Zancada 16: Las mujeres de nuestras vidas

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ZANCADA16 LAS MUJERES DE NUESTRAS VIDAS Las mujeres que nos marcaron Neofarándula y feminismo Herencias gastronómicas Taquitojocoque y el amor sororo Collage colectivo y viajero La creatividad de Rocío Monasterio Músicas y sus documentales


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LAS MUJERES DE MI VIDA

16 AÑOS

Las mujeres que nos marcaron Neofarándula y feminismo Herencias gastronómicas Taquitojocoque y el amor sororo Collage colectivo y viajero La creatividad de Rocío Monasterio Músicas y sus documentales

LAS MUJERES DE NUESTRAS VIDAS

Esta edición es una oda a las mujeres de nuestras vidas, un pequeño homenaje a aquellas que se cruzaron y, a veces, incluso sin darse cuenta, nos marcaron, o simplemente nos hicieron sonreír cuando lo necesitábamos. Algunas son fundamentales, otras anónimas, pero todas relevantes. Pienso, por ejemplo, en la Tuca, una amiga de mis papás que adoptó el rol de abuela regaloneadora cuando vivíamos lejos de mis abuelas verdaderas; en Katia, la profesora de Historia que me daba aventón en su Pacer (igual al auto de Wayne’s World) y con quien tuve las mejores conversaciones en cada trayecto durante mi adolescencia. También recuerdo con cariño a Alice, la profe de primero básico que nos enseñó a restar saltando como ranas sobre una recta numérica dibujada con tiza en el suelo. Apuesto que ya estás pensando en alguna. Para este aniversario, trabajamos en equipo armando un collage que viajó casa por casa; destacamos a las músicas que abrieron puertas y derribaron barreras; hablamos de la herencia cultural gastronómica y de neofarándula. Destacamos el arte de Taquitojocoque plasmado en sus ilustraciones y el de Rocío Monasterio en la ropa y en sus lienzos. Todo es mejor cuando se ven mujeres en el horizonte de este mundo diverso y disparejo. Por eso es importante nuestra presencia en todos los ámbitos de la vida, tanto en el trabajo diario, como en los sitios donde se toman las decisiones. Démonos un tiempo para darles (darnos) el valor que merecen y practicar la sororidad como regla de vida. Sólo cosas buenas van a resultar de eso. Unidas somos más fuertes.

paty leiva directora

Portada: Fragmento de collage colectivo realizado por Cata Donze, Celine Reymond, Tamara Bastías, Josefa Quintana, Paty Leiva & Quena Pérez de Arce. En las siguientes páginas se puede ver en su totalidad.

Directora Paty Leiva Equipo periodístico Belén Leyton Soraya Coñuecar Colaboradoras Alessandra Frigerio Cata Donzé Celine Reymond Dalal Halabi Eleonora Aldea Pardo Josefa Quintana Karina Valle Marisol García Natalia Adauy Quena Pérez de Arce Rocío Monasterio Tamara Bastías Tamara Yáñez Oyarce Taquitojocoque Diseño Paty Leiva Webmaster ZeroZen

EDITORIAL

ZANCADA16


PREGUNTA

MUJERES QUE TE DEJARON HUELLA Hay mujeres que dejan huellas en la vida aunque sólo hayan pasado por un breve momento por nuestro camino, ¿ recuerdas a alguna mujer que haya tenido un gesto que fue importante para tí?

Mis dos abuelas. Una era la persona más positiva que he conocido. Siempre buscó la parte buena de las cosas y trataba que todos estuvieran felices. La otra, una mujer inteligente, moderna, muy informada, crítica y amante de las plantas. Las dos me entregaron tanto cariño... que no hay día que no las recuerde. Malu, 43

Carola Soto, mi profe de matemáticas durante dos años y medio. Su gesto más lindo conmigo, y el resto del curso, fue hacernos clases con perspectiva de género. Nos mostró los rostros de grandes mujeres matemáticas como referentes y eso lo considero un regalo. Violeta, 18 Cuando estuve internada en la clínica por tres semanas después de mi atropello, conocí a la Norita, una enfermera que hacía turnos de noche. A ella le tocaba darme los últimos remedios del día y una pastilla para dormir, pero cuando me veía muy entretenida con algo en la tele, me decía “tómatela cuando termine la película, para que no te pierdas el final”. Paty, 50

Mí tía Carmelita me enseñó a amar el campo, con su preocupación de que fuera cada día más hermoso. Aun cuando afuera conocí otros campos, no hay como el campo de mi tía, que me marcó con sus costumbres y su paz, su cielo azul de verano, sus noches iluminadas de estrellas y tantos alimentos sanos del mismo espacio. Me hace recordar tiempos pasados llenos de amor en ese lugar de Parra. Pachi, 76

Pienso que lo más importante para mí es haber crecido con una madre y sus amigas feministas, siempre comprometidas con distintos aspectos de la lucha por mejorar las condiciones de vida de las mujeres. Pensaba hablar de mi admiración por escritoras como Toni Morrison y Edwidge Danticat, entre muchas otras, y después pensé en que también mi gusto y atención a las escritoras se remonta a esos ambientes de infancia. Lucía, 49

La Sarai me enseñó lo que es el amor verdadero, ese amor de amigas de mushosaños. La conocí a los 14, la vi haciendo locuras de adolescente, y pensé: “Quiero ser su amiga”. Fue amistad a primera vista. Este amor ha sobrevivido a años de confidencias, llantos y paciencia. La escogí entre muchas amigas maravillosas sólo porque ha visto lo peor de mí, y aun así me apoya incondicionalmente desde hace 16 años. Amores habrán muchos, pero tus amigas estarán ahí en cada uno. Cuídalas, ámalas y agradécelas. Virgy, 30

En el momento más difícil de mi vida tuve la suerte de contar -incondicionalmentecon mi familia y amistades. Y fue en ese mismo momento en que irrumpió una desconocida, que partió con un “te cacho de la universidad” y luego se transformó en mi compañera, consejera y confidente. Solo ella podía entender lo que sentía, y podía calmarme porque ella también lo había vivido hace unos años. Fue honesta, nada de palabras bonitas. “Afírmate”, me dijo una vez. También caminó conmigo al lado de una camilla para ir a un examen inesperado. Luego supe que ese día revivió muchas penas de cuando murió su hijo, pero igual no dudó en acompañarme. Y así, muchos momentos más, celebró nuestros logros como si fueran propios. Ella es la Ignacia, que pasó de desconocida a gran amiga, y de la que estaré siempre agradecida. Conchita, 38


Mi querida Tatiana, mujer artista, recolectora, creativa hija de los colores. Sintonizamos como amigas y una relación de abuela y nieta adoptivas. Me enseñó a vivir el arte, la simpleza de la vida y la muerte. A reírnos de nosotras mismas y “a siempre esperar lo inesperado”, un dicho de ella que hace tanto sentido en esta vida. Fran, 37

Mi nana Raquel estuvo conmigo por casi 20 años. Ella era del campo y no sabía leer ni escribir, pero era la persona más creativa y hábil con las manos que he conocido. Me enseñó a convertir las plantas más raras en árboles de navidad con unos adornos hechos con puros materiales reciclados. Eran los ’80, por lo que ella era una vanguardista del reciclaje. ¡Todo podía tener un nuevo uso! Macarena, 47

