Conéctate, junio 2022: Paz

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

Año 23 • Número 6

MARES AGITADOS El pasajero excepcional

Plan de paz

10 claves para hallar paz interior

Por un despiste Victoria en tres actos


Año 23, número 6 A NUE ST RO S A M I G O S turbulencia Hace unos años, luego de asistir a un seminario en Sudáfrica, abordé en Johannesburgo la aeronave que me traería de regreso a Sudamérica. Al acomodarme en mi asiento, saludé al pasajero que viajaba a mi lado, un joven brasileño que volvía a su país luego de asistir a la Copa Federaciones y que ese año ganó Brasil. La mayoría de los pasajeros del vuelo eran hinchas eufóricos

de La Verde-amarela. Antes de despegar tengo la arraigada costumbre de recitar el Salmo 23, que para mí es un bálsamo de paz y muy reconfortante, por cierto, para momentos de incertidumbre como cuando se viaja en avión. En esas instancias suelo poner particular acento en el versículo 4 que dice: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno». Luego de entablar una cordial cháchara con mi compañero, le expliqué mi costumbre de recitar el Salmo 23 antes del despegue para encomendar mi viaje al siempre seguro Señor de los Cielos y le pregunté si le gustaría acompañarme. Mi interlocutor accedió aduciendo que él también era creyente. Al terminar el salmo, rematé con una breve plegaria por un buen viaje. Volábamos ya sobre el Atlántico Sur cuando de repente la nave se desplomó vertiginosamente unos 100 metros. Tan abrupta fue la caída que mandó al suelo a una de las azafatas. Algunos de los pasajeros —gente de fe, aunque algo escandalosa— entraron en pánico y gritaron con insistencia Senhor, Salve-nos. Instintivamente elevé una oración de auxilio pidiendo en especial a Dios que guiara al piloto en sus decisiones. Una paz inexplicable se apoderó entonces de mí. Segundos después, el capitán se comunicó por el altavoz aclarando que acabábamos de experimentar una súbita turbulencia y que ante la disyuntiva entre tomar más altitud o hacer descender la nave, optaría por la primera. Indudablemente obró con acierto, a tenor de mi oración, pues de ahí en adelante el avión siguió su trayectoria surcando apaciblemente los cielos hasta aterrizar en Sao Paulo sin la más mínima agitación. Apuntando al cielo con el dedo índice, le di a entender al muchacho de al lado que es Dios quien nos guarda, a lo cual asintió con una enorme sonrisa de alivio. Dios, al igual que el capitán de una aeronave, sabe a qué atenerse cuando entramos en un periodo de turbulencia y sigue al mando sin inmutarse. Aunque el avión se sacuda y se precipite unos cientos de metros, Él se mantiene en control. Sabiendo que Él está en los mandos, podemos gozar de perfecta paz aun en medio de tempestades. Que tú también, estimado lector, experimentes esa magnífica paz a prueba de borrascas, vientos y turbulencias. Gabriel García V. Director 2

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Gabriel García V. Gentian Suçi Ronan Keane

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Chris Mizrany

¿QUÉ NOS HACE SINGULARES? Cuando contemplo un amanecer, cuando

el sol me roza la cara, cuando me deleito con el rocío del agua de mar o quedo hechizado con el esplendor de un paisaje, suelo reflexionar sobre el lugar tan singular que es nuestro planeta. Por ejemplo, cuando los astrónomos anuncian el descubrimiento de un planeta similar a la Tierra, por lo general se refieren a cuerpos celestes que tienen una gravedad relativamente parecida a la nuestra, que están a una distancia bastante cercana de su estrella como para ser cálidos pero no excesivamente y que pueden o no albergar agua en estado líquido. Sin embargo, aparte de esos tres factores esenciales hay muchos más que hacen de nuestro hogar planetario un sitio singular. A continuación reproduzco una lista incompleta de las razones por las que la Tierra se distingue entre los numerosos cuerpos celestes. • La luna: La Tierra tiene una ligera inclinación y como un trompo se tambalea levemente al girar, lo que causaría cambios climáticos extremos. Sin embargo, gracias al efecto estabilizador que tiene la luna en nuestra órbita, nuestro clima es más estable. • Rotación regular: La regularidad y frecuencia del día y la noche en nuestro planeta desempeña un papel preponderante en la prevención de temperaturas extremas y el desarrollo de la vida. • Un sol de larga data: Nuestro sol es un enano amarillo, un tipo de estrella relativamente raro, que es tanto pequeño como estable. Cuenta también con larga vida. Las estrellas más grandes normalmente arden más, pero mueren más pronto, mientras que las más pequeñas tienden a producir enormes columnas de radiación. • Gigantescos vecinos gaseosos: Si bien el sol y la luna son esenciales para nosotros, hay algo más que 1. V. Salmo 8:3; 33:6

