Guerra Mundial Z

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de distancia, sino que los sonidos que hacían nos indicaban qué íbamos a encontrar. Uno podía saber todo lo necesario por el tono del gruñido y la frecuencia de los ladridos. A veces, cuando había que hacer silencio, el lenguaje corporal servía igual de bien. El arco del lomo y los pelos erizados eran suficiente señal. Después de algunas misiones, cualquier entrenador competente, y todos lo eran, podía leer todas las señales de su compañero. Los exploradores que encontraron zombies sumergidos en los pantanos, o sin piernas en medio de la hierba, salvaron muchas vidas. Yo perdí la cuenta de las veces que un soldado nos agradeció personalmente por encontrar un G oculto que en otras condiciones le habría arrancado un pié de un mordisco. PLA es Patrulla de Largo Alcance, cuando tu compañero era enviado a patrullar más allá de las líneas de fuego, a veces viajando por días enteros para recolectar datos del territorio infestado. Llevaban un arnés especial con una cámara de video con enlace satelital y GPS, que nos daba datos en tiempo real sobre el número y localización exacta de los objetivos. Así uno podía predecir la posición de Zack en un mapa, sincronizando con lo que veía tu compañero y los datos del GPS. Supongo que desde el punto de vista técnico, era impresionante, espionaje en tiempo real como el de antes de la guerra. Al duro le encantaba, pero a mí no; siempre me preocupaba más lo que podía pasarle a mi compañero. No se imagina lo difícil que era, estar allí parado en un cuarto lleno de computadoras y con aire acondicionado —a salvo, confortable, y totalmente impotente. Mucho después, los arneses fueron equipados con un sistema de radio para que el entrenador pudiese dar órdenes, o en el peor de los casos, abortar la misión. Yo nunca trabajé con esos. Los equipos tenían que entrenar con ellos desde el principio. Uno no podía devolverse a entrenar nuevamente un K que ya sabía hacer lo suyo. No se le pueden enseñar trucos nuevos a un perro viejo. Lo siento, es un mal chiste. Tuve que aguantar un montón de malas bromas por parte de los idiotas de inteligencia; parado detrás de ellos mientras miraban sus malditos monitores, fascinados con las maravillas de sus “Recursos de Inteligencia Portátiles.” Se creían muy simpáticos por haber inventado ese nombre para el arnés. Como si para nosotros fuera muy gracioso tener un RIP pegado en el lomo de nuestros compañeros. [Sacude la cabeza.] Y yo tenía que quedarme allí, apretando los puños, mirando lo que veía mi compañero mientras cruzaba bosques, pantanos o pueblos. Los pueblos y las ciudades, esas eran lo peor. Esa era la especialidad de mi división. Ciudad Perro. ¿Alguna vez escuchó hablar de ella? ¿La Escuela K-9 de Combate Urbano? Sí, esa, y era una ciudad de verdad: Mitchell, en Oregon. Acordonada, abandonada, y llena de Gs activos. Ciudad Perro. En realidad debieron haberla llamado Ciudad Terrier, porque casi todos los Ks que criábamos en Mitchell eran terrier. Diminutos escoceses, norwich y yorkshires, buenos para moverse entre los escombros y espacios estrechos. En lo personal, Ciudad Perro me suena bastante bien. Yo trabajaba con un dach. Eran los mejores guerreros urbanos. Eran duros, inteligentes y, sobre todo los minis, se sentían perfectamente cómodos en espacios cerrados. De hecho, para eso habían sido criados originalmente; “perro Traducción: m_earendil

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