DE LA FORMA RURIS A LA FORMA URBIS

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Jonรกs Figueroa Salas / De la forma ruris a la forma urbis / 2007

DE LA FORMA RURIS A LA FORMA URBIS La configuraciรณn del sitio de las ciudades Jonรกs Figueroa Salas Escuela de Arquitectura Usach 2007

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Jonás Figueroa Salas / De la forma ruris a la forma urbis / 2007

DE LA FORMA RURIS A LA FORMA URBIS1 La configuración del sitio de las ciudades Jonás Figueroa Salas Escuela de Arquitectura Usach 2007 Abstract La identificación de materiales previos para el desarrollo de una investigación sobre las cualidades morfológicas que adopta el perímetro urbano, es uno de los objetivos del presente texto. Nos proponemos demostrar que las trazas naturales y también las trazas agrarias anteriores y previas al acto urbanizador, se hacen presentes en la forma del crecimiento físico de una ciudad, transformándose en factores condicionantes de la planta urbana resultante. El reconocimiento de estos factores, a veces incorporados de modo implícito en la propia extensión del perímetro urbano, a veces alteradas por la presencia de elementos básicos constituyentes de los trazados urbanos, nos permitirá resituar la importancia de éstos como persistencias significantes y valóricas en la construcción del sitio de una ciudad. En uno y otro caso, estos materiales previos constituyen antecedentes estructurantes y configurantes de los futuros desarrollos. Por ejemplo, el camino rural que se transforma en la avenida principal de la nueva urbanización y el trazado de riego que constituye el deslinde urbano, entre otros. Las diferentes piezas constituyentes de la planta de una ciudad, en particular aquellas que surgen como expresiones de los crecimientos explosivos a partir de los años 50 del siglo XX, tampoco pueden ser entendidas en su morfología y en su extensión si no se tienen en cuenta para su reconocimiento y valoración, las trazas agrarias y naturales anteriores al propio hecho urbano sobre las cuales se insertan. Palabras claves: morfología agraria, morfología urbana, persistencias tipológicas, formas del crecimiento urbano, formas del perímetro, sitio de la ciudad, corografía, etc. 1. Las hipótesis… El discurso urbanístico acerca de desarrollo de la ciudad de Santiago de Chile, por lo general, ha estado impregnado por los impactos que genera el crecimiento físico en la reducción de la tierra dedicada a la explotación agrícola, por citar los datos más expresivos, pero no por ello convenientemente conocidos. Pocas veces, los argumentos que avalan tal postura se han detenido a analizar el grado de verosimilitud y las variables espaciales que se derivan de tal situación. Por ejemplo, ¿cómo ha participado la geometría natural y productiva del emplazamiento, dedicado por lo general a usos agrícolas, en la morfología del sitio de los nuevos crecimientos urbanos? La re - visión de las planimetrías urbanas -las expresiones físicas del catastro y de los usos del suelo- señala que la ciudad crece, se renueva, se expande hacia fuera y hacia arriba, de manera fragmentada y por qué no decirlo, de modo caótico, simulando un gigantesco puzzle o rompecabezas fractal que no responde a un esquema básico o a una estructura territorial, ni siquiera a un proyecto de ciudad. La clasificación de las formas resultantes de cada una de las partes que integran las piezas del conglomerado urbano, tanto en las escalas de la ciudad como en las de la región, nos lleva a pensar que es posible encontrar residuos, vestigios de anteriores factos configurantes del sitio, que se proyectan en la configuración de la planta urbana. Los trazados de los usos productivos agrarios del suelo, las redes de los sistemas de transportes terrestres y los elementos que expresan las características naturales del territorio, configuran situaciones que estructuran el sitio de las ciudades, transmitiéndose como geometrías precisas en la traza urbana del perímetro de la ciudad.

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De la forma ruris a la forma urbis ha sido originalmente publicado por la revista A+ C Nº 2, Escuela Arquitectura Usach. Santiago de Chile, 2007, pp 9 a 25. Página 2 de 12


