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38 marzo de 2014

La historia y progreso de la

ESCALADA EN ROCA MO DEL CO

LE GABRIEL SAN

GR

NIS IO

O GI

Nuestras montañas Tablas Rumi, una montaña preciosa Escalada Guía de escalada en rocódromos Pedaleando Los caminos del Colectivo ClimaCleando

RUPO ASCE NS

en Ecuador

1944




EDITORIAL

Adaptación con equilibrio, en analogía con la roca

E

n este número de nuestra revista hemos decidido unirnos a lo que viene sucediendo en la escalada en roca en nuestro país. El Gobierno ha sumado un apoyo económico importante al esfuerzo de equipamiento de diversas áreas, empezado hace mucho tiempo por gente apasionada que ha puesto su energía para que todos podamos disfrutar de la escalada de una manera segura. Como punto de partida, una aproximación a la diferencia entre la escalada de paredes ya equipadas y la denominada escalada tradicional. En términos simples, en la escalada tradicional el escalador monta y retira los seguros con la idea de dejar la menor huella posible de su paso por la roca. En la artificial, los seguros están fijos y las vías determinadas. Esto cambia en cierta forma nuestra actividad y, en mi opinión, la hace más segura y accesible. Lo que no ha cambiado es el sentido de nuestro contacto con la naturaleza. La escalada en roca supone un reto, el esfuerzo de conocer y superar nuestros límites, de encontrar las fisuras y los lugares que nos indiquen cuál es el siguiente paso, y la técnica adecuada para un buen encuentro con la solidez de la roca. La adaptación con equilibrio que practicamos en la escalada me parece similar a la ecuación que aplicamos en la producción de la revista. En este número proponemos algunos cambios que faciliten al lector el aprendizaje de lo que es la montaña y le provean de información necesaria para escalar de forma más segura ese fragmento de quietud que nos ofrece la naturaleza. Pero en la escalada y en la montaña las cosas no siempre funcionan como lo planeamos y podemos perdernos de nuestra vía. En el número anterior, cometimos el error de cambiar el apellido de mi gran amigo Marco Suárez y de su hija Andrea Suárez, quien tan emotivamente compartió con nosotros esa experiencia singular que tiene que ver con su padre montañero, amigo mío de toda la vida. Más que disculparme quisiera comentar que estar envuelto en la edición de la revista puede ocasionar confusiones tan obvias como el cambio del apellido de tus amigos de siempre. Disculpas Marco y Andrea. En este número he aprendido muchísimo y espero que nuestros lectores vivan la misma experiencia. Me encontré nuevamente con la escalada en roca, he tenido la oportunidad de conocer a nuevos amigos y de entender la magnífica obra que muchos escaladores han venido haciendo por décadas. La experiencia que tuve la oportunidad de vivir en El Cojitambo con Juan Gabriel Carrasco y Joshua Jarrín está próxima a todos porque tiene que ver más con la filosofía de la montaña que con la capacidad técnica de escalarla. Este es mi equilibrio como editor de la revista y seguiremos adaptándonos para continuar siendo el medio de comunicación de montaña que hemos sido durante los últimos 40 años. Milton Moreno Salas



contenido EDITORIAL

4

ADAPTACIÓN CON EQUILIBRIO, EN ANALOGÍA CON LA ROCA Milton Moreno Salas

COMENTARIO

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DESDE EL VIVAC Marcos Serrano Dueñas

NOTICIAS

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ECUADOR MÁS CERCA DE LA UIAGM Jossua Jarrín NUEVA VARIANTE A LA CUMBRE DEL ANTISANA Jossua Jarrín

CARTELERA DEL CLUB

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LOS JUVENILES , ANIVERSARIO, DEL LOCAL, EXPEDICIÓN MAKALU

LECTURAS A CIELO ABIERTO

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Marco Suárez Carrera

ESPECIAL

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LA HISTORIA Y PROGRESO DE LA ESCALADA EN ROCA EN ECUADOR

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La crónica de la escalada escrita palmo a palmo Édgar Aulestia Lecciones de vida a través de la escalada Paige Classen La fragilidad de una guerrera Margarita Cardoso O DEL CO ISM LE

GR

GABRIEL SAN

RUPO ASCE

N IO

O GI

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22 26

Joshua Jarrín en el segundo largo de zona de vuelo, Cojitambo - Ecuador. Foto Milton Moreno Salas.

19 4 4

GRUPO ASCENSIONISMO COLEGIO SAN GABRIEL


PERSONAJE

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EL MONJE DE LA ROCA Milton Moreno Salas entrevista a Juan Gabriel Carrasco

PORTADA Paige Claasen Fotografía Jon Glassberg Número 38 marzo de 2014

MOTIVACIÓN

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PARA QUE TE ENAMORES TRES PRIMEROS ASCENSOS EN LA SIERRA NEVADA DE COLOMBIA Nicolás Navarrete

MONTAÑA INSÓLITA

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TINO VILLANUEVA Y ALAN ROUSSEAU ABREN NUEVOS FRENTES EN EL VALLE DE HIELO DE LOS HIMALAYAS Tino Villanueva

LA NOTICIA

56

LA SEGUNDA ASCENSIÓN DE LA PARED NORTE DEL OBISPO, UN SUEÑO ACARICIADO DURANTE AÑOS Roberto José Morales

GALERÍA DE FOTÓGRAFOS

64 68 70 72

Tito Villacís Pedro Purtschert Milton Moreno Salas Pablo Purancajas

NUESTRAS MONTAÑAS

74

TABLAS RUMI, UNA MONTAÑA PRECIOSA Marcos Serrano Dueñas

PEDALEANDO

76 LOS CAMINOS DEL COLECTIVO CLIMACLEANDO Alexandra Garcés Santander, Ximena Paltán

EQUIPO

80

CÓMO ESCOGER LOS ZAPATOS DE ESCALADA Eduar Lamprea

Producción

Taller de Comunicación Audiovisual

Dirección y edición Milton Moreno Salas Consejo editorial Joshua Jarrín Marcos Serrano Milton Moreno Salas Oswaldo Freire Sara Palacios Edición gráfica Fabrizio Moreno Salas Diseño y diagramación Laly Moreno Salas Corrección de estilo Marcia Cevallos Distribución y ventas Eva Costa Impresión EDIECUATORIAL 15100 Articulistas Alexandra Garcés, Édgar Aulestia, Eduar Lamprea, Joshua Jarrín, Eva Costa, Margarita Cardoso, Marco Suárez Carrera, Marcos Serrano Dueñas, Milton Moreno Salas, Nicolás Navarrete, Paige Claasen, Roberto José Morales, Tino Villanueva, Ximena Paltán Fotografía Alan Rousseau, Alexandra Garcés, Christiane Biederbick David Silva, Felipe Guarderas, Gandhy Zurita, Jéssica López, Jon Glassberg, Milton Moreno Salas, Nicolás Navarrete, Pablo Purancajas, Pedro Purtschert, Roberto Madera, Roberto Morales, Tito Villacís, Ximena Paltán Traducción al español Heather Kryzak Los textos pueden ser reproducidos, de manera total o parcial, siempre que se cite la fuente. Se prohibe la reproducción de las fotografías sin la autorización del editor. Las opiniones son responsabilidad de los autores de los textos y no comprometen a MONTAÑA.

Revista MONTAÑA Veracruz N34-38 y Av. América Quito - Ecuador Teléfonos: 2241843 / 0987458340 montana@vivaimagen.org


COMENTARIO

Desde el vivac

Marcos Serrano Dueñas Es en la Escuela de Montaña donde corresponde volcar los esfuerzos y los recursos, para que los montañeros de la provincia puedan acceder a cursos de formación que, como siempre lo fueron, deben ser exigentes, de modo que permitan afrontar los retos del montañismo. Cursos básicos de montañismo: páramo y orientación, escalda en roca, nieve y hielo, son fundamentales, indispensables y necesarísimos. Espero, así como en el vivac se espera el sol del nuevo día, que nuevamente la Escuela de Montaña comience ese trabajo maravilloso de formar y capacitar a los montañeros.

Marcos Serrano en su actividad montañera.

C

on la entrada en vigencia de la Nueva Ley del Deporte, el andinismo sufrió un remezón considerable. Ahora es el propio Ministerio del Deporte el que otorga los fondos para las diferentes actividades (de una manera práctica adiós al COE, la CDP y la AEAP, al menos tal y como venían funcionando). De otro lado, hasta el momento únicamente cuatro clubes han logrado ser oficialmente reconocidos por las regulaciones de esa nueva Ley. Estos son: el club del Colegio Montúfar, el club de la Universidad Central, el club Pichincha y el Ascensionismo del Colegio San Gabriel. Esperamos que en los siguientes meses logren su reconocimiento clubes históricos como el de la Politécnica, Cumbres Andinas, Nuevos Horizontes, El Sadday, el de la Universidad Católica, etc. Aprovechando esta compleja situación resulta evidente volver a pensar en la Escuela de Montaña. Abandonada durante muchos, demasiados años, por las diferentes directivas de la AEAP que se enfocaron de manera exclusiva en la escalada de competencia, se perdió mucho de lo que tanto esfuerzo costó. En diciembre de 1975, bajo la dirección de Bernardo Beate y con la participación de unos pocos (entre los que me cuento), arrancó la Escuela de Montaña, más tarde llamada Escuela Provincial de Alta Montaña, que indudablemente marcó un momento fundamental en la formación de tantos andinistas.

Escuela de escalada en Sigsipamba. 8

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mountainhardwear.com


NOTICIAS

Ecuador más cerca de la UIAGM

El instructor francés François Marsigny compartiendo sus conocimientos a los guias de la ASEGUIM.

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os instructores de la Escuela de Guías de la Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña (Aseguim) asistieron a un curso de pedagogía para la formación de guías, manejo de riesgo y toma de decisiones, una actividad auspiciada por los ministerios de Turismo y del Deporte, con la colaboración de la Escuela Nacional de Esquí y Alpinismo de Francia (Ensa). Este encuentro, que se desarrolló entre el 2 y el 12 de marzo, fue el primero del convenio que firmaron la Aseguim y la Ensa con el objetivo de que ese país ayude a Ecuador a convertirse en un miembro oficial de la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (Uiagm), máximo organismo mundial de regulación y certificación del oficio.

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François Marsigny, instructor de larga trayectoria en la formación de nuevas generaciones de guías y designado por la Ensa como responsable del proyecto, se ha mostrado muy positivo por la situación actual de la Aseguim, al afirmar que son pocos los detalles, sobre todo de forma, que se deben ajustar para que Ecuador alcance el reconocimiento internacional. El curso tuvo una parte teórica, que se impartió en las aulas del edificio del Servicio de Capacitación Profesional, en Quito. Las clases prácticas se realizaron en la zona de escalada deportiva de Sigsipamba y en el volcán Cotopaxi. En una segunda etapa instructores ecuatorianos viajarán a Chamonix (Francia) durante el verano 2015, para capacitarse e implementar los

estándares que exige la Uiagm a un país candidato. Finalmente, en el 2016, miembros de la Ensa visitarán Ecuador para un tercer encuentro que afiance este proceso y consolide la escuela de guías del país. La Aseguim ha expresado su agradecimiento a las entidades gubernamentales que están apoyando el proceso de profesionalización de los guías de montaña y ha rechazado enfáticamente que se ejerza el oficio dentro del Ecuador sin una certificación que garantice estándares máximos de seguridad. Joshua Jarrín IFMGA/UIAGM Licensed Mountain Guide ASEGUIM Guía de Montaña Ph: +593 984698609


Nueva variante a la cumbre del Antisana

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os escaladores ecuatorianos Estalin Suárez (guía de la Aseguim), David Trujillo, Pablo Moreta y Sebastián Castro abrieron una variante nueva a la cumbre sur del Antisana. Los pasados 15 y 16 de enero, desde el campo base ubicado del lado occidental de la montaña aproximaron por el glaciar inferior hasta ubicar un corredor que asciende entre la vía normal (de la S) y la ruta Truenos y centellas. (Revista Montaña #23).

La variante abierta en el Antisana Sur.

La variante, que en la parte superior se junta a la ruta conocida como espolón del chiquitín (suroccidental), cuenta con ocho largos de escalada en roca, mixto y glaciar, catalogados en D+, 6a, 80º, que fueron resueltos en 14 horas de actividad. Con esto, suman ya seis líneas de ascenso al pico, muy frecuentado por los andinistas que desean practicar escalada en terreno mixto en el país. Joshua Jarrín IFMGA/UIAGM Licensed Mountain Guide ASEGUIM Guía de Montaña Ph: +593 984698609 Los largos en hielo de la variante.

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CARTELERA DEL CLUB

Montañeros y juveniles del Ascensionismo en el Carihuairazo.

Los juveniles Bajo de la dirección del compañero montañero, arquitecto Tito Villacís, la Sección Juveniles del Grupo Ascensionismo del Colegio San Gabriel, ha realizado en los últimos meses una fructífera e importante actividad. Ya sean salidas dentro de su propio cronograma (siempre con la colaboración de miembros de la Sección Montañeros) o incluídos en las salidas de sus mayores, los juveniles han conseguido, entre otras, la cima del Iliniza Norte, las cimas de las cumbres Josefinos y Máxima del Carihuairazo. Han realizado una Escuela de Glaciar en el Cayambe y varias prácticas de escalda y rapel en el Rocódromo de la Vicentina. Además de asistir a una serie de charlas formativas en sus reuniones. Invitamos a los estudiantes del Colegio a unirse al Grupo Ascensionismo.

David, Nati, Alan y Mateo compartiendo su primera cumbre de los Josefinos.

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Aniversario El próximo13 de abril, conmemoramos cuarenta años del accidente del Cayambe que costó la vida a Joseph Bergé, Carlos Oleas y César Ruales, los dos últimos, primero juveniles y luego fundadores de la Sección Montañeros. Como recuerdo a ellos, para ese día, se ha planificado unas ascensión a la cima del Cayambe.

Atardecer en el majestuoso Cayambe.

Del local Las actividades de construcción que ha emprendido el Colegio, lamentablemente incuyeron el próximo derrocamiento de nuestro histórico local. En espera de que nos entreguen las nuevas instalaciones donde funcionarán tanto la Sección Juvenil cuanto la Sección Montañeros, esta última se reúne todos los miércoles en el local facilitado por nuestro compañero el doctor Santiago Palacios, en la conocida casa de la calle Ulloa. Los juveniles siguen en su horario habitual de los martes, reuniéndose en el Colegio. Las nuevas instalaciones del Ascencionismo.

Expedición Makalu De manera habitual y disciplinada, los integrantes de la expedición al Makalu para la primavera del 2015, continúan con los preparativos tanto para buscar recursos financieros cuanto para obtener una adecuada preparación psicofísica y técnica, para esto último realizan contínuas salidas a la montaña.

El Makalu desde el Suroeste.

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LECTURAS A CIELO ABIERTO

Marco Suárez Carrera

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a lectura abre una vía para educarnos en los aspectos que más nos interesan de nuestra experiencia en la montaña. Con los libros podemos descubrir horizontes propios y encontrar en ellos, quizás, una perspectiva que cambie nuestras vidas. En general intento poner en práctica lo que he leído, pues he comprobado que en compañía de un buen libro disfruto más de lo que hago, de la aventura, de la exploración en mis propios términos. En esta primera edición voy a referirme a dos textos: un clásico y uno sobre la técnica de escalar en roca. Buena lectura.

