Revista literaria Túnel de letras - Número 5

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ISSN 2344-813X - Mayo 2015

Revista literaria NĂşmero 5

www.tuneldeletras.com



En esta Edición

Editorial

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Letra y música

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Alma Africana

8

Reseña literaria: Aún no han nacido los bravos de Ayi Kweih Armah

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Como en el cine

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7 novelas imperdibles

16

Personajes

18

Raskolnikov: un crimen y castigo

Para leer

20, 30

Por el túnel de letras

24

Andrés Salgado

Por el túnel del tiempo

33

En el arcén del teatro

34

Por qué- por qué Welles: el cerebro del caos Más rápido que Fregoli Un viaje por el tranvía “Deseo” de Tennessee Williams

Palabras, palabras, palabras Cuentos Con todo el corazón

Ensayo Lecciones de historia contadas desde el cine

35 36 38 40

42

28 32

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Director y editor Ismael Iriarte Ramírez Directora comercial Olga Lucía Iriarte Coordinador editorial Daniel Casas Redactores Mariela Iriarte Ana María Penagos Diana Méndez Parra Luisa Fernanda González Gómez Traducción Claudia Iriarte Arte y diseño Andrés Quijano Producción y distribución Túnel de letras Editores Corrección Cecilia Lara

ISSN 2344-813X Túnel de letras Bogotá - Colombia, 2015 Contacto www.tuneldeletras.com tuneldeletras@gmail.com https://www.facebook.com/Tuneldeletras https://twitter.com/Tuneldeletras

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Editorial Prófugo del paraíso perdido

Generaciones enteras de escritores expatriados luego de la Guerra Civil Española y su consecuente represión política, entre los que se destacan Juan Ramón Jiménez y José Ortega y Gasset, solo por citar algunos nombres, encarnan el sentimiento de los que han sido despojados de su terruño. De la misma forma en la que decenas de autores latinoamericanos ahuyentados por los regímenes autoritarios, escribieron sus mejores páginas alejados de la patria, entre los que sobresale la figura de Julio Cortázar, quien describe el exilio como “una muerte inconcebiblemente horrible, que se sigue viviendo conscientemente”. Aunque probablemente ningún escritor haya trazado un reducto tan hermoso y a la vez siniestro como Jean-Marie Gustave Le Clézio, en su novela La cuarentena, en la que por medio de la voz del joven León y su intento de llegar junto a su hermano y su cuñada a la Isla de Mauricio, se nos presenta una persecución casi obsesiva de los propios orígenes, que se encontrarán en medio de la desesperación y de un puñado de piras ardientes en la Isla de Gabriel.

“¿Por qué hemos tenido que inventar el Edén, vivir sumergido en la nostalgia de un paraíso perdido, para compensar las utopías, proponer un futuro para nosotros?”.

Julio Cortázar

Como ya empieza a hacerse costumbre, las semanas que precedieron a esta edición estuvieron marcadas por un vértigo alucinante, que por fortuna dejó más que pocas horas de sueño y mucho cansancio y que en un giro inesperado me vio embarcado en un viaje que durante años había anhelado, a un lugar fascinante, que solo se puede intentar comprender cuando se recorren sus calles, interminables y mágicas. Un lugar de todos y de nadie, un colosal amasijo de culturas, tradiciones e idiomas en donde conocí el verdadero significado del paraíso perdido. Amada y odiada, esa gigantesca estructura hecha de cemento y sueños, que dista mucho de la noción idílica de una interminable llanura con vegetación exuberante, es el escenario perfecto para descubrir el porqué de la búsqueda de ese lugar íntimo y sagrado que puede encontrarse en los detalles más insospechados, una fotografía, una canción, una receta casera, un leve aroma, o simplemente el calor de un abrazo. Ese anhelado y etéreo Olimpo compuesto por selectivos recuerdos, creencias y quimeras, pero sobre todo por la secreta obligación de reparar el resultado de ancestrales derrotas impuestas por la historia, o por lo que algunos llaman sino, ha nacido de la necesidad de creer en la existencia de un estado mejor, de escapar de la realidad aunque sea en los más recónditos deseos, que ha llevado por siglos a los hombres al lugar común de su búsqueda. Muchos autores nos han hecho añorarlo y soñar con la posibilidad de alcanzarlo, desde el relato bíblico que todos hemos conocido, pasando por el poema genesíaco de John Milton, hasta llegar a nuestros días, en los que el concepto del desarraigo ha perdurado, aunque en cierta medida se ha transformado y hoy es posible apreciarlo, devenido en la idea menos esperanzadora del exilio.

Sin embargo, a pesar de que por momentos este terreno parece ser patrimonio exclusivo de la literatura, otras formas de expresión, en especial la pintura han ahondado en sus profundidades y hoy más allá del venerado Jardín de las delicias de El Bosco, vienen a mi mente las cuidadas formas del Renoir, las impresiones del amanecer de Monet, o las melancólicas escenas de las islas del pacífico de Max Pechstein, que por demás se ajustan a la ortodoxia del concepto. Lo anterior nos recuerda que la belleza, con la relatividad que su mención implica, es en muchas ocasiones el camino más fácil para llegar al lugar pretendido, sin embargo, esta no es una ruta que se revele a dos personas de la misma forma, pues depende de una infinidad de factores ligados a la sensibilidad, a la coyuntura o a las razones que motivan la búsqueda personal. No obstante, queda claro que no es necesario recurrir a tan ilustres nombres para encontrarse en estos codiciados recintos, pues la cotidianidad está llena de ellos y es precisamente en esa capacidad de identificarlos, habitarlos y perderlos en el momento oportuno, para luego volver a hallarlos, en la que radica el encanto del paraíso perdido, en el que después de sortear innumerables bifurcaciones, me encuentro -aunque sea por algunos minutos- al terminar estas líneas, al ritmo de The river of dreams de Billy Joel.

“Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso”. Jorge Luis Borges

Ismael Iriarte Ramírez Director www.ismaeliriarteramirez.com/ tuneldeletras@gmail.com

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Letra y música Street spirit (fade out) – Radiohead Por: Diana Méndez Parra

Con la inminente amenaza de pasar a la historia como un one hit wonder de lujo, Radiohead, la banda originaria de Abingdon, Inglaterra, presentó el 13 de marzo de 1995 su segundo álbum de estudio ‘The bends’, editado por el sello Parlophone con el que no solo logró el objetivo de revalidar el éxito obtenido con Creep, su sencillo debut, lanzado en septiembre de 1992, sino que también cimentó su consagración, dejando como legado lo que puede considerarse como el disco más emotivo de la banda y también como una de las mejores producciones discográficas de la década. Buena parte del suceso del álbum se debe a la profundidad de sus letras, entre las que se destaca la de Street spirit (fade out), quinto sencillo que llegó a las emisoras en enero de 1996 y que a simple vista llama la atención por la inevitable sensación de desesperanza y desapego, que a diferencia de otras canciones de la banda no deja lugar para la luz después de la oscuridad. La razón de la complejidad de esta canción, en cuya melodía se advierte la influencia de la agrupación estadounidense R.E.M., puede atribuirse a su fuente de inspiración, que según el mismo vocalista de Radiohead, Thom Yorke, se encuentra en una especie de trance o experiencia extrasensorial, estrechamente ligada al libro El camino hambriento, del autor nigeriano Ben Okri, lo que le confiere un halo de misticismo y legitima, si se quiere, el desasosiego que se apodera de quien la escucha por primera vez. A pesar de haber vivido su temprana infancia en Inglaterra, Bien Okri logra trasmitir como pocos escritores, el verdadero sentimiento de los pueblos africanos, su forma de ver la vida, sus temores, sus creencias y aquellos etéreos mecanismos de escape ante la realidad, todo esto con una efectiva equiparable a la de la tradición oral del continente.

El Camino sangriento, de 1991, muestra con estilo poético y una belleza casi primitiva, una de las 6

múltiples creencias vigentes en África, la de los ‘abiku’, niños espíritu que incapaces de soportar el sufrimiento, desean volver al plano del más allá, lugar del que provienen, y del que guardan idílicas memorias que se entrelazan con la realidad, tal y como sucede con el hilo del relato, en el que en ocasiones resulta difícil establecer si se trata del presente o de la reminiscencia. La historia se nos presenta a través de un niño espíritu que no quiere regresar al más allá, sino que por el contrario se aferra a la vida, a la propia y a la de sus padres y hermanos, a quienes quiere seguir unido, pero que sin embargo, según reza la creencia podrían verse perturbados si entran en contacto con él.


Letra y música Mediante esta particular narración, Okri representa todo un tratado acerca de la vida y la muerte, un acercamiento a la violencia, la corrupción y la injusticia presentes en buena parte del continente africano, que justifican la existencia del anhelo irrefrenable de regresar a un lugar y una época difícilmente identificables, pero que en buena medida forma parte de la existencia de millones de personas que conviven con situaciones, difíciles siquiera de imaginar en muchos lugares de occidente, donde este tipo de relatos se acercan más a la ficción. Todo esta carga emocional, cultural e histórica está presente en Street spirit (fade out), lo que la reviste de una fuerza milenaria e inexplicable, que en muchas ocasiones resulta difícil de interpretar, pero que con cada reproducción va anidando en la mente y en el espíritu, convirtiéndose en un mensaje cada vez más inteligible, aunque no propiamente para la razón.

Street spirit (fade out) – Radiohead Rows of houses all bearing down on me i can feel their blue hands touching me all these things in all positions all these things will one day take control and fade out again and fade out this machine will will not communicate these thoughts and the strain i am under be a world child form a circle before we all go under and fade out again and fade out again Cracked eggs dead birds scream as they fight for life i can feel death can see it’s beady eyes all these things into frution all these things we’ll one day swallow whole and fade out again and fade out again.

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Alma africana Por: Ismael Iriarte Ramírez La visión general del continente africano no pasa de ser un compendio de estereotipos y superficialidades en las que se repiten hasta la saciedad calificativos como exótico, enigmático, salvaje o peligroso y de los que no escapa ni siquiera la literatura. Por lo que no es extraño encontrarse con obras en las que se aborda la cotidianidad de África con una mirada pueril o tendenciosa y en todo caso limitada, con la que los lectores no consiguen aproximarse a la realidad. Por esta razón y con el objetivo de acercarnos con mayor precisión al tema que nos ocupa, hemos seleccionado tres autores europeos, cuya vida y obra ha sido marcada, por su estancia en África y cuyos puntos de vista completamente distintos condesamos en las líneas que se presentan a continuación.

Jean-Marie Gustave Le Clézio: en busca del paraíso perdido El pasado es en muchas ocasiones el refugio al que recurrimos en momentos apremiantes, en los que desearíamos retornar a las situaciones en las que nos sentimos felices, seguros, o al menos habituados y que son el material del que están hechos los recuerdos que atesoramos. Y es precisamente en medio de la persecución de ese particular sancto sanctorum, que se desarrolla buena parte de la obra de Jean-Marie Gustave Le Clézio. Pero es sin dudas en El africano, corto e íntimo relato familiar, en el que encontramos las coordenadas de lo que en algún tiempo fue el escenario más natural para el autor francés, trasplantado a los ocho años a la lejana Ogoja, en Nigeria, en donde vivió lo suficiente no solo para considerarse más nativo que cualquiera, sino también para convertirse en extraño indescifrable en su Francia natal. Pero las razones de estas añoranzas van más allá de un exuberante paisaje, o de una inexistente prosperidad, pues por el contrario la aventura africana representó para Le Clézio una crianza llena de privaciones y limitaciones y un ambiente hostil, en el que más que los moradores, la naturaleza parecía reaccionar con vehemencia ante la presencia de los extraños.

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Sin embargo, aquellas interminables praderas fueron también el lugar perfecto para dar rienda suelta a una libertad total, salvaje, animal; impensada en otras latitudes y posible en Nigeria, a pesar del reencuentro con el implacable régimen de su padre, el recio médico blanco, africano por vocación y necesidad, cuya vida en occidente fue convirtiéndose en un recuerdo borroso, incluso durante sus últimos días, en los que obligado a regresar a casa, trató de mantener sus costumbres aborígenes, para hacer su ‘destierro’ más llevadero.

