Revista Link! nº18

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Silvia Ons:

Femicidios, capitalismo y patriarcado

Nº 18 | Julio - Agosto 2015 | Año 5 | Precio $30

EN ESTE NÚMERO:

Soledad Deza Hugo Ferullo Ernesto Mattos Ricardo Gandolfo Pedro Noli

Ser asesinadas por

| defender su propio deseo | negarse a la voluntad masculina | negarse a ser tratadas como cosas | por ser mujeres



Staff Año 4 - N° 18 Julio - Agosto 2015 Directora y Editora responsable:

Adriana Gil

es miembro de:

Colaboradores especiales:

Carlos Podazza, Hugo Ferullo, Emanuel Gall, Rosana Aldonate, Luis Seiffe, Matias Quirno Costa

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Editorial: Adriana Gil

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Dossier: #NiUnaMenos FEMICIDIO, CAPITALISMO Y PATRIARCADO — Entrevista a Silvia Ons: Las mujeres y la otredad, lo extraño e inquietante.

Colaboran en este número:

Soledad Deza, Ricardo Gandolfo, Pedro Noli Fotos:

Nano de la Riva

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— Soledad Deza: Crímenes del Patriarcado.

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Economía: — Hugo Ferullo: Crisis financiera y pensamiento económico.

Historieta:

Leo Miranda Arte de tapa:

Leo Miranda

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Fotoperiodismo: ¿Un mundo en vías de deshumanización? Ningún ser humano es ilegal: — Tragedia humanitaria en el Mediterráneo.

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Política: — Conferencia de Álvaro García Linera: Estado, democracia y socialismo a partir de Poulantzas.

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Economía: — Ernesto Mattos: Transformar la estructura productiva o no.

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Psicología: — Ricardo Gandolfo: La dificultad de escribir.

Dirección de Diseño y Coordinación General:

Mario Tapia Correo electrónico:

adgil_06@hotmail.com Tels: 0381-425 5308 0381-156 430088 Dirección: Quito 2580 (Yerba Buena, Tucumán) Impresión:

Agencia Paradigma

San Miguel de Tucumán 27 Revista LINK! es una publicación bimestral. Registro de la propiedad intelectual en trámite. La revista se responsabiliza por los dichos de la redacción. No se responsabiliza por los dichos de terceras personas que no pertenecen a la redacción. Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos citando la fuente.

Sumario

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Crónicas: — Pedro Noli: Éxtasis en Nocturno Club.

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— Historieta: El perro de los Facciolli.

Correo de lectores

Amigos, los convocamos a mandarnos sus comentarios e inquietudes a nuestro correo. También dejamos inaugurada la página del lector y la ponemos a su disposición para que escriban un artículo acerca de algún tema de interés. La extensión no debe superar las 500 palabras. Tienen que incluir nombre completo, DNI y profesión.


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Editorial

“Creo haber demostrado suficientemente que las brujas deben ser castigadas, y no tanto por las cosas que hacen o quieren hacer, cuanto por su apostasía y rebeldía negándose a obedecer a Dios, así como por la alianza que han contraído con el diablo.”* Por Adriana Gil

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urante la marcha “Ni una menos” del 3 de junio pasado, un cartel decía: “Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”. Un recordatorio catártico quizás, o más bien una afirmación de histórico desagravio colectivo respecto de los más crueles modos con que el poder, a lo largo del tiempo, ha inscripto en los cuerpos, y particularmente en los de las mujeres, los mecanismos de disciplinamiento social. Mecanismos que actúan como dispositivos de procesos de configuración de sentidos por los cuales, por otro lado, la representación del mal está siempre puesta en el “otro”. En cada cultura estos dispositivos determinan y naturalizan lo “normal” de lo “desviado”: entonces las brujas, los locos, los poseídos; lo que según cada relato epocales construido como disfuncional. Y vemos cómo la conducta femenina que no se acomoda a la voluntad masculina del poder es mecánicamente escarmentada: “la letra con sangre entra”.Ese cartel visible entre miles de mujeres marchando juntas es una pequeña batalla cultural ganada: decir basta a los mandatos patriarcales que han habilitado y justificado siempre la humillación, el maltrato y la muerte. Porque algo ha rebasado, algo ha estallado frente a tanta violencia. El límite de lo aberrante ha sido traspasado y nos interpela a dejar de reproducir las condiciones de existencia de la estructura patriarcal y su escala de valores que aniquila la autoestima de las mujeres. No es fácil descorrer los velos culturales, religiosos y políticos que por siglos han moldeado los conflictos sociales sobre la ingenua suposición de que todo se ciñe a la lucha entre el bien y el mal.No es fácil escribir sobre las tribulaciones que pueden atravesar los seres humanos. Más aun cuando detrás de la violencia, los rostros que reconocemos son los de mayor cercanía afectiva o de quienes nunca hubiéramos sospechado un acto de crueldad. La constatación de que no se está frente a un monstruo o un demonio sino frente a un ser humano común y corriente, con quien se comparte la cotidianeidad es tal vez, lo más perturbador. Al igual que Foucault, que ha incomodado para siempre a la modernidad visibilizando la trama de complicidades de la condición humana en las oscuridades del sistema político y social, Hannah Arendt también aporta un elemento provocador. En su libro sobre Eichmann y la banalidad del mal**,

el desconcierto se dispara al conocerse luego de la pericia psiquiátrica que el criminal nazi, lejos de ser un fenómeno salido del averno era un individuo absolutamente normal. Es tentador sentirse a salvo pensando que el mal está en el “otro”, que está afuera de “uno mismo”, y que para cometer una conducta indecente o cruel debe darse invariablemente una condición de perversidad o monstruosidad sádica. Lo que abruma es saber que ninguno de nosotros está a salvo de cometer un acto de maldad. Lo banal no es que el mal es un fenómeno extraordinario sino justamente una cotidiana realidad del género humano. Como afirma LeonidasDonskis: “Desgraciadamente, la triste verdad es que habita en cada ser humano sano y normal. Lo peor no es el potencial para el mal presente en cada uno de nosotros sino las situaciones y las circunstancias que nuestra fe, nuestra cultura y nuestras relaciones humanas no pueden detener.” He aquí lo oprobioso: las injusticias que el sistema de poder impone y que no se pueden detener por los dispositivos de naturalización y justificación. En este rango se inscriben los femicidios, comotambién las muertes de civiles inocentes en guerras prefabricadas o la crisis humanitaria de los migrantes africanos, por citar algunos ejemplos. Si el dilema nos acucia, tendríamos que poder preguntarnos ¿de qué naturaleza es el proceso que está teniendo lugar en ese lado del mundo con seres expuestos a morir sin la más mínima piedad de la sociedad occidental que mira sin perturbarse? Es lo que Bauman*** llama “insensibilidad moral”, la nueva forma del mal del mundo de hoy, ser indiferentes frente al sufrimiento del otro; crear las condiciones para negarle sus más elementales derechos y justificarlo. Esta disociación moral es el efecto de la ruptura o camuflaje de los vínculos que produce la alienación: la autorreferencialidadde la propia bondadexime a quien produce la destrucción de la vida de otro de la necesidad de cuestionamiento moral.En el film “El francotirador” (American Sniper) de Eastwood, es un encantador Chris Kyle (Bradley Cooper)el arma más efectiva de aniquilamiento de civiles, asesinados ante la mínima sospecha de amenaza. El francotirador oculto eliminando niños indefensos en nombre del amor a su patriano es un monstruoso anormal sino un joven simpático y apreciado; millones de estadounidenses lo lloraron tras su muerte por tan eficiente cumplimiento del deber. Lo más brutal del presente tiene componentes escalofriantes: cómo una parte de la humanidad crea condiciones de vida atroces para la otra parte indeseable, y cómo va anulando su capacidad de reacción frente al dolor y las injusticias. La marcha de mujeres unidas contra los femicidios pone una cuña en esta configuración del mundocon su manifiesta ausencia de compasión. Frente a las transformaciones actuales es necesario preguntarnos por qué el bienestar de unos está por encima del bienestar de otros; por qué tantos son desechados como lo sobrante de la humanidad, y del otro lado sólo hay indiferencia y silencio. Una alternativa es plantearnos si seremos capaces de imponernos un dilema éticoque no nos haga olvidar que sólo podemos reconocer nuestra humanidad en la humanidad del otro.

*(Dialogues touchant le pouvoir des sorciéres, 1579) Erastus, citado en La vida de los hombres infames de Michel Foucault. **Arendt, Hannah: Eichmann en Jerusalem, un estudio sobre la banalidad del mal, Lumen, Barcelona, 2003. ***Bauman, Zygmunt: Ceguera moral, Paidós, Buenos Aires, 2015.


Dossier CAPITALISMO Y PATRIARCADO


Dossier

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FEMICIDIO, CAPITALISMO Y PATRIARCADO

Entrevista a Silvia Ons

“Hoy como ayer, las mujeres siguen encarnando la otredad, lo extraño e inquietante” Silvia Ons, psicoanalista, hace una composición de tiempos y espacios históricos hasta hoy, a través de los cuales, lo femenino fue sujetado y segregado por un orden siempre inclinado a anular lo amenazante para la dominación masculina. Desde el medioevo hasta nuestra era capitalista, los avances en los derechos de las mujeres siguen implicando discriminación, violencia y muerte.

Por Adriana Gil

-La multiplicación de feminicidios en los últimos años en nuestro país y otras latitudes, se ha intensificado hasta niveles alarmantes. En tu consideración ¿constituye una cierta expansión en el campo de los derechos laborales y civiles de las mujeres un desafío intolerable al que se responde con más violencia?

