Proyecto Resiliencia: testimonios del proyecto

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Testimonios de beneficiarios



Familias construyendo comunidades resilientes: Jorge Vilca Jorge Vilca Amiqui, de 46 años, es padre de nueve hijos, los cuatro menores viven aún con él y su esposa en la comunidad Villa Alcira ubicada en el municipio San Buenaventura del departamento de La Paz. Según datos oficiales proporcionados por el Sistema Nacional Integrado de Información para la Gestión de Riesgos (abril de 2014), las fuertes lluvias acaecidas entre diciembre de 2013 a marzo de 2014 afectaron a 95 municipios de Bolivia; San Buenaventura fue uno de ellos, en cuyas comunidades las capacidades locales no abastecieron para hacer frente a las emergencias por las inundaciones. La familia de Jorge perdió gran parte de sus cultivos, los cuales se encontraban dispersos en las playas del río Beni hasta sus chacos en el interior de la comunidad. El diluvio, como bautizaron a esta inundación, duró 40 días y 40 noches, por lo cual no fue difícil que el agua encontrara el corazón de la comunidad, y por tanto, destruyera las plantaciones de frutas, granos,


tubérculos, base de la alimentación de esta población indígena perteneciente a la Tierra Comunitaria de Origen Tacana. La cultura productiva de las comunidades ribereñas, según señala Jorge, obliga a las personas a sembrar arroz, yuca y plátano en lugares de poca altura para asegurar la calidad de los frutos. “Cuando sembramos yuca, el plátano, el arroz, todo friega con las inundaciones. Mayormente no podemos producir esos productos en la altura porque no se dan bien, y ahí es donde tenemos que buscar sitios más bajos y ahí es donde pasa el agua”. Con el apoyo de Soluciones Prácticas, las prácticas actuales de esta comunidad están enfocadas a la protección de medios de vida con cultivos de ciclo corto, es decir arroz, maní, frejol, utilizando los suelos de las playas, aún en recuperación, y proveyéndose de alimentos y semillas (para almacenar y re-sembrar); mientras que sus frutales, yuca, plantas medicinales, se instalan, cada vez a mayor altitud para evitar o mitigar los efectos de las próximas lluvias que llegan de la mano del Fenómeno del Niño. “La agricultura es la fuente de ingresos del lugar, y aunque no es mucha la ganancia, no podemos confiarnos en sembrar tanto en el bajío, por eso estamos sembrando más plantas en la altura. Además, ya no confío vivir en la bajura y ya ha hecho mi casa en la altura”, señala el agricultor, que además es parte del grupo de beneficiarios del vivero comunal multipropósito donde se tienen plantines de árboles frutales, algunos maderables y plantas con propiedades medicinales o curativas para la disponibilidad de las mismas en los patios familiares. Además, Jorge y su familia, se ha favorecido con los paneles fotovoltaicos que conectados a una batería de litio alumbran su casa con 4 focos evitando el uso de gasolina para el motor eléctrico que le representaba US$ 50 por mes haciendo uso restringido de la misma. “Hemos dejado de lado el mechero. Ya está en el basurero”, afirma mientras ríe. Jorge y su familia ya no esperan a la luz del sol para realizar sus actividades: si no las concluyen en el día, las concluyen de noche.


Soluciones Prácticas implementa tres proyectos en la comunidad de Villa Alcira: Resiliencia en las cuencas de los ríos Beni y Mamoré1, Evaluación Participativa de Vulnerabilidades y Capacidades; y Comunidades resilientes y prósperas2, los tres trabajan con enfoques complementarios que tienen base en la resiliencia comunitaria y que incluyen la protección de los medios de vida, la planificación comunal para la gestión de riesgos y el uso de tecnologías de energía alternativa para la resiliencia y bienestar en temas de alumbramiento y acceso a agua.

Por:

José Guzmán Mónica Cuba

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Consorcio Victoria Regia, liderado por FAO con el financiamiento de ECHO

Estos dos últimos proyectos cuentan con el apoyo de Christian Aid.


Adriana Delgado Torrez Soluciones Prácticas

Ernesto Guari y la cosechadora de agua

Ernesto Guari es el Corregidor de la comunidad de Bella Altura, situada en las afueras de San Buenaventura al norte del departamento de La Paz. Esta comunidad, como otras que pertenecen al Pueblo Tacana, se ve afectada en épocas de lluvia por las inundaciones. Además de este problema, la comunidad no cuenta con agua potable.

Soluciones Prácticas, y Christian Aid, Ernesto Guari, corregidor de la implementaron una cosechadora de agua a comunidad de Bella Altura través del uso de canaletas para ayudar a 11 familias de la comunidad a tener agua potable. Las cosechadoras de agua son el sistema perfecto para aprovechar la lluvia y resolver el problema del lugar. Ernesto menciona con emoción y alegría cuán importantes han sido las cosechadoras para su gente. “Los niños siempre se enfermaban con diarrea, vómitos, dolor de estómago, con todo aquello. Entonces hemos visto la manera de cómo hacer que en épocas de lluvia tengamos agua limpia para los niños, por eso nos contactamos con Soluciones Prácticas, ellos han hecho esto posible”. La cosechadora está compuesta por canaletas en el techo que sirven como tuberías y que lleva el agua directamente a dos tanques negros con una capacidad de 600 litros. Las familias de Bella Altura Las familias están contentas con las cosechadoras, no sólo porque ahora pueden tener agua potable, sino porque en épocas de lluvia ya no tienen que ir hasta el arroyo a buscar agua. Ernesto asegura que pronto se armará un comité en la comunidad para asignar responsables del mantenimiento de las cosechadoras. Todos los miembros de la comunidad saben cómo utilizarla y procuran cuidarla, ya que el agua obtenida la usan principalmente para cocinar.


Varios intentos se han hecho para solucionar los problemas que tiene Bella Altura respecto al agua, sin embargo, según afirma el reelecto Corregidor, no se tuvieron buenos resultados hasta la llegada de Soluciones Prácticas. Ernesto cree que hace falta un tanque más para que el agua pueda durarles más tiempo, debido a que diariamente las familias utilizan de 40 a 50 litros aproximadamente. “Bueno eso no lo hemos controlado pero más o menos al día las familias utilizan casi 40, 50 litros de agua”. Las familias no tienen horario específico para ir a buscar agua, van de acuerdo a sus necesidades y dependiendo del clima. Debido al uso constante que le dan a las cosechadoras, Ernesto cree que cada familia debería tener este sistema en sus casas. “Sí, yo supongo eso, para que también las familias puedan ver cómo es el trabajo (el mantenimiento) y para Edith Cabina, originaria de la comunidad de que también puedan tener agua a la Bella Altura con sus dos pequeñas hijas. Las mano”. cosechadoras son un gran beneficio para las familias de la comunidad.

El compromiso que hizo la comunidad con Soluciones Prácticas fue la mano de obra, el cuidado y el mantenimiento de las cosechadoras, ya que como bien lo menciona Ernesto, deben durarles muchos años. Por lo pronto este sistema está funcionando para las personas que habitan Bella Altura quienes se encuentran muy agradecidos por ayudarlos a combatir uno de sus principales problemas.

Todos los miembros de la comunidad colaboran y trabajan en equipo para el mantenimiento de las cosechadoras y para que su funcionamiento sea cada vez mejor.



