Conéctate, número de febrero de 2014: Amor y amistad

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

LAS LUCES DEL LITORAL GuĂ­a en la oscuridad

Una noche en-tren-tenida Los buenos efectos de un accidente

Me conoce perfectamente Y se encarga de mi blog


Año 15, número 2

A N U E S T RO S A M IG O S A m i s ta d y s a c r i f ic io Cuando Jesús dijo a Sus discípulos que «no hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos»1, no hacía otra cosa que describir con nobleza la muerte que días después habría de padecer en la cruz para la salvación de la humanidad. Los sucesos posteriores demostraron que estuvo dispuesto a entregarlo todo por nosotros, Sus amigos. El amor y la amistad que Jesús nos ofrece son perfectos. A veces me he preguntado cómo actuaría yo si me viese en una situación en que pudiera salvar una vida ajena a cambio de dar la mía. Claro que es improbable que alguna vez me enfrente a una prueba tan trascendental. Lo más natural es que las ocasiones de entrega y sacrificio que se me presenten sean más prosaicas y que no me exijan algo tan radical como dar la vida. ¿Me ofrezco a acompañar a un amigo que está pasando por un mal momento pero que no es particularmente agradable ni de fácil trato? ¿O pongo algún pretexto y procuro evitarlo? ¿Visito a una amiga que está enferma, no solo una vez para quedar bien, sino más veces, con la regularidad que haga falta? Si consigo un boleto para un importante recital o evento, ¿se lo ofrezco a un amigo que no lo pudo conseguir? Cuando a una amiga la invitan a pasar unas vacaciones en un lugar de ensueño o se le presenta una oportunidad laboral increíble, ¿me alegro por ella de corazón, o envidio su buena fortuna? Cuando los gustos de mis amigos en cuanto a restaurantes, pasatiempos y distracciones difieren de los míos, ¿tiendo a exigirles que se acomoden a mis deseos? Oportunidades como esas de hacer sacrificios poco espectaculares son parte de la cotidianidad y constituyen pruebas mucho más fehacientes de mi carácter que un hipotético drama de vida o muerte. Yo desde luego tengo mucho que mejorar en este aspecto. No obstante, trabajar en este número de Conéctate me ha motivado a esforzarme más por ser un amigo de esos que, como dice la Biblia, aman en todo tiempo2. Gabriel García V. Director 1. Juan 15:13 (ntv) 2. V. Proverbios 17:17 2

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Director Gabriel García V. Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating © Aurora Production AG, 2013 www.auroraproduction.com Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión RV, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.


UNA AMIGA DE VERDAD Theresa Leclerc

Cuando era adolescente estaba convencida de que me las sabía todas. Aunque

me sentía muy insegura, tenía opiniones sobre todo, opiniones tajantes. En retrospectiva, me da pena por mis padres. No me cabe duda de que les di mucha guerra, sobre todo durante la adolescencia. No me gustaba que fueran más estrictos que los de otros jóvenes. Eso me llevó a alejarme de ellos, como hacen muchos chicos a esa edad. Estaba segura de que no me entendían, y en realidad así era. Ninguno de mis hermanos mayores se había sentido como yo. Yo lo cuestionaba todo, y me costaba acatar las reglas. Sin embargo, por fuerte que fuera mi carácter, lo único que deseaba era encontrar a alguien que realmente me comprendiera. Una vez asistí a una reunión en la que yo era la única joven. Mientras las personas mayores conversaban en

pequeños grupos, me senté sola en un rincón a observar. En eso se acercó una señora llamada Joy, y nos pusimos a charlar. Al cabo de un rato le abrí el corazón y le conté mis cuitas. Pensé que me iba a sermonear, pero no hizo otra cosa que escucharme. Con su actitud me dio a entender que se interesaba por mí. En ningún momento me puso en mi lugar ni trató de hacerme cambiar de opinión; simplemente procuró comprenderme. A raíz de esa conversación nació entre nosotras una amistad que duró siete años, hasta que ella falleció. Me apoyó tanto en la fortuna como en la adversidad. Dábamos caminatas juntas y a veces nos escribíamos notitas sobre cosas que nos resultaba difícil decirnos en persona. Aun cuando se trasladó a otra ciudad, lejos de donde yo vivo, nos mantuvimos en comunicación por teléfono y por correo electrónico. Buena parte de esos siete años ella estuvo tan