En tercero medio me cambié de colegio. Pasé de tener amigas a estar en un entorno extraño. Además, estaba pasando por muchos problemas emocionales y agudizando una depresión nunca tratada. Me sentía sola y vulnerable. Al pasar las semanas conocí a la profe Dani, una psicopedagoga del liceo que trabajaba en el Programa de Integración Escolar. Nunca pertenecí al PIE, y al principio conversaba con ella sólo para pedirle ayuda con ejercicios de matemática, pero con el tiempo cada vez pasaba más en su oficina, ese espacio pequeño donde cabían tantas personas hermosas. La profe Dani me salvó en un año horrible en el que pasaba llorando por los rincones. Sin saberlo, ella era lo que me motivaba a seguir estudiando y, en parte, viviendo. Ese humor tan especial que tenía, esas ganas de hacer un cambio, esa motivación que la hacía ponerse disfraces por sus alumnos y alumnas. No recuerdo qué tanto hacía yo metida ahí, pero sí tengo muy presente esa sensación de seguridad. Me dieron la protección que necesitaba. Era mi espacio seguro. Belén, 21

Hoy en la playa, una mujer que tomaba sol sola en la arena me cuidó la ropa mientras yo fui a sumergirme al mar. Píapinta, 35

Mientras cursaba cuarto medio teníamos reuniones con mi profesora jefe para ver qué era lo que queríamos hacer cuando saliéramos del colegio. Le conté que, aunque me interesaba estudiar literatura, mi opción real era psicología. Ella me dijo: “¿Sabes? yo no te veo en eso en realidad, te veo estudiando periodismo”. Recuerdo que esa idea ni siquiera había pasado por mi cabeza. Así que yo solo le dije que no me parecía una buena opción para mí. Ella me contestó que tal vez yo no me veía como ella lo hacía, que realmente tenía potencial para hacerlo e incluso me mostró una malla curricular y se ofreció a presentarme a personas que estudiaron eso. Pero lo que más recuerdo ahora es: “Si lo que te preocupa es el campo laboral, créeme que uno es el que hace su propio campo y busca sus propias opciones”. Finalmente, ella no se equivocó. Soraya, 20

Justo hablaba con alguien sobre mi historia de afectos en la infancia (carente casi en un 100%) salvo con mis profesoras. A través de sus ojos comené a validarme y creerme el cuento. Las recuerdo siempre con cariño y gratitud. Mari, 39

Hace un par de años, me desmayé cruzando una avenida. No perdí la consciencia, entonces, me di cuenta cuando se empezó a reunir gente a mi alrededor. De pronto se estacionó un vehículo y alguien dijo: “Soy enfermera”. Esa mujer me ayudó a recuperarme y me llevó hasta la puerta de mi edificio. Siempre le estaré muy agradecida por ese bello gesto. Lorena, 44

Si hay mujeres que dejan huella, ¡¡¡imagínate cinco!!! Ellas son las que me sostuvieron durante la conquista de mi libertad, luego de mi separación. Habitar la libertad es siempre un desafío luego de sólo hacer lo que sabía hacer: estar casada. Estas cinco mujeres que me regaló la vida, todas ellas diferentes por cierto, me acogieron desde su forma de entender el mundo, respetuosamente y sin juzgarme. Se atrevieron a vivir conmigo esta nueva vida, tal como viven la suya: de frente. Siempre estuvieron para mi, siempre me sostuvieron, siempre me levantaron, siempre me acompañaron. El otro día pensaba: “¿Habrá mujeres sin amigas? ¿Podrán todas contar con mi colchón de nubes?” Y mandé ese deseo al universo, quiero esa experiencia para todas… Titi, 45


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CINE

MUJERES QUE NO SE OLVIDAN por marisol garcía

L

o escuchamos cada año, hace 17 ediciones: “¿Cuál es el título más importante en su programación?”. Nos cuesta responder. Desde su largada, en 2004, IN-EDIT no ha querido funcionar con jerarquías de fama ni influencia, ni menos poner a competir a lo/las protagonistas de nuestros documentales, cada uno/a con mérito suficiente para pasar el filtro de nuestra selección. El Festival IN-EDIT Chile se trata, sobre todo, de historias. Algunas las traen figuras históricas, y otras músicos sin fama pero imbatible perseverancia. Hay histo-

rias sobre ascensos a la gloria internacional, y otras de escala doméstica, tanto o más conmovedoras. A veces rupturistas, a veces discretas, hay decenas de mujeres inolvidables en esos relatos que cada diciembre confirman el valor de las vidas en torno a la música, y el vínculo de éstas con la cultura popular de sus respectivas sociedades. Mientras preparamos un nuevo IN-EDIT (7 al 14 de diciembre) compartimos el homenaje a algunas de las muchas mujeres que se han quedado en nuestro recuerdo durante estos diecisiete años de Festival.

La 17ª edición del Festival IN-EDIT CHILE, único en el país para el cine y documental musical, vuelve a Santiago entre el 7 y el 14 de diciembre. Hay funciones presenciales y exhibiciones online, y también fechas durante enero en regiones. Toda la información: www.inedit.cl.


CINE Sonita (dir.: Rokhsareh Ghaem Maghami - Irán) IN-EDIT 2016 Valentía no es aplicarse en hashtags y compartir hastíos por un teclado. Valentía es defender la propia voz incluso cuando se tiene todo en contra: tu familia, tu cultura, tu religión. Los padres de Sonita Alizadeh han acordado casarla a los 18 años de edad a cambio de nueve mil dólares. La joven afgana levanta, sin embargo, su parecer desde su refugio en Irán, y se atreve a decir: “Yo soy una rapera”.


CINE Suzanne Ciani: A Life in Waves (dir.: Brett Whitcomb - EE.UU.) IN-EDIT 2018 Por varios años tuvo que soportar que sus discos se ordenaran en las bateas de “cantantes femeninas”. Era una conclusión fácil a partir de su foto: mujer blanca, de apariencia tranquila, joven. Pero Suzanne Ciani jamás ha cantado, ni en estudio ni en conciertos. Cuando comenzó a trabajar en la música electrónica no había referencias para alguien como ella, innovadora y atrevida en un ambiente ajeno, cuando no hostil. Compositora, intérprete, concertista y diseñadora sonora, su historia musical con máquinas y programaciones es la de una eterna disposición a la sorpresa.


CINE


CINE Grace Jones: Bloodlight and Bami (dir.: Sophie Fiennes - Irlanda/Gran Bretaña) IN-EDIT 2018 En un documental sobre alguien como Grace Jones hay ciertas cosas que se te hace esperable ver: cualquier prueba de excentricidad en el comportamiento, la cuidadosa selección de su ropa inolvidable, su comodidad frente a las cámaras, sus piernas firmes (e interminables) en pasarelas y escenarios. Lo que volvió entrañable esta película fue el fisgoneo en su cotidianidad. Jones es madre y abuela, y las vistas a las visitas a su familia en Jamaico y el cariño allí desplegado se quedan contigo como el más hermoso de los contrastes.


