Revista los escribas nº 5 diciembre enero

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Los escribas Revista de divulgaci贸n literaria y artes visuales

N潞 5 Dic. - Enero 2015- 2016


Editorial

Dirección Alberto Calderón P. Jefe de redacción Maricarmen Delfín Delgado Consejo Editorial Jorge Enrique Escalona del Moral Korina Hernández Hernández Rodolfo Cisneros Márquez Gabriela Jiménez Vázquez Juan Pérez Salazar

Contacto Facebook: Los escribas Correo: rev.elescriba@gmail.com Twitter: @RevLos_escribas Sitio ISSUU.com (revista Los escribas) www.revistalosescribas.com

Estimados lectores este bimestre la revista de divulgación literaria Los escribas la dedicamos a los hermanos escritores de Perú, participan varios de ellos mostrándonos parte de su obra por lo que nos sentimos muy complacidos al ir estrechando amistad, afinidades, literarias, artísticas y de toda índole como un vehículo que sirva para una verdadera y desinteresada divulgación en donde las fronteras no limiten a los escritores, igualmente agradecemos a los colegas de República Dominicana, Australia y Colombia sus colaboraciones, así mismo a nuestros queridos amigos del estado de Veracruz y de muchos de los rincones de la República Mexicana. Esperando que este número cinco como los anteriores sea de su agrado, los invitamos a que sigan con nosotros. Finalmente hacemos de su conocimiento que Los escribas llegó en su más reciente publicación a poco más de dos mil quinientos lectores y esperamos que se sigan sumando muchos más, el consejo editorial y la dirección de la revista se los agradecemos. Les deseamos felices fiestas decembrinas y lo mejor para este 2016.

Juntos hacemos más por la cultura La imagen que aparece en la portada tiene por título Redes y es parte de la colección pictórica del autor Rodolfo Cisneros Márquez, que gentilmente nos proporcionó para este número, es miembro del Consejo Editorial de Los escribas


Índice Hijos del sol Maricarmen Delfín D.

4

Cosas de poetas Rodolfo Cisneros Márquez

6

Periculosum Speculo Marita Palomino

8

No sea usted copión Gabriel Fuster

8

Frente al espejo Elsa Báez

9

Melancolía Cristina Sánchez López

10 - 11

El mejor zapatero Lilitt Tagle

12 - 13

Poesía Jorge Ita Gómez

14

15

16

17

18 - 20

21

Una tarde en la colina Eduardo Cerecedo

36

Décima Mario Millán Soto

37

Cantos Breves Lily Varela Farca

Semblanza de Rodolfo Cisneros M.

38 - 39 40

42 - 43

Umbral 44

Luz de otra sombra 45 - 47

La libreta 48

Espectros 50 - 58

Reflejos 59

Desconcierto Denisse Lorenzo

61 - 62

25

Llueve adentro Bernardo Cortés Vicencio

63

26

Tlayol

Basta Koryna Hernández Hernández

34 - 35

22 - 24

Adivina Pedro Manterola

Laura Pini

Guadalupe Martínez Bernal

Amo al mar Gabriela Jiménez Vázquez

32 - 33

Jacintos

Gloria Domínguez

De cuentos y realidades Filemón Zacarías García

Sergio Alarcón Beltran

Roberto Rosales

Serpiente de luz Ma. Eugenia Rodríguez Gaitán

30 - 31

Imperial melancolía

Koryna Hernández Hernández

Lisisca Rodolfo Rondero Rodo

Alberto Calderón P.

Rubén Grados Martínez

Crepúsculo Alfonso Pedraza

28

La botana

José Miguel Naranjo Ramírez

Cuando te sonría la luna Gregorio Maza Ramos

Jorge Enrique Escalona

Centenario de Rafael Solana

Por ello eres fruta fresca y ensoñación a tientas German Jaino Rodríguez Aquino

Entre voces

Mario Millán Soto

65 - 66

27

Mientras duermes Yolanda Aguilera Bazán

68 - 69


Maricarmen Delfín Delgado Xalapa, Ver. México

HIJOS DEL SOL Brotaste del dorado metal enclavado en la tierra por voluntad de Inti, cual manantial sagrado que sale al mundo para fertilizar los montes con el espíritu sabio y la sangre guerrera, te sostienen las montañas y los ondulados valles por donde se retuerce la cordillera andina como la espina dorsal imponente que recibe el abrazo del mar en el Pacífico. Tus raíces te sujetan, tu esencia permanece desde su nacimiento en el Valle del Cuzco o tal vez fue de Pacaritambo, el lugar no importa, lo trascendental es el pueblo surgido como fruto amoroso de Manco Capac y Mama Ocllo, la dinastía real semilla de sus entrañas al mundo, legado de piel morena y poderosa, reencarnación del cóndor que majestuoso abre sus alas ante el imponente espejo azul del Titicaca. Amerindio aún quechua te resguardas del mestizaje obligado, sobreviviente de la cruenta invasión española que casi borra la estirpe pura de donde naciste cual riachuelo emanado de las faldas del Huascarán, la historia y el destino te han hermanado al mestizo y al asiático con el lazo genético de yawar inca. Con tus manos das vida a los diseños shipibos reflejo de tu cosmovisión plasmada en los tejidos de perfecta geometría donde el arcoíris quedó atrapado, como lo están las aves, las flores y la vida campesina en tu mate burilado, de tu cincel nace el símbolo cristiano que adoptaste para plasmarlo con retablos que como terrones de azúcar brotan de las piedras de Huamanga. Haces de la madera la materia ideal para mostrar al mundo la creatividad nacida de tu alma, con formas que reflejan el amor a la vida, al mundo y a la tradiciones que dignamente conservas, mezclándolas con el barroquismo. Efímero pero trascendente es el arte que vas creando hora tras hora como gotas de rocío en el cristal, dedicación absoluta y paciente esfuerzo para transmitir por sólo unos minutos la belleza plasmada en las flores hechas imágenes en un tapete vegetal. Chulucanas como horno pródigo que cocina las figuras ancestrales color de la noche y venas carmín donde el bruñido las convierte en estrellas terrenales, destellando la noble y tierna sabiduría vertida en cada pieza, propia de tu estirpe artesanal.


Tus muertos siguen vivos con el ritual convertido en magia artística, retornan a este mundo con los recuerdos impresos en las lápidas donde grabas lo que fue su historia, das luz para que sigan el camino de regreso a casa con la cera modelada, bellamente decorada dando forma a los cirios acompañantes de tus patronos en la peregrinación. Das alimento al finado y al que no lo está, amasando el cuerpo del trigo formando figuras perfectas que como caireles adornan las T’anta Wawas. Rica es la fiesta en el Día de todos los Santos caminando juntos en la Procesión de Ayacucho. Tu mezcla aborigen e hispana abonada con las castas asiática, africana e itálica, te marcan con un abanico cultural, en cada pliegue se posicionan con fuerza la gastronomía, la danza y el legado literario, manifestación que materializa el sentimiento y tiene en César Vallejo a un Hermes, esparciendo la expresión artística de la belleza por medio de la palabra. Peruano, hermano de tinta y letras, te abrazamos cálidamente con el corazón impreso en las páginas de este legajo para mezclarlo con el tuyo.

Patos,

Rodolfo Cisneros Márquez


COSAS DE POETAS Rodolfo Cisneros Márquez Oaxaca. Mex.

Después de un tiempo de conocerla me di cuenta que se parecía mucho a mí en lo soñadora, lo complicada y lo poeta. Le tenía un gran cariño, una admiración por su talento y por su libertad. Aquella noche cuando terminó la reunión en su departamento las dos nos quedamos tomando a gusto. Yo le dije: - Lo que más me gusta de tí es que eres como yo. - ¡En serio! ¡No lo puedo creer! - Sí. Te admiro y me gusta que tengamos esas afinidades. Ella sonrió y me dijo: - ¿Por qué no me lo dijiste antes? - No lo tenía claro. - Te imaginas todo lo que vamos a hacer y disfrutar juntas. - ¿A qué te refieres? - A las señales que me das, también tú no me fuiste indiferente desde que te vi. - ¡¿Cuáles señales?! Me puse nerviosa cuando me di cuenta que la plática marchaba para otro lado y más cuando ella me tomó la mano y me quiso besar, mi celular sonó. Rápido conteste y me fui al baño. Era mi esposo me dijo que no tardaría en pasar por mí. Yo estaba sorprendida y hasta lo borracha se me quitó. Me eché agua fría en la cara. No era posible lo que pasaba. Decidí aclarar la situación, antes de que se complicara más. Respiré profundo y salí decidida. Las cosas empeoraron. Mi Amiga me esperaba desnuda con una cara de loba en celo y una copa en la mano, la cual dejó en la mesa de centro y se abalanzó sobre mí. Yo le grité que no. Forcejéanos, ella me dijo: - ¡Con que quieres danza de apareamiento! En una lucha dimos vueltas en la alfombra. Pude esquivarla. Le ofrecí disculpas y le aclaré el mal entendido. Ella enojada me dijo: - ¡¿Cómo, una confusión?! ¡Explícate! - No me gustan las mujeres y no me imagine que a ti sí. - ¿En serio? - ¡Sí! Yo me refería a que tú y yo somos afines en que las dos somos soñadoras, complicadas y escribimos poesía. Nada más. - No es cierto, esto fue una trampa para que me confesara contigo ¡Qué oso me hiciste hacer! - ¡Relájate! Nadie te vio. No voy a contarlo ¡Te lo juro! Yo respeto tu vida privada. Además siempre me has dicho que una poeta no debe tener prejuicios pero sí un amplio criterio, para escribir con libertad.


Se escuchó el timbre y le dije: - Es mi marido. Rápido, la ayude a vestirse. Cuando nos despedimos nos dijo que su esposo regresaría al otro día de un encuentro de poetas. Nos invitó a que los cuatro nos fuéramos a Veracruz de fin de semana. Aceptamos la invitación. Después nos dimos un beso de despedida. Con el sol, el mar, el viento, la mota, la coca y el alcohol nos extasiamos. Mientras nuestros maridos se fueron a bucear, fuimos libres cuando las dos nos entregamos apasionadamente en aquel hotel, pero nuestra poesía no mejoró.

Redes Sociales,

Rodolfo Cisneros Márquez


Periculosum Speculo Marita Palomino

Lima Perú

Transitaba una tarde de invierno a paso rápido por la acera llena de gente en una calle, muchas tiendas y escaparates. Sumida en mis pensamientos, iba yo, cuando de pronto me sorprendió una señora mayor de gesto adusto frente a mí, ella vestía tal como yo, reconocí inmediatamente mi bufanda de colores, su cara cansada me pareció familiar, desconcertada seguí caminando y, de pronto, encontré otro espejo, le sonreí y me encontré con mi verdadero yo, ¡ufff! ¡qué alivio!

