las huellas del tejido. Dichas huellas no se refinaron en muchos casos ni se eliminaron cubriéndolas con una capa de barro que en otros ejemplares se desprendió parcialmente dejando al descubierto las improntas o marcas del molde-esterilla. Pero donde se parecía, por otro lado, la utilización de ambos moldes indistintamente, es en el remate del cuerpo superior de las vasijas. Donde se acaba el molde, se terminaba el trabajo mecánico, rápido, terminando defectuosamente durante el Bronce Inicial (hace unos 3.700 años), con escalones abruptos y bordes mal rematados. Este detalle le observamos en las aldeas y protociudades de la cultura almeriense donde las cestas-moldes de esparto se confeccionaron con diversas técnicas artesanales: pleitas o tejidos perpendiculares, diagonales, manojillos enrollados y cosidos, etc.


El tipo de tejido del esparto en Seseña y geografía circundante, se reduce a una sola técnica: al de cuerdas o manojos filamentosos lineales sujetos por vueltas enrolladas de sujeción. Cada cuerda era unida a la de al lado y adyacentes mediantes cosidos transversales. No conocemos otro tipo de tejido ni en las esteras, cestas que recubrieron los silos de almacenaje de alimentos, ni en los moldes deducidos para elaborar cerámicas. La eclosión del uso de moldes de esparto para hacer cerámica le encontramos en el Bronce Medio quedando algunas pruebas recogidas en El Caño (Seseña), del Bronce Medio-Final hace unos 3.600-3.300 años. Las pruebas más antiguas de la utilización de moldes de esparto no rebasan el calcolítico Medio-Final hace unos 4.200-4.500 años. Por este tiempo comenzaron a fabricarse cerámica con esta técnica en el sureste de España en la llamada cultura almeriense (de Almería). Concretamente en el poblado protourbano más importante (Los Millares en Almería), recogimos fragmentos de vasijas con las marcas de los moldes de esparto. Descubrimos una variedad importante de marcas obedeciendo a las diversas técnicas textiles empleadas siendo más complejas y técnicamente más adelantadas que las encontradas en el oeste de Madrid y Toledo. Un dato que estaría en una relación lógica con la especialización y tecnologías más progresistas del sur peninsular en sociedades más complejamente estructuradas, boyantes, aventajadas. El tipo de técnica empleada en nuestra área de estudio (Seseña y entorno), se repite y reduce al de cuerdas o cordones unidos paralelamente unos a otros mediante cosidos transversales. Es el procedimiento más sencillo apartándose de las técnicas de cestería, la cual, partiendo desde la base o culo se va tejiendo y haciendo crecer el cesto integralmente y no por partes. Esto nos vienen a enseñar que el dominio de las técnicas textiles en nuestra área prehistórica fue bastante sencilla elemental. Los hallazgos más abundantes de fragmentos de cerámicas con improntas de esparto, enfoscados de barro que recubrieron esteras o cestas impermeabilizantes de silos de almacenaje, los encontramos en el núcleo Titulcia, Ciempozuelos, Seseña. Sobre este aspecto tratamos a continuación. AUTOR DOMINGO IZQUIERDO MEDINA EDITA: A.C.COLECTIVO ARTESANOS DE SESEÑA


Impermeabilización DE LOS SILOS CON ESTERAS DE ESPARTO. Una de las formas de almacenar y conservar los cereales de las cosechas y otros alimentos excedentarios o sobrantes (legumbres, bellotas, semillas del lino, aceitunas de acebuche, etc.), producido o recolectados, fue introduciéndolas en hoyos hechos en el suelo y silos. Pero a todos estos productos hay que protegerlos de la humedad que los descompondrían, activarían la vitalidad germinativa si previamente no se la ha matado mediante una tostación al fuego. Las paredes y fondo de los silos se aislaron y reforzaron con esteras de esparto en algunos casos y culturas. Lo sabemos por los numerosos fragmentos de arcilla cocida con las huellas de estera encontrado en silos destruidos por las máquinas en Seseña y Ciempozuelos. La explicación de que las placas con improntas estén cocidas dando la impresión de pertenecer a vasijas realizadas sobre moldes tejidos de esparto, está en las frecuentes lumbres realizadas en el interior de los silos con el objetivo de desparasitarlos, desinfectarlos especialmente de los gorgojos (insectos) y microhongos. La técnica textil tejido-cestería utilizada en la confección de las esteras consistió en el cosido de series de cuerdas unas junto a otras. La misma técnica y única observada en las muestras calcolítica y del Bronce Inicial y Medio (4.200-3.500) años. En el área de Seseña-Ciempozuelos donde más datos se han obtenido teniendo una explicación tal vez condicionada por la abundante presencia de la planta de esparto en esta área. Los campos de esparto se varían favorecidos en la formación y desarrollo por la degradación entrópica de los suelos. Las condiciones naturales que favorecen la formación de espartizales, atochedos o albardinales (nombres todos referidos al esparto), son progresivamente promocionados por el hombre. La eliminación de los bosques para cultivar cereales y obtener pastos para los animales dejó muchas tierras sin cubierta vegetal expuesta a las erosiones pluviales y desprotegidas de sombra. Factores que favorecen al desarrollo del esparto que comenzaría a extenderse en manchas partiendo desde ciertos focos situados en las laderas de los cerros que dan al Tajo y Jarama y en los cerros de la meseta de Seseña-BoroxCiempozuelos. Sobre esta cuestión insistiremos. AUTOR DOMINGO IZQUIERDO MEDINA EDITA: A.C.COLECTIVO DE ARTESANOS DE SESEÑA


El mayor número de datos arqueológicos obtenidos de cerámicas con marcas de cestas de esparto o de placas de enfoscados de barro aplicados a las esteras que recubrieron los silos, le aporta el entorno de Salinas Espartinas entre Seseña y Ciempozuelos. En este entorno se localiza el mayor número de asentamientos prehistóricos desde el Neolítico Inicial hace unos 6.500 años. No es extraño, por lo tanto, que se registren tantos hoyos-silos de almacenaje (entre 100-200 por hectárea), y que en muchos de ellos (no todos), se aplicasen técnicas conjuntas para conservar los productos vegetales comestibles: fuegos interiores consolidantes y descontaminantes, piedras y guijarros aislantes traídos de 1-4 Km. Esteras aislantes, etc. Aquellas aldeas prehistóricas con abundantes silos reforzados, algunos, con esteras de esparto, suelen aportar elementos arqueológicos más variados y de más valor como son las hachas pulidas, cuchillos de pedernal venidos de fuera, puntas de flecha bellamente talladas, vasijas variadas en su forma, etc. La correspondencia establecida nos induce a pensar en grupos más prósperos, productivos, con mejores tecnologías agrarias y ganaderas, tal vez venidos de fuera como demuestra la estrecha correlación existente en estos asentamientos de idolillos de barro o piedra, abundantes útiles de sílex muy bien confeccionables, silos que se acondicionaron con esteras de esparto, molinos de granito intrusivo traídos de lejos. Baste decir que los restos óseos de ovejas-cabras recogidos en estos asentamientos, tienen un mayor tamaño que los de otros próximos alejados, intercalados los cuales no aportan datos tan aventajados. Los numerosos betilo (pequeños ídolos troncocónicos de barro), aparecidos en silos con abundantes fragmentos de barro con improntas de esteras de esparto en salinas Espartinas, podrían explicarse como prácticas rituales favorecedores de la agricultura y protectores del almacenaje de los productos agrarios. Así parece deducirse de la gran cantidad de huellas de granos de trigo contenidos en el interior de los betilos. Los rituales mágicos, propiciatorios son un síntoma de sociedades más complejas, evolucionadas social y económicamente. Es precisamente en estas aldeas de la Edad de Cobre donde se recogen otros objetos que pudieran estar relacionados con las técnicas de fabricación de tejidos de lino o lana o de cuerdas resistentes. Se trata de las placas perforadas de barro cocido (placas rectangulares de 1 cm. de grueso por 4 de ancho y unos 8-13 de largo). (Sobre estas placas trataremos en otro apartado).