CINE

Grandma lo-fi (dir.: K. B. Kristjánsdóttir, O. Jónsson e I. Birgisdóttir - Islandia) IN-EDIT 2012 Comenzó a grabar y mostrar sus canciones a los 70 años de edad. Antes de cumplir 80 ya tenía decenas de álbumes y más de seiscientas grabaciones, todas ellas desarrolladas a solas en su casa de Islandia. Una mezcla de ingenuidad y perseverancia rodean su creatividad, tan decidida como falta de ambición. Es el tipo de artista que te hace creer que componer música es sencillo, y que es algo que todos/as debiésemos hacer. “Sólo hace falta fantasía”, nos recuerda la abuela lo-fi, admirada por Björk y Sigur Ros.

A 20 pasos de la fama (dir.: Morgan Neville - Estados Unidos) IN-EDIT 2013 Corista junto a Tina Turner y Joe Cocker, responsable de interesantes discos propios de soul-rock, y célebre en la trivia rockera debido a sus romances con Mick Jagger y David Bowie —es ella, al parecer, la inspiración de la famosa Brown sugar, de los Rolling Stones—. Claudia Lennear es una de las varias coristas cuyas historias dan forma al premiado documental A 20 pasos de la fama. Cada una por razones particulares, las cantantes allí retratadas se quedan contigo, sobre todo por esa particular sabiduría de quien comparte su talento con los más grandes pero queda para siempre opacada por su brillo.


CIN


CINE Nico: Icon (dir.: Susanne Ofteringer - Alemania) IN-EDIT 2005 A veces el impacto de un documental no proviene de conocer una vida ejemplificante, más bien al contrario. Los 49 años de vida de Christa Päffgen tuvieron las cumbres de la más hermosa creatividad musical, aunque también los baches de un pulso autodestructivo incesante. Fue incapaz de tener relaciones afectivas duraderas, ni siquiera con su hijo. Fue una de las musas de The Factory, el estudio de Andy Warhol, también pasó por Velvet Underground y finalmente decidió luego seguir su camino aferrada a la heroína, la soledad y la composición autoral más sombría y exigente. Sus discos solistas tienen el sonido de todo esa carga.


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LAS MUSAS


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TV

QUIERO SER COMO ELLA

A lo largo de nuestras vidas estamos constantemente en busca de referentes, personas que nos inspiren y nos ayuden a crecer. Un lugar donde he encontrado mujeres increíbles, que tenían algo distinto a lo que yo conocía, es en la televisión. Vi personajes que traspasaron la pantalla con su personalidad y, aunque tal vez no sean mujeres que cambiaron al mundo o algo por el estilo, me hicieron decir: “Quiero ser como ella”.

por soraya coñuecar

Sutton Brady

Serie: The Bold Type (2017) Interpretada por: Meghann Fahy MBTI*: ESFJ Personalidad: realista, directa y afectuosa. Quiero ser como ella porque: ella sola ha hecho su camino y aspira a ser independiente, pero sin tampoco limitarse a tomar riesgos. No se conforma con tener parte de su sueño, lo quiere por completo aunque eso involucre volver a comenzar. Además, es admirable lo abierta que puede ser con sus sentimientos y que sea tan consciente de la responsabilidad afectiva que tiene con los demás.

Rei Hino (Sailor Mars)

Serie: Sailor Moon (1992) MBTI*: ENTJ Personalidad: Tal como la representa el elemento de fuego, Rei tiene una personalidad fuerte, agresiva y enérgica. Quiero ser como ella porque: irradia confianza y seguridad en sí misma, incluso no duda ni por un instante en defenderse. Para mí, Rei fue un personaje que demostraba que las mujeres pueden tener una personalidad fuerte y ser mandonas, sin cargar con el estereotipo de “no es propio de una niña”.

Zelda Spellman

Spencer Hastings

Serie: Pretty Little Liars (2010) Interpretada por: Troian Bellisario MBTI*: ENTJ Personalidad: Inteligente, intensa y perspicaz. Quiero ser como ella porque: tiene una gran capacidad intelectual que usa a su favor, sobre todo considerando el contexto en que el personaje está inmerso. Cuando pienso en Spencer, pienso en lo determinada que era para llegar hasta el final de las cosas, costara lo que costara, y lo valiente que se mantenía pese a todo lo que se iba revelando.

Serie: Chilling Adventures of Sabrina (2018) Interpretada por: Miranda Otto MBTI*: ESTJ Personalidad: Arrogante, firme y astuta. Quiero ser como ella porque: además de ser bruja, un ser mágico de por sí, Zelda es muy consciente de las cosas y siempre las está analizando. Pese a que es muy estructurada y se esmera por seguir las reglas, se da cuenta cuando debe romperlas y está dispuesta a hacerlo.

*MBTI: Indicador tipológico de Myers-Briggs


ENERGÍAS

LA PODEROSA

ENERGÍA DE LOS CÍRCULOS

DE MUJERES por alessandra frigerio @alessandra_frigerio_astrocoach/

C

uando decidí dejar mi trabajo de oficina, para emprender un viaje espiritual por el mundo, nunca imaginé que esta decisión solitaria iba a tomar un curso colectivo. Todo comenzó cuando vivía en la mágica isla de Moorea. En ese entonces estaba sola, mi pololo francés me había dejado por otra y, la verdad, no quería volver a Chile. Mi terquedad Ariana no me permitía hacerlo. No tenía tele y el internet era bastante malo, por

lo que tuve que apelar a la creatividad aprendiendo a tocar ukelele y haciéndole un marco de conchitas al espejo del baño. También me quedaba horas fumando ganja en el jardín mientras contemplaba el brillo de la luna sobre las hojas de las palmeras. Y así pasaban mis días. De la noche a la mañana me di cuenta de que estaba sumergida en una dulce depresión. Estaba en uno de los lugares más hermosos del planeta y yo figuraba encerrada en mi casa sin hablar con nadie.


En Navidad, cuando estaba literalmente echada en mi cama mirando el techo, me tocaron la puerta. Eran mis vecinas polinésicas que me invitaron a pasar la cena con ellas. Eran las dueñas de las cabañas en donde yo vivía. Tres hermanas que no pudieron tolerar verme así de mal. Prácticamente me obligaron y me enchularon de pies a cabeza. Ay, pucha que lo pasé bien. Tenían un asado de pescados y mariscos increíbles, todo recolectado por ellas porque además eran pescadoras. Toca-

mos instrumentos -una de ellas tocaba las cucharas, muy al estilo Spoonman de Soundgarden, de alto impacto-, bailamos y aunque entendía poco y nada el idioma local, nos reímos hasta pasada la medianoche cuando la cerveza ya había hecho efecto. Este simple acto de sororidad fue una alarma para despertar. Me conmovió tanto ver cómo estas mujeres, en ese entonces extrañas, me habían invitado a su casa porque cachaban perfecto lo que me estaba pasando.


