El ojo de Adrián 3 Año 2 : La delgada línea roja

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La delgada lĂ­nea roja


Santiago Sierra Palabra de 350 cm de altura por 1,200cm de ancho Iglesia de San Matteo, Lucca, Italia. Mayo de 2004 La palabra “Klassenkampf ”, lucha de clases en español, fue instalada en el interior del espacio e iluminada con dos focos desde el suelo.


número 3 Agosto:

La delgada línea roja

Arte / Literatura / El Salvador

LITERATURA: Joaquín Pasos, Miguel Huezo Mixco, Roger Lindo. ARTES VISUALES: Ronlad Morán, Santiago Sierra. TEXTOS: Horacio Castellanos Moya, Hector Corti, Jorge Albán, Jordi Borja, Pablo Helguera. ENTREVISTA: Imanol Uribe por Paolo Hasbún


Isabel Múñoz España 1951

blanco ynegro

De origen catalán, desde 1970 vive y trabaja en Madrid.

Estudió técnicas antiguas de fotografía en Estados Unidos, interesándose por la platinotipia. Su obra creativa se centra en el estudio del cuerpo humano a través de imágenes en blanco y negro de gran formato en las que el cuerpo monumental inunda la superficie. El pasado mes de Mayo mostró su más reciente serie de fotografías – retratos de mareros salvadoreños, sus familias y su entorno carcelario – a miles de kilómetros de segura distancia, en la madrileña Casa de América.


Nos dijeron que si recorríamos un largo camino lleno de sacrificios, de combates, de renuncias, llegaríamos al pie del arco iris, en cuya base izquierda estaba enterrado el tesoro de la justicia, la abundancia para todos, y cuya magia garantizaba la felicidad de los niños. Nosotros, que mucho sabíamos de vivir errantes, hicimos aquel camino. Y llegamos. Cargados de muertos, sudorosos, hambreados, con los ojos desorbitados de tanto sufrimiento, pero llegamos. Una vez allí, nos dijeron que disculpáramos, que todo había sido un error; que de todas maneras el tesoro se encontraba enterrado al pie derecho, en el otro extremo. Cesó la lluvia bienhechora que nos había acompañado durante el viaje, y en su lugar sólo quedó una enorme polvareda olorosa a muerte y con un sabor amargo que no nos cabía en la ilusión traicionada. De esos polvos vienen los lodos de hoy.

La muerte se convirtió en costumbre y la vida perdió toda dignidad y ganó precio, un precio bajo, como suele suceder cuando se merca con lo que no debería convertirse en mercancía. Los más fáciles de culpar, los delincuentes, los rateros, nos devuelven, duplicada en apuestas de tahúr, la lección que aprendieron en ese largo camino: todo es válido, nada sagrado queda en nuestra casa. Hay quien se enriqueció con sangre y hay quien sangre derramó para conservar su peculio. Nos quedan nuestros poemas, nuestros pinceles, las canciones que inventamos en el camino para afirmar lo contrario: el fin no justifica los medios, la vida y la dignidad humanas no tienen precio. Detengamos esta locura.


Blanco y negro Isabel Múñoz (ESP)

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Esperanto

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Pienso, luego existo

Leon Golub Artes Visuales (USA/1922-2004)

Fotografías en esta sección cortesía de 100 días en la República de la Muerte. Tres novelas centroamericanas: Política, humor y ruptura Horacio Castellanos Moya (SAL)

Albert Camus Ensayo (ARG/1913FRA/1960) De El hombre rebelde

Una vida con ética y compromiso: Juan Gelman, poeta y periodista Héctor Corti (ARG)

Joaquín Pasos Poesía (NIC/1914 - 1947) Canto de guerra de las cosas

Árdides ante el espectáculo en América Central Jorge Albán (CRI) Arte contemporáneo y educación política Pablo Helguera (MEX)

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Terrae-motus

Miguel Huezo Mixco Crónica (inédito) Despedidas en silencio (SAL) Santiago Sierra Artes Visuales Acciones (ESP) Róger Lindo Novela De El perro en la niebla (SAL) René E. Rodas Poesía (inédito) Mar (SAL) Ronald Morán Artes Visuales Habitación infantil (SAL)

La broma como resistencia política Jordi Borja (ESP)

Editor Enrique Walden-Lagos editor@elojodeadrian.com

La delgada línea roja Portada: Santiago Sierra

Consejo Editorial J Pasos I Duncan W Whitman Coordinación Editorial La Monja Blanca Corrección de estilo El Marqués de Carabás Fotografía Tercer Ojo Diseño y Publicidad Comunicación Gráfica Todos los textos han sido autorizados para su publicación por sus autores, y pueden ser citados siempre y cuando se haga referencia a la fuente. Creación literaria y obras de artes visuales sólo podrán ser reproducidos con la autorización expresa de sus autores. Artículos sin firma son de exclusiva responsabilidad de El ojo de Adrián. información: contacto@elojodeadrian.com


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Diálogo de bípedos Imanol Uribe: Del museo de cera Paolo Hasbún (SAL)

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A walk on the wildside Museo de Historia Militar

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La P 41 de Adrián

Un informe para una academia Franz Kafka Francisco Toledo Grabados

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Lo que el viento se llevó

Miss Nicaragua Rodrigo Peñalba Banda punkie y su nuevo release (NIC)

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Bloga 8

Azul Krisma y su infierno de imágenes Enigma Tierra de collares

Generación X Rigoberta Menchú: Una mujer con mundo Rodolfo Molina Revólver / Alan Mills Muestra colectiva en Galería La Pinacoteca Yo también soy (SAL) terrorista Alta hora de la noche Bajo la sombra de Amigos Sandino Rafael Lara Tribulaciones y asteriscos Presentación del libro Cilca 2007- Antigua “Bajo la sombra de Sandino: Guatemala Historia de una revolución Inquisiciones y otros inconclusa” de Carlos fracasos García. (NIC) La cárcel como solución Cosas tan pasajeras Defensa propia No apto para turistas

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Al infinito y más allá

Barricada ¿Qué estamos haciendo? Hijos de la guerra H.I.J.O.S.

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De rumores y risas


Canto de guerra de las cosas (Fragmento)

Poesía

JOAQUIN PASOS 1914 – 1947 Epitafio para Joaquín Pasos: Aquí pasaba a pie por estas calles,/ sin empleo ni puesto y sin un peso./ Sólo poetas, putas y picados/ conocieron sus versos.// Nunca estuvo en el extranjero./ Estuvo preso./ Ahora está muerto./ No tiene ningún monumento...// Pero/ recordadle cuando tengáis puentes de concreto,/ grandes turbinas, tractores, plateados graneros,/ buenos gobiernos.// Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo,/ en el que un día se escribirán los tratados de comercio,/ la Constitución, las cartas de amor,/ y los decretos.// Ernesto Cardenal

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(…) Esta cal de mi sangre incorporada a mi vida será la cal de mi tumba incorporada a mi muerte, porque aquí está el futuro envuelto en papel de estaño, aquí está la ración humana en forma de pequeños ataúdes, y la ametralladora sigue ardiendo de deseos y a través de los siglos sigue fiel el amor del cuchillo a la carne. Y luego, decid si no ha sido abundante la cosecha de balas, si los campos no están sembrados de bayonetas, si no han reventado a su tiempo las granadas... Decid si hay algún pozo, un hueco, un escondrijo que no sea un fecundo nido de bombas robustas; decid si este diluvio de fuego líquido no es más hermoso y más terrible que el de Noé, ¡sin que haya un arca de acero que resista ni un avión que regrese con la rama de olivo! Vosotros, dominadores del cristal, he ahí vuestros vidrios fundidos. Vuestras casas de porcelana, vuestros trenes de mica, vuestras lágrimas envueltas en celofán, vuestros corazones de bakelita, vuestros risibles y hediondos pies de hule, todo se funde y corre al llamado de guerra de las cosas, como se funde y se escapa con rencor el acero que ha sostenido una estatua. (…) Con la opaca voz de un destrozado amor sin remedio, con el hueco de un corazón fugitivo, con la sombra del cuerpo con la sombra del alma, apenas sombra de vidrio, con el espacio vacío de una mano sin dueño, con los labios heridos con los párpados sin sueño, con el pedazo de pecho donde está sembrado el musgo del resentimiento y el narciso, con el hombro izquierdo con el hombro que carga las flores y el vino, con las uñas que aún están adentro y no han salido,


con el porvenir sin premio con el pasado sin castigo, con el aliento, con el silbido, con el último bocado de tiempo, con el último sorbo de líquido con el último verso del último libro. Y con lo que será ajeno. Y con lo que fue mío. Somos la orquídea de acero, florecimos en la trinchera como el moho sobre el filo de la espada, somos una vegetación de sangre, somos flores de carne que chorrean sangre, somos la muerte recién podada que florecerá muertes y más muertes hasta hacer un inmenso jardín de muertes. (…) Por fin, Señor de los Ejércitos, he aquí el dolor supremo. He aquí, sin lástimas, sin subterfugios, sin versos, el dolor verdadero. Por fin, Señor, he aquí frente a nosotros el dolor parado en seco. No es un dolor por los heridos ni por los muertos, ni por la sangre derramada ni por la tierra llena de lamentos ni por las ciudades vacías de casas ni por los campos llenos de huérfanos. Es el dolor entero. No puede haber lágrimas ni duelo ni palabras ni recuerdos, pues nada cabe ya dentro del pecho. Todos los ruidos del mundo forman un gran silencio. Todos los hombres del mundo forman un solo espectro. En medio de este dolor, ¡soldado!, queda tu puesto vacío o lleno. Las vidas de los que quedan están con huecos, tienen vacíos completos, como si se hubieran sacado bocados de carne de sus cuerpos. Asómate a este boquete, a éste que tengo en el pecho, para ver cielos e infiernos. Mira mi cabeza hendida por millares de agujeros: a través brilla un sol blanco, a través un astro negro. Toca mi mano, esta mano que ayer sostuvo un acero: ¡puedes pasar en el aire, a través de ella, tus dedos! He aquí la ausencia del hombre, fuga de carne, de miedo, días, cosas, almas, fuego. Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos. 2


Artes Visuales

Leon Golub 1922 - 2004

Pintor, grabador y activista político, Leon Golub produjo arte sobre la disparidad entre el poder y la falta de poder desde sus más tempranas pinturas en los años 40. Desarrolló un expresivo estilo figurativo a través de un largo estudio de fuentes que van desde la escultura clásica hasta las ilustraciones en la prensa masiva. A partir de los años 70 comenzó a difundir sus temas universales haciendo referencia a eventos y contextos específicos en series dedicadas a líderes políticos, mercenarios y víctimas de la tortura. Sus monumentales telas presentan un perturbador retrato de la maldad y vulnerabilidad humanas en una penetrante crítica de la sociedad contemporánea. Wendy Weitman

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Ensayo

El mar y elALBERT espejo CAMUS ARG/1913- FRA/1960

Albert Camus goza de un merecido respeto en el mundo de las letras y de

la filosofía, pero más que un filósofo y literato, fue un hombre de su época, un humanista que asoció sus reflexiones a conflictos de su tiempo. Imprudente a lo largo de su existencia, la muerte lo sorprendió a la edad de 46 años en un accidente automovilístico. Hijo de inmigrantes, huérfano de padre cuando era casi un recién nacido, su obra es la de un europeo con la mirada puesta en sus raíces africanas, lo que le llevó a mantener posiciones firmes frente al colonialismo y el autoritarismo de todo signo ideológico. El rechazo a la servidumbre y la equiparación del esclavo con el amo –“somos iguales”--es el primer gran momento de toda rebelión. Camus propone el alzamiento y la proclama de Espartaco, ocurridas en el corazón de la Roma imperial, como un movimiento que ilustra las contradicciones de los rebeldes: liberar a los siervos para darles en esclavitud a sus antiguos amos. El oprimido se afirma como igual al amo, y quiere ser opresor.

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El hombre rebelde Fragmento

Allí donde el esclavo se rebela contra el amo hay un hombre que se alza contra otro en la tierra cruel, lejos del cielo de los principios. El resultado es solamente el asesinato de un hombre. Las sediciones de los siervos, las sublevaciones populares, las guerras de mendigos, las revueltas de villanos, ponen en evidencia un principio de equivalencia, vida contra vida, que, a pesar de todas las audacias y todas las farsas, se volverá a encontrar en las formas más puras del espíritu revolucionario, el terrorismo ruso de 1905, por ejemplo. La rebelión de Espartaco al final del mundo antiguo, algunas decenas de años antes de la era cristiana, es ejemplar a este respecto. Se advertirá ante todo que se trata de una rebelión de gladiadores, es decir, de esclavos dedicados a los combates de hombre contra hombre y condenados, para deleitación de los amos, a matar o ser muertos. Esa rebelión, que comenzó con setenta hombres, terminó con un ejército de setenta mil insurgentes que derrotaron a las mejores legiones romanas y subieron por Italia para marchar contra la ciudad eterna. Sin embargo, esta rebelión, como observa André Prudhomeaux, no aportó ningún principio nuevo a la sociedad romana. La proclama de Espartaco se limita a prometer a los esclavos “igualdad de derechos”. Este paso del hecho al derecho que hemos analizado en el primer movimiento de rebelión es, en efecto, la única adquisición lógica que se puede hallar en este momento de la rebelión. El insumiso rechaza la

servidumbre y se afirma igual al amo. Quiere ser amo a su vez. La rebelión de Espartaco ilustra constantemente este principio de reivindicación. El ejército de siervos libera a los esclavos y les entrega inmediatamente en servidumbre sus anteriores amos. Según una tradición, dudosa, es cierto, hasta habría organizado combates de gladiadores entre muchos centenares de ciudadanos romanos e instalado en las gradas del circo a los esclavos, delirantes de alegría y de excitación. Pero matar hombres no lleva sino a matar más todavía. Para hacer triunfar un principio hay que destruir un principio. La ciudad del sol con que soñaba Espartaco sólo se habría podido elevar sobre las ruinas de la Roma Eterna, de sus dioses y sus instituciones. El ejército de Espartaco marcha, en efecto, sobre Roma, espantada por el temor de tener que pagar sus crímenes. Sin embargo, en ese momento decisivo, a la vista de las murallas sagradas, el ejército se inmoviliza y retrocede, como si lo hiciese ante los principios, la institución, la ciudad de los dioses. Destruida ésta, ¿qué se podría poner en su lugar, fuera de ese deseo salvaje de justicia, de ese amor herido y furioso que hasta entonces ha mantenido en pie a los desdichados? En todo caso, el ejército se retira sin haber comentado, y decide entonces, en virtud de un movimiento curioso, volver al lugar de origen de las rebeliones de siervos, rehacer en sentido inverso el largo camino de sus victorias y entrar en Sicilia, como si esos desheredados, en adelante solos y

desarmados ante las grandes tareas que les esperan, desalentados ante el cielo que tenían que asaltar, volviesen a lo más puro y cálido de su historia, a la tierra de los primeros gritos donde morir era fácil y bueno. Entonces comienza la derrota y el martirio. Antes de la última batalla, Espartaco hace crucificar a un ciudadano romano para informar a sus hombres de la muerte que les espera. Durante la lucha, mediante un movimiento rabioso en el que no puede dejar de ver un símbolo, él mismo trata de alcanzar a Craso, que manda las legiones romanas. Quiere perecer, pero en un combate de hombre contra hombre con quien simboliza en ese momento a todos los amos romanos; quiere morir, sin duda, pero en la más alta igualdad. No alcanza a Craso; los principios combaten desde lejos y el general romano se mantiene apartado. Espartaco morirá, como ha querido, pero bajo los golpes de los mercenarios, esclavos como él, y que al matar la de él matan su propia libertad. A cambio del único ciudadano crucificado, Craso ejecutará a millares de esclavos. Las seis mil cruces que, después de tantas rebeliones justas, jalonarán la ruta de Capua a Roma demostrarán a la multitud de siervos que no hay equivalencia en el mundo del poder y que los amos calculan con usura el precio de su propia sangre.