NO SEA USTED COPIÓN Gabriel Fuster Veracruz. Mex.

Si me rasco la cabeza, el otro hace lo mismo. Si pongo una cara triste, el otro la repite. Si desafío a hacer el bizco en un convencido mohín, el otro muestra igual destreza. Es un juego prolongado y simplón entre los dos para medir fuerzas hasta que la timidez quede atrás. Por eso te esfuerzas a tu vez por ignorarlo, por ser útil. Pero no es fácil. -¡Basta, deja de imitarme! ¡Me irritas! ¡Nomás te comportas como estúpido! -¡Estúpido tú, soy tu espejo de baño!


Elsa Báez Santo Domingo

Frente al espejo Una vez más me encuentro saltando entre las grietas, Convaleciente... Acumulando alaridos, mientras cierro las ventanas la oscuridad salta y me quiebra. Podría entregarme y provocar una asfixia, pero se detiene... Abro las ventanas y descubro otros caminos. Recorro con dolor esas nuevas rutas para conocer el terreno y desdibujarlo. Presto más atención, mientras una vorágine viene tras mi cabeza. Sin destino, continúo corriendo hasta atravesar las fronteras y allí, otras fuerzas me devoran.


MELANCOLÍA Cristina Sánchez López

Colombia

Busco mi garganta, con desespero. No me acostumbro a ver pasar los recuerdos, como si fueran campanas graves o, noches frías que se apoyan como bestias en mi cuerpo . Pero, llueve, al mediodía, llueve, y, parece que las naves purgaran sus errancias cuando, el sol, ya entierra los pasos, como arrugas en mi frente. Tantos rostros empobrecidos, que empujan las puertas de mi corazón y, el tiempo, como agua, sonámbulo maquinista, no me deja respirar. Estoy contando mis cicatrices, las que, no dejé en la tumba de ayer, porque, no cabían todos los muertos, que nunca son borrachos, extranjeros, en mi bar. De repente, paso a mis sonrisas -y, me duele-, antes de que escapen, como el viento, insomne, hacia el silencio inmóvil o se metan en las piedras, como semillas, que rebotan en el suelo de su anemia . No me acostumbro a esta locura, que me hiere, y, que le pertenece a todos los que caminan entre orugas, amuletos de los que tienen fe en su tristeza alarmada y en la cal. Pero, veo todas esas fábricas de sombreros y de trajes, enemigos de la desnudez pensativa del dolor, y, me encierro, en mi cuerpo, que rechina, con los vagones del aliento, retrasados…


Yo no olvido la desbandada de los sueños por las tardes, tan rebeldes, y, en un diario de vigilias y desvelos, recolecto las palabras, con que, enjugué mi soledad. No me acostumbro al tiempo seco, convertido, ni al eco reposado de los impostores breves, que cierran el cielo, cuando, va a llorar: soy, como la que busca su garganta, con desespero, porque, la melancolía, se parece al mar.

La ventana, Rodolfo Cisneros Márquez


EL MEJOR ZAPATERO Lilitt Tagle Orizaba, Veracruz Rodrigo, zapatero de oficio, abrió un pequeño negocio de remiendos en una empedrada y florida calle de su aldea natal la cual estaba insertada en una hermosa región rodeada de muy altas y verdes montañas. El zapatero Rodrigo tenía un hermano apodado “Toro”, con quien compartía el oficio. Tal hermano le visitaba a diario, cuando se dirigía a su propio negocio ubicado unas calles más abajo, al cruzar el puente. Tan gran movimiento comercial se generaba alrededor del industrioso Rodrigo, que Toro decidió mudarse a la misma callejuela, y sin pensarlo demasiado, puso manos a la obra. En un dos por tres cargó una mula con su banco de zapatero, hormas, pinzas, martillos, tachuelas, cepillos y tintes, alquiló un localito no muy ambicioso frente a su exitoso pariente remendón y un sábado, al rayar el día, para aprovechar la llegada de los arrieros de la región que traían sus mulas cargadas de legumbres, semillas, quesos, verduras y otros artículos de campo a vender al pueblo, abrió su zapatería, sin antes haber pagado dos reales a la mujer del tabernero local para que escribiera, sobre un pedazo de madera carcomida de humedad que encontró en el camino, el siguiente aviso que colgó en la entrada: “Toro, el mejor zapatero de esta villa”. La clientela, como sabemos, que actúa más por novedad que por convencimiento, eligió llevar, en adelante, sus composturas a este recién llegado remendón. Atraído por la fama que la Cuadra del zapatero había ganado ya en el pueblo, y necesitado de recuperar las ventas que había perdido por culpa de Rodrigo y su hermano Toro, un tercer artesano del zapato, a quien conocían como “Eloco Chávez”, establecido en el pueblo vecino, pensó para sus adentros: Estos tíos son unos buenos para nada, yo, soy el mejor zapatero de la región de las altas montañas, y he perdido mi público gracias a la fama que tiene esa callejuela endemoniada. Voy a mudarme allá.


Dicho y hecho, no había pasado un mes desde que Toro abriera las puertas de su changarro cuando Eloco Chávez colocó en la entrada de su poco iluminado taller, un letrero que anunciaba, sin lugar a dudas, su superioridad técnica sobre los otros dos: “Eloco Chávez, el mejor zapatero de esta región”. La gente, voluble como suele ser, inmediatamente quiso gozar de los beneficios de tener un restaurador tan competente de calzado y se cambiaron con él. La cosa no paró ahí, un domingo, en el atrio de la parroquia, a la salida de misa del mediodía, horario y sitio que en los pueblos chicos concentra la mayor cantidad de personas tanto importantes como anónimas, apareció en el horizonte un tal Fito Pérez, quien había llegado al pueblo a indagar qué diablos estaba pasando con el negocio del calzado pues cada vez tenía menos clientes allá, en la ladera sur de la cordillera. Los vecinos le aconsejaron que se diera una vuelta por la Cuadra del zapatero. Fito así lo hizo, y obtuvo luces sobre el asunto que había venido a investigar. Como hombre acostumbrado a no dejarse de nadie, Pérez consideró que sus colegas se habían quedado cortos y que él podría fácilmente opacarlos gracias a su inteligencia y gran visión. Cerró su localito de las cercanías, acarreó sus cosas con ayuda de una yunta de bueyes que le prestó el clérigo de su localidad, y se apersonó en el mejor local que pudo conseguir en la calle empedrada, sin importarle el precio del alquiler, pues el clérigo le ofreció todo su apoyo, incluyendo el económico. Colgó un letrero en la entrada de su changarro que rezaba vanidosamente: “Fito Pérez, el mejor zapatero de este estado”. Ante esta oportunidad que se presentaba, los ciudadanos no tardaron en acudir a cambiar la media suela de sus mineros, a que les cosieran sus sandalias, a que les pusieran virones y hebillas a sus botas, y a cambiar color o simplemente lustrar su calzado de fiesta. Para entonces el zapatero Rodrigo, veterano de la cuadra por así decirlo, sopesaba la posibilidad de mudarse a barrios vírgenes de remendones. Necesitaba hacer algo para conseguir el semanario que su mujer le exigía imperiosamente para alimentar a sus pequeños hijos. Como no falta un listillo que dé consejos que nadie pide, aunado a la audacia que provocan el hambre y los reclamos de la mujer de cada quién, Rodrigo colocó el siguiente aviso en la pared de su negocio: “Rodrigo, el mejor zapatero de esta cuadra”. Ante esta noticia, los vecinos reaccionaron de la única manera que sabían y que además, era la que su juicio y sentido común les dictaba: regresaron con Rodrigo.


Jorge Ita Gómez Lima Perú

Con pañuelos de seda rasgo las vestiduras de un enjoyado violín música es la sangre que le brota a chorros de su tierno diapasón

A pulso firme escribo lo que no sé si leerás alejado de todo mundo a puro gozo hago mío indescifrable música dictada por el viento


POR ELLO ERES FRUTA FRESCA Y ENSOÑACIÓN A TIENTAS Germán Janio Rodríguez Aquino Lima, Perú

Yo he ido recolectando piedras y flores salvajes de los campos más extensos y áridos, y he visto pernoctar tu cuerpo en el reflejo de la arena candente y taciturna, caerse palmera tras arbustos, secos y estropeados, rendirse árboles y ramas como troncos y brazos quebrados por la maleza. Ahí has aparecido tú, con el color de las perlas y el océano zigzagueante, has hecho magia con tus manos reverdeciendo los campos, sembrando maizales. Has coronado el pasto con un verdor del más puro aliento de tu boca, de tus pasos extasiados en las calles, como un vendaval que arrulla y merienda su tempestuosa calma, como una manera de erigirse en un digno sabor de fruta fresca y ensoñación a tientas. Por eso es que te adoro, mujer fértil, gatita vivaz de mis madrugadas somnolientas. Por eso describo tu aroma como la dulce satisfacción de la caricia en su abrazo tan eterno. Por eso vivo en medio de los campos, templando tus ojos para el próximo verano, donde arderás prístina y fogosa, liberando los pantanos y el charco de barro con esa luz que sólo desprenden las ninfas como tú, desde una morada más que milagrosa. Ahí estaré con mis manos junto a las tuyas. Mi corazón desvelado hablará de tus instintos, me cubriré de sermones y un tanto de remedios caseros a esperar la ofrenda con que mitigas esta extraña furia, este impío y veleidoso trance, esta acostumbrada espina que nos deja y nos persigue cada tarde.


GREGORIO MAZA RAMOS

Poeta y narrador, natural Piura, Perú

CUANDO TE SONRÍA LA LUNA Cuando mires el sol
 y te hablen los ríos,
 y te sonría la luna,
 ya no estaré.
 Ya no estaré. Y cuando descubras las rosas
 que mi corazón sembró
 al pie de tu mirada,
 por fin entenderás que para ti
 era este cariño. Y cuando extrañes mi canto,
 y me busques en cordilleras de alegría, 
 el viento te brindará mi soledad de algarrobal,
 y en otros campos oirás mi trino.


El canto

Rodolfo Cisneros Márquez

Minificción CREPÚSCULO

Alfonso Pedraza D.F. México

Tarde. Después de una larga jornada de surf tomo el suburbano. Al entrar, me sorprenden un denso aroma de mar y el piso cubierto de arena húmeda. Camino con cuidado para no resbalar. Un silencio cargado de sopor me hace levantar la vista. Todos los pasajeros están quietos, muy quietos, pálidos, rígidos, con una mancha rosada en sus torsos desnudos; diríase un intenso beso pintado. Al fondo, uno de ellos carga una enorme caracola en su pecho; el hombre gime, se agita y luego calla. La caracola parece sentir mi presencia y gira mostrándome su gran estoma rosado, acechante. Mi primer impulso es huir pero, al avanzar entre todos esos seres, observo la magia que despiden sus caras: placidez y éxtasis.

