Los escribas 7 (versión prueba).

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Los escribas 7 Divulgaci贸n Literaria y Artes Visuales

Abril - mayo 2016


Editorial

Editorial

El mundo de las letras tiene que buscar nuevos espacios, nuevas rutas, y la propuesta digital es una de las formas de hacer que los creadores lleguen a sus lectores y se unan en esa simbiosis, la revista digital Los escribas se propone servir como un puente para que se conozcan unos y otros, si esto se logra de alguna forma, el trabajo que se realiza bien vale la pena.

Los escribas

Invitamos a los lectores a sumarse, a leer a los colaboradores, a opinar sobre sus textos, para aprovechar el gran potencial que representa la era digital en donde podemos servirnos de ella ampliando la ruta para que nuestras voces se escuchen, y nuestros pensamientos se lean más allá del horizonte que alcanza nuestra vista.

Jorge Enrique Escalona del Moral

Nota: Para una mejor lectura de la revista la podemos enviar por correo en formato PDF, mediante un mensaje a la dirección de correo de Los escribas.

Editor Alberto Calderón P. Redacción y Contenidos Maricarmen Delfín Delgado Consejo Editorial Gabriela Jiménez Vázquez Koryna Hernández Hernández Gloria Domínguez

Rodolfo Cisneros Márquez Juan Pérez Salazar Dirección www.revistalosescribas.com issuu.com Revista Los escribas Facebook: Revista los escribas Correo: rev.elescriba@gmail.com

Importante Las semblanzas de los escritores que colaboraron en este número estarán disponibles en el sitio. www.revistalosescribas.com

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Luis G. Mendoza No le digas al mar…………………………………...4

Martha Cupa León Mujer en la niebla ………………………… 32-33

Gwenn-Aëlle Folange Tèry Soles……………………………………………… ....5

Isidoro A. Gómez Montenegro Somos humo ……………………………….34-35

Jorge Enrique Escalona del Moral Entre voces…………………………………………..6

Patricia Eugenia Castillo Guzmán Historia medieval………………………… 36-37

Rodolfo Cisneros La pasión de Alejandra…..…………………………8

Alberto Calderón P. El color de la leche…………………………….38

Pascal Mora Relámpago………………………………………..9-10

Cesar Curiel Tiempos modernos, Envidias ………………..39

Gloria Domínguez Naranja……………………………………………….11

Etienne Bonnefoi Los conejitos multicolores ……………… 40-42

Oscar Pacheco Rodríguez Misa de las siete treinta……………………….. 12-15

Félix Pacheco ¿Dónde está Sabrina?, Deshielo ………… 44

Gabriela Jiménez Vázquez Mágica sinfonía…………………………………… 16

Héctor Arriaga Moctezuma El diario …………………………………… 45-47

Eduardo Cerecedo Eso que no soy supersticioso……………………. 17

Juan López Carrillo Consuelo ……………………………………….48

Horacio Gabriel Saavedra Castillo Unidos..............................................................18-19

Animaría Mayol La noche juega ……………………………

Alejandro Joel Hesiemberg tenía razón……………………….21-22

Rosario Murrieta La primera impresión es la que cuenta… 50-51

Alfonso Pedraza Demasiado tarde……………………………………24

José Miguel Naranjo Ramírez Mujeres con el máximo galardón literario 53-55

Patricio Sánchez Rojas Una estrella se ha caído del cielo ……………… 25

Germán Jaino Rodríguez Aquino Poesía ………………………………………… 56

Laura Pini El aural………………………………………… 26-27

Elvira Ordoñez Galatea …………………………………………57

Maricarmen Delfín Delgado Como una flor…………………………………. 28-30

Rut del Río y J.L. Rodríguez Poemas a dos manos………………………….59

Lily Varela Farca Realidad, Cobardía…………………………….31

Lilitt Tagle Honores a la bandera …………………………60

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No le digas al mar Luis G. Mendoza

que en el crepúsculo tu rostro aparece en las nubes y camino sobre arenas movedizas y los días no logran borrar tu nombre. No le digas al mar que los cangrejos recorren la playa en busca de refugio. No le digas al mar que las olas brincan esquivando a los intrusos que la invaden y tras la tarde aumentan su tamaño. No le digas al mar que las estrellas fulguran silenciosas e iluminan la noche en que no te encuentro No le digas al mar que los barcos se extravían en el horizonte lejano y rojizo. No le cuentes al mar de los secretos que resguardan las conchas y los caracoles.


Soles Cuenta tus soles y tus paraísos, pierde la cuenta y vuelve a empezar Alinéalos, adórnalos, acarícialos, respíralos Déjalos flotar, hundirse y desaparecer Sigue con tu dedo la línea de su mejilla y la de sus piernas Tan fuertes, tan grandiosas Húndete también, no te sueltes nunca Sigue tus soles y tus paraísos hasta lo más profundo del mar Cuéntalos y vuelve a perder la cuenta Recuerda otros días, más obscuros, más largos Míralo ponerse de pie, vivo, alto, fuerte Cuenta tus soles y sonríe

Gwenn-Aëlle Folange Téry

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Entre voces (Una mirada a dichos y hechos de creadores e intérpretes artísticos) Jorge Enrique Escalona del Moral

Lo escribieron Antonio Porchia (Escritor. Conflenti, Italia, 1886- Argentina 1968): “Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno”. (Porchia, 1999) E.M. Cioran (Filósofo y escritor. Francia 1911-1945) “—¿Qué hace usted todo el día? —Me soporto” (Cioran, 1997) Lo dijeron Hernán Lara Zavala(Escritor. Ciudad de México, 1946) “A mí me gusta pensar que los buenos cuentos son aquellos que dejan una suerte de resplandor, un momento de particular intensidad, una especie de misterio que te mueve a volver al cuento, a pesar de que ya conozcas su desenlace.” (INBAL, 2007) Eduardo Lizalde (Poeta. Ciudad de México, 1929): “Así que, en el fondo, lo que sucede es que el poeta y el escritor se hacen, es cierto, pero también nacen, y a lo largo de un desarrollo que arranca desde la infancia están pensando siempre en la literatura.” (INBAL, 2007) Lo vivieron Francisco Hernández (Poeta. Veracruz, México, 1946) “Realmente para alguien que tiene una autoestima tan baja como yo, ganar un premio sí es importante, a mí me hizo sentirme de otra manera. Y el libro fue publicado por Joaquín Mortiz, y ya lo he dicho muchas veces: si yo se lo llevo a Mortiz, no me lo publican. Pero como era el premio, tenían que hacerlo, y eso me gustó mucho, me sirvió. Me dije: por fin, ya no voy a pagar mis libros, siquiera ya salió en una editorial de prestigio”. (INBAL, 2007) Fuentes: Cioran. (1997). Del inconveniente de haber nacido. Ex Libris , 62. INBAL. (2007). Literatura en voz alta. México: INBA-CONACULTA. Porchia, A. (1999). Voces reunidas. México: UNAM.

Antonio Porchia

E.M. Cierran

Hernán Lara Zavala

Eduardo Lizalde

Francisco Hernández

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LA PASIÓN DE ALEJANDRA

Rodolfo Cisneros

Mi amiga y yo estudiábamos enfermería. La otra noche, camino a mi casa para hacer la tarea, repentinamente escuchamos los rechinidos de unas llantas y un choque. Corrimos para ver lo sucedido. Era nuestra oportunidad para poner nuestros conocimientos a prueba. Nos abocamos a atender a un muchacho como de 17 años. Por los nervios violentamos los códigos de atención y lo pusimos en la banqueta. Después de examinarlo se me ocurrió que lo ingresáramos a un sanatorio cercano, donde trabajé de afanadora. Convencimos a un taxista para trasladarlo. Cuando llegamos al hospital mi amiga gritó sorprendida ¡Ya se murió el chavo! Yo sentí como se me secó la boca. El operador nos dijo asustado ¡Bajenlo rápido! Le explicamos que no nos recibirían con un muerto y lo convencimos para devolverlo al lugar del accidente. Cuando llegamos le hice una seña a mi amiga para que nos fuéramos. Puse 50 pesos en el cenicero del taxi y huimos del lugar. El taxista asustado nos gritaba ¡No se vayan! ¡No me dejen con él! ¡Ayúdenme! Mientras corríamos se acercó una patrulla y se escuchaba la sirena de una ambulancia. Mi amiga preguntó ¿Qué problemas legales crees que tenga el taxista? Yo le contesté, no tengo la menor idea. Cuando terminó el año escolar me di de baja, para estudiar mi verdadera vocación, el derecho. Aquella mañana cuando llegué a la visita conyugal lo abracé y le dije: por fin te he liberado y eso que todavía no termino la carrera, ahora podrás seguir de ruletero.

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Pascal Mora

RelĂĄmpago No me pierdo Ni un instante de la yedra Que empiedra las paredes de arriba para abajo. Los neones desvelan las fachadas ocultas Su sol y sombra inventa las ruinas convulsivas De los barrios que se desmoronan.

Voy por las carreteras marginales Que miran los campos de escombros Donde anidan mujeres. Por estos pasillos enigmas Se escapa de si misma la ciudad Y descubre el arrecife De un mar inĂŠdito.

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Pascal Mora

Relámpago En un estallido de cielo Se abre la puerta ventana. Me lleva un corredor de aire Por las avenidas agachadas . Los coches son un viento que disipa las ideas Cubiertas de tinieblas nubes, Las que galopan al poniente de mis pasos. Surge el aguacero como un brillo En ráfagas de tejas y transeúntes Pájaros arroyos, gotas de ruido, Contemplo la ciudad que se olvida Entre sus propios rumores.

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NARANJA Gloria Domínguez Castañeda

Naranja dulce pinta el cielo Naranja danzarina, luminosa, disco solar a fin de abril. En la mañana fresca, a medio ascenso, ya viene trabajando este Señor.

Sol naranja de mi desayuno Alegría circular Un poco de café recién tostado.

Danzante naranja arrebatado. ¡Baila! ¡Baila! No dejes de girar.

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LA MISA DE LAS SIETE TREINTA.

