EL LEÓN Y LA CEBRA

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EL LEร N Y LA CEBRA

Recopilaciรณn de fรกbulas de los alumnos de 3ยบ ESO


El león y la cebra.-

Autora: Lidia Gómez Tamarit.

El rey de la selva, el león, quiso invitar a sus amigas cebras a su guarida. El cartero real fue el encargado de avisarles. La primera en recibir la invitación fue la cebra, que se puso muy contenta. También fueron invitados la cebra pequeña y el papá cebra. Así pues, se presentaron en la casa del león, que olía bastante mal. Al ver que la cebra mamá hacía un gesto de asco por el olor, el león se sintió ofendido y echó a la cebra a patadas. -

Y tú, ¿qué dices, cebra pequeña?- preguntó el león enfadado.

-

Yo creo que aquí huele a rosas- mintió la cebra pequeña.

El león se dio cuenta de que la cebra pequeña no era sincera y la echó a patadas también. -

¡Ya solo me quedas tú, papá cebra! Dime, ¿qué tal huele mi casa?preguntó el rey, dispuesto a echar al último de sus invitados.

-

Estoy tan resfriado, león, que no puedo oler nada…

Así fue como la cebra se libró de una buena.


El león y la cebra.-

Autor: Antonio J. Reyes Molina.

El león tenía hambre y decidió salir a cazar. No encontraba nada para comer, y cuando estaba desesperado porque no encontraba ningún animal, éste se encontró con una cebra que estaba bebiendo agua de un río. El león corrió hacia ella y la cebra salió huyendo. Tras unos minutos de persecución, la cebra se escondió tras unos árboles y el león finalmente la encontró, al verse sin salida le dijo: -

¿Por qué intentas comerme?

-

Tengo hambre y llevo tiempo sin probar bocado, lo siento pero te ha tocado a ti-contestó el león.

-

Pero, ¿no sería más sencillo que fuéramos amigos? ¿Qué te he hecho yo de malo para que sea a quién quieras comerte?- insistió la cebra.

-

Solo tengo hambre y no tengo nada para comer.

-

¿Por estos lugares no hay ni animales ni frutas, solo agua.

-

¿Sabes dónde hay comida?

-

Sí, justo más al este. Júrame que jamás me harás daño y te llevaré a aquel lugar. La cebra lo llevó al este y el león cumplió su promesa.


El león y la cebra.-

Autora: Beatriz Vitorio.

Un día cualquiera en la selva un león impresionaba a las leonas comiéndose a los animales que pasaban a su alrededor. De pronto, apareció una cebra entre los árboles y como de costumbre el león empezó a correr hacia ella. La cebra lo veía venir pero se quedó quieta en el sitio. Cuando él se iba a tirar sobre ella, la cebra se paró y empezó a hablarle: CEBRA: Oye, ¿por qué quieres comerme?, dame una explicación. LEÓN: Pues porque tengo mucha hambre y las leonas me están mirando. CEBRA: Pues te voy a dar tres motivos por los que no deberías comerme. LEÓN: Te escucho, pero no tardes mucho. CEBRA: Primero, si me comes, dejarás a una cebrita sin su madre, es mejor que te comas a otro animal ya que estoy muy vieja y por lo tanto, mi carne no estará tan buena como otra, y por último, si me comes perderás a una amiga. LEÓN: (Pensativo). Tienes razón al fin y al cabo no me gusta la carne, soy vegetariano, solo quería comerte para impresionar a las leonas.


El león y la cebra.-

Autora: Mónica de la Vega Alé.

Estaba el león en la selva esperando a la cebra. -

¡Cómo tarda!- dijo el león-.Ahora que la cebra confía en mí ya no me tendrá miedo y en cualquier momento podré comérmela,ja,ja,ja…

-

¡Hola!-saludó la cebra.

-

¡Hola! ¿Has tardado un poco, no?

-

Sí, perdóname, me entretuve por el camino.

-

¡Ah!, no pasa nada, tranquila.

-

Tú tan comprensivo como siempre…

-

¿Por qué no damos un paseo?-preguntó el león.

-

Sí, claro, !vamos!

-

Ve adelantándote, ahora voy yo.

Cuando la cebra estaba caminando, ya un poco lejos de éste, el león corrió y saltó en lo alto de la cebra. -

¡Cuidado!- exclamó la cebra- ¡me haces daño!

-

¡Esto no es nada!

-

¿Pero qué haces? ¿No estarás pensando en comerme, no?

-

Sí, exactamente estoy pensando es eso.

-

No, por favor, somos amigos.

-

No soy tu amigo, solo fingía serlo.

-

Pero si nos llevamos bien.

-

¡No!, solo lo aparentaba.

-

¿Entonces?, ¿por qué fingías que te caía bien?

-

Porque pensé que si confiabas en mí sería más fácil comerte.

-

Pero yo sí que llegué a creer y a confiar en ti, ¿por qué me haces esto?

-

¡Cállate! Ya no tengo que darte más explicaciones.

-

¡No!, escúchame. Si me sueltas te prometo que me iré bien lejos de aquí.

-

¿De qué me sirves lejos de aquí? Para eso prefiero comerte.


Cuando el león le iba a dar el primer bocado, recordó que cuando estaba con ella no todo era fingir, que en realidad a veces pasaban muy buenos ratos, y que en el fondo llegó a caerle bien. Entonces fue cuando decidió no comérsela y aunque a la cebra le costó trabajo confiar en el león otra vez, volvió a confiar y se hicieron más amigos.


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