Tacuarembó, un pago grande

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–¿Qué rescató de su figura? –El coronel tenía gran disposición por la cultura y el teatro. Se vinculó al teatro, primero como accionista, pero al final dedicó toda su fortuna a su construcción. Muy vinculado al militarismo, era compadre de Máximo Santos. Compadre cuando esa palabra tenía otro significado: Santos fue padrino de la primera hija del coronel y Escayola fue padrino de una de sus hijas. Era como un pacto de sangre, de unión muy fuerte donde la palabra tenía mucho valor. –¿Qué conoce acerca del teatro Escayola? –Este punto merece un capítulo aparte, porque existen pequeños grandes detalles que hicieron a su construcción. El director de obra fue el Ing. Víctor L´Olivier, un ingeniero que trabajaba en las minas de oro de Corrales. Su acústica se logró gracias a un hecho fortuito. Cuando hicieron el escenario, esperaban una viga que demoró dos años en llegar desde Italia. La pieza fue trasladada en ferrocarril hasta Paso de los Toros donde llegaban las vías. Finalmente llegó a Tacuarembó entre tres y cuatro meses después, en una junta tirada por 12 bueyes y cuando finalmente la recibieron y la colocaron sobre el escenario quedó chica. Mandar a hacer una más grande a Italia implicaba cuatro años más de espera. Debido a ese error, decidieron cerrar la arcada. El escenario además tenía unas 16 tapas, por ocho entraba agua y por ocho se desagotaba. Mi madre, que ahora tiene 90 años, alcanzó a ver cuando el escenario se llenó de agua en 20 minutos y se desagotó en los siguientes 20. Esta particularidad permitía tener representaciones 28

Tacuarembó

Otros Escayola “Le cuento un adelanto. Supe por Ricardo Casas, un cineasta uruguayo que hizo un trabajo sobre Eduardo Darnauchans y Mario Benedetti –y que ganó un premio en Alemania– que hay Escayolas en Zaragoza, España. Me contó que los de allá son todos rubios. El dato que le dieron es que el origen de los Escayola no es español, sino árabe, y que antes de venir a Uruguay habían estado radicados en esa zona”.

teatrales como La reina del Nilo, El lago de los cisnes, etcétera. En el teatro, quedan todavía indicios de la instalación eléctrica que trajeron en mayo de 1891. Recordemos que la usina de transmisión eléctrica se inauguró en Tacuarembó recién en 1916. –La fundación del teatro fue previa a la de la Jefatura y el edificio de la intendencia. –Exacto. La intendencia se fundó en 1911 y luego la Jefatura. Había una Capilla y no la Catedral. Recién ahora se está celebrando el centenario del comienzo de la fundación de la Catedral de San Fructuoso. Donde actualmente funciona un cíber era la entrada para los caballos y carruajes cuando tenían que participar como escenografía de las obras. A una cuadra del teatro, Escayola tenía su cabaret personal: La Rosada. Hasta ahora no he logrado identifi-

car exactamente en qué zona estuvo, pero quedaba a una cuadra del teatro y era sobre la actual calle Joaquín Suárez. Que fue un personaje polémico, nadie lo puede negar. Tuvo en sus manos ser jefe de Policía, juez letrado, intendente y no tener que rendir cuentas a nadie… –En ese momento el teatro pasaba por Tacuarembó y luego iba al Solís. –Sí. Existía ese ego sí. Hubo obras que antes de ir al Solís o al Colón llegaban primero a Tacuarembó. ¿Se imagina lo que era venir a Tacuarembó, el tiempo que insumía para luego ir al Colón o Solís? Realmente era muy costoso. Tanto que fundió todas sus estancias, perdió todo lo que tenía, lo dejó. Ese era un aspecto de su vida muy poco conocido. Mi bisabuela, o sea, su tercera señora, falleció en 1905. Fue cuando él se radicó junto a sus hijos más chicos en Montevideo, en el barrio Sur. Vivió allí hasta 1915. Según cuentan, falleció a raíz de una neumonía, saliendo del cine teatro Rex, lo que es hoy la Sala Zitarrosa. A sus 69 años estaba “haciendo guardia”, esperando a una dama en pleno invierno cuando se pescó la neumonía. Todo el resto de la familia se quedó en Montevideo, solo mi padre se quedó en Tacuarembó. Cuando era chico, hace 50 años, hubo algunos contactos, pero nunca tuvimos relación alguna con ellos. Recién ahora que tengo 63 años, a raíz de toda esta movida de Gardel, nos hemos encontrado. Además, imagínese que es muy complicado porque somos descendientes de la primera, segunda o tercera esposa.


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