Al terminar de entrenar, me apuré para llegar a la misa de mamá que era a las siete y media, cumplía tres años de haber fallecido. Mi camino a la iglesia incluía donde las gitanas, siempre agazapadas en el quicio de su puerta esperando que algún distraído pasara. Justo unas cuadras antes pensaba en eso cuando súbitamente salieron dos de ellas que vestían largas faldas con llamativos colores. Una era joven la que me habló primero con una cinturita y unos ojos enormes que al mirarlos me parecieron dos hermosos luceros y, a la otra, de mayor edad, la caracterizaba un diente de oro. Ella de inmediato tomó una de mis manos y empezó a decirme toda clase de parabienes como, “Tu vida estará llena de viajes, de amor... Veo también una hermosa mujer...”, sonriendo volteé a ver a la gitana joven, mas no por mucho tiempo pues la que observaba mi futuro, sin soltarme, me pidió que sacara un billete, con fuerza retiré mi mano negándoselo y tan rápido como pude me alejé de ellas; apenas y alcancé a escuchar alguna parte de las maldiciones gitanas que según me perseguirían por el resto de mi vida. Llegué al templo con tanta celeridad que en la entrada choqué con una de las viejecitas paradas junto a la imagen de La Sagrada Familia. Busqué inútilmente a papá mientras intentaba agarrar un buen lugar pero no lo encontré. La fecha de mamá coincidía con la fiesta anual de la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación. Al terminar la ceremonia fui a pasearme entre todos los antojitos y cuando vi los pambazos me acerqué, pedí dos bien doraditos y con mucha salsa, entretanto decidía si comerlos en casa o no, vi una linda cabellera y un perfil que me invitaba a quedarme; no lo pensé más e inmediatamente me senté en la banca de madera al lado de ella. Volteó y fue ella la que dio la primera palabra. Hola. ¿Qué haces por aquí? Yo no la había reconocido pero era la señorita Berenice, muy popular en la escuela y no precisamente por sus calificaciones, porque ni estudiante era, sino porque trabajaba en las oficinas administrativas. Tenía fama de locochona o “zorra” como le decían principalmente las chicas; yo no sabía si en verdad lo era, pero estaba buenísima.

Oscar Pacheco Rodríguez

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Ya teniéndola bien cerquita se le veía menos edad de la que yo le había calculado cuando realizaba algún trámite en las ventanillas, si acaso era tres o cuatro años mayor que yo. La saludé y estuvimos platicando. Ella comía unos buñuelos y yo saboreaba mis pambazos y su gran escote. Cuando nos despedimos, pagué la cuenta de los dos, me dio las gracias y me dijo que era muy caballeroso, me dio el número de su celular, me preguntó donde vivía y cuándo podríamos volver a vernos. Ya eran como las once de la noche, cuando llegó papá. Yo estaba viendo la tele y mensajeándome con los cuates cuando escasamente logré escuchar el rumor de su saludo. “Seguramente no le fue bien”, pensé. ¿Te fue mal en el trabajo? Sí tras una pausa agregó, de nuevo nos retrasamos en el informe mensual. Apenas lo entregué hoy. Ya es jueves y debió estar listo desde el lunes. Cuando se lo llevé al arquitecto me preguntó si ya lo había revisado y, sin apenas verlo, lo subió al director; me dijo que regresara en la tarde, para saber el porqué cada mes pasa lo mismo. ¿Y qué le dijiste? La verdad. No entré en detalles, le comenté que el personal no está funcionando. Pero que asumía mi responsabilidad y que en lo sucesivo los informes estarían listos en las fechas previstas. ¿Y cómo le vas a hacer? Pues metiendo en orden a los auxiliares, pero no va a ser nada fácil, ni a quien irle. David se acaba de divorciar y todo el día se la pasa quejándose de lo que le quita su ex; Joaquín cuando no está con sus audífonos se la pasa con su teléfono, así como tú hace rato, el otro día pensé que le estaba dando un ataque epiléptico agregó mientras sonreía. Imagínatelo, estaba sentado frente a su escritorio, con la cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, con una mano como si pidiera limosna y con la otra haciendo como si fuera guitarrista. Nos reíamos de él cuando David le quitó los audífonos y le gritó, “¡Ya despierta pinche flojo!”. Solamente Alicia es la que está funcionando, tiene poco tiempo, pero aprende rápido. Estoy seguro que ella sí me será de gran ayuda. 13


¿Es la señora con la que luego te regresas de la oficina? ¡Ándale es ella!, ¿la conoces? No, pero te he visto acompañado en el carro. para que no te cueste tanto trabajo. Vive por aquí y cuando salimos tarde se me hace feo que se regrese sola… ¿Llegaste a la misa de tu mamá? Sí, había mucha gente pero allí estuve. Oye, ¿qué has pensado de la escuela de Morelia? Pues es un gasto bastante fuerte mantenerte allá. Pero si estás seguro que eso es lo que quieres estudiar, qué le voy a hacer. ¿Ya investigaste si aquí no hay alguna licenciatura que se le parezca? Ya chequé, papá, no hay nada. Existe la carrera en universidades particulares y la verdad están muy caras. En Morelia, por parte de la UNAM se acaba de abrir la licenciatura en Historia del Arte. No te preocupes, mira, ya pasando el examen de admisión conseguimos un lugar baratito para dormir y me busco una chamba para que no te cueste tanto trabajo. Está bien, pero no quiero que te vayas a desbalagar. Estar solo no es fácil y menos para un chamaco como tú. No me vayas a salir con la sorpresa de que te juntaste con alguna muchacha, dejes la escuela y, en vez de mantener a uno, tenga que mantener a dos o tres. Te vas a ir pero que sea para estudiar, no para andar de vago. No podía dormir. Recordaba todo lo que había sucedido en el día y me reí de la maldición gitana. El encuentro con la Bere fue formidable, pensaba que era mentira todo lo que decían de ella, me pareció una chava buena onda. Planeé comprar una caja de chocolates a la mañana siguiente para dárselos en la escuela. “A ver qué sale”, me quedé dormido. Qué equivocado estaba, la Berenice resultó peor de lo que pude imaginar. No habíamos pasado ni dos semanas juntos (eso sí, ma-ra-vi-llo-sas), cuando me mandó un mensaje que decía: “Hola, por el momento ya no nos podremos seguirnos viendo”. Imbécil de mí, ¡ni si quiera me dio la cara! Le contesté preguntándole si tenía algún problema y si me era posible ayudarla. 14


Nunca me contestó y decidí buscarla en su casa, pero me mandó al diablo. Me sentí como perro apaleado y con todo el dolor de mí corazón acordé ya no pretenderla más. Al cabo de un tiempo me llamó, pudo más mi orgullo y no le contesté, ya residía en Morelia y había encontrado una casa de huéspedes muy económica. Lo único que extrañaba era a papá, no me gustaba que estuviera solo. Por la distancia y el costo de los pasajes no podía visitarlo tan seguido como hubiera querido, pero al menos una vez al mes lo hacía y nos poníamos al tanto de todas las novedades del trabajo y de la escuela. Por fortuna al regresar a mi nueva casa me sentía tranquilo porque él se veía bien y contento. Ya estando en el segundo semestre, me conseguí una chamba de chofer para sábados y domingos que me dificultó más el poder viajar a la capital, pero a cambio de eso nos hablábamos o, al menos, nos mensajeábamos casi a diario. Uno de esos días, tuve que pedir permiso para faltar al trabajo, papá había llamado para decirme que era necesario platicar conmigo, estaba muy serio, le pregunté si sufría una enfermedad o qué era lo que sucedía: No hijo, nada de eso pero es necesario que vengas. No esperé más y tan pronto como pude me trasladé muy preocupado. Al llegar a casa abrí la puerta y allí estaba papá sonriente. Erick, hijo, pasa. ¡Qué gusto que llegues! mientras se acercaba y me daba un fuerte abrazo. Mira te presento a Alicia, ¿la recuerdas? Se ha convertido en mi ayudante estrella. En ese momento se abrió una de las puertas. Sorprendido abrí los ojos a más no poder ¡Vi a Bere que salía de una de las recámaras! Además agregó papá, mientras estiraba los brazos hacía la recién llegada, es la madre de Berenice, mi prometida.

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MÁGICA SINFONÍA

Como gotas de lluvia en armonía, impregnan

Gabriela Jiménez Vázquez

mi piel tus notas. Su fragancia me atrae, despliego mis alas, danzo al compás de tu ritmo.

Brillante SI, es tu mirada en mis bemoles. El RE sostenido de tu voz, relaja mi desasosiego.

Con el cálido SOL de tus caricias, abrigas la desnudez en el pentagrama de mi cuerpo.

En todas las escalas y tonos, eres la sinfonía que envuelve mi existencia, con mágicos acordes. 16


ESO QUE NO SOY SUPERSTICIOSO Eduardo Cerecedo

Pero ellos tiene la culpa de que uno sea feliz, andan mugrosos por las calles, arrastrando cobijas, sartenes, enredados con bolsas de plástico, barbados, o en su caso, sucias, con el melenero hecho un desparpajo, con un zapato nada más, todo les apesta. Pues uno tiene que practicar, cuando encuentras a alguien así, el pensamiento vuela, te imaginas como limpiar la ciudad, te das cuenta que los programas gubernamentales los deja fuera, y es hora de actuar con eficacia. Pero tú tenías otra cosa en mente, no esto. Me decía mientras clavaba mi agudo sentido en placer y más placer. Aún no amanecía, salí a trabajar como siempre, Donceles clareaba su amplitud, al doblar sobre República de Chile, me topé con una indigente, me hizo ps ps, bastaron segundos para calibrar mi acción. Con unas monedas en la mano, como que la atraje en dirección al puesto de periódicos, que permanecía por supuesto cerrado. Con el cuter verde limón rasgué su garganta, suavecita sentí la mano y caliente el puño, al tratar de respirar aventaba chorros de sangre y el sonido que emitía era como el de un cerdo con tos. Cayó al suelo en segundos. Envuelta en el roperío que cargaba. Le di una patada en las nalgas, a manera de despedida, por aquello de que no se me fuera a revelar en los sueños.


Unidos por Horacio Gabriel Saavedra Castillo

I El cosmos lo sabía: desde el origen de los tiempos, estábamos destinados a estar por siempre juntos. Mamá había concretado ese designio –o infortunio, si me apresuran– pues en sus genes estaba marcada la alta posibilidad de engendrar gemelos… Hay quien dice que las almas deciden cómo y cuándo se debe volver a la Tierra: Camila y yo decidimos hacerlo simultáneamente y sucedió entonces que nacimos con cinco minutos y un gonosoma de diferencia.

