Prosofagia Nº 10 Octubre 2010

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Número 10. Octubre 2010

Colaboradores prosófagos

Dirección Elisabet Equipo de redacción Boris Rudeiko, Elisabet, Esther, Gabi, pepsi

Secciones

. Se a bu e n A l b a ñ il

.

Elisabet

Diseño e imagen

. En t r e v i s ta s del Foro .

pepsi y Plásido

B. Miosi

P ubl ic id ad y comu n ic ac ión Esther Entrev istas B. Miosi y Elisabet

. Hu mor

Gr á f ico Nelo_

colaboradores.

Se prohíbe la reproducción de las imágenes y los contenidos publicados sin el consentimiento de su autor. Para la reproducción total o parcial de algún texto o imagen, se ruega contactar con la Redacción a: revistaliteraria@prosofagos.com

.

. Compa ñ ero s de Ru ta . Boris Rudeiko

La Redacción no se hace responsable de las opiniones expresadas por los

Deusvolt, Jose Ignacio, jose luis jaime cortes, zoquete

© Prosófagos, 2010

Colaboradores externos Daniel Seller Suárez, José Manuel Solana, José María Lafuente, Manel Llopart Roviró Agradecimientos Ferran Muñoz Soler, Guillem Carreras, María Dueñas, Marta Grifols Lluciá


Ya era hora. Parecía que no se lo iban a dar nunca. Sin embargo, luego de veinte años de aparecer en las quinielas, la Academia sueca ha concedido el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa. El autor de La ciudad y los perros lo obtiene cuando no figuraba en las listas de posibles candidatos, cuando él mismo pensaba que ya nunca lo iba a conseguir. El jurado dijo que se le concedía el galardón: «Por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota». Él dice que en efecto, de eso va su obra, de la resistencia del individuo ante el poder, de la lucha de los hombres por salvar su individualidad en un mundo en el que la libertad está tan acosada.

Vargas Llosa es un trabajador vehemente de las letras, un incansable viajero en busca de las fuentes con que documenta sus obras, un escritor experimentado, un apasionado de la literatura. Pero, sobre todo, es un escritor vocacional. Decía recientemente en una entrevista: «La entraña de mi vocación no es otra que la literatura, y de ella sale todo lo que tengo. Es lo mejor que me ha pasado». Y en Cartas a un joven novelista escribía: «Tal vez el atributo principal de la vocación literaria sea que quien la tiene vive el ejercicio de esa vocación como su mejor recompensa, más, mucho más, que todas las que pudiera alcanzar como consecuencia de sus frutos… El escritor siente íntimamente que escribir es lo mejor que le ha pasado y puede pasarle, pues escribir significa para él la mejor manera posible de vivir…». Desde el otoño de Suecia a la primavera del Perú, nuestra revista se une en el reconocimiento al autor de La casa verde y Conversación en La Catedral.

Felicidades.

La Redacción


(Pág. 6)

(Pág. 82)

(Pág. 10)

Partituras, cuentos y clarinete

(Pág. 12)

Ñam, ñam, ñam: lo bueno se repite tres veces

(Pág. 16)

Lo que no cabe en un E-Reader

(Pág. 20)

Las reglas del juego

(Pág. 22)

Poesía experimental

(Pág. 28)

por Esther

por Esther

por Nelo_ (Manuel Pérez Recio)

por Elisabet

por José María Lafuente

Revista Literaria prosofagia - número 10 - octubre 2010


(Pág. 34)

Cuando brevedad e intensidad se unen II

(Pág. 36)

Entrevista a María Dueñas

(Pág. 42)

Déjà vu: un camino para no publicar

(Pág. 48)

por Plásido

por Deusvolt (Sergio G. Ros)

por Esther y zoquete

Déjà vu: un camino para no publicar I

(Pág. 50)

Déjà vu: un camino para no publicar II

(Pág. 56)

Concursos y premios literarios

(Pág. 62)

Tres relatos, tres premios

(Pág. 68)

por Boris Rudeiko

por Elisabet

{

El mundo

(Pág. 70)

Parece que los tiempos cambian

(Pág. 74)

Feliz cumpleaños

(Pág. 78)

por Guillem Carreras

por Grifols Llucià

por Ferran Muñoz Soler

Revista Literaria prosofagia - número 10 - octubre 2010


noticias

Revista Literaria PROSOFAGIA

Ne obliviscaris es la primera novela publicada de Fernando Alcalá (ferlocke)

Fernando Álcala

(ferlocke)

Orientada al público juvenil, en ella el autor explora el misterio que asola al colegio Dumas, donde los rumores desatados por los estudiantes cobran vida propia y nada es lo que parece. Una novela de personajes donde, en definitiva, son las propias palabras las que encierran el verdadero protagonismo. Publicada en octubre de 2010 por Edelvives (http://edelvives. com) dentro de Alandar, su colección para lectores de más de catorce años, su presencia en la red es cada vez más intensa, entre otras cosas, gracias a su página web (http://obli.es) y a la importancia que, desde la editorial, se le ha dado a las redes sociales para su difusión.

El final del Ave Fénix, de Marta Querol Benèch (Malube), reeditado por Aladena

Marta Querol

(Malube)

La editorial malagueña Aladena continúa apostando por grandes escritores y esta vez lo demuestra con la reedición del libro El final del Ave Fénix, de la autora valenciana Marta Querol Benèch. La novela, que fue finalista del Premio Planeta en 2007, salió a la venta este mes de octubre. En esta novela, su autora nos retrata la difícil vida de Elena Lamarc, desde los duros años de la Guerra Civil y la posguerra hasta nuestros días. Con su palpitante narración y fluidos diálogos, la novela transmite al lector las vivencias de sus protagonistas de una manera totalmente fiel. Es El final del Ave Fénix una novela de sentimientos, que cautivará al lector desde sus primeras páginas y que al terminarlo, seguro, deseará saber más acerca de esa gran mujer que es Elena Lamarc.

Desde los fiordos hasta Brasil, nos llegan noticias de Elisabet

Quiero compartir con los compañeros del foro y los lectores de Prosofagia dos buenas noticias. Aunque todavía son metas por alcanzar, ya he firmado los dos contratos y se ha iniciado la cuenta atrás para la publicación de dos de mis novelas. Una es la versión portuguesa de Estirpe Salvaje, que será publicada en Brasil durante el 2011, por la editorial Underworld.

Cómo llegar a publicar

(Elisabet) 6

La otra es El heredero del clan, novela que he trabajado con mucho empeño y que también saldrá a la luz en el próximo año. Al igual que en la anterior, esta historia se ubica en un país nórdico y sus personajes luchan, trabajan, sufren y aman entre fiordos, mares tempestuosos, verdes llanuras y nieves perpetuas. La novela será publicada por Espasa, una editorial con la que ya me siento “en casa”.

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Tenebrae, antología fosca de Sevilla Escribe

Visita París, conoce los secretos de algunos de sus artistas con Fran J. Franco en Bocado de Dioses y con Juan Díaz Olmedo en Absenta. Sevilla también tiene sus grandes misterios como El viejo de plata de Miguel Cisneros Perales. Acompaña a un padre en su lucha contra la locura del mundo en La Huida de Manuel Mije, y a otro al comenzar una nueva vida en La ganga de Juan de Garduño. Vive el secreto descubierto y apenas olvidado en la laguna de Providence con El noctívago demacrado de Alejandro Castroguer. Viaja con Dante Malvasombra para buscar un nuevo fantasma fuera de nuestro planeta en El cazador de tigres de Ernesto Fernández. Y, si crees que sobrevivir al Apocalipsis es suficiente, descubre la verdad en El insomne de Ángel Vela, a quien conocemos en Prosófagos como palabras.

Sevilla escribe

(palabras)

El enigma de la cacatúa, de Rafael Homar Ferragut (Rafaelhomar)

Existen novelas que no tienen lugar en el mundo editorial. No están escritas para coincidir con el gusto prototipo de público medio americano. No están escritas para venderse bien y de ser así nos encontraríamos ante una extraña contradicción. Solo una persona entre un millón conectará con esa novela, pero será de tal forma que sentirá que forma parte de su vida.

El enigma de la cacatúa está escrita para esa persona.

Recomiendo encarecidamente probar si uno ha sido bendecido con la alegría que lleva implícita su lectura.

A la venta en Bubok.

El enigma de la cacatúa

Nunca fuimos a Katmandú, primera novela de Lola Mariné

Laura es sensible y convencional, está divorciada y es madre de una adolescente; Elena es su más intima amiga desde la infancia, fuerte y decidida, es totalmente distinta a Laura; Gloria es alegre y superficial; Ruth es una jovencita rebelde llena de ideales, y Teresa, una mujer sencilla dispuesta a hacer cualquier sacrificio por su hija. Los destinos de todas ellas se entrecruzan en una historia actual y urbana en la que muchas mujeres se verán reflejadas y muchos hombres reconocerán a las mujeres que los rodean. Risas y lágrimas en una novela publicada por la Editorial Viceversa (http://www.editorialviceversa.com/files/index.php) que ya se encuentra en todas las librerías de España.

Gatos por los tejados

noticias

(Rafaelhomar)

(Lola Mariné) número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 7


noticias

Revista Literaria PROSOFAGIA

C o n c u r s o l i t e r a r i o

En el momento en que Prosofagia Nº 10 se publique estaremos a una semana de la finalización del plazo de admisión de cuentos. Nuestro primer concurso (de Prosófagos, quiero decir) nos ha llevado un par de años, debates varios y algo de impaciencia por iniciar este camino. Necesitábamos que Prosofagia estuviera ya incorporada a la Red como revista literaria: los premios consistirán en el honor y en la publicación de los cuentos galardonados en Prosofagia. Hay personas increíbles, que aceptan ser jurados únicamente por buena predisposición y sin esperar recompensa alguna. Quienes intervienen como jurados en este concurso no solo han comprometido su tiempo y su conocimiento, también nos han brindado la posibilidad de darle altura al certamen con su presencia: Francisco Javier Illán Vivas, Miguel Russo, Raquel Roberti, Rosa Gil, Agustín Capeletto.

Las Bases del concurso son sencillas, y pueden leerse en:

Primer Concurso Literario de Prosófagos

Siendo un certamen organizado por Prosófagos, es requisito ser integrante del Foro para participar. Siendo un concurso de cuentos, es requisito haber publicado por lo menos un texto literario propio en el foro de Prosa. Esta es una buena oportunidad para concursar y para sumarse al Foro.

¿Qué más?

Estamos aprendiendo bastante, concursantes y organizadores. Nos vamos dando cuenta de que uno no desafía a otros concursantes sino a uno mismo. Hay un aire de expectación circulando por el Foro.

Además, nos estamos divirtiendo. Y como decía Cortázar: Cuando eso me cae encima y yo sé que voy a escribir un cuento tengo hoy, como tenía hace cuarenta años, el mismo temblor de alegría, como una especie de amor; la idea de que va a nacer una cosa que yo espero que va a estar bien.(1) Julio Cortázar

Antes de que me olvide: el próximo seis de noviembre vence el plazo de admisión de cuentos. Esther (1)

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Conversaciones con Cortázar, Ernesto González Bermejo.

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noticias

concursos@prosofagos.com

nĂşmero 10 - octubre 2010 - Prosofagia 9


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PROSOFAGIA - número 9 - agosto 2010

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número 9 - agosto 2010 - PROSOFAGIA 11


Revista Literaria PROSOFAGIA

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prosofagia - número 10 - octubre 2010


Partituras, cuentos y clarinete

por Esther

—Clarinete, ¿cuándo comenzaste a leer literatura? ¿Cuáles son tus autores favoritos? —Comencé en el colegio, tengo que decir que soy de la generación de: ”La letra con sangre entra”. La verdad es que ahora agradezco que me obligaran a leer a los clásicos. Tengo varios autores favoritos, pero si tuviera que escoger uno me inclinaría por Pérez-Reverte, también Lope de Vega, Quevedo, Poe, Verne, Isabel Allende, Saramago, Follett, y no continúo para no extenderme demasiado. —¿Cuál es el origen de tu interés por escribir? ¿Escribes desde hace mucho tiempo?

entrevistas del foro

Jesús García Lorenzo

—Comencé a escribir casi a la fuerza. Cuando mi hija mayor era pequeña, por la noche le contaba un cuento, cuando se agotaron todos los que me sabía comencé a inventarlos, y para no repetir los escribía. Así comenzó esta aventura. De esto hace ya unos cuantos años, pero realmente comencé a tomarlo en serio a partir de entrar en Prosófagos. —¿Cómo llegaste hasta Prosófagos y por qué decidiste participar? ¿Se cumplieron tus expectativas? —Una amiga me sugirió que ingresara en un foro literario (creo que vio que me hacía falta), y un día busqué en Google. El primero que encontré fue Prosófagos, me gustó el ambiente, la forma de tratarse y de corregirse unos a otros, pensé que podía aprender, y me quedé. Algo egoísta, lo siento, pero fue así. número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 13


Partituras, cuentos y clarinete Mis expectativas se limitan a escribir lo más decentemente posible. Me interesa muy mucho la opinión sincera porque con ella aprendo, y desde que estoy en el foro he aprendido tanto que cuando leo algo de mis inicios me avergüenzo. No hay más que ver mis primeros relatos en el foro, que están ahí, no los he quitado porque son un acicate. Y sí se cumplieron. —En el número de abril de Prosofagia publicamos fotografías tuyas, de las Fallas: una selección hecha de un gran número de fotografías que nos enviaste. ¿Te apasionan la fotografía, las Fallas o ambas cosas? —Ambas. Yo fui un aficionado a la fotografía (y digo fui porque la tengo muy relegada) de los que tenían un laboratorio en casa para revelar sus propias fotos, y cargaba mis propios rollos de película. ¿Las Fallas? Cuando era pequeño, mi padre me enseñó cómo se hacían las Fallas de la mejor manera que se puede enseñar: haciendo una. He de decir que tuve la suerte de ser hijo de un artista en todas sus facetas: pintura, escultura, música, tipografía, litografía, fotografía. La posguerra en España le hizo tocarlas todas para poder comer. Mi pasión por las Fallas me viene de aquel entonces, cuando con papel cartón, cuatro maderas, barro y escayola, mano a mano con mi padre descubrí qué había detrás de la fiesta. —Tanto tu nick como tus cuentos hablan de tu condición de músico. ¿Es un hobby, o has estudiado música y te dedicas a ella en forma profesional? —Es un hobby, sin ningún tipo de duda. Estudié música en serio, junto con mi hija menor (que también toca el clarinete) en la escuela de la asociación musical a la que pertenecemos. Aunque mi hija sí ha ido al conservatorio, yo no pude, y me hubiera gustado, vaya que sí. Vivir de la música es difícil, y mi vida profesional está por otros derroteros. Aunque he tocado en un grupo, ese no era mi camino.

—¿Qué géneros musicales o compositores son tus favoritos?

—Me gusta todo tipo de música, porque cada melodía tiene su momento, pero la llamada Clásica o Culta, el Swing, el Jazz, el Blues y la Bossa Nova están entre mis géneros favoritos. Y como compositores están Mozart, Beethoven, Strauss, Tchaikovsky, Ellington, Miller y el gran Goodman. —Justamente de literatura y música trató el concurso de cuentos de El coloquio de los perros, en el que resultaste galardonado entre más de ochenta participantes. ¿Cómo fue esa experiencia? —Enriquecedora, sin duda, a la par que excitante. Envié el relato con la ilusión de ganar y a la vez sin muchas esperanzas de conseguirlo. Cuando me llamaron para comunicarme que era el ganador me dio un vuelco el corazón, y además de sentir alegría, y mucha, también sentí miedo por no estar a la altura en el momento de la entrega, pero se portaron tan bien conmigo, que se disipó todo temor, convirtiéndose en nerviosismo cuando me hicieron leer el cuento delante de más de cuarenta personas, totalmente desconocidas.

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Partituras, cuentos y clarinete

—No especialmente. Forman parte del aprendizaje. Yo soy como Santo Tomás: no sé si es bueno o malo, si me gustará o me lo creeré hasta que no lo toco. Lo que sí es cierto es que suelo escribir sobre temas que he vivido, visto o conocido, y me siento cómodo así. Pocas veces he escrito sobre un tema inventado o poco conocido, aunque no está mal documentarse. —La brevedad y la concisión son marca registrada en tus cuentos. ¿Eso te supuso un inconveniente a la hora de iniciar la escritura de tu primera novela? —Sí, mucho. Tanto que es mi talón de Aquiles. Es muy difícil contar una historia con detalles y a la vez dejar cosas a la imaginación del lector. Admiro a quien sabe hacerlo.