Estoy de acuerdo con ese planteo y se lo puede considerar bajo ese ángulo teniendo en cuenta que no es el único, ya que la violencia contra las mujeres existió siempre pero, de todos modos, ciertamente hay que abordarla desde la perspectiva que sitúas. Efectivamente, lo más singular de la violencia del hombre contra la mujer en los tiempos que nos atraviesan, es que corre paralela con el cambio de posición de ellas en el escenario social. Considerar a las féminas como seres en pie de igualdad con el hombre, tanto civilmente, como filosóficamente, espiritualmente, intelectualmente, etc., es algo verdaderamente inédito y reciente. Hasta el siglo XX, las diferencias anatómicas, psicológicas, etc., entre hombres y mujeres, servían para justificar la no igualdad de los derechos civiles, políticos, laborales, etc. Y ahora que se aboga y se sigue luchando, por lo menos en los países occidentales avanzados, por esa igualdad, se está corriendo el riesgo de querer borrar esas diferencias. Posiciones tanto progresistas como conservadoras en este sistema capitalista promueven una homogeneización de los sujetos, tendiente a borrar la diferencia singular de la existencia de cada uno y también la diferencia de su posición sexuada. Lo homogéneo, lo idéntico, aunque pudiera creerse que lleva a la armonía, lo que genera es un aumento de la tensión agresiva y violencia en los vínculos. Es uno de los primeros descubrimientos de Lacan: la agresividad como

correlato de la identificación narcisista. El hombre violento es, en general, el hombre impotente que sólo puede hacer aparecer su “virilidad” mediante la fuerza, y cuando se apela a la fuerza es porque ya no se tiene autoridad. La violencia no pertenece, bajo este sesgo, a un régimen patriarcal sino a su ocaso, es decir a la declinación del Nombre-del-Padre. No hay que olvidar que el vocablo autoridad (autoritas) proviene del verbo augure que significa aumentar. En este primer significado, se considera que los que tienen autoridad hacen cumplir, confirman o sancionan una línea de acción o de pensamiento que engrandece. En La noción de autoridad 1, dice Alexandre Kojève: “Si para hacer salir a alguien de mi habitación, debo emplear la fuerza, debo cambiar mi propio comportamiento para realizar el acto en cuestión y de esa manera demuestro que no tengo autoridad”. La autoridad, entonces, excluye la fuerza y exceptúa la violencia pero para operar debe ser reconocida, debe tener una causa, una justificación, una razón de ser. Y ella no está engendrada por el ser que la posee sino por sus actos. El argumento esgrimido por este filósofo nos lleva a concluir que el aumento de violencia en la época actual es coetáneo con la declinación de la autoridad. La primera se acrecienta a medida en que la segunda se debilita: “Sólo cuando un sistema de autoridad se desmorona, o un individuo dado pierde su autoridad, debe recurrirse al poder para asegurar su conformidad...”. 2 -Dentro de lo que se da en llamar un orden global en el que el capitalismo instituye y produce las relaciones po-


líticas, los vínculos personales y la posición del sujeto ¿cuál es el lugar que se destina a la mujer y el rol que es inducida a jugar? La inserción de la mujer en el espacio laboral era algo inédito a comienzos del siglo pasado, se dio paulatinamente y hoy se ha generalizado a punto tal que se la prepara para ello desde niña. En épocas de amores frágiles e inconstantes y debilitación del espacio familiar, las mujeres saben que deben encontrar su pilar en el trabajo, son excepcionales los casos en donde se espere todo del hombre. Esta “igualdad” deja de lado lo propio del goce femenino, su necesidad de amor que hace que en este punto la mujer no sea “moderna”. En este sentido, el capitalismo que se caracteriza para Lacan por la forclusión de la castración y del amor, deja muy solas a las mujeres. -Sin dejar de considerar el peso cultural vigente del patriarcado sobre la mujer y la imposición masculina que, en casos extremos pero frecuentes, termina en muerte, y sin pretender en absoluto culpabilizar a la mujer, ¿hay además de estos condicionantes, una posición subjetiva asumida por ella dentro de una relación violenta para sostenerla, que es necesario también incluir en una mirada integral de la problemática? Así es a tal punto que hace unos años -según comentó Gustavo Dessal- cuando la violencia de ETA castigaba a España, un policía encargado de dar protección por orden judicial a mujeres amenazadas por sus parejas, confesaba que su labor le causaba mucha más ansiedad que la de ocuparse de la custodia de personas amenazadas por el terrorismo. Fundaba su sorprendente comentario en el hecho de que estas últimas cumplían a rajatabla con todos los protocolos de seguridad que se les indicaba, mientras que muchas mujeres escapaban de su guardaespaldas para mantener encuentros clandestinos con aquellos hombres a los que los jueces habían aplicado una orden de alejamiento. Hace unos años, una jueza se vio enfrentada a un problema ético, le fue requerido el permiso por parte de una mujer para casarse con su agresor, encarcelado por acciones violentas dirigidas hacia ella misma, la jueza negó ese permiso y esa mujer la acusó de no respetar la libertad de elección. En nuestro país, fue famoso el caso del hombre que mató a una de las hermanas gemelas y la otra se casó con él cuando estaba en la cárcel. ¿Qué hace que tantas mujeres permanezcan así al lado del golpeador? Lo pienso en la perspectiva que tomamos. La igualdad da lugar a la pérdida de la singularidad, y, algunas mujeres tratan de suplirla por el lado de ser únicas para él ya que el hombre violento siempre las ubica como tales. El amor puede, en las mujeres conducirlas al estrago, por ello cuando se trata de parejas conformadas por un vínculo violento y no -conviene aclarar- en los casos de femicidios donde no se había establecido el vínculo3, cabe pensar en el lugar de responsabilidad que le cabe a la “víctima”. Existe una frecuente vuelta atrás de la

Silvia Ons denunciante como forma de alienación a un partenaire que le otorga sentido a su vida como fascinación enamorada, donde puede verse también un terror fascinado ante un superyó feroz. ¿Cómo entender tal necesidad de ser única aún con el precio de morir? No basta en este sentido con reducir el tema a la cuestión del goce femenino erotómano ni al carácter de estrago que puede adquirir la demanda femenina de un amor absoluto. Sin duda, estas son determinaciones importantes pero creo que lo más específico de este siglo es que la igualdad es un caro reto a la singularidad y cuando la mujer no puede encontrarla, “ser la única para él”, intenta suplirla. -A lo largo de la historia, la mujer ha sido objeto de mandatos políticos, religiosos y culturales según la época. En tu libro “Una mujer como síntoma de un hombre” vos afirmas que “La mujer será custodiada, confinada a la casa o al claustro, como espacios acotados e interiores. Vigiladas como un peligro siempre en acecho, encarnan, de manera ejemplar en la Edad Media, la figura del exceso.”¿Qué se sigue buscando obturar de la mujer todavía hoy que resulta perturbador? ¿Cómo se configuran los nuevos mandatos en este siglo? El tema es… ¡que ellas han salido del claustro! Pero hoy como


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ayer, las mujeres siguen encarnando la otredad, lo extraño e inquietante. Sabemos de los profundos cambios vinculados con el lugar de las mujeres en el mundo y que marcan entre la mitad del siglo pasado y este, un desarrollo sin precedentes en la historia. Su inserción al mundo laboral, la separación de la sexualidad de la maternidad con la aparición de los anticonceptivos, su participación en ámbitos públicos y universitarios y ni qué decir de su acceso a la investidura presidencial, inimaginable otrora. Sin embargo, la condición femenina padece desde siempre una segregación a veces discreta y otras abiertamente declarada como reflejo de la imposible integración de la femineidad en el espíritu humano. -¿Cuál es la mirada del psicoanálisis acerca de la construcción de posibles alternativas, subjetivas y colectivas, que pongan fin a las situaciones que violentan y matan a las mujeres? El psicoanálisis es un tratamiento que lleva a que el sujeto se entere de la heterogeneidad que lo habita y esto hace que puede albergarla, lejos de expulsarla como impropia. Así, un sujeto identificado a lo más real de su síntoma, es menos proclive a las lógicas segregativas. Por otra parte, hay que considerar que es inusual que el violento pida análisis y que es mucho más frecuente que lo haga quien lo padece. El psicoanálisis lleva a un amor más digno y a que las mujeres encuentren su singularidad más allá del partenaire, curarse en definitiva de esos estragos amorosos que llevan a la violencia y a padecimientos extremos. Kojève, A., (2004) La noción de autoridad, Buenos Aires, Nueva Visión, (trad: Heber Cardoso) Weber, Max, (1978) Historia Económica General, México, Fondo de Cultura Económica. 3 Como el caso de Ángeles, asesinada por el portero. 1

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Silvia Ons es psicoanalista. Analista miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, responsable de la dirección del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía del Centro de Investigación Clínica de Buenos Aires (Cicba). Ha sido directora y fundadora de la revista Dispar y actualmente forma parte de su Consejo Editorial. Fue profesora titular de la cátedra de Psicología Profunda de la Universidad del Salvador y ha desarrollado un amplio recorrido docente en carreras de grado y posgrado. Actualmente es docente del Instituto Clínico de Buenos Aires. Además, es miembro de la Dirección Ejecutiva del IOM (Instituto Oscar Masotta). Es autora de los libros Placer y bien. Platón, Aristóteles, Freud y Una mujer como síntoma de un hombre. En Paidós ha publicado Violencia/s y Comunismo sexual.


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Dossier FEMICIDIO, CAPITALISMO Y PATRIARCADO

Femicidios: crímenes del Patriarcado Soledad Deza analiza al patriarcado como generador cultural de múltiples formas de opresión a la mujer.

