Conéctate, agosto 2023: Felicidad

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EL CONTENTAMIENTO

¿Con cuánto basta?

El secreto de mi amigo

Cuando la vida te juega una mala mano 5 Tácticas para relajarse y recobrar la alegría

CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
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Año 24 • Número

Año 24, número 8

A NUESTROS AMIGOS

dos clases de felicidad

¿Te has preguntado alguna vez si Dios querrá que seas feliz? Un concepto muy extendido en la literatura cristiana de hoy es el que pregona: «Dios te tiene reservados muchos bienes, muchos favores. Él quiere que disfrutes de la vida, prosperes y seas feliz». Aunque tiene su cuota de verdad, tiende a reducir al Dios del universo a un Papá Noel cósmico. Hacemos una migaja de oración para informarle lo que hemos incluido en nuestra lista; así, si nuestro caro deseo no aparece bajo el arbolito, le podemos achacar toda la culpa al viejo barbiblanco por haber defraudado las expectativas que depositamos en él.

Lo cierto es que, según la Biblia, hay dos cosas que Dios nos pide: Primero, que reconozcamos al Salvador en Su hijo Jesús: «Que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor.1

Y segundo, que lleguemos a ser como su Hijo.2 Él por lo general logra esto introduciendo en nuestra vida situaciones que nos refinan y van puliendo nuestras asperezas. Eso no siempre es placentero ni siempre nos hace felices.

Por otra parte, el sermón del monte, el primero y más importante de todos los que pronunció Jesús, se centra precisamente en la felicidad.3 Jesús enumera nueve temas que harán macarios a Sus seguidores, término griego que figura 50 veces en el Nuevo Testamento y se suele traducir por dichoso o bienaventurado.

Con todo, la definición que ofrece Jesús de la felicidad difiere mucho de la nuestra. No se trata de una esquiva emoción ni se basa en cosas físicas y materiales. En su famosa obra Cristianismo y nada más, el escritor y apologista irlandés C.S. Lewis observó que es inútil buscar la felicidad aparte de Dios: «Dios diseñó la máquina humana para que funcionara propulsada por Él. […] Por eso de nada sirve pedir a Dios que nos haga felices a nuestro tenor, sin molestarnos con la religión. Dios no puede proporcionarnos felicidad y paz separados de Él, porque no se encuentra ahí».

¿Quiere entonces Dios que seamos felices? La respuesta es de cajón: claro que sí. Lo que no quiere es que persigas por tus propios medios una efímera felicidad. Desea más bien que experimentes esa auténtica felicidad y esa dicha duradera que solo Él puede darnos. ¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor!4

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Director Gabriel García V. Diseño Gentian Suçi

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A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y de la versión Reina-Varela Actualizada 2015 (RVA-2015), © Casa Bautista de Publicaciones/Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.

NTV
1. Filipenses 2:9–11
2. Romanos 8:29 NTV 3. Véase Mateo 5:1-12 4. Salmo 144:15
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Aunque seamos incompletos, Dios nos ama completamente. Aunque seamos imperfectos, Él nos ama perfectamente. Aunque nos sintamos perdidos y desamparados, el amor de Dios nos abraza y nos acoge por completo... Él nos ama a cada uno; no excluye a los defectuosos, rechazados, torpes, tristes o quebrantados. Dieter F. Uchtdorf (n. 1940)

ERES BELLA

Hoy ocurrió algo muy especial en la escuela dominical. Después de dar clase a los niños más pequeños, fui a la sesión de preguntas y respuestas con los niños mayores.

No había sino cinco chicas adolescentes: todas bastante tímidas y apagadas. Para empezar, fuimos por turno en círculo y cada una contamos lo que nos había gustado de la lectura del día, que trataba de cómo Dios nos ama a cada uno de nosotros.

Una de las chicas soltó:

—¡Dicen que soy oscura como el diablo!

Otra niña añadió algunos comentarios despectivos que había oído sobre su pelo. Cuando todo presagiaba que la conversación tomaría un giro negativo, creo que Dios me dio un vislumbre de cómo ve Él a esas niñas. De repente, ¡me parecieron tan bellas y valoradas!

—Quiero que cada una de ustedes repita después de mí: «Soy hija de Dios. Dios piensa que soy hermosa. No escucharé las cosas odiosas que dicen otras personas, porque Dios me hizo exactamente como Él me quería».

Todas las chicas lo repitieron con ojos radiantes y cada vez con más confianza. Una niña se rio y dijo:

—¡Uy, ahora me siento muy bien! Voy a ir a casa, tomaré mi Biblia y leeré sobre el amor de Jesús. Cuando termine, cerraré el libro y diré: «¡Jesús me ama!».

Nuestra escuela dominical está situada en un barrio muy conflictivo. No creo que a ninguna de aquellas niñas de verdad le habían dicho nunca que son bellas y personas valiosas. Pero ese día Dios nos dio la oportunidad de arrojar luz sobre las mentiras que les habían dicho, de reforzar su autoestima y su confianza, y de fundamentarlo en algo que nunca cambia: Él.