ENERGÍAS

En los siguientes días me invitaron a pescar en las aguas transparentes de Tahití y salíamos en su van familiar para ver el atardecer desde los volcanes. Un día fuimos a una fiesta en la playa y me obligaron a cantar Macarena, el único referente musical hispánico por esos lados. Y, la verdad, sentí que florecí, volví a mi ZEN-tro. Estas 3 hermanas me sanaron con su amor, risas y comida. No podía estar más agradecida, no les podía pagar con plata lo que habían hecho, era incuantificable, indescriptible y, a la vez, hicieron cosas tan simples y llenas de amor. Entonces, se me ocurrió devolverles la mano con cosas que yo sabía hacer bien: yoga. Partimos haciendo tres clases a la semana y para ellas fue muy lindo y revelador descubrir sus cuerpas de otra manera. Y era muy chistoso porque ellas eran muy divertidas. Cuando hacían la postura del perro me decían: “Kamasutra”, sexualizando un poco todo. Así fue como se me prendió la ampolleta y les propuse hacer una junta de mujeres para hablar de estas cosas en un espacio seguro y amoroso. Y eso, tan espontáneo y puro, se convirtió en mis círculos de mujeres, una nueva etapa en mi vida. Tras un año de convivencia en la que ya era mi tribu -en ese entonces éramos nueve mujeres-, decidí tomar rumbo hacia Tailandia. Sentí que tenía que crecer, estudiar un poco más y estar preparada para facilitar más de estos espacios. La experiencia que había tenido en Moorea había sido hermosa, éramos familia, pero me faltaban herramientas para aportar y mantener viva la llama de la comunidad. Tailandia, la tierra del eterno sol, me abrió sus puertas en todo su esplendor. Allá tomé cursos de todo lo que pude: profe de yoga, facilitadora de círculos de mujeres, facilitadora de sexualidad femenina, tantra y reiki. Y así me forjé en una nueva vocación: acompañar a mujeres en sus procesos de sanación y empoderamiento. Estos cursos me regalaron muchas amigas, mujeres de todas partes del mundo: rusas, co-

reanas, maltesas, suecas, peruanas. La onda que se produjo fue maravillosa. Todas estábamos ahí porque queríamos aprender sobre esas disciplinas, pero sobre todo queríamos aprender más sobre nosotras mismas. Todas teníamos algo que compartir, sanar y escuchar, por lo que decidimos organizarnos para seguir con estos espacios de contención. Y así comenzamos a juntarnos durante las lunas llenas. Ahí cada una era importante y nos preocupábamos de que ninguna se sintiera excluida. Cada noche de círculo, la magia del poder femenino se hacía notar. A partir de los relatos, cada una iba floreciendo rodeada de escucha amorosa y respetuosa. A veces soltábamos a través del baile, chistes, canciones que íbamos aprendiendo, nada tan serio donde la sanación era simplemente ser auténticas. En otras ocasiones el círculo tomaba un sentido de enseñanza: algunas aportaban con conocimientos para las demás. Y también existían espacios para la emoción: si lloraba una, llorábamos todas, porque la pena de una se sentía como propia. Han pasado seis años desde que comencé a facilitar estos círculos aquí en Chile, y la verdad es que cada uno es diferente, porque cada mujer es diferente, pero a la misma vez se repite la magia del estar reunidas por los mismos propósitos: reconectar con nuestras cuerpas, encontrar juntas el sentido de la vida, hacernos un nanai colectivo para darnos más fuerzas, aprender a valorar nuestra belleza única e irrepetible, entender que somos alma también y, por sobre todo, decretar que nuestra vulnerabilidad posee semillas de evolución, porque ahí está nuestro poder. No podemos cambiar nuestros pasados, pero sí podemos elegir ser felices en el presente. Cuando las mujeres se juntan, vuelvo a creer que el mundo puede ser un lugar mejor, en donde la palabra amor existe. Honro a todas las mujeres de mi vida, porque gracias a ellas mi vida se llena de colores, sabiduría, vulnerabilidad y poder.


LLEVA UNA EXPERIENCIA ÚNICA

a tus espacios

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ARTE

ILUSTRADAS (Y AMADAS)

foto: @ valentinabird

Taquitojocoque es una artista mexicana nacida en Nuevo Laredo, Tamaulipas, que todos los días nos entrega ilustraciones con su estilo único, honesto y llenas de humor y color en sus redes sociales @taquito_jocoque_. Además de su cercanía con México y Chile en los contenidos de su obra, coincidimos con ella en nuestro amor por las mujeres, la devoción por las amigas y el amor fraterno y sororo. Eso es lo que quisimos destacar en esta selección de obras dedicadas a nuestras más queridas.

(Puedes escuchar nuestra conversación con Taquitojoque en la entrevista que le hicimoes para el Podcast de Zancada)


ARTE



ART


ARTE


ARTE



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www.inedit.cl

@ineditchile


NUTRI

HERENCIA Y HÁBITOS ALIMENTICIOS por natalia adauy

Soy descendiente de palestinos por ambos lados, por lo que me crié en un ambiente lleno de rituales, comida y mitos árabes. Desde muy chica comí rico y harto. En mi casa siempre habían guisos de verduras con carne de cordero, arroz árabe con harta mantequilla, rellenos árabes bien condimentados, dulces árabes, entre otras comidas ricas en carbohidratos y grasas. La cocina en nuestra familia siempre fue algo importante, algo de mujeres. De hecho, tengo el recuerdo nítido de que a los 4 años decía que cuando fuera grande quería hacer arroz, porque estaba siempre en la cocina con mi abuela. Me ponía en un piso y cocinábamos juntas. Lo único que yo quería, era ser como ella algún día. Y así también mi mamá y mis tías siempre estaban en la cocina. Es un lugar de la casa muy común para las mujeres árabes, como las chilenas, quizás por eso se adaptaron tan bien los inmigrantes palestinos en Chile. Y en este ambiente lleno de comida rica y “no tan saludable”, estaba la preocupación constante de mi mamá y tías de ser “flacas”. Siempre estaba esa disyuntiva entre comer en abundancia y hacer dieta. Siempre estaban a dieta. También comentaban sobre el cuerpo de otras personas, si habían bajado o subido de peso, de lo bien o mal que se podían ver, de lo que comían o dejaban de comer. Es así como desde muy chica vi cómo mi mamá hacía dietas,

que aunque no compartía conmigo, igualmente invadieron mi cerebro. Una vez, mi mamá fue a una médico cubana y ella le dio una dieta de 800 calorías. Al tercer día se desmayó. Ahí la pobre entendió que no era muy buna idea (jajaja). Yo nunca fui una niña gorda, pero tampoco era de las flacas del curso o entre mis primas. Siempre fui promedio, dentro del rango saludable para la edad. Al menos es lo que creo al ver las fotos de chica, porque en verdad no era tema mi peso o la forma de mi cuerpo. Aunque mi mamá hablaba de su cuerpo, nunca se refería al mío. Pero igual me sentía gorda. Me sentía gorda cuando miraba mis piernas y eran más gordas que las de mis compañeras. Era esa edad en la que una se compara en todo, desde el pelo hasta las uñas de los pies. Siempre tapaba mi cuerpo en educación física. Como a los 13 empecé a ser más consciente de lo que comía y de las dietas que hacía mi mamá con sus primas y amigas paisanas. A los 15 hice mi primera dieta. Era una pauta con cosas “saludables” con frutas, verduras, etc. y ni idea de cuántas calorías tenía, pero no creo que muchas. Quizás era lo que necesitaba mi cuerpo, o quizás no, porque nunca consulté a ningún especialista. Desde ahí todo se puso cuesta arriba, bajé de peso, aunque no sé cuánto porque no me pesaba. Y hasta cuarto medio me restringí muchas cosas,