Adriana Delgado Torrez Soluciones Prácticas

Freddy Cartagena, Presidente de Aguas

Freddy Cartagena, originario de la comunidad de Altamarani y padre de tres niños, es el Presidente de Aguas del lugar. A sus 33 años está a cargo del panel solar que les sirve a los comunarios para subir agua desde el río, ya que este es un recurso escaso en la comunidad. En épocas de lluvia resulta muy difícil subir agua a Altamarani, ya que hay que escalar una pequeña, pero empinada subida para poder llegar que en esta época se vuelve Freddy Cartagena, Presidente de Aguas de fangosa y resbalosa. Los bidones de agua Altamarani en mano complican aún más la travesía y esto dificulta su recolección, especialmente para las mujeres que suelen además cargar sus niños en la espalda y la ropa mojada recién lavada en el río. Un panel solar, conectado a una bomba eléctrica, ha facilitado este trabajo, al bombear agua desde el Río Beni a un tanque que almacena este importante recurso, llenándose cada 4 horas (por lo que es importante que la recolecta se realice con cierta frecuencia). “Utilizamos el panel para subir agua para que a las señoras no les falte, porque la utilizan para cocinar, para lavarse, para ducharse. Subimos agua día por medio porque cada 3 o 4 horas se llena el tanque, entonces cuando ya está lleno el tanque yo vengo y subo la palanca para que el agua suba”. Freddy es el encargado de la operación y mantenimiento del panel. En abril se nombró a los y las responsables que actúan bajo la dirección de este joven líder: el Presidente del Comité. De esta manera se pretende también, involucrar a todos los miembros de la comunidad en este proyecto.


Los beneficios del panel solar El panel ha cambiado la vida de las personas de Altamarani, ya que antes de la llegada de la tecnología a la comunidad, el recurso hídrico era limitado. “Antes fallaba el agua. Fallaba dos días y a veces, por ejemplo, yo tenía que subir dos horas, iba a mi charco y sacaba agua y a veces se acababa. Ahora hay continuamente agua, no falla casi”. Antes de la instalación del sistema de paneles fotovoltaicos para el bombeo de agua aprovechando la energía solar, la comunidad bombeaba agua con el uso de un motor a gasolina lo que implicaba un costo semanal cercano a los 60 dólares (420 Bs), monto que para comunidades como Altamarani son altos, tomando en cuenta que su producción agrícola es Miembro de la comunidad de Altamarani e hijo de Freddy Cartagena. mayormente de subsistencia. Actualmente el Comité en organización y fortalecimiento, siguiendo las normas nacionales, cobra menos de un dólar por metro cúbico (5 Bs) llegando a recabar menos de 60 dólares mensuales, los cuales se destinaran al mantenimiento de este sistema y sus sostenibilidad. Cuando el tanque que almacena el agua se llena, abastece a toda la comunidad. Pasa por las cañerías y llega a los hogares de todas las familias que invierten un monto mínimo para generar la sostenibilidad de la tecnología de bombeo solar. El compromiso de la comunidad A Freddy le parecía, al principio, que este proyecto era imposible de lograr, sin embargo, afirma que cuando vio a los técnicos de Soluciones Prácticas trabajar duro para que el panel fuera una realidad, se llenó de ilusión y esperanza. Todos en la comunidad están agradecidos por todos los proyectos que se han llevado a cabo: muchas cosas han mejorado desde su implementación. Sí bien el panel está funcionando, aún hay muchas cosas que se deben mejorar. Freddy menciona que una de las mejoras que se requiere es respecto al tanque donde se almacena el agua, debido a que se está deteriorando por el uso constante. Esta será una de las primeras tareas del Comité para mantener el acceso al agua de Altamarani.


Freddy considera que todas las comunidades que se encuentran río abajo deberían contar con este sistema, debido a que este problema les afecta a todos. “Especialmente río abajo deberían contar con este sistema porque ciertamente somos los más afectados, porque viven sobre la orilla del río”. Altamarani lleva 10 años cuidando el tanque y valoran mucho esta tecnología. Esperan que a futuro mejore y que se pueda seguir apoyándolos, para así mejorar aún más la calidad de vida de la comunidad.

El panel solar beneficia a todas las familias de la comunidad. El panel permite el almacenamiento de agua en los tanques.


Adriana Delgado Torrez Soluciones Prácticas

Lucinda Ecuebari: “La cosechadora es un gran beneficio”

Originaria de la comunidad de Bella Altura, al norte del departamento de La Paz, Lucinda Ecuebari, es una joven y sonriente mujer indígena Tacana. Comenta que el principal problema que tenían en la comunidad era la escasez de agua limpia y el hecho de que tuvieran que ir hasta un arroyo cerca para conseguir un poco. Cuando llueve este se llena de barro y el agua que se puede obtener de él es extremadamente sucia.

¿Por qué queremos la cosechadora?

Lucinda Ecuebari, miembro de la comunidad de Bella Altura con su pequeña hija y con una niña de la comunidad.

La cosechadora de agua han resuelto casi por completo este problema, ya que les permiten almacenar agua limpia que obtienen de la lluvia. “La cosechadora es un gran beneficio para nosotros porque tomamos ya agua limpia y, como vivimos nosotros lejos del arroyo, es difícil ir hasta allá a traer agua”. El sistema es simple pues aprovecha el techo de calamina de la sede de reuniones de la comunidad y añade un sistema básico de canaletas que desembocan en un filtro (cambiable) de esponja que filtra el arrastre de materia hacia los tanques de agua con grifos que ponen a disposición el agua de lluvia cosechada. Las familias de la comunidad acuden a la cosechadora cuando necesitan agua. Van con sus propios bidones y recolectan toda la que necesitan. Todos los miembros (hijos y mujeres también) de cada familia, saben cuál es el procedimiento que deben seguir para llevar a cabo la recolección. Sin embargo,


las mujeres son las que se encargan de esta tarea con más frecuencia, debido a que son las que se ocupan de las tareas domésticas, como cocinar y lavar. La recolección de este importante recurso se da varias veces al día, ya que lo utilizan para diferentes actividades. Lucinda, por ejemplo, recoge agua por lo menos de 4 a 5 veces al día. Lucinda expresa su opinión sobre la cosechadora y asegura que son muy importantes para las familias de la comunidad. La comunidad sabe cómo armar y desarmar este sistema “Es útil y es importante, más que todo para y cómo colocar y cambiar el filtro para ser actores independientes en el uso de esta tecnología para la la familia porque ahora tomamos agua cosecha de agua. limpia”. Este sistema ha representado un gran y significativo cambio para Bella Altura y se hace evidente con el trabajo que su población invierte en los arreglos que deben hacerle y lo mucho que lo cuidan. El sueño de Bella Altura La gente de esta comunidad que pertenece al municipio sueña con tener este sistema en sus casas. Que cada una de las familias pueda contar con agua en sus hogares para ya no tener que ir a ningún otro lugar a buscarla, una gestión que planean hacerla con el municipio de San Buenaventura, al que pertenecen. Por lo pronto la comunidad entera está muy agradecida y están dispuestos a hacer que los tanques les duren, a mantenerlos y cuidar de ellos cuando no estén en épocas de lluvia. “Nosotros les damos las gracias por habernos podido donar esos tanques. Es un beneficio para nosotros, para toda la familia”.