Son bellas a los ojos de Dios. Más aún, son amadas por Él. Yo soy amada por Él. Tú eres amado por Él. Eres una hermosa persona.

Amy Joy Mizrany nació y vive en Sudáfrica. Lleva a cabo una labor misionera a plena dedicación con la organización Helping Hand . Está asociada a LFI. En su tiempo libre toca el violín. ■

Amy Joy Mizrany
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ELREDESCUBRIRGOZO

En los últimos años la mayoría hemos experimentado la conmoción y las repercusiones de la pandemia de COVID en nuestra vida diaria. Para algunos eso ha derivado en una disminución de nuestras actividades cotidianas, mientras que para otros ha redundado en una mayor carga de trabajo o un incremento de deberes y obligaciones. El que no hayamos tenido fácil acceso a muchas de las vías de interacción y actividades colectivas que nos suelen proporcionar un respiro y que inyectan novedad en nuestras tareas ordinarias, ha motivado que se instale una sensación de aburrimiento y tedio. Una persona con la que me comuniqué durante un largo periodo de cuarentena lo describió así:

A veces da la impresión de que el gozo ha sido succionado de tu vida y que ahora andas en piloto automático, funcionando maquinalmente día tras día. Sabes lo que debes hacer, pero no quieres hacerlo. No estás de humor para ello. Pasas por un bajón. No tienes incentivo para avanzar. Andas de mal humor, con una actitud negativa hacia tu persona, y te planteas si alguna vez recuperarás tu motivación y tu alegría.

Me di cuenta hace poco que el aburrimiento puede llegar a ser un hábito. Uno se acostumbra y como que se resigna a llevar una existencia aburrida. Desiste entonces de esforzarse. Tu llama de entusiasmo se reduce a un rescoldo que apenas parpadea. Se sufre una especie de muerte interior.

Cuando uno se siente así es fácil recurrir por defecto a pasatiempos accesibles, cómodos y agradables y a placeres superficiales que solo sirven para quemar tiempo,

como darse un atracón de programas de T.V., juegos de computadora y otros. A la larga descubres que pasas más y más tiempo en esas actividades, pero no te sientes mejor.

Quizá te identificas hasta cierto punto con esa descripción o quizá no. Es comprensible que se tengan esos sentimientos. Lo bueno es que, sean cuales sean nuestras circunstancias y las pérdidas que hayamos sufrido, ¡podemos redescubrir nuestro gozo!

Es importante recordar que Jesús es la fuente de nuestro gozo. Conocerlo a Él, permanecer cerca de Él y de Su Palabra, estar llenos del Espíritu Santo y vivir en obediencia a nuestro llamamiento puede infundirnos un gozo que no dependerá de las circunstancias.

En el Salmo 43:3 leemos lo siguiente: Envía Tu luz y Tu verdad, que ellas me guíen. Que me lleven a Tu monte santo, al lugar donde vives (ntv). [El salmista] buscó a Dios y de ahí se comprometió a alabar y confiar en Él pasara lo que pasara, que es precisamente lo que leemos en el próximo versículo: Allí iré al altar de Dios, a Dios mismo, la fuente de toda mi alegría. Te alabaré con mi arpa, ¡oh Dios, mi Dios! (Salmo 43:4 [ntv].)

A pesar de su congoja y emociones avasalladoras, el salmista hace memoria de que Dios en verdad es su único auxilio y que Dios siempre estuvo ahí y nunca lo abandonó, ni siquiera cuando así lo parecía.

Si tienes la impresión de que Dios o los demás te han olvidado, haz que tu esperanza cobre fuerza y tu gozo reviva creyendo con intencionalidad que Dios nunca te desamparará y que permanece siempre a tu lado. Hazte el compromiso de enfocarte en la presencia de Dios y los

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Peter Amsterdam

favores que te ha concedido, y deja que Él sea la fuente de tu alegría.1

Los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. Hechos 13:52

El gozo del Señor es su fortaleza. Nehemías 8:10

El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría. Salmo 126:3

Aparte de centrar nuestra vida en el Señor y Su Palabra y procurar estar llenos del Espíritu Santo, hay también algunos consejos útiles para inyectarnos alegría; es decir, fórmulas prácticas que podemos aplicar para incrementar o recobrar nuestro gozo. Exploremos algunas acciones que se pueden tomar para lograrlo. Expondré algunas ideas enseguida, aunque no es una lista exhaustiva en absoluto. Si dedican un tiempo a pensar y orar al respecto, Dios puede darles ideas que funcionen para ustedes particularmente.

FIJARSE EN LAS PEQUEÑECES.

