Revista Ultraversal edición especial de Reyes 2016

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ED I C IÓ N ES P EC I A L D E RE YE S  E N E RO 2 0 1 6



Staff

Sumario

EDICIÓN ESPECIAL DE REYES  ENERO 2016

Dirección general Gavrí Akhenazi Subdirección Silvio Manuel Rodríguez Carrillo Redacción Arantza Gonzalo Mondragón Eva Lucía Armas Isabel Reyes Elena Morgana de Palacios Rosario Alonso

pág. 04 Los juegos del hambre » El mundo, el demonio y la carne » Por Morgana de palacios pág. 08 » Por Gavrí Akhenazi pág. 10 » Por Arantza Gonzalo Mondragón pág. 12 » Por José Carlos Hernández pág. 14 » Por Eugenia Díaz pág. 16 » Por Carmen de Tome pág. 18 » Por Máximo Pérez-Gonzalo

Diseño & diagramación Jorge Ángel Aussel Ilustración de tapa Ovidio Moré

pág. 20 » Por Rosario Vecino pág. 22 » Por Orlando Estrella pág. 24 » Por Joan Casafont Gaspar pág. 26 » Por Eva Lucía Armas pág. 28 » Por Vicente Vives pág. 30 » Por Juliana Mediavilla pág. 32 » Por Victoria Tejel Altarriba pág. 34 » Por Mariví González pág. 36 » Por Silvana B. Pressacco pág. 38 » Mercedes Carrión Masip pág. 40 » Por Ovidio Moré

Delirio Tropical: homenaje a Morgana de Palacios Sitio web http://revista.ultraversal.com

pág. 42 » Por Héctor Michi pág. 44 » Por Mirella Santoro pág. 46 » Por Rosario Alonso pág. 48 » Por Ana Bella López Biedma pág. 50 » Por Ricardo Fernández Esteban

cc 2016 Revista Ultraversal está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 internacional (CC BYNC-ND 4.0).

pág. 52 » Por Gonzalo Reyes pág. 54 » Por Leo F. Zambrano pág. 56 » Por Silvio Manuel Rodríguez Carrillo pág. 58 » Por Ricardo López Castro


Por Morgana de Palacios


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L

2.015 ha sido un año duro para todos, un año

en el que se ha puesto en evidencia que el hombre con Dios en la boca, es el peligro más grande de la humanidad, y en el que hemos seguido juntos, quizás porque cuanto más inhóspito se hace el mundo, más necesidad tenemos de compartirnos a nivel almático y regalarnos lo único que no pasará nunca de moda: la emoción. Sentí que pese a los problemas de cada uno, las enfermedades, las tragedias y hasta la muerte de algún compañero, o precisamente por todo ello, sería hermoso reunirnos para hablar, como tantas otras veces, sobre la vida con todas sus consecuencias y ceder al golpe de la inspiración que suele ser tan positivo para los que pertenecemos a la corriente literaria que bautizamos como "Poesía del arrebato". Ceder al impulso de la inspiración, aunque uno empiece a escribir algo como ejercicio de costumbre, porque el poema va tomando por asalto al pensamiento y termina adueñándose de él. Os convoqué y una vez más habéis respondido con el espíritu de los ultraversales a la llamada a la acción. Ultraversal va cumpliendo sus ciclos vitales, sus objetivos, sin prisa pero sin pausa, y en este año, la Revista adquirió consistencia dando una idea muy aproximada de la altura poética y literaria de los autores que componen nuestro proyecto, con el que seguimos adelante en todos los frentes potenciando calidad sobre cantidad, sin olvidarnos de la solidaridad tan necesaria en cualquier faceta de la vida, e imprescindible en la lírica y la literatura por ser un ambiente extremadamente proclive al egocentrismo. Lo mejor que se puede decir de un Ultraversal es que, además de ser buen escritor, digno escritor, es solidario, sincero y generoso con sus compañeros a la hora de compartir conocimientos sin melindres ni falsos pudores para ejercer la crítica honesta que ayude al crecimiento de todos. Estoy orgullosa y agradecida de compartir la vida con vosotros y os lo hago saber, porque somos mucho más que un grupo que se reúne para desengrasar neuronas dialécticas: somos un auténtico ejemplo de creatividad literaria vanguardista. Salud para todos y no olvidéis compañeros que, hoy por hoy, seguimos siendo el futuro. ◣