contribuye a hacer habitable la Tierra: Júpiter. En general, los gigantes gaseosos tienden a agruparse en torno a sus estrellas. Pero dado que los de nuestro sistema solar están más allá de nuestro planeta respecto del sol, su intensa gravedad atrapa asteroides y cometas errantes para beneficio nuestro. • Campo magnético: La Tierra ha sido favorecida con un campo magnético fuerte y estable que rechaza rayos cósmicos y erupciones solares, los cuales, de no mediar dicho campo, abrasarían periódicamente nuestro planeta. • Atmósfera: La capa de gas que se encuentra a gran altitud nos protege de cantidades letales de radiación. Esos son apenas unos pocos factores de una larga lista, que hacen de la Tierra un lugar habitable único en comparación con cualquier otro planeta del que tengamos conocimiento. El hecho de que la lista de características esenciales sea tan larga sugiere que la vida es increíblemente escasa y bien puede que nuestro planeta sea el único que satisface todas las condiciones necesarias para ella. Naturalmente, no hay modo de saberlo a ciencia cierta, pero el hecho de que se den en la Tierra las muchas condiciones necesarias para la vida, de forma perfecta, apunta hacia un sublime Creador, que sabía muy bien lo que hacía. Dispuso las estrellas y estableció las órbitas de los planetas. Tuvo un propósito al crear el agua y la nieve, la luz y la oscuridad, la risa y el amor.1 Cada uno de nosotros es único y fue formado por un Creador amoroso que nos dio un planeta bellísimo e intrincadamente concebido para que viviéramos en él y lo disfrutáramos. Chris Mizrany es diseñador de páginas web, fotógrafo y misionero. Colabora con la fundación «Helping Hand» en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. ■ 3


¿PRESA DE INQUIETUD Peter Amsterdam

En Filipenses 4:6-7 el apóstol

1. NVI 2. Salmo 55:22 NTV 3. 1 Pedro 5:7 NTV 4. Isaías 26:3 5. Juan 14:27 RVC 6. V. Filipenses 4:6 7. V. Filipenses 4:8 4

Pablo instruye a los creyentes: «No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús».1 Obtener alivio de la ansiedad, la preocupación y el estrés es actualmente una gran prioridad para la mayoría de las personas. Vivimos en un mundo que cambia y se actualiza a un ritmo cada vez más acelerado, y el cambio trae incertidumbre. La incertidumbre tiende a causar preocupación, estrés y una sensación general de inquietud. Un amigo mío lo expresó así: «Cuando me siento intranquilo, me invade la inquietud, la sensación de que algo va a salir mal o de que me estoy perdiendo algo importante. A menudo tiene que ver con alguna incógnita, un riesgo, y en general produce una sensación de inquietud, de desasosiego». A veces uno se despierta intranquilo, con desazón, pero no logra precisar exactamente a qué se debe.

Otras veces sabemos o tenemos una vaga idea del motivo por el que nos sentimos así, de qué circunstancia o decisión está vinculada con eso. Podría ser que has estado postergando una decisión importante pero difícil de tomar. Tal vez experimentas conflictos en una relación y hace falta reparar un daño. A lo mejor es el momento de que efectúes un cambio —de carrera, de lugar, en tu labor de padre o madre, en tus prioridades o círculo de amigos— y aunque sabes que esa modificación es necesaria, para ti tendrá un costo personal; de modo que te resistes o tienes miedo y en consecuencia evitas hacer lo que consideras que debes. Por otra parte, puede que ya estés encaminado en la ejecución de ese cambio y sientas desazón porque no sabes qué desenlace tendrá. La intranquilidad, inquietud y ansiedad tienden a consumir tu alegría y tu fe. Esa sensación de miedo o desconocimiento puede hacerte perder entusiasmo en tus perspectivas o esperanza para el futuro e inhibirte de lograr progresos concretos en tu trayectoria. Esa


LA D? sensación persistente de que existen demasiados cabos sueltos, decisiones pendientes, cosas que estás olvidando o que no alcanzas a hacer, puede dejarte reventado, nervioso, distraído y emocionalmente exhausto. La Biblia contiene unas estupendas promesas sobre este tema que nos ofrecen consejo espiritual y práctico. • Entrégale tus cargas al Señor, y Él cuidará de ti; no permitirá que los justos tropiecen y caigan.2 • Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque Él cuida de ustedes.3 • Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado.4 • La paz les dejo, Mi paz les doy; Yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo.5 Aprender a depositar en Él toda nuestra ansiedad y no inquietarse por nada6 es un proceso que requiere pasos prácticos de nuestra parte. Necesitamos esforzarnos para cederle nuestras cargas al Señor. Debemos comprometernos a pasar tiempo con