Marco Suárez caminando por los páramos de nuestras montañas

Los clásicos de la historia del montañismo guardan las razones por las cuales atendemos la llamada de la aventura y la exploración.

Las lecturas sobre la técnica permiten disfrutar de mejor manera lo que hacemos.

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ESPECIAL

La historia y progreso de la

ESCALADA EN ROCA en Ecuador

Colocaci贸n de tablas en el muro de La Vicentina.



Crónica de la escalada, escrita

PALMO A PALMO Édgar Aulestia

Javier Salas , escalando. Cristina Matheus, asegurando junto a Johannes Biederbick.


Todo comienza en los primeros años de la década de los 90. Por azares del destino, o más bien por la atracción a un deporte casi desconocido en nuestro país, un grupo de jóvenes se reunía en un primitivo y abandonado rocódromo. Este pequeño reducto de roca era nuestro hogar, un espacio en el cual no teníamos supervisión de nadie, donde la habilidad de progresar en la verticalidad te daba estatus y respeto, donde compartíamos amistad y tardes de sol, mientras aprendíamos uno del otro cómo superar las vías que aumentaban en grado y dificultad. Quienes vivimos esa primera década guardamos muy gratos recuerdos. Nuestra vida era simple, del colegio al rocódromo, no hacía falta concretar una cita con la gallada, estaba sobreentendida la presencia de al menos tres compañeros cada tarde. Éramos una familia que crecía lentamente.

2.

Parte del encanto de los primeros años de la escalada en Quito eran los personajes que merodeaban el único escenario que teníamos. Cuando mis hermanos y yo llegamos a este pequeño mundo ya existían escaladores íntegros, a los que considero la primera generación quiteña. Esteban Barrera, Guillermo Estrella, Paco Carpio, Felipe Sancho, los hermanos Alzamora, María Clara Espinoza, Ceci, entre otros, eran el grupo de élite y el ejemplo a seguir. Ellos fueron los protagonistas de las primeras competencias en muros artificiales que en esa época estaban a cargo de Hernán Bonilla, Negro Heredia, Cosme, Fabricio y Pepe Moreano. La segunda oleada tuvo un origen incidental. Muchos de nosotros pertenecíamos a grupos Scout y solíamos hacer prácticas básicas de rapel en el rocódromo como parte de nuestras actividades. Recuerdo claramente que el

primer equipo para escalar lo compramos y lo compartimos todos. Era tan difícil encontrar equipo que un par de zapatos tenía que aguantar los entrenamientos de al menos cinco escaladores. Fueron unos Boreal Ninja, a los que llamábamos los tigres. A esta generación pertenecemos: mis hermanos, Alejo Lazatti, Andrés Herrera, Pablo Beler, Inti Arcos, Daniel Gonzales, los hermanos Díaz, los hermanos Mosquera y los Dammer, que ya poseían una base técnica y física sólida. La rutina cambió y nuestro panorama se amplió con la llegada de Jaime Durán. Este colombiano fue nuestro maestro en bastante sentidos: técnicas nuevas, manejo de equipo más eficiente y, por supuesto, la apertura de vías en lugares como las chancheras de Muluaco, que dio un impulso importante

compañero de cordada en cientos de aventuras. Sebastián Cruz, Sebastián Carrasco, Marcelo Jaramillo, Carolina Altamirano, Nicole Marchán, Johannes y Cristiane Biederbick, los famosos hermanos Calisto, Santiago Miño, nuestro gran amigo Javier Vélez, Juan David Cevallos, Juliana García, Erick Baquero, entre otros, son parte de una lista incompleta pero que intenta ser fiel a los protagonistas de esos años. Pido disculpas anticipadas si se me escapa algún nombre.

3.

Las primeras aperturas de vías deportivas en las cercanías de Quito se dieron gracias a la llegada de Jaime Durán y de los hermanos Alzamora que poseen uno de los primeros taladros percutores del país.

Tres generaciones de escaladores conquistan un lugar para esta disciplina en nuestra capital. Los primeros comenzaron en un abandonado rocódromo donde practicaban y se perfeccionaban, más adelante ascendieron edificios y complejas paredes naturales de los alrededores, se asociaron, y hoy son deportistas de alto nivel.

a la escalada deportiva. Jaime es una persona muy especial, su forma de ver la vida nos marcó a todos, su visión del trabajo vertical fue el comienzo de la profesionalización de esta disciplina, y de su mano se construyó el Complejo de Escalada de la Vicentina, que existe hasta hoy. Entonces llega la tercera generación con amigos como Javier Salas, mi

Alejandro Lazatti y Édgar Aulestia en la construcción del muro de escalada de Quito.

1.

La escalada deportiva quiteña progresó muchísimo con la apertura de las chancheras de Muluaco y de las canteras de Tumbaco, donde encontramos clavijas y rutas desarrolladas por generaciones anteriores. Pocos años después, se crea el primer club de escalada Arista del Sol, con César Aulestia como presidente y la

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Somos pocos quienes hemos tenido el honor y la responsabilidad de buscar y desarrollar nuevas rutas. Es necesario un total compromiso con la actividad, aporte de tiempo, dinero, y bastante experiencia para colocar los seguros. El Club fue de gran apoyo, todos sus miembros pusieron el hombro para conseguir los fondos necesarios para la compra de los anclajes y de las brocas para la apertura de vías. La forma más eficaz de autofinanciarnos fue por medio del puenting en la González Suárez. Trabajábamos horas de intensa adrenalina, no solo para nuestros clientes… A paso lento pero seguro, se fue plantando la semilla.

4.

Nuestra casa se fue haciendo chica mientras nuestros cuerpos, habilidades y sueños crecían. Unos cuantos buscábamos nuevos escenarios entre las moles urbanas, y así se dieron las primeras ascensiones a edificios como el centro comercial Caracol, La Puerta del Sol y un par de facultades de la Politécnica Nacional. Ya en el año 2000, de la mano de Roberto Gutiérrez, comenzaron los planes para la construcción del Complejo de Escalada de la Vicentina y de las nuevas oficinas de la AEAP, que hasta entonces se reunía en un pequeño reducto detrás del gimnasio de la Concentración Deportiva de Pichincha. Javier Salas en las primeras aperturas de vías en Santa Clara, Valle de los Chillos.

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valiosa colaboración de Franz Kliche, Juana Sotomayor, Andrea Calisto, Bernardo Gortaire, Sebastián Iturralde e Iván Rodríguez. Gracias a la colaboración de sus socios, este grupo pudo negociar la compra del primer taladro Hilti Te 6ª. Ésta fue la herramienta que nos condujo a parques de escalada como Santa Clara, en el Valle de los Chillos, el Guagua Pichincha y las primeras vías de Sigsipamba y Cuyuja. Se abrían las puertas para próximos escaladores.

Omar Cevallos llega a la presidencia de la Concentración Deportiva de Pichincha con Ramón Gómez en la directiva y las peticiones de Roberto son por fin escuchadas. Clubes como Arista del Sol, Sadday, Universidad Católica, Universidad Politécnica y Nuevos Horizontes se reúnen y proponen ideas y bosquejos para la futura obra.


La obra civil comenzó con Jorge Rosero a la cabeza, y con el ingeniero Izurieta a cargo de la enorme estructura metálica. A ellos se unió Jaime Durán, quien contrató a varios escaladores. Los meses pasaban y mientras la estructura tomaba forma todos colaborábamos poniendo t nuts, cortando y colocando paneles, todo lo que estaba en nuestras manos para acelerar el proceso. Era un sueño para nosotros sabernos parte del nacimiento de esta nueva casa.

Ésta es mi historia, la que conozco y de la que he sido parte durante los últimos 20 años, agradezco a quienes compartieron sendero y cuerdas con nosotros, y espero que el crecimiento de nuestro deporte no se detenga.

Nicole Marchán y Édgar Aulestia en el rocodromo, a comienzos de los 90.

La obra llegó a su fin y su inauguración fue el comienzo de una nueva era para la escalada. Por fin el espacio apropiado y el entrenamiento profesional llegan al deporte. Así nace la cuna de una verdadera selección de escalada deportiva y del escalador de competencia, con protagonistas como Esteban Égüez, Chevi Crespo, Martín Ramírez, Nico Corti, Gabriel Arroyo, Daniel Arteaga, Nataly Martínez, Carolina Rosero, Valeria Osorio, Estefanía Mesías, los hermanos Guarderas, las hermanas Oviedo y muchos otros jóvenes que han hecho de Pichincha una potencia en el campeonato nacional. El apoyo gubernamental se vuelve una realidad y se fortalece con la aparición de la escalada en los Juegos Nacionales gracias a la eficaz gestión del entonces presidente de la Federación, el ingeniero José Moreano. Sé que muchos de los escaladores de los 90 sentimos mucha felicidad al ver los logros que día a día la nueva generación alcanza. Logros que hace solo una década parecían solo sueños. Si algún mérito tiene nuestra generación es la de haber sido puente entre una total indiferencia hacia la actividad, y los logros de hoy.

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Lecciones de vida a travĂŠs de la

ESCALADA Paige Claasen Traducido por Heather Kryzak FotografĂ­a Jon Glassberg

Paige Claassen escalando el primer ascenso femenino de 5. 8 (8a) en El Acantilado (Ecuador). Foto Jon Glassberg (LT11.com).


D

espués de pasar los últimos ocho meses viajando ha sido un gusto ver edificios coloridos, tomar jugos frescos y conocer a la gente amigable de Ecuador. Salí de mi casa en Colorado (Estados Unidos) en junio de 2013 y desde entonces he visitado ocho países alrededor del mundo para escalar en roca, como parte del programa Marmot’s Lead Now Tour, que ayudé a diseñar.

actividad. Mis papás me llevaron a un gimnasio de escalada en Colorado con la esperanza de que encontrara algo que pudiera hacer bien. La escalada hizo clic en mí. Pasé mi adolescencia escalando en el gimnasio, practicando el juego de pies y comiendo bien para ser la mejor competidora posible. No salía de fiesta los fines de semana ni a

tomar con mis amigos. Al contrario, pasé los viernes en la noche descansando para despertar temprano los sábados y entrenar con mi papá. Nunca vi esto como un sacrificio. No quería fiesta, quería escalar, competir, quería ganar y quería completar rutas que pusieran a prueba los límites de mi fuerza y perseverancia.

Jon Glassberg, de la empresa de producción LouderThan Eleven, viaja conmigo para documentar mi trayecto y lanzamos un video nuevo cada mes con el fin de recaudar fondos para organizaciones locales sin fines de lucro. Estoy viviendo uno de mis sueños y los sueños de muchas personas, pero ésta oportunidad increíble es el resultado de muchos años de trabajo. Marmot’s Lead Now Tour empezó como una idea simple: probar si podía completar una ruta de escalada de dificultad 5.14 (8b+ o superior) cada mes. Me gustó el desafío, pero quería llevar la idea un paso más allá. La escalada es un deporte egoísta. Muy poca gente entiende lo que hacemos como escaladores y menos los beneficios de nuestros esfuerzos. Quería hacer realidad el viaje de mis sueños y vi esto como una oportunidad de explotarlo de manera positiva. Algunas personas corren maratones para informar y concienciar al público sobre el cáncer de seno. No soy una corredora, pero vi la oportunidad de usar algo que hago bien para ayudar a otras personas. Decidí utilizar mis habilidades como escaladora y mi carrera en marketing, mientras ponía a prueba mi corazón. Primero, déjenme contarles sobre toda la preparación que tomó este proyecto. Llegué a este punto después de diez años de entrenamiento como escaladora competitiva y cuatro años más de vencer mis límites en proyectos personales. Cuando tenía nueve años no era buena para ningún deporte ni

Paige Claassen escalando el primer ascenso de Middle Earth (8b), en el Parque Nacional Cajas. La vía fue equipada por Mickey Verduga en 2013. Foto Jon Glassberg (LT11.com).

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La escalada definió mi identidad como joven. Después de algún tiempo desarrollé la capacidad de superar los obstáculos y el deseo de avanzar hasta alcanzar mis propias expectativas. Pero el camino no fue siempre recto, delimitado o claro. Muchas veces quise dejar de escalar. Perdí algunos amigos por la escalada, amigos que no entendieron la razón por la que prefería entrenar y sudar en vez de salir a divertirme los fines de semana. Aun entre mis amigos escaladores fue difícil encontrar compañeros que quisieran escalar duro. Yo no quería parar o conversar entre ruta y ruta, yo quería seguir escalando para mejorar cada vez más. Mi deseo de convertirme en una mejor escaladora hizo de mí una mejor persona. La escalada me forzó a madurar, a tomar responsabilidades y a considerar las consecuencias de mis decisiones. Las lecciones que he aprendido a través de la escalada se han quedado conmigo en otras facetas de mi vida. Me acompañaron durante la Universidad, gracias a lo cual conseguí una beca para estudiar gratis. También están conmigo cada día durante el Marmot’s Lead Now Tour. La mayoría de los días de este viaje han sido como un sueño hecho realidad, nuevos países, amigos y escaladas de clase mundial al alcance de mi mano. Pero muchos días también me siento desanimada.

por nuestro socio Heifer International, tenía tanta hambre que compré la primera cosa que vi: jugo de melón a un vendedor en la calle. Pasé el resto de la noche llorando y sudando en el baño, preguntándome por qué había escogido el jugo en lugar de unas galletas. Al día siguiente Jon y yo habíamos quedado en hacer otra visita a una granja de Heifer, pero esta vez en la localidad de Nabón. Todavía me dolía el estómago, pero traté de ayudar a las mujeres locales (y a una escaladora local y vegetariana, Margarita Cardoso que se unió a nosotros ese día) a cocinar cuyes en palos sobre una fogata. No comemos cuy en los Estados Unidos, pero estaba determinada a aceptar las tradiciones locales, así que comí todo el cuy que me ofrecieron para el almuerzo. Obviamente, mi estómago no quedó agradecido.

Una comida tradicional ecuatoriana de tamales, humitas y horchata. Foto Jon Glassberg (LT11.com).

