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CÓMIC

RUBÉN DARÍO

Un universo sórdido y sin salvación

Las crónicas de un “curioso voraz”

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SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM I REPORTE NACIONAL

Esta historia Otra novela luminosa de Alessandro Baricco

AÑO 4 I NÚMERO 165 I JUEVES 29 DE ENERO DE 2015


UN BASTIÓN DE RESISTENCIA CONTRA EL APARATO DISCURSIVO DE LA DICTADURA A 28 años de su publicación vuelve a circular en librerías Ficción y política. La narrativa argentina durante el Proceso Militar, un volumen con seis ensayos escritos por Tulio Halperin Donghi, Beatriz Sarlo y Daniel Balderston, entre otros, que analiza las maneras en que la literatura se las ingenió para desmitificar los discursos “oficiales”. El sangriento período iniciado en marzo de 1976 puso en

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REPORTE NACIONAL

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marcha un aparato represivo que terminó con cuantiosas vidas y fundó al mismo tiempo un territorio lingüístico que se planteó como una ficción discursiva plagada de mentiras y eufemismos: frente a este bastión de fachada inquebrantable, muchos escritores urdieron sistemas de representación alternativos que eludieron la censura y se constituyeron en las voces soterradas del horror.

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Esta historia Otra novela luminosa de Alessandro Baricco

LEONARDO HUEBE

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n Esta historia (Anagrama, 2007), Alessandro Baricco nos cuenta la vida de Último Parri, el hijo de Libero, dueño de un pedazo de tierra en el norte de Italia y de veintiséis vacas de raza piamontesa, a las que decide vender para instalar en el establo un taller mecánico de automóviles en una época, 1904, en el que estas máquinas eran juguetes con los que sólo se divertían los ricos, y no todos los ricos, sino los excéntricos. A lo largo de Esta historia, Último hereda, de manera limitada, la afición de su padre por los autos y la velocidad, pero de manera completa e inexorable, esa especie de locura tenaz por llevar a cabo los sueños. El de Último, el que le dará un sentido al transcurrir de sus días, será la construcción de una carretera, donde el fin se una al principio y que entre curvas, rectas, bajadas y subidas cuenten su vida. Esta historia comienza con una docena de páginas, a modo de introducción (Ouverture), que narran, con ritmo vibrante, una competencia en la que participaron 224 automóviles, con punto de salida en París y de llegada en Madrid, que tras varias muertes, que incluyen tanto a pilotos como a espectadores, es suspendida por el gobierno francés antes de traspasar la frontera. Este es el primero de los sucesos reales que cruzan estas páginas, ya que esta es una ficción totalmente sostenida por hechos históricos, como lo acontecido en la batalla de Caporetto durante la Primera Guerra Mundial, en octubre de 1917 (no 1927, como aparece en el libro, dato que presta a confusión), que cambió el paradigma de la lógica bélica para siempre. Es tras esa batalla, que

Último tiene la certeza de lo que debe hacer antes de morir. “Voy a construir una carretera, dijo. En algún lugar, no sé, pero la construiré. Una carretera como nadie la haya imaginado nunca. Una carretera que acaba donde empieza. La construiré en medio de la nada, ni una caseta, ni una empalizada, nada. No será una carretera hecha para la gente, será una pista, hecha para correr. No llevará a ninguna parte, porque llevará hasta sí misma, y estará fuera del mundo, y alejada de cualquier posible imperfección. Será todas las carreteras de la tierra ceñidas en una, y estará en el lugar al que soñaba con llegar quienquiera que haya partido. La diseñare yo y, ¿sabe qué le digo?, la haré lo suficientemente larga como para que quepa toda mi vida, curva tras curva, todo lo que mis ojos han visto y no han olvidado. Nada se perderá, ni la curva de un crepúsculo, ni el pliegue de una sonrisa. Todas y cada una de las cosas no habrán sido vividas en vano, porque se convertirán en tierra especial, y en dibujo sempiterno, y en pista perfecta. Quiero decirle una cosa: cuando acabe de construirla, me subiré a un automóvil, lo pondré en marcha y empezaré, yo solo, a dar vueltas, cada vez más rápido. Seguiré así, sin detenerme, hasta que ya no sienta los brazos y tenga la certeza de haber recorrido un anillo perfecto. Entonces me detendré en el punto exacto del que había partido. Me bajaré del automóvil y, sin darme la vuelta, me marcharé de allí.” Quienes frecuenten los libros de Alessandro Baricco encontrarán en esta novela una singularidad: Último no está hecho a través de sus palabras, sino a través de lo que decenas de narradores piensan de él o le escuchan confesar. Por esto, su vida es parecida a la de un santo: a nadie le cae mal una persona que tiene la sombra de oro.

