Estilemas

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ANTONIO MUÑOZ MOLINA PRENSA COMO MÉTODO DE PERSUASIÓN IDEOLÓGICA De tal manera que hasta 1991, su prosa se caracterizaba por largos enunciados, hipotaxis, profusiónm de adverbios, subjuntivos, condicionales, metáforas y símiles. Oraciones de gran complejidad lingüística, acompañadas de recursos retóricos como la sinestesia, el verso o la greguería al estilo de Ramón Gómez de la Serna. Después de dicha fecha, coincidiendo con la publicación El jinete polaco, es perceptible un radical cambio en su estilo: mayor contención, una escritura más escueta y directa, riqueza en el uso de los adjetivos, enumeraciones imposibles así como un uso al menos llamativo de la intertextualidad. Es en esta segunda época en donde se enmarca el estudio de Travesías (1993-1997). Su temática se caracteriza por la reflexión en torno a la vida cotidiana, la sociedad, desde una perspectiva melancólica teñida por sus recuerdos más intimistas que se remontan a una infancia andaluza y a una juventud ilustrada y consumista impulsiva de literatura. Encuentra en la historia de España la solución para un futuro en el que desea la utópica erradicación de los males congénitos de nuestro país de los que queda poca memoria, pero dañinas consecuencias. Siguiendo en esta línea, su postura ideológica comulga con la ilustración propia de los tiempos anteriores a la guerra civil, el republicanismo, entendido como un defensor de la libertad, la igualdad y la fraternidad, la primacía de la razón frente a la fuerza, la instrucción pública, el laicismo, la izquierda ilustrada y laica, el racionalismo, tendencias que tiñen el tono político de todos sus mensajes. Estructuras discursivas de Antonio Muñoz Molina Los artículos de la serie Travesías han sido analizados siguiendo el esquema analítico propuesto y demuestran que el escritor ubetense se mantiene fiel a un estilo y a unas formas artículo tras artículo. En cuanto a la estructura interna, se mueve siempre en el marco del discurso inductivo más sencillo y persuasivo que, además, le permite la libertad de recurrir a estructuras basadas en el relato y dejar de lado las estructuras lógico-deductivas más alejadas de su carácter de narrador. Recurre, normalmente, al artículo expositivo-valorativo y al narrativo-valorativo, a través del uso de imágenes que, generalmente, son películas, obras de arte o libros de autores a los que admira y pone como ejemplo. No acude a la parábola como recurso. La estructura del artículo, sencilla y directa, se contrapone con el uso del lenguaje en el que abundan las enumeraciones detalladas, la adjetivación sorprendente y precisa, la proliferación de referencias intelectuales y las comparaciones gráficas y vívidas. Los juicios son todos explícitos con contadas excepciones. Esta estructura interna responde a tres pasos fundamentales que marcan las pautas por las que discurre el pensamiento del autor: la anécdota inicial, ejemplo, ilustración, modelo o analogía, da paso a la exposición más o menos razonada de argumentos en un círculo que se cierra con una peroración o epílogo contundente. RECURSOS No es destacable la utilización de figuras excepto por el elevado número de comparaciones inesperadas a través de “como”. Sin embargo resulta llamativo el uso de la adjetivación borgiana en descripciones hábiles e imprevisibles para el lector. Atención especial merece el empleo de imágenes y adjetivación referente a lo