—¿Piensas en publicar “en papel”?

—Estaría muy bien, pero de momento estoy contento con hacerlo en el foro y en mi blog. Publicar en papel o en un Ebook sería como conseguir una medalla de oro en una Olimpíada.

Jesús García Lorenzo es un apasionado de su familia, la música, la literatura, su Valencia natal y, últimamente, de su lector de libros digitales. Trabaja en telecomunicaciones y cree que la electrónica y la matemática son primas hermanas. Como parte de una asociación musical, también ha participado —y ganado— en certámenes musicales.

Durante las Fallas casi no duerme.

entrevistas del foro

—En general, tus cuentos tratan sobre el amor y la muerte, la música, la escritura, o son descarnados enfoques de la realidad de nuestros días. Sin embargo, alguna vez has incursionado en el humor y en el cuento infantil. ¿Te interesa desarrollar más estas dos últimas líneas?

Esther

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Revista Literaria PROSOFAGIA

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prosofagia - número 10 - octubre 2010


Ñam, ñam, ñam: lo bueno se repite tres veces

por Esther

—Iniciemos con una pregunta que, estoy segura, más de un compañero se hace: ¿Cuál es el origen de tu nick? —¡Jajaja! Pues un origen muy tonto. Son las iniciales de mi nombre completo: Nayra Alonso Monzón. Como nam quedaba soso lo convertí en ñam, que suena mejor. —En Prosófagos te conocemos, claro está, por tu afición a la literatura. ¿Tienes otros intereses que compiten con ella? ¿O que se complementen con ella?

entrevistas del foro

Nayra Alonso Monzón

—Bueno, soy una homínida curiosa, y en la mejor versión de mí misma cualquier cosa capta mi atención. Pero yendo a lo concreto, aparte de la literatura me gusta la música, el cine, la fotografía, y el arte en general. Hace años que no lo hago, pero antes me pasaba el día con el ojo puesto en todo programa cultural que se ponía en circulación, enterándome de quién venía a actuar a Las Palmas, de qué traían los teatros, de si había algún festival por ahí o de si la Filmoteca tenía programado algún ciclo. En fin, yo me apuntaba a todo, sin discriminar. En otro orden, otra cosa que me motiva bastante es la naturaleza. Vivo en el campo y por las tardes salgo a caminar. Doy paseos por los alrededores y me olvido del mundo durante una hora y media o dos. Para mí es vital. Mi campo, mis animales, mi jardín... Vital.

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Ñam, ñam, ñam: lo bueno se repite tres veces

—¿Cuándo y cómo te acercaste a la literatura?

—Bueno, sobre esto yo siempre explico que no fui una niña devoradora de libros sino de cómics. En casa había libros, pero de ellos pocos eran novelas. Eran libros de historia, la mayoría. Recuerdo que yo estaba medio obsesionada con uno de los tomos de un anuario publicado por Difusora Internacional que se titulaba Años de penitencia y que hablaba sobre la Segunda Guerra Mundial. Me fascinaba ese libro. Y otro que también manoseé mucho fue el primer tomo —de seis que eran— de una edición infantil del Quijote. Luego, con el tiempo, leí algunos libros de la colección El Barco de Vapor y ya, hasta ahí mi experiencia lectora de cuando era niña. Como verás, bastante pobre. En la adolescencia leí algo más pero, vamos, que el verdadero acercamiento a la literatura ocurrió en la veintena. —Entre tus autores favoritos se encuentran escritores tan dispares como Mark Twain, Céline o Virginia Woolf. ¿Existe algún denominador común entre todos ellos, y que sea la razón de tu interés? —Todos han conseguido atraparme con sus historias y su manera de ver el mundo y esa es para mí la razón principal. Aunque yo, más que admiradora de autores, me gusta pensarme como admiradora de obras. Porque, y es un ejemplo, me quedo con la Virginia Woolf de Orlando, sin pensarlo, e incluso con la de Fin de viaje, que es tan sosa, pero no puedo con la de La señora Dalloway. Y eso me pasa a menudo, así que mejor te podría hablar de las obras en concreto que me gustan y de por qué me gustan —en otra ocasión y con más tiempo— y quizás entonces se dejaría ver ese común denominador del que hablábamos antes. Pero de momento me remito a lo primero que te dije.

—¿Cuándo empezaste a escribir? ¿Por qué escribir?

—Empecé a escribir cuando empecé a leer de verdad. Y viceversa. Y en cuanto al porqué de hacerlo, bueno, pues porque la vida se pasa mejor escribiendo, lo cual no es poca cosa. Yo creo que la literatura, como tantas otras actividades humanas, nos ayuda a resolver el misterio que supone para nosotros la realidad. Pero sin buscarle al tema sentidos elevados, en lo que a mí respecta diría que escribo sobre todo porque me divierte. Escribir un buen cuento es un reto fantástico. —A veces se escucha la opinión de que estudiar una carrera de letras no es útil si el interés radica en llegar a ser escritor. ¿Estás de acuerdo? —Ninguna carrera faculta para ser escritor. El que se mete en Filología o en Filosofía o en donde sea pensando que va a salir de allí convertido en escritor las lleva claras. Un filólogo es un especialista en textos, un interpretador de textos, y un escritor es otra cosa. Ahora bien, a cualquier escritor le viene de perlas una carrera de letras, eso por supuesto. Te aporta unos conocimientos muy útiles a la hora de escribir. —Tus cuentos muestran una constante: la experimentación. A veces en forma sutil, pero siempre es posible encontrar una variación con respecto a los

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Ñam, ñam, ñam: lo bueno se repite tres veces

—En parte la curiosidad y en parte la insatisfacción de no llegar nunca a donde quiero. —En Prosófagos te hemos leído cuentos, poesías y textos a medio camino entre ambos. Pero nunca has hablado de escribir novelas. ¿No te interesa incursionar en el género, o no deseas hacerlo ahora? —No me imagino escribiendo novelas, la verdad. Bastante me cuesta ya escribir un simple folio. —¿Qué te impulsó, inicialmente, a participar en foros literarios? ¿Qué te ha dejado esta participación? —Me impulsó, otra vez, la curiosidad, la de saber qué provocaban mis escritos en gente anónima. Y desde luego me ha dejado una buenísima experiencia. He aprendido una bestialidad.

—¿Está, dentro de tus proyectos, publicar “en papel”?

—Bueno, de momento solo me preocupa la literatura en sí, llegar a manejar bien la técnica de escribir. Pero bien de verdad. El día que eso ocurra, si ocurre, vendrá lo demás. Y lo demás será eso, tratar de publicar en papel. Uff, sería la bomba.

Ñam nació, creció y vive en Gran Canaria, en Vega de San Mateo, un pueblo de paisajes espléndidos y tradición agrícola-ganadera. Los versos del Capitán, de Pablo Neruda, la despertaron a la literatura, y, paradójicamente, desde que los leyó por primera vez no ha dejado de soñar con la belleza de la palabra escrita. Prueba de ello es su licenciatura en Filología Hispánica y sus relatos y poesías. No importa si escribe sobre geranios, cachorros, amantes (extraños o no) o sobre Fred Astaire: siempre escribe sobre esas cosas que se hacen un hueco entre el corazón y las tripas.

entrevistas del foro

anteriores, en la prosa, los diálogos, la estructura, el enfoque… ¿Qué te motiva a escribir experimentando continuamente?

Esther

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Revista Literaria PROSOFAGIA

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prosofagia - nĂşmero 10 - OCTUBRE 2010


h u m o r

Manuel Pérez Recio (Nelo_) Escritor. O el sueño de un idiota con un lápiz en la mano.

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g r á f i c o


Revista Literaria PROSOFAGIA

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prosofagia - número 10 - octubre 2010


Las reglas del juego

En los anteriores capítulos de esta sección, nuestro compañero D nos habló de los cimientos y los materiales con los que construir la arquitectura de la creación literaria. En su explicación sobre los cimientos encontramos el origen de nuestra propia lengua, la española o castellana, como descendiente del latín, lengua que acompañó la expansión del Imperio romano y que, dos mil años atrás, jugaba un rol similar al que el inglés juega hoy. Como materiales y herramientas, D mencionaba la definición de la RAE sobre gramática, la importancia de la corrección lingüística y el conocimiento de los tipos de palabras y sus funciones.

Sea buen albañil

Elisabet

Resumiendo, si comparamos la lengua con un juego de ajedrez, podríamos decir que los cimientos están en el origen del juego como recreación simuladora de un campo de batalla en cierto contexto cultural; los materiales son las piezas —rey, caballo, peones, alfil…—. Sin duda, es importante conocerlas y saber cuáles son sus posibilidades y funciones en el tablero. Pero, para jugar, nos falta algo más: las reglas del juego. Y aquí entramos en la gramática propiamente dicha. La lengua, tal como nos enseñaban en nuestros cursos escolares, es un sistema de signos organizados con ciertas funciones y reglas. De nada nos sirve conocer las palabras si no sabemos cómo combinarlas para formar frases con un sentido coherente y entendible.

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Las reglas del juego

Un breve repaso histórico Antaño, el estudio comparativo de las lenguas y la gramática tradicional se centraron justamente en las piezas del juego, en clasificarlas, definirlas y describir su función en el texto, siempre relacionada con el significado. Su utilidad e interés era conocer las lenguas, especialmente las clásicas —latín y griego—. Esta gramática era más un estudio taxonómico de las palabras que una ciencia en sentido estricto. A la hora de elaborar las primeras gramáticas en lenguas romances, se partió del modelo latino de Donato. Esto funcionó, pero si lo tuviéramos que aplicar a lenguas de familias muy diferentes, como el suajili o el chino, por poner dos casos muy distantes, seguramente los esquemas latinos no resultarían adecuados. La gramática estructural hizo dar un salto al estudio de las lenguas. Saussure, Jespersen, Bloomfield y sus seguidores se apartaron de la vieja concepción de la gramática y se preocuparon especialmente por la estructura de la lengua, de ahí el nombre de estructuralismo. A estos lingüistas les interesaba describir cómo se organiza una lengua. Cada tipo de palabra es descrito, no por su significado en relación al mundo exterior, sino por su forma y su función respecto a los demás elementos de la oración. Así, las clásicas definiciones del sujeto como “persona, animal, cosa o realidad que ejecuta la acción del verbo o la padece” y del predicado como “lo que se dice del sujeto” quedan obsoletas. Una misma palabra puede desempeñar distintas funciones y tener un diferente valor en distintas oraciones. La gramática estructural definió la lengua como sistema organizado en niveles, cuyas partes adquieren valor siempre en relación a las demás. De la gramática estructural seguramente recordamos aquellos análisis morfológicos que desgranaban las partes de la oración. Podemos resumir diciendo que este análisis atiende principalmente a los elementos y su jerarquía, es decir, a cómo se organizan las palabras, las piezas del juego. Pero el estudio del lenguaje aún debía dar un salto. No bastaba con describir el juego, sus piezas y su ordenamiento. El análisis estructural tenía lagunas. Si la lingüística quería llegar a ser una verdadera ciencia, debía responder a un interrogante mayor: ¿Cómo se origina el lenguaje? ¿Cómo un hablante adquiere la competencia para expresarse en una lengua? ¿Existen leyes invariables y universales que puedan aplicarse a la formación de las lenguas y a su aprendizaje? La gramática generativa o transformacional impulsada por Noam Chomsky y otros autores se propuso responder a este desafío. Y he aquí cómo, en pocas décadas, la lingüística se ha abierto a muchas otras disciplinas y cómo el estudio del lenguaje se ha visto inevitablemente vinculado a la neurología, a la psicología, la sociología, a los estudios sobre inteligencia artificial… En otro artículo entraremos más a fondo en los postulados y hallazgos de esta gramática cuyo fin es describir cómo se originan las reglas de juego y cómo el ser humano, desde bebé y de manera inconsciente, las interioriza en un tiempo asombrosamente breve y aprende a hablar su idioma.

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prosofagia - número 9 - agosto 2010


Las reglas del juego

La falacia clásica

Como esta es una revista de escritores y nos interesa el cultivo de la lengua escrita, bueno será recordar que antiguamente, en el estudio de la lengua, siempre se priorizó y se creyó superior el lenguaje escrito respecto del oral. El lingüista J. Lyons(1) habla de este prejuicio como “la falacia clásica”: durante siglos, se consideró el lenguaje hablado como dependiente del literario. Por tanto, el referente en cuanto a normas y corrección lo marcaba la literatura. Hoy se ha visto cómo esta idea es inadecuada para el estudio del lenguaje. En realidad, el lenguaje escrito —y con él, nuestra querida literatura— es un producto secundario, procedente del oral. La lengua viva no es inmutable: evoluciona, cambia, crece. Por esto los lingüistas actuales centran su atención en los registros orales, en las jergas de grupos sociales y territoriales, en las influencias entre idiomas, las adquisiciones de neologismos, la adopción de palabras extranjeras, etc., porque en todo este proceso se manifiestan, por así decir, las tendencias y las pulsiones de un lenguaje vivo. Es obvio que un campo apasionante para los lingüistas será, también, el estudio del lenguaje en el medio virtual, un espacio donde se da un intercambio masivo y a una velocidad vertiginosa de comunicación —y de influencia entre lenguas y dialectos de una lengua— y donde se practica el lenguaje coloquial en forma escrita, surgiendo abreviaturas, cambios ortográficos, recursos expresivos y un argot propio que inauguran otro capítulo en la historia de las lenguas.

¿Por qué tratar de todo esto?

Sea buen albañil

Sin embargo, esto no quiere decir que lo adecuado en literatura sea escribir tal como se habla. Aparte de que la lengua perdería unidad y coherencia, desperdigándose en cientos de variantes y registros, no siempre comprensibles para todos los hablantes, ¿en qué diferenciaríamos una conversación de café de un relato con valor literario? El lenguaje escrito artístico —el que nos interesa, finalmente, a los escritores— tiene ciertas características. Una de ellas es la normativización: el respeto a las reglas de juego, de forma mucho más rigurosa que el lenguaje oral. De ahí la importancia de conocer bien nuestra gramática y el interés de estudiar el lenguaje. Otro rasgo del lenguaje escrito es, inevitablemente, el arcaísmo. No evoluciona a tanta velocidad como el oral y puede mantenerse prácticamente inalterable durante mucho tiempo —el español de nuestros poetas y autores del Siglo de Oro es perfectamente inteligible hoy—. Y otra característica es su elaboración, su artificiosidad y su complejidad. Rara vez, salvo en ciertas situaciones —cuando impartimos una clase, o una conferencia— hablamos como escribimos. Fuera de contexto, el registro escrito puede hasta sonar recargado y pedante. Cito a E. Bach(2): «[…] necesitamos hacer un esfuerzo mental para concebir el lenguaje como un problema que hay que entender en lugar de como una herramienta número 9 - agosto 2010 - Prosofagia 25


Las reglas del juego que hay que usar. Además, nuestro uso del lenguaje está regido por principios tan profundos e inconscientes que necesitamos hacer un esfuerzo enorme para comprender cuáles son los problemas. Hablar y entender una lengua parecen actividades tan naturales como la de respirar; es fácil darlas por sentadas». ¿Por qué desempolvar el estudio de la gramática, o emprenderlo por primera vez? Por la misma razón que a un músico le interesa aprender solfeo. Claro que puede aprender a tocar de oído, o puede surgir de tanto en tanto un genio que componga maravillosas melodías sin saber leer una partitura… Pero el conocimiento de esas reglas de juego, no solamente de manera intuitiva y natural, sino explorándolas a fondo, le permitirá, cada vez más, perfeccionar su arte y recorrer caminos audaces e insospechados, dilatando las posibilidades del medio expresivo con el que cuenta y que ha aprendido a dominar. Algún día, podrá incluso ir más allá: solo quien conoce a la perfección las reglas del juego puede llegar a saltárselas airosamente.

Bibliografía: Jesús Tusón, Lingüística. Una introducción al estudio del lenguaje con textos comentados y ejercicios. Barcelona, Barcanova Temas Universitarios, 1984.