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Los traspasos desde el hecho agrario al urbano, se visualizan por ejemplo, en la transformación del camino rural en la avenida principal y de la traza predial agrícola, en las piezas básicas configurantes de la nueva traza del tejido urbano. A partir de ello, es posible pensar que el suelo agrario podría considerarse una proto dimensión morfológica urbana. Mucho sabemos de las dimensiones económicas, sociales, normativas, ambientales, etc., del suelo. Pero, aunque parezca un contrasentido, poco o nada sabemos de él como dimensión morfológica o dicho de otro modo, poco sabemos de la arquitectura del suelo. Un recorrido de urgencia por la historia, ilumina la comprensión de la ciudad, prestando atención a los trazados lógicos constituyentes de su forma urbis considerando su traza ruris primera. Apreciación que también es posible aplicarla en las trazas de la vialidad, del ferrocarril y de los flujos y redes de escala regional2. El análisis de los documentos planimétricos que registran los primeros crecimientos físicos significativos que experimenta Santiago de Chile (1920 – 1970), señala al menos dos modalidades que han condicionado la forma del crecimiento que por ello, ha asumido el perímetro urbano implantado sobre la espacialidad rural. La modalidad más conocida y también más evidente, se encuentra condicionada por la axialidad impuesta por las infraestructuras viales y ferroviarias, que desde siempre se han constituido en elementos impulsores centrífugos, hacia afuera del crecimiento físico de la ciudad, nos pocas veces de forma dispersa y desagregada. La segunda modalidad se encuentra relacionada con las trazas que dibujan las actividades agrícolas del territorio y sus flujos concurrentes (deslindes, trazados hídricos, calidades del suelo, sistemas productivos, usos agrícolas, senderos, etc.). La axialidad que marca y condiciona el crecimiento urbano, impuesta por la primera modalidad, deja paso en el segundo caso, a la configuración de sectores que a modo de piezas de un puzzle se hacen cargo del desarrollo de los intersticios promovidos por el crecimiento lineal de sentido radial. Tanto una como otra modalidad condicionan a su manera y con diversos y diferentes efectos, los usos del suelo en las zonas de nueva urbanización y las formas que adopta el perímetro de la ciudad. En nuestro caso particular, nos interesa conocer y valorar los efectos y los condicionantes que imponen sobre la forma de la ciudad, las trazas primeras anteriores al propio hecho urbano, sean éstas las que se derivan de las actividades productivas primarias como de las geometrías relacionadas con las variables topográficas e hidrológicas. Por sobre el aporte que se deriva de las exploración de los temas señalados y su utilidad en la técnica urbanística, se sitúa nuestro objetivo de formular una metodología posible que permita recuperar estos datos con el fin de evitar que el análisis se transforme en un simple asunto corográfico, registro o interpretación3. En tal sentido y con el fin de enunciar un planteamiento teórico que ordene la tarea de análisis de los traspasos que se producen desde las trazas anteriores a las plantas urbanas de nueva creación, nuestras hipótesis de orden podrían enunciarse del siguiente modo: 1. Los trazados que expresan la morfología agraria y natural del sitio, en cuanto registro físico de los usos productivos del suelo y sus condicionantes naturales, se traspasan hacia las implantaciones urbanas, condicionando su forma y extensión. 2. El conocimiento de la orgánica que se produce por el reconocimiento de estos traspasos, permitirá la aplicación de una urbanística que incorpore los valores naturales y tenga presente las capacidades de carga y de acogida del suelo. En términos más generales a los manifestados, esta exploración también se enfila a la necesidad de resituar el papel y la importancia de los temas relacionados con el suelo, en cuanto materia y concepto, en tanto sistema y estructura, y como morfología en el interior de la disciplina urbanística. Por ello y antes de entrar en materia, es aclaratorio expresar en afán valorativo algunas ideas sobre el suelo, considerando que es el único elemento que se encuentra presente a lo largo de todo el proceso de urbanización. También, se plantea como una reflexión acerca del carácter excluyente que por diversas razones y sinrazones asume no pocas veces la mens técnica, dejando de lado las respuestas paralelas o alternativas que trae consigo la toma de decisiones 2

La consideración de las trazas previas del sitio, también es posible situarlas en la transformación que opera en la urbanística del Movimiento Moderno. Un breve recorrido que comienza en la primera propuesta urbana de Le Corbusier en los años 20 del siglo pasado, y su propuesta última en los años 50, es decir entre la Ciudad Contemporánea para tres millones de habitantes y el Plan Director de Chandigarh, nos permite comprobar la incorporación progresiva de elementos naturales y productivos existentes en el sitio en la planta de las propuestas urbanas. También, esta situación señala el tránsito que se produce desde la teoría hacia la práctica, que opera en los postulados de dicha tendencia urbanística.

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Corografía, ciencia que se preocupa de la descripción de un país o de un paisaje. (RAE).

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y la disponibilidad y acceso a las soluciones que nos permite el mercado. Este carácter excluyente asimismo, lleva a la falsificación forzada de antecedentes por la falta de consideración de los mismos. El suelo es la materia fundamental del urbanismo, la razón de ser de esta técnica y su objeto principal. Siendo el soporte primordial de las actividades que se desarrollan en el territorio, sin suelo no hay ciudad. Sin suelo, el desarrollo urbano y todos los otros desarrollos –productivo, agrícola, energético, paisajístico, ambiental, etc.- se transforman en puras ficciones y entelequias. A pesar de ello, la respectiva legislación urbanística chilena apenas lo menciona, no llegando a explicitar régimen jurídico del suelo (razón fundamental de una ley), ni su régimen urbanístico (razón fundamental de un código de urbanismo)4.

