¿Por qué el psicoanálisis?

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PRIMER ENCUENTRO Lic. Andrea Agustina García

La idea de este primer encuentro es poder presentarles los inicios del psicoanálisis, la ruptura con la hipnosis y el método catártico; el proceso por el cual el autor comienza a separarse de la práctica de la psiquiatría de la época y sus fundamentos, hasta llegar a la invención de un método y una técnica propios del psicoanálisis: transferencia, asociación libre, atención flotante. Asimismo, haremos hincapié en las formaciones del Inc, tomando como ejemplo los sueños, y desarrollaremos los conceptos de

represión, fijación, traumas infantiles, la

importancia de las fantasías y la sexualidad infantil. Freud fue un médico y neurólogo, nacido en lo que actualmente se conoce como República Checa en 1856. A la edad de tres años se fue a vivir con su familia a Viena, Austria, donde paso la mayor parte de su vida, hasta que debió exiliarse a Londres en 1938. Al próximo año Freud falleció en la misma ciudad. Tomando un texto de Freud de 1923: Breve informe sobre psicoanálisis, nos relata acerca de la historia que dio lugar a la génesis del psicoanálisis. En sus inicios, su meta se centraba en poder comprender algo acerca de la naturaleza de las enfermedades nerviosas, que por aquel entonces la psiquiatría no podía terminar de explicar. Los neurólogos de la época explicaban las afecciones nerviosas mediante una intima ligazón de ciertas funciones con determinadas partes del cerebro; es decir, que se basaban en perturbaciones de diferentes partes del mismo, lo cual daba lugar a una afección orgánica, dejando de lado el factor psíquico que pudiera influir en la misma, considerándolo no científico. Allí donde la psiquiatría se caracteriza por definir al síntoma mediante una propiedad especial, por encontrar en él una causa orgánica o hereditaria, por contrastar los relatos del paciente sobre sus síntomas con una realidad objetiva y argumentaciones lógicas, por caracterizar de contingentes y sin sentido ciertas exteriorizaciones de origen psíquico (por ej. un acto fallido); allí el psicoanálisis creó una propuesta diferente. Nació para dar cuenta de la génesis, el sentido y el propósito de los síntomas, poniendo el acento en el factor psíquico que daba lugar a su formación. La creación de un método propio del psicoanálisis que permitiera desplegar el sentido de los síntomas, parte de todo un proceso en la historia de la psiquiatría y de la psicología. Así Freud plantea como decisivo el giro que se produjo en la década de 1880, cuando los

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fenómenos del hipnotismo comenzaron a tomar relevancia en el ámbito medico, lo cual dio lugar al convencimiento de que aun las alteraciones corporales podían ser el resultado de influjos anímicos, así como pensar en la existencia de procesos anímicos que fueran Incs, debido a la conducta de los sujetos luego de pasar por la hipnosis. Así, el Inc. se volvió por primera vez objeto de experimentación en el ámbito científico, ya no solo siendo de interés para la filosofía. Asimismo, la hipnosis resulto ser de ayuda para el estudio de las neurosis histéricas; aquí podemos nombrar los trabajos de Charcot (neurólogo francés), de quien Freud fue alumno en la Salpetriere (hospital de enfermas nerviosas), a fines de 1885- principios de 1886, resultando este periodo un punto de viraje en su carrera, ya que su interés paso de la neuropatología a la psicopatología. Charcot se interesaba por la neuropatología y el descubrimiento de nuevos estados patológicos, poniendo verdadero énfasis en el material que la experiencia clínica le aportaba, aunque estas contrariaran la teoría; asimismo se interesaba por la anatomía patológica, lo cual le permitió crear cuadros nosológicos mediante la observación clínica, correlacionar la alteración anatómica con la afección, así como localizar la misma. En plena época de apogeo de su clínica, Charcot comienza a interesarse por las enfermedades nerviosas orgánicas, sobre todo la histeria, de la cual formula como su causa la herencia; es una forma de degeneración que pertenece a la neuropatología. Así fue quien explicó por primera vez la enfermedad, esclareciendo el mecanismo para su formación: se le ocurrió reproducir las parálisis histéricas que se generaban después de traumas (accidentes), luego de haberlas diferenciado de las parálisis orgánicas, poniendo al enfermo en estado de sonambulismo mediante hipnosis (provocando así artificialmente la parálisis). De este modo, consiguió demostrar que esas parálisis eran consecuencia de representaciones que en momentos de particular predisposición habían gobernado el cerebro del enfermo. Es así como comenzaron a tener relevancia los influjos traumáticos en la génesis de los síntomas histéricos. Para la invención del psicoanálisis fue decisivo el trabajo realizado por Breuer (médico, fisiólogo y psicólogo austriaco), quien retomo los trabajos de Charcot sobre las histerias traumáticas y fue el creador del método catártico. Breuer pudo estudiar y curar mediante la hipnosis a una muchacha afectada de histeria, entre 1880 y 1882 (Anna O.). Mediante el estudio y el tratamiento de este caso, Breuer pudo demostrar que los fenómenos patológicos que acontecían en la paciente, estaban provistos de sentido; así la génesis de los síntomas provenía de situaciones que contenían un impulso a una acción que no se había ejecutado, sino sofocado a consecuencia de otros motivos. En lugar de