enferma que la muerte la acechaba en todo momento. Sin embargo, nunca la oí quejarse. Siempre estaba chispeante y se interesaba profundamente por los demás. Ella me hizo ver algo importante: que mi personalidad no tenía nada de malo. Al mismo tiempo me enseñó a procurar entender los sentimientos de la gente, a no prestar tanta atención a las apariencias y a veces ni siquiera a las palabras que se dicen, a aceptar a las personas tal como son y manifestarles amor incondicional. Aunque damos la impresión de ser muy diferentes unos de otros, en el fondo no es así: todos ansiamos el cariño, la comprensión y la aprobación de los demás. Cuando alguien ve nuestra necesidad y la satisface, nos transformamos. Ther esa Leclerc vive en Sudáfr ica. Está afiliada a La Fa milia Inter nacional. ■ 3


Adaptación de un artículo de María Fontaine

ENTREGA Tener siempre en cuenta

a los demás y procurar satisfacer sus necesidades, sobre todo cuando ello implica cierto sacrificio, no es nada fácil. Lo más cómodo es ser perezosos, egoístas y egocéntricos, y la mayoría somos así por naturaleza. Nuestra primera reacción generalmente está motivada por nuestros propios intereses, lo que deseamos y lo que nos hace felices. No obstante, con la ayuda de Jesús podemos adquirir nuevos hábitos y reacciones automáticas que con el tiempo contribuyan a que seamos más amorosos, amables y abnegados. En los seres humanos rige el instinto de preservación, de procurar nuestro propio bien, nuestra satisfacción y felicidad antes que los del prójimo. Pero la Biblia promete: «Todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!»1 Por eso 1. 2 Corintios 5:17 (ntv) 2. Juan 13:35 (ntv) 4

Jesús nos invita a manifestar a los demás amor profundo y abnegado, sin parcialidad, aunque sabe que semejante amor está por encima de nuestras posibilidades humanas. Pese a nuestras limitaciones, Él es capaz de renovar los circuitos que traemos incorporados y reprogramar nuestros pensamientos y nuestro corazón para que estemos inclinados a cumplir Su voluntad, la cual consiste en amar a los demás. Jesús dijo a Sus primeros seguidores: «El amor [que manifiesten] será la prueba ante el mundo de que son Mis discípulos»2. El amor que existía entre los discípulos de Jesús y que transmitían a sus amigos e incluso a desconocidos llamó mucho la atención y fue un contundente reflejo del amor de Dios. Para convertirnos en las nuevas criaturas que Él quiere hacer de nosotros, es preciso que tengamos una mente y un corazón dispuestos, un espíritu creyente, que oremos y que seamos consecuentes realizando pequeños actos de amor

desinteresado. Así, al cabo de un tiempo nos daremos cuenta de que pensamos más en los demás, que comprendemos con mayor presteza sus necesidades y nos preocupamos más por su felicidad y bienestar. Cuando nos entregamos a los demás, cuando nos esmeramos por ofrecer nuestra amistad a otro ser humano, cuando nos molestamos en conversar con alguien que se siente solo o en confortar a un enfermo, cuando ayudamos a alguien en sus conflictos o hacemos que se sienta útil, descubrimos una singular satisfacción y recompensa espiritual. Al realizar esos pequeños actos de amor y abnegación, el Señor nos premia con una alegría que no puede conseguirse de ningún otro modo: la felicidad de saber que hemos sido una bendición para una persona necesitada. M ar ía Fontaine y su esposo, Peter A mster da m, dir igen el movimiento cr istiano La Fa milia Inter nacional. ■


LA POESÍA DEL AMOR En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. Proverbios 17:17 (nvi) El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano. Proverbios 18:24 No podrán los océanos apagar el amor, ni los ríos anegarlo. Para el que quiera comprar el amor con todas sus riquezas, el más profundo desprecio. Cantar de los Cantares 8:7 (blph) Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados. 1 Pedro 4:8 (nvi) El amor supone amar al que no se hace querer; de lo contrario no hay virtud en él. G. K. Chesterton (1874–1936) Amor es una palabra más hasta que llega ese alguien que le da significado. Anónimo

Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor. El amor verdadero hace milagros, porque él mismo es ya el mayor milagro. Amado Nervo (1870–1919)

El amor genuino ennoblece y dignifica las labores mundanas de la vida; y las tareas modestas, si se hacen por amor, llevan en sí una poesía inmortal. Harriet Beecher Stowe (1811–1896)

Amar es captar una vislumbre del cielo. Karen Sunde (n. 1942)

