Medios y Políticas Públicas de Comunicación

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Capítulo 2 | Suportes al desarrollo

el que se discute poco en los cursos de licenciatura y de postgrado en Comunicación, se dan una serie de equivocaciones que atentan contra la riqueza del análisis original de Leal. Parte de la desvirtuación del concepto de caciquismo se debe a una apropiación errónea de esta expresión por parte del sentido común. Se percibe, en la gramática sobre el tema, que se entiende que el sufijo ‘-ismo’ forma la acción originada en el nombre base de la derivación; luego, el caciquismo sería el sistema que designa las acciones de los caciques. Derivado de este, el caciquismo electrónico se referiría a las acciones de los caciques en los medios electrónicos de comunicación. Dicha concepción le roba al caciquismo su naturaleza de sistema, atribuida por Leal, además de fundir, sin ninguna distinción, a cacique y caciquismo. Hay quienes extiendan más todavía esta conceptuación y transformen el mero ejercicio del poder en caciquismo. En muchos trabajos, se nota, también, que hay dificultades a la hora de entender quién es el cacique del que habla Leal en ‘Caciquismo...’ y el que definiría a este agente en el escenario de la comunicación brasileño. Una adaptación apresurada primordial consiste en relacionar al cacique electrónico con todo personaje que ejerza simultáneamente un mandato electivo y que sea propietario de medios de comunicación. Por extensión, sería como considerar un cacique a todo propietario rural que ejerza un mandato electivo. Dicha afirmación no se sostiene ni en la obra de Leal, ni en ninguna bibliografía de referencia sobre el caciquismo. Para respetar la fidelidad al autor, la ruptura con esta habitual noción tan generalizada debe encontrarse en la base de aquel análisis que pretenda adoptar el término de caciquismo electrónico en la gramática del ámbito de la comunicación. Ya en el primer capítulo de ‘Caciquismo...’ se encuentra la negación explícita del carácter absoluto del cacique. Aunque la expresividad de la actividad rural en el Brasil de la Primera República fuera innegable, el cacique podría ser un burócrata, un comerciante, un profesional liberal o incluso un cura. No necesitaría ni siquiera haber asumido un cargo por elección. Lo que caracteriza al cacique es, en resumen, su estatus de comando en una región determinada.

El cacique y las elecciones

La propiedad de los medios de comunicación puede considerarse un potente instrumento de fuerza electoral. Sin embargo, el radio de acción del cacique es diferente del de un radiodifusor que conquista votaciones expresivas. No se puede incluir en una misma categoría a figuras como Antonio Carlos Magalhães y Hélio Costa tan solo porque ambos sean radiodifusores que ejercen mandatos electivos y hayan ocupado el cargo de Ministro de Comunicaciones de Brasil. Desempeñan papeles diferentes en el sistema de caciquismo electrónico. Aunque se perciban rasgos clientelistas en ambas actuaciones públicas, pese a que participen en la misma red de compadrazgo que le ha dado forma a lo que llamamos caciquismo electrónico, no hay un ‘helismo’ ni un ‘costismo’ que actúe como jefatura política, arbitraje social ni fuente de coacción en el estado de Minas Gerais. Si los candidatos apoyados por Hélio Costa perdieran las elecciones a gobernador y senador, el titular del día siguiente en el periódico de Barbacena, una de las ciudades del estado, difícilmente sería “Un clima de decepción predomina entre los electores”2 .

Qué no es el caciquismo

También resulta usual que se confundan abuso de poder y caciquismo, como si fueran dos denominaciones de un mismo fenómeno. Esta puede ser la degeneración más peligrosa para el análisis, ya que induce a ver a la figura del cacique como un señor absoluto, casi mitológico, lo que invierte el orden conceptual. El caciquismo se inscribe en un momento particular del abuso de poder denominado “mandonismo”, como ha afirmado José Murilo de Carvalho en su artículo Mandonismo, caciquismo, clientelismo: una discusión conceptual, “exactamente aquel en el que los mandones empiezan a perder poder y necesitan recurrir al gobierno”. El llamado mandonismo, para Victor Nunes Leal y para José Murilo de Carvalho, resulta más amplio, ocurre en diversos momentos y en diferentes lugares, y se acerca más a la idea de caciquismo, por ejemplo. Otra desvirtuación conceptual radica en la expresión ‘cacique electrónico’. No hay ninguna razón evidente para incluir a los medios de comunicación, o a su propiedad, en la figura del cacique. La propiedad de los medios de comunicación, lo que sí retrata es una parte del control de los medios de

2. Correio da Bahia, online, 02 oct. 2006. Disponible en: <http://www.correiodabahia.com.br/aquisalvador/noticia.asp?codigo=113559>.

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