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Mi

Tres novelas centroamericanas: Política, humor y ruptura HORACIO CASTELLANOS MOYA 1957 Horacio Castellanos Moya es, sin duda alguna, el novelista salvadoreño más importante de las últimas dos décadas. Nacido en 1957, el autor de la controversial novela El Asco pertenece a esa generación de escritores y poetas a quienes el destino les jugó el albur de introducirlos a la literatura y a la guerra a un tiempo. Las largas guerras civiles centroamericanas con todo su terror y sus secuelas –exilio, divisiones familiares, incertidumbre- no lograron echar a perder la vocación de Castellanos Moya aunque, obviamente, han influido en el tono y le han dado los temas a una parte significativa de su obra. Castellanos Moya es un escritor de sólido oficio, posee una técnica depurada y, de atender lo que indica su estilo, una idea muy firme de qué espera de su obra. El Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Poitiers, en Francia, realizó el pasado 10 de abril una “Jornada de Literatura Centroamericana Contemporánea”, en la que participaron académicos procedentes de universidades de Francia, Alemania y España. El siguiente texto fue presentado en ese evento.

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relación con la novela centroamericana ha sido contradictoria. Por un lado, siempre me lamento de la flaca tradición, sostenida en grandes excepcionalidades más que en una producción vasta y variada, con un acerbo de obras muchas de las cuales ahora me dejan impasible y a las que apenas vuelvo ya; por otro lado, no puedo negar que mi formación como escritor se nutrió en buena medida en esa tradición narrativa, que me hice, o me hicieron —como se quiera entender—, en el seno de la literatura salvadoreña y centroamericana. Me referiré, entonces, a las novelas que me dieron un primer sentido de pertenencia, gracias a las cuales me asumí como parte de la tradición que es objeto de estudio en este evento. La primera novela centroamericana que recuerdo haber leído con la pasión del escritor en ciernes fue Hombres contra la muerte, del salvadoreño Miguel Angel Espino. Yo tenía 20 años de edad, escribía poemas y editaba, con un grupo de amigos, una revista artesanal cuyo nombre era El Papo-Cosa Poética. La novela de Espino me deslumbró y me llevó a escribir el que sería mi primer ensayo sobre una ficción. Repito que yo era un mal poeta imberbe, buscaba probarme como ensayista y no sabía que terminaría escribiendo novelas. Hombres contra la muerte sucede en una plantación chiclera de Belice, a mediados de la década de los 30, y tiene como principales protagonistas a un nicaragüense excombatiente del ejército del general Sandino y a un maestro salvadoreño; ambos mantienen a lo largo del libro un debate intenso, mientras conspiran contra los blancos extranjeros dueños


de la plantación, sobre el mejor camino a seguir para poner fin a la explotación que padecen: si la insurrección armada o la lucha pacífica. A mediados de la década de los 70, cuando yo leía el libro, ese mismo debate era candente en los cenáculos literarios y, por supuesto, en el seno del movimiento popular que se manifestaba en las calles de San Salvador. Miguel Angel Espino publicó su obra en la Ciudad de México, en la editorial Costa Amic, en 1947; era su segunda novela, muy ambiciosa, y presagiaba a un potente novelista, pero entonces sucumbió a la tentación de la política, se convirtió en ministro de un general y en los avatares de un golpe de Estado en 1948 sufrió un derrame cerebral que lo postró el resto de su vida. Más de una vez me he preguntado si el destino de Espino no simboliza la historia de la mayoría de escritores en El Salvador, quienes luego de un amorío intenso

con la literatura, la abandonan para quedarse con la vieja gorda política. Cuando terminé mi primera novela, La diáspora, decidí enviarla a un certamen convocado por la universidad jesuita de San Salvador; exigían un seudónimo: sin ninguna duda me puse “Miguel Ángel Espino”. No deja de ser significativo que haya sido en esa misma editorial mexicana Costa Amic, donde Miguel Ángel Asturias publicara un año antes que Espino, en 1946, la primera edición de El Señor Presidente, que pasó sin pena ni gloria hasta que la retomó Losada una década después en Buenos Aires; también resulta ilustrativo que Asturias, desde una tradición vecina, sea la antípoda de Espino en lo que respecta a la plena realización de su vocación literaria. La novela de Espino, aunque emparentada con Doña Bárbara y otras

obras regionalistas que la precedieron, era esencialmente política, de debate de ideas sobre la mejor forma de cambiar la realidad social. También lo fue la segunda novela salvadoreña que me marcó —si aún le puedo creer a mi memoria—: Pobrecito poeta que era yo fue publicada en 1976, un año después del asesinato de su autor, Roque Dalton. Mucha tinta ha corrido sobre este crimen como para que yo vuelva sobre ello. Sólo diré que su novela marcó profundamente a la generación de escritores salvadoreños a la que pertenezco. Dalton no era estrictamente un novelista, sino un poeta excepcional, y por ello a esta obra se le pueden achacar sus debilidades, sus costuras, su carácter de collage en el que a veces el testimonio logra apenas ser barnizado con una manita de ficción. No obstante, Dalton evidencia una riqueza de recursos narrativos que van desde el diario íntimo, pasando por el diálogo 3


polifónico, hasta el clásico relatos de aventuras. Las historias contadas, que no se plantean como una trama cerrada, refieren las vidas de un grupo de jóvenes poetas rebeldes en el San Salvador de lo 50’s, sus peripecias bohemias, sus dudas existenciales, su sed de vida, sus coqueteos con la conspiración subversiva. (No puedo dejar de mencionar al paso, que un tema parecido, sin el barniz político y manejado con una consumada maestría novelística, es el de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño.) Pero más allá de sus virtudes y limitaciones, Pobrecito poeta que era yo contenía una crítica descarnada, irreverente, de la sociedad salvadoreña de su tiempo, expresaba una voluntad de ruptura que era la encarnación literaria del espíritu libertario y revolucionario que animaba a Roque Dalton como hombre

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y escritor. Y lo principal: era una obra permeada por el humor, por el desenfado, por la sátira. Y el humor no solamente como un recurso literario, sino como una actitud de vida del escritor; Dalton lo expresó de la manera más condensada al decir que el gran problema de su vida había sido que nunca pudo contener la risa, una risa que seguramente le costó la vida. La primera vez que leí Pobrecito poeta que era yo creí que el humor de Dalton era una excepcionalidad en la literatura salvadoreña, que procedía más bien de su identificación con los grandes iconoclastas franceses, como Rabelais y Villón, y que su irreverencia era más cercana al Henry Miller de los trópicos que a la tradición centroamericana,

como el mismo Dalton hace explícito en esa novela. Pero pronto comprendí que no, que el humor era una vertiente importante en la narrativa salvadoreña escrita en la primera mitad del siglo XX, un humor descendiente de la picaresca española. Menciono dos novelas que me parecen representativas de ello: La muerte de la tórtola de T.P. Mechín y Andanzas y malandanzas de Alberto Rivas Bonilla. T.P. Mechín es el seudónimo del general e ingeniero José María Peralta Lagos, quien, además de escribir relatos y comedias, tuvo el dudoso honor de haber sido el fundador de la Guardia Nacional en El Salvador, basado en el modelo de la Guardia Civil española. La muerte de la tórtola, publicada en 1932, unos meses después de la insurrección comunista, relata las aventuras de un


atarantado corresponsal de prensa en la provincia salvadoreña durante esa época de convulsión política; Andanzas y malandanzas, publicada en 1936, cuenta las correrías de un hambriento perro de finca de nombre Nerón y de su misérrimo amo campesino, un tema que nos es familiar desde Cervantes. A finales de 1981, leí una tercera novela centroamericana que ahora considero fundamental en mi formación. Yo vivía entonces en la Ciudad de México, estaba a punto de publicar mi primer libro de relatos y trabajaba como periodista para una agencia de prensa propiedad de una organización de la izquierda radical salvadoreña; era la época en que la revolución sandinista y las guerras civiles en El Salvador y Guatemala

estaban en su apogeo. Bajo el título de Los compañeros, la novela del guatemalteco Marco Antonio Flores, publicada en 1976, relata las aventuras de un grupo de jóvenes militantes de una organización guerrillera; la acción tiene lugar en México, Cuba y Guatemala. Con un desenfado mucho más amargo que el de Dalton y un afinado manejo del género, Flores retrata la corrupción no sólo de los jóvenes militantes, sino de la estructura de la guerrilla y de sus padrinos cubanos. Lo que en Dalton era ruptura con la visión dominante del conservadurismo político, en Flores se convierte en una crítica radical y descarnada a la visión idílica de los paladines de la revolución y la lucha armada. Para mí, en ese entonces promesa de narrador y con mi pluma periodística al servicio de

la causa revolucionaria, la novela de Flores fue como la cachetada que se le pega al zombi para que despierte: no sólo en Europa central novelistas como Milan Kundera podían abordar con sarcasmo el mundo de los comisarios políticos y los adalides revolucionarios, sino que también era posible hacerlo en Centroamérica; la novela revelaba, como hubiera dicho Juan Carlos Onetti, y perdonarán ustedes la crudeza, que “los hijos de puta están en todos los bandos”. No es casual, pues, que cuando cinco años más tarde me encerré a escribir mi primera novela, cuya temática gira en torno a la crisis producida por las pugnas y crímenes al interior de la izquierda armada salvadoreña, me moviera con la soltura de quien avanza por una ruta que ya ha sido abierta, sin los padecimientos

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del precursor. Alguna vez me he dicho que, guardando las distancias del caso, Los compañeros era para la literatura centroamericana lo que Los endemoniados fue para la literatura rusa del siglo XIX. Que yo recuerde no hubo una cuarta novela centroamericana cuya lectura haya sido determinante en mi formación como escritor. Aclaro: las obras que influyen en un escritor no son necesariamente las mejores de la tradición a la que pertenece, sino aquellas que por timing y temperamento lo golpean en el momento preciso. Ni Hombres contra la muerte ni Los compañeros resisten ahora una relectura con el 3

mismo entusiasmo de mi parte, y de Pobrecito poeta que era yo puedo prescindir de capítulos enteros sin que me tiemble el pulso, pero las leí en el momento en que las necesitaba para intuir lo que sería mi mundo narrativo y los recursos con que contaba. Es lógico que hayan sido tres novelas con un sustrato político las que me influyeran como escritor en ciernes: mi timing era la explosión de un conflicto político y social que se convertía en atroz guerra civil; mi realidad era aquella donde la violencia y el terror lo permeaban todo. Lo otro, el humor, la burla, la jodedera, las ganas de divertirse a costillas del prójimo, es el temperamento, y en cuestiones de

temperamento lo natural es que uno busque a sus semejantes, de ahí mi empatía con esas obras de Dalton y Flores. Ahora, mientras menciono el temperamento, me pregunto por qué la única y estupenda novela de Augusto Monterroso, Lo demás es silencio, no fue decisiva en mi formación como novelista, cuando él es el más fino humorista en la literatura centroamericana y quizá latinoamericana. Y me respondo que precisamente por eso, por su “fineza” que lo lleva más bien hacia la ironía, hacia un delicado clasicismo, en tanto que en lo mío hay otra contorsión que me conduce hacia el sarcasmo y la sátira.


Por supuesto que hay más novelas centroamericanas que he disfrutado como lector, aunque de algunas de ellas sólo me quede la sensación de placer y no pueda reconstruir su trama. Adiós, hermano de Joaquín Gutiérrez es una de ellas; El valle de las hamacas de Manlio Argueta es otra; Sombras nada más de Sergio Ramírez es una más. Pero no me dedicaré a un aburrido name dropping, ni haré juicios sobre las novelas de la generación de escritores centroamericanos a la que pertenezco (que esa es la función de ustedes, críticos y académicos). En cambio sí insistiré en que desde Rubén Darío los

escritores centroamericanos asumimos que nuestra tradición literaria es la de la lengua castellana, que el hecho de nacer en países pequeños y medio tarados siempre nos ha planteado el reto de romper las estrechas fronteras físicas y mentales que nos constriñen, que nuestra condición marginal o periférica despierta una sed de universalidad que nos lleva a abrevar en las más diversas corrientes, que abrirnos a las más variadas literaturas para nosotros es cuestión de vida o muerte, dado el páramo del que procedemos.

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Sería fácil decir que la vida ha sido injusta con Juan Gelman, pero quienes lo han sido y de una manera monstruosa son los servicios terroristas de los ejércitos argentino y uruguayo. Le asesinaron a su hijo, a su nuera, y le escamotearon su identidad a su nieta; lo obligaron a exiliarse. Considerado uno de los más grandes poetas contemporáneos, su obra delata una ambiciosa búsqueda de un lenguaje trascendente. Reside en México, donde sigue escribiendo poesía y ensayos sobre temas de importancia social. Recibió violencia y muerte, y devuelve poesía. Ni modo, cada quien da lo que tiene.

Desde su nacimiento, un 30 de mayo

de 1930 en el barrio porteño de Villa Crespo -cuando decidió acompañar a su madre porque “corresponde a un caballero estar con una mujer querida en una zona difícil como el parto”- hasta estos días, con su residencia permanente en la ciudad de México, pasaron por la vida de Gelman muchas hojas de muchos almanaques conteniendo poesías, artículos periodísticos, militancia, exilio, búsqueda, encuentros.

