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Análisis del consumo ecológico organizado: buscando sinergias con el comercio justo y otros ámbitos del consumo responsable. Aspectos prácticos de algunas experiencias

Instituto de Economía Ecológica y Ecología Política Red de Consumo Solidario Espacio por un Comercio Justo



Análisis del consumo ecológico organizado: buscando sinergias con el comercio justo y otros ámbitos del consumo responsable. Aspectos prácticos de algunas experiencias

Instituto de Economía Ecológica y Ecología Política Red de Consumo Solidario Espacio por un Comercio Justo



Análisis del consumo ecológico organizado: buscando sinergias con el comercio justo y otros ámbitos del consumo responsable. Aspectos práctico de algunas experiencias

Instituto de Economía Ecológica y Ecología Política Red de Consumo Solidario Espacio por un Comercio Justo


Autoría: Guillem Tendero y Marc Badal (IEEEP) y Red de Consumo Solidario – Xarxa de Consum Solidari Coordinación científica, revisión y traducción: Xarxa de Consum Solidari Edición: Red de Consumo Solidario – Xarxa de Consum Solidari y Espacio por un Comercio Justo Pça. Sant Agustí Vell, 15 – 08003 Barcelona Barcelona, 2012

Esta publicación ha sido realizada con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) y la Comisión Europea. El contenido de esta publicación es responsabilidad exclusiva de sus autores y autoras y de las organizaciones que lo editan, y no refleja necesariamente la opinión de la AECID y la Unión Europea.


ÍNDICE

Introducción

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1. Productos, proveidores y criterios de compra

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2. Relación directa entre productores y consumidores

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3. Acción política por la Soberanía Alimentaria

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4. Modelo organizativo, participación y toma de decisiones

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5. Conclusiones

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Análisis del consumo ecológico organizado

Introducción A partir del año 2000, la lucha por la Soberanía Alimentaria (SbA) de los pueblos ha sido promovida en el Estado Español por un movimiento social en el que han convergido, entre otras, organizaciones, colectivos y personas del ámbito de la producción, el consumo, el ecologismo y la cooperación internacional. Durante la última década, el movimiento por la agroecología y la SbA ha experimentado un crecimiento muy importante en nuestras latitudes gracias a la consolidación de proyectos y colectivos que desarrollan un amplio abanico de prácticas transformadoras, a través de las cuales pretenden recuperar el control popular de la producción, la distribución y el consumo de alimentos. Actualmente, en el Estado español existen centenares de entidades y grupos que trabajan en alianza para desarrollar sistemas alimentarios alternativos al dominante: corporativo, industrial y totalmente injusto e insostenible.

más se ha extendido en nuestro ámbito territorial los últimos años ha sido la creación de experiencias de consumo ecológico organizado. Estos colectivos de consumidoras funcionan de manera asamblearia y tratan de abastecerse de alimentos ecológicos estableciendo relaciones directas con los pequeños productores agroecológicos de sus regiones. Por ejemplo, actualmente se calcula que existen más de 130 grupos y cooperativas de este tipo en Cataluña, la mayoría de las cuales se encuentran en el área Metropolitana de Barcelona (AMB). A pesar de ser una práctica que es muy interesante y está claramente en auge, hasta ahora no se han realizado muchas investigaciones que hayan profundizado en el estudio de los varios tipos de experiencias que existen, las limitaciones y los potenciales asociados en cada uno de ellos, etc. Este estudio, a pesar de tener unos objetivos bastante limitados, pretende seguir aportando un poco de luz sobre estas cuestiones.

Una de las iniciativas agroecológicas con más potencial transformador y que

Los objetivos de la investigación que ha dado lugar a este informe eran analizar 7


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cuatro aspectos del trabajo práctico que realizan los diversos tipos de experiencias de consumo ecológico organizado: las compras que realizan y los criterios en que se basan para efectuarlas; la relación directa con los productores que los alcanzan de alimentos; la organización interna de los colectivos y la participación de los y las miembros que los conforman; y el trabajo político de promoción de la SbA. La idea es ofrecer una información necesaria para poder establecer conexiones, sinergias, entre este movimiento en crecimiento y otros ámbitos del consumo responsable como el comercio justo. Para integrar los diferentes tipos de experiencias de consumo ecológico organizado que existen se han definido varios modelos en base a los siguientes criterios: tipo de relación que se establece con los productores de verduras (cesta “abierta” o “cerrada”); estatus legal (cooperativa, asociación o grupo “alegal”); tamaño del proyecto (número de miembros que engloba); diversidad de productos que se adquieren (mucha o poca); número de proveedores con los que se trabaja (muchos o pocos); modelo de funcionamiento interno del colectivo (basado exclusivamente en el trabajo voluntario o con algunas tareas profesionalizadas); y tipo de grupo en función de si está constituido sólo por personas consumidoras o incluye también productoras. A continuación, se ha tratado de seleccionar al menos una experiencia representativa de cada modelo definido. Aun así, las limitaciones temporales y presupuestarias del estudio han comportado que no se haya podido incluir en el mismo una tipología de experiencia de consumo organizado que habría sido necesario 8

analizar para coger toda la diversidad de modelos que existen: los grupos o cooperativas unitarias de producción y consumo ecológico que funcionan con trabajo exclusivamente voluntario excepto en cuanto a la remuneración que reciben las personas productoras. Dentro de este modelo se encuentrarían experiencias como por ejemplo los diversos BAH! de Madrid, o la PACA en el Área Metropolitana de Barcelona, entre otros. Justo es decir, así mismo, que a pesar de que también hubiera sido interesando incluir alguno de los grupos de consumo con que cuenta la RCS, ninguno de ellos ha participado en la investigación porque desde la RCS, entidad que ha encargado el estudio, se ha preferido dedicar los recursos y el tiempo disponible a conocer como funcionan otros tipos de experiencias. Para la recopilación de la información se ha aplicado una metodología de participación cualitativa la cual se ha basado en la realización de diez entrevistas en profundidad. Estas se se realizaron entre noviembre del 2011 y enero del 2012. La primera entrevista tenía un cariz exploratorio y fue realizada de manera simultánea a dos personas productoras implicadas en dos de los proyectos productivos que forman parte de la “Xarxeta de productors agroecològics de Catalunya”, que suministran verduras y fruta a grupos de consumo ecológico organizado del AMB. Siete de las nueve entrevistas restantes fueron realizadas a ocho personas (en uno de los casos se ha entrevistado simultáneamente a dos personas de un mismo grupo de consumo) vinculadas, respectivamente, a siete grupos y cooperativas de consumo ecológico del AMB (Cydònia, Aixada, Verduretes, Clot, Guaret, EcoRocaguinarda y Carretó). Las dos últimas entrevistas se han efectuado a dos personas implicadas, respectivamente, en Mercatrèmol y


Análisis del consumo ecológico organizado

Aigua Clara, dos cooperativas del País Valenciano (Alicante y Castellón). A continuación se ofrece una breve

descripción estudiados:

de

los

nueve

grupos

Aigua Clara (Castelló, València) Cooperativa de productores y consumidores surgida a principios de los años ochenta, a pesar de que no es hasta el año 2003 que se constituyen como cooperativa. Actualmente la cooperativa cuenta con 5 productores de verduras, 12 productores de cítricos, 6 personas asalariadas en tareas de gestión, 2 temporeros por la campaña de la naranja y un total de 50 socios. Su local central se encuentra en el pueblo de Alberic y también disponen de una parada al mercado municipal de Ontinyent. La tienda de Alberic y la parada de Ontinyent están abiertas a todo el público. Por otro lado suministran verduras a tres grupos de consumo de Valencia y uno de Madrid, y reparten cestas de verduras en tres puntos de distribución. En invierno comercializan naranjas y cítricos a un número elevado de grupos de consumo de todo el Estado. L'Aixada (barrio de Gràcia, Barcelona) Asociación de consumo crítico y responsable creada en 2005, que actualmente se está planteando la posibilidad de registrarse como cooperativa. Cuenta con 38 unidades familiares asociadas y disponen de un local de alquiler. Todas las tareas de gestión se realizan con trabajo voluntario.

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Cydònia (barrio Poble Nou, Barcelona) Cooperativa de consumo ecológico y responsable creada en 1996. Actualmente está integrada por 46 unidades familiares y disponen de un local de alquiler. Todas las tareas de gestión se realizan con trabajo voluntario. Eco-Rocaguinarda (barrio Guinardó, Barcelona) Grupo de consumo agroecológico que forma parte de la estructura de la cooperativa cultural Rocaguinarda. El grupo se creó en 2007 y reúne a 38 unidades familiares. Disponen de un pequeño espacio dentro del local de la asociación de vecinos Joan Maragall del Guinardó. Todas las tareas de gestión se realizan con trabajo voluntario. El Carretó (barrio Poble Sec, Barcelona) Grupo de consumo creado en 2009 que forma parte del Ateneu Rebel del Poble Sec. Actualmente está compuesto por 45 unidades familiares y dispone de un espacio propio dentro del Ateneu. Todas las tareas de gestión se realizan con trabajo voluntario. El Clot (barrio El Clot, Barcelona) Grupo de consumo creado hacia el año 2006 y que actualmente se reúne al local del Foment Martinenc. No dispone de un espacio propio específico para el grupo de consumo y está integrado por una veintena de unidades familiares. El hecho de encontrarse en el Foment facilita que la gente que participa de las actividades del ateneo se incorpore al grupo de consumo. Todas las tareas de gestión se realizan con trabajo voluntario. El Guaret (barrio Sagrada Família, Barcelona) Grupo de consumo surgido en 2008 que reúne en 20 unidades familiares. Se reúnen en un local del Ayuntamiento (Espai 210) pero no disponen de un espacio para almacenar productos. Todas las tareas de gestión se realizan con trabajo voluntario. Mercatrèmol (Alicante) Asociación de consumo creada a principios del año 2008 fruto de la evolución de una experiencia anterior llamada Terratrèmol. Disponen de un local donde se encuentra la tienda de alimentos ecológicos abierta sólo para los socios, algunas salas de reuniones y un bar-cafetería abierto a todo el público. Actualmente el proyecto integra a 189 familias. En el momento de realizar esta investigación no contaba con personal asalariado, pero en el pasado había tenido y se prevé que en un futuro inmediato vuelva a tener. Verduretes (barrio de Gràcia, Barcelona) Grupo de consumo que funciona desde el año 2006. Durante cuatro años formaron parte del proyecto del centro social La Quimera, y actualmente se reúnen al Ateneu Rosa de Foc, donde reciben los pedidos en un espacio que dentro del Ateneo se ha reservado para la asociación de consumo. De hecho, esta asiciación, desde hace años, representa una de las bases del Ateneu. Actualmente Verduretes está integrado por 18 unidades familiares. Todas las tareas de gestión se realizan con trabajo voluntario.

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Análisis del consumo ecológico organizado

Las entrevistas realizadas a las personas que participan en grupos y cooperativas de consumo han sido semi-estructuradas; es decir, se han efectuado en base a un guión desarrollado previamente el cual, en este caso, estaba organizado en cuatro bloques temáticos (compras, relación directa con los productores, organización interna/participación y trabajo político) y 60 preguntas. El presente informe se ha estructurado en base a los mismos cuatro bloques temáticos en que se organizaron las entrevistas, e incluye las diversas conclusiones que se han extraído del análisis de la información recopilada. En cuanto a los resultados, hay que puntualizar que, en la medida que este estudio no se ha basado en un trabajo de campo exhaustivo que englobara una muestra estadísticamente y/o territorialmente representativa de la totalidad de experiencias de consumo ecológico organizado, las conclusiones que se presentan hacen referencia únicamente a los colectivos que han participado a la investigación. Esto es así excepto en los pocos casos en que se especifica el contrario y se aventuran extrapolaciones o generalizaciones que hay que interpretar como hipótesis. En el informe se hace referencia casi siempre a los grupos, cooperativas y asociaciones de consumo que han participado en la investigación de manera genérica, anónima e indeterminada, destacando las diferencias y similitudes entre las diversas experiencias. En el trabajo se han incluido citas textuales de las entrevistas pero, en general, sin especificar qué opinión concreta corresponde a cada colectivo. Se ha optado para desarrollar la redacción de

este modo porque en el momento de realizar las entrevistas se acordó con las personas entrevistadas que se miraría de mantener la privacidad y que, si no era necesario, no se explicitaría quién dice o hace qué. Esta pauta, no obstante, no se ha respetado en las ocasiones en las que se ha valorado que, para contextualizar la información y argumentar la conclusión que se extrae, hay que especificar con qué experiencia se corresponde, y sólo cuando no se trata de una información comprometida o que pueda dar lugar a controversias. Este estudio ha sido elaborado por Guillem Tendero y en Marc Badal, miembros del Instituto de Economía Ecológica y Ecología Política (IEEEP) de Barcelona, raíz de un encargo realizado por la Red de Consumo Solidario (RCS). Durante los últimos diez años, ambos autores han participado activamente en organizaciones de consumo ecológico del ámbito catalán, así como en otras iniciativas vinculados al movimiento catalán por la SbA. Por su parte, el IEEEP realiza investigación socio-ambiental por medio de la combinación de metodologías participativas y herramientas de evaluación integrada con el objetivo de crear un puente entre ciencia y sociedad. Xavier Latorre, economista y especialista en temas de consumo alternativo, ha hecho la revisión del texto y organizado los términos de referencia del diagnóstico. También ha traducido el texto (originalmente preparado en catalán). La Red de Consumo Solidario es una asociación que desde el año 1996 trabaja en el ámbito del comercio justo y el consumo responsable.

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Análisis del consumo ecológico organizado

1. Productos, proveidores y criterios de compra En este primer bloque se presenta un breve análisis de los productos consumidos por las cooperativas y grupos estudiados. Se repasan los principales tipos de alimentos (hortalizas, fruta, proteína vegetal, lácteos, carne y productos de despensa), así como otros aspectos relacionados con el suministro de productos: criterios de compra, características de los productores y proveedores, compras conjuntas con otros grupos, etc. También se dedica un apartado a la relación que mantienen los grupos y cooperativas de consumo con el comercio justo. Hortalizas Modelo de cesta De los 9 grupos estudiados, tan sólo dos funcionan con cesta cerrada (y los provee el mismo productor). De entre las personas entrevistadas, varias comentan que su grupo no aceptaría una cesta cerrada, puesto que quieren elegir qué consumen cada semana. Aún así, una de las entrevistadas comenta que la cesta abierta implica más trabajo para los consumidores, pues los errores en el reparto generan cada semana de 10 a 20 correos electrónicos para corregirlos, y considera que este trabajo es excesivo. Todos los grupos que trabajan con

cesta abierta utilizan herramientas telemáticas para elaborar y gestionar los pedidos semanales. Algunas usan un software propio y en algún caso el facilitado por otra cooperativa. Coordinación entre productores En todos los casos, los productores de verduras de los grupos entrevistados están funcionando en red con otros productores. En dos de los casos estudiados, la distribución se hace desde una entidad que reúne varios productores, y en el resto los productores pertenecen en redes de pequeñas experiencias agroecológicas. En todos los casos, pues, los proveidores de verduras están distribuyendo productos que no han 13


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producido en sus fincas. Especialmente la fruta, a pesar de que en algunos casos, y en función de la época del año, también algunas verduras. Las organizaciones de pequeños campesinos y campesinas se están revelando como una de las mejores estrategias que tienen a su alcance los y las productores para mejorar la viabilidad de sus experiencias. Existen diferentes formas de organizar las relaciones entre pequeñas explotaciones ecológicas: empresas cooperativas integradas por diferentes fincas, redes formales y estructuradas que reúnen productores de una misma zona, redes que reúnen productores de un ámbito territorial más amplio, y también relaciones más esporádicas de cooperación y apoyo mútuo entre experiencias productivas. El hecho que todos los grupos entrevistados trabajen con productores que pertenecen a algún tipo de estas organizaciones del pequeño campesinado agroecológico, muestra claramente hasta qué punto se están convirtiendo en algo habitual. Este es sin duda uno de los aspectos más interesantes del entorno agroecológico que merecería un estudio más profundo para tratar de detectar los puntos débiles y las potencialidades de estas iniciativas de coordinación. “Nuevos” intermediarios Tal y cómo comentan los dos productores entrevistados, últimamente están surgiendo pequeñas empresas que operan como intermediarias entre pequeños campesinos agroecológicos y algunos grupos de consumo. Es un fenómeno muy reciente y no demasiado conocido que desde determinados sectores del campesinado agroecológico se ve con recelo. Por otro lado, hay organizaciones sociales que también están adoptando este rol de puente 14

entre productores y grupos de consumo. La diferencia entre ambas experiencias puede identificarse en el interés que se persigue: en un caso es una apuesta eminentemente social; en el otro de carácter mercantil. A todo caso, la aparición de estos nuevos modelos de distribución mediante circuitos cortos de alimentos ecológicos es un reflejo del dinamismo del sector ecológico, y es un fenómeno que invita a una reflexión sobre las diferentes maneras de organizar este tipo de redes económicas.