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Un año más que pasa y sigo viva. Algo obvio, quizás, para la gente pero no para mí que estoy amenazada por la "larga y penosa enfermedad" a la que alude el mundo cuando, disimulando en un susurro, pretende hablar del cáncer como si fuera algo vergonzoso. El mundo, sí, qué discreto y delicado para ciertos temas y qué salvaje y turbio para otros donde la crueldad la ejerce el hombre y no precisamente, con la total indiferencia de Natura, sino con la ambición que frena y desbarata la evolución del bien en nuestra tierra. Nada cambia en el mundo, la carne sigue siendo fragilidad sufriente y el demonio se impone con su imperio caótico y perverso sobre todas las razas. Escriban un poema que no sea un panfleto de los muchos que surgen por las redes, una emoción que, humana, se aproxime al otro con las letras extendidas, los pájaros dispuestos para el vuelo más alto y el diente para el hambre que nos acucia a todos. Un rítmico poema que ponga los acentos en la vida porque tendremos tiempo ad aeternum de ser fans de la muerte. Escriban el poema que acelere los pulsos de los que, por amor, siguen despiertos, y avanzan por amor y se rebelan ante el inmovilismo de las masas. Nihil novum sub solem, compañeros, pero escribamos viejas cosas nuevas y estrenemos el alma.


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Por Gavrí Akhenazi

cada vez me veo más como un enfermo me veo y me siento así, como un enfermo dentro de un leprosario como si yo habitara en otra realidad en otro mundo que no queda en el de las cosas putamente buenas no puedo atribuir a nadie más que a mí esta sensación esta hambruna de hombre esta carne del corazón que se me atrofia un poco cada día cada hora cada oscuro minuto en el que roto sobre el eje de los malos vientos no reconozco en el Diablo un enemigo superior al hombre no he visto nunca a ese señor pero he visto kilómetros de serpientes con sonrisas hipócritas antropomorfas y políticamente correctísimas empáticas serpientes a las que solo emociona su saliva asquerosa cuando babean delante de un McDonald's ya sé que existen como criaturas que nos rozan a todos y que animan la vida colosalmente impune en la que nacen, crecen, se reproducen, mueren mientras joden al prójimo con sus manos lavadas y sus trajes planchados y su voz que no sirve más que para callarse qué es el mundo sino una pantomima sin dioses y sin diablos todos murieron cuando el primer hombre ejerció la humanidad sobre la tierra


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Por Arantza Gonzalo Mondragón

Qué difícil se hace escribir sobre el mundo sin caer en panfletos demagógicos. Yo prefiero llevar el dolor en silencio como el Dios que se usa en todas las matanzas, el Dios que observa y nunca da respuesta. Yo tengo que sacar a mis demonios tan inocentes y catárticos, a veces tan amables, a veces tan esquivos y poéticos y los invito a un trago que adormezca el profundo dolor de ser humana. Qué poca cosa soy entre tanta barbarie pero aún tengo un corazón dispuesto a compartir contigo la utopía.