“He pensado que habría sucedido de otra manera si nos hubiéramos quedado en Ogoja, si nos hubiéramos vuelto semejantes a los africanos. Habría aprendido a percibir, a sentir. Como los chicos del pueblo habría aprendido a hablar con los seres vivos, a ver lo que había de divino en los termes…”. Con esta nostálgica cita nos acercamos a las razones intangibles e insondables de Le Clézio, para querer permanecer en aquel lugar extraño y en ocasiones brutal, al tiempo que el mismo autor se acerca a su historia particular, a la de su padre, el ‘africano’ A esas mismas razones, sumadas a un espíritu aventurero, que también podría considerarse como una incansable búsqueda trascendental, podríamos atribuir la vocación nómada de Jean-Marie Gustave Le Clézio, que lo ha llevado a recorrer algunos de los lugares más recónditos del mundo y que ha dotado a su obra –lejos del desarraigo que podría esperarse– de una belleza y espiritualidad, que tal y como los declaró la Academia Sueca“… Se desplaza cada vez más hacia una exploración del mundo de la infancia y de la propia historia familiar”.

Doris Lessing: acción y reacción Los casi 25 años que la Nobel británica Doris Lessing permaneció en Rodesia del Sur, actual Zimbabue, incluyendo la mayor parte de su infancia y su adolescencia, fueron determinantes no solo para su legado literario, sino también para definir su forma de afrontar la vida. Uno y otro aspecto se entrelazan a lo largo de miles de páginas que dan testimonio, por ejemplo, de su adhesión a corrientes comunistas y feministas y su compromiso con causas que la llevaron no solo a denunciar, sino a luchar abiertamente contra la discriminación, la segregación y el imperialismo de occidente.


A pesar de su origen en el seno de una familia ceñida al modelo colonialista británico, en el que el distanciamiento entre blancos y nativos era mucho más que geográfico, Doris Lessing da buena cuenta por igual de las dos perspectivas, por lo que resulta posible encontrar en obras paradigmáticas como Relatos africanos, algunas de las sensaciones y posiciones más intimas de los colonos frente a un entorno desechado y rechazado en un principio, pero en esencia imposible de entender, ni siquiera en sus implicaciones más simples. De esta forma es posible apreciar en relatos como El viejo jefe Mshlanga, o La brujería no se vende, situaciones en las que los blancos permanecen impermeables, frente a las expectativas y necesidades de los aborígenes, a quienes por una cuestión que los supera, en muchas ocasiones solo pueden ver como una fuerza productiva descomunal, pero inconstante y en no pocas ocasiones como una masa homogénea, a la que es necesario controlar a como dé lugar, dejándose entrever, sin embargo, la dimensión mística y trascendental de los sometidos, quienes, a pesar de esa circunstancia, conservan una dignidad conferida por siglos de historia y por la consuetudinaria propiedad sobre una tierra, que se convierte en el principal objeto de expolio. No todos los ‘invasores’ pueden clasificarse dentro de esa categoría, pues también se encuentran quienes inmersos en el entorno que los rodea, se comprometen con la causa de los que empiezan a considerar como sus semejantes, aunque en muchas ocasiones no sean capaces de entenderlos, tal es el caso del relatos como el El pequeño Tembi, en el que afecto del joven protagonista por su protectora Jane McCluster, se vuelve enfermizo e incompresible, incluso para el más avezado lector. También los hay que se ajustan a las costumbres de los aldeanos y se involucran con ellos en sus más arraigadas tradiciones, como el protagonista de Historia del hombre que nunca se casaba. No obstante, el lugar preponderante en estas historias lo ocupa la voz de los expoliados, que observan a su contraparte con una mezcla de sensaciones y se debaten entre el miedo, el odio, e incluso la admiración, más que por las personas, por sus posesiones, concepto inexistente en algunas aldeas, pero que trae consigo un destello que logra deslumbrar a quienes apenas se acercan con timidez a él. El brillo de la ropa, el dinero, los modales refinados, pero también de la codicia, la violencia y otros vicios a los que eran ajenos, los consume, causando en ellos un impacto tan devastador como el que produce el violento rechazo del suelo africano al estímulo occidental, reflejo de una cultura que se empeña en sobrevivir a pesar de la adversidad. Muestra de esto es el impresionante relato de Hambre, que narra la historia de un joven africano que movido por su apetito voraz frente al mundo, se interna en las profundidades de la miseria y la degradación de las ciudades construidas a imagen y semejanza de las europeas, para encontrar finalmente la redención en ese averno personal.

Joseph Conrad: un grito en las tinieblas Calificar a El corazón de las tinieblas como una novela racista y deshumanizante es una forma válida de afrontar esta obra de Joseph Conrad, tentación en la que incluso han caído personajes como Chinua Achebe, uno de los más grandes escritores africanos de todos tiempos, que esgrime este argumento en su ensayo Una imagen de África: racismo en “El corazón de las tinieblas” de Conrad. Sin embargo, más allá de esta resistencia por parte de algunos sectores, la sensación general que deja esta novela corta o relato largo, es que la crudeza de la prosa castiga por igual a naturales y colonizadores, mostrando desde una aparente óptica descuidada, el horror con el que Marlow, su protagonista, relata su exploración por el Río Congo, en busca de su compañero Kurtz, legendario miembro de la compañía de exportación de marfil. Lo que es interpretado por lo general, como una representación de la travesía vivida por el mismo autor, durante sus años como marinero, en un recorrido por el continente, menos prolongado que el de otros autores, pero igualmente decisivo. La autocrítica es tal vez uno de los mayores aportes de El corazón de las tinieblas, especialmente, teniendo en cuenta la época de su publicación, a finales del siglo XIX, en plena decadencia del Imperio Británico, en la que la denuncia de los abusos y desmanes cometidos por el afán imperialista europeo en África, a través de la voz de Marlow, se hizo eco en occidente, dejando al descubierto no solo los atropellos contra la población nativa, sino también el abuso y constante enfrentamiento contra la misma naturaleza. Esa ambición desmesurada, disfrazada de cruzada civilizadora, fue la misma que llevó a muchos colonizadores representados por Kurtz, a pisotear tradiciones y creencias, para imponer unas sobrevaloradas maneras europeas, en virtud de su supuesta supremacía moral. Quedan en evidencia también el miedo y los cambios irreparables que operaban en los exploradores que se internaban en las temidas tinieblas, ambiciosa empresa cuya recompensa era a menudo una muerte dolorosa y anónima en una tierra extraña, o la irremediable locura, ese mismo desvarío que llevó a Kustz, brutal e insaciable cazador de marfil, a autoproclamarse como una especie de deidad en medio de los indígenas de la selva, en lo que constituye un digno final, no solo para la encumbrada obra de Conrad, sino también para esta aproximación a un mundo que probablemente nunca conoceremos en toda su extensión.

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Reseña literaria: Aún no han nacido los bravos de Ayi Kweih Armah Por: Nuno Cobre http://www.laspalmerasmienten.com/

¿Cuándo se jodió Ghana? The Beautyful ones are not yet born es una novela que cuenta la vida de un oficinista de una estación de trenes en Ghana, desencantado con la vida y el curso de los acontecimientos en su país. El anónimo protagonista, denominado ‘el hombre’ (‘the man’, como siempre se refiere a él Armah) se siente muy sólo, incomprendido y cada vez le resulta más difícil vivir en su propia tierra, en su propio continente. Presionado por sus ambiciosas mujer y suegra, que no entienden como el hombre se niega a aceptar una oferta corrupta relacionada con el sector de la madera (ya que ellas aspiran a entrar en el sistema y hacerse ricas por la vía rápida) el hombre vive sin ganas, amparándose en paseos y en su prácticamente único amigo: Teacher. Teacher es un hombre que anda desnudo en su casa y que abandonó la sociedad hace tiempo para refugiarse en la lectura, la contemplación y la bohemia. Teacher hace reflexiones brillantes sobre la vida, sin embargo, según él mismo, sigue sin ser feliz. Se siente atrapado.

Fotógrafo: Stig Nygaard - www.everystockphoto.com

El hombre vive agobiado en un ambiente corrupto que encuentra su expresión más cercana en Koomson, un antiguo compañero de colegio que “ha entrado por el aro” y ha obtenido el puesto de ministro en el Gobier-

no de Nkrumah, un Gobierno que en teoría debe tener un cariz socialista, pero en la práctica resulta ser más de lo mismo. Koomson, al igual que todos los corruptos (porque el que no roba es estúpido en Ghana y en África) es el ejemplo a seguir por parte de Oyo, la mujer del hombre, y de su suegra, que insisten en que el hombre debe hacer uso de todos los medios tanto lícitos como ilícitos para enriquecerse y convertirse en alguien importante. Teacher llegará a decirle al man sobre Oyo, “tendrás que dejarla para disfrutar su propia pena. A no ser que estés dispuesto a destrozarte para alimentar sus deseos”. Sigue la presión corrupta, pero el hombre se niega a capitular. A pesar de que dicha negativa le produzca un dolor profundo y hasta un remordimiento de conciencia combinado con una confusión de valores que le susurran al oído que en realidad, lo que es incorrecto es no robar. Lo cierto es que the man se siente fatal por tomar este tipo de decisiones “honradas” que contradicen la tónica general que aplaude al corrupto. La corrupción está tan presente en la sociedad, que incluso si se quiere perseguir al corrupto para dar imagen de honestidad pública, serán los propios corruptos los que organicen las comisiones de investigación y este tipo de estructuras ‘transparentes’ para salvarse a sí mismos. Muy duro por tanto vivir en un país y en un continente donde la mayoría aspira a vivir como los hasta hace nada dominadores (o verdugos, según se mire) blancos. Y es que según el narrador, lo que sentían los ghaneses por el hombre blanco, no era odio, ganas de revancha o sentimientos por el estilo, sino lo que sentía el ghanés por el blanco era en realidad amor. El hombre negro ama al hombre blanco (que sigue mandando mucho) cuando la verdad es que (según el narrador) las soluciones para un hombre negro, sólo pueden venir del mismo hombre negro. Por otro lado, no acaba de aclararse del todo, pero parece evidente que la mayoría de los acontecimientos de la novela transcurren durante el Gobierno y caída de Nkrumah, y en plena euforia africana independentista de los años sesenta, recién liberada del yugo blanco y colonialista. El mismo hombre caerá alguna vez en la ola ilusionante que se expande por el continente y por Ghana, llegando a asistir a algún mitin que otro y hasta se pondrá a jalear al líder. Pero la decepción, la desilusión, no tardan en aparecer, lo que justifica los decaídos pensamientos del hombre, anclado en el pesimismo más absoluto. No hay solución, no hay esperanza, todo está perdido. Ghana, África, maldecida por unos


líderes desastrosos, pierde una oportunidad tras otra para salir del eterno bache y aprovechar sus recursos de una vez por todas. Toda esperanza acaba desvaneciéndose. Y este discurso melancólico, esta tristeza, marca la línea de la novela. Esta frustración no es solo vivida por el hombre, sino también por unos amigos que se refugian con él en la marihuana y en la bohemia para evadirse de una realidad que les pesa demasiado.

baños llenos de suciedad, túneles llenos de basuras y demás estiércol. El hombre ayuda a Koomson posiblemente por su espíritu leal y su fondo bueno. The man por tanto, consigue llevar al político a un barco con el que huye a Adbijan, mientras que él se queda en una playa ghanesa.

Robar o no robar Respecto al título de la novela, no sería descabellado afirmar que éste, a pesar de la desilusión reinante, tiene un carácter mesiánico y esperanzador: “The Beatyful ones are not yet born”, es decir, lo mejor está aún por llegar. Por cierto, ¿por qué Beautyful y no beautiful? Todo parece indicar de que se trata de un desliz ortográfico en inglés, no muy infrecuente en África. De hecho en Ghana se habla principalmente el Twi, y el inglés no es tan fluido como cabría esperar. Siguiendo con la “esperanza”, podemos decir que al final el hombre, la honradez, “gana”. En efecto, en cierta manera, el hombre ha ganado siendo fiel a sus principios: la vida sigue para él, mientras que muchos corruptos y ambiciosos acaban mal.

