BOLETÍN ACOJE – OCTUBRE 2017

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BOLETÍN edición 3 – octubre 2017


CONTENIDO

Artículos temáticos “Amas de Casa en Japón” Por Betsy Forero “¿Son las tecnologías verdes la solución?” Por Liliana González Gaitán

Rosa Cárdenas Vicepresidente ACOJE Junta Directiva 2017 Editora del Boletín En esta tercera edición del boletín damos un espacio especial a las mujeres que se han visto beneficiadas con las becas del Ministerio de Educación, Cultura, Deporte, Ciencia y Tecnología del Japón, así como por las ofrecidas por el Banco Interamericano de Desarrollo. A través de artículos temáticos y el relato de experiencias de vida en el país insular, ACOJE se vincula al espíritu del Gobierno de Japón que aboga por el empoderamiento de la mujer a través de la política Womenomics del primer ministro Shinzo Abe. Como concluye Betsy Forero en la columna que aquí se incluye, la opción de elegir un rol es lo indispensable. Sea cual sea el género, seguiremos buscando como asociación hacer eco en Colombia de lo positivo de nuestros periplos de estudio en Japón.

Experiencias de estudio en Japón Por Ángela Ospina Por Elizabeth Suárez

Experiencias de otras asociaciones El caso de una chilena Por Rosario Aranda Leer sobre Japón Reseña por Mónica Álvarez

BOLETÍN Edición 3 – Octubre de 2017 Mesa Directiva 2017 Asociación Colombo-Japonesa de Ex becarios (ACOJE) www.acojeweb.org www.facebook.com/ACOJEweb

Para asuntos editoriales: ACOJErosacardenas@gmail.com Foto de portada: Mónica Álvarez, Kioto.


Artículos temáticos

Nathalie Ospina Estudios de Fotografía Tokyo Visual Arts


Amas de casa en Japón Por Betsy Forero*

Era profesora de español del señor Tanaka, un empleado de una empresa automotriz japonesa, cuando un día su esposa se acercó a mí con una expresión de duda. Me preguntó por qué los compañeros latinoamericanos de su esposo se habían asombrado tanto cuando a la pregunta de a qué se dedicaba, ella les había respondido: soy ama de casa, que de hecho, eran casi las únicas palabras del español que pronunciaba. Con profunda extrañeza ante la reacción de los extranjeros que además, seguido a su respuesta, le cuestionaban por qué no trabajaba, me contaba que había dejado el trabajo al casarse y ahora a los 28 años pensaba viajar a América Latina para acompañar a su esposo. Él había sido transferido. ¿Qué había de raro en esa situación?, me preguntaba ella. No entendía por qué un actuar completamente normal en su sociedad era causal de múltiples interrogantes con tono de juicio entre los colegas latinoamericanos de su esposo.

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La señora Tanaka fue la primera de un grupo de mujeres japonesas que a largo de unos cinco años se convirtieron en mis estudiantes de español, después de que fuera también profesora de sus esposos en Tokio. Ellos, empleados de empresas trasnacionales y ellas, amas de casa. Con los hombres me pedían hacer un curso grupal y bastante intensivo, con un énfasis totalmente gramatical en el que después de tres semanas se asumía que podían hacer conjugaciones en subjuntivo pasado. También, se entrenaban para pasar el examen oral necesario para obtener la licencia de conducción en el país al que iban. Las empresas pagaban el curso, que de hecho se hacía durante la jornada laboral. Con las mujeres tenía clases individuales


una vez a la semana dos horas y pagadas con el dinero familiar o a veces de la empresa de su esposo. Al ritmo que ellas sugerían, estudiábamos las bases del español y repasábamos conversaciones típicas básicas en el supermercado, la peluquería o el colegio. En ocasiones asistían en compañía de sus hijos en edad pre-escolar y debían interrumpir la clase para atender las demandas de los niños de querer ir al baño, tener sed o hambre. Estas circunstancias me producían cierta incomodidad primero como profesora, pues pedagógicamente los cursos no eran lo más acertado, pero sobre todo y lo que aquí más concierne, como mujer. Me costaba entender por qué estas japonesas con títulos universitarios y en ocasiones experiencia laboral, estaban allí aprendiendo a solicitar en español el corte de pelo de la hija sin ninguna pretensión más que prepararse para atender las necesidades del hogar en el extranjero. La prioridad de muchas era elaborar una lista de vocabulario relacionada con alimentos, implementos escolares, utensilios de cocina y ropa. Además, se sentaban frente a mí esperando que yo como mujer entendiera sus necesidades y dirigiera la clase en torno a eso que era vivir como mujer en América Latina. Después entendí que me producían la misma incomodidad e impotencia que la pregunta de la señora Tanaka tiempo atrás. Por un lado quería levantarlas de la silla y convencerlas de aprovechar su conocimiento y su formación en un ambiente laboral. Quería decirles que su forma de ser mujer no era la única y de hecho, no coincidía con la mía.