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l 3 de Junio próximo pasado, miles de personas a lo largo y a lo ancho de nuestro país dijeron BASTA a los femicidios. Estos crímenes, que ahora tienen un “nombre” especial, son nada más y nada menos que el asesinato de una mujer por el Por Soledad Deza* hecho de ser mujer y a manos de un hombre de su entorno más cercano. La creación de un delito especial se presenta de compleja valoración. La figura penal del “femicidio” resultó provechosa para visibilizar el costado político de la violencia que se ejerce contra las mujeres, respondiendo al lema “lo personal es político” instalado desde el Feminismo. Sin embargo, concebir al derecho penal –uno de los reductos más misóginos del campo jurídico– como una Meca, se empaña cuando las mujeres enfrentan la indolencia propia de la falta de capacitación de los operadores jurídicos, la desidia de los tiempos judiciales y principalmente, el hecho de que la solución –si una condena lo es– llega siempre tarde: la mujer ya está muerta. Y es que el sistema penal, el derecho y el contexto de violencia que precede al femicidio, se apoyan en un una organización patriarcal que debe ser atacada transversalmente para desarticular los patrones culturales que la retroalimentan.

Patriarcado: múltiples formas de opresión El Patriarcado como sistema de organización política se traduce socialmente en la institucionalización del dominio masculino sobre mujeres y niños/as en la familia y la extensión de ese dominio masculino sobre las mujeres, a la sociedad en general. Desde el Feminismo se habla del Patriarcado de distintas formas, pero con un denominador común: opresión de las mujeres. Y ya sea que se lo considere un sistema de creencias e ideologías que sostiene y entrama las desigualdades entre los sexos para promover el sometimiento de la mujer al deseo del varón; o que se lo entienda como una especie de pacto interclasista, meta-estable, por el cual los varo-


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nes se auto-instituyen como sujetos del contrato social ante las mujeres, que son en principio las “pactadas” y por ende son objeto (no sujetas) de ese contrato social, lo importante es poder asumir que ese tipo de organización perdura hasta nuestros días y que las mujeres, no acordaron con ella. El Patriarcado se alimenta cotidianamente a través de la cultura y con la ayuda de toda la sociedad. La ley Nº 26.485 prevé la “violencia simbólica” como aquella que se perpetúa en contra de las mujeres a través de la reproducción de estereotipos de género que favorecen, mediante la desigualdad y la discriminación, un lugar de subordinación en las relaciones interpersonales. Esta es, sin dudas, la base de una pirámide que tiene al femicidio en su cúspide. El “género” es producto de la socialización de las personas, no viene dado en la naturaleza. La construcción cultural de lo masculino asoció históricamente al varón con el valor, la inteligencia, el poder, el rol de proveedor y la fuerza; y lo femenino se construyó socialmente en paralelo (como “lo otro” dice Simone de Beauvoir), asociado a la fragilidad, la abnegación, la docilidad, la resignación, la pureza y la maternidad como destino. Estos rasgos de género, que erradamente se pretenden naturales, conforman un magma de representaciones que funcionan a modo de “moldes” donde el imaginario social pretende encajen a la perfección las subjetividades de varones y mujeres que forman parte de una comunidad.

Los ejes de la dominación Esos “moldes” se denominan patrones culturales y el Sistema Patriarcal organiza en base ellos la dominación masculina que le permite perpetuarse luego de siglos, sobre 4 ejes que requieren de: la división público/privado en la cual el Estado

Liberal escinde las esferas de acción reservando lo público a los varones y confiando a las mujeres a lo doméstico, pero restringiéndoles poder aún dentro de los hogares donde el poder le corresponde al padre o al marido; la división sexual del trabajo que naturaliza el trabajo doméstico como inherente a lo femenino y sobrecarga de doble o triple jornada a la mujer; la falta de control sobre el propio cuerpo que se inscribe en la falta de soberanía sobre sus procesos reproductivos y en la sexualidad anudada casi exclusivamente a la reproducción; y la legitimación del uso de la violencia –asociada a la naturaleza masculina– como una forma de acrecentar el ejercicio de poder masculino y la organización jerárquica. Al conjurarse la desigualdad de poder entre varones y mujeres como propia de la cultura patriarcal, el derecho penal es –y será– impotente para desmantelarla. ¿Por qué mata un hombre a “su” mujer? Simplemente porque puede hacerlo. El Patriarcado se recicla, pero conservando la opresión. “María Soledad Morales” murió en un contexto de violencia, poder político y complicidad comarcana, hace 25 años y luego fue “Paulina Lebbos”. La hoguera para las brujas, práctica brutal de la Edad Media, validó el crimen de “Wanda Taddei” y reactualizó ese fuego para muchas. La bolsa negra de “Angeles” y de tantas otras devela un cuerpo tan manejable, como desechable. Para combatir la violencia machista se precisa compromiso político y diseño de políticas integrales de prevención que incluyan acciones transversales con educación y desarrollo social. Se precisa que las Oficinas que se crean para ello funcionen no sólo para hacer estadísticas o colgar un cartel. Se precisa que las ayudas a las víctimas de violencia lleguen a tiempo. Se precisa un recurso humano respetuoso y habilidades técnicas en la problemática de género. Se precisa una asignación presupuestaria comprometida. Se precisa erradicar la violencia mediática que cosifica a la mujer. Se precisa que el tema salga de policiales en los diarios. Y así como el Patriarcado se organiza, el Movimiento de Mujeres también lo hace, y marcha. Marcha para exigir al Estado todas las acciones que se precisan para asegurar a las mujeres el derecho humano a vivir una vida libre de violencias y para despabilar a una sociedad que es cómplice si no se motiva para desarticular con compromiso desde sus propios lugares, la lógica patriarcal que, como “nietas de las brujas que no pudieron quemar” nos lleva a pedir #NiUnaMenos. Lerner, Gerda (1990) “La Creación del Patriarcado”. Ed.Crítica Historia y Teoría. España. 2 Amorós, Celia: “Feminismo: Igualdad y diferencia”. Capítulo I. (1994) PUEG-Programa Universitario de Estudios de Género- Universidad Nacional Autónoma de México 1

* Abogada, UNT. Directora del Centro de Estudios de Género, Universidad San Pablo T.


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LA CRISIS FINANCIERA EN LOS PAÍSES “DESARROLLADOS” Y EL PENSAMIENTO ECONÓMICO SOBRE EL DESARROLLO El doctor en Economía Hugo Ferullo plantea la necesidad de una revisión sincera del rol de nuestras instituciones y fuerzas productivas para alcanzar el desarrollo con inclusión.

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l consenso teórico construido por es el descrédito poco menos que generalizado que merece hoy el pensamiento económico en las la idea que reza que el desarrollo económico es el resultado últimas tres décadas, que buscó asegurado de un proceso que surge espontáneamente en una proporcionar los verdaderos “fundamentos sociedad capaz de diseñar sabiamente y de defender con vigor microeconómicos de la macroeconomía los derechos de propiedad, en un marco de “paz, administramoderna”, resultó incapaz de prever la ción razonable de justicia y cobro moderado de impuestos” Por Hugo Ferullo* enorme crisis que explotó en los Estados (aquello que Adam Smith aconsejaba como ruta que conUnidos en los años 2007-2008. Muy por el ducía con seguridad a su “sociedad comercial” ideal). Muy contrario, la teoría surgida de este extendido consenso, no poco queda actualmente de esta idea por demás optimista, mostraba el menor indicio que lleve difundida y pregonada en tiempos a sospechar la irrupción de una crisis recientes bajo la fórmula “consenso semejante y, lo que es todavía peor, de Washington” como un modelo mostró una llamativa incapacidad a de desarrollo universalmente váli“Si queremos analizar la hora de proponer políticas con las do, aconsejado como una “receta nuestra situación que enfrentar con éxito a la depresión única” que se prescribe para todo socioeconómica actual en la que se sumió buena parte del país o región subdesarrollada que a la luz de la economía mundo llamado desarrollado, una pretende iniciar un proceso capaz política del desarrollo, vez desatada la muy inesperada crisis. de conducir, casi mecánicamente, a estamos obligados a Muy en particular, las políticas “de la convergencia desde su bajo nivel austeridad”, que los mentores de la de vida material hacia el nivel más estudiar cuidadosamente teoría dominante apoyaron, fracasaalto que se observa en los países más cómo nuestra historia ron rotundamente, por más de tres “adelantados”. explica la presencia años, en el intento de conseguir la de instituciones y recuperación de la actividad econóLigado a la crisis de las “recetas” políticas que frenan mica de las economías deprimidas, sencillas que conducen al desarronuestras potencialidades recuperación que, se decía, llegaría llo económico está el desprestigio rápidamente de la mano de la reconactual de la creencia que pretende económicas.” quista de la “confianza” de los mercacolocar al mercado en la suprema dos. Esta flagrante incapacidad para categoría de remedio universal de ofrecer consejos aceptables con que todos los problemas económicos hacer cabalmente frente a los estragos sociales nacidos de la de las sociedades modernas. Por supuesto que la libertad de crisis financiera actual, terminó poniendo en estado de fuerte intercambiar y efectuar transacciones figura, a parte entera, interpelación al pensamiento macroeconómico más represen- entre las libertades básicas que la gente tiene sobradas razones tativo de las últimas décadas. para valorar positivamente. Además, la libertad de intercambiar bienes y servicios se potencia con la enorme efectividad Desde la perspectiva de la teoría económica, la crisis de raíz demostrada por las economías modernas de mercado en la gemacroeconómica mencionada, se vio preanunciada por el neración creciente de riqueza y prosperidad económica. Pero derrumbe de las supuestas certidumbres que buena parte del el mecanismo de mercado consigue esta efectividad funciopensamiento económico se ufanaba en poseer en torno al vie- nando siempre en interrelación estrecha con muchas y diverjo tema del desarrollo económico. Si nos concentramos en el sas instituciones sociales, jurídicas y políticas. Quien piensa centro mismo de la manifestación de esta crisis, lo que vemos que este mecanismo constituye un fin en sí mismo, cerca está