Decimos que la gracia es un «favor inmerecido». Por otra parte, se nos enseña a amar como nos ama Cristo. Si Él nos concede gracias, nosotros también debemos concedernos gracias unos a otros. ¿Qué significa eso? Que debemos ser más amables con los demás de lo que consideramos que se merecen. Anónimo

El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece. Jacinto Benavente (1866–1954) No amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad. 1 Juan 3:18 (nvi) Puede que amar cueste mucho. Sin embargo, no amar siempre cuesta más, y quienes temen amar a menudo encuentran que la falta de amor es un vacío que le roba el gozo a la vida. Merle Shain (1935–1989) El amor es un apasionado y constante deseo de dar, no una tranquila y persistente esperanza de recibir. Swami Chinmayananda (1916–1993)

Impárteme, oh Dios, te suplico, el espíritu de Tu amor, para que esté yo más deseoso de dar que de recibir, más ansioso por comprender que por ser comprendido; para que sea yo más considerado con los demás, para que me olvide más de mí mismo. Frederick Meyer (1847–1929) Amar para ser amado es humano; pero amar por amar es angelical. Alphonse de Lamartine (1790–1869) ■ 5


ME CONOCE PERFECTAMENTE Chalsey Dooley

Me encuentro en una etapa de la vida en la que estoy tan ocupada viviendo y atendiendo a todos mis proyectos y mis obligaciones como madre, ama de casa, profesora y esposa que no encuentro tiempo para escribir posts ni cartas a mis amigos sobre mí misma. Pero lo echo de menos. En ocasiones, quisiera contar con alguien que estuviera al tanto de lo que me sucede, que se riera conmigo de las cosas graciosas que me ocurren, que se asombrara de los logros de mis hijos, me mandara ciberabrazos y me animara a afrontar nuevos retos; alguien a quien le pudiera contar mis luchas cotidianas, que estuviera en mi misma onda. Una cosa es hablar con alguien que te escucha y trata de comprenderte, y otra muy distinta hacerlo con alguien que sabe exactamente cómo te sientes 6

y cómo te afecta lo que le estás contando. En mi juventud jamás tuve muchos amigos. Lo que más me dolía cuando era adolescente era que no sabía hacer amistades. En cierto modo, me alegro de haberme acostumbrado a ser una persona solitaria, hasta el punto de que ahora no ansío asistir a grandes reuniones sociales o fiestas; pero a mi manera, disfruto de una vida plena y rica. Tengo el mejor esposo que habría podido soñar, y lo que más me gusta en este mundo es estar con mis hijos. Aunque llevamos una vida muy ajetreada, puedo desahogarme mucho con mi marido y contarle mis cosas. Tratamos de escucharnos y animarnos mutuamente, y ser amigos el uno del otro. Claro que nuestras habilidades, intereses profesionales, inclinaciones y sueños son muy distintos. Y así tiene

que ser para poder atender todos los aspectos de la casa y la familia y crear el entorno apropiado para la crianza y bienestar de nuestros hijos. Una vez alguien me ayudó a inscribirme en Facebook, ¡pero no te molestes en buscarme allí! Aunque me encuentres, te llevarás una decepción al ver mi página vacía, en blanco. Me apunté con la idea de comunicarme de nuevo con viejos amigos con los que había perdido el contacto durante unos años en que estuve viajando, me casé, formé una familia y después me fui a vivir al extranjero. Revivir amistades agradables y divertidas que había tenido no me llenó, ni me resultó emocionante, sino que de golpe sentí amagos de depresión. Esos vistazos a la vida de mis amigos fueron como jarros de agua fría. Todos estaban haciendo otras cosas, ¡y les iba de maravilla sin mí! Toda la


intimidad que habíamos disfrutado, los secretos y sueños que nos habíamos contado, los ratos entretenidos, las risas y las lágrimas, todo eso formaba parte de un pasado que nunca iba a volver. Como bien dice el refrán: Agua pasada no mueve molino. Felizmente, un par de días después aparecieron unas muestras inesperadas de amistad, justo en el momento preciso para subirme los ánimos. Varias cartas por correo electrónico, unas llamadas telefónicas imprevistas, un par de visitas y hasta una nota escrita a mano. Alguien «allá arriba» estaba al tanto del asunto y lo programó todo a la perfección. Logré salir adelante y he vuelto a ser la misma persona alegre de siempre. En todo caso, rara vez entro en mi página de Facebook Me di cuenta de que la poca comunicación que tengo con esas personas no significa que nuestra