Rafael Calamari, encargado de los cultivos de Altamarani

A dos horas en bote por el río Beni, y cuyo único acceso es escalando una pequeña pero empinada subida, se encuentra la comunidad de Altamarani, donde nació Don Rafael Calamari de 56 años. Él y su familia han vivido ahí toda su vida y ahora es el encargado y promotor de los nuevos cultivos de cacao y cítricos con los que el proyecto ha apoyado. Don Rafael menciona que la principal ventaja de los viveros es que se trabajan con plantas tolerantes a las amenazas más frecuentes en la zona: las inundaciones. De esta manera no habrá riesgo de pérdidas para los comunarios. En un futuro se Rafael Calamari está a cargo de los viveros y es el pretende ampliar el vivero de manera que la productor de la comunidad. producción aumente y los ingresos de la comunidad también. “Creo que de hoy en adelante vamos a plantar y a tener plantas resistentes [tolerantes] porque las plantas que tenemos aquí: naranja y toronja, no son resistentes. Las plantas que están en el vivero son injertadas, resisten a la lluvia, al sol y por ese motivo es que hemos aceptado”. Antes de la llegada de Soluciones Prácticas a Altamarani, la comunidad vivía de la agricultura, de la caza y de la pesca, sin embargo, la pesca ha dejado de ser un ingreso fuerte. Es por esta razón que se propuso la creación de los viveros con especies frutales y forestales.


El productor Para el mantenimiento y cuidado de los viveros, Don Rafael fue elegido por sus compañeros productores, como el candidato más apto y capaz para el cargo de productor y encargado de los viveros. “Los compañeros han confiado en mi persona para que yo administre y vea si los compañeros siembran o no siembran las plantas que estamos produciendo. De esa manera yo he aceptado ser su representante”. Una de las principales tareas de Don Rafael es convocar a reuniones para organizarse y hacer la limpieza y mantenimiento de los viveros. Se establecen horas y fechas para llevar a cabo dicha tarea, la cual realizan todos los miembros del proyecto, que en total son 8 personas.

Expectativas de la comunidad Hay 8 personas de la comunidad que forman parte del comité encargado del mantenimiento de los viveros.

Los comunarios de Altamarani desean que se realicen más proyectos similares para que puedan mejorar en muchos aspectos. “Pero por supuesto. Ese es nuestro deseo, de que sigamos ampliando más proyectos para que así tengamos más acceso a recursos y más acceso de salir al pueblo”.

Además de los injertos de cacao y cítricos, los cuales han sido implementados con la gente de la comunidad para lograr que adquieran la capacidad técnica, los productores de Altamarani han recibido también semillas de ciclo corto como son: arroz, maíz, yuca y verduras como el pepino. Estos productos han beneficiado mucho a los comunarios, debido a que muchos ya han sido cosechados y han servido como sustento de las familias y las semillas han sido plantadas y se espera la pronta cosecha. El vivero comunal de Altamarani y sus especies son la ilusión y la esperanza de toda la comunidad al igual que los otros proyectos que se han implementado en la misma.



Rafael Calamari, encargado de los cultivos de Altamarani

A dos horas en bote por el río Beni, y cuyo único acceso es escalando una pequeña pero empinada subida, se encuentra la comunidad de Altamarani, donde nació Don Rafael Calamari de 56 años. Él y su familia han vivido ahí toda su vida y ahora es el encargado y promotor de los nuevos cultivos de cacao y cítricos con los que el proyecto ha apoyado. Don Rafael menciona que la principal ventaja de los viveros es que se trabajan con plantas tolerantes a las amenazas más frecuentes en la zona: las inundaciones. De esta manera no habrá riesgo de pérdidas para los comunarios. En un futuro se Rafael Calamari está a cargo de los viveros y es el pretende ampliar el vivero de manera que la productor de la comunidad. producción aumente y los ingresos de la comunidad también. “Creo que de hoy en adelante vamos a plantar y a tener plantas resistentes [tolerantes] porque las plantas que tenemos aquí: naranja y toronja, no son resistentes. Las plantas que están en el vivero son injertadas, resisten a la lluvia, al sol y por ese motivo es que hemos aceptado”. Antes de la llegada de Soluciones Prácticas a Altamarani, la comunidad vivía de la agricultura, de la caza y de la pesca, sin embargo, la pesca ha dejado de ser un ingreso fuerte. Es por esta razón que se propuso la creación de los viveros con especies frutales y forestales.


El productor Para el mantenimiento y cuidado de los viveros, Don Rafael fue elegido por sus compañeros productores, como el candidato más apto y capaz para el cargo de productor y encargado de los viveros. “Los compañeros han confiado en mi persona para que yo administre y vea si los compañeros siembran o no siembran las plantas que estamos produciendo. De esa manera yo he aceptado ser su representante”. Una de las principales tareas de Don Rafael es convocar a reuniones para organizarse y hacer la limpieza y mantenimiento de los viveros. Se establecen horas y fechas para llevar a cabo dicha tarea, la cual realizan todos los miembros del proyecto, que en total son 8 personas.

Expectativas de la comunidad Hay 8 personas de la comunidad que forman parte del comité encargado del mantenimiento de los viveros.

Los comunarios de Altamarani desean que se realicen más proyectos similares para que puedan mejorar en muchos aspectos. “Pero por supuesto. Ese es nuestro deseo, de que sigamos ampliando más proyectos para que así tengamos más acceso a recursos y más acceso de salir al pueblo”.

Además de los injertos de cacao y cítricos, los cuales han sido implementados con la gente de la comunidad para lograr que adquieran la capacidad técnica, los productores de Altamarani han recibido también semillas de ciclo corto como son: arroz, maíz, yuca y verduras como el pepino. Estos productos han beneficiado mucho a los comunarios, debido a que muchos ya han sido cosechados y han servido como sustento de las familias y las semillas han sido plantadas y se espera la pronta cosecha. El vivero comunal de Altamarani y sus especies son la ilusión y la esperanza de toda la comunidad al igual que los otros proyectos que se han implementado en la misma.



Tres Hermanos una comunidad que trabaja su resiliencia en medios de vida Por: Mónica Cuba Iriarte Soluciones Prácticas

Hernán junto a su padre en la casa que tuvieron que abandonar después de la inundación

Hernán Chipuvani Suárez tienen 35 años y es corregidor de la comunidad Tres Hermanos ubicada a tres horas de San Buenaventura, al norte del departamento de La Paz, sobre el río Beni. Esta comunidad el 2014 fue fuertemente afectada por el desborde del río Beni y la consecuente inundación que los dejó sumergidos durante, aproximadamente un mes, entre lodo y carencias. Esta joven autoridad Tacana, recuerda que la comunidad había tenido que trasladarse a lo más alto de su territorio, a unos 40 minutos andando desde la ribera (en cuyas playas se alzaba antes de la inundación).