Confeccionar una estera con el objetivo preventivo de perfeccionar las practicas conservadoras de los alimentos almacenados en un silo, supone una inversión laboral importante. Señal de la importancia de lo almacenado y de la dependencia subsistencial del mismo. Hoy día la mitad de la población mundial pierde entre un 20-35% de los productos cosechados por la deficiencia tecnológica de los silos y otros factores. Por lo tanto bien merece invertir trabajo en la conservación de los excedentes producidos. De paso, nos indica la estrecha dependencia de las poblaciones de la zona que estudiamos, de los recursos alimenticios agrarios sin olvidarnos de los ganaderos y recolectados (como las bellotas), que en años de crisis debieron de paliar las carencias. Así parece demostrarlo una aldea de hace unos 4.200 años ubicada en Pontón Chico (Seseña), donde recogimos fragmentos de bellotas envueltas en cenizas depositas en pequeños silos. (La almendra de la bellota una vez pelada, troceada, lavada en agua y envuelta entre cenizas, se hacen más dulces y se conservan frescas durante años según Omar árabe erudito del siglo XII).

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CERAMICA PREHISTóRICA DECORADA CON IMPRESIONES DE CUERDA. Sólo hemos dado con un ejemplar en Salinas Espartinas. Un borde de vasija con impresiones de cuerda torsionada de unos 3 mms. La finura de los filamentos o hilos de la impronta, no nos inclina a pensar que estuvieran marcadas con cuerdas de esparto, sino de lana. El borde se encontraba en un contexto arqueológico muy singular, con restos de cerámicas muy diferentes a las de los yacimientos próximos; con varios silos con enfoscados de barro cocido e impresiones de tejido de esparto. Se ficha este yacimiento en el calcolÍtico Final culturalmente muy afín al Nordeste peninsular por las tipologías formales de las cerámicas. No tenemos ningún problema en proponer incursiones directas y rápidas de gentes venidas de lejos marginando filtros culturales como se puede demostrar para otros momentos culturales desde el Neolítico. IMPRONTA DE ESTERILLA DE UNA TINAJILLA DEL HIERRO I-II. Destacamos este caso por las implicaciones interesantes que pudiera tener. El fragmento de cerámica encontrado en Valdelascasas (Aranjuez), sólo ofrece la impresión en el culo o base plana del cacharro. La técnica del tejido de esparto se realizó cruzando alternativamente la trama con la urdimbre perpendicularmente. Los hilos de los manojos se cuentan por 4-6 elementos. Se trata de definitiva, de una pleita muy ancha pues no se aprecian costuras. Pero lo interesante es averiguar por qué quedó marcado el relieve en la tinajilla. Para que se produzca es preciso que el barro esté tierno, sin cocer, apoyado sobre una estera. Sobre este soporte la vasija puede girarse durante su manufactura acomodando el trabajo de quien la realizó. De estar apoyada en el suelo o un banco inmóvil, la base del cacharro se deterioraría si se le gira para trabajarle. No estamos insinuando una confección sobre torneta o torno lento (torno que consta de un solo plato o disco sobre un eje movido con la mano). Fechamos el hallazgo en torno a unos 2.500 años según el contexto cultural en el que se encontraba. INSTRUMENTO TEXTILES Los instrumentos que intervienen en la confección de tejidos finos (telas), son varios. Muy repetidos e invariables ya desde la prehistoria. Muchos de ellos no se han conservado por estar realizados con materias orgánicas (maderas). Se han conservado los que se hicieron en barro cocido (pesas de telar y fusaiolas). Los peines, spathas, husos de madera, palos de telar, lizos, etc.; por su naturaleza orgánica, sólo se han conservado en poco número en condiciones muy especiales. Por lo tanto vamos a tratar de los pondus (o contrapesos) y de las fusaiolas. De los primeros sólo hemos dado con dos fragmentos de época tardoromana (hace unos 1.700 años por término medio): Torrejón de Velasco y el Quinto (Seseña) una gran pesa oval con dos agujeros en los extremos y unos 600 grs. de peso


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Las pondera, pondus o pesas de telar tienen la misión de tensar la urdimbre o hilos verticales atados en el palo superior o enjulio (iugum en latín), de un bastidor o marco. El peso de los pondus debe ser el suficiente para que los hilos queden tensos según sean de lana o lino y según el número de filamentos que prendan. El uso de pesas de telar ya indica de qué tipo es, si fijo o móvil, horizontal o vertical, el grado de tecnología avanzada y otros factores. Por ejemplo la ausencia de pesas de telar en los asentamientos romanos vicus o villas (aldeas o fincas), indicaría el empleo del telar de marco tecnología textil. En este sentido resulta chocante el gran numero de pesas de telar registradas en poblados del Este peninsular en comparación con los del centro cuando precisamente en la primera área los desarrollos artesanales en general fueron más avanzados. Cuesta trabajo pensar que en nuestra zona se utilizó el telar fijo sin contrapesas más perfeccionado que los que las necesitan siendo culturalmente más atrasado.

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Las fusaiolas son pequeñas contrapesas de barro, piedra y hasta de metal, que se insertan en una varilla de madera generalmente. Tienen forma bicónica o lenticular (con forma de lenteja), con un orificio en el centro para introducirlas en el eje. Sus medidas oscilan entre los 3-4´5 cms. Las de época calcolítica son más voluminosas y pesadas que las romanas. Las prerromanas (de antes de la época romana), suelen estar decoradas con pinchacitos diseñado estrellas como las encontradas en el Quinto (Seseña). Incluso algunas presentas letras del alfabeto ibérico, celtibérico, etc. Suelen encontrarse en las tumbas de incineración de hace más de 2.000 años, quedándonos la duda si formaron parte de la elemental rueca (aparato que forma hilos) o fueron cuentas de collar. La decoración astral que algunas presentan conectan mas con el mundo de ultratumba que con un instrumento textil. La diferencia de tamaño y peso pudo estar en relación de si se hiló lana o hilo. Las fusaiolas de El Quinto de Seseña tienen diferencias notables de peso. Las de mayor peso servirían para hilar lana y las menores, para hilar lino. Implicaría que en Seseña se cultivó lino ya que la vega del Jarama prestaría riegos (si era necesario), y suelos arenosos que son los necesitados por el cultivo. Por otro lado los cultivos del lino exigen una temperatura entre los 30º y 3-4 grados bajo cero. Hay que imaginar también un comercio del lino bruto procedente de las áreas idóneas levantinas llegando a otras regiones peninsulares.

