Nivola Nº3

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NIVOLA Revista semestral gratuita de la Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca.

Portada: Miguel de Unamuno, pintado por Florencio Maillo Garcón Depósito Legal: S. 250-2015 © Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca Página Web: www.amigosdeunamuno.es Correo electrónico: amigosdeunamuno@gmail.com

Consejo de Redacción: Francisco Blanco Prieto Pablo de Unamuno Pérez Luis Gutiérrez Barrio Antonio de Miguel Gaspar Elena Díaz Santana Marta García Gasco Ana Chaguaceda Toledano Juan Carlos López Pinto Miguel Elías Sánchez Sánchez Florencio Maíllo Cascón

La Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca expresa su agradecimiento a: – Globalia Artes Gráficas y Distribución por su generosa colaboración. – A los articulistas e ilustradores por sus desinteresadas aportaciones. Composición e impresión: Globalia Artes Gráficas y Distribución.

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Índice Editorial.............................................................................................

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Evocaciones salmantinas de Unamuno ..........................................

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Jesús Málaga Guerrero Testimonio de admiración...............................................................

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Fernando Gómez de Liaño González A FONDO: «Unamuno y León Felipe, poetas al encuentro» – Francisco Blanco Prieto.............................................................

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– Estampa poética «Tu mano es mi destino» ................................

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– Unamuno en el Zeelandia y Vigo al fondo................................

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Juan Picatoste Bobillo

– Unamuno lector y reescritor del Quijote ..................................

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Manuel Romero Luque Itinerario Unamuniano Salmantino. Tercera mirada....................

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Actividades realizadas por la Asociación. Primer semestre 2016.................................................................

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Actividades programadas por la Asociación. Segundo semestre 2016 ..............................................................

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Ficha de afiliación e Instituciones colaboradoras .........................

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SEGUIMOS CAMINANDO Editorial

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hí seguimos, amigos, caminando sin descanso por la senda que nos conduce cada día hacia los objetivos que nos hemos marcado, arropados por todos los que nos dais vuestro aliento y fortaleza, justificando con ello el esfuerzo que realizamos, asistiendo a las actividades y colaborando con nosotros, -sin necesidad de pedíroslo-, en todo lo que vamos necesitando para hacer realidad el proyecto que compartimos. Reconocimiento que merecéis socios, patrocinadores y simpatizantes, porque sin vuestro apoyo nada de lo que proyectamos y hacemos desde la Junta Directiva, sería posible, por más empeño que en ello pusiéramos, porque sois vosotros los que hacéis realidad la Asociación y mantenéis en nosotros las ganas de seguir empeñados en logar cada vez mayores metas a cumplir. Crecemos, amigos unamunianos, con nuevas incorporaciones de socios que se unen a esta hermandad de Amigos de Unamuno, cuyo trabajo ha merecido el reconocimiento de la familia de don Miguel, de los investigadores, salmantinos y ciudadanos de otros lugares de España y el extranjero, que han mostrado su interés por incorporarse a la Asociación, y a ella pertenecen. Aquí tenéis, pues, el tercer número de NIVOLA en vuestras manos, con la misma ilusión que pusimos en los dos primeros, pero añadiendo la experiencia de los anteriores números, esperando que la lectura de estas páginas satisfaga el anhelo con que las hemos preparado para deleitaros con artículos de indiscutible mérito literario y documental, como sucedió con los ejemplares precedentes. En esta ocasión, plumas literaria tan destacadas como las del unamuniano magistrado Julio Picatoste, el presidente del CES Jesús Málaga, el juez-catedrático Fernando Gómez de Liaño y el profesor Titular de la Universidad de Sevilla Manuel Romero, ponen digno broche a esta edición del tercer número de nuestra revista, que generosamente sale de los talleres de Artes Gráficas de Globalia hacia vuestra manos. Queremos recordaros que esta ventana divulgativa y cercana a todo unamuniano, está abierta a los que quieran asomarse a través de ella, colaborando con sus artículos, aportaciones o sugerencias, convencidos de que cuanto mayor sea el número de los que apostamos por este proyecto que nos une, mayores serán las posibilidades de que este disfrute de tan larga vida como todos deseamos.

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EVOCACIONES SALMANTINAS DE UNAMUNO JESÚS MÁLAGA GUERRERO Presidente del Centro de Estudios Salmantinos

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ace tiempo que he caído en la cuenta, hay personajes que salen a colación con cierta frecuencia en cada uno de los recorridos turísticos que emprendo por la ciudad del Tormes. Parece que están ligados a la historia de Salamanca y que sin ellos esta población sería otra completamente distinta. Los Churriguera, los García de Quiñones, la familia Gil de Hontañón y los Unamuno, son, entre otros muchos nombres, los que han hecho posible la maravillosa configuración externa e interna de Salamanca. No soy un experto en Miguel de Unamuno, pero al recorrer Salamanca hago con frecuencia referencia a él al explicar algunos de los edificios emblemáticos de la ciudad o al relatar los episodios de su historia. He elegido algunos lugares para no hacer muy extenso y exhaustivo este escrito. Estoy seguro de que el lector habría escogido algunos otros, pero puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que en la mayoría de ellos coincidiremos. Comienzo nuestro recorrido en su casa de Bordadores, en la preciosa vivienda barroca del corregidor Ovalle. Vivió en ella desde 1900, cuando fue destituido como rector y hasta su fallecimiento. Durante los años de destierro y exilio allí permaneció su familia. Tengo referencias de la vida de don Miguel en esta casa a través de una buena amiga, Elena Murelo, vecina puerta con puerta de la familia Unamuno, secretaria de los rectores de la Universidad Pontificia y desaparecida desgraciadamente hace ya unos años. Por ella sé que la familia de don Miguel se comportaba como una más del barrio. Resultan para mí familiares cuantas fotografías se conocen de don Miguel asomado al balcón de su casa contemplando el Campo de San Francisco, las Úrsulas, la iglesia de Santa María de los 5


Caballeros y la capillita de los toreros, hoy abandonada. Era mi barrio, donde jugué de niño y en el que tengo mis primeras experiencias infantiles. En esta casa de Bordadores pasó don Miguel sus últimos días y de ella salió el cortejo fúnebre con su féretro portado a hombros de falangistas uniformados que quisieron enmendar así la reprimenda del rector el 12 de octubre, al que denominaron Día de la Raza, en el Paraninfo de la Universidad. Terminaba el año fatídico, 1936, el que dio comienzo a la cruenta Guerra Civil Española. Junto a la vivienda se erige una magnífica escultura del artista aragonés Pablo Serrano. Presenta a un Unamuno pensativo, con la cabeza agachada y las manos enlazadas atrás. Tuve la suerte de asistir a su inauguración el frío 31 de enero de 1968 y de ser uno de los primeros en admirar la obra. Junto a esta efigie de don Miguel iniciamos el 31 de diciembre de 1979, aniversario de su muerte, el primero de los homenajes que realiza cada año el Ayuntamiento democrático nacido de la Constitución de 1978, efeméride que se ha conservado hasta nuestros días. A un paso de su casa tenía don Miguel su lugar de recreo, de paseo cotidiano, el Campo de San Francisco. Este viejo parque, el más antiguo de Salamanca, es una magnífica obra de Jerónimo García de Quiñones, para mí, sin duda, su mejor trabajo. Don Miguel recorría desde su casa de Bordadores la calle de la Compañía para llegar a su lugar de trabajo en la Universidad. Esta calle conventual, con paredones desnudos e iglesias y monasterios monumentales a los lados, se muestra con tal singularidad y sobriedad que hizo exclamar más de una vez a Unamuno que era la más bella de Europa. Contemplada desde Monterrey, con la Clerecía al fondo, o desde la Casa de las Conchas, con las Agustinas al final de la misma, produce ahora, y seguro que entonces, una emoción indescriptible, difícil de explicar si no es por la comparación con otras calles de la vieja Europa. Por fin llegamos a los espacios propios de don Miguel, al barrio universitario. La calle de Libreros desemboca en el Patio de Escuelas, el ágora más singular del urbanismo español. Allí le esperaba cada día, pacientemente, la escultura sosegada de Fray Luis de León, la más antigua de cuantas pueblan Salamanca, inaugurada el 25 de abril de 1869, obra del madrileño Nicasio Sevilla. Con el fraile agustino intercambiaba las novedades del día de una Universidad pobre en recursos humanos y económicos, con mil dificultades, que estuvo a punto de desaparecer años antes de ganar Unamuno una de sus cátedras. A Fray Luis le dedica don Miguel una de sus poesías más sentidas, enumerando con maestría y lirismo las 6


obras más significativas del fraile profesor: En silencio Fray Luis quedase solo, contemplando de Job los infortunios o paladeando en oración los dulces nombres de Cristo. Enfrente de la obra de Nicasio Sevilla está la conocida fachada plateresca de la Universidad, a la que a diario, también en los años del rectorado de Unamuno, acuden los turistas para contemplar la famosa rana. Este hecho enfurecía a don Miguel que consideraba que la inmensa mayoría se acercaba hasta allí solo para este menester, contemplar el batracio, sin percatarse de que estaban en presencia de la obra más sublime del plateresco español, hecha en piedra por el hombre. Desde el pequeño patio universitario nos adentramos en el edificio del siglo XV que alberga el Estudio salmantino. Allí todo huele a don Miguel. Pero detengámonos al menos en tres de sus espacios. El aula de Fray Luis de León, que conserva en gran parte la forma que tenían las clases de la Universidad en los orígenes del edificio. Allí, sentado en los bancos que sostenían las posaderas de los alumnos de los siglos XV y XVI, acudía don Miguel para refugiarse cuando tenía alguna preocupación. En silencio, meditando, dejaba pasar las horas, solo interrumpido por las campanadas del vecino reloj de las catedrales. A un solo paso del aula de Fray Luis se encuentra una más amplia, la de Derecho Canónico, el Paraninfo. En este lugar se vivieron los hechos más violentos de la vida de don Miguel. Fue el 12 de octubre de 1936, a menos de tres meses del golpe de Estado perpetrado por algunos militares contra la República, régimen democrático legalmente constituido. Era un acto universitario que se convirtió en mitin político por parte de los intervinientes del bando nacional. De allí surgieron las palabras de Unamuno por todos conocidas: venceréis, pero no convenceréis. Un don Miguel ya viejo, que se enfrenta con una masa de militares sublevados rodeados de sus más fieles enfervorizados seguidores, en el epicentro de la sublevación, Salamanca. Otro lugar del edificio de la Universidad de Salamanca está dedicado al rector por antonomasia. Es el aula Miguel de Unamuno, quizás la que en la actualidad mantiene una actividad docente constante. Cursos, simposios, conferencias, charlas y mesas redondas acoge la sala, asumiendo lo que don Miguel quería para su querida Universidad de Salamanca. Una escultura de don Miguel, situada en una peana en la cabecera de la sala, recuerda a los que acudimos al aula que la misma está dedicada al insigne profesor. El busto, obra de Agustín Casillas, fue realizado en 1972. Salimos a la calle y nos encaminamos a la casa rectoral. El último rector en ocupar la “Casa de la Parra” fue don Miguel, quizás debido a que ningún rector posterior quiso profanar el recinto. Barroca, debida a la 7


mano de Andrés García de Quiñones, se ha convertido en la casa-museo Miguel de Unamuno. Dentro del recinto universitario, en el que fuera colegio mayor San Bartolomé, hoy conocido como palacio de Anaya, se halla una magnífica escultura de Unamuno debida al cincel del escultor palentino Victorio Macho. Me contaba Pablo de Unamuno que su abuelo desde que pusieron la escultura en el rellano de la escalera no volvió a pasar por ella. El vaciado de los ojos le producía cierto respeto. Dejamos la Universidad para adentrarnos en el vecino barrio catedralicio. Fuera de los muros de las catedrales, junto a la impresionante torre, se encuentra una escultura, trasladada a este rincón desde la plaza de Anaya. Inaugurada en 1910, es una magnífica obra de Aniceto Mariñas. El padre Cámara fue un obispo muy querido por la sociedad salmantina. Llegó a la mitra salmantina siendo aún muy joven, en 1885, y rigió la sede episcopal hasta 1904. Agustino de pro, tenía un verbo y una pluma ágiles. Supo defender los postulados de la Iglesia desde posiciones muy conservadoras. Dos personalidades tan fuertes y divergentes en el pensar tenían que chocar y chocaron. Fueron famosas en su tiempo las polémicas entre los dos personajes. El padre Cámara, desde su periódico, el Lábaro, atacaba a Unamuno y a Dorado Montero, incluso a Gil Robles, al que consideraba liberal. Esta escultura fue sufragada por suscripción popular. De las catedrales pasamos a la calle Gibraltar, en ella nos encontramos con la Casa Lis. Esta preciosa edificación modernista, que se salvó de la piqueta gracias a la intervención del primer Ayuntamiento democrático de 1979, nació con la única oposición de Miguel de Unamuno y unos pocos de sus seguidores. Construida encima de la muralla romana, tuvieron que derribar parte de su lienzo sur para edificarla. Nadie se opuso a la pérdida de la cerca, solamente una voz autorizada se alzó en Salamanca, la de Unamuno recordando que se estaba cometiendo una barbaridad en aras a la modernidad. Como es obvio, las autoridades municipales del momento no hicieron caso al rector y se construyó la casa modernista, monumento salmantino del que nos sentimos orgullosos, pero que nació con un pecado original, la destrucción de una gran parte de la cerca romana de Salamanca. Durante el tiempo en que Salamanca fue Cuartel General del Generalísimo, Lis fue la residencia de Millán Astray, general mutilado, tuerto y manco, que dijo aquellas palabras denigrantes y terribles que avergüenzan a la milicia de “Muera la intelectualidad traidora y viva la muerte”. Desde la Casa Lis, bajando por la cuesta de Carvajal y la cueva de Salamanca, llegamos a los Dominicos. Unamuno frecuentaba el convento y recorría la clausura con los frailes a los que conocía bien y con los que discutía de lo divino y lo humano. Pero sin duda su amigo del alma fue Juan González Arintero, el padre Arintero. Este fraile dedicó su vida a investigar en el mundo de la evolución natural y antropológica y a sus relaciones con la evolución espiritual del hombre. En el convento de San Esteban de los padres dominicos, Unamuno se asomaba al brocal del claustro de los Aljibes, en la clausura del convento, y gritaba hacia la oquedad ¡yo! para que el eco respondiera una y otra vez ¡yo! ¡yo! ¡yo! en respuesta identificativa y narcisista. Y también en clausura recordamos al Unamuno, que acompañando a los estudiantes de San Esteban se trasladaba en el verano de 1913 a la hospedería del convento de la Peña de Francia. En contacto con la naturaleza compuso su afamado poema dedicado al Cristo de Velázquez. Don Miguel intervenía, como uno más, en la Academia de Santo Tomás e impartía docencia en la facultad de teología dominicana. 8