Fotógrafo: Stig Nygaard - www.everystockphoto.com

Se habla también de la guerra, guerras que parecen referirse a las disputas colonialistas entre Ghana y el Reino Unido. Concretamente hubo cuatro guerras entre los Ashanti y el Imperio británico entre 1824 y 1901, un cariz fragmentario que se da a lo largo de toda la novela, la cual navega en la dispersión con frecuencia y a veces hasta en un cierto surrealismo. De cualquier forma, parece claro que la novela defiende la tesis de que el pasado bélico ha creado una sociedad desestructurada y desvertebrada, a la que le cuesta demasiado salir adelante. No obstante, no todo son malas noticias. Como suele ocurrir en muchos países africanos, los puestos políticos y el poder son demasiado volubles y Koomson acaba siendo víctima de un golpe de Estado recibido por el Gobierno de Nkrumah. De pronto Koomson no sólo es un ciudadano más, sino que además se convierte en objetivo de los golpistas. Hundido, el ex ministro se refugia en casa del hombre y su mujer que lo acogen por conmiseración hasta el punto de que the man lo ayuda a escapar patéticamente, a través de

Hemos dicho por otro lado que Koomson huye de Ghana en un barco. Pues bien, este barco precisamente es idealizado (corrupción mediante) por Oyo y su madre. Así, Koomson les promete la posesión de la nave y el disfrute de una tripulación a su servicio. Pero la realidad camina por otra senda y las ingenuas mujeres nunca llegan a pisar el barco, lo que les produce una gran decepción, un choque virulento con la realidad. A pesar de la frustración, la cuñada del hombre nunca le perdonará a éste que sea como es, pero su mujer Oyo, parece recapacitar y finalmente se siente contenta y orgullosa por la forma de ser de su marido, al que ama. Esta unión final acaba justificando un matrimonio que a lo largo de la historia va pareciendo cada vez más insostenible debido al contraste de personalidad e intereses de sus protagonistas. Pero en el fondo se quieren y eso es lo que importa y esta verdad es superior al hecho de que “las teorías humanistas” se acaban imponiendo al materialismo de Oyo. Y eso que la novela acaba con un golpe de estado al decepcionante Gobierno socialista de Nkrumah (muy criticado en la novela). El hombre por supuesto, no apoya a los golpistas a diferencia de la mayoría de sus compatriotas que cambian de chaqueta automáticamente. Al final el hombre comprenderá que nunca encontrará las respuestas a sus dudas, dudas políticas, filosóficas, existencialistas, surrealistas, etc. Ni


Teacher ni nadie le sacarán de la incertidumbre. Esa debe ser la vida. Con ese pensamiento se dirige de nuevo a su casa, a seguir viviendo. Durante el camino de regreso, se cruza con un camión, cuyo chófer le saluda, un segundo después alcanza a ver la parte trasera del vehículo que aparece pintada por una leyenda que reza, The Beautyful ones are not yet born. Desde mi punto de vista, éste es ese tipo de novelas que con el tiempo te acaban gustando más que cuando las lees. En efecto, a pesar de la inteligencia de la pluma de Ayi Kwei Armah, su profundidad, su sensibilidad casi proustiana, su tacto y su capacidad para activar los cinco sentidos, el escritor ghanés acaba pecando de un ritmo predominantemente lento (tan solo la parte del golpe de estado se cuenta de manera dinámica) cansino, con un exceso descriptivo acompañado por una música pesimista que llega en determinados momentos a desesperar. Creo que el libro también resulta lento en muchos tramos del mismo porque el autor se centra casi únicamente en el protagonista y muchas veces en sus un tanto repetitivos paseos, lo que llega a lentificar la narración de manera significativa. Es un libro que puede considerarse también como muy ‘bello’, introspectivo y sumamente honrado. Sale de las tripas. Además, esta novela refleja y desnuda muy bien la mentalidad africana y la situación en el continente africano, especialmente en Ghana. Una mentalidad que acoge a la corrupción como algo prácticamente inherente a la cultura popular, un camino casi lícito para llegar al estatus donde la mayoría quiere llegar: millonario o poderoso. Sólo una minoría de honrados se niega a transigir con la corrupción y la falta de valores, pero a costa de vivir en la tristeza y el desencanto, sin prejuicio además de verse tentados constantemente por la eterna cuestión: “robar o no robar”. La corrupción está tan presente, que a veces la gente no roba, no porque lo consideren algo malo, sino porque no tienen el carácter para hacerlo, con lo cual son considerados hasta cobardes. Se llega a decir en la novela refiriéndose al propio hombre, “¿Cómo era posible para un hombre controlarse a sí mismo, cuando la admiración del mundo, el orgullo de su familia y de su secreta felicidad, al menos por un momento, todo lo que le pedían era que perdiese el control sobre sí mismo y se comportarse como alguien que no era y que nunca sería?”. Pero a pesar de todo, el hombre seguía sin picar. Y es que se dice también, “no eran

las cosas en sí mismas, sino la forma de conseguirlas, lo que creaba mucha confusión en el alma”.

Muchas cosas tienen que cambiar todavía Nos cuenta también esta novela como se vinieron abajo la mayoría de los sueños utópicos y liberadores de la África recién independizada de los años 60. Como todos aquellos sueños revolucionarios quedaron prácticamente en nada, incluidas las revoluciones lideradas por Fidel Castro y Mao Tse-Tung; una nada a la que contribuyeron partidos auto proclamados socialistas, lo que producía más decepción si cabe. A Nkrumah, también conocido como Osagyefo, “el redentor” y hoy en día considerado héroe de Ghana y admirado en el mundo entero, el narrador lo considera también como parte del sistema corrupto (“Nkrumah y sus fat men”) fenómeno que suele ocurrir cuando uno vive muy cerca del ídolo a nivel internacional pero que no es profeta en su tierra. Nkrumah acaba siendo víctima de un golpe de estado, que para ser exactos, ocurrió en Febrero de 1966 cuando se encontraba de gira por el norte de Vietnam y en China. Su Gobierno fue derrocado por Emmanuel Kwasi Kotoka y su National Liberation Council. Los rumores apuntan a que la CIA estaba detrás de este golpe, pero nunca se llegó a aclarar del todo. Recordando los aspectos técnicos de la novela, se trata de un libro que posee unos tramos muchas veces difíciles de seguir, con párrafos muy filosóficos o existencialistas, pareciendo que el escritor a veces escribe sólo para sí mismo. Los personajes de la novela si están bien construidos, reconocibles: se palpa nítidamente al trepa de Koomson (a pesar de que en el colegio no era inteligente, “mierda, de hecho era estúpido”, dirá el hombre) al sabio bohemio Teacher, a las aspirantes a nuevas ricas de Oyo y su madre, etc. Se distingue diáfanamente también al personaje principal, sólo ante la avalancha materialista. No obstante, aunque los personajes están logrados, costaba reconocer en diferentes partes de la novela a quien se refería el autor, debido a los vaivenes que sufría el sujeto. En cuanto a los diálogos, poseen un altísimo nivel, a pesar de que llegan a ser en determinados momentos un tanto cinematográficos. Destacaría también la gran imaginación de Kwei Armah, alimentada por un innegable talento que le permite explotar y jugar con el


nocido en el Rito Romano. La Passion Week viene a ser la Semana Santa y enmarca parte de los acontecimientos que se desarrollan en la novela. Kwei Armah por otro lado, plantea varias cuestiones dialécticas. Una es la del hombre negro frente al hombre blanco (representado principalmente por el inglés, ‘invasor’ de Ghana) división que por otro lado como hemos dicho está bañada por una velada admiración por parte del negro hacia el blanco, ya que aspira a vivir como él. Así, Koomson y otros nuevos ricos, se dirigen a los sirvientes en un inglés ‘blanco’ que resulta claramente superficial. El narrador detesta profundamente estas voces engoladas y toda esta falsedad, ya que demuestran que el hombre negro no sólo sigue amando al blanco, sino que además lo sigue adulando. En definitiva, no se supera la época de los ‘yessir-men’, lo que en un momento dado hace preguntarse al narrador, “¿Por cuánto tiempo África será maldecida con estos líderes?”.

mundo ininteligible y de las pequeñas cosas con una facilidad asombrosa. El autor también se permite varias filigranas como cambiar el punto de vista del narrador de tercera a primera persona, para luego retomar la primera y otros trucos como dar por muerto a Teacher y resucitarlo virtualmente más tarde, aunque también puede considerarse como parte del marco fragmentario que el autor establece en esta novela. Respecto a los hilos conductores, Kwei utiliza varios como el bote, del cual ya se dicho que aúna significados relacionados con la riqueza, el poder y la corrupción. Se utiliza también la ‘hierba’ como un importante hilo conductor. Massa y sus amigos bohemios (una especie de ‘generación perdida’) fuman hierba para relajarse y olvidar. Otro conector importante viene a ser la ‘passion week’ o semana de pasión que en Ghana tiene una gran importancia. La ‘passion week’, es el nombre de la semana que empieza el Domingo de Pasión, quinto Domingo de Cuaresma como fue reco-

Pero la dialéctica más importante, es la que distingue a los ‘loved ones’ del resto, a los que el narrador denomina a veces los ‘beloved ones’. Lo que Kewi Armah nos viene a decir, es que la mayoría de los frívolos que habitan Ghana y que aspiran a enriquecerse en el menor tiempo posible, son los que viven tranquilos, sin grandes dolores de cabeza. Éstos son “los amados” por la vida, se puede entender. La novela viene a insinuarnos de que la existencia de éstos es necesaria para que los políticos se justifiquen a si mismos. Y luego tenemos a la minoría desafectada, honrada si se quiere, desesperada, a la que a veces también se conoce como los ‘beloved ones’, que son también los ‘amados’, pero al parecer, por un Dios diferente. En definitiva, The Beautyful ones are not yet born nos obliga a plantearnos el papel de Ghana y de África en el mundo, cuyo estatus después de más de cuarenta años de haberse escrito el libro, sigue siendo muy similar al de entonces. Sin duda, muchas cosas tienen que cambiar todavía.


Como en el cine Apocalypse Now Por: Luisa Fernanda González Gómez

“Aullaban, saltaban, giraban, hacían muecas horribles; pero lo que en verdad estremecía al pensamiento era la idea de que poseían una humanidad, idéntica a la propia, la idea del remoto parentesco con su salvajismo”. Joseph Conrad

La guerra es uno de los escenarios que desde siempre ha puesto a prueba la voluntad de los hombres, las guerras civiles están diseñadas para desintegrar la sociedad y la cultura del enemigo y se dirigen contra partes de la población civil, con el objeto de tratar de aniquilar su identidad y desproveerla de los recursos sociales y de orden común que atañen a los grupos en conflicto. Parte de esta población acaba padeciendo un trauma psicosocial que desemboca en la concreción de relaciones sociales aberrantes. La visión presentada por Conrad en El corazón de las tinieblas recrea su propia visión de una experiencia que lo marcó para siempre, mientras conocía el oscuro mundo de las colonias europeas en El Congo, país al que fue enviado como capitán de un barco , los horrores de las prácticas inhumanas que se llevaban a cabo por parte de los colonos y así mismo por parte de los nativos africanos; a su vez vio también cómo las enfermedades se apoderaban de los hombres mientras padecían los horrores del dolor y el sufrimiento. Lo oscuro develado como lo desconocido es para el escritor polaco la descripción de todo aquello que contrasta con lo que conocía, con las percepciones morales y éticas que tiene sobe el mundo y esto lo lleva a descubrir lo más intrincado del acontecer de la guerra. La humanidad de sus personajes se desdibuja con el avance de la historia, y las nociones de locura y cordura se ven atravesadas por los sesgos culturales que interfieren entre lo que se considera bueno y malo. El corazón de las tinieblas sigue un viaje al interior de África en busca de marfil, este recorrido escabroso obliga a los personajes a develar lo peor de sí mismos una vez que comienza a llevarlos al límite. En un buque llamado Nellie tres hombres escu14

chan al marinero británico Charlie Marlow, contar su viaje a África como miembro de la compañía. En el camino presencia la brutalidad y el odio entre los colonizadores y los aborígenes africanos, se involucra en una lucha de poder dentro de la compañía, y por fin aprende la verdad sobre el misterioso Kurtz, un agente loco que se ha hecho tanto un dios como un preso de los aborígenes. En 1902, año en el que se publicó esta novela, se habían completado 17 años de la conferencia de Berlín en la que los países europeos se habían repartido el continente africano. Para ese entonces, los colonos europeos habían hecho la toma de las principales fuentes de explotación de materias primas y rutas comerciales de África, esto suscitó encuentros violentos entre los colonos y los nativos, lo que hizo que el objetivo humanizador de las colonias británicas principalmente perdiera su credibilidad. ¿En qué momento el enemigo pierde su valor como ser humano, para ser considerado un animal


