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El alcalde que no quería a sus vecinos

Obras son amores y no buenas razones. El refranero nos viene a la perfección para describir las contradicciones de un partido, Ciudadanos, que en Valdemoro es un ejemplo de libro de dialéctica incoherente.

No hace falta acudir a la ciencia política para explicar un fenómeno que hemos tenido que sufrir los valdemoreños. A la impericia y la pereza se une la fuerza que ha frenado el progreso de los pueblos en demasiadas ocasiones: el miedo, la cobardía.

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Otra causa no puede haber, si no es el odio, a la negativa sistemática del alcalde a escuchar a sus vecinos, a facilitar la participación vecinal y a dar visibilidad a la prolífica vida asociativa que los valdemoreños desempeñan en múltiples aspectos. En Valdemoro tenemos clubes deportivos, AMPA’s, asociaciones vecinales, juveniles, culturales, de apoyo a la diversidad funcional, feministas, LGTBI, sindicales, de ayuda a los refugiados o de comerciantes y de consumidores… una amplísima panoplia de propuestas, anhelos e inquietudes que se encuentran ante una administración local hermética que les ignora y abandona.

Empezó cerrando el boletín municipal ‘Quince días’, primero en papel y más tarde online, en el que, si bien de manera muy limitada, los colectivos encontraban un pequeño hueco para difundir sus actividades y propuestas.

También ‘desapareció’ la plataforma municipal de participación a través de la cual pudimos decidir el diseño de nuestra bandera u opinar sobre la vuelta del Servicio de Estacionamiento Regulado. En serio: hubo un momento en el que este Ayuntamiento preguntaba a sus vecinos sobre asuntos que directamente les afectaban.

El contraste lo encontramos con un Centro de Asociaciones que ha permanecido cerrado durante casi toda la legislatura, al igual que la Casa de la Juventud o el Centro de Mayores, que solo han funcionado parcialmente y tras múltiples quejas de los usuarios.

Tampoco parece que el gobierno municipal vaya a escuchar, ni durante 5 cinco minutos, a los vecinos para conocer sus sugerencias sobre los presupuestos municipales. Por supuesto, las comisiones informativas sobre el crematorio son a puerta cerrada (“secreto de estado”) y la personación de los vecinos o el acceso público a las actas de contratación son una quimera que no cabe en el imaginario de la formación naranja.

Recordemos que nos encontramos ante un partido que nació hablando de transparencia, de participación, de despachos abiertos y de paredes de cristal pero que ha convertido el ayuntamiento en un bunker cerrado a los vecinos en el que hasta los plenos se han trasladado al horario de mañana para dificultar la asistencia de la gente.

También el refranero nos enseña que “no hay peor sordo que el que no quiere oír” y que “no hay mal que cien años dure”. Afortunadamente, la cuenta atrás para acabar esta malhadada legislatura ya está en marcha y este alcalde que no quiere a sus vecinos, que no les escucha y que se esconde de ellos, pronto será un mal recuerdo. Un recuerdo que, aunque malo, no deberíamos olvidar.