II

– Nunca me había sentido como hasta ahora –dijo Camila en el malecón y la luz manaba de sus ojos como si la vida se le fuera en ella. – ¿Volveremos? –y la luz se convirtió en gotas que limpié con la manga de mi camisa…

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Lucía esplendorosa en su vestido de blanca manta, con el sombrero azul que sujetaba para que no se lo llevara el viento... Era inevitable pensar que hacía tan sólo un instante, las sábanas habían recibido nuestros cuerpos que se persiguieran desde aquel desfase inicial de cinco minutos y se habían impregnado de todos los líquidos, sonidos y aromas distintivos del amor.

III

El cosmos y el mar bien lo sabían: desde el origen de los tiempos, estábamos destinados a estar por siempre juntos y en el viento que remueve las olas, viaja ya un sombrero azul…

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HEISEMBERG TENÍA RAZÓN

Alejandro Joel La lluvia en la ciudad se da el lujo de caer

muy lentamente

y no obstante haber perdido tantas lunas aún conservo tu lencería de látex Tú

sigues sin regresar

y mi fetichismo En fin lo demás

no es suficiente para calmar el intenso frío solo llueve

ahora no interesa

Mi ebriedad toma la forma de la lluvia vahos hialinos se ahogan en los resplandores ocres de mi vaso de cerveza como una premonición

de que pronto

podré recuperar mi sobriedad perdida

Las cinco de la tarde demasiado temprano

para regresar a mi vida

y mentirle a mi soledad

cara a cara

no puedo decirle que soy un niño que perdió su polvo de hadas

que se niega a crecer

y que no sabe dónde está Wendy


Tal vez

por lo que no dijimos

mi mundo comenzó a huir de las palabras la distancia nos fue dejando solos antes aún

Y así

que la palabra olvido

poco a poco

sorbo a sorbo inevitablemente regresa la sonrisa de los viernes

Entre charquitos de whisky

ahumando las heridas

soy mi propio botín de guerra

La lluvia no cede el pronombre tú

equivale al adverbio lejos

mi gata y yo odiamos la distancia mi frialdad mi gata y yo y tú

somos dependientes de ti

sigues siendo pronombre

pero exclusivamente en sentido reflexivo

Inhalo y exhalo vertiginosamente diez veces diez para no dejar de ser nosotros


Así guardo tu nombre arrebujado

entre sístoles y diástoles

para que no lo orinen los ácaros para que no la cubran de esporas los dermatofitos

Heisemberg tenía razón en el amor no te preocupes

no existe el para-siempre todos los físicos cuánticos saben que la incertidumbre es eterna

y el tac-tac-tac de tus tacones

no es urgente

los pasos

son sólo pasos

y yo soy un misógino infeliz que te necesita

solamente porque siempre tiene frío

Irónico ¿no? Tantas Ítacas y no poder escapar de una sirena

Seguramente el frío pero

no tiene ninguna relación con mi lujuria

por si las dudas

amarrarse al timón es buen comienzo pues la sirena que desnuda la noticia

siempre pronostica lluvia


Alfonso Pedraza

De la serie Del Amor: Del amor XVII “Demasiado tarde” —Viera qué buena me ha salido la Juanita, casi nunca se enferma y con nuestros cinco chamacos, tan sanos y brincones como ella —esto me decía Lencho en una noche de lampareada buscando tlacuaches y liebres en el monte cercano del pueblo. —Mire esa luna — me decía—, me recuerda a la Juana cuando era joven. Blanca, redondita y pícara la mocosa, se tapaba la cara con el rebozo a lo mesmo que hacen las nubes cuando le tapan la luminosidad a ratos. Ni un ojo brillaba entre las matas, sólo los grillos en su monótono chirriar y algún ladrido lejano nos hacía notar el profundo silencio que imperaba. Siguió su confidencia. —Una noche de luna como esta jue que había ido a buscarla a su casita, una de sus hermanas que sale y me comenta: Lencho, la Juanita si jue con el Tomás, quesque la iba a llevar a la capital, que ya tenía, y trabajo seguro. A lueguito sentí que se la llevaba a la mala pues siempre le había tenido ganas a la chamaca, y ésta, tan ligera como sus pies. Así, que me apresuré y fui por el caballo para alcanzarlos, no juera que llegara demasiado tarde. Su cara enrojeció al encender un nuevo cigarrillo y un ligero temblor en su voz me impidió preguntar lo obvio. —Los encontré tiempo después, no me preguntes cuándo ni cómo jue que la traje, compadre. El caso es que ya con el tiempo comprendí que para un corazón sencillo y enamorado como era el mío, sea la hora que juera, nunca iba a ser demasiado tarde. ©alfonsopedraza


UNA ESTRELLA SE HA CAÍDO DEL CIELO

Patricio Sánchez Rojas s Nos dijeron que debíamos partir. Nos dijeron que debíamos abandonar nuestro entorno y largarnos, cuanto antes, a donde fuera, pues ellos iban a reconstruir nuestras casas, la ciudad, los jardines. Nos dijeron que olvidáramos para siempre aquel paisaje. Nos amenazaron de muerte. Luego rompieron nuestros documentos, nuestros libros. Nos humillaron. Han pasado ya muchos años desde entonces. Casi todos nuestros amigos han muerto. A este lado del mundo los árboles crecen al ritmo desbocado de las nubes del Mediterráneo, salvo la higuera que se ha sentado hoy a platicar conmigo un rato y rehusa, tajantemente, encumbrarse hasta el firmamento. Los caminos están llenos de polvo seco, dijo la voz de mi padre. En lontananza vemos veleros navegar con viento norte. Las gaviotas merodean juguetonas sobre las olas de este mar. Alguien acaba de depositar un puñado de arena tibia entre mis manos. Este puñado de arena semeja a una estrella que acaba de caer del firmamento, dijo otra voz. (Las estrellas son nuestros caminos, comenta luego un maniaco-depresivo que conversa con los árboles de la Avenida Víctor Hugo).


El Aural Laura Pini

When the weird becomes commonplace, it ceases to be bizarre Cuando la rareza se vuelve común, deja de ser asombrosa

Tenía el plumaje más raro de cuantos se hayan visto en la región, de ningún color humanamente conocido. Al amanecer se ve azul ultramar, por la tarde bermellón de Holanda, y en la noche escarlata gobelinos con trazas amarillo indio. Cualquier otro día se percibe rojo veneciano pincelado por reflejos verde veronés. La siguiente noche resurge cual negro de humo o café cortado cósmico. Bajo el sol, el brillo de sus alas es del más nítido blanco; pero es una ilusión. Parece haber llegado de cielos distantes. Sin embargo, nació en esta tierra. Ama la libertad: no hay nada que disfrute más que volar y ver, desde una gran altura, el hermoso Lago de Chapala. Le gusta sumergirse en el agua cuando los niños chapotean. Custodia los pasos de los caminantes solitarios y apenas despunta el alba dedica su canto, que no es armónico, a los enamorados. Vela a los lugareños y visitantes durante sus largas noches de insomnio, queriendo regalarles el sueño. Prefiere ver su desvelo que el horror de sus pesadillas. Llora. Durante sus vigilias, si hay luna nueva, escucha el vaivén de las olas desde la orilla. No es un ave hermosa, solo rara. Por eso llama la atención. Era feliz en compañía. Su descendencia es diferente y la han abandonado al igual que las aves de su parvada. Ya no vuela con ellas. La rareza del Aural se hizo célebre por los alrededores, luego en terruños apartados.


Las plumas que se le habían caído con naturalidad empezaron a ser codiciadas. Algunas se usaron para escribir poemas, otras para dibujar, unas pocas para garrapatear partituras. Después pretendieron capturarla para quitárselas. La pasión está en sus plumas, debe cuidarlas. Hay niños que le arrojan piedras, jóvenes que buscan prenderle fuego por considerarla de mal agüero o comerciantes que quisieran venderla. Además están los cazadores que desean arrebatarle su libertad. Está triste, sin saber bien por qué: la soledad, la indiferencia, la crueldad de los suyos, de los otros, de los humanos, el desamor. Duerme acurrucada en el más inaccesible lugar, amenazado asimismo con desaparecer. No vivirá en una jaula. Vuela al lago de sus ancestros. Este es un espejo del suyo. Allá es todavía más rara y no se adapta al frío de los territorios escandinavos aun siendo primavera. Sigue triste. Decide regresar antes de que el invierno la derribe. Ve a su amado lago desde la distancia. Falta poco para llegar. Un dolor sutil le atraviesa el corazón. Sangra. Sus plumas ahora se ven violeta índigo con destellos plateados bajo las alas. Creando un sonido musical humanamente desconocido, las gotas carmesí caen al agua.

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COMO UNA FLOR Maricarmen Delfín Delgado

La ciudad se ha vuelto un arcoíris vegetal, un caleidoscopio vivo reflejando los colores que nos regala la madre naturaleza en cada rama y en todas las puntas de las enredaderas, que como listones caen y se entretejen confundiéndose entre troncos y hojas cual si se tratase de un solo cuerpo de madera, deleitando los sentidos con sus tonos y aromas. Corolas y pistilos listos para proveer de polen a las obreras de la miel, al viento y al entorno para lograr así multiplicar este paraíso terrenal, que como cada año se engalana con su traje de fiesta floral. Brotan los nidos cobijados por las ramas de los árboles que como amorosas manos los sostienen, incubando polluelos que pronto surcarán el azul celeste y entonarán su dulce canto. En el recorrido visual encontramos el púrpura, el rojo y demás tonos similares de las tradicionales bugambilias, el lila de las jacarandas, el rosa de las magnolias y las gravileas, el naranja del framboyán, el rojo del callistemo, los amarillos de las acacias; todo un arcoíris que también nos convida los perfumes de las orquídeas, la madreselva, las rosas y los jazmines. No dejaremos fuera a los floripondios, los alcatraces o cartuchos, los capotes, las gerberas, los claveles, los quiebraplatos y las azaleas. Xalapa ha llevado con orgullo el adjetivo que el científico alemán Alexander von Humboldt le otorgara en 1804:”Ciudad de las Flores”, avalada por la estampa que en estos meses del año regala a propios y extraños. Los camellones presumen vanidosos los cuadrados arbustos de azaleas, en las bardas caen despreocupadas saltando los límites que les marcan los enrejados las llamativas bugambilias, y los frondosos árboles de jacarandas nos regalan su tono violeta.