Casi sin darme cuenta, me detengo, ocupo un asiento vacío. Espero.


Rodolfo Rondero Rodo Cusco, San Martín, Perú

LYSISCA La tarde empieza a decaer, cansada de tanto trajín en las calles, donde se tejen los destinos, y cuando el sol termina de despedirse, le pone un poco de rubor a las nubes que se esconden en las sombras; aparece entonces, caminado, con frescura de viento marinero, con la ondulación de las aguas en altamar, la bella Lysisca, cuya mirada brilla detrás del velo artificial del rímel con que peina sus pestañas. - ¡Guapo...! Es su palabra favorita con la que entabla rápida amistad, con quien demuestra interés en su figura deslumbrante de hembra, hembra de la calle, la que sin que se busque, se encuentra sin dificultad. Su deambular nocturno por calles y bares, es de circuitos variados, algo así como para no aburrirse, primero un barrio, y luego otro, descansando los sábados y domingos, cinco días de trabajar arduamente, para llevar el pan a su hogar. Su madre sabe que es enfermera, y su hija, ignora de donde y cómo se financian los gastos de su educación. En los cinco años que ejercía como prostituta, se había cuidado de hacerlo con astucia, buscando sus contactos entre personas que mostraran signos de tener un nivel cultural aceptable (así era como definía a quien tenía su automóvil y vestía con camisa y corbata) para su protección y como microempresaria, aseguraba de que se minimicen los riesgos. Esa tarde había salido con la intención de hacer algo, que no la llevara por situaciones de las que tanto disfruta y le gustaba encontrar, es decir aquellas, donde la emoción se manifiesta con una alta carga de adrenalina; le gustaba jugar con fuego, caminar al borde del precipicio, lanzarse en ala delta, patinar sobre las olas del mar, jugar a la ruleta rusa y jugar en cuanto juego peligroso, pudiera proponer el acompañante, que le toque en turno. Quería simplemente, hacer uso de sus conocimientos sobre el arte de despertar a Eros, haciéndolo irrefrenable y placentero, y así fue cómo se encontró jugando en una sesión privada de streptease, delante de un fogoso y medio ebrio político, que parasita en las fauces del estado.


Hizo las delicias del embriagado congresista, tocándole con suavidad desde la base de la nuca hasta los glúteos, siempre las zonas que no se pueden ver si no es mediante un espejo, pertenecen a la zona de misterio enriquecida por las terminaciones nerviosas, excitando y encendiendo sensaciones que se manifiesten en una oportuna erección. Lysisca, mantenía la estrechez de su cintura y su esbeltez que en complicidad con la media luz, destacaba magistralmente, sobre todo cuando danzaba como ballerina, pudiéndose apreciar que sus senos permanecían rebeldes e incólumes, frente a la geotrópica fuerza de gravedad. El abrazo y los intercambios de besos, favorecidos por la experiencia de la pareja, fueron por el camino que conducía directamente a un orgasmo bien logrado, de los que hay escépticos que no creen, pero que sí se producen, cuando la devoción por el placer, envuelve con furor a los amantes, que al olvidar sus inhibiciones, superan sus complejos... Sobre la mesa, estaban servidos dos “Cuba libre”, que el congresista fue bebiendo en silencio, mientras se reponían del agotamiento con el que había concluido el encuentro sexual. Ella, lo contemplaba sentada en el sillón, era un niño grande y torpe manejando el teclado de la laptop y estuvo revisando sus correos, con aire de preocupación, hasta que le preguntó, como quien le hace una atención: .- ¿Te gustó...llegaste? 
 .- Sí, mi rey eres un campeón, ¡Cómo no te conocí antes! 
 Regresó a su casa, pasada la media noche y se durmió sin dificultad; llegado el medio día, se empezó a despabilar para almorzar con su madre, contándole la historia de haber atendido en emergencias a un congresista, y que le había entregado su tarjeta como muestra de agradecimiento, invitándole a que postule como candidata de su partido, en las próximas elecciones... 
 Los encuentros del pecado de lujuria, se fueron haciendo más frecuentes, hasta que convirtieron a los amantes “ocasionales” en una pareja estable. Se habían llegado a compenetrar el uno con el otro en forma sorpresiva, salvando los inconvenientes, que significaban un escollo, incluido el estado civil del congresista, lo que les obligó a que alquilaran una habitación en el centro, cerca al Palacio Legislativo.


Más adelante ya divorciado el congresista, hizo a Lysisca su conviviente y empezó a sentir sensaciones de éxito, en sus intervenciones parlamentarias, pues además de amante ardiente, ella le fue trasmitiendo sus experiencias sobre los problemas de seguridad ciudadana, tráfico de drogas, pobreza, analfabetismo, corrupción, extorsión, trata de personas, y por otra parte tenía por añadidura la habilidad de trasmitir y comunicar, dando esta maravillosa performance como resultado, que la bella dama de la calle, sea reconocida como una gran asesora, despertando la envidia injustificada por cierto, de los dignos miembros de la Cámara Legislativa. 
 El congresista que fuera incluido en la lista de candidatos, por el único mérito de levantar en hombros a los líderes cuando había manifestaciones, pero que además de eso, lamentablemente no tenía otros talentos, empezó a destacar entre sus colegas que lo eligieron Presidente del Parlamento Nacional.

El prestigio ganado, no fue superado por ningún otro congresista, lo que le valió para volver a postular y nuevamente salir elegido. Lysisca vivía con su madre y su hija en una cómoda residencia; el nuevo status proporcionó a la estudiante los medios para educarse en un buen colegio, estando ahora en marcha, el proyecto de viajar para estudiar con una beca a alguna universidad del extranjero. Lysisca dejó de ser tal, para convertirse en una respetable dama, que hoy alterna en las ceremonias oficiales, con su verdadero nombre, disfrutando sobre todo, de las recepciones que ofrecen las embajadas que obligatoriamente invitan: al congresista “y señora”, cada vez que celebran algún acontecimiento, como por ejemplo, las efemérides nacionales. La felicidad que embarga a las esferas oficiales, dista mucho de los apremios y sinsabores por los que cada quien ha pasado antes que fuera ungido en su cargo. Esta felicidad, también dista mucho de lo que los electores pasan debido al descalabro económico, y el alto grado de corrupción que potenciado por el índice de criminalidad, azota sin piedad a millones de familias. En una capital europea, se está preparando con esmero la instalación de la familia del ex congresista, a quien le estarían encomendando la representación diplomática de su país, con la curiosa coincidencia de la postulación a una vacante, para estudiar ciencia política y social, otorgada a su hijastra y también, a su retiro de la compleja palestra política.


SERPIENTE DE LUZ

Ma. Eugenia Rodríguez Gaitán

Todo tu cuerpo es luz que atraviesa mi memoria explosión de partículas iluminando la vereda anochecida ceguera instantánea en los campos de amapolas cuando estalla al filo de la aurora luminosa serpiente que repta mortal entre las sombras. Tu luz es el conjuro anclado que despierta a la tierra relámpago que abre puertas al abismo primario de la bruma cuando desata los párpados dibuja cuerpos sin reposo y pinta la yerba mi piel y sus prodigios.

D.F. México


Filemón Zacarías García Tlapacoyan Veracruz

DE CUENTOS Y REALIDADES

“Mexicaaanos al griiito de gueeeeerra, el acero aprestad y el bridoooón y retiemble en sus ceeentros la tieeerraaa, al sonoooro rugir del cañoon”… Es un lunes de junio, húmedo a rabiar. Retumban en lo alto y descienden por la cañada las tesituras diferentes de 35 alumnos entre infantes y pubertos de 1º a 6º grado y de su maestro, Rafael, que con cara de circunspección, mueve en la diestra una varita de limonaria a manera de batuta. Subiendo el último tramo por entre los jarales y saúcos, escucho a Rafael dando las indicaciones con voz paternal: “Díganle a sus padres que lean junto con ustedes los libros que se llevaron y que llenen la cartilla de lectura para que veamos cuántos han leído en familia…” Sonrío complacido. A pesar de lo abrupto del lugar y de las carencias materiales, el universo de trabajo de esta escuela unitaria, me asombra siempre, la RIEB aquí, es un estandarte sobreentendido y sin burocracia. La competencia lectora es una tarea colectiva que irradia su semilla sin los engorrosos formatos obligatorios. Acá arriba, siempre me pregunto ¿A qué cabrones vengo en mi carácter de supervisor? Si sólo basta ver como circulan con desparpajo decenas de libros entre los niños. Si sólo basta ver al humilde salón de tejamanil reluciente de limpio y de cal, sus baños de barro, sus bancas de cedro, su cancha de tierra apisonada, lisa y retadora. Por doquier se aspira el sudor solidario de los padres convencidos de que la faena enriquece el bienestar de sus hijos independientemente de eso que el maestro intentó deWinirles como Consejo Escolar. Basta ver los rostros maduros y profundos de los niños para intuir que aquí se está gestando el cambio que queremos.


De pronto, mientras respiro y me recupero de la subida, descubro la verdadera y única

razón por la que vengo a supervisar esta escuela: para oxigenarme los 30 años de servicio que me empiezan a pesar, a llenarme de la esencia de este centro de trabajo, para ver si puedo traspolarlo a otros lugares, para comprobar que el cambio está en la escuela y en los maestros, no en el titipuchal de circulares y memorándums que me tienen hasta la madre en la oWicina… Sí, a eso vine. Pero en esta visita me enteré de algo que les debo contar para ver si logro hacer que la fuerza de los Rafaeles dormidos despierte, baje de la sierra e inunde su corazón. “Ese junio recién lavado. Los zapotes y los mangos hierven de vida. Y a Juanjo, el camino serpenteante de su casa a la escuela le perfuma el esfuerzo a tomillo, a malvas, a pubertad y a ilusión. Allá en el oasis escolar le esperan, no sólo la lección y los juegos, también María, con esos ojos de aceituna donde escudriña de cuando en cuando los albores de un amor de ópera prima. Los insectos que le brincan al pantalón no le molestan, le apresuran para gozar lo más pronto posible de la ineludible algarabía de los viajes imaginarios que emprende apenas abrir sus libros, o reWlejarse en el ámbar de esos dos luceros aceitunados, de 12 años crecidos al viento. —Buenos días les dé Dios —dijo, y saludó de mano al maestro. —Buenos días compañero. —Se escuchó al coro desigual. Colocó su mochila al fondo, en un estante improvisado con rejas de naranjas. Tomó una silla y se integró a la clase. —Oye Juanjo —dijo el Profesor—. ¿Pudiste pasar el caño sin contratiempos o te tuvo que ayudar Don Lupe? —Pasé sin problemas maestro —contestó presuroso—. Ora no creció mucho y yo siempre traigo mi vara para revisarlo —contestó con orgullo. —Pensamos que no venías con el aguacero de anoche —medió otro niño. —No me gusta faltar —concluyó Juanjo, mirando de reojo a la niña de al lado. Sus mejillas sonrojadas pasaron desapercibidas para los demás, pero no para el profesor que se apresuró a continuar la clase. Esa era la rutina del niño: un camino largo de ida y vuelta, sus clases, su almuerzo y de vez en vez sumergirse en esos ojos de alborada que le producían retortijones y un sudor inoportuno cuando “ella” se acercaba. De regreso. Al sopor del mediodía, le zumban los oídos y el sombrero de palma no basta para espantarse los zancudos y el canto de las cigarras. Camina y corre por tramos, baja, sube, atraviesa Wincas de café, naranja y plátano y el sudor le refresca la expectativa para llegar a casa y saborear las cholotas con las que su mamá le recompensa la hora y media de aventura verde y exuberante que tiene que recorrer cada día.