Fig. 1: Maurits Cornelis Escher. Día y Noche, 1938. Este grabado en madera del artista holandés (1898 – 1972), nos sirve para ejemplificar la implantación que experimenta la dinámica del crecimiento urbano en la traza agraria. En la legislación internacional comparada, la clasificación, calificación, modalidades de producción, reproducción, protección, recuperación, intensidades, cesiones, rendimientos y aprovechamientos del suelo, entre otros temas, es el contenido fundamental, ocupando merced de ello buena parte del respectivo cuerpo legal. En nuestro caso, la legislación urbanística chilena discurre entre asuntos doctrinales y reglamentarios que podrían estar en cualquier parte, pero nunca en una ley. Y sin embargo, olvida el verdadero objeto del urbanismo, el suelo y los derechos y deberes que definen su función social. Olvido que vuelve a repetirse en los últimos intentos esgrimidos por la autoridad competente para modificar la Ley General de Urbanismo y Construcción (LGUC)5. El interés de explicitar una mayor atención sobre el suelo y sus temas derivados, se dirige a esbozar una propuesta conceptual que enriquezca el tratamiento únicamente productivo –sea de orden agrícola o urbanoque tenemos de esta dimensión fundamental de las actividades humanas. Por lo general, el valor o los valores, escasamente considerados por la legislación, por los instrumentos de ordenamiento y por el propio 4

La Ley General de Urbanismo y Construcción vigente (1975), menciona a lo largo de su articulado 19 veces la palabra suelo. Sin embargo, son menciones accesorias que no definen ni especifican el contenido conceptual y jurídico del término, sus alcances y limitaciones, por citar aquellas cuestiones necesarias e imprescindibles en un cuerpo normativo. 5

Durante el año 2004, el Ejecutivo remitió a la Cámara de Diputados, el anteproyecto de modificación de la LGUC. La iniciativa legislativa se asentaba en la modificación del sentido de la planificación urbana, pasando de ser un instrumento asentado en la zonificación de los usos del suelo a uno que promueve la urbanización mediante el cumplimiento de determinadas condiciones. de la planificación, pasando sus instrumentos de ordenar los usos del suelo mediante la técnica de la zonificación, a uno de corte condicionado. El amplio rechazo parlamentario y social que despertó la propuesta aconsejó su retiro de la instancia legislativa. Página 4 de 12


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mercado, exceden con largueza el uso público y privado que hacemos del suelo, en tanto dimensión física y también como dimensión cultural. Nuestro planteamiento se dirige a considerar otros valores que se agreguen al solo dato del valor productivo que atienden las transacciones comerciales y asuman junto a las funciones sociales de la vivienda, las otras funciones derivadas de los valores intrínsecos de los núcleos habitados. Estos otros, son los valores estructurantes del territorio, los valores ambientales, los valores patrimoniales, y también paisajísticos, por qué no. Valores y funciones, funciones y valores que es menester considerar en un código urbanístico moderno y en los instrumentos de planeamiento que lo desarrollan. Valores que provienen de los usos anteriores del territorio y que convenientemente considerados podría mejorar los rendimientos que se obtienen cuando el suelo sólo es considerado como una simple dimensión física a ocupar. La escasa consideración que dispone la legislación urbanística sobre el tema del suelo, se contradice con las menciones que hacen del mismo los desarrolladores inmobiliarios, cuando argumentan las razones que justifican las injustificables alzas del precio de la vivienda, por ejemplo. Estos operadores señalan que la falta de suelo urbano en el interior de la ciudad o suelo urbanizable en el extrarradio, justifica el alza desmesurada de los precios de la vivienda. Afirmación del todo falaz y carente de razón. Nuestra ciudad presenta en el arco suroccidental, extensos paños deteriorados e infrautilizados que precisan de reurbanización, sin contar con el suelo y la vivienda vacante emplazada en las áreas interiores de la ciudad, que a lo menos debe situarse alrededor del 10%6. 2. Las morfologías del suelo… El registro de antecedentes historiográficos señala que la organización espacial de la ciudad griega de los tiempos de Pericles, está fuertemente condicionada por la geografía del lugar. En la mente del urbanizador griego existe una clara disposición para considerar la variedad geográfica y topográfica como un factor capital del emplazamiento urbano. Es más, podríamos llegar al extremo de pensar que en la Grecia clásica no existía ciudad sin un compromiso con una forma geográfica arquetípica o geoforma. Esta geoforma ordenaba y jerarquizaba las relaciones sociales internas y las capacidades externas para influir culturalmente sobre una determinada área geográfica. Montaña y mar, que es lo mismo que altura y distancia, representan geoformas que incorporadas como soportes urbanos, se transforman en los elementos lógicos de la forma urbis. Así de este modo, la ciudad griega se instala sobre la montaña y frente al mar, ni dándole la espalda ni trasformando estos elementos en patios traseros de la ciudad tal como es posible observar hoy en día en algunas ciudades puerto y en ciudades de montaña. El proceso urbano griego desencadena una acción que surge desde la forma natural del territorio, se proyecta en el asentamiento habitado y retorna como una nueva organización de la naturaleza. La mundanidad griega nace atendiendo a una topografía natural, pero genera a modo de intercambio, la racionalización de la topografía. No es, como en el caso romano, el campesino que cultiva la tierra, ¿qué se puede sacar de unas rocas desnudas y un suelo polvoriento y seco? El que cultiva la tierra es el urbanista que transforma esta acción en un acto religioso. Las fuerzas de la naturaleza aún por dominar o simplemente indomables, son el material básico de los mitos. Ya más tarde, en su etapa madura, éstos se transforman en los materiales esenciales de la religión. A través de los mitos, las fuerzas ocultas de la tierra pueden ser entendidas y parcialmente domeñadas por la creencia más que por la inteligencia. Para pasar desde la oscuridad de lo oculto al conocimiento, situándose en el plano del culto, tendrá que asumir geometrías o formas lógicas humanas. De lo contrario, estas fuerzas de la naturaleza permanecerán en el mundo de lo inculto o, dicho de otro modo, en lo inmundo (del latín immundo). No en vano, el contingente de deidades clásicas funda su existencia en una formalidad antropomorfa. La muralla griega remarca la inclusión de la forma urbis en las lógicas topográficas. De este modo, en el punto más elevado del topos se instala la acrópolis, lugar donde se ejercita el culto de lo oculto, el develamiento de lo oculto; entre la acrópolis y los barrios residenciales, en el llano, se emplaza el ágora como lugaridad de la palabra que devela lo oculto, tal como es la fuente o pila de agua en las ciudades del Atlas 6 Estudios realizados durante el año 2001 por la Escuela de Arquitectura Usach, señalan que en la almendra central de Santiago (Alameda, Norte Sur, río Mapocho y Plaza Italia), existían al menos 24 hectáreas disponibles entre suelo eriazo y suelo vacante (suelo con usos no idóneos para las áreas centrales, tales como playas de estacionamiento, terrenos e instalaciones vacías dejados por antiguos usos industriales, vivienda vacía y en ruina, etc.).