Hablando de flores no solo las que brotan en primavera son hermosas, también los son los halagos que alguna vez hemos recibido o hemos dicho a otra persona, entonces se dice que “nos echaron una flor”. Hemos robado sus nombres para llevarlos como identidad y parte de una personalidad relacionada con la naturaleza, bautizando así a Margarita, Rosa, Lila, Violeta, Azalea, Clavel, Jazmín, Azucena, Begoña, Celinda, Iris, Lirio, Flora. Son referentes de fechas o acontecimientos importantes como la flor de muerto o cempoalxóchitl, también la nube y el moco de pavo nos recuerdan estos sucesos; Flor de nochebuena o flor de pascua para celebrar la Navidad. Las rosas son imperdonables para alagar a las madres el 10 de mayo, en cumpleaños y en el día del amor y la amistad. En las bodas se esparcen pétalos de rosa por el camino que recorrerá la novia, simbolizando dulzura, fertilidad, la purificación de la pareja, la pasión con la que convertirá en esposa. Como significado de algo mejor o importante decimos: ”está en la flor de la vida”, “es como la flor de la canela”, “se rodea de la flor y nata de la cultura”. Para evocar sentimientos:” a flor de piel”,” andar de flor en flor sin conseguir nada”, “tan efímero como flor de un día”. Flor de loto es sinónimo de caer hasta el fondo y levantarse para siempre, una flor en el juego de naipes es una serie de cinco cartas de la misma figura y mismo color; se dice que está floreado: que está roto, lleno de flores. Cuando el amor está en duda deshojamos la margarita, para las bendiciones católicas se utiliza una rosa blanca y para despedir a un ser querido le lanzamos una flor. Además de conquistar con su color y aroma, el sabor es otro atributo más, pues todos hemos disfrutado de los platillos preparados con flor de calabaza, con flor de izote, flor de gasparito, con brócoli, con coliflor y con pétalos de rosa.


En la medicina tradicional las flores son el elemento esencial para aliviar las enfermedades comunes de una manera casera, preparando una infusión con manzanilla, anís estrella, caléndula, salvia, jazmín, azahar, tila y tilia. Las flores de Bach o remedios florales de Bach son 38 compuestos artesanales no farmacológicos de flores maduras maceradas en agua y diluidas en brandy como conservador, son de diversas variedades silvestres de la región de Gales. Estos preparados se pusieron de moda hace algunos años como una variante de la terapia médica alternativa, pero después de varios análisis clínicos y científicos se obtuvo por resultado que solo tienen efecto placebo. El apellido Flores es un patronímico curioso, del nombre "Fruela", que derivó primero en Flórez y después en Flores, es asturiano muy antiguo y de origen real por el infante don Aznar Fruela, hijo del rey Fruela II. De Asturias llegó a León y se difundió por toda España. Es uno de los 100 apellidos más frecuentes. Las flores son una bella creación de la naturaleza para regocijo de la humanidad y por eso a todos nos gusta contemplarlas en macetas, jardines y arriates; aprovechemos las exposiciones y las ferias donde ellas son las festejadas para llevarlas a casa a formar parte de nuestra familia. Entre tantas flores y colores descritos en esta página, se me antoja caminar por mi jardín para contagiarme de su hermosura y aromas, más tarde iré a la feria floral y si tengo suerte tal vez me gane el título de La flor más bella del Ejido. 30


REALIDAD La risa se ha ido, ya no está mas conmigo, el llanto se prende a mis ojos y me acompaña a todas partes, la tristeza me toma de la mano llevándome a parajes sombríos, cuevas lúbricas y noches borrascosas.

Lily Varela Farca

La mirada perdida vaga por la nada las sonrisas melancólicas se esfuman en el tiempo, los brazos vacíos se enlazan chocando brutalmente en el hielo. Las palabras, las promesas se encadenan se hacen añicos y desaparecen en la bruma.

COBARDIA A veces es mejor el silencio, cuando nuestro alrededor nos apresa y no tenemos valor, ni aun para abrir los ojos. Callar, callar, aunque nos duela el alma, sentir despedazarse, sentirse miserable, con la dignidad quebrada, y el llanto en la garganta. Es mejor el silencio, cuando no deseamos que nos miren, cuando queremos escondernos, y nos fallan las palabras, es mejor el silencio, quedarse callada, no decir nada. 31


LA MUJER EN LA NIEBLA Martha Cupa León Primero lo dijo Ramón: “He visto dos veces a una señora vestida de blanco caminando entre la niebla por la carretera a Toluca.” No le creí, a pesar de que Ramón no es mentiroso. Pensé que su mente lo engañó y confundió algún árbol o animal con una silueta de mujer. Pero después lo confirmó Jorge, asombrado con la coincidencia. – ¡Yo también la vi!, vestía de blanco, tenía el pelo largo y lo traía suelto. Mi hermano Jorge tampoco es mentiroso y jamás supe que la imaginación lo traicionara. Sin embargo, preferí mantenerme escéptica. Ramón la vio por primera vez en diciembre de 2012, luego en abril de 2013. Jorge, en septiembre de 2014. – ¿Habrá un manicomio –o granja– cerca, y la mujer se escapó? – pregunté a mis hermanos. – Puede ser, pero parece que es la misma mujer que hemos visto esas tres veces. – ¿A qué horas la han visto? – Yo la vi como a las cinco de la mañana, dijo Ramón. – Igual yo, aseveró Jorge. – Mmmm… Es raro –me limité a decir. Pasaron los meses y nos olvidamos del tema. Fuimos varias veces a Morelia, y al pasar por la carretera a Toluca yo buscaba, sin mencionar nada a mi esposo e hijos, a la mujer que caminaba entre la niebla. Nada. La última vez que fuimos a la capital michoacana, procedentes de la actual Ciudad de México, fue en diciembre de 2015. Salimos a las cuatro de la mañana para evitar el tránsito vehicular, y a las cinco llegamos a la carretera a Toluca. Había una niebla tan espesa que me daba la impresión que me la podía comer a cucharadas. Volteé hacia el asiento posterior del auto para para hacerles un comentario a mis hijos sobre el clima, pero no me oyeron: estaban profundamente dormidos. Al voltear nuevamente hacia el frente, a una distancia de menos de un kilómetro, ¡vi a la mujer de blanco! Giré la cabeza hacia mi esposo, quien manejaba lento, con mucho cuidado y preferí no distraerlo.


La silueta femenina se distinguía mejor, con su largo pelo suelto continuaba su andar cadencioso en dirección opuesta a nosotros, al extremo derecho de la carretera. Otra vez me volví a mi esposo, para saber si había notado algo, pero él continuaba concentrado en conducir con extrema precaución para evitar algún percance. Decidí no decirle nada para no transmitirle mi nerviosismo. ¡La mujer estaba más cerca!, a unos cien metros, quizá. Miré a mi esposo, quien esta vez notó mi inquietud. – ¿Pasa algo? – preguntó sin despegar la vista del camino y con las manos firmes en el volante. – No, nada, es sólo que estoy aterida de frío, ja, ja, ja –traté de bromear. De inmediato miré en dirección a donde vi a la mujer ¡Estaba a escasos metros de nosotros! Mi corazón comenzó a latir precipitadamente y de repente me quedé realmente pasmada: ¡Ella estaba, literalmente, a mi lado, de pie, a un lado del auto y parecía que yo era la única que la veía! La mujer miraba al suelo y me dio la impresión de que detuvo su paso. Súbitamente, en un momento en que la niebla amainó y se convirtió en neblina, me fijé en el espejo retrovisor, a mi derecha, para buscarla, y ya no la distinguí. El silencio mortal dentro del auto contrastaba de un modo sobrecogedor con el estruendo de mi corazón. Mi esposo se veía tranquilo, no se daba cuenta de lo que pasaba. La situación era desconcertante. Observé el paisaje frente a nosotros, a la derecha, a la izquierda buscando indicios de la figura femenina, y nada. Respiré profundamente, detuve el aire en mis pulmones por unos segundos y luego lo solté muy lentamente. Repetí este ejercicio de respiración varias veces para relajarme, hasta que empecé a tranquilizarme. “La señora ya no está, ya no está, ya se fue no sé a dónde, lejos de nosotros”, dije mentalmente varias veces hasta que lo creí y me serené. La experiencia había sido impresionante, pero había valido la pena. Y llegaría el momento oportuno para platicársela a mi esposo y mis hermanos. Yo ya me había calmado. El camino se despejaba cada vez más y me acomodé para disfrutar el crepúsculo. Volteé hacia el asiento trasero para cerciorarme de que mis hijos continuaban durmiendo plácidamente, pero al verlos mi corazón se detuvo: ¡La mujer de blanco estaba sentada en medio de ellos, mirándome fijamente y esbozando una sonrisa burlona!


Somos humo… Isidoro A. Gómez Montenegro.

Somos viento… antesala del espacio no siempre sopla. Cambia la conciencia, arcilla virtuosa de buenos ejemplos mentores y ternura uncidos en nuestra obra fundamental. Somos humo… se desvanece a determinada hora, cambia el orden universal en el incesante tráfago de gente se dispersa cual diáspora, huye de mentiras escuchadas. Hay gente que muere al tocar el asfalto. Muchos no nos aceptan. Gente sin espacio, sin distancia sin nombre ni destino. No insisten, yacen en torre de amargura cual estramonio, en labios, en rituales y cultos. Mientras… espero instantes de tiempo espacio a enfrentar la vida hacerla florecer, sigo su ciclo a través de tacto y mirada, cabalgo en su océano, rompo cristales de rocío al alba, comulgo en espacios dejados por el sol agonizante y la noche eterna amanecida. Somos hombres…


acostumbrados a dar vuelta en las esquinas encontrándonos con sonrisas de lluvia. Sé, más tarde, en arrebato milagroso que la espada de luz del astro adorado ha de aparecer. Serpentina de fuego me ciega. Somos hombres… que nos quedamos sin amigos por silencios y augurios, en vísperas de fenecer. Caminan por calles fantasmales llenas de seres afianzados a un suspiro de aura y humo. Polvo en suelas de nuestros zapatos y cuerpos abren camino a otros cuerpos en edades de fuego y humo por tanta inmundicia por blasfemias y escupitajos. Inminentes a seres de luz hablan en acequias, suma de nostalgias encrucija estas líneas. Somos humo, sílice… que el viento fragmenta veloz y lo lleva hasta las flores. Humo… causa ardor en la lengua, garganta y ojos. Hago míos los humos, sus atavíos y los espiro en futurismos cual cuerpo constelado del dios cifrado de signos. Humedad, ceniza, sílice… esporas que el viento borra.