Al ocaso, el cielo se puso denso, el cobalto d e l a s n u b e s s e desgranó en intenso aguacero iluminado por los relámpagos de m a l f a r i o q u e retumbaron en el río d e a l l á a b a j o cimbrando a las hayas y los ahuehuetes. Sin embargo, el siguiente día amaneció claro y radiante. Algodones de niebla colgaban de las montañas y el humo azulado que salía de los jacales hacía cortinas al sol, que tímidamente regalaba su halo bienhechor por entre los altos encinos. — ¡No vayas hijo! —Gritó la madre casi sin fuerzas, con las trenzas rozando el nixtamal en el metate—. El aire tuvo fuerte anoche y quién sabe cómo llovió pa’ rriba. —No te preocupes amá. Mira el sol, ¡Va a estar bueno el día! —Le alcanzó a gritar Juanjo desde el portalito de tarro, pero con los ladridos de adiós de Cochiloco, ni madre ni hijo se escucharon claramente. Juanjo apresuró el paso, el sol bañaba su Wigura cada vez que aparecía entre las matas de plátano, y el olor a yerbabuena le abreviaba el apetito anunciándole que tenía que correr si quería llegar antes de la hora de entrar, para que le diera tiempo de saborear el café y los ricos tamales que tanto le gustaban. Eso fue lo primero que encontraron. Las hojas de maíz de los tamales Wlotando su mal agüero por entre los peñascos del río, el sombrero atorado en un tronco; y pasando los rápidos… estaba Juanjo, parecía dormitar en una cama de piedras, con sus ojos incrédulos mirando al cielo de ese junio inclemente, tan alto y azul… como su alma de niño. A un lado del cuerpo estaba la mochila escolar como si hubiera querido protegerla. Cuando sus amigos llegaron a llorar desaforados, alguien rescató de entre los libros, una Wlor ya seca, que ella le había regalado aquél día memorable de rezos y secretos en la capilla. Estaba atada a un sobre increíblemente seco que el profesor leyó más tarde en su cuarto, a la luz de un quinqué y con un vaso de aguardiente para mojar su impotencia y esconder sus lágrimas. Era un poema, sí, para la niña de los ojos de aceituna, escrito la víspera, por su alma ilusionada, cuyo espíritu parecía recitarlo entre los truenos y relámpagos que iluminaban la cruz y apagaban las velas…en el río de allá abajo.


AMO AL MAR

Amo al mar y su lenguaje el aliento de su brisa en mi rostro, y la danza de su oleaje. Amo la blanca arena

Gabriela Jiménez Vázquez México D. F.

que dibuja la huella de mi paso.

Amo la maravilla de la aurora y el ocaso, al suave viento que enreda mi cabello. Amo el canto del ave que sobrevuela su espacio.

Amo el estruendo y la espuma que gritan su existencia. Amo la luna y su velo de novia en la inmensidad de mi noche.

Sin embargo, tanto amor es insuficiente y mi corazón entristece, ante el paralizante frío de tu ausencia.

Fotografía Alberto Calderón P.


Pedro Manterola Martínez de la Torre, Veracruz. México.

Adivina en dónde estoy, pregúntame quién soy, intuye de dónde vengo, descubre a dónde voy. Pasmado frente a ti, arrodillado a tu diestra, sentado a tus espaldas, de pie justo a tu izquierda. Dime en qué parte se hizo el mundo, hacia qué sitio se inclina el corazón, de qué lado caminaba el día que me detuve un instante junto a ti, cuál de mis ojos el que más te quiere ver. Tú no sabes vivir indiferente. Da vuelta a la página, corrige el índice, aproxima el preámbulo, cambia la trama, escribamos nunca y juntos el epílogo. Lee mis labios, hojea estas palabras de autor desconocido, letras de un clásico sin nombre, versos que no saben llegar a tus oídos, texto antiguo que nunca es el mismo, tentación de diarios que podemos escribir a cuatro manos, una cita tuya entrecomillada en mi memoria, edición ilimitada de caricias, pasos que siguen tu alfabeto, libro que termina en donde empieza, segunda lectura, credo y evangelio. Génesis, cantar y sus cantares, salmos sin Apocalipsis, obra insuficiente y necesaria, manuscrito que nunca está de moda, cuentos que se cuentan con el alma, reseñas que no saben nuestra historia, novelas que son rezo, alucinación, música, pensamiento, diálogo, oleaje que te llena de ideas claras y sutiles, mundos que están aquí y en cualquier parte, hoja en blanco que derrumba los prejuicios. No finjas a mitad de esos renglones desidia, concentración o indolencia. No eres ni puedes ser igual a las demás. Dame tu mirada, busca mis significados, reinventa mis palabras, enseña en mi biografía tus vocales y todas tus consonantes, explica nuestra crónica que es odisea, entrevista y episodio, narración que se revela con tus ojos. No somos fábula, ficción, ensayo, elegía, anécdota o leyenda. Tampoco somos épica, tragedia, drama ni epopeya. Seremos siempre canto, lírica y romance. No eres desde dónde ni hasta cuándo, no somos paréntesis, comillas ni puntos suspensivos, no eres ésta, esa o aquella, no eres ayer, después ni hasta mañana, eres tú, somos aquí, seremos hoy, admiración, acento, interrogante, punto y seguido, punto y coma, dos puntos, punto y aparte, pero no punto final. Mírame. Partes en dos el infinito. Somos el relato inédito e inconcluso que escribe y reinventa su lenguaje. “Juntos” es la primera palabra, “nosotros” es el preludio, “noche y día” será el desenlace.


Basta Koryna Hernández Hernández

¿Para qué invocar a la razón? Si basta con el obstinado recuerdo, imagen de tu cuerpo tendido, caminos carnosos de valles alucinantes.

¿Para qué engañar al corazón? Si basta cerrar los ojos para ver la luz que bosqueja aquellas curvas y líneas perfectas que invitan al sensual desvelo.

¿Para qué negar a la pasión? Si basta tenerte delirante libando la miel de mi cadera; utópicas sombras, suaves texturas, matices de siluetas convexas.

Qué osadía recorrer veredas ocultas en el mapa de tu vientre donde abundan espejismos. Basta de implorar que te alejes de mi cuerpo.

Guadalajara, Jalisco. México.


Entre voces (Una mirada a dichos y hechos de creadores e intérpretes artísticos) Jorge Enrique Escalona del Moral

Lo escribieron María Esther Alvarado (Escritora y poeta. México, 1959): Bebí el licor de tus besos, me hundí en tu piel embriagadora, y borracha de amor, no supe cómo ni dónde te perdí. (Durand, 2006) Eusebio Ruvalcaba (Escritor y poeta. Jalisco, 1951): “Escribir es, en el peor de los casos, asirse de la vida para no enloquecer. Ese escritor le debe algo a la vida — su vida misma — y sabe que el único modo de ajustar cuentas es escribiendo. No importa si muere en el intento. (Ruvalcaba, 1997) Lo dijeron Leonora Carrington (Escritora y pintora. Inglaterra, 1917-2011): “Parece que la imaginación se acabó con los surrealistas. Hoy ponen un cerebro de vaca en formol y a eso le llaman arte.” (Cherem S., 2000) Efraín Bartolomé (Poeta. Chiapas, México 1950): “(la poesía es…) La invocación de la Gran Diosa, desde lo más profundo del corazón humano. Hundir el lápiz afilado hasta el fondo del corazón sombrío y escribir, con sangre o luz, lo que tengas que decirle a la Diosa.” (Argüelles, 2002) Lo vivieron Hugo Gutiérrez Vega (Escritor y poeta. Jalisco, México 1934-2015): “…Nací en Guadalajara pero muy chicos nos fuimos a Lagos de Moreno. Mis primos eran charros aguerridos, capaces de suertes prodigiosas; yo me escondía debajo de la cama. Un día me perdonaron y un tío dijo Está bien, denle una oportunidad de que tire un píalo. Me dieron la reata, cerré los ojos, la aventé y lacé a la tía Elena. A raíz de esa aventura, el dictamen de mi tío fue categórico: ese pendejo que se vaya a leer” (Trejo, 2015) Fuentes: Argüelles, J. D. (2002). Literatura hablada. Veinte escritores frente al lector. México: CasAll. Cherem S., S. (2000). Entre la historia y la memoria. México: CONACULTA. Durand, J. A. (2006). Cuentos húmedos y otras historias.Antología. México, DF: UNAM/FES Zaragoza. Ruvalcaba, E. (1997). Primero la A. México: Sansores y Aljure. Trejo, I. (3 de octubre de 2015). La muerte te llega y nu cuenta nos damos. Laberinto N° 642 (Milenio) , pág. 6.


Los pรกjaros Autor

Rodolfo Cisneros Mรกrquez


La botana Alberto Calderón P.

Alisó la transparencia de la tímida tonalidad color humo que cubría parte de su cuerpo, desde su sitio privilegiado pudo observar a detalle las viandas de comida danzar en todas direcciones. En silencio veía como esos seres con sus panzas verdes se regocijaban ante la pantalla y daban grandes sorbos a las frías botellas color ámbar. No imaginó llegar a este sitio, venía de la callejuela de atrás, avanzaba sin rumbo fijo buscando algo que saciara su apetito, al virar la calle se percató de ese olor sugerente, eso la animó a entrar. Dentro del concurrido antro circulaban variados olores mezclándose los de la comida, el licor, las lociones, y cuando se abría una puerta que tenía pintados unos bigotes se dejaba sentir un tenue tufo parecido al amoniaco. Una especial algarabía se percibía en la larga barra donde los hombres quedaban con las piernas colgando por lo alto de los bancos, pero sin inmutarse devoraban con sus miradas inquietas cada jugada que salía del monitor, atrás de ellos en reducidas mesas, los comensales trataban de darse su propio espacio, parloteaban y gesticulaban, todos parecían alegres, disfrutaban el momento, abriéndose paso entre los comensales, los meseros hacían circular ricos platillos que parecían flotar. Ella observa esa puerta blanca de dos hojas por donde entraban y salían las humeantes y apetitosas botanas, su curiosidad la puso inquieta; bajó la mirada para echarle un vistazo a la carta, eso no le atrajo, el trajín sí, nunca había estado en un lugar con tanto bullicio.