Una vida con ética y compromiso: Juan Gelman, poeta y periodista

La cultura y el arte, así como las cuestiones sociales, fueron parte de la cotidianeidad en aquel hogar de inmigrantes ucranianos formados por José Gelman, un socialrevolucionario que sufrió la persecución y el destierro, y Paulina Burichson, una estudiante de medicina de origen judío, hija de un rabino.

HÉCTOR CORTI

También tuvo un temprano contacto con la palabra -“esa cosa que está rodeada de silencio”- de distintas formas: en el ejemplo que su padre le daba a partir de

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su gran afición a la lectura y la búsqueda del conocimiento; en el relato de cientos de historias que le hacía su madre; en las poesías en ruso que le leía su hermano mayor Boris. La palabra es la base de los dos caminos elegidos por Gelman para transitar en su vida, el de la poesía y el periodismo, “que nunca llegan a interferirse”, y que tienen dos lenguajes distintos, “íntimamente enraizados con diferentes misterios de la vida”. El camino de la poesía se presentó en su vida, quizá influenciado por aquel “amor no correspondido” en su niñez, inspirador de los primeros versos que fluyeron en un poeta que no sabe bien por qué se escribe, pero sí que “es imposible no hacerlo”. El periodismo, en cambio, fue la profesión que eligió para tener la posibilidad de estar cerca de la palabra. “Aunque la razón era equivocada, el oficio me pareció espléndido. Me permitió entrar en contacto con personas y realidades que alimentan mi escritura. El periodismo también es literatura. Pero algunos periodistas no se dan cuenta”. El colegio y el barrio conformaron dos espacios importantes durante la adolescencia de Gelman. En el Nacional Buenos Aires “me rozaba con gente de otra clase”. Y el barrio representó “el escalafón completo: billar, mujeres, organillo, fútbol, milonga y esas cosas”. Dentro de “esas cosas” también estaba la poesía. Y la decisión tomada un buen día de ser poeta, dejando de lado sus estudios de Química. Entonces, junto a otros

muchachos como Héctor Negro, Hugo Di Taranto o Julio Silvani, comenzó a compartir un sueño que se convirtió en realidad. Ellos fueron algunos de los integrantes del grupo literario “El pan duro”, cuyo objetivo era la edición de libros. Y el primero fue, justamente, el de Gelman. Era 1956 cuando “Violín y otras cuestiones”, prologado nada menos que por Raúl González Tuñón, vio la luz y marcó el inicio de una producción intelectual tan prolífera como apreciada, que trascendió las fronteras y le prodigó reconocimientos en el ámbito nacional e internacional. Aquellos días también fueron de tránsito por el otro camino, el del periodismo. Una profesión que nunca abandonó, ejerció con pasión y que a lo largo del tiempo demostró su gran capacidad profesional. Esas condiciones le permitieron ocupar espacios destacados en las redacciones de varias revistas, diarios y agencias de noticias. El compromiso político y la militancia fueron otros aspectos que estuvieron presentes desde muy joven en la vida de Gelman. Fue así que con apenas 15 años ingresó al Partido Comunista, y años más tardes, apenas comenzada la década del ’70 se sumó a la izquierda peronista. Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México fueron algunas de las ciudades del mundo por donde transitó durante su exilio, cuando la noche de la criminal dictadura militar cayó con toda su crueldad sobre la Argentina.

El secuestro y desaparición de su hijo, Marcelo Ariel, y de su nuera, María Claudia García Iruretagoyena, embarazada de siete meses, fue el golpe más duro que esa dictadura le asestó a Gelman y su familia. Ahí nació una nueva lucha,- junto a los organismos de derechos humanos, familiares y amigos- en la búsqueda de su hijo, de su nuera y el de su nieta, luego de recibir la confirmación de que había nacido en cautiverio. Los restos de Marcelo Ariel fueron encontrados en enero de 1990 y se velaron en la sede de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. De María Claudia, se presume que está enterrada en alguna dependencia militar de Uruguay, junto a otros desaparecidos. En tanto que su nieta, que había sido entregada por los militares uruguayos a un comisario de ése país, fue encontrada en el 2000. Por voluntad de ella se le hicieron los estudios genéticos y se confirmó que era la hija de Marcelo y Claudia. Así, recuperó su verdadera identidad. En 2004, concluyó con sus trámites para lograr llevar el apellido de sus padres, hoy con sus 29 años es: María Macarena Gelman García Iruretagoyena. “Creo que es imposible que el ser humano deje de ser utópico, que deje de sentir la necesidad de pelear contra la injusticia y de defender la dignidad”. Claro que sí, Juan Gelman, claro que sí. 9 de marzo de 2006

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Árdides ante el espectáculo en América Central JORGE ALBÁN 1969 Estudia Artes Plásticas en la Cooper Union de Nueva York, Fotografía Técnica en el Instituto de Tecnología Hadassa de Jerusalén, Cine y Video en el Centro de Estudio Metrópolis y TAI de Madrid, foto artística en la Universidad Veritas de San José y estudios de maestría en comunicación en la Universidad de Costa Rica. Desde el año 2000 sus obras y escritos combinan la tecnología digital con asuntos socio-políticos latinoamericanos. El oscuro y revelador humor, presente en su obra le valieron una mención honorífica en el Primer Certamen Centroamericano de Arte Emergente, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, San José, Costa Rica, 2003; Primer Lugar en La240, Festival de Cine Joven, San José, Costa Rica, 2005. En Septiembre 2005 recibió el Primer Lugar en Bienarte 2005 y Segundo Lugar en la V Bienal Centroamericana de Artes Visuales en el 2007. 3

La Wii, videoconsola de juegos Nintendo de séptima generación, se agotó en cuestión de horas el mismo día de su lanzamiento en Noviembre del 2006, debido a que la compañía sólo había proyectado vender 400.000 unidades. Esto no volverá a suceder; Nintendo vende 250.000 consolas Wii semanales. [1] Este aparato lleva la experiencia de inmersión más allá de lo que había sido posible, mediante extensiones inalámbricas capaces de detectar movimiento y rotación en tres dimensiones. Al jugar Wii sports, por ejemplo, se ha de mover el control con todo el brazo, como si se tratara de un bate de baseball. El propósito sigue siendo el mismo: proponer al usuario experiencias de inmersión cada vez más catárticas y narcotizantes. No sorprende que la industria del videojuego, que hace años tomara el relevo económico de la industria cinematográfica, también haya heredado la vocación de saciar la sed de emociones fuertes de los espectadores. Tal énfasis en la sobre-dosificación sensorial y las apariencias es frecuente no sólo en el entretenimiento sino también en los medios noticiosos y campañas político-militares de las sociedades contemporáneas. Desde hace varios años el antídoto a este mal está siendo aplicado por varios artistas mediante estrategias de ralentización visual, que buscan trascender la mera ASIMILACIÓN de experiencias a esquemas mentales ya existentes. Su propósito es frenar el ritmo de los estímulos para potenciar la ACOMODACIÓN de nuevas experiencias en esquemas novedosos, de manera afín a la teoría de desarrollo cognitivo de Piaget.[2]

Esto permite al usuario una inmersión más consciente y propiciadora de pensamiento crítico, estimulando nuevas formas de pensar y percibir las cosas, aquello que Piaget llamara ESQUEMAS MENTALES. Si bien los experimentos con fragmentación y sobreposición en la edición aún son favorecidos por muchos artistas del video en Centroamérica, creadores de Honduras, El Salvador y Costa Rica experimentan con desacelerar uno o varios momentos de la producción, circulación o consumo de sus propuestas visuales. La fotografía se vuelve un referente inevitable para esta formas lentas de percibir, distribuir o experimentar la visualidad, ya sea mediante resignificaciones técnicas o de funciones sociales de lo fotográfico. Tal es el uso que el artista hondureño Hugo Ochoa hace de la photo opportunity, en la obra KUNG FU, donde construye una retórica alrededor del acto de posar y aguantar la pose para la cámara. El punctum, o elemento resemantizador, radica en que no se trata de políticos a la caza de votos, sino de habitantes de la calle en profundo estado de ebriedad. Los personajes retratados por Ochoa realizan improvisadas y sugerentes poses, que el autor vincula con líneas de pensamiento filosófico. Establece así un mortificante juego visual de equívocos y reconocimientos entre la erudición y la supervivencia callejera, aderezado con referencias al movimiento anti CAFTA que durante los dos últimos años ha polarizado las sociedades centroamericanas. AYER SE FUE del salvadoreño Víctor Rodríguez resemantiza la técnica de la


imagen fija mezclando fotografías de niños en la calle con estáticas secuencias de video de un estudiante absorto en un pupitre abandonado. La paradoja temporal de fotos fijas que componen una secuencia en el tiempo y video en el que nada se mueve, se agudiza con frases de resonancia existencialista, que remiten al fracaso del sistema y pérdida de la ilusión e inocencia desde un país que parece dispuesto a aplicar la receta neoliberal a cualquier precio social. Ileana Arauz recurre a estrategias de literatura ergódica [3] (que permite al usuario generar sus propias y múltiples narrativas mediante navegación no lineal) en su caso a través de una serie de fotografías inmersivas en LA OTRA CARA. El tiempo en la obra de Arauz es extendido en el momento del consumo de la obra, al hacer que el espectador recorra cada escena y tome conciencia de detalles verosímiles y metafóricos que en fotos no inmersivas a resolución de pantalla fácilmente pasarían inadvertidos. Tras una fachada de hiperrealismo voyeurista, esta autora propone hilvanar, y aún proyectar, nuestra propia experiencia recombinando momentos y lugares discontinuos de fe, temor e inocencia. Al invitar la participación de inteligencias no sólo visuales, sino sonoras, espaciales y kinestésicas, Arauz propone elementos y perspectivas de la antropología posmoderna abogada por Coover [4], en esta ocasión para reflexionar sobre la profunda crisis de valores padecida por Costa Rica en años recientes. Mayra Barraza, desde El Salvador, recurre a una estrategia de ralentización temporal de la imagen en 3


100 DÍAS EN LA REPÚBLICA DE LA MUERTE, para llamar la atención sobre la fragilidad y devaluación de la vida humana. Su ardid consiste en frenar el momento de la distribución y descarte de fotografías e informaciones de asesinatos extraídos de los medios de comunicación, imágenes y datos que normalmente se ahogan en el mar de crímenes violentos cometidos a diario en la guerra civil de facto que aún padece El Salvador. Este proyecto, en forma de Blog y mantenido durante 100 días, contó 575 asesinatos, cifra escalofriante al considerar que gran parte de las muertes violentas no se reportan en los medios. Barraza logra sacudir la llamada “fatiga de compasión”, término acuñado por 3

Martha Rosler [5], para referirse a la pérdida de la capacidad de asombro, sensibilidad y compasión de las audiencias al estar expuestas a similares imágenes y noticias extremas rutinariamente. Las respuestas a este Blog variaron desde el shock de quien reconoció víctimas, hasta la toma de conciencia de que la violencia no se resuelve con más violencia, pasando por el silencioso horror de percatarse de que la mayoría de los asesinados no eran ni maras ni militares, sino gente como usted o como yo, en sus lugares cotidianos de trabajo, esparcimiento o habitación.

Reconocidos y laureados autores como el panameño Jonathan Harker o el cineasta costarricense Jurgen Ureña también experimentan con dichas estrategias, tal y como hiciera Bill Viola hace un par de años. El principal logro de los creadores mencionados no consiste en reivindicarse en vanguardia tecnológica o estilística alguna. Su mérito consiste en aplicar dichas estrategias a asuntos locales urgentes con suficiente rigor técnico y resonancia poética para trascender tanto estéticas localistas como lugares comunes del arte global.

Estos cuatro centroamericanos no son los únicos ni los primeros en aplicar técnicas de ralentización visual.

Puede que se trate de ardides ante el espectáculo (que más que mediático y tecnológico, es político y militar), o


desde una perspectiva más proactiva, de un esfuerzo afín al movimiento SLOW FOOD INTERNATIONAL ASSOCIATION, fundado en Italia en 1986 y que cuenta con sede en más de 50 países. Quizás, parafraseando los postulados del SLOW FOOD, se trate de “individuar los productos alimenticios [arte electrónico] y las modalidades de producción ligados a un territorio [Centroamérica], en una óptica de salvaguardia de la biodiversidad, promoviendo su categorización y protección en tanto que bienes culturales [arte electrónico desde una Centroamérica subjetivamente dislocada e incalculable]”. [6] Texto curatorial 2007

para Interactiva, México,

NOTAS 1. http://es.wikipedia.org/wiki/Wii 2. Piaget, Jean (2001). Psychology of Intelligence. Routledge Classics, New York. 3. Montfort, Nick (2003). Twisty Little Passages: An approach to Interactive Fiction. The MIT Press, Cambridge, Massachusetts. 4. Coover, Roderick (2003) Cultures in Webs: Working in Hypermedia with the Documentary Image. Publicado en formato CD para Macintosh y Windows por Eastgate Systems Inc. 5. Rosler, Martha (2004). Dentro, Alrededor y otras reflexiones sobre la fotografía documental. Publicado en Efecto Real, Debates Posmodernos sobre fotografía, Jorge Ribalta (ed.). Editorial Gustavo Gili, Barcelona. 6. http://es.wikipedia.org/wiki/Slow_food

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“P. En su libro insiste en la imposibilidad del arte político. ¿Por qué Goya podía ser político y los artistas actuales no? R. No creo que el arte tenga capacidad de hacer crítica política. No dudo de que quiera hacerla, sino de que sea eficaz en términos políticos. Al contrario, me parece de una ineficacia espantosa. de una entrevista de Catalina Serra a Felix de Azúa, “El País” (2002)

Arte contemporáneo y educación política PABLO HELGUERA 1971 Pablo Helguera estuvo de gira por las Américas el año pasado. Viajaba en una camioneta heroica en la que transportaba La Escuela Panamericana del Desasosiego, un proyecto de arte público con presentaciones prácticamente en todos los países entre Canadá y Argentina. Helguera nació en Ciudad de México en 1971 y cursó estudios de Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, México, D.F., Instituto de Arte de Chicago y en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona. Ha participado en innumerables exposiciones individuales y colectivas. A su espíritu panamericanista y a su talento, Pablo Helguera añade una energía desbordante y una combatividad permanente.