Como en el cine o un ser inferior? ¿Es acaso más fácil acabar con el enemigo cuando no se ve como un igual? Conrad presenta los nativos africanos como seres inferiores en capacidades cognitivas, primitivos en todas sus formas y sin la capacidad de generar experiencias culturales. Es así como se considera que un ser mentalmente disfuncional como Kurtz puede llegar a ser venerado. En este sentido, se presentan los personajes de una de las producciones cinematográficas más destacadas del director norteamericano Francis Coppola, Apocalypse Now en 1979. Saltar de las crueldades de la guerra colonial de África a la espesa atmósfera asiática, es una de las adaptaciones que Coppola propone en esta película, donde devela el lado más cruel de sus personajes durante la guerra de Vietnam y donde el Capitán Willard tiene como misión asesinar al Coronel Kurtz, quien es ahora el líder de un grupo de nativos que lo sigue e idolatra. Este recorrido no es menos penoso que el que describe Conrad, sin embargo, en la búsqueda de su objetivo el Capitán Willard quien es interpretado por Martin Sheen, se ve deteriorado debido a las inclementes condiciones del ambiente, las enfermedades y la condición psicológica del pelotón. Esto sugiere en ambos casos que el ambiente y la inclemencia de la naturaleza intervienen de forma directa en el cambio de comportamiento de los personajes, lo que permite que se traspasen las fronteras de lo que se considera correcto para los personajes. El recorrido de Willard, extrapola la facilidad con la que el ser humano puede dejarse corromper por los factores que enfrenta a diario, no porque fuese desde siempre un adalid de la moral, sino porque la ansiedad de ser el vaquero mejor preparado para la contienda lo cegó cuando necesitaba ver las implicaciones reales de la guerra en la que los Estados Unidos fueron humillados, aún con su experiencia bélica alrededor del mundo. Kurtz por su parte, interpretado por Marlon Brando, está simplemente loco. Río arriba en la frontera con Camboya se encuentra rodeado de nativos que lo veneran y protegen, mientras él desarrolla su propia visión de la guerra. Esa guerra que no mira

nombres, género, edad, nacionalidad, ni credo, es la que se desenvuelve en el infierno que viven los personajes de Coppola. El uso de elementos musicales como La cabalgata de las Valkirias de Wagner, es uno de los elementos que conllevan a pensar en la fuerza de la guerra y esa colección de guerreros que fueron quedando en el camino. Con toda la fuerza de Wagner se presenta la escena en la que los helicópteros arrasan con toda una aldea vietnamita, llena de mujeres y niños. La guerra por hacer la guerra. Conrad y Coppola presentan el enemigo no como un grupo de seres humanos, sino como una fuerza mucho más grande que los considerados civilizados o héroes en ambas historias. Para Conrad los africanos no solo eran un algo con lo que la colonia británica se enfrentaba a diario por poder y control; de esta manera Coppola presenta los nativos vietnamitas como un grupo de seres invisibles mimetizados con la selva. La reflexión que se presenta tanto en Apolcalypse Now como en El Corazón de las Tinieblas acerca de la relación de la naturaleza y el ser humano, como un individuo, dada también en el reconocimiento del otro, plantea una discusión más avezada en términos del deber ser de todo conflicto de intereses en el que esté como protagonista la guerra. Con el uso de primero planos en los que no se da espacio para respirar, Coppola propone espacios de angustia y tensión de sus personajes, mientras que despliega una masiva muestra de ataques al enemigo, entendido como todo aquel que no fuera parte del bando del héroe. ¿El final? Coppola planteó un inicial, con el que tuvo problemas conceptuales inicialmente mientras volaba en mil pedazos el campamento de Kurtz, sin embargo, en un final alternativo, decidió simplemente concluir su narración con un fondo negro, sin que se diera espacio a interpretaciones de una posible continuación de la historia. Finalmente como lo diría Kurtz en la versión de Conrad mientras pronunciaba sus últimas palabras “el horror, el horror”. 15


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Personajes Raskolnikov: un crimen y castigo Por: Daniel Casas Vargas

“Los hombres se dividen en comunes y extraordinarios”, así lo cree atado a una fuerte convicción el joven estudiante de Derecho, que responde al nombre de Rodion Romanovich Raskolnikov, en cuya mente brillante encierra la virtud intelectual de entender la justicia no solo como un asunto que corresponde a las autoridades hacer, sino que en ocasiones se convierte en un deber moral al que ciertos individuos tienen que atender como un llamado del destino propio que les ha facultado para ejercerla por sus propios medios, si de ello depende alcanzar un bien para la sociedad. ‘Rodia’, como le llaman su madre, Pulkeria Alexandrovna; Duniechka, su hermana; y su incondicional amigo Razumijin, cuenta con veintitrés años de edad y una promisoria carrera que ve truncada en el escenario de una Rusia portentosa ante los ojos del mundo y miserable por dentro -es la madre Rusia- venerada pero también temida por el pueblo, donde personas como Raskolnikov sufren los embates de la pobreza y la falta de medios materiales para conseguir culminar sus estudios, al punto que el hambre agobia y la pérdida de un techo en una pensión de mala muerte de San Petersburgo es inminente para el estudiante, al que hasta entonces le eran costeados la educación y el alquiler de una habitación, sin dejar de lado que este suplía algunos de sus gastos dando lecciones particulares, en virtud de la ilustración y talento de los que era dueño. No obstante la desgracia parecía consumarse con la ruina de una familia modesta pero abnegada, que aún a la distancia mantiene lazos muy estrechos de afecto y solidaridad, donde Pulkeria agota las posibilidades de enviar dinero a su hijo, por el apremio de las deudas sin pagar y ‘Dunia’ o Duniechka pierde su trabajo como criada en casa de Marfa Petrovna, una mujer mayor, rica, casada 18

con un hombre inescrupuloso que contrajo nupcias por la fortuna de esta, quien está perdidamente enamorado de ‘Dunia’, e intenta seducirla sin éxito por el rechazo de la joven, de ahí que cuando es sorprendido por Marfa en una escena que le compromete, transfiera la culpa a ‘Dunia’ y la patrona termine por despedir a su empleada, no sin antes avergonzarla y humillarla ante una sociedad tan inquisidora como la de aquél tiempo. La indigencia acecha la ya precaria existencia de ‘Rodia’, cuando se queda sin dinero para abonar al pago de los meses de renta que adeuda por concepto de la pocilga donde vive, nadie le contrata para dar clases con motivo de la suspensión que le ha decretado la facultad a raíz de haber tomado parte en un meeting estudiantil, la preocupación le turba el ánimo y el apetito se le va extinguiendo como la esperanza, las fuerzas que le


Personajes quedan para buscar unos cuantos rublos o cuanto menos unos kopeks que puedan suplir sus apuros inmediatos, le impelen a recurrir a una prestamista, cuyas prácticas de usura son tan despiadadas como ella misma: Aliovna Ivanovna. El joven Raskolnikov, ya casi harapiento por los andrajos en que se habían convertido las ropas que vestían su espigada figura, se presenta a la anciana agiotista, que poco y nada le da por los objetos que este le lleva en busca de un precio justo, o que por lo menos aliviane de momento la pesada carga de sus gastos. Por el contrario recibe sumas ínfimas a intereses absurdos dejando en empeño las pocas pertenencias que le quedan como sus libros y un reloj que le legó su padre, a los que Aliovna trata con un desprecio similar al que a su cliente de turno. En medio de una espesa niebla de duda y angustia que se cierne sobre él, ‘Rodia’ encuentra un haz de claridad dentro del hábitat de sus pensamientos, donde conviven la lucidez y el desvarío, cuando en una visita a la prestamista descubre que a su desgracia subyace la poderosa razón de terminar con la vida de personajes como ella, no como un delito cualquiera para robar dinero y joyas, sino como una acción moral justificada en el derecho de reivindicar causas superiores como la justicia y el bien de la humanidad, si de ello depende matar por cuenta propia, en cuyo caso el crimen debe ser comprendido como un acto de valentía y redención si es cometido por hombres de una estatura intelectual exigua a los que la naturaleza les ha concedido esa capacidad de entender la sociedad y tener un papel si se quiere glorioso y emancipador en la historia, del tamaño de Napoleón, como el mismo Raskolnikov lo discurre en un artículo que le es publicado en un diario, llamando la atención y admiración de muchos, entre ellos Porfiri Petrovich, quien será el juez que resuelva el caso del asesinato que tanto maquinó Rodia y que luego perpetró.

La convicción lo convierte en asesino y en definitiva arroja a un camino sin retorno, donde a los cálculos de método y ausencia de arrepentimiento, escapan la presencia de Lizavetta, la hermana menor de Aliovna Ivanovna, mujer religiosa y de buenos sentimientos por cierto, que sorprende a ‘Rodia’ con un hacha ultimando a la anciana, por lo cual para no dejar testigos, este se ve obligado a matarla de la misma manera. El crimen se ha consumado, pero viene lo peor, el castigo de cargar con la verdadera culpa por haber cometido el asesinato de una inocente para no ser incriminado. El infierno en vida, destruye la misión de Raskolnikov y su propia existencia, sentirlo de cerca en noche febriles, episodios de convulsión y capítulos de desmayo, amenazan su salud física y mental, lo turban hasta sumergirlo en un mundo paralelo al real, pero no menos cierto, el de la conciencia que lo acusa por lo que hizo; es un cadáver viviente al que solo puede salvar la confesión de la que huye para no herir a las personas que ama, siendo el amor mismo por una mujer con otros pecados, de nombre Sonia, el motivo que le impulsa para aceptar de una vez por todas la culpa, de la que siempre ha sospechado el astuto Porfiri Petrovich, quien lo aprecia en cierto modo, convenciéndole para que se entregue. Así entonces ‘Rodia’, como Lázaro resucita de entre los muertos a cambio de pagar una condena en el presidio de Siberia, tras enterarse de la verdad Sonia le seguirá amando y dando valor para que con esta decisión comience a liberar su alma y continúen juntos.

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El peso del corazón Rosa Montero Seix Barral

Retomar uno de sus personajes más representativos del entendimiento de la muerte es lo que hace la escritora española Rosa Montero, quien trae de vuelta a la detective Bruma Husky de Lágrimas en la lluvia. Su intento de recrear un mundo lleno de corrupción parecido al actual, permite entrever espacios llenos de injusticia.

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Para leer

Para esto utiliza al androide Husky para hablar de la que la autora considera la peor tragedia del ser humano, la muerte. De esta manera utiliza la ciencia ficción para utilizar metáforas que representan la memoria, la identidad, lo escurridizo de la realidad, la necesidad del otro, la crítica al dogmatismo y los excesos de poder. El amor también protagoniza la historia, mientras se presenta como esa necesidad de todo ser humano, su búsqueda constante y el deseo desesperado a su vez de huir de él, por miedo al fracaso y al dolor.

Una casa de tierra Woody Guthrie Anagrama

El sueño de Tike y Ella May parece acercarse con la posibilidad de tener una nueva casa de adobe, pero quedará aún más lejos de su alcance, debido a que el terreno en el que viven no es de su propiedad. De la misma forma en la que la dolorosa profundidad de las letras y la melancolía de melodías de Woody Guthrie impactaron a toda una generación, la prosa de esta novela inédita representa el grito silencioso de los menos favorecidos y uno de los más grandes descubrimientos para los seguidores de este ícono de la música folk y de la cultura popular estadounidense del siglo XX. 20

Novedades

Una casa de tierra es la historia de una pareja que vive en una precaria construcción de madera erigida en una granja de Texas. Tike y Ella May sueñan con la posibilidad de tener una casa más sólida y cómoda, que los mantenga alejados de los males del mundo, recrudecidos por la miseria reinante en los Estados Unidos, como resultado de la crisis económica de los treinta.


Soles de Amalfi Dasso Saldívar Navona

El escritor y periodista antioqueño Dasso Saldívar nos presenta la historia de Talo, un niño de 8 años que vive en Amalfi, Antioquia y que con su mirada curiosa y perpleja, reproduce la cotidiana de su entorno, matizada por la realidad política y social del país que se alterna con el recuerdo entrañable de las leyendas, los rumores, los silencios, los fantasmas, las montañas y las personas, pero sobre todo por los relatos fantásticos de su abuela.

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Para leer

Los soles de Amalfi es un viaje al pasado cargado de emotivas reminiscencias, con personajes e historias en los que se advierte un tono muy personal y la particular forma de ver la vida del autor. Esta es la primera novela de Dasso Saldívar, reconocido por su labor como biógrafo de Gabriel García Márquez.

Nuevos juguetes de la guerra fría Juan Manuel Robles Seix Barral

El joven autor peruano Juan Manuel Robles nos sorprende con esta ambiciosa novela en la que se entrelazan con gran habilidad algunas resonancias de la mejor literatura de espías con, una narrativa evocadora y nostálgica, para presentarnos una trama de misterio en la que la información nos va llegando en las dosis adecuadas para mantener la atención hasta el final.

Novedades

La historia de Nuevos juguetes de la guerra fría llega al lector a través de los recuerdos irrefrenables de su protagonista, Iván Morante, cuya infancia coincide con el final de la guerra fría y funciona como el catalizador de la narración que abarcará escenarios como La Paz, Lima, La Habana y New York.