Procura prestar atención aun a los breves momentos que proporcionan alegría y que bien pueden ser consecuencia de cosas diminutas. Dedica un momento a agradecer y alabar intencionalmente al Señor por las pequeñas maravillas que brindan inspiración. Una vez que eres consciente

1. Miles, Tracie, I Feel Forgotten , Proverbs 31 Ministries, 23 de noviembre de 2018, https://proverbs31.org/read/devotions/ full-post/2018/11/23/i-feel-forgotten

2. Fetell Lee, Ingrid, citado en How to Rediscover Joy—and Eliminate Killjoys , Goop, https://goop.com/wellness/ mindfulness/how-to-rediscover-joy/

de las cosas que producen gozo, piensa de qué modo puedes generar deliberadamente más momentos así en tu vida.

Pueden ser cosas como oír reírse a un bebé, ver una bella mariposa o un cachorro juguetón, carcajearse por un chiste, comer un postre delicioso, escuchar una hermosa canción, sentirse vigorizado luego de una caminata o sesión de gimnasia, crear o apreciar una obra de arte y así sucesivamente. ¡Que las pequeñeces te infundan gozo!

Mucha gente se halla tan desconectada del gozo que ni siquiera tiene una idea clara de la sensación que produce este en el cuerpo o qué clase de cosas le proporcionan gozo. Un diario de gozo o alegría es un buen punto de partida: Presta atención durante una o dos semanas a todos los momentos en que te encuentras sonriendo o riendo o en que adviertes que una sensación de alegría te envuelve como una ola. Toma nota de dónde estás, con quién y qué haces: Todas esas circunstancias pueden ser indicios del tipo de cosas capaces de ocasionarte más gozo. […] El objetivo es observarlas, y una vez que te fijas en lo que las causa, puedes recrear esas mismas condiciones en tu vida.2

DARSE TIEMPO

PARA HACER LO

QUE CAUSA DICHA.

Quizás algunas de las cosas que disfrutas no parecen tener tanta importancia como para dedicarles tiempo. Tal vez tengas la impresión de que practicarlas es satisfacerte demasiado a ti mismo y una pérdida de tiempo o una distracción de tus metas más relevantes. Con todo, es importante hacer un esfuerzo por reservar tiempo y espacio para gozar de la vida dentro de tus posibilidades.

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Detente un minuto a recordar lo que te encantaba hacer y busca algún modo de retomar esa actividad. En caso de que las cosas hayan cambiado y esa actividad no sea ya viable o ya no «te genere alegría», prueba otra cosa. Muy a menudo, cuando te encuentras en un estado de apatía, no se te ocurre nada que te pueda hacer sentir mejor; mas no te resignes a esa actitud. ¡Espabílate, date un tiempo, busca algo que te guste hacer y gózalo!

INFLUIR POSITIVAMENTE.

Por muy limitantes que sean tus circunstancias siempre hay algo que se puede hacer para mejorar las cosas. Mejorarlas, además, te puede reportar un sentido de realización y goce. Hacer algo por otra persona, inclusive algo pequeño, puede ser causa de alegría para ambos. Considero que el siguiente relato ilustra muy bien este punto. La autora escribió:

Acababa de leer el artículo «Willie y los favores de cinco minutos», de Iris Richard (en Kenia), publicado en el número de julio de 2021 de la revista Conéctate. El artículo se inspiró en algo que ella leyó en línea.3

Ese testimonio me conmovió tanto que resolví incorporar a mi vida la idea de los favores de 5 de minutos. Aunque no vivo en África ni realizo una labor entre gente que vive en pobreza extrema, se me ocurrió hacer el intento. Necesitaba algo nuevo por qué luchar, estaba aburrida.

Poco después de hacer ese compromiso fui al supermercado. Hagamos un poquito de historia: En una visita previa a esa misma tienda, una o dos semanas antes, estuve haciendo un trámite de devolución en el despacho del servicio al cliente. Me costaba hacer la transacción porque no tenía mis gafas y una y otra vez introducía incorrectamente el número de mi tarjeta de crédito. Noté que quien me atendía era el administrador del local. El supermercado estaba muy concurrido. Mientras me atendía a mí, al administrador se le acercaban cantidad de personas —clientes, empleados, proveedores, etc.— y él se mostraba amable y cortés con cada uno. Con sonrisa indeleble se volvía hacía mí y me decía amablemente:

—¿Probamos una vez más?

En ningún momento perdió la compostura ni se mostró molesto.

De ahí que la próxima vez que fui al supermercado y pasé al lado del mismo señor, pensé: «Ah, esta es mi oportunidad de hacer un favor de cinco minutitos». Sin embargo, en un dos por tres ya me estaba arrepintiendo de hacerlo. Tengo prisa. Además, él está ocupado.

¡Pero no! Me di la vuelta, me le acerqué y le pregunté:

—¿Es usted el administrador?

Su expresión serena mudó de repente y una mirada de preocupación le cubrió el rostro como diciendo: Uy no, y ahora ¿qué habrá pasado?

Le recordé nuestro último encuentro. Entonces le dije:

—Solo quería agradecerle por su amabilidad. Usted deja huella en la vida de las personas todos los días con la

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3. Véase https://www.huffpost.com/entry/ five-minute-favor-adam-rifkin_n_3805090.