Jesús con regularidad. Necesitamos aprender a entregarle a Él nuestros temores y preocupaciones. Necesitamos meditar en la Palabra de Dios y concentrar deliberadamente nuestros pensamientos en lo que sea digno de alabanza, de buen nombre, puro, verdadero, honesto y justo.7 Debemos hacer un esfuerzo concentrado por sustituir los malos por buenos hábitos que propicien una vida sana. Algunas personas suponen que una vez que alguien es cristiano, Dios automáticamente lo protege de lo malo. Pero no es así. La confianza en Dios no elimina los problemas, el estrés ni las dificultades que puedan surgir; sí nos proporciona, en cambio, una base firme para nuestra confianza y una válvula de escape para nuestra ansiedad, que es el propio Dios. Para mí es muy eficaz repasar las promesas divinas que me recuerdan el amor incondicional que Dios me tiene. Él se interesa por mí. Desea ayudarme. Ha prometido velar por mí. Sabemos que no hay mejor situación en la que podemos estar

que cuando nos colocamos —nosotros y a nuestros seres queridos— en manos de Dios. También hay algunos consejos prácticos que detallaré a continuación.

Escribe tus preocupaciones y ansiedades. Esto es particularmente útil si tienes la mente ocupada con muchas cosas. Hacer una lista de todo, por sencillo que parezca, puede traer algo de alivio. Anota tus preocupaciones y entrégaselas a Jesús. Una vez que hayas escrito todo lo que te agobia, esa puede ser también una lista de tus peticiones de oración y de asuntos para planificar. Si puedes acometer algunos de los ítems de la lista, aunque se trate de los más pequeños, se reducirá el tamaño de 5


P L E G A R I A PA R A E L D Í A

Jesús, cuando me siento débil, ago tado o de mal humor, ahí estás Tú para rodearme con Tus brazos, cons olarme y asegurarme que todo se va a arreglar. Me tiendes la mano y me calmas los nervios, diluyes mis preocupaciones y temores y disip as la confusión que me rodea. Agradezco que puedo encontrar alivi o de las presiones de un programa de actividades demasiado apretado acudiendo a Ti. Cuando hago un alto en mis quehace res y me tomo unos momentos para pensar en Ti y en Tu amor, mi espíritu se renueva y cobro fuerzas para continuar con la jornada. Gracias por la paz que me infundes cuando estoy estresado o abatido. Te agradezco también que incluso cuando me siento bien, Tú me haces sentir aún mejor.

la misma y te dará una sensación de progreso.

Habla con alguien: tu cónyuge, un amigo, consejero o mentor. Puede ser provechoso explicarle a alguien tu situación y pedir asesoramiento.

Cuidado con el «dios de las opciones». Ese término representa la desconcertante cantidad de opciones que tenemos disponibles hoy en día. Demasiada información puede conducir a una parálisis en cuanto a la toma de decisiones, sin mencionar el tiempo que se pierde. Se debe tener presente lo anterior y ser disciplinado; buscar la información necesaria para tomar una determinación, sin quedar atrapado 8. John Ortberg, All the Places to Go … How Will You Know? (Carol Stream, IL: Tyndale, 2015), 17. 9. Mateo 11:30 10. Proverbios 18:10 6

en la vorágine de opciones y datos nuevos.

Da un paso a la vez. Si tienes varios asuntos pendientes de resolver, no trates de atacarlos todos a la vez. Elige uno en el cual concentrar tus pensamientos y oraciones hasta dar con la solución. Sopesa las ventajas y desventajas con el objetivo último de tomar una decisión.

Decide. Actúa. Confía. Repite. Una vez que hayas decidido algo después de haber orado, no sigas investigando para establecer comparaciones o cuestionar tu decisión. Confía en que la determinación que has tomado es satisfactoria. Leí una frase sobre el tema de puertas abiertas y la lucha interna que a menudo tenemos los cristianos al momento de tomar decisiones importantes que nos afectan mientras buscamos la voluntad de Dios. El autor escribió: «Dios puede valerse hasta de lo que parece una puerta equivocada si la atravieso con la actitud debida.»8 Creo que eso es cierto

y además muy reconfortante, ya que las decisiones que tomemos no serán siempre 100% atinadas. Eso es parte de la experiencia de la vida. Si podemos mantener una perspectiva más celestial disfrutaremos más el viaje de la vida. Admito que las complicaciones que enfrentamos en la vida no son fáciles. Sin embargo, Jesús promete darnos fuerzas que nos permitirán sobrellevar esas complicaciones. Declaró: «Mi yugo es fácil y ligera Mi carga».9 Cuando recurrimos a Sus fuerzas podemos tener paz en medio de la tormenta y un intenso gozo hasta en circunstancias difíciles. Jesús es nuestra fuente de paz. Su nombre es una «torre fortificada» a la que podemos correr y ponernos a salvo.10 Peter Amsterdam dirige juntamente con su esposa, María Fontaine, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■