amistad haya terminado. A pesar del poco contacto que tenemos, si alguno se viera en un apuro y me pidiera ayuda, se la brindaría sin titubear; y estoy segura de que ellos harían lo propio. Entendí que debía cambiar mi percepción y no insistir tanto en que solo es amiga mía la persona que siempre está dispuesta a escucharme y a cuya felicidad contribuyo de manera importante. La amistad con esas personas simplemente se encuentra en otra fase, y eso no tiene nada de malo. Esta mañana, de repente, me vino un pensamiento de lo más alentador: ¡Dios lleva un blog de mi vida! Aunque yo no disponga de tiempo para escribir un diario, una bitácora o montones de cartas personales en las que cuente punto por punto lo que hago, hay Alguien que lo sabe todo y que lleva un registro de mi vida. Él anota cada uno de mis planes,

intenciones, acciones, palabras, decisiones, lágrimas, sonrisas, emociones, enfermedades, aventuras, líos, pasiones, ideas y sueños. Supongo que según cómo eso puede resultar algo incómodo; pero por lo menos hoy, yo me alegro de que sea así. Aunque yo nunca llegue a escribir mi propia biografía, hay Alguien que ya lo está haciendo. Y cuento con un amigo incondicional con quien conversar y a quien escuchar las 24 horas del día, Alguien que sabe perfectamente lo que siento en todo momento. ¡Jesús es el amigo por antonomasia! Chalsey Dooley vive en Australia. Escribe textos motivacionales para niños y educadores y se dedica de lleno a la formación de sus hijos. Este es su sitio web: www. nurture-inspire-teach.com. ■ 7


1900

1920

1959

1970

Scott McGregor

UNA NOCHE EN-TREN-TENIDA Jack se sentó en el frío vagón y se caló la gorra para

taparse las orejas. Llevaban varias horas varados, porque la locomotora de vapor y el primer vagón del expreso nocturno habían descarrilado donde el diablo perdió el poncho. No quedaba otra que esperar a que llegara auxilio. Corría el año 1959. Era pleno invierno y muy entrada la noche. No había calefacción ni luz, aparte de la linterna del maquinista y las de algunos pasajeros. Jack sabía que pasarían algunas horas hasta que en algún punto del recorrido alguien notara que el tren no llegaba y diera la voz de alarma. Se enviarían cuadrillas de rescate, si bien con cierta precaución. Podía despacharse un tren por la misma línea férrea en dirección contraria; 8

pero como había una única vía, sería arriesgado, ya que era posible que ese tren se topara de frente con el expreso. La señalización en aquel ramal era anticuada; Jack lo sabía porque era aficionado al mundo del ferrocarril. Llegó a la conclusión de que la búsqueda empezaría al rayar el alba. El tren se había detenido bruscamente. La locomotora y el primer vagón habían quedado atascados sin volcarse en un grueso terraplén de grava. Providencialmente, no hubo víctimas mortales, aunque el maquinista y el fogonero tenían graves lesiones en la cabeza. Los habían llevado a uno de los vagones a fin de que pasaran aquella gélida noche en compañía de los pasajeros, algunos de los cuales también estaban heridos. La sensación general era de

impotencia y temor, pues sabían que tenían escasas posibilidades de que los rescataran antes del amanecer. Entonces alguien se puso a cantar en el vagón de Jack un antiguo tema de Vera Lynn que había sido bastante popular durante la Segunda Guerra Mundial, The White Cliffs of Dover. Al cabo de unos momentos, todos los pasajeros del vagón cantaban a coro con él. Cuando terminaron, alguien entonó otra canción. «Cantamos toda la noche —contaba Jack—. La canción daba igual: temas populares, clásicos de comedias musicales, himnos religiosos y hasta villancicos. La idea era no parar de cantar para no desanimarse. Se nos juntaron pasajeros de otros vagones, y nos apiñamos tanto como pudimos para calentarnos. Casi


1980

1985

2000

2005

2014

El amigo fiel es un apoyo se quien lo guro, encuentr a , ha e nc un tesoro o ntrado . Eclesiá stico 6:14 (nbj) ¿Qué qu ieres? El amor pid pide vien e calle, to, no sa be morir soledad en la . Julio Co rtázar (1 914 –198 4)

nadie se conocía, pero todos éramos camaradas en la desgracia y procurábamos levantarnos mutuamente la moral. »Éramos un grupo heterogéneo. Había reclutas que volvían de un permiso, familias jóvenes, varios ancianos e incluso algunos tipos con los que uno preferiría no toparse de noche. De alguna manera las barreras sociales se esfumaron. En el momento del accidente, Clifford —después me enteré de que así se llamaba— desahogó su desesperación con una retahíla de groserías y obscenidades como nunca había oído en la vida. No obstante, fue él quien rescató al maquinista, lo llevó en brazos hasta nuestro vagón y lo cuidó toda la noche, haciendo de ángel enfermero. Nunca he conocido un diamante en bruto como él.

