poesia

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que no se ve. ¿Cómo saben los que cuentan si nunca la vieron? ¿A ver? Unos dicen que está lejos, otros fueron una vez. Pero todos aseguran que si se apagan las luces y se encienden los sentidos, la empiezan a recorrer. CUATROJOS Yo tenía dos ojos, carozos muy cojos, que sólo veían la pampa y la vía. Si estaban cerrados pesados, cansados, en un mar oscuro roncaban a dúo. Cuando iban abiertos, atentos, despiertos, presumían lo bien que ellos sabían ver. Pero en una tarde, de esas que se abren, los dos se calzaron anteojos muy raros. ¡Cómo descubrían asían, vivían…!


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