Confiar serenamente

El estrés no es ningún caramelo. Para el estudiante

que se mata repasando a último momento los contenidos de un examen importante, para el padre o la madre que hace malabares por atender las demandas del trabajo y la familia, para el que enfrenta una dolencia grave, para el profesional que lucha por estar a la vanguardia o para los que intentan mantenerse a flote a pesar de la inestabilidad económica reinante, los efectos debilitantes del estrés son bien conocidos. Es posible que algunas de las causas del estrés hayan variado desde que se escribió la Biblia; no obstante, los consejos y promesas que nos ofrece sobre el tema siguen tan vigentes hoy como hace miles de años. Dios promete paz a quienes acuden a Él. El Señor dará poder a Su pueblo; el Señor bendecirá a Su pueblo con paz. Salmo 29:11

Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Mateo 11:28 La paz os dejo, Mi paz os doy. Juan 14:27 Neutralizar la ansiedad con la oración. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos. Filipenses 4:6,7 Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará. Salmo 55:22 Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7 No apartarse de Dios. Vuelve ahora en amistad con Él, y tendrás paz. Job 22:21 Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Éxodo 33:14 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti

persevera; porque en Ti ha confiado. Isaías 26:3 Al Señor he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Salmo 16:8 Confiar en el infalible amor de Dios y en Su providencia. ¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo el Padre. Mateo 10:29,31 (nbla) El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas? Romanos 8:32 Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:38,39 ■ 7


Curtis Peter van Gorder

POR UN DESPISTE Cuando me encontraba en lo más denso de mi contienda no quería hablar de ello. No obstante, ahora que se ha encendido la luz, puedo hacerlo. En resumidas cuentas: si no te presentas, no viajas. Y ahora la versión completa:

Primer acto: Desfase de tiempo Mi mujer y yo teníamos que tomar un vuelo temprano desde Berlín, que está a unas dos horas en autobús de mi ciudad natal, Dresde. 1. ¡Cuán lejos llegarás! (Oh, the Places

You’ll Go), Dr. Seuss, versión en español. Véase: https://youtu. be/1yGy4mXvEJ8 8

Lo planeamos todo meticulosamente y nos fuimos a dormir sabiendo que teníamos control absoluto de la situación. Seguramente todo saldría bien. Cuando llegamos a la parada del autobús para tomar el de las 4:50, que era la primera etapa de nuestro viaje, nos extrañó que no hubiera llegado todavía. Al comprobar la hora, descubrimos que habíamos perdido el primer autobús, lo que significaba que íbamos a perder el tren y que a la postre perderíamos el vuelo. ¿Cómo era posible que ocurriera eso? Volviendo atrás, nos dimos cuenta de que la noche anterior se había soltado la pila de nuestro reloj y, cuando la pusimos en su sitio, ¡el reloj llevaba 30 minutos de retraso! Habíamos confiado en ese reloj y no nos habíamos molestado en comprobarlo con otros dispositivos.

Segundo acto: Todo se desbarata Lamento decir que en ese instante sentí ganas de agitar el puño al cielo y gritar en mi desesperación: Dios mío, Dios mío, ¿por qué nos has abandonado? ¡Rezamos y rezamos para que todo saliera bien, y un tonto error desbarata todos nuestros planes! Es curioso que a veces, en momentos así, pasamos por alto nuestros errores y le achacamos la culpa a Dios o a otros por habernos repartido malas cartas. Pasada la desesperación inicial, me serené y con cabeza fría traté de salvar la situación. Pronto me di cuenta de que no sería un paseo por el parque. Cuando fallas y caes de esa manera, es fácil querer rendirse; pero


eso no era viable dadas las consecuencias que tendría si lo hiciéramos. Uno no puede quedarse tumbado en el barro por mucho tiempo, o como dijo el Dr. Seuss tan acertadamente: He de decirte, y lo siento, pero es por tu bien, que golpes cien, caídas y tropezones podrás sufrir también. Puedes quedarte colgado en un árbol espinado mientras siguen los demás camino muy apurados. Bajarás de las alturas con un feo magullón, y es posible que te sientas por los suelos, con razón. Cuando se está así, abatido, no hay ninguna diversión, y sobreponerse es sabido, cuesta mucha decisión. 1

Tercer acto: Liberación Tratar de comunicarse con una aerolínea de proporciones paquidérmicas en medio de una pandemia mundial es como intentar dar un discurso en medio del tráfico a la hora punta en Mumbai, India. Llegó y pasó la hora de salida programada de nuestro vuelo. Después de probar todas las llaves de la cerradura sin éxito, mi último recurso fue intentar llamar a su línea de ayuda una última vez. Me pusieron en espera nuevamente y temí que quedaría otra vez atascado en ese inútil, estéril «punto de espera». No obstante, después de aguardar más de media hora, alguien respondió. ¡Eureka! Luego de explicar nuestra situación, nos asestaron otro golpe: descubrimos que por norma de la empresa, si pierdes el vuelo de ida, el de vuelta también se cancela. Eso significaba que perderíamos todo el pasaje y tendríamos que comprar uno nuevo en plena temporada alta, con un saldo negativo de 2.000 euros. «A no ser que... tenga usted en su haber alguna prueba de que intentó cancelar el pasaje antes del vuelo». Sucede que, en medio de todos nuestros intentos, yo había enviado un mensaje de WhatsApp unas horas antes de la partida del vuelo. Enviamos una captura de pantalla y fue aprobada. Al cabo de otra media hora de intercambio de ideas con el