Si todavía no has conocido al Hijo de Dios que tiene poder para perdonar el pasado, transformar el presente, iluminar el futuro y conceder felicidad eterna, reza esta pequeña oración y lo tendrás en tu interior: Jesús, gracias por morir por mí para que pueda alcanzar la vida eterna. Te pido humildemente que me perdones todas las cosas malas que he hecho. Entra en mi corazón, concédeme Tu regalo, la vida eterna, lléname de Tu Espíritu y llévame a conocer tu amor y tu paz. Amén.

paciencia y consideración que les demuestra y la sonrisa que siempre luce.

¡El hombre, sin exagerar, quedó mudo! Al cabo de unos segundos, no atinó a decir otra cosa que:

—¡Oh, qué bueno! Gracias por decírmelo.

Eso fue todo. Ese intercambio no tardó sino unos minutos, pero tuvo un efecto palpable, no solo en él sino también en mí. Me invadió una sensación de alegría y con entusiasmo se lo conté a mis amigos: El «favor de cinco minutos». ¡Lo recomiendo encarecidamente!

HACER INVENTARIO DE LO QUE AGOTA TU ALEGRÍA.

La felicidad puede ser circunstancial y efímera; en cambio, el gozo es un don de Dios que podemos alcanzar aun en circunstancias difíciles. «El gozo del Señor es su fortaleza.»4 Así y todo, es importante reconocer las cosas que nos consumen el gozo. A veces se las denomina matapasiones o matadichas. Enseguida un extracto de un artículo que puede ayudar:

La vida, hasta para los más sobresalientes, tiene sus altibajos. Eso no va a cambiar; pero sí hay una táctica que se puede aplicar para que los altos sean mucho más frecuentes que los bajos. La clave es buscar con más afán el gozo que la felicidad.

La diferencia entre los dos es notable. La felicidad se basa en circunstancias. Si las cosas van bien, estamos felices; en caso contrario, infelices. Desafortunadamente, en el mundo actual las circunstancias suelen ser bastante malas; de manera que la felicidad es cada vez más esquiva.

4. Nehemías 8:10

5. Véase Are There Any Joy-killers in Your Life?, Gilroy Dispatch, 4 de noviembre de 2006

El gozo, en cambio, no está supeditado a las circunstancias. Representa más bien esa clara confianza que uno tiene porque conoce a Dios y tiene fe en Él a pesar de las circunstancias. El gozo es un componente fundamental de lo que Gálatas, capítulo 5, llama «el fruto del Espíritu». Si bien es un don de Dios, debemos preparar nuestro corazón para recibirlo reconociendo y eliminando primero aquellas cosas que nos privan de gozo. Existen tres principales matadichas: el egoísmo, el resentimiento y el temor. 5 Es importante que no demos cabida a emociones, pensamientos o estados de humor negativos. Los matadichas mencionados —el egoísmo, el resentimiento y el temor— pueden crecer con el tiempo hasta convertirse en hábitos o reacciones automáticas. Si has permitido que algunos de estos matadichas arraiguen en tu vida, es esencial que dediques tiempo a orar y conectar con Dios por medio de Su Palabra en la Biblia. ¡A partir de hoy puedes comenzar de nuevo!

Cuando en mí la angustia iba en aumento, Tu consuelo llenaba mi alma de alegría. Salmo 94:19 (nvi)

RECORDAR QUE LA FUENTE DE NUESTRO GOZO ES JESÚS.

En el mundo la felicidad se suele asociar con el aspecto físico, las riquezas, las relaciones sentimentales, las posesiones y demás. El mensaje que transmite el mundo es que la felicidad proviene de afuera de nosotros mismos. Se nos bombardea con anuncios de que las circunstancias controlan nuestro sentido de gozo. La realidad, sin embargo, es que nuestro gozo proviene de Jesús.

Peter Amsterdam dirige juntamente con su esposa, María Fontaine, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■

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Felicidad y gozo

Lecturas enriquecedoras

La Biblia nos dice que «Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino».1 La palabra evangelio es traducción del término griego euangelion, que significa «mensaje feliz». De ahí que el mensaje que Jesús enseñaba y predicaba por doquier era alegre y feliz.

Dios nos quiere gozosos y optimistas. ¡Regocíjense en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocíjense!2 Sigue leyendo y descubre más tesoros.

La felicidad es don de Dios.

Dios da sabiduría, conocimientos y alegría a quien es de su agrado. Eclesiastés 2:26 (nvi)

Dios, que da esperanza, los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él. Romanos 15:13 (dhh)

El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Gálatas 5:22,23 (nvi)

La felicidad proviene de vivir cerca de Dios y de Su Palabra

Me mostrarás la senda de la vida. En tu presencia hay plenitud de gozo. Salmo 16:11

No me desvié de tus ordenanzas. Tus testimonios son mi heredad para siempre porque ellos son el gozo de mi corazón. Salmo 119:110,111

Me regocijo en Tu palabra, Como quien halla un gran botín. Salmo 119:162 (nbla)

Si saben estas cosas, bienaventurados son si las hacen. Juan 13:17

Les he dicho estas cosas para que se llenen de mi gozo; así es, desbordarán de gozo. Juan 15:11 (ntv)

Con Jesús, ni siquiera las épocas de dificultad y sufrimiento pueden privarnos permanentemente de nuestro gozo.

