El cuento aún no contado

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-El cuento aún no contado* ¡Papá …! ¡Papá! - Dime hijo, qué sucede? * Nada papá. No soy capaz de dormirme. - ¿Y eso? * ¡Cuéntame un cuento papá! . ¡Cuéntame un cuento de Navidad aún no contado! - ¿¡Un cuento aún no inventado!? ¡Y de Navidad! ¿¡Tan malo es tu sueño niño!? * No papá, pero quiero uno que me haga esta Navidad distinta y única. Este año no ha sido bueno para mamá y para ti. A veces he pensado que si un día


me faltaseis, podría recordaros en los cuentos de otras personas a quienes poníais voz estando conmigo cuando dormía y por eso me gustaría que ahora me regalases uno que fuese tan sólo tuyo y mío papá. ¡Uno jamás inventado y contado! - Bueno. Veamos…Déjame pensar. Había una vez una niña soñadora. Era una niña aparentemente normal que gustaba de recorrer la villa marinera en la que vivía con brazos y piernas ligeros, con ojos castaños abiertos de par en par que se iluminaban con el mar que bañaba su mirada. Aunque el resto de habitantes la veía todos los días nadie podía atestiguar que ninguno de los que allí moraban hubiese tenido nunca alguna relación con ella. Nada sabían de su procedencia, ni tan siquiera si tenía padres o hermanas. Tan sólo veían a una niñita solitaria y feliz paseando en los límites de aquel lugar abierto al cielo grande, al mar luminoso y voraz. Cuentan que en aquellos días de Navidad de un año ya lejano el malvado rey del lugar prohibió a sus habitantes el privilegio que tenían de ser libres en todos sus actos. Dictó para ellos una ley en la que imponía cómo debía ser y realizarse un trabajo y también cómo debían organizarse en sus vidas los ciudadanos. Así por ejemplo, el zapatero no podría utilizar su martillo de remendón como siempre


lo había utilizado y el músico, no ejecutaría sus notas de la manera que a todos gustaba. El castigo por incumplimiento significaría el destierro. Todos, absolutamente todos debían actuar y vivir como había dicho el rey. Tan sólo la niñita parecía quedar excluida de todo tipo de dictado y por ello los habitantes de la ciudad acudieron raudos a su encuentro para preguntarle cómo lograrlo. - ¿Cómo lo has conseguido niñita?. ¿Cómo has eludido el mandado?.

*Ha sido muy fácil. Tan sólo actuando como dice mi nombre. -¿Con tu propio nombre?. ¡Dinos entonces como te llamas niña! *Mi nombre es Libertad- respondió la pequeña..


-Un halo de luz atravesó entonces el fimamento y una estrella luminosa brilló sobre ellos en aquella noche de Navidad.

Se dice que a la mañana siguiente una mujer con una lanza en la mano reclamaba a Libertad. A su lado, una llama y encerrado en un círculo mágico el rey que ya no podía gobernar. Desde aquel año, las gentes de la ciudad cuentan en Navidad en ese mismo lugar los cuentos que aún no fueron contados.

-¡Me gusta papá!

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