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africano. La ciudad griega es una ciudad-estado emplazada en una dimensión urbano-rural y contextualizada en la distancia que separa lo visible de lo oculto. Esta relación del urbanista griego con los topos naturales, se proyecta en la ciudad moderna en las relaciones de negociación geométrica que establecen por pura proximidad, entre lo agrícola y lo urbano. En la ciudad moderna, el encuentro del perímetro construido con

Fig. 2: Carta planimétrica del sector rural norte de la ciudad de Santiago, en donde la traza vial original de naturaleza rural ha condicionado la forma y la dirección de la ocupación urbana de la comuna de Recoleta. Instituto Geográfico Militar 1928 y traza vial comunal 2006. los suelos de usos agrícolas genera una colisión. Esta es una situación pocas veces tratada, pero no exenta de repercusiones negativas para los nuevos usos7. Al final, es la naturaleza cultivada u ordenada y no al revés, la que traspasa condicionantes jerarquizadas como formas lógicas al suelo urbano. Es así que, los caminos rurales devienen en dimensión y trazado en calles urbanas; la alameda rural transforma su sentido de borde o frontera a uno de carácter axial y central; la estructura predial de la propiedad y de los cultivos se reorganiza y proyecta en la geometría del predial o manzanario urbano, llamado así para establecer una idea de aproximación con lo que se entiende como parcelario. Las avenidas se instalan sobre los canales de regadío o sobre los cauces naturales de aguas lluvias, o se sobreponen encima de los brazos que utilizan los ríos para dirigir las crecidas invernales. No en vano ésta se denomina avenida, tal como se denomina avenida la crecida súbita de un río o el aumento ingobernable del agua de una quebrada. En el caso de Santiago de Chile, la avenida Alameda B. O´Higgins se encuentra yuxtapuesta sobre la avenida invernal del río Mapocho y constituye a su vez una alameda entre rural y urbana en sus extremos; la avenida Bilbao, se emplaza sobre el atajo que tomaban las aguas lluvias de las quebradas del cerro San Ramón.

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Mayores antecedentes acerca de las proto formas urbana de la ciudad, ver Forma Urbis, J. Figueroa, Revista C.A. N° 91, Colegio de Arquitectos de Chile, Santiago, 1997, pp. 78 a 83. Página 6 de 12


