El tiempo medido en acacias | Revista UMH Sapiens no.37

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descubreumh ¿Se pueden medir las emociones?

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Mª Dolores Grima Murcia. Técnica de Innovación Anatómica UMH

ada vez nos interesa más estudiar y entender las emociones que rigen nuestra vida. Y, para analizarlas, el primer paso es identificarlas. Conocemos miles de emociones, y todas ellas se pueden simplificar en positivas y negativas, es decir, si nos atraen o nos producen rechazo. Estas emociones, que se conocen como primarias, se observan desde antes de nacer y no requieren de un procesamiento cerebral complejo, lo que simplifica su estudio. Las emociones, al ser procesadas por el cerebro, generan cambios fisiológicos. Si somos capaces de identificar estos cambios, podremos clasificar el estímulo causante. Para ello, nos apoyamos en diferentes tipos de tecnologías: la pupilometría, para medir los cambios en el tamaño de la pupila del ojo; el electrocardiograma mide las variaciones en los latidos cardíacos;

también, se usan medidores de impedancia de la piel, la electroencefalografía, la resonancia magnética funcional o las mediciones hormonales, por poner algunos ejemplos. El sistema ideal de registro de las emociones sería una combinación de distintas tecnologías. Actualmente, analizar las emociones como positivas o negativas en un entorno controlado y en base a estímulos concretos es relativamente sencillo. Pero las emociones más complejas y en entornos abiertos son difíciles de cuantificar. El camino es aún largo para poder generalizar y obtener resultados universales. Van Gogh dijo: “Las pequeñas emociones son las grandes capitanas de nuestras vidas y las obedecemos aun sin saberlo”. Si finalmente averiguamos cómo se producen, estaremos más cerca de entender el comportamiento humano

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¿Hay interacción entre los alimentos y los medicamentos? Marta González. Profesora de Farmacia y Tecnología Farmacéutica UMH

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a mayor parte de medicamentos se administran por vía oral y, por esa razón, alimentos y medicamentos pueden coincidir e interaccionar en el tracto digestivo. Estas interacciones pueden afectar a la velocidad a la que se dan procesos como la disgregación de la forma farmacéutica, la disolución del principio activo, el vaciado gástrico o el tránsito intestinal. Los cambios en estos procesos pueden tener un impacto en la efectividad de los tratamientos. Las interacciones físicoquímicas también tienen repercusión en el efecto terapéutico de los medicamentos. Por ejemplo: El zumo de pomelo interacciona con más de 40 medicamentos. Por ejemplo, disminuye la efectividad de las estatinas, el diazepam o la carbamazepina. Por otra parte, los que-

sos añejos y las salchichas contienen tiramina, una sustancia que, combinada con ciertos tratamientos para la depresión, pueden producir crisis de hipertensión. La leche interacciona con gran cantidad de medicamentos como amoxicilina, ciprofloxacino, griseofulvina, metotrexato, penicilina V y algunas formulaciones de teofilina entre otros muchos. Esto es especialmente interesante para la población pediátrica, ya que es una práctica habitual administrar los medicamentos con lácteos a los niños. Estos son sólo algunos ejemplos, por lo que siempre se deben seguir las instrucciones recogidas en el prospecto, o las indicadas por el personal médico o farmacéutico respecto a la forma de tomar los medicamentos

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