Enfrente del templo de la tercera orden del Carmen se encuentra una vivienda unifamiliar, de planta baja, que hoy es propiedad de la Universidad de Salamanca y en la que vivió Pedro Dorado Montero, sin duda, uno de los mejores penalistas que ha aportado España a lo largo de su historia. De ideas progresistas, fue el primer concejal socialista de la ciudad de Salamanca y una de las pocas actas que ese partido logró en las elecciones municipales de 1895. Como era de suponer, a la muerte de Pedro Dorado Montero el obispado se negó a que el difunto fuera enterrado en terreno considerado sagrado. Don Miguel, enfadado, se encargó de decir en el cementerio, ante su tumba una oración fúnebre donde expresó públicamente la decisión del prelado salmantino: “enterramos en tierra sagrada y bendita, tierra bendita y sagrada por los que aquí reposan, bajo el mismo cielo que a todos cobija, bajo su luz, que a todos ilumina por igual”. Seguimos nuestro recorrido salmantino que nos lleva tras las huellas de Unamuno y llegamos a la Plaza Mayor. Cuantas veces pasó y paseó por ella nuestro rector. Cuantas veces daría vueltas, acompañando a los hombres de la ciudad, en sentido contrario al de las mujeres, argucia que hacía que los chicos y chicas enamoriscados pudieran verse dos veces cada una de las vueltas por los soportales. En la subdelegación del Gobierno en Salamanca se conserva una fotografía de abril de 1931. En ella se puede observar a un grupo numeroso de personas asomadas al balcón del Consistorio proclamando la República. En ella se encuentra don Miguel de Unamuno acompañado de su buen amigo, el que con el tiempo sería alcalde y gobernador de Salamanca, Casto Prieto Carrasco, catedrático de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad. Don Miguel sufrió lo indecible al enterarse de su encarcelamiento y muerte violenta a los pocos días del levantamiento, en julio de 1936. Al cumplirse el centenario del nacimiento de Miguel de Unamuno la Corporación quiso recordar el acontecimiento mandando esculpir un medallón en el pabellón de Pretineros. Salió a concurso y ganó el mismo Oscar Alvariño, que realizó una obra para mi gusto satisfactoria. Logró plasmar un Unamuno con personalidad y fuerza. Es, pues, don Miguel uno de los pocos contemporáneos, salmantino de adopción del siglo XX, que ha logrado subir al Olimpo de la Plaza Mayor de Salamanca. En la calle Zamora se encuentra el palacio de Figueroa, sede del Casino de Salamanca. En sus salones se producían las famosas tertulias a las que no faltaban las fuerzas vivas de la ciudad, y Unamuno era uno de sus puntuales asistentes. Asiduo al café después de comer, los tertulianos y no pocos curiosos se arremolinaban para oír su opinión sobre política, asuntos ciudadanos, municipales, universitarios, filosóficos, culturales o científicos. 9


Del episodio del 12 de octubre en el Casino tengo la referencia directa de Rafael Unamuno, hijo de don Miguel. El 12 de octubre de 1936, don Miguel llegó nervioso a casa procedente del Paraninfo. Fue acompañado por doña Carmen Polo de Franco hasta la salida de la Universidad e introducido en su coche que le condujo a su casa de Bordadores. Aquel día, como en todas las casas de Salamanca, había cocido para comer. Unamuno apenas tomó unas cucharadas de sopa. Tenía ganas de salir de casa y caminar hasta el Casino para tomar el café y conocer de primera mano cómo había sentado a la población salmantina el incidente del Paraninfo con Millán Astray. Al llegar se arremolinaron junto a él un numeroso grupo de hombres, algunos de ellos pertenecientes a las familias más influyentes de la ciudad y provincia, que comenzaron a proferir insultos y descalificaciones irreproducibles contra él. En la parte de arriba Rafael, ajeno a lo que estaba ocurriendo con su padre, jugaba a las cartas. Un amigo subió para comunicarle lo que pasaba y azorado le dijo: “Rafael, baja y saca a tu padre del Casino, que le están insultando y acusándole de traidor entre otras muchas cosas. Si sigue aquí se expone a ser agredido”. Rafael dejó el juego y bajó en unos instantes junto a don Miguel que en silencio se enfrentaba a las ofensa de los exaltados. Cogiéndole del brazo intentó llevarlo hasta la calle por la puerta que más a mano se encontraba, una de las que da a la plaza de la Libertad. Don Miguel se niega, parado mira a Rafael y le dice aquellas palabras que se quedaron grabadas para siempre en su hijo: “Tu padre nunca salió por la Puerta de los Carros”, recordando que solamente los que suspendían los exámenes de grados en Salamanca eran degradados a salir de la Catedral Vieja por la denominada Puerta de los Carros con el escarnio consiguiente de los estudiantes y del público en general. Con toda dignidad que le daba su porte, don Miguel dio media vuelta y entre los insultos de algunos energúmenos, la mayoría destacados miembros de los sublevados, salió con la cabeza en alto y con una parsimonia que muy pocos conservan en la adversidad. El resto ya lo conocen ustedes, Unamuno se encerró en su casa y no volvió a salir de ella con vida. Fuera de lo que se considera el casco histórico de Salamanca he escogido dos lugares para el recuerdo de don Miguel de Unamuno. En el teso de la Chinchibarra, junto al centro de salud Sisinio de Castro, Garrido Norte, se encuentra una residencia regentada por la Iglesia Anglicana Española. Recibe el nombre de Atilano Coco. En ella se encuentra la capilla donde se da el culto protestante para los fieles de esa Iglesia en Salamanca. El Ayuntamiento cedió esos terrenos para que se construyera el templo y la residencia, al igual que también lo hizo para construir templos de la Iglesia católica. La historia de Atilano Coco está ligada a la de don Miguel de Unamuno. Ambos eran amigos y el rector salmantino acompañó a Atilano al culto en muchas ocasiones. Coco era el pastor protestante de Salamanca. Su pequeña comunidad venía existiendo desde hacía tiempo y siempre estuvo muy cercana a los movimientos progresistas de la ciudad. Al estallar la Guerra Civil, en julio de 1936, los rebeldes encarcelaron a Atilano Coco bajo la peregrina acusación de ser el pastor protestante de Salamanca, sin otra imputación. La mujer de Atilano visitó entonces a don Miguel de Unamuno para entregarle una carta de recomendación para que dejaran libre a su marido que no había cometido ningún delito. El sobre con la carta iba a ser entregado a la mujer de Franco, Carmen Polo, que presidiría al día siguiente el acto del Día de la Raza en el Paraninfo junto a Unamuno. El rector prometió a la deprimida mujer interceder por su amigo. Conside10


raba de justicia que fuera liberado, al igual que creía injusta la muerte de su amigo Casto Prieto Carrasco y la detención de Filiberto Villalobos. Pero las cosas se pueden torcer y se torcieron. El día de los acontecimientos del Paraninfo, don Miguel se iba enfadando según se producían las intervenciones. Para recordar mejor sus palabras de contestación cogió de su bolsillo el único papel que tenía a mano, la carta de recomendación para que dejaran en libertad a Atilano Coco. En el sobre fue anotando algunas palabras: vascos, catalanes, vencer, convencer. Le parecía indignante que en el recinto universitario por excelencia se insultara a los vascos y catalanes siendo él vasco de nacimiento y el obispo, Pla y Deniels catalán de pura cepa. Cuando se produjo el tumulto, después de la intervención de Unamuno, el rector volvió a guardar el sobre y, tal como era de prever, ante tal aturdimiento o quizás pensando que podría perjudicar su intercesión, el caso es que no entregó la misiva a Carmen Polo. Las cosas se precipitaron y a los pocos días mataron a Atilano Coco, un hombre inocente, bueno, que pagó con su sangre el ser pastor de la Iglesia Reformada salmantina. Y seguimos con nuestro recorrido. En el cementerio, construido en la que fuera finca de recreo de los jesuitas, en la galería de la izquierda según se entra por la puerta principal se encuentra un nicho en el que reposan los restos de don Miguel rodeado de otros en los que están sepultados algunos de sus familiares directos. Un sencillo y bello epitafio escrito por Unamuno nos dice mucho de este hombre, autor de La Agonía del Cristianismo, de sus angustias, de sus creencias y, por supuesto, de sus dudas de fe: Méteme Padre Eterno en Tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí pues vengo deshecho del duro bregar. Desde hace unos años, unas horas antes de que se produzca la ofrenda floral ante el monumento a Unamuno en la plaza de las Úrsulas, los Amigos del rector de Salamanca y los procedentes de otras ciudades de España, especialmente la Asociación Salamanca Memoria y Justicia, se concentran ante la tumba del insigne profesor para hacerle un homenaje de recuerdo. La Salamanca moderna quiso recordar aún más a don Miguel, para que se cumpliera el di tú que he sido, en 1992 el entonces rector de la Universidad de Salamanca Julio Fermoso anunció públicamente que el nuevo campus universitario, al oeste del hospital clínico, recibiría el nombre de Miguel de Unamuno. Unamuno remató su poesía dedicada a Salamanca encomendando a la ciudad universitaria que dijera de él que ha sido. El di tú que he sido se ha cumplido con creces en su Salamanca querida. Por donde quiera que pasees, en cualquier guía turística que se consulte, en cualquier acto cultural que se precie, siempre Unamuno sale a colación.

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TESTIMONIO DE ADMIRACIÓN FERNANDO GÓMEZ DE LIAÑO GONZÁLEZ Catedrático de Derecho. Académico de la Real de Jurisprudencia Asturiana

n Salamanca resulta innecesario hablar del “Recuerdo de Unamuno”, porque sigue presente entre nosotros y como dijo González Cardedal en el magnífico articulo que abrió el nún. 1 de “Nivola” Revista de la Asociación de Amigos de Unamuno en Salamanca, D. Miguel ha sido “una amorosa compañía”, para todos aquellos que nos ha sido dado el privilegio de vivir bajo la aureola envolvente de su fuerte personalidad, manifestada en la anchura de sus registros –y sigo con Olegario–,”en los que quizás no sea el mejor en cada uno de sus campos, pero no hay quien a la hora de la suma final le sea equivalente en el pensamiento y en la literatura española del siglo XX”. Y es necesario insistir en su presencia actual ante las opiniones de autores contemporáneos como Elías Díaz cuando entiende que la obra de Unamuno se ha ido secando quedándose como signo de un tiempo que pasó. Otra cosa opina Madariaga que la califica como la persona literaria, más importante de España. No se si lo será porque la competencia es enorme, pero lo que no se puede discutir es la transcendencia de su vida y su obra, que ha merecido multitud de comentarios, libros, artículos y un sin fin de citas y recensiones. Algunas obras no se “secan” con el paso del tiempo, como ocurre con las aportaciones de Aristóteles, o de Santo Tomás, y de tantos otros que las recordamos, citamos y valoramos en la medida de su permanencia en el tiempo. Cada uno tenemos nuestro campo abonado por los pensamientos e ideas del Rector Vitalicio de nuestra Universidad, en la que ingresé en l960 como alumno de la Facultad de Derecho, y de la que nunca he salido, pues a pesar de haber ejercido docencia también en la Universidad de Oviedo, siempre estuve unido a la de D. Miguel a través de cursos, tribunales, conferencias, publicaciones y actividades propias del profesor universitario, hasta el punto que mi último acto académico tuvo lugar en la Facultad salmantina, no hace mucho en un tribunal de doctorado.