Estoy rebosante de ánimo y de alegría a pesar de todas las penalidades. 2 Corintios 7:4 (blph)

Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí. Por eso me deleito en mis debilidades y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. 2 Corintios 12:9,10 (ntv)

Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando […]. Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo. 1 Pedro 4:12,13 (nvi) ■

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Mateo 9:35
Filipenses 4:4

La amabilidad y su efecto bumerán

El día estaba nublado y lluvioso. De igual ánimo andaba yo, algo que nos pasa a todos, supongo.

Sentada frente a mi escritorio me acordé de que era el cumpleaños de una señora con la que mantengo una larga amistad. Es soltera, de mediana edad, enfermera desde hace treinta años, y le encanta su trabajo. Como sé que no tiene familia en esta ciudad, decidí llamarla. No me falló la intuición, pues resultó que ese día le tocaba un turno de trabajo hasta bien entrada la noche, lo que no le dejaría espacio para celebrar su cumpleaños. Así y todo, me contestó muy jovial, feliz de que la hubiera llamado.

Después que colgué me quedé pensando que ella sin duda agradecería alguna atención en su cumpleaños. Pero como yo no estaba de humor, descarté la idea. Sin embargo, el gusanillo de hacer algo por mi amiga me siguió molestando todo el día. Por fin cedí, y esa noche me dirigí al hospital con una tarjeta, una tarta de queso y una flor hecha con globos moldeables.

La sonrisa de gratitud de mi amiga y sus exclamaciones de alegría me convencieron de que había hecho bien. Generoso pago para tan poco esfuerzo.

Al llegar a casa me di cuenta de que no solo había alegrado en su cumpleaños a una amiga que estaba sola,

Ten un gesto de bondad al azar, sin esperar recompensa, con la seguridad de que algún día alguien podría hacer lo mismo por ti. Princesa Diana (1961–1997)

Difunde el amor allá donde vayas. Que nadie se acerque a ti sin irse más contento. Madre Teresa (1910–1997)

sino que yo misma me había reanimado. Al hacerla feliz, yo misma me había sentido bien.

¿No es eso lo que suele ocurrir cuando dedicamos tiempo y esfuerzo a hacer algo por los demás? Quien beneficia a otros con su cariño y amabilidad, a sí mismo se beneficia.

Constantemente se nos presentan oportunidades de hacer gestos amables o abnegados que pueden mejorar el humor o la situación de una persona. Lo extraordinario es que eso también tiene un efecto positivo en nosotros mismos. Como un bumerán, la bendición retorna al que la concede.

Lilia Potters es escritora y correctora de estilo. Vive en EE.UU. ■

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EL SECRETO DE MI AMIGO

Algunos dicen que la felicidad es consecuencia de nuestra actitud. Cuanto más tiempo paso con cierto amigo, más me convenzo de que es cierto. Varios años atrás él era un hombre de negocios exitoso. De pronto uno de sus empleados tuvo una crisis nerviosa y se presentó con una escopeta, decidido a matar a tanta gente como pudiera. En un intento de desarmar al hombre, mi amigo perdió una mano y un ojo. Cuando le dieron el alta semanas después sus ahorros se habían esfumado. Mi mujer y yo lo conocimos haciendo voluntariado en el albergue para indigentes donde vivía. Para entonces también padecía la enfermedad de Parkinson y un grave cáncer de piel. Apenas podía andar o levantarse de una silla por sí mismo y, sin embargo, era una de las personas más alegres y optimistas que jamás había conocido.

Desde entonces se ha trasladado del refugio a un apartamento, donde vive gracias a una pequeña pensión. Dos operaciones detuvieron el cáncer antes que se propagara, y la medicación y la terapia le están ayudando a sobrellevar el Parkinson. Aun así, en un mal día hay muy pocas

Intenta hacer feliz al menos a una persona cada día. Si no puedes realizar un acto de bondad, di una palabra amable. Si no puedes decir una palabra amable, concibe un pensamiento amable. Calcula, si puedes, el tesoro de felicidad que dispensarías en una semana, en un año, ¡en toda una vida!

cosas que pueda hacer por sí mismo. Llevarlo al médico y sacarlo de compras ha sido una experiencia de aprendizaje para mí. Independientemente de lo que estemos haciendo o de lo arduo que sea para él, tiene un plan secreto: nunca dejar a nadie sin una sonrisa. Y siempre lo consigue. Se aprende el nombre de todo el que conoce, lo incluye en su alegre despedida y lo recuerda en su próximo encuentro. Es de los que halla oportunidades para enaltecer a la gente y es generoso con los cumplidos. Cuenta chistes cursis. Se burla de sí mismo. Lo que haga falta.

