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E GIPTO

Egipto

para viajeros independientes Por JOSÉ MELERO MARTÍN

Viajar a Egipto tiene algo especial. Ya sé que se trata de un destino turístico habitual que los turistas invaden cada temporada, pero, a pesar de todo, el viajero que se decida a viajar al país de las pirámides experimentará una emoción única cuando el avión sobrevuele el delta del Nilo de camino a El Cairo o Alejandría. ¿Se dan cuenta de que todo en Egipto suena a leyenda? El Nilo, uno de los ríos que ha generado más literatura en occidente; la ciudad de Alejandría, que antaño albergó la biblioteca más famosa del mundo; el faro, una de las siete maravillas del mundo antiguo, y qué decir de El Cairo, la capital al borde del desierto en cuyos límites se alzan las míticas pirámides. ¿Quién puede ofrecer más? En mi caso, nuestro avión nos llevó hasta Alejandría y desde allí en autobús directamente a El Cairo en donde teníamos reservado un hotel en las afueras para pasar la noche con la intención de embarcar al día siguiente en uno de los cruceros que recorren el Nilo en dirección sur, es decir internándose en el país. Por la mañana nos despertó el canto del almuecín más cercano llamando a la oración y tras el desayuno y el regateo del importe de la carrera con un taxista nos desplazamos a uno de los embarcaderos del río en el que abordamos un barco de crucero muy parecido a aquellos que navegan el Missisipi en la otra punta del mundo. El recorrido hacia el sur puede hacerse también en el tren que sigue el curso del río pero, aunque más turística, la opción más espectacular es la del crucero, que lentamente va remontando el cauce rodeado de un paisaje que quita el aliento especialmente al atardecer, en el que, sobre la terraza del barco, pueden verse en ambas orillas las majestuosas dunas que se alzan más allá de las zonas de cultivo marcando el inicio del desierto. La población en Egipto se aglomera en torno a la franja verde de vegetación pegada al Nilo y el resto, el noventa por ciento de territorio restante, está ocupado por el Sahara, en el que tan sólo habitan algunas tribus nómadas. Es imposible describir en tres páginas todo lo que puede verse -monumentalmente hablan-

do- en Egipto, así que mencionaré al menos aquello que necesariamente hay que ver. En este sentido el destino más interesante es por supuesto la ciudad ribereña de Luxor -la antigua Tebas-, cuyo patrimonio justificaría por sí solo el viaje al completo. Se trata de reservar al menos dos o tres días para realizar las visitas imprescindibles, comenzando por el propio templo de Luxor con su impresionante sala hipóstila y su gigantesca columnata y continuando con el templo de Karnak, situado a unos kilómetros al norte en la ciudad del mismo nombre y hasta la que se puede ir en calesa por un precio razonable. A destacar, al margen de las columnas, salas y los omnipresentes bajorrelieves jeroglíficos, la magnífica avenida de las esfinges. Para visitar el Valle de los Reyes es necesario madrugar para evitar el calor extremo del mediodía, cruzar el río en un ferry y buscar un medio de transporte hasta el valle, lo cual puede hacerse en taxi, bus o bicis por mencionar algunas de las opciones. Por el camino debemos detenernos para echar un vistazo a los colosos de Memnón, dos tremendas estatuas sedentes al pie de la carretera. Al llegar descubriremos un paraje desértico horadado por cientos de criptas subterráneas. Fue precisamente aquí en donde en 1922 fue descubierta la famosa tumba de Tutankamon cuyo sarcófago de oro puede admirarse en el museo egipcio. El descenso por las escaleras de piedra www.revistazoom.es // 27


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