Hernán, como muchos hombres y mujeres de su comunidad, así como de otras comunidades, se batieron entre la búsqueda de ayuda del municipio y otras instituciones, y el resguardo y traslado de sus familias y pertenencias a un nuevo espacio que ofrecía mayor seguridad ante efectos adversos, pero menor acceso a agua y mayor dificultad de acceso y salida de la comunidad. Soluciones Prácticas junto a Christian Aid, plantearon a esta comunidad el trabajo conjunto a partir de la aplicación de la Evaluación Participativa de Vulnerabilidades y Capacidades (EPVC) para conocer y gestionar localmente el riesgo y buscar soluciones para fortalecer Hernán señala el nivel de agua en su comunidad su resiliencia y poder (en la recuperación y preparación), contar principalmente durante la inundación de 2014 con agua, iluminación y producción. “Son varios proyectos los que hemos implementado con Soluciones Prácticas y Christian Aid desde el 2014: los cítricos, las cosechadoras de agua; los paneles fotovoltaicos que tenemos, gracias a una contraparte que hemos puesto. Siempre hemos estado haciendo gestión de riesgo y planes comunales,… son varias las actividades que tenemos como comunidad”, comenta Hernán. Tal como comenta Hernán se han implementado varias acciones durante estos años, algunas complementarias al proyecto “Preparación y Resiliencia en las Cuencas de los ríos Beni y Mamoré” financiado por Ayuda Humanitaria de la Unión Europea e implementado por FAO, Soluciones Prácticas, Christian Aid, Ayuda en Acción, PNUD, UNICEF y Sumaj Huasi. Desde el año 2014 Tres Hermanos está trabajando en la implementación, uso y apropiación de las siguientes tecnologías:


Trojes familiares, que sirven para almacenar semillas de ciclo productivo corto, permitiendo su viabilidad durante la época de cosecha.

Cosechadoras de agua con estructuras portátiles que reciben el agua de lluvia sobre techos de lona conectadas a un filtro de esponja y un tanque de 600 litros.

Semillas de ciclo corto (frejol, yuca, maní, arroz) para la recuperación productiva y para la obtención de semillas para futuras siembras.

Sistemas fotovoltaicos portátiles familiares, que a partir de la radiación solar, almacenan energía eléctrica en baterías de litio de 4 amperios permitiendo a estas familias el acceso a iluminación y comunicaciones (radio, Tv, cargar sus celulares) y permitiendo un ahorro en el uso de combustible (que usaban para motores generadores de electricidad), velas, y pilas.

Viveros de cítricos tolerantes a las inclemencias del clima, al utilizar un pie resistente en el cual se injerta una especie criolla según las preferencias de la comunidad.


“Ahora nosotros ahorramos, ahorramos en lo que gastábamos en diésel, en velas, ahora tenemos luz hasta la hora que nosotros queramos (hasta las 11, 12 de la noche y queda todavía para el día siguiente). Nos ayuda harto, una parte en la economía; además facilita algunas actividades en la noche en la casa, a veces separar el maíz, separar el arroz o hacer algunos papeles, harto me ayuda” comenta Hernán refiriéndose al sistema fotovoltaico para el acceso a iluminación y comunicaciones. Tres Hermanos junto a otras 6 comunidades indígenas inician un proceso de Gestión social de tecnologías, en el caso de esta comunidad refriadas a los sistemas familiares fotovoltaicos. Bajo una estructura de organización comunal, las comunidades beneficiadas podrán administrar la tecnología, fortalecerse como organización, plantear las funciones y obligaciones de esta estructura social y la posibilidad de generar propuestas de tarifas para poder darle sostenibilidad a la tecnología a partir del consenso de la comunidad.


Videl Álvarez, profesor en Altamarani

Videl Álvarez nació en La Paz, Bolivia pero vive y trabaja como profesor en la comunidad de Altamarani, ubicada sobre la ribera del Río Beni, en el municipio de San Buenaventura.

Videl Álvarez, junto a los baños con inodoros con arrastre de agua elevados

La escuelita de la comunidad, en la que Videl da clases a los niños, había tenido siempre el mismo problema: no habían baños para la población estudiantil. Un pozo ciego a las afueras del colegio funcionaba como tal, sin embargo, esto ponía en riesgo la salud de los y las estudiantes, ya que diferentes insectos y alimañas originarias del lugar los picaban.

El Norte de La Paz por su clima cálido y húmedo (ingreso a la Amazonía), es el hogar natural de animales e insectos venenosos y transmisores de enfermedades peligrosas. Los niños se enfermaban con frecuencia debido a que no contaban con un espacio limpio y seguro donde poder ir y esto preocupaba a los padres de familia. Y comienzan a cambiar las cosas… El 2014 Soluciones Prácticas, con apoyo de Christian Aid, llegó a Altamarani, pronto Videl les manifestó su preocupación respecto a la necesidad de un servicio básico como son los baños en la escuela. Como respuesta, se propone la instalación de un sistema de biodigestor para aguas hervidas, conectado a dos baños eficientes en el arrastre de agua. “El anteaño pasado llegó Soluciones Prácticas, ellos nos orientaron con talleres y todo. Yo como profesor también plantee estos talleres y armar un proyecto”. Videl asegura que los niños se encuentran felices con los baños y el biodigestor, sin embargo, para algunos resulta un tanto más complicado aprender a usarlos, debido a que nunca antes habían tenido o visto algo así. Pero el profesor Videl los anima todos los días a que lo utilicen y sepan cómo


funciona. Desde la construcción del mismo, Videl asegura que la situación ha mejorado mucho. “ha mejorado, porque los niños no conocían y no sabían usar un inodoro pero están aprendiendo al ver a los demás hacerlo”.

Los biodigestores están comenzando a cambiar la vida de la gente de la comunidad.


¿Cómo cuidamos los biodigestores? Dos baños diferenciados para niños y niñas con arrastre de agua eficiente (usan menos cantidad de agua) y un biodigestor sanitario. “Este biodigestor permite tratar las heces, que pueden ser usadas, luego de un periodo de 8 a 12 meses, como fertilizantes. Las aguas pasan por una cámara de decantación con cal, a partir de la cual se infiltran en el suelo. El biodigestor se vaciará en Junio de 2016 y el equipo de Soluciones Prácticas destaca que no esperan problemas de aceptación social para el aprovechamiento del material fecal tratado y seco como abono; la tarea estará a cargo de un Comité de 2 personas que trabajan de manera voluntaria” 1. En cuanto a posibles futuras inundaciones, se ha optado por un modelo de baños elevados; el mismo biodigestor tiene una válvula de cierre y no debería verse afectado en caso de inundación. A esta tarea de mantenimiento se suma el profesor Vidal, “Nuestro deber como profesores es el de guiar a los estudiantes en cómo deben limpiar y cuidar los biodigestores. Hay un acuerdo entre los profesores en turno para encargarse del mantenimiento de los biodigestores”. Por el momento Altamarani es la única comunidad de la localidad que cuenta con esta tecnología, pero es necesario que se implemente también en otras comunidades con el mismo problema. La comunidad despierta ante la posibilidad de replicar esta tecnología en sus casas. Han visto que funciona con los niños, esperan que dure mucho tiempo y que en el futuro se puedan construir muchos más.

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Emilie Ettiane, Monitoreo Soluciones Prácticas, Oficina Regional


Videl Álvarez, profesor en Altamarani

Videl Álvarez nació en La Paz, Bolivia pero vive y trabaja como profesor en la comunidad de Altamarani, ubicada sobre la ribera del Río Beni, en el municipio de San Buenaventura.

Videl Álvarez, junto a los baños con inodoros con arrastre de agua elevados

La escuelita de la comunidad, en la que Videl da clases a los niños, había tenido siempre el mismo problema: no habían baños para la población estudiantil. Un pozo ciego a las afueras del colegio funcionaba como tal, sin embargo, esto ponía en riesgo la salud de los y las estudiantes, ya que diferentes insectos y alimañas originarias del lugar los picaban.