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estas acciones que fueron interceptadas, aparecían los síntomas. Con respecto a la hipnosis practicada por Breuer, Freud nos dice que “La terapia… consistía en mover a la enferma, en estado de hipnosis, a recordar los traumas olvidados y reaccionar frente a ellos con potentes exteriorizaciones de afecto. Entonces desaparecía el síntoma que hasta entonces había reemplazado a una exteriorización de sentimientos de esa índole”1. Así quedaba eliminado el padecimiento. Pasados algunos años de la utilización de este método en diferentes pacientes, Breuer y Freud deciden publicar su primer texto llamado Estudios sobre la histeria (1895), guiados por los trabajos de Charcot, las indagaciones de Liebeault y Bernheim sobre los fenómenos de la hipnosis, y los estudios sobre los procesos anímicos Incs de Janet. Allí explican que “el síntoma se generaba cuando el afecto de un proceso anímico de intensa investidura afectiva era esforzado por fuera del procesamiento conciente normal, y así, empujado por una vía falsa. Entonces, en el caso de la histeria, se traspasaba a inervaciones corporales insólitas (conversión), pero, mediante el refrescamiento de la vivencia en la hipnosis, podía ser guiado de otro modo y tramitado (abreacción)”2. Este procedimiento era llamado catarsis (purificación, liberación del afecto estrangulado). Así, la meta del procedimiento catártico era eliminar los síntomas patológicos, lo cual se lograba haciendo retroceder al paciente hasta el estado psíquico en que le síntoma se había presentado por primera vez. Gracias a la comunicación del paciente al medico de los pensamientos, recuerdos, impulsos hasta el momento apartados de la conciencia, el síntoma quedaba superado. Este procedimiento era eficaz ya que provocaba la descarga del afecto adherido a las acciones anímicas sofocadas, que hasta entonces se encontraba estrangulado (abreacción). Finalmente, Freud decide abandonar el método de la hipnosis como recurso técnico por dos razones: primero, por no poder lograr poner en estado de hipnosis a un gran numero de pacientes, segundo, porque estaba insatisfecho con los resultados terapéuticos del método catártico, ya que si bien eran al principio sorprendentes, no duraban en el tiempo y dependían mucho del vinculo personal del paciente con el medico. Es así que Freud comienza a poner en practica otro método, el de la asociación libre, llamado la regla fundamental (método utilizado en la actualidad), el cual consiste en invitar al paciente a recostarse de espaldas en un sofá, mientras el medico toma asiento en una silla sentada detrás; una vez allí, el medico induce al paciente a dejarse ir en sus comunicaciones, renunciar a toda reflexión conciente y expresarle todo cuanto se le pase por la cabeza, sin excluir pensamientos u ocurrencias que carezcan de importancia 1 2