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Por el túnel de letras Andrés Salgado El nombre de Andrés Salgado está relacionado tradicionalmente con la televisión, protagonista de una dilatada trayectoria como libretista en series y telenovelas, su participación en este tipo de proyectos es sinónimo de éxito, de lo cual dan testimonio cuatro premios nacionales como mejor libretista y el suceso obtenido por producciones como De pies a cabeza, Tiempos difíciles y Cartas de Amor, Perro amor, Juegos Prohibidos y El Joe, la leyenda. Sin embargo es su faceta menos conocida -la de escritor- la que hoy nos ocupa, gracias al lanzamiento de su primera novela, Martirio, editada por el sello Editorial 535, con la que ha irrumpido en el medio literario con esa frescura que lo caracteriza y si se quiere con la firme voluntad de desacralizar la actividad, lo que lo ha llevado por ejemplo a presentar dos carátulas diferentes para su obra, e incluso a propiciar la participación de sus detractores en los actos promocionales. ¿Por qué incursionar en la literatura y por qué en este momento?

Mi oficio tiene todo que ver con escribir y la única diferencia que noto entre el tema de la escritura para televisión y de la literatura es básicamente la vía mediante la cual lo hago. Así que para mí no fue tan traumática la idea de saltar de las historias para televisión a esto. Es simplemente un terreno distinto, pero no tan alejado de lo que he venido haciendo hace más de 20 años. Yo empecé muy chico, con una gran influencia literaria en mi familia, leyendo muchos libros, pero también leyendo mucha televisión y eso se convirtió en mi modus vivendi. ¿Desde cuándo viene la inquietud de escribir? Pues es simple, desde que empecé a notar que había historias que no podía llevar a cabo en televisión y que se fueron quedando en mi banco 24

de ideas, pues ni siquiera tenía dentro de mis expectativas ir a un canal a ofrecerlas, esto a pesar de que mis propuestas siempre han tenido muy buena recepción. Pero es un tema de simple sentido común y es que no podía llevar una historia como Martirio a la televisión, básicamente porque entre este medio y la literatura hay dos grandes diferencias, por un lado en el primero se escribe en equipo, yo siempre he escrito con una o dos personas, pero la literatura es un camino más solitario. En segundo lugar y más importante, cuando se hace televisión se piensa siempre en la gran masa, por ejemplo está el caso de Joe, en esa producción nunca me interesó que la historia fuera dirigida solamente a Barranquilla, a un barrio de esa ciudad, o a los amigos del personaje central. No, a mi me interesaba que más allá de gustarle a un grupo reducido, atrapara a la mayoría. Por eso algunos amigos de Joe Arroyo se sintieron mo-


Por el túnel de letras lestos y atacaron la serie y hasta me boicotearon, pero el resto del público la disfrutó mucho y el resultado quedó claro, fue una de las telenovelas más exitosas en la historia reciente de la televisión nacional, ganó todos los premios posibles, porque fue pensada para eso. En literatura los trabajos son pensados para grupos más pequeños, entonces se pueden desarrollar de una forma más libre, como por ejemplo Martirio, que era una historia que yo atesoraba hace muchos años y fue la primera idea que tuve para empezar a escribir libros. Y simplemente me dije: “creo que ya es suficiente de esperar y es hora de abrir esa puerta”. Así que esta es sin dudas la primera de muchas ideas y el primer paso de un camino muy largo. Yo no suelo acostumbrarme a los cortos plazos ni a las cosas esporádicas, sino a los caminos largos y este para mí es un reto y después de los 40 creo que estoy dispuesto a afrontarlo. Más allá de las diferencia de formatos que mencionaba anteriormente ¿Qué ofrece la literatura que no ofrecen otras formas de expresión artística?

La comodidad de no limitarme. En la televisión uno tiene que aprender a conciliar, a negociar la creatividad. En este momento se me viene a la cabeza mi tesis de grado de comunicación social, que tenía que ver con creatividad, que siendo una cosa tan libre tiene que sujetarse a las leyes del mercado en la pantalla chica. En la literatura he notado que no tengo ese tipo de ataduras y no tengo que pensar, por poner un ejemplo simple, en que si quiero que los protagonistas tengan sexo, tengo que ver como la escena está escrita. Si un personaje quiere ofender a otro, tengo que ver qué palabras les pongo en la boca, en cambio en la literatura me siento desatado, huracanado, completamente liberado de ese tipo de cadenas.

Por eso considero que Martirio es una obra libre en ese sentido, mientras que mis trabajos en televisión han sido regulados por esa especie de autocensura frente al tema de las necesidades del mercado. Yo creo que ese es el mayor aporte de la literatura, es que se convierte en un alivio y por supuesto que ofrece la posibilidad de crear sin problemas. ¿Cómo ha afrontado el reto abandonar la comodidad del medio en el que ya se ha creado un prestigio, para incursionar en otro en el que más allá del respaldo que puede tener el nombre de Andrés Salgado como libretista hay que probarse también?

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Por el túnel de letras Yo siento que vengo muy ‘malcríado’ en el sentido de mantener vigencia en la televisión después de tantos años, habiendo empezado tan joven, porque a los 27 años ya tenía en la sala de mí casa un premio Simón Bolívar, lo que no es habitual. Mi carrera ha sido en ese sentido un poco en desorden, aunque el haber obtenido estos reconocimientos me ha generado una especie de tranquilidad sobre el tema de la exploración, que forma parte de mi personalidad. Detesto la comodidad, me molesta bastante estar con el terreno asegurado, la zona de confort me hastía, eso me pasa también con otros aspectos de mi vida, muchos de ellos forman parte de mi intimidad, en los que siento que cuando las cosas se vuelven, repetitivas se apodera de mí la rutina y esto me mantiene muy sensibilizado. Lo importante es pensar en lo que uno quiere, más allá de si voy a tener un nombre o no. En mi caso creo que el primer objetivo que tenía era quitarme de encima la idea de que el público va a ver en la literatura una especie de complemento de las series y las historias que hago en la televisión y creo que con Martirio lo conseguí, definitivamente la gente lee la novela y siente que es otra cosa, que es otro autor y creo que eso tiene mucho que ver con la exploración de ese territorio distinto y ese desprendimiento. Hablemos de Martirio y de sus personajes, Alberto y Soshana

Martirio, haciendo una comparación con la música es un remake de lo que fue en su momento una novela que se llamó Shoshana que escribí en el año 2005 y de la que se conservan algunas cosas. Pero era una historia creada hace 10 años cuando tenía 33, con la intención de empezar a escribir con regularidad, pero algo pasó y sentí que todavía no estaba listo, así que decidí esperar hasta que llegó el momento y esta revisión de la historia original me llevo a la editorial. 26

Néstor Rivera, director de la Editorial 531 me invitó a desempolvar el libro anterior y en ese momento se despertaron las ganas de retomarlo. Así que el proceso de reescritura dio como resultado la obra que el público conoce ahora. La novela es muy apasionada, es una historia de amor, que yo defino como una especie de soft porno, protagonizada por un bajista resentido y miserable, con poca fe en sí mismo y con muy pocos dioses a los que adorar, que vive en la Candelaria, en una pensión en la que lo tratan como una rata. Toca el bajo en una orquesta tropical que no tiene nombre todavía, es una orquesta tan miserable que no se llaman nada, a la que contratan para tocar en bautismos y en cumpleaños. El bajista titular muere de cáncer y a nuestro personaje lo


Por el túnel de letras contratan como su remplazo, viéndose obligado a tocar música popular, cuando en realidad la detesta, pero debe hacerlo para sobrevivir. A partir de eso comienzan a tocar y conoce a una mujer con la que previamente había tenido un encuentro en una noche sórdida de esta capital, en un antro en la candelaria y se establece una atracción muy fuerte entre los dos, más de él hacia ella, que de ella hacia él. El segundo encuentro se da en un lugar muy distinguido, en el que ella se le presenta como una mujer completamente distinta, misteriosa, atractiva y seductora, que quiere cantar en la orquesta y llevarlos a la gloria y con la que termina por obsesionarse. Esto ocurre alrededor de 1998, la época en la que musicalmente el país estaba invadido por este tipo de agrupaciones y es en ese escenario en el que comienza a marchar la orquesta.

el contrario profesaba una gran admiración por este personaje. Ahora estoy a punto de arrancar con una novela de Chuck Palahniuk que se llama Snuff, enmarcada en el tema del realismo sucio, que me gusta bastante. ¿Cuáles son sus mayores influencias en literatura?

Bukowski es una de mis influencias más fuertes, ahora estoy en un enamoramiento con Murakami, ya pasé por esa etapa con Carver, pero también he tenido encuentros maravillosos con Jorge Amado. No tengo una línea muy definida, pero me voy encaprichando con algunos autores. Ahora estoy con Palahniuk, pero si debo nombrar uno que haya sido permanente ese debe ser Bukowski, que abordé por primera vez a los14 años. En especial recuerdo el impacto de haber leído Mujeres. ¿Y de los autores colombianos?

¿Qué sigue en el futuro cercano? ¿Cómo es la dinámica de alternar estas dos formas de expresión?

Acabo de firmar con la editorial un contrato de exclusividad de cinco años, cada año debo entregar tres historias más. Esto para mí es la confirmación del trabajo que vengo haciendo, ya estoy trabajando en el siguiente proyecto que saldrá a final de año. Las ideas las voy desempolvando, poniéndolas en una fila para empezar a sacar todo lo que desde hace mucho tiempo tengo guardado.

Me gustan mucho Evelio Rosero y Mario Mendoza, Efraín Medina no está mal, pero digamos que me quedo con Mario Mendoza, del que destaco por ejemplo sus obras Apocalipsis, Paranormal Colombia y Lady masacre. Y para terminar… Un libro

Requiem de Antonio Tabucchi Un autor

¿Qué está leyendo en este momento?

Charles Bukowski

Acabé de terminar la biografía no autorizada de un personaje maravilloso llamado Porfirio Rubirosa, un vividor, un gigoló, un parásito pero sin duda con una personalidad muy atractiva, que fue diplomático en la República Dominicana durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, cuya hija enamoró, maltrató y luego abandonó, a pesar de lo cual no fue asesinado por el dictador, que por

Un personaje

Porfirio Rubirosa

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Cuento Con todo el corazón Treinta años de edad, cinco de ellos en lista de espera, era la dolorosa cuenta que Joel llevaba de sus días paradójicamente inciertos por la misma certidumbre de un desenlace inminente, a menos que apareciera un donante compatible. Apenas pudo gozar de buena salud durante las primeras ocho horas de nacido, al cabo de las cuales varios signos inequívocos, entre ellos una tenue pero persistente coloración azul de los labios, le indicaron al personal médico que algo no estaba bien con su incipiente corazón. Luego de una serie de exámenes y sus correspondientes explicaciones herméticas, los afligidos padres lograron entender que su hijo sufría una malformación cardíaca consistente en que el lado izquierdo del corazón no bombeaba suficiente sangre al cuerpo, por lo cual debía ser intervenido de inmediato. Pese a ello, y gracias a los cuidados y observancia estricta de las indicaciones médicas, Joel pudo llevar una vida parcialmente normal hasta los 25 años, edad en la que su condición clínica se deterioró hasta el punto de hacerse necesario un trasplante. Nuevamente tuvo que ser sometido a penosos análisis de toda índole antes de ser incluido en la lista de espera nacional de casi 3.000 personas con diferentes padecimientos. En adelante, la vida de Joel y sus padres se limitó a la abrumadora costumbre de esperar, aún sin fe, una llamada que llegó finalmente con cinco años de retraso: Joel era el candidato con más probabilidad de éxito gracias a las compatibilidades con el donante en cuanto a peso, talla, grupo sanguíneo y tamaño del corazón, sin hablar del grado de urgencia que presentaba. Había esperado cinco años, pero el nuevo corazón solo podía esperar por el unas cuatro horas sin circulación sanguínea antes de echarse a perder, así que se encaminaron de inmediato a la clínica con una felicidad no exenta de censura, al ser conscientes de que su fuente era la muerte de un extraño. Muy pocos conocerían la historia de aquel donante anónimo y su decisión terminal de apuntar un arma contra sí mismo. Salvo algunas complicaciones menores que alertaban sobre un posible rechazo del organismo al corazón intruso y que fueron tratadas con medicamentos, todo marchaba bien para Joel, por lo que fue dado de alta un mes después. Durante su estadía en la clínica y sin reponerse aún de la emoción que significaba volver a la vida 28

gracias a la generosidad de un desconocido, Joel tramitó su carné como donante de órganos. La experiencia le había mostrado que contribuir al bienestar de otros estaba por encima de mitos tan ridículos como la mutilación y desfiguración del cadáver o la eventualidad de no tener un cuerpo completo para cuando su alma quisiera regresar. Al cabo de seis meses de juiciosa recuperación Joel se sentía pleno. Ahora conocía la gratificante sensación de gozar de buena salud. Reanudó sus estudios e integró a su vida la práctica del ejercicio físico. Un año después nadie diría que se trataba del mismo joven demasiado melancólico para su edad pero a la vez demasiado enfermo como para no sufrir de melancolía. No obstante, la nueva vida trajo a Joel padecimientos desconocidos. Para no alarmar a sus padres prefirió resguardarse en la seguridad rotunda de los chequeos que no mostraban signos negativos, pero lo cierto era que desde hacía algún tiempo había comenzado a sentir una especie de estrechez en su pecho, como si en lugar de un corazón tuviera muchos pujando por salir. Otras veces, sin razón aparente, sentía resoplar su corazón con la bravura de cien toros. En ocasiones era como si el lugar del corazón hubiera sido vaciado por completo y entonces debía escuchar atentamente para comprobar si aún continuaba allí. Asustado y sin entender qué estaba sucediendo, pensó que lo mejor era alejarse por un tiempo de la casa paterna y respirar aires nuevos con la esperanza de que fueran benéficos, así que de-