Perfil de los productores Todos los productores que abastecen a los grupos y cooperativas de consumo entrevistadas entrarían dentro de la categoría de “pequeños productores agrarios”. Ahora bien, entre unas y otras experiencias hay diferencias en relación a los años que llevan en funcionamiento, y por lo tanto también en la experiencia acumulada, en la consolidación de los proyectos productivos, en el nivel de capitalización de sus fincas, en el grado de desarrollo y precisión de la planificación de los cultivos, en la experiencia a la hora de distribuir a grupos de consumo, etc. En este sentido, desde uno de los grupos de consumo más grandes explican que ellos trabajan con dos


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perfiles de productores: unos que se dedican de hace tiempo a la agricultura y cuentan con explotaciones consolidadas, están en red con otros productores e incluso se plantean crear una cooperativa; y otros que son todavía pequeños, funcionan mucho más “al margen del sistema”, y se mueven en unos niveles de precariedad más altos. Fruta Todos los grupos entrevistados obtienen la fruta a través de los mismos productores que suministran la verdura. Este dato podría hacer pensar que se trata de un hecho bastante generalizado. Tan sólo una de las siete experiencias de consumo estudiadas del AMB se abastece de fruta a través de tres proveedores diferentes: el propio productor de verduras que distribuye algunas frutas, un productor de fruta del Baix Llobregat y una asociación de fruticultores de Ponent. Hay que destacar que esta es una de las cooperativas que reúne un número mayor de unidades familiares, que cuenta con una trayectoria más larga y tiene un modelo organizativo bastante más desarrollado que algunos de los grupos más pequeños que se han incluido a la investigación. Cuando los proveedores de verduras y fruta son una cooperativa o una organización de varios productores, la mayoría de la fruta proviene de sus propios campos. Cuando se trata de campesinos que sólo se dedican a la huerta, asumen las funciones de intermediario entre los fructicultores y los grupos de consumo. Cuando la fruta proviene de distribuidoras no se acostumbra a especificar de qué productor provienen, pero si de la zona, y en todos los casos se trata de fruta ecológica certificada. El hecho de

que los productores de verduras se encarguen de suministrar la fruta a los grupos les supone un trabajo añadido, pero también un ingrso económico que hay que valorar. Según el parecer de los dos productores entrevistados: “si los productores estamos haciendo de distribuidores es porque nos lo han pedido los consumidores, no porque nosotros nos lo planteáramos”. Pero también reconocían que esta distribución de fruta u otros productos es una ayuda importante a la hora de viabilizar sus explotaciones: “- Lo que rentabilizas es tu actividad de reparto y preparación de pedidos. Te pones a preparar pedidos y de paso ya le pones un kilo de cada fruta. - El tema es que lo rentabilizas porque la furgoneta ya está en marcha, las cajas ya están. (...) La ruta se hace igual. - Y además lo que te va bien es que la gente no vaya a comprar la fruta en la tienda, porque entonces también acabará comprando verdura. - Y porque el beneficio es limpio. O sea, no tienes riesgo de perder. - Por eso la gente se hace comercial y no campesino. Está clarísimo. Tú compras una cosa y la vendes, puedes tener un poco de merma pero...” Una de las conclusiones que se pueden extraer de las entrevistas es que hay grados diferentes de satisfacción en relación a la fruta. Algunos grupos reconocen que con la fruta siempre tienen problemas, “sobre todo la de verano porque el proceso de cosecharla en su punto y transportarla es más delicado”, y que a pesar de ser un problema que han abordado, no han acabado de llegar a una solución definitiva: “siempre estamos poniendo parches”. Otros grupos, en cambio, se 15


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muestran satisfechos con el sistema que tienen de suministro de fruta. También hay que destacar que algunos de los grupos más pequeños tienen limitaciones a la hora de pedir fruta, pues la poca cantidad que requieren genera dificultades logísticas o encarece excesivamente el transporte. Otra cuestión a tener en cuenta es el tema de las frutas semi-tropicales (plátanos o aguacates, por ejemplo), que acostumbran a llegar a través de empresas distribuidoras de productos ecológicos. En el caso de los cítricos, bastantes grupos que habitualmente obtienen la fruta a través de los productores de verduras hacen una excepción y establecen una relación directa con citricultores, principalmente de las Terres de l’Ebre (sur de Cataluña) o del País Valenciano. Productos elaborados proteína vegetal

a

base

de

Así como la fruta es un producto que los grupos de consumo tienen bastante resuelto, no puede decirse el mismo de productos elaborados a base de proteínas vegetales (derivados de la soja y del seitán). Algunos de los grupos más pequeños han expresado las dificultades que tienen para acceder a proveedores que les quieran suministrar, o para encontrar pequeños elaboradores caseros que mantengan una producción regular a largo plazo. Incluso cooperativas de consumo con una dimensión más grande han intentado trabajar con pequeños artesanos alimentarios caseros, pero la experiencia no ha acabado de funcionar. Así pues, las cooperativas y grupos de consumo que piden este tipo de productos lo hacen generalmente a través de distribuidoras o empresas elaboradoras más grandes. 16

Lacteos y carne Excepto en un caso, todos los grupos entrevistados se abastecen de productos lácteos. Los grupos más numerosos acceden a diferentes productores en función de los diferentes derivados lácteos. Los más reducidos tan sólo a través de un proveedor, y por lo tanto limitan su compra a un determinado producto (normalmente queso). Hay que destacar que en siete de los nuevo casos entrevistados los productos lácteos son adquiridos directamente al productor y no a empresas distribuidoras. Uno de los grupos ha declarado que no pueden comprar yogures ni leche fresca porque no disponen de refrigeración en su local, a pesar de que otros grupos que no disponen ni siquiera de local propio si


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que se abastecen de este tipo de productos mediante pedidos puntuales que reparten el mismo día de entrega. Dos de los grupos entrevistados no compran productos cárnicos. Uno de ellos nos comentaba que lo habían probado una vez pero “el grupo todavía tiene que madurar” para introducir este tipo de pedido en la cesta. El otro especificaba aún más, señalando que el modelo habitual de suministro de los productores que abastecen directamente a grupos de consumo (un modelo basado en lotes de bastantes kilogramos) no les convence, y que mientras no encuentren productores que suministren carne en medidas más pequeñas, no comprarán. En otro de los grupos entrevistados aparece una cuestión habitual: una parte de la gente que integra el grupo mantiene una dieta vegetariana y se opone a comprar productos cárnicos a través del colectivo. En este caso lo han resuelto pidiendo carne de forma paralela al grupo; es decir, las unidades familiares que quieren consumir carne se organizan entre ellas para hacer los pedidos. El resto de grupos si que se abastecen de carne. De estos, los grupos más grandes y con más años de trayectoria compran distintos tipos de carne a una variedad de productores con los que establecen relaciones diferenciadas. En el caso de los huevos, algunos grupos los compran a través de los productores de verduras, pero los grupos más grandes los compran directamente a los granjeros. Tan sólo en un caso se ha expresado la dificultad para encontrar productores de huevos ecológicos que quieran suministrar a un grupo que hace pedidos relativamente pequeños. A falta de algún productor más afín a su política de compras, hoy por hoy están abasteciéndose de una granja de dimensiones muy grandes situada en

Aragón. Productos de distribuidores

despensa

i

Tan sólo uno de los grupos entrevistados no compra productos de despensa. Entre los que se abastecen de productos secos, encontramos, a grandes rasgos, dos modelos: grupos más numerosos que cuentan con local propio donde pueden almacenar stock de productos, y grupos más pequeños que no pueden almacenar productos por carencia de un local propio. En este caso, hacen pedidos puntuales de productos de despensa que reparten el mismo día que llegan. En general todos los grupos cuentan con algunos productos que provienen directamente de un productor con el que establecen algún tipo de compromiso, y adquieren el resto de productos a través de empresas distribuidoras. El porcentaje de productos provenientes directamente del productor y de distribuidora varía considerablemente: desde grupos que prácticamente lo compran todo a uno o dos distribuidores, hasta grupos que llegan a tener cerca de un 70% de productos de despensa provenientes directamente del productor. Los criterios de compra de todos los grupos entrevistados priorizan las relaciones directas con los productores. Así pues, podría llamar la atención que la mayoría de productos de despensa provengan de empresas distribuidoras. Este hecho hay que atribuirlo a las dificultades logísticas y organizativas para abastecerse de un amplio abanico de productos suministrados por un elevado número de productores distintos. A veces tampoco resulta sencillo encontrar los productores con quién establecer esta relación directa. Cómo explican desde 17


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uno de los grupos que más producto seco compra directamente a productores: “han pasado años hasta llegar a esta situación”. En algunos casos, la opción de trabajar directamente con pequeños productores conocidos con quienes se establece una relación que va más allá de la compra de alimentos, también se ve reforzada por el hecho que en tales circunstancias es posible trabajar sin facturas. Un hecho que sobretodo tienen en cuenta aquellos grupos que no han formalizado ningún tipo de entidad jurídica. Intentando generalizar, se puede afirmar que los grupos de consumo prefieren proveerse de productos de despensa mediante relaciones directas con los productores, pero que debido a las dificultades logísticas y al trabajo que requiere, en muchos casos acostumbran a proveerse de bastantes productos de despensa a través de empresas distribuidoras. En relación al abastecimiento a través de distribuidoras, se pueden identificar dos formas de actuar: grupos que compran todo el producto de despensa a través de una o dos distribuidoras, y grupos que se abastecen de un número más elevado de distribuidoras (incluso más de seis). En los casos estudiados se puede establecer una clara relación entre el tamaño del grupo y el número de distribuidoras con quienes trabaja: los grupos más pequeños son los que compran tan sólo a una o dos distribuidoras, y los grandes reparten sus compras de productos de despensa entre un número más elevado de empresas de distribución. Hay que suponer que este hecho se debe de a la mayor capacidad de trabajo de los grupos más numerosos, lo que les permite buscar qué productos les interesa comprar a cada distribuidora en concreto. El hecho de tener un local propio también influye en este aspecto, 18

pues cuando se dispone de un lugar de almacén (y refrigeración), la diversidad de productos aumenta considerablemente y, por lo tanto, el número de distribuidoras con las que se trabaja. Uno de los resultados más sorprendentes de las entrevistas es que tan sólo una persona ha comentado que preferían trabajar con una empresa en concreto antes de que con otras. La preferencia por un proveedor u otro en función de diferentes criterios de compra es un hecho habitual en los grupos de consumo, pero en esta ocasión casi todos los entrevistados han pasado por alto este asunto. En el caso mencionado (de una cooperativa barcelonesa), el criterio para seleccionar la distribuidora con la que trabajan es la proximidad: que la mayoría de los productos que comercializa provienen de Cataluña o zonas cercanas.

Criterios de compra Uno de los principales criterios que los grupos y cooperativas de consumo que han participado en el estudio tienen en cuenta a la hora de decidir a quien compran los productos es la proximidad. Casi todas las cooperativas y grupos de consumo entrevistados entienden que el concepto de proximidad tiene que ver sólo con una cuestión geográfica. Sólo en un caso se ha mencionado que el concepto tiene también una connotación de afinidad ideológica. Por otro lado, hay unanimidad en cuanto al principio de “cuanto más cerca mejor”. A la hora de ponerlo en práctica, no obstante, mientras que unos grupos afirman que tratan de consumir alimentos producidos a menos de 80 kilómetros, otros ponen el umbral en los 100 kilómetros.


Análisis del consumo ecológico organizado

Entre los motivos por los cuales los diversos colectivos optan por el consumo de proximidad, destaca el ahorro energético y monetario que implica el hecho de minimizar las distancias a las que se tienen que transportar los alimentos. En general, este criterio se flexibiliza para determinados productos que requieren condiciones específicas de producción, como por ejemplo los cítricos, así como en base a otros criterios complementarios que los diversos grupos tienen en cuenta a la hora de decidir a quien hacen las compras:

rural, la inserción laboral de personas discapacitadas y el cooperativismo, con la producción y el cultivo de la tierra, centradas en la elaboración de vinos, aceite de oliva y olivas arbequinas). Algo parecido pasa con los productos de comercio justo que “no tienen que por qué ser ecológicos porque son de consumo responsable”.

“si un productor está muy cerca pero tiene un modelo que no nos acaba de gustar preferimos un productor más lejano pero más afín”. A la vez, no obstante, casi todos los grupos que cuentan con una gama amplía de productos reconocen que para tener toda la diversidad de alimentos que desean, buena parte han de provenir de fuera del ámbito catalán y/o los son suministrados por empresas distribuidoras. Habitualmente se trata de productos que almacenan y tienen en stock, como alimentos secos o transformados no fungibles. Por otro lado, llama la atención que sólo un grupo de consumo haya remarcado que optar por el consumo de proximidad es una manera de apoyar al desarrollo del tejido productivo local. Además de la proximidad, los criterios de compra en los que se pone más énfasis son los relativos a las características del modelo productivo (ecológico, agroecológico...) y a la medida del proyecto. También destaca el hecho que algunos grupos adquieran “productos no ecológicos pero (que son) priorizados por el tema social, por ejemplo el aceite del oliva ” (se refiere a un proyecto de economía social y solidaria que combina el desarrollo

Coordinar compras con experiencias de consumo

otras

Uno de los temas que acostumbran a salir en los espacios de encuentro entre diferentes grupos de consumo (Ecoconsum, La Repera) es el de coordinarse para hacer pedidos conjuntos de determinados productos. Ya sea porque provienen de zonas más alejadas o porque se trata de productos que se pueden almacenar y de los cuales se pueden hacer pocos pedidos al año (cítricos, aceite,...). En este sentido, uno de los grupos ha comentado que: 19


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“se han hecho diferentes intentos (de centralizar compras), pero siempre hemos sido escépticos por motivos políticos. A pesar de que a nivel de transporte y eficiencia podría estar bien, nos da miedo apoyar grandes productores (que pueden abastecer a ocho o nueve cooperativas) porque quizás esto dificulta que surjan nuevos pequeños productores”.

uno o dos productos (café y chocolate), mientras que otros amplían considerablemente el abanico de productos. Hay que señalar que, si bien no de forma exclusiva, todos los grupos se abastecen mediante organizaciones que priorizan los objetivos sociales a los comerciales como distribuidores de productos de comercio justo.

Habría que ver hasta qué punto estos temores son compartidos por otros grupos, y también a qué productos se refieren. Algunos grupos han comentado que hacen compras conjuntas de productos como el aceite de oliva o la miel.

Tan sólo una de las entrevistadas ha comentado que la compra de este tipo de productos ha generado debates en el seno del grupo, ya que:

El consumo de comercio justo

productos

de

Una de las características que comparten todos los grupos entrevistados es que consumen productos de comercio justo. Tan sólo en un caso esta afirmación es aproximada, pues no los compran a través del grupo sino en la tienda de una asociación de vecinos del barrio donde se reunían durante los primeros años y que queda muy cerca de su actual local. Como grupo han decidido no comprar directamente los productos de comercio justo sino apoyar la pequeña tienda del barrio. En relación a los productos que consumen, algunos grupos se limitan a

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“los productos de comercio justo entran en contradicción con el criterio de proximidad y soberanía alimentaria. Si el vino no es necesario, el café tampoco lo es, a pesar de que para algunos sea imprescindible. Bastante gente del grupo tiene muchas dudas en relación al comercio justo. A todo caso, está claro que el comercio justo sólo se considera con productos que no se producen aquí”. Cuando se les pide si conocen los debates abiertos en el ámbito del comercio justo y las diferentes maneras de entenderlo y practicarlo, la respuesta habitual es que como grupo no lo han trabajado. En general, expresan que algunos miembros del grupo están más al tanto de estos debates. Pero como grupos de consumo se podría afirmar que permanecen bastante ajenos en las discusiones y a los diferentes planteamientos que existen en la actualidad alrededor de esta actividad.