Breve informe sobre psicoanálisis, pag. 206, tomo xix, 1923 ibidem

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aparente para el paciente, lo avergüence o le sean penosas comunicarlas. De este modo, Freud pudo aplicar el método a una cantidad irrestricta de pacientes, incluso aquellos no susceptibles de hipnosis, así como pudo reemplazar la ampliación de la conciencia (brindado por el método de la hipnosis) por la aparición de pensamientos involuntarios, sustituto de la misma índole que la anterior. Así, la asociación libre permitió explorar lo Inc.: las ocurrencias del paciente podían poner sobre la pista el material olvidado. A lo largo de los años Freud continua trabajando sobre la técnica y el método psicoanalítico, y esta vez desarrolla por un lado la atención flotante y por el otro la transferencia. Tomando un texto de 1912: Consejos al Medico, pone el acento en el analista. Es así que nos habla sobre una de las tareas que los analistas podrían ver como mas dificultosas a la hora de escuchar a sus pacientes, y es la de retener en la memoria sus nombres, fechas, detalles del recuerdo, ocurrencias y producciones patológicas, y no confundirlos con un material parecido proveniente de otros pacientes. Es así que Freud nos propone una técnica para solucionar este obstáculo, y es la llamada atención flotante: “consiste meramente en no querer fijarse en nada en particular y en prestar a todo cuanto uno escucha la misma atención parejamente flotante. De esta manera uno se ahorra un esfuerzo de atención que no podría sostener día tras día a lo largo de muchas horas, y evita un peligro… tan pronto como uno tensa su adrede su atención hasta cierto nivel, empieza también a escoger el material ofrecido”3. Es así que Freud nos explica que si el analista fija un fragmento en particular de los relatos de su paciente, dejando de lado otros, en esa selección obedece a sus propias expectativas e inclinaciones, falseando así el material del paciente. Por eso plantea como regla para el medico: “uno debe escuchar y no hacer caso de si se fija en algo” 4. Procediendo de este modo, los elementos del material que ya se ensamblaron en un nexo quedaran a la disposición conciente del medico, lo otro todavía incoherente aflorara en la memoria tan pronto el analizado presente algo nuevo a que referirlo y a través de lo cual se lo pueda continuar. De este modo Freud nos presenta así el correspondiente para el medico de la regla de la asociación libre, que antes planteamos para el analizado. En este caso, el medico debe valorizar todo cuanto se le comunique, para los fines de la interpretación y el discernimiento de lo Inc. reprimido, sin poner en juego una censura propia que seleccionaría el material del paciente. Para tales fines, es necesario que el analista trabaje sus propias resistencias, lo cual hace necesario el análisis del analista. 3 4