Cuento Dado que el viaje no había surtido el efecto deseado, Joel regresó a su hogar confiando en que la cercanía de sus seres queridos serviría de paliativo a su aflicción. Los meses siguientes se le fueron en la búsqueda infructuosa de esa mujer ignorada, agravados por una fama de donjuán que acrecentaba aún más su sufrimiento. De otro lado, los chequeos no podían arrojar mejores resultados: su corazón era fuerte y se había acoplado muy bien al receptor. Paradójicamente, Joel no lograba armonizar su salud física con su salud emocional, pero aún así procuraba mostrarse cálido y afable ante su familia.

cidió emprender un viaje en solitario, venciendo pacientemente las razones de sus padres que lo consideraban un despropósito para alguien con sus antecedentes médicos. Una vez lejos, trató de convencerse así mismo de su mejoría, pero en vano. Le acompañaba un desasosiego constante que no logró conjurar ni aún con los recién descubiertos placeres del cuerpo. La vida que tanto deseó disfrutar le resultaba monótona e insípida y no hubo divertimento alguno capaz de alejar el hastío. Entendiendo que no se trataba de una actitud normal buscó toda clase de ayudas, incluso de tipo psicológico y espiritual, y quedó sorprendido con el nuevo y unánime diagnóstico: estaba enamorado. Algunos le dijeron que el efluvio benéfico del tiempo se encargaría de todo. Otros le aconsejaron intentar una reconciliación, pero todos quedaron desconcertados cuando Joel les aclaró que jamás había amado a mujer alguna. Desesperado y más confundido que antes, repasó milimétricamente sus esporádicas relaciones, pero por ninguna de aquellas mujeres advirtió sentir algo equiparable al amor: ni siquiera pudo relacionar sus nombres con sus rostros. Sin embargo, hizo todo lo posible por ubicarlas y concertar un nuevo encuentro, con la ilusión de que alguna traería paz a su corazón desconocido, pero el resultado fue desalentador: no amaba ni era amado por ninguna de ellas.

Divagó un tiempo más en medio de la desesperanza de conocer mujeres sin que ninguna fuera ella, así que una vez cumplidos los tiempos estipulados por la ley, se enfocó en la búsqueda de información sobre su donante. Tan pronto la tuvo en sus manos y la hubo leído, comprendió que su condena, al igual que la de aquel infeliz que un día claudicó ante la tiranía de los celos decretando el fin de su vida y la de ella, era inapelable. Sin pérdida de tiempo buscó la manera de acabar con sus padecimientos irremediables. ¡Con qué increíble fluidez se conjugaba todo para facilitarle la hora aciaga! De regreso en casa ni siquiera se dio tiempo para pensarlo mejor: con mano convulsa garabateó una escueta nota de indulgencia para sus padres y ya dominado por el destino, acomodó en su boca lo mejor que pudo la Smith and Wesson que acababa de conseguir. *** Horas después, y luego de haber sido declarado clínicamente muerto, el cuerpo de Joel era examinado rigurosamente con el ánimo de rescatar y donar sus órganos y tejidos sanos, de acuerdo a la voluntad expresa de su dueño y al dolorosísimo consentimiento de los padres. En ese momento en algún lugar, alguien recibía la llamada que llegaba al fin con un retraso de meses o quizá de años, pero muy pocos conocerían la historia de aquel donante anónimo y su decisión terminal de apuntar un arma contra sí mismo. Marisella Zamora Bogotá, 1977 Escritora en permanente formación autónoma con textos publicados en importantes portales literarios.Participó en el Colectivo Los Impresentables y en el Taller Virtual de Escritores.

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Violeta y el pincel encantado Valentina Toro Gutiérrez Intermedio Editores

Esta es la segunda entrega de la escritora e ilustradora antioqueña Valentina Toro, en la que cuenta anécdotas de la niñez y el relato del nacimiento de los pinceles, en el que los gnomos utilizaban sus barbas para crear los instrumentos que ayudaban a pintar. Este libro álbum tiene como fundamento la naturaleza y el recorrido por paisajes y elementos propios de la imaginación de los niños, lo que propone un acercamiento a las historias de la vida de Violeta, la protagonista del libro. La joven autora plantea por medio de esta creación, la relación de cada persona con el medio ambiente y la conservación.

Literatura infantil

Para leer

Duendes, dragones y demás personajes encantados acompañan a la protagonista en una historia que comprende nuevas aventuras y continúa la búsqueda de respuestas a su curiosidad a través de sus dibujos, hasta que su pincel se daña. Ahí comienza la verdadera travesía.

El Impostor Javier Cercas Random House

El escritor español Javier Cercas retoma esta fascinante historia y la utiliza como base para incluir notas autobiográficas, noticias, crónicas y demás narraciones que de cierta manera enriquecen el relato de la vida de Barco. Mientras recorre las falsedades y verdades de la historia de Barco, también hace un recorrido de casi cien años de historia española que reflejan la mentalidad de la cultura del país europeo que se desenvuelve en escándalos, vicios morales e invita a pensar en las condiciones sociales en las que se desenvuelve su país. 30

No ficción

Hacerse pasar como víctima del régimen Nazi durante la Segunda Guerra Mundial es lo que hace de Henric Barco un impostor. Nacido en Barcelona, este venerado sobreviviente que presidió durante tres años la Asociación Española de Sobrevivientes, fue descubierto en el 2005, después de haberse convertido en la imagen de la supervivencia del III Reich.


Seis tumbas en Múnich Mario Puzo Ediciones B

Publicada en 1967, mediante la modalidad de entregas a una de las tantas revistas pseudoliterarias que proliferaban en la época y firmado bajo el seudónimo Mario Cleri, Seis tumbas en Múnich es una de las primeras obras de Mario Puzo, que precedió a su mayor éxito, El padrino.

Para leer

Para leer

Al mejor estilo de Puzo, esta novela nos presenta una historia de venganza, la de Mike Rogan, agente de inteligencia del ejército de Estados Unidos, que tras ser descubierto por la Gestapo fue torturado y ejecutado junto a su esposa, pero logra sobrevivir milagrosamente. Diez años después Rogan inicia su venganza de vuelta en Múnich, en donde en medio de la desmesurada, pero seductora violencia habitual en el recordado escritor estadounidense de origen italiano, se dedicará a cazar a sus verdugos, en una carrera en contra de su propia destrucción y de quienes no están dispuestos a permitir que revivan viejos fantasmas.

Poesía reunida William Butler Yeats Edirorial Pretextos

Esta ambiciosa edición presenta lo mejor de la obra poética de William Butler Yeats, cuidadosa y concienzudamente traducida al español, pero conservando la musicalidad, pero sobre todo el misticismo que siempre rodeó al autor.

Poesía

Recordamos en esta edición al poeta y dramaturgo irlandés William Butler Yeats, que jugó un papel importante en la independencia de su nación y a quien le fue otorgado el Premio Nobel de literatura en 1923, gracias a su obra con un alto contenido lírico, inspirada en la mitología celta, entre la que se destacan títulos como La Rosa secreta, El Crepúsculo celta, El viento entre los juncos, Los cisnes salvajes de Coole y Cuatro obras para baile.

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Ensayo Lecciones de historia contadas desde el cine En la entrega de los premios Oscar del año 2014, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Holliwood galardonó con la preciada estatuilla a mejor película a la cinta titulada 12 años de esclavitud, dirigida por Steve McQueen, donde se narra la desgarradora historia de Solomun Northup (Chiwetel Ejiofor) un negro (afrodescendiente como se acostumbra a decir ahora), nacido en Nueva York que es secuestrado y vendido como esclavo en Luisiana y dura 12 largos años luchando hasta obtener su preciada libertad. La película basada en la autobiografía de Solomun Northup se desarrolla en Georgia una ciudad del sur de los Estados Unidos, entre los años 1841 y 1853, época donde los Estados del norte habían abolido la esclavitud la cual permanecía en los estados del sur, situación que desencadenó en la denominada Guerra de Secesión (1861 – 1865). Al finalizar la guerra todos los esclavos fueron liberados y el presidente republicano Abraham Lincoln escribió su nombre en la mente de todos los norteamericanos y en su honor se construyó en Washington DC el Lincoln Memorial un edificio con una enorme escultura del presidente como símbolo de quien salvó la Unión.

Esa distinción histórica le correspondió al abogado Manuel Francisco Burgos, nacido en Berastegui corregimiento del municipio de Ciénaga de Oro, hijo del sacerdote José María Berastegui y doña María Josefa Burgos, un ilustre desconocido en su tierra natal a quien le debemos la mención histórica por la gestión en beneficio de la libertad.

De otra parte, mientras Solomun Northup soñaba con recuperar su libertad y antes de que se diera en territorio norteamericano, en Colombia se expedía la Ley 2 de 1851 mediante la cual se decretaba la libertad de todos los esclavos en territorio patrio, correspondiéndole al presidente liberal José Hilario López el honor de sancionar dicha ley y por ello es mencionado así sea brevemente en los libros de historia.

Entonces, mientras en los Estados Unidos de Norteamérica resaltan la labor de aquellas personas que dedicaron su vida a favor de una causa y la llevan al cine para que todos la vean y a sus dirigentes le construyen monumentos que son visitados por miles de personas, en Colombia quienes hicieron una labor parecida, son olvidados en unos libros de historia que nadie lee y no se les brinda el debido reconocimiento, cuando deben convertirse en referentes para las nuevas generaciones.

Pero hay un hecho de gran importancia para los colombianos, y en particular para los cordobeses que los libros de historia que se enseña en la escuela no mencionan, siendo digno de resaltar y fijar en la memoria de todos y tiene que ver con el hecho de ser un cordobés, el autor y uno de los ponentes en el Congreso de la República de la citada ley que acababa con la esclavitud, esa práctica restrictiva de la libertad que tantos sufrimientos causó a la humanidad. 32

Poder contar buenas lecciones de historia también es una labor del buen cine. José David Ruiz Argel Abogado, Especialista en Derecho Laboral y Seguridad Social, estudiante de Maestría en Derecho y amante del cine.


Por el túnel del tiempo 3 de mayo de 1948. El dramaturgo estadounidense Tennessee Williams obtiene el Premio Pulitzer de Teatro por su obra teatral Un tranvía llamado deseo. 9 de mayo de 1883. Nace el filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset, autor de obras como Meditaciones del Quijote, La rebelión de las masas y Misión de la universidad. 29 de mayo de 1892. Nace la poetisa argentina Afonsina Storni, autora de obras como Alma desnuda, Dolor, Indolencia y Paz. 8 de junio de 1949. Se publica la novela 1984 del escritor británico George Orwell, autor de obras como Sin Blanca en París y Londres, La hija del clérigo, Rebelión en la granja y 1984. 8 de junio de 1903. Nace la novelista y poetisa belga Marguerite Yourcernar, autora de obras como Fuegos, Memorias de Adriano y Opus nigrum. 13 de junio de 1865. Nace el poeta y dramaturgo irlandés William Butler Yeats, ganador

del Premio Nobel de Literatura en 1923. Autor de obras como Mosada, En los siete bosques, Cuatro años y La escalera de caracol. 28 de junio de 1867. Nace el dramaturgo, novelista y escritor italiano Luigi Pirandello, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1934. Autor de obras como El difunto Matías Pascal, El hombre de la flor en la boca y El juego de roles. 24 de julio de 1802. Nace el escritor novelista y dramaturgo francés

Alexandre Dumas

(padre), autor de obras como Los tres Mosqueteros, El conde de Montecristo y El caso de la viuda Lafarge. 25 de julio de 1905. Nace el escritor búlgaro Elías Canetti, ganador del premio Nobel de Literatura en 1981, autor de obras como Auto de fe, Masa y poder y El suplicio de las moscas. 26 de julio de 1856. Nace el escritor irlandés George Bernard Shaw, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1925 y del Premio Oscar en 1938. Autor de obras como Cándida, La profesión de la señora Warren,

César y Cleopatra y Pigmalión.