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Hace muchos años que leí el primer libro sobre Unamuno, escrito por Ramis Alonso allá por el l953, y desde entonces me he interesado por toda su trayectoria universitaria y política, por su personalidad que ha motivado tantas críticas y alabanzas en sus constantes protestas y contradicciones que le siguieron hasta el mismo momento de su muerte, porque murió en el más absoluto abandono desde el incidente en el Paraninfo de la Universidad, dándole la espalda los compañeros del Claustro, del Ayuntamiento y sus propias amistades, que después hemos tratado de “tapar” con frecuentes homenajes que ya surgieron en su propio funeral por parte de las personas que días antes le habían dado la espalda. Siempre he pensado lo que hubiera escrito D. Miguel sobre aquel entierro que le tributó la ciudad, con su acerada pluma, que nunca rehuyó la crítica que tantos disgustos le ocasionó, pero gracias a la cual hemos podido conocer lo que es la honradez ideológica frente a tanto convencionalismo y quietismo social. Presumo de haber sido docente en su Universidad muchos años, y de haber sido Presidente del Casino de Salamanca, viendo con satisfacción que está respondiendo adecuadamente a lo que significaron sus tertulias en las que se cocieron los garbanzos de una vida provinciana, con iniciativas para apoyar, por ejemplo, la creación de la Facultad de Medicina, y que hoy ha cedido sus espléndidas instalaciones para la celebración de las tertulias de la Asociación de Amigos de Unamuno en Salamanca, programadas la para el último miércoles de cada mes y donde se celebró la primera el 12 de febrero de 2015, bajo el busto que preside el mismo lugar donde se reunía con su compañeros, entre los que figuraba mi tío abuelo Tomás Marcos Escribano, concurrentes ambos en las elecciones a diputados de 1931, donde Unamuno consiguió acta con 28.849 votos y Marcos la propia con 28.213, ambos en filas republicanas de diferente signo, y cuyas vicisitudes oí de primera mano a mi abuela Filomena Marcos Escribano hermana del contertulio, amigo y contendiente electoral. Por mi abuela conocí multitud de anécdotas de la época, en una ciudad en la que las elecciones de entonces constituían acontecimientos muy destacados, como se desprende de la prensa del tiempo, en la que Unamuno era un personaje permanente. El ritmo vertiginoso que nos ha tocado vivir ha terminado con aquellas tertulias que fomentaban el diálogo social, como núcleo fundamental de la convivencia ciudadana, en la elemental consideración de que el ser humano precisa de calma y sosiego para reunirse y hablar de sus problemas. Después del libro de Ramis he procurado leer cuanto caía en mis manos desde González Egido hasta Sánchez Gutiérrez que en su “Días de Niebla” entremezcla su imaginación con datos históricos y en la página 24 describe el rechazo de D. Miguel en el Casino por aquellos sucesos en el Paraninfo y dice que el único que se le acercó fue Tomás Marcos Escribano que tomó asiento a su lado, siendo el único amigo que se dignó acercarse a él. Le sucedió en el rectorado, a consecuencia de su destitución por los incidentes del Día de la Raza en el Paraninfo, D. Esteban Madruga que fue mi profesor de Derecho 13


Civil con el que llegué a tener una relación superior a la de simple alumno y oí, así mismo, de primera mano, sucedidos que tan bien conocía, y que han contribuido notablemente a mi acercamiento y conocimiento de nuestro Rector Vitalicio, con el que coincido, salvando las comparaciones, en escribir como pienso, lo cual me originó las inevitables críticas y disgustos, pero conociendo satisfacciones, que no están al alcance de los silentes. Cada cual tiene sus pasajes favoritos y me quedo con el de vida de sabios que describe: “No quiero los placeres intermitentes y entremezclados con angustia, quiero la dulce y continua fusión del tibio placer y de la dulce pena, un estado de placentera incertidumbre del mañana, quiero el placer hecho hábito el hábito hecho placer. Cada hora me trae su callado deleite, me despierta el niño, entra el sol en mi cuarto, salgo a contemplar la sierra lejana si me fatigo. Tal ha sido y es mi vida” Su sabiduría le llevó a convertir su destierro en Fuerteventura, en un evento positivo y placentero, pero como la llevaba unida a la honradez de decir las cosas como las sentía, no pudo soslayar la angustia. El 28 de diciembre escribió su último poema y lo encabeza con una cita de Stendhal: “Morir soñando; si, mas si se sueña/ morir, la muerte es sueño”. Es como si presintiera el final que se acercaba, porque algunas situaciones vividas le habían privado de las ganas de seguir luchando entre tantas angustias. Muchos acontecimientos se amontonan en mi recuerdo. Conferencias en el centro de esa Plaza Mayor, que cantó y paseó lo indecible. Las relaciones con D. Fili que nos relata Santos Gutiérrez, los conciertos homenaje, tantas y tantas celebraciones que han jalonado los ya cercanos ochenta años de su fallecimiento, en los que podemos afirmar que el recuerdo de D. Miguel sigue entre nosotros. No hace mucho que me encuentro en la librería entre las últimas publicaciones otra que hace referencia a sus viajes por Portugal, y puedo preguntarme cuantos personajes siguen interesando pasado tanto tiempo. Me parece además que las opiniones de los grandes autores y Unamuno está entre ellos, tiene un valor permanente por reflejar y comprender argumentos y pensamientos universales sobre aquellos temas que siempre han preocupado a la humanidad. Sus contradicciones las encontramos en casi todos aquellos que los que escribieron durante más de cuarenta años, sobre temas conflictivos que reflejan la complejidad de la sociedad en la que se producen sometida a constantes modificaciones. Aquí está mi pequeño testimonio que quiero prestar con ocasión de unirme a la empresa iniciada por la Asociación de Amigos de Unamuno, a la que me quiero unir, y su publicación de la revista “Nivola”, a la que deseo un largo y provechoso futuro en contribución a la figura insigne de nuestro Rector Vitalicio. 14


A FONDO Unamuno y León Felipe, poetas al encuentro

UNAMUNO Y LEÓN FELIPE, POETAS AL ENCUENTRO FRANCISCO BLANCO PRIETO Presidente de la Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca

l bilbaíno Miguel de Unamuno nació en 1864 y León Felipe veinte años después en Tábara (Zamora), muriendo el primero en Salamanca con 72 años, y el segundo exiliado en Méjico, cumplidos los 84 años. Poetas ambos, rebeldes, inconformistas y luchadores. El vasco, profesor; el castellano, farmacéutico. Uno pasó la infancia en Bilbao, el otro en Sequeros. Unamuno, sedentario y maestro; Felipe, bohemio y pluriempleado por el mundo, hasta acabar de profesor en el nuevo continente. Conceptualismo en las estrofas del sentidor y versos sencillos cercanos a la prosa los del boticario, escritos con estilo simple, directo, cercano y reflexivo. Don Miguel fue paradójico, contradictorio y agónico; y don Felipe, autodefinido como inoportuno, desentonado y anacrónico, pero ambos alejados de vanguardias poéticas. Estas diferencias entre ambos, tienen menor calado que las afinidades existentes entre ellos, pues Unamuno y León Felipe unen sustantivos puntos en común y vocación de convergencia expresada en sus obras y pensamientos, algo que los hermana y hace compañeros de viaje en su camino hacia el encuentro, aunque sus historias personales fueran como raíles de vías paralelas unidas con traviesas ideológicas, literarias y sentimentales que los unen, procediendo el segundo del primero, pues muchas ideas del itinerario poético de León Felipe estuvieron inspiradas en el pensamiento y obra de Unamuno. Coinciden ambos en la exaltación personal del yo. Tienen preferencia por la esencia y el sentimiento, sobre la forma y el artificio. Repudian el orden. Pelean ambos contra el misterio. Comparten sueños y los ensueños. Alternan su carácter entre la melancolía y el entusiasmo. Tienen semejante ansia de inmortalidad. Y desdeñan la retórica, el esteticismo y los adornos superfluos. Esta idea desdeñosa hacia lo superficial la expresa León Felipe censurando a los poetas domésticos especializados en arabescos similares a joyeros, nutriéndose del mismo espíritu que Unamuno al afirmar que cuando oía decir de un poeta que era un orfebre, cerraba el libro. Los dos sienten apego por la tradición. Concilian el ritmo con la idea. Mantienen un tono reflexivo, racional y admonitorio. Y coinciden en el tratamiento de mitos como: España, Prometeo y don Quijote, especialmente este último que los hace quijotescos, vocacionalmente comprometidos con el hidalgo caballero.

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A FONDO Unamuno y León Felipe, poetas al encuentro

La individualidad de ambos les obligó a caminar solos, rechazando la masa y el partidismo para abrazar la acracia libertaria defendida por el neoyorquino Walt Whitman. Ambos dolidos por lo que estaba sucediendo en España, un país donde el quijotesco payaso de las bofetadas, caía y se levantaba de continuo con la palabra “justicia” en la boca y una lanza rota en la mano dispuesto a luchar contra lo imposible, ante la incomprensión del mundo, que se mofaba del heroico payaso que pretendía cambiar los valores que regían el mundo.

La obra de ambos es autobiográfica. Sufrieron destierro por sendas dictaduras militares. Vivieron censurados y apartados por la España oficial. Escribieron poemas comprometiendo su vida. Versificaron en el exilio. Sufrieron la viudedad con dolor inconsolable. Murieron pobres, tristes y viejos. Y fueron poetas tardíos, pues Unamuno publicó su primer libro con 43 años y León Felipe con 36. Las dos Españas unamunianas protagonizadas por hunos –con hache–, y hotros – también con hache–, en León Felipe se hacen soldado y espada fratricida la primera, y la hotra –con hache– poeta y canción vagabunda, fundiéndose ambas en el poema que cede al dictador la hacienda, la casa, el caballo y la pistola, quedándose el poeta errante con la voz antigua de la tierra, para dejar mudo al usurpador, mientras los dos poetas se unen en el exilio con todos los peregrinos de la España desterrada. Los poemas de ambos son fragmentos de su vida, emociones, pensamientos y sentimientos, retratos de vida interior que se ofrecen al lector en carne viva. La obra de ambos es autobiográfica, no autobiológica, porque en ella se condensa la esencia de lo que interiormente fueron. Unamuno deja su autobiografía escrita con palabras sencillas, sinceras y llenas de vida, empapadas en la tristeza de un desterrado en Hendaya. Y con palabras similares a las de Unamuno, León Felipe confiesa su autobiográfica obra.

POETAS QUIJOTESCOS Son muchos los poetas españoles contemporáneos de ambos que han llevado la figura del Quijote a sus versos, hasta convertirlo en entraña propia y mito personal, como hicieron Darío, Machado, Salinas, Cernuda, Alonso, Aleixandre, Guillén y Diego. Pero en la bibliografía quijotesca, Miguel de Unamuno ocupa un lugar preferente con su Vida de don Quijote y Sancho, sus artículos, ensayos y poesías –especialmente en el

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destierro–, donde acusa a los dictadores militares de “apedrear al loco de don Quijote”, comparando su situación con la del hidalgo caballero, uniéndose a Unamuno en su quijotismo, el poeta de Tábara, León Felipe. Los dos compartieron la noble locura quijotesca de querer cambiar el mundo, peleando solos contra todo y contra todos, en un romántico empeño por dignificar la vida y la convivencia, con la pasión propia de soñadores en un mundo feliz en pos de caballerescos ideales, aunque fueran pocos los que compartieran ideales quijotescos con ellos. En su obra Cómo se hace una novela, Unamuno expresa sentirse apedreado en el destierro por los militares cuadrilleros de España, igual que don Quijote lo fue por los galeotes a quienes había liberado de sus cadenas, quijotesca obsesión unamuniana puede verse también en su libro De Fuerteventura a París (1925), escrito en el autoexilio.

La guía espiritual de Unamuno queda reflejada en don Quijote, como anunciador de la buena nueva, pero también su fraternidad con Cervantes, creador del personaje, aparece de forma clara en el citado poemario donde lo llama hermano. El Cancionero, escrito entre 1928 y 1936, y considerado un Diario poético, expresa su visión del mundo con sincero pensamiento en los últimos años de su vida, escrito sin ataduras, donde el Quijote se convierte en referencia identificativa del escritor vasco, siendo un personaje harto citado en el Cancionero y espejo donde reflejarse.

León Felipe es un poeta para muchos olvidado, incomprendido para otros y desconocido para la mayoría, cuya poesía fue despreciada por algunos poetas, como Juan Ramón Jiménez. Querido por el pueblo, peregrino incansable, errante por el mundo, vagabundo confeso y exiliado político, que gritó airadamente contra el dictador y la dictadura. Poeta quijotesco por vida y obra, que no muestra en su poesía a don Quijote como un hidalgo aventurero, sino como primera víctima incomprendida y ejemplo de español desalentado, presentándolo en sus poemas como símbolo y alegoría de la España deseable en manos de quijotes. El primer poema en el que aparece don Quijote, lleva por título “Vencidos” y evoca la figura del caballero derrotado con la que él se identifica, desamparado de la justicia y perseguido por el poder. La relación del quijotismo con la justicia ocupará los grandes poemas cervantinos de León Felipe, en los que comienza llevando a Sancho Panza a la mitificación, en su poema “Pie para el Niño de Vallecas, de Velázquez”, precedido del epígrafe: “Bacía, Yelmo, Halo, / Este es el orden, Sancho”. Poema donde recupera 17


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los símbolos quijotescos. Don Quijote simboliza en la obra de León Felipe al desheredado, solitario, sin patria, como él, que lucha por la libertad y la justicia, hasta llegar al mito quijotesco que recorre gran parte de su obra, abriendo con él su libro ¡Oh, este viejo y roto violín!, donde presenta al caballero de regreso, dispuesto a vivir “La gran aventura”, y en “Rocinante” presentando la figura del Quijote como la víctima de la incomprensión y del desaliento español, y no como hidalgo aventurero. No es casualidad que su último libro lo protagonice el quijotismo, como representación del propio poeta, pasando del símbolo al mito, y sintiéndose sin pueblo ni patria, como si un caballero perdiera su montura. Don Quijote derrama sin titubear su simbólica sangre, porque lo sustantivo del español es la locura y la derrota. Aparte de la sintonía ideológica y espiritual, algún parecido físico tienen también Unamuno y León Felipe con el hidalgo manchego que era “de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro y gran madrugador”. Los tres lucían corta barba, y si al manchego le gustaba cabalgar con su escudero, a nuestros poetas les gustaba viajar, coincidiendo en el afán común de ayudar a los menesterosos. Eso sí, el caballero empuñando la lanza y los poetas manejando la pluma, para librarlos de sus enemigos, concluyendo algunas veces en el fracaso las ilusiones de los tres. Los quijotescos Unamuno y León Felipe pretendieron canonizar a San Quijote de la Mancha y quijotizar la vida española. POETAS PROMETEICOS

Prometeico es el ser humano que facilita a los demás conocimientos suficientes para fortalecer la voluntad y alimentar el espíritu épico, ético, místico y estético, dignificando la condición humana y haciendo mejores a las personas. En el caso de los poetas, son proteicos aquellos que presentan verdades superiores a los lectores, despiertan sus conciencias y promueven actitudes que benefician a la Humanidad. Algo que siempre hicieron Unamuno y León Felipe. Unamuno une su pensamiento, sentimiento y poesía al mitológico Prometeo, representante de la conciencia del hombre, de su afán de conocimiento y de su deseo de inmortalidad, estando la razón simbolizada por un animal devorador de entrañas que imposibilita creer en una inmortalidad consciente, estableciéndose así la lucha dialéctica que vivió Unamuno como drama existencial. Sinónimos de espíritu prometeico son el altruismo, la filantropía, la magnanimidad y, sobre todo, el quijotismo que ambos ejercieron, siendo por ello escarnecidos, apedreados, calumniados y desterrados por los mercaderes y fariseos del templo español, - pervertidores evangélicos -, por no acatar órdenes injustas del sumo sacerdote impostor. Auténticos rebeldes que salieron del mito y de las entrañas de los libros sagrados, para hacerse realidad histórica. Para los griegos fueron prometeos, pero en España fueron simplemente quijotes. Revolucionarios en lucha por la justicia, llevando la pluma por espada, el puñal de la palabra y la metáfora prometeica por bandera, para sustituir lo arbitrario por lo justo y lo vil por lo digno, en un intento de persuadir a los hombres para ennoblecer la reali-