La presión de estar siempre escalando a alto nivel me cansa. Algunos días pierdo la confianza y no creo en mis propias habilidades. Extraño a mi familia y a mis amigos en Colorado. Con tanto viaje es difícil seguir entrenando y mantenerse en forma. Mi estómago se queja de las comidas que no reconoce. Justamente ahora mientras escribo, me estoy recuperando de una intoxicación por haber comido algo que me hizo mal. Me encanta la comida fresca y picante de Ecuador, pero mi estómago no está preparado para la comida que se vende en la calle. Después de pasar un día en Cañar, trabajando con criadores de alpaca que son apoyados Paige Claassen aprende a asar cuy con mujeres indígenas de Nabón, mientras trabaja con la fundación Lead Now, una afiliada de Heifer International. Foto Jon Glassberg (LT11.com). 24 MONTAÑA marzo 2014


Sí, he tenido que sacrificar algunos días de escalada debido a las enfermedades, pero los momentos en los que estoy incómoda, confundida o sintiéndome sola, me hacen recordar la razón por la que estoy aquí. Aspiraba a una meta y trabajé hasta verla hecha realidad. Estoy viviendo mi sueño, así que estoy dispuesta a aceptar los días duros que vienen mezclados con días fantásticos. A fin de cuentas estoy feliz de haber tomado ese jugo y de comer cuy. A través del cariño de los agricultores locales y sus familias he vivido una experiencia verdaderamente ecuatoriana y he aprendido sobre la cultura local. Hoy en día, la escalada es menos mi identidad personal y más un medio para lograr mis metas. Es un deporte que me encanta y que voy a seguir practicando, pero aprecio las experiencias que la escalada me ha brindado más que los logros que he alcanzado. Muchas veces estas experiencias ni siquiera involucran una cuerda o mis pies de gato. Se trata de individuos. Se trata de desafíos emocionales. Se trata de decisiones que tengo que tomar personalmente. ¿Quién quiero ser? ¿Dónde quiero estar en 5, 10, 20 años? ¿Qué tengo que hacer para llegar a donde quiero estar? Voy a trabajar para mi futuro. Y para lograr una historia personal que me haga sentir orgullosa, estoy determinada a poner las horas y los años de trabajo que sean necesarios hasta llegar a ese punto. ¡Voy a empezar ahora, aprovechando mi tiempo en Ecuador! Para aprender más sobre Marmot’s Lead Now Tour visite http://leadnowtour.org/ Para apoyar a Heifer International haga su donación online en http://www.crowdrise.com/leadnowtourecuador

Paige Claassen escalando Regletitas (V6) en San Fernando. Foto Jon Glassberg (LT11.com). marzo 2014 MONTAÑA 25


La fragilidad de una

GUERRERA Margarita Cardoso

La vía Tramontina , Cojitambo- Cañar. Foto Jon Glassberg (LT11.com).


M

i experiencia comienza en el muro del Coliseo. Empecé como la gente que va a los gimnasios, en la onda del boulder, con la corriente de esos escaladores cómodos que quieren llegar a la base de la roca de El Cajas en su carro, con su música, no muy aventureros. Poco a poco me acerqué a la escalada en roca, a la gran pared, y descubrí mi pasión por escalar montañas.

Cuando escalo veo lo grande que es la naturaleza y lo pequeña y frágil que soy, y trato de concentrarme en tomar las decisiones correctas y en disfrutar. Si me preguntan por qué me gusta escalar, siempre doy diferentes respuestas. Pero una de las razones es por lo que aprendo de mí misma. Al hacer escaladas difíciles o subir a la montaña, tengo fuerzas para enfrentar la vida. Por otra parte, tengo mucha energía. Fui gimnasta durante ocho años, me retiré y sentí que quería hacer algo. Cuando vi que construían el muro de escalada, me dije: ‘tengo que hacer eso, porque tengo que hacer algo’. Creo que me hubiera conectado con cualquier deporte o actividad que tuviera que ver con estar afuera.

En este testimonio, la escaladora azuaya Margarita Cardoso muestra su permanente asombro ante la naturaleza, su fragilidad, y su decisión de continuar en la roca y en la vida. Ante el temor de caer, está la posibilidad de controlar el riesgo, ante circunstancias excesivamente difíciles, la opción de retirarse. O la de continuar, pese a lo incierto de la ruta.

También me gusta de la escalada que no sabes con qué te vas a encontrar al dar el siguiente paso. A veces me digo: ‘¡ay, Dios mío, que haya algo porque si no me friego!’. Entonces aparece, logro resolver el movimiento y salir de esa parte fea, miedosa. Creo en aquello de ‘Dios

Parque Nacional Cajas. Foto David Silva.

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aprieta pero no ahorca’, y me considero una persona con mucha suerte porque cuando se presentan dificultades, siempre hay algo a favor. Una de las cosas que me fascinan de la escalada es que tengo que controlarme, de alguna forma tengo que hacerme amiga del miedo. Sé que si no llego a controlarme, es el fin. Es peor. Sí, esta es una práctica de autocontrol del miedo, de la paciencia, de las emociones, es una prueba para una. A mí me gusta la vida y si me toca morirme en un hospital a los 100 años, bueno. No me gusta arriesgarme. No soy de las que dicen: ‘no me importa’. Recientemente hice un freesolo en la Langarota (Cojitambo), una vía larga, nueva. Una escalada totalmente controlada, porque no soy muy de freesolos ni de colocarme en esas situaciones. No es lo mío arriesgar tanto y algo un poquito más difícil, ya no haría. Hay gente que necesita un desafío diferente cada vez, pero yo ya tengo suficientes emociones al escalar una vía deportiva o una vía tradicional. En mi vida quisiera seguir disfrutando de la escalada. No importa el tipo de escalada. Quisiera tener siempre una motivación, una meta, aunque sea la de salir a escalar con mis hijos o mis sobrinos el fin de semana. Si la meta es subir el Everest, qué bueno. La idea es no perder la motivación. ¿El próximo proyecto? Carla Pérez planea hacer una cordada solo de mujeres y, bueno, a mí me encantó la idea. No es ninguna cosa feminista. No hay eso de: “nosotras las mujeres” o “el primer ascenso femenino ecuatoriano”. Es simplemente tener la experiencia de escalar con otras mujeres, algo que no sucede muy seguido. Queremos ir a Mano de Fátima (Mali), una gran pared de varios largos, para tener la experiencia de tomar decisiones y de demarcar la escalada… Veamos qué pasa. Es difícil tener la ocasión de escalar solo con mujeres, porque hay pocas en Ecuador y porque somos más competitivas entre nosotras que con

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los hombres. Creo que al escalar con otras mujeres uno se encuentra con las mismas debilidades y miedos, con detalles súper simples como el frío. Las mujeres somos más friolentas. Y, claro, nuestros sentimientos son diferentes. A veces pienso que tal vez este no sea mi mundo, porque es un ambiente más masculino. Pero yo diría a otras jóvenes que guerreen, porque van a encontrar en la escalada y en otros deportes en contacto con la naturaleza, cosas que no van a hallar en la vida habitual. Vale la pena. La escalada me hace más fuerte y me ayuda a sobrepasar las dificultades de

Viota máxima, Cerro Putuzhío, Oña. Foto David Silva.

la vida. Como cualquier persona soy llorona, miedosa, friolenta, me gusta la comodidad. A veces cuando estoy en la montaña me pregunto: ‘¿qué hago aquí si me estoy muriendo de frío? ¿Por qué no estoy en mi cama viendo una película?’. Pero se trata de eso mismo, de ir creciendo. El hecho de enfrentarme con dificultades chicas me permite resolver o aceptar cualquier cosa difícil que se presente en la vida. En esto hay mucho de aceptación. No puedes decir: ‘me voy a Argentina a subir el Fitz Roy’. Eso será solo si la montaña me deja, si las condiciones se dan. Tengo

que aceptar que no siempre se logra lo que uno quiere. El montanismo y la escalada hacen que se despierte en mí el lado guerrero, porque en la vida habitual uno no se encuentra con la necesidad de la supervivencia. En la montaña hay que hacer algo, porque de lo contrario uno muere. Claro, nunca estoy sola, siempre están los compañeros de escalada.

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PERSONAJE


El MONJE de la roca

Milton Moreno Salas entrevista a JUAN GABRIEL CARRASCO Fotografía Milton Moreno Salas

Juan Gabriel escalando uno de los largos de la vía “La Langarota”.


“La escalada para mí supone un contacto muy fuerte con la naturaleza. Agarrarte de cada presita, de cada regleta, de cada hueco, es una forma muy íntima de contactarse con la naturaleza, es algo muy personal”.

En casa de Juan Gabriel compartiendo historias de su trayectoria.

E

ncontrar a la persona ideal para representar nuestro personaje ecuatoriano escalador en roca fue fácil. Las referencias sobre Juan Gabriel Carrasco en la comunidad montañera como escalador y aventurero fueron fuertes y unánimes. Tuve la oportunidad de conocerlo por primera vez en la cima de Cojitambo cuando acababa de escalar unos tres largos que definía como “finito con mucho aire pero divertido”. Su imagen, más la de un sacerdote jesuita, emanaba una frescura que le llenaba el rostro de vida, y para completar su presencia única, su cantadito cuencano lo convirtió instantáneamente, para mí, en un personaje, el que estábamos buscando. Tuve la oportunidad de escalar con él durante tres días con el apoyo de Joshua Jarrín. En el transcurso de nuestra convivencia realizamos la siguiente entrevista. Milton Moreno Salas: Juan Gabriel, queremos que cuando la gente lea la Revista Montaña se entere un poco del cómo de las cosas, que podamos aprender de tu experiencia. ¿Cómo te encontraste con la roca? Juan Gabriel Carrasco: Cada uno tiene su destino, hermano, y la montaña, la escalada en roca, era parte del mío, así como tener mis hijas, era de esas cosas que tenía que hacer en la vida. Como estaba en mi destino, cada vez me fui topando y apegando más a la roca. Tal vez el primer contacto que tuve fue durante una salida de campo con mi familia, cuando tenía unos ocho

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años. Con unos amigos nos fuimos a meter en una roca y nos hallamos en un lío. Nuestros padres nos mandaron al carajo por estar trepados sin tener idea de lo que era la escalada, pero a mí me encantó ese gustito de sentirme identificado con algo. Ya después mi padre me llevaba a caminatas al cerro, al páramo. Íbamos al Chimborazo, al Cotopaxi… y cada vez se incrementaba mi interés por la escalada en roca. Más o menos a los 17 años, después de pasar por una etapa de motoman que también me llevaba al cerro, claro, me dediqué más a la montaña. Con mis amigos pescadores, entre ellos pescaban y yo me subía a las rocas, a los picos. MMS: ¿Había alguien con experiencia en escalada en aquella época? JGC: No, en Cuenca la escalada en roca era totalmente nueva, era una cuestión que se estaba desarrollando recién. Una extensión del montañismo. Algunos montañistas cuencanos habían hecho alguna cosa en el país, muy pocas salidas al exterior, con la influencia de la escalada en roca antigua: con clavijas, botas de montaña y rutas súper fáciles y obvias. Con unos amigos empezamos a investigar un poco, a comprar libros, a ver una que otra película y a hacer experimentos. En esa primera etapa mis amigos eran los compañeros del colegio: Juan Diego Domínguez, el Zorro Merchán. Amigos de mi época, de mi generación, porque he pasado por la bola de generaciones aquí en Cuenca.

Después con Juan Rodríguez, el compañero con el que fui a El Capitán, pero eso fue en una etapa un poco más avanzada, por los años ochenta. MMS: Me preguntaba cuándo en realidad se desarrolló la escalada, porque hasta los sesenta no se practicaba en ningún sitio… JGC: La escalada tradicional, en la que vas poniendo protección, se fue desarrollando en Yosemite (Estados Unidos) a principios de los sesenta. Le llaman la edad de oro, el golden age de la escalada, porque se desarrollan el equipo y el material, y surgen técnicas nuevas. La escalada tradicional empieza en Europa, en Francia, en Italia, en los Alpes. Unos cuantos escaladores van a Yosemite y aparece una escalada más técnica. En los años ochenta comienza otra revolución, la de la escalada deportiva, también en Francia y en Europa, casi en rivalidad con la tradicional. En la escalada tradicional tienes que seguir fisuras y colocar friends, pasas y no queda huella de que estuviste por ahí. Colocas la protección y sacas la protección. En la deportiva, en cambio, vas poniendo seguros y empiezan a subir los grados. Cada vez la escalada se concentra más en lo gimnástico que en la aventura. Así ha ido evolucionando, y este rato guaguas de 12 años están escalando séptimos en el Coliseo de Cuenca. MMS: Volvamos a esa época. Ahora tenemos facilidades de comunicación y sabemos lo que está ocurrien-


do de manera inmediata en cualquier lugar del mundo. Pero en esos años la escalada se desarrollaba lejos de aquí, ¿cómo comienza tu búsqueda? ¿Cómo te enteras de El Capitán? ¿O es que simplemente la roca estaba ahí, te llamaba e ibas? JGC: Comenzamos por curiosidad. Nos empezamos a meter en ciertas rutas aquí en el Cojitambo, en El Cajas. Era una aventura, ir a descubrir. Leíamos unas revistas o el libro del Gastón Rébuffat, en que aparece el man colgado, e íbamos a intentar las mismas pendejadas que estaba haciendo. Unas cuantas veces nos fuimos al suelo porque no teníamos el equipo adecuado ni conocíamos las técnicas. Probábamos bastante con error y acierto, a ver qué funcionaba y qué no. De esa época tengo unas historias, hermano. Joshua Jarrín: Cuéntanos una… JGC: Una vez fuimos con dos amigos al Guaguallumi, una de las montañas de aquí, a buscar una pared para escalar o rapelar. Estábamos recién en la onda de rapelar. Teníamos una cuerda, solo dos arneses y una que

otra clavija. Encontramos una pared medio grandecita, le metimos las clavijas y como teníamos solo dos arneses, uno de nosotros tenía que sacar la estación que estábamos armando para que los otros puedan rapelar. Pero al botar la cuerda, se nos enreda en la punta. Así empezamos a bajar. Baja el primer compañero con arnés, no puede soltar el nudo y se queda en una repisa a mitad de altura. Era una pared de unos 40 ó 50 m y se queda a unos 20 m de altura. Hasta allá llegó, a una repisa de unos 30 ó 40 cm de ancho. El segundo compañero, que también tenía arnés, baja con la misión de desenredar la cuerda, tampoco puede y se queda en la misma repisa. Entonces me toca a mí, sin arnés, hermano. Entonces… la técnica vista en el libro del Gaston Rébuffat, el rapel en Dülfer. Con la cuerda envuelta en la pierna y pasada por el hombro, empiezo a bajar. Pero como me había envuelto la cuerda en el cuerpo, no alcancé a la repisa, me quedé a un metro, y tuve que deshacerme de la cuerda pasada por el cuerpo mientras mi compañero me tenía de la mano para que no me vaya al hueco. Al

final, nos quedamos los tres en la repisa. Por suerte habíamos visto la película en que James Bond está escalando alguna cosa en Meteora, en Grecia, y se vuela, se queda colgado y se manda el Prusik de los cordones de los zapatos. Así logramos subir para deshacer la cuerda y bajar. Esa era nuestra escuela, alguna que otra caída y unos cuantos golpes. MMS: Sin tener el equipo necesario y sin la técnica adecuada ¿cómo llegas a El Capitán? JGC: Después de esas experiencias en Ecuador tuve el chance de ir a Estados Unidos, a la universidad, a un lugar súper bueno para la escalada en hielo y en roca: Bozeman, en el Estado de Montana. Era el año 82, y allá me encontré con toda la onda de los escaladores, así que me dediqué más a la roca que a la universidad. En el verano practicaba en roca full, en las buenas paredes de ahí, y en el invierno en las cascadas congeladas. Me hice amigo de buenos escaladores, hasta del famoso Alex Lowe. Una vez escalé con él en hielo, era un maestro. Así empecé a aprender sobre el equipo y las técnicas correctas.

Compartiendo la llegada después del último largo de la vía “La Langarota”.

