superiores a todo hombre, “obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal al pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”; que “la esclavitud se proscriba para
siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la
virtud”; “que en la nueva legislación no se admita la tortura”, y; “que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que nos agobian”.
La Patria se libera Sólo de esa forma la Patria sería “del todo libre y nuestra”:
emancipándose no sólo del yugo colonialista sino, sobre todo,
del gobierno tiránico que expandía la opulencia y la indigencia, fijando la distinción de castas e impidiendo que todos que-
daran iguales. Si la soberanía debía de existir y realizarse con
la independencia nacional, era para que el pueblo ejerciera el
poder que residía y dimanaba de él y que debía instituirse en su beneficio. He allí la fuerza testimonial de una proclama inde-
pendentista y justiciera del tamaño y profundidad de la expresada por José María Morelos y Pavón.
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