Instituto Veracruzano de la Cultura
Manuel Salinas Arellano
El contexto
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11 El contexto
El desarrollo de la plástica en la ciudad de Veracruz
l estudio de las plásticas locales en México requiere de un trabajo interdisciplinario, grupal, en el que confluyan todas las especialidades posibles, para que en un marco adecuado se puedan observar, vivir, disfrutar y analizar los esfuerzos y resultados de artistas que construyen su obra en la diversidad de la problemática cultural de su lugar de arraigo. Juan Acha señala este problema central diciendo que una de las mayores dificultades estriba en la relación valor local/valor internacional, dice: “Hasta ahora hemos buscado el internacional sin preocuparnos para nada del local. Nos impulsó a ello nuestra dependencia, el complejo de inferioridad, nuestra mente colonizada y el individualismo personalista. No quisimos ver lo cierto: que no hay valor internacional sin valor local, por eso los países desarrollados buscan siempre este último.”1 Con la finalidad de realizar un trabajo de análisis acerca de la plástica en la ciudad de Veracruz, iniciamos una búsqueda de información que nos llevó al diálogo con críticos de arte y, sobre todo, con los pintores porteños, sin dejar de tomar en cuenta la opinión de funcionarios que promueven el arte y la cultura en la ciudad, particularmente las artes visuales. Otro aspecto es el de la trayectoria. El trabajo de los artistas y su obra, donde encontramos en cada uno, y en la mayoría de ellos, un trabajo consistente, esforzado, bastante limitado en recursos, con carácter y personalidad definidos, con arraigo al espacio, tiempo, y “en general” a la cultura propia local, con las dificultades que esto muchas veces representa para incorporarse al desarrollo general del arte, cuya complejidad aumenta en estos tiempos de exceso de imágenes y de exacerbación de los valores del mercado. Al ubicar el paradigma o paradigmas de la historia y crítica de arte, se plantean preguntas centrales, entre otras: cómo valorar las plásticas locales sin ser injustos, indiferentes, y a la vez tratar de ser objetivos, mientras la objetividad no estorbe a la sensibilidad, la percepción, ni haga a un lado la técnica o algún otro rigor imprescindible; cómo conciliar los entusiasmos que provoca estar cerca de los creadores, los artistas, ver sus afanes, sus resultados, su obra, la autenticidad de todos los que nos han permitido estar cerca, compartir sus sueños y realidades con lo que se ve afuera, con el a veces frío veredicto que las normas y las políticas culturales, las teorías artísticas y estéticas proponen; y cómo, en estos tiempos, ignorar al propio mercado como un indicador real o irreal pero significativo. Los puentes entre la política cultural del Estado, instituciones, creadores y obra siempre están en vías de construcción. Los tiempos y los espacios cambian, también los paradigmas. Observamos en los jóvenes artistas del puerto un afán inusitado
Acha, Juan. Crítica del Arte. Trillas. México, 1997. 1