Conéctate, número de septiembre de 2014: El heroísmo

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

MIS HÉROES, A PESAR DE SUS DEFECTOS Personas normales, logros sensacionales

La sal de la Tierra No te vuelvas insípido

El ganador Reflexiones sobre un partido de fútbol


Año 15, número 9 A N U E S T RO S A M IG O S D e l o s h é roe s y s u s g e s ta s La vida de los grandes personajes de la Historia es algo que siempre me ha apasionado, y creo no ser el único que admira lo heroico y a la gente que se sale de lo común y se arriesga a lo grande. Desde la epopeya del legendario Gilgamesh de Mesopotamia y los viajes de Abraham hasta las conquistas de Alejandro Magno, la odisea de Marco Polo o las azarosas idas y venidas de misioneros como San Patricio, San Francisco Javier, William Carey y David Livingstone, sin olvidar la primera escalada del Everest, las grandes gestas han sido siempre fuente de aliento y de inspiración. Otros —como es el caso de los grandes compositores, escritores y filósofos— quizá llevaron vidas menos épicas y menos cargadas de aventura; sin embargo, sus logros fueron igualmente descollantes. A simple vista podría parecer que personajes tan cimeros están en un plano superior y totalmente inalcanzable para nosotros, que sería absurdo intentar emularlos siquiera. No obstante, en lo cotidiano nos cruzamos con gente que demuestra de otro modo su heroísmo o realiza acciones altruistas y abnegadas como parte de su quehacer, sin considerarlo nada excepcional: bomberos, paramédicos, defensores de los pobres y los necesitados, maestros, reporteros, voluntarios… La lista es interminable. Cada uno de nosotros a su manera es capaz de actos heroicos. Aunque no poseamos los poderes de Superman ni el aplomo y la elegancia sin parangón de James Bond, aunque los conflictos que nos agobian sean mucho más complejos que los argumentos simplistas de las películas, en el mundo real siempre hay demanda de héroes dispuestos a dar la cara por la verdad y auxiliar a quienes se encuentran en apuros. Se ha dicho que lo contrario de un héroe no es un villano, sino un testigo indiferente. El hilo conductor de los artículos de este número de Conéctate es precisamente ese algo que lleva a personas comunes y corrientes a responder ante una situación de necesidad. Los protagonistas no fueron mirones pasivos, sino que intervinieron y dejaron su impronta en los que los vieron actuar. ¿Qué significa todo eso para nosotros? Pues que afortunadamente el heroísmo es más fácil de alcanzar de lo que nos imaginamos. Gabriel García V. Director 2

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Director Gabriel García V. Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating © 2014 Activated. Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión RV, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.


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TAzAS DE TÉ Alexander Sichrovsky

Al terminar la enseñanza media, me junté con dos amigos

y decidimos hacer un viaje por el Mediterráneo Occidental. Corría el año 1969, y por las calles de Europa deambulaban muchísimos jóvenes buscando el sentido de la vida. Tomamos un tren hasta Nápoles, en el sur de Italia, y luego un ferry que nos dejó en Túnez a la mañana siguiente. Desde allí recorrimos la costa norteafricana haciendo autostop. En cierta ocasión un vehículo nos dejó en el quinto pino. No había a la vista ninguna ciudad ni aldea. Al bajar el sol decidimos ir a la playa y pasar la noche sobre la cálida arena en nuestros sacos de dormir. Temprano a la mañana siguiente, mientras empacábamos nuestras cosas para irnos, se acercó lentamente un hombre entrado en años. A poca distancia en la misma playa descubrí una chocita de paja que

seguramente no habíamos visto la noche anterior por la densa oscuridad. El hombre, vestido con andrajos, llevaba una bandeja en la mano. «Será que nos quiere vender algo», pensé. Pero cuando se aproximó vi que nos traía tres tazas bien calientes de infusión de menta. Aunque yo no era más que un muchacho de dieciocho años recién egresado de la secundaria, inmaduro y falto de experiencia, aquel gesto me conmovió. ¿Por qué razón aquel anciano, que probablemente a duras penas sobrevivía allí, se molestó en preparar agüita de menta para unos desconocidos? Él no tenía ni idea de quiénes éramos. Nunca nos había visto. No obstante, consideró que era su deber manifestarnos hospitalidad. Agradecidos, nos bebimos aquella dulce infusión aromática mientras deliberábamos sobre cómo retribuirle la atención al anciano. Ofrecerle dinero habría sido un

insulto, pero en nuestras mochilas encontramos unas latas de comida que le dimos en prenda de gratitud. No podíamos comunicarnos muy bien, pues él hablaba francés con dificultad, y nosotros peor aún. Así que después de darle las gracias nos despedimos y nos dirigimos otra vez a la carretera. Los tres nos quedamos bastante callados el resto de la mañana. No podíamos dejar de pensar en la bondad de aquel hombre y en la honda impresión que nos causó. Siendo mucho más pobre que nosotros, había compartido gustosamente lo poco que tenía. Pese a que veníamos de otro país y hablábamos otro idioma, aquel gesto de consideración y generosidad salvó todas las diferencias. A lex ander Sichrovsk y es fotógr afo independiente. Vive en Taiwán. ■ 3