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Sin embargo, debo decir que admiraba la postura profesional con la que asumían su rol de esposas, madres y administradoras del hogar. Si bien la equidad de género en el ambiente laboral de forma penosa y reprochable aún es una utopía en muchos lugares del mundo y por ello es un proyecto que debe seguir impulsándose, también es cuestionable la subalternidad que implica la dedicación completa al hogar. Hemos dado por hecho que la imposibilidad de encontrar trabajo, no poder pagar una niñera, no tener necesidad económica o la imposición de un modelo patriarcal de familia son las únicas razones por las que una persona decide dedicarse a las tareas domésticas. En Japón ser ama de casa representa una labor de alta responsabilidad social y por ello es gratamente valorada. No es una simple pretensión pues requiere de conocimiento, preparación y esfuerzo, tal cual otros oficios. Es sinónimo de éxitos y fracasos que son comprobables como en cualquier otro cargo. Los hijos encarnan el producto de ese trabajo; así, para bien y para mal sus logros y tropiezos se convierten en el indicativo de evaluación del rol de ama de casa. Hay que reconocer que algunas mujeres anhelan asumirlo como miembros de la sociedad a pesar de que administrar el hogar sea una tarea difícil que aquí no se intenta idealizar, pero tampoco marginalizar.


Es decir, el derecho a escoger lo doméstico como un posible espacio de desarrollo profesional debe ser respetable. Ahora, quisiera enfatizar en el derecho a escoger, que es justamente la condición que me suscita duda en la sociedad japonesa y una de las razones de mi incomodidad ante las amas de casa que pasaron por mis clases. En aquel momento tenía claro que durante la modernidad, Japón había decidido dividir a la sociedad en hombres y mujeres con roles muy precisos con el fin de asegurar la configuración de un estado-nación que los llevaría al liderazgo en la región. Es así como se había impuesto con tintes prescriptivos el lema de “sabia madre, buena esposa” que hasta el día de hoy rige el modelo de feminidad japonesa; por lo tanto define el actuar de hombres y mujeres. He aquí el problema. Dignificar el trabajo doméstico y la conformación de una familia es apremiante en sociedades como la nuestra, pero no debe convertirse en su esencialización ni en la condición exclusiva de la mujer para ser mujer, como parece suceder en Japón. Hace poco recordé mis clases cuando un grupo de mujeres de Japón, que llegaron a Colombia tras la transferencia de sus esposos, dirigieron un taller de cocina. De forma fascinante recrearon un mundo japonés en el espacio de un salón de clase en Bogotá. Llegaron muy puntuales y luciendo delantales y pañoletas en la cabeza se dispusieron a ordenar las mesas. Cada recipiente, cada plato y en general todos los utensilios eran tan apropiados como el movimiento de cada una de ellas. Todo estaba sincronizado y el resultado fueron unos platillos tan ricos como atractivos a la vista. Ante este escenario, un japonés a mi lado exclamó: yappari okaasantachi desune!, algo así como ¡pues claro tenían que ser madres! A lo que sonreí cordialmente motivada por un sentimiento de agradecimiento por la labor que las mujeres japonesas habían realizado, pero de nuevo, con un poco de incomodidad. Es ese significado unívoco de mujer, madre y ama de casa el que incomoda y debería desplazarse. Significados plurales de madre, mujer o ama de casa son indispensables y por ello lo es la libertad de escoger.

“El derecho a escoger lo doméstico como un posible espacio de desarrollo profesional debe ser respetable”.

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Podría pensarse que las japonesas que anhelan dedicarse al hogar tienen una ventaja en el Japón actual. Para las demás, se vislumbra una posibilidad con la política del gobierno de Shinzo Abe, que busca promover la inclusión de la mujer en el ámbito laboral empresarial. No es la primera vez que la equidad de género se impulsa como un mecanismo para resolver problemas que tienen implicaciones económicas como el envejecimiento de la población y la falta de mano de obra. En los años noventa aparecieron leyes que promocionaban la equidad de género que tuvieron efectos limitados.