Análisis del consumo ecológico organizado

2. Relación directa entre productores y consumidores La mayor parte de este segundo bloque lo conforma el análisis de las relaciones directas entre las diversas experiencias de consumo ecológico organizado estudiadas y las personas productoras que les suministran alimentos. También incluye varias cuestiones que, a pesar de no estar directamente relacionadas con esta cuestión, pueden ayudar a contextualizarla y a interpretarla. Compartir información entre las diversas experiencias de consumo La mayoría de cooperativas y grupos entrevistados afirman que han desarrollado y consensuado sus propios criterios de compra, pero otros reconocen que se basan en los definidos por otros colectivos y/o espacios de coordinación entre experiencias de consumo organizado, como por ejemplo Ecoconsum. En general, estos últimos también tienden a basarse “en la opinión de otras cooperativas sobre los diferentes proveedores” a la hora de decidir a qué productores comprar los alimentos. En este sentido, los colectivos entrevistados que forman parte de espacios de articulación y coordinación entre experiencias de consumo

organizado son partidarios de compartir la información sobre los proveedores con los que trabajan, y realizan esta actividad habitualmente en el espacio de coordinación en el que participan. Esto contrasta con el hecho de que aproximadamente la mitad de los proyectos entrevistados afirma que, a pesar de que no lo ven mal, no comparten demasiada o ninguna información sobre sus proveedores, ya sea por falt de tiempo, porque no es una prioridad o por otros motivos. Aun así, hay que señalar que sólo uno de los representantes entrevistados destacó que compartir este tipo de información “siempre es delicado, porque si valoras mal (a un productor) y así se refleja en un documento, esto lo podría perjudicar”. 21


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Qué se entiende por precio justo En cuanto al concepto de precio justo, en general las personas entrevistadas coinciden en definirlo cómo aquel que permite ganarse la vida dignamente a las personas que producen los alimentos. La mayoría asegura que las cooperativas y grupos en los que participan no discuten, negocian o intentan rebajar los precios que establecen los productores. Con ellos tienen una relación directa basada en la confianza, por lo que asumen que se trata de precios justos. No obstante, dos entrevistadas añadieron un enfoque complementario cuando afirmaba respectivamente, que queremos pagar un precio que no se corresponda con el producto” y “que sea un precio que podamos pagar”.

En la práctica, sin embargo, no siempre es así, “y aquí empiezan los problemas”. El caso de la cesta abierta es diferente: “yo voy por pedido y entonces pasa esto.A todo caso habrá un producto que hay gente que no lo compran y ya está, pero no porque sea un precio injusto sino que dicen: es muy caro para mí. Entonces tienes que mirar de no pasarte. Ahora, también pasa que viene aquel que te pregunta: ¿por qué me lo pones tan caro esto?; y tú preguntas:¿ y tú por qué me estás apretando en el precio?”.

En parte, la respuestas de los y las consumidoras contrastan con la percepción que tienen sobre este tema las dos personas productoras a las que se ha entrevistado. A pesar de que estas reconocen que en general las experiencias de consumo organizado con las que trabajan no les discuten abiertamente los precios, su experiencia es que, aunque no se explicite, el precio es una fuente de tensiones y conflictos. O al menos para ellas lo ha estado en algún caso. De acuerdo con el que estas productoras explican, los mecanismos por medio de los cuales el tema de los precios puede generar tensiones y derivar en conflictos divergen en función de si se trabaja con cesta cerrada o abierta. En el primer caso, el precio de la cesta es fija y las eventuales subidas y bajadas se acostumbran a acordar entre productores y consumidores; por lo tanto, en principio, tanto las explicaciones pertinentes como las diferencias de opinión se pueden exponer de manera directa y explícita. 22

Reflexiones y problemas prácticos alrededor del concepto calidad Las reflexiones en torno a los precios y su adecuación van a menudo ligadas a la cuestión de la calidad. Según el productor entrevistado que trabaja con cesta abierta, los consumidores


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“nunca te criticarán la calidad. En general nadie critica la calidad porque (...) se tiene que entender al campesino y no sé qué. Y entonces, el problema es el precio. Es decir, siempre te dicen que una cosa es cara cuando no tiene calidad. Y esto también va del revés: si tiene calidad puede ser cara. (...). La crítica a la calidad nunca te la dicen por la calidad, te la dicen por el precio, y cuando te están diciendo precio te están diciendo calidad. Te están diciendo calidad pero no se atreven a expresarlo. Estaban descontentos con la calidad pero sólo hablaban del precio”. Los y las consumidoras entrevistadas, no obstante, en general aseguran que cuando hay incidencias relacionadas con la calidad lo acostumbran a comunicar a los productores y que, a todo caso, este tema no es para ellos una fuente de conflicto. Aun así, varias experiencias de consumo reconocen que han dejado de trabajar con algunos productores precisamente porque estaban descontentas con la calidad de los productos que los suministraban. Es también remarcable que buena parte de las consumidoras entrevistadas coinciden en señalar que el concepto de calidad tiene que ser entendido de manera amplia, más allá de los aspectos visuales, incluyendo cuestiones como por ejemplo “el valor nutritivo”, “las implicaciones por la salud”, “el gusto, el olor, la turgencia, que esté fresco”, “la forma en que se ha producido, que se trate bien a los animales, que no contamine”, “que no esté espigado o tocado”, o “que sea de temporada ”. En general, las experiencias de consumo que han participado en el estudio han trabajado con más o menos profundidad estas cuestiones, y sólo dos de ellas reconocen que tendrían que estudiarlo más .

Conocimiento de los Sistemas Participativos de Garantía (SPG) En cuanto a los “sistemas participativos de garantía” (SPG), aproximadamente la mitad de las personas entrevistadas, y sobre todo las que participan en espacios de articulación entre experiencias de consumo organizado en representación de su grupo o cooperativa, están familiarizadas con el concepto. Aún así, son de la opinión que en general, los y las miembros de sus cooperativas y grupos no saben qué son los SPG: no están al tanto de los debates que desde hace años hay entorno a esta cuestión. Por ejemplo, no conocen el trabajo práctico de desarrollo de un SPG que está llevando a cabo la “Xarxeta de productors agroecològics de Catalunya" (hay que tener presente que la información en la que se basa esta información se ha extraído de las entrevistas que se realizaron entre noviembre del 2011 y enero del 2012, antes de que tuviera lugar la IV Repera, dedicada precisamente a trabajar esta cuestión). En este contexto, uno de los entrevistados, después de reconocer que en su cooperativa el desconocimiento al que nos hemos referido es generalizado, afirmaba: “quizás aplicamos cosas de los SPG sin conocer el nombre, intuitivamente, porque tenemos claro que queremos relaciones de confianza y el sello no es tan importante cuando existe esa confianza ”. Al ser preguntados por el papel que tendrían que jugar las experiencias de consumo organizado en el desarrollo de SPG, se hace patente el limitado conocimiento que los entrevistados tienen sobre este tema. Casi todas las personas entrevistadas coinciden en que “tendrían que jugar un papel 23


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central, junto con los productores”. Aun así, prácticamente ninguno de ellas va mucho más allá. Una de ellas afirma que: “las cooperativas tendrían que aportar todos los debates sobre lo que se entiende por consumo responsable”, y que “estaría muy bien que existiera (el SPG), pero lo veo muy lejano porque se necesitaría una organización y una comunicación que no veo muy accesible”. Otro de los entrevistados, en relación a su cooperativa, dice que: “la gran mayoría de socios tienen claro que ellos no son técnicos ni quieren serlo, y priorizan la relación de confianza con el productor, no el conocimiento técnico, ni hacer análisis”

Conocimiento de la diferencia entre producción agraria ecológica y agroecología La mayoría de personas entrevistadas, y por extensión hay que suponer que la mayoría de los y las miembros de las experiencias de consumo organizado de productos ecológicos con las que se ha trabajado, desconoce la diferencia entre los conceptos “producción agraria ecológica” (PAE) y “Agroecología” (Ae). Creemos, por eso, que esto no es cierto en el caso de los y las miembros de las dos cooperativas de fuera de Cataluña que han participado a la investigación: tanto el representante de Mercatrèmol como la de Aigua Clara conocen en profundidad ambos conceptos y los diferencian.

Una tercera persona concluye que desarrollar un SPG tendría que servir para “dar confianza y fiabilidad a todo un trabajo que se nos tiene que reconocer (a las experiencias de consumo organizado) y que la sociedad puede perder si se desconoce”. Por último, llama la atención el comentario de una cuarta entrevistada, según el cual se conformaría con que el productor que les sirve las hortalizas y la fruta les mantuviera al día de cómo avanza el desarrollo del SPG. Esta opinión contrasta con la que ha sido expresada por una de las personas productoras entrevistadas, quien afirma que los consumidores tendrán que implicarse en el desarrollo de SPG, pues no puede ser que los y las productoras lo asuman solas. Tiene que ser cosa de ambas partes: de productores y consumidores.

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En cuanto a las siete experiencias catalanas de consumo organizado con las que se ha trabajado, sólo dos de las personas entrevistadas han mostrado un cierto conocimiento de las diferencias elementales entre ambos conceptos. En general, el resto de personas entrevistadas confunde, mezcla o sencillamente reconoce que no conoce la diferencia entre los dos conoceptos mencionados. Aun así, en la práctica, todos los grupos y cooperativas implementan principios del Ae, por ejemplo en cuanto a los


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criterios en el que se basan para decidir con qué proveedores trabajar. Así, ocho de las nueve experiencias que se han entrevistado priorizan la certificación de primer grado, basada en la confianza y la relación directa, tanto por los productos frescos, secos o transformados, a la certificación de tercer grado, basada en sellos y controles efectuados por entidades externas. No obstante, todos los grupos que tienen productos secos en stock los obtienen, en buena medida, a través de empresas distribuidoras, y en estos casos los productos cuentan siempre con los sellos que otorgan entidades de control.. Además, hay diferencias importantes en la manera como los diversos colectivos que han participado en el estudio aplican los principios de la agroecología: mientras que aproximadamente la mitad lo hace de forma bastante consciente y sistemática, el resto implementa sólo algunos y de una manera bastante sui generis.

La rotación de los miembros de los colectivos: causas, implicaciones y medidas para corregirlas Llama la atención el elevado porcentaje de miembros de los grupos y cooperativas entrevistados que se dan de baja (y alta) anualmente. El hecho de que todas las experiencias cuenten con listas de espera explica porque los grupos se mantienen en el tiempo a pesar del elevado número de bajas anuales. Teniendo en cuenta sólo las cinco experiencias de el área Metropolitana de Barcelona de las que se han obtenido datos relativos a la rotación de miembros, de media cada año se dan de baja el 26% de los socios y socias. Concretamente, en el año 2011 sólo una de estas cooperativas

registró una cifra relativamente baja (9,5%), mientras que las cuatro restantes estuvieron por encima de un 22% de rotación. Este porcentaje, en uno de los casos, alcanzó el 44,4%. Parece que en general se repite un patrón según el cual: “para que una cesta se consolide tienen que pasar 4 o 5 unidades familiares: de vez en cuando algunos de los nuevos funcionan, pero cuesta que los nuevos compartan los valores, estén dispuestos a asumir los compromisos, se identifiquen con el proyecto, se impliquen y cuadren”. El elevado grado de rotación hace que muchas veces, cuatro o cinco años después de la creación de una experiencia de consumo organizado, un porcentaje muy elevado de los miembros que la componían originalmente se haya renovado totalmente. En la mayoría de casos, hay un grupo más o menos reducido de miembros que continúan a lo largo de los años y constituyen el que se acostumbra a denominar “núcleo duro” del grupo o cooperativa. Mercatrèmol y Aigua Clara son dos casos aparte. El primero porque, después de una etapa de crecimiento ininterrumpido, en 2011 registró un porcentaje de rotación muy elevado (33%) que en buena parte estuvo relacionado con la implementación de cambios importantes en el funcionamiento y la organización interna, cambios con los que no estaban de acuerdo una parte significativa de los miembros, quienes optaron para marchar. Por su parte, Aigua Clara es un proyecto con una larga trayectoria que cuenta con unos socios “muy fieles y comprometidos, sobre todo desde los cambios que se han realizado recientemente a nivel de funcionamiento”. En cuanto a las causas por las cuales los y las miembros de una experiencia 25


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de consumo ecológico organizado se dan de baja, destacan dos. En primer lugar, los cambios de residencia que implican “marchar del barrio”. En segundo lugar, la imposibilidad de asumir los compromisos consustanciales al hecho de formar parte de un grupo de consumo que basa su funcionamiento en el trabajo voluntario, ya sea por carencia de tiempo y/o porque destinar este tiempo a esa actividad no supone una prioridad. Es importante señalar que, a pesar de que para la realización de este estudio se ha escogido diferentes tipos de experiencias de consumo organizado para contar con la diversidad de modelos que existen (como se explica más adelante), las siete cooperativas y grupos del AMB que han participado funcionan exclusivamente en base al trabajo voluntario de sus miembros. Y esto determina que se tengan que implicar en la gestión y mantenimiento del proyecto.

a) la rotación no afecta de ninguna forma a sus proveedores; b) básicamente supone bastante trabajo para el propio grupo de consumo en términos de gestión, puesto que hay que introducir a las personas nuevas, transmitirlos toda la información, acompañarlas, guiarlas las primeras veces que realizan alguna de las tareas rotativas, etc.; c) tienen bastante sistematizada tanto la información que hay que transmitir como la manera de transmitirla (cuentan con documentos explicativos y comisiones o roles específicos que se encargan de introducir y acompañar a los y las recién llegadas).

Por otro lado, también destaca el hecho que uno de los dos grupos del AMB entrevistados que funcionan con cesta cerrada afirma que: “durante una temporada mucha gente que entraba les parecía que la cesta era demasiado grande, o demasiado pequeña, o no los gustaba que fuera cerrada ”. Al ser preguntadas sobre si creen que el hecho de contar con un grado bastante elevado de rotación de miembros supone algún problema para los productores que los suministran alimentos y/o para la propia experiencia de consumo, así como si tienen mecanismos para corregir los eventuales problemas que esto pueda ocasionar, casi todas las miembros de cooperativas y grupos entrevistadas han respondido de forma unánime que: 26

La primera respuesta (a) (la cual parece basarse en la creencia de que “los productores no perciben los efectos de la rotación dentro del grupo de consumo porque se mantiene el número de cestas; si disminuyera el número de cestas si que los afectaría ”), y la tercera (c), contrastan con la opinión de las dos personas productoras entrevistadas, y que queda reflejada en el siguiente diálogo entre ellas: - no se acaba de gestionar bien el tema de esta rotación porque no hay una estructura, una manera de hacer la


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acogida buena para que la gente nueva que entra vaya internalizando el proyecto que hay y la relación de compromiso en diferentes escaleras que pueda haber con los productores. Y entonces esto es una dificultad por los productores porque cualquier cosa que pasa, desde el tema de la temporalidad, o en relación a temas prácticos a políticos, muchas veces te encuentras con que aquella cooperativa ha hecho una renovación de personal, no se ha hecho una acogida buena y te encuentras con que la gente nueva empieza a no entender el que pasa, se generan malestares y tienes que volver a dar todas las explicaciones de porque así o asá, al menos en mi caso. Yo creo que es una limitación porque supone mucho desgaste. Está claro que los modelos de relación directa productorconsumidor necesitan mucho tiempo y tienen un coste temporal de dedicación a la transparencia y a la comunicación, pero estaría bien que se buscar maneras para disminuir este trabajo - Igual que (los grupos) tienen que mantener el local o los stocks o los pedidos, tienen que mantener el traspaso de la información, los objetivos, el discurso, qué compromiso se tiene con el productor. Para que después no salga un grupo de gente y diga: pero escucha, esto ¿por qué lo haces así? Pues porque quedamos deesta manera!. - Claro, pero tal vez de los que decidieron que querían estoasí ya no hay muchos, y los que ahora aparecen preguntan el por qué. Hilando fino, no obstante, entre las respuestas de los miembros de grupos de consumo encontramos dos comentarios que apuntan en la misma dirección: “la rotación dificulta la construcción de un proyecto que vaya más allá de

comprar verduras y comer”; “los nuevos, al principio, no son tan conscientes que el compromiso es con el productor, y no con la cooperativa ”.