MIS

HÉROES, A PESAR DE SUS DEFECTOS Phillip Lynch

Algo a todas luces singular en la Biblia es el hecho

de que los héroes de la fe —con la excepción de Jesús, claro está— estaban lejos de ser hombres y mujeres perfectos. Se los describe con todos sus defectos. A mí me encanta la Historia. Cuando uno lee literatura antigua, se acostumbra a que se idealice a los héroes. Si tenían rasgos negativos, estos son minimizados. No sucede lo mismo con los héroes de la Biblia. Me parece que el hecho de retratarlos realistamente otorga a la Biblia mucha más credibilidad.

1. V. Marcos 3:13–19 2. Marcos 14:71 3. Juan 21:20 4. Mateo 20:20–24 5. Marcos 9:33,34 (blph) 6. V. Lucas 8:2 7. Gálatas 1:13 4

Para mí es particularmente animador lo que dice sobre los discípulos más cercanos de Jesús durante Su estancia en la Tierra1. Comencemos por Pedro. Tradicionalmente se lo considera el máximo representante de los apóstoles. Sin embargo, ostenta la nada honrosa distinción de haber negado conocer a Jesús en la noche en que este más lo necesitaba. Para colmo, lo hizo tres veces seguidas. «Comenzó a maldecir, y a jurar: “No conozco a este hombre de quien habláis”»2. ¿Maldecir? No parece un comportamiento muy propio de un santo. En su Evangelio, Juan se calificó a sí mismo como «el discípulo a quien amaba Jesús»3. Empero, Mateo registra un incidente que no deja muy bien parados a Juan y a su hermano Santiago: «Entonces se acercó [a Jesús] la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante Él y pidiéndole algo. Él le dijo: “¿Qué quieres?” Ella le dijo: “Ordena

que en Tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a Tu derecha, y el otro a Tu izquierda”. Entonces Jesús respondiendo, dijo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que Yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que Yo soy bautizado?” Y ellos le dijeron: “Podemos”. Él les dijo: “A la verdad, de Mi vaso beberéis, y con el bautismo con que Yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a Mi derecha y a Mi izquierda, no es Mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por Mi Padre”. Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos»4. Aquella no era la primera vez que los discípulos discutían sobre quién sería el primero. «Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, Jesús les preguntó: “¿Qué discutían ustedes por el camino?” Ellos callaban, porque por el camino habían venido discutiendo acerca de quién de ellos sería el más importante»5.


Otro caso es el de Mateo, el publicano. Los publicanos eran recaudadores de impuestos considerados unos canallas por la gran mayoría de la gente. Los romanos habían instituido el sistema de los publicanos para recaudar impuestos en los territorios conquistados. Licitaban los derechos tributarios de una región al mejor postor, el cual se comprometía a pagar anualmente al tesoro imperial el monto convenido. En la práctica los recaudadores tenían plena libertad para cobrar lo que les diera la gana y quedarse con el sobrante. Se trataba de un sistema despiadado e injusto que empobrecía aún más a los ya desvalidos. Hay indicios de que algunos de los personajes más renombrados de Roma, como Bruto y Casio —que conspiraron para asesinar a César— eran dueños de ese tipo de empresas, aunque las manejaban por intermedio de terceros, pues en principio a los romanos no les estaba permitido participar en negocios tan infames. Mateo, pues, formaba parte de ese sucio entramado, probablemente

en calidad de subcontratista. Por lo visto, hasta contaba con un sitio privilegiado en una de las puertas de la ciudad, donde podía cobrar aranceles sobre todo lo que entraba y salía. Para los judíos piadosos, tales negocios con gentiles convertían a Mateo en un sujeto ritualmente impuro. De ninguna manera se trataba de un personaje de intachable reputación dentro de la sociedad judía. ¿Y los demás discípulos? En los cuatro Evangelios apenas se menciona a Andrés, Tadeo, Felipe y Natanael —también conocido como Bartolomé—; pero sí sabemos que otro discípulo —Simón— había pertenecido a la facción de los zelotes, violentistas empeñados en expulsar a los invasores romanos y derrocar a su gobierno títere. Obviamente lo más notorio de Tomás es que dudó de la resurrección de Cristo. Y no olvidemos a María Magdalena, que se cree que fue prostituta antes que Jesús la exorcizara para expulsar de ella siete