Historia Medieval Patricia Eugenia Castillo Guzmán

Soy una inmensa y humilde gárgola que vigila desde los remotos años este cuartucho opresivo, al cual acuden a esperar los designios del maligno – si lo encuentran de humor– sobre su destino eterno, quienes han pasado ya el umbral de la vida, y que por alguna desviación a la hora de morir, están, los cofrades malévolos, en duda sobre su asignación al infierno. “QUE NADIE INSUFICIENTEMENTE MALO ENTRE AQUÍ” rezan a la entrada, grabadas en piedra y recubiertas de oro, las palabras de este mandato inmemorial, dictado, ¿Quién lo duda?, por Dios. Miremos a dos hombres que se encuentran en la antesala del infierno: uno está allí por error y el otro, por merecimiento propio. Tienen en común haber muerto prematuramente. Juzguémoslos si os place y hagamos un trato: si ustedes, por su mal, llegaran aquí, intervendré en su favor ¡claro! Si aciertan en prever quién de estos dos irá a la gloria. El más alto, Rutilante, es apuesto, su porte, impecable; es de maneras estudiadas y al parecer, algo vanidoso, pues lleva muy atildado un gazmoño copetito. El otro, de nombre Efebo, joven aún, va limpio pero algo descuidado; es alto y enjuto de carnes aunque elástico y atractivo. Ambos se disponen a esperar su destino, pero como los tiempos infernales son tan prolongados, Rutilante habla a Efebo de esta manera: A fe mía que tendremos que idear algo para pasarlo mejor. Di qué se te ocurre. –¡Ay, compañero de desgracia! No puedo sino pensar en el trance que habremos de pasar. ¿Cuál será la mejor forma de librarlo? -Propongo recordemos en voz alta nuestras vidas y digamos nuestros pareceres, que algo en nosotros será quizá digno de compasión.

Historia de Efebo Efebo lanzó un suspiro que conmovería cualquier corazón. Contó: Yo me casé con una mujer hermosa y me sentí tan honrado de recibir sus favores, que no me di cuenta de que ella, con argumentos que cualquier otro hubiera desechado, hacía de mí un esclavo sin voluntad, que maldijo a su propia madre y despreció a sus hermanos por complacerla.


Al cabo me sentí cansado, aislado, sin independencia ni amigos propios, pues los mejores, prudentes, se alejaron de este ciego del alma. Entonces, comencé a odiar a todos como si alguien más fuera culpable de mi soledad. Decidido a matar a mi tirana, me acerqué al lecho en donde dormía: mi corazón se apresuró tanto que tuve miedo; dirigí entonces la daga contra mí, pero me encontré también cobarde para morir. Me quedé con esa mujer, amándola y odiándola. -Y… ¿Cómo llegaste hasta aquí? -Mi mujer, al ver que todo estaba al punto para vivir sin mí y sin carencias, tras una noche de amor, me envenenó. Efebo derramó copiosas lágrimas, y sorbiéndolas, solicitó a Rutilante contara su historia para ayudarlo a matar el recuerdo. **** Historia de Rutilante Fui príncipe y después Rey. Contra el ejemplo de mis nobles padres, me entusiasmó el poder. Muchas castas doncellas tuve alrededor, burlé a las complacientes y a las difíciles las hice ahorcar, acusándolas de brujería. Aunque creciera el hambre entre mis siervos, los obligué a entregarme una tercera parte de su sustento para alimentar a mis animales. Llegué a considerar a la gente “simple prole”, como la llamaba mi hija. ¡Eran tantos! Muchos morían, pero nunca me faltaban siervos que llenaran mis arcas y mantuvieran un buen ejército, pues, debes saberlo, siempre aparecen turbas de necios y revoltosos. Gracias al santo temor a Dios y al ejército en todas partes, mantuve la paz. -Y… ¿De qué moriste? -Harto de placeres, conocí el opio. Un día creí hablar con Dios, Él me dijo que podía volar, y probé a lanzarme de la torre más alta del castillo. Pero… ¡shh! Satán se acerca. Satán leyó en voz alta la consigna “QUE NADIE INSUFICIENTEMENTE MALO ENTRE AQUÍ” y se echó a reír al mirar a la cara a los dos hombres: -Vete al cielo, compadre -dijo a Rutilante, tú, que disfrutaste de la vida. -Efebo querido –dijo Satán volviéndose al joven y palmeándole la espaldaVete al infierno, que bien gustas de disfrutar el sufrimiento. Fue así como Satán –cuyos designios son tan inescrutables como los de su rival, mandó al cielo a Rutilante y al dulce Efebo, al infierno; y aquí paro de contar pues me llama el deber, pero antes ¡Voto a Belcebú! Ardo por saber ¿A cuál de los dos muertos prematuros te inclinaste a salvar?


COLOR DE LA LECHE Alberto Calderón P. La obsesión no me dejaba dormir pensando en el alegre baile de la ropa al compás del céfiro y con ella los calzones de Luchita adornando los tendederos, su mamá los cuelga al sol después de darles un restregón. Me asomo a la ventana y mis sentidos se alebrestan, dejando mi mente girar alrededor de mis instintos. Los chones siempre están acompañados de algunos chaperones de dos piernas con piel de mezclilla, blusas y otros trapos colgados en una cuerda sostenidos por pinzas impidiendo precipitarse al vacío. Cuando corre la ventolera intentan fugarse, alguno lo logra dejándose llevar por distancias largas, quedando en el olvido eterno en algún alero o yendo a parar a los cuerpos de otros seres. El sentido de pertenencia de apoderó de mí y el coraje junto con la impotencia de no poder hacer nada cuando vi a ese flaco moreno que vino a dejar un cilindro de gas y en un rápido movimiento echó una de las prendas íntimas a su pantalón, después de cambiar el tanque, el vacío que traía al hombro lo subió a la parte trasera del camión, logré ver que junto a los envases de gas asomaba el calzón color sandía de una de las bolsas traseras de su pantalón, de la otra colgaba la franela con un carmesí más intenso. Se alejó al grito de “gaaasss” pegándole con el "perico" a los tubos de veinte y treinta, la funda femenina viajaba en contra de su voluntad, así supuse como consuelo. Hoy salió de pantalón blanco, ayer vi colgada en el tendedero una tanga color leche oreándose al sol. Su madre pone a la vista todas esas prendas sugestivas; cómo anhelo ver a Luchita portando ese color inmaculado. Salí en busca del eslabón perdido. Había observado que una de las cortinas dejaba ver un pequeña parte de la intimidad hogareña, sigilosamente me dirigí vestido de negro tratando de imitar el color de la noche, solo oía el rechinido de uno de mis tenis. Aguzado paré oreja y aclaré el ojo. Me pareció ver unas piernas, no estaba seguro, los nervios y el rápido movimiento no permitieron que apreciara bien. El afuera era oscuro como mi disfraz, el adentro dejaba ver la vida desparpajada, sin inhibiciones. La emoción hizo rechinar nuevamente el tenis, una mirada de reproche al zapato deportivo intentó en vano silenciar el chasquido. Estaba incómodo, todos los músculos querían decir algo. No sé si los huesos provocaban estos movimientos involuntarios. Hasta el ojo que era culpable de todo lo que pasaba en mi mente y cuerpo era consciente de mi tensión y lagrimeo, eso impidió ver las imágenes en movimiento. Cuando menos lo esperaba vi a Luchita vestida, sonriente, mirándome llena de ternura o eso supuse, con unos hoyuelos en las mejillas, el corazón parecía tambor anunciando la batalla, mis ojos querían abrazarla. La imagen fugaz desapareció como relámpago de agosto. En ese instante apareció la voluminosa de su madre doña Lola brotándole una expresión de rabia arrojándome una calzón blanco sobre la cara, en ese momento desperté.


Tiempos modernos

En el ojal de la sonrisa

¿Cuántas vidas cargo?

El desperdicio de anaqueles

que forman cada parte,

cada órgano perpetrado,

cada ceja, cada labio…

Se siembran de sangre las cosechas

para pavimentar con cuerpos las urbes,

en esta era precaria de nostalgias y humo,

las cenizas vuelan

en mensajes de paz olvidada,

y los hijos del tiempo bailan

como peces en los rincones de cada historia.

No sé si pueda seguir caminando,

brindando barricadas de lenguas y ojos peregrinos,

no sé si mi salario me alcance para callar tantos recuerdos,

o para hacer memoria de cuando llovía

en aquella tierra que olía a tierra, y no a muerte

como nos han acostumbrado.

Envidias

Pérfido tiempo y sus ojos

los que ven con un puñal tras la espalda,

degustan también de la carne

cuando endeble y flácida

no hace más que suspirar.

César Curiel


Los conejitos multicolores Etienne Bonnefoi

Orquídea parecía un felino husmeando a su presa. Un violento deseo de acariciarla surgió en su interior. Se acercó suavemente. - Soy Orquídea- anunció, cautivándola con una gran sonrisa y aproximándose hasta el límite de lo socialmente admitido- ¿y tú? - Me llamo Jazmín- murmuró turbada la joven morena. Una sinfonía de aromas fluyó entre las dos mientras se rozaban sus caras. Parecían estar al interior de un capullo invisible. Las manos fluyeron y se engancharon. Las palmas se acariciaban mientras sus yemas charlaban en un diálogo silencioso. Se apartaron, quizás para apreciarse mejor. Orquídea hundió su mirada en los ojos oscuros de Jazmín que empezaron a vibrar como aleteo de mariposa. El mundo exterior se desvaneció ¡Nunca habían sentido algo así! Permiso, permiso- interrumpieron unos jóvenes atravesándose y rompiendo el encanto. El estrepitoso mundo se hizo presente; estaban en la fiesta de nuevo. ¿Por qué no vamos a tomar una copa de vino a mi casa, estaremos más tranquilas- propuso Orquídea todavía prendida de la mano de Jazmín En la seguridad y tibieza del automóvil, Jazmín no cesaba de escudriñar a Orquídea que manejaba con una sonrisa extraña. ¿Tienes costumbre de enamorarte de mujeres? Le soltó la mayor. No -respondió la jovencita sonrojándose- ¡ni de hombres! Nunca lo he hecho ¿sabes? Me da mucha vergüenza. Es que... no soy una persona normal. Orquídea ya lo había adivinado, pero quería escucharlo de la boca de su compañera


-

Ah, y ¿qué eres? ¿no tienes conejito, como todas?