La mayoría de las fusaiolas (verticillus y turbo en latín), del Quinto, se localizaron cerca de la domus rural de la villa o vivienda del dóminus, señor o dueño de la finca. Significaría que en esta domus o en las estancias próximas de los sirvientes existiría un área de hilados y tejidos. .

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Las supuestas fusaiolas calcolíticas de hace más de 4.000 años encontradas en el Caño, Pontones en Seseña, Ocaña, Ciruelos, Albarreal de Tajo, Aranjuez y otros lugares, suelen ir acompañadas de placas de barro rectangulares y “cuernecillos” de barro cocido. Los “cuernecillos” son cilindros de barro curvados (media luna), con una medidas de 12-15 cms. aproximadamente y con agujeros en los extremos. Estos tres objetos podrían interpretarse como instrumentos textiles o como ornamentos personales muy humildes: cuentas de collar, colgantes de cuello. Caben perfectamente las dos opciones ante la falta de pruebas definitorias. Suponiendo que se tratan de instrumentos relacionados con las prácticas textiles, los cuernecillos y placas servirían para elaborar cuerdas finas mediantes la torsión de filamentos largos y cintas tejidas. Algunas placas cuadrangulares con cuatro orificios de asentamientos de la desembocadura del Tajo (Portugal), presentan manojos de líneas incisas que parten de un objeto curvo en forma de media luna. Algunas placas rectangulares localizadas cerca de Algodor (Toledo) presentan líneas radiales y paralelas que parten de un trazo horizontal. Estos diseños nos evocan en cierto modo la colocación de los filamentos con los que se construirán cuerdas y tejidos. Sin embargo el repertorio simbólico decorativo de las placas es muy amplio y variado. Muchas de las decoraciones (símbolos sexuales y faciales), nada tienen que ver con los tejidos pero sí con la mujer y otras representaciones supuestamente astrales, funerarias, fertilizantes.

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En una sepultura de España (desconocemos fecha y lugar), apareció una serie de placas en madera de boj con cuatro perforaciones junto a un fragmento de tela cuyo borde estaba hecho con la técnica de placas. En el Argar (Almería), se recogieron en un poblado próximo de hace unos 3.800-3.600 años 380 pesas-placas circulares alineadas junto a un tronco de árbol calcinado y otras 135 hacinadas junto a un cuenco de barro que contenía carbones. (Se deduce el sistema de endurecerlas mediante un fuerte secado artificial que de una cocción total. Sistemas de endurecido por recalentamiento somero al fuego se hicieron durante el Bronce Medio y Final en la geografía de la Sagra como hemos podido comprobar. Otras pesas de telar debieron endurecerse por un secado al sol destruyéndose casi absolutamente la mayoría después). Las pesa-placas circulares de el Argar tienen 1, 2, 3, 4 agujeros lo que indicaría distintas funciones posibles, bien como torsores de cuerdas sencillas o complejas (más reforzadas), bien como pequeño telar de placas muy simple, o como contrapesas de telar de bastidor.

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PREPARACION DEL ESPARTO Plinio, cronista, recopilador, autor de diversas obras escritas de la época romana dice algunas cosas sobre el esparto. Extrañamente asegura que el esparto no se puede cultivar…”es una hierba que crece espontáneamente y no se puede cultivar”… En otro apartado puntualiza que… “muchas mieles (de abejas), de España recogidas en plantaciones de esparto tienen ese sabor”… Si por “plantaciones” se entiende campos de cultivos del esparto, se está contradiciendo. El esparto se puede reproducir (sembrar), plantando pequeñas cepas arrancadas de una mata o sembrando las semillas. En la realidad natural la planta del esparto crece en extensión partiendo de matas “madres”, a través de las raíces. De esta forma la nueva planta queda protegida por la mata. Hay documentación histórica en la que se dice que se transplantó esparto del Norte de África, Grecia a España. En nuestra zona nos consta que en el siglo XV y XVI se sembró esparto en los cerros erosionados de Aranjuez, Yepes, Ocaña y muy posiblemente en la aldea medieval de Espartinas (Seseña-Ciempozuelos). El tipo de esparto sembrado tendría unas características más idóneas: tallos largos, finos y flexibles. Plinio describe los procesos del curado del esparto. Una vez arrancado se amontonaba dejando un hueco en el centro dejándole secar durante dos días. Después se pone a secar al sol y a continuación los haces se ponen bajo techo. Seguidamente se le sumergía en agua. Para terminar, se le batía o golpeaba con un palo. Dice Plinio que si se le cuece en cubas se obtiene un esparto de mejor calidad. Hoy día los procesos del curado del esparto pasar por el “curado o blanco”, por el que durante 10-12 días en los meses de Julio y Agosto, se le deja secar; se le da la vuelta y se la tiene otros 8 días más. Durante este tiempo se le riega para que blanquee. Tras este secado se le mete en agua que corra (macerado o enriado), llamado en el argot artesanal “cocido”. El tiempo de enriado entre 15-20 días. Con el mojado o enriado (de rio, mojar en el arroyo), se eliminan las gomas, resinas del esparto que son las que dan rigidez a las fibras. Con el bateado o golpeo con un palo o rodillo como el amasar la harina, se consigue eliminar también dichas resinas y gomas. En Borox tenían la costumbre de batear el esparto apoyando los manojos en los rulos de aplanar los suelos de las eras.