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Esta participación de las geometrías del agua en los trazados de las transversales de las ciudades chilenas, se hace presente de modo importante en la ciudad de Valparaíso. A falta de río, esta ciudad tiene quebradas, que es lo mismo que tener muchos pequeños ríos dispersos por la piel urbana. Las principales transversales que unen los cerros con el bordemar, están instaladas sobre quebradas naturales. A diferencia con lo que es posible observar en la ciudad de Santiago de Chile, estas transversales -la avenida Argentina, entre ellas- han solucionado esta yuxtaposición soterrando el cauce de agua. En Valparaíso, la geometría lógica que emana de la naturaleza oculta, configura el tejido transversal de las avenidas mediante su ocultamiento del mundo vidente y retorno al soterrado mundo de lo evidente (lo que no necesita de presencia para ser visto). Más allá de las diferencias particulares, en cada ciudad chilena la tierra es longitudinal y el agua es transversal; la tierra está, el agua viene. Sobre ambos órdenes se emplaza por pura lógica, nuestra forma urbis. Sabemos mucho cómo crecer, mediante viviendas y calles por ejemplo. Pero en ninguna parte se dice qué es lo que tiene que crecer. La ciudad moderna ha descansado mucho tiempo en la falta de contenidos de urbanidad de su crecimiento. Es más, cuando en las áreas centrales ha crecido sobre si misma, lo ha hecho como si se tratase de un crecimiento perimetral con características de suburbanidad. Ello queda patente en los nuevos desarrollos inmobiliarios que se insertan del Barrio Poniente de Santiago sin ninguna resolución arquitectónica y propuesta urbanística de las nuevas morfologías resultantes. En tal sentido, ¿dónde está presente la forma urbis como resultado de las imbricaciones de la fase acumulativa de la ciudad ya construida y de la fase modelística de la nueva ciudad? Desde siempre, el perímetro urbano ha utilizado los corredores rurales como ejes naturales del crecimiento, hasta el punto de visualizar los primeros desarrollos como caminos poblados. Por lo cual, es razonable pensar que existe una mayor conciencia de unidad territorial entre habitantes situados a ambos lados de la vía que los emplazados entre medianeras traseras. Entonces, ¿por qué se utilizan las avenidas principales como límites comunales? 3. Las formas del perímetro urbano… Vista las generalidades que asume el crecimiento físico urbano sobre los suelos agrícolas, no toca ahora identificar más o menos en detalle las variables que participan en el respectivo proceso de desarrollo. Podríamos afirmar que desde siempre, el proceso de transformación que experimenta el perímetro de la ciudad, utiliza las formas agrarias como formas iniciales de las geometrías urbanas. El traspaso que por ello se produce, es posible visualizarlo en la reproducción de la estructura predial agrícola en la superficie y en la división de los paños constituyentes de los nuevos desarrollos y en la morfología de ocupación de los nuevos suelos urbanos. Gran parte del perímetro es una zona entre urbana y rural, cuya tipología primera se identifica con predios ordenados a partir de un antejardín delantero, una vivienda y un patio trasero. Tipología que en el medio local ha dado en identificarse como barrio residencial. Más suburbanos que urbanos propiamente dichos, los nuevos usos perimetrales se emplazan en un tejido ortogonal de manzanas abierta, fachada discontinua y calles rectas A diferencia de la propuesta de ciudad jardín inglesa y norteamericana que formula su propio tejido, el proyecto de barrio residencial chileno se instala sobre la reproducción perimetral una traza ortogonal fuertemente condicionada por la geometría de los corredores de acceso regional vinculados con las actividades productivas. Es a partir de esta constatación que podemos identificar las variables que inciden en la forma del perímetro urbano, de acuerdo con la siguiente tipología: - La variable infraestructural. Este tipo de variable relacionada con los sistemas de transporte terrestre gravita sobre los crecimientos físicos radiales del perímetro urbano. Tal como lo hemos dicho anteriormente, la vialidad y el ferrocarril atraen hacia sus franjas de influencia determinados usos del suelo que surgen sustentados en la propia cualidad programática de las infraestructuras de transporte, promoviendo la implantación de usos asociados con la función de flujos y redes. En los casos en que la variable infraestructural incide en los crecimientos físicos, promueve ocupaciones alrededor de la franja de influencia de los trazados viales, transformándose en el medio y largo plazo en un factor que promueve la anexión de núcleos satelitales por parte de la ciudad matriz. En una ponderación de sus efectos sobre el crecimiento, esta variable registra elevados índices que gravitan sobre la extensión carente de organización espacial acordes con la definición de diseños que consoliden el ordenamiento finalista del perímetro urbano, promoviendo crecimientos de tipo lineal o axial a lo largo de los corredores de acceso regional, expresándose desarrollos extensivos y difusos de tipo radial que se hace presente desde los Página 7 de 12


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años cuarenta en adelante y es impulsado por la pavimentación de las rutas regionales y por el emplazamiento industrial, que extrusa o trefila la ciudad hacia el exterior.

Fig. 3: El territorio de la comuna de Cerro Navia a mediado los años 50 del siglo XX, fuertemente condicionado por el curso del río Mapocho y una hondonada natural en su borde sur. Fotografía aérea Saf – Fach, 1954.

Fig. 4. La traza agraria y los accidentes topográficos configuran el crecimiento urbano de Cerro Navia. La vialidad estructurante de sentido oriente occidente, sigue los cursos de regadío. Los deslindes de los antiguos predios agrícolas a su vez, señalan las trazas de los principales ejes de conexión norte - sur. Traza vial del año 2006 sobrepuesta sobre fotografía aérea de 1980. - La variable agrícola, propiamente dicha, se expresa a través de los datos proporcionados por los trazos agrícolas vinculados con los tipos de producción, por las subdivisiones, los deslindes y los flujos vinculados Página 8 de 12