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Gerhard Richter, Hombre balaceado i (Erschossener 1)1988. Óleo sobre tela, 100.5 cm X 140.5 cm Colección Museo de Arte Moderno, NY

En 1988, el pintor Gerhard Richter expuso la serie de cuadros “Octubre 18, 1977”, que causaron un shock profundo en Alemania. Estaban basadas en fotografías del grupo Baader-Meinhof, que se autodenominaba la Armada Roja, un grupo de extrema izquierda que protestaba a través de actos terroristas sobre una serie de eventos del momento (la invasión de Vietnam, la política gubernamental alemana, el capitalismo, etc.). Todos los miembros del grupo murieron, ya fuera en huelgas de hambre o de forma violenta en redadas y confrontaciones con la policía. Tres de ellos fueron encontrados muertos en sus celdas el 18 de octubre de 1977 en lo que se anunció oficialmente como suicidios; muchos sospecharon que habían sido asesinatos. Las pinturas de Richter, que mostraban figuras borrosas en blanco y negro, parecidas a imágenes en mala transmisión televisiva, reproducían

fotografías periodísticas famosas de los cadáveres. Richter fue atacado por hacer estas obras que parecían conmemorar criminales. Sin embargo, las pinturas no dejaron de ser debatidas por el público, los críticos y los historiadores, ni abandonaron la obsesión colectiva. Richter había tocado un nervio en la sociedad alemana. Parte de la razón podría ser que este grupo radical había simbolizado para los jóvenes alemanes la ruptura con la generación de sus padres, que a su vez vivían con la culpa de haber admitido la proliferación del nazismo, y el debate sobre ellos se encontraba en la base de las tensiones liberales y conservadoras y la crisis de identidad que convulsionaba a Alemania. En este sentido, las pinturas de Richter, según el crítico Michael Kimmelman, “volvieron a abrir una herida que Richter había notado que no había sanado del todo”.


Richter es uno de los muchos artistas contemporáneos que vale la pena recordar cuando entre los círculos culturales se cuestiona la relevancia política del arte. He decidido hacer esta revisión en contraste con los comentarios citados al principio de este artículo por el escritor español Félix de Azúa (todos, como trataré de mostrar, equívocos), porque me parecen ilustrativos de la actitud intelectual conservadora que predomina en Latinoamérica y España en relación al arte contemporáneo. Estas actitudes son particularmente importantes de discutir entre quienes hacemos y hablamos de arte y presenciamos el comienzo de un conflicto internacional de enorme repercusión con una plena sensación de impotencia exacerbada por la crisis internacional del liderazgo liberal. En los medios culturales de Iberoamérica leemos párrafos como el de Félix de Azúa citado al principio, diciendo que lo denominado “arte político” es “ineficaz”; que su mero intento de manufactura complace a un mercado y no cumple otro objetivo que el ser absorbido por una burguesía; y que el arte denominado político es en realidad “políticamente correcto”. Definir al arte y a los artistas que he descrito en este artículo como artistas “políticos” es, efectivamente, problemático. Decir que existe algo denominado “arte político” implicaría reconocer que también existe un arte “apolítico”. El término “arte político” es un callejón sin salida que ni siquiera se refiere a un movimiento artístico (términos problemáticos cuando uno trata de hablar de un artista o de una obra). La política es una temática, no

una tendencia estética. Es un área de la actividad humana, como lo son el sexo o la gastronomía, que penetra una obra, y sus aspectos pueden ser identificados en ésta, pero esto no es suficiente para hacer una valoración sobre ese tipo de arte, al igual que “arte sexual” o “arte gastronómico”. Existen atributos en obras específicas que tienen implicaciones sociales o políticas, y por ello utilizar la política como línea divisoria para distinguir los tipos de arte es un ejercicio engañoso. La noción de “arte político” suele venir acompañada de la presunción (que realiza Azúa) de que éste necesariamente busca tener una utilidad y cumplir un objetivo específico. Esta idea suele surgir de las interpretaciones extremas del arte comprometido sartriano y de las teorías marxistas sobre la función del arte en una sociedad. La objeción de “arte político” como algo ineficaz, que solía ser una de las predilectas de críticos como Clement Greenberg, acabó volviéndose irrelevante con los años, particularmente en la década de los ochenta durante la que grupos como las “guerrilla girls”, Martha Rossler y Adrian Piper fusionaron activismo y arte hasta hacerlos indistinguibles uno del otro. Sus intentos, si de eficacia se tratara, fueron innegablemente exitosos. Aunque es absolutamente cierto que los artistas que producen arte politizado en muchos casos tienen la intención de darle una funcionalidad, ese impulso es solamente una de las muchas razones por lo que surge ese tipo de arte. Otra es la necesidad de expresión, que no obedece por lo general un raciocinio metódico de estrategia política (dudo que Goya se hubiese planteado si su

obra era política o no). Otra más es que el artista no escoge la manera en que su arte será interpretado. Por eso y por el paso del tiempo, la dimensión política de una obra es fluctuante, efímera, y sujeta a reinterpretaciones. El arte más radicalmente politizado es casi invariablemente el menos compatible con el mercado. Cuando una obra introduce una idea de verdadera controversia política, lo que genera es incomodidad, no complacencia. La exasperación ante el arte autoproclamado como “político” u “oportunista” oscurece el hecho que la dimensión política y social de una obra hoy en día es de enorme importancia e interés, tanto por su naturaleza de testimonio como de su posibilidad de ayudarnos a reflexionar sobre nuestra realidad desde otro ángulo. Si bien hay fotoperiodistas cuyas obras trascienden a niveles más sofisticados que los del reportaje cotidiano, el equiparar al arte contemporáneo que opera en las esferas políticas con el fotoperiodismo representa una enorme e ignorante generalización. La serie de pinturas de Richter –que de hecho era una reinterpretación de imágenes periodísticas, pero puesta en un contexto pictórico— causó una conmoción tal que, a manera de una catarsis psicológica, los debates públicos que salieron a colación demostraron la cantidad de sentimientos reprimidos que existían en Alemania en torno al tema. Volver a poner las fotos de los criminales en un periódico difícilmente habría causado el mismo efecto: la diferencia era que estas imágenes habían sido transportadas a otro nivel de discurso cultural. 3


Es difícil negar que el arte cumple con una necesidad vital, particularmente cuando una sociedad se encuentra en crisis. Siempre debemos contar con la posibilidad y el derecho de asistir a escuchar un cuarteto de Haydn, ver una película de Kurosawa o visitar una exposición de Paul Klee. El peligro, sin embargo, es insistir en la pasividad que deriva de teorías estéticas del siglo dieciocho, para las que el arte no tiene papel alguno en la vida política y social de un país. El cinismo intelectual de descartar la relevancia de la temática política dentro del arte es una posición política que capitula, calla, y a fin de cuentas otorga el territorio a otros para determinar qué es lo que el arte puede decir acerca de nosotros como sociedad. Decir que el arte se desvirtúa al penetrar un territorio político es derrotista y falso. Esta actitud no sólo revela a un estado obstinado de negación, sino que ignora el hecho central: que lo queramos o no, la política afecta drásticamente nuestras vidas, y que el resultado de esa influencia se percibe tarde o temprano en la actividad cultural de un país y de sus artistas. En las artes visuales, la relación entre actividad artística y los incidentes políticos de un momento determinado —así como el posible impacto que una campaña visual puede tener en un gobierno— son fundamentales de entender, porque la imagen es una de las armas más poderosas que existe en nuestra sociedad. Precisamente por el enorme poder de convicción que tienen las imágenes, los líderes políticos a lo largo del siglo veinte se han especializado en utilizar el discurso visual para manipular al público. La historia de la televisión en Latinoamérica —y particularmente en 3

México— es ejemplo de la manera en que los partidos políticos han utilizado la imagen para crear válvulas de escape y promover valores conservadores (como en las telenovelas), o presentar al gobierno en la mejor luz (con los noticieros). Sobra decir que la relación entre gobierno y medios masivos no se limita a Latinoamérica. Hoy en día, los líderes de la Casa blanca invierten en una campaña publicitaria de millones de dólares para convencernos con imágenes de que estamos presenciando una liberación, y no una invasión. Como los medios de comunicación estadounidense están manejados por nueve conglomerados corporativos cuyos intereses son muy similares a los del gobierno, y cuyas agendas políticas se basan en el margen de ventas, los intereses de sus anunciantes, y los beneficios que el gobierno mismo les otorga, el público americano ha resultado la victima dócil y fácil presa de su representación ultranacionalista y unilateral de los hechos. En vista de estas circunstancias, son los artistas visuales los que mejor nos pueden proveer de una perspectiva crítica y ayudarnos a comprender la manera en que los medios masivos promueven una imagen homogénea y superficial de la realidad, montando propagandas tan terribles como el apoyar la invasión y destrucción de un país. Mientras que a nadie se le puede culpar de buscar un paréntesis de la realidad en el arte, utilizarlo sólo como eso nos hace correr el riesgo, en el peor de los casos, de adoptar una actitud similar a la mayoría del público norteamericano pasivo, que disfruta de los espectáculos noticiosos desde su sofá y por otro lado equipara al

arte con el entretenimiento que los ayuda a escapar hacia el mejor de los mundos posibles. Por esa razón algunos optan por reaccionar ante los hechos, activa o reflexivamente, prestándole atención a (o realizando) obras que digan aquello que a lo mejor no queremos oír. El mejor público agradecerá la opción de poder escuchar lo que dice este tipo de obra. En cuanto a los artistas que la producen, dudo que haya gran preocupación por el riesgo de hacer arte que no sea maravilloso o bello o estratégico o vendible, o que sea acusado de caer en el romanticismo del cambio o de la protesta, sino por producir expresiones que al menos sean prueba de una sensibilidad independiente, y mostrar que no somos seres anestesiados gozando de un mundo irreal. Si el pasado es del todo un indicio, es un esfuerzo que vale la pena realizar. Publicado en Curare, México DF, 2004.


La broma como resistencia política JORDI BORJA

Jordi Borja obtuvo un Máster en Urbanismo en París, donde estuvo exiliado entre 1962 y 1968; estudió Derecho en Barcelona y se licenció en Sociología, en el posgrado en Geografía Humana (París) y en Ciencias Políticas (Madrid). De 1983 a 1995 formó parte del gobierno de la ciudad de Barcelona y fue diputado de la primera legislatura del Parlamento de Cataluña (1980-1984). Ha sido profesor invitado de las universidades de París, Buenos Aires, México y Nueva York, entre otras. Borja es uno de los luchadores más conocidos y reconocidos de la resistencia clandestina democrática contra el franquismo.

Hace 40 años Kundera publicaba su primera novela. En Praga, cada página del libro era leída como una afirmación de libertad. Si la juvenil broma conducía al personaje a un irremediable descenso al infierno kafkiano de la Checoeslovaquia staliniana, la lectura que se hizo en la anunciada primavera política fue de celebración de la vida que renacía. Meses después, el ejército soviético había invadido el país y restablecido el orden represivo; el libro se publicó en Europa. El éxito fue inmediato pero distinto. La lectura que hicimos fue explícitamente política, la denuncia de un socialismo que pretendía hacer felices a las gentes a pesar de ellos y que socializaba principalmente la infelicidad. La broma se había convertido en resistencia. A principios del pasado junio, en París, asistí al estreno de La Verfügbar en los

infiernos, una opereta-revista en Ravensbrüc la autora, Germaine Tillon, recién cumplía 90 años. Etnóloga, sobreviviente del campo de concentración, presente en todos los combates en defensa de los derechos humanos y de los pueblos, analista de la situación de la mujer en los países mediterráneos, fue una sorpresa descubrirla como autora de opereta. La obra fue escrita en otoño de 1944 en el campo de concentración, cuando ella y sus compañeras temían con razón que la muerte les llegaría antes del fin de la guerra. La obra hace reír y se ríe del campo, incluso de ellas mismas, las Verfügbar, deportadas que se habían negado a trabajar para las empresas nazis y que estaban “disponibles” para realizar los trabajos más duros o desagradables del campo, permanentemente maltratadas 3


y sin otro futuro que la muerte. “En el campo de concentración no se piensa en el futuro. Allí el futuro no existe”, escribe su compañera Anise Postel-Vinay recordando su estado de ánimo en aquel otoño del 44. Tillon escribe su obra con humor ácido y distanciado, destinado a levantar el ánimo de sus compañeras que participan en el proceso de producción de la obra (proporcionando músicas, casi siempre alegres, procedentes de las canciones populares de la época). El producto final ofrece una denuncia del absurdo criminal y de la locura brutal concentrada en el campo y en la relación de los nazis con las Verfügbar, definida por Tillon como “la conjugación entre 3

un gestapista macho y una resistente hembra”. La resistencia es para “sobrevivir, nuestra última acción de sabotaje”. Términos que ahora tienen una connotación negativa (“sabotaje”, “terrorismo”), en aquella época se consideran positivos. Recordemos el final de Esta tierra es mía, de Jean Renoir, en la que el modesto y miedoso maestro protagonista, que interpreta Charles Laughton, termina su alegato ante los jueces colaboracionistas de la Francia ocupada con una rotunda defensa del “derecho al sabotaje”. Tillon nos dice algo más. La obra divierte para informar; afirma la fe en la capacidad de hombres y mujeres de luchar por su dignidad, mantiene la esperanza en el

futuro, afirma la vida. Su humor es un arma de sobrevivencia, resistencia, de denuncia y enfrentamiento a la barbarie aunque la practiquen los Estados. Con humor nos transmite “la memoria, sin ella no podemos imaginar el porvenir”. En España también hay humor frente a la política monopolizada por instituciones de representatividad cuestionada, pero es un humor que se sitúa entre obsceno e ingenuo, que contribuye a la pasividad ciudadana y a la debilidad de la democracia. Las recientes elecciones han significado un fracaso de la democracia. En Cataluña es una evidencia empírica. La abstención no sólo es importante en cantidad (más del 50% en Barcelona) también es significativa en cualidad.


Fotografías en esta sección cortesía de: 100 días en la República de la Muerte

Mayra Barraza

El análisis por barrio y las encuestas coinciden: los que menos votan son los sectores de bajos ingresos y los jóvenes. Es frecuente encontrar que la abstención en barrios populares es el doble o más que en barrios de rentas altas. Y que la abstención de los jóvenes triplica o cuadriplica la de las personas mayores. La democracia es un marco políticojurídico cuya legitimación y vocación es promover políticas, valores y comportamientos, destinados a aumentar las libertades, reducir las desigualdades y reforzar los lazos solidarios. Si la democracia está flacucha parece imponerse la crítica a los que contribuyen a ello y la resistencia de los que no quieren morir con ella. Y el humor podría ser importante.

La perversión de la democracia reside en los centros de poder: las multinacionales, la banca, la cúpula de la Iglesia Católica, algunos personajes de los medios de comunicación, quienes promueven el racismo y la xenofobia, etc. Éstos raramente son objeto de la crítica mediante el humor. En humor político me parece que hemos retrocedido respecto a otras épocas. Ante el páramo del debate de ideas en serio, falta nos hace una buena dosis de humor inteligente, radical y sin temor a enfrentarse a los poderes fácticos.