Todas las charolas con alimentos y bebidas que pasaban cerca se le antojaban, se preguntó cómo sería el lugar del otro lado de esas puertas, cómo prepararían tanta comida, ¿Se encontrarían salpicados por las salsas?, ¿Estarían sudados, felices, cansados, sonrientes?...Un impulso quiso llevarla para cerciorarse pero sabía qué, de momento, eso era imposible. El mesero que se encontraba del otro lado de la barra les fue poniendo unos totopos con salsa y otros de frijoles refritos con apariencia extravagante, se veía muy apetitoso, el plato quedó entre ella y el gordo que sudaba por todos lados a pesar de los ventiladores que giraban a gran velocidad, el hombre indiferente tenía toda su atención en los que corrían por la cancha con una playera parecida a la del barbón sentado junto a ella; en un arrebato de travesura infantil quiso probar del contenido de ese plato sin ser descubierta, primero hechó una mirada alrededor, todos estaban atentos, en silencio, veían expectantes a un hombre de pantalones cortos que dio unos pasos hacia atrás para tomar vuelo, después con un movimiento veloz de cuatro zancadas llegó a la pelota, en el instante que pateó el balón en dirección al otro que, esperaba recibirla, cuidando que no entrara en el rectángulo que protegía. En ese instante se levantó apenas lo suficiente y en un hábil movimiento con uno de sus brazos le dio una rápida probada como los niños al merengue del pastel, se escuchó casi en coro el grito: ¡Goooool!, espantada, después de meterse el bocado, cuando se disponía a retirarse del bullicio vio a toda velocidad en dirección a ella una franela roja, ya no le dio tiempo de volar, cayó quedando atrapada en un totopo, el hombre feliz tomó el bocado y engulló la rica botana.


IMPERIAL MELANCOLÍA

Con la insistencia de la lluvia pertinaz, me asalta la sombra y la voz imperial de la melancolía, me espera al dar vuelta la esquina de mi nombre, me acecha, como las oscuras flechas que aparecen de súbito en los relojes, como campesinos con arado que siembran en mi tierra la tristeza de los días de temporal… Me hiere el arado, mi vientre, mi costado, mi insomnio, mis años, penetra mi frente, avanza por las calles de mis lágrimas, por la plaza y el atrio de mis manos angustiadas, enraíza en la intangible cúpula de mi frente, como parásita planta, florea incesante sus orquídeas negras, como las llamas y el humo que se alza de la aldea conflagrada, como el musgo en ojos de la piedra, como el hambre felina tras la presa, me persigue, me consume, me condena entre los pájaros grises que tragan los despojos y los gusanos que brotan de la putrefacción de mis pies y los sueños inválidos de mis alas…

Sergio Alarcón Beltran México D. F.

La puerta del infierno


Rodolfo Cisneros

Engarzada en mi frente, como un diamante negro de mil rostros, destella, la melancolía, la princesa investida de todos los lutos, con séquito de mandíbulas y terciopelos de noches estrelladas, entra triunfante, a la hora impura de mi ciudad sitiada, como una turba de hienas y aves negras de rapiña, picotea, muerde, me arranca la piel de mi desdicha enamorada… Sí, de ella, de su voz fiel que se amamanta de mí, de mis delirios, de mis naufragios y la sed de mi garganta, como la madre que alimenta de sus pezones cuervos que le arrancarán los ojos de sus días… Así es ella, protectora, dadora, bondadosa, como toda madre que asfixia, amorosa, fértil, voz que abona la maleza del cráneo, para que florezca, la liana del suicidio, de la huida…

Poema temático.


Jacintos

Laura Pini Guadalajara, Jal. México El que
 Esté libre
 De influencias
 Que tire
 La primera
 Metáfora Efraín Huerta

¿Por qué el sol es áureo si los colores no existen? Se debe al amor de Salvador Felipe Jacinto Dalí hacia todo lo que es dorado. Los árboles no son de madera, son tus relojes blandos que desatienden el tiempo, del mismo modo que los míos. Tus manos se transformaron en mis manos y me abrazas. Este año el verano llegará en noviembre. Las hormigas que se mueven sobre el pequeño reloj de bolsillo cerrado, salieron de las paredes de mi cuarto y se subieron a mi cama. Me bajo de ella arrastrándome y empiezo a gatear. Las sombras de mis ojos se convirtieron en lobos y los lobos no me quieren devorar. Los caracoles que ya no puedo recoger en la playa se pegaron a la pared de mi habitación. La magia del color y la pintura es la luz. Fusilaron a tu Sol, el mío es esmeralda. Me encandila la obscuridad y busco mi antifaz de los Emiratos Árabes, pero no lo encuentro. Voy por el veneciano aunque ese es para el carnaval y no para dormir. Soy de vino tinto; aun así te sigo al café de media noche. Despierto y muero, duermo y vivo. ¡Me quiero arrancar el cabello para desclavarme el dolor de la cabeza! Muchas personas no cumplen los ochenta porque intentan durante demasiado tiempo quedarse en los cuarenta. Entonces no cumpliré los cuarenta porque me he aferrado a los ochenta. Las ideas surgen de la regadera. Las intento recoger en mi cuaderno: la tinta se degrada. Al salir ya se me olvidaron. Debería llevarme un cuenco aunque se revuelvan y ya no funcionen. No me gusta lo níveo, prefiero las aves, pero tú pusiste a un hombre dentro de un huevo. Los huevos son para desayunar. El instinto de la civilización encementada no me sirve. Necesito ser libre, volar. ¡Regrésenme mis alas! Voy de nuevo bajo la lluvia techada por más ideas. El ladrillo que escribió Dostoievski me pateó. Tengo que hundirme en hielo para empantanar el lamento. Me congelo. Quítenme el vestido, me duele más. Hacen falta un poco de realidad para seguir soñando y muchos sueños para seguir viviendo. Sólo los fantasmas viven sin sueños ni realidad. De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas. ¡Qué privilegio habitar aquí! Mis lápices blandos no pintan bien y desbaratan el rostro. Salvador pidió a la escultura que no se moviera, yo a las palabras.


Quiero regresar a España. Allá se encuentran los ojos obscuros de mirada profunda y el origen de mi lenguaje que vaga por encima del realismo. Durante una fría noche escuché por fin dos respiraciones acompasadas: eran el sol y la luna. La mía no es de plata sino dorada, igual que tu noble linaje arábigo. Frente a La persistencia de la memoria se me aparecieron un ángel que quedó sepultado bajo los brochazos de un artista oculto, el arcángel de la magnanimidad, otra sombra a la que preparé una cena y nunca llegó, un arcángelángel sin esplendor alado y dos ancianos: uno que como Diógenes traía una lámpara pero se le acabó el aceite y otro que quiso ser igual al de Espronceda convirtiéndose en joven enérgico y fuerte sin lograrlo. Finalmente llegó el verano con sus ojos moros. Tienes que combinar tus cejas con la alfombra. Las mías se parecen al tapete. La única diferencia entre los locos y tú es que tú decías no estar loco. Yo también. Esta mañana empecé a peinarme el bigote como tú.

La Democracia

Rodolfo Cisneros Márquez


EDNA ST. VICENT MILLAY , USA 1892-1950

Eduardo Cerecedo Tecolutla , Ver. Méx.

UNA TARDE EN LA COLINA

Yo seré la dichosa, una cosa bajo el sol yo abrazaré unas cien flores y no elijo ninguna.

Yo miraré el acantilado estrecho con ojos mansos vigilo el ala que se inclina bajo la hierba y la hierba crece.

Y cuando las luces comiencen a mostrar el pueblo de arriba yo marcaré cuál será la mía y luego comienzo desde abajo.

Traducción de Eduardo Cerecedo. Tomado de la antología, 100 poemas: Vivir sus espíritus, Edición de Leslie pocket y Celia Johnson, Grand Central Publishing, New York/Boston, 2008.


Décimas

Perú el del místico cóndor mi águila real te saluda vigilantes de la altura alegrías de triste sabor cantan al mismo tenor penacho de Moctezuma el mismo viento del Puna recogen pasado enojo cual ponzoña del abrojo nuevo escrito en una runa

Mario Millán Soto Tetelillas, Pue. México


Lily Varela Farca Veracruz, Ver. México

CANTOS BREVES I

Un viejo cansado pasa en su viejo triciclo tirado por viejas ruedas que soportan viejas cargas El anciano levanta la mirada la baja, y temeroso la vuelve a subir mientras sus viejas espaldas levantan una sonrisa inundada de luz. II ¿Qué hacer con estas interminables horas? ¿Qué hacer con estas interminables tardes? Porque me duelen las nubes y el viento, y el intenso azul del cielo, porque me duele la inmovilidad de los viejos pinos la insistencia de la lluvia y los inmutables rostros de la vida, porque me duele la vida, y este cuerpo, y estos ojos que me mantienen irremediablemente en contacto con ella. Porque me duelen las horas y me duelen las tardes …pero más que nada. Me duele la vida.


III Amanece y te amo, unas veces con prisa, otras tranquilamente, y algunas más demasiado tarde. Te amo, y en mi soledad busco nuevos ánimos, viejas esperanzas y promesas recordadas que hora a hora hagan renacer el amor de cada fin de semana. Amanece y te amo, cae la tarde y te amo, pero puede llegar la noche y la obscuridad envolver también tu amor… Y yo te siga amando


Rodolfo Cisneros Márquez, es licenciado en Economía por el Instituto Politécnico Nacional y cuenta con un Posgrado de Especialización en Instituciones Administrativas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó diplomados de la Creatividad en cine, literatura y en ilustración artística, entre otros. Originario de Teozotlán, Oaxaca, tiene amplia experiencia en materia pedagógica, creativa y de gestión. Ha participado en innumerables eventos individuales y colectivos, con dibujos y pinturas; ha publicado libros de narrativa, cuento y relato. En el ámbito docente destaca su labor como profesor de asignatura del INBA, también impartiendo cursos en la Universidad Iberoamericana y en la UNAM. Administrador del Centro Mexicano de Capacitación, además de impartir más de 60 cursos en diferentes instituciones. Coordinador de Estudios Especiales de la Secretaria de Gobierno del Estado de Tabasco. Ex director de artesanías del INBA. Este destacado artista es quien nos proporcionó parte de su obra para ilustrar la revista Los escribas, de la que forma parte en su consejo editorial y escribe asiduamente en ella. Enhorabuena.