pictórico, colores, formas, consistencias, indicaciones precisas sobre la luz, que en ocasiones responden a un cierto sentido cinematográfico y en otras a la simple pasión del escritor por el arte (no en vano es licenciado en Historia del Arte). Otros recursos como la metáfora tienen una presencia más bien discreta pero llamativa por la fuerza de las mismas. Él mismo explica cómo sus columnas disfrutan de “todos los elementos de una novela, lo único que cambia es el espacio”. ELVIRA LINDO “ESCRIBIR NATURALMENTE” Los artículos se caracterizan generalmente por un estilo muy expresivo y un registro informal, relajado. Su rasgo más llamativo es la mímesis del registro coloquial, de la lengua hablada, que nace observando la gente y escuchando sus conversaciones. La elaboración está tan lograda que muchos lectores y comentaristas la confunden con la lengua coloquial, o, incluso, usada como cierto descuido, sin caer en la cuenta de que se trata de una estrategia humorística. Generalmente la autora se recrea a sí misma, a su familia y amistades, como personajes de una ficción autobiográfica, pero también trata temas de actualidad. Al ser Elvira Lindo y su marido Antonio Muñoz Molina escritores famosos, a menudo también las personas citadas se salen, por así decir, de la esfera personal, para pasar al ámbito del espacio público, o, según las malas lenguas, del cotilleo; se trata de artistas, escritores, personajes de la televisión, conocidos por el gran público y, sin duda, por los lectores del periódico. Los textos a menudo empiezan in medias res, como si se tratara de una conversación que ya ha empezado, enfocando el discurso hacia un lector cercano al narrador. En estos casos podemos apreciar una de las maneras básicas con las que el narrador se dirige al lector ideal, es decir, tratándole de tú. También puede dirigirse a un público de lectores (ustedes, lectorcillos). En un recuento de los marcadores más utilizados en este corpus de artículos resulta llamativa la presencia de reformuladores y marcadores conversacionales. Entre los reformuladores explicativos señalo la presencia de o sea, uno de los más frecuentes en el discurso oral. La autora lo utiliza, más que para parafrasear, para presentar como reformulación una consecuencia que se puede o debe inferir del primer miembro. Otro marcador discursivo que indica que la oración que sigue debe interpretarse como una explicación o una justificación es la secuencia que empieza por es que, que ha perdido sus propiedades flexivas y se ha fosilizado. No sólo puede encabezar oraciones declarativas, sino que aparece también ante interrogativas totales. Es que en los enunciados interrogativos muchas veces presenta una justificación que se siente como inaceptable, y entonces adquiere la fuerza de una aserción de signo contrario, es decir, equivale a ¿acaso?, conector que, de hecho, encontramos en este mismo fragmento, como variatio. A menudo es que aparece precedido por pero, elemento que, en el plano dialógico, marca la oposición. A menudo es que aparece precedido por pero, elemento que, en el plano dialógico, marca la oposición. Las argumentaciones o los relatos presentan al final unos reformuladores recapitulativos, por ejemplo total, también muy utilizado en el discurso oral. Así que también cabe entre los marcadores recapitulativos, y también con función


continuativa. La lexicalización de ya te digo es especialmente interesante por su orientación hacia el lector o el interlocutor ideal de la charla. Aunque no lo haya encontrado en los estudios de referencia, creo que se puede considerar, por lo menos en estos textos, como un marcador con valor autoreafirmativo. Los marcadores conversacionales oyes y chica pueden considerarse aún más que ya te digo como marcas fáticas y enfocadores de la alteridad. ROSA MONTERO La presencia del otro en la columna, de un interlocutor textual con el que el yo establece un diálogo interno para confirmar, discutir y debatir sus opiniones e ideas y otorgar finalmente mayor fuerza retórica a la columna. En definitiva, una nueva perspectiva para el estudio de la columna como texto dialógico. Rosa MONTERO, al escribir su columna y recoger esas otras voces marginales de la sociedad, está plagando sus columnas de manera consciente o inconsciente de heterofonía y consecuentemente de diálogo. El discurso propio de MONTERO está teñido por los discursos de los otros y todas las palabras que utiliza en sus columnas no sólo representan la voz del yo opinante de la escritora, sino de otras voces dentro de la sociedad. CARACTERÍSTICAS. Tú/Usted, Mi querido lector. El uso del tú o usted para referirse al narratario es una manera del autor de acercarse mucho más al lector. Establece una relación más íntima al dirigirse directamente a él, amistosa al tratarle de “tú”, más distante o de respeto al utilizar el “usted”. Además sirve para crear la dicotomía yo/tu frente a ellos. Es decir, el narrador lleva al narratario a su terreno, le hace partícipe de sus ideas y opiniones frente a las del resto. Preguntas directas. Este tipo de preguntas pretenden hacer partícipe al narratario de las ideas del narrador, le increpa al diálogo y le anima a plantearse sus mismas dudas, de manera que comparten ese interrogante. Negaciones directas. El narrador del columnismo monteriano redirige a sus interlocutores mediante las negaciones, intentando aclarar su pensamiento y sus opiniones, adelantándose a las dudas del lector textual y corrigiéndolas. Es una clara presencia del diálogo, ya que de una manera implícita, el narrador asume una respuesta, una discusión, una duda por parte de sus interlocutores. Justificaciones. Muchas veces el columnista presenta el texto ya pidiendo perdón por el tema a tratar o por la manera en que expresa sus opiniones. De mano da a entender que el narratario está harto de leer u oir hablar sobre lo mismo, o que se puede sentir ofendido por la manera en la que se defiende una idea. El narrador, en un ejercicio retórico, quiere que el narratario entienda sus formulaciones, que no malinterprete sus opiniones, y que preste atención a sus argumentaciones, por ello intenta justificar el concepto expuesto. Rasgos definitorios del narratario.