El Norte de La Paz por su clima cálido y húmedo (ingreso a la Amazonía), es el hogar natural de animales e insectos venenosos y transmisores de enfermedades peligrosas. Los niños se enfermaban con frecuencia debido a que no contaban con un espacio limpio y seguro donde poder ir y esto preocupaba a los padres de familia. Y comienzan a cambiar las cosas… El 2014 Soluciones Prácticas, con apoyo de Christian Aid, llegó a Altamarani, pronto Videl les manifestó su preocupación respecto a la necesidad de un servicio básico como son los baños en la escuela. Como respuesta, se propone la instalación de un sistema de biodigestor para aguas hervidas, conectado a dos baños eficientes en el arrastre de agua. “El anteaño pasado llegó Soluciones Prácticas, ellos nos orientaron con talleres y todo. Yo como profesor también plantee estos talleres y armar un proyecto”. Videl asegura que los niños se encuentran felices con los baños y el biodigestor, sin embargo, para algunos resulta un tanto más complicado aprender a usarlos, debido a que nunca antes habían tenido o visto algo así. Pero el profesor Videl los anima todos los días a que lo utilicen y sepan cómo


funciona. Desde la construcción del mismo, Videl asegura que la situación ha mejorado mucho. “ha mejorado, porque los niños no conocían y no sabían usar un inodoro pero están aprendiendo al ver a los demás hacerlo”.

Los biodigestores están comenzando a cambiar la vida de la gente de la comunidad.


¿Cómo cuidamos los biodigestores? Dos baños diferenciados para niños y niñas con arrastre de agua eficiente (usan menos cantidad de agua) y un biodigestor sanitario. “Este biodigestor permite tratar las heces, que pueden ser usadas, luego de un periodo de 8 a 12 meses, como fertilizantes. Las aguas pasan por una cámara de decantación con cal, a partir de la cual se infiltran en el suelo. El biodigestor se vaciará en Junio de 2016 y el equipo de Soluciones Prácticas destaca que no esperan problemas de aceptación social para el aprovechamiento del material fecal tratado y seco como abono; la tarea estará a cargo de un Comité de 2 personas que trabajan de manera voluntaria” 1. En cuanto a posibles futuras inundaciones, se ha optado por un modelo de baños elevados; el mismo biodigestor tiene una válvula de cierre y no debería verse afectado en caso de inundación. A esta tarea de mantenimiento se suma el profesor Vidal, “Nuestro deber como profesores es el de guiar a los estudiantes en cómo deben limpiar y cuidar los biodigestores. Hay un acuerdo entre los profesores en turno para encargarse del mantenimiento de los biodigestores”. Por el momento Altamarani es la única comunidad de la localidad que cuenta con esta tecnología, pero es necesario que se implemente también en otras comunidades con el mismo problema. La comunidad despierta ante la posibilidad de replicar esta tecnología en sus casas. Han visto que funciona con los niños, esperan que dure mucho tiempo y que en el futuro se puedan construir muchos más.

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Emilie Ettiane, Monitoreo Soluciones Prácticas, Oficina Regional


Sembrar en la altura: la alternativa de José Caimani

José Caimani, es un orgulloso y reconocido indígena Mosetén que hace 66 años nació en el municipio de San Borja en la provincia José Ballivián; José vive hace más de 40 años en la comunidad Asunción del Quiquibey a 50 Km del municipio que lo vio nacer. La población del Quiquibey tiene aproximadamente 723 habitantes quienes habitan sobre la ribera del río Quiquibey que nace en el departamento de La Paz con una extensión de 257 Km hacia el sur formando una “V” hacia el noroeste hasta encontrar el río Beni, que es el acceso más frecuente a esta comunidad. Las inundaciones de 2014, y un nuevo cauce del río, carcomieron parte de la ribera poniendo en riesgo a la comunidad.


José recapitula la historia de las inundaciones en la comunidad de Quiquibey, varias veces azotada por este tipo de amenazas y eventos adversos en décadas pasadas (con un hito importante en la década de los 70); sin embargo deja en claro que los dos últimos años han superado todo lo vivido hasta entonces: “El 2014 nuestro río se ha desbordado, como el terreno es arenoso y el agua choca con fuerza, ha avanzado violentamente. Para salvar nuestros techos tuvimos que trabajar día y noche, las casas se ven como viejas pero es porque hemos rescatado los techos. Las últimas lluvia e inundaciones nos han afectado mucho más que las otras porque los ríos han desbordado sobre nuestra comunidad, se han llevado el terreno, arrozales que nunca pensamos que se iban a inundar, se han inundado… ¡peor los platanales! Nos hemos quedado dos años, contando este, sin plátano porque las inundaciones fueron seguidas. Después de la del 2014, habíamos sembrado los productos, pero este año volvió la inundación, el plátano estaba aún y lo ha aplastado… ni con semillas nos hemos quedado”. Todas estas pérdidas tienen un valor significativo para la comunidad debido a que la agricultura es una de las mayores actividades productivas y fuente de ingreso para las personas pobladoras de Quiquibey; las pérdidas materiales rebasan la posibilidad de atención y sobre todo la capacidad economía de esta gente. José menciona que se han visto en la necesidad de trasladarse a lugares con mayor altura para no sufrir ante una nueva inundación, la cual se pronostica que será de igual o mayor magnitud a la del 2014, pues viene de la mano del Fenómeno de El Niño caracterizado por inundaciones y desbordes de ríos en las regiones amazónicas y del oriente del país como consecuencia del calentamiento del océano Pacífico y vientos de variada intensidad que podrían guiar sus efectos hacia Sud América, con énfasis en las comunidades vulnerables, como Quiquibey.


Cuando la resiliencia se inicia un proceso histórico…

Quiquibey es una de las 45 comunidades que se beneficia con implementación del proyecto “Incremento de la preparación y resiliencia comunidades indígenas vulnerables priorizadas y organizaciones, bajo enfoque multisectorial a nivel local, sub nacional y nacional en las cuencas los ríos Beni y Mamoré”.

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Una de las actividades del proyecto es la elaboración participativa de un plan comunal para la Gestión del Riesgo en base a las vulnerabilidades y capacidades de sus habitantes; una de las actividades resaltadas para esta comunidad es la siembra de cultivos de ciclo corto en terrenos ubicados a mayor altura. José asegura el interés que la población tiene en estos cultivos sobretodo en el arroz y el frejol, pero en contramano señala que aún se encuentran temerosos de lo que sucederá entre diciembre a marzo (tiempo de lluvias y ocurrencia de inundaciones).