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con la propia actividad productiva. Las condicionantes derivadas de ésta, ha incidido en el espacio físico de algunos suburbios del área metropolitana para en primer lugar, ordenar la dinámica que ha asumido el desarrollo físico hacia el poniente que ha evidenciado la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XX. En segundo lugar, configurar las distintas piezas que componen el aparato físico de la ciudad. El crecimiento que, mediante agregaciones y modificaciones graduales del perímetro, ocupa las áreas agrícolas. Es el tipo de desarrollo que caracteriza la ciudad republicana del siglo XIX y la ciudad moderna, hasta los años cuarenta. Se caracteriza por un crecimiento homogéneo de grandes paños de suelo emplazados en el extrarradio rural, con incidencia en el propio trazado y los tejidos constituyentes de las unidades físicas de actuación. - La variable hidrológica. En primer lugar, es necesario indicar que el agua formó el valle donde se ínstala la ciudad de Santiago. Es así que los cursos hídricos cordilleranos han participado en la construcción de la tectónica del valle, trasladando durante miles de años material sólido que ha rellenado los profundos valles y alteraciones topográficas, que nos sugieren las elevadas cimas y simas andinas y la alta ocupación del territorio por sistemas montañosos. Es también el agua el primer elemento considerado durante el proceso fundacional llevado adelante durante la colonización hispana. De acuerdo con los criterios y normas contenidas en las ordenanzas de población de las Leyes de Indias, la instalación del nuevo núcleo urbano debía hacerse cerca de un curso de agua con el fin de asegurar la supervivencia de los habitantes y el desarrollo de las actividades productivas. En el caso de la ciudad de Santiago de Chile, el agua como recurso natural y también como traza productiva, ha condicionado el crecimiento y los elementos de la planta urbana. Es posible constatar que las calles y avenidas que discurren en sentido levante poniente, ocupan los suelos que en algún momento constituían cauces de acequias y canales. En otros casos, los flujos hídricos eventuales (quebradas urbanas, corredores de inundación, etc. configuran penetraciones lineales que presentan óptimas oportunidades para la definición de áreas verdes y recreativas. - La variable topográfica. Santiago de Chile se instala entre cursos hídricos y también, entre cordones montañosos, llegando a configurar. Situación inter montana que se ve reforzada por la presencia de cerros islas que a modo de afloramientos rocosos constituyen extensiones de los sistemas montañosos en el interior de la ciudad. Atendiendo este soporte geográfico sobre el que se instala la ciudad, la variable topográfica nunca ha tenido una valoración significativa ni menos ha devenido en una estilística constructiva ni urbanística. Tampoco, esta variable topográfica ha promovido una cultura atenta con las pendientes y los desniveles que motiva la presencia de alteraciones topográficas. - La variable climática y ambiental. El cambio climático que por diversos motivos se encuentra en pleno desarrollo sobre el planeta Tierra y que se expresa mediante el aumento de las temperaturas medias en alrededor de dos grados y en la ocurrencia imprevista de grandes desastres naturales, debiese ser considerado a la hora de elegir las zonas más propicias para acoger los nuevos desarrollos urbanos. El particular modelo topográfico sobre el cual se asienta la ciudad de Santiago, señala la necesidad de disponer de mapas que registren la ocurrencia frecuente de inundaciones, de contaminación atmosférica, de localización de corredores de ventilación, etc. Ello evitará que construyan nuevos conjuntos habitacionales sobre zonas de riesgo y de alta sensibilidad ambiental, tal como sucede hoy en día con peligrosa frecuencia.

Todos los tipos de variables señalados han incidido e inciden de modo particular en la forma que adquiere la ciudad en sus áreas perimetrales, independiente del modelo de crecimiento que la propugna. A pesar de ello, rara vez estas variables son tenidas en cuenta a la hora de formular la calificación y clasificación de los nuevos suelos urbanizables del perímetro urbano. Por el contrario, las áreas perimetrales se constituyen en zonas conflictivas desde el mismo momento que surge su ocupación. Demasiados son los ejemplos para referirnos a estas alturas a ello. 4. La síntesis…