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América , (mural, 1955 ) - Rufino Tamayo

de abrazar un fundamentalismo totalmente alejado del ideal de todo saber con pretensiones científicas. El mercado es un medio para obtener de manera eficiente, bajo ciertas condiciones, algunas de las cosas que la gente efectivamente valora; pero para hacer uso efectivo de este medio, la gente tiene, por ejemplo, que tener (como condición previa) la libertad de entrar al juego de los mercados, para ser capaz de sacar provecho de las transacciones que lo definen. Que toda la gente pueda participar activamente en los mercados (entrar de manera efectiva en el juego de las economías modernas), no es para nada evidente. Muchísimas personas (de hecho la mayor parte de la humanidad) no tienen, por ejemplo, otro recurso a mano que su propio trabajo, y este recurso no siempre encuentra la “demanda” suficiente. Asimismo, la participación activa y provechosa en los mercados resulta radicalmente influenciada (y muchas veces dificultada) por condicionamientos personales y sociales. Entre estos condicionamientos se cuentan los siguientes: - el acceso de la gente a la educación, - la disposición de una buena salud, - la existencia de programas de créditos de fácil acceso, - la presencia de programas de reformas relacionadas con el régimen de tenencia y propiedad de la tierra, como precondición para el uso racional del suelo en la producción agrícola, etc. Los puntos señalados constituyen verdaderas condiciones necesarias para que una economía de mercado pueda cata-

logarse de exitosa y, en conjunto, exigen la presencia de variadas políticas públicas diseñadas y ejecutadas por el Estado, donde se ponen en juego oportunidades sociales y prácticas diversas de distribución de recursos ligados a diferentes tipos de libertades, complementarias entre sí. En definitiva, en un mundo donde la interdependencia de instituciones diversas desemboca en un sistema de complejidad creciente, el mercado aparece como un poderoso motor del desarrollo, pero el proceso demanda una presencia activa del Estado que va mucho más allá de la defensa entusiasta del funcionamiento libre de los mercados.

Calidad institucional y cohesión social para el desarrollo Mucho se ha escrito en las últimas décadas sobre la importancia de las instituciones en los procesos de desarrollo económico. Autores como Daron Acemoglu , por ejemplo, son responsables del gran impulso que goza el reconocimiento de la calidad institucional como causa histórica principal del desarrollo económico de distintas regiones del mundo. En este marco, lo que hoy se acepta de manera abrumadoramente mayoritaria es, no solamente que las instituciones importan para el desarrollo económico sino, sobre todo, que los diseños institucionales que los diferentes países tienen en la actualidad no son, ni pueden serlo, independientes de la historia de cada uno (por ejemplo: diferentes sistemas legales, como el británico y el romano, dieron como resultado diferentes reglas coloniales y diferentes instituciones en términos de regulaciones clave para entender la economía actual, como la tenencia


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de la tierra). Parte de la complejidad radica en que las instituciones son consideradas, a la vez, causas y resultados del proceso de desarrollo. Se habla, en este marco, de dos grandes enfoques: el primero, señalando la necesidad de contar con buenas instituciones impulsoras del desarrollo a través del aliento a las inversiones en capital físico y humano; y dando prioridad, el segundo enfoque, a la acumulación de capital como punto de inicio del proceso de desarrollo y del diseño institucional que le resulta apropiado. Pero más allá del rico y abundante debate que la literatura económica del desarrollo ofrece hoy alrededor de esta temática institucional, lo que actualmente se acepta de manera generalizada es que el proceso de desarrollo económico no surge de un mero sistema formal de derechos de propiedad bien definidos y adecuadamente garantizados. La cohesión y la justicia social, la confianza y la cooperación, el vigor de las prácticas democráticas culmina en el compromiso con los asuntos públicos, son todas condiciones necesarias para consolidar el crecimiento económico con inclusión social. El legado histórico de la economía de nuestro país no se limita a la serie estadística de su producto bruto, acompañada de ejercicios de calibración para explicar el estado de la convergencia que se espera con las zonas más desarrolladas del mundo, de acuerdo con una visión particular que asigna a la economía mundial el papel de un gran nivelador de ingresos. Nuestra herencia colonial y las etapas posteriores a la independencia nacional se traducen hoy en una determinada distribución de

poder (político y económico) y en instituciones específicas (formales y de hecho), que responden en buena medida, a grupos y elites cuyos objetivos e incentivos particulares están lejos de coincidir con el bien común. En este marco, si queremos analizar nuestra situación socioeconómica actual a la luz de la economía política del desarrollo, estamos obligados a estudiar cuidadosamente cómo nuestra historia explica la presencia de instituciones y políticas que frenan nuestras potencialidades económicas. Y estas instituciones no sólo parecen tener efectos de muy largo plazo, sino que tienden a reproducirse en un sendero de dependencia histórica inclinado a perpetuarse. Con esta afirmación no pretendemos adherir a ningún tipo de reduccionismo histórico, ni buscamos tampoco abogar por la necesidad de una transformación estructural a gran escala de nuestro diseño institucional más profundo como un pre-requisito para que las inversiones productivas que producen un desarrollo genuino se multipliquen. Lo que queremos subrayar es, simplemente, la necesidad de encarar un análisis cuidadoso de las restricciones que nuestra herencia histórico-institucional impone a nuestro desarrollo económico. Mientras tanto, la más somera de las visiones sobre esta temática central nos lleva a sospechar fuertemente que, sin una tarea de revisión crítica de estas restricciones históricoinstitucionales, ninguna estrategia de desarrollo local resultará eficaz.

*Doctor en Economía, Universidad Lumiere, Lyon. Docente e investigador UNT.


Un niño envuelto esperando desembarcar en Sicilia.

¿UN MUNDO EN VÍAS DE DESHUMANIZACIÓN? La tragedia humanitaria de los migrantes en el Mediterráneo

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on libios, afganos, sirios, eritreos, sudaneses, palestinos, bangladesíes. “Plaga de cucarachas con sarna” les ha dicho cierta prensa británica. No, son refugiados, con derechos. Huyen de sus países en guerra, con hambre, sin trabajo, sin esperanza. Huyen hacia Europa que les impide la entrada legalmente. Entonces, la desesperación los lanza a cruzar el mar en pateras para entrar por las costas. Mueren de a miles en el mar y si alcanzan la costa, también mueren en los miserables campamentos costeros porque no están acostumbrados a sobrevivir en esas condiciones. Europa no los quiere pero sigue promoviendo la guerra en esos países, haciéndolos invivibles y sus multinacionales siguen saqueándoles sus recursos. Hoy los migrantes están en un limbo: sin derecho a migrar ni a recibir asilo. Y el Mediterráneo se está convirtiendo en una fosa común.Tal vez estemos asistiendo a uno de los dramas contemporáneos más brutales. Un genocidio invisibilizado por una visible e inquietante deshumanización de Occidente.

(Imagen: AFP)

(Antonio Parrinelo, Reuters)

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(Imagen: The Guardian)

Calais. Una de las “razzias” de la gendarmería francesa expulsando a los refugiados de los campamentos.

Un migrante del campamento de Calais intenta saltar la valla del Eurotunnel y desde allí cruzar a Inglaterra. Cada noche los jóvenes migrantes arriesgan sus vidas tratando de treparse a los camiones que cruzan. Eligen Inglaterra principalmente porque saben más inglés que francés.

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Migrantes afganos esperando ser rescatados en las costas de TĂşnez. Pagan cerca de U$S4000 por el viaje en la patera, el precio de un vuelo a BerlĂ­n o Roma.


Ningun

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ser humano

es ilegal

(AFP/Getty Images)

(Eurokinissi/Reuters)

Migrantes somalĂ­es rescatados en las costas de la Isla de Rodas, Grecia. Europa redujo los programas de rescate lo cual aumenta los riesgos y las muertes.


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Nicos Poulantzas

POLiTICA

“Estado, democracia y socialismo: Una lectura a partir de Poulantzas”* En una conferencia brindada en París como parte de un homenaje a Nicos Poulantzas, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, planteó un análisis del Estado, las relaciones de dominación y las luchas populares.

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a obra intelectual de Nicos Poulantzas está marcada por lo que podríamos denominar como una trágica paradoja. Él fue un marxista que pensó su época desde la perspectiva de la revolución, en un momento en el que los procesos revolucionarios se clausuraban o habían derivado en la restauración anómala de un capitalismo estatalizado. Sin duda, fue un marxista heterodoxo brillante y audaz en sus aportes sobre el camino hacia el socialismo, en un tiempo en el que justamente el horizonte socialista se derrumbaba como símbolo y perspectiva movilizadora de los pueblos. Me gustaría detenerme en dos conceptos claves e interconectados del marxismo poulantziano, que nos permiten pensar y actuar en el presente: el Estado como relación social, y la vía democrá-

tica al socialismo.

La subversión intersticial Cuando Poulantzas nos dice que el Estado es una relación entre las clases poseedoras y una relación con las clases populares, no solo está criticando la lectura del Estado como cosa, como aparato externo a la sociedad, que fue la que dio origen a las fallidas estrategias elitistas o reformistas de destrucción o de ocupación del Estado que supusieron, en ambos casos, la consagración de nuevas élites dominantes, ya sea por la vía armada o la vía electoral.