demonios6 y que, sin embargo, fue la primera persona a quien Jesús se apareció después de Su resurrección. Y ¿qué hay del héroe de los Hechos de los Apóstoles? Pablo era un fariseo converso, que admitió sin rodeos que antes de su transformación «perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba»7. Sin perjuicio de lo anterior, esos discípulos —seres comunes y corrientes cuya fe y lealtad a Jesús los convirtió en personas extraordinarias— son algunos de mis héroes y heroínas. Constituyen una fuente de inspiración para mí, porque fueron fieles al llamamiento divino y obraron maravillas para Dios y el prójimo a pesar de sus debilidades y falencias humanas. Phillip Ly nch es novelista y comentar ista de temas espir ituales y escatológicos. Vive en Canadá. ■ 5


La

AVALANCHA Michael Sharp

Víctor era carabinero

—agente de policía en Chile— en el complejo aduanero de Los Libertadores, emplazado en la cordillera de los Andes, cerca de la frontera con Argentina. Como era especialista en tareas de rescate en alta montaña, por lo general lo asignaban a zonas de riesgo como esa. Le gustaban las montañas, pero extrañaba a su familia. Era el 3 de julio, pleno invierno en América meridional. Fuera rugía una tormenta de nieve, con vientos de más de 100 kilómetros por hora. La temperatura era de 15° bajo cero, pero la sensación térmica era mucho menor. Víctor y las 57 personas del complejo estaban preparadas para pasar ahí la noche. De pronto se oyó un estruendo. Eran las 20:38. Al principio no le llamó la atención, pues en Chile son frecuentes los temblores. No obstante, la sacudida fue cobrando fuerza. En ese momento se cortó la luz. Segundos después, el techo colapsó. Víctor quedó atrapado entre una pared y un mueble grande. La temperatura descendió rápidamente.

1. Bebé en Chile 6

Lo asaltó la incertidumbre: ¿cómo saldría vivo de aquella situación? Tal como averiguó más tarde, los fuertes vientos habían producido una avalancha en un cerro cercano. Como consecuencia, una montaña de nieve se había abatido sobre el complejo aduanero. Víctor se las arregló para liberarse de los escombros que lo tenían atrapado y abrirse paso hasta la superficie a través de la nieve. Una vez allí, descubrió que los demás edificios también se habían derrumbado. En ese momento escuchó el llanto de una niña. Escarbando encontró a una guagüita1. Aunque solo llevaba puestos unos pañales y una camiseta, estaba ilesa. Enseguida Víctor la cobijó

bajo su grueso uniforme de policía para que recibiera el calor de su pecho. Tal como estaban, a la intemperie y a merced de las temperaturas extremas, era probable que de no recibir ayuda pronto todos murieran congelados. El único medio de comunicación de que disponían era una radio, pero había quedado muy dañada. Podían pasar días antes que alguien se enterara de la fatalidad. La única solución era que alguien se aventurara a ir caminando hasta el lugar habitado más próximo, un centro de esquí que había a dos kilómetros, para organizar desde allí una operación de rescate. En condiciones normales, caminar un par de kilómetros por


la nieve no presentaba para él la menor dificultad; pero en aquellas circunstancias —de noche, en plena tormenta, entre enormes bancos de nieve y llevando a cuestas a una niña pequeña— era casi como lanzarse a una muerte segura. Víctor pidió voluntarios para que lo acompañaran, pero nadie quiso ir. Partió solo, llevando a la bebita bajo su abrigo. Logró encontrar unas raquetas de nieve, para evitar que se le hundieran los pies; pero una ventisca levantaba la nieve con tremenda fuerza. La mayor parte del trayecto no podía ver nada. Sabía a grandes rasgos en qué dirección quedaba el hotel; pero en aquella oscuridad y con tan escasa visibilidad, también era consciente

de que podía pasarlo de largo sin darse cuenta. Ocho horas después, Víctor llegó tambaleante al hotel. Después de entregar la bebita al cuidado de otras personas, de darse una ducha caliente y comer algo, estaba listo para encabezar una de las tres unidades de rescate que se formaron para auxiliar a las otras víctimas. Gracias a ello, treinta y una personas se salvaron. Cuando al cabo de varios meses Víctor me contó todo lo sucedido, me pareció que faltaba un importante detalle. Inquirí al respecto, pero me contestó con evasivas. Al día siguiente su esposa me mostró un cuaderno con recortes de periódico que hablaban del alud e informaban que el presidente de Chile le había concedido una distinción en reconocimiento por su valor; pero ninguno aclaraba cómo había logrado encontrar el hotel en medio de la ventisca, en casi total oscuridad. Finalmente logré convencer a su esposa para que me desvelara el secreto. —Normalmente no le cuenta esto a nadie —me explicó—, porque cree que van a pensar que está loco.

