El libro negro de las marcas

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K. Werner, H. Weiss

El libro negro de las marcas

Las 2.400 toneladas de oro que se produjeron en 1997 en todo el mundo dejaron un saldo de 725 millones de toneladas de escombros entremezclados con ácidos tóxicos y solventes como el cianuro. Estas sustancias tóxicas contaminan los ríos y los mares, privando a la población de su sustento vital. En 1996, una filial del Dresdner Bank concedió a la compañía minera australiana Aurora Gold un crédito de alrededor de 35 millones de euros para explotar minas de oro en Indonesia. La empresa expulsó, en algunos casos haciendo uso de la fuerza, a unos 20.000 miembros de las etnias dayak siang, murung y bekumpai, las cuales buscan oro allí desde hace mucho tiempo. Además, la firma sería responsable de que los ríos de la zona estén contaminados con aguas residuales provenientes de las minas. En el año 2000, los lugareños ocuparon potenciales sitios de excavación de la Aurora Gold. A raíz de ello, fueron expulsados violentamente por cuerpos de élite de la policía indonesia.12

Exportación de deudas El hecho de que el Estado atenúe el riesgo de las inversiones a través de sus garantías alienta a las grandes industrias a instrumentar proyectos que perjudican las políticas de desarrollo. Muchos de los créditos otorgados tan alegremente sumen a los países más pobres en deudas millonarias. Un ejemplo de esto son las centrales nucleares Angra 2 y 3, que están ubicadas justo en una zona sísmica de la costa brasileña. Los dos reactores comenzaron a construirse hace ya más de veinte años. El proveedor de las instalaciones: KWU, subsidiaria de Siemens. Pero Angra 2 sólo empezó a suministrar energía a partir de julio de 2000. Se calcula que esta puesta en marcha tardía le costó al país unos 5.100 millones de euros. Y aún no se sabe a ciencia cierta si Angra 3 podrá ponerse algún día en funcionamiento. Allí también se invirtieron miles de millones inútilmente. La construcción sufrió una demora por motivos políticos, ya que a comienzos de los años ochenta, los reactores también contemplaban la posibilidad de producir armas nucleares para la dictadura militar brasileña de aquel entonces. Sin embargo, los gobiernos civiles que vinieron más tarde ya no mostraron ningún interés en ellos. "Los alemanes nos vendieron una tecnología que ellos ya no usan, y nosotros les pagamos con dinero que no tenemos", se quejaba el ex ministro de Economía brasileño Delfim Netto.13 Y es que Brasil está muy endeudado. En 1998, su deuda ascendía a casi 250.000 millones de euros. El 31 de diciembre de 1999, bancos alemanes otorgaron créditos a Brasil por un monto de 10.600 millones de euros. Angra también fue financiada a través de créditos otorgados por bancos alemanes que a su vez estaban cubiertos por Hermes. El Dresdner Bank, por caso, planeó durante mucho tiempo financiar la finalización de Angra 3, a pesar de que hacía rato se sabía que la central nuclear no era rentable. Hasta la Comisión Nacional Brasileña de Energía Atómica admitió que la energía proveniente de la central nuclear costaba casi el doble que la generada por gas natural.14 Sin embargo, después de que el gobierno alemán anunciara en el año 2000 que finalmente había resuelto revocar su decisión de otorgar una garantía Hermes por la finalización de Angra 3, parece que al Dresdner Bank se le calmó bastante la sed de aventuras financieras. La que sí pudo recuperar su dinero gracias a la garantía Hermes fue Siemens.15 La compañía cobró un total de 2.900 millones de euros por Angra 2, y por el reactor número 3 ya había recibido 1.400 millones.16 Siemens y los bancos alemanes, que cobraron intereses millonarios por sus créditos, se convirtieron así en los únicos ganadores dentro de este desastre. Entre los perdedores 12

Ibidem, pág. 97 "Atomkraft aus der Mottenkiste", Die Zeit 6/2000 14 Siegmann, Grojibanken, pág. 95 15 "Hermes atif Abwegen", Die Zeit 50/1999 16 "Atomkraft trotz Erdbebengefahr", die tageszeitung, 18,7.2000 13

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