Consejos el medico, Pág. 112, tomo XII, 1912 Ibidem

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Finalmente, como parte de la técnica psicoanalítica incluye la transferencia. Tomando la Conferencia 27: La transferencia (1916/7), plantea que en un momento determinado de la cura, los pacientes comienzan a comportarse de una manera particular hacia el analista, muestran un interés particular hacia su persona. En estos momentos, el tratamiento muestra grandes progresos: el paciente colabora con el proceso de la cura, afluyen los recuerdos y ocurrencias, demuestra seguridad ante las interpretaciones del analista. Sin embargo, un día el trabajo hasta allí realizado comienza a mostrar dificultades; el paciente afirma que no se le ocurre nada más, la asociación libre comienza a presentar dificultades. ¿Qué ha causado esta perturbación? El paciente, nos dice Freud, ha transferido sobre el analista intensos sentimientos de ternura. Gracias a la basta experiencia y a las repetidas ocasiones en que aquello aconteció en todos sus pacientes, puede dar cuenta que se trata de un fenómeno que esta en la mas intima relación con la naturaleza de la neurosis: la transferencia, entendida como la transferencia de sentimientos sobre la persona del medico. Ahora bien, toda la inclinación del afecto volcada hacia el médico proviene de otro lado, estaba ya antes en el paciente y el tratamiento analítico hizo que se transfiriera a la persona del medico. La transferencia surge así en el paciente desde el comienzo del tratamiento, y es durante mucho tiempo el motor que impulsa la cura (transferencia tierna); mientras así se mantenga, nada hay que tocar de ella, no hace falta tenerla en cuenta, ya que opera a favor del desarrollo del tratamiento. Pero si se muda en obstáculo, sí es preciso tomarla; puede presentarse bajo dos condiciones: cuando la inclinación tierna pasa a ser muy fuerte que permite dar cuenta que proviene de la necesidad sexual (transferencia erótica); o cuando consiste en mociones hostiles (transferencia hostil). ¿Cómo procede el analista cuando la transferencia se vuelve un obstáculo para la cura? Freud nos dice que queda excluido ceder a las demandas del paciente provenientes de la transferencia, así como no se deben rechazar, desestimar. Superamos estos obstáculos cuando le mostramos al paciente que sus sentimientos no provienen de la situación presente y no corresponden a la persona del analista, sino que repiten modos de vínculo infantiles con el objeto, junto con sus fantasías. Así, se busca mudar en recuerdo su repetición, recordar lo que el paciente ahora actúa con el analista. De este modo la transferencia se convierte en el mejor instrumento para la cura y el trabajo de lo olvidado mismo. A medida que comienza a construir y a aplicar con sus pacientes el nuevo método de la asociación libre, Freud comienza a preguntarse cómo fue que se produjo el olvido, debido a qué el paciente no puede recordar. Es así que consigue dar cuenta de la

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participación de la resistencia en la formación de los síntomas, dando lugar al olvido de todas aquellas impresiones que participaron en su constitución, así como comienza a dilucidar que las amnesias (los olvidos) son el resultado de un proceso llamado represión, cuyas fuerzas psíquicas provienen de la resistencia, la cual se opone a la reproducción de aquello olvidado, que ahora pertenece al Inc. A aquellas ocurrencias que suelen dejarse de lado (con diferentes pretextos), Freud las considera retoños de los productos psíquicos reprimidos (pensamientos y mociones), los cuales salen a la luz de modo desfigurado debido a la resistencia. Es necesario entonces un trabajo de interpretación por parte del analista, que proporcione una suerte de traducción de las ocurrencias del paciente a aquellos contenidos Incs reprimidos. Es por esto que las ocurrencias no deliberadas adquieren un gran valor para la técnica psicoanalítica, ya que mantienen un vínculo íntimo con el material psíquico reprimido, y por ende Inc. La tarea del método psicoanalítico es volver asequible a la conciencia lo inconsciente reprimido, lo cual se logra venciendo las resistencias. Este trabajo interpretativo Freud lo lleva a acabo no solo con las ocurrencias del paciente, sino también con los sueños, los actos fallidos (olvido de palabras y nombres familiares, deslices en el habla, lectura y escritura, perdida o extravió de objetos, etc.), los síntomas, el chiste, es decir con todas aquellas formaciones del Inc., que constituyen su expresión. Si bien el psicoanálisis nace para dar cuenta de fenómenos entendidos en esa época como patológicos, consiguió demostrar más tarde que todas aquellas intelecciones descubiertas por el análisis de los síntomas se extendía al campo de la vida anímica no patológica, obedeciendo ambos a las mismas reglas. Tomando el ejemplo de los sueños, Freud nos cuenta todos los esclarecimientos que obtuvo sobre ellos a partir de la aplicación del método de la asociación libre. Para ello, al sueño que era traído por el paciente tal como lo recordaba de la noche anterior (contenido manifiesto), lo descomponía en sus diferentes elementos, para luego proponer al paciente comunicar todas aquellas ocurrencias que a ellos se anudaran. Luego, el analista llevaba a cabo la interpretación del material, lo cual le permitía dar cuenta de que el sueño tenía un sentido (pensamientos oníricos latentes). Para Freud los sueños son verdaderas operaciones psíquicas del soñante, tienen un sentido y un propósito, pero para llegar a ello es preciso todo un trabajo de traducción. ¿A que se debe esta necesidad de traducción del sueño para poder dar cuenta de su sentido? ¿Por qué al despertarnos encontramos a nuestros sueños absurdos y carentes de sentido? Es porque allí ha intervenido el trabajo del sueño que es el encargado de mudar los pensamientos latentes en contenido manifiesto,