Hizo una pausa, quizá sospechando que yo pudiera pensar lo mismo; luego continuó con su relato: —Mientras caminaba en medio de la tormenta, de pronto a un lado se le apareció una luz semejante a una farola del alumbrado público. Lo sorprendente es que, a medida que avanzaba con dificultad por entre la nieve, la luz fue acompañándolo e iluminándole el camino, más a modo de foco que de luz de la calle. Víctor siguió aquella luz, la cual lo llevó directamente al hotel. En varias ocasiones durante el trayecto se hundió profundamente en la nieve y no podía salir. Pero en cada una de esas situaciones de apuro sintió que alguien lo tomaba por detrás, lo levantaba y lo encaminaba nuevamente. »Y hubo algo más: la luz que lo guió no era una luz cualquiera. En vez de originarse de un foco, como sería de esperar, provenía del rostro de Jesús». Michael Shar p es profesor de inglés. Vive en Colombia y está afiliado a La Fa milia Inter nacional. ■ 7


La grandeza

bien entendida Puede que no te sientas muy capaz o que consideres que no tienes atributos de héroe. Hasta el apóstol Pablo se lamentó diciendo: «Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo»1. Sin embargo, Dios puede hacer de nosotros más de lo que somos si nos valemos de la ayuda que nos ofrece Su Hijo, Jesús. «Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo»2 . [Un héroe es] un ser humano admirado por sus logros y nobles cualidades. Yo afirmo sin vacilación que tenemos muchos a nuestro alrededor. Todos los días se enfrentan a dificultades, y lo hacen con integridad y humildad. William Holland

¿A quién se le ocurrió eso de que los héroes deben llevar capa o estar dotados de superpoderes? Josh Putnam en un texto sobre una labor comunitaria que consistía en sacar fotos para «honrar a los héroes que viven entre nosotros»3.

El verdadero heroísmo es notablemente sobrio, no tiene nada de dramatismo. No es el deseo de destacarse como sea por encima de todos los demás, sino el impulso de servir al prójimo cueste lo que cueste. Arthur Ashe (1943–1993), jugador afroamericano de tenis profesional, que llegó a ocupar el puesto nº 2 en el ranking internacional y consiguió tres títulos de Grand Slam

Mis héroes son los soñadores, los hombres y mujeres que procuraron labrar un mundo mejor que el que se encontraron cuando llegaron, ya sea a base de pequeños o de grandes actos. Algunos tuvieron éxito, otros fracasaron, la mayoría obtuvo resultados disímiles. […] Según lo veo yo, lo heroico es el esfuerzo. Independientemente de que ganen o pierdan, admiro a quienes pelean la buena batalla. George R. R. Martin (n. 1948), autor estadounidense de la serie de novelas de fantasía épica «Canción de hielo y fuego»

1. Romanos 7:18 (nvi) 2. 1 Corintios 15:57 3. http://www.charlotteviewpoint.org/ article/2709/Celebrating-the-everyday-heroes-in-our-midst 4. http://blog.richmond.edu/heroes/ 5. Mateo 18:4 (tla) 8

[Dios] dirige en la justicia a los humildes, y les enseña Su camino. Salmo 25:9 (nvi)

Los héroes invisibles muchas veces no aparecen en nuestros libros de texto, ni tienen entradas en Wikipedia, ni videos en YouTube de esos que todo el mundo ve. Pese a ello, son miembros indispensables de nuestra sociedad. Esos héroes anónimos son los más esenciales. Scott T. Allison4 La verdadera grandeza y el auténtico don de mando no se alcanzan obligando a otros a servirnos, sino entregándonos abnegadamente al servicio del prójimo. Anónimo Anhelo realizar obras grandes y nobles, mas mi principal tarea es realizar obras humildes como si fueran grandes y nobles. El mundo progresa no solo por el potente impulso de sus héroes, sino también por la suma de los minúsculos impulsos de cada persona que trabaja con honradez. Helen Keller (1880–1968), escritora, activista política y oradora estadounidense sordociega


El que no permanece en su pequeñez, pierde su grandeza. San Francisco de Sales (1567–1622), prelado y escritor católico francés