Fuente: Facecebook de The Government of Japan

A pesar de los antecedentes y de los cuestionables factores que promuevan la política actual, esta podría ser la puerta hacia una mayor heterogeneidad en la comprensión de mujer, de los responsables del hogar y también, del hombre en Japón. Podría ser una posibilidad que con el tiempo desplace al ama de casa bajo la premisa de “buena madre y sabia esposa” como el modelo de mujer y de forma paralela permita entender el trabajo del hogar como una ocupación escogida y deseada.

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*Ph.D en Estudios japoneses Universidad de Tsukuba


¿Son las tecnologías verdes la solución? Por Liliana González Gaitán*

La creciente preocupación por la marcada dependencia de los combustibles fósiles y todos los problemas ambientales que su uso conlleva, ha llevado a la búsqueda de otras tecnologías y combustibles innovadores y amigables con el medio ambiente. Según la Administración de Información Energética de los Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés), el sector transporte es, después de la generación de energía, el segundo mayor consumidor de estos combustibles; por tanto, uno de los sectores con mayor impacto en la emisión de gases de efecto invernadero y otros contaminantes atmosféricos. No obstante, en la mayoría de los países de América Latina, la electricidad proviene de fuentes renovables, en su mayoría hídricas, por lo que el problema de las emisiones en estos países no se centra en sus fuentes de generación eléctrica, sino en sus sistemas de transporte que se basan en el uso masivo de los vehículos de combustión.

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En las últimas décadas, América Latina ha experimentado un importante crecimiento económico y un aumento acelerado de la población. Esto a su vez, ha venido acompañado de una masiva migración a las ciudades que ha estimulado la demanda de transporte, aumentando la flota vehicular y evidenciando debilidades en la regulación y en el propio comportamiento de sus habitantes. A diferencia de los países del primer mundo, en los países en vía desarrollo la gente se declara poco conforme con el transporte público y prefiere el vehículo privado.


Los desarrollos tecnológicos en el campo automotriz pueden llegar a ser una solución ambientalmente sostenible; por ejemplo, los vehículos híbridos se consideran una tecnología prometedora en el corto y mediano plazo, mientras que los vehículos eléctricos y aquellos propulsados por hidrógeno todavía tienen varios retos de ingeniería y de infraestructura por superar; esto además, se ve influenciado por los altos costos que actualmente acarrean no solo en su fabricación sino su posterior comercialización y uso. No obstante, una transición tecnológica hacia vehículos amigables con el medio ambiente no garantiza una mejor calidad de vida en ciudades donde el carro particular es el principal medio de transporte. El crecimiento incontrolado del parque vehicular en las grandes ciudades ha traído consigo afectaciones en la salud de sus habitantes que se ven obligados a respirar un aire altamente contaminado. En este orden de ideas, el principal reto en las ciudades latinoamericanas es propiciar una adecuada integración de las políticas públicas, el desarrollo de infraestructura que estimule el uso del transporte público y desincentive apropiadamente el uso del vehículo privado junto con la creación de una cultura, donde los habitantes sean conscientes de su contribución individual a la calidad de vida colectiva. A partir de estas consideraciones, no hay una única tecnología vehicular capaz de contrarrestar el detrimento ambiental que trae consigo el uso de los medios de transporte; sin embargo, un balance adecuado entre estas tecnologías, adaptadas a las condiciones locales, y las medidas previamente mencionadas, son la clave para reducir el impacto ambiental de las urbes más pobladas.

“Un país desarrollado no es aquel donde el pobre tiene carro, sino aquel donde el rico usa el transporte público”. Gustavo Petro, Ex alcalde de Bogotá.

Fuente: Seguroweb.com.ar

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*Maestría en Ingeniería Ambiental Universidad de Tokio


Experiencias de estudio en japรณn

Carolina Blanco Ph.D. en Arquitectura Universidad de Hokkaido


Japón, más que un gigante milenario Por Ángela Ospina Pocas experiencias marcan tanto la vida de una persona como vivir en el extranjero, y más en el caso de Japón. Para mí fue llegar a otro mundo fascinante, complejo, profundo y eterno.

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Soy Economista de la Universidad Nacional y soñé toda mi vida con conocer otros países. Estaba maravillada con la historia del milagro económico del Sudeste Asiático que se tradujo en altos niveles de desarrollo humano, y quería entender en profundidad cuáles eran las causas para la formación de ese polo de crecimiento en el mundo.