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expresándose este último predominantemente en imágenes visuales y símbolos. El trabajo del sueño lleva a cabo una desfiguración del material latente, acto proveniente de la censura, la cual alcanza un relajamiento, una rebaja durante el estado del dormir, permitiendo que aquello reprimido Inc. aflore a la conciencia mediante la formación de un sueño. Esta desfiguración es llevada a cabo por las leyes que rigen el sistema inconsciente, la condensación (de representaciones) y el desplazamiento (del acento psíquico de una representación a otra que nada tiene que ver con la anterior). Ahora bien, ¿Cuál es la causa de la formación de los síntomas? ¿Cuál es el motivo de la represión? En su primera nosografía, hasta 1900, Freud pone el acento en las vivencias traumáticas. En su texto Las Neuropsicosis de Defensa (1894), desarrolla la llamada histeria de defensa o adquirida (separándolas de la hipnoide y la de retención) la cual mantiene un carácter común con las otras neurosis (obsesión y fobia). De ella dice: “esos pacientes por mi analizados gozaron de salud psíquica hasta el momento en que sobrevino un caso de inconciabilidad en su vida de representaciones, es decir, hasta que se presento a su yo una vivencia, una representación, una sensación que despertó un afecto tan penoso que la persona decidió olvidarla…”5. Tales representaciones inconciliables nacen la mayoría de las veces del vivenciar y sentir sexuales (vivencias sexuales traumáticas durante la infancia, llevadas a cabo en el niño por un adulto); ya aquí comienza a discernir un posible papel para la sexualidad en la constitución de los síntomas. Continúa afirmando que el olvido que se propuso el paciente, en ningún caso se llevo a cabo con éxito, sino que dio lugar a diversas reacciones patológicas, y a la formación del síntoma. Como resultado de tal operación, se produce la escisión de la conciencia en grupos psíquicos separados y la posterior formación del síntoma, que en el caso de la histeria se traspone al cuerpo por conversión. Como ejemplo podemos citar un historial clínico de una paciente de Freud, Elisabeth Von R., cuyo diagnostico era dificultad para caminar y dolor en los muslos (Astasia- abasia). Ante estos síntomas de tipo histérico que presentaba la paciente, Freud decide investigar acerca de su sentido, y descubre por un lado que en su génesis jugó un importante papel el cuidado a su padre enfermo, a quien un día decide dejar solo para salir con un muchacho. Al regresar de su paseo, Elisabeth encuentra que su padre había empeorado, lo cual nos dice Freud dio lugar a un conflicto en ella entre la representación erótica (el agrado que sentía hacia el muchacho) y su yo (moral que no le permitía perdonarse haber dejado solo a su padre enfermo). Así, Elisabeth decide resolver este conflicto reprimiendo la representación 5

Neuropsicosis de defensa, pag. 49, tomo III, 1894.