CENTENARIO DE RAFAEL SOLANA. “Un veracruzano universal”

Rafael Solana (1915-1992), fue un escritor con una cultura sorprendente, escribió novelas, teatro, cuentos, ensayos, destacado periodista, viajero incansable, poligloto, recibió importantes reconocimientos como lo fueron el Premio Nacional de Periodismo y el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en general, Don Rafael siempre será recordado como uno de los grandes escritores mexicanos del siglo XX. Abundante es la obra producida por Rafael Solana, muchos de sus cuentos son maravillosos e incluso José Luis Martínez en su obra: Literatura mexicana del siglo XX, manifiesta que los cuentos de Solana, son superiores a sus novelas. Los gustos y estilos pueden variar, pero lo que resulta innegable es que Rafael Solana es un autor de culto, y como tal su obra debe ser difundida y leída. Por lo antes mencionado, festejaremos el centenario del natalicio de Don Rafael leyendo y comentando una de sus grandes novelas titulada: Juegos de Invierno. La novela Juegos de Invierno, salió publicada la primera edición en 1970, es importante mencionar la fecha de publicación, porque todo lo narrado en esta historia había acontecido apenas dos años atrás, cuando se celebraron en Grenoble, Francia, los Juegos Olímpicos de Invierno y en México los Juegos Olímpicos de 1968. Rafael Solana aprovechando el contexto antes mencionado, escribió esta novela magistral que desde mi punto de vista puede ser considerada la novela oficial de los juegos del 68, y, tal vez, por lo de oficial ha

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez

sido poco leída y valorada, pero después de leerla, analizarla e investigarla, podría decirse que Don Rafael, pretendiendo o no, realizó una crítica de todo lo acontecido en torno a los juegos, incluyendo la matanza perpetrada contra los estudiantes en 1968. Don Rafael Solana noveló, lo que bien pudo ser una crónica, utilizó como pretexto el conflicto del 68, para contarnos desde muy adentro, vivencias, viajes, historias, libros, ciudades, reuniones, y sobre todo los opulentos gastos muchas veces innecesarios, que se realizaron en la organización de los juegos olímpicos. Si la novela pretendió solo describir la gesta olímpica, al final el arte nunca traiciona a la verdad, y Don Rafael a través de Juegos de Invierno, desnuda gran parte de todo lo acontecido en el 68. Juegos de Invierno es una crónica novelada, Don Rafael fue un hombre cercano al sistema, esto no debe demeritar la grandeza que tuvo como dramaturgo y cuentista, pero la verdad aunque a veces incomode debe ser dicha, es importante aclarar que en Juegos de Invierno, Don Rafael solo narra con su brillante pluma y desde su experiencia personal, los sucesos históricos de la época. En la novela se encontrarán con historias de viajes donde el escritor nos hace conocer ciudades y parte de la cultura de ellas, el ejemplo es cuando Luis Sánchez viajó a Grenoble, Francia, donde se celebrarían los juegos de invierno en ese mismo año 1968.


Luis era de los pocos empleados mexicanos que poseían una amplia cultura, la mayoría de los altos funcionarios de Gobierno que fueron a Francia, se dedicaron a beber buen vino, excelente comida, disfrutar de mujeres hermosas, etc. Luis sin dejar de disfrutar lo antes señalado, también aprovechó el tiempo para aprender e investigar sobre grandes autores. De todos los funcionarios que viajaron a Grenoble, solo Luis sabía que en esta ciudad había nacido el gran escritor francés, Stendhal. Luis fue a visitar al profesor Del Litto, quien era un especialista en la obra completa de Stendhal, cuando se reunió con el profesor, este le dijo: “-¿Viene usted de México, señor? ¿Es allá conocido nuestro gran escritor? –En México, señor, hasta ahora en que se ha hablado en la prensa de los juegos Olímpicos de invierno, el nombre de la ciudad de Grenoble no era conocido sino como el de la cuna de Stendhal; ninguna otra cosa sabíamos de este lugar. – ¿Y le han leído allá? ¿Hay traducciones? –Se le conoce y se le admira tanto, que algunos escritores firman con seudónimos tomados de sus libros; hay quien se ponga Fabricio del Dongo, y creo recordar que un distinguido poeta, Efraín Huerta, firmaba crónicas de cine con el falso nombre de Julián Sorel. Y entre los estudios sobre Stendhal hechos y publicados allá, sin duda es muy importante el de don Jaime Torres Bodet.” Luis Sánchez si bien era un alto funcionario mexicano, era alto en el sentido de sub-jefe, es decir, quien realmente trabajaba y hacia lo que al jefe le correspondía, pero a los actos protocolarios donde se toman las fotos que salen en los periódicos, y donde se

daban los discursos, se celebraban las grandes cenas, y hasta se repartían guapas edecanes, a estos eventos Luis por muy jefe que era no podía asistir, pues no estaba a la altura de las majestades que presidian esas reuniones, esos foros, esas fiestas. Con este tipo de anécdotas se va leyendo la novela Juegos de Invierno, los juegos en Grenoble, Francia, concluyeron con gran éxito y ahora todo el mundo estaba enfocado en los Juegos Olímpicos a celebrarse en México, con el transcurso de los meses el ambiente cada día se oscureció más y previo a la inauguración, sucedió el trágico 2 de octubre, en esta novela Rafael Solana a través de sus personajes se preguntaba: “-¿Y quién podría escribir esto imparcialmente, sin usarlo para aportar agua a su molino y para incensar a su propio santo?- No se ocurre quien… Pepe Revueltas, Imagínate nada más lo que diría… René Avilés Fabila está picado de la misma araña; también él haría un canto lirico… tal vez la China Mendoza…” Finalmente, todos los escritores nombrados y otros más escribieron su novela sobre el 68, las tendencias son distintas, en cuanto a Rafael Solana, escribió Juegos de Invierno, la tendencia que tuvo la podrá descubrir usted mi apreciado lector al momento de leerla.


Rubén Grados M. México D. F.

Escribe para introducir textoUmbral

Umbral
 Es tu boca el umbral del paraíso,
 tu primer beso es mi aliento en el camino del viaje que inicia al asomar la luna de blanca luz o pálido azul.

Son tus caricias el suave viento que al rozar mi piel provoca mis instintos. difícil entender como tu apacible voz eriza mi piel al pronunciar tus versos para acompañar mi nocturna travesía o mi insomnio por pensarte.

Tu ausencia me hace extrañarte, tu presencia me invita a quedarme.

Rubén Grados Martínez México D. F.


Reseña de Libro Por Koryna Hernández Hernández

LUZ DE OTRA SOMBRA De: Beatriz Saavedra Y pensar que extraviamos la senda milagrosa en que se hubiera abierto nuestra ilusión como perenne rosa… Ramón López Velarde.

Las palabras que en papel

se

plasman

son

historias de sentimientos

y

experiencias. Hallazgo de piedras preciosas esperando ser pulidas y brillar, o quizá sea necesario que algunas se queden como nacen, rocas de texturas afiladas, envueltas por el tiempo, inaccesibles. Apremiante es sobrevivir, a veces sin desearlo, incesante lucha del ser humano desde que se le obsequia su primer respiro. Aliento que durante su estadía es interrumpido de forma abrupta, silenciosa, sólo para escudriñar aquellos rincones del alma que son abandonados y que esperan pacientes su inclusión en el existir. Luz de Otra sombra, obra poética que reúne reclamos, que busca salidas, sin saber el lugar para hallarlas, que no necesita de testigos ni consejos, basta con adentrarse a la propia conciencia, reconocer lo que fue tangible con aroma y deseo, transformado en etéreos seres, fantasmas creando trampas a la razón Las trampas de la razón atan las horas, elevan los mantos mojan los huesos de la luna.


Ahora solitarios, encolumnados entre momentos y visiones nos extinguimos. No se trata de dar sentido ni construir puentes de salida, es simplemente no desistir, a pesar de que la memoria del cuerpo se convierta en espejo en donde se muestra el veraz estado del ser que fue deshabitado, decadente al que sólo le sostienen sus huesos, figura incapaz de reflejar su propia sombra. Encuentra un ápice de luz en su negación a la renuncia, casi intangible, pero suficiente

para fraccionar

la

existencia

del ausente, olvidar

el

comienzo y

mañana, no refleja ya ninguna imagen. Como una gota de tinta su presencia no pesa; esa luz que no hiere deserta la noche en ruinas.

No es un proceso con fines de victoria, después de noches oscuras y días sombríos, el yo poético, revela su intimidad , siendo esa la luz que le guía cuando se encuentra tocando el fondo de sí mismo, escuchando la cruel forma de acusarse y restaurarse con rumores de luz, es justo allí donde continúa su supervivencia


Sobre un vaso de sombra

sobrevivo. Esta noche insistente con sus ganas.

La poeta habla del estado mediático, de esa fina línea entre la luz y la sombra, donde no se es sombra, sino luz que denota un estado lúgubre dando existencia a la sombra constante que camina a su lado, sombra que pertenece al que ya está ausente. La obra de Beatriz Saavedra no termina con un punto final que puede ser destruido, no en la idea, ni en su estructura, su expresión literaria le hace más pura, sencilla, poética. Cada

página nos habla

de

Realidades,

Ruinas,

Letargo,

Principios

de

Incertidumbres, temas que pareciera son antecedentes para comprender el curso descendente

del

desencadenados

dolor y por

la

soledad

aristas comunes

y

conocidas. Sin embargo, son elementos de un estado

constante que

no

busca

salidas

ni

cordura; y que como obra de arte muestra la desnudez total de la mujer, sin prejuicios, bella por lo

definido

pretender

la

de

sus

ovación y

claroscuros internos sin sus

falsos

brillos,

sin

interés de alcanzar un estado de estabilidad y perfección. Por lo que se puede decir, estamos ante la contemplación silenciosa y absorta de lo que destila la esencia de la mujer valiente que se atreve a ser poeta.


Sueño de Dafne

Rodolfo Cisneros Márquez


Mi padre dejó una libreta con recetas para hacer jabones y botones, las diez maneras de volverse náhuatl, como pedir deseos a una estrella pálida, como iluminar una casa sin sonreír y algunos apuntes que no logré descifrar, pero era algo relativo a las mujeres, él escribía con la certeza de la sabiduría en la que se revolcó.

Roberto Rosales Poza Rica, Ver. México


Los Peces

Rodolfo Cisneros Mรกrquez


ESPECTROS

I Tristes manos buscando una lámpara encender. Claroscuro en el tránsito:

Gloria Domínguez Martínez de la Torre, Ver. México

El silencio ha escogido este momento para herirme.