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MMS: ¿Cómo resultó la competencia? JGC: Gané, hermano. El favorito era Édgar Vaca que se conocía cada centímetro del rocódromo. En esa primera competencia las reglas no estaban muy claras. Eran varias pruebas, por tiempo y por dificultad. En una de las pruebas te amarrabas el nudo, subías y rapelabas por otro lado y todo contaba, desde que cogías la cuerda para amarrarte el nudo. En otra prueba había que dar la vuelta al rocódromo, hacer toda la travesía y los de Quito se conocían al agüita el rocódromo. Yo iba atrás en el puntaje hasta que llegó la prueba en que había que subir el diedro junto a la rampa. Había que llegar arriba, conectarse a otra cuerda, rapelar, bajar, y entonces me dije: ‘yo me freesoleo’. Pregunté si no había reglas en contra y como dijeron que no, les bajé la bola de tiempo. Un venezolano militar que intentó lo mismo se cayó y se hizo una fractura expuesta, y entonces dijeron que quedaba prohibida la freesoleada. Salí primero, en segundo lugar se ubicó Édgar Vaca, y en tercer puesto, un ambateño medio suizo que más tarde murió en el Cayambe o en algún otro cerro.

Un momento de conversación en una estación compartida con Juan Gabriel..

MMS: ¿Había escuelas en Estados Unidos en ese tiempo? ¿Eran profesionales ellos? ¿O era gente a la que le gustaba la montaña, estudiantes de la universidad como tú, que se dedicaban a eso? JGC: Había gente experimentada. En el grupo de montañistas de la universidad estaba, por ejemplo, Jack Tackle, guía en los Himalayas, que debe tener ahora unos 70 años. Había gente bien famosa. Unos ya vivían de la escalada como guías y otros tenían sus tiendas de equipos de montaña. Bozeman es un pueblito pequeño pero con muchas actividades al aire libre: esquí, escalada en roca y en hielo, pesca. Me fui conectan-

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do con más gente, hice viajes por Estados Unidos: a Nuevo México, a Utah, a la Torre del Diablo, en Wyoming. Regresé con esa escuela. Por esas coincidencias de la vida, en el 89 se estaba formando la escuela de escalada en roca y se organiza la primera competencia en el rocódromo de Quito, y viajo con un grupo de cuencanos. Yo venía súper entrenado de Estados Unidos. Me había mandado cuatro meses seguidos de escalada, había empezado en Montana y terminado en California, haciendo la vida del escalador: la comida, la vestida, la biela, todo era secundario. Lo más importante era escalar.

Cuando gané la competencia me dije: ‘este es mi chance’. Le propuse a Pepe Moreano que auspicie la primera expedición ecuatoriana a El Capitán, y con Juan Rodríguez, mi compañero de escalada en Cuenca, armamos la expedición con el apoyo de la Federación Ecuatoriana de Andinismo. MMS: Llegas a El Capitán como ecuatoriano y con ayuda ecuatoriana ¿cómo fue esa aventura? JGC: Nunca había subido a un lugar tan grande. La primera semana nos metimos a una pared frente al campo 4 y nos fue pésimo. Era un 5.9 de los años 60, durísimo. Estábamos recién llegados, teníamos que acostumbrarnos al granito que no tienes aquí en Ecuador. Al principio fue duro, pero después nos fuimos acostumbrando. A la final subimos a El Capitán en cuatro días, con tres noches en la pared. Los dos…


JJ: El uso de la indumentaria para dormir en la pared… las maniobras ¿lo aprendiste antes en Estados Unidos? JGC: Sí, claro. Yo ya estaba escalando con bastante buen nivel. Para todo escalador en roca El Capitán era casi como ir a La Meca. Ese era uno de mis sueños y hasta me acuerdo de algunas pesadillas antes de salir, por los auspicios, por ser los primeros. Nos fuimos con equipo hecho en Cuenca: el chimbuzo de Plastiazuay y los pie de gato del maestro Lucho. El maestro Lucho hacía zapatos para atletismo y los escaladores de Cuenca le convencimos de que hiciera unas copias de las deportivas para escalada. Los que usé en El Capitán servían tanto para artificial como para libre; eran unas botitas un poquito más rigidonas que las habituales, pero hechas en Cuenca.

MMS: Después de El Capitán, de regreso al país, ¿cómo te recibieron? ¿Se entendía lo que habían hecho? JGC: Sí, hubo un recibimiento con el apoyo de los panas montañeros de Cuenca. Luego nos contactamos con Iván Vallejo y nos propuso que vayamos al Ama Dablam. Eso fue antes de que se fuera al primer ochomil. Oswaldo Leiva, Juan Rodríguez y yo estábamos también con ganas de ir a Pakistán, averiguamos toda la nota, la logística, pero nunca se concretó. Ya después tuve guaguas y cambió mi vida.

MMS: Para entonces Ramiro Navarrete regresaba de España y empezaba un nuevo movimiento en el montañismo ecuatoriano… JGC: Sí, sí. Eso es lo que más ha motivado al montañismo, la gente que ha salido y ha regresado. Aquí en Cuenca, un amigo, Gustavo Lucero, se fue a Francia y regresó con toda la onda de la escalada deportiva. Yo regresé de Estados Unidos con la escalada más tradicional, y así se desarrolló la escalada en Cuenca.

MMS: ¿Cuál era el nivel de escalada en El Capitán en esa época? JGC: Bastante artificial. Bueno, yo escalaba bordeando el 5.12. En El Capitán lo libre está por el 5.10, máximo 5.11, y el resto ya es artificial. Metes escalerilla y haces el paso, lo que sea más rápido, lo que funcione mejor. No vas a estar ahí probando el paso, tratando de sacarlo libre, puro y limpio. Si está la clavija o el friend ahí, te coges, haces el paso y punto. Se trata de ser eficientes. MMS: Claro, hay que seguir … JGC: Sí. El bigwall, ese estilo de escalada, es duro porque tienes que petatear el peso que cargas. Tienes que llevar toda el agua por la pared de 1.200 m y el primer día vas con un montón de peso. Creo que el petate pesaba más de 100 libras. En una de esas penduleadas el petate se nos estrelló contra la pared y perdimos más de un galón de agua. El último día terminamos sin nada, con una seca de esas que se te pega la campanilla al paladar.

Una de las múltiples explicaciones sobre las 164 vías del Cojitambo.

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MMS: Quería ubicar que en esa época el montañismo tenía una prioridad: subir a la cumbre. Aprendíamos a escalar en roca para poder superar el paso de roca que había en la montaña de altura. Ustedes siguieron practicando solo en roca o como tú dices: ‘la roca y yo’. ¿Qué te motivó a escalar en roca? JGC: Para nosotros la nieve más cercana es el Chimborazo y está a cinco o seis horas de aquí. En el sur lo que tenemos es roca, y buena roca. En el norte son más de alta montaña. Depende de lo que haya alrededor tuyo. La escalada deportiva se desarrolla en lugares donde la roca es apropiada, por ejemplo donde hay roca caliza. Francia y España son excelentes para la escalada deportiva. La escalada tradicional, en cambio, se desarrolla en rocas como el granito, en Yosemite por ejemplo, donde vas siguiendo fisuras perfectas y es posible protegerse uno mismo. Depende de dónde estás y de lo que tienes alrededor. Pero, por otra parte, la escalada en roca y el montañismo en general se han ido dividiendo en tantas ramas: mixta, hielo, alpino, boulder, bigwall, deportiva, tradicional… MMS: Y ahora están los gimnasios ¿qué opinas de esa práctica?

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JGC: Es otra de las ramas, ahora hay gente que escala solo en plástico y no toca roca natural nunca. Si vives en Florida, en Miami, de ley solo te queda escalar en plástico. La escalada en gimnasio ha desarrollado muchísimo nuestra práctica. La competencia ha subido muchísimo los niveles y ahora la escalada es como el tenis o el fútbol, y hasta te dan medallas. MMS: El montañismo sigue sin parecerse al resto de disciplinas... JGC: Es que hay una diferencia entre la competencia y la aventura. Competí un par de veces cuando comenzaban las competencias, pero no me interesa tanto. A mí me gusta la aventura y por eso prefiero la escalada tradicional. Y mientras más lejos estoy del suelo, mejor. MMS: ¿Cuánto tiempo has vivido en el Cojitambo? JGC: He vivido aquí cuatro años, pero llevo escalando más de 30 años. MMS: En estos 30 años ¿has estado activo todo el tiempo? JGC: Hay tiempos en que más y tiempos en que menos, por circunstancias de la vida que van desde guaguas hasta lesiones. Hace cuatro años me vine a vivir acá con la finalidad de hacer lo que más me gusta en la vida: escalar, porque

el Cojitambo es el mejor lugar del país para escalada en roca. Me gusta tener la roca afuera de mi casa. Antes vivía en Cuenca, guiaba en la selva o en otros lugares, y no tenía tanto chance de escalar. Había dos o tres meses en que no escalaba nada. Claro que a esta edad mi nivel ha bajado. Pero no me importa el nivel. Estoy buscando alguna fundación, una de tantas non profit que ayude a los dinosaurios de la escalada: Save the dinosaurs, save the climbing dinosaurs. Volví a subir a El Capitán en el 2002. Hicimos esa escalada en dos días y medio. MMS: ¿Cómo le comunicamos a nuestros lectores que vale la pena vivir para escalar la roca? JGC: Creo que a quien le toca, le toca. Hay gente que de miles de maneras llega a contactarse con la escalada en roca o con la alpina, viviendo en Miami, por ejemplo. De pronto lee un artículo y se da cuenta de que ese es el camino que tiene que seguir, de que ese es su destino. La escalada es bien personal y anárquica, y a mí me gusta la anarquía, que no haya muchas reglas. Empiezas a poner reglas a la escalada o a otras actividades y las cosas se van dañando. La nueva regulación que pone el Ministerio de Ambiente de que para subir sobre los 5.000 m tienes que ir con un guía o tener un certificado, me parece


de las cosas más ridículas. El rato en que te digan que para escalar en roca en el Cojitambo necesitas demostrar que sois un escalador, va a ser ridículo, hermano. Así estás cortando la libertad a la escalada. Que te digan no puedes freesolear porque te puedes matar, resulta ridículo. Obviamente que te puedes matar. Que te empiecen a prohibir supuestamente por tu bien… estoy en contra de esas cosas. Uno debe tener el derecho de decidir lo que quiere hacer. Ellos pueden informarte, decirte que te recomiendan utilizar cuerda en ciertas rutas, pero obligarte, no. MMS: ¿Cómo defines tú relación con la roca filosóficamente? ¿La roca te deja subir? ¿Qué pasa cuando estás pegado a la roca? JGC: No es bueno promocionar esto, pero al escalar sin cuerda, con el freesolo, es cuando más conectado me he sentido con la roca. Estás totalmente conectado con el movimiento, con los pasos y con la roca en sí. Cada movimiento tiene que ser perfecto. Cuando escalas con cuerda siempre estás pensando en la caída. Si hago este paso, y me vuelo, ¿a dónde voy? Si no pongo protección aquí y me caigo, ¿qué pasa? Cuando estás freesoleando la idea de la caída ya no puede estar ahí. Tienes que concentrarte en los pasos, en lo que

debes hacer. Cada paso tiene que ser perfecto. Estás en una conexión súper fuerte con la roca y vas entonado con la roca. A mí me encanta el freesolo, pero no es recomendable. Cuando he hecho uno que otro por aquí ha tenido que ser en el momento correcto, cuando me siento bien, cuando sé que las cosas van a salir bien. Es difícil entenderlo y la gente te dice: ‘estás arriesgando tu vida’. Pero con el freesolo es cuando más vivo me he sentido. Es una experiencia de vida fuerte. Sabes que todo está en la cabeza. Cuando estás escalando con cuerda y haces una ruta o sacas una ruta, sabes que no necesitas esa cuerda. Sabes que solo está ahí para calmar la cabeza. Claro, tampoco me voy a meter a freesolear en una ruta difícil. JJ: ¿Ha habido accidentes en el Cojitambo? JGC: Una vez tuvimos un rescate de unos pelados que se habían ranclado del colegio y se fueron a caminar por el cerro, se resbalaron y quedaron en una repisa a 60 m del suelo. Eran de 13, 14 años, dos chicos y dos chicas. Sus familias eran de Biblián, llamaron a la Policía y a los bomberos, pero no pudieron hacer nada. Entonces vino acá un policía y yo estaba en la casa solito, y me dije: ‘ya se fregó, ya me encontraron’. Un policía me dijo: ‘Señor Escalante,

venga, ayúdenos que estamos con un problema’. Me tocó llamar a la gente y fuimos a hacer el rescate a medianoche. Después de abrir una ruta con taladros y bolts llegamos a la repisa, hicimos un anclaje y los bajamos uno por uno. Esos pelados estuvieron más de 10 horas en la repisa. Al primero que tuvimos que rescatar fue un bombero que estaba trabado en una pared. Inconscientemente todos tenemos siempre la esperanza de conocer a esa gente extraordinaria con la que nos identificamos intensamente y que nos puede enseñar algo nuevo. Juan Gabriel ha sido una de esas personas. La experiencia compartida en el Cojitambo con él y Joshua me han hecho descubrir una nueva forma de ver la escalada en roca. Cómo viven el contacto con la naturaleza cuando escalan en roca es algo que quiero seguir aprendiendo y haciendo con intensidad. La oportunidad está siempre ahí.

La belleza e inmensidad del Cojitambo.

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MOTIVACIÓN


Para que te

ENAMORES Tres primeros ascensos en la Sierra Nevada de Colombia

Nicolás Navarrete*

Aproximación al Cóncavo para escalar “Conspiración Cósmica”, primer ascenso en libre y a vista de la ruta. Foto Nicolás Navarrete.


Por segunda vez, en jornada seguida, en la cumbre del Pan de Azúcar. Después de abrir “Para que te enamores”, escalamos al siguiente día “Guerreros de Terracota”. Puro estilo andino.

E

ran las 4:00 am y hacía frío. Habíamos conseguido ya la gasolina y los alimentos para hacer más amena nuestra estadía en el campo base. Luego de registrarnos en la oficina de los guardaparques seguimos nuestro viaje en una poderosa minivan que a duras penas pudo llegar, después de aproximadamente dos horas de viaje y un cambio de llanta, a la hacienda La Esperanza. Desde ahí caminamos tres horas hasta la Playita. Finalmente llegamos (4.000 msn) al que sería nuestro campo base durante los próximos 11 días, a orillas de la Laguna Grande, en la parte occidental de la Sierra Nevada. Con tres porteadores llevando comida y equipo, instalamos el campamento.

Fueron 11 días de expedición: escaladas en el Pan de Azúcar, Toti y Cóncavo. Tres rutas nuevas y dos primeras repeticiones. Quedaron bautizadas como Para que te enamores 5.11d, 400m, Aún Queda el Alma 5.12d, 400m y Conspiración Ecuatoriana 5.13ª/b? 200m.