sobre todo las comidas árabes, para seguir bajando o al menos no subir. Cuando salía con mis amigas no tomaba alcohol, porque engordaba, y comía muy poco. Cuando me iba de vacaciones, llevaba lo que tomaba de desayuno, porque era muy cuadrada. Cuando estaba en cuarto medio, la comida era algo demasiado importante en mi vida, sabía las calorías de muchos alimentos y trataba de comer lo más “saludable” posible sin seguir ninguna “dieta”. De hecho nunca más hice dietas. Ahora que lo pienso, estudiar nutrición y dietética fue lo que me salvó de haber caído en una espiral de dietas y atracones. Decidí estudiar eso a mediados del último año en el colegio, tras haber pensado en muchas carreras, cuando mi mejor amiga llegó un día me dijo: “Oye, Naty, ¿y no has pensado en nutrición?”. Se me prendió una ampolleta y me puse a investigar sobre la carrera. En mi familia estaban todos felices, sobre todo las mujeres porque les iba a dar dietas para que pudieran bajar de peso y estar “regias”. Pero no fue tan así. En la carrera me di cuenta de muchas cosas, dentro de ellas, que alimentarme y nutrirme estaba bien y que mi cuerpo necesitaba CALORÍAS, PROTEÍNAS Y GRASAS. Cuando hablé de estos temas con mi mamá, recuerdo que dejó de hacer dietas y empezó a comer. Ahora, luego de haberme especializado en trastornos alimentarios, comprendo que quizás

yo tuve un trastorno no diagnosticado cuando era adolescente. Y quizás por lo mismo me interesé en esta área, para conocer más sobre el tema y poder ayudar a otras personas a recuperarse. Hay tanto aún en lo que avanzar como sociedad en torno a los trastornos, como el estigma por el cuerpo o el ideal de belleza impuesto por los medios. Nos han hecho creer que hay un cuerpo que es norma y si nos salimos de esa norma seremos más infelices, menos realizadas y menos queridas. También es normal que el cuerpo cambie con la edad, con las diferentes situaciones que vivimos y con los diferentes estados de ánimo que habitamos. Tener el mismo cuerpo de los 15 a los 35 es algo irreal. Quizás estás más delgada y más musculosa, o quizás estás viviendo un postparto… De cualquier manera, ¡está bien! Desear que tu cuerpo no cambie es similar a querer detener el cambio climático usando bombillas reciclables. Todos los cuerpos son diferentes y aunque todos comiéramos lo mismo, hiciéramos el mismo ejercicio y durmiéramos las mismas horas aun así tendríamos cuerpos diferentes y ¡está bien! Porque, qué es la vida sin diversidad. Las dejo a todas invitadas a querer su cuerpo como es ahora, habitarlo con amabilidad, respeto y compasión, porque está haciendo lo mejor que puede dentro de sus posibilidades.



VISUAL

CLUB DEL COLLAGE VIAJERO por cata donze, celine reymond, tamara bastías, josefa quintana, paty leiva & quena pérez de arce

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a Cata Donzé (@catadonzecollage) comenzó con la hoja en blanco, dio el punto de partida para pasar a manos de la Celine (@celinereymondcollage_)luego se fue a la casa de la Tamy (@ideaspara.escribir) y después partió donde la Josefa (@zigzag_ ea), que justo estaba de visita en la ciudad. La Paty (@patyleiva) intervino con su parte y se lo entregó a la Quena (@quena,) quien dio cierre al proyecto final. La experiencia de crear en conjunto fue muy entretenido, porque no sabíamos con lo que nos ibamos a encontrar ni cómo iba a terminar, sólo sabíamos que estábamos complementando con imágenes, las ideas de otra creadora en un ejercicio enriquecedor y estimulante. ¡Muy emocionante! Hacer collages es una de las actividades más recreativas y catárticas que hay, y si no han entrado en ese mundo desde los tiempos de colegio, recomendamos ampliamente retomar esa maravillosa actividad, muchas veces tomada como manualidad pero con la posibilidad de elevar su razón de existir a los ámbitos artísticos y espirituales más altos que puedas imaginar. El collage apaisado que verán a continuación es el resultado de este trabajo conjunto, hecho con seis cabezas, doce ojos y doce manos, bajo la premisa de nuestro tema central: las mujeres de nuestras vidas. ¿Qué sensaciones te evoca?


VISUAL



MÚSIC

¿DE QUÉ ESTAMOS LAS HABLANDO? MÚSICAS

DE MI VIDA


MÚSICA En este número dedicado a las mujeres que son y han sido importantes en nuestras vidas, tenemos un lugar especial para aquellas músicas que nos regalan su arte y nos permiten expresar sentimientos a través de sus voces, especialmente a las que han abierto caminos para las que han venido después. por paty leiva

S

oy de una generación que creció escuchando bandas de hombres en las que se repetía la estructura: voz, batería, guitarra, bajo. A veces se agregaba un teclado, especialmente en los años ochentas con la era dorada del synth pop. Sólo alguna veces, en el desfile de videos de MTV, parecían algunas “divas”, mujeres espectaculares, avasalladoras con tremendas voces y una que otra banda compuesta de “chicas” muy encantadoras. Fue hace unos años cuando, armando el festival Ruidosa, Francisca Valenzuela –fundamental talento local– me hizo notar algunos vicios muy rancios de la industria de la música, como, por ejemplo, que a las compañías productoras de festivales les complicaba llevar a dos artistas porque les parecían “parecidas” y el público se podría confundir. Ese parecido tan radical era que las dos tocaban el piano (¡la compararon con Julieta Venegas sólo por eso!), y ahí es cuando yo recuerdo a esa infinidad de bandas de rock compuestas por voz, batería, guitarra, bajo.... Eso a las productoras no les hacía ningún problema. Ese tipo de decisiones buscan dividir fuerzas y en lugar de que vayamos todas las mujeres en patota, la industria hace que se peleen los puestos. Absurdo, ¿cierto? Lo bueno es que nos dimos cuenta, y la introspección que me llevó a preguntarme ¿a cuántos

conciertos de mujeres he ido? y notar que son mucho menos que los de hombres, derivó en una revisión histórica y en una apertura mucho más intencionada hacia el mercado musical femenino, lo que no ha hecho más que enriquecer mis listas musicales, es decir, mi vida. Creo que es clave derribar prejuicios e indagar en nuevos estilos, como me pasó con la Rosalía, Princesa Alba, Olivia Rodrigo y Adele. Gracias a la superación de esa barrera hoy puedo deleitarme con esas voces, y composiciones. Antes hubiera dicho “no son mi estilo” y me las habría perdido. En mi revisión autobiografíca, me di cuenta de que no son pocas las músicas que me impresionaron desde que las conocí. Quiero rendir honores a algunas de ellas, tanto en estas páginas, como en el espacio de “Las mujeres de nuestras vidas” que pueden escuchar en Radio Horizonte donde presento una canción de distintas artistas que ocupan un lugar importante en la historia de la música (y en mi corazón).

