MURALLAS DE TOLEDO

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DOMINGO IZQUIERDO MEDINA


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ILUSTRACION Desde la Asociación de artesanos y pintores de Seseña junto al maestro, profesor e historiador Domingo Izquierdo Medina, queremos invitar al lector

el

recorrido por las murallas de Toledo. Es de nuestro agrado que disfruten con ello, así pues, pongan un poco de imaginación y a ¡viajar por el tiempo!

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MURALLAS DE TOLEDO

Las personas se han defendido de las alimañas y del ataque de otras personas con distintos métodos, técnicas, estrategias. Desde hace unos 9.000 años se fueron fortificando los pueblos y ciudades como Jericó, situada en una vía comercial importante adquiriendo una riqueza por el tráfico del betún (alquitrán natural y la piedra de obsidiana muy apreciada por cortar como un cristal roto). Las ciudades que han logrado producir alimentos, ganado, objetos utilitarios, metales, sal, tejidos, pieles, en cantidades excedentarias o sobrantes, despiertan la envidia de los demás y se exponen a que sean asaltadas. Las murallas defensivas se hacen imprescindibles. En los tiempos muy conflictivos, inestables socialmente, con una inseguridad social donde el bandolerismo se convertía en un mal endémico, las pequeñas poblaciones hicieron sus defensas en lugares altos. Las alturas ya de por sí ofrecían una defensa natural cuando las rocas de sus cimas están cortadas abruptamente, en vertical. Toledo ofreció estos escarpes en sus colinas pudiéndose contabilizar hasta siete. Sobre ellas se instalaron hace más de 2.200 años las gentes o tribus carpetanas para defenderse de los ejércitos del cartaginés Aníbal quien sometió a los hispano al pago del tributos (joyas, cereales, caballos, animales, pieles), bajo la amenaza de quemar las cosechas y arrasar las ciudades. 5


Aníbal pretendía atacar a los romanos por tierra pasando por Hispania y las Galias (Francia). Cosa que hizo obteniendo unas victorias. Los romanos pasaron a la península hispánica con las legiones o soldados, tratando de cortar los suministros que desde ella surtían a los ejércitos cartagineses situados ya en suelo italiano. Cartagena fue el primer objetivo ya que era el puerto donde se descargaba gran parte de la logística cartaginesa procedente de Cartago (Túnez), su capital. Vencen los romanos y a continuación acometen la conquista de Hispania. No se conforman con depredar las minas de oro y plata de sus montañas y arenas auríferas. Quieren instalarse por las buenas o por las malas. La mayoría de la población española se opuso, pues a los numerosos reyezuelos gobernantes se les acababa su vida privilegiada. Los toledanos seguían en los cerros de Toledo, posiblemente en una de sus colinas a la que habían dotado de murallas. Hicieron frente a las legiones romanas de Fulvio Nobilior, siendo derrotados por este general en año 192 antes de Cristo. Pocos años después (unos siete) fueron los toledanos escarmentados por T. Sempronio Graco, seguramente por haberse enfrentado a los romanos en coalición con otros pueblos como los vettones de Ávila, Segovia. 6


Las ciudades conquistadas (llamadas ópidas) fueron transformadas según los concepto s y organización romana. Hicieron los gobernantes de las ciudades grandes obras en ellas como nunca se había hecho: puentes, abastecimiento de aguas, alcantarillado, teatro, hipódromos. El canal de agua romano que abastecía a Toledo procedía del término de Mazarambroz, a unos 45 Kms. de Toledo. Centenares y centenares de esclavos procedentes de los prisioneros de las guerras trabajaron en las obras públicas o a edilicias, llamadas así porque las dirigían los ediles del gobierno ciudadano. Pasan los años y el Imperio Romano entra en crisis. Los campesinos se arruinan, los esclavos huyen formando grupos de bandoleros. Los bárbaros del norte amenazan con invadir las provincias romanas. Todo este conjunto de factores obligan a que las ciudades levanten murallas hacia el siglo IV después de Cristo. En Toledo quedan restos de trozos de murallas romanas, desfiguradas por otras que se hicieron posteriormente en tiempos del Rey visigodo Wamba, época árabe y después, con los cristianos que habían reconquistado Ciudad Imperial. Toledo fue la capital del Reino Visigodo y, por tanto, había que mantener las sólidas murallas heredadas de la época romana. Tras conquistar la ciudad Alfonso VI el año 1.085, se siguió ampliando y reparando los recintos amurallados. 7