EL ESPARTO Y LA Degradación ANTRóPICA DE LA Vegetación

Parece que existe una relación entre la presencia de las herbáceas, espartos y la desaparición de la cubierta vegetal de mayor porte: arbustos y bosques. Los espartizales se originan cuando ha desaparecido de la cubierta vegetal de árboles, arbustos y herbáceas de distintas durabilidad o vida. La desaparición del nivel vegetativo arbóreo (monte alto), y del matorral (monte bajo), puede ser debido a cuestiones climáticas adversas o a interacciones entre el hombre y el medio. En Seseña y entorno las pruebas indirectas sobre el uso del esparto se remiten al calcolÍtico Final. Antes del calcolÍtico Final ya se estuvieron cultivando estas tierras y despejando los bosques para obtener pastos para los animales domésticos: cabras y ovejas en especial según el recuento de los huesos de animales obtenidos en las excavaciones arqueológicas. Aunque la multiplicación del esparto no se produce instantáneamente tras despejar pequeñas áreas de terreno para los cultivos, con el paso del tiempo tras continuos pastoreos y cultivos, mucha parcelas quedarían totalmente erosionadas favoreciendo la expansión del espartal partiendo de determinados focos esparcidos que se encontrarían en las pendientes de los bordes de la vega. Hemos de presuponer la existencia de rodales de esparto allí donde las tierras estaban más erosionadas, con muy poca humedad, suelos salinosos y orientadas al sur, al sol, antes de que desde el Neolítico Final (hace unos 5.000 años), se adoptara la economía domestica o productiva; es decir a cultivar y criar animales siendo necesario quitar la vegetación de las tierras o suelos. La mayoría de las aldeas de hace unos 5.000-4.000 años se encontraban en la mesas de Seseña, Ciempozuelos, Borox, Ocaña, Chinchón, junto a los bordes de las vegas del Jarama, Tajo, Tajuña. Hace unos 4.000-3.600 años ya no hay aldeas en estas orlas o bordes. Las gentes cambiaron de patrón de asentamiento o lugar para vivir trasladándose a las vegas, excepto en lugares privilegiados como es Arroyo Fuente de Seseña con unos 80-100 yacimientos arqueológicos. Hace unos 3.000 años deja de habitarse esta banda en torno el Arroyo Fuente de Seseña. El hecho homólogamente se repite en la Sagra marginándose y focalizándose las poblaciones en puntos muy potenciales agrícolamente, con recursos de aguas y prados naturales coincidentes con la ubicación actual de Illescas, Pantoja, Cobeja, Numancia, Cabañas, Yuncos, Yunclillos, etc.


Los grandes complejos arqueológicos de Ocaña, Chinchón, Villaconejos situados en los bordes de las mesas, se repliegan puntualmente donde se encuentran precisamente hoy día estas localidades. ¿Por qué a partir del Bronce Inicial (hace unos 4.000 años), se producen trasvases generales de las poblaciones de unos lugares a otros? Varias pudieron ser las causas: culturales, viales, climáticas, degradación del medio inmediato. Analicemos esta última posible causa que sin ser determinante, pudo influir muy decisivamente. La aparición de las manufacturas de esparto aplicadas en un amplio repertorio instrumental tras unos 700-800 años de cultivos y pastoreos previos, pudo originar unas importantes transformaciones del medio ambiente menos favorable para una economía productiva agropecuaria. Tales transformaciones pueden reflejarse en el incremento de los campos de esparto. Pero hay otras muchas pruebas de tipo geológico, ecológico que indirectamente lo confirman. En los cortes de las cuevas de la Guerra Civil Española en los Arroyos Vallegrande y Vallechico (Seseña-Ciempozuelos), encontramos pruebas geológicas-sedimentarias de profundas erosiones y arrastres de materiales. Entre estos materiales aparecen cerámicas y útiles de piedra de no más de 3.800 años envueltos entre coluvios groseros. En otros puntos de la Sagra, las extracciones de áridos y arcillas han puesto al descubierto aldeas y paleo arroyos (antiguos arroyos), con varios extractos y formaciones de paleo suelos conteniendo restos arqueológicos estratificados según ritmos erosivos.

AUTOR DOMINGO IZQUIERDO MEDINA EDITA: A.C.COLECTIVO ARTESANOS DE SESEÑA


Al pie de los bordes de la Mesa de Ocaña volvemos a encontrar en los conos de deyección de las cárcavas estratigrafías erosivas de sedimentos conteniendo materiales del CalcolÍtico Medio-Final, Bronce Pleno, Hierro II y Plenomedieval. Estas fases cronos culturales se repiten continuamente en muchísimos sitios. La misma secuencia se repite en las salinillas explotadas en el pasado: Espartinas, Alijares, Salinillas, La Higuera, Valdelascasas, Ciruelos, Titulcia, etc., todas ellas en el entorno de Seseña. En las lagunas de la Mancha se puede apreciar como los restos arqueológicos a lo largo del CalcolÍtico Fina-Bronce Inicial se encuentran en una aureola más estable. En el Bronce Pleno, se acercan o alejan del centro de las lagunas y se encuentran envueltas entre aluviones. La traducción del panorama nos lleva a hablar de la inestabilidad del crecimiento de las lagunas y su contracciones debido al desequilibrio establecido entre la cubierta vegetal periférica existente puntualmente y las deforestaciones intensas ocasionales. Sobre el ocaso de las culturas preurbanas del Sureste peninsular, las polémicas se discuten argumentándose diversos factores y parámetros. Uno de ellos se decanta por la acción entrópica deforestadora. Fuera del ámbito peninsular, en África, Medio Oriente, las pruebas son más evidentes: aldeas de hace 5.000 años sepultadas por arenas, otras, que en tiempos anteriores se encontraban junto al mar, se localizan ahora de 10, 50, 150 Kms. de la costa de España con la intensa deforestación romana, muchos puertos de mar se quedaron en breve alejados de su orilla. Por ejemplo, la localidad almeriense de puerto Pechina, se encuentra hoy día alejada varios quilómetros de la orilla del mar. Los inmensos aluviones de tierras y piedra arrojado al mar por los ríos del sur peninsular, ha hecho que la costa se aleje progresivamente al ritmo de la desaparición de la vegetación de aquellas geografías con relieves, suelos en pendiente, inclinados.

AUTOR DOMINGO IZQUIERDO MEDINA EDITA: A.C.COLECTIVO ARTESANOS DE SESEÑA


Hace pocos años una sola tormenta caída en Ocaña arrastraron los arroyuelos que surcan un área de unos 2 x 2 Kms., unos 200 camiones de tierras y piedras. Entrono a estos arroyos cárcavas, solo se desarrollan los espartos, tomillos y aulagas. Si miramos algunos olivares de Seseña, vemos que muchos olivos que se encuentran en terrenos inclinados, tienen la patas o raíces colgando, asomando. Cuando se les plantó hace 200-300 años (algunos son mas vetustos, viejos) y crecieron en su juventud, las raíces no asomaban. Calculamos entre 30-70 cms en vertical el manto de tierra que ha rodado a hacia las vaguadas y arroyo Fuente de Seseña. Calculamos en unos 515.000 metros cúbicos de tierras las que han sido removidas y transportadas en algunas franjas de terreno de 500 x 1500 metros en el transcurso de unos 300 años. Unas 170.000 toneladas equivalentes a 24.500 camiones con una carga media de 7 toneladas.