representante del centro de servicio telefónico, obtuvimos nuevos pasajes para un vuelo posterior sin coste adicional. Una vez solucionado todo, se me ocurrió mirar mi teléfono para ver el saldo de tiempo prepagado: ¡me quedaban 69 céntimos! Cabe imaginar lo que habría pasado si se me hubiera acabado el saldo de prepago en medio de aquella llamada maratoniana. Habría tenido que volver a empezar todo el proceso. Dios está en los detalles. Recordé que la Biblia abunda en relatos de acontecimientos que giran en torno a cosas y personas de poca monta. Por ejemplo, las multitudes se alimentan de unos pocos panes y peces, un pastorcillo se convierte en rey, se da muerte a un gigante con una sola piedra lisa, el Mar Rojo se abre gracias a un palo alzado, el Salvador del mundo nace en un establo... Aquella experiencia me hizo caer en cuenta de que aun cuando nos equivocamos y cometemos graves pifias, nuestro magnífico Dios siempre está con nosotros y puede anular nuestros errores humanos para hacer que todo redunde en nuestro bien. Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo. Dedicó 47 años de su vida a actividades misioneras en diez países. Él y su esposa Pauline viven actualmente en Alemania. ■ 9


PLAN DE PAZ

Keith Phillips

La paz forma parte del «fruto del Espíritu»,1 una de las singulares bendiciones que la Biblia promete a quienes se esfuerzan por vivir cerca de Dios. El término hebreo traducido como paz en el Antiguo Testamento denotaba plenitud, vitalidad y bienestar integral. En el Nuevo Testamento, la palabra tiene una connotación de tranquilidad interior, una amalgama de esperanza, confianza y sosiego mental y espiritual.2 En los tiempos que corren, una paz así puede ser esquiva. Si bien no existe fórmula mágica para alcanzar la paz interior, sí hay ciertas cosas que podemos hacer para cultivarla. 1. V. Gálatas 5:22,23 2. Nelson’s Bible Dictionary © 1986,

Thomas Nelson Publishers 3. Salmo 84:11 NBLH 4. Filipenses 4:6,7 TLA 5. Romanos 8:28 6. Santiago 1:2-4 7. Isaías 43:25 NVI 8. Romanos 5:1 9. 1 Timoteo 6:6 10

CONFIAR EN DIOS

La confianza no surge de la nada. En la infancia aprendemos a confiar en nuestros padres, porque sentimos su amor y nos beneficiamos de su atención y su concepción madura de la vida. Confiamos en amigos que nos han apoyado en las buenas y en las malas. Confiamos en socios comerciales que consideramos honrados y dignos de esa confianza. En resumidas cuentas, confiamos en una persona por las experiencias que hemos tenido con ella. Lo mismo sucede con Dios. Cuanto más le abrimos nuestro corazón, más nos hacemos cargo del amor y los cuidados que nos prodiga. Cuanto más estudiamos la Biblia y textos basados en ella, mejor entendemos la vida y más apreciamos la sabiduría y la bondad divinas. Cuanto más acudimos a Dios con nuestras contrariedades y problemas, más aprendemos a depender de Él para que los resuelva. Cuanto más profundamente llegamos a conocerlo, más confiamos en Él; y cuanto más confiamos en Él, mayor paz interior tenemos.

SEGUIR LOS CAMINOS DIVINOS

Cuando reflexionamos sobre lo que complace a Dios y hacemos lo posible por actuar en consecuencia, podemos dar por sentada Su bendición. «Gracia y gloria da el Señor; nada bueno niega a los que andan en integridad.»3 Eso no significa que todo vaya a resultar fácil o que jamás tendremos contrariedades. El trabajo arduo y las dificultades forman parte de la vida. Lo que sí es cierto es que aun en los momentos difíciles podemos gozar de paz interior, pues Dios nos ha prometido coronarnos con bienes.