(1)

J. Lyons, Introducción en la lingüística teórica. Barcelona, Teide, 1971.

(2)

E. Bach, Teoría sintáctica. Barcelona, Anagrama, 1976

Elisabet

Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción. 26

prosofagia - número 9 - agosto 2010


Las reglas del juego

Sea buen albañil Ver Índice de imágenes número 9 - agosto 2010 - Prosofagia 27


Revista Literaria PROSOFAGIA

Revista Cosmopolis, mayo de 1897. Stéphane Mallarmé, «Un coup de dés». Col. particular 28

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Poesía experimental: enunciado e introducción

Cuando recibo, por parte de la redacción de la revista Prosofagia, la sugerencia de escribir un artículo sobre poesía experimental, y pregunto por la extensión que debiera tener, se me comenta que el propósito es publicar una breve aproximación a este concepto, a modo introductorio. Voy a intentar enunciar los diferentes términos comúnmente empleados cuando se habla de poesía experimental con la intención de que el lector interesado pueda profundizar posteriormente en el análisis específico de este movimiento. El presente artículo está fundamentado en la estructura y clasificación utilizadas por Fernando Millán en la introducción de su libro La escritura en libertad.

Compañeros de ruta

José María Lafuente

La denominación «poesía experimental» responde a un período histórico, básicamente el acontecido en Europa, Norteamérica y Latinoamérica en las décadas sesenta y setenta del pasado siglo y que en Italia se bautizó como neovanguardia para diferenciarla de las primeras vanguardias del siglo xx. El término «experimental» aplicado a la literatura empezó a utilizarse en Francia paralelo a la aparición de los primeros «ismos», es decir, lo que en un primer momento se llamó «la vanguardia». El primer antecedente de lo que llegaría a ser el arte de ideas y la poesía visual tiene lugar en el siglo xix. En 1897, Stéphane Mallarmé publica en la revista Cosmopolis su poema Un coup de dés. Como ha señalado Paul Valéry, es el comienzo de la abstracción poética, o mejor aún, su concreción: «Creí ver la figura de un pensamiento por primera vez colocada en nuestro espacio[...] número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 29


Poesía experimental: enunciado e introducción La extensión hablaba allí verdaderamente, soñaba, engendraba formas temporales. La espera, la duda, eran cosas visibles. Mi vista entraba en contacto con silencios que se habían materializado». A partir de este momento la experimentación con la palabra y la escritura fueron una constante en diferentes movimientos de las primeras vanguardias, futurismo, dada…

Filippo Tommaso MARINETTI. Z ang Tumb Tumb , 1914. Col. Particular.

El empleo y uso de la tipografía y el fotomontaje aplicados ya como un concepto experimental servirá de desarrollo a posteriores lenguajes hoy totalmente integrados en nuestra vida cotidiana y que la publicidad se ha encargado de desarrollar y domesticar. A pesar de que estas primeras vanguardias enuncian una experimentación basada en la palabra y su colocación en un espacio finito, serán los movimientos de vanguardia o neovanguardia surgidos después de la Segunda Guerra Mundial los que desarrollen estos conceptos. Revista DADA, 3 ed. Tristan Tzara. Zurich, diciembre 1918. El número 3 de la revista transgredió todas las reglas y convenciones en tipografía. Su innovador diseño discurre parejo a las declaraciones radicales que incluye, como el «Manifiesto Dadaísta de 1918», leído en el Messie Hall de Zurich el 23 de julio de 1918. Col. particular. 30

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Poesía experimental: enunciado e introducción

Póster, litografiado en rojo y negro sobre papel color hueso. 300 x 300 mm. Este ejemplar apaisado de tipo collage fue diseñado como una combinación de póster y programa para una serie de veladas de la campaña Dada organizada por Theo y Petro Van Doesburg y Kurt Schwitters en Holanda en 1923. Col. particular.

El letrismo fue un movimiento fundado en 1946, en París, por el rumano Isidore Isou. Se da la curiosa circunstancia de que, en un lapso de tiempo de treinta años, dos escritores-artistas rumanos van a liderar dos de los más avanzados movimientos de vanguardia, Tristan Tzara, también rumano, había sido en el París de 1916 uno de los precursores de Dada. Isou ha escrito: «El letrismo es el arte que acepta la materia de las letras reducidas y convertidas simplemente en ellas mismas para vaciarlas en un molde de obras coherentes». Además, uno de los miembros más destacados del letrismo, el francés Maurice Lemaitre, señala: «Lo que se ha llamado “letrismo”, por extensión, es en realidad un movimiento general de lo nuevo, como el Renacimiento o el Romanticismo, que desea crear o ayudar a la creatividad, tanto en las artes como en las demás ramas del saber-poder humano, ciencia o filosofía». Tal y como señala Millán: «Esta idea de establecer la base de la poesía en las letras ya se encuentra formulada en Schwitters: “No es la palabra la materia de la poesía originalmente, si no la letra”». En este artículo, publicado originalmente en la revista G (1923), de Hans Ritcher, Schwitters ofrece una teoría de la poesía abstracta, de la que él realizó uno de los momentos cumbres al publicar Ur Sonate en 1929. Continúa Millán: «A partir de la letra y su utilización en todos los aspectos en la primera época, y después en el campo de los signos ya existentes o inventados, el letrismo se ha internado en todos los campos extensivos del arte y Isidore Isou. Agua-fuerte original de la literatura contemporáneos, al tiempo JONAS OU LE DÉBUT D’ UN ROMAN. que ha edificado —sobre todo por me500 x 325 mm dio de su fundador— una muy especial 1974-1977. Col. particular. visión socio-filosófica del mundo».

Compañeros de ruta

Kleine Dada-Soirée. Programma

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Poesía experimental: enunciado e introducción

Varias portadas de la revista Fluxus. Números: 1, 6 y 9. Col. particular.

Happening, movimiento creado en Norteamérica por John Cage a principios

de los años sesenta. A través de su organización como movimiento Fluxus y contando con la participación de Kaprow, Brecht, Higgins o el alemán Vostell, futuro editor de la revista Dé- collage, se desarrolló por todo el mundo. En un principio, el happening apareció como un espectáculo, como un hecho teatral, siendo la respuesta americana a los planteamientos más radicales de la vanguardia europea. Posteriormente se fueron ampliando sus campos hacia la escritura, el cine y la música aunque la acción siguió constituyendo su actividad principal. Cage ha declarado: «estamos intentando identificar vida con arte». Fluxus, con sus conciertos, sus revistas y sus publicaciones y con la incansable actividad del lituano Maciunas ha alcanzado una difusión y una influencia universales muy en consonancia a su vez con la influencia cultural y económica del país del que procede y que se impregna en todos Revista Fluxus, Nº. 10. Mayo, 1976 los estamentos de la cultura. Col. particular.

Poesía concreta. Tal como nos recuerda Millán: «En el nacimiento de la poesía concreta se da una característica que va a ser clave en las neovanguardias, el internacionalismo. En efecto, en tres países distintos, y separados por miles de kilómetros, personas que no se conocían de nada deciden utilizar la denominación “poesía concreta” para sus propias producciones». Este término fue dado por el grupo brasileño Noigandres a sus producciones a partir de 1955, aunque el inicio del nuevo movimiento poético brasileño data de 1952; por otro lado, en 1953 Oyvind Falhström publicó un Manifiesto para una poesía concreta, y el suizo Eugen Gomringer, también en 1953, dio a conocer su fundamental libro Constelaciones. En 1958, el grupo Noigandres publicó 32

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Poesía experimental: enunciado e introducción

Poema extraído de Constelaciones Gomrimger utiliza las palabras para crear con ellas imágenes y “constelaciones”. Las líneas junto con el espacio dispuesto en la página forman parte de la creación. El poeta suizo de origen boliviano siempre tiene presente la internacionalidad en sus obras, en las que utiliza distintos idiomas.

Eugen Gomringer. Constelaciones, 1953. Col. particular.

avenidas avenidas y flores flores flores y mujeres avenidas avenidas y mujeres avenidas y flores y mujeres y un admirador

Compañeros de ruta

un manifiesto que ha quedado como el texto teórico más importante de la poesía concreta. Dice, entre otras cosas: «Poesía concreta: producto de una evolución crítica de las formas, dando por cerrado el ciclo histórico del verso (unidad rítmico-formal), la poesía concreta comienza por tomar conocimiento del espacio gráfico como agente estructural. Estas características de la poesía visual, sintética y no discursiva, se complementan con una tendencia objetual y autosuficiente. En los casos ideales, los textos concretos utilizan el lenguaje no solo como portador de significados, sino por encima de esto, y tal vez de un modo más acentuado como acto fonético y visual».

Estos tres movimientos enunciados están en la base de la mayor parte de las posteriores corrientes artísticas basadas en la poesía y la escritura. El estudio pormenorizado y aquí simplemente apuntado nos introducirá en el apasionante mundo de la poesía experimental.

José María Lafuente ha sido colaborador junto a Fernando Millán de la organización y exposición «Escrito está – Poesía experimental en España». 30 de mayo a 20 de septiembre de 2009 en Artium, Centro-Museo Vasco de Arte contemporáneo (Álava). 18 de enero a 25 de abril de 2010 en el Museo Patio Herreriano de Valladolid (Valladolid). Visita guiada por Fernando Millán de Escrito está. (vídeo de Artium) número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 33


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Revista Literaria PROSOFAGIA

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Cuando brevedad e intensidad se unen II

Artículo

Plásido

¿Q

ué es un holema? En la primera parte de «Cuando brevedad e intensidad se unen» (Prosofagia Nº 5) se definió como holema a las miniaturas literarias, a esos escritos brevísimos que constituyen un género en sí mismo, que no llegan a ser cuentos, a las mini narraciones. Se señaló la importancia, en la construcción de los holemas, del título, que forma parte de la narración, del inicio, y del final. La palabra holema fue aceptada con cierta enhorabuena y tímidamente le vamos perdiendo el miedo. El holema es partícula y es todo y se caracteriza por esa dimensión contradictoria de estar sintiendo lo universal en lo particular. Quién no se ha quedado prendado de un fragmento de novela, quién no ha pensado que un simple chiste, la expresión de un simple chiste puede ser literatura. Baudelaire descubrió los pequeños poemas en prosa, donde el poema se trastoca en holema, la rima de los versos se torna construcción en prosa. La miniaturización de un sentimiento, de una vivencia, de una intuición, hasta de una leyenda, son los holemas. Y si los poemas buscan la rima, la consonancia de los finales de línea, los holemas buscan la construcción milimétrica, el encaje exacto de la idea en la mínima expresión. La inmensidad puede ser descrita con poco, “al mar” se lo puede encerrar en algunas líneas, “el personaje” de novela puede surgir de un párrafo como la relación tormentosa de un matrimonio mal avenido. La miniaturización es posible en la literatura que nos había acostumbrado a lo extenso. Y esta miniaturización es la holesía.

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Cuando brevedad e intensidad se unen II La variedad de designaciones para este género: texticulos, ficción súbita, micro ficción, mini cuentos, cuentos breves, micro relatos… nos indica que no hay cascabel que identifique al gato. En efecto, esta diversidad en las designaciones no es obra del azar, sino que, más bien, surge del carácter cambiante de estas miniaturas literarias y de la diversidad en los enfoques y análisis sobre el género. Por ejemplo, Lauro Zavala, uno de los máximos teóricos del género, considera el nombre minificción porque: La minificción es un género literario autónomo. Es decir, no es una versión breve de otros géneros. No es un minicuento ni una mininovela, etc. La minificción es un género híbrido donde se fusionan diversas tradiciones textuales, gracias al ácido retórico de la ironía, que disuelve fronteras convencionales. Estas tradiciones pueden ser literarias (narración, poesía, ensayo, crónica, etc.) o extraliterarias (confesión, epitafio, solapa, oración, reseña, instructivo, etc.). (1)

Sin embargo, David Roas afirma que prefiere:

Microrrelato, porque reúne las dos características básicas de este tipo de textos: hiperbrevedad + narratividad. También me parecen bien, por la misma razón, microcuento o minicuento... Aunque debería rechazarse microficción como sinónimo de microrrelato, puesto que es un término mucho más general, donde pueden encajarse otras formas hiperbreves no necesariamente narrativas (aforismos, prosas poéticas, etc.). Hiperbreve también me parece un término demasiado vago. (2)

Para mí, que pienso que estos relatos cortos tienen la misma cantidad de poesía que de cuento, la palabra holema viene como anillo al dedo. Palabra que derribaría por extensión la holesia. Y no es vanidad lo que me guía para crear palabras. La brevedad es la prima característica que define el nuevo género. Ojeando el blog INTERNACIONAL MICROCUENTISTAS(3) en su ventana de micro concurso llama la atención la extensión que se le exige a estos textos. Por ejemplo, inferiores a cien palabras, no superiores a doscientas cincuenta palabras, de una cuartilla, de veinticinco líneas, de trescientas palabras, de una hoja, de treinta y cuatro líneas, de entre cincuenta y noventa, de entre trescientas y setecientas palabras, de diez líneas, de cuatrocientas palabras, de mil cuatrocientos caracteres. ¿Es posible basarse en la extensión para definir el género? Hay quienes postulan que un microcuento es un cuento de escasa extensión; estaríamos hablando, entonces, de un subgénero del género “cuento”. Pero muchos postulan lo contrario: que no es únicamente la brevedad lo que caracteriza a estas obras: estamos, entonces, hablando de un género diferente al de los cuentos. Sin dudas los textos breves e Internet se llevan muy bien de la mano. Acercarse a Internet buscando literatura nos conduce a intentar ser breves. A impactar con pocas palabras. La Red es fundamental para explicar la popularización y crecimiento del género. Piénsese, por ejemplo, que hoy por hoy es posible organizar concursos literarios en Twitter… Y de hecho, se dan propuestas creativas asociadas con el tuiteo. Si la brevedad fuera la única característica a tener en cuenta las discusiones que —muy brevemente— se han expuesto carecerían de sentido. No es la única, hay otras: precisión, versatilidad, impacto, intensidad, emoción, sutilidad, condensación, concisión.

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Cuando brevedad e intensidad se unen II

Definición ¿Un minicuento? Un espermatozoide. No cualquiera. El que penetra y fecunda. El holema es un ser extraño y su creación se caracteriza por la confianza, del autor, en el lenguaje, en la escritura: el lenguaje es más que suficiente para que esta construcción anidada en la fisura entre la realidad y la ficción genere la ambigüedad en el lector, la ambigüedad de lo maravilloso. Es el lector quien crea y quien acaba de construir la historia y su significación. Incluso el rapto creativo tiene en el lector su significado final. Ejemplo (5):

La más absoluta certeza Pocas certezas es posible atesorar en este mundo. Por ejemplo, Marco Denevi duda con ingenio de la existencia de los chinos. Y sin embargo yo sé que en este momento usted, una persona a la que no puedo ver, a la que no conozco ni imagino, una persona cuya realidad (fuera de este pequeño acto que nos compete) me es completamente indiferente, cuya existencia habré olvidado apenas termine de escribir estas líneas, usted, ahora, con la más absoluta certeza, está leyendo. (Ana María Shua)

Artículo

Un buen ejemplo de ello es el siguiente “minicuento”, de Saturnino Rodríguez Riverón (Cuba), en el que, justamente, expone un nombre para el género y en relación a sus características (4):

El holema tiene por objeto impactar, y por eso no da cabida a lo extenso, hay que ser directos y deslumbrar, con un hecho poético, bello, con un chiste, con una buena idea, con un razonamiento lúdico, con poesía en prosa. El holema debe ser un cross al mentón, que deje k. o. y si es su característica primera la brevedad, es la concisión, una mezcla de síntesis e intención donde radica su eficacia. Debe provocar en el lector segundas y terceras lecturas. Nos ha impactado por su idea sublime, por su truncado final, por su belleza interior, por su genialidad, por lo ilógico de su argumento, y deseamos reanudar su lectura, por puro placer. Pienso que la libertad siempre tiene algo de libertinaje y concibo el holema así, irreverente, irracional. Creo que sobre todo reivindica nuestra irracionalidad, y es por ello que son breves, como si no nos atreviéramos a ser prolijos con ella, con la irracionalidad a la que tememos. ¿Qué nos deparará? Ejemplo:

La pelota Me adelanto a una velocidad fulgurante, ya estoy en el área penal, desbordo a los defensores, el arquero sale a detenerme, me escapo por el costado, cruzo la línea de gol, me voy contra la red. El público grita enloquecido. Flor de golazo, comentan los aficionados. Flor de patada, pienso yo, dolorida, mientras me alzan para llevarme otra vez a la mitad del campo. (Ana María Shua)

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Cuando brevedad e intensidad se unen II El holema debe ser escrito con precisión, con la precisión de un relojero suizo. En la construcción de un holema según Ana María Shua(6): «se debe tener paciencia en el tallado y pulido». Para David Lagmanovich(7) «en primer lugar leer, leer muchos textos del género elegido, de diversas épocas y diversos orígenes (“¿has leído a Kafka, a Örkény, a José María Merino, a Pía Barros?”); no ir a esa lectura con preconceptos; y luego elegir —para tu creación individual— el camino que mejor refleje tu visión del mundo y de los seres humanos».