Mucha gente, si estuviera en su situación, culparía a Dios o se amargaría. Mi amigo no.

—Eso no es vivir, y todavía me queda mucho por vivir —me ha dicho.

La felicidad es consecuencia de nuestra actitud.

Keith Phillips fue jefe de redacción de la revista Activated, la versión en inglés de Conéctate, durante 14 años, entre 1999 y 2013. Hoy él y su esposa Caryn ayudan a personas sin hogar en los EE.UU. ■

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BREVE CAVILACIÓN

Me rescató porque en mí se deleita. Salmo 18:19 (ntv)

Si Dios tuviera una nevera, tu foto con imán estaría en ella. Si tuviera una cartera, tu foto estaría en ella. Te envía flores cada primavera y un amanecer cada mañana. Siempre que quieres hablar, te escucha. Puede vivir en cualquier parte del universo y sin embargo eligió tu corazón. Acéptalo, amigo. Está loco por ti. Max Lucado (n. 1955)

INASIBLE PERFECCIÓN

Recuerdo que de pequeña en una ocasión me fijé en un árbol que me pareció perfecto. Se erguía al fondo de un campo que había detrás de nuestra casa. Casi no podía contener mi entusiasmo cuando corrí hacía él para observarlo de cerca. Sin embargo, cuando me disponía a arrancar hojas perfectas de aquel árbol perfecto, me llevé una de mis primeras decepciones. Al examinarlas detenidamente vi que cada una tenía algún defecto: un raspón, una mancha marrón, una mordedura de insecto. No había una sola que pudiera llevarme a casa y colgar de la pared de mi cuarto como símbolo de perfección.

A cierta distancia una imagen puede parecer perfecta; pero al mirarla de cerca aparecen las imperfecciones. Observamos a un desconocido que pasa conduciendo un flamante auto y nos imaginamos que lleva una vida perfecta, sin reparar en que quizá tiene problemas mucho peores que los nuestros. En la televisión y en las películas vemos imágenes de perfección, ilusiones que se desvanecen cuando aparece la ficha artística al final. Una vista panorámica puede parecer perfecta desde lejos; no obstante, cuando nos acercamos descubrimos el lodo y la basura. El mundo se ve mejor sin binoculares ni microscopios.

Buscamos la perfección: personas y situaciones perfectas, relaciones perfectas, felicidad perfecta; pero dado que ninguno de nosotros es perfecto, terminamos desencantados o abatidos. Dios, en cambio, no espera perfección, al menos no según el concepto de ella que tenemos los mortales. No cabe duda de que todos podemos mejorar; pero en muchas ocasiones lo que nosotros percibimos como defectos y flaquezas son en realidad pinceladas Suyas, elementos de nuestra idiosincrasia, rasgos positivos, aunque no nos lo parezcan. ¿Acaso todas las dificultades son enteramente malas? ¿No se sirve Dios de ellas a veces para darnos un mejor rumbo?

Dios no nos exige perfección. Lo único que nos pide es que procuremos amarlo a Él y al prójimo.1 Cuando obramos así, Su amor nos inspira seguridad, y adquirimos toda una nueva perspectiva de la vida. Nos valoramos más como personas, valoramos las cualidades ajenas y aprendemos a sacar el mejor partido posible de las circunstancias en que nos encontramos.

Joyce Suttin es docente jubilada y escritora. Vive en San Antonio, EE.UU. Su blog se encuentra en https://joy4dailydevotionals .blogspot.com/. ■

1. Mateo 22:37–39
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Felicidad, esparcimiento y gozar de la vida

Reflexiones

Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga. Jesús, en Mateo 11:28-30

Dios no puede darnos felicidad y paz separados de Él, porque no hay tal cosa. C. S. Lewis (1898-1963), novelista, poeta, académico, apologista, crítico literario y ensayista británico

La felicidad y la alegría dependen de estar en armonía consigo mismo, con los demás, con el mundo y con Dios. José Luis Martín Descalzo (1930-1991), sacerdote, periodista y escritor español

Conténtate con lo que tienes y eres; sé generoso con ambos, y no tendrás que ir a la caza de la felicidad. William E. Gladstone (1809–1898), estadista británico.