- Sí, pero mi conejito tiene una cola larga. Soy mujer y hombre a la vez- liberó en un suspiro- soy... un monstruo. - No, Jazmín, no eres un monstruo, eres hermafrodita. - Su mirada la coqueteó- y te comprendo porque yo soy como tú. Jazmín estaba pasmada. Desde niña se había sentido aislada, única en su deformidad. Orquídea aprovechó su turbación para explicarle que ella también era un verdadero hermafrodita con un cromosoma extra: Era XXY. Sus padres le pusieron nombre de flor ya que en las flores el hermafrodismo es común. Sin embargo, en la especie humana es una rara mutación que desde siempre ha fascinado y horrorizado. Cuando era adolescente la habían violado como si fuera un engendro. Después, ella había intentado hacer el amor con hombres o mujeres con la esperanza de ser aceptada pero fue inútil; como mutante era rechazada por ambos sexos. Decidió ocultar su condición. Por eso, en la fiesta se le abrió el cielo cuando localizó a Jazmín e identificó los mismos aromas, la misma estructura corporal ambigua, las mismas poses, El departamento era sobrio pero acogedor. Se instalaron en la sala con un vino afrutado; las luces eran tenues pero no demasiado; tenían curiosidad de verse. El encanto reapareció, la atracción se volvió intensa, las caricias eran por momentos suaves, por momentos firmes. Orquídea desnudó a besos a su pareja. Aparecieron unos senos pequeños con pezones paraditos. El pubis estaba cubierto de una selva oscura, era un conejito moreno. Descubrió un pene de unos diez centímetros de largo, sin prepucio, completamente erecto, que emergía de entre los labios de la vulva en lugar del clítoris. Los labios se iban engrosando rodeando a los labios menores y al himen aún intacto. Terminaban más abajo albergando sendos testículos, pequeños pero bien formados, en un escroto primitivo. Orquídea besó el pene: tenía un sabor muy masculino. Después bajó a la vulva reconociendo el aroma femenino.


Aprovechando la excitación de Jazmín, Orquídea penetró su virginidad. Su pene era pequeño y casi no la lastimó. La eyaculación no tardó. Se salió y se acostó de espaldas respirando vigorosamente. Atrevida, Jazmín se deslizó entre sus piernas y entró en ella. Para su sorpresa, después de unos movimientos sintió una explosión de placer: se había venido adentro de Orquídea. Las dos estallaron de risa. -

Te amo, te amaré siempre- murmuró Jazmín. ¿Hasta que nuestros conejitos sean blancos?-se iluminó Orquídea.

Jugueteando, hicieron el amor toda la noche. Hasta inventaron una posición que les permitía penetrarse simultáneamente: ¡sólo ellas podían lograrla! Cuando el alba clareó, Jazmín tuvo que partir. Era hija de familia y tenía que regresar a su casa antes que sus padres despertaran. Pidió un taxi. Quedaron de verse a la siguiente noche. La noche llegó y se fue. Jazmín no apareció. Inquieta, Orquídea intentó localizarla contactando a los amigos de la fiesta. Se enteró que la familia de Jazmín se la había llevado en un viaje intempestivo. Estaba desconsolada. Varias semanas después su celular timbró. - Orquídea, estoy lejos, no podía comunicarme contigo -Orquídea reconoció de inmediato la voz que adoraba- pero al fin conseguí tu número ¡Debo anunciarte una gran noticia! ¡desde que nos vimos no ha habido conejito escarlata! ¡estoy embarazada! habrá otro XXY. - ¿Ah sí? -Le contestó Orquídea riendo con orgullo -Fíjate que aquí tampoco hubo conejito escarlata. Vamos a ser una nueva especie. .



Félix Pacheco ¿ DÓNDE ESTÁ SABINA ? Al filo de la nostalgia se fragmentan mis palabras y con la voz entrecortada pregunto ¿Dónde está Sabina? Dime tú Chamán Hilario si aún puedo encontrarla en la tercera llamada de algún teatro callejero Quiero cobijar mis noches con sus auroras boreales despertar mis ilusiones en sus escombros marchitos Necesito ser víctima de su poética cuando dispare el “lanza llamas” en mi selva, virgen de poesía

DESHIELO Cuando las comisuras de tus labios se deslizan más allá de sus polos me regalas la mas hermosa de tus sonrisas boreales Y el plus, lo ponen tus hoyuelos Saludos a sus mejillas


El diario 18 de enero de 1955

Héctor Arriaga Moctezuma

Querido diario. ¡Estoy estrenando mi regalo de cumpleaños! ¡Mi diario! Prometo conservarte por el resto de mi vida! La fiesta estuvo perfecta, excepto que mi papá y mi padrino se pusieron borrachitos y empezaron con sus discos de la Matancera y de Pedro Infante, sin faltar Los Panchos, ¡Ay¡ Ya sueño esas cancioncitas! Yo hubiera preferido a Ray Conniff, pero a mis papás no les gusta, dicen que les da flojera la música clásica. Mañana les contaré a mis amigas, —de mi fiesta del pastel que me hizo mi abuelita y claro—, de mi diario y ahora sí, Te dejo, ¡Prometo conservarte por el resto de mi vida! 18 de enero de 1958 Querido diario. ¡Hoy en mi cumpleaños diez y ocho y se me declaró Mario, estoy feliz! ¡Sé que es y será el amor de mi vida! ¡Es tierno, caballeroso y algo tímido, pero me gusta así! A mi papá no le cae muy bien, pero cambiará de parecer cuando lo conozca mejor y termine su carrera de contador, yo estoy por terminar de secretaria, pero si me caso… ¡Me dedicaré a cuidar a nuestros veinte hijos, jajaja! Bueno, no tantos ¡Estoy tan ilusionada! Pero yo te seguiré contando mi diario, ahora a dormir, mañana hay escuela, ¡Buenas noches! 18 de enero 1964 Mario y yo estamos felices, Dios nos bendice con nuestra segunda bebé, ¡Sanita y hermosa! Silvita recibió muy bien a Marianita, aunque durante el embarazo estuvo chipilona, ahora no deja de hablar de su hermanita, ¡Y los abuelos, encantados! Yo aún no me recupero del todo, la cesárea fue muy dura y no creas querido Diario, me impresionó mucho la muerte de ese presidente americano, me deprimió ver la maldad de la gente, tan joven, tan guapo y sobre todo ¡Con hijos tan pequeños! Pobre de su esposa, en fin, debo quitarme eso de la cabeza y dedicarme a mis hijas ¡a dónde iremos a parar! ¡Con todo esto ya ni me acordaba de mi cumpleaños! No importa ¡Tengo el regalo más hermoso de mi vida!


18 de enero de 1986 ¡Han pasado tantas cosas! No sé cómo encarar todo esto, la llegada de mi primera nieta, Silvia María, apenas ha sido un aliciente para mi ¡Que duro es vivir la vida! La muerte de mi madre, enferma largo tiempo, era previsible aunque no menos dolorosa, pero ¡Mi hija, mi pobre Marianita! ¡No es justo! Solo tenía veintidós años. Toda la ciudad está de luto, desgarrada, derrumbada, ¡como yo! Cuanta gente perdió a sus seres amados con este maldito terremoto. En mi cumpleaños cuarenta y seis, me miro al espejo y veo reflejada a una anciana desolada. Quiero vivir, ver crecer a mi nieta, a mi hija, superar este terrible sufrimiento, que me parte, que me aniquila. Te encontré olvidado en un cajón y te cuento mi pesar, tratando que me des esperanza, te envió al cajón de vuelta querido diario, donde yo misma quisiera encerrarme también. 18 de enero de 1991 ¡Que rápido pasa el tiempo! Marianita se va a la primaria este año, ¡Se parece tanto a mi Silvia a su edad! Pero mejor me dejo de edades, hoy cumplo cincuenta y un años y mi pobre diario ya tiene tantos remiendos ¡Igual que yo! Estoy pensando en pasar estas hojas amarillentas a una carpeta, ¡si no se pulverizan antes! Ahora mi querido diario, te dejo, debo preparar la comida para mis visitas, te vas guardadito, prometo visitarte más seguido. 18 de enero de 1998 Hace un año que Mario se fue a Estados Unidos, creo que ya no lo extraño, nunca le perdonaré su traición, su falta de valor para decirme que tenía otra familia. Pero bien ido, y ¡a pensar en otras cosas! Como cuidar mi salud ¡Hay mi querido diario! Últimamente no me he sentido nada bien, los mareos son cada vez más seguidos y las jackecas más fuertes, pero debo ser fuerte por mi hija y mi nieta ¡Qué bonita se ha puesto!, ¡pronto nos saldrá con novio! En fin, te dejo mi diario, me acuesto un rato, empieza el dolor de cabeza.


18 de enero de 2002 Este cumpleaños está marcado por las paradojas, por sentimientos encontrados, por un lado, estoy feliz por mi hija, recibe el merecido reconocimiento por su trabajo de escritora con la publicación de sus obras completas de novela y poesía, por otro lado me sentí tan triste al recibir la confirmación de la muerte de Mario, otra víctima del atentado al Word Trade Center y aunque hacia años no lo veíamos ni sabíamos de él, finalmente era el padre de mis hijas ¡Que Dios lo haya perdonado por lo que nos hizo! Mañana nos dan los resultados de mis estudios en el hospital y tengo un mal presentimiento ¡Hay querido diario, tantos años y parece tan poco tiempo! Pero tocan a la puerta, seguro es mi hija ¡nos veremos pronto mi diario! 18 de enero de 2015 Querido diario de mamá. No te imaginas cuanto me costó decidirme a escribir en este diario, tan personal e íntimo, que retrata los altibajos y cambios de humor y carácter de mamá, que reflejan fielmente las mutaciones de la vida. Lo hago decidida a cerrar con mis letras, lo que ella escribió a lo largo de los años. Hace tres años se fue, vencida por la hipertensión que la aquejó durante tantos años, sufridos en silencio, con entereza, solo compartidos contigo, su diario. Y mira lo que son las cosas, te encuentro, su diario confidente, hace un año, en su onomástico y es hasta ahora, en otro aniversario, que me decido a retomarte. ¿Será este el punto final? ¿No invado con mis palabras un espacio solo reservado para ustedes dos, mi madre y tú? Quizás, aún no lo sé, la idea de adoptarte de continuarte y hacerte mío, ronda mi cabeza. Pero de algo estoy segura, no dejaré de leerte, de consultarte, de pedirle consejo a mamá a través de ti, de sentirla cerca y viva, en tu compañía. La extraño mucho y me hace falta, segura estoy, tanto como a ti, querido diario. Enero 2015


Juan López Carrillo

CONSUELO Qué voz tan dulce,
 suave y cálida,
 la de esta mujer que me reclama
 el pago del olvidado crédito.
 Valió la pena no estar al corriente
 de unas cuantas cuotas mensuales, nunca unos impagos fueron exigidos con palabras más amables y educadas. Marketing de las finanzas modernas, atención personalizada hacia el cliente que me exige
 —a las diez y media de la noche— acabar de una vez con la morosidad
 al tiempo que me recuerda
 que no estoy solo
 porque alguien siempre atento velando está por mí.
 La máquina implacable de la banca procede a su tarea
 y una voz anónima me salva
 de la soledad y el abandono
 por el precio
 de unos intereses de demora.