ENCOMENDAR LOS PROBLEMAS A DIOS EN ORACIÓN

Poner en manos de Dios lo que nos preocupa nos beneficia por partida doble. En primer lugar obtenemos Su ayuda, que marca una diferencia como de la noche al día. Pero además


nos liberamos de la presión de tener que resolver los asuntos por nuestros propios medios. «No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.»4

EN LA DOLENCIA, PACIENCIA

Sea lo que sea que nos acontezca o los factores que lo motivaron, podemos tener la certeza de que por medio de ello Dios desea obrar un bien mayor. A la larga, «a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.»5 Entretanto, nuestra fe se fortalece y aprendemos paciencia. Sin esos dos elementos —fe y paciencia— es difícil estar en paz. Por eso la Biblia nos exhorta a pensar positivamente y soportar la prueba: «Tengan por sumo gozo cuando se encuentren en diversas pruebas sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia. Pero que la paciencia tenga su obra completa

para que sean completos y cabales, no quedando atrás en nada.»6

EL PASADO, PISADO

Es imposible estar en paz con nosotros mismos o con Dios si seguimos arrastrando la carga de errores cometidos. Aunque hagamos votos de arrepentimiento y penitencia hasta que nos duelan las rodillas, no alcanzaremos auténtica paz mientras no aceptemos del todo que Dios nos perdonó cada falta en el instante mismo en que se lo pedimos. Decimos: «Es que soy demasiado malo». Dios responde: «Yo soy el que por amor a Mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados.»7 «Tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.»8

LA ADVERSIDAD SINÓNIMO DE OPORTUNIDAD

En su libro Gratitud, Louise Hay escribió: «Ocurra lo que ocurra a

nuestro alrededor, podemos optar por reaccionar de manera que nos sirva para aprender y crecer. Cuando vemos las dificultades como oportunidades de crecimiento, entonces podemos agradecer las enseñanzas que sacamos de esas experiencias difíciles. Toda experiencia lleva implícito un regalo. Expresar gratitud nos permite descubrirlo». Cuando adoptamos esa mentalidad vemos más objetivamente nuestros problemas, nos libramos de la carga negativa que suscitan y hallamos paz.

CULTIVAR EL CONTENTAMIENTO

«Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento.»9 A todos nos gusta lo de gran ganancia; lo que muchos malinterpretamos y miramos con recelo es lo de piedad y contentamiento. No hay que confundir la piedad con la beatería o la perfección. No se trata de alcanzar un estado de pureza inmaculada; es más bien un proceso 11


Pueden ocurrir maravillas en ese pequeño lapso de tiempo en que, en vez de abandonar, uno decide seguir creyendo y orando. Virginia Brandt Berg (1886–1968) Jesús no prometió alterar las circunstancias en que estamos inmersos, pero sí prometió una paz inmensa y un gozo puro a quienes aprenden a creer que Él lo tiene todo en Sus manos. Merlin Carothers (1924–2013)

RATOS TRANQUILOS PROFUNDIZAR TU DE REFLEXIÓN RELACIÓN PERSONAL «Da tiempo a Dios para que se te manifieste. Date un tiempo para CON JESÚS que dura toda la vida. Es reconocer que deberíamos asemejarnos más a Cristo y pedirle que haga de nosotros mejores personas. A su vez, el contentamiento no consiste en fingir que somos felices ni en resignarnos a nuestra actual situación si debiéramos procurar mejorarla. Es amar a Dios y confiar en que Él compondrá las cosas. Es estar «convencido de esto: que el que en ustedes comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.»10 10. Filipenses 1:6 11. Andrew Murray, escritor y pastor sudafricano (1828-1917) 12. V. Efesios 4:23; 2 Corintios 3:18 13. Filipenses 4:8 14. Juan 16:33 12

guardar silencio ante Él y sosegarte. Espera hasta obtener por medio del Espíritu la certeza de Su presencia, de Su poder que obra en ti. Permítele crear en tu interior un ambiente sagrado, una sagrada luz celestial en la que se refresque y se fortalezca tu alma para acometer las tareas de la vida diaria.»11 En esos momentos de quietud Dios puede renovar tu espíritu y hacerte más como Él.12

GRATITUD

Dar gracias a Dios por cada cosa que tenemos nos pone en una vena positiva. Eso no nos libra de todo apuro, pero sí nos distrae de lo que nos altera y nos inquieta. «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.»13

Al despedirse de Sus discípulos, sabiendo que sería detenido y crucificado, Jesús les dijo: «Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo».14 Cuanto más llegues a conocer a Jesús pidiéndole que entre en tu corazón, leyendo Su Palabra —sobre todo los Evangelios— e interactuando con Él por medio de la oración y la reflexión, más te convencerás de que Él y Su Padre lo gobiernan todo, independientemente del cariz que tenga a primera vista una situación.

Keith Phillips fue jefe de redacción de la revista Activated, la versión en inglés de Conéctate, durante 14 años, entre 1999 y 2013. Hoy él y su esposa Caryn ayudan a personas sin hogar en los EE.UU. ■


L LUVI A S QU E REFR ESC A N

Si aún nos reconocido en Jesús a tu Salvador, puedes hacerlo rezando la sencilla oración que sigue y pidiéndole que entre en tu corazón y te obsequie Su amor, verdad, paz y felicidad aquí, ahora y para siempre: Jesús, creo en Ti como Hijo de Dios y que diste la vida por mí. Te ruego que me perdones mis pecados, que entres en mi corazón, me llenes de Tu Espíritu Santo y me concedas la vida eterna. Amén.