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Tras la Guerra Civil Española vinieron unos años difíciles porque no había animales que realizaran las labores agrícolas, en especial mulas, acaparadas por los ejércitos para la guerra. Faltaba trigo que fue paliado en gran medida por Argentina. Portugal proporciono miles de mulas a España intensificándose los cultivos de cereales. Millones de hectáreas de tierras malas cubiertas de monte bajo o arbusto fueron puestos en cultivos. Están tierras dieron pocos rendimientos y se agotaron, y lo que es peor, en 15-20 años fueron profundamente erosionadas por las lluvias torrenciales. Pongamos como ejemplo la experiencia vivida por los vecinos de Añover pueblo próximo a Seseña. Una larga franja inmediata al borde que mira a la vega del Tajo, fue despejada del matorral para cultivar perentoriamente cereales. Se agotaron en breve, erosionaron y fueron abandonadas. Aun se pueden observar difusamente los surcos de arados petrificado, tazados sobe el horizonte B del suelo original. Perdieron leña de matorral para los hogares, suelos y cultivos. Hoy se puede ver como lentamente ocupan y domina las matas de esparto sectores de estas tierras en convivencia con los tomillos y algunas matas de ephedrina. Los núcleos de los espartizales se sitúan en la inflexión de los mismos bordes que es donde encuentra su clímax u optimización. A partir de estos núcleos donde el esparto encuentra las condiciones favorables (suelos secos, con casi nula materia orgánica, alta salinidad), coloniza las áreas adyacentes que entran en la desgraciada aleatoriedad de la evolución degradante de la vegetación tratando de “recuperar” su sitio prehistórico paleobotánico. Con la expresión “recuperar” estamos insinuando que el esparto existía en la Península desde la era geológica del Mioceno, encontrando momentos álgidos a finales de ésta era cuando se produjo cambios muy sustanciales en la fauna adaptada a la eclosión de las gramíneas; (las gramíneas son todas aquellas herbáceas que echan espigas, como el esparto).

En los cerros que delimitan los términos de Torrejón de Velasco, Valdemoro, Esquivias, Seseña (Cerros de Ballater o Batallones), los paleontólogos llevan años desenterrando esqueletos de jirafas, hienas, especies de “elefantes”, tigres más grandes que los leones de hoy día, peces, tortugas, cigüeñas, cebras, etc. El medio ambiente está calificado como este pario muy parecido a las sabanas africanas actuales, posible cuna del origen de los homínidos, del hombre. AUTOR DOMINGO IZQUIERDO MEDINA EDITA: A.C.COLECTIVO ARTESANOS DE SESEÑA


El hombre científico culto del esparto en Stipa tenacissima. De una estepa cuyo paisaje vegetal le componen paisajes abiertos (sin árboles), con doseles o manchas arbóreas. Los estudios paleobotánicos peninsulares Mioceno Final y Cuaternario peninsulares, proporcionan taxones o comunidades entre otras de Stipa tenacissima, Stipa capillata y Lygeum spartum. Por lo tanto la planta del esparto no fue traída del exterior peninsular como algunos proponen. Eso no quita que pueblos extranjeros que colonizaron, conquistaron la Península Ibérica, trajeran otras especies de esparto con fines interesados, industriales. Automáticamente pensamos en los cartagineses y, después, en los romanos. Plinio (un romano de hace unos 2.000 años), decía que el esparto las implantaciones que llevaron a cabo en Campo Spartaria o Campo de Cartagena. El esparto “hispánico” ya existía pero los cartagineses desarrollaron campos de esparto con especies traídas de otros lados con fines industriales: confección de miles de quilómetros de sogas necesitadas para los barcos y otros implementos o útiles (espuertas, esteras, capazos, etc.). Cartagena nació como creación cartaginesa en Iberia por encontrarse en línea recta más próxima a la metrópolis cartaginesa o Cartago (en Túnez). Disponía de unas inmensas minas de plata, plomo y otros metales. El gran comercio transmediterráneo exigía una gran flota comerciante de los metales y otros productos. Los altos pinos de los pinares de Cartagena y las cuerdas de esparto de los espartales, contribuyeron económicamente en la empresa. Las quilométricas galerías de las minas de Cartagena donde llegaron a trabajar 40.000 obreros durante el dominio republicano romano, necesitaban centenares de miles de vigas, puntales, alfungías que las asegurasen. Se necesitaba miles de espuertas, gorros, capazos, esteras, cantimploras y cubas embadurnadas con pez (resina semidestilada de pino), o barro independiendo si contenían agua o no. Cartagena, nombre que viene de Carthago Novo o Qart Hadasth (“ciudad nueva”), se convirtió en un gran centro portuario romano comercial, industrial. En sus astilleros se construyó numerosos barcos concurriendo las materias primas necesarias para su construcción: fustes de pinos, pez griega o resina de pino semidestilado para calafatear las rendijas de las tablas, cuerdas. En el calafateado se empleaba estropajo de esparto envuelto en la pez griega. Estas materias primas se extraían del entorno próximo ampliándose el radio extractivo en dos teóricas direcciones: paralelamente a la costa o hacia la Mancha partiendo de Cartagena según se lea las informaciones de Estrabón o Plinio.


Estrabón refiriéndose a la Oróspeda señala que… “está desprovista de vegetación cruzando el Campo Spartario”… Plinio precisa las medidas… “30.000 pasos en profundidad partiendo de la costa de Cartagena y de menos de 100.000 pasos de longitud”… Es decir, unos 145 x 45 Km. Eruditos de la Antigua Edad Media como S. Isidoro, Gregorio de Tours y las guías viales (mapas de carreteras de aquellos tiempos), hablan de Campo Spartario, Cartago Spartaria o Cartago Partaria. Solino, otro autor antiguo repite más de una vez la esterilidad de Campo Spartario pero muy abundante den esparto que abastecía de sogas y maromas a las flotas mediterráneas. Plinio indica que… “los elevados gastos impiden el transporte del esparto desde distancias demasiado lejanas”… Estas áreas no son ni más ni menos que las estepas de Jaén, Granada, Centro Peninsular, Valle del Ebro desarrollados en suelos cálcico-margoyesíferos como los de Seseña y entorno.

Toda esta exposición viene a señalar la existencia natural del esparto en la Península a pesar de las insinuaciones contrarias de otros quienes proponen su difusión partiendo de cultivos artificiales de esparto traído del exterior. Dicha difusión involuntaria o “voluntaria” partiría desde ciertos centros: Tarragona, Cartagena, Cádiz (puertos principales de la Hispania romana). La gran cuña de Campo Spartario que alcanzó hasta Albacete, surgiría de la intensa deforestación de pinares y encinares proyectada desde Cartagena. Tal deforestación es evidenciada en parte e indirectamente, por la masiva traída de postes de pino traídos de Grecia para la confección de barcos y el entibado de las minas quilométricas durante los siglos I-II después de Cristo.