Límites y retos de las relaciones directas La mayoría de personas entrevistadas han afirmado que para sus grupos y cooperativas es una prioridad establecer un vínculo directo con los productores que los suministran alimentos. Aun así, la mayoría de estas personas han reconocido que los y las miembros de las experiencias en las que participan no conocen con demasiado detalle ni profundidad los productores que los proveen alimentos, ni la realidad de los proyectos productivos que estos desarrollan, tanto en relación a los aspectos técnicos, como a los económicos y socio-laborales. En general, tienen un conocimiento medio-bajo de los productores que los suministran las hortalizas, y bajo o muy bajo de los que los suministran el resto de productos. A pesar de que casi todas las experiencias cuentan con herramientas y mecanismos para profundizar en la relación directa y el conocimiento de los productores, como por ejemplo fichas, comisiones, visitas, boletines o responsables, la mayoría reconoce que no dedican y/o no disponen del tiempo y la energía que sería necesaria, de forma que en general se quedan en un conocimiento bastante superficial de la realidad de los productores con los que trabajan. Esta afirmación no es, por eso, correcta en relación a una de las experiencias de la AMB, y tampoco para Mercatrèmol y Aigua Clara. Estos tres proyectos visitan periódicamente los productores que los suministran alimentos, y mantienen una relación 27


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bastante cercana con ellos. En los tres casos, se trata de experiencias que cuentan con bastante trayectoria, una estructura organizativa potente y dinámicas de funcionamiento consolidadas que permiten sistematizar las tareas relacionadas con la profundización de la relación directa con los productores. De las seis cooperativas y grupos del AMB restantes, cuatro explican que no hacen visitas (o casi no hacen), sino que se basan en lo que les dicen otras cooperativas en las que confían y con las que intercambian (o de quienes más bien reciben) información, por ejemplo en el marco de Ecoconsum. Una de las entrevistadas afirma que “nos fiamos más del que nos dicen las otras cooperativas que no de nuestras propias referencias”. Otra declara que “si otra cooperativa del barrio nos dice alguna cosa lo creemos ciegamente”. Una tercera reconoce que “somos muy crédulos con los productores, nos fiamos mucho de lo que declaran los productores y no hacemos visitas”. Por último, otra de las entrevistadas asegura: “nos fiamos de la página web, que es muy completa (...). Salen allá en foto y dicen nosotros somos así y trabajamos de este modo. El conocimiento que tenemos es más bien virtual (...). Funcionamos algo más intuitivamente, mirando la página web de esta gente o hablando directamente cuando ellos vienen, o por la sensación que tienes cuando hablas por teléfono”. Esta manera de funcionar y de entender la relación directa no gusta nada a algunos de los productores, que enfatizan la importancia de profundizar las relaciones de confianza, como refleja el siguiente diálogo extraído de la entrevista que se los hizo simultáneamente:

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- No nos podemos basar en una confianza ciega, sino que esta confianza se tiene que generar porque hay un trabajo, unos criterios comunes y una manera de verificar entre nosotros, consensuada, que todos los compañeros trabajamos con los criterios mínimos comunes. Y a la vez hemos de hacer un proceso común de aprendizaje y de propuestas de mejora para ir mejorando todos. - Tú puedes establecer una relación de confianza con aquel que estás viendo. Es imposible que una cooperativa pueda establecer una relación de confianza con alguien que no conoce. La confianza no la puedes hacer con alguien que no conoces. - Nosotros hemos insistido hasta la saciedad en que para participar tienen que venir a las asambleas, a unas puertas abiertas, a una jornada de trabajo, que por mail nos pueden preguntar el que quieran, que nos tienen que transmitir las incidencias..., y cuesta mucho que lo hagan. - Porque ya confían. Por el simple hecho de saber que pueden hacerlo ya están contentos, aunque no lo hagan. Esto es una carencia importante porque cuando aparece un conflicto...

Relación más allá del precio de compra Teniendo en cuenta, por un lado, las visiones y las inquietudes que han expresado las diversas experiencias de consumo entrevistadas y, por otro lado, los compromisos que estas asumen con los productores con los que tienen una relación más directa, se puede concluir que existen enfoques y maneras de practicar la relación directa entre productores y consumidores bastante diferentes.


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Cuatro de las siete experiencias de la AMB tienen, con los productores que los abastecen de hortalizas y fruta, el compromiso de consumir un número mínimo de cestas semanales a lo largo de todo el año, sistema que permite a los productores planificar los cultivos sabiendo que habrá una regularidad en el consumo. Las tres experiencias restantes afirman que no tienen ningún compromiso con los productores, ni en relación a la regularidad de las compras a lo largo del año ni en ninguno otro sentido. En estos casos, pues, la relación entre consumidores y productores se limita a la compra-venta sin intermediarios.

hecho socios de la asociación que desarrolla el proyecto productivo “porque queremos apoyarlo más allá de si nos vende o no los productos”. A la vez, quieren implementar un fondo para pagar a los campesinos cuando haya carencia de consumo, de forma que quien no consuma aportará dinero a este fondo, “como (si fuera) una tarifa plana de internet”. En el otro caso, el grupo de consumo ha hecho préstamos a fondo perdido al proyecto de producción “cuando tuvieron que comprar la cámara frigorífica o cuando se estropeó el tractor”. Además, después de decidir que no querían aumentar el número de cestas como pedía el grupo que los provee de verduras, si decidieron en contrapartida ayudar a formar una cooperativa nueva en el mismo barrio juntando las personas que tenían en su lista de espera con las de la lista de espera de otra cooperativa cercana.

¿Hay un proyecto común con los productores?

En cambio, dos de las experiencias que tienen el compromiso de compra mínima y regular han establecido relaciones con sus “productores estrella” (los que se los suministran la verdura y la fruta, con los que tienen una relación más estrecha) que van claramente más allá de la mera relación de compra-venta. En uno de los casos, los consumidores se han

Las dos personas productoras que se han entrevistado entienden que las experiencias de consumo organizado tendrían que tener un proyecto común con las experiencias productivas que los suministran alimentos. Ellas lo han intentado con los grupos y cooperativas con las que trabajan, pero dicen que, en la práctica “se acaba viviendo como (proyectos) separados”. Una de ellas piensa que “una limitación (...) es la dificultad de compatibilizar el proyecto del colectivo como cooperativa de consumo con el proyecto común productor-consumidor”. La otra afirma que: “su proyecto de cooperativa de consumo pasa por consumir con criterios. Todo el esfuerzo lo dedican de fuera para adentro pero ellos no hacen nada hacia 29


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fuera. Se organizan internamente, encuentran proveedores que cumplen sus criterios pero no tienen proyecto de apoyo a los productores”.

a este punto, Aigua Clara es un caso aparte puesto que, al ser una cooperativa de productores y consumidores, nadie duda que sea un proyecto común.

A la vez, no obstante, hacen autocrítica: “no hemos sabido explicar bien qué compromiso pedimos; no hemos sabido explicar bien la propuesta de proyecto conjunto”. Por su parte, aproximadamente la mitad de los y las consumidoras entrevistadas afirman que, al menos con los y las productoras que tienen una relación más estrecha, sienten que están en el mismo barco. Aun así, reconocen que “en la práctica son proyectos diferentes”. El miembro de una de las experiencias de la AMB explica que han llegado a la conclusión que en su caso los proyectos de consumo y producción “hasta ahora han funcionado demasiado separados”. Dice que como cooperativa tienen la voluntad de ir más allá y superar el modelo en el que han funcionado durante mucho tiempo: “no apostamos para montar algo común entre campesino y consumidores, pero entendemos que nos tenemos que acercar más y crear modelos más justos y con mecanismos de compensación. (...) Para lograr nuestro reto tenemos que garantizar el suministro y por eso hay que apoyar a los productores”. Aproximadamente la otro mitad de las experiencias de consumo que han participado al estudio afirman que su prioridad es que el grupo de consumo siga funcionando y que “la gente en general siente que son proyectos diferentes”. En el caso de Mercatrèmol, los miembros más implicados si que tienen la sensación de compartir un mismo barco con muchos de los productores de frutas, verduras, pan, dulces y conservas, pues son con los que más trabajan. También en relación 30

Los grupos de consumo, ¿tienen claro qué requieren de ellos los productores? Además de pensar que “una limitación (...) en la relación directa es la dificultad de que el colectivo (de consumidores) mantenga la conciencia del proyecto común”, los dos productores que se han entrevistado creen que los grupos de consumo no tienen claro qué necesitan de ellos los productores con los que trabajan. Y piensan que cambiar esta situación está en buena medida en sus manos: “hay que hacer un decálogo de que necesita el campesino (...) de una cooperativa o de un grupo de consumo. Esto no se hace y estaría muy bien porque sería una manera de que los dos se pusieran de acuerdo”. Además, reconocen que cuando alguna vez los grupos les piden si necesitan alguna cosa “siempre se les dices: va bien. Si te plantean programar conjuntamente, tú les contestas: si sé mejor que tú que consumirás!”.


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En general, los grupos con que se ha trabajado coinciden al señalar que los productores necesitan de sus consumidores “garantía de que consumirán de manera continúa y segura a lo largo del año”. Dos de los grupos suponen, respectivamente, que sus productores necesitan que compren “más” y “lo máximo”, pero indican que no es algo que hayan contrastado. Dos más señalan, respectivamente, compromiso de permanencia, y que “si hay muchas altas y bajas (...) esto les puede afectar”. Una de las consumidoras entrevistadas, después de reconocer que en su grupo no tienen muy claro qué necesitan de ellos los productores, explica que alguna vez han preguntado al productor que les sirve la verdura si necesita tener una previsión de consumo anual, “que serían datos relativamente fáciles de obtener”, pero asegura que no han visto que el productor mostrara demasiada receptividad. A pesar de que este relato coincide con el del productor entrevistado referido anteriormenet, hay que señalar que ambos hacen referencia a grupos de consumo y productores diferentes. Por su parte, la persona entrevistada de Mercatrèmol, experiencia que adquiere frutas y verduras a varios productores diferentes, cree que sus productores necesitan que les clarifiquen qué productos adquirirán a cada uno de ellos, y el volumen de cada producto. Es por eso que tienen previsto comenzar a trabajar en un sistema de planificación conjunta con los productores. En el caso de Aigua Clara, explican que hacen frente a las bajadas de consumo que tiene lugar durante agosto o las vacaciones de Navidad de dos maneras: disminuyendo los precios o abriendo la tienda sólo por la mañana. A la vez,

como que ya saben que esta bajada tendrá lugar, planifican la producción. Además, “algunos de los campesinos que llevan más años no producen en verano, y así la campaña de otoño les va mejor. Los grupos de consumo se comprometen a consumir toda la temporada, y a mantener un nivel de consumo. Y a informar si aumentarán el volumen de consumo o no”.

Transparencia en las relaciones entre consumidores y productores Habitualmente, cuando se habla de transparencia en las relaciones entre productoras y consumidoras, se tiende a pensar en transparencia por parte de la producción: esta tiene que ser transparente en temas como los métodos de producción empleados, el origen de los productos suministrados, las condiciones laborales de los y las trabajadoras, etc. De hecho, al menos a nivel de discurso, esta transparencia de los y las productoras hacia las consumidoras es uno de las caractersíticas que diferencia el modelo agroecológico del de la agricultura ecológica mercantilitzada. Pero, ¿y al revés? ¿Los grupos y cooperativas de consumo son transparentes en cuanto a sus procesos internos, sus debates, sus problemas y retos, etc. hacia los productores con los que mantienen una relación directa? Las dos personas productoras que se han entrevistado se quejan de que no lo son suficientemente. A la vez hacen autocrítica, como se refleja en el diálogo que se reproduce a continuación: - (Excepto durante el plenario anual) nosotros no pedimos, las coopes tampoco lo hacen, explicaciones (de como se los va). En realidad no 31


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recibimos en todo el año ninguna explicación de cómo van como colectivo. - No creo que se piensen que lo tengan que hacer. - (...) no sabes qué pasa internamente. Conoces en líneas generales porque normalmente también te comunicas con los miembros más motivados, los núcleos duros muy motivados que curran mucho, que asumen muchas tareas. Por su parte, los grupos de consumo afirman que no sienten que los productores les demanden este tipo de información. Una de las entrevistadas asegura que tienen la sensación que los productores no preguntan mucha cosa, y añade: “los productores también tendrían que preguntar qué quieren saber de las cooperativas”. Otro consumidor afirma que

motivos para hacerlo, y casi todos cuentan con una persona que se encarga de comunicar este tipo de cuestiones a los productores. Los grupos que tienen más relaciones directas con varios productores acostumbran a designar un persona diferente para hacer de enlace con cada uno de ellos. En relación a la transparencia por parte de los grupos de consumo, la persona de Aigua Clara entrevistada explica que nunca han ido a buscar a los grupos de consumo: “los grupos se relacionan entre ellos y vienen a llamar a nuestra puerta ”. Cuando esto sucede, investigan al grupo en cuestión antes de decidir si quieren trabajar y, una vez tomada la decisión, le piden que sea transparente.

Conflictos “los productores ya tienen bastante con lo suyo, no saben los intríngulis ni conocen las tripas de la cooperativa porque acabarían hartos de nosotros”. No obstante, esta segunda persona comenta que han explicado a cada productor de forma transparente las cosas que creen que les afectan, y suponen que las cuestiones que no les tocan directamente no les debe interesar demasiado. En general, el resto de grupos entrevistados relatan que el único que comunican a los productores son “las quejas”. Estas normalmente tienen que ver con errores en la facturación, incidencias relacionadas con la calidad o la medida de los productos, errores en los pedidos cuando se funciona con cesta abierta, o quejas en relación a la poca diversidad cuando se trabaja con cesta cerrada. No obstante, la mayoría de grupos aseguran que no se quejan demasiado porque no tienen muchos 32

Las productoras y las consumidoras que se han entrevistado tienen en general una opinión bastante similar en relación a si los conflictos entre las dos partes implicadas en las relaciones directas son o no frecuentes, y a sus causas. Las dos personas productoras entrevistadas consideran, en base a su propia experiencia, que en general no es demasiado frecuente que surjan grandes conflictos, pero tampoco es inusual. De hecho, coinciden en que, a lo largo de su trayectoria, ambas han tenido un conflicto importante con uno de los grupos de consumo al que suministraban alimentos. A la vez, conocen unos cuántos productores que también han tenido conflictos más o menos graves con algún grupo de consumo. Según su relato, cuando surge un conflicto entre productores y consumidores, se suele desencadenar siguiendo un mismo patrón, y suele girar en torno a unas mismas cuestiones.