La borra del café y Te quiero.

15 de agosto de 1771. Nace el escritor escocés Walter Scott, autor de obras como Ivanhoe, Rob Roy y La dama del lago.

18 de septiembre de 1750. Nace el poeta y fabulista español Tomás de Iriarte, autor de obras como El burro flautista, La liebre y la tortuga y La lechera.

17 agosto de 1953. Nace la novelista y poetisa rumano-alemana Herta Müller, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2009. Autora de obras como En tierras bajas, La bestia del corazón y Todo lo que tengo lo llevo conmigo.

10 de octubre de 1660. Nace el escritor inglés Daniel Defoe, autor de obras como Robinson Crusoe, Coronel Jack y Roxana.

25 de agosto de 1923. Nace el novelista y poeta colombiano Álvaro Mutis, creador del célebre personaje Maqroll el Gaviero. Autor de obras como Los elementos del desastre y La mansión de Araucaíma. 9 de septiembre de 1828. Nace el novelista ruso Leon Tolstoi, autor de obras como Guerra y Paz, Ana Karénina y El reino de Dios está en ustedes. 14 de septiembre de 1920. Nace el escritor y poeta uruguayo Marío Benedetti, autor de obras como Pedro y el capitán, La tregua,

16 de octubre de 1927. Nace el escritor polaco-alemán Günther Grass, ganador del premio Nobel de Literatura en 1999. Autor de obras como El tambor de hojalata, El gato y el ratón y Años de perro. 30 de octubre de 1938. El cineasta Orson Welles lleva a cabo una retransmisión por radio de la novela La Guerra de los Mundos del escritor inglés H.G Wells, provocando el pánico y el caos en varias ciudades de Estados Unidos, por creer que se trataba de una invasión extraterrestre real.

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En el arcen del teatro su efervescencia nuestros sentidos, reflexiones continuas dirigen todas las partes de nuestro cuerpo a un mismo propósito; un pensamiento compartido. El silencio nos guía, hace lo posible y lo imposible al mismo tiempo, toda la obra cabe en un reloj de arena; el leve espacio entre la caída de grano y grano es la misma vida, cada giro importa, atrae directamente a la imaginación y nos remite a la extra cotidianidad, la disponibilidad para recibir se va expandiendo y cuando menos se espera estamos inmersos en ese viaje elemental de espacio, movimiento y ritmo. Las emociones van y vienen parecen fantasmas que acechan los sentidos, se siente rabia, alegría, tristeza, angustia, y así en ese continuo ir y venir la obra nos prepara para lo mejor; el último respiro que libera nuestros demonios; porque ese es el teatro, un exorcista, un amortiguador de nuestras culpas y deseos reprimidos, y Peter Brook lo sabe, este fantástico dramaturgo inglés sabe cómo darnos la dosis de medicina en la medida justa. Finaliza la obra, los aplausos no se hacen esperar, el público de pie y de fondo el Hang que nos despide, nos expulsa a la vida tal vez con más preguntas de las que entramos pero con una salvedad; nos vamos renovados porque a la final “la vida en sí misma es una gran pregunta”. Camila Contreras Luque

Por qué - por qué ¿Qué vives mientras observas? Es lo primero que nos viene a la cabeza cuando vemos en el escenario a una mujer vestida toda de negro con un chal rojo que agita nuestras pupilas, acompañada de un músico que interpreta un excéntrico instrumento para todos los que vivimos de este lado del charco- el HANG- que con sus delicadas melodías y convertido en un nuevo artista nos da la bienvenida a la nada, al espacio vacío desde donde nace la vida. ¿Qué es el teatro? ¿Qué nos trae dentro de su caparazón? ¿Hacia dónde nos lleva el proceso creativo? ¿Cuál es la verdadera relación actor-espectador?, preguntas y más preguntas que cautivan con

Ingeniera de Telecomunicaciones. Especialización en dirección de cine, video y televisión de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. Experto universitario en nuevos medios digitales de la Universidad Tecnológica Nacional-Facultad Regional de Buenos Aires. Formación en el área audiovisual por medio de talleres de escritura para cine y televisión, escritura creativa, cuento, curso de diálogos en el guion, ganadora de una beca en el diplomado de escritura audiovisual para cortometraje de la Universidad Magdalena. Realización de cortometrajes en las áreas de producción y asistencia de dirección

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En el arcen del teatro Welles: el cerebro del caos Por Daniel Casas Vargas

Hace un poco más de 77 años la seguridad mundial enfrentaba la violenta amenaza expansionista de un régimen que iba en no mucho tiempo a postrar naciones enteras en lo que fuera la satisfacción del apetito voraz y perverso de un hombre megalómano cuyo proyecto imperialista sobrepasaba los límites para alimentar su poder, cada vez que sus tentáculos atrapaban países y voluntades que perecían en el intento por resistir tal ferocidad. A la distancia, en los Estados Unidos de América, un pueblo superaba la crisis de la “Gran Depresión”, luego de sortear las dificultades propias de la quiebra, para reconstruir su propio destino y terminar por convertirse en una potencia de progreso y prosperidad, sin embargo la avanzada enemiga no era un asunto de menor preocupación para el mundo civilizado que sentía más de cerca los pasos de la guerra. Mientras la vida transcurría ordinariamente en medio de la cotidianidad y en el cumplimiento de las actividades propias de cada quien, el 30 de octubre de 1938 se produjo un hecho extraño que prendía las alarmas del planeta, la cadena radial Columbia Broadcasting System , conocida como CBS, interrumpió su programa de baile para anunciar la noticia de última hora, se trataba de un comunicado del profesor Farrel, del Observatorio Mount Jennings de Chicago, que daba cuenta de una serie de explosiones ocurridas en Marte, que avanzaban en dirección hacia la tierra. “Continuaremos informando”, precisó en decir el locutor, mientras ocurría la transmisión en vivo del concierto de Ramón Raquello y su orquesta en el Hotel Meridian Plaza del centro de Nueva York, para ese momento 12 millones de personas tenían sintonizado el dial escuchando el tema musical La cumparsita, entre tanto una nueva interrupción se producía en la programación habitual, cuando el profesor Pierson del Observatorio de Princeton, confirmaba las impresiones captadas por su colega, describiendo el fenómeno como si se tratara de unas llamaradas de color azul disparadas por un arma de fuego. En medio del revuelo, a 60 millones de kilómetros de distancia de la tierra, su vecino Marte, el más cercano en el sistema solar, presentaba regularmente erupciones gaseosas, cuya perturbación se hacía 36

tan progresiva como misteriosa, al tiempo que un nuevo hecho se sumaba al extraño escenario en la lejanía, justamente cuando el reportero Carl Philips entrevistaba al profesor Pierson para que contara y tratara de explicar lo que sucedía en la superficie de aquel planeta, un telegrama le es allegado a este, desde el Museo de Historia Natural de Nueva York por el profesor Gray, informando que a las 9:15 de la tarde, hora oficial del Este, el sismógrafo registró un temblor de intensidad cercana a la de un terremoto, dentro de un área de radio de 30 kilómetros de Princeton. Podía tratarse de un meteorito, como luego los hechos presumiblemente señalaban que fuera, al transcurrir el cubrimiento de una noticia de tal tamaño. A su turno la Agencia Intercontinental de Radio de Toronto, Canadá, informaba que con la más reciente, ya eran tres las explosiones detonadas desde Marte, en breve desde Trenton, New Jersey, un último reporte comunicaba que a las 8:50 de la tarde, un enorme objeto ardiente, que se supone podía ser un meteorito, había caído en una granja de las cercanías de Grovers Mill, a 22 kilómetros de ubicación del origen de las informaciones que viajaban por la ondas de radio. El resplandor fue visible en un radio de cientos de kilómetros, y Wilmuth el destino final


En el arcen del teatro de impacto de lo que fuere, se estrellaba con la tierra para abrir un enorme agujero rodeado por los trozos de los árboles; en el lugar de los hechos Carl Philips y el profesor Pierson, daban testimonio a los oyentes de lo que presenciaban tras la colisión. Como una imagen sacada de un cuento de Las mil y una noches, relataba el reportero, era lo que encontraba en la escena del desastre, algo medio enterrado sobresalía del hoyo, que poco se parecía a un meteorito, como sí a un enorme cilindro, cuyo diámetro el profesor Pierson intentaba establecer.

to de Seguridad, repelió la agresión militarmente, desplegando sus fuerzas para la defensa nacional, en lo que sería un fracaso por contener la invasión interplanetaria.

Cuanto más se acercaba la multitud creciente en número y desconcierto alrededor del cráter acordonado por la policía, los testigos descubrían que tenían en frente un cohete que emitía un zumbido, así lo confirmaba el dueño de la granja, al que sorprendió una especie de rayo de luz verdoso para cuando se produjo el estruendo del impacto que lo tumbó al suelo. Los destrozos del paisaje, eran comparables al de un caos de ficción, no obstante atribuibles a las fuerzas que operan en la realidad conocida y por conocer; no había duda que la naturaleza y sus misterios eran capaces de atentar por designio o por accidente contra el planeta.

Por otra parte quedarían registrados para la posteridad, los 59 minutos más famosos y escalofriantes de la radio en la historia, por obra del genio de 23 años, conocido como Orson Welles, quien acompañado por la Compañía Teatral Mercury, adaptó la novela La guerra de los mundos de H.G Wells, en un programa radial, del cual el público no se percató de su ficción previamente advertida. Welles fue entonces, el cerebro del caos.

Carl Philips encontraría la muerte en el cubrimiento de la más trágica guerra de la que haya tenido noticia la humanidad, al igual que tantos ciudadanos de Estados Unidos, que resistieron los gases venenosos que también expelían los invasores en su conquista de la Tierra.

Pero lo que más poderosamente llamaba la atención de la gente, las autoridades, los científicos y todas aquellas personas detrás de los transistores y radios a lo largo y ancho de la nación, era lo sofisticado del aparato que asomaba desde las profundidades, como si fuera el resultado de una acción bélica fabricada por la inteligencia humana, por lo que la estupefacción coincidía con el hecho de que pudiera tratarse de un ataque desde Alemania, por el Tercer Reich, haciendo que la confusión reinara entre el meteorito marciano o el proyectil germano. Muy pronto el misterio se resolvería, del artefacto hallado ya no solo salían sonidos, sino también, dos discos luminosos que escrutaban su periferia…” ¡Esperen un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien o algo. Puedo ver escudriñando… ¿Son ojos? Puede que sea una cara… Puede que sea…” narraba con pánico Carl Philips. Conforme brotaba de la tierra, ya no cabía duda, era una nave tripulada por seres extraños que aterrizaban en una zona rural, para invadir la Tierra. El epítome del horror se consumaba, cuando en respuesta a una bandera blanca de los terrícolas, los extraterrestres dispararon un rayo que calcinaba toda vida que se pusiera a su paso. El Departamen37