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dad, rebelándose contra la dictadura de los jupiteres militares, Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco. Ambos escriben desde sus respectivos exilios, alegatos contra la España sometida a los dictadores. Unamuno desde París lanza este alegato en el soneto LXXXVIII, de su libro “De Fuerteventura a París”. “El viento me ha arrancado dolorosamente de mi patria como de la matriz y con las viejas raíces húmedas aún y lleno de arcilla española he cruzado el mar, arrojado de la casa paterna por el último postigo del huerto”, dejándole a Franco la hacienda, la casa, el caballo y la pistola, pero llevándose al exilio mexicano la canción, dejando mudo al dictador y sin capacidad para recoger el trigo ni alimentar el fuego, uniendo a esta queja su proclama pregonando que “El hacha” de la sinrazón todo lo destruye y descuartiza. POETAS DE VERSO LIBRE Unamuno en la etapa inicial de su obra lírica y León Felipe en sus poemarios, versifican libremente, sin ataduras de métrica, ritmo y rima, apostando por el contenido más allá de la forma, pero manteniendo intacta la poesía. Unamuno modificará posteriormente su postura para hacerse uno de los mejores sonetistas en lengua castellana, pero la lectura de versos de José Martí y Walt Whitman le devuelven más tarde al verso rudo, no rimado, lírico, como tomándose la molestia de no escribir en prosa. Nuestros poetas fueron perennes buscadores de la verdad, personalistas y con obsesiva tendencia a rechazar las modas poéticas del Modernismo y las vanguardias, mostrando un profundo inconformismo rebelde, reaccionario a todo orden, heredado de don Quijote. La poesía para Unamuno es como un diario expresivo de su más honda intimidad, confiriendo un carácter claramente confesional y testimonial a sus versos. Su libro “De Fuerteventura a París” lleva como subtítulo “Diario íntimo de confinamiento y destierro vertido en sonetos”, algo que confirma en la dedicatoria a Castañeyra: “Así resulta este mi nuevo rosario de sonetos, un diario íntimo de la vida íntima de mi destierro”. Intimidad y cronología forman la base de su concepto poética, confirmándose esto de nuevo en su póstumo “Cancionero”, como “diario poético” fechado. Si para Unamuno la poesía es un diario donde piensa el sentimiento y siente el pensamiento, para León Fe19


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lipe la poesía es lo que queda tras deshacer el verso, quitarle los caireles de la rima, eliminar la cadencia, suprimir la idea y aventar las palabras. Pero también es para él una ventana la poesía, con tristeza honda y ambición del alma. COINCIDENCIA TEMÁTICA

Coinciden Unamuno y León Felipe en tratar los mismos temas en muchos de sus poemas, como sucede con la religión, la injusticia, la rebeldía, el compromiso social, la queja, el inconformismo, la libertad o la muerte, por citar algunos ejemplos. De entre todos ellos, la muerte de dos niñas lejanas en el tiempo una de otra, conmueve el alma de los poetas, que dedicaron sendas poesías inolvidables, dando vida eterna a las niñas que tan tempranamente recibieron la visita de la parca, con versos autobiografiados, enternecedores, entregados a los lectores como donación sentimental y emotivo testimonio vital. La intimidad de la conversación entre la niña y el ciprés, único testigo tras la cerca de un convento, conmueve. Confidente alto, enhiesto, flecha al cielo en el solitario huerto, con quien la niña habla, clavando la vista desde el alféizar de su ventana, inspirando a Unamuno un emotivo poema. El boticario León Felipe describe con emoción contenida en un hermoso y doliente poema, carente de adornos literarios, el ritmo de la vida que contempla a través de la ventana en una posada de Almonacid de Zorita. Muestra en el poema su marginación y su desarraigo existencial, apátrida sin raíces vitales ni sellos personales, descubriéndose extraño ante sí mismo, en medio de su cosmopolitismo, todo expresado con profunda ternura hasta llegar al clímax que aquí nos convoca con “esa niña”, símbolo del candor y la inocencia, esencia de un poema que muestra en plenitud su condición de romero. La muerte de la niña no deja impasible a nadie y provoca una emoción por la que se escapa también un poco de nuestra propia vida lastimada con lástima del poeta. Escribió León Felipe a Camilo José Cela una carta estremecedora en las postrimerías de su vida, presentando su renuncia a seguir viviendo, con dolorido corazón y alma rota y dirigió el testamento original a su esposa Berta Gamboa, albacea de sus últimas voluntades, pero la muerte prematura de esta, tras una larga agonía que apagó sus ojos. Unos ojos encendidos hasta un soplo antes del adiós definitivo, punto final de treinta y cuatro años de amor desde que se conocieron en México en 1923. León Felipe coincide con Unamuno en decir que el pueblo español está sordo y dormido, necesitando un chillido para conjurar su sordera y despertarlo, porque con el grito de 1936 no fue suficiente, como demostró la historia. Gritaron los poetas hasta desgañitarse, pero no despertaron a los sordos con su grito. El pueblo español necesita para oír y despertar, un aullido salvaje, duro, largo, más insistente y desesperado que sus propios gritos, porque el español habla alto, pero no escucha. Cabe preguntarnos entonces ¿por qué habla tan alto el español si de nada le han servido en la historia los gritos?

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ESTAMPA POÉTICA Concha, esperanza renaciente de don Miguel, sombra protectora y “costumbre” diaria durante sesenta y cinco años de vida en común. También fue madre, compañera, esposa y amante. Única mujer que conoció. Su vida y sustento. Alma gemela, paz, consuelo y báculo. Su Concha, asidero feliz en la desdicha, abrazo cotidiano y mano que guiaba el destino del poeta.

Me faltan fuerzas para andar, apoya tu mano en mi hombro y así, a su contacto me volverán las fuerzas; te llevaré por los caminos largos y marcharé seguro poniéndome a tu paso. Tu mano es mi destino; la siento sobre mi hombro y de abrumado se torna más ligero que si alas le nacieron por encanto. Cuando en mi hombro rendido posas con dulce paz tu blanda mano parece que me elevas por encima del hado, el implacable. Siento tu pulso en mí cuando tu mano sobre mi hombro descansa, siento tu corazón y de rechazo siento mi corazón, el tuyo, el mío, de los dos, ¡nuestro esclavo!

Tu mano es mi destino; al sentir su apretón, es como un rayo, la vida me renace, yo te renazco. Fuerzas me das, y luz, luz en las fuerzas cuando en mi hombro te apoyas y el espacio se me abre, sin caminos, por todos lados. La luz la llevo dentro dentro va el faro que se enciende al sentir sobre mis hombros de tu vida el contacto. Tu mano es mi destino; cuando la siento en mí, rebosa el vaso del corazón, su sangre se me enciende, derríteme el cansancio y a su luz el sendero se me abre a todos lados. Tu mano es mi destino. 21


UNAMUNO EN EL ZEELANDIA Y VIGO AL FONDO JULIO PICATOSTE BOBILLO Magistrado namuno visita Galicia en dos ocasiones: en 1903 y 1912. De estos viajes y estancias son testimonio los artículos Por Galicia1, Santiago de Compostela y Junto a las rías bajas de Galicia2, publicados primero en prensa y recogidos luego en sus libros Por tierras de Portugal y de España y Andanzas y visiones españolas. Y en su obra poética encontraremos el poema Galicia3, o el dedicado a Santiago de Compostela en el Cancionero4. Por unos y otros podemos conocer la impresión que Galicia, sus paisajes y sus gentes, produjeron en don Miguel. Sobre sus estancias y su relación con Galicia ha escrito por extenso Manuel García Blanco5. Otros autores también se han ocupado del mismo tema; a título de ejemplo, y sin propósito exhaustivo, recordemos a Francisco Fernández del Riego que -con el seudónimo de Salvador Lorenzana- glosa los artículos que don Miguel dedica a Galicia6; es recomendable completar su lectura con la de la interpretación gallega que del rector salmantino hace Ramón Piñeiro.7 Hay también aportaciones de Alberto Vilanova8 y Filveira Valverde9. Por su parte, Xesús Alonso Montero, además de ocuparse de algunas cuestiones lingüísticas, escribió sobre la visión unamuniana de Galicia y de algunos de sus escritores (Curros y Rosalía de Castro)10. Por último, contamos con los encomiables trabajos del profesor Alexandre Rodríguez Guerra sobre la presencia de Unamuno en la prensa de Galicia, su relación con la lengua gallega y, en fin, el magnífico trabajo recopilatorio de su epistolario gallego.11

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1. Por tierras de Portugal y de España (1911) en Obras Completas, editadas por Escelicer (en lo sucesivo, OC), I, págs. 307-314. 2. Ambos en Andanzas y visiones españolas (1922), OC, I, págs. 377 y 383. 3. “Galicia” en Andanzas y visiones españolas, (1922) OC, VI, pág. 508. 4. Cancionero. Diario Poético (1928-1936), OC, VI, pág. 1175. 5. García Blanco, M., Galicia y Unamuno, en “En torno a Unamuno”, Madrid, 1965, págs. 41 a 77. También en Papeles de Son Armadans, noviembre, 1957, Año II, Tomo VII, núm. XX, págs. 123 a 168 6. Salvador de Lorenzana, Galicia vista por Unamuno, Colección Grial,1, “Presencia de Galicia”, Galaxia, Vigo, 1991, págs.71 a 74. Otro artículo con el mismo título, también firmado por Salvador Lorenzana, puede verse en “Galicia emigrante”, Año III, junio 1956, Buenos Aires, número 21, págs. 3 y 7. 7. Piñeiro, R., Unamuno visto por nos, figura en el mismo número de Grial a que se refiere la nota anterior, págs.74 a 77. 8. En el artículo Unamuno en Galiza http://www.albertovilanova.com/Publicaciones/articulo/15/UNAMUNOENGALIZA1968 9. Filgueira Valverde¸ J., Unamuno y Galicia, ABC, Madrid 20-8-1967, pág. 19 10. Alonso Montero, X., Unamuno y la lengua gallega ¿Una contradicción? en La Noche, 19-6-1958, Curros Enríquez, juzgado por Unamuno, La Noche, 22-8-1962, Rosalía de Castro vista por Unamuno, La Voz de Galicia, 13-11-1964, Galicia vista por los no gallegos. Madrid. Júcar, 1962 11. Rodríguez Guerra, A., Epistolario Galego de Miguel de Unamuno, Xunta de Galicia, 2000; Miguel de Unamuno e a lingua Galega, Santa Comba (A Coruña), 2002; Participación de Unamuno na prensa galega, en “Galicia dende Salamanca”, Salamanca, 1999. De sumo interés es también su trabajo Fragmentos de geografía e historia de Galicia en Miguel de Unamuno, en “Cuadernos de la Cátedra de Miguel de Unamuno, 43, 1-2007, págs. 99-138.

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Sin embargo, aunque conocemos el paso de Unamuno por diversos lugares de Galicia, no encontramos testimonios o huellas de su presencia en Vigo, solo relaciones epistolares con vigueses y un paso fugaz, pero sin tocar suelo vigués, al que más adelante me referiré. Unamuno visitó Galicia por vez primera en 1903, invitado para presidir un concurso pedagógico en Orense. Acude después a A Coruña, llevado por la condesa de Pardo Bazán, y allí da una conferencia en el Teatro Principal. Viaja luego por mar a Ferrol, y de aquí se traslada a Betanzos, desde donde parte para Salamanca. A juzgar por las palabras del propio Unamuno, este viaje le resultó sumamente grato; así lo expresa en carta dirigida a D. Eduardo Vila que el 30 de junio de 1903 publica La Voz de Galicia; en ella, después de decir “lo contento que de Galicia he vuelto”, adelanta que “en breve he de publicar algo de mis impresiones del rápido paso por esa hermosa tierra a la que he de volver más despacio12, y pronto, porque me tira ya, y allí verán cuál ha sido mi encanto.” Puesto que quien estas líneas escribe es nacido y vivido en Betanzos - bellísimo e inigualable pueblo que, abrazado por los ríos Mandeo y Mendo, se levanta sobre el antiguo Castro de Untia-, permítame el lector la licencia de traer a colación lo que acerca de él comentaba don Miguel. Al describir el viaje que hizo desde Ferrol, dice de la ría de Betanzos: “habríame parecido a ratos la de Guernica, si bien mucho más grande…”13 En entrevista que le hace Francisco Camba para el diario La Voz de Galicia, el 16 de diciembre de 1915, afirma que donde “viviría gustoso” es en Betanzos, al que califica de pueblo “interesantísimo”; y del mismo viaje recordará también lo mucho que le gustó Puentedeume. Vuelve a Galicia en 1912, esta vez como mantenedor de los Juegos Florales de Pontevedra, que tuvieron lugar el 18 de agosto. Entra en Galicia desde Portugal, pero todo lleva a pensar que no pasa por Vigo ni se detiene en esta ciudad, sino que desde Tuy viaja por el interior directamente hacia Pontevedra14. 12. En cursiva en el original 13. Por Galicia, OC, I, pág. 306. 14. García Blanco, en “En torno a Unamuno”, cit. pág.62, al comentar el artículo “Junto a las rías bajas de Galicia”, dice:”Los primeros pasajes de este escrito nos revelan cuál fue el camino que esta vez siguió don Miguel para llegar a Pontevedra: el de Portugal, el mismo que hasta la guerra de 1914 solíamos utilizar los salmantinos.” En el pasaje al que se refiere García Blanco en el citado artículo incluido en el libro “Andanzas y visiones españolas”, acerca de su viaje a Pontevedra escribe Unamuno: “Fue atravesando mi bien conocido Portugal, por las orillas del Duero asceta que corre en lecho de rocas y yendo a buscar luego las del Miño manso, que como una caricia lenta baja al mar, restregándose en la verdura de sus vegas.” OC. I, pág.383