II A lo lejos, alguien tuerce el cuello de la paloma. Cada cierto día, de un techo de viga cuelga el fruto de su crimen. Mientras, ajenos al @empo que madura el despojo, lucen los restos del balcón cercano. Dragones de fuego sepia. Óxida ya es su furia, los grandes aleteos, su voluntad guardiana. Ellos custodian los balcones de la casona virreinal. El herrero autor ha dejado su nombre diminuto, en el ala, como obra original. Hasta que lo llevaron preso por un delito nunca comprobable, dijo a un viajero que los alados seres habían venido a su sueño para que les diera casa y misión. Pero ésta, al parecer, ya no con@nuaba. Cuánto abandono en todo… También el viento es viejo. Eleva su muerte, ceniza de alas y picos, palpitación en corazón seco. En tanto, otras palomas bulliciosas en sus nidos, esperan alegres al desconocido: espectro de niebla, viene camino de la calle Allende para ofrecer su pecho como nido. Un pico succiona el corazón de bruma. Ave rendida al embrujo. Beber despacio hasta el sopor, el sueño sin regreso. III Fantasma de @empos idos. Guardián del Oráculo resguardado en la catacumba que existe en la puerta principal del lago, en la vetusta Xallapan. “Indescifrables los signos. Lo imagino”. Dice el ánima de uno, quien andando en busca del libro apareció muerto en su cauce. En las noches, un susurro proviene del agua. El ahogado emerge repen@no, se sacude, dice suavemente:


Me gusta empaparme.

SenGr la corriente que me lleva y arrastra a mi ángel también.

Todavía oigo Cómo llama la gente a mi ángel. Cómo golpean con una vara En el lugar donde me hice difunto.

Cuando queriendo creer que aún estaba vivo Arrastraron mi cuerpo para juntarlo Con mi ángel. “Fernán, Don Fernán Clavijero… Regrese…”

Pero mi ángel habló antes de eso. Dibujó el espacio de mi dicha. Terrena hermosura de rostros y abrazos, de besos otorgados con deleite.

Encaramados en un andamio de niebla Me dijo: “No soples, se va el sueño”.

Luego, me llevó a un claro entre las nubes Para ver el trazo de la costa Donde yo vivía de niño.


No sabía dónde estaba. Era lejos, hacía frío. Caminaba en un llano.

Pronto, trozos de edificios vi. Como una ciudad en ruinas. Urbe escarpada color de la aurora.

Unos bloques gigantes de hielo… No. Eran rostros, cuerpos, figuras de ídolos. Fragmentos de diamantes en manos de los ídolos. De piedra eran los dioses, debajo del hielo traslúcidos. Lo supieron mis manos ateridas. ¿Es posible tan grande fantasía? Era el mar de escarcha donde estaba. El sueño de mi niñez. Quimera madura con los años.

Pronto se antepuso mi deseo. Hundí mi rostro entre la nieve. Me acosté. Dibujó mi mente un féretro de hielo Navegando en un río, entre glaciares.

Mas un rumor de suave música Atrajo mi cuerpo a la verGcal postura. Tras la oscura noche,


Tras el hondo silencio de los astros, Un irisado cielo se anunciaba:

Roza el amarillo la Gerra Como si brotaran de ella las espigas. Subyugado se eleva el azul. El violeta se encumbra majestuoso.

¡Oh, éter cauGvo de esta hora! ¡Oh, meteoro luminoso! ¡Cómo te prodigas!

SorGlegio. Aurora Boreal Así te llamas.

Eres la oración del Polo Norte Un sueño que deja la sustancia. Quimera de la Gerra.

Nunca vieron mis ojos en la vida Al Gempo que mi alma. Era Alaska, Alaska promeGda.

Pude así morir en paz. En el agua sólida de un astro.


Con el úlGmo destello de la aurora Sin pensar en nada que no fuera el gozo de irme.

Quiero recorrer la Gerra El estrecho de Behring trasponer Llegar a Siberia. Algo me dice que allí hay otra señal. Sí, allí… Prueba será que busqué el Gran Libro ¡Lo tengo que encontrar! Papiro que marca la ruta. Papel con Rosa de los Vientos. Papiro que dice “Llegarás”.

¿Dónde más se agita mi Dios? ¡Oh, voluntad tardía!

“Anda ya, Fernán, Francisco Javier Clavijero, Antes de que se te entuman los dientes La quijada, el dolor. Que es fuego en tu carne yerta Anda y encuéntralo” (Se dice a sí mismo)


IV

Una muchacha, escribana del historiador, es tesAmoniante de cada amanecer en los lagos, por si hubiera un aAsbo del libro en el cielo escarlata, en agitadas burbujas acuáAcas, en alguna señal. Ella, no reconoce la distancia entre el día y la noche, desde su secreter y sus apuntes; tampoco la que hay entre la vida y la ausencia. Él se fue tras el libro. Ella guardaba el mapa de la ciudad subterránea, la que explicaba claramente la ruta de los túneles secretos de toda la urbe: las conexiones con la Catedral y las oficinas de la Administración, las salidas emergentes de las autoridades en caso de rebelión, los canales por donde podrían llevarse a los Insurgentes, los libros prohibidos o enigmáAcos, las catacumbas desAnadas a cárcel, biblioteca, armamento, alquimia. ¿Por qué él no llevó consigo el mapa? Era absurdo, qué locura marcharse así, sólo por el aviso que había recibido, un rumor en el forro de su libro anAguo, escrito en una lengua de mucha edad, oriunda de Xallapan, con apuntes al margen en náhuatl y en lagn. Eso, y su persistente costumbre de mirar un grabado del paisaje de Alaska. “El libro de las adivinaciones existe”. Fue todo lo que dijo. Sumergido para siempre ahora estaba, porque era buen historiador pero mal nadador. O algo había pasado… Ella acude a los lagos. En las orillas instala su secreter, el anAguo sillón de cuero, la lámpara de aceite, todo aquello establecido en el gabinete del barrio de XalliAc. Del eucalipto cuelga el escudo de honor de Clavijero; ella misma, por su encargo ha estudiado la genealogía y heráldica de la familia, ahora desea que él se sienta acompañado. Ya los flamingos, desde su pacífica vida, la conocen. Un día la vieron sumergirse después de que se cansara de llamar, de pedir: Lago: ¡Devuélveme a Francisco! ¡No hemos terminado de escribir! Ahora navega, es a veces un flamingo con lentes que repite, una y otra vez, con audible voz cuando el cielo se pone rosa, como su plumaje:


Francisco Javier Clavijero: Conteste ya. Francisco…

¡Francisco! ¡Tendrá que escuchar su propia alma! ¡En los hilos del Gempo futuro no me encontrará! ¡Aunque diera con el libro, ahí no se hallaría!

Señor: Estos brazos sirven. No quiero apartar las manos Con frío, borrasca, Miedo, tristeza.

Estas manos saben escribir. No Genen por qué estar muertas. * A lo lejos, con el suave andar de la corriente, algo esplende.

El Gran Libro yace abierto. Hojas de exquisito telar, dorado filo, secular misterio de la Anta. Las palabras cosidas a mano entre los signos.

Rodeado de lirio acuáAco, no lo toca siquiera. Se aísla por la redondez de un fulgor lunar.


El hombre ánima de apellido Clavijero observa con mísAco recogimiento. Sonríe. Después se va. Vigorosamente nada hacia los filamentos de luz que viajan hacia el fondo. En la superficie navega el flamingo por úlAma vez, antes de ser rosa escribana, humana espiga de silueta frágil y gesto resuelto, instalada en el secreter que recién estrena el profesor. Vive ahí, en aquél mundo acuáAco de la anAgua Xallapan. No más la vida del gabinete y el oficio de leer hasta cegarse los ojos, no más la evocación de aquella Aerra firme, de arena y mananAales esparcidos, diques fantásAcos, barrios bulliciosos pero callados ante la voz de ave del gigante verde: Macuiltépetl. No más aquella forma de las cosas que viven y parecen eternas, con todo y las sombras y los atardeceres. El espectro aguarda el regreso del Oráculo en la entrada de la gruta. Muere en su cenit la noche.

V

El árbol de la enseñanza se refleja al pie del libro. Níspero del pensamiento, fruto suyo, algún día alguien querrá comer, como suele engullir el crepúsculo a los ojos hambrientos, y otros: quienes buscan la lámpara a ciegas, eléctricamente animados, ungidos por la ilusión de ser siempre nuevos, homúnculos de sabiduría, por la palabra ilustre guarnecidos, por la adivinación asegurados. Libro espectro. Fantasma de paleógrafo. Clon de silencio. Ángel de Oráculo.

Cenit de palabra. ¡Tanto Aempo, cuánto escrito! ¡Cuánto vano! ¡Tú nunca llegarás!


¡Tú nunca llegarás! ¡Tú nunca llegarás! Repite el oleaje.

BesAa que conduce al libro capitán. Libro boreal. Libro inmaterial.

Ángel

Rodolfo Cisneros Márquez


Guadalupe Martínez Bernal. Coatzacoalcos, Ver, Mex.

REFLEJOS Estoy enredada en el tercer ojo de ese faraón omnipresente, omnipotente. Estar. Rasgado iris, córnea lagrimal tapada lluvia pasajera, reflejos del odio, cíclopes multiplicados. Oler. Duplicadas visiones momento en el tiempo, agujeros negros finitos. Sostener.

Veo y no veo…observo el contorno con más ventanas que ojos, fugaces sentimientos culposos. Regresar. Transformados en ventura y fuerza decisiones irrevocables para un cambio de piel. Tocar. Dejar la crisálida, el cascarón arcaico, clepsidra exacto. Huevo fértil intransferible digno de la perfección natural en la tierra. Ser. Nadie entiende, todos opinan, yo espero, tú escuchas…


Esperรกndote

Rodolfo Cisneros Mรกrquez


Denisse Lorenzo Xalapa, Ver. México

Desconcierto

Esa mañana, ella se levantó de la cama y se dio cuenta que él había parAdo; en la base del tocador había una nota que decía: Te quiero mucho, soy feliz a tu lado, eres el reacAvo perfecto de ésta fórmula que se llama amor, pero no puedo permanecer aquí...
 Ella no sabía si llorar, hundirse en la añoranza de su amor, buscarlo o simplemente conAnuar en otro sendero e intentar ser feliz sin su mirada.

Un Aempo atrás, la historia comenzó así...