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Las ideas que surgen después de la exploración acerca de las formas que adopta el perímetro urbano, son demasiadas para no intentar una categorización de las mismas, según el siguiente tenor: - Estructura y vertebración de la forma de la ciudad. Parte de los conflictos que se expresan en dificultades o en impedimentos para los sistemas productivos y sociales, por citar algunos, tienen su origen en la ausencia de una estructura morfológica de escala provincial y comunal. Estructura que ya se encuentra presente en ciernes y que se altera cuando el modelo de crecimiento urbano no considera para nada las trazas previas y los sistemas de naturaleza no-urbana presentes en el sitio antes de su ocupación urbana. La totalidad de las dimensiones administrativas del país carece de una propia armadura o esqueleto básico, en donde insertar el patrón de asentamientos urbanos y el sistema productivo. Esta falta de estructura deja en evidencia no pocas veces, la incompatibilidad que existe entre el territorio y los sistemas que operan sobre él, provocando conflictos y deterioros. Amén, de carecer de metodología para incorporar los bienes de carácter paisajístico ambiental en la forma de la ciudad. Juntos a los valores productivos del suelo y sus efectos perversos, sean éstos de índole inmobiliaria o industrial, debemos considerar las oportunidades de introducir valores estructurantes o vertebradores en los instrumentos urbanísticos que planifican la ocupación del suelo perimetral, teniendo presente las variables infraestructurales y agrarias previas del suelo. Construir cualquier cosa en cualquier parte tal como propone el urbanismo condicionado que trata de aplicar la autoridad competente, es del todo nocivo para el patrimonio del país, para el clima y también para la seguridad nacional8. Hay demasiado mercantilismo neoliberal asentado en esta fiebre desarrollista que nos consume y nos lleva a medir las mejoras sociales y económicas bajo la lupa que nos proporcionan los índices porcentuales de crecimiento que nos entrega mes a mes el organismo emisor. Es necesario pensar que una ocupación razonable de nuestro territorio optimiza el recurso suelo de aptitud urbana y productiva -uno de los más reducidos per capita del planeta- y nos resguarda de las amenazas ambientales y de los desastres naturales. Pero también nos permite incorporar los valores que surgen de los usos previos del territorio mediante el diseño del perímetro, en cuanto término eventual del aparato físico y articulación contextual con el sitio geográfico. - Optimización del esfuerzo urbanístico. Construir nuevas ciudades y núcleos residenciales respondiendo sólo a las facilidades de accesibilidad y conexión que nos proporcionan los ejes viales y ferroviarios, y la disponibilidad de suelo de aptitud urbana, obstaculiza la optimización de los esfuerzos de la sociedad para definir una estructura territorial razonable, equilibrando las cargas con las capacidades de acogida de las piezas fundiarias. La consideración de las otras variables de tipo agrario, vial, topográfico y climático reduce los efectos nocivos de los usos urbanos sobre una dimensión natural altamente sensible, promoviendo la protección del patrimonio natural, biológico y paisajístico de una franja perimetral de relación entre lo urbano y lo rural. Por el contrario, el descuartizamiento del territorio que nos sugieren los nuevos instrumentos propuestos por la modificación de la ley, a través de planificación condicionada, nos llevará a desaprovechar una nueva oportunidad para incorporar calidad y belleza en nuestro patrimonio natural y construido, sin tener por qué dejar de lado la protección de los valores productivos, estructurantes, ambientales, paisajísticos y culturales del territorio. Asimismo, es necesario modificar el sentido incierto y vago que en términos de escala y diseño registra el perímetro urbano. Que la alteración del perímetro urbana pase a constituir una nueva oportunidad de pensar en el proyecto de ciudad, dejando de lado la actual condición incierta que registra esta importante pieza urbana. - Hacia un urbanismo urbanístico. Es menester resaltar la utilidad instrumental y administrativa de tener una pre - visión superior que formule un proyecto territorial acorde con las características regionales y sus capacidades de acogida, en cuanto factores primordiales del proceso de desarrollo. A estas alturas, ya no podemos seguir instalando cualquier cosa en cualquier parte. Por el contrario, diseñar el territorio debe ser la acción básica para mejorar la calidad de vida de la sociedad. En los últimos años, hemos asistido a un interesante renacer de visiones territorialistas de parte de los organismos con competencias específicas en tales materias. El problema surge cuando estas visiones se formulan de modo unilateral, con escasa compatibilidad con otras actuaciones que convergen en una misma 8

El alcance de la planificación de los usos del suelo mediante el cumplimiento de determinadas condiciones, lleva a considerar todo el territorio como dimensión urbanizable. Situación altamente inconveniente para la sustentabilidad que desde los organismos públicos se quiere asignar a las actuaciones de planificación. Página 10 de 12