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De entrada, explican que, en estos casos, las causas del conflicto no se explicitan abiertamente en un primer momento: “el problema a menudo es que no se pone sobre la mesa cuál es el conflicto y entonces no se puede abordar”. O no se llama al conflicto por su nombre, pues, según su versión, las cooperativas no plantean de forma clara y transparente las discrepancias o posiciones confrontadas internas que padecen, en general sobre temas relacionados con el precio, la calidad, la manera de llegar a acuerdos con los productores o los compromisos relativos al modelo de relación establecido, sobre todo cuando se funciona con cesta cerrada. Así, suele haber una primera fase de gestación del conflicto, que puede durar meses o hasta años, durante el cual el problema va creciendo sin que se plantee abiertamente en toda su magnitud, y por lo tanto sin que las dos partes puedan trabajarlo y mirar de encontrar soluciones. Finalmente, cuando el conflicto sale a la superficie ya es demasiado complejo y estalla. Las personas productoras entrevistadas explican también que este tipo de conflictos suelen “estallar” del mismo modo: los grupos de consumo empiezan a buscar otro productor sin decir nada a los productores con los que venían trabajando. En estos casos, los productores con quienes los grupos de consumo tenían un compromiso suelen enterarse de que los consumidores están buscando nuevos proveedores a través de los mismos productores que están siendo sondeados. “Y esto (la solidaridad y la lealtad entre los campesinos) es lo más positivo de todo lo que vivimos”.

Por último, aseguran que, en más de una ocasión, ha habido experiencias de consumo que han dejado colgado a media temporada a un productor con el que tenían un compromiso de consumo, compromiso en base al que el campesino ya tenía el huerto sembrado y planificado.

Por su parte, la mayoría de los y las consumidoras que se han entrevistado señalan que los conflictos con los productores no son muy habituales, pero que a veces tienen lugar. Una de las entrevistadas indica que los conflictos surgen “cuando falla la comunicación”, y reconoce que con uno de los campesinos que les proveía de verdura y fruta no acabaron bien. Una consumidora de otro grupo explica que dejaron de trabajar con un productor después de haber tenido problemas con él por el tema de la facturación. Destaca el relato de la consumidora de un tercer grupo que se ajusta mucho a los casos descritos por los productores entrevistados, tanto en cuanto a la manera como se gestó y resolvió el conflicto como en relación a las causas que lo originaron. Esta consumidora explica que dejaron de trabajar con los segundos productores que los servían la verdura porque “cada vez era más caro y (servían) menos productos”, y no entendían por qué o no lo veían 33


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justificado. Asegura que “fallaban cosas, venían cosas feas (...) y quizás te va subiendo la mosca y te parece que cada vez pasa más a menudo, y al final acabas buscando otro proveedor. Nos parecieron interesantes estos de XXX y en una asamblea decidimos (que cambiaban de proveedor) y lo comunicamos”. En cuanto al resto de consumidoras de grupos del AMB entrevistadas, dos aseguran que conflictos graves con sus proveedores no han tenido. Las otras dos afirman que, en su caso, cuando hay incidencias o quejas lo comunican al productor: “si pasa cualquier cosa se habla (con el productor) y se decide”. En esta misma línea se expresa la representante de Aigua Clara: “cuando ha habido malentendidos se han hablado (...), hemos ido a hablar allá donde ha hecho falta para resolver los problemillas que han ido surgiendo”. En cambio, el miembro de Mercatrèmol explica que hace unos meses tuvieron un conflicto importante, pero en su caso fue interno, entre los propios

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consumidores que conformaban la cooperativa, a pesar de que también acabó afectando a algunos de los productores con los que tenían una relación más estrecha y continúa. Relata que, a la hora de buscar posibles soluciones en problemas de viabilidad económica de la cooperativa, se evidenció que las personas más activas e implicadas no tenían una visión común de como seguir construyendo el proyecto, sino dos muy diferentes. Después de realizar un trabajo y un proceso “importante e interesante” para mirar de acercar posiciones, el sector que aglutinaba a un mayor número de personas consideró que no podían llegar a una solución de consenso y optó para implementar los cambios de funcionamiento y gestión que consideraba oportunos, prescindiendo de las objeciones y reticencias del otro sector, más minoritario. Esto comportó que unas doce unidades familiares, incluyendo algunos de los productores que suministraban alimentos a la cooperativa, que a la vez también consumidores, se dieran de baja y establecieran otro grupo de consumo.


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3. Acción política para la Soberania Alimentaria Las experiencias de consumo organizado juegan un papel destacado en la construcción local de Soberanía Alimentaria. No tan sólo suponen una alternativa real al modelo de consumo hegemónico sino que pueden convertirse en una herramienta interesante para apoyar el pequeño campesinado agroecológico local. Pero, más allá de esta vertiente práctica, los grupos y cooperativas de consumo pueden entenderse como un espacio de formación en el que las personas que participan aprenden desde la práctica a organizarse de forma colectiva para satisfacer una necesidad básica cómo es la alimentación. Un espacio desde el cual también se pueden dinamizar toda una serie de actividades de divulgación y sensibilización de las propuestas de la Soberanía Alimentaria y la Agroecología. Por esta razón, el tercer bloque de la investigación está dedicado al trabajo de carácter más político que llevan a cabo los grupos y cooperativas de consumo.

Grado de conocimiento del concepto y de los postulados de la Soberanía Alimentaria Para averiguar hasta qué punto los grupos estudiados están familiarizados con la noción de Soberanía Alimentaria (SbA) se ha pedido a las personas entrevistadas que definieran de forma aproximada este concepto. Teniendo en cuenta las respuestas obtenidas, puede decirse que el concepto de SbA es conocido entre las personas que

integran este tipo de grupos, a pesar de que quizás no por todo el mundo. Las definiciones de SbA ofrecidas por las personas entrevistadas podrían considerarse la expresión de una aproximación intuitiva a la SbA: es evidente que han oído hablar del tema, pues identifican la SbA con una relocalización de la alimentación y con la capacidad de un territorio para autosostenerse, pero ninguna de las personas entrevistadas ha dado una definición “canónica” del concepto de 35


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SbA (entendiendo como tal las diferentes definiciones que a lo largo de los años ha ofrecido La Vía Campesina).

productores de subvenciones, de la presión de las grandes distribuidoras y de las transnacionales de agroquímicos, y recuperar la relación entre consumidor y productor y entre campo y ciudad”.

¿Qué papel deberían jugar los grupos de consumo en el proceso de construcción de la Soberanía Alimentaria?

Exceptuando la cuestión de las subvenciones, tema sobre el que hay opiniones divergentes en el seno del movimiento por la SbA, el resto de afirmaciones resumen bastante bien algunas de las ideas que comparten los actores que trabajan por la SbA en nuestro ámbito territorial.

Todas las personas entrevistadas han estado de acuerdo en que los grupos de consumo tienen que jugar un papel activo y destacado en el proceso de reivindicación y de contrucción de la SbA en nuestro país. Por un lado, los diferentes tipos de grupos y cooperativas de consumo de alimentos ecológicos son muy adecuados para “mostrar otros modelos de comercialización y que las cosas se pueden hacer desde otros valores”. Es decir, podrían actúar como ejemplo de otros posibles modelos alimentarios. Este rol de sensibilización y difusión se complementa con un dimensión más práctica de la construcción de SbA: apoyar el pequeño campesinado agroecológico mediante la corresponsabilidad entre productoras y consumidoras basada en una relación directa y de confianza. Los grupos de consumo no tan sólo pueden contribuir al mantenimiento de pequeñas explotaciones agrarias que no resultarían viables en el marco del sistema alimentario capitalista, sino que abren la posibilidad a que surjan nuevas experiencias productivas. Uno de los entrevistados señala: “hay que aumentar la demanda de consumidores críticos para permitir mantener más pequeños productores agroecológicos. Hay que pensar en cómo construirla en países del Sur y como construirla a países del Norte. Aquí tendríamos que procurar liberar a los 36

Apoyar el pequeño campesinado agroecológico aparece como un elemento de vital importancia, pues permite reforzar el discurso crítico al sistema alimentario actual con experiencias reales: “la obligación que tenemos los colectivos es de consolidar económicamente los colectivos. Esta es nuestra obligación, porque no sirve para nada que estamos treinta años haciendo algo y que ahora cerremos la tienda porque resulta que no podemos. Tenemos que demostrar que es viable, no sólo decirlo”. ¿Cómo se valora la contribución de los grupos de consumo a la construcción de Soberania Alimentaria?


Análisis del consumo ecológico organizado

Entre las personas entrevistadas hay unanimidad a la hora de valorar la aportación de los grupos y cooperativas de consumo en la construcción de Soberanía Alimentaria: la existencia de estas iniciativas es una práctica real de construcción de este nuevo modelo agroalimentario, pero su reducido número obliga a ser modestos en la valoración. Por el solo hecho de existir, los grupos de consumo “dejan patente que hay otros modelos”. Teniendo en cuenta que los criterios de compra de estos grupos se basan en la: “proximidad, pequeños productores y sin OGM, entonces si que se está construyendo SbA, a pesar de que quizás no son muy conscientes”. Con las limitaciones propias de ser un tipo de experiencias pequeñas e incipientes, “las cooperativas están creando un modelo por viabilizar los proyectos de los productores”. La opinión de uno de los entrevistados puede resumir las respuestas que se han dado a esta cuestión: “somos demasiado desconocidos para la mayoría de la población. En otros ambientes sociales todavía te ven como algo extraño y que no va en ninguna parte. Todavía no hemos consolidado estructuras mínimamente grandes que puedan presionar a nivel legislativo, y que realmente permitan a muchos pequeños productores vivir de su trabajo”. La acción política desde los grupos y cooperativas de consumo Consumir alimentos ecológicos de forma colectiva y autogestionada constituye un acto con claras resonancias políticas. Esto es innegable. Ahora bien, como reconocía una de las personas entrevistadas,

“si no te implicas en acciones políticas que vayan más allá del simple cambio individual, no conseguiremos hacer cambios sociales”. Desde una de las cooperativas de consumo más grandes del AMB presentan una visión estratégica de la necesidad de emprender una acción política explícita: “si somos tan pequeños que no molestamos, si somos insignificantes, podemos coexistir (con el modelo agroalimentario actual). Si el movimiento crece, se llegará al conflicto y entonces será imposible no hacer acción política”. Desde Mercatrèmol se presenta una visión que enlaza la vertiente más práctica del consumo organizado de alimentos ecológicos y la actividad política: “la presión política es igual de importante que el desarrollo de alternativas. No se podrá cambiar nada sin acción política. Pero también hacen falta las alternativas, porque fortalecen la rama política. Si puedes decir que existen alternativas, tu discurso político tiene mucho más valor y es mucho más creíble”. Por este motivo se preguntó a las personas entrevistadas qué tipo de acción política de carácter más reivindicativo (denuncia, presión, incidencia, divulgación, sensibilización) se podría desarrollar desde los grupos de consumo, y qué acciones están llevando a cabo actualmente en relación a labores que van más allá del consumo organizado. Basándonos en las respuestas obtenidas, se puede afirmar que desde los grupos y cooperativas de consumo se podría desarrollar una acción política dirigida a la denuncia del 37


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modelo alimentario industrial capitalista y sus consecuencias ecológicas y sociales. En este sentido, el trabajo de sensibilización y formación jugaría un papel central. También se podría hacer una tarea de presión a las administraciones “para fomentar el consumo local: cambios fiscales, cambios políticos, que no se pueda especular con los alimentos, establecer impuestos a los alimentos importados,...”. Varias personas entrevistadas comentan la importancia de dedicar esfuerzos a la creación de nuevos grupos para aumetnar el conjunto de experiencias de consumo agroecológico organizado. Otro aspecto que ha surgido en diferentes entrevistas es la necesidad de hacer formación política en el seno de los mismos grupos, pues cómo explican desde uno de los grupos de consumo de Barcelona que, precisamente, más actividad política desarrolla, “algunas de las nuevas unidades familiares de repente dicen: aquí venimos a consumir eco pero no hacemos política”. En una línea parecida, otro de los entrevistados reconocía que: “la parte de salud ya está asumida, pero tenemos que conseguir romper con este individualismo y que se den cuenta que están consumiendo no sólo por su salud sino por la salud del planeta y de la sociedad”. Cuando se ha preguntado cómo valoran la actividad política que se desarrolla desde sus grupos, en ocho de los nueve casos las respuestas han sido unánimes: de forma insatisfactoria. Es posible que la carencia de concienciación política de algunas de las personas que integran los grupos de consumo tenga que ver con estas dificultades para asumir trabajos más políticas. Ahora bien, 38

tampoco se puede dejar de considerar la falta de tiempo y disponibilidad de unas personas que, a menudo, ya participan de forma activa en otros espacios políticos. “No se hace acción política pero la cooperativa es un punto de encuentro de gente que individualmente hacemos acción política en Soberanía Alimentaria y otros temas”. Hay que señalar que en varias entrevistas se ha comentado que bastante gente de los grupos y cooperativas de consumo participan activamente a las asambleas de barrio surgidas a raíz del “movimiento del 15M” y, en el caso de Mercatrèmol, bastantes forman parte de la Plataforma por la Soberanía Alimentaria, plataforma que organiza mercados agroecológicos para dar visibilidad a estos temas, está llevando adelante una campaña para que los municipios de la zona se declaren zonas libres de transgénicos, y se encarga de dinamizar las actividades en torno al 17 de abril (Día Internacional de la Lucha Campesina) y al día contra los supermercados. Como se ha dicho en varias entrevistas, dentro de los grupos de consumo coinciden perfiles bastante diferenciados: personas muy politizadas, muy poco politizadas, y todas las posibilidades intermedias situadas entre estos dos extremos, factor que “muy a menudo genera debates”. Es posible que, por este motivo, las actividades de formación sean una de las actividades “políticas” más habituales en estos grupos. La diversidad de actividades es considerable, pero todas tienen como objetivo lograr de forma colectiva un mayor conocimiento de los productos que se consumen, del sistema alimentario y de otras cuestiones que resultan de interés para la gente del


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colectivo. Algunos grupos han realizado talleres de formación para los socios, vídeoforos, charlas,... En este sentido, la asociación de consumidores La Aixada llevan a cabo el que denominan “cenas ilustradas”, “donde alguien de la cooperativa se prepara un tema y un documento previo, y durante la cena se hace charla y debate. Si vemos la necesidad de buscar alguien más experto en el tema, pues lo llamamos y montamos una charla”.

líneas políticas que tratan. Es el caso de Aigua Clara, donde casualmente las seis personas que trabajan en el local de la cooperativa son mujeres. El hecho que una de estas personas participe desde los inicios en el proyecto y asuma buena parte de las tareas de “relaciones externas”, también ha propiciado estas reflexiones en un entorno tan masculinizado como el campesino.