La primera impresión La primera vez que vi a Annie Lennox en la tele fue en una presentación de Eurythmics en unos MTV Awards, en los ochenta. Andaba con un look tipo Elvis, con jopo, patillas y un traje de cuero entallado. Mi cerebro adolescente no supo qué hacer con lo que veía, no pude clasificarla, nun-


ca había visto a alguien como ella, me deslumbró y nunca más pude olvidar esa imagen. Después, en los videos me encandilé viéndola transitar de noche, en camisón, con una vela en la mano en escenarios surrealistas con su cortísimo pelo platinado. También con las portadas de los discos, siempre con una mirada penetrante y en una actitud rotunda y poderosa. Algo similar me pasaría con Grace Jones, una verdadera diosa, una extraterrestre, una intimidante fuerza natural. Fascinante.

Puntos de unión Nunca en la vida he estado en un concierto que congregue a más mujeres que el de Alanis Morissette –y mira que he ido a hartos–. En unos años 90s en los que las marchas 8M aún no eran parte de nuestro universo de comunión entre mujeres, lo que sentí dentro y fuera del teatro en la gira de Jagged Little Pill (el álbum más vendido de la historia hecho por una mujer hasta ese momento), fue una linda antesala. Algo muy especial sucede cuando muchas mujeres se juntan y Alanis canalizó esa energía. Otra banda de mujeres que para mí significa unión –a un nivel más personal– son The GoGo’s, la primera banda de mujeres que escribían y componían sus propias canciones y tocaban sus propios instrumentos y además, lograr el número uno en las listas por varias semanas. A ellas les debo la banda sonora de mis primeras amistades adolescentes, las primeras BFFs. Su perfecto pop musicalizaba esas tardes no-hacer-nada con las amigas (¿acaso las tardes más felices?). Hoy, la historia les hace justicia y tras el excelente documental de Alison Ellwood, que transparentaba su intención de hacer lobby para que la banda entrara al salón de la fama, cumplieron el objetivo. Y ojalá esto impulse a que nuevas generaciones revisen su entretenidísima discografía. Una vez más, mi recomendación es a botar prejuicios y descubrir nuevas músicas.

puedes escuchar la playlist “las mujeres de mi vida” en nuestro perfil de Spotify, donde encontrarás una playlist para cada ocasión y pretexto.



COCINA

MJADARA LENTEJAS SECAS CON ARROZ Y CEBOLLA FRITA Crecí en la cocina. Mis abuelas, tías y madre me regalaron sabores importantísimos, bases sagradas de mi vida. Cocino por herencia, sin estar obligada a hacerlo; cocino por mi presente, mi pasado y mi futuro; cocino para entenderme y expresarme; cocino porque me calma y me río, cocino para querer. por dalal halabi

E

n mi casa se conocen como lentejas secas*. Es una preparación simple, con pocos ingredientes y con mucho sabor. No tiene nada más que lentejas con arroz, cebolla frita y un par de especias que le dan un toque especial. Si le exprimes jugo de limón antes de comerlas, quedarán aun más ricas.

Ingredientes 1 taza de lentejas 7 mm, previamente remojadas ¾ taza de arroz (grado 1, grano largo) aceite de oliva (cantidad necesaria) 1 cda. sopera de curry 1 cdta. de comino ½ cdta. de semillas de cilantro ½ cdta. de canela en polvo ½ cebolla blanca aceite para freír (cantidad necesaria) ¼ taza de harina blanca sal y pimienta al gusto limón, granada fresca y laban para acompañar

Paso a paso Cocinar las lentejas en abundante agua, hasta que estén al dente (blandas, pero sin desarmarse). Se demoran 15 minutos. Colar y reservar el líquido de cocción por un lado y las lentejas por otro. Secar la misma olla y agregar aceite de oliva en

el fondo. Granear el arroz por un par de minutos junto con las especias: curry, comino, semillas de cilantro, canela y sal a gusto. Agregar 2 tazas del líquido de la cocción de las lentejas y dejar cocinar por 12 minutos, siempre a fuego bajo. En este punto, cuando aún no se ha evaporado toda el agua, añadir las lentejas precocidas y remover. Dejar cocer por 5 minutos más a fuego bajo. Si es preciso añadir un poco de agua, puedes agregar parte del líquido de cocción de las lentejas que tenías reservado. Cuando los granos estén bien cocidos y el agua evaporada, apagar la olla y dejar reposar tapada, por 5 minutos más. Para freír la cebolla: cortar en pluma, secar y pasar por harina (se puede agregar sal, pimienta y sumac a esta mezcla) hasta que estén cubiertas. Sacar el exceso de harina pasándolas por un colador. Calentar el aceite para freír y agregar las cebollas de a poco, hasta que estén doradas. Dejar secar sobre papel absorbente. Servir una porción abundante de lentejas y sobre ellas poner la cebolla frita. Puedes agregar granada fresca y un gajo de limón para acompañar. El yogurt griego es opcional, pero le da un toque muy rico y fresco.Al

*receta publicada originalmente en el libro Cocina de la diáspora, recetas con herencia palestina de Dalal Halabi, Editorial Grijalbo


foto: carolina vargas



BIENESTAR

MI CUERPO EN SUS MANOS por eleonora aldea pardo

N

o elegí a mi primer doctor, lo eligió mi mamá. Mi pediatra era un hombre alegre, tranquilo y cálido que me atendió hasta que me llegó la regla y fue momento de avanzar hacia un nuevo doctor, que tampoco elegí. Mi primer ginecólogo no era ni alegre, ni tranquilo, ni cálido. Un hombre tosco, que parecía tener siempre otras cosas que hacer, más urgentes. Sin embargo me seguí atendiendo con él, nunca cuestionando su actitud, aceptando el acuerdo social que dice que los doctores no tienen porqué ser amorosos si son competentes. Cuando estaba en la semana 37 de mi primer embarazo fui a un control en el que se me diagnosticó oligoamnio, poco líquido amniótico, y el mismo doctor tosco recomendó, de manera tosca, que me sometiera a una cesárea de emergencia lo más pronto posible. Han pasado más de 13 años desde ese día y nunca he logrado sentirme del todo bien con esa decisión. Es verdad que en mi segundo trimestre había estado hospitalizada por una arritmia benigna y es verdad que a esas alturas del embarazo el tratamiento más eficaz para el oligoamnio es el parto. Quizás si se me hubieran explicado las alternativas yo hubiera elegido la cesárea de igual manera. Pero han pasado los años y mientras más

sé de feminismo, parto respetado y violencia obstétrica, más me convenzo de que habían otras opciones, o por último una manera más amable de hacer las cosas. Una que no me hiciera recordar ese momento con pena y miedo como principales emociones. No todas mis experiencias con doctores varones han sido malas, pero sí todas mis malas experiencias con doctores han sido con doctores varones. Como en el año 2018 cuando tuve que sacarme la vesícula y me atendí con un cirujano que en todas las consultas me saludó con abrazos demasiado apretados y que estando en la camilla antes de la operación ponía sus manos en mis piernas, sin ninguna razón para hacerlo. Y no, no describiría su actitud como abusiva o acosadora, pero sé que las que me leen reconocerán esa sensación incómoda de saberse tocada más de lo justo y necesario. Cuando tuve que ir a mi control postoperación y le expliqué a ese mismo doctor que estaba sufriendo de lo que después entendí eran ataques de ansiedad, él lo único que hizo fue revisar los puntos y decirme que lo que él había hecho estaba bien así que no podía ayudarme con “lo otro”. O la más reciente, este año, cuando fui a un