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La referencia a Vigo más antigua que encontramos en Unamuno se remonta a diciembre de 1900, cuando en carta que escribe a su amigo Juan Arzadun le dice: “Y ahora me llaman a Vigo, a que dé allí, en la segunda quincena de enero, seis conferencias, pagándome estancia y viajes y mil pesetas”; y añade que “en vez de soltar seis conferencias de economía política o de lingüística, haré una seisena, seis sermones laicos, con su tinte de protestante. Y les hablaré también del culto a la vida, en este país que ha vivido el culto a la muerte, y de lo grande del Pro Patria Vivere y que no es tanto morir como seguir viviendo, el dar la vida por la Patria; y del valor moral, de la necesidad de arrancarnos nuestros más caros sentimientos cuando nos impiden marchar con el progreso y mirar a la Esfinge cara a cara”15. Un año después, en diciembre de 1901, escribe a Jiménez Ilundain16 y vuelve a hablar de las seis conferencias que va a impartir; de nuevo desarrolla el plan y contenido de cada una de ellas, pero esta vez, no hace referencia alguna a Vigo; es probable que se trate del mismo proyecto cuya fecha se hubiese pospuesto. Y parece que también en diciembre de 1901, en todo caso antes de marzo de 1902, escribe a Francisco Grandmontaigne al que dice estar “preparando una seisena de sermones laicos, seis conferencias que voy a dar”, pero no dice dónde. De nuevo explica en la carta su contenido y tesis; después de una primera conferencia introductoria, abordaría el problema de la patria, el problema político, el pedagógico, el económico y el religioso. Y no son cinco problemas – aclara Unamuno- sino cinco caras del mismo problema. “Lo mejor acaso de las seis conferencias será su unidad, el enlace de los cinco problemas, el modo de conexionarlos”17. García Blanco da por hecho que el viaje a Vigo se hizo y que fue Vigo lo primero que de Galicia conoció don Miguel, si bien advierte luego que no le ha sido posible conocer quién o quiénes le invitaron y dónde se desarrolló aquel ciclo de conferencias.18 Sin embargo, todo lleva a pensar que no hubo tal visita y, desde luego, no en la fecha que se dice en la carta, es decir, en la primera quincena de enero de 1901, y que, por razones desconocidas, aquel ciclo de conferencias, inicialmente pensadas para Vigo, no llegó a ser impartido por don Miguel. Pero es que tampoco hay constancia de que Unamuno -y fuera del episodio a que luego aludiré- haya estado en Vigo dando conferencia alguna o simplemente como visitante. Es más que probable que la invitación a dar el ciclo de conferencias en Vigo fuese hecha por la Escuela Superior de Industrias19. En la carta a Arzadun, antes citada (diciembre de 1900), identifica las suyas como las “primeras conferencias de una serie de

15. Vid. García Blanco, Galicia y Unamuno, en “En torno a Unamuno”, cit. págs. 41-42 y en Papeles de Son Armadans, cit. págs. 124-125. La carta aparece también en Epistolario americano (1890-1936), edición, introducción y notas de Laureano Robles, Salamanca, 1996, pág.100, aunque con una evidente errata en la composición del texto que aparece trastocado por una intercalación. 16. Epistolario americano, cit., pág.122 17. Epistolario americano, cit. pág. 125. 18. En torno a…, pág. 43. En Papeles de Son Armadans, pág.128 19. De esta idea participa Massó Lago, N., El joven José Ortega. Anatomía del pensador adolescente, Castellón, abril, 2006, págs., 27-28, donde expone, en relación con estas conferencias, que era su objetivo el “prestigiar las recién creadas Escuelas Superiores y difundir las voces de `los hombres que han estudiado a fondo las cuestiones que más preocupan a la sociedad moderna . Junto con Maeztu se barajan los nombres de Cajal, Echegaray, Pardo Bazán o Unamuno…”.

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ellas en que entrarán Dª Emilia, Echegaray, Cajal, Maeztu, etc”20. Sabemos que Maeztu sí vino a dar su ciclo de conferencias entre junio y agosto de 1902 traído por la citada Escuela. Por lo tanto, podemos deducir que, con toda probabilidad, la invitación tuviese el mismo origen. Pero no hay, sin embargo, constancia alguna de que, al final, el proyectado ciclo tuviera lugar y, en consecuencia, Unamuno viajara a Vigo con tal motivo en las fechas inicialmente previstas, esto es, en la primera quincena de enero de 190121. Dos son las razones que me llevan a hacer esta afirmación: 1ª. Es evidente que de haberse impartido la seisena de conferencias proyectadas, tal acontecimiento cultural no hubiese pasado desapercibido, y, desde luego, el Faro de Vigo lo hubiese recogido sin duda alguna; del mismo modo que en dicho diario se fue dando puntual y extensa información de las conferencias de Maeztu, se hubiera procedido de igual modo con un Unamuno conferenciante. Pues bien, no hay noticia alguna sobre esta presencia, no solo nada se dice en el referido diario en la primera quincena de 1901, sino tampoco en el resto del año22. 2º. Emilio Salcedo incluye la seisena de conferencias proyectadas para Vigo en la que denomina “Bibliografía ideal”; en ella recoge los títulos en que “Unamuno pensó, pero que no llegó a escribir o, si lo hizo, alteró notablemente el título y el contenido”23. Esta inclusión en un repertorio de proyectos no consumados, aboga también por la tesis de la frustración de aquel ciclo de conferencias. Las anteriores consideraciones valen para sostener que Unamuno, pese a lo inicialmente proyectado para enero de 1901, no vino a Vigo, donde esperaba zarandear las conciencias de los vigueses con sus “sermones laicos”, como él acostumbraba a decir, idea con la que, a juzgar por su correspondencia, estaba ilusionado y hasta entusiasmado. Pero es que, también hemos de admitir que no llegó a visitar la ciudad con ocasión de sus dos estancias en Galicia en 1903 y 1912. Extraña sobremanera que de haber estado en Vigo no hubiese dedicado una sola línea de sus artículos de viajes a una ciudad de emplazamiento admirable, en una de las orillas de una ría esplendorosa. No es

20. García Blanco, M., En torno a.., cit, pág.42, y en Papeles de Son Armadans, cit., pág, 126. También en el Epistolario americano, ya citado, de L. Robles, pág. 101 21. No he podido dar con vestigio alguno en los archivos de la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Vigo. 22. Es del mismo parecer Alexandre Rodríguez Guerra; en la citada obra Miguel de Unamuno e a lingua galega, pág.22, cuando en sus consideraciones dice partir de la base de que hasta el año 1903 Unamuno no viaja a Galicia, donde permanecerá por espacio de once días en las provincias de Orense y A Coruña. 23. Salcedo, E., Vida de Don Miguel (Unamuno, un hombre en lucha con su leyenda), 3ª edición Salamanca, 1998, págs. 487-488

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aceptable que don Miguel, tan sensible al paisaje y amigo de trasladar al papel sus impresiones viajeras, no hubiera escrito sobre unos parajes ante los que no habría de quedar indiferente. Se refuerza lo anterior si tenemos en cuenta que en su segundo viaje a Galicia entra por Portugal, pasa por Tuy y se dirige desde allí directamente a Pontevedra. En su artículo Junto a las rías bajas de Galicia, cuando comenta que los hijos del país comparan la belleza de las rías y establecen parangón entre las de Vigo, Marín, Pontevedra o Arosa, dice Unamuno encontrarlas “muy hermanas”, “la de Marín, la más recogida, las más íntima; la de Arosa, que es la mayor, la más solemne”24. Nada dice de la ría viguesa, sin duda porque el trayecto de Tuy a Pontevedra –ya se ha dicho- lo hizo directamente por el interior y no por Vigo. Después, desde la capital viajará hasta Santiago de Compostela, de cuya visita dejará testimonio es25 crito . En suma, solo conocemos su paso por Vigo en las circunstancias y fecha que luego diremos. Pero si don Miguel no deambuló por las calles viguesas, sí mantuvo correspondencia con vigueses o residentes en Vigo. En la extensa relación de cartas dirigidas a Unamuno que tan cuidadosamente ha recopilado Alexandre Rodríguez Guerra, consta la que le escribe Eugenio Krapf el 22 de marzo de 190126; este librero y editor, de origen suizo, instalado en Vigo (Policarpo Sanz, número 19), que publicó una muy celebrada y apreciada edición de La Celestina, proyectaba el alumbramiento de una revista a la que, por lo que se ve, trataba de incorporar firmas de prestigio, como la de Unamuno, a quien pedía le honrase “con sus valiosos trabajos literarios para una Revista, que según el adjunto programa tengo en proyecto publicar”. Para su primera colaboración le sugería como tema un “Paseo por la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, señalando sus tesoros principales, reflexiones sobre lo que ha sido y su estado actual”. En la misma carta, y con idea de acomodarse a las remuneraciones de otras revistas, le pedía ilustración sobre la que de ellas percibía por sus artículos. Con prontitud responde don Miguel (el 28 de marzo) aceptando la propuesta de Krapf, no solo de colaboración, sino también del tema sugerido. Le ofrece remunerar

24. Junto a las rías bajas de Galicia, OC, I, págs. 383-386 25. Vid. su artículo Santiago de Compostela, OC, I, págs. 377-382 26. Rodríguez Guerra, Epistolario galego…, págs. 328-329

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cada artículo con 80 pesetas, “con el propósito de elevarlo, si la empresa prospera”. La revista contaría también con las firmas de, entre otros, Juan Valera, Leopoldo Alas (Clarín) y José María de Asensio, que ya habían aceptado el ofrecimiento de Eugenio Krapf. Nada sabemos de esa revista ni del artículo de don Miguel. Comoquiera que Eugenio Krapf falleció en abril de 1903, es probable que la deseada publicación no llegara a nacer. También Valentín Paz Andrade escribe a don Miguel el 16 de enero de 1917 solicitándole unas cuartillas para una revista semanal (La Provincia) que se publicaría para los primeros días de febrero y para la que ansiaban “recibir el espaldarazo del maestro de los maestros”27. Volveremos más adelante a recordar a Paz Andrade. Quien fuera presidente del Ateneo de Vigo en los años 1921 y 1922, Nicolás Paz Pardo28, se dirige a Unamuno para poner “su tribuna a la disposición del más vigoroso pensador hispano a la hora presente, y le encarece venga a sembrar desde ella inquietudes en un pueblo que hasta ahora quiso mantenerse alejado de las trascendentales cosas del espíritu”. Deducimos por otra carta del mismo corresponsal que Unamuno se excusa por cuestiones que le retienen en Salamanca y le impiden atender a la petición del Ateneo. De nuevo le escribe Paz Pardo, en diciembre de 1921, solicitándole respuesta a un cuestionario sobre materias relacionadas con la enseñanza. Más tarde, y dado que la prensa habló por aquellos días de la posibilidad de que don Miguel abandonara España, el 9 de enero de 1922, el presidente del Ateneo vigués vuelve a escribirle porque desea saber si vendría a embarcar a Vigo, pues tendrían así ocasión de oírle al fin. En marzo de 1922 dirige nueva misiva en el intento tan ansiado de que venga a Vigo con ocasión de la serie de conferencias que el Ateneo quiere organizar, y no solo en esta ciudad, pues la idea era que los conferenciante acudiesen a otras ciudades gallegas, cuyas entidades culturales colaborarían en los gastos y retribución de los conferenciantes. Como es sabido, en febrero de 1924, el Directorio Militar de Primo de Rivera decreta el confinamiento de Unamuno en Fuerteventura (las comunicaciones oficiales hablan de destierro); sirven de pretexto a tan arbitraria como torpe decisión “sus constantes campañas que se califican de disolventes”. Allí permanecerá, en la isla de Fuerteventura, donde comparte confinamiento con Rodrigo Soriano, hasta el mes de julio, cuando deciden evadirse a Francia. Llegado el momento, el día 9 de julio, de madrugada, les recoge la goleta L Aiglon que les traslada a Las Palmas donde les esperan el hijo mayor de Unamuno, Fernando, y la mujer de este, María. Allí embarcan todos en el Zeelandia, que, procedente de Buenos Aires, se dirige a Lisboa, Oporto, Vigo y, finalmente, Chergurgo. Aunque planteado el viaje como una evasión, al iniciar el viaje, Unamuno ya sabe que ha sido amnistiado por Primo de Rivera. Como estaba previsto, una de las escalas del barco tiene lugar en Vigo. El Faro de Vigo del 25 de julio de 1924 da cuenta de la presencia de Unamuno y Soriano a bordo del Zeelandia, procedentes de Fuerteventura y camino del exilio en Francia. Se trata 27. Rodríguez Guerra, Epistolario galego…, págs. 448-449. 28. Rodríguez Guerra, Epistolario galego…, págs. 449-452,

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de un breve suelto en el periódico. Bajo el titulo “Unamuno y Soriano estuvieron ayer en Vigo”, dice la noticia: “En el Zeelandia que ancló ayer en nuestro puerto, viajaban dos españoles de significación poco frecuentes: D. Miguel de Unamuno y D. Rodrigo Soriano. Ambos amnistiados se dirigen a Francia. Rodrigo Soriano bajó a tierra y departió breves instantes con algunos de sus amigos aquí residentes. D. Miguel de Unamuno nos contempló desde abordo (sic), a través de sus gafas inquisitivas y violentas. La fiesta de Galicia que hoy se celebra contó, en su víspera, con una solemnidad imprevista: esta visita del maestro y del político, tal vez más discutidos últimamente”. La mirada de Unamuno ha sido descrita de modos diferentes. Como mirada de búho, y así lo caricaturizó Bagaría. González Ruano se refería a sus “ojos vivos de encrespada pupila polémica”29, y de “ojos como barrenas” habló Madariaga30. Tal vez pudiera hablarse de una mirada inquisitiva como se recoge en el texto antes citado; pero el recurso a la metonimia para hablar de unas gafas “violentas”, es algo que resulta en verdad sorprendente. ¿Qué vio el reportero en don Miguel, qué estado de ánimo intuyó en su mirada para calificarla de tal modo? Como vemos, Soriano pone pie en tierra, pero no Unamuno. Es muy probable que esta actitud sea deliberada y no meramente casual; Unamuno, aunque ya amnistiado en aquella fecha, no pisa suelo español, no quiere hacerlo, mientras siga en el poder Primo de Rivera, mientras en España no se recobren plenamente las garantías constitucionales. Recodemos que cuando deja Salamanca, camino de Fuerteventura, y sube al tren que le llevará a Madrid, dice a quienes acuden a despedirle: “Volveré, no con mi libertad, que nada vale, sino con la vuestra.” Y poco después, ya en Fuerteventura, escribe: “No he de volver a mi hoy desgraciada patria, mientras siga en ella Primo de Rivera suelto y desbocado, sin arreos ni bozal”31. Y pisar tierra española, aunque fuera en aquel reducto portuario, era, de una u otra manera, una forma de volver, de retomar contacto con el suelo patrio; y eso no ocurrirá, no quiere don Miguel que ocurra, en tanto sobre ese suelo dominen las botas del dictador militar. Y no lo hace, en efecto, hasta que se produce la caída del gobierno de Primo de Rivera el 28 de enero de 1930. Entonces, decide volver a España. Y lo hace a las cinco de la tarde del día 11 de febrero;