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El plan para el siguiente día era repetir Conspiración Cósmica, una ruta que se encuentra en el pilar sur oriental del Cóncavo (5.200msnm) y que fue abierta por Hernán Wilke y Fernando Rubio. El objetivo era perfecto para entrar en calor. Cuatro largos que hacían una línea de 200 m. Íbamos con todas las ganas de escalarla en libre. A las 4:00 am del día siguiente, nos despertamos lentamente. Con pocas ganas de salir de la tienda desayunamos granola y yogur de melocotón del Cocuy, delicioso, pero excesivamente frío. Ese iba a ser nuestro menú matutino durante el resto de jornadas de escalada, excepto los días de descanso en que comíamos las famosas quesadelas. Estas consisten en un refrito de chorizo con verduras frescas: palmito, zanahoria, cebolla, ajo, aceitunas, champiñones, col, con un toque final de queso derretido. Todo dentro de tortillas tostadas. Avanzamos rápidamente a través de la morrena hasta el glaciar del Cóncavo. Calzamos crampones y llegamos a pie de ruta. La escalada transcurría por placas equipadas con abundantes bolts, lo que nos dio confianza para escalar en libre, y para sorpresa nuestra ¡todo a vista! Desde la cumbre y mientras descendíamos caminando por el glaciar, nos percatamos de una línea muy linda que atravesaba la ruta que habíamos escalado. Comenzaba por una imponente placa y enfrentaba directamente el pilar a través de sistemas de fisura desplomada. Nos dijimos: ¡Chévere, abramos una ruta por ahí! El día había transcurrido rápidamente. Llegamos temprano al campo base, pensando ya en nuestro siguiente objetivo.


Al día siguiente discutimos la posibilidad de abrir una nueva ruta en la pared oriental del Pan de Azúcar. No teníamos ninguna línea ni una mínima idea real de por dónde seguir. Decidimos emprender la aproximación durante toda la madrugada y llegar temprano para tener tiempo de analizar, decidir y escalar la nueva línea. Otra vez nuestra hora favorita para comenzar la jornada, las 4:00 am. Después de aproximadamente tres horas llegamos al pie de la cara oriental del Pan de Azúcar (5.120 msnm). Analizamos posibilidades que se adaptaran a nuestro material. Decidimos escalar un sistema de fisuras no muy claro en el ala derecha de la pared. Iniciamos un primer tramo de unos 100 m, que nos condujo a una repisa. Ahí conectamos con unos 20 metros de escalada a otra gran repisa, donde escogimos una línea directa con forma de media luna que nos llevaría a una placa de unos 70 m, con algunas fisuras horizontales y una que otra pequeña fisura que parecía ofrecer protección. Eran casi las 3:00 pm cuando logramos superar la placa y pensando que faltaban aproximadamente cinco largos más, decidimos invertir el resto del tiempo en montar reuniones sólidas, por cierto hechas a mano. Con esto quiero decir que el instrumento empleado para meter bolts era un burilador: un taladro manual que funciona rotándolo con una mano y golpeando con un martillo con la otra, hasta alcanzar la profundidad deseada. Este proceso lleva entre siete y 15 minutos, según la dureza de la roca. Con estas estaciones era perfecto descender y, sobre todo, motivar a la comunidad escaladora a repetir una ruta con reuniones confiables. Regresamos al campo base a las 10:00 pm, agotados por la intensa jornada que habíamos tenido desde la salida de Bogotá hasta ese momento. Pero por encima de cualquier malestar predominaba la motivación de continuar con la apertura de la ruta en el Pan de Azúcar. Con esa idea nos metimos en nuestras bolsas de dormir. Amaneció particularmente ventoso. La estrategia suponía salir la madrugada del siguiente día con provisiones y bolsas de dormir para pasar una noche en una cueva que se encontraba al pie del Pan de Azúcar, unos 200 m a la izquierda de la ruta que estábamos abriendo. Nuestra intención era terminar de abrir la ruta el primer día, para en el segundo escalar una ruta establecida llamada Guerreros de Terracota (a unos 100 m a la izquierda del vivac), que exige un alto nivel de escalada, y cerrar con broche de oro. Descansamos y comimos mucho, reponiendo y almacenando energías para ejecutar nuestro plan. Eran las 4:00 am, hora usual de levantarse. Se escuchaban gotas golpeando el techo de nuestra tienda. ¡Lluvia! No paró sino a las 6:00 am. Demasiado tarde para salir. Nos sentíamos un poco perdidos, con sueño, y no sabíamos si salir o esperar. Luego de que cada uno pudo ordenar sus ideas llegamos a una decisión: saldríamos ese mismo día después de almuerzo y ejecutaríamos el mismo plan.

Largo Crux en el Toti. “Aún queda el alma” después de que se rompiera por tercera vez el forro de la cuerda. En una jornada de 12 horas campamento-cumbre-campamento, logramos el primer ascenso de la cara NO del Toti. Foto: Roberto Morales. marzo 2014 MONTAÑA 45


El clima era perfecto. Sabíamos el mejor camino para llegar al vivac del Pan de Azúcar. Nos relajamos, conversamos, nos reímos, y antes de lo previsto estábamos en la cueva cocinando la cena. El clima había mejorado bastante, ahora teníamos un cielo despejado que se aclaraba cada vez un poco más. Amanecía, el sol prometía mucho. Habíamos dejado todo el segundo largo fijo así que rápidamente pudimos alcanzar la segunda reunión. Cuando estaba a pocos metros de llegar al final de la cuerda fija me percate de que se le veía el alma. Rápidamente alcancé la repisa y cambié la posición de la fricción para mi compañero. Un poco desmotivado por el descubrimiento, seguí por la segunda parte de la cuerda fija. Avanzamos bastante rápido y a las 10:00 am logramos el punto más alto alcanzado la vez anterior. Desde ahí escalamos tres largos más, de aproximadamente 50 metros y ¡la cumbre! La escalada no había representado mayor grado de dificultad, pero sin duda fue una línea estética y divertida. Descendimos por la línea antes escalada y la bautizamos, en honor a diferentes acontecimientos de los colegas de cordada, Para que te enamores 5.11d, 400m. Como último acontecimiento la cuerda recibió un impacto de roca en el último rapel que abrió por segunda vez el forro; para el parche, un esparadrapo numero 2. A las 5:00 am del siguiente día, esperando que se caliente la roquita, apaleados por la escalada anterior, comenzamos a escalar Guerreros de Terracota. Con las manos adoloridas por el regreso de la circulación después de haber escalado el primer largo y de resolver el problema de boulder de la entrada como calentamiento, comenzamos nuestra segunda jornada en el vivac del Pan de Azúcar. La ruta tenía todo tipo de largos: feos, peligrosos, preciosos y muy sostenidos. Lo entregamos todo en la pared, escalamos la mayoría de los largos en libre y a vista. En el descenso tuvimos un atasco de cuerda que nos hizo perder mucho tiempo. Después de una larga jornada por fin estuvimos de vuelta a la cueva a eso de las 8:00 pm, empacamos todo, comimos algo y salimos de vuelta al campo base, llegamos agotados. Era casi la medianoche. Al día siguiente descansamos físicamente, pero mentalmente estábamos preparados para el siguiente objetivo: habíamos escondido todo nuestro equipo cerca de la entrada al glaciar del Toti (4.800msnm), la siguiente pared en la lista, ubicada en la cara nororiental. No tenía ningún ascenso, íbamos por ella. Nuevamente en pie: 4:00 am. Motivados, avanzamos livianos hasta el punto donde habíamos escondido el equipo. Nos repartimos el material y continuamos rápidamente hacía el collado que nos permitiría cruzar hacia la pared No del Toti. Después de bajar la erosionada y vertical morrena nos encontramos frente a lo que parecía ser el mayor reto de la expedición: una pared de aproximadamente 400 m, de los

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Último largo de “Conspiración Cósmica”, primer ascenso en libre y a vista. Foto Roberto Morales.


cuales 250 m estaban compuestos en su mayoría de grandes techos y tramos de placa sin ningún sistema de fisura ni un lugar obvio para proteger la escalada. Al analizar las distintas líneas posibles, escogimos una que transcurría por un sistema de fisuras que llevaba a una placa de unos 60 metros. Esta, a su vez, nos conduciría a una repisa grande de donde partía otro sistema de fisuras, que cruzaba por medio de tres grandes techos y marcaban a toda la pared No. Comenzamos un poco escépticos acerca de lo que nos deparaba la jornada. A la vez, nos sentíamos motivados por acabar la pared el mismo día. A medida que avanzábamos, íbamos descubriendo la línea de escalada. Cuando llegamos a la primera repisa, la cuerda sufrió otro impacto de roca que resultó en una tercera rotura de forro. En ese punto nos dijimos: ¡Nada! y recurrimos una vez más a nuestro amigo el esparadrapo. Obviamente escalábamos con dos cuerdas: una simple (parchada) y una doble. Después de superar los primeros techos nos encontrábamos en los 60 metros de placa aérea que, increíblemente, nos iba revelando lugares para proteger y seguir escalando (usamos tan solo un bolt en 60 metros). Por fin llegamos a la repisa: eran como las 2:30 pm. Íbamos con todo. Estábamos justo debajo de los imponentes techos. No pudimos hacer nada más que enfrentarlos, fue uno de los largos más aéreos y físicos de la ruta, incluso la cuerda parchada sufrió una caída. La luz del día se estaba terminando. Las estrellas y la luna nos acompañaban en los últimos largos del Toti. Estábamos impacientes por llegar a la cumbre. Queríamos bajar por la ruta normal, suponiendo que tenía una huella bastante buena por la temporada y que podríamos hacerlo en zapato de calle, ya que habíamos dejado los crampones y las botas al pie de glaciar. A eso de las 8:00 pm estuvimos en la cumbre del Toti, muy contentos por haber logrado abrir la ruta pero con ganas de estar ya en al campo base. Descendimos por la ruta normal en la cara Occidental, con una huella bastante buena. Pudimos salir velozmente del glaciar, tomar nuestras cosas y salir volando al campamento en busca de comida y calor. La ruta quedó excelente. Primer ascenso de la cara No del Toti: Aún Queda el Alma 5.12d, 400m. En vista de las condiciones del material: cuerda parchada, # de clavijas y # de bolts, decidimos hacer una última escalada. Descansamos el 13 de enero -el 12, bajamos de la cumbre del Toti- para escalar, el 14, la línea que habíamos visto en el pilar del Cóncavo. Así transcurrió el día de descanso, más rápido de lo normal. Madrugábamos por última vez en el campo base. Curiosamente terminamos donde habíamos empezado nuestras escaladas: en el Cóncavo.

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La ruta fue todo un éxito. Caminamos hasta la cumbre del pilar y rapelamos cada largo, para luego escalarlo en punta y en libre, menos el último que solo pudimos probar en top, pues ya se acababa el día y teníamos nueve huecos que burilar para proteger la última placa. Así terminamos nuestro viaje en la Sierra Nevada y, sin ánimo de molestar a nadie, nuestra última vía lleva como nombre: Conspiración Ecuatoriana 5.13ª/b? 200m. Fueron 11 días de expedición: escaladas en el Pan de Azúcar, Toti y Cóncavo. Tres rutas nuevas. Dos primeras repeticiones: Conspiración Cósmica, la primera repetición en libre y a vista, y Guerreros de Terracota, primera repetición. ¡Increíbles escaladas, increíbles compañeros! *Escalador. Licenciado en Actividad Física Deportes y Recreación. Integrante del cuerpo técnico de la Selección de Escalada Deportiva de Pichincha. Ascensiones importantes en Argentina, Patagonia, (Cerro Torre, Fitz Roy, entre otros); Perú, La Esfinge- Cruz del Sur; Colombia, Ritacuba Blanco, Ritacuba Negro, Toti, Pan de Azúcar, por sus caras oriental y occidental 8a+, encadenado deportivo. Próxima expedición, Torres del Trango 2014.

PARED ORIENTAL PAN DE AZÚCAR Rojo: primer ascenso de Roberto Morales, Nicolás Navarrete y Felipe Guarderas, ruta “pa’ que te enamores” V, 5.11d, 10 largos, enero 2013. Verde: segundo ascenso de Roberto Morales, Nicolás Navarrete y Felipe Guarderas, ruta “Guerreros de terracota V, 5.13b. Topo cedido por DESNIVEL.

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Escalando los primeros largos de “Aun queda el alma”, primer ascenso de la cara NO del Toti. Foto Felipe Guarderas.


Guía de escalada en

ROCÓDROMOS Eva Costa

TATOO ADVENTURE GEAR. Tatoo Plus te ofrece una excelente alternativa para escalar en Quito, pues cuenta con el único muro en Ecuador de fibra de vidrio cuya textura simula una roca natural con infinidad de presas y apoyos adicionales. Con 8 m de altura brinda muchas opciones de diferente nivel, tanto para el aprendizaje y la práctica de la escalada en top rope como en punta. Tatoo es un buen espacio para compartir y probar tus habilidades con tu grupo de amigos y practicar distintas vías al mismo tiempo. Además de escalar podrás encontrar una infinidad de equipo técnico para este y otros deportes outdoors.

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MONTAÑA INSÓLITA

Alan escalando en altura, muy lejos de la base del Glaciar Dromblao, en el Langmoche Ri. Foto Tino Villanueva


Tino Villanueva y Alan Rousseu abren nuevos frentes en el valle de hielo de los

HIMALAYAS Tino Villanueva

Traducido por Heather Kryzak


E

n octubre de 2012 salí de expedición a la región de Rolwaling, en Nepal, acompañado por Alan Rousseau y Matt Barela. Durante los 45 días en el país logramos hacer la primera ascensión del pico de Lanmoche Ri (6611 m), escalamos cerca de 1.000 pies de terreno nuevo, en el pico 5.766, y pusimos cinco rutas multilargo en cascadas de hielo en los valles de Rolwaling y Yalung, graduadas hasta W15+ M6. Después de salir del caos de Katmandú y de terminar el largo proceso de pedir permisos, nos subimos a un Land Cruiser y viajamos durante ocho incómodas horas, siguiendo un camino que cruzaba las crestas de las montañas y atravesaba ríos y cascadas. En una ocasión llegamos a pensar que no íbamos a poder seguir adelante sin sobornar a un oficial. Finalmente, cuatro días de trekking, subiendo 10.000 pies de altura a través de selva, bosque y valles subalpinos, nos llevaron al pueblo de Na. En el primer día de escalada en hielo, Matt Barela fue golpeado por una roca del tamaño de un balón de básquet mientras rapelaba, y se fracturó la mano derecha. Allí se acabó el viaje para él, y aunque su mano estaba rota y dislocada en siete partes, mantuvo el buen ánimo mientras lo evacuábamos. Alan y yo estábamos preocupados, a fin de cuentas nuestro compañero casi se muere en lo que se suponía era la parte más fácil de la expedición. La región Rolwaling es nueva, hablando del himalayismo en Nepal, con la mayoría de sus picos escalados en 2002. Desde entonces el área ha registrado una inten-

Por esta actividad, Tino Villanueva y Alan Rousseau ganaron el premio Lyman Spitzer 2014, otorgado por el Club Alpino Americano a las actividades que empujan los límites del alpinismo en términos técnicos y de aventura alrededor del mundo. sa actividad, en especial de los americanos Joe Puryear y David Gottleib, quienes han abierto líneas en varios de los picos más prominentes de la zona y han escalado las columnas de hielo más grandes del valle. Fue una presentación de Joe y David sobre la escalada en el Kang Nachugo, la inspiración para explorar la zona. Durante mi viaje a Rolwaling conocí a muchos sherpas que viven en el valle, y constaté el interés y el apoyo que dan a la escalada. Mucha gente local fue guía de montaña o tiene familiares que lo fueron. Hay tanta oportunidad para escalar en el área que la Asociación Nepalí de Guías de Montaña usa el sitio para entrenar a sus guías en roca y hielo. Con el accidente de nuestro compañero fresco en la memoria, Alan y yo decidimos aclimatarnos en el adyacente valle de Yalung. Un día de caminata desde Na nos llevó a un campo base debajo de lo que llamamos la Lengua de Hielo, en el pico 5.945. Visto desde lejos la Lengua de Hielo luce como una vía bastante segura para subir un pico grande. Desde cerca es un desorden de hielo y seracs colgantes. La mañana siguiente, aunque nos habíamos enfocado en otros objetivos, seguíamos fascinados con esa línea, hasta que una avalancha enorme cayó y casi destruyó nuestra ansiada ruta. La onda expansiva se sintió a una milla de donde había empezado la avalancha. Quince minutos más tarde otra avalancha llevó una ola sorprendente de desechos directamente sobre nuestra Lengua de Hielo. Después de eso, obviamente, decidimos escalar otra cosa. El pico 5.766 es una torre de roca que emerge al fondo del valle de Yalung con una arista de nieve elegantemente partida por una banda de roca sobre la pirámide somital. Un largo en hielo colgante dirige a cuatro más de roca floja de M4X. Después, algunos largos de placa nos condujeron a la arista final de nieve.

