Manual "Escuelas amigas de la infancia"

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riñas entre pandillas, la intimidación, las agresiones sexuales y otros actos violentos basados en el género, así como también los ataques a las escuelas perpetrados por grupos externos (véase el recuadro de la página 10). La violencia y el maltrato contra los estudiantes pueden ser perpetrados por los maestros, como ocurre con el castigo físico, o por los propios compañeros. Sin embargo, los estudiantes también pueden agredir de muchas maneras a sus maestros. Hay casos en los cuales se superponen distintas modalidades de violencia y es importante reconocer esos vínculos. Existen formas de violencia que se suelen “ocultar”, pero que es preciso poner al descubierto. Por ejemplo, a menudo se resta importancia a la agresión sexual, a la violación y al hostigamiento verbal y físico contra las niñas con comentarios como: “Al fin y al cabo, los hombres son así”. Hay formas de violencia aceptadas por las familias y la sociedad en general, como el castigo corporal, lo que hace muy difícil combatirlas en las escuelas amigas de la infancia. A menos que se pongan en tela de juicio, estas cuestiones comprometerán el bienestar y los derechos de la infancia. Las escuelas amigas de la infancia deben trabajar con los padres, las madres y las comunidades locales para prevenir la violencia. Deben existir políticas y procedimientos claros que se apliquen con total transparencia, e intervenciones sólidas para proteger a los niños contra los peligros físicos y el abuso verbal, físico, emocional y sexual. Las escuelas deben educar a los padres y a las comunidades locales con el objeto de poner fin a la aceptación y la tolerancia de la violencia contra los niños. Es posible ampliar a los hogares y a las comunidades la protección y la seguridad de los niños, reforzando los códigos de conducta aceptados y adoptados por las escuelas. Se debe prestar particular atención a los niños que están en mayor

riesgo, como los huérfanos, los que sufren de alguna discapacidad y los niños vulnerables a causa del VIH y el SIDA. Aparte de lo anterior, las escuelas y las comunidades deben permanecer alerta a las situaciones altamente traumáticas, como los conflictos civiles, durante los cuales los niños pueden requerir ayuda especial y atención psicosocial. Tanto los niños como las niñas deben poder hablar abiertamente sobre sus inquietudes en materia de protección. Los docentes y los directores de las escuelas amigas de la infancia deben tomar conciencia sobre la importancia de escuchar las preocupaciones de los alumnos sobre la violencia que rodea sus vidas. Juntos, los adultos y los niños deben crear sistemas que generen soluciones a este problema. Un mecanismo realmente sencillo es colocar en la escuela una caja para que los alumnos introduzcan notas anónimas sobre abusos y hechos de violencia en sus hogares y en la escuela; también es posible establecer un sistema más formal de quejas. En las escuelas amigas de la infancia, lo importante es que la administración se entere de estos hechos y responda de conformidad con las leyes y los procedimientos nacionales sobre protección del menor de edad, lo que incluye la denuncia obligatoria a la Policía o a otros organismos legales. La función de las escuelas no es investigar los problemas graves en materia de protección de los niños, sino detectar a quienes necesitan atención y dar a conocer su situación a los organismos pertinentes. Las escuelas amigas de la infancia deben estar preparadas para detectar, remitir y evaluar a los niños que lo requieran, incluyendo a los que han sufrido, están sufriendo o están en riesgo de sufrir un perjuicio grave. Las escuelas deben establecer procedimientos que faciliten una respuesta profesional y expedita cuando se conozcan hechos que perjudiquen a los niños, o cuando existan sospechas al respecto.

9 MANUAL PARA LAS ESCUELAS AMIGAS DE LA INFANCIA


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