El libro negro de las marcas

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K. Werner, H. Weiss

El libro negro de las marcas

Dumping en el mercado local En la práctica, con sus políticas de precios, las empresas disminuyen aún más los estándares en los países afectados. "Obviamente las empresas producen allí donde es más barato. Para ellas, un pequeño aumento en los salarios no tendría ninguna incidencia", dice Mücke, "pero eso sencillamente iría en contra de su filosofía de mercado. Si una plaza se torna siquiera una pizca más cara a causa de las mejoras sociales, inmediatamente se trasladan a otra. Por lo tanto, si un país eleva los estándares sociales, corre el riesgo de que los inversores se vayan a algún país vecino. Lo único que necesita la industria textil es alquilar cualquier taller e instalar las máquinas de coser. Y antes de que uno pueda darse cuenta, ya volvieron a desmontarlas." A su paso suelen dejar decenas de miles de desocupados.

Condiciones laborales infrahumanas La tremenda presión competitiva impuesta por las empresas repercute no solamente en los salarios, sino también en las condiciones laborales. "En la fábrica hace muchísimo calor", dice Julia Esmeralda Pleites, refiriéndose a la situación en la planta Formosa, proveedora de Adidas y Nike. "La fábrica tiene muy mala ventilación. Una transpira y el cuerpo se reseca. El polvo te tapa la nariz. Para ir al baño o a tomar agua hay que pedir permiso. El personal de seguridad te controla el pase, ya que no se puede ir más de una o dos veces al día. Los sanitarios están sucios, no hay papel higiénico. Tampoco hay agua potable. Cuando nos íbamos de la fábrica, teníamos que soportar unos controles humillantes. El personal de seguridad femenino que nos revisaba a las mujeres nos manoseaba por todos lados." Julia Pleites dice que cuando contratan a una mujer tras el período de prueba, le hacen pagar un test de embarazo. "Si está embarazada, vuela enseguida. También nos pagamos el seguro social, pero para ir a la clínica no te dan el día." Según Pleites, en la fábrica Formosa los sindicatos están prohibidos. "Si se enteraran de que alguien pertenece a un sindicato, lo echarían inmediatamente. Todos tienen miedo."

Acoso sexual Según la Campaña Ropa Limpia, alrededor de la mitad de las operarías que trabajan en la fábrica Kormosa son menores de dieciocho años. Tal es el caso de María, una joven de quince años que desde 1997 se pasa doce horas por día detrás de la máquina de coser. María dice haber sido acosada una vez por un capataz: "Me agarró del brazo y me dijo que yo le gustaba mucho y que si no tenía ganas de encontrarme con él. Yo me negué y le dije que me dejara en paz, a lo que él me respondió que yo no tenía noción del error que estaba cometiendo."6 Por supuesto que en el Primer Mundo este tipo de cosas también ocurren; pero en los talleres de costura de la industria textil, el abuso sistemático de mujeres (y a veces incluso de niños) no parece ser la excepción, sino la regla. La costurera Marlene Vega le contó al semanario alemán Stern7 la siguiente historia: "Dos hombres me agarraron y me arrastraron hacia el auto de Mr. Sharp", el hijo del director de la fábrica. "Jimmy te quiere a ti. No es un pedido, es una orden", dijeron los hombres. La muchacha consiguió zafarse. A la mañana siguiente fue despedida.

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"1:0 für saubere Kleidung", Aktuell, Campaña Ropa Limpia, Dusseldorf 2000 "Die Sklaven der Mode", Stern 43/1999

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