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Pero además, Poulantzas también nos está invitando a reflexionar sobre el Estado como una relación que busca la dominación, y no como el punto de partida para explicar las cosas y establecer estrategias revolucionarias; más bien como el punto de llegada de complejos procesos y luchas sociales que dan lugar, precisamente, a la dominación. Entonces, la dominación no es el punto de partida para explicar la sociedad, sino por el contrario, el proceso, el devenir, el continuo artificio social lleno de posibilidades, a veces, de incertidumbres tácticas, de espacios huecos de la dominación, que son precisamente los espacios que habilitan la posibilidad de la emancipación o la resistencia. Si como sostienen el reformismo y el ultraizquierdismo, el Estado es una máquina monolítica al servicio de una clase y, encima, el garante de la dominación ya consagrada, entonces, no existe un espacio para la posible liberación a partir de los propios dominados. Y de ser así, la emancipación solo puede venir pues de la mano de una “vanguardia” consciente e inmunizada contra las ilusiones de la dominación; es decir, de ciertos iluminados y especialistas que se encontrarían al margen de la dominación que aplasta los cerebros de las clases populares. Pero ¿cómo es que estos iluminados se pueden mantener al margen de la dominación?, ¿cómo es que no forman parte de la sociedad, ya que solo así se explica que no sean parte de la trama de la dominación? He ahí el gran misterio que los denominados artífices de las vanguardias nunca han podido responder para darle un mínimo de seriedad lógica a sus postulados. Siguiendo ese razonamiento, la sustitución de clases y la emancipación de las clases populares solo podría venir desde “afuera” y no por obra de las propias clases populares; peor aún, solamente surgiría desde afuera de la sociedad, desde una especie de meta-sociedad que anidaría en los cerebros impolutos de una vanguardia. Ese fue justamente el discurso metafísico y el fallido camino del marxismo dominante del siglo XX y de las llamadas revoluciones socialistas, el horizonte derrotado por la victoria neoliberal mundial de fines del siglo XX. En ese sentido, repensar el marxismo vivo para el siglo XXI, el socialismo en nuestros tiempos, requiere superar esa trampa instrumentalista del Estado; y precisamente ahí se encuentra el aporte de Nicos Poulantzas. En ese sentido, si la dominación no es el punto de partida para explicar el mundo, sino un proceso que se está creando a diario, que tiene que actualizarse y verificarse a diario, eso significa que ella no es un destino fatal o ineluctable. Justamente, es en los huecos de la dominación, en los intersticios del Estado y en su cotidiana incertidumbre de realización, que se encuentra, anida y surge la posibilidad de la emancipación. Tal como lo muestra la historia de las verdaderas revoluciones, en medio de la pasividad, de la tolerancia consuetudinaria de las clases menesterosas, de las complicidades morales entre gobernantes y gobernados, es que de pronto algo salta, una

memoria de organización se gatilla, las tolerancias morales hacia los gobernantes estallan, los viejos discursos de orden ya no convocan, y nuevos idearios e ideas (anteriormente marginales) comienzan a seducir y convocar cada vez a más personas. La dominación se quiebra desde el interior mismo del proceso de dominación. El Estado como monopolio de decisiones universalizantes, se ve interpelado desde adentro. Es como si su fundamento escondido de comunidad deseada emergiera en las expectativas de la población, dando lugar a la irrupción de voluntades colectivas que se reapropian de las capacidades de deliberación, imaginación y decisión; surgen esperanzas prácticas de maneras distintas de gestionar lo común. Ciertamente, a veces esas acciones prácticas se proyectan a otros representantes que simplemente reactualizan el funcionamiento de los viejos monopolios estatales con nuevos rostros. Pero si a pesar de ello, en el horizonte comienzan a despuntar nuevas creencias movilizadoras que alimentan el entusiasmo social (al principio, en pequeños sectores, luego, en regiones, y tal vez más tarde, a nivel nacional). Y cuando este despertar social no solo se condensa en nuevas personalidades elegidas, sino que revoca a las viejas élites representantes y desborda la representación electoral con nuevas formas de participación, de movilización extraparlamentaria, plebeya y, encima, busca sustituir los profundos esquemas mentales con los que la gente organiza moral y lógicamente su vida cotidiana. Cuando todo ello sucede, estamos ante procesos revolucionarios que afectan la estructura misma de las jerarquías sociales en la toma de decisiones, que diluye las viejas certidumbres sobre el destino, y lanza a la gente a participar y a creer en otras maneras de gestionar los asuntos comunes. En otras palabras, estamos ante una crisis general de Estado, cuya resolución solo puede transitar por dos vías: por una restauración de las viejas creencias o relaciones de fuerzas, o por unas nuevas relaciones de fuerza, creencias movilizadoras y modos de participación, es decir, por una nueva forma estatal, cuyo grado de democratización social dependerá de la propia capacidad con la que los subalternos sean capaces de sostener, en las calles y en las instituciones, la participación en la gestión de lo común. La lectura relacional del Estado propuesta por Poulantzas nos permite esa reflexión, pero también una crítica a lo que podríamos denominar “la propuesta abdicante respecto al poder de Estado”, que aunque se mostraba débil en los tiempos del sociólogo griego, hoy en día está muy de moda en ciertos sectores de la izquierda desesperanzada. Aquellos que proponen “cambiar el mundo sin tomar el poder” [xii], suponen que las luchas populares, los saberes colectivos, los esquemas de organización del mundo, y las propias identidades sociales (nacionales o comunitarias), están al margen del Estado; cuando en realidad se trata de organizaciones de saberes e identidades, en unos casos, constituidos frente al Estado, pero reafirmados y legitimados precisamente por


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su eficacia ante y en el Estado, cuyos logros están inscritos como derechos de ciudadanía en el propio armazón material estatal. Y, en otros casos, promovidos desde el Estado, pero cuya eficacia radica en su capacidad de articular expectativas y necesidades colectivas, y que al hacerlo se convierten en hábito o memoria práctica de los propios sectores populares.Esta lectura abdicante del poder, en realidad constituye la contraparte de la lectura instrumental del Estado, pues al igual que esta última supone que la sociedad y las clases subalternas construyen su historia al margen del Estado, y que éste existe al margen y por encima de las clases subalternas. Olvidan que en realidad el Estado no solo condensa la propia subalternidad de las clases, sino que es la subalternidad misma en estado institucional y simbólico; pero adicionalmente, el Estado también es la comunidad social, los logros comunes, los bienes colectivos conquistados, aunque bajo una forma fetichizada. “Cambiar el mundo sin tomar el poder” es pensar que el poder es una propiedad y no una relación, que es una cosa externa a lo social y no un vínculo social que nos atraviesa a todos. En ese tipo de razonamiento y visión se deja inerme a las clases subalternas ante la realidad de su propia historia, de sus propias luchas por construir bienes comunes, de sus propias complicidades inertes con la estatalidad constituida. Es así entonces que “cambiar el mundo” deviene en una tarea de los “puros”, de los “no contaminados”, de los que no usan dinero, de los que no compran en los mercados, de los que no estudian en las instituciones estatales, de los que no cumplen las leyes; en otros términos, de los que están más allá de la sociedad, que se les presenta como “impura”, “contaminada” o “falseada”. De ahí que lo que intentan hacer es una revolución social sin sociedad, o construir otro mundo sin los habitantes reales del mundo. No entienden que la sociedad real, que el mundo social real, ha construido la estatalidad con sus logros y sus desdichas, ha labrado los bienes comunes y ha asistido a la expropiación silenciosa de esos bienes comunes suyos. Y que, si en algún momento ha de haber una revolución, ésta ha de ser hecha por esas personas “contaminadas” y estatalizadas que en un momento de su vida colectiva se sienten asfixiadas con esos monopolios de lo suyo, se sienten estafadas por los monopolizadores de sus bienes comunes, y se lanzan a la insumisión justamente porque viven el monopolio de su trabajo social y deciden romperlo desde la experiencia misma del monopolio, desde los intersticios del mismo Estado y desde

su propia experiencia de la estatalidad. “Cambiar el mundo sin tomar el poder” es la plegaria de una nueva vanguardia espiritual de “puros”, que por serlo demasiado no tienen nada que ver con las clases subalternas, que en sí mismas son la condensación de luchas y de relaciones de poder; y que para dejar de ser clases subalternas, lejos de apartarse del “mundo contaminado del poder”, trastocarán precisamente la estructura de esas relaciones de poder, es decir, se transformarán a sí mismas y, a través ello, al propio Estado que no expresa simplemente lo que ellas son en su subalternidad, sino que también hace de ellas lo que ahora son. Por último, no deja de ser curioso el hecho de que esta posición abdicacionista hacia el Estado, en su aparente radicalismo de mantenerse al margen de cualquier contagio con el poder, lo hace dejando libres las manos de los sectores dominantes para que continúen administrando, discrecionalmente, las condiciones materiales de la dominación estatal. Eso significa que “no tomar el poder” se convierte en una elegante forma de dejar que quienes tienen el poder de Estado, lo sigan teniendo por todo el tiempo más que lo deseen; y lo peor, desarma a las mismas clases subalternas de sus propios logros en las estructuras institucionales del Estado y de su propia historia de luchas, que a la larga atraviesan el mismo Estado. Se pretende cambiar el mundo dejando de lado la historia y la experiencia de las luchas de clases de las personas que hacen el mundo. Y así, la historia recae nuevamente en manos de un puñado de personas “descontaminadas” de la malicia del poder en el mundo. A la vanguardia ilustrada de la izquierda instrumental, le sustituye hoy la vanguardia espiritual de la izquierda abdicacionista. En ambos casos, el motor de la revolución no está constituido por las clases subalternas, ya sea por “ignorancia” o por “impureza”, sino por unos pocos que habrán de restaurar un “mundo puro”: el monopolio de los elegidos; ¡o sea, curiosamente un nuevo Estado!, solo que ahora sin las “ilusiones” y las “impurezas” de la plebe.El repliegue a la autonomía local olvida que los sectores subalternos no son autónomos respecto al Estado: pagan impuestos, usan dinero, consumen servicios, van a la escuela, usan los tribunales, etc. Pero, además, al proclamar la lucha por fuera del Estado, dejan a los que lo controlan el monopolio absoluto de él y de las relaciones de dominación. Ciertamente, se trata de una posición elitista y, a la larga, conservadora, que se margina de las propias luchas sociales populares que inevitablemente pasan por el Estado y son Estado. Ahora, permítanme mirar con estos ojos relacionales algo de los últimos acontecimientos acaecidos en Francia [xiii]. El orden estatal es, también, un orden de educación, de saberes funcionales, de territorialización de los ciudadanos y de producción de expectativas lógicas y morales sobre el propio orden del mundo, de la familia, de los individuos. Sin em-