Si al que crea poemas se le llama poeta al que crea holemas se le llamará holeta.

Fuentes: (1)

Lauro Zavala. Entrevista en Internacional Microcuentista.

(2)

David Roas. Entrevista en Internacional Microcuentista.

(3)

Internacional Microcuentista. Revista de microrrelatos y otras brevedades.

(4)

«Metaficciones mínimas», Saturnino Rodríguez Riverón, en

El cuento en Red, revista electrónica de teoría de la ficción breve, Nº 20.

(5)

«La más absoluta certeza», en Químicamente impuro. Literatura activa.

(6)

Ana María Shua. Entrevista en Internacional Microcuentista.

(7)

David Lagmanovich. Entrevista en Internacional Microcuentista.

Plásido 40

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Cuando brevedad e intensidad se unen II

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Revista Literaria PROSOFAGIA

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Entrevista a María Dueñas

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eNTREVISTA

por Deusvolt (Sergio G. Ros)

ace ya algunos meses acudí a la librería Escarabajal de Cartagena para conocer en persona a María Dueñas, la autora de El tiempo entre costuras, la novela revelación del año.

Ana Escarabajal, la dueña de la librería, tuvo la cortesía de presentarme como coordinador de la tertulia que, mensualmente, celebramos allí. En todo momento María se mostró muy amable, aunque nos fue imposible mantener una charla continuada debido al incesante goteo de lectores que se acercaban a su mesa, conversaban con ella y le contaban lo mucho que les había gustado la obra. Observándola me pregunté qué es lo que estaría sintiendo en esos momentos: hacía apenas unos meses, aquella mujer nacida en Ciudad Real, doctora en Filología Inglesa y profesora titular de la Universidad de Murcia, era una desconocida para el gran público, y ahora estaba firmando la decimoquinta* edición de su primera novela. De nuestro encuentro rescato la impresión de haber conocido a una mujer accesible, culta, de maneras delicadas y con la que congenié porque a ambos nos gusta mucho la novela Desgracia, de Coetzee. Aproveché esa mano tendida para hablarle de la revista Prosofagia, una revista literaria que había nacido en la virtualidad, y que contaba con muchos escritores noveles y no tan noveles entre sus filas, hispanohablantes de todo el mundo. Eso creo que le gustó, pues la editorial Temas de Hoy le había comunicado que probablemente en otoño iniciaría una gira para presentar la novela en Sudamérica.

Y así fue básicamente como nació esta entrevista.

* N del A.: A fecha de hoy ya lleva 23 ediciones, ronda los quinientos mil ejemplares vendidos y ya se ha anunciado una futura adaptación televisiva. número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 43


Entrevista a María Dueñas

—María, como te comenté, entre los lectores de Prosofagia hay muchos escritores, y entre ellos muchos noveles. No es ningún secreto que el panorama literario actual, ensombrecido por la crisis, no deja muchos huecos para ellos, ¿qué puedes decirles de tu experiencia?, ¿fue fácil para ti conseguir agente literario y después editorial? ¿Hay esperanza para los que intentamos (y me incluyo) publicar? —Yo creo que hay muchísima esperanza, y mi caso es un ejemplo de ello. Comencé a escribir sin conocer a nadie en el mundo editorial, y cuando digo a nadie me refiero a cero personas del sector: ni escritores, ni editores, ni periodistas culturales, ni críticos… Por esta razón, lo primero que decidí fue buscar una agencia literaria que me representara. Tuve suerte y me aceptó Antonia Kerrigan. Y ahí arrancó todo… —Personalmente, admiro mucho a Murakami Haruki, el exitoso novelista japonés que, un buen día, superados los treinta años, mientras veía un partido de béisbol, decidió ser escritor. ¿Crees que existe una edad determinada para empezar a escribir? —En mi caso particular, desde luego, ha sido así: algo parecido a Murakami, salvando las distancias. En un momento concreto de mi vida, recién entrada en la década de los cuarenta, me topé durante un viaje con unos escenarios históricos entrañables y me pregunté cómo podía ser que nadie hubiera escrito sobre ellos. Y entonces, repentinamente, decidí hacerlo yo. Y me resultó muy sencillo, porque fui capaz de emprender mi camino con la lucidez que dan los años, las capacidades que la vida te hace desarrollar, y el sosiego suficiente como para abordar la aventura sin prisas ni ansiedades, disfrutando cada momento pero aplicando a la vez mi bagaje personal y la disciplina, el rigor y el ojo crítico que me han aportado la edad. ¿Habéis leído una columna de Arturo Pérez-Reverte en El Semanal destinada a jóvenes escritores y publicada hace apenas unas semanas? Pues habla de todo esto, y suscribo una a una sus palabras.

—Voy a hacerte una pregunta muy original: ¿Por qué escribes?

—Escribo porque la vida es muy ancha y no quiero limitarme a seguir una única senda estrecha y lineal hasta el final de mis días. Escribir me ayuda a expandirme, a enriquecerme; me entretiene, me ilusiona, me absorbe, me hace disfrutar… 44

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Entrevista a María Dueñas

—Soy una persona muy independiente que disfruta enormemente de la soledad, quizá porque mis actividades cotidianas están irremediablemente llenas de ruido y gente. Las largas —larguísimas— horas frente al teclado me han aportado ilusión, sosiego, satisfacción… A simple vista, ninguno de mis personajes tiene nada que ver conmigo, pero supongo que todos ellos guardan en el fondo algo de mí: de mi visión del mundo, mis principios, mis valores, mis querencias, mis afectos, mis preocupaciones… —A estas alturas estoy seguro de que muchos lectores ya saben que parte de tu maravillosa recreación del Protectorado Español en Marruecos fue posible no solo gracias a una profusa labor de documentación, sino de las vivencias de tu propia familia. ¿Nace El tiempo entre costuras de un anhelo hacia una época especial, un lugar especial? —El Protectorado de España en Marruecos terminó en 1956, hace poco más de cincuenta años y, contrariamente a lo lógico, su existencia parece haberse volatilizado en la memoria colectiva de los españoles, quizá por nuestros absurdos complejos respecto a lo correcto y lo incorrecto en la recuperación de nuestra historia más reciente. En cualquier caso, ahí estaba aquel viejo y entrañable Marruecos español, esperando que alguien se acordara de él. Y ahí estaba yo, cargada de información privilegiada aportada por quienes vivieron aquel mundo en primera persona. Unir una cosa y otra fue el arranque de la novela.

entrevista

—¿Qué te ha aportado tu experiencia vital en la soledad frente al teclado?, ¿cuánto de María Dueñas profesora, ama de casa, madre, antigua estudiante… pulula entre sus personajes?

—¿No tienes la sensación de que esos lugares, como ocurre en la inolvidable Casablanca, actuaron como oasis en medio de la barbarie mundial, paradojas geográficas donde era posible que enemigos acérrimos compartieran un coñac y un puro? —Aquel Marruecos ofrecía opciones vitales para todos: para quienes honradamente querían ganarse la vida, y para quienes por cualquier razón deseaban esconderse, reinventarse o empezar una nueva andadura sin mirar atrás. Eso convirtió aquel entorno en un tablero apasionante en el que se cruzaban todo tipo de individuos y circunstancias. De todas maneras, no todo fue distancia y sosiego frente a la barbarie: el inicio de la Guerra Civil española, por ejemplo, tuvo consecuencias muy desgraciadas para algunos de los que habitaban aquel mundo. —De los personajes históricos destacan sobre todo Rosalinda Fox y Juan Luis Beigbeder (que por cierto, nació en Cartagena). ¿Por qué ellos?, ¿te sirvieron de inspiración, es decir fueron pieza clave en el planteamiento de la trama? —Rosalinda Fox y Juan Luis Beigbeder fueron los detonantes de toda la trama, porque el hilo narrativo de la novela sigue su aventura vital a través de los años que estuvieron juntos. En algún momento inicial me planteé hacer de ellos los protagonistas de la novela, pero después preferí adoptar una posición más distanciada, y entonces creé a Sira Quiroga para que nos contara qué fue de ellos. Lo que pasó después fue que Sira comenzó a crecer y se hizo con el protagonismo absoluto de la novela. —En toda la novela, y si me lo permites, incluso en el sello de algunos personajes (como la propia Sira), me pareció percibir una influencia de la cultura número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 45


Entrevista a María Dueñas inglesa más allá de las tendencias o simpatías hacia uno de los bandos armados, algo muy sutil, que se percibe en la forma de transmitir las emociones. ¿Reconoces esa influencia en tus personajes?, ¿fue algo premeditado?, ¿crees que influye también en tu estilo literario? —Por mi formación, profesión y afinidad personal, estoy muy vinculada al mundo anglosajón en todas sus vertientes: lengua, cultura, historia; incluso modo de vida en algunos aspectos. Me siento muy cómoda leyendo y escribiendo en inglés y funcionando entre sus gentes y sus instituciones. Todo eso creo que permea en mi escritura de una forma natural, sutil pero evidente. No lo hago a propósito; a menudo incluso es algo inconsciente que denoto mucho después, pero tampoco me esfuerzo por neutralizar ese componente tan integral en mi vida.

—Otra pregunta original: ¿Cuáles son tus escritores y libros preferidos?

—Muchos, muchos… Soy poco mitómana y, a pesar de tener una formación académica, soy muy ecléctica en mis gustos. Mezclo de todo: novela contemporánea con clásicos, best sellers con premios Nobel, españoles con extranjeros… —¿Qué rol tuvo la escuela en tu interés por la literatura? Como profesora de universidad que eres, ¿crees que hoy por hoy la educación formal encara de otra forma (peor o mejor) el despertar o sostener el interés por leer y escribir? ¿Encuentras diferencias notables con la enseñanza al otro lado del Charco, en Estados Unidos, donde has sido docente? —Las clases de Literatura pueden suponer una maravillosa puerta de acceso a la lectura, o pueden hacer odiar los libros para siempre: todo depende de la metodología y el profesorado. En mis tiempos, nos limitábamos a memorizar la vida y milagros del autor y su época, a estudiar el argumento de sus obras, y a tragarnos cuatro datos más sin adentrarnos en la lectura crítica de los textos, sin reflexionar ni conversar sobre ellos, sin opción a debatir sobre nuestras impresiones y emociones durante la lectura… Mucho me temo que en la mayoría de los casos, lamentablemente, la tendencia sigue siendo la misma treinta años después. Y en cuanto a la escritura, bueno, me habéis tocado la fibra sensible con esta pregunta. Creo que la enseñanza de la escritura es una de grandes asignaturas pendientes del sistema educativo español —junto con la enseñanza de idiomas—. Se enseña a los alumnos a analizar oraciones sintácticamente con un alto grado de complejidad y sofisticación, pero nadie se preocupa de que desarrollen capacidades para argumentar ideas, para rebatir opiniones, para sostener puntos de vista, para criticar flexivamente lo que leen u oyen, para cohesionar su pensamiento… Nadie les habla de que los textos deben tener coherencia interna, nadie les enseña a hilar segmentos, a estructurar el discurso, a trabajar con distintos registros… No escriben, no practican, no se les orienta, no se les aporta una corrección constructiva. Y eso es lamentable. En Estados Unidos, con sus glorias y miserias en materia educativa, todo es mucho más aplicado, menos mecánico y memorístico, más práctico y volcado en la realidad de los estudiantes y del mundo. A mi modo de ver, sería muy positivo trasladar a nuestra práctica pedagógica muchas de esas opciones. —Tu novela ha pugnado en los escaparates de las librerías con las novedades de veteranos y consagrados escritores, y, sobre todo, con tendencias literarias muy marcadas (género negro-nórdico). ¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito El tiempo entre costuras si es tan complicada de clasificar? 46

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Entrevista a María Dueñas

—¿Nos puedes adelantar algo de tu próximo proyecto?

—Mezclará tiempos y geografías, y volverá a integrar las pulsiones que a todos nos atañen: amor, dolor, inquietudes, desengaños, reconstrucción… Tendrá también algo de recuperación de memoria colectiva y de nostalgia por el tiempo que se fue y, paralelamente, integrará cuestiones contemporáneas, vida de todos los días. Y sorpresas, y algo de humor, y acción, y un poquito de intriga. Y muchos, muchos afectos.

—Muchas gracias, María. Ha sido una verdadera delicia charlar contigo.

—Gracias a vosotros, y mucha suerte en la escritura y en la vida.

entrevista

—Pues quizá por eso precisamente, porque lejos de encasillarse en un género único, aporta un abanico de componentes que resultan atractivos para todo tipo de lectores: nos retrotrae a tiempos pasados que sin embargo nos son cercanos, nos hace viajar a escenarios evocadores, nos hace sentir pasiones humanas que a todos nos tocan de cerca: superación, amor, lealtad, traición, incertidumbre, amistad…

María Dueñas Vinuesa (Puertollano, Ciudad Real, 1964) Es doctora en Filología Inglesa y profesora titular de la Universidad de Murcia. Ha impartido docencia en universidades norteamericanas, es autora de trabajos académicos y ha participado en diversos proyectos educativos, culturales y editoriales. Su familia materna vivió en Tetuán durante la etapa del Protectorado Español en Marruecos y, a partir de los recuerdos y evocaciones de aquella época, nació la trama de El tiempo entre costuras. http://eltiempoentrecosturas.blogspot.com/

Sergio G. Ros (Deusvolt) Escritor novel en busca de agente o editorial, y reseñador. número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 47


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Revista Literaria PROSOFAGIA

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Déjà vu: un camino para no publicar I

Artículo

Esther y zoquete

Soy escritor. “Escritor” es efectivamente la descripción general más simple y a la vez más justa de mi persona. En la medida en que soy también psicólogo, filósofo aficionado, estudioso de las cuestiones humanas, soy todo esto porque es parte de la clase de escritor que soy. Siempre he sido un buscador. Y mi búsqueda ha adoptado la forma de ese intento de contar la verdad al que acabo de referirme. He conservado, así lo creo y espero, puro mi don. Esto significa, entre otras cosas, que nunca he sido un escritor de éxito. Nunca he tratado de ser complaciente a expensas de la verdad. He conocido, durante largas épocas, el tormento de una vida carente de autoexpresión. El más eficaz y sagrado precepto que puede imponérsele a un artista es el mandato: espera. El arte tiene sus mártires, y no son los menores quienes han preservado su silencio. Hay, me arriesgo a decir, santos del arte que han preferido esperar mudos toda su vida antes de profanar la pureza de un solo pasaje con algo que no fuera perfectamente apropiado y bello, es decir, con algo que no fuera verdad.