José y muchas otras personas de esta comunidad, consideran una opción segura el poder guardar las semillas que obtengan de la próxima cosecha, para poder sembrarlas desde marzo, de este modo no sufrirían nuevamente escases de alimentos: “Ya tenemos las semillas, vamos a sembrar y hasta diciembre vamos a coger las semillas que esta siembra nos dé. Pero vamos a guardar para sembrar otra vez en marzo, por ahí pasa de nuevo, estamos preparándonos para que ya no nos afecte” La resiliencia es un concepto en práctica para Quiquibey, práctica que en el futuro podrá cambiar la historia de comunidades que son afectadas por inundaciones, así lo afirma José Caimani cuando señala su capacidad de adaptación a los efectos adversos de la siguiente forma: “Vamos a aprovechar esta inundación que nos va a dejar la playa lista en el mes de marzo hasta mayo para sembrar frejoles por lo menos para comercializar… nos da playas grandes. Estamos ya empezando a organizarnos y a partirnos las playas, que cada uno siembre su parte, coseche y respete el terreno del otro para que se pueda cosechar para la venta y para asegurar la alimentación”. A pesar de todo el trabajo que aún hay por hacer, José está agradecido con la ayuda que han recibido en la comunidad: “Yo como persona califico muy buena a la ayuda, con las semillas tempraneras, con la yuca, con el arroz, con el maní, hasta con el maíz. A mí me parece muy bien. Estamos muy contentos por esa ayuda que ha llegado… y que nos van a traer. Porque eso teníamos que comprarnos, y eso nosotros económicamente no podemos, estamos en proceso de reconstrucción de la comunidad”.


Este líder comunal asegura que están tomando precauciones para evitar afectaciones y pérdidas en una nueva inundación. Sin duda, lo más preocupante es la posible escases de alimentos durante un evento así: “La prevención que tenemos ahora es quedarnos en la altura. Ojalá, pensamos que va a quedar remanso y no va a desbarrancar más… estamos viviendo en la altura, estamos sembrando en la altura para no quedar como estos 2 años (sin alimentos)”. El proyecto “Incremento de la preparación y resiliencia en comunidades indígenas vulnerables priorizadas y organizaciones, bajo un enfoque multisectorial a nivel local, sub nacional y nacional en las cuencas de los ríos Beni y Mamoré” financiado por el Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea e implementado por el consorcio denominado “Victoria Regia” (en alusión a la especie botánica y resiliente que florece sobre las aguas de pequeñas lagunas de la zona del río Beni); tiene el objetivo de contribuir al desarrollo de capacidades y adopción de estrategias resilientes de comunidades e instituciones locales, para reducir su vulnerabilidad, complementando y fortaleciendo sus capacidades municipales a nivel departamental y nacional.

Por:

Mónica Cuba José Guzman Soluciones Prácticas


Nunca más sufrirá otra inundación

Francisco Chuqui, que cumplió 51 años, siente algunas molestias recurrentes en su espalda baja y en las plantas de sus pies, encallecidas por el alto y continuo transito descalzo a través de su comunidad: Villa Alcira. Francisco no ha dejado su comunidad, como lo hicieran varias otras familias después de las lluvias e inundaciones de 2014; para él, la vida empieza y termina en este territorio Tacana, al cual ha regresado varias veces y que ahora representa como Corregidor. Villa Alcira fue una de las comunidades más afectadas por las inundaciones en el municipio San Buenaventura. Casi la totalidad de la población habitante se ha trasladado a lugares con mayor altura para evitar pérdidas por la potencial amenaza de inundación que vocifera la llegada del Fenómeno de El Niño. El acceso al agua es uno de los principales problemas de esta comunidad que posee un ojo de agua a 20 minutos de la playa, a pocos metros de la nueva casa Chuqui, pero no beneficia a toda la comunidad: “Yo creo que hay que hacer estudios porque el tanque que tenemos es de cuatro metros de declive; pero como la gente, por la inundación, ha tenido que dejar sus anteriores casas


y subir a la altura, ahora son unos 15 m de subida, y eso anteriormente hemos querido manejar con bombas pero eso no ha tenido soluciones porque los motores se arruinaban”, comenta haciendo referencia al obstáculo que se interpone en la distribución del agua ahora: la gravedad. Aunque el construir sus casas en terrenos ubicados a mayor distancia del río y recuperar tecnologías tradicionales como los girados (construirlas sobre tarimas a 50 ó 60 cm del suelo) es una decisión individual, basada en la experiencia y deseo de prevenir situaciones semejantes a las Escuela llena de vividas durante los 40 días y fango noches el año 2014, Villa Alcira tiene otras decisiones predominantes que tomar: “Lo que estamos programando es hacer la nueva escuela hacia arriba pero el problema que tenemos es que no hay agua, el agua es fundamental. El hombre puede vivir sin luz pero sin agua no vive”, asegura, mientras comenta pícaramente, que él y su familia tampoco podrían vivir sin luz pues ya se han acostumbrado a la luz que genera el panel fotovoltaico, que conectado a la batería de litio da energía para 4 focos durante toda la noche. El acceso a Villa Alcira es por vía fluvial, sobre pequeños o medianos botes que recorren una distancia de 40 minutos hacia el municipio de Rurrenabaque, cuyo centro poblado se convierte en el lugar de abastecimiento y venta de productos como pescados, frejol, maní entre otros. Para Francisco, como también para otras familias de Villa Alcira, existen tres fuentes de ingresos primordiales: el Canopy o empresa de turismo comunitario que ofrece la aventura de volar entre los árboles de la comunidad, sujetado por arneses y guiado por un habitante preparado de la comunidad; la agricultura en pequeña escala y la pesca y caza. Francisco ha sido parte de la primera, pero la agricultura y la caza y pesca son el pan de cada día. Si bien los cultivos de ciclo corto (maní, frejol, arroz) para la mayoría de las personas de Villa Alcira se desarrollan en la riberas de la playa, Francisco también ha apostado a los cultivos en altura, donde la yuca, el maní y los frutales comienzan a dar frutos alrededor de su casa. El costo es alto, pues pese a la cercanía al tanque de agua, se debe cargar agua para los cultivos día tras día; sin embargo esta familia no está dispuesta a correr la misma suerte que en el 2014, cuando el agua se llevó todo y el hambre, atacó con furia.


De la inundación

“Volvimos a nuestras casas, sacamos lo que pudimos de lodo y empezamos otra vez a acarrear nuestras cosas. Cuando a los cuatro días, el río otra vez empezó a subir, dije: ‘de aquí no me saca el río, si veo que el agua está corriendo por debajo de mi girado recién voy a escapar – y cuando eran las 4 de la tarde y el río ya estaba pasando el barranco, decidimos irnos’. Empezamos a acarrear las cosas; cuando hicimos el primer viaje y volvimos, ya el agua estaba pasando (el girado), hicimos otro viaje y ya estaba más alto… así que fue rápido. Entonces fue salvar a la familia, llevarlos a lo más alto, acomodarles ahí… y la lluvia que no paraba. Entonces había que tumbar árboles y poner los catres ahí encima y armar sus carpitas de hule, de plástico. Entonces recién podía llevar a los niños. Yo tenía un niño de una semana de nacido y tuve que llevarlo ahí todo mojado [el hijo de Andrea, su hija mayor]… los mosquitos, el barro ahí, todo era insoportable; ¡el frio!... ni como prender fuego: toda la leña estaba mojada, todo el lugar era agua”. Ese día Francisco y su esposa estuvieron trasladando lo indispensable a espacios con mayor altura durante 4 horas, después toda la familia se reunió en su carpa, que durante más de un mes, se convertiría en su hogar provisional. Francisco siguió subiendo y bajando hacia la casa que hacía menos de una semana, había terminado de techar para rescatar la mayor cantidad de cosas posibles; pronto dieron las 11 de la noche y se dio cuenta que ya no podía más: “… ya no aguanté más, el agua que estaba fría y sucia que si te metías te daba picazón; estaba sufriendo con las hormigas y otros bichos que se me subían… Pero así tuvimos que trabajar porque no había otra opción. En otras familias, los hombres no estaban y así que las mujeres solas tenían que acarrear”.