Cronología de Esta historia Ouverture 1903 es el año de la carrera trunca entre París y Madrid (en los agradecimientos, el autor dice que esa introducción se la debe a la directora de la Biblioteca del Museo del Automóvil de Turín, que le acercó una fotocopia con un artículo que describía ese acontecimiento).

La infancia de Último En 1904, Último Parri tiene siete años, es flaco, débil y, de pequeño, fue bautizado tres veces. Es que cuando el sacerdote iba a darle la extremaunción el niño mejoraba, y para que la visita no fuera improductiva el cura lo bautizaba. En el pueblo se decía de él que tenía la sombra de oro, manera cariñosa de llamar a los que se les notaba que eran distintos a los demás. Cuando su padre decide cambiar el establo por el taller, Último se convierte en su ayudante. Cuando aparece por allí el conde D’Ambrossio, la vida de los Parri cambia para siempre. La infancia de Último culmina en 1912, tras un incidente desgraciado.

Memorial de Caporetto Son los escritos del padre de un capitán ahorcado tras la batalla de Caporetto por deserción, que entrevista a antiguos compañeros de su hijo para buscar datos que le den una pista de que su hijo fue ejecutado de manera equivocada. Uno de sus entrevistados es Último.

Elizaveta es la que guía al lector por el camino que lo lleva hacia la conclusión de la historia. Casada con un ruso rico, con el paso de los años absorbe su vida una obsesión: encontrar a Último.

1947. Sinnington, Inglaterra Tras la Segunda Guerra Mundial, Último decide comprar el aeródromo en el que actuó como mecánico durante la contienda. Sabe que es ahí. La gente vive años y años pero, en realidad, únicamente durante un tiempo vive de verdad, y es cuando consigue hacer aquello para lo que nació.

1950. Mil Millas Una fonda con dos surtidores. La carrera de las Mil Millas transcurriendo en algún lugar, cerca. Un accidente por allí tras el que todos los clientes y empleados salen corriendo en busca de sangre. Todos menos dos: la camarera y un cliente llamado Último. Y un auto gris, el 111, que frena junto a los surtidores.

Epílogo Elizaveta, tras buscar durante tantos años a Último, de alguna manera lo encuentra, lo vive, y luego se muda a orillas de un lago en Suiza. Paralelamente, Último recorre carreteras por Sudamérica. El final de Esta historia es uno de los más bellos, de los más perfectos, que nos ha regalado Alessandro Baricco.

Tres cosas para concluir Elizaveta Es el diario de una joven rusa exiliada en los Estados Unidos tras la revolución y que trabaja para Steinway & Sohns dando clases de piano en lugares perdidos del país a cambio de centavos y por una comisión si la familia del alumno compra un piano. Viaja en una furgoneta repleta de pianos junto a un chofer que se da maña, también, para componer los instrumentos: Último.