Álvaro García Linera

bargo, no se trata de una producción cerrada automática. Ya mencionamos que tiene vacíos e incertidumbres; y es ahí, en esos espacios de incertidumbre, que entran en juego otras propuestas de producción de sentido, otros horizontes posibles, otras expectativas movilizadoras, individuales, grupales o sociales, que pueden ser de carácter político revolucionario, conservador, religioso, identitario, comunitario, entre otros. Está claro que el Estado es el monopolio de las ideas-fuerza que orientan una sociedad. Sin embargo, si las expectativas estatales no se corresponden con la realidad experimentada por los grupos sociales, se forma una masa crítica de disponibilidad hacia nuevas creencias portadoras de esperanza y de certidumbre. Y esas disponibilidades a nuevas creencias pueden crecer más a medida que el Estado separa el orden real de las cosas respecto al orden esperado. Cuando esta separación entre lo real y lo ideal se agranda y abarca a más sectores (jóvenes, obreros, migrantes, estudiantes, etc.), se abre el espacio de una amplia predisposición a la revocatoria de las viejas creencias.Dependiendo de la correlación de fuerzas entre los otros emisores discursivos alternativos, asistiremos a un crecimiento de identidades políticas de derecha, de izquierda, locales, comunitarias o religiosas. Y justamente eso es lo que está sucediendo en varios países de Europa, y en particular en Francia. Por otro lado, el poder de Estado igualmente puede ser constructor de identidades sociales, de fracciones de clase movilizada, y de movilizaciones ciudadanas en torno a miedos o defensas colectivas. Es más, en ciertos momentos puede tener

un papel altamente influyente en la promoción de identidades, pero nunca lo hace sobre la nada; es decir, ninguna identidad social puede ser inventada por el Estado. Más bien lo que hace el Estado es reforzar, promocionar, visibilizar, empoderar agregaciones latentes, expectativas potenciales, y esconder, devaluar, invisibilizar otras tantas identidades anteriormente existentes; aunque está claro que el Estado no hará nada que, de una manera u otra y a la larga, reafirme su propia reproducción y sus propios monopolios. El miedo puede ser un factor aglutinante, pero no es un factor de construcción de un nuevo orden ni de autodeterminación. Y tarde o temprano, la sociedad deberá peguntarse acerca de las condiciones históricas de la producción del miedo, y las acciones arbitrarias del Estado que hayan llevado a que la sociedad se sintiera como en un castillo asediado. El asedio al castillo nunca será una acción descabellada; siempre resultará ser una acción defensiva en contra de algún agravio histórico. Y esta no es la excepción.

*Extracto de la conferencia dictada por el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en la Universidad de la Sorbona de París, en el marco del “Coloquio Internacional dedicado a la obra de Nicos Poulantzas: un marxismo para el siglo XXI”, realizado el 16 de enero de 2015. Gentileza://www.rebelion.org/

[xii] Holloway, J., Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la revolución hoy. Revista Herramienta, Buenos Aires, 2002 [xiii] Referencia al ataque sufrido por el semanario satírico francés Charlie Hebdo, en el que mueren asesinadas a quemarropa 12 personas.


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Nuevos desafíos para el desarrollo y el crecimiento en Argentina Ernesto Mattos*

“Lo que está en juego es si se avanza en transformar la estructura productiva o no” El economista Ernesto Mattos, analiza los componentes diversos de la matriz productiva argentina: los dispositivos que suponen todavía un freno al desarrollo industrial y las estrategias para superar esos obstáculos y lograr un crecimiento superador de la producción primaria.

-Argentina dejó atrás la crisis de 2001 e inició un camino de crecimiento a través de algunos cambios heterodoxos poco usuales en nuestra política económica. Sin embargo, la estructura primarizada sigue siendo predominante ¿qué pasos Por Adriana Gil son necesarios para alcanzar un desarrollo más sólido con generación de valor agregado e industrialización? Los pasos necesarios históricamente en el capitalismo vinieron de la mano de la protección del Estado a las industrias para desarrollarse y competir. Inglaterra en los siglos XVIII y XIX junto con Alemania, Estados Unidos y Francia; Japón fue parte de este proceso al igual que Rusia a partir del siglo XX. En todos estos casos el rol del Estado fue central. La crisis de 2001 puso en debate una vieja disputa del tipo de cambio entre devaluadores (exportadores y grandes terratenientes) y apreciadores (importadores, trasnacionales y grandes industrias) donde los bancos ofrecieron, desde la dictadura de

1976, la estructura financiera para la fuga de recursos al exterior. Este mecanismo profundizó y condicionó el desarrollo argentino; recuperar ahora una estructura productiva de nivel medio como la del periodo de Industrialización por Sustitución de Importaciones, es todo un desafío. Es lo que ha venido intentando el gobierno iniciado en 2003 con los desafíos consiguientes: disputa con el sector agropecuario vinculado a la rentabilidad de la soja, las comercializadoras de granos que liquidan en el momento de mejores precios y no en función de las necesidades de la economía nacional, los grandes industriales del sector alimentos y bebidas y automotrices que presionan fugando sus ganancias al exterior con la estructura financiera del Citibank, Santander, Francés, Galicia y HSBC. Algunos de ellos involucrados en evadir al fisco o en operar para los fondos buitres en contra de la Argentina. -El crecimiento con inclusión social y ampliación de derechos forma parte del nuevo paradigma económico compartido en América Latina por los gobiernos más progresistas. ¿Cuáles consideras que son los pilares que le faltan


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a esta política de distribución del ingreso para hacerla más sustentable y que incluya a quienes todavía están fuera del sistema? Es un paradigma interesante porque se asienta en la distribución del ingreso, mayor producción y precios internacionales que acompañaron; pero fundamentalmente, respecto del rol de distribución que tuvo el Estado, este podría haber optado por no distribuir con los niveles de precios internacionales. Esto pasó en la Argentina del modelo agroexportador (18801930) que tantos liberales y conservadores añoran. Sí, había riqueza, Argentina era en términos económicos una potencia pero la cuestión social era lo oculto del modelo, y es delatado en el “Informe sobre el estado de la clase obrera” de BialetMasset. En este periodo, iniciado en 1999 con la irrupción de Chávez en Venezuela, el desempleo explota en 2002: todos los países de la región alcanzan tasas de desocupación por encima del 20%, y luego, hasta 2014 este indicador desciende en la UNASUR hasta el 7%. Esto muestra que la mayoría de los gobiernos optaron por mayor regulación en las economías y una mejor distribución del ingreso, por lo menos en Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia y Ecuador. Otro detalle en la región fue disminuir las desigualdades sociales a pesar de bajos niveles de inversión extranjera directa (IED) y en otros casos, grandes cantidades de IED cuando se suponía que existía inseguridad jurídica. (Ver imágenes 1 y 2) Para el caso argentino la IED no fue un factor determinante en la recuperación y distribución del ingreso sino que se asentó en el poder adquisitivo de los asalariados y el mercado interno que tuvo como resultado en la región el que unos 58 millones de personas salieran de la pobreza. Esta recuperación supuso una expansión al máximo de la capacidad instalada industrial; cuando esta se contrajo en 2008, supuso otro debate sobre el rol del “capital en la periferia”: si es sólo para generar ganancias y girarlas al exterior o desarrollar tecnología e innovación para romper la dependencia de los principales centros económicos.

-Teniendo en cuenta que, aún con innegables avances, existe una alta acumulación de riqueza en pocas manos, y que una política económica orientada a la redistribución debería asentarse sobre una estructura impositiva cada vez más progresiva ¿qué decisiones clave crees que debería tomar el próximo gobierno en cuanto a una reforma impositiva que sostenga este rumbo? En la región, el ratio recaudación tributaria sobre PIB (T/PIB) mantiene una estructura con algunas variantes en algunos países. Es un tema pendiente el de una mejor distribución, no sólo del ingreso, sino de la riqueza, ya que la desigualdad es todavía muy amplia. En un trabajo recientemente presentado en el seminario internacional organizado por la Vicepresidencia de Bolivia presentamos en la imagen 3 (pág. 25).

Esto evidencia que, si bien hay avances en la distribución del ingreso para todos los estratos aún queda pendiente una profundización. En 2001, el quintil más rico se apropia del 41% de la renta en América Latina y para 2012 se apropiaba de un 38% pero el decil más pobre sólo se apropia de la renta en un 1%, y permanece sin variaciones durante el periodo. La reforma impositiva supone no sólo diferenciar los más altos ingresos en la sociedad sino generar los mecanismos de control para evitar desestabilizaciones económicas, como está ocurriendo actualmente en Ecuador con el impuesto a la herencia, que en Argentina generó fuerte debate. Avanzar en la distribución de la riqueza supone modificar la estructura impositiva: aquí un terrateniente aporta menos que el que paga impuestos por su automotor. -Un aspecto señalado por los economistas heterodoxos es la fuerte concentración en nuestros mercados: por ejemplo, la industria alimenticia, ¿consideras que hay en Argentina condiciones -y en esto, sin soslayar las relaciones de fuerza