También tienen una herramienta comunicativa (boletín interno) donde, además de las cuestiones más prácticas, aparecen noticias o referencias a temas políticos. En aquellos casos en que el grupo de consumo dispone o comparte un local donde se desarrollan otras actividades, a menudo hay espacios que dan pie a charlas o tertulias informales sobre aspectos relacionados con la actividad del grupo de consumo. Así, desde Mercatrèmol explican que han abierto un bar en una parte de su local, y que este a menudo se convierte en “un espacio que da pie a hablar de temas políticos y sobre Soberanía Alimentaria”. En el caso de EcoRocaguinarda, el grupo de consumo es una de las “ramas” de una cooperativa cultural que desarrolla otras actividades; es por eso que la persona entrevistada valora que: “formar parte de una cooperativa cultural es un frente que va en la orientación de buscar cambios globlaes en la sociedad”. Curiosamente, tan sólo una de las entrevistadas ha mencionado las cuestiones de género como una de las

De puertas afuera, algunos grupos participan en campañas reivindicativas, como por ejemplo la Iniciativa Legislativa Popular que dinamizó Som el que Sembren en Cataluña, o las actividades de Tanquem les nuclears, también en Cataluña. Grupos más numerosos, como por ejemplo Mercatrèmol y Aigua Clara, si asumen actividades de divulgación y sensibilización de forma más constante. En Mercatrèmol hay una comisión de sensibilización que asiste a mercados agroecológicos o va a hacer charlas allá donde las piden. En el caso de Aigua Clara, “las tareas de 39


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sensibilización y divulgación están integradas en el funcionamiento de la cooperativa”. Además, participan en redes como Llavors d’ací (Asociación para la promoción y la conservación de la biodiversidad agraria) o Xúcar viu (plataforma de entidades en defensa del río Júcar), y van “a un montón de lugares” a hacer charlas en las que explican su proyecto y sus experiencias. Por otro lado, el espacio agrario que tienen más cerca de su local “funciona como un tipo de campo demostrativo-educativo”. Todos los grupos participan poco o mucho en la agenda cultural y política de su barrio o pueblo. Ahora bien, en general las personas entrevistadas creen que desde su grupo se podría participar de forma más activa en el tejido asociativo local. Algunas de las acciones realizadas en el barrio serían poner una “panel informativo” en las fiestas mayores o en la feria de entidades, organizar actos de sensibilización como por ejemplo una “eco-ruleta” o una cata de zumos ecológicos, participar al concurso de cocina de las fiestas mayores, colaborar de forma esporádica con la revista del barrio, etc. Incluso se plantean iniciativas algo más ambiciosas, como las jornadas de consumo durante la fiesta mayor del barrio del Guinardó que organizó el grupo Eco-Rocaguinarda. Las dos asociaciones de consumidores del barrio de Gràcia que se han entrevistado participan en espacios sociales del barrio que con el tiempo han logrado cierta visibilidad. La gente de Verduretes forman parte del Ateneu Rosa de Foc y comentan que participan a los mercados de intercambio que organiza Xaingra (Red de Intercambios de Gràcia). La asociación de consumo Aixada participa del proyecto Gràcia Barri Cooperatiu (difusión, formación y promoción del cooperativismo a nivel 40

local), y los dos grupos forman parte de la coordinadora de grupos de consumo agroecológico Cooperativas amb Gràcia, desde la cual, además de satisfacer necesidades propias de los grupos de consumo (compartir información, fichas de productores,...) y fomentar la creación de nuevos grupos en el barrio, también dinamizan actividades de formación y sensibilización. Por último, los grupos de consumo también participan en un tipo de acción política agroecológica a nivel local que se va extendiendo de forma progresiva: los huertos urbanos. Llama la atención que tan sólo dos de las personas entrevistadas hayan hecho referencia a este tipo de acción política, pues es muy probable que entre el mundo de los grupos de consumo y el de los huertos urbanos se haya generado un buen número de puentes. Aún así, habría que realizar una mínima investigación específica sobre este aspecto para confirmarlo.

¿Qué papel deberían jugar las alianzas en este proceso político? A pesar de las limitaciones planteadas para emprender una acción política desde los grupos y cooperativas de consumo, prácticamente todas las personas entrevistadas han hecho


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referencia al trabajo en red y a la construcción de espacios de coordinación en el ámbito del consumo agroecológico organizado y la SbA: “nuestra fuerza es mirar de juntarnos y multiplicar fuerzas”, “las alianzas son clave”. Un aspecto que ha salido en varias entrevistas es la cooperación y la coordinación entre grupos y cooperativas de consumo del mismo barrio. Ya se ha mencionado el caso de Cooperativas amb Gràcia. En el mismo sentido, desde Cydònia explican que creen mucho en estas coordinaciones: “en 4 años han salido 2 cooperativas nuevas en el barrio fruto de la tarea de Cydònia, que ha apoyado nuevas coopes (con gente de la lista de espera)”, y actualmente tienen mucha relación con estas dos cooperativas “hijas de Cydònia”, y con el otro grupo de consumo del barrio: “nos encontramos todos en la Asamblea social de Poble Nou en temas de consumo”.

Valoración y propuestas para mejorar la acción política desde los grupos y cooperativas de consumo Cómo se ha comentado, todas las personas entrevistadas creen que la acción política desde sus grupos no acaba de satisfacer sus expectativas: “se hace lo que se puede, pero nos gustaría hacer más”. Un aspecto que se ha repetido en varias entrevistas es que estas tareas más políticas las asume tan sólo un pequeño grupo de gente. Este

fenómeno parece ser bastante habitual y plantea el problema que nos explicaba una de las entrevistadas: “En teoría para eso está la comisión de externas. Pero desde que marcharon dos personas muy dinámicas que estaban en esta comisión, estas tareas más políticas están bastante paradas”. En general, las personas entrevistadas expresan cierto sentimiento de resignación ante esta carencia: “es un proceso que necesita tiempo; lo tienes todo en contra y es difícil”. Ahora bien, en algún caso si que ofrecen propuestas concretas para fomentar la acción política: “El que tendrían que hacer los grupos de consumo es asociarse a Ecoconsum como espacio de encuentro, como grupo de presión a la normativa legal, frente a la producción integrada, por ejemplo. Y por otro lado participar en movimientos como Som el que sembrem”. Desde Mercatrèmol se hace un análisis más detallado de esta cuestión. A la conclusión a la que llegan es rotunda, a pesar de que no es compartida por la mayoría de grupos de consumo que se han entrevistado: “para fomentar una mayor acción política desde los grupos y cooperativas de consumo hay que conseguir profesionalizar los trabajos de gestión. Si profesionalizas la gestión, los voluntarios no se tienen que preocupar ni de facturas ni pedidos. Entonces tendrán mucho tiempo para dedicarse a la acción política. Esto seria lo ideal y de hecho se ha planteado en más de una reunión”.

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Análisis del consumo ecológico organizado

4. Modelo organizativo, participación y toma de decisiones El último bloque de este informe está dedicado al análisis de los modelos de organización que presentan los grupos estudiados. Este aspecto se encuentra íntimamente relacionado con las formas de participación en el seno de estos colectivos y también con las formas de toma de decisiones. A menudo se presenta estos grupos como iniciativas autogestionarias que rompen con el rol clásico del consumidor. Así pues, observar las formas organizativas nos puede aportar algunas ideas sobre el talante de estas experiencias es necesario. Por otro lado, los compromisos que tienen que asumir las personas que forman parte supone un aspecto clave para reflexionar sobre las potencialidades y también sobre las debilidades y limitaciones de estas iniciativas. ¿Profesionalización voluntario?

o

trabajo

A pesar de que cada una de las experiencias que protagonizan este estudio presentan peculiaridades que las diferencian del resto, en relación a la organización interna y al sistema de funcionamiento puede afirmarse que los siete grupos del AMB siguen un modelo parecido, mientras que hay que analizar las dos experiencias del país valenciano por separado, pues tanto Mercatrèmol como Aigua Clara se organizan de forma diferente.

Las siete experiencias de la AMB funcionan exclusivamente con trabajo voluntario. La mayoría de respuestas evidencian que para las personas entrevistadas esta es una característica que tiene bastante peso a la hora de definir la identidad del proyecto en el que participan. Aún así, reconocen que “como cualquier modelo organizativo”, funcionar con trabajo exclusivamente voluntario: “tiene limitaciones y puede tener el inconveniente que tienes que dedicar tiempo, y que no todo el mundo le 43


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dedica, pero las ventajas compensan mucho”. Entre las ventajas que más se mencionan destacan, en primer lugar, el ahorro económico (“así ahorramos el coste extra que tendríamos que pagar”), ahorro que en algunos casos es determinante: “yo dispongo de tiempo pero no tengo demasiado dinero y si fuera más caro que no me lo podría permitir”. En segundo lugar, dos de las personas entrevistadas afirman que funcionar de forma autogestionaría fomenta trabajar más a fondo las relaciones interpersonales y la cohesión dentro de los grupos. Además, las personas de estas dos experiencias hacen referencia a motivos de cariz político o ideológico a la vez de explicar porque han elegido este modelo organizativo:

todo el resto de tareas se realizaba en base al voluntariado, pero con el tiempo fueron profesionalizando los trabajos. En base a su experiencia, afirman que: “cuando muchos montamos una historia todos somos muy altruistas, pero después sólo tiran del carro unos pocos (...). Esto a la larga no puede funcionar porque no hay un equilibrio de relaciones. Y al final, si no existe un cierto equilibrio, las cosas estallan.¿ Por qué? Pues porque quemamos a esa gente que está haciendo mucho. Si tú no entras ni con trabajo ni con dinero, se crea un coste oculto, porque al final el producto se está pagando más barato pero debido a las ocho horas que tú estás trabajando”.

“yo creo que es fundamental, porque el fin que hay detrás de una cooperativa de consumo es intentar superar las relaciones mercantiles que están invadiendo todos los campos de la vida (...). Y en este sentido la autogestión es fundamental”. Como se ha comentado, Mercatrèmol y Aigua Clara merecen un punto y aparte. Mercatrèmol tenía dos liberados a media jornada para atender la tienda hasta hace unos meses, a pesar de que recientemente ha tenido que prescindir de estos puestos de trabajo para sanear las cuentas. Aún así, a medio plazo quieren volver a tener algún asalariado para llevar a cabo las tareas de contabilidad y administración: “queremos crecer hasta un volumen que nos permita profesionalizar algunas tareas dentro de la asociación”. En Aigua Clara, durante los primeros años, excepto el trabajo de producción, 44

En relación a la participación en las tareas de gestión y mantenimiento de la actividad del grupo, también mantendremos la diferenciación entre los siete grupos del AMB y los dos del País Valenciano. En cuanto a los grupos y cooperativas de consumo barcelonesas, una de las características comunes a los grupos entrevistados es que las personas que forman parte tienen que participar activamente en las tareas que garantizan el funcionamiento del grupo. Se trata de un compromiso que incluye diferentes trabajos en función


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de cada grupo, pero en todos los casos estudiados puede afirmarse que pertenecer a un grupo o cooperativa de consumo agroecológico implica participar de alguna manera en la gestión cotidiana del colectivo. Uno de los trabajos comunes a todos los grupos entrevistados es la preparación de los pedidos semanales de productos frescos (“las cestas”). Esto es debido a que los productores de verduras y fruta suministran los pedidos semanales (o las cestas “cerradas”) de forma conjunta; es decir, no se entregan cestas individualizadas sino todo el producto “al por mayor”. Por lo tanto, una de los trabajos que más participación requiere es la preparación de los lotes que corresponden a cada una de las unidades familiares que componen el grupo. Hay que indicar que en el AMB existen otros grupos que reciben las cestas individualizadas. Pero hasta ahora, la mayoría de grupos y cooperativas de consumo siguen un modelo parecido al de los grupos entrevistados. El trabajo de preparar las cestas semanales de verdura y fruta acostumbra a ser rotativa, de tal manera que todas las personas que integran el colectivo tienen que asumir este trabajo de manera periodica. En función del número de unidades familiares, el turno será más o menos espaciado, pero en general los turnos oscilan entre uno y dos meses. Cuando alguna persona no puede asumir el compromiso de preparar las cestas (generalmente por una cuestión de incompatibilidad de horarios), una solución habitual entre los grupos entrevistados es que tenga que asumir otro tipo de tarea, como la gestión de la lista de correos electrónicos o el contacto con alguno de los proveidores. Los turnos de cestas acostumbran a seguir un calendario fijado

previamente, de tal manera que cada uno sabe con bastante antelación el día que le tocará “hacer turno”. La conclusión que puede extraerse de las entrevistas es que el trabajo de preparar las cestas no plantea graves problemas de falta de compromiso, a pesar de que ocasionalmente sucede que alguien se olvida. Tan sólo una de las entrevistadas ha hablado de un mecanismo “represivo” para evitar que la gente se salte el turno: “si alguien se saltaba el turno se quedaba tres meses castigado sin poder pedir”. Aún así, esta es una solución que abandonaron hace tiempo. Otro aspecto común a los grupos entrevistados en relación a la preparación de las cestas semanales es que el turno lo comparten dos unidades familiares. Este mecanismo evita que el turno se convierta en una carga pesada, y a la vez favorece el aprendizaje de los miembros que se van incorporando, pues es habitual que las personas nuevas realicen el turno conjuntamente con otras con experiencia. Así pues, no tan sólo los que acaban de llegar adquieren los conocimientos para preparar los pedidos semanales de fruta y verdura, sino que el momento del turno se convierte en una buena herramienta de integración al grupo. El reparto de los pedidos es un espacio importante para la comunicación entre las personas que forman el colectivo. Si bien la preparación de los pedidos semanales de productos frescos es un compromiso que comparten todos los grupos entrevistados del AMB, no puede decirse el mismo en relación a otras tareas. De los siete grupos entrevistados, en tres casos la única tarea obligatoria es la de preparar las cestas. En los otros cuatro casos, aparte de este trabajo, la gente tiene que asumir alguna otra 45


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responsabilidad. Por ejemplo, en una de las cooperatives estudiadas: “cada cual tiene dos tareas asumidas: una es limpiar o hacer cestas (tienes que pertenecer a una de estas dos comisiones) y después una u otra tarea (llevar un proveedor, realizar la administración, hacer facturación, etc.), o bien doblar una de las primeras”. Cuando se profundiza algo más y se pregunta a los grupos cuál es el grado de desempeño de los compromisos y hasta qué punto la gente participa en las tareas de gestión, las respuestas también son muy coincidentes. En relación al turno de preparación de las cestas, el grado de satisfacción con la participación es elevado y no se detectan graves fallos. Ahora bien, cuando se trata de ir más allá, las respuestas cambian ligeramente de tono:

En el otro caso no se hace referencia tanto al tipo de unidad familiar sino al perfil de las personas que la integran: “hay gente muy implicada en movimientos sociales que no están implicados en la cooperativa, pero estos no son el problema. El problema son los que no se implican ni aquí ni afuera de aquí, los que se toman esto como una tienda cómoda ”. Aún así, habría que estudiar con más detenimiento este aspecto, pues no pueden extraerse conclusiones a partir de estos dos únicos testigos.

“Siempre somos los mismos los que participamos en todo y los mismos quienes no participan en nada. Este es el caballo de batalla”. “Son horas y horas de trabajo. Hay los que no hacen nada y los que lo hacen todo, como siempre”. “La participación en teoría es muy importante, pero en general hay mucha permisividad con el escaqueo”. Dos de las personas entrevistadas han aportado un elemento de análisis interesante. Se trata de la relación entre el perfil de los miembros del grupo y su grado de participación: “A veces las unidades familiares formadas por tres o cuatro jóvenes adultos que comparten piso, por ejemplo, son las que participan menos, porque quizás una de ellas es quien tiene verdadero interés y los otros se cuelgan bastante”. 46

Si tenemos en cuenta que los grupos de consumo entrevistados basan su funcionamiento en el trabajo voluntario, resulta evidente que el tema de la participación es un aspecto clave. Es cierto que las personas


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entrevistadas no han expresado ningún malestar en relación al grado de implicación de la gente, pero todas tienen claro que es uno de los aspectos más importantes de su modelo. La carencia de participación puede generar problemas de funcionamiento, y a pesar de que las respuestas obtenidas hacen pensar en que esto no es algo habitual, desde uno de los grupos más pequeños si que se apunta uno de los límites que plantea la falta de implicación de la gente: “Al principio todos los trabajos las asumíamos entre pocos y tuvimos que parar el trabajo de buscar más productos porque no dábamos al abasto”. Para evitar situaciones conflictivas fruto de la falta de participación, los grupos han desarrollado mecanismos para incentivarla. Cuando se ha pedido a las personas entrevistadas que explicasen en que consisten estas herramientas, la mayor parte de las respuestas se han referido a la importancia de comunicar los compromisos que asume cada unidad familiar cuando un nuevo miembro se incorpora al grupo: “el (mecanismo) más eficaz es el más tonto: poner un filtro muy grande a la hora de entrar. Todo el mundo que entra tiene que tener muy claro que esto es el mínimo para funcionar. Mucha gente lo viene haciendo desde hace años y esto presiona a los que entran”. Al inicio de este apartado se ha comentado que las dos cooperativas del País Valenciano que hemos incluido en la investigación presentan un modelo organizativo diferente que obliga a tratarlas por separado en relación al tema de la participación. Tanto Aigua Clara como Mercatrèmol cuentan con un local que funciona como tienda. En el caso de Mercatrèmol, el local está

abierto de martes a viernes y tan sólo las personas socias del proyecto pueden comprar los productos. Por su parte, Aigua Clara cuenta con una bodega situada en su local central abierta a todo el mundo durante cinco días a la semana, y con un puesto en el mercado municipal de Ontinyent los viernes y los sábados. Tanto un grupo como el otro han decidido profesionalizar una parte de la gestión del proyecto, si bien en el momento de la entrevista, por motivos coyunturales, Mercatrèmol está funcionando provisionalmente en base al trabajo voluntario de los y las socias. Ahora bien, la profesionalización parcial de los trabajos a realizar no excluye la necesidad de participación por parte de los socios, como refleja la opinión de la persona entrevistada de Aigua Clara: “los socios están obligados, en teoría, a participar en alguna comisión de trabajo, y si no consumen no pueden ser socios”. En el caso de Mercatrèmol, la obligatoriedad de la participación en la gestión del proyecto ha generado intensos debates internos. Fruto de este y otros debates, el proyecto ha vivido un proceso de replanteamiento integral, después del cual se ha optado por un modelo que no obliga, sino que “sólo” invita, a los y las socias a participar de forma activa en el proyecto. El planteamiento que expone la persona entrevistada añade un elemento interesante respecto a esta cuestión; una postura que contrasta con el modelo utilizado por los grupos de consumo entrevistados en Barcelona: “Los miembros de la junta directiva creemos que la participación tiene que ser voluntaria. Pensamos que la alimentación responsable y saludable tiene que ser un derecho y no una 47


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recompensa. Esto no es: yo me lo curro y tengo el premio de una alimentación saludable. Sino que luchamos por un proyecto más político. Y si hay personas que están haciendo voluntariado en un grupo ecologista o en una organización que ayuda a niños en situación de riesgo y no tienen tiempo, gente que tiene familia o que trabaja hasta las mil, o gente que no tiene tiempo, no por eso deja de tener el derecho a tener productos saludables. El compromiso no lo conseguirás obligando a la gente sino cuando la gente viene aquí voluntariamente”.

y no se cumple en un 100% de los casos. Una de ellas explica, por ejemplo, que las personas que acaban de entrar al grupo no asumen desde un primero momento todas las tareas, sino que se van incorporando poco a poco en la dinámica colectiva. Por otro lado, hay cierto margen de adaptación si alguien pasa por una época durante en la que no puede dedicar tiempo al colectivo.