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Por José Carlos Hernández

a mi diablo yo sé que le subyuga poder mercadear con mi alma insana siempre que se la ofrezco en venal acto a un precio que no puede rechazar a ese cabrón con pintas que me ha tocado en suerte al repartir demonios personales regatear lo vuelve loco le pone a cien hurgar en mis miserias y tasarlas después muy a la baja el salaz indecente que es mi diablo se traviste de súcubo carnal y viene a turbarme los rincones del alma algunas noches agitadas dice que no le apaña el estar solo que no le gusta que para eso se agencia él las ánimas para tener amigos


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Por Eugenia Díaz

me expulsaste del vientre y de tu vida hacia un mundo que gira sin parar flaca como un polluelo careciendo de plumas con la estrella sin luz caminé a tropezones escalando la cuesta resbalando mis pies por agua salitrada fluyendo de mis ojos me caí muchas veces engruesando mi carne con tantas cicatrices y en una intensa lucha con demonios internos fracasé intentando llegar hasta mi oasis la cuna de tus brazos tu mano al sostenerme o tu sonrisa madre una que devolviera el calor a mi alma la que tú congelaste al querer abortar aunque logré vivir me has dejado marcada con una sombra oscura tan llena de temores que apenas sí despego centímetros del suelo mis demonios me atan para qué me engendraste


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Por Carmen de Tome

Miedo a palabras envueltas en papel de caramelo que endulzan los oídos en busca de una voz que les rinda pleitesía, palabras oxidadas en bocas de hombres débiles que anhelan sembrar con proyectos infecundos campos llenos de trigo y amapolas. Juramentos vulnerados por medrosos que amparándose en la ley de la codicia dinamitan sus miedos y destruyen la pureza que les habitó en su niñez. Palabras que huelen a muerte, proyectos inconclusos y futuros vencidos que sollozan en busca de una frontera que les muestre posibles arcoíris. Luchemos por las utopías de los osados por la humanidad y su mansedumbre, recemos para vencer al demonio que asesina en nombre de un Dios silencioso.


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Por Máximo Pérez-Gonzalo

Por mundo, el yo, redondo y saturado en las duras cavernas del hechizo, tan lastimero duende en el tormento de vieja esclavitud, peldaño y venta. Regocijo ancestral, de hambrienta pluma, tatuaje en los barrotes de conventos, abrojo en el destino de las masas, sumidero en cloacas malolientes, desconcierto total entre vampiros con hambre de apagados regidores. Demonio, ayer, con la habitual frescura de pantalón rayado y camiseta con la voz de reclamo silencioso. Palacete de duendes atrevidos, girasoles de noches perfumadas, alcohol y sus costumbres plañideras con meretrices en pañales de oro, pasarelas a piernas de un equívoco, transeúntes sexuados a la antigua, y viejos ya sin novedad al pairo. La carne, el colofón de mis desdichas, tan vaga y sustancial, tan peripuesta. La pedigüeña de retales sobrios, la del ocio y jergón en cada esquina, la de alquitranes con sabor a almendra, la del tambor en botellones de ocio. Ratonera y fugaz, siempre cacique, maloliente al olor de sus proyectos incapaz de un disfraz en “suma y sigue”… …………………………………………….. La apoteosis de mi vida entera!


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Por Rosario Vecino

busco es un vicio implacable nunca tuve un mapa una señal que me indique que no hay más mundo que el que exhibe esta vidriera de trajes con sangre de alta costura siempre sentí que la vida es una situación cada uno baila con la que le toca o no yo me reconozco genocida de cada célula que intoxico con humo con fármacos con rabietas que producen taquicardia pero sigo buscando-me sin ningún temor mis pobres demonios se vuelven pigmeos ante mi inmaculada prepotencia


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Por Orlando Estrella

Incógnitas de vida que se tornan fantasmas vacíos sin respuestas que llegan sin verdades traumas que te corroen como el ácido al hierro. Trastornos de conciencia dilemas y conflictos del ser y del no ser, eterna dualidad. Creces oyendo Dioses que proclaman bondades dando la otra mejilla al atorrante vil te hablan de perdonar criminales de guerra enemigos eternos de la paz de los hombres. Borrón y cuenta nueva impunidad e indultos palabras que confunden y burlan el saber mientras ¿que tú vislumbras? un mundo endemoniado donde Dioses y Diablos moran en la indolencia.