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con los poderes económicos- para realizar cambios estructurales en la producción de bienes básicos nacionales que aumenten la productividad y expandan el desarrollo? La inversión privada en Argentina se expandió hasta 2008, momento de la crisis financiera. Muchas empresas debían pagar sus deudas y precisaron dinero de sus subsidiarias, por esa razón, la salida de recursos bajo la forma de “Formación de Activos Externos del Sector Privado No Financiero” se profundiza a partir de 2008. Entre 2008 y 2014 se fueron recursos por un total de 76.000 millones de dólares mientras que entre 2003 y 2007 apenas unos 24.000 millones de dólares. Si seguimos el ritmo de la inversión y el ahorro nacional notamos que ambos descienden en participación del PIB. Esto evidencia que los recursos para la inversión en desarrollo se fueron al exterior a pagar la crisis financiera de la especulación de las casas matrices en la economía norteamericana y europea. Este es el manejo de las trasnacionales, generar recursos en un espacio económico pero invertirlos en otros para obtener mayor rentabilidad o ganar mercados. Por eso, se complica profundizar el desarrollo económico cuando los sectores pri-

vados, las grandes industrias vinculadas al comercio exterior optan por la especulación en vez de invertir en innovación y ciencia. Esto al final lo termina haciendo el Estado por una propia necesidad y demandas de la dinámica interna. -En Argentina, como en otros países en la región, las fuerzas productivas y financieras predominantes defienden una matriz de dependencia y esto es visible con la atadura, incluso cultural de estos sectores, al dólar. ¿Es posible pensar en alternativas de generación genuina de divisas sin que esto invariablemente implique el endeudamiento externo y la enajenación de nuestras riquezas naturales? Este es el gran dilema argentino, generar las divisas desde el sector industrial porque sino, seguimos dependientes del sector agropecuario. Esto responde a una lucha política por mantener una estructura productiva primarizada y sin desarrollo tecnológico, de la clase terrateniente vinculada a las trasnacionales, y grandes industrias que optan por importar tecnología antes que desarrollar la propia. La situación es que se precisa transferir parte de la rentabilidad del agro al sector industrial


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pero esto tiene un límite: el debate político acerca de si es correcta o no esta medida, ahí cada sector empresario realiza su propio lobby y atenta contra el desarrollo nacional. -Dentro de los posibles esquemas de desarrollo en que nos gustaría ver a Argentina, el de la producción popular, la industrialización a pequeña escala y el fomento a las organizaciones cooperativistas, por citar ejemplos ¿cuál consideras que debería ser el rol del Estado para fortalecer estos sectores e ir superando lo asistencial? En nuestro contexto hay sectores agropecuarios concentrados, trasnacionales de granos y de cierta gran industria (UIA) que operan en contra del interés social. El Estado Nación debe apoyarse en los sectores pequeños y medianos, y cooperativos pero estos sectores deben poder disputar políticamente como lo hacen los sectores más poderososaglutinados en el Foro de Convergencia Empresarial, cuyo programa económico incluye: libertad de precios, de movimientos de capitales y compra de dólares. Este programa liberal precisa una respuesta de parte de los sectores económicos vinculados al mercado interno. Esta disputa intercapitalista, propia de las economías periféricas, demanda un debate sobre el rol de las industrias en la estructura productiva y en la política. -Frente al desafío cercano de elegir a los próximos gobernantes y cuando se habla de dos modelos de país, en tu opinión ¿qué intereses defienden cada uno de estos proyectos? ¿A qué sectores buscan beneficiar? Los proyectos son claros, el representado por el FPV es mercado internista, con marcada tendencia a continuar la distribución del ingreso y una política exterior que permita el

desarrollo de sus recursos naturales bajo la forma de asociaciones. El otro es el modelo de fuerte endeudamiento: vender al mercado externo sin restricciones, libre movilidad de capitales, privatizaciones y reordenamiento y ajuste del presupuesto nacional. Lo que está en juego es si se avanza en transformar la estructura productiva o no. Quienes quieren mantener las cosas como están son los sectores pro mercado externo como el PRO, la UCR (pro-mercado) y otros partidos minoritarios que no pueden comprender al sujeto político, como sostuvo Rozitchner. Los sectores que impulsan el libre mercado, la movilidad plena de capitales y las privatizaciones benefician la concentración de la gran industria en detrimento de los trabajadores. En esta instancia, la clase obrera debe comprender que la lucha de clases es dispar: por un lado, los sectores terratenientes, trasnacionales, gran industria, sectores financieros y por el otro, la clase obrera organizada, las fracciones del capital que no tienen posición dominante y el Estado. Por eso, es necesario acompañar la radicalización de la democracia, el avance de derechos sociales y políticos para los sectores trabajadores, para que puedan disputar política. Esto se aprecia en las 48 leyes obreras sancionadas entre 2003 y 2014, ninguna atenta contra la clase obrera: la modificación del estatuto del peón rural, los convenios colectivos de trabajo, las paritarias, el crecimiento del trabajo formal que supone mayores trabajadores para afiliación. Todo esto está en juego en 2015.

*Economista, docente e investigador de la UBA. Es miembro de la Cátedra Nacional de Economía Política Arturo Jauretche.


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PSICOLOGiA

Ciudad y abismos, (1946) - Xul Solar


No es raro que un escritor se queje de la dificultad de escribir. Tanto si comienza cómo una simple particularidad acerca de lugares, horas, costumbres, manías y hasta soledades austeras, como si se precipita hacia la extinción de esa habilidad, todos Por Ricardo Gandolfo* los escritores han atravesado alguna vez ese desierto. Pongamos, para empezar, casos extremos: Paul Celan, poeta alemán, fino lector de Heidegger y víctima del nazismo, cuya literatura extraordinaria se deslizó desde una producción normal hasta prácticamente la supresión de la misma. Finalmente, las aguas del Sena acogieron su silencio final. Jean Arthur Rimbaud, cuya precocidad fue tan evidente que a los ocho años compuso sus primeros trabajos en prosa, y a los 19 abandonó la poesía, que lo haría paradojalmente inolvidable, para embarcarse en una vida de negocios, que lo volvería discretamente rico por traficar armas en Etiopía. Y, para concluir la enumeración recordemos al no menos famoso escritor mejicano Juan Rulfo autor de prácticamente una novela y un libro de cuentos, publicados durante su vida en la década del ’50 para luego dejar pasar una treintena de años sin publicar nada hasta su muerte en la década de los ’80. Aun cuando no suceda nada de esto, los escritores atraviesan períodos donde la carencia de escritura es manifiesta o donde obras que se empezaron con brío, se hunden sin vacilar en las aguas pantanosas de la falta de conclusión. Freud, quien no padeció jamás esa dificultad, aun cuando algunas de sus obras fueron concebidas y trabajadas en medio de dificultades de salud, económicas o sociales, pensaba que esas impotencias (porque no hay que llamarlas de otro modo) no eran más que reproducciones simbólicas de dificultades eróticas que se trasladaban a la escritura por la incapacidad del sujeto por reconocerlas. Jacques Lacan, por su parte, indicó que las inhibiciones había que pensarlas como un síntoma “puesto en un museo”, agregando que ese síntoma no era otro que el impedimento, causado porque el sujeto al ir en camino de su goce, se deja atrapar en la trampa de su propia imagen Y, es verdad que un escritor, al escribir algo nuevo, debe mantener una prudente distancia tanto de lo que lo excita, como de su fama imaginaria, su condición de ser especial o cualquier otro atributo narcicisístico que lo coagule en una significación al lado de la cual, el movimiento de las palabras se muestra impotente. De allí que el triunfo literario necesita de una buena dosis de ascesis, es decir de la capacidad de abstenerse de escuchar demasiado lasvoces de la alabanza o el elogio. Ningún escritor, si quiere seguir siéndolo, tiene que sumergirse muy profundamente en la dimensión de su propia valía. Que los buenos escritores lo saben es un hecho. Como lo ha recordado Borges, refiriéndose a la inspiración literaria, ella puede ser concebida como un don de los dioses o el resultado de un trabajo muy duro. Cualquiera de las dos posiciones (y, personalmente, prefiero la segunda) descarta el yo del poeta como el lugar desde donde surgen sus producciones. Sólo un incurable romanticismo puede creer que hay algo especial en la personalidad de un escritor, como no sea su acto de escribir, el cual está determinado por otra cosa que su personalidad, sus gustos, su cacareada honestidad o su educación esmerada. Y, en efecto, lo que atraviesa a alguien que escribe, no es más que un goce, esto es, una satisfacción inconsciente al producir su obra, satisfacción que no es sentida como tal, sino que muchas veces puede ser la causa de sufrimiento y desagrado hasta llegar al caso que reseñábamos más arriba,

La dificultad de La dificultad deescribir escribir

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1.

*Psicoanalista. Escritor. Docente UNT. Autor de “Ensayos analíticos” y “Bazar japonés”, entre otros títulos.

Lacan, J., Seminario X. La Angustia. pp. 18-19. Ed. Paidós, 2006

el de Celan, que lamentablemente, no es tan extraño entre los cultores de la escritura. En suma, lo que quiero afirmar es la cualidad sintomática de la escritura. Pero quiero hacerlo más allá de la noción de síntoma elaborada por Sigmund Freud, o sea una transacción entre deseos inconscientes y defensas. Más bien, escribir parece ser un sinthome, grafía antigua con la cual Jacques Lacan pretendió elaborar eso que queda después de un análisis, ese núcleo duro de satisfacción inconsciente que es imposible de disolver o superar y sólo puede ser abordado por un artefacto imaginario y simbólico que lo coloca más bien, del lado de la vida. Ese artefacto, no es más que la obra, en el caso del poeta o del escritor, cuyas dificultades de elaborarla pueden haber sido mayores o menores, su valor literario más o menos grande, su capacidad para conmover a las futuras generaciones (como suele decirse) intensa o decididamente inofensiva, pero que se ha mantenido como el deseo cristalizado de una existencia, la del artesano de las letras. Como ha afirmado George Orwell: “escribir un libro es una lucha horrible y agotadora, como una larga y penosa enfermedad. Nunca debería uno emprender esa tarea si no le impulsara algún demonio al que no se puede resistir y comprender. Por lo que uno sabe, ese demonio es sencillamente el mismo instinto que hace a un bebé lloriquear para llamar la atención. Y, sin embargo, es también cierto que nada legible puede escribir uno si no lucha constantemente por borrar la propia personalidad. La buena prosa es como un cristal de ventana” La buena escritura – agregaremos – es aquella que sabe mirar a través de esa ventana, para descubrirnos un mundo que, real o imaginado (poco importa) es lo que insiste más allá de un yo que desaparece, para dar lugar a esa obra que no lo sustituye.