Eras un Apo común, aderezado, quizá con un aire peculiar, pero nada de otra galaxia. Al menos no hasta ese momento. Yo por mi parte te observaba cautelosamente, algunas veces hasta con indiferencia; otras tantas hasta resultabas un poco irritante, pues desesperabas mis senAdos. Así conAnuaste los dos primeros meses. Yo me encontraba haciendo mi vida, subía de arriba a abajo, disfrutaba el Aempo, echaba mano de los placeres de la vida, conocía gente, me diverga; tomaba dos tragos cada semana y leía excesivamente. Si no felíz, mi vida era tranquila, sin grandes novedades, podría decirse que con pocas complicaciones. Esa tarde de otoño, te vi, contemplé tus manos, me postré discretamente sobre tu mirada disimulando mi coqueteo, y ahí fue justo cuando me percaté que me gustabas, que algo me atraía fuertemente de A. Debo confesar que nunca la intención básica fue denotar que me enloquecías de gusto, en realidad en mi mente estaba muy claro lo único que yo deseaba y mi idea era muy inocente. Eras el amor platónico perfecto, hombre interesante, con pocos aires de grandeza, caracterísAca que te daba un plus conmigo, de sonrisilla discreta y amable. Nadie hubiera pensado que me gustarías, es más nadie lo habría siquiera imaginado, pues parecíamos tan disAntos, éramos dos seres que en apariencia cada uno caminaba por rutas diferentes, con nuestros propios e individuales planes, sin cruzar palabras clave; ocupábamos un lugar en dos mundos paralelos que jamás podrían ni mínimamente acercarse. Tú quién sabe haciendo qué, yo por mi parte convenciéndome de que éste no era el lugar para hacer una vida en pareja, que mi objeAvo era cualquier otra cosa como trabajar, tener algo mucho más seguro financieramente hablando, salir adelante, cumplir ciertos objeAvos que parecían forzosos y que pocas ves se disfrutaban. En serio, nunca tuve una verdadera y real intención conAgo, para nada pensé desear tan repenAnamente tus labios, repensar tu rostro hasta cansarme, desear tus manos sobre mi cuerpo, senArnos uno a uno sin restricciones. De lo único que me había percatado, fue de la fragancia de tu ser, pues era placentera y la disfrutaba cuando se topaba ente mis fosas nasales, pero podría al menos hasta ese preciso momento vivir sin ella; y así seguir soñando despierta, desde la idea vaga de despertar entre tus brazos o que era poseída por tu espíritu y viceversa; la idea simplificada era gozarnos. Te juro por lo que sea que jamás fue mi intención, que te lo digan los remotos cuchicheos de tu persona y de la mía, cuando decían por ahí, que teníamos algo o al menos una intención malévola nos había tomado por sorpresa a los dos juntos.


Sin embargo, probarte la primera vez fue renacer, en medio de aquella noche que transcurría con un aire moderado, nos tomamos de la mano, senAmos nuestros corazones laAr fuertemente, no sé si de emoción o sencillamente de nervios, es más pudo ser quizá también por la naturalidad de vivir y la cual la hallaron nuestros cuerpos.

Y aquella noche azul, tú resultaste más inmenso que nunca, eras tan magnífico que te perdías entre la plenitud de mi corazón y el color que irradiaba un beso ardiente. Yo no te adoraba para nada, eso era hablar y adelantarse más de tres pasos, solamente quería dejarme querer y quererte, me caías sobre todo bién, sin tener demasiadas intenciones sólidas. Te volvías un momento fugaz de ternura desenfrenada, una alianza para sostener lazos de camaradería. No voy a negar que ya para ese instante, que llegó así sin previo aviso, ya me encantabas y te volvías subversivo sin causa definida, eras el pirata de mi puerto, que corría llevándose mi corazón, eras el único que me escuchaba y que de vez e vez me mimaba. Deberías creerme, sería bueno que tuvieras presente que no hubo medias Antas, que no exisAeron ni rastros de engaños, que no fue algo parAdo a la mitad.

Te comencé a querer, a enamorarme de g cuando menos lo pensé.

Te extraño mucho, me faltan letras en esta vieja y desgastada máquina para decirte lo que vibro por A, me sobran frases para murmurarte mis más profundos senAmientos. No enAendo pocas más bién muchas cosas. Deja que me cubra en tu pecho, mientras me enredo entre tus piernas, no sólo ahora sino eternamente. Sólo déjame y déjate amar. Te echo de menos, me muerdo los labios cada vez que te recuerda y sopla tu nombre; cuando se tapa los ojos para no ver tu reflejo, al sacudir tu olor cada vez que topa con el pasillo de la ausencia y el aula de la incomprensión.


Bernardo Cotés Vicencio Papantla, Ver. México

LLUEVE ADENTRO

Me quedé en un millón de títulos y una pausa sobre la escalera de mi voz y la fuerza sobre un nudo en la garganta y un verso exigente que hace poco deambulaba en la superficie de mis labios si poner tu nombre era. . . o retirar el negro polvo de la tinta [Borrar el fresco comentario del papel y al final los ruidos conversados en la pequeña pintura digital que de alguna manera se propuso escribir el radio de mi mano y por inercia, lo hacía entre la línea recta de mi escritorio] Llueve adentro. Lo sé ella lo sabía. . . la música, las palabras, los cuadros y el poema, mientras el mundo envejece, sin darle explicaciones del porqué se guardan utensilios olvidados en la vieja casa de la noche, a pocos centímetros del centro de la sala, hasta llegar al comedor. Cómo decirle al Exilio que no hay lugar para un reloj mientras sacude el resorte en la vitrina cómo explicar este silencio que va en cámara lenta zigzagueando en los engranajes de su diminuta aguja con el tiempo y el tiempo como una zona mecánica o como un martillo que explota como un quejido exactamente a la mitad sin abrir la palabras sin abrirlas y deletrearlas en mi voz o hacer un test asimétrico en la cara blanca del papel.


El espejo Autor Roberto Cisneros Mรกrquez


Mario Millán Tetelillas, Pue. México

TLAYOL

—¡Tlayol, Tlaaaayoool, Tlayol, muchacho! por donde andas, mis años ya no permiten buscarte con la rapidez con la que andas. Necesito hablar contigo mí nieto. — Señora abuela Teosintli ayúdeme a cumplir con mi tarea no interrumpiendo mi trabajo. Yo su hijo, su nieto tlayol, cumplo con la tarea que hereditariamente me corresponde. Mientras camina la luna, la que ha pintado sus cabellos, la que tiene a su conejo en la cara, cuénteme, ¿Me dio usted la vida? Abuela querida, mi amada y anciana Sikti. —Nó nietecito. Hay en la historia de la humanidad dos animales y una planta que no existían, las que nuestros parientes chinos con cruzas de diversas aves con genes similares lograron crear: las gallinas. Los perros son los otros animales que modificados ahora dejan de ser los lobos de los que salieron. La única planta creada es tu madre Tlayoltsintli. —Cuente abuela, cuente… ¿Así la crearon? —Érase que de las galaxias lejanas venimos, aquí nada había, así que los gigantes comenzaron por encontrar alimentos selváticos, al habitar en las cuevas, comenzaron a almacenar lo que encontraban mientras había cosecha. Vieron entonces a los que después confundieron con dioses, que faltaba un alimento que no se descompusiera como las frutas, encontraron los frijoles, calabazas y observaron que no había cereales. Conjuraron a los valientes hombres que después de la gran explosión estarían dispuestos a modificar sus creaciones. Entonces cuando los tiempos no existían juntaron sus espíritus y decidieron crear a los hombres y sus alimentos.Tomaron el fuego divino como fragua, sacaron sangre de sus cuerpos, la semilla divina, la revolvieron con ceniza y tenían que proporcionarle un alma, así las semillas fueron encargadas de su secado a las hormigas rojas, sí, el tiempo se había detenido, sólo una estrella titilaba, las hormigas creyeron que esa estrella les robaría la semilla encargada, tomaron la determinación de esconderla, una hacía un pequeño agujero en la tierra y las otras las transportaron. La niebla tendió su velo de tul sobre la cara de la tierra y amorosa proveyó sin saber lo que ocultó en ella.


De pronto las hormigas vieron que comenzaban a salir unas hojas, tomaron la costumbre desde entonces de cortarlas y llevarlas de vuelta para seguir ocultándolas pero no les fue posible por su descuido, hoy y por siempre lo harán esperando terminar su tarea. Nació la primera planta de cereal, o sea Yo, —¡Tú abuela! TEOSINTLI. —Comencé a crear mis semillas pocas y aisladas, los gigantes las comieron y vieron que eran buenas y como tales luego las cocieron y con la masa crearon a los hombres, luego de hacerlo les dieron soplo de vida. Los hombres se multiplicaron y por la forma de producir mis pocos maíces, con la luz de la mañana optaron por mezclarme, casé con varios patrones abuelos, hasta que después de muchos tiempos tuve hijos hermosos, blancos, amarillos, rojos, morados, que al irse casando entre ellos produjeron nuevas razas. Así nací y tú mi niño Tlayol llevas el nombre pensado lo que era bueno y sin querer las hormigas te dieron... CORAZÓN DE LA TIERRA

El Pintor Rodolfo Cisneros Márquez


Don coco

Rodolfo Cisneros Mรกrquez


Yolanda Aguilera Zayas Bazan Australia

Mientras duermes Arca de Noé

Mientras duermes escribo un poema para ti, y eternas plegarias salen de mi boca. Te miro y quiero tu suelo besar, decir que te amo, que por ti estoy loca. Añoro los días de luz y de paz, con ellos suelo, cada día soñar, forjando la vida que me han regalado, doy gracias por todo lo bueno y lo malo. Estoy callada ante ti que duermes como un ángel, y defiendo tus sueños con mis manos gigantes. Saco de mis entrañas el arma poderosa, mi arma de amor que empuña una rosa. Mientras duermes riego mis flores de colores, miro hacia el horizonte que me habla de ti, y también son tuyos mis dulces pensamientos, que jamás se olvidan que en tu suelo nací. Una dulce canción me llega de lejos y es regalo de dioses poderte decir, te amo tierra mía, bella y bendecida, estoy emocionada porque a ti volví. Respiré tu aire y llené mis pulmones de oxigeno materno cargado de amor con él he regresado a esta lejana tierra a comenzar de nuevo y a dar lo mejor.


Rodolfo Cisneros

Has cambiado mucho, como cambia todo, muchos de los que estaban, ya no están, homenaje les brindo con mis sencillos versos a los que dieron siempre, su luz y su pan. Recuerdos de todos en mi corazón palpitan no puede mi pecho alejarse de ti, ni del sol que calienta tu mar y tú suelo, pues vibras más que nunca muy dentro de mí. Disfruto del perfume de las mariposas, admiro tu pueblo que lucha sin medida, ellos le dan aliento a la vida, a las cosas, haciendo de ti una isla divina. La nostalgia es mi amiga, conmigo siempre está, y me deja de ti los más bellos recuerdos, en un manantial de luz y de paz, abrazas mi corazón y abrazas mi cuerpo. Mientras duermes yo lucho y trabajo desde esta lejanía no dejo de pensar, en todos los míos, en todos los que amo, y en la certeza que tengo, de un día regresar. Y en esta noche mientras duermes, yo decido pernoctar, anhelo estar contigo madre valiente y eterna, y pido que nunca olvides, ni dejes de amar, a tus hijos que fieles, consagrados te sueñan.



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