Un nuevo comienzo Francisco y la comunidad a la que representan son parte de tres proyectos importantes implementados por Soluciones Prácticas con el financiamiento de Christian Aid y del Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea (a través del Consorcio Victoria Regia, liderado por FAO). Los tres proyectos se complementan programáticamente para aportar a la resiliencia de este territorio a través de la protección de sus medios de vida (cultivos de circuito corto, viveros de plantas forestales y medicinales, recuperación de tecnología tradicional para el almacenamiento de alimentos y semillas - trojes), planificación comunal para la gestión de riesgos y uso de energía alternativa para el alumbramiento y acceso y distribución de agua. A pesar de todo lo que vivió, Francisco agradece que toda su familia esté a salvo. Hoy el pequeño Gadiel tiene cerca de dos años (quien durante la inundación tenía tan solo una semana de nacido), sus hijas estudian en una escuela en Rurrenabaque y sus hijos le apoyan en el proceso de rehabilitación productiva: “las pérdidas materiales siempre se pueden reponer pero la familia no. Ya podremos recuperarnos con un poco de ayuda a producir lo que teníamos antes, eso sí nunca más volveremos a sufrir otra inundación como sufrimos el año pasado, por eso estamos trabajando”, enfatizó con una sonrisa en el rostro. Por: Mónica Cuba José Guzman Soluciones Prácticas


Roxana una líder resiliente Sobre el río Beni, se alza la comunidad indígena Tacana Altamarani. Durante años la fuerza del agua, en época de inundaciones, ha ido carcomiendo su ribera y territorio, dejando como huella las comisuras en el barranco de 30 metros que la gente usa como peldaños para ingresar y salir de esta comunidad y que los pequeños aprovecha para disminuir el calor promedio de 36 grados sensación térmica que les da una excusa para “chapotear” en el río.

Diecisiete familias habitan esta comunidad aislada tres horas río abajo de San Buenaventura, el municipio paceño al cual pertenece. Como otras comunidades Tacana situadas en la ribera, su población está de cierta forma acostumbrada a las épocas de lluvia, sin embargo la percepción de “normalidad” cambio durante las inundaciones de 2014. Altamarani no sólo sufrió por la escasez de alimentos a causa de suelos anegados y más del 80% de sus cultivos perdidos, sino también por el acceso a agua segura, sin mencionar el aislamiento casi total hasta que el río Beni bajó el caudal que superó los siete metros de altura.


Nolberto Buchapi y Roxana Añez nacieron en Altamarani donde formaron un hogar con 9 hijos, Kevin de tres años es el menor de ellos. Para Roxana a sus 40 años de edad ser mujer en Altamarani es difícil, como lo es en otras comunidades indígenas, está ligado a características estrictamente relacionadas con los roles reproductivos normados culturalmente. “Es difícil para nosotras poder participar en las reuniones porque tenemos que atender al marido y a los hijos, cocinar, lavar”. Hasta el 2015 Roxana y todas las mujeres de Altamarani bajaban diariamente, hasta dos veces por día, al río para bañarse, asear a sus hijos, lavar la ropa y recolectar agua para preparar los alimentos y regar los cultivos: “Esa era nuestra vida, subir ese barranco con la ropa lavada, nuestros bidones de agua y bajo este sol que quema”. El riesgo para quien ha podido presenciar este panorama, está en lograr acceder a la comunidad con este peso encima, sin caer o deslizarse y considerando que la mayoría de ellas repetía esta acción diaria al cuidado de sus hijos, quizás con los más pequeños a cuesta. El 2014 Soluciones Prácticas en alianza con Christian Aid, priorizaron Altamarani como una de las comunidades más vulnerables de la Tierra Comunitaria de Origen Tacana, implementando junto a esta comunidad la Evaluación Participativa de Vulnerabilidades y Capacidades que dio como Resultado un plan comunal para la gestión de riesgos y aumentar la resiliencia de esta comunidad o su capacidad de afrontar, superar, prevenir eventos adversos. El acceso a agua y saneamiento La principal necesidad señalada por Altamarani fue la falta de agua segura, tomando en cuenta no sólo la dificultad en el acceso, sino los efectos en la salud cuando esta es disponible, dada la contaminación del río Beni por los desechos y arrastre de materia de las comunidades ubicadas río arriba. En este punto es necesario mencionar que Altamarani contaba con un tanque elevado para almacenar agua que era bombeada desde un pozo con ayuda de un motor eléctrico que funcionaba con diésel; esto implicaba un costo elevado y difícil de costear permanentemente para la comunidad, no sólo por el precio del combustible sino por la dificultad de conseguirlo en la zona y el costo extra que representa su traslado (más de 50 dólares al mes, lo cual no implicaba un uso continuo). Soluciones Prácticas a partir del Plan comunal y la priorización del acceso al agua propuso la instalación de un sistema de bombeo solar, la comunidad logró la perforación de un pozo de 35 metros de profundidad en el cual se


instaló una bomba sumergible que permite que el agua se acumule en el tanque elevado y desde ahí es distribuido hacia todas las casas. El bombeo es posible gracias a un sistema fotovoltaico constituido por paneles solares conectados a un tablero de control. Por su diseño, características, tiempo de vida útil es una tecnología de gran respuesta ante eventos de emergencia por las que atraviesan las comunidades. “El sistema de bombeo solar, no reclama combustibles (que significa una inversión diaria para su funcionamiento) sino más bien aprovecha energías limpias y renovables como es la solar” (Raúl Barrozo, Soluciones Prácticas). Este sistema beneficia además las actividades productivas y reproductivas (disminuyendo por ejemplo la carga de recolección de agua y el tiempo invertido en todo el proceso) y ha mejorado la salud de la familia disminuyendo las enfermedades estomacales en los niños y niñas de la comunidad. “Ahora ya tenemos agua en nuestras casas, una ducha sencilla pero tenemos” comenta Roxana, quien ha logrado visibilizar a las mujeres y el beneficio de las tecnologías en sus vidas y ha elevado la voz para expresar las necesidades de ella como mujer, de su familia y de su comunidad. “Ahora queremos baños como el de la escuela en nuestras casas” apunta Roxana refiriéndose al módulo de ducha y baños con flujo y descarga conectados a un sistema biodigestor auto-limpiable que “tiene el propósito de brindar solución a la problemática de la disposición y uso inadecuado de los desagües domésticos, así como también de los lodos generados por su tratamiento” (Barrozo). De manera periódica, se realiza el mantenimiento que consta de la extracción por gravedad de los lodos que se encuentran dentro del biodigestor sanitario, estos pueden ser secados a la intemperie y ser dispuestos como abono natural para el enriquecimiento de las tierras de cultivo. La voz y la participación