Gracias a una beca del Gobierno de Japón y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estudié una Maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad Waseda entre los años 2009 y 2011, y tuve la enorme fortuna de trabajar con el profesor Shujiro Urata, un gran referente para Asia y el mundo. También conocí el sistema laboral trabajando para la Japan External Trade Organization (JETRO), apoyando los trabajos preliminares de un Acuerdo de Asociación Económica (EPA) entre Colombia y Japón.

Uno de los grandes aprendizajes fue entender cómo funcionan los mercados de bienes, servicios, y capital humano en la región, y el papel que juega Japón apoyando el desarrollo y transferencia tecnológica a los países del Sudeste Asiático, vía cooperación, y su integración a la cadena internacional de suministro. Mis trabajos de investigación se concentraron en el comercio intra-regional en el Sudeste Asiático y en América Latina y su relación con el desarrollo. Conocer el proceso de transformación de Japón de la postguerra y contrastarlo con los días que siguieron al tsunami del año 2011 deja profundas enseñanzas sobre la gran capacidad de trabajo en equipo, disciplina y conciencia de esta sociedad con sabiduría milenaria. Sin lugar a dudas también cambió mi perspectiva del mundo al conocer personas maravillosas, cálidas y abiertas, con valores muy arraigados, para llegar a ser una persona más reflexiva, resiliente, persistente, tolerante, inquebrantable, y que no fija límites a sus sueños. Estudiar en Japón me permitió incrementar mis habilidades técnicas y transversales al más alto nivel para aportar al desarrollo de mi país desde las diversas posiciones que he ocupado en entidades públicas y privadas. Específicamente tuve la oportunidad de seguir en contacto con la región cuando trabajé como catedrática de Japón Contemporáneo en la Universidad Externado, y en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo participando en las reuniones del Subcomité de Procedimientos Aduaneros del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), cuando Colombia fue aceptada como observador. Actualmente trabajo en la Misión de Colombia ante la Unión Europea y todas las enseñanzas aprendidas en Japón han sido fundamentales en mi relacionamiento con los otros países y la defensa de los intereses nacionales.

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Me siento muy bendecida y agradecida por haber tenido esta experiencia única. Animo a todos los jóvenes a que se preparen para acceder a las diversas becas y programas de cooperación ofrecidas por Japón, y de esa manera puedan seguir contribuyendo al intercambio bilateral en todos los frentes.


“Es más lo que nos une que lo que nos diferencia” Por Elizabeth Suárez*

Hace ya 10 años que volví de estudiar mi maestría en Japón, y todavía hoy tengo vívido el recuerdo de mis caminatas por la bahía de Odaiba, en donde fácilmente podía disfrutar de maravillosas puesta de sol, un espectáculo de peces saltando sobre el agua, la danza nocturna de medusas, o la compañía de tiernos mininos blancos. Ir a estudiar a Tokio, fue una experiencia que cambió totalmente la percepción que tenía del mundo, la vida, y de mí misma. El 17 de mayo de 2006, día en que cumplía 28 años, recibí una llamada a la hora del almuerzo, en la que alguien de la oficina me decía que habían recibido un fax para mí, cuyo remitente era el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Debo decir que ser una de las pocas ganadoras de la Beca del BID para realizar mis estudios de maestría en Política Pública en el National Graduate Institute for Policy Studies de Tokio, ha sido hasta ahora el mejor regalo de mi vida.

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Odaiba


En octubre de 2016, llegue a vivir al Tokyo International Exchange Center ubicado en la isla de Odaiba, donde rápidamente me incorporé a las actividades de la gran comunidad internacional de estudiantes que viven allí. Fue maravilloso conocer y compartir con gente de tantos países, con historias y costumbres tan ricas e interesantes. De igual forma, en mi universidad la multiculturalidad estaba en todos los rincones del día, era fácil en los pasillos escuchar diferentes lenguas de Asia y África, y en las clases aprender sobre infraestructura, industria, ciencia y tecnología, administración e inversión pública, movimientos sociales, etc. de tantos y tan diversos países (Bután, Cambodia, Filipinas, República Checa, Zambia, Uzbekistán, Mongolia, India, China, Pakistán, Malasia). El ser la única estudiante latinoamericana ese año, me permitió conocerme mejor, verme realmente como soy (mas allá de un estereotipo latino) y ver a Colombia desde afuera, con una perspectiva diferente a la occidental. Mi experiencia estudiando en Japón me enseñó que la cultura y forma de pensar colectiva de un país determinan en gran medida la velocidad en el desarrollo que este puede alcanzar. De igual forma, el viaje organizado por la Universidad a Hiroshima, despertó mi admiración, respeto y amor por un país que decidió no apegarse al odio y comprometerse con la paz. En Japón entendí que la magia si existe, aprendí que lo antiguo y moderno pueden convivir junto con lo sagrado y efímero, y que al final es más lo que nos une que lo que nos diferencia.