En este mundo, nadie que alivie la carga de otro es un inútil. Charles Dickens (1812–1870), escritor inglés que practicó la crítica social Si un modesto juglar detiene el llanto o alivia el dolor de algún alma en pena, seguro que Dios estima su canto y que cada estrofa a gloria le suena. Walter Malone (1866–1915), abogado y poeta norteamericano Cuanto más vivo, más me convenzo de que cada uno de nosotros posee cualidades de héroe. Todos nos enfrentamos a contrariedades y dificultades. A lo largo de nuestra vida, todos pasamos por momentos en que somos capaces de elevarnos por encima de nuestros instintos humanos más bajos y convertirnos en ángeles con una vocación sublime. Cuando respondemos a ese llamamiento nos volvemos héroes en el más genuino sentido de la palabra. William Holland

El mundo mide la grandeza en función del dinero, la elocuencia o las dotes intelectuales que uno posea, o incluso por su destreza en el campo de batalla. El Señor, en cambio, aplica el siguiente patrón de medida: «En el reino de Dios, las personas más importantes son humildes como este niño»5. John Henry Jowett (1864–1923), pastor y escritor inglés Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor del Señor. Proverbios 22:4 Se realizan muchas grandes acciones en las pequeñas luchas. […] La vida, la desgracia, el aislamiento, el abandono, la pobreza, son campos de batalla que tienen sus héroes; héroes oscuros más grandes a veces que los ilustres. Victor Hugo (1802–1885), poeta, dramaturgo y novelista romántico francés

No se deben confundir la notoriedad y la fama con la grandeza. Muchos que hoy ostentan un título no saltaron a la fama ni obtuvieron su fortuna por méritos propios. Por otra parte, he conocido personas de grandeza indiscutible y que desempeñan una labor muy poco reconocida. La grandeza es una cualidad del espíritu. No tiene nada que ver con la posición que uno ocupe entre los mortales. Nadie —y menos aún un simple ser humano— confiere grandeza a otro, pues es un estado que se alcanza, no un premio. La grandeza corona a un conserje con la misma facilidad que a una persona de destacada posición social. Sherman Finesilver (1927–2006), juez federal de los Estados Unidos Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13:13 ■ 9


LA SAL DE LA TIERRA «Vosotros sois la sal de la tierra». Mateo 5:13

Una de nuestras misiones como cristianos es propiciar cambios en la vida de quienes nos rodean y a la larga en la sociedad. Ello en ocasiones significa hacer olas o nadar a contracorriente. No todo lo que hacen y valoran los cristianos está siempre en consonancia con el statu quo. Hace más de una década, el papa Juan Pablo II, dirigiéndose a estudiantes universitarios, habló de resistir la tentación de la mediocridad y el conformismo. Señaló: «Al 1. Congreso UNIV 2002 en Roma, divulgado por la agencia de noticias religiosas Zenit, 25 de marzo de 2002 2. Colosenses 4:5,6 (BLA2005) 3. 1 Pedro 3:15 (nvi) 4. Marcos 9:50 (nvi) 5. V. Mateo 5:13,14 10

Adaptación de un artículo de Peter Amsterdam

seguir a Cristo, el Rey crucificado, los creyentes descubren que reinar es sinónimo de servir, de buscar el bien ajeno. Aprenden el verdadero significado del amor: la entrega absoluta de uno mismo». Afirmó que al vivir conforme a ese espíritu, el cristiano se convierte en «la sal de la Tierra».1 Los cristianos hemos sido llamados a realzar el sabor de la vida con el condimento de la fe. Pablo escribió a los colosenses: «Pórtense con prudencia con los de afuera y aprovechen todas las oportunidades. Que su conversación sea agradable y no le falte su granito de sal. Sepan contestar a cada uno lo que corresponde»2. Esos versículos presentan un buen equilibrio entre aprovechar al máximo cada oportunidad de dar testimonio ante los que no creen y procurar que nuestras conversaciones

sean cordiales y agradables, sazonadas con la sal de nuestra fe y nuestra conducta cristiana. Eso, según concluye Pablo, nos permitirá tener la respuesta adecuada para cada persona, y coincide con algo que dijo el apóstol Pedro: «Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes»3. Preservar el sabor de la sal Plinio, escritor y naturalista romano del siglo i escribió en una de sus enciclopedias: «Nada hay más útil que el sol y la sal». Jesús dijo: «La sal es buena, pero si deja de ser salada, ¿cómo le pueden volver a dar sabor?» Su respuesta: «Que no falte la sal entre ustedes»4. Cada uno de nosotros debe ser portador de las cualidades de la sal, a fin de continuar sazonando el mundo. El objetivo de tener