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Por Joan Casafont Gaspar

¿Cómo hablar del demonio, del mundo y de la carne, obviando lo más obvio que para mí es la muerte? ¿Y cómo obviar el hecho de nombrarla si yo constantemente estoy siempre a su lado luchando para que me dé respuestas sabiendo de antemano que no me las dará?


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Quiero dejar constancia que no puedo resignarme a morir si no he luchado contra el paso del tiempo que malvado me encamina acucioso hacia un final. Tal vez no debería dar más pasos si la vida tan solo significa esta angustia que duele y mortifica, que constata que soy un ser mortal. Si de alguna manera yo pudiera revertir este tiempo que la vida me robó por perder en la partida que jugué contra todo porvenir. Si al menos yo pudiera responderme, ser capaz de explicarme de algún modo, por qué la muerte acabará con todo, con mi voz, mi camino, mi sentir. ¿Dónde hallar el final de este martirio? ¿Es qué va a ser la muerte quien me ayude a escapar de este angustia que sacude mi cuerpo, mis entrañas y mi alma? ¿Es que va ser la muerte compañera del camino de paz que necesito, la que me salvará de estar proscrito la que me ofrecerá reposo y calma? Hoy puedo imaginarme mi futuro, incluso verme inerte en una caja, silencioso, luciendo una mortaja, con la tranquilidad de conocer que la muerte y la vida van unidas como la cara y cruz de una moneda, sin que nada ni nadie las preceda sin un hoy, ni un mañana ni un ayer.


Por Eva Lucía Armas

resolveré la vida enfrentando este miedo y mataré los diablos con la mano en el alma si no escribo habré muerto como una planta seca en una macetita que se olvidó el vecino en el décimo piso de una torre sin nadie después de la mudanza que la dejó tan sola en el sol de noviembre yo no diré ¡ay de mí!¡que cálices amargos pusiste en mi camino mientras buscaba agua vida que me vivís, humanamente! llevo la miel conmigo el sol es siempre mi defensor y aliado y en los rebordes del camino hay verdes siempre escucho los pájaros mis hijos están sanos mi perro sobrevive a todos sus problemas y después del pulgón los pensamientos y las alegrías han florecido fuertes ante la luz del este melancólico yo sé que nací efímera en medio de los siglos, que el demonio ha querido seducirme de prisa y hacerme de su corte que el mundo gira impávido en su peor frecuencia y que la carne es apenas carne apenas carne apenas carne, putrecible carne, que se enferma y se muere pero este ser que soy y que fue destinado a la batalla es un idioma fértil tan hijo de la luz que se deslumbra solo ante el espejo y que nunca, jamás se ve como una pobre y demacrada víctima ¿qué más puedo pedir? ya me creció el cabello


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Por Vicente Vives

Partiéndome la vida voy a abrirme en canal y descarnarme para sacar de mí la flor que guardo desde que me conozco. Sigue brotando dentro con la fuerza de un tronco inalcanzable y quiere armar un bosque entre mis venas de plástico y de sangre desangrada. Dejaré de ser hombre —dichoso el día— una noche de éstas, la más horrible y pasaré a ser bosque de pinares y eternidad de dioses en la tierra. Ninguna mala hierba en la espesura ni un arbusto de espinos en los valles. Un río pequeñísimo de piedras redonditas y agua de cristales en un millar de espejos para calmar la sed de los hidrópicos.


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Por Juliana Mediavilla

Hace ya tiempo que me duele el mundo, con un dolor tenaz en el costado. Como una barca frágil que hace aguas, tan expuesta a las olas y a los vientos, el mundo balancea su naufragio, de poco han de servir curas y parches. Clonaron al demonio y hay demonios por todas las esquinas siempre dispuestos a comprarte el alma. Desalmados los hombres cargan tristes —desahuciada y perdida la ilusión— el fardo de la vida y sus cadenas. Pecado era la carne, así nos lo enseñaron cuando era tierna y joven, tan propensa a pecar. La vida era cuaresma permanente. La carne por fortuna es también débil y en su debilidad lleva la fuerza: la moral desconoce esos recursos.