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POSIBLE Incorporación DE CIERTAS ESPECIES DE ESPARTO Foráneo Pudo suceder en cualquier momento, (y no sólo una vez), no sólo con el esparto, también con el lino y la pita. Todo lo que es beneficioso para el hombre acaba por difundirse. Antes del 2.500-2.700 a.d.C. (antes de Cristo), no hay pruebas directas ni indirectas sobre el empleo del esparto en la P.I. (Península Ibérica). A partir de estas fechas comienzan a tenerse datos multiplicándose abundantemente unos 800 años después incluyéndose los tejidos hechos de lino. Las marcas de esparto en el barro de las cerámicas de los yacimientos arqueológicos de Almería, tienen totales paralelos con los tejidos de las culturas predinásticas de Egipto que comienzan a esbozarse hace unos 6.000-5.500 años. Ciertos pueblos que vivían a caballo entro los altiplanos que enmarcan el gran valle del Nilo, optaron forzosamente por vivir sedentariamente en los uadis (ríos), lagos próximos o inmediatos al río Nilo. Comienzan a usar más profusamente el esparto con distintos fines: camas, espuertas, esteras paravientos, esteras protectoras de los hoyos-silos de almacenaje de los alimentos, esteras que envolvían los cadáveres, etc. Existen muchos paralelos en la cultura material de estos pueblos y los de la P.I: en la cerámica objetos de piedra (puntas de flecha), ídolos tipo suela de calzado o alpargatas de lona made in Spain, marfiles, huevos de avestruz, vasitos germinados de cerámica con Septum, cazuelas carenadas, fusaiolas, hoces de segar de una sola pieza, etc.. Estas comunidades esparteras junto a las del Medio Oriente precursoras en la cestería y elementos de esparto (Qalat Jarmo, Catal Huyuk, Jerico…), muy posiblemente pudieron traer a nuestra península la artesanía aplicada del esparto. Durante el calcolÍtico Medio se intensifican las “relaciones” con otras culturas del norte circummediterráneo. (No vamos a entrar en la eterna polémica sobre las modalidades difusivas directas u osmóticas. Sólo proponemos matices a veces muy directos de los “meramente circulantes”). Remitiéndonos a lo que justifica este trabajo presidido por el esparto en la versión artesanal, tenemos que reflexionar sobre las vías didácticas de cómo los indígenas hispanos llegaron a las mismas labores textiles artesanales que las foráneas o extranjeras. Donde mejor puede observarse el fenómeno es durante el Bronce Inicial argárico hispano hace unos 3.800-3.500 años. El análisis de las decenas de restos de telas de lino encontradas en las sepulturas de la cultura Argárica del Levante hispano, revelan paralelos muy exactos con los tejidos del área turca dentro de las comunidades marginales (de menos categoría). La densidad de los elementos o filamentos por centímetro cuadrado de tejido (trama y urdimbre), son exactos. Pero son los bordes o remates de los tejidos tanto en vestidos como cestería, donde puede apreciarse los paralelos. Quien está familiarizado con las técnicas textiles, podrá discernir sobre las múltiples opciones o formas de “rejuntar” los tejidos y cestas en sus límites o bordes.


¿SON LOS TRABAJOS DE CESTERIA Y VESTIDOS TEXTILES PROPIO DE LAS COMUNIDADES Móviles O SEDENTARIAS? Al decir móviles nos referimos a los que se mueven mucho por imperativos de su tipo de economía. Pongamos como ejemplo a los pastores, a los cazadores recolectores que vivían subsistencialmente alimentándose de los animales cazados o carroñeados, de los productos vegetales naturales no cultivados o producidos. A los comerciantes prehistóricos, chamarileros o chatarreros portando los útiles de piedra o metal, objetos exóticos marítimos (conchas de moluscos), objetos de piedra exótica (cuantas de collar, pulseras, colgantes), etc. etc. Todos estos grupúsculos (pues actuaban en número reducido de individuos), no podían llevar con ellos un lastre pesado en los desplazamientos. Podemos preguntar a quienes han sido pastores que objetos llevaban consigo y en qué tipo de viviendas vivían: ¡el chozo! Un chozo efímero que los pastores trashumantes de la Meseta debían reparar en sus idas y venidas anuales. Preguntemos a los que han sido pastores móviles de qué material eran sus artefactos, zamarras, polainas, bufandas. Nos contestarán que de materias primas poco trasformadas, elaboradas. Ligeras de peso y resistentes a los golpes a los que se exponen durante el trajín de acompañar a los animales. El corcho, los cuernos, las calabazas, las cazuelas de madera, las aguaderas de la borrica, zurrones de cuero, cucharas de madera, sacos, etc., son los componentes étnicos materiales culturales, prácticos, bien pensados y diseñados. Los elementos rígidos y estáticos pesados de piedra o barro, se quedan para los que no se mueven, los sedentarios. El arte creado por los nómadas puede ser más productivo si no exige grandes dimensiones. Como las garrotas decoradas de los pastores, los cuernos de toro que contienen el gazpacho, las botas de vino de becerra o carnero. Pero nada más. No decoran lo estático, inmóvil como son las viviendas pues no están en ellas mucho tiempo, no reflejan su status o ser, son transitorias, de paso.

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Sin embargo, marcan los hitos por donde pasan, reconstruyen los mapas itinerantes: las piedras. En ellas hacen sus marcas desde la Prehistoria como lo hicieron los cazadores-recolectores del Paleolítico Superior en la Cueva de Altamira. Sin embargo, los móviles no tejen vestidos. Los adquieren de las comunidades estables, sedentarias mediante intercambios de lo que cada comunidad produce. Los nómadas realizan cestería ligera de rápida confección. Los móviles asan la carne, la cuecen en pucheros de barro de tamaño medianopequeño. No portan grandes vasijas de cerámicas para almacenar alimentos sobrantes o excedentarios, pero los decoran primorosamente por ser parte anímica que les acompaña. (La complejidad social engendra el arte y la individualidad reproduce la soledad con la creación artística). Las pinturas rupestres en lugares muy desconectados demográficamente, agrestes, presentan una filosofía bastante diferente a las que se encuentran en ambientes más socializados, con más población advocada a la existencia sedentaria. Las amplias esteras de esparto que tapizan los suelos, camas, silos de cereales y frutos secos pertenecen a los sedentarios, los que viven en chozas estables. Los trashumantes usan pieles que les protegen de las lluvias, aíslan de los improvisados suelos como camas, emplean como bolsas o petates para transportar enseres de diversos tipos, a los niños. La flexibilidad del cuero adapta el contenido a la anatomía del transportista. Los sacos, capazos, cestas, espuertas de esparto, etc., son más rígidos y menos aptos para los movimientos trashumantes. Los posibles sacos de esparto en los que se guardaron los cereales, legumbres, bellotas, uvas silvestres y depositaron en los hoyos-silos, tienen la ventaja eficiente de aislar del ambiente atmosférico del silo, de transpirar la humedad producida por el contenido si no ha sido bien secado o tostado, de repartir la transpiración convencionalmente evitando bolsas de acumulación diferencial húmeda tan negativa para la conservación de los alimentos. Todo esto exige una gran fabricación de contenedores en aquellas comunidades con una importante dedicación agrícola. Incluso los silos o almacenes de cereales en el exterior, exentos, se siguen todavía hoy día haciendo con esparto u otras fibras vegetales reforzados con estructuras de palos, cañas, barro enfoscado. Dichos hórreos o almacenes exentos se renuevan con frecuencia cuando se han contaminado con microhongos (micosis), gorgojos (insectos), sustancias químicas enzimáticas o propiciatorias de procesos descomponedores. (En algunos pueblos de España s se ha estado utilizando hasta hace poco ramas de hinojo para eliminar parte de los contaminantes dada sus propiedades. Sirven igualmente para conservar cebollas, ajos, pimientos, uvas pasas, etc., ramas de tomillo, hojas de eucaliptos, jara). Resumiendo: las comunidades sedentarias agrícolas utilizan mas esparto, fibras vegetales.