29. González Ruano, C., Don Miguel de Unamuno, Madrid, 1965, pag. XXI. 30. Madariaga, S. de, Semblanzas literarias contemporáneas, Barcelona, 1924, citado por S. Granjel, L., en Retrato de Unamuno¸ Madrid, 1957, pág.22. 31. A los intelectuales uruguayos, carta que está fechada en Puerto Cabras, Fuerteventura, el 11 de mayo de 1924, publicado en Crítica¸ Buenos Aires. OC IX, pág.1195

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Unamuno cruza a pie el puente de Hendaya, acompañado de su alcalde, quien, al llegar a la mitad del recorrido, le despide con un abrazo al grito de “¡Viva la libertad!”; bajo la llovizna, don Miguel avanza unos pasos y pisa al fin suelo español. El paso por Vigo, camino de Francia, había sido ya anunciado por don Miguel en carta escrita días antes a su mujer, el 22 de julio; ya a bordo del Zeelandia y rumbo a Lisboa, escribe: “Salimos ayer de las Palmas después de unos días de estancia allí buscando el modo de ir mejor a París. Al cabo se nos arregló en este vapor holandés. Mañana llegaremos a Lisboa, tocaremos después en Oporto y en Vigo, y de allí a Cherburgo, donde desembarcaremos para ir a París”32. El Faro de Vigo del 29 de julio informa de la presencia de Primo de Rivera en Vigo. Es decir, en espacio de pocos días pasan por Vigo, pero no coinciden, el confinado, Unamuno, camino de su exilio voluntario, y quien ordenara el confinamiento. El propio Unamuno –a lo que se ve, muy bien informado pese a las distancias- sabía anticipadamente, cuando viajaba en el Zeelandia, que Primo de Rivera –enterado ya de la salida de don Miguel de Fuerteventura hacia Francia- acudiría a Galicia por esos días. En la misma carta antes citada, dice Unamuno a doña Concha que “ …el Ganso va el día de Santiago a Compostela a hacer una charlotada”33. Como continuación de la noticia del fugaz paso por la ciudad, el Faro de Vigo, en su edición del día 26 de julio, informa de la llegada de Unamuno y Soriano a Cherburgo donde, según el rotativo, serían recibidos en el puerto por las autoridades para dirigirse luego al Ayuntamiento de la ciudad donde tendría lugar el recibimiento oficial; “se está organizando –continua la noticia– una manifestación popular que recorrerá el centro de la población llevando carteles alusivos a los dos amnistiados españoles”. Se programaba para las 8 de la tarde otro acto en el salón de fiestas del Ayuntamiento, donde hablarán don Miguel y otras personalidades, para terminar el día con otro banquete popular de más de mil cubiertos. Sin embargo, al final no se cumplió el programa tal como se había previsto; así resulta de la carta que don Miguel escribe a su mujer el 27 de julio donde le cuenta que “hubo manifestación, recepción en la alcaldía, mitin en que hablaron entre otros Renaudel y Jouhaux, muy conocidos. Hoy habrá banquete y a la tarde iremos a París”34. Parece, pues, que los actos de la noche se debieron suprimir, sin duda, por exigencias del viaje de los exiliados. Llama la atención la parquedad de la noticia del paso de Unamuno por Vigo a bordo del Zeelandia, camino del exilio, no solo por la brevedad del texto, sino también por la discreción tipográfica con que el periódico da la noticia. En su día, el confinamiento de Unamuno en Fuerteventura fue acontecimiento relevante en el país, como lo fue también, al paso del tiempo, la “escapada” de Unamuno hacia Francia para vivir allí su voluntario exilio mientras España siguiese bajo el régimen de Primo de Rivera,

32. Miguel de Unamuno, Cartas del destierro. Entre el odio y el amor (1924-1930), edición de Colette y Jean Claude Rabaté, Salamanca, 2012, pág.73. 33. Cartas…, pág. 74. 34. Cartas…, pág. 74.

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noticia que entonces tenía repercusión más allá de nuestras fronteras. Sin embargo, pasa de puntillas por las linotipias del Faro de Vigo, como suelto presentado con cierta reserva entre otras noticias, sin apenas relevancia, sin resalte alguno. Probablemente, el sigilo con que se recogen y publican estas noticias relativas a Unamuno pudiera obedecer a la censura impuesta desde el Directorio. A esa limitación censora cabría atribuir el hecho de que ningún periodista se acercara al barco para hacerle una entrevista, a diferencia de lo que, días antes, había ocurrido en Lisboa, cuya escala es aprovechada por el diario obrero La Batalha para entrevistarle; por su parte, don Miguel entrega al periódico una cuartilla manuscrita en la que afirma que la mejor esperanza de regeneración en España “está en el partido socialista obrero, el más humano y por lo tanto, el más patriótico y el que ha defendido la civilidad”35. A esta escala del Zeelandia en el puerto vigués se refiere Valentín Paz Andrade. Lo hace en su biografía de Castelao, cuando refiere las peripecias del diario Galicia; de este dice que fue alentado por don Miguel de Unamuno “cuando pasó por Vigo, en una escalada del barco que lo llevaba al destierro de Fuerteventura”36. Sin duda, la memoria le juega a Paz Andrade una mala pasada; el camino desde Salamanca a Fuerteventura se hizo por tierra hasta Cádiz y desde allí por mar a la isla canaria. El barco que lleva a Unamuno y hace puerto en Vigo va camino, no del destierro en Fuerteventura, sino del exilio en Francia. La cita y comentario de Paz Andrade nos lleva a pensar en la posibilidad de que, enterados algunos intelectuales de la presencia de Unamuno en el barco que atracaba en el puerto vigués, le habrían visitado y conversado con él. Y si así ha sido, no descartemos la posibilidad de que, pese al tiempo transcurrido, salga a la luz un día algún testimonio escrito, un artículo, o un diario personal, que nos permita completar este mínimo episodio de aquella escala del Zeelandia en el puerto vigués con Miguel de Unamuno a bordo. Única ocasión en la que parece que el insigne rector de Salamanca estuvo, ya que no en suelo vigués, si en aguas de su ría.

35. Rabaté, Colette y Jean-Claude, Miguel de Unamuno. Biografía, Madrid, 2009, pág.471. 36. Paz Andrade, V., Castelao na luz e na sombra, Edicións do Castro. O Castro. Sada, A Coruña, 1986, 2ª edición, pág. 224.

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UNAMUNO LECTOR Y REESCRITOR DEL QUIJOTE MANUEL ROMERO LUQUE Profesor Titular de la Universidad de Sevilla

a fuerza de cada quien no se mide tanto por sus victorias o sus derrotas cuanto por la calidad de los adversarios a quienes escoge para enfrentarse. Cuando estos son grandes y reconocidos, el solo anuncio de la batalla presagia ya el valor y el ánimo de quien emprende la lucha. Don Miguel de Unamuno es buena prueba de ello. No solo no rehúye el combate cuando lo cree necesario, sino que hasta lo provoca en cualquier terreno donde su voz tenga algo que decir, fuerte y claro, para desasosiego de sus conciudadanos de todo tiempo, para espolearlos y mantenerlos siempre alerta. De este modo, si la batalla se emprende en el campo de lo literario, elige nada menos que a Cervantes para batirse en duelo y, por si fuera poco, escoge como materia de discusión la más genial creación del alcalaíno, tal vez la mejor y, sin duda, la más universal, de todas las letras hispanas. Si la literatura, como quería Eliot, hace compatriotas y contemporáneos entre sí a todos los autores, y a todos los lectores de todos los tiempos, el enfrentamiento de posiciones entre Cervantes y Unamuno es posible; bien es verdad que los contextos vitales, las diferencias de carácter y los planteamientos literarios han de dar lugar a obras necesariamente diferentes. En primer lugar, si queremos examinar con exactitud esa contienda entre ambos colosos de nuestras letras y el papel que cada uno asigna a la figura protagonista del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (mejor sería decir a las dos figuras protagonistas de la obra) resulta ineludible referirse a una cuestión relativa a los géneros literarios: Cervantes crea una novela, Unamuno prefiere el ensayo. Esas son las armas escogidas para batirse en tan singular combate y eso hará que, de entrada, las estrategias sean necesariamente diferentes. Así, el primero ha de dar lugar a la aparición de un complejo juego de narradores, a un entramado de acciones principales y secundarias, a un mosaico de personajes y hasta debe entablar una lucha contra un usurpador de la historia para defender su paternidad literaria. El segundo construye su obra a partir de una particular lectura de la obra primigenia, lo que importa en este caso es, pues, notar ese recorrido intelectual como lector que se enfrenta a un texto que resulta de sobra conocido, glosado, estudiado, venerado… para, a partir de ahí, ofrecernos su propia obra literaria, su re-escritura de aquella, sin sentirse atado ni por la literalidad de la novela, ni por la intención del novelista o por las actuaciones efectivas de los personajes. Unamuno es aquí, en definitiva, un lector que se siente impelido a escribir su propia obra, es un lector que reescribe y, al hacerlo, crea y proyecta una nueva producción artística. Unamuno no teme contradecir o hasta corregir a Cervantes, porque

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cree tanto en sí mismo y en su facultad creadora como el héroe protagonista en sus caballerías y puede decir como aquel: “yo sé quién soy”. La obra fundamental en la que Unamuno se detiene pormenorizadamente en el análisis de la inmortal pareja literaria es, sin duda, su Vida de Don Quijote y Sancho (1905). Pero no será la única en la que litigue y hasta contradiga los planteamientos cervantinos. La relación entre Unamuno y Cervantes o entre Unamuno y El Quijote tiene una larga trayectoria que antecede a este fundamental ensayo y lo sobrepasa también en el tiempo. Casi podría afirmarse que el genial personaje cervantino es un leitmotiv de la obra del rector salmantino. A lo largo de sus Obras completas, desde 1895 y hasta 1932, podemos rastrear artículos de claro valor ensayístico y con referencias constantes al héroe cervantino. El más importante de todos es, sin duda, el titulado Sobre la lectura e interpretación del Quijote (publicado en la revista La España moderna, en abril de 1905), hasta el punto de que el rector de Salamanca declaró que fue su intención inicial el que este ensayo precediera a su Vida de Don Quijote y Sancho. Volveremos a él de inmediato. Pero recordemos también El sepulcro de Don Quijote (La España moderna, febrero de 1906), que pasaría, este sí, a formar parte desde la segunda edición (1913) de su Vida de Don Quijote y Sancho como texto introductorio; o la misma conclusión de su obra Del sentimiento trágico de la vida (1912), a la que tituló “Don Quijote en la tragicomedia europea contemporánea”. Además de artículos como “La bienaventuranza de Don Quijote”, “Don Quijote y Bolívar” (1907), “La traza cervantesca” (1917), “En un lugar de La Mancha…” (1932); sin olvidar un restringido grupo de tres artículos aparecidos en 1898, el año del Desastre, con una intención marcadamente opuesta a la deriva que más tarde imprimiría a su visión del simbólico personaje, y cuyos títulos declaran paladinamente su inicial visión: “¡Muera Don Quijote!”, “¡Viva Alonso el Bueno!” y “Más sobre Don Quijote”1. No será posible aquí analizar al detalle todas las contribuciones sobre el tema que Unamuno realizó en su dilatada producción. Y aquí, de sus dos trabajos esenciales en relación con nuestro objeto: la mencionada y reconocida Vida de Don Quijote y Sancho y Sobre la lectura e interpretación del Quijote2, ambos de 1905, nos centraremos solo en algunos aspectos fundamentales que se derivan del último de estos trabajos que acabamos de mencionar3. Pero del valor que el rector de Salamanca daba a la primera de estas dos aportaciones, y de su satisfacción por el éxito obtenido con su publicación, puede servirnos de testimonio un breve fragmento del mismo prólogo que don Miguel

1. Cfr. Miguel de Unamuno, Obras completas, introducción, bibliografía y notas de Manuel García Blanco, Madrid, Escelicer, 1966-1970, 8 vols. (Véase, especialmente, el tomo VII: Meditaciones y ensayos espirituales, pp. 1191- 1256). 2. Miguel de Unamuno, Sobre la lectura e interpretación del Quijote, Ed. de la Mirándola, 2013. En adelante, las citas de esta obra serán anotadas directamente en el cuerpo del texto, indicándose entre paréntesis la página correspondiente a esta edición. 3. Para el análisis detallado de la controversia entre los dos autores en la Vida de Don Quijote y Sancho, véase mi anterior trabajo “Dos visiones del Quijote (Unamuno versus Cervantes)”, Philologia Hispalensis (Sevilla), 2006, pp. 143-158.