Tino y Alan de regreso en la carpa, después del Primer Ascenso al Pico Langmoche Ri. Foto Alan Rousseau.

Finalmente 1.000 pies en la nieve profunda, con algunas partes de escalada mixta, nos pusieron en la cumbre de nuestro primer pico en el Himalaya. Al día siguiente establecimos una nueva ruta de hielo y terreno mixto en un espolón debajo del pico 5.766, todavía a 17.000 pies de altura, escalando en total tres rutas nuevas de tres largos, hasta el grado WI4+ M5+. En la mitad de la expedición, Alan y yo empacamos una semana de provisiones y salimos hacia nuestro objetivo principal, Langmochi Ri. Los primeros dos días desde Na

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Alan abriendo la arista noroeste del Langmoche Ri. Foto Tino Villanueva.

fueron un viaje terrible y cansado sobre un interminable glaciar cubierto de rocas. Resbalábamos constantemente entre el hielo y las rocas, cargados con nuestras mochilas de 80 libras de peso. Un día más de viaje sobre hielo roto en el glaciar Dromblao nos llevó finalmente al campo alto al pie del Langmoche Ri. Fueron un total de siete días de caminata desde el camino carrozable. El Langmoche Ri fue motivo de atención en el mundo de la escalada después de ser abierto en 2002. Una expedición japonesa y una americana intentaron el pico y fracasaron por varias razones. Entre ellas, un hielo empinado y de difícil protección, además de avalanchas en la cara. Pronto descubrimos la razón por la que muchas expediciones se dieron la vuelta en esta empinada cara nevada en forma de flautas. El primer ascenso de Langmoche Ri por su arista noroeste fue sobre nieve -2.300 pies a 80 grados X, con dos memorables hongos colgante de nieve. Gran parte de la ruta supuso subir con una estaca de nieve en una mano y un piolet en la otra, jalándose de las estacas para progresar. Temperaturas muy frías y vientos sostenidos de 50 mph nos aseguraron que la escalada iba a ser interesante. Nadando por corredores de 80 grados, sin la posibilidad de protección y una línea de caída directamente sobre los precipicios de la cara oeste (3.000 pies de roca) nos obligaron a poner toda nuestra atención en la subida. Solo había un anclaje sólido en la ruta entera. Regresar por la arista noroeste no era una opción viable, así que decidimos rapelar hacia lo desconocido por la cara norte. Una estaca enterrada, varios abalacovs, zetas talladas en la nieve, bolsas de tela enterradas, entre otros artilugios, nos llevaron sobre la última rimaya para terminar sobre el glaciar. Nuestro regreso al campamento fue a tropezones, llegamos a la carpa 17 horas después de haber salido. Después de esforzarnos para regresar a Na, Alan y yo escalamos cuatro rutas más en hielo, de hasta WI 5+ M6, dos de las cuales fueron primeros ascensos. El valle Rolwaling, aunque separado del Khumbu por solo una arista, registra poco tráfico de escaladores. Desde la parte más alta del Langmoche Ri podíamos ver el Everest, el Lhotse y el Ama Dablam. No había ni una persona a la vista.

Langmoche Ri 6611m con nuestra ruta por la arista noroeste. Foto Tito Villanueva.

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LA NOTICIA

La segunda ascensión de la del Obispo, un sueño acariciado durante años

PARED NORTE Roberto José Morales

Felipe empezando la travesia a tres largos de la cumbre, Foto Roberto Morales


NUEVO ASCENSO A LA NORTE DEL OBISPO El 7 de julio de 1963, los italianos Ferdinando Gaspard, Marino Tremonti y Claudio Zardini realizaron la primera ascensión al Obispo, máxima cima de El Altar, montaña ícono de nuestros Andes. Pocos meses más tarde, el 27 de diciembre de ese mismo año, tres jóvenes, jovencísimos, ecuatorianos: Marco Cruz, Rómulo Pazmiño y Luis Salazar, realizan la primera nacional. En el reciente diciembre se realizó en Riobamba un merecido homenaje a esos notables compatriotas al celebrar el jubileo de oro de su escalada. El Altar, obra maestra de la creación volcánica, es el reto de los montañeros ecuatorianos. Ascender su cima es una suerte de graduación de montañero. Es y será siempre uno de los objetivos máximos. Y entre sus paredes, son aquellas que caen a la caldera, a Collanes, las más largas, las más exigentes. Y entre estas, la Norte del Obispo es el magna cum sunma laudem de la montaña. No fue sino hasta diciembre de 1984, entre el 6 y el 10 de diciembre, cuando Giles de Lataillade y Oswaldo Morales logran esa magnífica escalada. Luego nuevos intentos, nuevos dramas y en este reciente enero, casi a los 30 años, Roberto José Morales y Felipe Guarderas consiguen una nueva ascensión. Sin duda, la mejor actividad montañera, la más destacada. Marcos Serrano Dueñas

M

e acuerdo como si fuera ayer cuando a los 14 años entraba al Club de Andinismo de la Universidad Católica y veía una foto aérea de la hermosa montaña del Obispo, tomada por Jorge Anhalzer. Cuando supe que había sido escalada se convirtió en uno de mis proyectos de vida. Un sueño que trabajé a lo largo de los años, pues claramente, entonces, no tenía ni una mínima capacidad de hacerlo. Poco a poco, con dedicación y motivación, llegó el momento de intentarlo. Después de haber ganado experiencia en las montanas ecuatorianas y de haber realizado un par de expediciones a países vecinos, el día de la verdad se acercaba. Conocí a Nicolás Corti, empezamos a escalar juntos en el rocódromo y a salir a la montana. Sin darnos cuenta ya estábamos abriendo rutas nuevas y haciendo cosas interesantes, nos entendíamos de maravilla y nos complementábamos uno al otro. Si mal no recuerdo, un día me encontré con Nico después de clases en el patio central de la universidad. Él se la pasaba ahí, era estudiante de geografía. Siempre, los temas principales de nuestras conversaciones eran la escalada y las mujeres, pero ese día fue un poco diferente. De pronto salió al aire la idea de escalar la Pared Norte del Obispo. Nos sentimos tan motivados que fuimos a su casa a ver la información que tenía de la misma. Me sorprendió lo que guardaba: escritos, fotos, videos, lo tenía todo. Si había alguien a quien debía juntarme para esa hazaña, ese era Nico. No solo era mi compañero de cordada, sino que poseía la poya maestra. Era como si el más norio de la clase se hubiera robado el examen de grado un día antes. Sin lugar a dudas, también tenía entre cejas ese ascenso, en cuanto pudiera. Me llevé a casa unos pocos documentos sobre la Pared del Obispo y me seguí informando sobre el tema. Esta pared, de 800 m verticales y con dificultades técnicas altas, fue escalada por primera vez, en 1984, por el ecuatoriano Oswaldo Morales y el francés Guilles de Latillade, en un épico ascenso de cuatro noches y cinco días. ¡Para quitarse el sombrero! Desde entonces han intentado esa cumbre, en numerosas oportunidades, Iván Vallejo, Willy Navarrete, Lucho Naranjo (†), Jorge Anhalzer, Oswaldo Freire,

Gabriel Llano (†), Santiago Quintero, Gaspar Navarrete, Joshua Jarrín, Carla Pérez, Esteban Mena, entre otros. Nos estábamos metiendo en algo serio, pero nos decidimos y fuimos por ella. Empezamos la planificación, pedimos el apoyo de la gente del club para cuestiones logísticas y la recibimos incondicionalmente. Planeamos hacer el ascenso durante el feriado de Carnaval de 2009, y así fue. Nico y yo debíamos encontrarnos en el parque para recoger su bici, ir a su casa a empacar y partir hacia la hacienda Releche. No llegamos muy lejos, al bajar por la Veintimilla, los dos en la misma bicicleta cargados con mi mochila, tuvimos un pequeño accidente. Mi pie se trabó en la llanta delantera y nos fuimos de cara contra el planeta. Quedamos llenos de raspones y fue cuando salió a la luz la clásica frase de Nico: “por algo ha de ser”. Una frase que había oído unas mil veces y que, para entonces, sabía a qué se refería. En este caso se trataba de que debíamos quedarnos en casa, juiciosos, y no arriesgarnos en una pared tan peligrosa como la que planeábamos. Después de unos minutos logré convencerle de mi política: lo malo pasa al principio y después todo fluye a la perfección. Finalmente, nos dirigíamos hacia El Altar, tenía un montón de sentimientos, mil cosas pasaban por mi cabeza. Pero estaba seguro de que si el clima estaba de nuestro lado tendríamos buenas posibilidades. No fue el caso, logramos llegar hasta el final del glaciar colgante, pero no paró de nevar durante 15 horas, y sin mayor protección, después de haber pasado la peor noche de mi vida, decidimos bajar ante las condiciones precarias en que se encontraba la pared. Todo nos caía encima. Logramos salir ilesos después de aproximadamente una docena de rapeles. Al llegar al campamento, agradecí estar enterito y prometí no volver. Pasé los siguientes cinco años conversando con mucha gente experta en el tema y me fui convenciendo de que debía volver una vez más. ¡La última! Nada de la tercera es la vencida. Me fui haciendo a la idea, pero nunca me presione para llevarla a cabo. La pared era espectacular y valía mucho la pena intentarlo, pero tomar ese riesgo no era lo más racional que se podía cruzar por mi cabeza.

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Después de una expedición muy exitosa a Colombia, junto a Nicolás Navarrete y Felipe Guarderas, regresé aún más motivado con nuestro siguiente proyecto: las Torres del Trango, en Pakistán. Continuamos con nuestra búsqueda de auspicios y un miércoles por la tarde, mientras Felipe y yo esperábamos para una de las citas en una sala, nos preguntamos cuál era el plan para ese fin de semana. Se venían el matrimonio de una amiga y otros compromisos sociales que no nos iban a dejar mucho tiempo para escalar, entonces pensé: ahora es cuando, estamos en forma después del viaje y tengo tres días libres en mi horario de estudiante. Le dije: “vamos a la norte”. Él sabía exactamente a lo que me refería, y me respondió: “de una, cuadremos y salimos el viernes a muerte”. Lo primero que hicimos fue revisar el clima en Internet y llamar a gente de la zona a preguntar algunos detalles. Después pensamos en nuestro grupo de apoyo y Felipe se contactó rápidamente con su padre, Palu Guarderas, quien poco convencido por lo repentino del viaje y el tiempo escaso, igual decidió acompañarnos. Además, nos ayudó a conseguir una cuarta persona,

Don Galo, ayudante de una hacienda y con una ética de trabajo tremenda. Llamamos a la hacienda Releche para solicitar unas mulas y no solo nos ayudaron con dos para la carga, sino con otro par para nosotros. Finalmente nos robamos una pasta y unas cuantas golosinas de nuestras respectivas casas para alimentarnos debidamente durante el fin de semana. Llegó el día. Palu recogió a Felipe en Cumbaya, a mí en Los Chillos y a Galito en Machachi. ¡Todo un lechero! Desayunamos en el camino y llegamos a la hacienda Releche al mediodía. Las mulas no estaban listas y nos preocupamos un poco por el tiempo, nos quedaba un largo recorrido y solo cinco horas de luz. Anhelábamos poder ver la pared de cerca con luz del día para tener una idea de las condiciones, y analizar la línea. Después de casi dos horas de espera las mulas estaban listas y salimos rumbo al valle de Collanes. Para mí resultó un poco doloroso el ascenso en la mula, pero estaba seguro de que mis piernas iban a estar agradecidas de guardar energía para lo que se venía. Eran casi las 5 pm cuando llegamos al punto donde nos dejaba nuestro me-

dio de transporte. Felipe y yo nos alistamos rápidamente y emprendimos el pataso al campamento base, atravesamos el valle de Collanes y subimos por pajonales muy empinados hasta alcanzar el lugar que había utilizado cinco años antes para pernoctar. Por suerte llegamos con la última luz del día, suficiente para echar un vistazo a la pared y armar la carpa. Mientras Felipe organizaba el equipo para el día siguiente y acomodaba las bolsas de dormir, yo cocinaba una deliciosa pasta gourmet con salsa de tomate y atún. Apenas terminamos, nos metimos a nuestras bolsas de dormir y disfrutamos de un delicioso manicho de postre. Ya calienticos y listos para dormir hablamos de las estrategias para el día siguiente y conversamos de lo que había sido mi experiencia años antes. Nervios, miedo, incertidumbre, recelo eran algunos de mis sentimientos. No podía imaginarme pasar otra noche allá arriba o, peor aún, tener que bajar por ahí mismo. Logré dormir después de un buen rato. El despertador sonó a las 4:30 am y con un poco de pereza y frío nos empezamos a mover. Calentamos un poco de agua para hacer avena, nos vestimos, empacamos, nos dimos la mano y emprendimos nuestro viaje. El acercamiento no debía demorar tanto, pero nos perdimos un rato y nos tomó más tiempo del esperado. A las 6:30 am estábamos encordándonos en la base del primer largo. Empecé con la punta y después de dos largos Felipe continuó. Las condiciones eran muy secas y el clima se mantenía estable. Sobrepasamos la canaleta oscura que es el cuarto largo, el más duro de la primera parte. Eran ya las 8:30 am, estábamos 30 minutos más tarde de lo que nos habíamos propuesto, conscientes de que se debió a la pérdida del inicio. Sin pensarlo mucho recogimos una de las cuerdas y nos encordamos a

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Roberto escalando el segundo largo despues del glaciar (uno de los crux de la ruta). Foto Felipe Guarderas.


Felipe terminando el segundo largo despues del glaciar. Foto Roberto Morales.