Durante el periodo árabe de Toledo aumentó la población obligando a que parte de ella se instalase fuera de las murallas y a construir otra que protegiese al nuevo barrio o arrabal. Arrabal viene de la palabra árabe Rabat o barrio. Durante el dominio islámico no hubo veinte años seguidos de paz. Unas ciudades se atacaban a otras. Los provocadores fueron los grupos de Beréberes o gentes de Marruecos y Argelia que vinieron con los ejércitos árabes. Grupos que estaban a matar entre ellos. Otros continuos agitadores fueron los mozárabes, antiguos hispanos visigodos señores que no quisieron convertirse al islam porque se les privó de la vida fácil. Córdoba era la capital de Al-Andalus que era como se llamaba a Hispania durante el periodo musulmán. Los emires y califas de Córdoba (jefes supremos) cobraban los impuestos a todas las ciudades de Al-Andalus, asunto que no gustaba a nadie provocando rebeliones. Para hacer efectivo los impuestos y que se cobrasen, había una guarnición de soldados dentro de cada ciudad pero aislada por unas murallas. Esta ciudadela en la que residía el gobernador se llamaba alcazaba. En Toledo se encontraba en donde hoy día está el Alcázar conectada con el Puente Alcántara para poder huir si se producía un violento motín de la población que desbordase las circunstancias. A la ciudad fuera de la alcazaba, se la llamaba al-madinat, que evolucionó a medina. Los apellidos Medina vienen de época árabe que quiere decir “el que vive en la ciudad”. 8


Desde que se hicieron las primeras murallas hasta hoy día, han ido modificándose, reparándose, adaptándolas a diversos factores como el aumento de la población, nuevos sistemas defensivos, etc. Como se ha dicho, las murallas sirven para defenderse de los atacantes y, éstos, inventan numerosas fórmulas para abrir las puertas que son el sitio más vulnerable, o abrir una brecha o boquete en una muralla. Los atacantes cavaban túneles largos desde fuera, en dirección a la muralla, tratando de abrir un boquete para que se desplomara. A las recias puertas de cerrar y abrir, seles abatía con grandísimas vigas con una porra de hierro o bronce, empujada por los atacantes que iban protegidos por un túnel móvil de maderas. Las catapultas lanzaban piedras gruesas contra las puertas y murallas. Podían alcanzar de 75 a 125 metros. Mediante haces de leña encendida arrimadas a las puertas, se pretendía quemarlas. Los defensores tenían medidas defensivas para contrarrestar los efectos de los atacantes. Las puertas se hicieron de hierro. Las torres que sobre ellas se levantaban se hicieron más amplias para instalar varias verjas sucesivas, posicionar más defensores que disparasen mas flechas, arrojar agua y aceite hirviendo. En esta parte existían más ventanas para disparar más ballestas (dardos). 9


La gran amplitud que se dio a las torres de las entradas creaba un túnel que daba cabida a varias verjas. Sobre el techo del pasillo se abrieron agujeros o buhederas para disparar flechas, lanzas, piedras a los que habían conseguido abatir la primera o primeras puertas. No se abrían ventanas en la parte inferior porque debilitaban los muros. La parte inferior de los torreones era macizos, como macizos eran los cubos que de tramo en tramo se colocaban a lo largo de la muralla. Los cubos o torres adosadas a las murallas se hicieron en un principio desde muy antiguamente de planta rectangular, cambiando con el tiempo a la forma circular. De esa manera hacían menos daños los impactos producidos por los disparos de las catapultas o los golpes de los arietes. Las esquinas de las rectangulares se resisten mas a los impactos, de aquí que se hicieron con grades bloques o sillares de piedra bien escuadrados y acoplados. Las murallas se hacían gruesas, de esa manera los defensores se podían apostar arriba tras las almenas. A la Muralla China (de 8.000 kilómetros) la hicieron muy ancha para que por arriba circulasen a caballo y carros los ejércitos, yendo a defender el punto por donde los mogoles pretendían entrar. En definitiva, se convertían en una calzada. Las viviendas de las ciudades no estaban adosadas a las murallas, porque tenían que dejar una vía o camino de ronda por la que rápidamente circulasen a pie o a caballo los defensores.