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Por Victoria Tejel Altarriba

El mundo hiende el alma como torre de arqueros, saetas de violencia torturando mi entraña, arropada en barrotes, enfermedad y muerte. No tengo nada más que ofrecerte en candil que demonios meciendo mi carne tierna y débil como luz de luciérnaga enroscada a mi cuerpo. Quiero olvidar mi carne y el demonio y el mundo y ser un ritmo largo besando un cielo limpio, mecer un arco iris de oro y cristal amante, romper los laberintos y temblar con estruendo que alcance toda voz; resonar en las almas. Habladme del incienso, del pan para el espíritu como tallo encendido sobre ritmos de aurora; contadme del amor, de su capa de luces, de las remotas tierras que son cálido rezo. Decidme que en el mundo se abre un amanecer, que el Hombre ya no llora, que es blanco y sin lamento, que evoca en su contento días de honor y gloria. Dadme en suma esperanza y no angustia y tristeza.


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Por Mariví González

Nadie podrá quitarme la palabra, aunque a veces mi voz sea de agua y tiemble cuando la soledad se asoma al precipicio. A esa tierra sin alma donde habitan los hombres de corazones secos que la incitan al salto a lo insensible. Pero nada podrá congelarle la vida. Yo voy con mi dolor entre los ojos buscando algún lugar lleno de pájaros donde los miedos vuelen, donde se pare el vértigo, donde las piedras cierren sus ombligos y las distancias abran sus sorderas. Nadie podrá quitarme esta palabra, esta obesa palabra que recorre y recorre los mapas hacia el sol hasta quedarse quieta y en los huesos, exhausta, pero con una luz siempre encendida.


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Por Silvana B. Pressacco

Cuál será la palabra poderosa que rompa las costuras de los párpados y cosa en nuestras manos dedos multicolores. En qué otoño caerán las armas para abonar el mundo. Qué río lavará los ojos de inocentes y les presentará sus sonrisas sin hambre. De qué semilla nacerá la estaca que venza los demonios.


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Por Mercedes Carrión Masip

la amnesia nos transita anestesiados zombis autistas de risa medio ausente ajenos al dolor al odio y a los mapas que el miedo desdibuja el presente encapsula la inquina de la historia la guerra se traviste y vuelve a escena con ínfulas de estreno que nadie se confunda si el diablo aparece en pantalla repartiendo con gesto politólogo el mundo entre los dioses sus sectas y herejías reventando la carne de quien sobre si un día la mañana no me ofrece resquicios de promesa rendijas de pasión para abordar la vida en lo inmediato y compartirla soltaré las amarras del recuerdo zarparé de inmediato hacia otra luz en busca de otro altar y otro legado dejando que el olvido habite mis estancias de algo hay que morirse mientras eso no llegue hoy pido por vosotros como pido por mí por los míos por todos aunque hace mucho tiempo que dejé de rezar


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Por Ovidio Moré

Yo tengo algo de Satán, y de algoritmo, de matemático ente endemoniado, de poros que destilan un azufre inocuo y, a la vez, algo perverso. Tengo algo de ángel caído, de Ícaro desnudo, de corazón que late bajo hojas de yagruma, pero en el fondo, muy a mi pesar, sólo soy hojarasca voluble. Irrisorio neonato, blanda carne, romántico héroe. Tengo algo del músculo de la tierra, de la arcilla cocida del alfarero: pájaro sediento en su nido, pájaro de barro (bestia taciturna, poética bestia perdida en los pliegues de la noche incandescente). Ave pétrea en la rama de un árbol bicéfalo y triste. Así me veo, como en un evangelio apócrifo, donde los milagros se concretan a golpe de pluma, a golpe de tinta, a penitencia del verbo, a silicio de la metáfora. Tengo de la carne de la isla, que es madre y atalaya donde otear el horizonte de aquel otro mundo arcaico que ahora quiere retoñar de entre las cenizas y desde las naves quemadas. Tengo del ciclón que silba y saca sus pezuñas arañando el agua, y luego llora sus lágrimas de verde cocodrilo. De esa carne, tengo.