La primera tiene que ver con una clave para esta novela. Último tiene la epifanía de la carretera mientras es prisionero de guerra y lo han llevado a acondicionar una pista de aterrizaje abandonada. Aquella recta lo altera. Quizá una de las claves aparezca en un libro suyo publicado seis años más tarde: Mr. Gwyn. Allí, en la página 31, uno de los tantos personajes

entrañables que ha creado el autor, “la mujer del fular impermeable” cita a Proust: “Las resoluciones definitivas se toman siempre y solamente en un estado de ánimo que no está destinado a durar.” La segunda, es no dejar pasar por alto un parlamento del conde D’Ambrossio en un diálogo con la madre de Último, siendo Libero el eje de la charla, parlamento que lleva el sello “Baricco 100% original”: “–Quiero contarle algo, Florence. Mi padre era un hombre muy rico. Mucho más rico que yo. Lo dilapidó casi todo persiguiendo un sueño absurdo, un asunto de ferrocarriles, una bestialidad. Le gustaban los trenes. Cuando empezó a vender las propiedades yo me fui donde estaba mi madre y le pregunté: ¿Por qué no lo detienes? Tenía dieciséis años. Mi madre me dio una bofetada. Luego me dijo una frase que ahora usted, Florence, tiene que aprenderse de memoria. Me dijo: si amas a alguien que te ama, nunca desenmascares sus sueños. El más grande, e ilógico, eres tú.” La tercera es de que lugares, a veces impensados, los escritores encuentran o, nunca mejor dicho, motorizan sus ideas. El último de los agradecimientos de este libro es el siguiente: “Y, en fin, si no hubiera decidido, hace ya tiempo, dejar de dedicar los libros a alguien, este libro se lo habría dedicado a Valentino Rossi. Nunca he estado con él y tampoco acabo de entender muy bien qué clase de persona es. Pero la historia esa de bajarse de la Honda y subirse a una moto que no tiraba ha sido una de las cosas más hermosas de estos años. Me ha enseñado mucho. Probablemente, y por mucho que pueda parecer una tontería, es una de las cosas que me ha llevado hasta Fandango (editorial italiana de Alessandro Baricco). Cada uno tiene los maestros que se merece. Gracias, por tanto, a Valentino, por su descaro, valentía y talento. ¡Toda la velocidad que se narra en este libro es para él! ¡Que alguien se lo diga, por Dios!”


LA INCÓMODA PRESENCIA DEL PERONISMO EN LA LITERATURA ARGENTINA La relación de la literatura argentina con el peronismo es analizada por Rodolfo Edwards en Con el bombo y la palabra, un ensayo que recorre la siempre vigente tensión entre los intelectuales y las clases populares a partir de novelas, cuentos, poemas, canciones y otros géneros discursivos que dan forma a una batalla cultural que llega hasta nuestros días. Edwards (Buenos Aires, 1962), poeta, crítico literario y

periodista cultural, autor de Mosca blanca sobre oveja negra, Mingus o muerte, Los Tatis, The real poncho, entre otros libros. “Desde chico, lo que percibía era que entre el peronismo y la cultura había una gran grieta prácticamente insalvable. Siempre me interesó analizar el porqué de ese rechazo del campo cultural no sólo hacia la figura de Perón y Evita, sino hacia las clases populares”, dijo a Télam.

JUEVES 29 DE ENERO DE 2014

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Cómic, un universo sórdido y sin salvación CLAUDIA LORENZÓN