»He sido bastante dado a juzgar a la gente por las apariencias, y en el caso de Clifford tengo que reconocer que me equivoqué, como probablemente me ha pasado tantas otras veces. En muchos sentidos fue la noche más increíble de mi vida. No tardé en entablar amistad con muchos de los presentes. Casi lamenté que llegaran las cuadrillas de rescate a primera hora de la mañana». Aquella fatídica noche, Jack y los demás pasajeros trabaron amistades que duraron toda la vida. Resolvieron reencontrarse cada año en la fecha del accidente. Jack fue a la boda de todos y al entierro de algunos. Clifford se hizo camillero de un hospital y más tarde se integró a un servicio de ambulancias. Pocas semanas antes del

descarrilamiento, había salido de la cárcel. Esa noche estaba viajando para ver a varios excompinches con quienes quería arreglar cuentas. En un encuentro que tuvo lugar años más tarde, le confesó a Jack: «Aquel accidente impidió que arruinara toda mi existencia». La vida de Jack siguió adelante. Entre otras cosas, llegó a ser mi padre. Se podría decir que no fue una persona muy destacada; pero aquella noche le dejó una enseñanza que jamás olvidó y que le gustaba contarme. A veces las experiencias más sombrías resultan ser las mejores y nos ayudan a forjar increíbles amistades. Scott McGregor es escritor y comentarista. Vive en Canadá. ■ 9


Las luces del litoral

Adaptación del texto de un programa radial de Virginia Brandt Berg

Cuando la salud de mi esposo se fue quebrantando y yo

iba a verlo al hospital, me fijaba en los pacientes tendidos en sus camas y en los que aguardaban en las salas de espera, y trataba de imaginarme su sufrimiento. Algunos, particularmente los muy ancianos, se pasaban día tras día acostados, sin ninguna compañía. Durante un mes acudí todos los días sin falta al hospital, y nunca fue nadie a visitarlos. Nadie se hizo siquiera un ratito para ir a verlos. Al asomarme por la ventana del cuarto donde estaba mi marido y observar los autos que circulaban velozmente por la carretera de enfrente, pensaba en la pobre masa humana, en todas las personas solitarias, tristes, perdidas, que tienen el corazón partido. Me di cuenta de que todos, tanto los moribundos como los que van trajinando por la vida, precisan del 1. Las luces del litoral, letra y música de Philip Bliss (1838–1876) 10

amor y la misericordia de Dios. Tomé también conciencia de que Dios requiere urgentemente de nosotros para que les indiquemos a las personas lo mucho que Él las ama. En aquel hospital, sentada al lado del lecho de mi esposo, le cantaba a veces este himno: Desde el faro de Dios brilla para siempre Su piedad, y a nosotros nos encarga las luces del litoral. Que alumbren bien esas luces. Desde lejos se han de ver. A más de un pobre marino rescataremos tal vez. La noche oscura ha llegado. La tormenta ruge hostil. Ojos ansiosos procuran esas luces descubrir. Refuerza tu tenue luz para algún pobre bajel que anda buscando el puerto y se podría perder1.

Dios, Su Hijo Jesús y el Espíritu Santo son como un faro; nosotros, en cambio, somos las lucecitas a lo largo del litoral. Dios nos ha encomendado algunas tareas sagradas, ciertas cosas que debieran tener máxima prioridad en nuestra vida. Muchos asuntos demandan nuestra atención, y es poco el tiempo de que disponemos. Si nos descuidamos, arrinconaremos o perderemos de vista lo que realmente tiene importancia. Imagínate lo mucho que puedes ayudar a tu familia y a tu prójimo. Y por prójimo se entiende toda persona que Dios ponga en nuestro camino y que necesite amor —el nuestro y el de Dios—, es decir, toda persona a la que Dios quiera amar y ayudar por medio de nosotros. Virginia Br andt Berg (1886 –1968) fue una evangelizador a estadounidense. ■

No es tanto la ayuda de nuestros amigos lo que nos sostiene, sino la confianza de que acudirán en nuestra ayuda. Epicuro (341–269 a. C.)


amor sin límites

Buen Jesús, te agradezco que murieras por mí para darme vida eterna. Te ruego que entres en mi corazón, que me permitas conocerte mejor y que me enseñes cómo es el amor de Tu Padre.