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Acaso he de sobrevolar esa galaxia imberbe que saca sus colores de mundo nuevo, de estrella recién creada; acaso he de vestir sobre mis hombros otra piel de león de Nemea, ahora, justo ahora, que Oshun ha llenado de miel las jícaras y Obatalá pinta de blanco con cal viva cada rincón, cada estancia, cada arteria… Y el hacedor de los caminos, el inquieto Eleguá, limpia de marabú y de guao el sendero que ha de conducirme al último grito, al último suspiro. Acaso no soy yo mi propio demonio. Acaso cada hombre no es un mundo. Todos tenemos nuestro infierno cotidiano, el paraíso no estaba a la vuelta de la esquina. Se equivocaba Vargas Llosa, el paraíso estaba en mi única neurona, y hace tiempo, mucho, pero mucho tiempo, que celebré sus exequias.


Por Héctor Michi

He sido una ilusión inoportuna siempre que quise nunca estuve listo cuando lo estuve nunca pude hacerlo cara o cruz dando vueltas en el aire Subyugan los aprietos en la vida y te aflojan la cuerda los fracasos a intervalos los sueños se despiertan y a veces por insomnio ya no duermen siempre vivo sumido en la lujuria y pago los favores al pecado Soy el payaso alegre en el entierro el cura desnortado en una morgue la nostalgia moral de una ramera los recuerdos salaces de una monja me aguarda la esperanza en un andén comiéndose las uñas de los pies


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Por Mirella Santoro

Me estoy yendo de a gotas, como migas que caen de un pan seco, me voy, pellizcando la nada para hacerla cenestesia de mis células enfermas. Me voy de este mundo que amo y desprecio. Lo amo en el candor de los niños, en sus dientes de leche o cuando los pájaros en vuelo trazan sombras en el agua, lo amo en la tibieza de la mano amiga en mis manos. Lo desprecio en la avidez por los cetros, en la hipocresía de las guerras santas, en el gatopardismo, la indiferencia, el abandono. Me voy, en puntas de pie para no despertar sospechas ni sepan que aún estoy y ser leal a la mujer invisible que siempre fui. Ya me ha visto la muerte en alguna de sus rondas hambrientas, la muerte, portadora de sahumerios de incienso para cubrir su fetidez. Ella, la simbólicamente oscura, es la otra cara de la vida, su inseparable hermana gemela. Me voy, encorvada bajo el peso de dioses y demonios, míos y ajenos, con la bolsa roja de Papá Noel al hombro, vacía de amores: esa suma de misterios, pliegues y dobleces de la carne y el alma un entrar y salir por puertas giratorias así como entramos y salimos del mundo, desnudos y solos.


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Por Rosario Alonso

Ya sé que el mundo tiende su cuerpo malherido sobre un diván de acero y que el diablo le apremia vestido de psiquiatra con el firme propósito de anestesiar su mente para estrenar más sangre. Y así la historia se repite igual que una condena. También nacen demonios noche y día —miserables e innobles— y se alojan en cada pensamiento que se acerque a sus códigos, —nos invaden— pero saco correas del fondo de mi piel y los sujeto con camisas de fuerza improvisadas. Después puedo sentir que les venzo en la guerra donde todo sucede a puro corazón, aunque me dejen llagas sus intentos de fuga indefinidamente.


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Por Ana Bella L贸pez Biedma

Dices que hable del mundo. El mundo era un desierto y yo desnuda. Eso fue ayer... Ayer e incluso antes. Y ya no es m谩s. Como una herida azul, de orillas anchas, una grieta cansada y sin esquinas no deja sin embargo de mirar hacia el sol entre las sombras de las catedrales y las esquirlas de fuego. Yo no soy nada apenas, un reducto de carne diminuto que no pide perd贸n por estar viva.