En el arcen del teatro Más rápido que Fregoli Relojero, fotógrafo, actor, cantante y pionero del cine, Leopoldo Fregoli conocido por muchos como el padre del género teatral del transformismo, sorprendió al mundo con su increíble capacidad de mutar en cuestión de segundos y convertirse en personajes completamente diferentes, adoptando no solo su fisionomía y vestuario, sino también sus movimientos, sus gestos e incluso su voz, rayando en lo sobrenatural. Todo esto apoyado en su gran pericia como prestidigitador lo que le aseguró en buena medida su encanto que no se puede analizar desde el punto de vista de la racionalidad, sino más bien como el resultado de la explotación de un don especial. Cómo la mayoría de las leyendas que aún sobreviven, la de Leopoldo frégoli -el gran camaleón- se construyó con la habilidad del artista, por encima de la media, pero también con una buena dosis de predisposición por parte de las audiencias, que más que movidas por la ingenuidad propia de la edad media, se inclinaban a sucumbir ante lo fantástico e irracional, urgidas por la necesidad de creer en héroes excepcionales. Esto haría virtualmente imposible que una figura de esa magnitud se erigiera en nuestros días, en los que la tecnología y los efectos especiales han llenado este vacío y han logrado banalizar la relación otrora sagrada, entre el artista y su atónito público. Sin embargo las verdaderas virtudes que hicieron del actor italiano un fenómeno, fueron su carisma inigualable, su férrea voluntad y el atrevimiento, que le valió para irrumpir en la escena teatral y cambiarla para siempre con su estilo que fue admirado e imitado en todo el mundo y que incluso hoy es tomado como referencia e inspiración para grandes transformaciones sociales. Nacido en Roma en 1867, Fregoli mostró desde muy joven su talento, aunque antes de consagrarse como actor, tuvo que sortear el duro escollo del servicio militar, para lo cual fue enviado a Massaua, ciudad de Eritrea, para entonces bajo el dominio Etiope, en 1887, en donde pasaron tres años antes de que sus dotes histriónicos le valieran para alcanzar notoriedad entre sus superiores, quienes por un afortunado giro del destino le encomendaron la misión de remplazar a la compañía teatral que debía presentar un espectáculo antes las tropas. A partir de ese momento la carrera de Fregoli no 38

tuvo respiro y rápidamente pasó de ser el plan de contingencia del ejército italiano a convertirse en la máxima figura de la compañía más notable en el norte de África, antes de regresar a su natal Italia en 1891 y aprestarse para recorrer las principales capitales del país, Roma, Génova y Florencia, entre otras acogieron al gran actor, que no escatimo ningún esfuerzo para exhibir su talento y alimentar el halo de fantasía que para entonces empezaba a rodear su nombre, que arrastraba a cientos de espectadores a los teatros, con la esperanza de poder advertir el instante en el que su apariencia cambiaba, una y otra vez. España y Sudamérica, más concretamente Brasil, fueron sus primeros destinos fuera del área de influencia italiana, allí sus presentaciones revalidaron el éxito doméstico y abrieron la puerta de su reconocimiento internacional y le garantizaron el tiquete de entrada para el glamoroso Teatro Alhambra de Londres, en donde se presentó con suceso durante tres meses seguidos, sobrepasando todas las expectativas del público y los empresarios y firmando definitivamente su consagración. A la aventura londinense siguieron incursiones en Alemania, Francia, Austria, Estados Unidos y Argentina, entre muchos otros destinos en los que el público pudo disfrutar de cerca la asombrosa habilidad de Fregoli que lo llevó a representar un número de hasta 12 personajes en una sola función.


En el arcen del teatro El inicio del siglo XX fue testigo de la incursión en el cine de Leopoldo Fregoli, que con un equipo de grabación registró funciones privadas, en las que quedó plasmada su rapidez y destreza, recurriendo incluso a efectos desconocidos para la época que le permitían que varios de sus personajes pudieran compartir el escenario. Durante su carrera, el italiano incluyó en su repertorio más 100 personajes entre los que se encontraban mujeres, niños y ancianos, todos interiorizados e interpretados con maestría y minuciosa dedicación, para el deleite de sus seguidores y el estupor de sus indignados detractores, que aseguraban que sus números estaban viciados por la inmoralidad. El inevitable retiro del artista, llego de manera inesperada y para sus seguidores prematura, en 1925, a la edad de 58 años, cuando su fama aún se encontraba en la cima. Fregoli buscó una vida tranquila en Viareggio, en la Toscana, en donde permaneció hasta su muerte, que se produjo en 1936 y hasta donde lo acompañó aquello que lo hizo tan especial en vida y que quedó inmortalizado en su epitafio que reza: “Aquí Fregoli realizó su última transformación”.

El legado de Fregoli

siglo XX despuntó como transformista. Gracias Fregoli, el transformismo se desarrolló como uno de los géneros teatrales más llamativos, en el que en la actualidad se destacan los nombres de los también italianos Arturo Brachetti y Ennio Marchetto. Sin embargo su legado sobrepasa el medio del teatro y se adentra en las entrañas de la sociedad, sembrando la primera semilla en el debate sobre esta clase de caracterizaciones que hasta el momento permanecían como un tabú. El ilustre apellido del italiano dio también origen al término “fregolismo”, que en su lengua natal hace referencia a una forma vertiginosa de hacer las cosas, pero que en el lenguaje popular también se emplea con frecuencia para designar la poco plausible pero recurrente práctica del transformismo político, muy de moda en nuestros días. La ciencia también ha recurrido al nombre del artista para designar el Síndrome de Fregoli, un trastorno mental de falsa identificación, que hace que quienes lo padecen, encuentren personalidades familiares en desconocidos y se sientan perseguidos por estas personas, revestidas de la sobrenatural capacidad de transformar sus caras y comportamientos.

El impacto de la vida y obra del actor italiano en la sociedad occidental es bastante rico y va mucho más allá de la existencia de aventajados discípulos como Ugo Biondi, florentino que en los albores del

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En el arcen del teatro Un viaje por el tranvía “Deseo” de Tennessee Williams Por: Daniel Casas Vargas

Para cuando una dama sofisticada como Blanche Dubois decide visitar a su hermana Stella, viajan con ella los recuerdos familiares y la necesidad apremiante por reconstruir una historia común que les atañe a ambas, si bien el tiempo les ha hecho incursionar en vidas diferentes desde que se dio su separación, el amor que se tienen ha logrado sobrevivir a la distancia tal como cuando eran niñas, en medio de juegos y complicidad, cuyo escenario era la propiedad familiar de Belle Reeve, en Laurel, Mississippi, donde hasta hace poco vivió Blanche. Belle Reeve es el símbolo del status y por supuesto del pasado glorioso de los Dubais, dueños y señores de grandes plantaciones de Laurel, no así el presente para este imperio que ha llegado al ocaso por cuenta de los malos manejos y las deudas que han terminado por postrar la economía familiar. A la decadencia entonces se suma el hecho de que vienen sucediendo las muertes de los padres de Blanche y Stella. El viaje de Blanche para llegar al encuentro de su hermana se hace tan inminente como intempestivo, pero no menos esperado por Stella, en consideración a los tantos años que han dejado de verse, desde que se mudara a New Orleans y encontrara el amor junto a Stanley Kowalski, su esposo. Así las cosas Blanche parte a New Orleans sin más que la soledad del mundo que deja, el ajuar repleto de algunos lujos y objetos sobreevaluados por ella misma, además de las tantas cartas y papeles de importancia inestimable para su dueña. La Calle de los Campos Elíseos es donde vive Stella Dubois con Stanley, un barrio con residencias multifamiliares, que dista mucho del confort y la belleza propia del estilo de vida afrancesado en el que crecieron la hermanas y del que tanto produce orgullo entre los fundadores de Luisiana. Es este el destino al que las circunstancias han arrojado a Blanche, no sin antes abordar un tranvía llamado “Deseo”. La última parada de un viaje que la enfrenta a otro capítulo de la historia familiar y que de entrada aturde sus sentidos en lo que tiene que ver con la grata sorpresa de estar con su hermana de nuevo, en contraste con el modo de vivir de Stella muy distinto al de su origen y hábitos de crianza. 40

Encuentro y desencuentro se funden en una sola situación donde ninguna guarda sus sentimientos y menos los disimula, nada ha cambiado en cuanto el amor y el cariño que se tienen, solo que han dejado de pertenecer al mismo mundo, uno donde el pasado aún vive para Blanche y las expectativas están lejos de la realidad; y otro donde Stella es la esposa sometida por el carácter y el deseo que le produce Stanley, al tiempo que no deja de percibir como extraño el comportamiento frenético de su hermana. Las reacciones por los acontecimientos últimos, las desbordan al clímax del momento, en el que ha bastado muy poco para que se digan mucho y se reparen lo suficiente. La llegada de Blanche transcurre durante la ausencia de Stanley, por lo que se presenta la oportunidad más indicada para que confiese a Stella, la pérdida de la propiedad familiar, no sin antes dejar en claro que hizo lo que estuvo a su alcance para mantenerla, pero que se vio obligada a venderla para pagar las deudas, cuyo saldo la han dejado en la ruina. Presa de la angustia por la noticia Stella se sobresalta y Blanche reacciona poseída por la desesperación que la embarga, haciéndole reproches por su larga ausencia en los asuntos de la familia. Los ánimos se turban pasando por la rabia, la frustración, el llanto y la reconciliación en breve. No pasará mucho tiempo para que Kowalski conozca a su cuñada y huésped, sin que los presente formalmente Stellla, pues casualmente se topan en el departamento mientras Blanche termina de ins-


En el arcen del teatro talarse y él llega de la calle, a la mirada escrutadora de ella responde con igual intensidad el imponente Stanley, siendo las palabras que cruzan lo menos importante a la hora de las presentaciones, en razón de la poderosa personalidad que ambos derrochan. Blanche no oculta la tensión sexual que le produce su cuñado, por parecerle un hombre varonil, a la vez que lo percibe como un hombre básico, sin modales ni educación; en tanto que Stanley devuelve atenciones, haciéndole saber la impresión de mujer pretenciosa, altiva y prejuiciosa, que se lleva de ésta. La irrupción de Blanche Dubois en la vida de su hermana desatará una serie de tensiones que crecen en la medida que prolonga su estadía por tiempo indefinido, no vista con buenos ojos por Stanley al enterarse que vendió el patrimonio de su esposa, sin consultarle a ella ni dar razón del dinero de la venta, dando explicaciones poco y nada satisfactorias, cuando a juzgar por los hechos viste con prendas de lujo y la vanidad es el eje de su existencia. Para un hombre como Kowalski resulta inaceptable dicha circunstancia, regido por el Código Napoleónico, informa a Stella el derecho que legalmente los asiste para pedir cuenta y cobro del dinero que les corresponde. En adelante la convivencia anudará las relaciones hostiles que ya se venían tejiendo con motivo de la desconfianza del impetuoso Stanley hacia su cuñada, por todo cuanto supone la presencia y la manipulación que ejerce ella en la casa de su mujer como víctima del desamparo; así mismo el comportamiento machista de buen proletario y la ebriedad recurrente del hombre de ancestro polaco, revuelven su carácter hasta convertirlo en un sujeto violento que las agrede a ambas, más no por ello deja de excitar el deseo de Stella.

A lo anterior se suma el hecho que Kowalski trunca una relación amorosa que Blanche y Mitch, un compañero de trabajo y amigo del póker de él, intentaban formalizar, cuando le desenmascara sin que ella lo sepa en una cita que tenían justamente por el cumpleaños de quien fuera profesora de inglés. La esperanza de volverse a casar tras el suicidio de su esposo, se desvanece con esta nueva decepción, pero no sus delirios de grandeza que la sumen en el desvarío tras insistir en que todavía hay millonarios que esperan por ella, así sienta que su juventud se esté marchitando. El drama personal de Blanche va en aumento, así como su falta de cordura, no obstante no es la única a la que la sana razón ya no asiste, pues a Stanley la falta de control y de dominio propio le han llevado a ultrajarle y violarle, luego de una discusión mientras Stella da a luz el primogénito de ambos. La nueva madre ignorando lo sucedido regresa a casa con la criatura, pero es consciente del deterioro de la salud mental de su hermana, cuya noción de la realidad es más distante, cuando habla de darse una oportunidad con un millonario de Texas que la pretende, entre tanto un médico de un sanatorio mental espera por ella en un coche. Un sentimiento de culpa no deja de agobiar a Stella, haciendo responsable además a Stanley de la suerte que ha corrido su hermana desde que embarcó en un tranvía llamado “Deseo”.

Blanche por su parte resiste los embates de ira y grosería de Stanley, haciéndolo ver como un animal y ridiculizándolo cada vez que tiene oportunidad, frente a su hermana y entre ellos mismos, en una guerra sin cuartel, en la que ambos se ofenden y desacreditan, al punto que este se propone averiguar sobre el pasado de ella, encontrando pruebas de una vida tormentosa y desordenada, que le comprometen como mujer de dudosa reputación que sostiene encuentros regulares con extraños en el Hotel Flamingo.

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Palabras, palabras, palabras “Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate”.

Thomas Carlyle

“Solo cerrando las puertas detrás de uno se abren ventanas hacia el porvenir”.

Françoise Sagan

“Apenas son suficientes mil años para formar un Estado; pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo”. Lord Byron

“Escribir es defender la soledad en la que vivo”.

María Zambrano

“Me gusta tocar un libro, respirarlo, sentirlo, llevarlo... ¡Es algo que una computadora no ofrece!”.

Ray Bradbury

“Un necio encuentra siempre otro necio aún mayor que le admira”.

Nicolás Boileau

“Inteligencia es lo que usas cuando no sabes qué hacer”. Jean Piaget

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