La sal es indispensable para la vida. Desde épocas inmemorables, numerosas culturas la han empleado para condimentar, conservar y desinfectar alimentos, realizar ofrendas ceremoniales e incluso como unidad de intercambio. La Biblia hace numerosas referencias a la sal. Alude a ella en diversos contextos como metáfora de lo permanente, la lealtad, la durabilidad, la fidelidad, la utilidad, el valor y la purificación. John McKenzie (1910–1991), teólogo católico norteamericano

1 una relación dinámica, profunda y significativa con Jesús, de observar una conducta cristiana, seguir Sus enseñanzas y trabajar en armonía con los demás siempre ha sido ser «la sal de la tierra», parte de «la luz del mundo», «una ciudad asentada sobre un monte» que atraiga a otras personas hacia Dios, a fin de que lo conozcan, aprendan a amarlo y resuelvan ayudar a otros a hacer lo mismo»5. Si nos esforzamos por ser consecuentes con nuestros valores cristianos, estaremos cumpliendo la misión de ser el condimento de la vida terrenal, de realzar su sabor y significado, de preservar lo bueno y de pasarles a los demás nuestra fe, la única moneda auténtica que hay en el mundo. Peter A mster dam y su esposa, M ar ía Fontaine, dir igen el movimiento cr istiano La Familia Inter nacional. ■

En tiempos bíblicos, la sal era un artículo de enorme valor. Daba sabor y gusto a la comida, era un conservante muy codiciado y además estimulaba el apetito. Jesús quería que Sus discípulos le dieran sabor y gusto al mundo mediante Sus enseñanzas, que preservaran la verdad tal como Él la proclamó, que estimularan en las personas el apetito por la verdad… Si seguimos el ejemplo de los primeros discípulos de Jesús, también seremos la luz del mundo. Ser la luz del mundo significa, para los cristianos, propagar por todos lados la luz que emana de lo Alto. Es oponerse a la oscuridad, producto de la maldad y del pecado, y que suele derivar de la ignorancia, los prejuicios y el egoísmo. Cuanto más contemplamos el rostro de Jesús, como cuando se observa un cuadro impresionista, más luz vemos y más nos transfiguramos por el efecto que tiene en nosotros. Los discípulos hemos sido llamados a ejercer una influencia positiva en el mundo mediante nuestros actos. Thomas Rosica (n. 1959), director general de la cadena de televisión canadiense Salt + Light

1 Así como la sal le da gusto a la comida cuando uno la esparce sobre ella, los cristianos sazonamos el mundo por el hecho de estar repartidos por los diversos países. Al vivir conforme a lo que enseña Dios, contribuimos a conservar el mundo y frenamos la descomposición moral de la sociedad. Tomado del sitio web answers.yahoo.com ■ 11


El ganador Anónimo

El otro día estuve observando a unos niños que jugaban

al fútbol. Apenas tenían cinco o seis años, pero era un partido serio, con todas las de la ley: dos equipos con entrenadores, uniformes y un grupo de padres como espectadores. Los equipos estaban equilibrados. Como yo apenas conocía a una de las familias, pude disfrutar del partido sin la ansiedad de que ganara uno u otro bando. ¡Ojalá los padres y entrenadores hubieran podido hacer lo mismo! En el primer tiempo nadie marcó un gol. Daba risa ver a los chiquillos. Eran torpes pero entusiastas, como suelen ser los niños. Se tropezaban, se caían encima de la pelota, y no daban pie con bola. Pero nada de eso les importaba; ¡lo estaban pasando en grande! En el segundo tiempo, el entrenador del Equipo Uno retiró a los que debían de ser sus mejores jugadores y puso a los de reserva. Solo dejó al mejor, que era el portero. El partido 12

cambió drásticamente. Será que ganar es importante aunque uno tenga cinco años, porque el entrenador del Equipo Dos dejó a sus mejores jugadores, contra los cuales los suplentes del Equipo Uno no podían hacer nada. El Equipo Dos comenzó a asediar la portería contraria. El arquero era bastante bueno para su edad, pero no podía con tres o cuatro tan buenos como él. El Equipo Dos empezó a meter goles. El pequeño guardameta ponía todo su empeño. Cada vez que se acercaba el balón al arco, se lanzaba temerariamente para tratar de detenerlo. Después de dos goles seguidos se enfureció. Gritaba, corría y se arrojaba con todas sus fuerzas. Con todo, no pudo evitar que sus rivales le clavaran un tercer gol.