Pero creo en la piel y en el asombro, en el hombre mejor porque se sabe. El mundo tiene manos de poeta y sigue siendo un p谩jaro sin miedo.


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Por Ricardo Fernández Esteban

Mundo, demonio y carne, enemigos del alma en el lejano tiempo colegial donde todo lo bueno era pecado. Cuánto nos engañaron, porque es el mundo lo que nos rodea, y sin mundo no hay nada, y lo bueno o malo, tu elección. ¿Y al demonio? ¿Quién le dio ese papel de malo en la película? Pues debió ser el bueno entre comillas, ese por el que matan los fieles al infiel; para mí que intentó salirse del guión, y eso no lo permiten ni en el cielo. Y de carne, carnívoro, por suerte, por mucho que lascivos con sotana negasen la mayor, y el sano disfrutar llevase a la condena, al fuego eterno. Como dice el refrán: “Nadie podrá quitarme lo bailao y que toque la orquesta otra bachata”. Conclusión: Mundo, demonio y carne, tres amigos para correrse farras cada noche, mi alma paga las rondas y mi cuerpo disfruta de lo lindo.


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Por Gonzalo Reyes

No encuentro en ningún verso la catarsis, tal como veo el mundo, mi reducido mundo, desde un viejo sillón gastado, roto que ve correr el tiempo como corre el agua y su erosión entre los muchos desaciertos la poca certidumbre, que aún sonríe triste por tanta caridad, urgida de tutores y tanta oscuridad y estupidez con decenas de miles en sus filas. No puedo hallar en mi arsenal un verso —con una ojiva que nos riegue la esperanza— para arrojarlo al mundo. Y no puedo encontrarlo porque en el vértice del tiempo-espacio apenas soy un gramo de dolor, una voz que se miente para ocultar el rostro, una mano que escribe su placebo, una gota de sangre que se evapora en este cuerpo mío, en esta carne que devoran los demonios con la ilusión de ver de creer en la mejora de mi pequeño hogar de mi maltrecho prado, habitado por quienes se nombran a sí mismos seres humanos.


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Por Leo F. Zambrano

Este mundo quiebra toda semilla un baladí sin alma con sus abismos y su farsa que escuda con otras caras sacrificando más gritos y más lamentos.

Qué hay de los niños que fuimos donde los dioses fueron tolerantes, hoy los llantos no son parejos porque nos arrancaron la raza.

La sangre ya está turbia y cambia un buitre al acecho de la víctima que yace junto a sus vísceras para amasar sus partes y angustias.

Son las piedras sobre piedras la sombra de la pólvora un figurativo de deshechos bajo una lluvia radiactiva.


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Por Silvio Manuel Rodríguez Carrillo

Embrutecido al mango por tanta erudición nutrida por los libros que me leyó mi viejo y por relatos duros contados por mi abuela —los de tanto patriota y soldado guerrero— el mundo, mis queridos, era un asco sencillo donde sólo hermanaban los pobres con sus miedos. Ya con muertos encima, la depresión hambrienta mordiéndome las manos si acaso no exigía a mi sangre su límite de herencia inmaculada, y mi cara de póker luciéndome de arcilla, entendí que el demonio, prisionero del mundo, no es más que un crío triste que en los muchos habita. Cansado, si pudiera —si acaso yo pudiera—, de arrastrar mi cansancio de la gente y sus cosas, de escuchar el lamento que se nutre de sí y por eso detesta la luz y ama las sombras, sentí desde mis yemas y desde mis rodillas la majestad del polvo, las infinitas horas.

Hoy, que voy captando el drama del presente no me lastima la comedia del enviado, ni me levantan ni me aquietan las virtudes de tanto cura y tanto rey de los satánicos. Hoy sólo sé que alguna vez dije su nombre que fui de carne al conocerla entre mis labios.


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Por Ricardo L贸pez Castro

La carne es m谩s demonio que el demonio en la fiesta del mundo.


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Por am♼r al arte


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