30 metros uno del otro para continuar en simultáneo con el siguiente tramo. En menos de una hora alcanzamos el glaciar colgante, y después de calzar crampones avanzamos rápidamente hasta el final del mismo, el punto más alto alcanzado en mi primer intento. Después de un breve descanso y de recordar esa “bella” noche que había pasado ahí con los pies al aire y poco abrigo, empezaba el terreno desconocido. Me ofrecí voluntariamente a seguir con la punta para no tener que preocuparme de los largos de arriba. En una posición muy incómoda después de salir del hielo, logré poner un par de empotradores precarios y calzar mis pies de gato. No sabía si era la mejor idea. Me llamó la atención que la cuestión fuese tan parada y plaquera. Sabía que de vez en cuando venían parches de hielo y nieve que me causarían problemas, pero en la roca la iba a pasar muy bien. Después de 50 metros de escalada con seguros malos y distantes, divisé una clavija y paré para asegurar a mi compañero. Estaba contento de saber que alguien había pasado por ahí antes, posiblemente íbamos por buen camino. Como nos turnábamos la punta, por bloques me tocaba otra vez a mí, así que cogí el equipo que Felipe limpió y partí lo antes posible. Estábamos de apuro, en ese momento Felipe tenía grandes seracs sobre su cabeza que se podían venir abajo en cualquier momento. ¡Entre más rápido salgas, mejor! La parte que venía era una de las más difíciles técnicamente, pero se protegía bastante bien. Después de pasar un pequeño desplome me encontré con terreno mixto y con algo de dificultad logré esquivarlo con los pies de gato. Una vez más encontré una clavija enclavada uno o dos centímetros como máximo, la reforcé con el último empotrado que me quedaba en el arnés,

lo había encontrado en el primer largo y sabíamos que posiblemente era del intento del Topito y la Carla, semanas antes. Felipe subió rápidamente, en cuanto llegó cogí las botas que cargaba en la espalda con esfuerzo, y me las puse para calentarme los pies. Ahora le tocaba a él, teníamos sobre nosotros un gran desplome y hacia la derecha la posibilidad de una travesía, así que nos decidimos por ésta. Con rocas algo inestables y la nieve apenas sobrepuesta, Felipe avanzó hasta que se acabó la cuerda. No alcanzó a llegar a un lugar tan cómodo y le tocó armar la reunión casi colgante con seguros algo precarios. Apenas llegué salió inmediatamente, y después de varios metros alcanzó una buena repisa cubierta por un lindo techo donde estábamos seguros de la caída de material. En este punto ya sabíamos que no había retorno, regresarse desde allí era suicida, teníamos que bajar por el otro lado a como diera lugar, así que nos dijimos uno al otro: “salimos porque salimos” Pensábamos que nos faltaban uno o dos largos más, pero era todo incierto. Desde esta gran repisa había dos opciones, la fácil y peligrosa a la izquierda, y la difícil y un poco más segura

a la derecha. Así que nos decidimos por la derecha. Felipe traveseó debajo del techo y se disparó hacia arriba. No tenía ninguna visibilidad ni comunicación con él. La cuerda cada vez se movía más lentamente a través de mi asegurador, y solo se me cruzaba por la mente lo complicado que podía estar. De pronto, la cuerda ya ni se movía, incluso retrocedía. Después de casi una hora de batalla, Felipe salió a la cumbre con tan solo dos metros de cuerda restante. Yo, en el la otra punta, no oía nada, así que en cuanto llegó a mí la cuerda, limpié la reunión y empecé a escalar cuidadosamente en caso de que él lo siguiera haciendo. Poco a poco se fue complicando la escalada debido a la presencia de hielo, y entendía la demora de Felipe. Finalmente llegué a los últimos cinco metros donde pude ver unas huellas en la nieve y dos tornillos muy cercanos uno del otro. Miraba hacia arriba y me preguntaba cómo lo había hecho. Era puro hielo vertical y él solo tenía un piolet, el otro lo tenía yo y los crampones los cargaba dentro de la mochila. Saqué los tornillos y la única posibilidad que vi fue abrirme a la izquierda por algo de roca y luego de hacer unos pasos medio raros salí a la arista nevada, como quien sale de una piscina. Lo primero que pensé

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Felipe en el glaciar colgante. Foto Roberto Morales.

Empezamos con los tres rapeles que te llevan al glaciar superior de la ruta normal y después continuamos por la variante del Calvario, para hacer otros dos rapeles más. Empacamos las cuerdas y salimos corriendo por el glaciar con dirección a campo Italiano. A las 5:30 pm llegamos a la morrena, tomamos agua de la acequia y continuamos con nuestra carrera, queríamos aprovechar la luz para llegar lo más lejos posible, pues no conocíamos el camino que une el campo Italiano con el valle de Collanes. Seguimos las direcciones que nos habían dado hasta que cayó la noche y la neblina, perdidos en medio del páramo llegamos a una arista donde creíamos que se encontraba el valle, sin embargo no se veía nada, y una pared gigante nos obstaculizaba el descenso.

fue el susto que debió haber pasado mi compañero. Después lo vi con una sonrisa de oreja a oreja y asegurándome del cuerpo me dijo: “No tenía otra opción, pana”, y yo le respondí: “Qué bueno que no me caí”. Estaba nublado y la visibilidad era escasa, sabíamos que estábamos a buena altura, pero no era la cumbre máxima que habíamos alcanzado las dos ocasiones anteriores. Se despejó por un segundo y vimos otra cumbre hacia el oeste, así que decidimos empezar a caminar en esa dirección con la esperanza de llegar a ella sin mayor dificultad, efectivamente después de una desescalada y unos cuantos pasos más, llegamos a la cumbre máxima. La cual no sé si sea tan máxima después de haber estado en la otra, que se sentía y veía

60 MONTAÑA marzo 2014

aún más alta. Lo primero que hice fue gritar: “Cumbreeeeeeee”, y con una alegría gigantesca jalé la cuerda hasta que Felipe se parqueó al lado mío. Nos dimos un fuerte abrazo. ¡No lo podíamos creer! Eran las 3:20 pm y una de mis más grandes felicidades era no tener que rapelar por donde habíamos subido. En la cumbre nos tomamos aproximadamente media hora para descansar, recuperar fuerzas, hidratarnos, alimentarnos, tomar fotos, hacer videos y finalmente hablar con Palu por radio para confirmarle que podía levantar nuestro campamento en la base de la pared, por ahí no regresaríamos al menos hasta dentro de unos años. Recogimos nuestras pertenencias y emprendimos nuestro largo retorno a casa.

Después de subir, bajar e ir de izquierda a derecha nos dimos cuenta de que no podíamos dar un paso más y no tenía sentido seguir en ese laberinto sin ver nada. A las 11:00 pm paramos al lado de una roca y nos acostamos a descansar unas horas, sin nada más que un pequeño nailon para cubrirnos de la humedad. Nos abrazamos y tratamos de dormir. Creemos que lo hicimos al menos unos minutos, pero la mayor parte del tiempo estuvimos despiertos y con mucho frío. A las 3:30 am nos congelábamos y nos vimos forzados a caminar para calentarnos. Las nubes se habían ido y la visibilidad era mucho mejor que la noche anterior. Decidimos regresar a la arista donde habíamos estado antes y, efectivamente, al amanecer logramos ver el valle de Collanes. Analizamos nuestras opciones pero no eran claras, así que empezamos a explorar diferentes bajadas. Después de un rato logramos encontrar un pequeño pasaje que nos llevaría a un rapel y, finalmente, al sendero que estábamos buscando. Ahora si estábamos por buen camino y enrumbados hacia nuestro destino final. A las 9:00 am, después de casi treinta horas de haber salido de la carpa, llegamos a las casas que hay en la entrada de Collanes. Nuestro gran


equipo de apoyo nos esperaba con los brazos abiertos y una deliciosa pasta con queso que nos revivió, sin lugar a dudas. Después de una corta siesta, alistamos nuestros chimbuzos y empezamos la caminata hasta el carro. Treinta años tuvieron que pasar para que esta pared viera su segundo ascenso. Sin duda las condiciones actuales son diferentes, pero no me puedo imaginar cómo lo hicieron los primeros en aquellas épocas. Me llevo recuerdos inolvidables de esta experiencia, a la final cuando cuerpo y mente están al límite, es cuando uno se da cuenta de lo que es capaz y de lo lejos que puedes llegar. Agradezco infinitamente a Palu y Galo por su inmensa ayuda y esfuerzo como equipo de apoyo. A todas las personas que formaron parte de este proyecto, desde el principio, hace cinco años. A todos los amigos y conocidos con quienes compartimos el día a día, haciendo lo que más nos gusta. A la familia que incondicionalmente ha estado ahí para las que sea. Y finalmente a mi gran compañero por su amistad, confianza y la gran compañía que ha sido en los últimos años. Gracias a todos ustedes por este sueño y por muchos otros que se harán realidad.

CARA NORTE DEL OBISPO (VI, 5.10d, M4) 800m Amarillo: Primer ascenso de Oswaldo Morales y Guilles de Latillade, 1984. Rojo: segundo ascenso de Roberto Morales y Felipe Guarderas, 2014. Topo cedido por DESNIVEL.

Felipe y Roberto en la cumbre máxima del Obispo despues de escalar la pared norte. Foto tomada con timer.

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GALERÍA DE FOTÓGRAFOS

Título: “Rocas Humanas” Autor: Tito Villacís Lugar: Carihuairazo Fecha: 02 marzo 2014 PENTAX Kr, f/13, 1/250s, ISO 100

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“Nos atrevemos a ser parte de tu silueta, hoy nos permites imitar los picos que coronan tus aristas, solo somos rocas en movimiento, por un momento congeladas en tus cumbres�.

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Foto Pedro Purtschert (Brequero) marzo 2014 MONTAĂ‘A 67


Pedro Purtschert (Brequero)

Curioso, amante de la naturaleza y de la fotografía, Motoquero, aventurero, montañero y demás “eros”, Hijo orgulloso, padre y volaringo, como decimos nosotros. (Piloto de ultraligeros)

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Milton Moreno S. Aventurero de la imagen

La aventura de la imagen se escribe con luz en la inmensidad de la naturaleza

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Pablo Puruncajas Guía de montaña UIAGM

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Un impresionante descenso esquiando las cuatro cumbres mĂĄs altas de Ecuador. Esquiar en este terreno es considerada una actividad extrema. marzo 2014 MONTAĂ‘A 73


NUESTRAS MONTAÑAS

TABLAS RUMI,

una montaña preciosa Marcos Serrano Dueñas Fotografía Milton Moreno Salas

H

acia el oriente del cerro Puntas, en ese ensanche de la cordillera Central u Oriental, se levanta un conjunto de montañas superiores a los 4000 m, que separan y aíslan el complejo lacustre de Nunalviro, Salva Cocha y cientos de pequeñas lagunas. En ese complejo de cerros, algunos sin nombre propio, destacan el Tablas Rumi y su vecino cercano el Filocorrales. El pasado 8 de febrero, fui a recoger los pasos. Sí, ya eran muchos años de esa primera y épica ascensión a este cerro. Tres días caminando desde Pifo, para una ida y vuelta auténticamente ensopados por el duro invierno, allá en 1975.

La pureza del páramo se preserva en el área.

Fue realmente una ascensión fantástica: el grupo de amigos de siempre, el día que amanecía con el diluvio universal, pero finalmente solo nublado y lloviznoso. Un intercambio de productos alimenticios, fotos, risas. Y, como postre, uno de los páramos más hermosos y conservados: mucha, mucha humedad, torrenteras de agua clara, zonas pantanosas, bosques de Polilepis y Quechuares. Y, lo mejor, ni un solo papel, ni un solo plástico, páramo impecable. Pudimos apreciar una pareja de cóndores. Un vaquero que arreaba ganado nos contó que mientras comíamos cerca de una charca, a nuestras espaldas, un par de venados nos miraba con curiosidad. Este paraje, en un día despejado, debe tener una vista maravillosa de toda la zona y de sus vecinos lejanos Cayambe, Saraurco, y hacia el sur, el Antisana.

El grupo, mientras marca el ritmo del ascenso. 74 MONTAÑA marzo 2014


Miembros del Ascensionismo y amigos en una de la cumbres del Tablas Rumi.

La ascensión es sencilla, sin ninguna dificultad además de la neblina. Desde la casa del cuidador de la hacienda San Lorenzo, asciende directamente a la montaña una arista ancha, solo hay que seguir por ella y bordear la cima sur, porque el Tablas Rumi tiene tres cimas que se levantan apenas en la cresta cimera que se asciende sin dificultad, y de ésta a las otras dos. La central es la más alta. Se puede realizar una pequeña travesía hacia el lado oriental a otro cerro, y por la cresta cimera descender. Desde este lugar es posible visualizar las lagunas de Nunalviro. En resumidas cuentas un lugar mágico y espectacular, que debe ser respetado y quedar como se encuentra: hermoso y limpio. Una montaña ideal para ascensiones familiares y de amigos, con el único requisito de tener conocimientos de orientación. Para llevar. Zapatos de trekking, ropa abrigada y cómoda, ropa de protección contra la lluvia, mochila, alimentos y muchas ganas de disfrutar. Para llegar. Dirigirse hacia Sigsipamba (o Zigzipamba), en el camino Pifo-Papallacta. Allí, en la casa comunal, solicitar el permiso para dejar el auto en la casa del cuidador de la hacienda San Lorenzo, que pertenece a la comunidad. Son 10 kilómetros de un camino de tierra, que termina en la hacienda.

Caminando hacia la cumbre, orientados por la luz.

El Marcos Serrano y el Ñaño Almeida en los páramos del cerro.

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PEDALEANDO

Los CAMINOS del Colectivo ClimaCleando Alexandra Garcés Santander y Ximena Paltán

Fotos de Alexandra Garcés, Gandhy Zurita, Ximena Paltán, Roberto Madera, Jéssica López

L

os caminos dibujados por siete bicicletas trazaron algo más que huellas sobre el asfalto, lastre y piedra. Marcaron el inicio de una nueva forma de vida. Todo comenzó con una preocupación por los efectos devastadores y cada vez más evidentes del cambio climático y por la forma compleja y abstracta con que esta problemática es discutida entre científicos y políticos. ClimaCleando se concibió como una iniciativa juvenil e independiente de embarcarse en el maravilloso recorrido por las diferentes regiones del país, buscando conocer cómo percibe la gente el cambio climático, cómo le afecta y cómo enfrenta esos cambios, usando la bicicleta como herramienta de transporte.