No tardé en darme cuenta de quiénes eran los padres del portero. Se veía que el papá venía de la oficina, pues andaba de traje y corbata. Ambos animaban a su hijo a gritos; pero después del tercer gol, el niño cambió. Se daba cuenta de que era inútil, de que no iba a lograr detener los goles. Siguió jugando, pero se percibía en él cierta desesperación. El padre también cambió. Hasta ese momento había instado a su hijo a esforzarse más. Le lanzaba consejos y palabras de aliento. Pero a esas alturas se lo veía ansioso. Le dijo que

no se preocupara, que no se diera por vencido. Luego del cuarto gol, ya me imaginé lo que iba a pasar. El niño necesitaba ayuda, y no había cómo dársela. Sacó la pelota del arco, se la entregó al árbitro y se puso a llorar. Gruesos lagrimones le rodaban por las mejillas. Luego cayó de rodillas. Cuando el padre se puso de pie, la esposa lo asió de la muñeca y le suplicó: —Jaime, no. Lo vas a avergonzar. Pero él se soltó y corrió hacia el campo de juego con su traje, su corbata y sus zapatos finos. Se lanzó a la cancha, tomó al niño, lo abrazó, lo besó y lloró con él. Nunca me había sentido tan orgulloso de un hombre en toda mi vida. Lo sacó en brazos del terreno de juego, y cuando llegaron cerca de la línea de banda alcancé a oír que le decía: —Hijo, estoy orgulloso de ti. Lo has hecho de maravilla. Quiero que todos sepan que eres hijo mío. —Papá —contestó el niño entre sollozos—, no consigo tapar los goles. Hago lo que puedo, pero igual me los meten. —Miguelín, da igual cuántos goles te hayan metido. Eres un orgullo para mí. Quiero que vuelvas a la cancha y aguantes hasta el final del

partido. Ya sé que quieres abandonar, pero no puedes. Te van a seguir metiendo goles, pero no importa. Anda, ve. Evidentemente aquellas palabras fueron decisivas. Cuando no tenemos a nadie que nos ayude y no podemos evitar que nos metan un gol tras otro, es un tremendo aliento saber que para nuestros seres queridos eso no tiene importancia. El chiquillo volvió corriendo al campo de juego. El Equipo Dos metió dos goles más, pero eso no lo afectó. A mí me meten goles todos los días. Me esfuerzo mucho. Me arrojo intrépidamente en una y otra dirección. Me pongo hecho una furia. Lucho con uñas y dientes. Se me salen las lágrimas y me postro de rodillas, sintiéndome incapaz. Entonces mi Padre celestial salta a la cancha y ante la muchedumbre de espectadores —todos los que se mofan y se ríen de mí—, me levanta, me abraza y me dice: «¡Estoy muy orgulloso de ti! Has estado fantástico. Quiero que todos sepan que eres hijo Mío, y en este momento te declaro ¡ganador del partido!» ■

Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama Sus hijos, ¡y eso es lo que somos! 1 Juan 3:1 (ntv) Dios es amor. Él no nos necesitaba, pero nos quería. Y eso es lo más extraordinario de todo. Rick Warren (n. 1954), pastor y escritor norteamericano 13


Homenaje a una mariposa Anna Perlini

Andja nació en 1962 en Bosnia-Herzegovina,

república entonces perteneciente a Yugoslavia. Al estallar la guerra a principios de los 90, toda su familia huyó, y se refugiaron en Vojnić, un pueblo de Croacia. Su marido quedó trastornado mentalmente por las atrocidades de la limpieza étnica y terminó recluido en una clínica. Ella lo tuvo difícil para criar a sus tres hijos sola. Para colmo sufría de diabetes y psoriasis. Sobrevivió labrando la tierra alrededor de su chocita y gracias a la ayuda de organizaciones humanitarias. Así fue como la conocimos en mayo de 2000. Trabamos amistad y continuamos visitándola durante varios años. A pesar de todas sus dificultades, Andja siempre nos recibía con una sonrisa. Su pasión por la vida era tan contagiosa y terapéutica que con el tiempo empezamos a llevarle a personas que sufrían de depresión. En cuanto la conocían, se sentían mucho mejor.

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Al cabo de un tiempo Andja decidió retribuir de alguna forma la ayuda que recibía. Cuando le llevábamos aportes, ella juntaba un saco de calabacines, papas y otras verduras de su huerta para «devolvérselo a la comunidad». En 2005 el gobierno le concedió a su familia una casa y un nuevo lote de tierra. Aunque la casa estaba sin terminar, era mucho mejor que la choza en la que habían vivido por años. Ella estaba muy entusiasmada por lo que se vislumbraba como el comienzo de una vida mejor; pero su enfermedad se agravó, dejándola sin visión en un ojo. Al año siguiente perdió la vista en el otro. Entre 2005 y 2012 Andja fue hospitalizada varias veces. Aunque sus posibilidades de supervivencia eran escasas, su alegría y entusiasmo por la vida ganaron la batalla, y a pesar de que a la larga perdió ambas piernas, participaba animadamente en las canciones y debates. Un muchacho de 17 años la describió