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n un universo narrativo de marginación y abuso, Odiseo Sobico traza en su primera novela, Cómic, la historia de un asesinato a partir del cual desgrana un mundo sórdido y sin salvación para los personajes que la pueblan, cuya acción transcurre en la Argentina del 70. Discípulo de Alberto Laiseca, el escritor, de 52 años, nacido en la Ciudad de Buenos Aires, configura un escenario en el centro del cual está Eneas, un niño que de adulto integrará una banda de sicarios, donde adquiere una identidad camuflada para poder salir al ruedo, en un mundo orquestado por otros. En el libro, editado por el sello independiente Alto Pogo, un narrador en tercera persona guía los pasos de los personajes que sufren, gozan, chillan y se lamentan en una trama donde el lector deberá ir uniendo y atando cabos para delimitar el rol que juega cada uno en la historia, de lectura rápida pero compleja. Los hechos se desarrollan en distintos escenarios y uno de ellos es un automóvil donde el protagonista se refugia a leer historietas que lo rescatan de un presente revulsivo, representado en la ilustración de la tapa y contratapa del libro, impactante y sugerente como la obra misma. Sobico, que estudió Periodismo y Letras, cuenta en una entrevista con Télam que la novela surgió a partir de la propuesta que les hizo el escritor Leonardo Oyola a un grupo de aspirantes a escritores apodado “Los Gallardos” de armar una historia donde una organización maneja la vida del protagonista, lo que le disparó el tema del abuso en todas sus facetas: social, político y sexual, que unió al origen trágico de Batman. ¿Cómo fue la experiencia de componer esta novela? Inicié una investigación en la que leí un montón de libros sobre abusos de menores para tratar de comprender la psicología de un

ODISEO SOBICO. “LEÍA TEXTOS PERIODÍSTICOS Y LIBROS SOBRE ABUSOS Y ME DOLÍA EN EL ALMA LO QUE PASABA, Y ME DOLÍA VIVIR EN ESTA SOCIEDAD”.

abusado y de un abusador, y busqué meterme emocionalmente como haría un actor, antes de escribir. Leía, puteaba, lloraba porque leía textos periodísticos y libros sobre abusos y me dolía en el alma lo que pasaba, y me dolía vivir en esta sociedad, en esta época. ¿Cuánto tiempo te llevó este trabajo de investigación? Me llevó un año y la escritura cuatro o cinco meses y luego hubo una reescritura. Primero esbocé los personajes con largos diálogos, como una especie de reflexión dolorosa. En ese marco se me cruzó la visión light de Batman, de un muchacho abusado por una sociedad, que busca vengarse por el asesinato de sus padres durante un robo, y me puse a pensar cómo sería trasponerlo en Argentina. Entonces se me ocurrió que no iba a ser un multimillonario, si no un personaje de un estrato medio bajo, hijo de una madre que vive como puede, en una sociedad que usa a las mujeres de una determinada manera, en un contexto social donde los límites entre los buenos y malos no están tan claros.

¿Cómo definirías al protagonista de la historia? Eneas está dentro de una organización en la que los preparan para ser soldados. En este contexto no será alguien redimido, curado de todas sus cicatrices, si no alguien que está mandado a ser lo que el sistema manda, que es esa famosa organización invisible. Y entonces queda en un límite de soledad muy grande. ¿Por qué elegiste escribirla de una forma casi experimental, donde el lector debe ir juntando retazos para armar la historia? Había elegido contarla linealmente y la historia me empezó a patear, como si me dijera así no me cuentes porque no va. Perdía interés, profundidad, credibilidad. Cada personaje me pedía exclusividad: me decía hablá de mí que me están pegando con un palo. Entonces resolví abocarme a cada uno, con su tiempo, no el cronológico. Porque además no quería una historia donde quedara todo cerradito, sino mostrar la iniciación de Eneas como sicario, y el resto son bifurcaciones y cabos sueltos. ¿Qué correlato tiene con la realidad el personaje del artista Tucho? No sé si se dio esa situación tan es-

pecífica, pero en los 70 había gente que marcaba personas y en la escuela primaria a la que iba teníamos un ídolo de maestro que fue acusado de abusar compañeros míos. El tipo era un gran docente, atípico porque enseñaba muy bien. Era ídolo de los chicos, era músico, organizaba los actos de la escuela de manera fabulosa. Era un showman, una envidia para los demás participar en los actos con él. Y de golpe un día la directora dijo que no venía más. Y empezaron los rumores, y “no te enteraste lo que pasó con fulanito”, se armó el chusmerío entre los chicos. Estas anécdotas quedaron ahí, y también supe que en el barrio otros también tenían sus ambigüedades... ¿Cómo decidiste el nombre de los personajes? El nombre de Eneas está propiamente tomado del personaje de Virgilio, (el poeta romano, autor de La Eneida). Y está relacionado con la experiencia de mi nombre porque de chico tuve todo tipo de anécdotas: desde el que me decía, ooohh, Odiseo, hasta el que me decía qué carajo es eso (por su nom-