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coloca, en 1913, al frente de su segunda edición y donde, tras declarar que “esta obra es de las mías la que hasta hoy ha alcanzado más favor del público”, añade: “Y me complazco en creer que a esta mayor fortuna de entre mis otras obras habrá contribuido el que es una libre y personal exégesis del Quijote, en que el autor no pretende descubrir el sentido que Cervantes le diere, sino el que le da él, ni es tampoco un erudito estudio histórico. No creo deber repetir que me siento más quijotista que cervantista y que pretendo librar al Quijote del mismo Cervantes, permitiéndome alguna vez hasta discrepar de la manera como Cervantes entendió y trató a sus dos héroes, sobre todo a Sancho. Sancho se le imponía a Cervantes, a pesar suyo. Es que creo que los personajes de ficción tienen dentro de la mente del autor que los finge una vida propia, con cierta autonomía, y obedecen a una íntima lógica de que no es del todo consciente ni dicho autor mismo”4. Esta es pues la declaración de intenciones que guía al autor vasco: Unamuno reverencia a los personajes protagonistas de la novela, pero no tanto a su creador original, del que incluso afirma en ocasiones que no llegó a entenderlos por completo. Por ello, Unamuno no es un cervantista, más bien todo lo contrario: un acérrimo detractor de una erudición caduca y momificadora de los personajes. Su meta no será, en ningún caso, aclarar el sentido que el alcalaíno quiso dar a su obra, sino aportar el suyo propio. Unamuno representa así la tarea de un lector que ha encarnado la letra del original para hacerla palabra viva —liberada de cualquier pretensión meramente escoliasta o erudita— y que, llegado a ese punto y convencido del daño causado a aquellos personajes, actúa proféticamente y cumple, a la vez, con su función de escritor al darlos a conocer a sus propios lectores, quitándoles de lo alto el polvo de los siglos y presentándolos después con sus propias experiencias y calidades literarias. Unamuno se reviste de una función salvífica con respecto al original cervantino. Quiere librarlo del lastre que supone para su “verdadera” comprensión la sesgada visión que los eruditos han ofrecido acerca de la obra, donde una reverencia absoluta a la letra y al autor originario ha deturpado la fuerza de los personajes hasta querer cortarles esas alas con las que vuelan por la eternidad que a ellos corresponde. La causa de esto radica, a juicio del autor vasco, en que en España no se conoce El Quijote y ello a

4. Miguel de Unamuno, Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid, Alianza, 1987, p. 20.

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pesar de ser ésta la única que, en su opinión, tiene reservada una plaza entre las obras verdaderamente universales. Para él, esta especie de “Biblia nacional” o no se lee o, lo que es peor, se lee mal, porque su lectura no se hace con “entusiasmo” —palabra que en griego, y Unamuno lo sabe con profundo conocimiento de causa, significa ‘inspiración’ y ‘posesión divina’ y que el DRAE define como ‘exaltación fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño’—5. Por tanto, la lectura de Unamuno, y aquí está la nota básica que va a distanciarlo de eruditos y cervantistas, es la de un entusiasta, la de alguien que quiere convertir la letra de Cervantes en espíritu y vida que aliente el porvenir de España y el suyo propio. El rector salmantino va a cargar contra quienes usan la obra de Cervantes como meros escoliastas, que recogen el dato preciso por anodino que sea y en su minuciosidad despojan a la obra de su sentido íntimo, como quien mira al microscopio unas células aisladas y desconociera el valor del conjunto del que aquellas forman parte. Contra éstos que “se limitan a exponer lo que otros han pensado”, de modo que lo que buscan es “no tener que escarbar y zahondar en el propio corazón, no tener que pensar y menos que sentir” (p. 7), se yergue su visión del Quijote; sabiendo a ciencia cierta el riesgo que su postura le va a proporcionar frente a aquellos a quienes critica: “Así también —dirá— hay una dogmática científica moderna […] de la que ningún hombre culto puede apartarse, so pena de incurrir en extravagancia, prurito de originalidad o monomanía por las paradojas” (p. 9). Sí, Unamuno, conoce bien a sus detractores, pero no le arredra la pelea y, después de acusarlos de utilizar la novela original como pretexto de todo tipo de minucias e insignificancias, señala que ninguno de éstos ha sabido meterse en las entrañas de la obra. Casi podríamos decir, con ecos cervantinos, que esta descomunal batalla sólo a él le estaba reservada, y a su Vida de Don Quijote y Sancho principalmente. Por si ello no fuera suficiente, a pesar de los peligros que conllevaba enfrentarse al establishment académico de su tiempo, Unamuno también se las trae con el propio autor de la genial novela. Así, discute el propósito que Cervantes asignó a la obra y hasta lanza una pregunta que es pura provocación “¿De cuándo acá es el autor de un libro el que ha de entenderlo mejor?”, para contestarse de inmediato que “el Quijote no es de Cervantes, sino de todos los que lo lean y lo sientan” (p. 10); de manera que si la obra sigue viva ya no es gracias a su autor original, sino a que los lectores han sabido prohijar a sus dos personajes esenciales haciéndolos vivir en sus almas. Por ello, Unamuno no duda en hablar de una “verdadera” existencia de Don Quijote que no es sino su pervivencia en el tiempo: “A nadie se le ocurrirá sostener en serio, no siendo a mí, que don Quijote existió real y verdaderamente e hizo todo lo que de él nos cuenta Cervantes […]; pero puede y debe sostenerse que don Quijote existió y sigue existiendo, vivió y sigue viviendo con una existencia y una vida acaso más intensas y más eficaces que si hubieran existido y vivido al modo vulgar y corriente. Y cada generación que se ha sucedido ha ido añadiendo algo a este Don Quijote, y ha ido transformándose y agrandándose” (p. 11). En definitiva. el personaje trasciende la obra cervantina y este será el otro caballo de batalla con el que Unamuno hostigará a las huestes de los cervantistas; pues se 5. http://dle.rae.es/?id=FqfOrb7

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atreve a proclamar que “si Cervantes resucitara y volviese al mundo, no tendría derecho alguno para reclamar contra este Quijote”, que se ha ido forjando a partir de la novela en la que tuvo su origen y en la que se dieron a conocer sus hechos, para aseverar a continuación que “Cervantes puso a Don Quijote en el mundo, y luego el mismo Don Quijote se ha encargado de vivir en él; […] y anda por el mundo haciendo de las suyas” (p. 12). De este modo, El Quijote no puede ser considerado “solo” literatura, ni su estimación convertirse en mera erudición. El profesor de Salamanca reivindica la eternidad del personaje, su auténtica fuerza poética –‘creadora’, según el sentido original del término griego– más allá de lo puramente literario. Esta reivindicación de lo poético sobre lo literario le llevará, incluso, a hacer juicios poco favorables sobre el propio Cervantes, lo que se constituirá también en uno de los tópicos unamunianos cuando se refiera al papel del alcalaíno con respecto a su obra. Así, ni el estilo literario ni el lenguaje empleado por el autor primigenio le parecen modélicos y hasta llega a decir que la obra gana traducida. Cervantes es, a juicio del bilbaíno, “un caso típico de un escritor enormemente inferior a su obra” (p. 15). No es generoso, pues, el rector de Salamanca con el soldado de Lepanto, y esto tampoco podemos pasarlo por alto, –y menos precisamente en este año cuando se cumplen los cuatro siglos de su muerte–. Es más, Unamuno, para arrimar el ascua a cuanto desarrolla y trata por extenso en su Vida de Don Quijote y Sancho, y tal vez para acentuar su nota de anti-cervantista que está en el germen de sus producciones quijotescas, dirá en este Sobre la lectura e interpretación del Quijote: “Aunque Don Quijote saliese del ingenio de Cervantes, Don Quijote es inmensamente superior a Cervantes. Y es que, en rigor, no puede decirse que Don Quijote fuese hijo de Cervantes; pues si este fue su padre, fue su madre el pueblo en que vivió y de que vivió Cervantes, y Don Quijote tiene mucho más de su madre que no de su padre. Voy más lejos aún: y es que llego a sospechar que Cervantes se murió sin haber calado todo el alcance de su Quijote, y acaso sin haberlo entendido a derechas” (p. 16). Unamuno, consciente o inconscientemente, parece confundir al autor de la novela con el narrador de la obra. Y hace corresponder, en una especie de ecuación inclemente, las palabras de quien cuenta las hazañas del caballero andante, desde dentro de la novela, con las del hombre que firma la obra. Debería haber bastado al rector de Salamanca con observar que la naturaleza de los géneros literarios arrastra sus propias reglas y convenciones, que los definen y dictan su estructura, para saber que no es 35


Cervantes quien habla en los capítulos del Quijote, sino la instancia del narrador (principal aspecto de la creación literaria al que debe atender un novelista y que es, por tanto, un ente de ficción). Este hecho lo diferencia ya radicalmente de la posición que ocupa el ensayista, quien es identificado por el lector en la figura del mismo autor y que está obligado a mostrar en su creación literaria el continuo fluir de su pensamiento. El ensayista necesita, pues, ser reconocido por el receptor continuamente en el desarrollo de su obra para seguir de su mano el recorrido intelectual que da lugar a la obra que lee; de modo que aquí radica en alto grado la fuerza persuasiva de su labor literaria6. Por esta vía, el autor vasco pretende casi cosificar al genio del siglo de oro y convertirlo en mero instrumento para que el inmortal caballero saliera a recorrer el mundo y los tiempos. Todo lo más que llega a concederle es una labor sacerdotal de intermediación: “Cervantes, como autor del Quijote, no es más que ministro y representante de su pueblo, ministro y representante de la humanidad. Y por esto hizo una obra grande. El genio es, en efecto, el que en pura personalidad se impersonaliza, el que llega a ser voz de un pueblo, el que acierta a decir lo que piensan todos sin haber acertado a decir lo que piensan. El genio es un pueblo individualizado” (p. 17). Cervantes queda reducido así a un simple intermediario y su valor como genio consiste en hacer que un pueblo entero hable por una sola voz, de modo que sus conciudadanos, de entonces y de ahora, queden quintaesenciados en uno solo que toma la portavocía y esta, apenas, de manera temporal. La nota de crueldad se acentúa hasta llegar a un punto en el que afirma sin rebozo: “Dios no mandó a Cervantes al mundo más que para que escribiese el Quijote, y me parece que hubiera sido una ventaja el que no conociéramos siquiera el nombre el autor […]. Y me atrevo a más: y es a escribir un ensayo en que sostenga que no existió Cervantes y sí Don Quijote. Y visto que por lo menos Cervantes no existe ya, y sigue viviendo en cambio Don Quijote, deberíamos todos dejar al muerto e irnos con el vivo, abandonar a Cervantes y acompañar a Don Quijote” (p. 19). Cerremos aquí, por ahora, esta breve incursión en el enfrentamiento que Unamuno mantuvo con su antecesor en las letras y esperemos que esa bonhomía de Cervantes que transmiten sus escritos haya perdonado algunas de estas exageraciones unamunianas. Y aún, tal vez, habremos de enterarnos cuando el tiempo ya no exista tampoco para nosotros, qué se habrán dicho ambos genios al encontrarse en esa eternidad que tanto anhelaba el rector salmantino.

6. Cfr. Manuel Romero Luque, “Oratoria y ensayo. La persuasión como fundamento”, en José Antonio Hernández Guerrero, María del Carmen García Tejera, Isabel Morales Sánchez y Fátima Coca Ramírez (eds.): Oratoria y Literatura, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz - Fundación Municipal de Cultura, Cádiz, 2004, pp. 43-52.

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ITINERARIO UNAMUNIANO SALMANTINO Tercera mirada

Dejando a tras el Convento de San Esteban, receptor de la segunda mirada, caminamos por la calle Tostado arriba, dejando a un lado las antiguas caballerizas y el teatro Juan del Encina, para entrar en la Plaza de Anaya, soñadero habitual de Unamuno en los últimos años de su carrera docente, donde era frecuente verle pasear solitario o en compañía de estudiantes y colegas, en los pequeños descansos que le permitían sus actividades rectorales y docentes. Plaza franqueada por la catedral nueva, la trasera del antiguo edificio universitario, la primitiva escuela Normal de Magisterio y el Palacio de Anaya, llamado este así en recuerdo a Diego de Anaya y Maldonado, fundador del Colegio de San Bartolomé, en 1401. Palacio neoclásico construido entre 1697 y 1767, en sustitución del antiguo colegio de Bartolomicos, con gran pórtico, escalinata y columnas rematadas en frontón triangular, actualmente sede de la Facultad de Filología, pudiendo contemplarse en el patio interior una galería de columnas que custodia los vítores universitarios de doctorados. Esta “tercera mirada” en nuestro unamuniano itinerario, nos permite recordar que el Palacio de Anaya ha sido a lo largo de su historia colegio mayor, museo provincial, gobierno civil, delegación de Hacienda, oficina de telégrafos, sede emisora de radio y facultad universitaria. Incluso se propuso su venta, su adecuación a Instituto de Segunda Enseñanza, su recuperación como residencia de estudiantes, incluso se estudió la posibilidad de instalar en él un cuartel, como propuso en 1919 el cacique 37


Diego Martín Veloz, ante la oposición frontal de Unamuno, que luchó contra ese proyecto en el Ayuntamiento como concejal y en la Universidad como profesor, convocando el cacique un mitin en el Teatro Moderno contra don Miguel, que fue insultado y amenazado frente a su casa por los manifestantes que habían acudido a la concentración. Unamuno recibió en el exilio hendayés la noticia anhelada por él de que el Gobierno había decidido entregar el Colegio de San Bartolomé el Viejo o Palacio de Anaya, a la Universidad para fines docentes, por Real Decreto de 4 de mayo de 1927, firmado por el rey Alfonso XIII en el Alcázar de Sevilla, el 29 de abril de 1927. Años más tarde, en 1932, con Unamuno de rector, el claustro acordó instalar en dicho palacio en mayo del siguiente año, las Facultades de Ciencias y Letras. La primera en la parte inferior del patio y la segunda en el claustro superior, desistiendo de implantar en el mismo una residencia de estudiantes, quedando la facultad Medicina en la Hospedería del antiguo Colegio del Arzobispo, y en el edificio antiguo de la Universidad, la Facultad de Derecho y la Biblioteca general, comenzando las clases en el citado palacio, tras realizarse las correspondientes obras de adaptación a su nueva función, pasando a ser salas de lecturas de la biblioteca las dos aulas del edificio antiguo donde Unamuno daba sus clases. Esos dos últimos años de su carrera, don Miguel años impartió clases de Historia de la Lengua Castellana en dicho palacio, de once a doce de la mañana, pasando después al rectorado para despachar los asuntos correspondientes, siempre que las tareas parlamentarias en las Cortes Constituyentes de la República se lo permitían. En este Palacio se inauguró el busto que Victorio Macho hizo a Unamuno en el autoexilio de Hendaya, adquirido por suscripción popular y asentado en el lugar donde actualmente se encuentra, el 29 de septiembre de 1934 con motivo del homenaje nacional que recibió el día de su jubilación, al cumplir los 70 años. La compañía de Enrique Borrás y Margarita Xirgu, dirigida por Cipriano Rivas Cherif, representó en agosto de 1933 sobre la escalinata de entrada al Palacio, la obra Medea traducida por Unamuno, como acto anticipado del homenaje nacional que se le rendiría al año siguiente. Finalmente, recordemos que la plaza de Anaya fue testigo del hecho más luctuoso y triste vivido en la Universidad de Salamanca, cuando los disparos de las fuerzas de seguridad para reprimir una manifestación estudiantil, acabaron el 2 de abril de 1903 con la vida del estudiante Federico García, siendo Unamuno rector que puso en peligro su vida para evitar los altercados.