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Para los seis integrantes del grupo: Jéssica López, Ximena Paltán, Sebastián Orellana, Alexandra Garcés, Roberto Madera y Gandhi Zurita, el desafío empezó desde la concepción de la iniciativa. Emprender esta aventura implicaba dejar amistades, familia y trabajo durante dos meses y medio para palpar una realidad que solo podríamos conocer con la paciencia, sudor y constancia que brinda una bicicleta, alejados de la comodidad de nuestros hogares. El proyecto se materializó después de reuniones, búsqueda de auspicios, entrenamientos y varios eventos de autogestión para recaudar fondos. Al mismo tiempo, fijamos la ruta y nos contactamos con colectivos en todo


el país para organizar foros o conversatorios en las ciudades adonde llegaríamos. El recorrido duraría 75 días, con un total de 3.200 km recorridos, cubriendo las tres regiones del país. Para ello, fijamos un cronograma basándonos en las distancias y la dificultad de la ruta en cada trayecto. El número de kilómetros diarios que recorreríamos dependía de las características de la carretera, su inclinación, o el clima del lugar. Equipamos nuestras bicicletas con alforjas hechas de canecas de aceite recicladas, totalmente impermeables y resistentes a cualquier posible golpe que se presentase en el camino.

te percibe lo que está ocurriendo en su entorno y cómo estos cambios han afectado su dinámica cotidiana. Conforme continuó nuestro recorrido por el norte de la Sierra y Amazonía ecuatorianas, nos encontramos con expresiones como: “ahora llueve menos”, “antes llovía días enteros y ahora solo unas cuantas horas”, “el río Coca se secó casi por completo” o “¿cuándo imaginarnos que en Limoncocha caería granizo? La gente pensó que era el fin del mundo”. Estas frases son una clara evidencia de que el clima ha cambiado. Otras como: “las estaciones se han perdido… Ahora ya no se sabe cuándo es de sembrar y de cosechar” o “las heladas acabaron con los cultivos”, fueron costumbre durante la ruta.

Salimos de Quito el 27 de abril de 2013 rumbo a Cayambe. Nuestra primera parada fue la comunidad de Santa Marianita de Pingulmi, donde pudimos constatar los problemas generados por la escasez del agua y el

impacto que esto ha tenido en la seguridad y soberanía alimentaria de su gente. Aunque muy difícilmente encontramos personas que comentaran en qué consiste toda la ciencia del cambio climático, es claro que la gen-

Al recorrer la Sierra las montañas nos cuentan que los glaciares han retrocedido y los páramos se han secado, afectando la agricultura y economía de familias que viven unos metros más abajo. La cordillera suboriental ecuatoriana nos muestra el retroceso de zonas boscosas, la reducción del

En largas jornadas de ejercicio, foros, encuentros juveniles, conversatorios o celebraciones culturales, el colectivo ClimaCleando identifica las frases de la gente que dan cuenta de los efectos del cambio climático en la vida cotidiana, y constata lo que los textos dicen al respecto.

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bosque primario y el aumento de la deforestación. La zona del Litoral, por su parte, nos enseña la dificultad que pasan los pescadores por conseguir el sustento para sus familias debido a la reducción de especies marinas.

el panorama parecía preocupante, nos encontrábamos con jóvenes que nos daban un ejemplo de vida, de lucha y perseverancia. Iniciativas que nos llenaban de fuerzas para continuar el recorrido.

Uno de los grupos de personas con los que tuvimos más contacto a lo largo de la ruta fueron los jóvenes. Realizamos varias paradas estratégicas en la Amazonía, Sierra y Costa ecuatorianas para conversar con grupos juveniles y descubrir cómo perciben ellos el cambio del clima. Tuvimos la oportunidad de conocer a varios chicos y chicas que a pesar de su corta edad, se han organizado y conformado agrupaciones para tratar de enfrentar este problema. Jóvenes que en vez de estar sentados al frente de un televisor, prefirieron reunirse a discurrir sobre las problemáticas sociales y ambientales que les afectan.

El día a día se tornaba toda una aventura. Las montañas, la selva y el páramo se transformaron en nuestros compañeros durante todo el recorrido. El clima marcaba un singular inicio de experiencias, diferente en cada provincia que recorríamos. Pedalear bajo un sol intenso para en minutos encontrarnos bajo una lluvia torrencial, fue común en la Amazonía. En la Sierra, la neblina y el viento fueron los protagonistas de muchas historias, mientras que en la Costa el sol incandescente marcaba el inicio y fin de nuestra jornada en bicicleta.

Sin lugar a dudas, estos fueron los momentos más inspiradores durante el recorrido, pues a pesar de que muchas veces

La gastronomía fue también parte importante de la ruta. Entre broma y broma, concluimos que el plato más popular del Ecuador es el “seco de pollo”, acompañado de yuca

en la Amazonía, papas en la Sierra y patacones en la Costa. Durante nuestro recorrido, tuvimos la alegría de pedalear con grandes amigos y familiares, llegando en ocasiones a ser grupo de 13 ciclistas en la vía. Nuestra amiga Aracely Beltrán nos acompañó de principio a fin del recorrido, convirtiéndose así en el séptimo integrante de ClimaCleando. Cuando caía la noche, nuestros lugares de descanso variaban bastante. Luego de una ardua jornada de ejercicio, foros, encuentros juveniles, conversatorios o celebraciones culturales, lo único que importaba era tener un lugar seguro para dormir. Armábamos nuestra casa, que consistía en carpas, aislantes o tan solo un sleeping, donde nos cogía la noche. Restaurantes, paraderos de comida en 78 MONTAÑA marzo 2014


la carretera, construcciones abandonadas, escuelas, colegios, baños públicos o la arena del mar fueron algunos de nuestros sitios de descanso. En otras ocasiones, cuando corríamos con más suerte, conseguíamos una cama en estaciones de bomberos, destacamentos militares o en alguna guardianía de la Armada naval. Familiares o amigos también nos brindaron su apoyo ofreciéndonos sus casas por los lugares por donde pasábamos. Más allá de la aventura que significó para cada uno de los integrantes, ClimaCleando se convirtió en la mejor experiencia de nuestras vidas gracias a las diferentes realidades a las cuales pudimos tener acceso por medio de la bicicleta. ClimaClenado fue un recorrido crítico en el cual pudimos confirmar lo que los textos científicos dicen acerca del cambio climático y vivir en carne propia sus efectos. El vivir en una ciudad nos aleja de las diferentes problemáticas que existen en el país. En efecto, abrimos la llave y tenemos agua en segundos, cruzamos la calle y vamos a supermer-

cados donde podemos darnos el lujo de escoger nuestros alimentos, nos ponemos un saco si hace mucho frío, o en su defecto, nos lo quitamos si el sol es intenso. Sin embargo,

el palpar de cerca cómo la gente enfrenta las consecuencias del cambio climático nos llevó a darnos cuenta de la crisis ambiental poco reconocida que enfrentamos. Es momento de pensar en las consecuencias de nuestras acciones, de preocuparnos de dónde viene el agua que consumimos y a dónde va cuando ya la usamos, de cuestionarnos cuál es el origen de los materiales de los productos que compramos, y cuál es su disposición final al ser desechados, o de valorar el esfuerzo de los agricultores por darnos alimentos de calidad. Creo que todos quienes leemos la Revista Montaña tenemos algo en común, y es esa admiración y respeto por la naturaleza. Tengamos siempre presente que los recursos naturales son finitos, y que depende de las decisiones de cada uno de nosotros el tiempo que duren. No dejemos que el sitio que más amamos se convierta, como el Everest, en el basurero más alto del mundo. El cambio climático más allá de ser un problema ambiental o político, es un problema ético. marzo 2014 MONTAÑA 79


EQUIPO

Cómo los zapatos Los zapatos de escalada son uno de los vínculos más importantes entre tú y la pared. El desempeño en la escalada depende en gran medida de escoger el estilo adecuado y la talla correcta. Esta tarea puede no resultar fácil. Algunos datos pueden ayudar a enfocar tu búsqueda y a mejorar tu inversión. MATERIALES Y SISTEMAS Generalmente están hechos de cuero o de materiales sintéticos, pueden estar forrados o no. Ese parámetro determinará la talla que debemos usar: De cuero sin forrar. Los zapatos de este tipo pueden agrandarse hasta una talla completa, por lo que se debe ser muy cuidadoso al escoger la talla. Deben ajustar hasta el punto en que se

sientan los dedos aprisionados en la parte frontal del zapato, pero sin que se vea la forma de los dedos a través del cuero. El color que se obtiene mediante teñido, eventualmente dejará alguna mancha en la piel. De cuero forrado. Generalmente están forrados de materiales sintéticos para dar una mejor sensación al interior del zapato y reducir la cantidad de estiramiento del material (una media talla o menos). Algunos fabricantes solo forran la parte frontal del zapato, la caja de los dedos, que es donde existe el mayor problema si el zapato se estira.

SISTEMAS DE CIERRE

De cordón. Ideales para los principiantes en escalada indoor o outdoor. Ofrece una mayor capacidad de ajuste y control sobre la caja de los dedos, sin embargo es difícil ponerse y quitarse repetidamente.

Sintéticos. Casi nulo ensanchamiento, menos de un cuarto de talla. Algunos materiales ofrecen absorción del sudor y secado rápido. Con velcro. Conocidos como hook and loop son muy fáciles de quitar y poner y ofrecen cierto control sobre el ajuste en la caja de los dedos.

Slippers o bailarinas. Tienen un cierre elástico. Son zapatos con muy poco soporte en la suela y diseñados para una alta sensibilidad. Recomendados para rutas cortas y muy técnicas, excelentes para el boulder donde se necesitan dedos fuertes y mucha sensibilidad bajo los dedos. 80 MONTAÑA marzo 2014


escoger de escalada

Eduar Lamprea

TIPOS DE HORMAS Y FORMAS

OTROS PARÁMETROS

Hay varias formas y modelos para acomodarse a los diferentes tipos de escalada y de pies, algunos más asimétricamente pronunciados con respecto al dedo gordo del pie y otros un poco menos. Van desde la plana y casi recta, hasta la agresivamente pronunciada y cóncava curvada.

Conoce y escoge tus metas. Debes decidir si te interesa más la escalada al aire libre, en el gimnasio, el boulder o bloque, la tradicional, alpina, deportiva, escalada de fisuras, etc. No existe todavía un zapato de escalada hacelotodo, por lo que escaladores más experimentados probablemente poseen varios zapatos de escalada, de acuerdo con la actividad que realizan.

Agresiva o downturned. Diseñada para escaladores de alto nivel. Necesaria para rutas de alta dificultad muy verticales, con muchos extra plomo y presas de pie muy pequeñas que requieren músculos de pies muy fuertes. Estos zapatos generalmente tienen un talón muy definido y recubrimiento de suela en casi todos los lados. Se usa en diversas técnicas, desde enganches de talón hasta fricción invertida de la puntera en problemas de boulder. Algunos presentan punteras muy angostas. Por su forma se suele usar muy apretado y está recomendado para periodos cortos ya que resultan bastante incómodos.

Moderada o semi flexed. Ideal para escaladores de nivel medio en rutas verticales o ligeramente extra plomadas, presentan un poco más de rigidez que los agresivos y permiten un uso más prolongado. Buenos para el canteo de presas pequeñas.

Plana o tradicional. Están diseñadas para el principiante o el escalador de nivel medio en rutas de poca inclinación o fricción o en la vertical con presas de pie de tamaño mediano. Ideal para rutas clásicas de una duración más larga donde el confort es primordial. Generalmente tienen una suela intermedia semirrígida que ayuda a evitar el esfuerzo muscular excesivo.

RECONOCE TU ACTUAL NIVEL DE ESCALADA Principiante. Escalada en rutas donde la mayor parte del tiempo se utiliza mucho balance y el peso del cuerpo está en los pies. Las manos sirven solo de apoyo para mantenerse erguido. Para rutas largas, se requiere un zapato de horma plana con rigidez media en la suela como: SportivaNago, ScarpaHelix, EvolvDefy, Boreal Joker, 5.10 Spire. Intermedio. Escalada en rutas muy verticales o extra plomadas, con presas de pie muy pequeñas y donde es necesaria mucha sensibilidad. El escalador ya ha desarrollado cierto grado de destreza y fuerza en sus pies. En este

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caso son recomendables las zapatillas de flexibilidad media y rigidez hasta la media suela con menor grosor en la punta: SportivaKatana, Scarpa Techno X, Evolv Prime, 5.10 Anazazi, Boreal Diabolo. Avanzado. Pasas tu vida literalmente colgado de la pared, requieres zapatos de curva bastante agresiva.

Fitting. Cómo nos arma el zapato. Es un factor decisivo. Los zapatos de escalada son una parte fundamental de la práctica deportiva, por lo que cómo ajustan y cómo nos quedan determinará en alto grado nuestro rendimiento. Ésta es una determinación que resulta bastante difícil para algunas personas, pero en general podemos decir: Confortable (similar a un zapato de correr): Muy grande Que causa dolor: Muy pequeño No confortable, pero no doloroso: Perfecto.

TIPS PARA FACILITAR LA ELECCIÓN

OTRAS INDICACIONES

- Nunca compres tus zapatos a ciegas. Trata siempre de probar la talla y el fitting antes de comprar. Prueba la talla inmediatamente más grande y la más pequeña. Esto te dará una mejor idea de cuál es la mejor. Evita los puntos de presión o hot spots. Si el zapato se siente súper incómodo en la prueba, probablemente no mejorará.

- No hay estandarización en las tallas, el de cada fabricante se sentirá un poco diferente. - Evita el espacio entre dedos y entre estos y la pared del zapato, para que no se produzcan deslizamientos cuando cargues el peso de tu cuerpo en los dedos del pie.

- Conoce la forma de tu pie y compárala con la del zapato: Clásico o regular. La mayor parte de los zapatos de horma plana te quedarán bien. Recuerda que estos zapatos son de nivel principiante/medio: Simétricos. El pie y el zapato tienen la parte más larga en el dedo contiguo al gordo. Asimétricos. La parte más larga del pie va desde el talón hasta la punta del dedo gordo.

- Asegúrate de que los dedos están planos o confortablemente curvados dentro de la caja frontal y de que los nudillos de los dedos no presionan dolorosamente contra el frente del zapato.

- Ten cuidado al escoger la talla. Te aconsejamos probarte los zapatos en la tarde o después de haber realizado algún ejercicio. Recuerda que luego de estar algún tiempo de pie, las extremidades inferiores se hinchan, un factor que debe ser tomado en cuenta si piensas estar colgado del arnés por un rato. Prueba el calzado sin medias, a menos que pienses usarlo en regiones de excesivo frío. En ese caso calcula una media talla extra para las medias.

- Si el zapato resulta muy difícil de poner, probablemente está muy apretado.

- El talón debe estar bien asegurado, no debe haber deslizamientos que causen fricción, pero tampoco queremos que ajuste demasiado sobre el tendón de Aquiles.

Fuentes: REI: Expert Advice, Rock Climbing Shoes, How to Choose. Sean McCoy: How to choose climbing shoes. Mad Rock : The fine art of buying climbing shoes. Eduar Lamprea: Sales specialist training program.

ZAPATOS Y ACTIVIDAD USO

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CARACTERÍSTICAS

COMENTARIOS

Largos periodos de tiempo

Plano Talón no muy ajustado Generalmente acolchado Suela gruesa

Estos zapatos son muy versátiles y deben sentirse ajustados, pero no incómodos

Rutas Verticales

Horma más ajustada Talón más formado Suela media poco rígida Suela de grosor variable

Los dedos están ligeramente curvados dentro del zapato, sin estar extremadamente aprisionados.

Boulder y gimnasio avanzado

Apretado y ligeramente curvado Media suela suave y flexible Suela delgada para aumentar sensibilidad táctil

Considerar cierres de velcro para poner y quitar rápidamente. Alto nivel de desconfort.

Fisuras

Punta delgada Suela semirrígida Protección hasta los tobillos Refuerzos superiores

Dedos planos dentro del zapato que se deslizan y sostienen mejor dentro de las fisuras.




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