Es un proyecto al que la artista salvadoreña Mayra Barraza dio inicio el primero de septiembre del 2006. Durante 100 días llevo la cruenta cuenta del número de muertos por asesinatos en El Salvador reportados por los dos principales medios escritos en el país. Los datos editados de detalles de contexto y precoces juicios de culpa, así como las imágenes fueron registradas en formato blog diariamente. En el transcurso de ese recorrido por una laberíntica necrópolis Barraza reflexiona en torno al tema de la violencia, e incluye comentarios firmados y anónimos al polémico proyecto. En sus palabras, su “propósito es hacer memoria de todos los muertos, y cuestionar sobre lo que sucede, como: ¿Porqué? y ¿Hasta cuándo? “.

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Despedidas en silencio 1.

Crónica inédita

MIGUEL HUEZO MIXCO 1954 A finales de los setenta comenzó un fenómeno social que iría incrementándose hacia el inicio de la década siguiente. Estudiantes universitarios y de bachillerato se incorporaban a la actividad política de izquierda. Algunos eran auténticos intelectuales, escritores. Miguel Huezo Mixco fue uno de ellos. Co-fundador de El Papo, revista que se recuerda por sus audacias literarias, había dirigido un suplemento literario y publicado un par de antologías poéticas. A partir de 1981 dirigió el proyecto de Radio Farabundo Martí en Chalatenango, zona de guerra. Allí pasaría más de diez años. Sobrevivió al “frío mortal de la tierra” de la guerra civil salvadoreña. La clase política perdería más tarde a un intelectual, pero el país recobraría a uno de sus mejores poetas. Huezo Mixco, por su parte, refrendaría su compromiso con quien lo había adquirido al principio: El Salvador, su cultura, con sus necesidades y su potencial. Este compromiso lo ha emprendido con sus mejores armas y desde la trinchera en que mejor pelea: la literatura. Suerte que tenemos de que así sea.

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Olvidé su nombre. Sólo recuerdo que le decíamos “Chacuaco”. Alto y encorvado. Fumador. Llevaba puesto siempre un sombrero negro de ala ancha. Aquella tarde, a la hora del crepúsculo, llegó hasta mi posición de vigilancia. Por la forma en que me miró, me di cuenta de que algo le venía sonando en la cabeza. Le pregunté qué quería, con un movimiento de cabeza. Me señaló mi bolsillo. Yo estaba impaciente. Eran los días de la guerrilla del volcán de San Salvador, y ese día no había sido uno de los más felices. Se dice que esa guerrilla peleó en las condiciones más duras, juro que es verdad. Vivíamos errantes entre las manzaneras. ¡Cafetales! Eso era todo lo que nuestra vista alcanzaba. Caminábamos agachados para eludir la tupida trama de ramas y hojas. Y cuando salíamos a los caminos, nos dábamos cuenta de que vivíamos en medio de un verdadero jardín. Pero en el volcán no corre ni un arroyo. Todas las madrugadas salíamos a traer agua a los caseríos, y cada dos semanas nos tomábamos una finca por una noche para bañarnos. Era aquel un mundo monótono donde uno de nuestros mejores aliados era el silencio. A diferencia de Chalatenango, donde detectábamos con días de anticipación los movimientos de las tropas hacia nuestras posiciones, en el volcán nuestra “zona de control” se reducía a muy poco. La única manera de descubrir la presencia del ejército era... escuchando sus pasos. A menudo, junto al ruido de la hojarasca aparecían sus botas y sentíamos el olor acre de su transpiración. Los choques se producían casi mirándonos a los ojos. El silencio, pues, era asunto de vida o muerte. Con todo, no fue allí donde me rendí a su poder. Pero esa es otra historia. La historia que ahora cuento es diferente y tiene cuatro muertos. Aquella mañana, mientras hacíamos nuestra acostumbrada rueda en torno al café, una patrulla de soldados se aproximó hasta los linderos de nuestro campamento. La posta detectó el movimiento y en voz baja, con los dientes apretados y


moviendo las manos, nos dio la alarma. Mientras improvisábamos la retirada se produjo el primer choque. Allí cayó el primero de nosotros. Nuestra columna salió en dos direcciones diferentes. Entre el mediodía y esa tarde, chocaríamos dos veces más con las patrullas de soldados, produciéndonos dos nuevas bajas mortales y tres heridos. El último en morir fue el Chacuaco. 2. Contaré la historia del día en que me rendí ante el silencio. Llevo horas sentado frente a ese hombre barbado sin decir una palabra. Tiene la blanca barba desordenada y las cejas revueltas. Está enfermo, acabo de darme cuenta. (De hecho, semanas más tarde moriría). Llegué hasta la puerta de su casa a media mañana, sin avisar. Tardaron en abrir. Cuando la puerta giró me sorprendí de encontrarme con el viejo como en ropa de dormir, mirándome con una mirada lejana. Traía atada al cuello una bufanda de diseño escocés. Con un gesto, me invitó a pasar y cuando crucé el dintel me estrechó la mano. La suya es una mano grandota y suave, en la que distingo sus azuladas venas. Como no lo veo bien de salud, le digo que no quiero importunarlo, que volveré otro día. Sin embargo, insiste en que me quede. “Lo único es que tendrá que acompañarme a mi cuarto, pues necesito descansar”, me dice. Accedo y subimos. Una vez en la habitación, el viejo me indicó una silla y se echó sobre la cama desordenada. Es la primera vez que subo hasta allí. Veo en derredor. Una mesita con frascos, libros, papeles. En la pared, al lado de la cama, un cuadro. “Es de

Zélie”, me dijo, pronunciando con un siseo el nombre de su difunta mujer. Creo que después de eso no hablamos más. Pasaron dos o tres horas durante las cuales todo lo que hicimos fue estar en silencio. Yo tenía mis ojos clavados en aquel anciano. Él permanecía con los ojos entrecerrados, pero en algunos momentos volvía a verme y esbozaba una sonrisa que me apresuraba a corresponder. Por lo general, el silencio suele ser incómodo. Cuando las conversaciones parecen llegar a un punto muerto, nos apresuramos a reiniciar la plática a toda costa. Nada de eso sentí la mañana de ese día en que me rendí ante el silencio. Cuando llegó la hora de la despedida, me puse de pie acercándome para estrecharle la mano. Se sentó en la cama y me dijo adiós. Yo rozaba mis difíciles 21 años y admiraba a ese hombre a quien nunca supe como llamarlo. Don Salvador. Señor Salazar. O, simplemente, Salarrué. Él había escrito que Martí era el tipo de hombre capaz de tomar la rosa por el lado de las espinas. En esa frase pude entender, como lo advirtió Angelus Silesius, que todos los bienaventurados son uno. “Amo mucho la belleza. Pero apenas la llamo bella si no la veo siempre entre espinas”. 3. Nos sentamos en un círculo, recostados sobre nuestras mochilas. Unas horas antes habíamos escuchado un tiroteo. Nos miramos unos a otros, sin decir palabra. Después se hizo de nuevo un silencio imperfecto, pues se escuchaban el sonido del viento y los cantos de los

pájaros. Casi al final de la tarde me tocó mi turno de vigilancia. Di unos veinte pasos y llegué al punto donde por unos minutos la vida de los demás pasaba a mis manos. La expresión puede parecer dramática pero no lo es. En esos momentos, yo solía hacer el ejercicio de repetir mentalmente un poema aprendido en el colegio, reconstruir una pieza musical o recordar un evento con la mayor precisión posible. El silencio de la posta me permitió a menudo volver a encontrar fuerzas nuevas y razones frescas para seguir en ese camino. Vi acercarse al Chacuaco. Con una sonrisa maliciosa me dijo que estaba dispuesto a relevarme con unos minutos de anticipación a cambio de uno de mis cigarrillos. La oferta me pareció estupenda. Mi dotación de cigarros solía durarme más que al resto. A menudo pagué pequeños favores con cigarros. Esta vez, ese cigarro iba a pagarme la vida. Se lo puso sobre la oreja, debajo de la gran ala negra del sombrero. Me di la vuelta. Había dado cinco o seis pasos cuando se oyó como un rayo una ráfaga de fusil. Volví la vista y mire caer al Chacuaco. Se abrió fuego por doquier. Yo me tendí en el suelo pero quedé como paralizado. Me sacaron en medio del fuego dos compañeros, tomándome de los brazos. Evadimos el cerco. Esa noche me viví como una presa extrañamente liberada. Jugador sin gobierno de su destino.

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Artes Visuales

SANTIAGO SIERRA 1966

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El arte de Sierra, cargado de reivindicaciones sociales y políticas desde sus comienzos, intenta evidenciar lo absurdo de las relaciones de poder establecidas y destacar los problemas que acarrea para la población la economía capitalista. Todas sus intervenciones conllevan un ejercicio de reflexión, donde la producción artística desempeña un papel estratégico.


“Las posibilidades de que se aloje en tu cabeza un redactor de las noticias de la CNN crecen sobremanera”…: Extracto de una conversación con Santiago Sierra. Cuauhtémoc Medina Medina: (…) En tu nuevo proyecto para la Lisson Gallery aludes a la ocupación de Irak. ¿Se está desplazando tu crítica del ámbito de la coacción económica, a la crítica política más concreta? (…) Sierra: El capital es el beneficiario y administrador de distintos tipos de explotación, cosa que no hace de manera caprichosa sino bajo la batuta del beneficio. El capital no es racista, ni sexista, ni clasista (…). Simplemente utiliza cualquier excusa para generar una mayor plusvalía (…) Lo político y lo cultural son apéndices, nada desdeñables 2 si tenemos en cuenta que su función es proveernos de coartadas. Por otra parte, es cierto que mis obras guardan una estrecha relación con el contexto específico en que trabajo, y en este caso lo estoy haciendo en un país oficialmente en guerra, y si esta guerra existe, es porque no existe el “tercer mundo”. Los llamados “países ricos” no actúan en los territorios que les pertenecen nominalmente, porque para mantener sus niveles de producción y consumo necesitan un territorio mucho mayor al que administran bajo sus banderas. Así que cuando trabajo en los territorios que pueden pagar arte lo hago siempre en el

mismo mundo y siempre en el mismo territorio. M: Tu nueva pieza involucra la contratación de iraquíes, que son sometidos a la fuerza de un chorro a presión de poliestireno, lo que los expone no sólo a cierta violencia física, sino a un riesgo químico controlado. Es evidente que en esta obra confrontas al espectador del mundo del arte con referencias explícitas a la tortura de prisioneros en cárceles como Abu Ghraib. ¿En qué forma es que consideras que la complicidad del mundo del arte para con la guerra, o el abuso de prisioneros, es similar a la de su participación en la economía capitalista? ¿Por qué involucras a la obra de arte y sus espectadores con este terreno? Sierra: Cuando anteriormente te hablaba de “oficialmente en guerra”, no se

me escapaba la trampa lingüística, porque una guerra existe cuando se declara la voluntad de matar y se hace públicamente; pero el Capital mata constantemente sin hablar de guerra y hablando de paz. Así que si consideramos la baja esperanza de vida en las cadenas de montaje de ultramar, por poner un ejemplo genérico entre millones, como las torturas de Abu Ghraib, imaginamos más terroríficamente prolongadas aquellas torturas que éstas. También aquellas resultan más sofisticadas pues su única visibilidad es un blue jean, que además es sexy. No se me oculta aquí la relación con el mundo del arte. el frente más obvio es que el mundo del arte se alimenta de la plusvalía, de la que no tenemos que recordar cómo se obtiene y dónde se obtiene. Podríamos hablar de una cierta complicidad inocente del mismo tipo de quien viste el blue jean, estoy de acuerdo, así que ambos pueden 4


Los anarquistas Volume. Roma, Italia. 25 de diciembre de 2006 A las 00.00 horas del 25 de diciembre de 2006 se convocó a un grupo de 8 anarquistas militantes para escuchar la misa del Gallo. Cada uno de ellos vestía capirote de arpillera negra, recibiendo 100 euros por esta acción. Sumisión (antes Palabra de Fuego) Anapra. Ciudad Juárez, Chihuahua, México. Octubre 2006 / Marzo 2007 100 indigentes Plaza del Estudiante, 20. México D.F., México. Diciembre de 2005 disfrutar sin complejos sus bienes. ¿Puedo yo producirlos sin complejos? No, y no creo que esté de más repartirlos entre el público. M: Es interesante el uso que, a lo largo de los años, has hecho del poliestireno. El poliestireno te sirve lo mismo para referir al semen de los clientes de las prostitutas inmigrantes en Italia, que a la violencia contra los prisioneros de guerra en Irak. ¿Es relevante la discusión de tus materiales? ¿Qué importancia le atribuyes a este producto para recurrir a él en varias de tus obras? Sierra: La relación entre las armas y la evolución de la especie humana parece evidente desde que se empezaron a utilizar húmeros de animales como única forma de supervivencia de la especie, así que nuestra historia parece ligada sólidamente a la evolución de estos artefactos de claras referencias fálicas. Este elemento en mi trabajo aparece substituido por la pistola que lanza poliuretano, conectando lo que de otra forma no sabría como conectar: la protección que ofrece un aislante 4

térmico con la violencia del arma. Las dos formas de dominio: el amor y el odio. Lo que obtendremos en esta acción es una imagen muy similar a la de los refugiados que llegan a las costas europeas, primero protegidos de la hipotermia con mantas y después devueltos a sus lugares de partida. Las protecciones blancas para el trabajo con poliuretano son

idénticas a las empleadas en desastres petroleros y así hasta crear una serie de imágenes concatenadas que aglutinan desastres frescos en nuestra memoria. Como único resultado obtendremos poliuretano informe esparcido por el suelo y paredes.


Galería quemada con gasolina Galería Art Deposit. México D.F., México. Noviembre de 1997

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Novela

El perro en la niebla

RÓGER LINDO 1955

Roger Lindo vive en Los Ángeles, California; trabaja en La Opinión, el diario más importante en español de los Estados Unidos. En 1998 publicó Los infiernos espléndidos, un libro de poemas. El perro en la niebla es el título de su novela –de la que publicamos un capítulo condensado por razones de espacio- en la que nos narra el ingreso de Guille, el protagonista, en el mundo de la política a través del trabajo con los sindicatos. Hablamos de la política que se hacía en un país en guerra; de la lucha sindical que era corredor de ingreso a la lucha armada; de masacres perpetradas en calles y avenidas, a plena luz pública; hablamos, en fin, de El Salvador de los años ochenta, una época en que cualquier cosa podía suceder y, de hecho, sucedió, el país mismo estalló en pedazos ante los ojos atónitos de sus sobrevivientes. De eso nos habla, sin amargura y con desenfado, El perro en la niebla.