“Desde que me atiendo con ginecólogas mis consultas han sido más largas y detalladas, he solucionado otros problemas de salud porque me han hecho preguntas que van más allá del bajovientre, me han examinado más respetuosamente, he sido informada con más paciencia y me siento más cómoda al explicarles síntomas porque ellas probablemente han pasado por cosas similares“.

médico general buscando respuesta para diversos malestares, entre ellos un dolor de hombros y cuello que no me dejaban tranquila, y el doctor luego de mirarme el pecho me dice que quizás debería usar mejores sostenes (uso bralettes o simplemente no uso sostén la mayoría del tiempo) porque mis pechos eran muy grandes y se notaba que pesaban mucho. También me mandó a bajar de peso sin pesarme y sin medirme. Salí de la consulta sintiéndome avergonzada y tomé una decisión radical: nunca más me atendería con doctores hombres si podía evitarlo. No ha sido fácil. Al pedir hora las doctoras siempre aparecen mucho más abajo que los doctores, quizás porque son menos y por eso mismo tienen menos horas disponibles. Quizás porque en la medicina, como en todo, el predeterminado siempre es un hombre. En el proceso de cambiar mi propia opción predeterminada me cuestioné mis decisiones y las decisiones de aquellas que vinieron antes. Me fue imposible entender por qué alguien preferiría atenderse, por ejemplo, con un ginecólogo varón. ¿Cómo es posible que aún haya tantos más ginecólogos varones que mujeres? Recordé el rechazo que siempre expresó mi mamá ante la idea de mostrarse de esa manera ante una mujer. ¿Por qué? Y más importante aún, ¿por qué dejé que ese rechazo influenciara mi propia experiencia durante tantos años? Desde que me atiendo con ginecólogas mis consultas han sido más largas y detalladas,

he solucionado otros problemas de salud porque me han hecho preguntas que van más allá del bajovientre, me han examinado más respetuosamente, he sido informada con más paciencia y me siento más cómoda al explicarles síntomas porque ellas probablemente han pasado por cosas similares. Y no sólo en el aspecto ginecológico está la diferencia. Recuerdo a la uróloga que después de muchas infecciones urinarias me sugirió que quizás mi pololo de la época desequilibraba el PH de mi vagina, plantando la primera bandera roja de la que sería una incompatibilidad total. A mi sicóloga que en sólo un par de años ha desentramado lo que mi sicólogo de más de una década nunca pudo y a mi dentista que en cada atención ponía música que me gustaba para que me relajara. Por supuesto que hay doctores maravillosos y dedicados, y por supuesto que también hay malas, pésimas, doctoras. No es mi intención plantear mi experiencia como una norma, ni mi decisión como un mandato para todas. Sólo hago un llamado a cuestionar las opciones predeterminadas que hemos aceptado toda nuestra vida como un único camino y a decidir libremente cómo queremos seguir, en todos los ámbitos. Para terminar, recuerdo también la historia de una querida amiga cuya madre murió porque después de ir a muchos doctores varones que no la tomaron en cuenta, cuando finalmente una doctora la atendió y descubrió que estaba sufriendo un infarto, ya era muy tarde. Resulta que en el cuerpo de las mujeres los infartos muchas veces se manifiestan distinto a los hombres, y esta doctora lo sabía. Las mujeres sabemos lo que les pasa a las mujeres y yo por lo menos de ahora en adelante decido confiar en ese conocimiento, especialmente cuando se trata de mi cuerpo, de mi salud, de mi vida.


MÚSICA @almahechoamano_


LIBROS

LAS NOVELAS, FABIO Y LA TÍA QUE ME ABRIÓ EL MUNDO por tamara yañez oyarce, ilustración: eleonora aldea pardo

L

eer es mi pasión. Soy bibliotecóloga, tengo un podcast sobre libros y vivo rodeada de mujeres que alimentan este amor. Con El club de lectura de las Amikas, cumplí un sueño doble: hablar a rienda suelta sobre los libros que leo y me gustan, y tener un espacio para fomentar la lectura. Tengo la fortuna de haber crecido con acceso a todo tipo de libros. Mi familia es muy lectora. Pero mi amor por ellos llegó gracias a una de las mujeres más importantes de mi vida: la Lua. La Lua, Marilu Oyarce Contreras, es la hermana menor de mi mamá. Ellas son muy cercanas, por lo que siempre ha estado presente en mi vida. Con los años, y a medida que fuimos descubriendo que teníamos intereses en común, empezamos a tener una relación más cercana, más individual. Yo soy la hermana y prima mayor por ambos lados de la familia. Pero entre ambas tenemos sólo 12 años de diferencia. Ella fue como mi hermana mayor y me enseñó a serlo. La Lua compartía sus gustos conmigo: películas, animes y series. Fue así como en una navidad me regaló Papito Piernas Largas, de Jean Webster. Ese fue el inicio de su fomento lector, que solo creció con los años. Tiempo después vimos la miniserie de Orgullo y prejuicio que TVN transmitió en Cultura Entretenida, y fue ella quien me dio mi primera copia

de Jane Austen, cuando yo ni siquiera sabía que estaba basada en un libro. A los 14 años, la Lua ya me había presentado todos los libros de las hermanas Brontë y Jane Austen, que fueron sus lecturas complementarias en el colegio. Siempre íbamos juntas a la Feria del Libro, y en una de esas oportunidades me di cuenta de que estaba comprando libros de la editorial Vergara, unos que en su portada tenían a Fabio (icónico modelo de los años 80) junto a una protagonista vestida con corsé y pelo al viento. Se los pedí prestados. Con el tiempo empecé a comprar unos parecidos de editorial Harlequin que se vendían en los kioscos. Después, mi abuela me mostró su colección de Corín Tellado y también los incluí en mis lecturas. Leía en todas partes, incluso en el colegio donde despertaba el interés y curiosidad de mis compañeras. En mi casa siempre se recomendaban cosas y siempre hablábamos de lo último que habíamos visto o leído. Un día, la Lua llegó con los primeros tres tomos de Harry Potter, por ejemplo. Y esa es una práctica que hasta el día de hoy es muy común: una toma el libro que está leyendo la otra y le pregunta de qué se trata o nos turnamos para leer la novedad del mes. Tengo la fortuna de haber sido criada en un


matriarcado, donde mi mamá, mis abuelas, mi tía Jeanette y mi prima Francisca son una fuente de sabiduría, apoyo y amor, pero la Lua siempre fue mi modelo a seguir. Tenía a mi propia idola en mi familia. Cuando era pequeña, mis papás me querían y cuidaban, pero no entendían mucho por qué me obsesionaban ciertas cosas. Tener a la Lua me ayudó a aceptarme, quererme y darme cuenta

de que mis gustos no eran raros ni estaban mal, sólo eran diferentes. Cuando mi mamá se aburría de que yo llevara tres días leyendo Harry Potter y que no parara de hablar sobre mis teorías del mundo mágico, ahí estaba la Lua para escucharme. Ella me llevaba a ver películas, me acompañaba a eventos de libros y un sinfín de cosas que ella hacía feliz conmigo y por mí.