© Juan López-Carrillo – Los años vencidos / Los muertos no van al cine


LA NOCHE JUEGA

Escribe para introducir textoAnamaría

La noche juega se estira sobre el insomnio se alarga en el túnel del espejo (ficción de lunas mariposas muertas en los faroles) viste de mujer

la noche juega con sus negros labios entre anónimos pasos

silencios que comprimen se cierran como puños mientras las flores del jardín golpean ausencias

La noche juega su emboscada y es sólo un rostro que no está

Mayol


LA PRIMERA IMPRESIÓN ES LA QUE CUENTA Por Rosario Murrieta Abordó el taxi urgida por llegar a su cita. Odiaba ser impuntual, pero para su mala fortuna siempre se le atravesaba algo en el camino. ̶ A ver ahora con qué me topo, ̶ se dijo. El taxista le preguntó a dónde iba y le sugirió una ruta. Ella lo corrigió desconfiada de que el hombre quisiera llevarla de paseo sólo para cobrarle más. El tráfico era infernal, nada raro en la ciudad donde moverse cada día era toda una odisea y cualquier opción, por más que se antojara buena, podía resultar desastrosa. Si era en Metro, se arriesgaba uno a que se detuviera eternidades en cada estación. Si era en metrobús, el trayecto era tan lento y tortuoso, que uno debía resignarse a hacerse viejo antes de llegar a su destino. Así que, aunque más caro, Alicia optó por el taxi que por lo menos la hacía sentir que avanzaba y le permitía entretenerse con el paisaje urbano. La gente y las tiendas la hacían evadirse de la preocupación que bullía en su interior. Se había esmerado en arreglarse recordando aquello de que la primera impresión es la que cuenta: Traje sastre negro que nunca fallaba, aunque lo hubiera comprado varias temporadas atrás en las rebajas de invierno y le apretara… Medias a juego y tacones negros del doce que había lustrado la noche anterior hasta el brillo extremo… Impecable blusa blanca con discreto escote y, por supuesto, el collar de perlas que le había regalado su madre hacía 25 años y que usaba sólo cuando la ocasión lo ameritaba y ese día, era así. Mientras el taxi avanzaba, Alicia repasaba sus líneas. Sabía que de aquella entrevista de trabajo y lo bien que supiera vender sus talentos, dependía su futuro más inmediato: pagar la renta, la colegiatura de la escuela de su hijo, la tarjeta de crédito en la que descansaban todas las compras “a meses”… Absorta, sólo salió de sus cavilaciones cuando el celular del taxista sonó y ella se interesó en su plática adivinando lo que su interlocutor le decía del otro lado de la línea. ̶ ¿Qué, qué se convulsionó el niño? No llores porque no te entiendo… ¿Se le reventó el tumor? ¿Cómo? ¿Cuánto es de la anestesia? ¿Cuánto dinero tienes tú? Yo traigo 500 pesos… ¿A qué hora hay que pagar para que lo operen?


Habla con los de Servicio Social… No llores porque no te entiendo… Está bien, me apuro a dejar el pasaje que traigo aquí y me arranco para allá… No, ¿Sabes qué? Mejor primero paso a la casa para ver si los vecinos me ayudan con algo. A ver, haz la cuenta, ¿cuánto nos faltaría?.. ¿Diez mil quinientos pesos?.. Está bien, déjame ver qué hago, pero ya no llores. El monólogo del taxista empezó a conmover a Alicia y la hizo sentir mezquina… Ella preocupada tan sólo por sus cosas mientras que otros la pasaban peor. Por lo menos su hijo estaba sano y podía echar mano de la pensión que le mandaba su ex marido, pero sobre todo, confiaba plenamente en conseguir el nuevo empleo. Un segundo timbrazo al celular del taxista, acabó por derretirla. La persona del otro lado del teléfono volvía a presionar con el dinero y la hora en que había que depositarlo a la cuenta del hospital para cubrir la anestesia de la mentada cirugía. Alicia le preguntó al taxista si podía ayudar en algo. Este empezó a contarle el drama: su hijo estaba internado desde hacía varios meses en un hospital pediátrico aquejado por un tumor que lo convulsionaba de tanto en tanto y la situación era tan crítica que urgía lo intervinieran. Alicia no lo pensó dos veces y a unas calles de bajarse se sacó el collar que tanto había atesorado. ̶ Tenga señor, es para su hijo. Véndalo y pague la operación. Es muy fino y tiene mucho valor sentimental para mí, pero dicen que cuando uno hace el bien, todo se le multiplica y yo confío en que así será, ̶ dijo conmovida hasta el tuétano. El taxista apenado se negó por un rato a aceptar el inesperado gesto, aunque al final estiró la mano y, en medio de sollozos, se deshizo en agradecimientos. Alicia creía firmemente que aquel acto de generosidad extrema se le devolvería con creces cualquier día. Ojalá fuera ese mismo y consiguiera el empleo que anhelaba. ̶ Ya estamos llegando ̶ , le dijo al taxista, antes de escuchar por tercera vez el tono de su celular y, mientras éste frenaba y ella ponía un pie en la calle, escucharlo decir: ̶ Ya se hizo la machaca. La morra cayó redondita. Me estoy persignando, a ver cuántas más consigo. Alicia apenas tuvo tiempo de poner el otro pie en firme y apretar el puño con el billete que estaba por soltarle al taxista, cuando éste ya había arrancado a toda velocidad dejándola pasmada… No cabía duda de que la primera impresión es la que cuenta.


Anna Banasiak

Canto a lo pasado Podía ser una almohada en su cama, dondequiera y cuando quiera, ojalá bastante cerca como una mariposa nocturna dando vueltas alrededor de la vela. Me sentía un afán precoz, inmutable. Podía abrir todas las ventanas y caer en bruces ante la maravilla de la creación. Ya no me he sentido los remordimientos. Mi canto a lo pasado, El poema para el amante olvidado se acabó.

Muerte en el campo No necesito mucho tiempo para dejar de existir en el campo de la vida, mientras todas las cámaras de gas están ocupadas, me bastas tu quién no existes y por eso me siempre puedes matar. Cuando la conciencia duerme Los demonios despiertan la verdad.


MUJERES CON EL MÁXIMO GALARDÓN LITERARIO. (I) Selma Lagerlöf. Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez. Desde el año 1901 se otorga el Premio Nobel de Literatura, en el año 2015 el prestigiado galardón se le otorgó a la escritora Bielorrusa Svetlana Aleksiévich. A partir de este anuncio me surgió el interés por investigar y conocer cuántas mujeres han ganado el Nobel de Literatura desde su creación, el resultado no es muy alentador, en total son 14 mujeres ganadoras del mencionado premio, las cuales son: “Selma Lagerlöf, Suecia, en 1909, Grazia Deledda, Italia, en 1926, Sigrid Undset, Noruega, en 1928, Pearl S. Buck, Estados Unidos, en 1938, Gabriela Mistral, Chile, en 1945, Nelly Sachs, Alemania, en 1966, Nadine Gordimer, Sudafrica, en 1991, Toni Morrinson, Estados Unidos, en 1993, Wislawa Szyborska, Polonia, en 1996, Elfriede Jelinek, Austria, en 2004, Dorís Lessing, Reino Unido, en 2007, Herta Muller, Rumania y Alemania, en 2009, Alice Munro, Canadá, en 2013 y Svetlana Aleksiévich, Bielorrusia, 2015.” Indudablemente en la lista deberían existir muchas mujeres más, pero ese es otro tema a discutir, por ahora los cuatro artículos del presente mes serán dedicas a conocer un libro de cuatro mujeres elegidas de la lista anterior, y el primer libro elegido es el titulado: El maravilloso viaje de Nils Holgerson, escrito por la sueca Selma Lagerlöf, quien además fue la primer mujer en ganar el Nobel de Literatura. El libro fue publicado en dos partes, la primera en el año 1906 y la segunda en1907, la historia es didáctica y fantástica, la narrativa es clara, sencilla, sin complicaciones, no existe una sola parte donde el lector pueda tener una duda de la historia o se confunda con los personajes, y por lo regular nos han enseñado que donde está la sencillez, se encuentra la grandeza, y al leer esta gran obra no hace falta ser un especialista en la obra completa de Selma Lagerlöf, para comprender la valiosa obra literaria que Lagerlöf heredó a la letras universales.