CRONICAS

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ÉXTASIS EN NOCTURNO CLUB Adelanto de uno de los textos de Crónicas de Acá, la antología de la primera revista de periodismo narrativo del norte del país, Tucumán Zeta. La historia de su creador.

Fue más que un boliche. Fue un quiebre cultural en Tucumán donde por primera vez dos chicas se besaban públicamente rodeadas de heterosexuales. La cárcel, el mundo y 158 pastillas de éxtasis: La historia de Epelbaum.

L

a tarde en que once policías federales lo esperaron adentro de su casa, Gerardo Epelbaum había salido a andar en bicicleta. Era una casa hermosa de la avenida Aconquija, al pie del cerro. De paredes blancas y Por Pedro Noli* de techo de tejas. En el frente crecía un jardín verde, cubierto de césped. Junto a la vereda, unos troncos formaban una cerca bajita. Había flores, un camino de entrada ancho y, por la mañana, unos pájaros cantaban desde un árbol. Al lado, a la derecha, estaba el restaurante Los Hornos. Epelbaum pedaleó por la avenida con los auriculares puestos, con un pantalón azul y con una remera blanca. Ya usaba el pelo bien corto, tenía 39 años, la espalda ancha y los hombros carnosos. Paró a tomar agua, se encontró con unos amigos y le sonó el teléfono celular. -Es raro —le dijo el telefonista de alarmas Albiero—. Es como si hubieran arrancado la puerta. Epelbaum miró a los costados. Giró la bicicleta y volvió a su casa. Llegó, la dejó en el piso y metió la mano en el bolsillo para sacar las llaves. La puerta estaba ahí. La intentó abrir. Se le vino abajo. Y de adentro aparecieron los federales: -¡Puto de mierda, dejá de envenenar la provincia!, le gritó uno

de los policías mientras lo apuntaba con la pistola. Y esa tarde, la del 17 de octubre de 2004, lo arrestaron por primera vez. Gerardo Epelbaum nació en Capital Federal, el 18 de febrero de 1965, pero se crió en Olavarría, provincia de Buenos Aires. A los 15 años se sentó frente a la mesa, tomó una lapicera azul y escribió en una hoja: “No hay nada que me guste más que estar desnudo a la par de mi novio”. Dejó el cuaderno abierto sobre la mesa para que su papá lo viera. Se fue a la esquina, esperó y cuando volvió recibió un abrazo largo. Su papá fue un médico otorrinolaringólogo, un activista del Partido Comunista y un apasionado por la ópera. Un día buscó a Gerardo del colegio. Le dijo: “Vení, esta tarde nos vamos a Buenos Aires, nos vamos a un teatro”. Desde la inmensidad del Colón, Gerardo vio a su papá filmando Aida con una cámara Súper 8. A los 17 años, dejó el pueblo y se fue a Buenos Aires. Estudió el profesorado de Educación Física y Antropología. Empezó a usar el perfume que usa hasta hoy, el Polo Verde Clásico. Gerardo volvía de la facultad en colectivo. Una tarde, mientras viajaba, marcaba con un felpón unos apuntes de Malinoski. Eran marcas apuradas y con fuerza, hasta que cerró el libro, cruzó los brazos y descansó la espalda sobre el respaldo. Gerardo, recuerda hoy, pensó: “¿Qué es lo que pasa conmigo? Hay veces que ando con chicas, no soy tan maricón”.


29 Tiempo después se puso en pareja con un exiliado cubano, quien lo llevó hacia una militancia más activa por los derechos de las minorías sexuales. Se acercó a la Comunidad Homosexual Argentina, la CHA. Andaba por las comisarías de Buenos Aires, acompañaba abogados que peleaban por los derechos de quienes habían sido detenidos por ser gays. A mediados de los años 80, la democracia argentina apenas caminaba. La última dictadura militar no había soportado más sus mentiras, sus torturas, su silencio, su economía y sus desapariciones y, a partir de 1983, en el país tomaron un nuevo impulso las libertades culturales, artísticas, sociales y políticas. Pero las libertades sexuales siempre costaron un poco más: “Yo sabía que habían matado un montón de pibes por ser putos. Los diarios decían: Mataron a un amoral. Y para muchos no se había muerto nadie, total era amoral, y ya está”. Luego Gerardo le abrió la puerta al mundo. Se fue a París, donde vivió cuatro años. Sus últimos meses coincidieron con el aumento del poder político y de la simpatía social por JeanMarie Le Pen, el presidente del Frente Nacional, el partido nacionalista de la extrema derecha francesa. Y entonces se fue de Francia. Empezó a viajar. En cuatro años dio unas vueltas por Atenas, Berlín, Amsterdan, Bacelona, Madrid, ciudades de la India, de Italia, de Rusia. Y mientras vivía en Madrid consiguió trabajo en LPG Systems, una cadena internacional de centros de estéticas. Y viajó mucho más. Incluso para Argentina. Gerardo aterrizó en noviembre de 1998 en el aeropuerto de San Miguel de Tucumán. Vino por trabajo. Trajo su mochila pequeña y un portafolio con papeles de LPG Systems. Se impresionó por el calor. Le gustó. Los médicos que lo recibieron lo llevaron a almorzar a Yerba Buena. Sentado en una mesa de Los Hornos, veía cómo pasaba la gente en bicicleta hacia el cerro San Javier. Terminó una empanada, bebió un poco de vino y, luego de limpiarse la boca con una servilleta, dijo a la mesa: “Ustedes no tienen idea donde viven”. Dos años después, renunció a LPG porque no quería pasar una nueva navidad en algún aeropuerto. Iba a ser la quinta vez. Decidió entonces que su lugar en el mundo es Yerba Buena. Se despidió de sus amigos, armó su valija y se fue a vivir ahí. El primer spa que hubo en Tucumán se llamó Ianes. Funcionó en Yerba Buena, en una casona blanca, sobre la avenida Aconquija, donde Gerardo Epelbaum, quien era el dueño, vivió, trabajó y fue arrestado. Ianes funcionó mal en los meses iniciales. Gerardo puso un cartel con letras rojas y azules en el jardín del frente de la casa, limpió las máquinas de pilates y las acomodó varias veces, pero la lista de inscriptos no avanzó. Hubo un chisme de barrio grande, de ciudad pequeña, de pueblo chico, que le jugó en contra: En los gimnasios y clubes costosos de Yerba Buena se rumoreaban en voz baja las andanzas de un profesor de tenis que había llegado de Buenos Aires. El hombre, de club en club, de clase particular en clase particular, se acostaba con cuan-

ta aprendiz pudiera. Entre sus alumnas había un grupo de mujeres casadas de barrios cerrados, de esas señoras que se mueven en sus camionetas y en calza del súper al gimnasio y del gimnasio al colegio de los chicos. El tenista sedujo a unas cuantas de esas mujeres y mantuvo los romances hasta que una se enteró de que no era la única que engañaba a su esposo con el profesor. Los celos la traicionaron: hizo un escándalo que terminó con siete acusaciones cruzadas entre las infieles y con uno de los maridos buscando al tenista para darle una paliza. Pero jamás lo agarraron. Gerardo también andaba en el mundo de entrenar a mujeres de tardes libres y maridos ocupados. Además, tenía acento porteño, lo que no ayudaba para nada en ese momento porque el chisme seguía vivo. Era, en ojo de los esposos y de la alta sociedad de Yerba Buena, la nueva figura del tenista gorriador, y ninguna quería exponerse después de todo lo que se había dicho. Y Epelbaum no estaba sólo, lo acompañaba su pareja. Eran dos hombres atléticos que vivían en el spa, con sus músculos marcados y sus aparatos nuevos, a la espera de mujeres. Pero a Ianes no iba nadie y los números no cerraban. Una mañana Gerardo se despertó temprano. Se calzó las zapatillas blancas y empezó con un trote por la avenida. Cuando volvió abrió la heladera, puso música y se preparó un té verde con tostadas. Se sentó y pensó qué hacer para que su negocio funcione. -Y digamos la verdad, digamos que somos gays, le dijo a su pareja y untó queso al pan. Al poco tiempo Gerardo Epelbaum había dejado de ser una amenaza sexual para los maridos de estas señoras. Hizo pública su preferencia sexual, contrató una mujer que los ayudó en Ianes y el negocio empezó a andar muy bien. Tan bien les fue que los llamaron desde el Grand Hotel del Tucumán para que pusieran otro spa, y montaron Quiró, uno de los centros de estética más grande que hubo en el Norte del país. Con dinero para invertir, Epelbaum quería abrir un gimnasio por la zona del mástil, en Yerba Buena, pero el empresario Ramón Dieguez, con quien compartía charlas en el bar del hotel, lo tentó con otra propuesta: -¿Pero cuánto vas a gastar?, le dijo mientras mezclaba el café y la cucharita hacía ruido al golpear la jarra. - Tengo unos 40 mil pesos, respondió Epelbaum. -No gastés 40 lucas en un gimnasio. Vas a tener que laburar todo el día. Mirá...-Dieguez se avalanzó sobre la mesa, dejó de mezclar y lo miró de cerca- Pongamos un boliche. Te vas a llevar 20 mil por fin de semana y vas a laburar nada. Epelbaum no le contestó en ese momento, pero sabía lo que quería. (“Crónicas de Acá”, se consigue en librerías El Quijote, Manfredo y Tienda Virla)

*Periodista. Escritor y poeta. Fundador de Tucumán Zeta.





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