8 Algunos días después del enfrentamiento en Santa Ana ocurrió algo espantoso. Una manifestación que rondaba las doscientas personas fue atacada por la Policía Nacional frente a la Catedral Metropolitana. En las gradas del templo cayó fulminado Mauricio, mi caro amigo, junto con veinte compañeros (entre ellos, corrió la voz, el Gordo Adolfo), tronchados por los fusiles automáticos de los tiras. Se dice que Mauricio portaba una pistolita con la que trató de cubrir la huída de los otros, pero apenas la levantó fue segado por las balas como una mata de maíz. Un contingente de los manifestantes se refugió en Catedral, a cuya nave arrastraron muertos y heridos, acosados por un fuego nutrido cuyos ecos aún no cesan. Yo me encontraba en la oficina luchando con una máquina de escribir y soportando las majaderías que se incuban en esos ambientes. Leyendo las páginas sociales de los periódicos (parte de mi trabajo secreto de inteligencia), descubrí el signo del zodíaco de la mujer del presidente de la Junta Militar que entonces nos gobernaba, un bigote con gorra, lo que me inspiró a escribir un horóscopo malévolo en su honor. La conmoción de la matanza en Catedral llegó hasta la oficina por boca de uno de los mensajeros, que pasó frente al templo en el momento en que las balas empezaban a traspasar la carne de mis compañeros. A alguien se le ocurrió prender el televisor de la oficina. Pasaban una película de John Wayne. Saqué una cachucha que guardaba en el fondo de mi cajón, me la coloqué a la manera de un toldo del alma, y el resto de la tarde, presa de un estado semifebril, adelanté tanto trabajo como pude, dejando de lado por el momento los chistes hirientes. Al llegar al local sindical me enteré del nutrido grupo de compañeros que se encontraba dentro del templo, cercado por la tira, sin contar con primeros auxilios o comida. A la mañana siguiente se organizaba una gran manifestación para acudir al rescate de los asediados. Llamé a la oficina para declararme indispuesto. Me sentía atrapado y era imposible renunciar a mi trabajo: mi madre no podía darse abasto con las clases de canto. La única ventaja de nuestra situación era que mi padre había muerto aplastado en un temblor antes de poner en marcha su plan de hipotecar nuestra casa. Gracias a eso teníamos techo propio. Corrí al parque Cuscatlán, punto designado para la concentración. He olvidado contar algo. Dos días después del enfrentamiento en Santa Ana tuve un encuentro memorable con

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Gérber. Nos juntamos a tres o cuatro cuadras del Campo de Marte, cerca del colegio que parecía un gallinero. Hacía calor. Las lluvias andaban con retraso. Le conté lo ocurrido en la marcha de Santa Ana sin omitir detalles, incluso le revelé que tenía un revólver y que lo había usado en el enfrentamiento. Después de un silencio de media cuadra, durante el cual temí haber dicho algo incorrecto, mi responsable se puso a hablarme de una manera rara… como si él fuera un enviado de otro planeta y hubiese llegado la hora de enterarme. Finalmente comprendí que aludía a una organización hermética, su mística y sus distintos niveles. Dijo que yo había sido seleccionado (por algo así como una especie de comité secreto), para incorporarme como miembro… o más precisamente, para empezar a pertenecer. Eso me preocupó, me encontraba feliz en el sector obrero y ahora se me hacía obvio que esa etapa iba a terminar. Por mucho que idealice la mística de la movilidad constante, los cambios me angustian. Al acabar de darme la noticia, Gérber me entregó unos documentos y un contacto.

silueta de los columpios, confundida en ese momento con el futuro esbozado por Gérber. Abandoné el arca y me encaminé por el viejo sendero del parque, deteniéndome ante la especie de cabaña que albergaba el trencito de juguete que era un santuario de mi niñez. Me llevé una gran decepción: el edificio estaba clausurado; una cortina de tablones viejos ocultaba su interior. Me asomé por una rendija en busca de un eco de la vieja gloria: la estación del ferrocarril con sus detalles: colinas, riachuelos, pequeñas locomotoras de metal; en una palabra, el mundo en miniatura al que ansiaba pertenecer cuando niño. Un relámpago del pasado cruzó por mi mente: me contemplé al lado de mi madre, que se remiraba en mí como en la astilla de un espejo. Después todo se redujo a un paisaje muerto, oscuro, polvoriento. Pensé con rencor que un cabezacuadrada, de seguro un coronel rústico y seboso, parasitaba los fondos que debían mantener operando aquellas máquinas queridas. Si alguna vez triunfábamos, y yo salía con vida de la aventura revolucionaria, gestionaría la restauración del trencito.

A esa hora no se veía en el parque sino estudiantes fugados de clase y barrenderos, uniformados unos y otros. En mi país todo el mundo andaba uniformado. Después de atravesar la entrada principal me detuve frente al Arca de Noé, una vieja y querida pieza de cemento. La pileta que la rodeaba se encontraba seca y alfombrada de hojas. Crucé el puentecito para subir a la nave y desde su proa, igual que un capitán recién comisionado gracias a un golpe del destino, contemplé la lejana

Me dirigí al área de los columpios para ver quién vivía. Resultó ser una pareja de estudiantes fugados de clases. El era un ser diminuto, blanco, cabezón (cabeza de hombre en cuerpo de niño, pensé). Ella, una criatura morena, esbelta, tan bella que inmediatamente se adivinaba que terminaría aplastándolo. El muchacho lucía embelesado, como si no creyera en su dicha y su suerte, y le susurraba, temiendo quizá que esa suerte y esa dicha no duraran, esas dulzuras que las muchachas no pueden

resistir. En ese momento recordé que aún llevaba conmigo los documentos supersecretos que me entregó Gérber. Prendí un cigarrillo y abandoné el Campo de Marte por la salida más inmediata, buscando las arterias que corrían de sur a norte. No se había disipado la perturbación suscitada por mi reciente ingreso a los juegos misteriosos de la vida clandestina, cuando me puse en marcha a la Catedral. Desde la noche anterior el centro estaba militarizado. Cabía la posibilidad de que nos recibieran a balazos al intentar el rescate de nuestros compañeros, y por si acaso, llevé la magnum conmigo. Me topé con un gentío en marcha, miles de gentes de variados orígenes arrancadas momentáneamente de su cómoda indiferencia. La ciudad, pese a los medios de comunicación, de una u otra forma estaba al tanto de lo ocurrido la víspera y quería participar y ver con sus propios ojos. La prensa internacional había crecido de un día para otro: periodistas arrancados de conflictos que menguaban en otras partes acudían a mi país para ser testigos de un nuevo volcán que irrumpía con la promesa de una conflagración inolvidable. Desembocamos en el primer cuadrante de la ciudad con el ímpetu silencioso de un tsunami, arrastrando a todo aquel que hallábamos a nuestro paso. Al llegar a la plaza frente a Catedral, nos encontramos con un silencio seco y quebradizo. Las calles en torno al templo, así como varias cuadras a la redonda se miraban desiertas. Los policías se habían retirado. Exceptuando la mole del Palacio Nacional, impasible 4


como un templo abandonado, ni señas del poder del Estado: ni tanquetas, ni zumbidos, ni casquillos de bala. La única pulsación detectable provenía del rótulo neón de la Compañía Cafetalera: CONSUMA CAFÉ PURO, el lema del país. Finalmente vimos el templo, en obra negra, indemne en apariencia, parecido al pecho desnudo y calloso de un mozo de carga. El tsunami se encaró finalmente con él y cuando parecía a punto de estrellarse contra sus portones de madera, éstos se abrieron como una herida prodigiosa. Al fondo de la catedral, al pie del altar donde tantas 4

veces fui arrastrado por mi abuela para hacer la comunión, descubrimos veintiún cadáveres perfectamente alineados sobre una alfombra de sangre reseca. Parecía un templo náhuatl después de una noche de sacrificios. Los camarógrafos, las señoras, los obreros de corbata, iban de un lado a otro sin dar crédito a sus ojos. Descubrí a Mauricio en una de las hileras de muertos. Ahora sólo era materia en proceso de descomposición. ¿Quién pagaría por ello? En ese momento descubrí a Adolfo ¡con vida! Tenía aspecto de náufrago y me lancé a abrazarlo. Su ropa se encontraba tinta

de sangre, pero al examinarlo no hallé ningún estrago del plomo en su carne. En cambio, descubrí en su cara la típica expresión del que descendió a los infiernos. Ya no sería el mismo nunca más. No se regresa de una expedición como esa sin traer algo indeleble impreso en la frente. Marvin se presentó con su imborrable pinta severa y ordenó que quienes habían sobrevivido se retiraran inmediatamente. Aparecieron unas mudadas de ropa y Adolfo se sacudió lo mejor que pudo la pintura de la muerte. Nos abrimos paso entre la muchedumbre y lo acompañé a su


vivienda. Se dio una ducha, se cambio de mudada y salimos a comer pizza. —Lo peor de todo —me confesó tras un largo silencio mientras esperábamos que nos sirvieran— es que tenía la esperanza de vivir esta guerra sin odio. Ahora ya no puedo. Me jodieron. La noche de la masacre de Catedral, la guerrilla asestó algunos golpecillos al enemigo: atacó un puesto de la Marina en el Golfo de Fonseca y una estación de policía en los linderos de una de las ciudades que circundaban el volcán, además de

tomarse algunas radios comerciales para difundir mensajes de denuncia. Fueron acciones modestas, pero henchidas de gran voluntad guerrera. Las imágenes de los policías disparando contra el contingente de manifestantes fueron difundidas por las televisiones del mundo —menos por la nuestra— como el plato fuerte internacional de esa jornada. Al día siguiente, el enemigo dejó en libertad a Laureano Valdéz. “Por hoy te vamos a dejar ir” (me imaginé que le advirtieron entre una y otra tunda), “pero ya volveremos a vernos… tarde o temprano. Estás a nuestro alcance.

Reconocelo, pudo haberte ido peor. Y quién quita que en el futuro terminés trabajando para nosotros”. Los más listos del bando enemigo siempre están tratando de que nos pasemos a su lado.

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Poesía inédita

Mar

MAR

RENÉ E. RODAS Las lenguas del mar: tormentas, naufragios, historias que forman un “caldo insensato” en el que sobrenada, otra vez, el cadáver de Flebas, símbolo de la muerte por aguas. René Rodas, autor del entrañable poemario “La balada de Lisa Island”, viajero impenitente e itinerante vecino de Ítaca y sus contornos, nos ofrece un emocionado canto a esa mujer eterna: la mar.

a Melisenda.

Tus enormes manos cargadas de tormentas, de islas, de galeones naufragados con los tesoros de la Tierra. Tus innumerables lenguas ateridas de peces, de muertos ilustres y muertos tristes y muertos de ojos extraviados de soledad. Tu largo, deforme lomo de sonámbula plagado de naves capitanas, canoas, balsas, infestado de historias. Total hembra en la que se fraguó el caldo insensato de la vida, hija del caos, origen del dolor y de la destrucción. Templo de la lascivia, bestia insaciable, arca de todas las alianzas rotas y por romper. El espíritu del mundo anduvo descalzo sobre tus aguas. Gruta hechizada de todos los encuentros finales, el cadáver de Flebas, el fenicio, busca en tus oscuridades la línea de navegación con que tus peces orientan a la luz. Puente de todos los caminos, en tus orillas se encuentran y despiden los hombres. Tu violenta pelambrera erizada de espadas, de gemidos, de volcanes recién paridos por tus fiebres puerperales. Enreda las horas y trastorna el curso de los vientos. Y tu solo aquelarre conjura el secreto impuro de la sal. Tus nieves, tus aguas gélidas y tus bacalaos, La sopa espesa de tus aguas tropicales, Tu rumba y tus palmeras borrachas de sol.

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Tu pródigo vientre preñado de imprecaciones de galeotes, de sueños de libertad, de conquista, arrulla sin fe los versos de Alfonsina. Tu cara de muchacha, de abuela rijosa, tus suaves corrientes interiores navegando a barlovento, arrojan a las cosas marejadas de sal y deseo. Tálamo infinito en el que toda intensidad ha ocurrido, en el que todo dios ha nacido y llorado de impotente amargura. Bebedora de tormentas, saturnalia de los ríos, lecho de la luna, en ti se sosiegan los relámpagos y hallan su casa todas las canciones. Una navecilla nostálgica y empeñosa surca para siempre tus aguas en busca de Itaca. Lluvia y 2007.

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Habitación infantil

RONALD MORÁN 1972

Artes Visuales

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Pequeño territorio de bordes nebulosos, cual memoria borrosa de infancia. En esa visita fugaz a nuestra tierra íntima de infancia nos reencontramos, no con hadas y duendes, sino con la parafernalia de guerra que nos ha convertido en la nación cuyo índice de homicidios es tan alto como una plaga mortal. Habitación infantil se titula la instalación del joven artista Ronald Morán, quien ahora la presenta en la 52ª versión de la afamada Bienal de Venecia. Morán ha dado el salto al circuito internacional de arte con sus espacios y objetos tapizados de blanca guata participando en numerosas colectivas. Aquí presentamos imágenes de su propuesta, fina cortesía del artista.

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Paolo Hasbún: El cine te ha servido como una vía para conocer tu procedencia y eso se percibe en tu constante preocupación por abordar la realidad vivida en el país Vasco. ¿Has pensado en retomar tus raíces en El Salvador en alguna de tus películas?