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En todo tiempo se ha encargado a los ingenieros, arquitectos inteligentes, los diseños y estrategia defensivas. El castillo de Consuegra reúne toda una serie de recursos, ingenios, trucos, dirigidos a poner el máximo de obstáculos a los atacantes. Pero todos los inventos se acabaron cuanto se pusieron en práctica los cañones y proyectiles-bombas con mecha. Castillos y murallas dejaron de servir de sistemas defensivos. Las batallas se decidían fuera de la ciudad, en el campo, no obstante los baluartes defensivos también se readaptaron instalando cañones no ya en las murallas, sino en las plataformas o terrazas que se extendían por delante de las plazas fuertes especialmente de las costas.

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IDENTIFICACION CULTURAL DE LAS CONSTRUCCIONES DEFENSIVAS En Toledo como en cualquier ciudad de España que se remonta a la época romana e incluso anterior, nos encontramos murallas y puertas con partes que pertenecen a muy distintos tiempos. Generalmente la construcción de la parte inferior suele conservarse desde la época romana, ya que se construyo sólidamente, con grandes bloque de sillería escuadrada sobre unos cimientos firmes. Es la parte superior de las obras la que más se desmocha por los agentes climáticos y material más ligero con que se construye ya que hay que invertir un mayor esfuerzo en subirle. Las partes medias en altura, sufren la presión, tensiones de la carga superior, mientras la parte inferior queda anclada, produciéndose un par de fuerzas que las torsionan.

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Desde la época romana las construcciones resistentes se hicieron con obra mixta: el interior del muro o núcleo, era de hormigón (montero de cal-arena y piedra menuda), forrado al exterior por mampostería de sillares (bloques prismáticos geometrizados). Estos hacían de caja o encofrado según se iba elevando el muro. La sillería se colocaba a soga y tizón o solo a soga, según asome el costado o la testa. Lo que distingue las obras romanas de otras es un pequeño detalle, como los hoyitos que se ven en los sillares. Estos hoyitos servían para meter unas pinzas a las que izaba una grúa de poleas múltiples o compuestas.

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Este sistema de amarre de las piedras fue típico romano aparte de otro poco usado copiado de los griegos, como el dejar un resalte sin desbastar sobre el que amarraban las cuerdas. Una vez izado el bloque o bloques se eliminaban los resaltes. Las obras importantes edilicias romanas procuraban que todos los sillares (soga, tizón) tuvieran la misma medida) un dato que las identifica como romanas. El sillar largo medía el doble que el corto. Estas normas se tuvieron en cuenta durante los siglos I y II, siglos cuando se hicieron la mayoría de las obras de ingeniería. En los siglos III y IV y debido a la crisis del Imperio Romano entrando las ciudades en una progresiva ruina económica no se respetan las medidas uniformemente. Se trabaja la piedra según el tamaño que sale de la cantera o de piedra suelta natural. Ya no queda la masa de esclavos de antaño a los que se les pudiera explotar al máximo.

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Durante la época visigoda se hicieron pocas obras, al contrario, se expoliaron los buenos materiales de construcción de las obras de construcción romana para fabricar alguna torre y algún trozo de muralla que se adaptasen mejor al momento. Puesto que eran materiales reaprovechados, cogidos de cualquier construcción romana (templo, domus o mansión de ricos, termas o baños, arcos de triunfo, teatro, circos, foros, etc., etc.), se acoplaban en la construcciones según se iba recabando material, diseñando la sillería un verdadero puzle. A veces aparece en lo más alto de un torreón un sillar enorme que debería haberse colocado más abajo para ahorrar esfuerzos. Las obras baratas, las de los albañiles con pocos recursos, colocan en la parte de abajo las piedras más voluminosas, de mayor peso.