Arqueología Hispánica DEL ESPARTO Y EL LINO Los asentamientos de la Edad del Cobre o calcolíticos (por encima de los 4.000 años), como Almizara que, Millares, Tabernas, han aportado pruebas de restos de trabajos del esparto; pero es la Cueva de los murciélagos (Albuñol, Granada) la que ha proporcionado numerosos cestos, capas, gorros, alpargatas hechos con esta materia. Muchos de ellos se han conservado íntegros, completos dadas las favorables condiciones ambientales de la cueva. Aquí en la cueva de los murciélagos se descubrió una escena funeraria impresionante, impactante. Góngora describe la escena. Doce cadáveres se situaban alrededor de una mujer vestía túnica o talar de pie con correas enlazadas. Presentaba un collar de esparto del que colgaban caracolas de mar. El cortejo de personajes vestían trajes hechos con finísimo esparto unos, y, otros, más bastos. Con gorros de esparto cónicos o semiesféricos y calzado igualmente de esparto. Uno de ellos tenía una diadema de oro de tipo argárico. Las pruebas realizadas por el método del Carbono 14 dieron la fecha de 3.500 años antes de Cristo. Aparte de todos estos elementos de esparto se registraron numerosos cestos de esparto finamente realizados. El área geográfica comprendida entre Valencia y Málaga ha aportado unos 30 yacimientos con trabajo de esparto y lino (unos 23-25 de lino). La mayoría de los tejidos de lino han aparecido en las sepulturas de la cultura Argárica fechada entre el 2.000-1.800 al 1.500 antes de Cristo. Dichos tejidos se han conservado gracias a la climatología reinante durante centenares de años y el estar en contacto las telas con objetos de cobre o bronce (pendientes de aros, puñales). El metal al alterarse en sales de cobre impregnó los tejidos de lino preservándolos o dejando su huella en los objetos de metal tras ser reabsorbidos. La impregnación-fusión de los puñales, puñalitos de bronce, cobre arsenical con los tejidos revelan que muchos de ellos fueron envueltos en trapos de lino intencionadamente distintos a la vestimenta de los cadáveres. La trama y urdimbre de los tejidos, el número de filamentos por centímetro cuadrado de los tejidos argáricos se asemejan enormemente a los encontrados en Jarmo precerámico y el Fayum, asentamientos neolíticos de Medio Oriente y Egipto respectivamente. De la Edad del cobre o CalcolÍtico (palabra que quiere decir objetos de cobre y piedra), es el yacimiento de la Cueva Sagrada de Lorca donde se enterró a un niño sobre una estera de esparto quien vestía una túnica de lino. Al lado se encontraba un plato de madera con una bellota y granos de uvas según cuenta Juan Pereira citando a Ayala. El esparto, lino, bellotas y uvas (silvestres o domesticas), son elementos que van unidos íntimamente en ciertas áreas geográficas peninsulares delatando unos tipos de ecosistemas y botánicos definidos por espacios concretos húmedos, húmedos-secos y xerófilos o secos.


Depositar a los cadáveres sobre esteras de esparto, esteras que cubrían un colchón hecho con tallos de esparto, debió de ser una solución practicada en el pasado prehistórico. Este ritual no hace nada más que repetir las formas llevadas en vida. Los vivos dormirían sobre esteras y colchones de esparto costumbre citada por los romanos. Costumbres que ha durado entre la gente humilde hasta hace unas década. Entre la Cuesta de la Reina y Salinas Espartinas (Seseña), las palas que rebajaron tierras para regarlas, destaparon cabañas y silos de almacenaje. La rapidez de la tarea sólo nos permitió excavar parte de estas estructuras casi arrasadas en su totalidad. En una cabaña sobre escavada en el suelo del Bronce Pleno, pudimos observar dos espacios muy limpios de restos sucios producidos por quienes las habitaron hace unos 3.500 años aproximadamente. Sobre un suelo compacto arcilloso se veían marcadas líneas muy finas entre cruzadas que dedujimos hechas por el apoyo de manojos de esparto que compondrían una cama. Al lado d esta cabaña se encontraban un silo-hoyo o silo-pozo muy seccionado del que sólo quedaba unos 15 cm. del culo o fondo. Apareció un entramado de formas longitudinales y pegotes de barro cálcico con pequeñas formas ovoides. No pudimos realizar unos moldes en yeso de lo que consideramos un fósil indirecto de un lecho de palos que aislaban de la humedad bellotas almacenadas conservando la cáscara, hecho que no es corriente

Creemos que tanto el esparto, lino, bellotas, intervinieron en actos rituales religiosos. No hay muchos datos arqueológicos al respecto. La escena, funeraria de la Cueva de los murciélagos (Albuñol), presenta una diferenciación social de los trajes de los cadáveres. El personaje principal central, de cuero. Los reverenciante, de esparto, incluido los gorros cónicos y semiesféricos expresión (los gorros), de una situación especial según las categorías sociales. Las numerosas zapatillas de esparto encontradas en esta cueva, no es ni más ni menos que otro signo distintivo ritualista clasificado entre los descalzos y calzados. En una de las sepulturas ibéricas de El Cigarralejo (Mula, Murcia) calificadas como principesca, aparecieron semillas de esparto. Pendientes y cuentas de collar de oro y marfil con la forma exacta de bellota tenemos algunos datos de la etapa prerromana.

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Las huellas de legumbres dejadas en las paredes de las cerámicas, así como fragmentos de bellotas, paja de cereales y paja de esparto no son fácilmente explicables desde puntos de vista tecnológicos de la elaboración de la cerámica. Dichas cerámicas con la inclusión de estos supuestos desgrasantes son únicas y suelen encontrarse en los poblados principales, rectores. No se trata de soluciones tecnológicas alfareras, sino de ritualizaciones de vasos cerámicos que intervienen en determinados momentos sociales celebrativos: festivos, conmemorativos, funerarios, etc. Los frecuentes fragmentos de “betilos” de barro hallados en los Pontones (Seseña), con numerosos moldes de granos de trigo, no tienen una función práctica consolidante. Algunos de ellos flotan en el agua dada la baja densidad peso/volumen periférico. Dichos supuestos betilos se localizan en un área muy concreta. Las máquinas de la constructora al peinar la capa de cultivo puso al descubierto una gran mancha antrópica de unos 20-23 metros donde se concentraban los betilos dentro de fosas. Precisamente es en esta estructura habitacional social (no individual por sus grandes dimensiones), donde han aparecido las únicas pellas de barro calcinado constructivo que presenta marcas de cuerda trenzada de esparto (un pequeño dato tal vez con carácter prestigioso). Para terminar citamos un caso interesante proporcionado por el poblado carpetano ubicado en el canteras de Yeles o Cerro del Cementerio de Yeles. En el cortado de la cantera de yeso pudimos observar el hueco-molde que había dejado una posible urna de incineración (donde se habían depositado parte de los huesos de un cadáver incinerado). Dicho hueco molde estaba recubierto de una tierra muy blanca (yeso sin cocer en polvo), y en el quedó la marca de una cuerda trenzada (soguilla) de esparto y de tejido (trama-urdimbre cruzada), de lino por su finura regularidad. La interpretación que proponemos es que la urna fue tapada con una tela y atada. Una práctica bastante corriente dentro del mundo funerario ibérico meridional y levantino.