Joyce Suttin

Al cabo de siete años de

sequía donde vivo, hemos tenido una primavera muy lluviosa. Eso me ha puesto a reflexionar mucho sobre la lluvia. En los últimos años hemos tenido un clima muy seco intercalado con fuertes tormentas. La sequía tornó el suelo arcilloso en rocas, de modo que cuando las lluvias arreciaban con furia, se producían inundaciones. Vacilábamos entre temporadas de sequedad ardiente y de exceso de lluvia que se descargaba de una sola vez y de poco servía para aliviar la sequía. El desequilibrio de la naturaleza provocó incendios forestales, dejó contaminada el agua e incluso cobró vidas cuando la gente descendía a zonas bajas y era arrasada por aluviones. Ahora, después de algunos años, la naturaleza ha restablecido su equilibrio con lluvias regulares durante toda la primavera. Aunque ha habido

cierto exceso de lluvia, el agua, en lugar de deslizarse, ha empapado profundamente el suelo, reponiéndolo. Como ha caído lluvia en intervalos regulares en lugar de diluviar en una sola tormenta arrasadora, la tierra ha podido absorber las aguas y eso ha tenido un buen efecto. Esto último me llevó a reflexionar sobre los tiempos de aridez espiritual que he vivido. En las épocas de desequilibrio no dedicaba suficiente tiempo a Dios con regularidad, lo que derivó en sequedad espiritual. Luego pasaba días enteros escondida en oración y sumergiéndome en Su Palabra, y aunque salía de esos tiempos un tanto fortalecida, en realidad no tenía el mismo efecto que los ratos cotidianos de renovación espiritual. Un tiempo para irrigar diariamente nuestra alma es a lo que debemos aspirar para lograr una boyante vida espiritual. Cuando

llevamos una vida cotidiana equilibrada y dedicamos periódicamente tiempo a la oración, a la lectura de la Biblia y textos devocionales, se amplía nuestra capacidad de absorber con profundidad la Palabra y la posibilidad de que esta nos transforme. Resultamos mejor preparados para resistir en tiempos de prueba y echamos profundas raíces de fe que nos ayudan a confiar en que Dios nos ayudará a atravesar cualquier tormenta que se nos presente. Doy gracias a Dios por el clima lluvioso de esta primavera. He disfrutado de la espléndida hierba verde y de los jardines en flor. Vi las bondades de un acuífero con mayor nivel de agua. De particular valor ha sido para mí la analogía entre la naturaleza que recobra el equilibrio y mi propia vida. Joyce Suttin es docente jubilada y escritora. Vive en San Antonio, EE.UU. ■ 13


Tina Kapp

POR QUÉ NO LE TEMO AL FUTURO

He hablado con muchas personas que le tienen miedo al

futuro. Aunque la Biblia enseña de pe a pa la grandeza del poder de Dios y que está dentro de Su plan proteger a los Suyos sean cuales sean las circunstancias en que se encuentren, la mente, enfrascada en preocupaciones, se olvida rápidamente de esos preceptos tranquilizadores. Algo, sin embargo, me sucedió a mí que alteró esa dinámica. El mismo mes en que descubrí que estaba embarazada, Dios nos llamó a mi esposo y a mí a servir de misioneros a África. Dicho llamado me tomó aún más por sorpresa, pues había vivido la mayor parte de mi vida en Japón y estaba muy comprometida con un programa de orientación para estudiantes universitarios y otras obras de beneficencia. Yo hablaba japonés, era feliz, me sentía realizada y me parecía haber encontrado la misión que Dios tenía para mí. Pero entonces 14

me dijo que quería enseñarme otras cosas y que lo que yo necesitaba era precisamente un cambio de aires. Tras sobreponerme al shock inicial, fui haciéndome a la idea y me entusiasmé con la perspectiva de ir a un país completamente desconocido. A los pocos meses estábamos ya en camino. Hicimos escala en Europa para visitar a la familia de mi marido. Estando allí nos recomendaron que lleváramos todo lo necesario para el bebé, pues tales artículos son difíciles de conseguir, de mala calidad o disparatadamente costosos en esa región del continente africano. No es que en Europa esas cosas fueran baratas. Para colmo, estábamos en pleno invierno, y ninguna tienda vendía ropa veraniega para bebés. Decidimos echar un vistazo en los mercados de las pulgas. Uno de los avisos sonaba perfecto: «Muebles y ropa para niños». El puesto era de un hombre que vendía la ropa de su

hijo, un ajuar completo de recién nacido hasta un año. ¡Estaba todo en casi perfecto estado y la mayor parte era de verano! Tenía además algunos juguetes y otros artículos de bebé que nos harían falta. ¿Qué tiene que ver eso con el miedo a lo que depare el futuro? Hoy en día, cuando me veo enfrentada a esos temores, sobre todo en relación a mi hija, me viene a la memoria aquella experiencia. Somos humanos, por lo que es inevitable errar el blanco y afanarse por el futuro. Sin embargo, Dios nunca nos fallará. ¡En Sus brazos estamos a salvo para siempre! Tina Kapp es bailarina, presentadora y escritora. Vive en Sudáfrica, donde dirige una empresa de entretenimiento que recauda fondos para obras de caridad e iniciativas misioneras. ■