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Este caos que muestra la sillería visigoda continuada por los árabes que conquistaron Toledo, puede confundirse entre sí, es decir, que a veces es difícil saber si una construcción es visigoda, árabe de un primer momento o emiral, árabe de un segundo y tercer momento islámico califal o taifa, e incluso obra posterior de los cristianos que reconquistaron Toledo. Es el caso de la Puerta de Alfonso VI cerca de la Puerta de Bisagra. Es un enigma constructivo; tiene partes atribuibles al siglo X, XI, XII; incluso algunos dicen que tiene obra visigoda. Más claro quedan las fábricas de los siglos XI, XII, XIII, cuando hay que hacer tramos de murallas y torreones de nueva creación y ya no quedan despojos de materiales de épocas anteriores. Al hacerse en estas condiciones, el estilo constructivo presenta una uniformidad general. Y digo general porque también se muestran remiendos incluyendo las obras de restauración en la época de Fraga Iribarne, el gran restaurador del patrimonio histórico nacional. Fue tan grande la labor bajo su ministerio que se pueden confundir las reparaciones actuales con las antiguas obras por lo bien que se hicieron.

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Las construcciones a partir del siglo XI, se distinguen porque no se introduce básicamente los sillares bien labrados excepto en los ángulos o esquinas. Los arcos, se hacen con ladrillos, aunque ya se hacían desde la época romana. Ahora y en adelante los muros se hacen mixtamente, con un núcleo de hormigón ya explicado, y un forrado de mampostería irregular simple, es decir, sin piedra labrada, solo descantillada para asentarla. Se combina la mampostería con cordeles, verdugadas o hiladas de ladrillo. Las hiladas de ladrillo permiten asentar, regularizar, ordenar la construcción, a la vez que hace mas agarre o trabazón dando más resistencia.

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No es una invención árabe, pues ya se aplicó en el acueducto romano Los Milagros de Mérida y en Bizancio (Estambul) Tal vez fue una rememoración mozárabe (cristianos hispano visigodos que convivían con los árabes).

Las hiladas de un solo ladrillo y cajas que miden de ancho unos 30 cms., son las más antiguas, achacadas a los árabes orientales. Las hiladas dobles, con dos ladrillos superpuestos y cajas de 35-40 centímetros son obra de los alarifes (albañiles) mudéjares de los siglos XII y XIII. Según se avanza en el tiempo las cajas son más anchas como las de la Iglesia de Seseña.

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LAS PUERTAS En las ciudades amurallas romanas se abría cuatro puertas en los cuatro puntos cardinales. En Toledo, con una topografía de cerros se forman arroyuelos intempestivos que había que darlos salida. Sobre ellos se abrieron puertas. Otras puertas, las más principales, daban acceso a las vías importantes y puentes. Como la puerta de Bisagra cuyo nombre quiere decir puerta (bid) de los campos (sakra) en árabe. Puerta de Almofada o del vado, que daba acceso al río para aprovisionarse de agua. Las puertas junto a los puentes se conectaban con ellos porque eran puntos vitales a defender y de transito. En los puentes se levantaban torres para defenderlos con las mismas estrategias que las de las murallas. Las puertas se cerraban por la noche al sonar las campanas al atardecer y amanecer. No sólo como medida de protección, también para que no entraran y salieran las mercancías y animales quienes sufrían el impuesto de portazgo o aduana. Todavía a principios del 1.960 se cobraba impuestos por pasar productos, gallinas, jamones, etc.

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Con este dinero se hacían obras de reparación de la ciudad. Los nobles hidalgos, estaban exentos de pagar el impuesto de portazgo por el caballo. Algunas puertas toman el nombre de los productos más importantes que por ellas entraban, como Puerta de Grederos, asignada a pasar las arcillas famosas de Magán para la limpieza personal y de la ropa. Los cementerios, mercados externos, mataderos, basureros, todos ellos situados fuera de las murallas, se situaban enfrente de alguna puerta, como los cementerios de la Vega Baja enfrente de la puerta de Alfonso VI, llamada así porque por ella entró este Rey en el 1.085 tras conquistar la ciudad.

Aunque estaba prohibido tirar las basuras cerca de las puertas, no obstante acabaron inundando el entorno e incluso cubriéndolas varios metro como la de Alfonso VI, donde salieron cascotees de vasijas por toneladas produciendo la alegría de los arqueólogos. Por debajo del Castillo de Seseña, hacia la carretera hay un gran basurero de los siglos XV, XVI, XVII de gran valor arqueológico.

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Autor e ilustraciones DOMINGO IZQUIERDO MEDINA Organiza A.C.C. artesanos y pintores de Sese単a.17/09/07

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