El personaje central es Nils Holgerson, quien era un adolescente de aproximadamente 14 años de edad. Nils era muy inquieto, no les hacía caso a sus padres, iba mal en la escuela, en general, Nils era como fuimos muchos de nosotros a esa edad, adolescentes rebeldes. Un día sus padres iban a ir a la iglesia y Nils estaba contento porque por lo menos tendría dos horas sin que lo estuvieran molestando, su padre antes de partir le dijo que debía leer el sermón del día, y que valía más se lo aprendiera bien, porque regresando se lo preguntaría. Los padres de Nils finalmente se fueron al templo y este joven de malas ganas empezó a leer la biblia, como es de esperarse luego, luego a Nils le dio sueño, se quedó dormido y cuando medio despertó, vio a un Duende que estaba en el cofre de su mamá. Nils en lugar de darle miedo, quiso hacerle una maldad al duende y jugar con él, sin embargo, el duende cuando logró escaparse le dio a Nils una bofetada que lo dejó tirado, cuando el joven recobró el conocimiento estaba convertido en un pequeño duende, por supuesto que la primera impresión fue de asombro y no sabía qué hacer, estaba desesperado por recuperar su estatura y volver a ser una persona normal. Convertido en duende, Nils todo lo veía muy grande, salió al patio y como en su estado natural de hombre civilizado siempre trató muy mal a los animales, estos cuando lo vieron convertido en un duende, no sólo se empezaron a reír de él, sino que le perdieron el respeto. Nils aunque ya no tenía las fuerzas, ni las capacidades para dominar a la naturaleza, le quedaba la arrogancia muy alta, quería seguir golpeando y humillando a los animales, y estos con el mínimo roce se quitaban al duende de encima, pero el cambio de Nils no sólo era físico, también había adquirido otra función y era la de poder platicar con los animales, claro está, que al inicio él no comprendía nada, seguía creyendo que su función y posición era de privilegio ante los animales.


Nils seguía estando con los animales y en ese momento iban volando un grupo de patos silvestres, los patos domésticos que eran propiedad de la mamá de Nils, discutían si debían volar con los patos silvestres y vivir en libertad o seguir cómodamente con la comida segura y un pequeño techo, pero deseando ser libres y vivir su propia vida. Uno de los patos llamado Martin, decidió abandonar el hogar que representaba la esclavitud y la pronta muerte, y se fue en busca de su libertad, Nils creyendo que podía todavía ordenar y disponer, le dijo al pato Martin que no podía irse, el pato no le obedeció, entonces Nils intentó detenerlo abrazándose del pato y este voló y voló, llevándose montano al pequeño duende, quien en el mundo animal pasaría a llamarse pulgarcito.

A partir de este momento iniciarán todas las aventuras e historias narradas en la novela de manera magistral, en cada capítulo y apartado habrá muchas enseñanzas inolvidables que realmente disfrutará el lector, el pequeño duende tendrá que aprender de entrada a ser humilde para poder sobrevivir a tantos peligros que lo acecharán, el pato Martín es el único amigo que al inicio tiene. Si a Nils los consejos de sus padres y el amor que le profesaban no le bastaban para valorar tantas cosas bellas que tenía, esta nueva experiencia de la vida se encargó de enseñarle muchas cosas que nunca más olvidaría. Esta es la primera de cuatro mujeres que nos acompañarán en este mes de diciembre, sin duda alguna, es un verdadero lujo poder platicar con Selma Lagerlöf, y viajar junto a Nils Holgerson por todas las regiones de Suecia. Finalmente, ¿apoco no es un mundo maravilloso el que podemos vivir a través de la literatura?, aclarando que no es sólo para entretenimiento, porque cuando lea toda la novela, al igual que Nils, algo habrá cambiado en nosotros.


Autor: Germán Janio Rodríguez Aquino.

Hoy me harté de todo. Mis ojos parecen la violenta imagen de un ruido seco y quejumbroso. Me han golpeado como a nadie, me han torturado las vísceras y el alma, y aún sigo de pie, con mis cenizas abrazado entre mí mismo. Se me han empañado los anteojos, se ha vuelto un frenesí acostarme cada noche para voltear el cuerpo para el frío suelo, y dormir entre sueños despoblados con miserias que coronan sus reinos todo el tiempo. Hoy me harté del renacido sol en su enhiesto pináculo de madrugada, de la cena tan tardía, de los apagones de luz y de la mesa rota por mis manos, cuando exploté de rabia por el duro desdén de este mundo en su sordera. Hoy me he bajado del camino que trae luz y agua bendita para no mirar mis manos, para sepultar mi aliento con pequeñas gotas de arcilla y de cemento, y entorpecer cualquier milagro. Entorpecer el crudo invierno de estos versos, para que parezcan nudos desatados, vientos rasguñados en súbito vuelo hacia el infierno. Y así morir de a pocos, con placer y con desgarro. No detenerme a mirar los cuerpos tan sombríos, ni la pálida luz rojiza de tantos corazones incendiarios. Hoy me harté de todo. Y estoy luchando con ese hombre quebrado de los pies a la cabeza, para darle vuelta a la manija, o descubrir que nací un poco moribundo en mis asfaltos.


Galatea.

ELVIRA ORDÓÑEZ

¿Por qué no lo dejas, mamá? Él siempre nos molesta; estoy harta y no haces nada. Ya estoy cansada de tantos golpes… _¡Cállate! No hables así, es tu padre. _¿Pero mamá…? _Pero, nada. Si él se va ¿serás tú el hombre de la casa? Ay, escuincla, no sabes ni lo que dices. Así fue la discusión que tuve con mi madre el día que decidí prostituirme. Ahora, muchos me dicen que hice lo mismo, les contesto que no es así, que mi condición es distinta, porque puedo sufrir insultos, hasta golpes, pero a mí me pagan por ello.


Para ir al paraíso Rut del Río Ramírez y José Luis Rodríguez Ávalos

Subir y bajar entre tantas magnificencias y aires de grandeza subir y bajar cada piedra, cada esquina historias y testimonios mitos y verdades con el cielo encendido anuncio de cada nuevo día cada día sube el sol, baja la tarde pinturerías de ocasión pretextos para el amor para subir y bajar oquedades de aquél cerro vulcanas aguas subterráneas subir y bajar de la montaña hasta el valle desde el frío hasta el calor luego encontrarse el tesoro acunado entre cerros pedacito de la gloria donde los dioses, las vírgenes se duermen y se van. Creación de la creación majestuoso venero de vegetales eufóricos de minerales ocultos de la riqueza soñada...


olores conjugados de cañas, naranjas, cafetales zumos de tierra mojada benéficos mezcales ardores de tierracaliente pujidos que suben del valle cantos que bajan del cielo… Chilo de chile piquín. Oropel de sol y arena. Margarita de los campos. Olvera que teje tierras. Urbina de construcciones. Tierra que da para más donde una madre nació forjada de una familia y se inventaron los días llenos de plantas majestuosas Takamparo: casa de palmeras grosura de los cerdos arte de novedades centro de personajes paraíso de hermandad


HONORES A LA BANDERA LILIA CENOBIA RAMÍREZ

En el País de Tudar, una guerra intestina entre nacionalistas y comunistas había segado a la mitad de la población. El líder del partido comunista fue haciéndose de una fama de cruel y despiadado, el gran Tung-Ma (que después cambió su nombre para darle otro significado) pensaba que no importaba el número de muertes ni la forma de morir si, al final, los campesinos se veían beneficiados con leyes más justas que elevaran su nivel de vida mediante una educación igualitaria. Innumerables asesinatos a sangre fría, ejecuciones, emboscadas, traiciones y torturas, fueron mermando el número de habitantes de ambos bandos quienes ni siquiera sabían, bien a bien, cuál era el motivo de la guerra civil que soportaban. La generación de adultos se diezmó de tal manera que en el país quedaron solamente pobladores de la siguiente generación, pero el General Tung-Méi (cuyo nuevo nombre significaba en su idioma “Yo seré”) se mantuvo vivo, rodeado de un séquito que, por miedo a sus represalias, cuidó de él a costa de su propia vida. Llegó el momento en el que la Nueva República de Tudar se instituyó y el líder de la guerra fue nombrado presidente vitalicio. Comenzó entonces una Gran Campaña Educativa con la materia prima más importante de cualquier país ya sea éste ganadero, petrolero, industrial, agrícola, pesquero o minero: el ser humano. Fue así que los miembros de mayor edad de la nueva generación fueron seleccionados para ser entrenados como maestros de los menores. Urgía sentar las bases patrióticas y cívicas de los nuevos ciudadanos. Las escuelas se reabrieron dando cabida a miles de niños, los flamantes profesores fueron enviados a los más apartados pueblos y aldeas. El primer día de clases, en todas las escuelas y en todos los grados, se repitió la siguiente escena: -¿Uds. creen en Dios?, preguntó el profesor correspondiente. -Siiiii, corearon los niños. -¿Tienen confianza en él? -Siii, profesor(a), con la tonadilla que todos conocemos en los chiquillos cuando corean.


-Pues entonces, dijo la correspondiente profesora, pídanle con todas sus fuerzas que les traiga dulces en este momento. Los niños oraron con todo fervor y nada pasó en el aula. El retrato gigantesco del General Tung-Méi presidía la clase a un lado de la bandera antigua (que simbolizaba al régimen abolido) la cual descansaba en su urna. - ¿Uds. creen en Él?, dijeron los profesores señalando la fotografía de Tung-Méi con todo respeto. Los niños se miraron desconcertados. No tenían idea de quién era esa persona y si debían creer o no en ella. -Niños, es el Gran General Tung-Méi, nuevo presidente de nuestra República. Pídanle a Él los dulces. Los niños, como todo niño, a pesar del desencanto sufrido anteriormente, cerraron los ojos -a petición de sus profesores- y volvieron a orar con todas sus fuerzas. Cada quien, en su propia aula, caminó de puntillas entre los chicos depositando una bola de arroz caramelizado sobre la mesa, frente a cada pupilo. -¡Ahora, abran los ojos! fueron las palabras que se escucharon. Los infantes encontraron sobre sus pupitres las razones por las que deberían creer y tener fe en el General Tung-Méi. Una vez pasada la emoción del hallazgo de los arroces, los profesores dirigieron otra pregunta a sus alumnos: -¿Quiénes de ustedes aman la bandera nacional? Todos levantaron la manita y se miraron entre ellos ilusionados con lo que a continuación pasaría -aunque no sabían qué- presentían que sería algo agradable. El recuerdo de la aparición de los dulces estaba fresco y en su boca aún sentían la miel de los arroces. -Si aman la bandera, ¿les parece bien que cada uno de ustedes se lleve un cachito a casa? Los niños aplaudieron de gusto. Les pareció muy importante la posesión de una reliquia conservada en una urna tan bonita, con vidrios a los cuatro costados brillantes y límpidos y de madera muy bien pulida. La bandera fue sacada de su vitrina y parsimoniosamente, el profesor o profesora la fue cortando en pedacitos que entregó a cada uno de los pequeños. La ceremonia de inicio de clases concluyó. Los niños se dieron a la tarea, guiados por sus maestros, de construir la Nueva República de Tudar.



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