Adaptación de un artículo de Peter Amsterdam

El Señor es bueno para con todos, y Su compasión, sobre

todas Sus obras. A Ti miran los ojos de todos, y a su tiempo Tú les das su alimento. Abres Tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente. Salmo 145:9,15,16 (nblh)

El amor de Dios abraza a todas las personas. Dios ha amado al ser humano desde que lo creó. Independientemente de cuál sea nuestro estatus relacional con Él, Dios nos ama. Aunque no creamos en Su existencia, o creamos que existe y lo odiemos, o no queramos tener nada que ver con Él, Él nos ama. Nos trata con amor, benevolencia y consideración en virtud de que formamos parte de la humanidad. El ser humano fue creado a imagen de Dios. Él ama a cada persona, 1. V. Romanos 3:23

y el amor que alberga por nosotros se traduce en actos amorosos de Su parte, en los cuidados y las bendiciones que nos prodiga. ¿En qué aspecto se hace más evidente el amor de Dios por la humanidad? En la solución que ofrece para satisfacer nuestra necesidad de salvación. Todo ser humano es pecador1, y para reconciliarse con Dios precisa de redención. Dios, movido por Su amor por cada ser humano, estableció el plan de la salvación, por medio del cual Jesús vino a la Tierra, llevó una vida libre de pecado y, en un acto de expiación, murió cargando con nuestros pecados. De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios muestra Su amor para con

nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Juan 3:16 (RVR 95); Romanos 5:8 Dios, por amor a nosotros, ideó una forma de que nos libráramos del justo castigo que merecíamos por nuestros pecados y volviéramos a tener una relación amorosa con Él. Envió a un sustituto —Su Hijo— para que sufriera ese castigo por cada uno de nosotros. Él no descarga Sus sentencias y Su ira sobre ninguno de nosotros porque Jesús ya tomó todo eso sobre Sí. Lo único que tenemos que hacer para que nuestros pecados sean perdonados, expiados, es creer. Tal es el amor de Dios, el regalo que otorgó a la humanidad. Peter A mster da m y su esposa, M ar ía Fontaine, dir igen el movimiento cr istiano La Fa milia Inter nacional. ■ 11


Bald es de rosas Paloma Sridhar

«Las cosas van de mal en peor, Señor, y creo saber por

qué —pensé mientras me ponía mis gafas de sol y hundía las manos en los bolsillos—. Debo de haberme portado muy mal, porque creo que ya no me amas». «Sí te amo», resonó una voz en mi corazón. «No lo creo». «Te aseguro que sí». «¡Demuéstramelo!» «De acuerdo. ¿Qué te gustaría?» El lugar por el que estaba pasando con el auto era seco, ruidoso y polvoriento. ¿Qué podía ser más difícil de encontrar allí? «Si me muestras una rosa roja sabré que todavía me amas». «¿Solo una? —me pareció que lo oí reírse—. A ti te daría un balde lleno de rosas». Mientras pensaba en eso un rato después, me di cuenta de lo tonto

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que había sido mi pedido. Dios no tiene por qué demostrarnos Su amor. Su amor es constante, aunque no seamos conscientes de él. Esa misma tarde me reuní con una amiga en su oficina. Mientras charlábamos y tomábamos un café, mis pensamientos divagaban. Aunque le había dicho a Dios que no necesitaba hacer lo que le había pedido, pues estaba segura de que me amaba y siempre me cuidaría, en el fondo todavía tenía muchas ganas de ver la prueba. Cuando nuestra conversación llegó a su fin y me levanté para irme, la vi: en un pequeño jarrón de barro colocado en la esquina de la mesa había un llamativo arreglo floral de helechos… y una rosa roja. Se me llenó el corazón de alegría. «¡Gracias, Jesús!», pensé. «No me lo agradezcas todavía —me pareció oírle decir—. Tenía algo más que mostrarte en la esquina de la

calle, a la entrada del despacho de tu amiga, solo que estabas muy ocupada para fijarte. Ve a echar un vistazo». Salí del edificio, y lo primero que me llamó la atención fue no uno, sino cuatro baldes llenos de rosas rojas que me sonreían. Y por si fuera poco, detrás había estanterías con más rosas rojas. Era una floristería. Cualquier otro día, esa seguidilla de acontecimientos habría sido apenas una coincidencia. Pero en aquella ocasión, la aparición inesperada de todas esas rosas justo después de mi conversación con Dios me convenció de que Él se preocupa personalmente por mí y Su amor nunca falla. Así como Él nos hizo, se ha propuesto hacer maravillas en nuestra vida. Paloma Sr idhar es autor a y r evisor a de contenidos de una empr esa de diseño web de Bombay (India). ■