Frecuentemente, también en las columnas y en concreto las de Rosa MONTERO, nos encontramos con referencias directas del narrador a rasgos definitorios del narratario, como es el sexo, la profesión, la edad o el estado civil. Esto nos puede dar una idea, estudiando un conjunto de columnas, del lector ideal que el columnista tiene en mente a la hora de escribir sus textos. NOSOTROS. Las referencias indirectas más claras son frases que contienen “nosotros”, “nuestros”. Aquí el narrador implica al lector en sus experiencias e ideas y vuelve a ponerle de su parte, en frente del resto, en frente de las terceras personas. Estas referencias indirectas consiguen demostrar al lector que el columnista y él tienen objetivos comunes e ideas compartidas. Narrador y narratarios están juntos a un lado frente al resto del mundo, al otro lado están quienes mantienen una postura contraria. Por otra parte esta simbiosis ayuda a establecer un lazo de intimidad más fuerte que en la referencia directa, nosotros somos un equipo, somos iguales, no estamos solos. Esta es una fórmula frecuente en el columnismo monteriano así como en otras mujeres columnistas, quizás en esa necesidad de expresar la opinión no sólo del que habla, sino de los otros, las voces de otros en la de uno mismo. PREGUNTAS INDIRECTAS. Las preguntas retóricas son uno de los recursos favoritos del columnista para despertar el interés en el lector y es por tanto también una herramienta para señalar la presencia del narratario. Pero estas preguntas aparecen muchas veces en el texto de manera sutil, sin interrogantes. Otras veces también es posible encontrar preguntas “en el aire”, que se dejan caer en el texto careciendo de la perspectiva del autor o sin dirigirse específicamente a un tipo de lector, y estas preguntas también están descubriendo la presencia de una audiencia oculta, imaginada, un nuevo narratario a parte del que se menciona de manera directa o indirecta. Es sin duda una invitación al diálogo sin mencionar o dirigirse intencionadamente a un interlocutor. Es la entrada aparentemente silenciosa del otro en el discurso. SOBREXPLICACIONES. El columnista retoma su concepto en numerosas ocasiones y lo explica una y otra vez, con nuevos ejemplos, con nuevos enunciados/entimemas para que no quede lugar a dudas de sus intenciones y su ideología. COMPARACIONES Y ANALOGÍAS. Las comparaciones y analogías, tan usadas en las columnas periodísticas y fundamentales en el discurso retórico aristotélico, son además una de las fórmulas más usadas en la creación de narratarios. Al utilizar una comparación asumimos que el segundo término que proponemos se entiende mucho mejor que el primero, de manera que estamos ya dando una pincelada de cómo imaginamos el mundo del interlocutor textual. Por otro lado, las comparaciones pueden también considerarse sobre explicaciones, ya que el autor pretende dejar claro un concepto dando otro más que explique mejor sus intenciones. LA SABIDURÍA: LA CREACÓN DE UNA IMAGEN INTELECTUAL El uso de un determinado lenguaje (cultismos, jergas) no sólo sirve para dibujar el


nivel cultural o el estrato social del narrador, sino también para determinar a un público que bien comparte los mismos valores culturales, o bien está por debajo de ellos. JUAN JOSÉ MILLÁS EL ARTICUENTO Puede definirse el ‘articuento’ como un subgénero periodístico resultado de la hibridación entre el microrrelato y la columna de opinión. Tal término fue acuñado en 1993 por el periodista y escritor J. J. Millás, para referirse a un tipo de artículos [1] más próximos a los textos de ficción, a la fábula o al microrrelato fantástico, que a las columnas de opinión al uso. Como es obvio, la presencia de la literatura de ficción en el periodismo no se inicia con la prosa de Millás. Las huellas de lo literario pueden rastrearse en el periodismo desde sus orígenes. Así, muchos de los cuentos de C. Dickens o de E. A. Poe fueron dados a conocer primero en las páginas de los periódicos. No obstante, por las características que ahora veremos, los articuentos de J. J. Millás podrían encuadrarse dentro de una corriente surgida hacia 1970, con el nombre de Nuevo Periodismo. El Nuevo Periodismo aplica las estrategias y técnicas de la narrativa y el ensayo a la no-ficción y a la columna de opinión. Respetando las reglas de la informatividad escrupulosamente, coloca al periodista en el centro de la realidad y convierte sus percepciones y valoraciones en un instrumento al servicio del lector, en contacto con la experiencia misma, sin ningún tipo de intermediarios. Una estrategia practicada también en la prensa española actual por escritores como R. Montero o A. Muñoz Molina. En realidad, el articuento puede considerarse un tipo de columna de opinión, ya que responde a los criterios de periodicidad y relevancia tipográfica inherentes a este subgénero periodístico. Así, para C. Fagoaga (1982), las características de la columna periodística son su periodicidad fija, la firma destacada en cuanto al tipo de letra, la ocupación del mismo espacio y lugar en la distribución de las páginas, y la cabeza indicativa de signos invariables que sirve de señal al receptor de su carácter de periodicidad fija y que muestra, por otro lado, una relevancia visual frente a otro tipo de mensajes, los cuales no gozan de estos recursos. En este sentido, podemos afirmar que los articuentos son columnas periodísticas, ya que se publican diariamente, siempre bajo la misma cabecera que los identifica, acompañando al nombre de su autor. Retórica argumentativa: la construcción del pensamiento de J.J. Millás La retórica argumentativa de Juan José Millas es sobre todo inductiva. Utiliza todos los recursos del exemplum o de la inducción: ejemplos de hechos reales o de la creación del escritor; preguntas al lector y testimonios en los que se apoya, reales o ficticios; analogías o relaciones de hechos con base real o de ficción; parábolas o comparaciones breves de relatos cuya naturaleza suele pertenecer al campo de lo ficticio; y las fábulas, esas composiciones de acciones breves o relato. Las tres últimas, analogías, parábolas y fábulas, son las más frecuentes en Millás y constituyen su carácter argumentativo. Millás prefiere relatar y mostrar con ello su opinión. Está en su naturaleza de escritor actuar de esta manera comunicativa. Su arma retórica más llamativa consiste en las relaciones que establece en sus analogías, inesperadas y muchas veces fantásticas, por lo que consigue atrapar al lector por la curiosidad que le suscita.