Imanol Uribe: Del museo de cera PAOLO HASBÚN

Lo único que tiene de salvadoreño Imanol Uribe es haber nacido en San Salvador en 1950. Por lo demás, es un vasco por los cuatro costados. Estudió en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid y obtuvo el título de Director en la Escuela de Cinematografía de Madrid. El tema dominante de sus películas está dedicado a la situación social-política del País Vasco: El proceso de Burgos, La fuga de Segovia, La muerte de Mikel o Días Contados. También ha tocado otros temas: el racismo en Bwana, el mundo de la brujas en La laguna negra o el histórico en El rey Pasmado. Vino a San Salvador 45 años después y dice que los olores le permitieron evocar nuevamente las imágenes de la ciudad que aún conserva en su memoria infantil. 5

Imanol Uribe: La verdad es que siempre ha habido una idea presente de volver a hacer algo sobre mi infancia. Creo que es una cosa cíclica de muchos directores, a medida que vas llegando a una época que empiezas a mirar hacia atrás y mistificar esos recuerdos. La verdad es que alguna vez he pensado en la posibilidad lo que pasa es que pienso que todavía no es el momento y el principio siempre arranca aquí en El Salvador en los años 50. Tengo en mente la estética de los 50, los coches, el tipo de vestido y esas imágenes siempre han estado, igual algún día eso genera un proyecto de una película. PH: ¿Algún recuerdo especial, recurrente? IU: Si. Por ejemplo, el primer recuerdo de cine que tengo fue aquí en El Salvador. La primera imagen que viene de una película de cine fue aquí, una película inglesa de terror “Los crímenes del museo de cera”, debía tener seis años. PH: Las temáticas de tus películas se caracterizan por un alto contenido social, racismo, homosexualidad, la realidad del país Vasco. En el caso salvadoreño ¿Qué tema te llama la atención para contar en el cine? IU: Tendría que empaparme una temporada de la realidad para hacer un proyecto. Por ejemplo, tuve un proyecto

que quise hacer en los años 90 de un mundo que desconocía un poco, que era el mundo del flamenco, cuando murió Camarón el cantador de flamenco. De hecho me fui a Cádiz a su contexto, a su entorno a intentar vivir una temporada de la realidad. Eso es lo bonito del cine que haces un camino iniciativo para meterte en los temas que aunque al final no acabes haciendo nada es una experiencia vivida. Con El Salvador tendría que hacer algo así, no me gustaría hacerlo desde una mirada desde fuera, que es siempre una mirada un poco de turista. Tendría que venir aquí, vivir un tiempo, y a partir de ese instante empezar a pensar en una historia, los procesos siempre son largos en ese sentido, cuando llegas al final a hacer una película hay un recorrido por muchos caminos que no te llevan a ningún lado y vuelves al camino principal y al final encuentras una historia. PH: En una entrevista dijiste que hacer cine en España en los años sesenta era considerado un marcianada. Yo estudié cine en San Antonio de los Baños y creo que aquí estamos en una etapa similar. ¿Qué justificaciones darías para hacer cine en un país donde no se hace? IU: Tuve un encuentro en la “Mónica Herrera” con gente que esta allí trabajando y preparándose, muy interesante, el nivel era muy atractivo y abordamos ese tema. Creo que si hay un primer paso que es hacer el primer largo metraje, yo les ponía el ejemplo que a mi me pasó de alguna manera en el país Vasco por la transición hasta entonces todo el


cine se hacía en Madrid, un poquito en Barcelona, no estaba descentralizado y en el país Vasco había unos antecedentes de cine documental de los años 60, 70 pero no había nada más. Nosotros nos fuimos allí primero hicimos El proceso de Burgos, luego La fuga de Segovia, que fue la primera película de ficción de cine moderno en el país Vasco y se daba un poco las circunstancias parecidas aquí y cómo afrontar ese de repente pues con una ilusión colectiva. Una vez que se demuestra a la sociedad en la que vives de que eres capaz de hacer cine, que se puede hacer cine allí después el camino es más fácil. Tiene que haber un primer momento de lucha colectiva de un grupo de cineastas, el cine es fundamentalmente trabajo en equipo. Para iniciar una cosa de este tipo habría que aunar esfuerzos, repartirse el trabajo, yo las primeras cosas que hice no fue llegar y dirigir películas hice de productor de compañeros y en ese sentido se pueden dar las condiciones adecuadas para hacer un proyecto aquí. La ilusión tiene que ser colectiva tiene que haber un grupo de cineastas que se animen a hacerlo y probablemente igual buscar una vía de inicio que sea factible. Como siempre el gran dilema es qué proyecto se puede generar aquí y que después tenga una salida internacional y que tenga un reconocimiento. Esa sería la apuesta. PH: ¿Qué función crees que tiene el Estado en las cinematografías nacionales? ¿En un país como El Salvador que papel debería tener?

IU: En ese sentido lo que es indudable que el cine en todo el mundo está dominado por la poderosa industria norteamericana. Nosotros en España, en nuestro propio país no tenemos salas para estrenar nuestras propias películas porque están ocupadas por películas norteamericanas. En esa situación de dominio me parece razonable un apoyo del Estado. Un ejemplo clarísimo son los franceses, de la protección del cine nacional como la conocemos. El modelo en Europa es un modelo envidiable a seguir, el de la cinematografía francesa es el más proteccionista con su propio cine pero de una manera inteligente.

celulares, no sabemos hasta dónde va a llegar esta revolución. El cine digital acerca la posibilidad de hacer cine mucho más fácil sobre todo pensando en los países de una industria muy endeble. Siempre va a ser una ventaja porque los costes son muy baratos y la capacidad de difusión también.

Han conseguido que los franceses estén orgullosos de su propio cine y por lo menos más del 50% de asistencia en las salas es para ver películas francesas y lo combinan con una serie de leyes de protección al cine pero hechas de una manera inteligente. Creo que es imprescindible implicar al público, hacer una legislación de manera que lo que favorezca sea la asistencia del propio público al cine de cada país. PH:¿Qué futuro ves en el cine digital, especialmente en el cine digital pobre? IU: El cine digital precisamente a las cinematografías pobres como puede ser este caso es una posibilidad muy interesante. Está pasando en España, en Europa, en el mundo en general pero nosotros los vemos ahora de una manera muy radical, esta cambiando la manera de consumir cine, ya no se consume en las salas, dentro de muy poco veremos las películas vía satélite y en los teléfonos 5


Museo de Historia Militar

En el Ex - Cuartel El Zapote, en lo que quiso llegar a ser algún día el “Complejo Cultural Recreativo San Jacinto”, el Museo de Historia Militar abre sus puertas a aquellos que desean conocer la sangrienta historia militar salvadoreña y ver implementos de guerra en el mejor lugar posible: estacionados o bajo gruesas placas de vidrio con llave. En 1898 el Cuartel El Zapote – una galera de lámina en ese entonces - albergó al recién fundado cuerpo militar llamado ilusoriamente Legión de la Libertad. Veinte años más tarde, el arquitecto Borromeo Flores daría inicio al edificio que alberga hoy día al Museo. Semejando un castillo medieval, el edificio fue diseñado con cuatro torres, una en cada esquina, y dos en su fachada, ahora completamente restaurado. Tanques blindados, uniformes, documentos, insignias, banderas, monedas, cañones y helicópteros, son solo algunas de las 35,000 piezas en exhibición. Últimas adiciones a su colección permanente: mementos de los soldados salvadoreños condenados a Irak. 6


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Un informe para una academia FRANCISCO TOLEDO Grabados Museo de Arte de El Salvador

FRANZ KAFKA

Un informe para una Academia (extracto)

Excelentísimos señores académicos:

Me hacéis el honor de presentar a la Academia un informe sobre mi anterior vida de mono. Lamento no poder complaceros; hace ya cinco años que he abandonado la vida simiesca. Este corto tiempo cronológico es muy largo cuando se lo ha atravesado galopando -a veces junto a gente importante- entre aplausos, consejos y música de orquesta; pero 7

en realidad solo, pues toda esta farsa quedaba -para guardar las aparienciasdel otro lado de la barrera. Si me hubiera aferrado obstinadamente a mis orígenes, a mis evocaciones de juventud, me hubiera sido imposible cumplir lo que he cumplido. La norma suprema que me impuse consistió justamente en negarme a mí mismo toda terquedad. Yo, mono libre, acepté ese yugo; pero de esta manera los recuerdos se fueron borrando cada vez más. Si bien, de haberlo permitido los hombres, yo hubiera podido retornar libremente, al principio, por la puerta total que el cielo forma sobre la tierra, ésta se fue

angostando cada vez más, a medida que mi evolución se activaba como a fustazos: más recluido, y mejor me sentía en el mundo de los hombres: la tempestad, que viniendo de mi pasado soplaba tras de mí, ha ido amainando: hoy es tan solo una corriente de aire que refrigera mis talones. Y el lejano orificio a través del cual ésta me llega, y por el cual llegué yo un día, se ha reducido tanto que -de tener fuerza y voluntad suficientes para volver corriendo hasta él- tendría que despellejarme vivo si quisiera atravesarlo. Hablando con sinceridad -por más que me guste hablar de estas cosas en sentido metafórico-, hablando con sinceridad os digo: vuestra simiedad, estimados


señores, en tanto que tuvierais algo similar en vuestro pasado, no podría estar más alejada de vosotros que lo que la mía está de mí. Sin embargo, le cosquillea los talones a todo aquel que pisa sobre la tierra, tanto al pequeño chimpancé como al gran Aquiles…

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Miss Nicaragua

RODRIGO PEÑALBA

El Sherrif llega a la iglesia luego de la masacre. El asistente, su hijo, le introduce la situación usando la frase “Parece el trabajo de un escuadrón de la muerte nicaragüense” Acá en Nicaragua todos nos reímos de esa frase: “jajaja, mentira, los escuadrones de la muerte eran salvadoreños”. (Hablo de una escena de Kill Bill 1, de Q. Tarantino) Pero, y a pesar que en Nicaragua si hubieron ejecuciones sumarias, si existe todavía un “escuadrón de la muerte”, o al menos así se hacen llamar ellos. Ellos son Miss Nicaragua, banda de rock hardcore del sur de Londres formada por 4 nicaragüense radicados allá al otro lado del charco atlántico, en las islas británicas. Los uniformes de batalla son máscaras de lucha libre estilo mexicano y camisas hawaianas, justo como la banda mexicana Lost Acapulco, solo que Lost Acapulco tocan Rock Surf, y Miss Nicaragua van por metal rock hardcore cargado de líricas de ritmo hip hop, guitarras distorsionadas, percusión punk, testosterona y mucha irresponsabilidad social (algo que muchas bandas centroamericanas deberían aplicar más a su trabajo lírico/musical). Los integrantes de Miss Nicaragua son El Puma, El Sueño, El Cinco, El Mono y El Coronel. Tienen grabaciones del 2004 pero luego de un cambio de manager cambiaron la rutina y sonido, y ahora tienen la producción Long Way Home, pero desastres propios de la vida de bandas rock subversivas mantiene al disco y la gira de la banda on hold. El nombre de la banda hace casi imposible el encontrar información oficial sobre la misma, porque a cualquier searcheada en Google salen miles de páginas apuntando a noticias sobre la ciudadana Miss Nicaragua que acaba de participar en Miss Universo y que alcanzo a estar entre las 10 finalistas, algo digno de Miss Nicaragua, la banda.

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Generacion X RODOLFO MOLINA

preparó el camino para el advenimiento del arte contemporáneo en El Salvador. Inmersos en una etapa en la que el mundo veía el fin de la guerra fría y en nuestro propio contexto el periodo de conflicto armado, un momento de cambios, de aparición de nuevas tecnologías, del VIH, de la urbanización del país (la población se mueve a las ciudades) y el inicio de la diáspora al extranjero, una generación que se vio afectada por una juventud atrapada en la situación política de los ochentas y que en contraposición se definió “sin ideales definidos”, marcados por un periodo de nihilismo, el trabajo de estos artistas ha estado caracterizado por una visión interesada en expresiones globalizadas. Han sido todos partícipes de algunas manifestaciones experimentales con acciones que implican el uso de nuevos lenguajes, como la instalación y el 8

Camila Sol

Seis artistas que han desarrollado su trabajo a partir de los años ochenta, han decidido unirse en una muestra colectiva, que aunque con estilos y temáticas diferentes, representan a una generación de transición que se consolida como precursora de nuevos lenguajes artísticos y de apertura al ámbito internacional. Su trabajo pertenece al ambiente post moderno de los noventa, que de alguna manera

Óscar Soles

Muestra colectiva de Camila Sol, Mayra Barraza, Luis Lazo, Orlando Cuadra, Oscar Soles, y Rodolfo Molina en Galería La Pinacoteca.


Rodolfo Molina Orlando Cuadra

Rodolfo Molina

“performance”, pertenecen al grupo de artistas que comienza a utilizar en el país una mezcla de lenguajes de una manera más libre, y también incorporan temáticas que tienen relación con lo urbano, y lo cotidiano, de hecho cada uno de l@s seis artistas presentes en esta exhibición han desarrollado obra con este tema. La obra presente en esta exhibición representa el trabajo actual de Mayra Barraza, Camila Sol, Luis Lazo, Orlando Cuadra, Oscar Soles, y Rodolfo Molina, y es el corolario de los procesos y desarrollos estéticos que cada artista ha logrado madurar, bajo su propia perspectiva.

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En la voz de ex oficiales del FSLN, el escritor y poeta salvadoreño Carlos Ernesto García lanzó ayer en Barcelona, España, el libro “Bajo la sombra de Sandino: Historia de una revolución inconclusa”.

Bajo la sombra de Sandino RAFAEL LARA

Presentación del libro “Bajo la sombra de Sandino: Historia de una revolución inconclusa” del escritor Carlos García.

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Según García, su objetivo fue rescatar algunos acontecimientos hasta hoy desconocidos: “Son entrevistas que en otro tiempo habría sido imposible de realizar, debido a intereses y posiciones políticas. Lo importante, en este trabajo, es leer las distintas miradas sobre un mismo personaje; pero también descubrir algunos pasajes históricos que, por los motivos que fueran, han quedado sin mayores luces en los libros que refieren la historia más reciente de Nicaragua”. En todas las entrevistas parte de un universo único e intransferible: la infancia. “Quien lea esas páginas tiene todo el derecho a dudar de la veracidad de lo que (los entrevistados) narran, pero no de su entrega a una revolución que los vio crecer y defenderla. Como entrevistador, he querido mantenerme

al margen de consideraciones que podrían haber dado lugar a confusión y he dejado que sea la propia voz de los entrevistados la que nos cuente su versión de los acontecimientos”. Durante aproximadamente un año, García permaneció en Nicaragua seleccionando a los personajes y haciendo los contactos para realizar las entrevistas a Edén Pastora, Donald Mendoza, José Valdivia, Javier Pichardo, Raúl Venerio, Elías Noguera, Víctor Tirado López y Leonel Martínez. García es autor de libros de poesía como “Hasta la cólera se pudre” (Barcelona, 1994) aparecido ese mismo año en Nueva York bajo el título “Even rage will rot”, “A quemarropa el amor” (Barcelona, 1996), “Postales del Crimen” (Inédito) y del libro de viaje en tono novelado “El Sueño del Dragón” (Barcelona, 2003).


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la ubicación apropiada de los rotores (es decir, con la sustitución adecuada de caracteres) para descifrar el mensaje.