TU PROPIA VERSIÓN por kari valle de @clasebasica

M

e acuerdo de haber ido al colegio a escuchar historias de hombres. Siempre protagonistas, luchando y tomando las decisiones importantes, en flamantes dibujos a página entera en los libros de texto. Muy pequeña me di cuenta de dos cosas: la historia depende de quién te la cuenta, y si la cuentas tú mismo, puedes moldearla a tu gusto. Muy distinto a los libros del colegio y en un papel más delgado y brillante, leía revistas a montones. Y de fondo, la tele siempre prendida. Por ahí consumí todas las historias que pude encontrar. Y curiosamente, en estas los hombres no tenían protagonismo. Claro,

estaban presentes: como pololos, miembros de boy bands… Pero las historias no giraban en torno a ellos. Aunque incluso en estos cuentos ellos podían hacer lo que quisieran. La narrativa siempre se centraba en ellas. Lo que hicieron, lo que no hicieron, lo que tendrían que haber hecho. Las mujeres eran las heroínas, casi siempre las villanas, personajes inalcanzables, a veces vulnerables y, sobre todo, juzgadas. Entendí que estas historias eran farándula. Un género superfluo, estúpido, irrelevante. Allá, bien abajo en la escala de lo que realmente importa. Vergüenza nos tenía que dar ser tan huecas de querer meternos en la vida ajena. Y bien hueca que era, porque me parecía entretenidísimo. “Mamá, ¿y ella quién es?”. “Kim Basinger, y ese su marido Alec Baldwin. Tiene un montón de hermanos, también famosos”. Cada datito se convertía en una


entrada en mi enciclopedia mental de datos inútiles. Y todos siempre me servían para entender cada vez más esta gran teleserie con un montón de personajes, que nunca dejaron de aparecer. Ya más grande, me empecé a dar cuenta que la narración generalmente era muy cruel con mis personajes favoritos. La obsesión con la virginidad de Britney Spears siendo una adolescente. Mia Farrow como mentirosa por despechada, obvio. Paris Hilton una prostituta por haber aparecido en un video sexual (claramente se lo buscó). “Así es el mundo”, pensé viendo como esos discursos se repetían constantemente alrededor mío, con mujeres igual de power pero con varios millones de dólares menos. Así es el mundo y me carga que sea así. La farándula ha evolucionado. Las protagonistas siguen siendo ellas, mantengo mi teoría.

Pero el mundo ya no es el mismo, por suerte. Y con ese cambio, también cambió la forma de hacer farándula. Ahora son ellas mismas quienes cuentan la historia. La moldean como quieren y qué refrescante resulta poder escuchar sus propias versiones. Las celebridades mujeres se liberaron de sus narradores y se convirtieron en las autoras de sus propias historias. Mucho más interesantes, por cierto. Yo también me liberé y no dejé que nadie más nunca narrara por mí. Y por muy superfluo que parezca, en gran parte lo aprendí de ellas.

NEOFARÁNDULA

DE TU HISTORIA


@madrepizza.cl


PWR H C B F S J D B X J E R B D A NH D F F XO L N E A S T R O C OA C H A K J X P L E J S F XAG P G E T B A C K P E L J ZHO R I ZON T E Q R A R E V Z P E P V U E E AN E H I U I R Y X T P OX F B L W E S AND E R S ON RM F I P G T F R I O J G C I D T V T L DGG L W C I B J U A O E E D A T Y O OW H G E R A X L L UOR L D L B L S X E BD S E C T J F C E O I GD R E S P S L E L B R CM I I X T A T GAH I Y L OR E N E R B A D A E NB S U E MA E S T RV B C R I S T A LQAA I P I R SO L B I B F R NN R A RWA A S P L I S J X J R I N E D I T D R P C OO J MC D F V T NXG T N R R O K R N L D P A C E D C I F H S C AD T A L AGC S R I R J E XOXR C A E DM I O I O E N N P S R DA L A L NS B B I I I V Y E MN H F B S A L HU J L J A B A L E X L AA T J K UN D A L I N I J C 1. Festival de documental favorito 2. Tipo de yoga que practicamos en la Fábrica Zancada 3. El documental musical más sabroso del último tiempo 4. La cocinera de la diáspora 5. Sale en todas las películas del momento y no es Chalamet 6. Director de películas simétricas y hermosas 7. La Sofía del soul 8. Profesión de nuestra Alessandra Frigerio 9. Dibujos animados que predicen el futuro 10. Nuestra radio amiga 11. Material del que está hecho el castillo de Fran Valenzuela 12. La Mónica que más disfruta de las elecciones

OCIO

SOPA LETRAS B R L WDE RK L B P ZK


SOPA DE LETRAS L B P Z K PWR H C B RK BR LW F S J D B X J E R B D ANH D F F XO L N E A S T R O C OA C H A K J X P L E J S F XAG P G E T B A C K P E L J ZHO R I ZON T E Q R A R E V Z P E P V U E E AN E H I U I R Y X T P OX F B L W E S AND E R S ON RM F I P G T F R I O J G C I D T V T L DGG L W C I B J U A O E E D A T Y O OW H G E R A X L L UOR L D L B L S X E B D S E C T J F C E O I GD R E S P S L E L B R CM I I X T A T GAH I Y L OR E N E R B A D A E NB S U E MA E S T RV B C R I S T A LQAA I P I R SO L B I B F R NN R A RWA A S P L I S J X J R I N E D I T D R P C OO J MC D F V T NXG T N R R O K R N L D P A C E D C I F H S C AD T A L AGC S R XOXR C A E DM I O I R J E I N P S R DA L A L NS N E O I V Y E MN H F B S A B I I B L J A B A L E X L AA HU J L K UN D A L I N I J C J T 1. Festival de documental favorito 2. Tipo de yoga que practicamos en la Fábrica Zancada 3. El documental musical más sabroso del último tiempo 4. La cocinera de la díaspora 5. Sale en todas las películas del momento y no es Chalamet 6. Director de películas simétricas y hermosas 7. La Sofía del soul 8. Profesión de nuestra Alessandra Frigerio 9. Dibujos animados que predicen el futuro 10. Nuestra radio amiga 11. Material del que está hecho el castillo de Fran Valenzuela 12. La Mónica que más disfruta de las elecciones

OCIO 1. Inedit 2. Kundalini 3. Get Back 4. Dalal 5. Oscar Isaac 6. Wes Anderson 7. Soulfia 8. Astrocoach 9. Los Simpson 10. Horizonte 11. Cristal 12. Rincón

SOLUCIÓN SOPA DE LETRAS

OCIO



@zancada


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