Organización de las tareas Además del trabajo de preparar los pedidos semanales de productos frescos, el funcionamiento de estos colectivos requiere otras tareas. De los nueve grupos analizados, seis han creado comisiones de trabajo que se encargan de cubrir estas actividades. Se da el hecho que los tres grupos que no tienen comisiones son grupos pequeños que se abastecen de pocos proveedores. En estos casos, las diferentes trabajos son asumidas por personas individuales. Entre los grupos y cooperativas que cuentan con comisiones estables hay tres que exigen a sus miembros integrarse en alguna de las comisiones, mientras que en las otras tres la participación a las comisiones es voluntaria. Hay que señalar que de estas tres últimas, dos son Mercatrèmol y Aigua Clara, experiencias en las que parte de la gestión se encuentra profesionalizada. En cuanto a los grupos donde la participación en alguna comisión es obligatoria, según han explicado las personas entrevistadas, esta obligatoriedad es relativamente flexible 48

De todos los grupos, hay tres que cuentan con una estructura de coordinación o dinamización: Mercatrèmol, Cydònia y Aigua Clara. En el caso de estos dos últimos, el hecho de estar constituidos legalmente como cooperativa les obliga a tener un Consejo Organizador. En el caso de Cydònia, aparte del Consejo Organizador, existe un grupo dinamizador que reúne el núcleo de personas más activas en el proyecto, quienes, a la vez, se encuentran repartidas en las diferentes comisiones de trabajo. En el caso de Aigua Clara, el Consejo reúne representantes de las diferentes comisiones, cosa que también sucede en Mercatrèmol, donde la Junta Directiva reúne representantes de las tres comisiones permanentes. Así pues, se puede concluir que más


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allá de la preparación de los pedidos semanales de productos frescos, todos los grupos se han dotado de mecanismos para atender los otros trabajos. El grado de participación en estas otras tareas es desigual y oscila entre un 50% y un 80% de los y las miembros en función del grupo. Una situación que no es ideal pero que las personas entrevistadas ven difícil de cambiar. No obstante, a pesar de que, como ya se ha comentado, la falta de participación es uno de los problemas recurrentes en estos tipos de grupos, las personas entrevistadas no han expresado un grado de insatisfacción significativo respecto a esta cuestión. En el cuadro 1 se especifican las comisiones con que cuentan las diferentes experiencias entrevistadas. Siguiendo el criterio de no difundir informaciones concretas sobre el funcionamiento interno de los grupos, se mantiene el anonimato de esta información. Puesta en común del trabajo de las comisiones y rotación El momento más importante de puesta en común de las tareas que están llevando a cabo las comisiones es la asamblea general del colectivo. En todos los grupos sucede así, a pesar de que en los tres casos mencionados que cuentan con un órgano dinamizador las comisiones también informan en las reuniones de esta comisión coordinadora. En algunos casos, para garantizar una buena comunicación entre las diferentes comisiones y el resto del grupo, se ha acordado que las comisiones se tienen que reunir antes de la asamblea general para preparar su exposición.

En algunos proyectos de economía social se establece una rotación entre comisiones para favorecer que los miembros del grupo tomen conciencia de todos los trabajos que hay que hacer para salir adelante el proyecto, y de este modo adquieran una visión de conjunto más precisa. En el caso de las experiencias que protagonizan este estudio, en general han explicado que la rotación entre diferentes comisiones es más bien baja. Tan sólo uno de los nuevo grupos entrevistados ha declarado que la rotación de la gente entre diferentes comisiones es elevada. Algunos de los grupos tienen establecido este mecanismo de rotación, mientras que otras sólo prevén la posibilidad de cambiar de comisión cuando alguien manifiesta el deseo de hacerlo. En algunos casos, puede suceder que un trabajo determinado no la quiera asumir casi nadie del grupo. Esto pasó a uno de los grupos entrevistados en el que tan sólo una persona estaba dispuesta a encargarse de la tesorería de forma que, hasta que no dejó el colectivo, el rol de tesorero no rotó. Varias de las personas entrevistadas han comentado que la principal causa de rotación a las comisiones es la propia rotación de gente al grupo: el hecho que constantemente esté marchando y entrando gente al colectivo revierte necesariamente en las comisiones. A pesar de que al hablar de rotación en las comisiones ninguna de las personas entrevistadas ha hecho referencia a un proceso de aprendizaje dirigido a las personas que acaban de incorporarse a la comisión, en otras partes de lo entrevista si que han hecho referencia a la existencia de este tipo de mecanismos de acompañamiento y relevo.

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Cuadro 1

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Por otro lado, es importante mencionar que los grupos y cooperativas de consumo en general usan diferentes herramientas para mejorar y favorecer la comunicación interna. Dos de los grupos estudiados tienen un boletín digital para los socios donde aparecen las novedades del colectivo y varias noticias relacionadas con su actividad. Aún así, lo más común es disponer de un espacio en internet o de alguna herramienta telemática que sirve de punto de encuentro y medio de comunicación interno: páginas webs, blogs, wikis, listas de correos, etc.

restantes las tienen trimestrales. Hay que señalar que los tres grupos que cuentan con un espacio decisorio y de gestión complementario a la asamblea general realizan asambleas plenarias una vez cada tres meses, pero la Junta Directiva, el Grupo Dinamizador y el Consejo organizador, respectivamente, se reúnen mensualmente.

Toma de decisiones: la asamblea Todos los grupos y cooperativas de consumo que han participado en esta investigación son organizaciones asamblearias. Esto supone que la asamblea es uno de los elementos más importantes de su funcionamiento, pues es la herramienta escogida para tomar las decisiones y, en muchos casos, comunicar las novedades del proyecto, debatir aspectos relacionados con la actividad del grupo, etc. Como se ha comentado en su punto anterior, los tres colectivos más numerosos (Cydònia, Mercatrèmol y Aigua Clara), además de la asamblea general, disponen de otros espacios de debate y toma de decisiones (Grupo de dinamización, Junta Directiva y Consejo organizador, respectivamente). Este hecho puede marcar algunas diferencias respeto el resto de grupos, pero lo que es común a todos es que las decisiones más importantes o los debates más serios son abordados en la asamblea plenaria de todos los miembros del colectivo. La periodicidad de las asambleas varía de un grupo a otro. De los nuevo grupos entrevistados, cuatro tienen asamblea mensual, uno tiene asambleas bimensuales y cuatro

Los temas más habituales en estas sesiones son bastantes parecidas en todos los casos, a pesar de que no son exactamente los mismos para todos de los grupos estudiados. A grandes rasgos, pueden citarse los siguientes: la planificación de los turnos para preparar las cestas, incidencias en el reparto o en algunos productos, informes de las diferentes comisiones, debates específicos sobre temas vinculados a la actividad del grupo, contabilidad, incorporación de nuevos productos, información sobre productos y proveedores, exposición de novedades en el ámbito de los grupos y cooperativas de consumo (los grupos que pertenecen a Ecoconsum o a otros espacios de coordinación transmiten las informaciones que provienen de estos órganos), temas “externos” (actividades al barrio o en los movimientos sociales), logística y mantenimiento del local, etc. Tan sólo cuatro de los nuevo grupos 51


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han puntualizado que si en algún momento aparecen temas de especial relevancia se convocan asambleas extraordinarias. A pesar de que los otros grupos no hayan hecho referencia a este aspecto, hay que pensar que la realización de plenarios extraordinarios es una práctica contemplada en la estructura organizativa de la gran mayoría de grupos de consumo. No todos los grupos entrevistados han especificado quién se encarga de preparar y convocar las asambleas. En dos casos han explicado que una de las comisiones tiene adjudicada estas tareas y, en otros dos, que la convocatoria se hace llegar vía correo electrónico, o se cuelga en el blog o en la wiki del grupo, a pesar de que sin aclarar quién realiza este trabajo. A pesar de no haberlo explicitado, hay que suponer que en el caso de los tres grupos que cuentan con órganos decisorios y de gestión complementarios a la asamblea plenaria, la convocatoria de los plenarios la realizan estos grupos. En todos los colectivos entrevistados la asistencia a las asambleas es obligatoria, si bien es cierto que en el caso de Aigua Clara los socios sólo asumen el comopromiso de asistir a una reunión anual, pues el resto son de carácter informativo. Una de las entrevistadas explica que en su grupo la asistencia es obligatoria, pero se da la opción de no asistir si se delega el voto. En todo caso, si la obligatoriedad de asistir a las asambleas es una constante en los grupos que han participado a la investigación, también lo es el incumplimiento de este compromiso. Cuando se ha pedido a las personas entrevistadas que valoraran aproximadamente qué porcentaje de asistencia tienen sus asambleas, las respuestas han variado desde un 40% hasta un 80%. El 52

modelo organizativo de cada uno de los grupos condiciona en parte el grado de asistencia a las asambleas. Por ejemplo, uno de los grupos ha acordado que los socios tienen que abonar la cuota mensual el día de la asamblea. Así, a pesar de que siempre acostumbre a fallar alguien, el grado de asistencia a la asamblea es más elevado (un 80% aproximadamente). Ahora bien, en este caso la ausencia de alguna unidad familiar a la asamblea genera una consecuencia que no se da en otros casos: los trabajos de tesorería se complican puesto que “hay que recurrir al fondo de resistencia”, y después reponer las cuotas de los que no han ido a la asamblea. Otro de los grupos comenta que la media de asistencia a las asambleas (mensuales) es del 43%. Ofrecen un dato tan exacto porque realizan un seguimiento y una evalúación de la asistencia a las asambleas. Ahora bien, como reconocen las dos personas entrevistadas: “hemos probado mil cosas para aumentar la asistencia a la asamblea”; aun así, de momento no han notado un cambio significativo en este aspecto. Se podría pensar que los grupos que cuentan con una junta directiva o un grupo dinamizador tienen un grado menor de asistencia a las asambleas. Esto puede ser más o menos cierto para los casos de Mercatrèmol y Aigua Clara, pero no en el caso de Cydònia, pues a las asambleas trimestrales acostumbra a asistir un 75% de las persones socias. La periodicidad de las asambleas también puede influir en el grado de ausencias. Un número mayor de asambleas podría relacionarse con una menor asistencia por el esfuerzo que supone hacer tantas reuniones. Visto de otro modo, se podría pensar que si el número de reuniones disminuyese, quizás la asistencia aumentaría, debido a que cada una de las reuniones adquiere más


Análisis del consumo ecológico organizado

importancia. La experiencia acumulada por el grupo, así como el momento concreto que esté viviendo, pueden influenciar también en la asistencia a las reuniones.

A todo caso, no podemos extraer conclusiones en este sentido a partir de nueve entrevistas. Lo que si puede afirmar es que la falta de asistencia a las asambleas es un problema bastante generalizado. A pesar de que esta cuestión pueda suponer una traba para el funcionamiento óptimo del colectivo, todo parece indicar que no lo es tanto como para llegar a paralizar el proyecto. Tan sólo en una de las entrevistas se ha mencionado un tema que probablemente sea recurrente: las personas que acostumbran a saltarse las asambleas son las que se implican menos en las tareas de gestión. Así pues, las diferencias en los compromisos adquiridos por las diferentes unidades familiares de un grupo o cooperativa de consumo

también se reflejan en el grado de asistencia a las asambleas. Y no sólo en el grado de asistencia, sino también en los roles que se asumen durante las asambleas. Esta es una de las conclusiones que se pueden extraer en relación al funcionamiento de las asambleas, pues en siete de las nueve entrevistas se ha afirmado que los roles y las tareas de dinamización recaen sobre las mismas personas. Hay que decir que en algún caso la dinamización de las asambleas forma parte de las tareas a desarrollar por alguna de las comisiones, pero la mayoría de respuestas hacen referencia a un fenómeno más espontáneo y no deseado, que en uno de los grupos llega al extremo de que la dinamización de las asambleas recae siempre sobre la misma persona “porque nadie otro lo quiere hacer”. Estas desigualdades en la implicación en las asambleas generan dos actitudes diferentes. Por un lado, algunas de las personas entrevistadas consideran este hecho como algo inevitable que hay que aceptar: “esto es casi inevitable. Esto es natural, no puedes forzarlo”. Por otro lado, uno de los entrevistados ha mostrado una actitud diferente: “hay inquietud por los roles tan marcados de quienes estamos dentro porque nos interesa el relevo”. A pesar de estos problemas, las personas entrevistadas valoran positivamente el funcionamiento de sus asambleas. Algunos de los grupos que llevan funcionando desde hace más años explican cómo han trabajado a conciencia para que las asambleas mejoren. En un caso, la persona entrevistada ha explicado que al principio tenían plenarios muy pesados, pero que “ahora vamos más por trabajo”. Hay que indicar, no obstante, que esta es la única 53


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entrevistada que ha hecho referencia explícita a una herramienta que utilizan mucho y que sin duda agiliza las asambleas: la votación. Hay que entender que los grupos que prefieren tomar las decisiones por consenso es probable que no tengan reuniones tan ágiles.

“las asambleas funcionan bien, porque son demasiado políticamente correctas”.

De forma un poco soprendente, sólo dos de las personas entrevistadas han hecho referencia a problemas en el funcionamiento de las asambleas. En uno de los casos la crítica se refiere a que se evitan determinadas cuestiones que podrían resultar polémicas:

“Muchas decisiones tomadas en asambleas no se cumplen. Si faltas a tres asambleas sin avisar, antes suponía la expulsión y ahora se hace la vista gorda. Las cuestiones más urgentes quedan cubiertas. Pero para otros temas, o no hay tiempo o la gente sólo piensa al marchar”.