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ACTIVIDADES REALIZADAS POR LA ASOCIACIÓN Primer Semestre 2016

Miguel de Unamuno «¿una poética del sentir o una poética del pensar»? Sala de la Palabra, 14 de enero a las 20.00 h. Antonio Colinas. Poeta. Premio Nacional de Literatura. Presentó, Elena Díaz Santana. Vocal de Comunicación.

Charla-coloquio «Unamuno y la República» Sala de la Palabra, 11 de febrero a las 20:00 h. Charla-coloquio a cargo de Francisco Blanco Prieto, Presidente de la Asociación. Moderada por Luis Gutiérrez Barrio, Secretario de Amigos de Unamuno.

«Evocaciones salmantinas de Unamuno» Salón de Actos de la Casa de las Conchas, 17 de enero a las 20:00 h. Conferencia cargo de Jesús Málaga Guerrero. Presidente del Centro de Estudios Salmantinos (CES) Presentó, Pablo de Unamuno Pérez Vicepresidente de la Asociación.

«Miguel de Unamuno: aislamiento en Fuerteventura» Sala de la Palabra. 25 de febrero a las 20:00 h. Conferencia a cargo de Luis Andrés Marcos. Doctor en Filosofía por USAL y Ex-Profesor de UPSA. Presentó, Antonio de Miguel Gaspar. Tesorero de la Asociación. 39


Recital Musical de Manuel Madrid Canciones íntimas. Confinamiento y destierro Auditorio de San Blas, 26 de febrero a las 20:00 H Introdujo y presentó el acto Teresa Madrid Molino, Licenciada en Filosofía. Especialista en Educación Intercultural.

Asamblea General de Socios Biblioteca Torrente Ballester 4 de marzo se celebraron dos Asambleas: una ordinaria y otra extraordinaria. Con el fin de sustituir en la Junta Directiva a Pablo Unamuno Pérez, quien ocupaba la Vicepresidencia, y de Cirilo Flórez Miguel, quien ocupaba la Vocalía de Relaciones Locales. Para ocupar estos cargos, se acordó designar a los socios Luis Andrés Marcos para la Vicepresidencia y a Román Álvarez Rodríguez para la Vocalía de Relaciones Locales. Todos los asistentes se mostraron conformes con estas nuevas designaciones.

Taller de poesía, cuentos y cocotología «Pajaritas de rima, cantares de papel» Biblioteca Torrente Ballester 19 de marzo, a las 12:00 h Para niños a partir de 8 años. Con la presencia de: • Raúl Vacas Polo, como poeta y narrador • Fernando Saldaña Fernández, ilustrador e ilusionista. Presentó: Francisco Alonso Bringas. Socio Fundador de la Asociación. 40

Homenaje poético al Quijote: «Unamuno y León Felipe. poetas quijotescos» Sala de la Palabra, 7 de abril a las 20:00 h. Texto y selección de poemas: Francisco Blanco Prieto. Organización y presentación: Elena Díaz Santana y Luis Gutiérrez Barrio.


Unamuno y Cervantes al encuentro Los días 20 y 21, realizamos unas jornadas bajo el título: “Unamuno y Cervantes al encuentro”. – El miércoles 20, escuchamos la conferencia: “Dos versiones del Quijote. Unamuno versus Cervantes”, impartida por el Profesor Titular de la Universidad de Sevilla, D. Manuel Romero Luque. – El jueves 21, nos acompañó el profesor titular de Literatura Comparada, D. Javier Pardo García, cuya conferencia versó sobre: “El mito quijotesco en la obra narrativa de Unamuno”. Las jornadas fueron presentadas por Luis Andrés Marcos, Doctor en Filosofía y Letras y vicepresidente de la Asociación.

Jornadas: Unamuno y la Medicina Los días 4, 5 y 6 de Mayo, se han realizado en el Colegio de Médicos de Salamanca, las jornadas “Unamuno y la Medicina”. Fueron presentadas por Manuel Gómez Benito, Presidente del Colegio de Médicos de Salamanca y actuó como moderador de las mismas, D. Juan Antonio González González. – El miércoles día 4 de Mayo, tuvo lugar la conferencia: “Unamuno y la Medicina” impartida por Consuelo del Cañizo Fernández Roldán, nieta de D. Agustín del Cañizo, amigo íntimo de D. Miguel. – El día 5 de Mayo, asistimos a la conferencia “Amigos médicos de Unamuno”, impartida por Agustín del Cañizo Álvarez, nieto de Agustín del Cañizo, amigo íntimo de D. Miguel. – El viernes 6 de mayo la conferencia versó sobre ”Las Enfermedades de Unamuno” impartida por Francisco Blanco Prieto, Presidente de la Asociación de Amigos de Unamuno. 41


Jornadas audiovisuales unamunianas Sala de proyección de la Filmoteca de Castilla y León El 19 de Mayo contamos con la presencia de Rafael Alcázar, director del documental: “Unamuno vive en Amsterdam“ con quien pudimos visualizar la cinta y entablar un coloquio muy interesante.

El 20 de Mayo, pudimos visualizar la película: ”Volver del sueño” de Miguel Picazo. Fue presentada por Marta García Gasco vocal de la Asociación de Amigos de Unamuno de Salamanca.

RUTAS UNAMUNIANAS EN BILBAO Y HENDAYA 18 y 19 de junio de 2016 La Asociación Amigos de Unamuno en su anhelo de dar a conocer la vida y la obra de D. Miguel, organizó un viaje para visitar los lugares en los que vivió durante su infancia y en los que sufrió parte de su exilio. Se formó un grupo de 19 entusiastas unamunianos, que partieron de buena mañana de Salamanca con dirección a la cuna, villa fuerte y febril, hija del abrazo del mar con las montañas cuna de ambiciones mercaderes, esperanza del sentador, hogar de su alma y tierra donde posó su joven corazón. Nos acogió Bilbao con una pertinaz lluvia, que nada bueno nos hacía presagiar. José Antonio Ereño Altuna, doctor en Historia, profesor en la Universidad de Deusto y un gran unamuniano, quien cumplió a la perfección su papel como guía de excepción, nos esperaba estoico ante la torrencial lluvia. Buscamos cobijo bajo los aleros del teatro Arriaga, escenario frecuentado por Unamuno y en el que pronunciara discursos tan controvertidos. “De mi Vizcaya, de mi Bilbao la simiente, de mi Castilla, de mi Salamanca el fruto”. 42


Bajo la protección del teatro Arriaga comenzamos la ruta unamuniana de Bilbao conducidos por José Antonio Ereño. La lluvia, cesó como por encanto, para dejarnos disfrutar de este viaje bajo un espléndido sol. De allí nos fuimos a la calle La Ronda, ante el número 16, recibimos las sabias explicaciones de nuestro “guía”. Pero veamos que nos dice D. Miguel de su propio nacimiento: “No recuerdo haber nacido…. Llegué al mundo en los más lúgubre y sombrío Bilbao: en el número 16 de la calle la Ronda, amasada de humedad y sombras, con olor a vino de bodega, donde la luz no entraba sino derritiéndose, el 29 de septiembre de 1864, a las siete y cuarto de la tarde, siendo bautizado ese mimos día de San Miguel en la iglesia de los Santos Juanes, por el párroco Pascual de Zuazo”.

En la plaza de Unamuno (Se llama así desde 1980), contemplamos las famosas Calzadas de Mallona y por supuesto el busto de Unamuno que se alza sobre sobre una alta columna. Busto del escultor palentino Victorio Macho. El que hay ahora es una copia, ya que el 7 de junio de 1999 y tras un acto político de Euskal Herritarrok desapareció el original y no se volvió a saber nada de él hasta que nueve meses después se encontró en la Ría. El original se conserva en el despacho del alcalde de Bilbao. Una vez finalizada la ruta unamuniana de Bilbao, y después de agradecer muy encarecidamente a José Antonio Ereño, sus inestimables servicios como “guía”, tuvimos tiempo para contemplar esa maravilla arquitectónica que es el museo Guggenheim. Visitamos sus diferentes salas en las que pudimos contemplar obras de muy diversos artistas que compiten con la maravilla del edificio, el cual, tanto su exterior como su interior, es una magnífica obra de arte en sí mismo. 43


En Hendaya visitamos el hotel Broca. El escritor, con 61 años, se hospedó en el Hotel Broca, luego llamado “de la Gare” (nombre que conserva en la actualidad como puede verse en la foto), donde pasó cinco años dedicándose a leer prensa y libros prestados, recibir visitas de amigos, escribir poesía y novela, censurar en artículos al régimen, pasear, contemplar su País Vasco. Asistir a tertulia en el Gran Café de la Plaza de la República, jugar al mus con los amigos y tomar alguna sidra Biriatou, luchando así contra la murria que le acompañaba, sin saber que quince años después, en la estación del ferrocarril de la localidad se entrevistarían dos dictadores (Franco y Hitler). A pesar de las gestiones de nuestro Presidente, no pudimos visitar el interior del hotel y ver la habitación en la que se hospedaba D. Miguel. En Hendaya quisimos localizar el lugar donde Unamuno se hizo la emblemática foto apoyado en una barca, con su boina negra y su habitual indumentaria. El lugar donde nos hicimos la foto no es exacto, porque los años han cambiado la fisonomía del paisaje con nuevas edificaciones, pero intentamos aproximarnos lo más posible y este fue el resultado, con Fuenterrabía al fondo. Precioso pueblo que vistamos posteriormente. Durante estas jornadas tuvimos ocasión de probar la acreditada cocina vasca. Visitamos algunos restaurantes con encanto local como la sidrería “Petritegui” donde además de disfrutar de sus artes culinarias, pudimos degustar de una magnífica sidra escanciada directamente de sus enormes barricas. También visitamos San Sebastián, punto final de nuestro recorrido y de donde partimos de regreso a nuestra querida Salamanca. Es de destacar el magnífico ambiente que ha reinado a lo largo de estas dos jornadas entre todos los asistentes. La cordialidad y el buen humor han estado presentes en todo momento. 44


Actividades Programadas para el Segundo Semestre de 2016 Septiembre Sábado, 17

Hora: 12:00 h.

Lugar: Casa Museo Unamuno.

Actividad: Visita guiada a la casa rectoral de Unamuno en Salamanca.

Mesa redonda: Ana Chaguaceda: “La casa rectoral de don Miguel, hoy

Museo Unamuno”.

Organización interna: Ana Chaguaceda.

Becarios e investigadores: Marta García Casco.

Hora: 12:00 h.

Jueves, 29

Lugar: Aula Magna de Filología.

Actividad: Conferencia-coloquio: “Unamuno, profesor y rector”

Francisco Blanco Prieto. Presidente de la Asociación

Presenta: Vicente González González, Decano de la Facultad de Filología.

Hora: 13:30 h.

Jueves, 29

Lugar: Ante el busto de Victorio Macho en el Palacio de Anaya.

Homenaje floral: “El día de la jubilación de Unamuno”

Antonio de Miguel Gaspar. Tesorero de la Asociación.

Octubre Jornadas: «Veraneos de Don Miguel» Hora: 20:00 h.

Miércoles, 19

Lugar: Salón de actos de la Casa de las Conchas

Actividad: Conferencia: “Unamuno en Becedas”

Jesús Gómez Blázquez. Catedrático de Literatura

Hora: 20:00 h.

Jueves, 20

Lugar: Salón de actos de la Casa de las Conchas

Actividad: Conferencia: “Unamuno en Candelario”.

Daniel Sánchez Gutiérrez. Secretario del Ayuntamiento de Candelario. Autor del libro “Los días de la niebla”.

Presenta las jornadas y los ponentes: Elena Díaz Santana, Vocal de comunicación. 45


Noviembre Jueves, 10

Hora: 20:00 h.

Lugar: Sala de la Palabra.

Actividad: Conferencia: “Huellas místicas en la poesía unamuniana”

María Jesús Mancho Duque. Catedrática de Lengua Española, USAL.

Presenta: Jesús Málaga Guerrero, Presidente del Centro de Estudios Salmantinos (CES)

Jueves, 24

Hora: 20:00 h.

Lugar: Salón de actos de la Filmoteca de Castilla y León

Actividad: Conferencia: “La obra de Unamuno en el cine” Juan Antonio Pérez Millán.

Excoordinador de la Filmoteca de Castilla y León.

Presenta: Luis Gutiérrez Barrio, Secretario de la Asociación

Diciembre Viernes, 2

Hora: 20:00 h.

Lugar: Teatro Liceo

Actividad: Estreno obra de teatro: “El sentidor ante su retrato”

Autor: Francisco Blanco Prieto

Puesta en escena: Compañía Komo Teatro

Director: Claudio Casero Altube

Hora: 20:00 h.

Jueves, 15

Lugar: Sala de la Palabra

Actividad: Presentación del número 4 de la revista NIVOLA Interviene: Emiliano Jiménez Fuentes

Sábado, 31

La Asociación colabora con el Ayuntamiento de Salamanca en el homenaje a Unamuno en Bordadores.

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FICHA DE AFILIACIÓN Las personas interesadas en pertenecer a la Asociación Amigos de Unamuno, pueden hacerlo cumplimentando la siguiente ficha de afiliación que aparece en la página Web: www.amigosdeunamuno.es, o remitiendo los datos solicitados en ella a la dirección de correo electrónico: secretario@amigosdeunamuno.es

Instituciones Colaboradoras con la Asociación

Consejería de Cultura y Turismo

UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE S ALAMANCA

FACULTAD DE FILOLOGÍA

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