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Las necrópolis que han aportado datos en este aspecto son importantes, con diferencias sociales destacados como demuestran los ajuares funerarios. El cubrir las urnas con una tela indica, entre otras cosas, un signo de distinción. El poblado prerromano de Yeles presenta otros índices distinguidos, importantes, como el de las cerámicas griegas de barniz negro, los exvotos de bronce que los detectoristas de metales han extraído (caballos y soldados con lanza). Es posible que le poblado fuese un centro rector socioeconómico del entono, y, a la vez, religioso. Con un posible templo elemental donde se depositaron los exvotos o figurillas de metal. Los topónimos Yeles e Illescas los entendemos con raíces prerromanas derivados evolutivamente de ilex, “encina”. El poblado situado en el rio Guatén, en la confluencia de restos arqueológicos prehistóricos, protohistóricos y romanos presenta una gran superficie y un margen cronológico desde el siglo VII a.d.C. hasta el siglo I-II a.d.C. (antes de Cristo) en su fase primordial. Un margen temporal que sugiere muchas cuestiones históricas nada ordinarias. De la Edad Media tardía tenemos referencias documentales de Illescas, Torrejón de Velasco, Torrejón d la Calzada, Ugena. Versan sobre las muy fructíferas dehesas disputadas por los señoríos y concejos populares. Se resalta el gran valor productivo en pastos y ballotas (bellotas). Otro de los valores destacados, tiempos más adelante, es el de la calidad del esparto cuya textura extrafina es ensalzada por encima de los espartos manchegos.

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EL ESPARTO COMO Combustible. Queda un dicho que la leña de los pobres, humildes, es la paja, retama, romerillo y el esparto. Pero sobretodo, la paja de cereales. Puesto que el escrito presente versa sobre el esparto, no queremos desviarnos del tema; pero si decir, que un combustible hogareña muy utilizado en nuestra área de estudio desde el Bronce Inicial, fue la paja. En el yacimiento romano de El Quinto (Seseña), en un gran cortado en el terreno que años atrás, aparece un gran basurero cuyo frente norte-sur mide unos 12 metros y la potencia estratigráfica 3-4 metros. En este cortado hemos recogido masas de pavesas carbonizadas de tallos de esparto y retama. No hay noticias al respecto en la antigüedad del empleo de la paja y esparto como combustible. Estas noticias comienzan a descubrirse tras el noticiario que levanta la encuesta o relaciones de Felipe II en el 1575-76. Los de la Sagra declaran que tienen que recurrir para hacer lumbre a los sarmientos y pajas de cereales o tascones. (Los tascones son la parte más gruesa de la caña del cereal que se ha separado del resto de la paja tras el venteado “lanzar la trilla al aire para que se separe el grano de la paja”). ¿Pero realmente el consumo de esparto, paja, retama como combustible hogareño es un síntoma de pobreza?!Sí y No! En muchas viviendas pequeñas con techo realizado con vegetales secos, es un riesgo realizar lumbres que levantan llamas. Se recurre a introducir ascuas de lumbres hechas en el exterior las que se añade paja o esparto procurando que éste no haga haces. Pruebas arqueológicas al respecto hemos descubierto en aldeas calcolíticas y del Bronce en Seseña, Castillo De Oreja. Y de pajas de cereales, esparto y retama, en la villa romana de el Quinto (Seseña). Combustible de paja, esparto y sarmientos usaron las gentes humildes de la Sagra durante el siglo XVI según se deduce de las declaraciones de algunos pueblos contestando al interrogatorio o encuesta de Felipe II. Lo más pudientes gastaban leña de tarayes de los sotos del Tajo donde eran muy abundantes; de encina de El Castañar, S. Martín de la Montiña (Toledo), y de la gran reserva de Manzanares el Real (Madrid).

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En la Edad Contemporánea se fomentó la industria artesanal del esparto en aquellas localidades que disponían de abundante esparto por encontrarse en terrenos yesíferos, margoyesíferos. Además, en muchos eriales estériles de los cerros y cuestas se hicieron plantaciones de un esparto selectivo. De esta forma se pretendía crear una industria que ocupase a muchas familias puestas en la miseria. Las sociedades económicas promovieron las reforestaciones y la actividad deducida en torno al esparto en lugares puntuales, colaborando esporádica (pero muy eficazmente), algunos curas forjando células colectivas vecinales. Gran parte del área seca de la margen izquierda del Tajo, desde Villarrubia de Santiago hasta Yepes incluido, se sembró de esparto y anecdóticamente de encinas y pinos durante el siglo XVIII y XIX. La demanda de carbón de las ciudades cada vez traído de más lejos incrementó el número de carreteras y de serones de esparto (grandes espuertas), o contenedores. Las cajas de las carreteras o recubrición de las varas con esteras de esparto, demandó más producción de tejidos de esparto. Las viviendas hipogeas o cavadas en las laderas de las pendientes aumentaron en gran medida allí donde era factible excavar el terreno. Las esteras de esparto supuso un complemento humilde pero eficaz para cubrir poyos de descanso, despensas, suelos en estos ambientes frescos y a la vez húmedos. Pueblos esparteros como Ocaña, Ontígola, La Guardia, Yepes, Borox, Huerta de Valdecarábanos, etc. quedan señalados y correlacionados con la vida troglodita (en cuevas). Otro tanto se puede decir de Seseña y Esquivias. Concretamente las numerosas cuevas viviendaestablo de los muleteros de Borox, gastaron implementos de esparto con diversos fines. El gran incremento de la producción de vino y aceite a partir de principios del siglo XVI, repercutió en el hacer elementos de esparto para las tareas que conlleva la actividad vinatera y aceitera: espuertas y capazos. Pongamos como caso que Doña Leonor de Acuña era dueña del 50-60% de las tierras de Seseña sembradas de viñas en el 1.507. Que los vinos de Esquivias y Torrejón de Velasco, fueron recomendados como medicina por el médico de D. Felipe II Francisco Valles el “Hipócrates español” desde el siglo XIII y Seseña a partir del 1443 con la repoblación de expertos viticultores como evidencia la aldea anexa de los casares con bodegas con 6-12 tinajas en todas las viviendas. Escrito e ilustraciones: DOMINGO IZQUIERDO MEDINA A.C ARTESANOS Y PINTORES DE SESEÑA OCTUBRE 2010.




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