bre de origen italiano). Entonces jugando con eso, Eneas es un nombre que se presta a la burla de lo más capciosa, cruel, o para considerar al otro un virtuoso, y me sirvió para que el artista lo pueda envolver y captar. Para mí los nombres son muy importantes, porque los personajes tienen identidades muy marcadas, como cicatrices, son un grupo de cicatrices que se juntan. En el caso de la Gata me inspiré en Batman, por Gatúbela, el Lobo es como uno de los compañeros de cómic de Batman, Flecha Verde; y en el caso de Mr. Phelps, remite al jefe de Misión Imposible. ¿Qué otro elemento tiene relación directa con vos? El auto, que es como la baticueva, porque en mi barrio había un Chevy que era como un refugio para nosotros. Estaba abandonado en la calle, nos metíamos ahí, jugábamos a manejar, nos peleábamos y me quedó un recuerdo muy lindo. Y en la contratapa aparece el dibujo del coche con alitas de murciélago. ¿Por dónde vendría la salvación para estos personajes, si la hay? La única redención es que el lector simpatice con alguno, pero en definitiva son sicarios, criminales, extorsionadores.


LA UTOPÍA FEMENINA FICCIONALIZADA POR ELSA DRUCAROFF Al calor de las guerras independentistas contra la corona española y en pleno fervor popular de la Salta de Güemes, La patria de las mujeres, la novela de Elsa Drucaroff publicada en 1999 y ahora reeditada, reconstruye aquellos días a partir de la mirada de un grupo de espías, conocidas como las bomberas, al tiempo que no pierde de vista el mosaico femenino de subjetividades en lucha.

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REPORTE NACIONAL

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Pasaron 15 años desde que Drucaroff publicó ésta, su primera novela, y por ese entonces ficcionalizar la historia se había convertido en un boom, temática que todavía convoca y mucho. “Este libro al igual que tantos otros del momento sirvieron para visibilizar a nivel masivo cuestiones que hoy forman parte del sentido común”, reflexiona en diálogo con Télam la escritora y doctora en Ciencias Sociales.

JUEVES 29 DE ENERO DE 2015

DIRECTOR DEL SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM: CARLOS ALETTO

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CONTRATAPA JORGE BOCCANERA

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l libro Rubén Darío. Viajes de un cosmopolita extremo, prólogo y selección de la ensayista Graciela Montaldo, es el relato de una mirada; la de un hombre-enciclopedia que en su tránsito por el mundo ve, asocia, analiza y cuenta con una prosa repujada, sensual y sonora, un tránsito que incluye desde dato erudito a la minucia de una receta de cocina. Estas crónicas (Fondo de Cultura Económica) escritas para medios latinoamericanos entre 1888 y 1918 y que parten del monólogo para buscar un interlocutor próximo “e involucrarlo en su experiencia”, según la compiladora, acercan un retrato del Darío viajero y también del hombre político, mordaz, gozador contradictorio. Montaldo, profesora en Columbia University, especialista en culturas latinoamericanas modernas, autora entre otros libros de Zonas ciegas y Ficciones culturales y fábulas de identidad en América Latina, mantuvo este diálogo con Télam.