La analogía requiere empleo de la imaginación: busca una realidad –existente o noque sea parecida a otra. Es una semejanza de relación y emplea parábolas. Esta semejanza de relación puede tener la fuerza persuasiva suficiente en el acto comparativo para evitar la conclusión, que permanece implícita, pero se percibe su intención aleccionadora. Y eso es precisamente lo que más le gusta hacer a Millás en sus artículos periodísticos. En sus analogías, parábolas y fábulas desarrolla sus verdades, presunciones, valores y jerarquías. No es un analista. Es un relator. FORMA En primer lugar, sobresale su ego volcado en cada una de sus columnas sin ocultarlo. En 72 ocasiones aparece el pronombre personal “yo”, sin contar con otros modos gramaticales de referirse a sí mismo, como formas verbales y falsas segundas personas. Millás despliega su personalidad sin ocultarla en estructuras referenciales y ello logra una evidente apariencia de sincera confesión. Millás vive del yo, yo siento, sueño, digo, critico, sospecho, protesto, relato... Y ese yo apela muy frecuentemente al lector, siempre tratándole de usted (en 51 ocasiones), o a un ficticio interlocutor, algo que tiene en Mariano José de Larra un ilustre precedente (las técnicas apelativas en El Pobrecito hablador). Llama la atención la escasez de adjetivos. Por ejemplo, bello o bella no aparecen nunca en sus columnas. Millás prefiere la descripción que la calificación. Con ello logra una mejor visibilidad de sus historias, metáforas y analogías. Uno de los adjetivos que más ha utilizado es “horrible” y tan sólo aparece en 6 ocasiones en las 62 columnas analizadas. Los sustantivos abstractos como belleza, libertad, amor, justicia, bondad, maldad, etc. tampoco son frecuentes por no decir que inexistentes: maldad y bondad no existen en sus columnas; justicia, una sola vez; amor, en dos ocasiones; libertad, esa palabra tan apreciada en Occidente, nunca, como tampoco belleza. Millás huye de esas abstracciones y va a lo concreto, descriptivo, inmediato. La palabra muerte aparece en 10 ocasiones y su contraria, vida, en 36. Y el vocablo verdad sólo lo utiliza como frase hecha del tipo, pues, la verdad es que, etc. En las 62 columnas de Juan José Millás hay 79 adverbios modales. En realidad no son muchos si los relacionamos con la cantidad total de palabras contenidas en sus artículos: 28.932. Es decir, hay columnas en que no aparece ningún adverbio, y en otras más de uno, aunque nunca con profusión. Esto es importante porque demuestra el cuidado de redacción de los artículos de Millás quien, lo más seguro, dosifica adverbios y adjetivos con suma cautela como sello estilístico. De la utilización de adverbios, en todo caso, lo que más interesa es saber cuáles son los más frecuentes o los que emplea más de una vez y estos se reducen a 13. El número de veces utilizados a lo largo de un año no denota de ningún modo que tengan uncarácter repetitivo: Completamente...(6) Efectivamente......(3) Absolutamente.....(2) Personalmente....(6) Moralmente.........(3) Continuamente.....(2) Curiosamente......(5) Paradójicamente...(3) Indistintamente....(2) Perfectamente......(3) Relativamente.......(2) Prácticamente.......(3) Voluntariamente....(2) Más llamativas han sido algunas muletillas de enlace entre párrafos o entre ideas desarrolladas en suscolumnas. Por ejemplo: Y es que (11 veces) Ahora bien (5) Parece mentira (3) Pues bien (2)



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