El hombre es plenamente humano cuando su talante fundamental es la alegría y el superficial la pena. La melancolía debiera ser un entreacto inocente, un tierno y fugitivo estado de ánimo; las alabanzas, en cambio, debieran ser el constante latido de nuestra alma. El pesimismo es en el mejor de los casos medio día de fiesta

emocional; la alegría, en cambio, la labor clamorosa que a todo insufla vida. G. K. Chesterton (1874-1936), escritor, apologista y filósofo británico

Los seres humanos podemos ser felices por un instante, pero un instante es una ventana hacia la eternidad. Octavio Paz (1914-1998), escritor, ensayista y diplomático mexicano

A mi entender, no hay burla más sardónica que decirle a alguien que cultive la felicidad. La felicidad no es una papa que se planta en mantillo y se abona con estiércol. Es una gloria que nos ilumina desde las alturas, un rocío divino que el alma percibe y que sobre ella vierten las flores del amaranto y los frutos dorados del paraíso. Charlotte Brontë (1816-1855), novelista y poeta británica

Creedlo, para hacernos amar no debemos preguntar nunca a quien nos ama: «¿Eres feliz?», sino decirle siempre: «¡Qué feliz soy!» Jacinto Benavente (1866-1954), dramaturgo español

Yo encuentro la alegría de vivir en los duros y despiadados conflictos de la vida, y mi placer, en saber algo, en aprender algo. August Strindberg (1849-1912), dramaturgo, novelista, poeta, ensayista y pintor sueco ■

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SATISFECHO HASTA LA MÉDULA

«Teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos.»1 Recordé esas palabras mientras lavaba la vajilla del desayuno. ¿Es eso posible? ¿Me contentaría yo con tener alimentos, ropa y nada más? El apóstol Pablo escribió: «He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación».2 Yo no. Desde luego ha habido ocasiones en que he deseado tener cosas accesorias que veía que tenían otras personas. No siempre me siento satisfecho. Al terminar de limpiar la cocina me pregunté: ¿Cómo podría estar satisfecho con apenas comida y ropa?

De repente, como si fuera en respuesta a mi pregunta, mi mirada se posó sobre Kylie, mi sobrina de siete meses, que jugaba en silencio mientras masticaba un pedazo de manzana. No cabía duda de que estaba contenta. Era la viva imagen de la paz y la tranquilidad. Y, sin embargo, ¿qué tenía? Un pañal y un trozo de manzana. Eso le bastaba para estar feliz.

Mi inquietud se disipó. Kylie no estaba preocupada por lo que comería al día siguiente ni por si se le acabarían los pañales. Tenía comida, tenía ropa y estaba feliz de la vida. Confiaba en que su madre la cuidaría y le daría justo lo que necesitara, en el momento preciso.

1. 1 Timoteo 6:8

2. Filipenses 4:11

Me di cuenta de que debería ser como ella —feliz y contento con lo que Dios me da— y confiar en que Él velará por mí y me proporcionará lo que de veras necesite. Ahora ya me siento satisfecho. No solo tengo comida, ropa y muchas comodidades, sino también algo de lo que carecen millones de personas. Tengo a Jesús y la salvación que Él me ha regalado. Tengo a mi esposa, mi familia, salud y amigos. Tengo a Kylie, que me quiere incondicionalmente. La verdad es que tengo todo lo que necesito. ¡Estoy satisfecho hasta la médula!

EL CONTENTAMIENTO

No estropees lo que tienes deseando lo que no tienes. Epicuro (341-270 a.C.)

Para estar contento, piensa en lo feliz que serías si perdieras todo lo que tienes ahora mismo y luego lo recuperaras. Autor desconocido

El contentamiento es una perla de gran precio, y quien la adquiere a costa de diez mil deseos hace una compra sabia y feliz. John Balguy (1686–1748)

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Andrew Mateyak está afiliado a La Familia Internacional y vive en Filipinas. ■

5 TÁCTICAS PARA RELAJARSE

Cada mañana me despierto y tomo un tren expreso que corre como una bala por la vía de alta velocidad. Mientras me deslizo a toda marcha sobre los rieles de la vida, miro por la ventana y pienso: «¿Dónde se ha ido el tiempo? ¿Cómo es posible que mis hijos crecieran tan rápido?»

Ahora me está pasando con mis nietos. Miro mi reflejo en la ventanilla y me pregunto cuándo me salieron todas esas canas. Parece que fue ayer...

En el mundo actual, tan cambiante y en continua expansión, es difícil apartar la atención de lo que nos afecta desde fuera, las presiones que encontramos en la vía rápida. No obstante, para renovamos es preciso que satisfagamos nuestras necesidades internas. Se puede comenzar con algo muy sencillo, como lo sugieren las siguientes ideas:

Cultivar tus relaciones

A las relaciones familiares y de amistad hay que darles la importancia que se merecen. Es preciso cultivarlas. Que la gente sepa que la aprecias y te alegras de que forme parte de tu vida. Procura rodearte de personas felices y optimistas: te levantarán el ánimo. Además, cuando estás contento y tienes una actitud positiva, aportas algo a la gente con la que te relacionas.

Una energizante caminata

La actividad física libera endorfinas, hormonas que aumentan nuestra sensación de bienestar, con lo que se torna más fácil sortear los obstáculos que se nos presentan. El ejercicio también mejora nuestro estado general de salud. Al hacer ejercicio, practica la respiración abdominal

profunda. Eso aumenta la cantidad de oxígeno que llega a cada célula del cuerpo y elimina las toxinas del sistema circulatorio.