Roxana siempre ha sentido ciertas inquietudes que nacen en su experiencia de vida “Cuánto me hubiera gustado poder estudiar y ser como ustedes y eso es lo que queremos para nuestros hijos; en la comunidad solo tenemos el nivel primario y de ahí los padres hacemos un esfuerzo para que nuestros hijos continúen con sus estudios, en mi casa les hemos dicho a mis hijas mayores que como padres habíamos cumplido que ya no teníamos más capacidad y ellas han decidido seguir con sus estudios y se han ido de la comunidad a trabajar como empleadas en casas, y vendedoras así con su esfuerzo han salido bachilleres, pero ya no han podido seguir más allá, igual se han quedado a hacer su vida allá, lo mismo ha pasado con los [hijos] mayores”. Esta es una realidad que golpea a muchas de las personas de las comunidades como Altamarani, donde la educación alcanza los niveles básicos y son muy pocas familias las que pueden impulsar los estudios de sus hijos en otras comunidades (con ciclos educativos completos) o en ciudades intermedias como San Buenaventura y Rurrenabaque; esto sin contar con los riesgos a los que se someten, los cuales se potencian en el caso de las niñas/ mujeres jóvenes. Roxana no ha tenido la posibilidad de estudiar pero su inteligencia y valentía, además del apoyo de Nolberto han hecho que ella sea promovida como lider de su comunidad y sea parte de la mesa de dirigentes de su comunidad con voz y participación activa. “Hemos estado pasando talleres con la gente de Soluciones Prácticas y el CIMTA (Consejo Indígena de Mujeres Tacana), hemos hablado de conocer el riesgo y nuestro rol como mujeres para poder prevenir y actuar”. El conocimiento y continua demanda de crecimiento de Roxana ha hecho que ella sea elegida para participar en intercambios bajo temáticas específicas, como por ejemplo los sistemas agroforestales, en el municipio de Palos Blancos (en la comunidad de Tucupi), donde ha visto sistemas productivos agroforestales y ha aprendido sobre su manejo, beneficio y resultados tangibles: “He vuelto a mi comunidad para poner en práctica lo que he aprendido, he hablado con mi comunidad y estamos trabajando juntos, cada uno en sus parcelas. Ojalá todos tuvieran esta oportunidad de salir, así se aprende, yo quiero seguir aprendiendo, queremos en un futuro tecnologías como las que hemos visto”, haciendo referencia a un secador hibrido (de energía solar y eléctrica) que beneficia en el secado del cacao y otros productos de la parcela agroforestal en la comunidad visitada.

Roxana y Nolberto tienen una parcela de una hectárea aproximadamente a 40 minutos caminando desde su comunidad. Ellos con ayuda del equipo técnico de Soluciones Prácticas han trasplantado especies maderables como la mara, frutales (cítricos injertados, banana, cacao nativo –como cultivo principal), plantas medicinales y cultivos de ciclo corto como yuca, frejol, maíz, entre otros; todas ellas con


características tolerantes a las inundaciones. “Hasta que del cacao tendremos otra producción para alimentarnos y para vender en las ferias de Rurrenabaque” afirma con solidez Roxana mientras sostiene orgullosa un machete y señala sus cultivos. “Esta es una ayuda real, los plátanos ya están listos y por allá tenemos tomates y otras plantas que sirven para que las plagas no los ataquen, mi chacra es modelo y la comunidad está trabajando para lograr Buenos resultados” “Nosotros hemos vivido siempre olvidados” interpela Roxana, quien es además la Presidenta de la Organización de Mujeres de esta comunidad, “pero un día llegó Soluciones Prácticas para hablar con la comunidad y decir que ellos y Christian Aid querían trabajar con nosotros”. Nolberto se ríe y murmulla “Al principio no les creíamos, pensamos que iba a ser como antes, hasta que nos hemos puesto a trabajar” los dos asienten con su cabeza. “Ahora sabemos” concluye Roxana. Por: Mónica Cuba Soluciones Prácticas.


La esperanza de Dalia

Dalia Flores Alcázar tiene 33 años y se define como “sanbueneña” (del municipio de San Buenaventura), de sangre y raíces tacanas. Esta joven mujer es Concejala en este municipio donde cría a sus hijos de 12 y 13 años. Su condición de madre soltera no hizo sencillo el trabajo de afrontar las lluvias e inundaciones de 2014. Sin embargo, el apoyo vecinal hizo mucho más llevadera la situación: “Los arroyos se han desbordado, han comido mi terreno. Había noches que no dormí por vigilar la orilla del arroyo, si crecía o no crecía, para sacar a mis hijos rápidamente. Estoy muy agradecida con toda la gente, los vecinos que nos hemos apoyado en ese momento. Y como le digo, quizá me ha quedado como trauma porque he visto casas de mis vecinos que se han ido. Entonces imagínese, han habido días, momentos en que la gente no ha podido sacar ni siquiera una cama, o sea que se quedaron con la ropa del cuerpo”, se le quebranta la voz mientras cuenta lo sucedido. Esta zona se caracteriza por ser una región tropical de transición a la región amazónica de Bolivia, que por su ubicación, se ve fuertemente influenciada por la zona de convergencia intertropical con alta variabilidad climática, lo que trae como consecuencia altas precipitaciones que son características de la zona. “Nosotros aquí vivimos en una región en donde existen muchas infecciones por la humedad, vivimos en un lugar muy húmedo que llega al 80% de humedad, por todas esas cosas… y las lluvias constantes, aquí no hay las estaciones marcadas, tenemos una semana de sol y tres días de lluvia. Así más o menos funciona esto”. El 2014 la capacidad de absorción de suelos fue rebasada; a ello se sumaron las intensas lluvias (más de un mes) y desbordes de ríos y riachuelos dando como resultado una inundación como pocas veces antes habían afrontado.


Cuando ocurrió la emergencia por inundaciones, el principal problema fue la falta de recursos para alimentos, medicina; que a decir de Dalia, se debió básicamente a la ineficiente distribución por falta de coordinación. Dalia ahora se nota más tranquila, expectante y contenta por participar y beneficiarse del proyecto “Incremento de la preparación y resiliencia en comunidades indígenas vulnerables priorizadas y organizaciones, bajo un enfoque multisectorial a nivel local, sub nacional y nacional en las cuencas de los ríos Beni y Mamoré” financiado por el Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea e implementado por el consorcio denominado “Victoria Regia”, en alusión a la especie botánica y resiliente que florece sobre las aguas de pequeñas lagunas de la zona. “Esperamos y pido a Dios no tener que vivir lo que vivimos, el hermano pueblo de Rurrenabaque perdió 11 vidas y la vida no tiene precio… disculpe que me ponga así [su quebranto en ese momento es llanto]; la verdad es que estas inundaciones me han golpeado mucho, mucho, mucho; y no quiero que mi gente en las noches no duerma pensando en el río, pensando en el arroyo, pensando en el desmoronamiento de los cerros. No son tierras firmes, vamos a necesitar mucha ayuda, pero nosotros tenemos la voluntad de trabajar juntamente con el proyecto”, afirmó con decisión y en representación de los habitantes del municipio San Buenaventura. “Para mí es un placer ser parte, participar de este proyecto y programas que traen. A parte, que me estoy enriqueciendo intelectualmente, estoy creciendo humanamente. Soy madre y quizá por eso me preocupa mucho el desarrollo humano, el conocimiento en educación y la seguridad de salud que uno tiene que gozar como niño que hay aquí”. Como Concejala espera no defraudar a su pueblo y hacer una buena gestión, esperanzada con una mejor calidad de vida. Por:

Joselo Guzmán y Mónica Cuba Soluciones Prácticas



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