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espacialidad. Si ninguna disciplina en particular, tiene instrumentos para operar sobre todo el territorio, tampoco el territorio puede ser reducido a una sola y particular visión, sea ésta ambiental o urbanística, dejando de lado otras facetas o dimensiones. En tanto visión mayor y expresión física y administrativa de las políticas sectoriales, los instrumentos de ordenamiento territorial son los llamados a resolver las incompatibilidades y ordenar los resultados obtenidos parcialmente. Aunque se afirme lo contrario, en Chile carecemos de instrumentos que compatibilicen y coordinen las muchas y diferentes actuaciones que se producen en el territorio. En tal sentido, el plan de urbanismo y sus figuras de planeamiento pormenorizado deben ser sólo urbanísticos y nada más y dejar el ordenamiento del territorio para un documento directriz de la gran escala. Ello permitirá que los usos urbanos sean compatibles y complementarios con los usos productivos preexistentes en e l territorio. Este renacer de la actividad urbanística podría fundarse en la modificación del modelo de crecimiento asentado hoy en día en las condiciones impuestas en exclusividad por el mercado inmobiliario. Ello permitiría redirigir la actuación de los organismos públicos competentes hacia la definición de fases iniciales e intermedias de urbanización y en donde el perímetro podría pasar a tener una consideración atenta con las variables mencionadas en el apartado anterior. Algo así como la aplicación de un urbanismo de escala y naturaleza rural, anterior al urbanismo de naturaleza urbana propiamente tal. Es decir, pensar en la configuración de los perímetros nos lleva a pensar en un urbanismo otro. - Por una cultura climática y ambiental. El largo debate en que no sumió la iniciativa de la administración urbanística de revertir los usos del suelo del Aeropuerto de Cerrillos (2001 – 2006), con sus avances y retrocesos, nos ayuda a mejor entender la exprimidura conceptual que nos genera esta exploración acerca de la forma ruris. En la actualidad, Santiago de Chile tiene una y solo una entrada de aire de baja altura que ventila a medias una ciudad altamente polucionada por gases y polvo en suspensión. El corredor de viento resultante se encuentra asegurado por la presencia del aeropuerto y por el cono de aproximación requerido por las operaciones aéreas y que condiciona la altura de los artefactos emplazados en su trazado. Cualidad natural que se verá peligrosamente alterada por la ocupación urbana y por la liberación de las restricciones aéreas proporcionadas por la reconversión urbanística mencionada. Existen piezas urbanas que registran cualidades importantes que por necesidad climática y ambiental, debiesen ser resguardadas con el fin de asegurar la sustentabilidad social de la ciudad. Esta sustentabilidad señala y aconseja que la pervivencia de los usos urbanos requiere –debiese requerir- de zonas no-urbanas en el interior de la propia ciudad, tal como debiesen ser considerados los terrenos de este aeropuerto que en la actualidad comienzan a ser loteados para usos urbanos. La consideración de determinados valores naturales, como los que posee el aeropuerto de Cerrillos en tanto corredor de ventilación, solo es posible modificando el sentido que asume el suelo en la legislación y en las actuaciones motivadas por la planificación urbanística. También, se da la oportunidad en que esta pieza urbana de gran envergadura (245 há.), pudiese ser considerada bajo el precepto propuesto aquí para las piezas del perímetro urbano y en donde las variables son en stricto sensu de orden urbanístico: estructura urbana, conexiones, accesibilidad, integración contextual, etc. La transformación del aeropuerto en una pieza de naturaleza ambiental, también constituye una buena ocasión para que el Estado reintegre a la ciudad y a la sociedad de ciudadanos los centenares de hectáreas que ha ido cercenando a los parques públicos, para alojar en ellos instalaciones militares, educacionales, residenciales, culturales y deportivas y en donde el suelo como sistema y estructura, ha sido pasado a llevar aduciendo necesidades de urgente resolución. Para terminar, es dable asegurar que el único futuro posible de nuestras grandes ciudades es que sigan creciendo. A esta altura, tal vez ello ya no sea relevante. Por lo cual, al cuánto crecer que como utopía y conjetura consumió nuestros desvelos a lo largo del siglo XX, debemos oponer el cómo crecer mediante proyectos urbanos que le asignen razones estructurantes de escala territorial a las decisiones y operaciones formuladas para darle una misión y un orden al crecimiento físico que aún está por llegar. En tal sentido, pensar los perímetros y los intersticios constituye un método que se dirige a ello9.

Bibliografía básica: 9 Dumont, Marc. Pensar los perímetros y los intersticios urbanos. Una reseña del sitio web www.urbanismo.8m.com, en www.espacetemps.net/document1784.html, enero 2006.

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Artículos de Referencia: - Eizaguirre G., Xavier. Hipótesis de entendimiento territorial: sus elementos formales. En Estudios Territoriales N° 18, pp. 181 – 196. Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, Madrid, 1985. - Gavira, Carmen et Ruiz, Jorge. La ciudad como sitio y lugar: Topografía y red viaria. Alfoz N° 81, pp. 81 -96. Comunidad de Madrid, Madrid, 1985. - Menéndez de Luarca, José Ramón y Soria Puig, Arturo. El territorio como artificio Cultural: corografía histórica del norte de la península ibérica. En Ciudad y Territorio – Estudios Territoriales N° 99, pp. 63 – 94. Ministerio de Fomento, Madrid, 1994. - Zarza, Daniel. El sitio de las ciudades: elementos de un análisis territorial propositivo. En Estudios Territoriales N° 18, pp. 167 – 180. Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, Madrid, 1985. Material cartográfico de consulta: - Instituto Geográfico Militar. Varias cartas planimétricas de sectores perimetrales de la ciudad de Santiago, años 1927 - 1931. Escala 1: 25.000. - Fuerza Aérea de Chile, SAF, 1954 y 1980. Planchetas de fotografías aéreas de Santiago de Chile. - Instituto Geográfico Militar, 1950. Carta de Santiago, San Bernardo y Maipo, N° 3522. Escala 1: 100.000. - Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 1990. Varios planos que registran la evolución del crecimiento de la ciudad de Santiago de Chile entre los años 1950 y 1985. - Sociedad del Canal del Maipo, 1902. Santiago y sus alrededores. Parte de la zona central de Chile regada por los acueductos de la sociedad. Escala 1: 50.000. Reedición 2002. jonásfigueroaslas2007

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