Meditar

Concéntrate en un objeto —una flor, un árbol, una nube— y déjate encantar por él. O fija la atención en un pensamiento positivo o en un pasaje de la Biblia. Que los sentimientos de gratitud llenen tu mente y te embarguen el alma. Imagínate que tus problemas, confusión y temores emprenden vuelo mientras tú respiras pausada y profundamente.

Orar

La oración es una extensión de la meditación. Ofrece los mismos beneficios directos para el cuerpo, la mente y el espíritu, pero tiene mucha más trascendencia. Es nuestro vínculo con el Creador y libera Su poder en favor nuestro.

Tomarse un descanso

Buena parte del estrés está relacionado con el trabajo. Hazte tiempo para apartarte completamente de tus obligaciones y realiza algo que tenga un efecto positivo. En vez de encender el dispositivo electrónico más cercano como tu primera vía de escape, dibuja, pinta o escribe algo, o lee un buen libro, es decir, haz algo que te estimule de una forma distinta y active tu creatividad.

Iris Richard es consejera. Vive en Kenia, donde ha participado activamente en labores comunitarias y de voluntariado desde 1995. ■

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ALEGRÍA EN ESTE DESASTRE

Ayer rodeé mi mesa de amigos y servimos una cena que mi marido tardó horas en preparar. Fue una velada estupenda. También ayer, los titulares hablaban de dos horribles actos de violencia con saldo de muertes. Mis redes sociales también me hablaban de personas cercanas que estaban enfermas, moribundas, divorciadas, enterrando a seres queridos, arruinadas, sufriendo y solas.

Otra madre y yo tocábamos el tema de cómo podemos existir en este mundo fracturado que alberga tanta maldad y dolor. ¿Cómo podemos ser felices? ¿Cómo podemos enseñar a nuestros hijos a ser felices? Supongo que esta tensión —entre la vida y la muerte, los regalos y las pérdidas, la paz y el miedo, la belleza y el dolor— existe desde los albores de la creación.

El otro día disfruté de una magnífica puesta de sol mientras estaba atrapada en un enorme atasco de tráfico provocado por un accidente mortal. ¿Qué hacer ante una situación así? Exactamente a la misma hora y en el mismo lugar conviven una impresionante puesta de sol que me recuerda la belleza que Dios es capaz de crear, así como una pérdida y angustia patentes a unos cientos de metros de distancia.

Creo que la respuesta es que debemos albergar ambas realidades en nuestro corazón. Podemos dejar que los sucesos espantosos hagan resaltar aún más la belleza. Aportamos al mundo todo el amor y la belleza que podemos, y lo celebramos. Y cuando nos encontramos con cosas feas y duras, recordamos que Jesús dijo que en este mundo tendríamos tribulaciones, pero que Él ha vencido al mundo, por lo que podemos estar de buen ánimo1.

Podemos alegrarnos sabiendo que Dios es dueño de la situación, que Él es el vencedor. No sé si podría hacer frente a toda esa maldad y calamidad si no tuviera fe en Cristo; si no pudiera abrir mi Biblia y leer sobre la fe de los primeros seguidores de Jesús, cuyas vidas no fueron nada fáciles, y que siguieron adelante a pesar de ello. También fueron vencedores, capaces de encarnar luz, amor y esperanza en un mundo oscuro y quebrantado.

Mi respuesta al dilema que supone conocer la alegría en este desastroso mundo es un rotundo sí. Estoy más convencida de ello que nunca.

Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■

1. V. Juan 16:33 15

VIVENCIAR MI GOZO

La naturaleza humana equipara la felicidad con una existencia exenta de dificultades. Pero si permites que las circunstancias determinen tu grado de felicidad, estarás constantemente apuntalándote para la próxima decepción o problema y descubrirás que no eres capaz de disfrutar plenamente de la vida.

La felicidad que Yo ofrezco no depende de las circunstancias, tan cambiantes como el estado atmosférico. Más bien, está determinada por Mi presencia y Mis promesas, que son inalterables. Las circunstancias no cambian las realidades eternas. Muchas personas andan esclavizadas por afanes sobre el mañana y el futuro. Como hijo o hija de Dios, tu destino futuro ya está asegurado. Has recibido la promesa de vida eterna y amor, gozo y paz perpetuos.

Recuerda las palabras que dirigí a Mis primeros seguidores: «Les he hablado de estas cosas para que en Mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!»1 No puedes evitar las contrariedades de la vida, pero sí puedes remontarlas y vivir regocijándote en Mí. Aunque todavía no puedas tener todo lo que te he prometido y he planeado para ti, sí puedes contar con un anticipo de ello. A medida que pases tiempo comulgando conmigo en oración y estudiando Mi Palabra, adoptarás Mi perspectiva de la vida. No sólo estarás mejor preparado para sus inevitables altibajos, sino que rebosarás de Mi alegría.2

1. Juan 16:33 2. V. Juan 15:11
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