Bradley Pearson, funcionario gris, ve en su jubilación el momento dorado para dedicarse a escribir. Entonces, con todo el tiempo del mundo, se descubre en blanco.(1) Un escritor o escritora, a priori, es quien escribe, pese a las palabras de Pearson. Eso es todo (así lo avala cualquier definición de todos los diccionarios del mundo). Lo es un niño en la escuela en sus redacciones y dictados, lo es quien redacta los discursos o cartas de su jefe, lo es quien prepara documentos notariales, plantillas mediante. ¿Escritor no, tal vez amanuense? Estrictamente hablando también un número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 51


Déjà vu: un camino para no publicar I cocinero es quien prepara alimentos, para su propio consumo, el de su mascota, para el MacDonal’s o un restaurante con estrellas Michelin. No lo discutiremos, el debate lo dejamos en sus manos, lector y escritor en ciernes, ya que no es el propósito de este artículo y solo pretendía ser un punto de partida: resulta sorprendente la preocupación de tantísimos escritores por publicar. ¿Por qué? ¿La condición de escritor queda definida, per se, por ser publicado? ¿Por qué o, mejor aún, para qué publicar? ¿Quizás porque la obra en papel supone una especie de certificado o título que acredita que quien publica es reconocido por terceros como escritor, más allá de lo que pueda dictaminar su fuero interno? Por favor, no lean entonces a Vila-Matas en su Bartleby y compañía(2) , quien cita escritores a quienes nadie negaría su apelativo por más que transcurrieran años sin que hubieran construido una sola frase publicable. ¿Quizás para ver la propia obra con ISBN, tratada por alguna editorial, obtener un cierto reconocimiento, cierta satisfacción personal, algún lucro? ¿Es la llave para pertenecer a colecciones de bibliófilos, ser un orgullo para familiares y amigos, conocer un posible universo lector, darse publicidad o enriquecer el currículo? Hay motivos para todos y no necesariamente excluyentes. Pueden darse a la vez o por separado, y a lo largo de los diferentes estadios de la actividad de un autor. Lo que nos interesa aquí es el camino a emprender para llegar al lector desde que se finaliza la obra, ya sea un erudito documento de seiscientas páginas fruto de cinco años de titánico esfuerzo o un improvisado poema escrito en la servilleta de un pub en las postrimerías de una madrugada de efluvios alcohólicos. La motivación de la que hablábamos no es aspecto baladí también a la hora de definir cuál es el camino que se emprenderá: cada motivo puede conducir a distintas estrategias de publicación. A poco que se mire, publicar constituye algo más que elaborar textos más o menos originales, más o menos ingeniosos, con el fin de entretener a nuestras amistades y recibir la aprobación de nuestras familias. Supone lanzarse al ruedo de la profesionalización de lo que hasta la fecha podría confundirse con una simple afición, improvisada actividad, como el típico diario de adolescente o las memorias del abuelo. Supone plantearse cómo llegar a un lector que dispone ya de una amplísima oferta de libros, buenos libros, obras maestras imperecederas muchos de ellos, que devorar. En términos editoriales un libro forma parte de una cadena de valor. Como producto, queremos pensar en que es cultural —¿u ocioso?—. Viendo esta cadena de forma simplificada:

Creación

Producción

Reproducción

Difusión

Consumo

Autor

Editorial

Imprenta

Librería

Lector

Sin embargo, si se analizan los eslabones nos encontramos con un entramado de alta complejidad. Si bien distintos autores desglosan de diferente forma esta cadena, podemos tomar una entre ellas: 52

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Déjà vu: un camino para no publicar I Actores Autores

Creación

Ilustradores Agentes editoriales Empresas editoras Editores Traductores Correctores de estilo Diseñadores

Producción

Diagramadores Imprentas Encuadernadoras Fabricantes de papel

Artículo

Eslabones

Distribuidores de papel Medios de difusión

Distribución / Difusión

Distribuidores de libros Importadores

Acceso Disfrute

Canales de venta minorista Bibliotecas Lectores

Los eslabones de la industria editorial(3)

Vale la pena destacar que estas cadenas de producción y comercialización están pensadas para la industria del libro (y del lector) tradicional. Pero estamos en una época de cambios drásticos. Muchos de estos eslabones se están reinventando, cuando no son eliminados o sustituidos por otros y, por supuesto, cambiando su peso específico en el valor final del libro. No parece un mal ejercicio para quien desea publicar plantearse la importancia de cada uno de ellos. Si la industria suprime, por poner un ejemplo nada deseable y afortunadamente ficticio, a los correctores de estilo, ¿debe el autor darle importancia, ocupar ese lugar o dejarlo en el limbo? Obsérvese un ejemplo sencillo: ¿en qué emplea su tiempo, hoy por hoy, un escritor, sea novel, recién iniciado o ya consolidado? Queremos decir: en qué emplea su tiempo literario. ¿En escribir sus obras? Para la mayoría, en muchas otras cosas que no son escribir, generalmente orientadas a la difusión de su obra, a alimentar el poder mediático. A saber: colaboraciones en prensa, conferencias, mesas redondas, foros y portales literarios, ser entrevistado o entrevistar a otros autores, participar como concursante o jurado en certámenes, atenciones a la correspondencia, debates, atender su página web, corresponder a otros escritores pasando por sus páginas webs, de Facebook y Twitter, reseñar libros en diarios, revistas y sitios web, presentaciones multimedia de libros, promociones radiofónicas y televisivas, vincularse con otros medios, como vídeo-juegos u otro tipo de productos. El eslabón de creación y el de difusión se número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 53


Déjà vu: un camino para no publicar I entremezclan y confunden: el autor no solo crea su obra, también se dedica a publicitarla y/o publicitarse a sí mismo. No por azar muchos son los libros escogidos en función de la fama del firmante. Se hace obvia la pregunta: ¿No se corre el riesgo de no escribir por estar ocupado en otras actividades que aparecen por escribir? También parece natural esta otra pregunta: ¿Cuántas de estas actividades existían o eran comunes en el siglo xix? ¿Y en el siglo xx? O se puede plantear la pregunta más enrevesada: Usted, en 2004, ¿sabía de la existencia de blogs o había pensado en abrir uno? ¿Conocía la existencia de redes sociales? Seis años atrás, nada más… Con todo, jamás en la historia quien escribe lo había tenido tan fácil para disponer de canales que le comuniquen directamente con toda una multitud de lectores. Blogs, foros, portales, revistas literarias y editoriales (en papel o formato digital) cada vez lo ponen más fácil para dar espacio al creativo. Otra cosa, muy diferente, es pensar que eso nos convierte automáticamente en un Pérez-Reverte, Dan Brown, Stephen King, Kafka o Dostoievski. En función de quién sea nuestro referente deberemos adoptar una estrategia u otra. Si hablamos de Borges o Flaubert, parece razonable perder la razón cual Quijote por aprender de los grandes: leer, leer y leer, para después escribir con la precisión de un relojero y corregir con la obsesión del pianista David Helfgott(4) . Cuidarse de la ortografía, gramática y de la tensión y pulso narrativo de Chejov. Si buscamos un éxito multitudinario como el de El Código da Vinci o Harry Potter, quizás debiéramos obsesionarnos principalmente por cómo se mueven las tendencias del mercado, los gustos del lector y las bambalinas del sector editorial, bien retratadas en el blog Miserias Literarias de un fantasmagórico autor autodenominado «Prometeo». El atajo cuando se desea un público masivo suele consistir en atender a las preocupaciones universales: suerte, amor y dinero. Dicho de otro modo, sangre, sexo y fama. Un Borges hoy en día, podemos especular, posiblemente se encuentre en mayores problemas para publicar que cualquier otro, por sus tendencias narrativas: vende más ese otro Código da Vinci y análogos. Eso no quita que quien quiera escribir best sellers no por eso deba descuidar la gramática.

Fuentes: (1)

Iris Murdoch , El príncipe negro, 1973.

(2) Enrique Vila-Matas, Bartleby y compañía, Anagrama, colección Narrativas hispánicas, Barcelona 2000. (3) Rosa Osimani, Conglomerado de la industria editorial. Informe de Caracterización, Montevideo, julio de 2009. (4) David Helfgott conocido por su espléndido dominio del piano, pero también por su perturbación mental, espléndidamente relatado en la película Shine de Scott Hicks. (5)

Miserias Literarias (http://miseriasliterarias.blogspot.com)

Esther y zoquete 54

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Déjà vu: un camino para no publicar I

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Revista Literaria PROSOFAGIA

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Déjà vu: un camino para no publicar II

Artículo

Esther y zoquete

E

Es dudoso el sentido que tiene hablar de Kafka, Dostoievski, Borges, por poner ejemplos de referentes literarios, a la hora de buscar la publicación. Cada uno publicó a su manera, en sus circunstancias y que nada tienen que ver con las de ahora. ¿Hasta dónde la experiencia de James Joyce, con sus veintidós rechazos editoriales a Dublineses, puede ser rescatada en una época donde los procesos de cambio se aceleran año tras año? Aquel medio de difusión que era novedad hace apenas un lustro, hoy va camino de ser obsoleto. No hace mucho la piratería en Internet fue vista como una forma gratuita de publicidad de una obra. Hoy adquiere tintes de amenaza. En función de los elementos que se consideren necesarios en la cadena de valor del libro, podemos encontrar atractivas ofertas que priman algunos de sus eslabones, el currículo tertuliano televisivo del autor, sobre otros, como una encuadernación en tapa dura, por decir algo. Observando lo anterior, cabe plantearse qué cambios están sufriendo todos los actores del proceso de producción del libro. Y hasta dónde el autor, si desea publicar, también debería implicarse en esa dinámica, y qué aspectos potenciará en detrimento de otros. En tiempos de crisis, hay que abrir los ojos más que nunca y, sobre todo, no dar nada por estable, estar abiertos a todas las novedades. ¿Estamos preparados, tanto en apertura mental como en conocimiento, para enfrentar estos cambios acelerados, sin desperdiciar oportunidades y a la vez sin caer en las trampas de lo novedoso por lo novedoso?

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Déjà vu: un camino para no publicar II En semejante río revuelto y para evitar ahogarnos en infinitas casuísticas, podríamos canalizar estas reflexiones en una de las habituales preocupaciones de los prosófagos:

¿Qué hace el autor principiante en un mundo editorial que cambia?

Estableciendo un símil culinario e identificándonos con la figura del cocinero, no nos vale la receta de la tortilla de patatas, por más que disfrutemos su olorcillo a ajo que nos recuerda a nuestra abuela. Debemos ofrecer algo único, diferente, que sacuda las conciencias de nuestros destinatarios, u optarán por el revoltillo de huevos que ellos bien saben hacer ya sin nuestra participación. Por supuesto eso no significa que pasemos a ocupar un sillón de la Real Academia o que nos bañaremos en oro. Otros muchos tienen el mismo derecho a publicar una receta de calamares a la Riojana… ¡Hay tantos! Si las oportunidades son para todos, el retorno también lo debe ser. Si resulta fácil publicar, lo debe ser para todos. Pero sin duda, no podemos pretender atraer fácilmente lectores sin que otros puedan hacerlo. A eso se llama competencia, en su doble acepción: «3. f. Situación de empresas que rivalizan en un mercado ofreciendo o demandando un mismo producto o servicio», «2. f. Pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado». Es decir, necesitas talento, necesitas tiempo para cultivarlo, necesitas oportunidad, necesitas, sobre todo, paciencia. Compites, si quieres notoriedad, luego debes estar atento a lo que demandan tus lectores y no pretender que descubran tu talento único cuando ni siquiera conoces sus preferencias. Por eso es bueno saber algo de lo que ocurre desde que alguien escribe hasta que otro u otros lo leen. Es el proceso de edición, no necesariamente tradicional, tan cambiante hoy en día, que abre multitud de nuevas puertas a todos los autores noveles. Revisemos la cadena de valor y volvamos sobre la pregunta del principio: ¿Qué quieres hacer con tus escritos? Si tus deseos son pecuniarios, entonces no puedes ignorar la rentabilidad, estudiar el mercado y observar las tendencias y modas. Si tus deseos son la Literatura con mayúsculas, quizás el mercado te sirva de estímulo y mecenas, pero no de alma. No siempre es compatible una cadena de comida rápida con una carta para paladares de gustos cultivados Elementos en la cadena de valor del Libro( 1) y exquisitos.

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Déjà vu: un camino para no publicar II

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¿Cómo cambia todo esto con las nuevas tecnologías? Como se apunta en el informe: El futuro tecnológico del libro. Nuevas tecnologías aplicadas al sector editorial, de Publidisa, aspectos como el prescriptor, marketing o el escaparate editorial están siendo acaparados por Google, por ejemplo. El almacén, la logística y la imprenta deben reinventarse cuando el catálogo ha dejado de basarse en las existencias disponibles y dimensiones de la librería o depósito, para beneficiarse de la impresión a demanda (Print On Demand, POD) y de la teoría de la Larga Cola(2). Publicar un libro puede suponer dejarlo a la disposición del lector hasta el fin de la eternidad. Da algo de vértigo, ¿no? No pocos habéis ya probado el camino. Por ejemplo, consideras que lo esencial es el autor o autora (tú) y sus lectores. Lo demás es accesorio y ya el tiempo dirá qué más hace falta. Así, tu prioridad es establecer ese vínculo. Lo más habitual es crearte uno de esos cuarenta y ocho millones de blogs que hay en el mundo y tantear qué respuesta tiene. Hum, vaya, apenas recibes visitas. ¿Quién demonios me quita mis lectores? Google te sopla que aquellos blogueros más célebres son tipos que ejercen de críticos en algún país en guerra, plagado de medios alineados con el poder y blindados con una censura apabullante, o algún otro que desvela los cotilleos lúbricos no autorizados de famosos, un tercero que ofrece premios piramidales varios, algún otro sobre los vídeo-juegos más adictivos del momento, para terminar con unas apasionadas crónicas futbolísticas, no exentas de algunas imprudentes declaraciones en el vestuario. Un cambio de estilo y tema demasiado radical para lo que venían siendo tus sueños como escritor. Así que ser autor no basta, quizás haga falta algo de marketing y, según cómo, hacer también de prescriptor. Descubres que la mejor manera de tener lectores consiste en convertirte tú en otro usuario que se pasea por otros blogs dejando su estela número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 59


Déjà vu: un camino para no publicar II «me ha encantado tu comentario, algo así opino yo también en mi blog, que espero que visites». Favor con favor se paga. Pero te aburre. No te entusiasma lo que encuentras y no es lo que quieres. Para ser honestos, simplemente esperabas recibir miles de lectores encandilados con tus palabras y no en convertirte en una babosa que va dejando su rastro allá por donde pasa. Tanteas otra alternativa: los foros. Ahora serás más certero, buscando aquellos que algo tengan que ver con la literatura (alguno cayó sobre cocina, pero nadie captaba tus metáforas), moverte entre gente afín, ir acercándote al mundo editorial. Lanzas escritos y te entusiasma constatar que alguien los lee y opina. Esto va bien. Algo te dice que también tú deberías contestar, participar también como lector, sobre todo para conseguir más audiencia. Aprecias, además, que no todas tus líneas son tan legibles como creías. A los ojos de terceros aparecen personajes endebles, incoherencias, cuando no despistes gramaticales u ortográficos, fruto de tus incomprendidos experimentos en nuevas técnicas narrativas. Está claro. Es un problema virtual, así que decides que lo que necesita tu obra es dar el salto del bit al papel. El olor y la textura física marcarán la diferencia. Autopublicación, ¿por qué no? Optas por emplear dos de las plataformas más famosas: Bubok y Lulu.(3) Todo parece extremadamente fácil y sin coste alguno. Por fin tendrás tu ISBN, derechos de autor y todo eso. Te pides un par de ejemplares para poder enseñarlo a familia y amigos. ¡Por fin! Tu padre propone abrir una botella de cava para celebrarlo y tu hermana pequeña, siempre inoportuna aunque realmente fuera la única a la que parecía interesarle el libro, te señala una falta de ortografía: «Has escrito “sobretodo” todo junto, cuando debería ser separado, que no estás hablando de un abrigo». Los demás no le dan importancia y siguen con la celebración, pero algo parece empañar el ambiente. Además, para qué engañarnos, la maquetación no te convence. Con el tiempo, descubres con horror que apenas han visitado tu obra media docena de usuarios. Sospechas que pertenecen a tu familia. Te causa cierto embarazo reconocer que por tu parte no has comprado un solo libro de los allí expuestos. ¿Deberías? Quizás haya alguno tan bueno como el tuyo, pero prefieres encontrarlos en las librerías. Lo cierto es que sueñas con publicar de verdad. Definitivamente los escritos en la pantalla del ordenador no se ven tan bien como en papel, con ISBN y todo eso. Has detectado aún más faltas, y ahora cada una de ellas te pesa un mundo. Además de la maquetación, la portada seleccionada en Bubok/Lulu deja un poco que desear, y no ves la manera de captar lectores. Buscas con avidez y encuentras otros portales que ofrecen aún más servicios de publicación(4), talleres de escritura creativa, servicios de corrección, asesoramiento, formación, difusión. Te enteras que el diseño gráfico es un arte muy diferente a acomodar un texto centrado en una página con una ilustración en la otra. Todo tiene una lógica aplastante. Has pasado de ser autor a ser usuario, de ser escritor a ser cliente, de ser creativo a ser estudiante. ¡Un momento! ¡No era eso lo que quería! Cada eslabón de la cadena también pelea, y no poco, por preservar su valor. Volvemos al principio. Por eso las editoriales han tenido su papel. Por eso son, con permiso del autor, el bien escaso de la cadena de valor, ¿o lo empieza a ser ya el lector? Hasta que se demuestre lo contrario, el autor —especialmente novel— no suele ser un bien tan preciado en el mundo editorial como los profesionales que se encargan de empaquetar la 60

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Déjà vu: un camino para no publicar II

El mundo editorial se enfrenta a no menores incógnitas de futuro que nosotros mismos podemos ayudar a esclarecer: a nivel de formato: surge el libro electrónico, los contenidos por Internet, el estilo de escritura, más ágil, más cinematográfico —¿se escriben novelas o pseudo-guiones para el cine o video-juegos?; a nivel de producción: la impresión a demanda (Print On Demand, POD), que altera sustancialmente más de un eslabón de la cadena de valor del libro: la demanda ya no depende de las ventanas editoriales, y puede producirse en cualquier momento; a nivel de difusión y promoción: ya no están solo las editoriales, sino el boca a boca que se propaga a través de blogs, foros, videos promocionales, mercandising, radio y televisión, vídeo-juegos, entrevistas y persecución del autor;

Artículo

obra y de captar el interés del lector. Por un motivo simple: los hay a montones, como cocineros o futbolistas. El trabajo del agente, del representante, no deja de ser seleccionar los mejores, apadrinar aquellos diamantes por pulir, conseguir que enloquezcan a los lectores. Quienes conozcan a sus lectores podrán atender sus inquietudes. El resto, si no es azar, se le parece mucho.

a nivel de precio: un libro vale lo que vende por sí mismo pero, sobre todo, por toda la parafernalia que lo rodea (artículos asociados, subproductos derivados, como las palomitas en los cines); mundo globalizado donde el mercado internacional cada vez es más importante que el local, que implica una perspectiva más global, ¿más descafeinada? Las traducciones cotizan al alza; Por lo que nos toca, ¿Qué habría hecho con todo esto alguien tan creativo como Lewis Carroll? ¿Libros en 3D, con olores, con interacción, con videoclips, que multiplican las sensaciones en función de la interacción con el lector? ¿Qué opinaría el tal Pearson de la primera parte del artículo?