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Disfrutando del florecimiento de los árboles de cerezo, “hanami”.


Una emblemática escena de Miyajima

Kamakura

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*Maestría en Política Pública National Graduate Institute for Policy Studies


La experiencia de una ex becaria de Chile

Por Rosario Aranda*

En 2009 recibí la beca MEXT para postgrado y cambié mi trabajo en un periódico chileno por una maestría en la Universidad de Waseda. Durante mis años de estudio tuve la oportunidad de conocer a muchas familias japonesas y expandir mi red para entender las sutilezas y detalles de su sociedad. Me parecía sorprendente lo distinta que era su cultura a la mía, me impresionaba su rigurosidad, valoraba la consideración que tienen con los demás y la dedicación que ponen en cada tarea que se plantean. Luego de graduarme, decidí quedarme cuatro años más trabajando en una empresa local. Año a año recorrí lugares nuevos de Japón y fui conociendo a personas maravillosas que me mostraron las bondades de esas tierras.

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Algo que siempre me llamó la atención fue el orgullo con que los japoneses hablaban de su propia gente, de su vestimenta, de sus productos locales y, también, de su deliciosa comida. Del mismo modo, con genuino interés, me preguntaban sobre las costumbres y tradiciones de mi país. Así, de a poco, en los seis años que viví en Japón, me fui convirtiendo en un puente. Yo, desde mi trabajo, desde mi actividad social, desde las cosas más simples del día a día, iba acercando Chile a Japón. Esa sensación de puente me gustó y me produjo tal satisfacción que quise hacer de eso algo oficial, convertirlo en una herramienta real de trabajo. Entonces, decidí volver a Chile para ingresar al cuerpo diplomático de mi país.


Rosario enseñando a japonesas los platos de su país

Hoy estoy en los primeros años de mi carrera y lo que viví en Japón es de gran ayuda en mi labor diaria. No olvido la admiración con la que ellos hablaban de las cosas más simples: el plato típico de un pequeño pueblo, la vestimenta tradicional de una ceremonia, las palabras especiales de un rubro. Intento ver con esos ojos mi propia cultura y encontrar lo admirable en mi propio país para así transmitirlo a otros, a otros que puedan llegar a apreciar a Chile de la forma en que yo valoro a Japón.

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www.academiadiplomatica.cl


Leer sobre Japón Por Mónica Álvarez*

Makoho Yoshimoto, o más conocida internacionalmente por su seudónimo de Yoshimoto Banana, es una escritora japonesa contemporánea muy reconocida. En 1988, tras la publicación de su primera novela titulada “Kitchen”, el reconocimiento y el éxito no tardaron en llegar. Sólo en Japón este trabajo logró tener más de 60 ediciones y dos adaptaciones a películas. Su estilo coloquial y fácil de entender ha logrado atraer a muchos lectores no expertos en literatura, entre ellos, a muchas mujeres jóvenes. Los temas tratados por Banana Yoshimoto y su forma de escribir han promovido una relación muy estrecha con su audiencia. Un claro ejemplo, es el diario que mantiene con sus fans de habla inglesa.

*Doctorado en Lingüística Universidad Sofía de Tokio


kitchen Banana Yoshimoto (吉本ばなな) Editorial: Tusquets Editores S.A. Temática: Novela literaria Colección: Andanzas | Serie Volumen independiente Número de páginas: 208

“Kitchen” es una novela corta compuesta por tres cuentos, “Kitchen", "Luna llena" y "Moonlight Shadow". Las tres historias permiten a lector adentrarse en el mundo de los personajes, explorar cómo afrontan y tratan de superar la pérdida de un ser querido. A través de una escritura simple y sin mayores pretensiones, la escritora logra transmitir los sentimientos que afloran al vivir una situación trágica como ésta.


BOLETÍN edición 3 – octubre 2017 www.acojeweb.org


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