CASADA CON UNA ESTRELLA Victoria Olivetta

En las películas románticas que veía cuando era pequeña,

el universo entero parecía detenerse cuando el hombre perfecto conocía a la mujer perfecta. A partir de ese momento, por lo visto lo único que necesitaban para vivir su amor eran muchas miradas a los ojos y abrazos, preferiblemente en algún exótico lugar de ensueño. Como muchos más, yo creía que enamorarse era eso. Sin embargo, en la vida real no es así. Nunca encontré ese hombre perfecto, por lo menos no como lo pintan en Hollywood; pero si conocí a mi propia estrella de cine. Mi marido no es una persona particularmente romántica. Nunca ha aparecido montado sobre un corcel blanco con una rosa roja en la mano, declarándome que seré su princesa para siempre. No me saca 1. V. Eclesiastés 4:9,10

a contemplar con él la luna llena, ni me ha escrito resmas de poesías. Pero me ha sostenido en los momentos sombríos, ha permanecido a mi lado cuando he estado enferma y ha sobrevivido a mis cambios bruscos de humor sin quejarse. Somos diferentes y sabemos que nos necesitamos el uno al otro. Cuando estoy desanimada, mi marido ruega por mí1. Cuando me quedo dormida en el sofá mientras estamos viendo la televisión, él baja el volumen hasta que me despierto y me voy a la cama. Si las cosas se ponen difíciles, le pedimos juntos a Dios que nos guíe. Cuando damos con una solución, se la agradecemos juntos a Dios. Mientras escribo esto, ha salido a comprar bajo la lluvia lo que nos falta para preparar el almuerzo. No, no es una estrella de cine, pero creo que se merece un premio. Es un

verdadero hombre que ha demostrado que estará a mi lado llueva o haga sol, para bien o para mal. Ama a Dios, me ama a mí, ama a nuestros hijos, y para mí esa es la mejor historia de amor que pueda haber. Doy gracias a Dios, que me permitió conocer al hombre perfecto. Es la estrella de la película de mi vida. Victor ia Olivetta es administr ador a, escr itor a y asesor a fa miliar en A rgentina. ■

El amor, a quien pintan ciego, es vidente y perspicaz, porque el amante ve cosas que el indiferente no ve y por eso ama. José Ortega y Gasset (1883–1955) Un buen matrimonio es aquel que permite que los cónyuges maduren y expresen su amor de nuevas maneras. Pearl Buck (1892–1973) 13


NADIE COMO TÚ Cuatro consejos para POTENCIar la autoestima Gloria Cruz

Es difícil «amar a tu prójimo

como a ti mismo»1 si tu autoestima está por los suelos. Dios nos hizo a todos únicos y nos otorgó una serie de fortalezas y debilidades equilibradas. El problema surge cuando nos comparamos con otras personas y sus circunstancias o nos medimos según los estándares de éxito de la sociedad, lo que a la larga nos lleva a un estado de constante infelicidad. Si a veces caes en eso, sigue estas recomendaciones. Verás cómo estimularán tu autoestima: 1 Analiza tus valores fundamentales y, de ser necesario, actualízalos. Reflexiona sobre lo que es más importante para ti: ¿la figura o la salud? ¿El dinero o la tranquilidad? ¿El trabajo o la familia? Y así

1. Mateo 22:39 2. Salmo 139:15,16 (ntv) 3. Romanos 12:6 (nvi) 4. Douglas Meador 14

sucesivamente. Habiendo determinado lo que más valoras, tendrás objetivos claros a los que apuntar. 2 Convéncete de que eres muy especial para Dios. El Señor te conocía incluso antes que nacieras. «Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz. Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vida estaba registrado en Tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara»2. 3 Haz una lista de tus puntos fuertes. ¿Qué te gusta de ti mismo? No pienses tanto en lo que te falta o en las flaquezas que tienes, sino más bien en lo bueno que hay en ti, en tus aptitudes y tus rasgos positivos. Tal vez tienes mucha inventiva, eres amable, alegre, inteligente, tolerante, generoso. Si bien es preciso que reconozcamos nuestras debilidades