Fuentes: (1) Extraído de POD en la cadena de valor del libro, del informe «El futuro tecnológico del libro. Nuevas tecnologías aplicadas al sector editorial», Publidisa 2008. (2) La teoría de la Larga Cola (Long Tail), propia de librerías en red, muy relacionada con la tecnología POD (Print on Demand) en que se basa Lulu o Bubok. (3) Plataformas web para impresión bajo demanda: Lulu, Bubok . Para comparativas véase, por ejemplo: Onda Cohete, «Lulu Vs Bubok, mi experiencia (manual para publicar tu libro mediante impresión bajo demanda)», Adimedia «Lulu vs. Bubok» . (4)

Véase casos como: Conviértete en escritor con Carmen Posadas y Gervasio Posadas

(http://www.yoquieroescribir.com), http://es.novumpro.com/ o http://www.editoriallampedusa.es.

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Revista Literaria PROSOFAGIA

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Concursos y premios literarios

Artículo

Boris Rudeiko

¿Por qué presentarse a un certamen literario? Participar en un concurso literario es como comprar un décimo de lotería. Uno piensa que tiene posibilidades de ganar, pero es tan difícil, tan baja la probabilidad, concurren tantos autores que, la verdad, hay que ser muy optimista para enviar un microrrelato, un cuento, un poema, un ensayo o una novela a uno de los numerosos certámenes literarios que se convocan y esperar que te llamen para informarte de que has sido el elegido. Lo más probable es que no seas el ganador, que no te avisen y te enteres del resultado a través de la página web de la radio, el ayuntamiento, la diputación provincial, la revista literaria, la asociación cultural, la fundación o el foro literario que lo convocó. Eso sí, cuando lees los textos ganadores comprendes que son mejores que el tuyo, aunque te cueste reconocerlo. Adquirir un boleto de lotería es comprar la esperanza de ganar dinero. Competir en un certamen literario es mucho más. Es soñar que tu obra va a ser leída por más lectores, que tu nombre será más conocido, que en tu currículo podrás añadir que ganaste ese premio. Es además un desafío personal, un duelo entre tu composición y la del resto de participantes. Es, a veces, la arrogancia de pensar que tu obra es la mejor. Pero en todo caso, hay que admitir que los concursos estimulan la creación literaria. Entiendo a aquellos autores que no desean someterse a la ansiedad que provoca la espera del fallo, de la llamada telefónica, y comprendo también a los que utilizan los concursos literarios para ganar un dinero extra con que poder dedicar más tiempo a escribir y menos a trabajar. Según cuentan sus biógrafos, Roberto Bolaño, que ganó el Premio Herralde 1998 y el Rómulo Gallegos 1999 con Los detectives Salvajes, y el número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 63


Concursos y premios literarios Salambó 2004 con su novela 2666, trabajó en múltiples oficios, tales como camarero, vigilante nocturno, basurero, estibador, vendimiador..., hasta que pudo mantenerse mediante su participación en certámenes literarios. Si me apuran acepto también a los llamados “cazadores de premios” que, cito(1): No son escritores profesionales, pero dominan el oficio de la escritura con tal solvencia que pueden llegar a ganar con su hobby más que muchos jóvenes con carrera. «Algunos de estos autores presentan versos hechos con tanto oficio que pueden tener la apariencia de un poema profundo, pero que en realidad es una fórmula que se repite. Los presentan a 100 concursos y claro, alguno siempre cae», explica entre irónico y enfadado José Luis Ferris, escritor alicantino galardonado con el Azorín de 1999 y el Ciudad de Málaga de 2009. El autor, que ha participado como jurado en muchos certámenes de la provincia de Alicante, distingue entre los autores noveles que se lanzan con honestidad a los concursos —«a quienes respeto», apunta— y los profesionales de los galardones amateur, los verdaderos “cazapremios” que se toman la literatura con la avidez del coleccionista. «Ya tengo mi propia lista negra», apunta Ferris, quien añade que «algunos pueden vivir de la literatura o tener un buen complemento a su sueldo de entre 6000 y 10 000 euros anuales».

Con todo, para un escritor novel que quiere publicar su libro, participar en certámenes literarios puede ser un primer paso y un buen aval a la hora de presentar su obra ante un editor si esta ha ganado un premio. Y no solo eso, a veces el premio incluye la edición.

Los grandes premios Si difícil es ganar un concurso de los llamados menores, conseguir un premio de los grandes es como lograr el Gordo de la Primitiva o de la Lotería Nacional. Es decir, prácticamente imposible. Y no es extraño, ya que a estos premios mayores se presentan escritores profesionales con los que, según indica Elsa Aguiar, gerente de literatura infantil y juvenil de Ediciones SM(2):

No resulta fácil competir debido a que llevan mucho tiempo haciendo su trabajo, conocen bien los fundamentos de lo que hacen y los manejan con maestría. Y por tanto, lo que hacen lo hacen muy bien (casi siempre). Ahora, eso sí, es importante no olvidar que los escritores (como los tenistas o los actores) que hoy son profesionales, no lo han sido siempre. Y que solo con mucho trabajo y mucha perseverancia han conseguido estar donde están.

Sin embargo, existe una fuerte controversia en relación con los grandes premios literarios. Luis María Ansón dedicó una columna al Premio Planeta en el diario El Mundo en la que decía(3): El fundador de Editorial Planeta, José Manuel Lara, me escribió en 1996 una carta que conservo proponiéndome que aceptara presidir el Jurado del Premio Lara que había fundado en homenaje a su hijo, Fernando Lara, muerto en triste accidente de tráfico. Fernando estaba llamado a suceder a su padre en el control del imperio Planeta. La responsabilidad recayó por el azar del accidente en su otro hijo, José Manuel… Conocía yo la farsa del Premio Planeta, sigue Ansón. Sin embargo acepté presidir el premio Lara porque me parecía y me sigue pareciendo conveniente que existan premios literarios de envergadura, lo cual es positivo para la república de las Letras, aunque la elección del 64

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Concursos y premios literarios

Si la farsa del Premio Planeta fuera cierta y los dos primeros premios estuvieran concedidos de antemano, siempre existe la posibilidad para un escritor novel de situar su novela entre las diez finalistas que elige el Jurado antes de conocerse el ganador y el finalista, y poder decir en su currículo que fue finalista del concurso mejor dotado económicamente después del Nobel.

Silvia Vega añade sobre el Premio Planeta(4):

[…] los procesos selectivos de los ganadores resultan ser todo menos transparentes. Las primeras sombras sobre la limpieza de este certamen surgieron a partir de 1994, el recientemente fallecido Miguel Delibes y Ernesto Sábato declararon a los medios que José Manuel Lara, fundador de la editorial Planeta, les ofreció participar en el concurso, y también ganarlo. Ambos, claro está, declinaron la oferta, pues no comprendían cómo era posible que se les garantizase el premio ganador por una obra que no habían escrito todavía. Delibes declaró: «Lara ha venido a Valladolid a ofrecerme el premio tratando de convencerme con el argumento de que todos saldríamos beneficiados: él, yo, el premio y la literatura».

Artículo

ganador sea una farsa. Cuando un editor se juega docenas de millones de pesetas con una novela quiere que esta, antes que nada, sea comercial. Así es que expertos de los comités de lectura leen las obras presentadas para elegir entre ellas a la media docena que se pasan al Jurado, con el denominador común de su futuro éxito de ventas. No solo eso. La mayoría de los miembros del Jurado reciben una indicación de la novela preferida por la editorial.

Otros premios no tan grandes Juan José Millás, que consiguió el Premio Planeta 2007 (dotado con 601 000 euros) y el Premio Nacional de Narrativa 2008 (20 000 euros) con su novela autobiográfica El mundo, decía, con su singular manera de interpretar la realidad, que hay más concursos que escritores. Basta escribir las palabras “concurso literario” en un buscador de Internet para encontrar cientos (quizás varios miles) de convocatorias de todo tipo (cuento, poesía, relato breve, novela, ensayo…), con dotaciones económicas mucho más modestas que las ofrecidas por los grandes premios. Sus convocantes suelen ser concejalías de cultura, diputaciones provinciales, fundaciones, revistas, asociaciones culturales…, cuyo objetivo es promover la creación literaria y no los intereses comerciales de las firmas editoriales. Todos aquellos que estén interesados en acceder a la mayor cantidad posible de convocatorias a certámenes literarios, pueden recurrir a las páginas web que ofrecen tal información, como es el caso, por ejemplo, de escritores.org, donde encontrarán una lista de convocatorias debidamente actualizada y ordenada por fechas: Escritores.org (recursos para escritores (concursos-cuento-relato)

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Concursos y premios literarios

Algunos consejos útiles Si uno no está habituado a concursar, o es la primera vez que lo hace, conviene atender algunos consejos básicos que, aun siendo lógicos y evidentes, en muchas ocasiones no se tienen en cuenta. Así que recurriendo de nuevo a Elsa Aguiar(5), resumo a continuación los siguientes: 1. Elige bien el título. Hay títulos que echan atrás nada más leerlos. 2. Cuida especialmente la primera frase, el primer párrafo, la primera página… La percepción del lector (sea jurado de un premio o no) va a quedar muy condicionada por ese primer contacto con tu manuscrito. 3. Por las mismas razones que en el caso anterior, utiliza una letra legible y poco historiada, un interlineado agradable, unos márgenes generosos… En definitiva: haz que leer tu original sea cómodo. 4. Procura que no trate el mismo tema que el premio del año anterior, o que el de hace dos años. No apetece premiar dos años seguidos una novela sobre la Guerra Civil española o sobre los peligros de un videojuego. 5. En esa misma línea, intenta que el manuscrito tenga cierta novedad (en lo formal, en el contenido, en la estructura de la historia, en el punto de vista…). Tengan cuidado a la hora de elegir, pues algunos prometen publicar la obra a cambio de una “modesta” contribución económica del propio autor. No se dejen engañar. Por último, una vez encontrada la convocatoria que se adapte a nuestras preferencias, escrito el texto y habiéndolo revisado concienzudamente, conviene registrarlo antes de enviarlo al concurso, por si acaso. Y ya lo único que queda por hacer es comprar el boleto y esperar con paciencia el sorteo. Si nunca lo hizo, piense que tal vez merezca la pena vivir tal experiencia. ¡Mucha suerte!

Fuentes: (1)

Diario Información, «Cazadores de premios»

(2)

Editar en voz alta, «¿Es tan raro que los escritores profesionales ganen premios?»

(3)

Escritores.org, «La “farsa” del premio Planeta, según Ansón»

(4)

Escritores.org, «¿Hay transparencia en los premios literarios?»

(5)

Editar en voz alta, «5 consejos básicos si te vas a presentar a un concurso»

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Concursos y premios literarios

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Concurso de Relato Joven - Arsis 2010

Elisabet

L

os relatos que siguen a continuación fueron premiados en el Concurso de Relato Joven organizado por la Fundación ARSIS en Badalona, primavera 2010, con la participación de tres miembros de nuestro foro Prosófagos en la organización y en el jurado: Jesús F (Jesús F. Alonso), grendelkhan (Xavier Carrascosa) y Elisabet. El concurso se hizo extensivo a todos los estudiantes de secundaria de Badalona; con una amplia difusión en todos los institutos, tanto públicos como privados, y finalmente participaron veintisiete jóvenes de entre doce y quince años. La dotación de los premios, donada por la empresa ANUDAL SL, se repartió entre ocho galardonados: tres premios en cada una de las dos categorías establecidas y dos menciones de honor. Presentamos ahora tres relatos premiados en la categoría II (cursos superiores). Se trata del primer premio (El mundo), el segundo (Parece que los tiempos cambien) y una mención de honor (Feliz cumpleaños). Las bases del certamen fijaban un límite en extensión y tema libre, siempre que estuviera relacionado con los valores humanos. El idioma podía ser catalán o español. Los relatos premiados fueron escritos en catalán, pero sus propios autores se brindaron a redactar una versión traducida para la revista Prosofagia; son las que os presentamos a continuación.

Enlaces: http://www.arsis.org http://www.anudal.com El blog de Arsis, «Escribe con valores»

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Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: El mundo

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Concurso de Relato Joven - Arsis 2010

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quella alfombra floreada con una rara mezcla de verdes y marrones es solo uno de los detalles que hacen que considere horrible la habitación. Podríamos seguir por las grietas en las paredes, que tanto le incomodan, hacer una larguísima lista de elementos decorativos y muebles, y acabar con la cama, o como él la llama, las cuatro barras de hierro que sostienen ese colchón demasiado blando. Pero no todo es negativo. Conserva dos recuerdos del pasado que siempre ha admirado; uno en especial. En la puerta, tiene un perchero de madera que heredó de su abuelo. Posee una composición sutil y sencilla, una línea vertical que se bifurca acabando en ocho pomos que permiten, a las personas que le visitan, dejar el abrigo o lo que sea. La mesita de noche, como es natural, tampoco le gusta, pero encima de ella descansa la segunda y última memoria de su anterior hogar, una bola del mundo que le regaló su madre en su octavo cumpleaños. Es de madera y de otro material que nunca ha logrado descifrar, tal vez una mezcla entre cartón duro y corcho, pero, por fuera (aunque es de una belleza extraordinaria), le importa muy poco cómo es. Sentimentalmente, para él, representa algo más que un simple globo terráqueo normal y corriente. Sin ir más lejos, las líneas que delimitan el territorio de la antigua Unión Soviética, las que separan a las dos Alemanias, las que marcan la forma del continente americano y todas las demás le evocan una interminable lista de pensamientos y momentos que nunca olvidará. Ya de muy pequeño, se quedaba quieto en su habitación, horas y horas, con la mirada fija en la sabia esfera. Entonces se imaginaba todos los lugares del mundo donde quería poner sus pies de niño. Soñaba llegar algún día a la Polinesia; encontrarse cara a cara con los más temibles felinos de la sabana; andar entre los interminables rascacielos de Nueva York y entrar en los templos más sagrados de Asia. Aunque parezca una locura, también tenía pensado cruzar el Sáhara a lomos de un camello, escalar alguno de los picos de los Andes, y, por supuesto, visitar tantas capitales europeas como fuera posible. Solo pensaba en viajar y ver mundo, y sus redacciones escolares lo confirmaban número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 71


Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: El mundo día a día. Iba creciendo y el deseo de estudiar geografía a fondo y rondar por el mundo no disminuía; lo único que cambiaba a medida que pasaban los años era la forma en que miraba aquel invento de Martin Behaim que tan y tan útil es. *** Xavier Casas espera con paciencia que el ascensor del edificio de Brooklyn donde vive desde hace tres años le lleve hasta el cuarto piso. Cuando el aparato se para en seco, saca la maleta y el otro paquete que lleva muy bien precintado y los deja en el rellano. Coge la llave de su bolsillo, abre la puerta, ahora ya con más prisas, y entra en casa después de pasar cuatro días fuera. El llanto de Oriol le llena los ojos de alegría y enseguida comparte un abrazo muy tierno con su mujer. Sin dejar de besarle, le pregunta cómo le ha ido, aunque, con sus respuestas, se da cuenta de que la tristeza que le invadía antes de despegar sigue todavía muy presente en él; además, ahora se le suma el jet lag. Le hubiera acompañado si no fuera porque sus padres ya tenían un billete de avión reservado desde hacía tres meses para venir desde Canadá a visitar a la familia y conocer al recién nacido. Xavi se sienta sobre la maleta e intenta adoptar un aire más sereno. Jane, a quien no se le acaban las ganas de hablar, le pregunta ahora por el segundo paquete que viene del otro lado del océano. Él, consciente de que le será muy complicado explicarlo, inspira con fuerza y se pone en pie para abrir la caja. Durante unos instantes, baja la mirada para ocultar que se le empañan los ojos. Mientras su mujer le acaricia la espalda con intriga, mete las manos dentro del paquete y, con inseguridad, saca el objeto que le ha conmovido: aquella esfera tan nostálgica. *** Ahora, dentro de la habitación que odia a muerte, pasa muchas horas mirando la bola del mundo, incluso más tiempo que cuando era joven. Junto con leer, resolver el crucigrama y escuchar música clásica (no hay día que no pida a la señora Teresa que conecte el aparato y le ponga la Segunda sinfonía de Sibelius), contemplarla es una de sus distracciones preferidas. Desde hace un par de días, no se encuentra muy bien y el mareo de ayer no le ha permitido leer ni utilizar el bolígrafo; así pues, como hace tan a menudo, se queda observando la reliquia del pasado con la atención que siempre le dedica. El mundo, hoy, se ve más azul que nunca, quizá porque no lleva las gafas, pero, por primera vez en muchos días, está recordando todo lo que el globo le trae a la cabeza. Medita y piensa tristemente en todos los viajes que deseaba hacer y no pudo llevar a cabo. Pero también piensa en cosas bellas. Con dificultad y mucho esfuerzo, coloca el dedo sobre París, la ciudad del amor, donde celebró la boda con Engràcia. Manteniendo el dedo sobre la capital francesa, piensa en su mujer y sus dos hijos e, inmediatamente después y sin quererlo, en su nieto de pocas semanas. Ahora llora. Es un llanto melancólico, acompañado de una media sonrisa muy íntima, que no comparte con nadie más que con sus pensamientos. Sin descanso para digerir estos sentimientos tan intensos, su dedo cruza el Atlántico y llega hasta Nueva York, donde 72

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Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: El mundo él nunca ha estado, pero donde sabe que trabaja su hijo pequeño en estos momentos. Más tarde, un rápido paso por Londres, donde sabe perfectamente que pasó las vacaciones del cincuenta y ocho. Su dedo viejo cruza otros muchos puntos del planeta. Finalmente, cuando sabe que se acerca la hora de la cena, intenta trasladar el dedo desde Marsella hasta Barcelona, donde está ahora. Pero, inesperadamente, el dedo no va hacia donde él quiere. El dolor de cabeza reaparece. Está tumbado y reposa los brazos sobre sus muslos. El dolor no cesa, al contrario, se intensifica. Se siente mareado, ve el mundo más borroso que nunca. La sensación de que la cama es inestable es muy inquietante y eso le preocupa, parece que está a bordo de un barco que colisiona con una horrible mala mar, pero la sensación de cruzar el Atlántico no es lo que necesita en estos momentos, ni de lejos. Sabe que es serio, el corazón le late a gran velocidad y el dolor ya le llega al pecho. Impotente, intenta gritar, pero no logra emitir ningún sonido. Quiere apoyarse en algún sitio. Gira la cabeza y ve el mundo sobre la mesita de noche, lo considera un lugar seguro y prueba de agarrarse a él con fuerza. En el intento, da un brusco golpe a la esfera, que se balancea peligrosamente. De forma incomprensible y milagrosa, el mundo se mantiene erguido, pero con el impulso, al mismo tiempo que Ramón cae completamente tendido e inconsciente, empieza a girar a gran velocidad sobre su eje. Cuando la señora Teresa, que entra a traerle la cena en la habitación dieciocho de la residencia, se da cuenta de que el señor Casas ya no respira, el mundo sigue rodando, siempre con aquel chirrido tan peculiar que había adquirido con el paso de los años. Guillem Carreras

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Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: Parece que los tiempos cambian

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Concurso de Relato Joven - Arsis 2010

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caba de pasar el doctor para decirme que no mejoro. No sé cuánto tiempo de vida me queda, pero no debe de ser mucho… Me parece que es bien normal que a mis 75 años tenga los huesos débiles y que mi corazón empiece a fallar. Menos mal que no es Alzheimer, porque por nada del mundo querría perder los recuerdos de mi infancia, aunque fue muy dura. Los medicamentos empiezan a hacer efecto y tengo que dormir un rato pero mientras tanto, como todas las noches, recuerdo los años que pasé en la ciudad de Filadelfia… Me llamo Emily, nací en el año 1935 en un barrio de Filadelfia, en el seno de una familia de etnia negra, humilde y que trabajaba mucho para poder tirar adelante en un periodo difícil. Solo tengo buenos recuerdos de mis cinco primeros años de vida: ir a pasear entre las casas de madera, jugar con mi padre y despertar a mis hermanos mayores por la mañana. A partir del año 1941 las cosas empezaron a cambiar: todas las mañanas nos despertábamos con la noticia de que Hitler estaba llevando a cabo un gran genocidio en buena parte de Europa. El ejército alemán se había llevado sin juicio previo a millones de familias hacia diferentes campos de concentración, unas instalaciones destinadas al exterminio de personas. El campo más nombrado era Auschwitz, en Polonia. No me tendría que haber preocupado demasiado, porque a nosotros no nos podía pasar nada, pero yo tenía en Alemania a un buen amigo, Niels. Él provenía de una familia judía y nosotros los habíamos conocido porque Niels y su madre, Ilse, habían venido a buscar una oportunidad en América, en el campo, y trabajaron con mi padre. Se instalaron en una casa de al lado, que construimos entre todos en una semana. Estuvimos mucho tiempo juntos y forjamos una amistad muy sólida. Todos los días Niels y yo íbamos a buscar la leche a la granja de las afueras de la ciudad. Un día les llegó la noticia desde Alemania de que su abuela estaba muy enferma y de que no llegaba suficiente dinero para mantener a la familia. Aunque les costó tomar la decisión, llegaron a la conclusión de que tenían que regresar a su ciudad natal y yo me quedé sin mi mejor amigo. Pasaban los días y no tenía ninguna noticia número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 75


Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: Parece que los tiempos cambian de Niels, solo me podía fiar de la vieja radio que teníamos en el comedor de casa. Mi padre me decía que no me preocupara, que seguro que habían salido de la ciudad a tiempo y que no les habría pasado nada durante el genocidio de judíos, gitanos, homosexuales y personas con defectos físicos o psíquicos. Todas las tardes llegaba corriendo a casa solo para encender la radio y oír qué pasaba en Europa. Cuando escuché la noticia, se me pusieron los pelos de punta. Se estaban llevando a los judíos, hombres, mujeres y niños a los campos de concentración. Tuve un ataque de angustia: podría ser que Niels estuviera allí, entre soldados armados y a punto de morir, y yo aquí, en la otra punta del mundo, sin poder hacer nada. En 1945 oí en la radio que unos locutores hablaban de Hitler y de Auschwitz, y decían que el ejército soviético había puesto en libertad a la gente que quedaba dentro, los que habían sobrevivido a las cámaras de gas. El corazón me dio un salto: quizás Niels se encontraba entre los niños que estaban vivos… O puede que no. Como en casa hacía falta el dinero, cuando cumplí doce años entré a trabajar en una fábrica textil, donde pasábamos más de doce horas diarias trabajando con las hiladoras, bajo unas condiciones miserables, sin seguridad social ni ninguna medida de seguridad, algo impensable ahora, en 2010. Pensaba en Niels a todas horas. Era muy duro no saber dónde estaba mi mejor amigo… Me despierto toda sudada. Suerte que tengo al lado a mi hijo, Robert, que ha venido a verme, pero me he quedado medio dormida por culpa de los sedantes. Me dice que todo va bien, que los nietos están en la escuela y me pregunta si necesito algo. No me hace falta nada, solo alguien para no sentirme tan sola. Vuelvo a cerrar los ojos, quiero continuar recordando… 1955 había sido un año muy duro para toda la gente de etnia negra, el racismo había resurgido con fuerza y los negros empezamos una huelga de autobuses; no queríamos subir porque estábamos hartos de no tener los mismos derechos que los blancos, que nos hicieran ceder los asientos libres para que pudiera sentarse un blanco. Esta huelga duró 382 días y tuvo como consecuencia la muerte de mucha gente que solo quería la igualdad entre etnias. «Niels, ¿dónde estás?» Me hacía esta pregunta cada día. Convencí a mi padre para que hiciera un gesto de solidaridad y enviara comida y dinero a Ilse, a su casa, sin saber si alguien lo iba a recibir. Me despierto y alguien me está cambiando el suero. Me encuentro a la enfermera de siempre, la que hace el turno de noche, con la que he tenido tiempo de mantener algunas conversaciones durante mi enfermedad. Es congoleña y pienso en cómo han cambiado las cosas. No hace muchos años, eso habría sido impensable, ningún blanco habría aceptado que una enfermera de otra raza le pusiera las manos encima. Me dice que descanse… Me viene a la cabeza Martin Luther King, que hizo un trabajo crucial en los Estados Unidos: luchó por los derechos civiles, participó en muchas protestas contra diferentes guerras y demostró solidaridad e igualdad entre negros y blancos. Él era 76

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Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: Parece que los tiempos cambian nuestro portavoz, sabía qué era lo que queríamos y necesitábamos, era una persona extraordinaria. Luther King organizaba y participaba en diferentes actividades pacíficas para reclamar el derecho a voto y la no discriminación. Nos llevamos un gran susto y una gran decepción cuando en 1968 nuestro ídolo fue asesinado por un grupo de racistas… Cuando tenía 35 años me casé con Ferran, un hombre magnífico, respetuoso, y que además defendía los derechos de igualdad entre hombres y mujeres. Era catalán y había venido a Filadelfia para visitar a un niño que tenía apadrinado en uno de los orfanatos, pero cuando vieron que era de piel blanca no le dejaron cruzar la puerta. Nos encontramos dentro de un supermercado y me dejó pasar delante en la cola de la caja. Empezamos a charlar, fuimos a dar una vuelta y me lo explicó. Estaba indignado. Le hice entender que no teníamos superado todo lo que había pasado entre blancos y negros, y que la gente no confiaba en los de piel clara. Le dije que observara la expresión de la gente con la que nos cruzábamos y qué cara ponían al ver que una mujer negra iba con un hombre blanco. Decidió quedarse en Filadelfia y nos casamos en 1970. Al cabo de siete años decidimos ir a vivir a Barcelona con su familia. Me dijo que allí tendríamos un piso y un trabajo asegurado. Durante las ocho horas de viaje hacia la ciudad de los edificios de Antoni Gaudí y del buen clima pensé en Niels. Quizás se había casado, quizás tenía algún hijo corriendo por los pasillos de su casa… O puede que no. Puede que estuviera muerto. Vuelvo a despertarme entre las cuatro paredes blancas, sin ningún cuadro, solo un florero con agua y un ramo de rosas rojas que me ha dejado antes Robert. Pero ahora tengo a mi alrededor a mis tres hijos: Robert, Alicia y Marta. No sé qué hacen todos juntos en mi habitación a estas horas, ya que el hospital tiene unos horarios de visita muy estrictos. Debe de haber pasado algo importante. Solo me sonríen. Marta tiene los ojos rojos e hinchados, ha llorado. Robert me coge la mano con delicadeza y Alicia está asustada, no para de mirar hacia la puerta, esperando a que entre alguien en la pequeña habitación. Cierro los ojos, no quiero saber qué pasa… Me vuelvo a situar en el año 1977, en el viaje hacia Barcelona. Oí las ruedas del avión tocando el suelo, el ruido del camión que venía a buscar las maletas, la sirena que sonaba indicando que habíamos llegado a la ciudad deseada. Pii… pii… pii… Por primera vez se me mezcla el presente con el pasado. Oigo a mis hijos avisando a los médicos porque la máquina de las constantes vitales ha indicado que mi corazón está dejando de funcionar. En mi cabeza no cesa de repetirse el ruido pii…pii… pii… No sé si es el camión de las maletas o la máquina del hospital. Oigo entrar el carro de reanimación pero no saben que yo deseo descansar. Sé que me encontraré con Niels y que nuestra amistad seguirá donde él está. Ferran, espérame. Hijos, os quiero mucho. Seguro que vais a tener un futuro mejor. Marta Grífols Llucià

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Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: Feliz cumpleaños

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a tenue luz de la vela era lo único que guiaba el camino que mi hermana debía seguir para no abrirse la cabeza con ningún mueble y, lo más importante, no tirar al suelo aquella tarta de chocolate (bien, aquel bizcocho con Nocilla por encima y cuatro Lacasitos) que tanto le costó hacer a mi madre. Los flashes de mi abuela y de mi tía iluminaban intermitentemente la cara ilusionada de mi hermanito. Mi hermana avanzaba en cámara lenta abriéndose paso entre la multitud, mientras, casualmente, el hijo de los nuevos inquilinos del piso de arriba se ponía a ensayar con la flauta la banda sonora de Carros de Fuego. Cuando, finalmente, mi hermana consiguió dejar la tarta delante de mi hermano sin ensuciar el nuevo parqué que había costado un riñón, el suspiro de alivio de mi madre apagó la vela en forma de tres que imitaba la estabilidad tan inestable de la torre de Pisa. Inmediatamente, mi hermano, después de cinco segundos de silencio, valorando si tenía que llorar o no, rompió a llorar sollozando como siempre hace, que parece que tenga que salirle el hígado por la boca en cualquier momento. Una explosión de ruido y movimientos estalló rápidamente, y el caos se apoderó de nuestra sala de estar. Martí siempre lo hace, esto; el único modo que tiene de llamar la atención es llorar, así que llora por todo. Como no puede hablar, se comunica a base de gritos, gemidos y llantos. «¿Por qué no puede hablar?», os preguntaréis; bien, nació con parálisis cerebral. Entre esto y que es el pequeño y por lo tanto el mimado y Laura la grande y por lo tanto la madura y responsable, a mí nadie me hace caso. Antes, cuando Martí no estaba, yo lo tenía todo. Era el pequeño, el mimado… era feliz. Ahora, por culpa de Martí y su enfermedad, no puedo ir a menudo a dar un paseo con mis amigos porque me tengo que quedar en casa cuidando de él, y hace mucho tiempo que no salimos de Badalona, ya que con él no se puede ir a ningún sitio. Cada mañana, cuando me levanto, tengo el miedo, la angustia y también la esperanza de que haya muerto. En medio de todo este alboroto yo confirmaba mi rechazo a los cumpleaños y a cualquier fiesta familiar en general. Nunca me han gustado estos encuentros en que todo el mundo finge que he crecido mucho (cosa que nunca me trago; soy bajito, no tonto) y personas que no conozco de nada me dicen que son mis tíos. Pensé que ya debía de quedar poco para mi cumpleaños y que debía preparar una buena excusa para no número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 79


Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: Feliz cumpleaños celebrar ninguna fiestita, como por ejemplo un resfriado, un dolor de cabeza o un infarto. Cualquier cosa para evitar los vídeos en blanco y negro que ponía mi madre, «para recordar viejos tiempos», como dice ella. Entonces, me pasó una cosa que no me había pasado nunca: no me acordaba de qué día era mi cumpleaños. Al principio me eché a reír y aluciné conmigo mismo. Me podía olvidar del cumpleaños de mi madre, de Laura, de Martí… hasta me podía olvidar del cumpleaños de mi padre. Pero, ¿cómo me podía olvidar del día de mi propio aniversario? La fecha en que nací, la fecha que salía en cualquier formulario del colegio, la contraseña de la mayoría de programas de mi ordenador… me sorprendí a mí mismo. Fui a explicárselo a mi madre pero estaba demasiado ocupada: «Ahora no, Joel, ¿no ves que estoy con Martí?». Para variar. Cuando se lo expliqué a mi padre, su respuesta me dejó perplejo. Imaginaba que podía pasar, pero algo me decía que mi padre, la persona con la que me llevo menos mal de la familia, se acordaría del día en qué nací.

—¿Y yo qué sé, Joel? Pregúntaselo a tu madre.