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erótica, olvidando el afecto penoso que ella conllevaba, y dando lugar así a la formación del síntoma en el cuerpo, por conversión. Asimismo, Elisabeth le confiesa a Freud haber estado enamorada del marido de su hermana difunta, y con la muerte de esta se le impuso la idea de que “él ahora estaba libre, y ella podía ser su esposa”, idea que prefirió olvidar por dolorosa e inmoral, transformándose ahora en dolores corporales. Más adelante, a partir del 1900 aproximadamente, Freud abandona por entero esta posición, dando lugar a un viraje muy importante para sus concepciones, entendiendo que era muy poco creíble que acciones perversas realizadas en perjuicio de los niños tuviera tanta generalidad. Así, pasan a tomar relevancia el papel que desempeñan las fantasías en los sucesos anímicos, dando lugar al descubrimiento de la sexualidad infantil. En un texto de 1905-6 Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis, Freud expresa por primera vez su abandono de la creencia de la etiología traumática de la histeria, para poner el acento en la importancia de las fantasías. Así, se vio alterada la concepción del mecanismo de los síntomas histéricos; entre los síntomas y las impresiones infantiles se intercalaban ahora las fantasías (invenciones de recuerdo). Es gracias al descubrimiento de estas últimas en la causación de los síntomas, que Freud comienza a dilucidar la constitución de una sexualidad propia de la infancia. Propone describir las

exteriorizaciones de la sexualidad infantil, presentando como

modelo el chupeteo, el cual

nos dice, nació de la satisfacción de la necesidad de

alimentación, y solo mas tarde se separo de esta, construyéndose ahora como zona erógena en búsqueda de un placer ya vivenciado. Pero la característica central de la práctica sexual infantil es el hecho de que la pulsión no esta dirigida a otra persona (objeto sexual), sino que se satisface en el propio cuerpo, es autoerótica; así, una parte de los propios labios, la lengua, un lugar de la piel, son tomados como objeto sobre el cual se ejecuta la acción de mamar, en busca de satisfacción. Se pueden observar así mediante el modelo del chupeteo, tres caracteres esenciales de una exteriorización sexual infantil: nace apuntalándose en la función de nutrición, es autoerótica (se satisface en el propio cuerpo), y su meta sexual se encuentra bajo el mando de una zona erógena. La zona erógena es un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de cierta clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad. La meta de la pulsión parcial es producir la satisfacción mediante la estimulación apropiada de la zona erógena. Para que se cree una necesidad de repetirla, esta satisfacción tiene que haberse vivenciado antes. Es gracias a este desarrollo, que Freud caracteriza a la sexualidad infantil como “perversa polimorfa”: perversa porque sus pulsiones parciales aspiran a

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conseguir la meta (la satisfacción) cada una por su cuenta, independientes unas de otras (para Freud se unifican en la pubertad bajo el primado de los genitales, una sola zona erógena reúne a todas las pulsiones parciales para el logro de la meta de la pulsión sexual en un objeto ajeno); polimorfa porque encontramos distintas zonas erógenas, cada una de las cuales encuentra un objeto en el propio cuerpo (autoerótico). A esta práctica sexual autoerótica se le va a unir, a soldar, durante la infancia, una fantasía (o varias) tomada de las relaciones de amor de objeto (relación de amor con los padres), la cual armará una escena de autosatisfacción. Estos modos de satisfacción quedaran fijados, y tras ser abandonados en la infancia y luego reprimidos, pasarán a formar parte del Inc, dando lugar a la formación del síntoma. El síntoma se entiende así como una formación de compromiso entre las fuerzas repulsoras del mecanismo de la represión que provienen de la conciencia y la moción de deseo Inc. que quiere expresarse. Del mismo modo piensa Freud todas las formaciones del Inc.; también en el caso de los sueños, en donde debido a la rebaja de la censura, las mociones de deseo Inc. alcanzan la conciencia dando lugar a la formación del sueño. Tanto para los síntomas como para los sueños, las fuerzas impulsoras de su formación son los deseos sexuales infantiles reprimidos. Dice Freud de los sueños: son un cumplimiento disfrazado, de un deseo reprimido (proveniente de la infancia y en íntima relación con la sexualidad).

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