así: «Tiene la capacidad de ver el vaso medio lleno a pesar de que está prácticamente vacío». Hace unos meses Andja murió tranquilamente mientras dormía: se fue «como una mariposa», nos dijeron. Nos conmovió ver la cantidad de gente que asistió a su entierro. Al fin y al cabo, era una simple refugiada que había vivido en aquel pueblo solo unos años. Evidentemente llegó a tener un efecto importante en la vida de mucha gente. Todos los que tuvieron el honor de conocerla no pueden evitar soltar unas lágrimas al recordarla, al tiempo que sonríen porque Andja ahora se ha convertido en una leyenda. A nna Per lini es cofundador a de Per un Mondo Miglior e (http://www.perunmondomigliore.org/), organización humanitar ia activa en la ex Yugoslavia desde 1995. ■


VALOR EN LA ADVERSIDAD Momentos de sosiego Abi May

Podría decirse que existen muchas variantes de heroísmo. En primer lugar

están los heroicos actos cotidianos a cargo de paladines anónimos que se arremangan y solucionan situaciones sin que por lo general nos enteremos. En segundo término están los héroes famosos que admiramos: los pioneros de la medicina, los que abogan por la paz y la justicia, los que rescatan a los perdidos, los defensores de la fe. Finalmente, en una categoría aparte, está el Superhéroe de todos los tiempos: Jesús, que venció a la muerte y no solo se libró a Sí mismo de ella, sino también a todos cuantos creen en Él1. A diferencia de muchos superhéroes de historieta, Jesús no se guarda 1. V. 1 Corintios 15:25,26; Juan 5:25; 11:25,26 2. Juan 14:12 3. 2 Corintios 12:9 4. Efesios 1:19 (nvi)

Sus poderes para Su uso exclusivo, sino que los comparte con Sus seguidores. «El que cree en Mí, las obras que Yo hago él las hará también»2. Lo cual nos devuelve al terreno de lo cotidiano. ¿Cómo podemos hallar valor en los momentos de crisis? Cuando nos vemos afectados por una dolencia física, aprietos económicos, la ruptura de una relación, una discapacidad, un despido, la muerte de un ser querido o cualquier otro suceso adverso, de la clase que sea, nos hace falta heroísmo para seguir adelante, conservar la fe, continuar trabajando y ayudar a los demás a pesar de las turbulencias que sacuden nuestra vida. Puede que admiremos a los héroes renombrados de la Historia y que su ejemplo nos sirva de inspiración. No obstante, si queremos tener fuerzas para ese tipo de heroísmo cotidiano necesitamos la asistencia de nuestro Superhéroe, que nos promete: «Bástate Mi gracia; porque

Mi poder se perfecciona en la debilidad»3, o como dijo el apóstol Pablo: «Cuán incomparable es la grandeza de Su poder a favor de los que creemos»4. Jesús, que Tu paz me ayude a hacer frente a los retos que se me presentan; que Tu compasión me lleve a interesarme por quienes me rodean; que Tu alegría me eleve el espíritu; que Tu ejemplo me inspire a servir a los demás; que Tu bondad me impulse a ser considerado con el prójimo; que Tu determinación me anime a aprovechar al máximo mi vida. Dame valor cuando me asedie la adversidad, y que Tu gracia salvadora me lleve a estar en paz con Dios. A bi M ay es escr itor a y docente. Vive en el R eino Unido. ■ 15


De Jesús, con cariño

Mi creación única Aún recuerdo el día en que te formé. Escogí con minuciosidad cada talento, cada don, cada característica, cada fibra de tu ser, hasta obtener la combinación exacta que quería y hasta que cada detalle quedó perfectamente dispuesto para cumplir Mi propósito. Recuerdo también el momento en que te insuflé aliento de vida. Sentí un amor tan intenso que no pude contenerlo, pues sabía cuánta felicidad me ibas a brindar; y no solo a Mí, sino también a todas las personas con que te tropezaras en el largo camino de la vida. He estado pendiente de ti desde el principio. He estado contigo a cada paso. Te he observado, te he amado, he velado por ti. Nunca te he perdido de vista. Te amo desde la eternidad y hasta la eternidad. Escucha Mi voz en tu corazón y te expresaré el enorme amor que siento por ti; un amor más vasto que el mar, que se extiende más allá del horizonte, que no cabe ni en la inmensidad del universo poblado de estrellas y galaxias, un amor que sobrepasa la comprensión humana y va hasta el infinito, a perpetuidad.


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