La desazón empezaba a crecer dentro de mí. Deseaba que todo aquello quedara en una anécdota, pero tenía un mal pálpito. Corrí hacia mi habitación, donde mis primos (un año y dos años mayores que yo, respectivamente) estaban jugando a la Play. Les pregunté si recordaban cuál era el día de mi cumpleaños y no se dignaron ni a responderme: negaron con sus cabezas llenas de granos y siguieron ensimismados en el juego. No insistí más; la peste a pies me estaba matando. Me iba poniendo cada vez más nervioso; la angustia se apoderaba de mí. Ni pensé en preguntárselo a Laura, para ella un rollo de papel de váter es más valioso que yo. Así pues, agarré a mi madre por el brazo sin hacer ni caso de lo que decía («Déjame en paz, ¡estoy con Martí!»), y la llevé a la cocina. Después de un portazo que rebajaba o intentaba rebajar la tensión, le dije:

—Tengo que hacerte una pregunta muy importante.

—Di, hijo. Pero rápido, que Martí me está llamando.

—¿Quieres dejar a Martí de una puñetera vez? Lo que te quiero preguntar es muy importante —le grité contundentemente.

—Vale, vale… ¿cuál es esa pregunta tan importante?

—Bien, eh… ¿sabes qué día es mi cumpleaños?

—Ostras, no. No me acuerdo. ¿Alguna cosa más? —me dijo, como si nada. Después de un breve silencio, se fue. Mi madre, la persona que me había tenido dentro del vientre durante nueve meses, no se acordaba de mí. Supongo que estaba demasiado ocupada cuidando del imbécil de Martí como para preocuparse de qué día nací. Ya ves tú, qué tontería. Desesperado, llamé a Albert por teléfono. Si Albert no se acordaba de mi cumpleaños, es que, o bien no tenía cumpleaños, o bien era verdad que no le importaba a nadie, tan siquiera a mi mejor amigo. Albert y yo nos conocíamos desde el parvulario, somos como hermanos. Él es la única persona que me escucha, y la única a la que yo puedo escuchar. Así que decidí llamarlo, con la esperanza de que todo aquello terminara de una vez y con el miedo de una posible respuesta negativa.

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Concurso de Relato Joven, ARSIS 2010: Feliz cumpleaños

—¿Diga?

—Albert, soy Joel. ¿Qué tal?

—Bien. ¿Por qué me llamas? —me contestó con una aspereza excepcional.

—Eh… resulta que no me acuerdo de qué día nací. ¿Tú lo sabes?

—Yo qué coño tengo que saber… Eh… ¿Cómo me has dicho que te llamabas?

Colgué. Esto no podía estar pasando. Mi amigo del alma no solo no recordaba el día de mi cumpleaños… ¡no recordaba cómo me llamaba! Lágrimas de angustia, miedo e incredulidad empezaban a bajar por mis mejillas rojas de indignación. Estaba claro: no le importaba a nadie. No valía la pena seguir. No quería vivir lo que me quedaba de vida completamente solo. Ahora bien, esto no quedaría así, pensé. Antes de morir, quería saber en qué día había nacido, y eso solo me lo podía decir alguien. Mejor dicho, algo: el libro de familia. Corrí a la habitación de mis padres y abrí el tercer cajón del armario, donde sabía que guardaban las cosas importantes. Un pequeño librito de color azul marino, con las palabras «Libro de familia» en la portada, me tentaba con más intensidad que una leche merengada de Can Soler en medio del verano. Lo abrí y vi que la primera página estaba dedicada a mi padre. «Joan Reverté González». Arranqué la página. En la segunda, la fotografía de mi madre me hacía más daño a los ojos que la casa fluorescente que hay en medio de la Rambla. También la arranqué. Posteriormente, Laura. La responsable Laura. Arranqué la página con la emoción de saber, por fin, qué día era mi cumpleaños. No obstante, quien estaba en esa hoja no era yo. Era Martí. Como siempre, Martí pasando por encima de mí. Incluso en el libro de familia. Arranqué la página con furia, y la sorpresa fue máxima. No estaba. Después de Martí, una página en blanco daba paso a la contraportada. Una carcajada histérica se apoderó de mí. No estaba. ¡No existía! Totalmente frustrado, agarré la bicicleta (que había heredado de Laura, por supuesto) y enfilé la avenida Martí Pujol, en dirección al Pont del Petroli. Llegué a la arena, dejé la bicicleta y entré en el puente. Cuando llegué a la barandilla, sollozando a más no poder, me encaramé a ella. Inspiré por última vez aquel aire lleno de mar y me lancé abajo, decidido. La sensación fue extraña. El agua no me mojaba completamente, solo la cara. Era como si alguien me estuviera lamiendo. Abrí un ojo. El otro. Yacía en la cama, empapado de sudor frío, y tenía a Martí a mi lado, que me estaba llenando de babas. En la puerta de la habitación, mis padres y mis abuelos me miraban, sonriendo. De repente, mi padre apagó la luz. Laura y Albert entraron en la habitación, sosteniendo con cuidado un pastel de limón con quince velas encima. Martí se acercó, me besó y me dijo: «Feliz cumpleaños». Cómo me gustan los aniversarios. Mi suspiro de alegría apagó las velas del pastel. Ferran Muñoz Soler número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 81


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PROSOFAGIA - número 9 - agosto 2010

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Daniel Seller Suárez

Siempre he sido aficionado a la fotografía, pero comencé a desarrollar esta afición pasados los veinte años. En mi familia no hay tradición en ella, así que hoy por hoy soy el fotógrafo familiar, el que quisiera repetir la escena una y otra vez con el deseo de congelar el recuerdo para siempre. También me atraen los paisajes, los momentos que inspiran paz, como si se tratara de algo que jamás se olvida. Me gustan las imágenes únicas, irrepetibles, puras, honestas y sencillas. Carezco de formación en este arte; no he realizado cursos ni poseo conocimientos sobre técnicas específicas. Sí observo, continuamente, qué hacen los demás, los fotógrafos con oficio, y no tengo reparos en preguntar insistentemente para suplir mis carencias: me gustaría poder hacer hablar a las imágenes que capto para así transmitirlas. También sueño con aprender a hacer composiciones. No he publicado mis fotografías, salvo en Prosofagia, y aunque alguna vez he pensado en presentarlas a concurso, hasta el momento he desistido. Todavía me queda bastante por aprender y en eso estoy.

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Revista Literaria PROSOFAGIA

José Ignacio (Jose Ignacio)

Soy aficionado a la fotografía desde mi juventud, es decir, hace unos cuarenta años. Un pequeño grupo de amigos, con espíritu autodidacta, efectuamos una exploración en revelado y positivado de negativos en cuarto oscuro que aportó pautas interesantes para el futuro. Es comprensible que sea el iniciador de una saga familiar de aficionados a este formato de expresión ya que en la generación de mis padres eran pocos los aficionados a este arte. En estos años de práctica se han sucedido tres sistemas básicos que he utilizado: analógico —manual y automático—, y digital. Estos sistemas han acoplado ópticas diversas: zoom fijo y variable, objetivos macro, angulares, motores... y tipos de película: en negativo, diapositiva... Pero estas circunstancias no han modificado un aspecto fundamental: la profundidad de campo en una toma fotográfica.

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Mi primera cámara fue la de mis padres, una Dacora Digette fabricada en la Alemania del Este, pasando posteriormente por Kodak hasta llegar a Nikon. En estos momentos trabajo con una sencilla digital. Siempre he considerado importante potenciar una sensibilidad que ayude a mirar aquellos pequeños momentos que pueden pasar inadvertidos y he llegado a la conclusión de que es más importante esta cualidad que las posibilidades de la cámara. No acostumbro a utilizar programas de retoque aunque he realizado algunas composiciones.

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Por el tipo de obra no he creido oportuno exponer y tampoco considero que mi trabajo tenga mayor sentido que ir conformando un “álbum personal de miradas”. En este sentido he iniciado una publicación de tomas fotográficas en: http://www.facebook.com/lacucebe

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José Luis Jaime Cortés (jose luis jaime cortes)

Soy aficionado a la fotografía desde que tengo uso de razón. Ya de pequeño me gustaba componer un marco con las dos manos y destacar algún encuadre o detalle a voz en grito para que lo refrendaran mis padres. Sin lugar a dudas, la afición de mi padre a la pintura ha provocado que descubriera este maravilloso arte.

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Empecé con la Kodak Instamatic que me regalaron por mi Primera Comunión, y el gran salto se produjo en el Mundial de Fútbol del 82 (el de Naranjito), cuando cayó en mis manos la réflex CANON AE1-Program, fiel compañera que ha estado a mi lado desde Carolina del Sur hasta Egipto, desde Mauricio hasta la Cappadocia, desde Cuba hasta San Petersburgo, y tantos otros lugares.

Creo que el dinero mejor gastado es el invertido en cualquier viaje, y me sigo sintiendo como un niño cada vez que emprendo uno. Eso sí: lo primero que meto en la maleta es una cámara, para poder atrapar esos momentos tan especiales e inolvidables. Me ha costado mucho el salto al mundo digital (últimamente era demasiado duro notar las miradas de la gente en tu nuca cuando se me ocurría pedir cosas tan extrañas como un carrete en B/N de 35mm), aunque debo reconocer el gran ahorro que supone a la hora de disparar más de 2500 veces en lugares como la Patagonia. Ahora, hecho de menos la incertidumbre de saber si esta o aquella foto había salido bien antes de conocer el veredicto del revelado, y cada vez que voy a casa de alguien y me ofrece ver sus fotos, no lo dudo y acepto ver todo el material que se me ponga por delante. Una de las cosas fantásticas de este arte, y que comparte con la pintura, es que cualquier cosa depende de los ojos que la observan. Una fotografía, una pintura, nos hablan de la sensibilidad de su autor, de su forma de ser y de cómo ve su Mundo.

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Revista Literaria PROSOFAGIA

José Manuel Solana

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Soy un aficionado a la fotografía desde hace apenas unos tres años. En mi caso la fotografía no tiene relación con el trabajo profesional ni existe una tradición en la familia, salvo que cuente como tradición el tener una foto de mis abuelos; se trata puramente de amor al arte. Soy, decididamente, un fotógrafo amateur, “familiar” y “amigable”, que publica en el salvapantallas del ordenador y en la prestigiosa revista internacional Prosofagia (risas).

Siempre hice fotografía digital; no suelo utilizar programas de retoque, no más allá de enderezar y recortar imágenes; tampoco hago composiciones. Sí me gusta crear panorámicas. Me atraen todos los temas por igual, pero, eso sí, prefiero imágenes sin gente. ¿Técnicas que utilice? Mmm… ¿Puro instinto? (¿O puro Don Simón, que es tinto básico?). Como veis, es lógico que nunca me haya presentado a un concurso. Creo que no me dejarían por abusón.

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Manel Llopart Roviró

En mi familia no hay tradición en fotografía; quizás por eso me convertí en fotógrafo aficionado ya de adulto: cuando le regalé a mi esposa una cámara digital súper plana. Me dedico a la fotografia solo en vacaciones pero, curiosamente, desde que he comprado una nueva cámara No extraplana (y que abulta mucho más), una Panasonic Lumix DMCFZ26, siempre la llevo encima. Estoy francamente Página 12 “enamorado” por su calidad de imagen y muy especialmente por los primeros planos que consigo. Me gusta mucho capturar primeros planos de caras, especialmente de personas que no saben que las estoy fotografiando, pero tampoco puedo resistirme a buenos paisajes y sobre todo a los mercados exóticos de comidas. Como no poseo una formación específica ni he tomado cursos, fotografío a puro instinto, aunque cada vez más procuro mirar la luz y hacer varias fotos con los diferentes programas que me ofrece la nueva cámara. Las imágenes que obtengo nunca las retoco digitalmente; paso mucho tiempo delante del ordenador en mi trabajo; cuando llego a casa, no hay razón que me motive a ponerme delante de otra pantalla. Tampoco hago composiciones… Así que mis fotografías solo se han publicado en el álbum familiar y en Prosofagia. En un futuro quizás me dedique con más énfasis al estudio de la técnica, quién dice, hasta puede ser que me interesara en concursos. Pero reconozco que, hasta ahora, mis verdaderas distracciones pasan por otro lado: la restauración de antigüedades.

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Revista Literaria PROSOFAGIA

Plácido Fernández (Plásido)

“Fotografía”, etimológicamente, significa ‘escritura con la luz’. Y quizás esta capacidad es la que me cautivó para practicarla. En mi memoria está un autorretrato que, sin buscarlo, se hizo mi padre al salir reflejado en un espejo de la habitación marital donde mi hermana y yo éramos lo que buscaba el objetivo; luego el momento mágico del revelado sobre papel, y comenzar a surgir la imagen. No practiqué nunca la fotografía hasta la era digital, cuando mi compañera compró una Sony. La sencillez digital me permitió hacer lo que hasta ese momento era solo admiración. Me compré una Olimpus E-500, una cámara reflex, estudié qué es un obturador, qué es un diafragma y me puse a practicar. Soy autodidacta Página 36 y para hacer una buena foto, primero intento ser original, es decir que la foto sea el reflejo de lo que sientes cuando miras, segundo saber técnicamente en qué consiste hacer una buena foto, ajuste de niveles, encuadre, y poco más. Mi taller de revelado digital es el Master Olympus, y como programa de retoque digital Photoshop CS. Me gusta fotografiar por temas, es decir, edificios, nubes, cruces, a mi hija, mi trabajo, nostalgia, paisaje, paisanaje…, y estoy muy lejos de ser fotógrafo profesional pero intento ser serio en lo que hago. En mi blog: http:www.plasido.blogspot.com expongo mi trabajo fotográfico. Creo en la fotografía como narración con el ojo así como en la utilización del color para expresar la sorpresa por la vida.

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Nuestro tema de Portada 10: la luz.

Dicen que el impresionismo nació el día en el que al pintor se le terminó el tubo de pintura negra. En este número no nos hemos quedado sin color negro, pero es que ¡no falta color alguno! Es nuestro humilde homenaje a los pintores de la luz, la que ahora nos invade en primavera y otoño, que acerca uno y otro hemisferios prosófagos. Para este recorrido, nuestros amigos y colaboradores fotógrafos enviaron sus mejores capturas de las estaciones en España, Holanda, Egipto, Vietnam... Gracias por su constancia y apoyo.

No podía faltar la primavera de Argentina. Esther se lanzó en pos de ella.

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Revista Literaria PROSOFAGIA

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Tampoco nos hemos olvidado de las calabazas. ¡Feliz Halloween! pepsi Página 34

Pero esto no es todo, porque en Prosofagia se escribe, se fotografía, y se cocina: Tarta de cuento Se prepara un bizcocho sencillo para rellenar (se puede comprar) y se corta en tres lonjas. Para mojar el bizcocho se prepara un almíbar ligero con los 200g de azúcar, el agua, la canela o vainilla y la corteza de naranja (sin la parte blanca). Se cuece durante 6 minutos, aproximadamente, en el microondas a 700W. Se funden 150 g de chocolate de cobertura con un vaso de leche. Mientras, se trituran (no pulverizan) 200 g de Lacasitos y se mezclan con el chocolate fundido cuando esté templado, y se añade la nata. Con esta mousse crocante se rellenan los pisos del bizcocho. Arriba de todo, se extiende una fina capa de mermelada de albaricoque. Los 250 g de chocolate restantes han de fundirse (cuidado de no mojar el chocolate para que quede brillante) en el microondas (2 minutos a 700W), y se cubre la tarta, pegando los Lacasitos, y a enfriar. El fondant para el lazo se elabora con los malvaviscos (fundidos en el microondas) y amasados con el azúcar glas y unas gotas de colorante alimentario. Se extiende y se corta en tiras con un cortapastas o un cuchillo y se moldea a gusto (es como plastilina). Se pega sobre la tarta con unas gotitas de agua, adornándola con Conguitos. Una vez decorada con el fondant, la tarta no puede meterse en la nevera porque se estropea esta pasta. No queda más remedio que comerla. *En esta receta están contemplados los Lacasitos y Conguitos que picotea el cocinero durante la elaboración.

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Ingredientes:

1 bizcocho para rellenar 400 g chocolate cobertura 1 vaso de leche 200 g nata montada azucarada 400 g Lacasitos o M&M´s 1 paquete de Conguitos 125 g malvaviscos o marshmallows 250 g azúcar glas mermelada de albaricoque 200 g azúcar 1/4 l de agua canela en rama o vainilla corteza de naranja número 10 - octubre 2010 - Prosofagia 91



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