MARES AGITADOS Marie Alvero

Hay un lugar que llegué a conocer. Aunque mi corazón y mis fuerzas flaqueen, mi alma cuenta con un ancla. Puedo afirmar que está todo en orden. Entoné la letra de esta canción una y otra vez con la esperanza de que la repetición me aportara algo de paz. Sin embargo, la paz no se hacía presente. Mi alma estaba turbada, hasta aterrada, diría. ¿Dónde está Dios en este lío? ¿Dónde está Dios en esta incertidumbre? Estoy segura de que mi sollozo sonaba exactamente como el de los discípulos de Jesús cuando quedaron atrapados en una tormenta en medio del mar. Jesús, imperturbable ante el vendaval, dormía sobre una almohada. Los discípulos lo despertaron diciendo: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» Jesús se levantó y dijo al mar «¡Silencio! ¡Cálmate!», y la tormenta se aplacó y el mar se serenó. Entonces Jesús dijo a sus discípulos 1. V. Marcos 4:35-40

«¿Por qué están asustados? ¿Cómo no tienen fe?» Jesús no les hizo esa pregunta porque tuvieran miedo de la tormenta, sino porque cuestionaron si a Él le importaba o no.1 En las mismas me encontraba yo dando pábulo a temores parecidos: Dios, ¿acaso no te importa? Mi paz —y a veces hasta mi fe— están demasiado ligadas a que todo marche como yo quiero. Estas son algunas de las cosas que me despojan de la paz: • Las pérdidas: ese monstruo que engorda cada vez más. Tiendo a experimentar cada nueva pérdida por el filtro de todas las anteriores, y las penas del pasado me embargan a la par con las nuevas. • Rendición: Vaya conflicto cuando sabemos que la voluntad de Dios está reñida con la nuestra. • Carencias: Cuando hay algo que necesito —o incluso quiero— y que no tengo, me cuesta aceptar la paz. Tal vez te identifiques con esto. Es más, huelga decir que en este tipo de situaciones nadie espera que haya paz, así como es previsible tener

miedo durante una gran tormenta en un pequeño barco zarandeado por las olas. A Dios no le importa que reaccionemos con miedo —sabe que una tormenta da miedo—, pero nos dice que Jesús está en la barca con nosotros y no tenemos por qué cuestionar si se preocupa o no. Volviendo a las tribulaciones de mi alma, acababa de perder a un familiar de forma repentina y dolorosa. Uno de mis hijos sufría graves trastornos de salud. Otro se enfrentaba a una encrucijada muy difícil. A veces todo parece demasiado, la paz me evade y, al igual que los apóstoles, me pregunto si a Dios le importa. Naturalmente, Jesús está conmigo en mi barca y claro que le importa. Volví a leer el relato. Canté los versos de ese hermoso himno una y otra vez invitando a la paz a retornar a mi alma, y efectivamente, me invadió. Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE. UU. ■ 15


De Jesús, con cariño

REGULAR EL RITMO EN EL ASCENSO El peregrinar de la vida cristiana es un continuo ascenso hasta la cima. Por el camino hay pequeñas mesetas donde se puede hacer una pausa, descansar y relajarse. Hay incluso lugares donde se puede hacer un largo reposo para recuperar fuerzas antes de proseguir. Si bien la escalada puede ser ardua y fatigosa, te ofrezco lugares en los que puedes darte un respiro y gozar de unos momentos de distensión a fin de recobrar energías. En esas ocasiones es importante hacer una pausa y descansar. Los miradores son lugares preciosos desde los que se divisa el valle. La vista es impresionante. Se contempla el paisaje majestuoso y arrobador de la cordillera, el cielo, los bosques y toda la creación. Te inspirará, te animará y te dará tiempo para reflexionar sobre tu cometido y tus objetivos. Con todo, las prisas de la vida cotidiana a veces te llevan a pensar que no puedes detenerte para aprovechar las pequeñas mesetas y miradores a fin de descansar y reabastecerte. Es importante recordar que necesitas ratos para distenderte y no solamente disfrutar de la escalada y de la vista, sino además recuperar fuerzas y sosegarte antes de continuar el recorrido. Los tiempos mudan, las circunstancias varían, el tiempo atmosférico cambia y hasta la situación en la montaña es volátil a medida que se continúa el ascenso. Consulta el manual del montañista y pídeme que te guíe en las circunstancias cambiantes que enfrentas.


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