Krisma y su infierno de imágenes Azul Muevo mis brazos y un rayito azul se proyecta. Muevo mis piernas en un acto desesperado por volar y vuelo pero sólo a media sombra. Una nube no es blanca, un árbol no tiene el cabello verde, un zapato no se pone en un nido. Y mi mundo es azul. Azul estrella. Azul en la punta de la lengua como decir azul con los labios abiertos. Azul mis manos y cada uno de sus dedos. Azul mi pecho. Un pecho donde anida el azul de la mañana. Azules los besos, el aliento de un latido, el dolor cortante en las entrañas, el sueño fluido de la risa, el alma pellizcada por el laberinto de una uña. Me quedo ciega ante la ciudad tristemente azul, tanto azul como el río sucio que arrastra la espuma azul. Y es que ha muerto el último pájaro azul, de vejez y de tanto llorar. Cayó del árbol y los niños lo encontraron en el patio del colegio. Los niños aún no tienen corazón azul, los niños no saben que esa mancha azul, que devoran las hormigas rojas, fue un pájaro. ¿Cómo les explico sin que se les tiña el corazón de azul? 9

Tierra de collares Enigma

En la fotografía de esta nota observan una de las máquinas Enigma que utilizaba la marina alemana durante la segunda guerra mundial. En la parte superior se encuentran los rotores que se utilizaban para codificar los mensajes. En Inglaterra, una de las personas que contribuyó a descifrar los textos provenientes de las Enigma fue Alan Turing, uno de los padres de la ciencia moderna de la computación.

Expertos polacos se dedicaron a investigar las máquinas Enigma, y a principio de la década de los treinta descifraron los mensajes provenientes del ejército nazi. Ésta fue la base del método que se usó para romper los códigos de las máquinas mejoradas que los alemanes utilizaron después. Se encontraron las brechas en el método de encriptamiento, y se estudiaron a fondo los equipos capturados. El exceso de confianza de los nazis, quienes creyeron que sus mensajes no podrían ser interpretados, permitió que los aliados conocieran muchos de sus planes. Esto ayudó a cambiar la suerte de la guerra en algunos frentes claves de batalla.

En los años previos a la segunda guerra mundial, se utilizaron de manera comercial unas máquinas encriptadoras de mensajes. Dada una oración, estas máquinas se encargaban de obtener una serie de letras en aparente desorden, pero que podían interpretarse con otra máquina que tuviera la clave correspondiente. Durante la guerra, los nazis utilizaron versiones mejoradas de estas máquinas para encriptar sus comunicaciones. A través de un sistema de rotores consecutivos (cada uno de los cuales sustituía una letra por otra, y así sucesivamente), se obtenía un conjunto de letras que a simple vista no guardaban ningún tipo de relación con el original. Era necesario tener otra Enigma, con

Revólver/Alan Mills Rigoberta Menchú: una mujer con mundo En su libro La niña de Chimel, dice la protagonista: “llena de alegría en mi sonrisa, así quisiera que volvieran los días cuando yo era niña, con la montaña protectora, el río refrescante, los pájaros cantores. Pero quisiera que volvieran para


todos, no sólo para mí”. Quiero hablar con Rigoberta Menchú, pero también con esa niña de Chimel… Rigoberta Menchú: Gracias. Traeme “un vaso de miel”, mijo (se dirige a un asistente). Sí, nos conviene hablar desde el alma de los niños. Le voy a dar mi libro Un vaso de miel, que escribí también con Dante Liano. Regalar un vaso de miel es como regalar una flor. AM: El B´aqtun, un nuevo ciclo de Cuenta Larga está por iniciar a finales de 2012. Para Rigoberta Menchú esto implica un regreso a los orígenes, a la madre tierra, a buscar un balance del entorno y mejorar los hábitos humanos... RM: Los mayas creemos que el nuevo tiempo será de amistad, de solidaridad, una era de humanidad. Por lo menos, esperamos no será la continuidad de “todo para mí”, de devorar lo bueno que hay. Esperamos venga un época de cambios a favor de la vida. AM: Y digamos que este cambio de valores tendría una dimensión individual pero también una colectiva… RM: Lo individual y lo colectivo son igual de importantes. Las personas ya no se comunican, juzgamos sin conocer. Yo siento que este tiempo es el más oscuro de la humanidad, es un tiempo de sufrimiento, de soledad, de inconformidad, es un tiempo donde todos creemos que lo que hacemos es lo mejor, pero no nos damos cuenta que hay otro que está haciendo algo mejor al lado nuestro. AM: Vivimos un momento profundamente individualista, la época del Yo vs. los Otros… RM: Sí, pero todo imperio tiene un fin, todo sistema topa. En este nuevo tiempo (Baqtun) no dependerá todo de los seres humanos, depende mucho también de las energías cósmicas. Pero depende

también de nuestras luchas, si sólo nos quedamos mirando los hechos, no va a pasar nada. AM: Sabemos que ha viajado mucho, ¿qué país le parece interesante? RM: Toditos los países, toditos tienen cosas grandes, gigantes... No olvidaré mi tiempo con los ainus de Japón, los karens, los hmongs de Tailandia, porque son pueblos que alzan su voz. Recuerdo a Daw Aung San Suu Kyi, una mujer que ha estado prisionera, fui a ver su gente a pesar que no pude entrar en Myamar, Birmania, en aquellos años... Pienso también en los saami de Noruega, muy al norte, con los renos y vestida de Sra. Claus, digamos... (reímos los presentes) Yo he sido una mujer que ha estado con la gente, he comido cuyos, he comido de todo, cualquier comida se me ha dado en el mundo...

Altas horas de la noche Yo también soy terrorista Porque manifiesto públicamente mi descontento con el gobierno de ARENA. Porque expreso mi descontento con los planes y acciones del presidente Elías Antonio Saca. Porque salí en las marchas blancas a protestar contra las intentonas

de Francisco Flores Pérez de privatizar el sistema de salud. Porque tengo intenciones de volver a salir a marchar a la calle expresando mi descontento con x o y política gubernamental. 13 personas están siendo juzgadas como “terroristas” porque salieron a manifestar públicamente su descontento con los planes de el gobierno de descentralizar la administración del agua. Las cosas, como suele suceder que llega la UMO con su parafernalia pasivo agresiva de cascos, escudos, barreras de alambre razor, balas de goma y actitud desafiante, se fueron por el cauce de la violencia. Y agredieron unos y otros, y se genero un desorden público, no se dejaba pasar a la gente por la carretera, punto. TERRORISMO: «Reitera que los actos criminales encaminados o calculados para provocar un estado de terror en el público general, un grupo de personas o personas particulares para propósitos políticos son injustificables en cualquier circunstancia, cualesquiera que sean las consideraciones políticas, filosóficas, ideológicas, raciales, étnicas, religiosas o de cualquier otra naturaleza que puedan ser invocadas para justificarlos.» Texto completo de la resolución 51/210, «Medidas para eliminar el terrorismo internacional», de las Naciones Unidas «El terrorismo es un método productor de ansiedad basado en la acción violenta repetida por parte de un individuo o grupo (semi) clandestino o por agentes del estado, por motivos idiosincráticos, criminales o políticos, en los que — a diferencia del asesinato — los blancos directos de la violencia no son los blancos principales. Las víctimas humanas inmediatas de la violencia son generalmente elegidas al azar (blancos de oportunidad) de una población blanco, y son usadas 9


como generadoras de un mensaje. Los procesos de comunicación basados en la amenaza — y en la violencia — entre el terrorista (la organización terrorista), las víctimas puestas en peligro y los blancos principales son usados para manipular a las audiencias blanco, convirtiéndolas en blanco de terror, blanco de demandas o blanco de atención, según que se busque primariamente su intimidación, su coerción o la propaganda.» Definitions of Terrorism. UNODC. Estoy en desacuerdo con ellos, con los del gobierno, con Elias Antonio Saca, Comandante General de la Fuerza Armada y Presidente de ARENA, con los diputados que aprobaron esa ley que permite definirme a mi como terrorista si salgo y pongo un cartel en la vía pública expresando mi descontento y reacciono con la violencia con que se me viene a detener porque estoy obstruyendo la vía pública.

Tribulaciones y asteriscos Amigos Los amigos son los amigos, y a veces se portan raro --o uno así lo percibe--, se enojan, llaman por teléfono a la hora menos esperada, o no llaman nunca, y siguen siendo amigos. A veces se despiden para siempre y regresan, a veces 9

no se despiden y no vuelven jamás. A veces están cerca y uno no alcanza a verlos; a veces, como en internet, uno quizá no llegue a oír nunca su voz, ni a saber cómo es su cara, y serán amigos hasta el siguiente correo, y el siguiente, y el siguiente, y así sucesivamente, y en esas líneas constantes o eventuales se portarán raro --o uno así lo percibirá-, escribirán a la hora menos esperada, o quizá nunca, y seguirán siendo amigos. Lo importante es saber que están bien, enterarse de que acaba de nacer su bebé -quizá por eso estaban nerviosos-- y que, en fin, la vida sigue para ellos y para uno, estemos donde estemos. Lo demás es anécdota.

Inquisiciones y otros fracasos Cilca 2007- Antigua Guatemala La Cilca 2007 estuvo interesante. Fue indudable que dos de las figuras más importantes del evento fueron los salvadoreños Manlio Argueta y Claudia Hernández… Manlio presentaba una compilación de su poesía, la cual, según

sus propias palabras fue escrita al inicio de su carrera como escritor y no ha vuelto a escribirla. Leyó fragmentos de su libro y debo decirles que nos dejó a todos apantallados. Presenta imágenes muy fuertes y descolocadoras. De la segunda —o sea Claudia— diré que pude nuevamente conversar con ella largo y tendido. Nos reímos mucho, sobre todo comiendo un exquisito ceviche en un restaurante de la Antigua, ya que ella tiene la teoría que mi amistad con Hilma, a quien ella conoció en la Cilca y de quien ya he comentado aquí, es digna de ser filmada para algún documental. Claudia me ayudó a aclarar algunos conceptos y a abatirme con otros (esto último, debo decir, es ya costumbre en ella). Entre otros de sus mucho aportes me recomendó a Whitman y sus “Hojas de Hierba”, con el que ya comencé a fascinarme. Claudia presentó su nuevo libro “Fronteras”, que contiene varios de los cuentos (revisados) de “Medio día de Fronteras”. También leyó un par de cuentos inéditos, como “Demonio de segunda mano” que nuevamente nos entrega una historia desconcertante de la que uno no puede salir hasta llegar al final. El auditórium que la escuchaba debió sentir lo mismo que yo, pues se los veía a todos idos escuchándola mientras leía en la Posada Belén, lugar donde se realizó el Congreso y al final la aplaudieron largamente. Entre otras personalidades asistentes al congreso se encontraban el escritor Dante Liano, la poeta Ana María Rodas, Javier Payeras, Francisco Alejandro Méndez, Ronald Flores, Consuelo Tomás, Aidaluz Menesses, Aida Toledo,


Enrique Noriega. En fin, fueron tres días super intensos pero que valieron la pena.

jóvenes que habían cometido delitos leves. Creo que ellos no conocen que es un delito leve. En lugar de medidas preventivas, se decidieron por una ley que criminalizaba el aspecto, le imponía penas exageradas a menores, dándoles un trato de mayores de edad. Le daban la espalda a nuestra Constitución y a los tratados internacionales de la protección de menores. La Corte Suprema de Justicia se ha negado a declarar inconstitucional esta ley, abandonando su responsabilidad y su deber de guardianes de la legalidad y del respeto de las instituciones.

Cosas tan pasajeras La cárcel como solución

La derecha prometía que pronto veríamos la eficacia de su método carcelario. Lo que se cosechó fue la tormenta. La escalada criminal se aceleró y fueron apareciendo incluso lugares en donde reinaba la ley de las maras. Por lo menos era lo que nos decía la prensa nacional. La sociedad sentía miedo. Los titulares de los diarios se manchaban de sangre cotidiana. La campaña de Saca se basó en la promesa de que iba a barrer de un solo tajo la delincuencia con su propia ley de “super mano dura”. Solo le faltó ponerse el antifaz del Zorro. No tardaron muchos meses y la nueva ley estaba vigente. La penas carcelarias se volvieron penas perpetuas, que al sumarse le daban a los delincuentes una esperanza de vida de más de cien años.

Nuestros gobernantes son tercos. Algunos verán en esta terquedad una cualidad que de seguro llaman perseverancia. Desde la presidencia de Flores vieron en la cárcel el remedio a los problemas sociales. Fue bajo esta iluminación que surgió la ley de la “mano dura”. Flores cerró sus oídos a los aspectos preventivos de la lucha contra la criminalidad juvenil y un trato de recuperación social para los

De nuevo oídos sordos a la prevención y a la educación, ninguna medida seria y el mismo silencio cómplice de la Corte Suprema de Justicia. Violar la Constitución se ha ido institucionalizando y nuestros magistrados han erigido la alcahuetería en método. Los resultados los conocemos todos, el número de homicidios ha ido creciendo hasta colocar al país en uno de los primeros lugares en este “ramo”.

No apto para turistas / Otoniel Guevara Defensa propia a Arquímides Cruz, en la memoria Un hombre me amenaza con un arma Yo lo amenazo con una piscucha El a lo sumo logrará matarme Yo en cambio podría hacerlo feliz.

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Barricada La Revolución es un símbolo interesante, casi un mito fundacional de nación para unos, aunque para otros sea una larga noche oscura. Sea cual sea, en su camino han quedado miles de vidas, cientos de iconos. Uno de esos iconos fue el periódico Barricada, en su momento órgano oficial del FSLN, partido gobernante de 1979 a 1990 en Nicaragua. El año pasado regresó el FSLN al poder, y Barricada también regresó, pero ya no es el órgano oficial del partido de gobierno. Haciendo uso de un poco de hacktivismo y poderosos medios de persuasión, Barricada retorna en formato digital, ahora editado ágilmente por Mario Delgado y Rodrigo Peñalba

Hijos de la guerra Cual perra ha parido la puta guerra hijos por doquier. El primogénito llamado Mara Salvatrucha, cuenta su historia en el documental de larga duración cuyo sitio web aquí recomendamos.

¿Qué estamos haciendo? El grupo de hiphop salvadoreño Pescozada, nos avienta contra la pared, agarra del cuello y escupe a la cara su canción: ¿Qué estamos haciendo? de su primer disco (allá por el 2002) Diaz Ozkuros en el Barrio. Vea este excelente video en YouTube bajo la dirección de Arturo Menéndez. El ojo de Adrián quiere dedicar esta canción a todos los fieles lectores de nuestra enemiga revista “Blur”, la reina de la frivolidad… con amor.

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H.I.J.O.S. Y el segundo se llamó: Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Por la ley y los derechos humanos recrimina a su padre la justicia y la memoria cada vez que puede en la vecina Capitanía General de Guatemala.


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