para reducir su influjo, también es importante que tomemos conciencia de nuestras posibilidades latentes. «Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado»3. 4 Da gracias por todo lo bueno que tienes. En cualquier situación en que te encuentres, trata de identificar algo positivo por lo que puedes sentirte agradecido. Ten presente que «los problemas son el acero estructural con el que se forma el carácter»4. Si aprendes a comprender y atender tus necesidades emocionales, serás capaz de tender la mano a tu prójimo y te convertirás en una mayor influencia positiva. El cambio comienza dentro de ti, dejando entrar en tu vida la luz y el amor de Dios. Glor ia Cruz es life coach y consejer a cr istiana especializada en mujer es. Vive en España. ■


APÓYATE EN Momentos de sosiego Abi May

Es hora de cenar. Aunque no se trata exactamente de una fiesta, sí es una comida especial. Han reservado una sala privada, han pedido la comida y ya están sentados, comiendo, bebiendo y charlando. El que encabeza ese grupo variopinto de amigos insistió mucho en celebrar la cena. Hasta ayudó a iniciar los preparativos. Ahora, sin embargo, está serio. En medio del estrépito de platos y tazas, hace una pasmosa declaración: Alguien los va a decepcionar, uno de ellos los va a traicionar. Entre sus amigos hay uno muy directo y locuaz, que a menudo toma la batuta. Al igual que los demás, está impactado por lo que ha oído. Quiere saber quién será el 1. Santiago 4:8 2. V. Juan 13:21–29 3. Juan 13:23 (nblh) 4. V. Juan 19:25–27 5. Juan 21:7

ÉL

traidor, pero asume que pegar un grito desde el otro extremo de la sala no sería lo más indicado. Hay otro más callado. Él también es uno de los más cercanos al que dirige el grupo. Cabe preguntarse por qué, pues no ha hecho nada excepcional. Pero cada vez que el dirigente hace algo importante, ahí está él a su lado. Y esta noche, en un convite tan importante, está sentado cerca de él, tan cerca que casi toca su hombro con la cabeza. El primer sujeto, el más locuaz, le hace un ademán. El mensaje está claro: «Averigua quién es el traidor». El más callado le susurra una pregunta al que conduce el grupo. Este le responde en voz baja. Nadie más en aquella concurrida sala alcanza a captar la respuesta. Solo se entera el que está pegado a él. No hay otra manera de oír la voz de nuestro Salvador que

sentarnos calladamente a Su lado. Solo apoyándonos silenciosamente en Él recibiremos las respuestas que buscamos. Él promete: «Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros»1.

En el relato de la Última Cena 2 leemos que «uno de Sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa reclinado en el pecho de Jesús»3. La estrecha relación de Juan con Jesús también se hace patente en otros pasajes. Él fue uno de los pocos seguidores de Jesús que presenciaron Su muerte en la cruz4. Días más tarde, cuando un individuo apareció en la playa, a lo lejos, e invitó a los discípulos a abandonar su barca de pesca y unirse a él, Juan fue el primero que reconoció al Salvador resucitado y exclamó: «¡Es el Señor!»5 A bi M ay es docente, escr itor a y promotor a de salud. Vive en el R eino Unido. ■ 15


De Jesús, con cariño

EL DON DE AMAR MÁS Amar al prójimo es algo natural para Mí, y cuando me recibes, ese amor se convierte en parte intrínseca de ti. Si bien Yo te dispenso ese amor libremente, es responsabilidad tuya llevarlo a la práctica y aplicarlo. ¿Cómo? Paso a paso, realizando un acto de amor seguido de otro y luego de otro. Puedes manifestar Mi amor a los demás de múltiples maneras: perdonando, siendo amable, teniendo misericordia y consideración, interesándote por los demás, procurando comprenderlos, dirigiéndoles palabras de amor y de ánimo, prodigando elogios, deteniéndote a conversar con alguien 1. Lucas 6:38

y prestarle oído, poniéndote en el lugar de otra persona, ayudándola a sobrellevar sus cargas, haciendo algo por ella cuando menos lo espera o lo merece. Cada vez que te interesas por los demás y traduces ese interés en gestos de amor, te pareces un poquito más a Mí. Cada vez que manifiestas Mi amor, te es retribuido. Si demuestras más amor, Yo te lo compensaré con creces: verteré Mi amor sobre ti en mayor medida para que tengas más para disfrutar y compartir. «Dad, y se os dará»1. Ese es el principio por el que me rijo: cuanto más das, más recibes.


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