Usted ve en Darío un “interlocutor absoluto” y “curioso voraz”¿Fue un flâneur, un viajero que enlazó saber y aventura? Me gustaría considerar el cosmopolitismo, el viaje, la flânerie en el marco de los cambios que se estaban produciendo en el mundo. Darío es el ejemplo perfecto del escritor “moderno” que surge en el cambio de siglo, él. No es un artista confinado a su biblioteca sino que se instala en el mundo, en el espacio público. Su literatura está llena de referencias culturales, su poesía es completamente “libresca” pero él es el poeta que saca su biblioteca a la calle. ¿Qué define su mirada como viajero? Darío mira “todo”; lo nuevo lo atraía. Lo que define su mirada de viajero es el interés en descu-

Rubén Darío Las crónicas de un “curioso voraz”

brir las nuevas experiencias de la vida moderna. Algunos viajeros de la época ven solamente lo exótico, otros solamente lo igual, él coloca su mirada en la mitad; ve un mundo (específicamente el europeo) cruzado por nuevas prácticas y, especialmente, por las nuevas experiencias de la cultura masiva. Le interesan los nuevos bailes, los espectáculos, los cambios urbanos, la vida en el espacio público, la moda. Cualquier novedad le pareció digna de la escritura, desde la ópera a los espectáculos de circo. Darío fue precoz en todo, empieza a viajar a los 15 años… Fue un curioso abierto a la novedad, interesado en ir más allá del provincialismo al que estaba con-

denado en Nicaragua. Sintió que su tradición era el universo, que todo le pertenecía. En ese sentido, la precocidad de su escritura y la de sus viajes le crearon las condiciones para desarrollarse temprano en el mundo moderno. Y le posibilitaron conexiones muy estrechas con políticos, artistas e intelectuales. ¿Influyeron en su obra poética sus traslados continuos? Darío era un cosmopolita antes de salir de Nicaragua, pues era cosmopolita su deseo de conocer el mundo, experimentar la inestabilidad de la vida moderna en las grandes ciudades que comenzaban a ser espacios de novedades

técnicas, visuales, sociales. Experimentó esa pasión viajera leyendo todo lo que se le ponía a mano, para conocer otras culturas, en la lengua que empezaba a ser universal, la de la modernidad. Apenas tuvo oportunidad, comenzaron los desplazamientos por América Central, Sudamérica, Estados Unidos y Europa. Escribió casi toda su obra en medio de esos desplazamientos, por lo tanto, no se la puede separar de los viajes. El lenguaje del escritor nicaragüense es brillante, holgado, plástico; ¿cómo caracterizaría su particular estilo de cronista? La crítica y las lecturas de todo el siglo XX canonizaron a Darío como poeta y trazaron una línea divisoria con el resto de su produc-

ción, dándole un lugar secundario a su obra periodística. Sin embargo, dos tercios de su obra total está compuesta por crónicas que escribió a pedido de diferentes periódicos, especialmente para La Nación de Argentina. Es inevitable pensar que su escritura poética no puede separarse de la periodística. Más que el estilo quisiera caracterizar esa nueva condición de la escritura moderna: Darío se inscribe al mismo tiempo en la tradición letrada, libresca, y en la nueva escritura de los medios que empiezan a ser masivos; reconoce temprano que la novedad cultural pasa por la cultura masiva; lejos de rechazarla la reconoce como un problema para los artistas y de ese problema deriva la novedad de su escritura. Darío es crítico sobre la banalidad del mundo burgués, la iglesia y sobre todo el avance expansionista de Estados Unidos... Admirador de Europa (especialmente de Francia) cuando llega a Nueva York se deslumbra, es la ciudad más moderna que conoce. Allí reconoce los síntomas más problemáticos de la modernidad: el poder del dinero, la mercantilización de todos los aspectos de la experiencia. Y esa otra modernidad, la del dinero, le disgusta. Hay en las crónicas un ojo alerta a la presencia femenina, un erotismo latente, aunque sobre el tema se muestra contradictorio… Las mujeres constituyen uno de los grandes problemas del cambio de siglo, porque es el momento de su emancipación. Su cambio de lugar social y político despierta ansiedades, terrores y respuestas de todo tipo. Sus “contradicciones” al respecto son las mismas de buena parte de la sociedad. Se ve la emancipación de la mujer como un avance moderno y también como la evidente pérdida del poder y la hegemonía masculina.


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