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En el otro, los problemas señalados a buen seguro resultarán muy familiares a todo el mundo que haya participado en algún tipo de organización asamblearia:


Análisis del consumo ecológico organizado

5. Conclusiones Qué compran y a quién compran, y en base a qué criterios Siete de los nuevo grupos estudiados se suministran de verduras de temporada a través de pedidos o “cestas abiertas”; los otros dos lo hacen a través de cestas “cerradas”. Los campesinos que abastecen todos los grupos entrevistados pertenecen a alguna asociación o red de pequeños campesinos y campesinas agroecológicos, las cuales permiten a estas productoras ampliar la oferta de productos, hecho que contribuye a la viabilidad de sus iniciativas productivas. El hecho de pertenecer a redes de pequeños campesinos les permite distribuir la fruta a los grupos y cooperativas de consumo que se los compran la verdura. Generalmente, la fruta que distribuyen proviene de experiencias productivas integradas en estas mismas redes u organizaciones, a pesar de que en algunos casos distribuyen fruta de productores “externos”. En el caso de los cítricos, no obstante, más de la mitad de las

experiencias de consumo establecen una relación directa con citricultores de Terres de l’Ebre (sur de Cataluña) o del País Valenciano. A partir de la cantidad y la diversidad de productos consumidos, las experiencias de consumo ecológico organizado estudiadas se pueden dividir en dos tipologías. Por un lado, existen colectivos pequeños que se abastecen principalmente de productos vegetales frescos (verdura y fruta) y no disponen de local propio ni de un espacio de almacenamiento. Este hecho limita bastante sus posibilidades a la hora de establecer una relación directa con productores de determinados productos, la capacidad de hacer pedidos de productos de despensa y el trabajo necesario para diversificar los proveedores con los que trabajan. 55


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Por otro lado, hay colectivos más grandes que pueden asumir más fácilmente el trabajo de buscar y elegir los proveedores que más los interesan para cada uno de los productos que consumen, disponen de local propio donde pueden acumular un stock de productos de despensa (y por lo tanto aumentar la variedad de productos con los que trabajan) y establecen relaciones directas con un número elevado de productores. Los criterios de compra más habituales entre los grupos y cooperativas de consumo entrevistados son la proximidad (productos el más locales posibles), el modelo productivo (agricultura ecológica) y el tipo de explotación agraria (pequeño campesinado). Uno de los criterios que intenta priorizarse es el de establecer una relación directa con los productores. El hecho que todos los grupos entrevistados compren buena parte de los productos de despensa a empresas distribuidoras indica que, a pesar de la voluntad de evitar intermediarios, o bien no tienen capacidad para asumir el esfuerzo que supone establecer relaciones directas con un elevado número de productores, o bien no han encontrado productores para determinados productos. En circunstancias excepcionales algunos grupos se abastecen de productos no ecológicos. Se trata de casos en los se prioriza comprar un producto teniendo en cuenta la vertiente social o política que hay detrás del proyecto productivo, así como la proximidad geográfica.

Casi todos los grupos del AMB entrevistados en alguna ocasión han realizado compras conjuntas con otros grupos o cooperativas de consumo. Se trata de una práctica puntual vinculada a productos que se pueden almacenar durante bastante tiempo, o bien productos que provienen de lejos y para los cuals vale la pena reunir los pedidos de diferentes grupos para abaratar el transporte (por ejemplo los cítricos).

Casi todos los grupos entrevistados es que consumen productos de comercio justo. En relación a los productos que consumen, algunos se limitan a uno o dos productos (café y chocolate), mientras que otros amplían considerablemente el abanico de productos. Hay que señalar que, si bien no de forma exclusiva, todos los grupos se abastecen mediante organizaciones que priorizan los objetivos sociales a los comerciales como distribuidores de productos de comercio justo.

Relación directa entre proyectos productivos y colectivos de consumidores Los colectivos forman parte articulación y 56

entrevistados que de espacios de coordinación entre

experiencias de consumo ecológico organizado son partidarios de compartir la información sobre los


Análisis del consumo ecológico organizado

proveedores con los que trabajan cada uno de ellos, y realizan esta actividad habitualmente en los espacios de coordinación en los que participan. Sólo una de las personas entrevistadas ha manifestado que intercambiar este tipo de información puede ser tema delicado.

organizado no saben qué son los “sistemas participativos de garantía” (SPG) y no conocen los debates que desde hace años están teniendo lugar entorno a esta cuestión.

En general, las personas entrevistadas coinciden al definir el concepto “precio justo” como aquel que permite ganarse la vida dignamente a las personas que producen alimentos. La mayoría asegura que las cooperativas y grupos en los que participan no discuten, negocian o intentan rebajar los precios que ponen los productores, pues asumen que se trata de precios justos. Las afirmaciones de las consumidoras no son del todo coincidentes con la percepción que tienen las dos personas productoras que se ha entrevistado, quienes opinan que el precio es una fuente de tensiones y conflictos entre consumidoras y productoras.

La mayoría de los y las miembros de las experiencias de consumo organizado de productos ecológicos con las que se ha trabajado desconoce la diferencia entre los conceptos “producción agraria ecológica” (PAE) y “agroecología” (Ae). Aun así, en la práctica, todos los grupos y cooperativas implementan principios del Ae a la vez de desarrollar sus experiencias de consumo organizado. Hay, no obstante, diferencias importantes en la manera como los diversos colectivos que han participado al estudio aplican estos principios: mientras que aproximadamente la mitad de ellos lo hace de manera bastante consciente y sistemática, la otro mitad implementa sólo algunos y de una manera bastante sui generis.

Las reflexiones en torno a los precios y su adecuación van a menudo ligadas a reflexiones en torno al concepto de “calidad”. Varias experiencias de consumo reconocen que han dejado de trabajar con algunos productores precisamente porque estaban descontentas con la calidad de los productos que los suministra y vende. Es también remarcable que buena parte de las consumidoras entrevistadas coinciden en señalar que el concepto de calidad tiene que ser entendido de manera amplia, más allá de los aspectos visuales, incluyendo cuestiones como por ejemplo el valor nutritivo del producto, los métodos de producción empleados para obtenerlo o que sea de temporada, entre otras.

Llama la atención el elevado porcentaje de miembros de los grupos y cooperativas entrevistados que se dan de baja (y alta) anualmente. El hecho que todas las experiencias cuenten con listas de espera explica porque los grupos se mantienen en el tiempo a pesar del elevado número de bajas anuales. En la mayoría de casos, hay un grupo más o menos reducido de miembros que continúan a lo largo de los años y constituyen el que se acostumbra a denominar el “núcleo duro” del grupo o cooperativa. A la hora de explicar esta elevada rotación destacan dos causas: los cambios de residencia y la imposibilidad de asumir los compromisos que implica formar parte de un grupo de consumo.

De acuerdo con la opinión de las consumidoras entrevistadas, en general, los y las miembros de las experiencias de consumo ecológico

Casi todas las consumidoras entrevistadas afirman que la rotación de los miembros que forman los grupos no afecta de ninguna forma a sus 57


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proveedores, sino que básicamente supone trabajo extra para el propio grupo de consumo en términos de gestión. Y que las experiencias en las que participan tienen bastante sistematizada tanto la información que hay que transmitir a las personas “nuevas”, así como la manera de transmitirla. Estas afirmaciones contrastan con las de las dos productores entrevistadas, quienes opinan que la renovación de los miembros de las experiencias de consumo acaba afectando negativamente la relación entre el colectivo y los productores, ya que sienten que los compromisos adquiridos son olvidados y/o no se transmiten adecuadamente a las personas que se incorporan al grupo. A pesar de que la mayoría de personas entrevistadas han afirmado que para sus grupos y cooperativas es una prioridad establecer un vínculo directo con los productores que los suministran alimentos, la mayoría reconocen que los y las miembros de las experiencias en las que participan no conocen demasiado los productores que los abastecen, ni la realidad de los proyectos productivos que estos desarrollan. En general, los colectivos de consumidoras tienen un conocimiento medio-bajo de los productores que los suministran las hortalizas, y bajo o muy bajo de los que los suministran el resto de productos. A pesar de que casi todas las experiencias cuentan con instrumentos que pueden permitir profundizar en la relación directa, la mayoría reconoce que no le dedican el tiempo y la energía que sería necesaria. Aproximadamente la mitad de las experiencias que han participado en el estudio basan la confianza en los productores con los que trabajan en la buena fe más que en un trabajo consciente y explícito de conocimiento mútuo. 58

Aproximadamente la mitad de los colectivos de consumidoras entrevistados tiene el compromiso con los productores que los suministran hortalizas de adquirir un volumen mínimo de manera continua a lo largo de todo el año. Una cuarta parte de los grupos tienen además otros compromisos adicionales. La otra mitad, en cambio, no mantiene ningún compromiso, de forma que en estos casos la relación entre consumidoras y productoras se limita a la compraventa sin intermediarios. Las dos personas productoras que se ha entrevistado opinan que, en general, los colectivos de consumidores no son bastante transparentes con los productores con los que trabajan en relación a la evolución de su proceso interno. Por su parte, las experiencias de consumo afirman que no sienten que los productores les demanden este tipo de información y reconocen que el único que comunican a los productores son las quejas, las cuales normalmente tienen que ver con errores en la facturación, incidencias relacionadas con la calidad de los productos, errores en los pedidos cuando se funciona con cesta abierta o quejas en relación a la poca diversidad cuando se trabaja con cesta cerrada. Los conflictos graves o importantes entre productores y consumidores no son demasiado habituales, pero tampoco inusuales. El principal factor que determina que un conflicto adquiera una magnitud importante es la carencia de comunicación entre las partes. En general, este tipo de conflictos surgen cuando los colectivos de consumidoras no plantean de forma clara y transparente a los productores con los que trabajan las discrepancias o posiciones confrontadas que coexisten en el seno de los grupos. La mayoría de veces las discrepancias están relacionadas con el precio y/o la


Análisis del consumo ecológico organizado

calidad de los productos, la manera de llegar a acuerdos con los productores o los compromisos adquiridos con ellos

en cuanto al modelo de relación establecido, sobre todo cuando se funciona con cesta cerrada.

Grupos de consumidores y acción política por la Soberania Alimentaria Las personas entrevistadas conocen el concepto de Soberanía Alimentaria (SbA) pero la mayoría no están familiarizadas con el discurso del movimiento por la SbA. En general, su aproximación al concepto es más bien intuitiva. A la vez, estas personas piensan que los grupos y cooperativas de consumo representan una de las principales herramientas para la construcción de SbA puesto que por medio de su práctica muestran que es posible establecer otros modelos de distribución y consumo de alimentos y contribuyen a viabilizar el pequeño

campesinado agroecológico. También creen que la existencia de los colectivos de consumidoras contribuye a dotar de contenidos y refuerza la crítica al sistema alimentario hegemónico que desarrolla el movimiento por la SbA. La mayoría de las personas entrevistadas valoran de forma insatisfactoria el trabajo político desarrollado por sus colectivos. En bastantes grupos, una parte de sus miembros participan en otros espacios políticos, pero también hay bastante gente que no vincula su participación 59


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en un grupo de consumo a una práctica política transformadora. Por esta razón, las actividades de formación interna son una práctica habitual en estos grupos. Aún así, participan poco o mucho en la agenda cultural y social del barrio donde se encuentran situadas, y en algunos casos organizan charlas u otros actos

de sensibilización y divulgación de las las propuestas de la SbA. Destaca el hecho que desde las experiencias de consumo ecológico organizado se esté promoviendo y apoyando la creación de huertos urbanos ecológicos comunitarios, una actividad en auge que está arraigando en varias ciudades.

Participación y organización interna de las experiencias de consumo Siete de los nueve grupos estudiados tienen un modelo organizativo basado exclusivamente en el trabajo voluntario. Para estos colectivos el trabajo voluntario caracteriza la identidad de las experiencias de consumo organizado que desarrollan. Las personas entrevistadas de estos grupos creen que las ventajas que obtienen por el hecho de funcionar según este modelo superan con creces los inconvenientes que supone. Por otro lado, las dos personas que pertenecen a los grupos donde se han profesionalizado algunas de los trabajos de gestión se muestran igualmente convencidas que para garantizar la continuidad del proyecto o posibilitar su crecimiento es necesario dotarse de un modelo en el que los trabajos de gestión y administración las lleven a cabo personas liberadas. A todo caso, pertenecer a una experiencia de consumo ecológico organizado lleva asociado el compromiso de implicarse en la realización de determinadas labores. Este compromiso varía de una experiencia a la otra, así como su grado de desempeño. En todos los grupos que se basan exclusivamente en el trabajo voluntario, el trabajo de preparación de las cestas semanales de productos frescos es asumida por todos los miembros del grupo, de manera rotativa. Ahora bien, no todos 60

los grupos obligan a las personas que los integran a asumir parte de los otros trabajos de gestión. En general, estas otras tareas se reparten en diferentes comisiones de trabajo, a las cuales se invita o se obliga a integrarse a las personas del grupo. La preparación de las cestas semanales no acostumbra a generar problemas de carencia de participación. En cambio, en relación al resto de trabajos lo más habitual es que haya un núcleo de gente que se implican más que el resto a la vez de realizar las tareas que permiten el funcionamiento del colectivo. Entre el 50% y el 80% de los y las miembros de los grupos estudiados que funcionan exclusivamente en base al trabajo voluntario se implican habitualmente en las tareas de gestión y mantenimiento. Todos los grupos y cooperativas de consumo que han participado en la investigación son organizaciones parecidas. De las nueve experiencias, tres cuentan con un órgano de coordinación complementaria a la asamblea general. Pero en todos los casos la asamblea es el órgano soberano donde se debaten los temas más serios y donde se toman las decisiones más importantes. La periodicidad de las asambleas varía de un grupo a otro pero, en general, los grupos realizan asambleas mensuales, bimensuals o trimestrales.


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A pesar de ser obligatorio asistir a las asambleas, el grado de absentismo varía entre el 20% y el 60%. Todos los grupos entrevistados insisten en la importancia de las asambleas y desarrollan estrategias para incentivar la asistencia. En bastantes casos se constata que las personas que no asisten a las asambleas acostumbran a ser las que participan menos en los trabajos de gestión. La dinamización de las asambleas acostumbra a recaer sobre un número reducido de personas, pero en general la valoración que hacen las personas entrevistadas de las asambleas de su colectivo es bastante positiva.

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Red de Consumo Solidario www.redconsumosolidario.org La Red de Consumo Solidario – Xarxa de Consum Solidari es una asociación que desde el año 1996 trabaja en el ámbito del comercio justo y el consumo responsable. La Red de Consumo Solidario parte de una visión integral del comercio justo que engloba todo el ciclo de un producto: desde su producción hasta su comercialización. La Red de Consumo Solidario defiende un comercio justo con una voluntad de transformación radical del sistema, que pague un precio digno al productor, que respete el medio ambiente, los derechos de las mujeres y que suministre alimentos sanos y adecuados culturalmente, así como el derecho a la soberanía alimentaria de los pueblos frente al actual control de la cadena alimentaria por parte de transnacionales agroalimentarias y las grandes cadenas de distribución. La Red de Consumo Solidario forma parte del Espacio por un Comercio Justo.

Espacio por un Comercio Justo www.espaciocomerciojusto.org El Espacio por un Comercio Justo es una red que agrupa más treinta organizaciones del Estado Español y Portugal. Surgió en 2005, para defender una visión del comercio justo enmarcada en la economía social y solidaria, en oposición a la que defiende el sello FLO. Las organizaciones del Espacio no consideran el comercio justo en estrictos términos Norte/Sur, sino desde una perspectiva transformadora en los ámbitos de producción, distribución y consumo, ya que en un mundo globalizado las repercusiones del modelo agroalimentario imperante afectan a todas las partes del globo y a todos los actores de la cadena comercial. Por esta razón, el Espacio por un Comercio Justo se vincula con la lucha por la soberanía alimentaria tanto en el Sur como en el Norte.

Instituto de Economia Ecológica y Ecología Política www.ieeep.net El Instituto de Economía Ecológica y Ecología Política (IEEEP) quiere ser un puente entre ciencia y sociedad. Para ello realiza investigación socio-ambiental combinando participación pública y herramientas de evaluación integrada, como el análisis multecriterio. Objetivos del IEEEP son: la investigación en el campo de la economía ecológica y la ecología política, con un especial enfoque en la justicia ambiental; la formación y educación en temas relacionados con la economía ecológica y la ecología política; la divulgación y sensibilización en las temáticas relacionadas a la justicia ambiental; la creación de un espacio donde hacer posible la celebración de encuentros y debates sobre los temas citados y otros que puedan ser considerados afines; la colaboración con organizaciones y grupos en el desarrollo de programas y acciones afines.


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Barcelona, 2012 www.xarxaconsum.org

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