Cartografía del tahúr solitario

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A manera de prólogo Carlos Cedeño alias Carlos Yusti Yuri Valecillo

Tendré que contar que conocí a Yusti cuando como estudiantes de educación media, ambos lo fuimos alguna vez, tendríamos 14 o 15 años y un buen día él llegó a la casa del viejo MAS (partido político), el cual tenía bastante influencia en los sectores estudiantiles, cuando todavía en aquellos tiempos se peleaba a sangre y palabras por encabezar un Centro de estudiantes y esos centros eran generadores de política. Pues bien el Yusti llegó contento con unos esténciles y un par de resmas de papel con el fin de multigrafiar un periodiquito cultural, o un panfleto con verborrea poética, y claro también él escribía en dicho material. Llevaba consigo, tinta, papel, esténciles y todo lo necesario para eso de multigrafiar y se multigrafiaba con una máquina fabulosa llamada multígrafo. Con lo que no contó Yusti y sus amigos era con la negativa absoluta y rotunda del responsable de dicha maquina. Los textos de Yusti no agitaban, no denunciaban, no hablaban de las masas y sus procesos sólo eran textos poéticos, heréticos y claro rompían con la costumbre militante de imprimir documentos del partido. El responsable del multígrafo era yo. Bien, desde ese momento, con discusiones acerca del poder político y del poder de la palabra, de sus veredas extrañas, de la razón del ser humano de

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escribir de su entorno se forjó una amistad que dura hasta hoy; como es lógico aliñada de diferencias y acuerdos tácitos, de lecturas obligatorias, de ver mucho cine y el encuentro/desencuentro de amigos comunes, además de uno que otro bar de por medio. Los desafíos de Yusti siempre fueron superados por su persistencia y constancia, su entrega sin concesiones a la pluma y luego al pincel. Yusti al igual que yo viene de una familia de trabajadores, de esos sectores humildes pero con un gran respeto por el esfuerzo propio y el ajeno. De las cosas que recuerdo como nuestro bautizo y nuestra incorporación a la era digital (no ya tan jóvenes) que nos agarró la afición por los juegos de maquinitas y en el Pasaje Centro de la Plaza Bolívar en Valencia jugamos muchas veces “Contra”, juego donde unas figuras hacen las veces de guerreros a lo Rambo en alguna selva tropical. Yusti entonces escribe, publica, diseña, dibuja, acumula libros en su casa, guarda secretos que podrían acabar con la paz de la república, pero de repente ese impresor amateur pasa sin cortapisas a los días del ciberespacio. Con él publico lo que hago y lo que es lo mío desde hace bastante tiempo: la fotografía. En hacer fotos me he refugiado así como creo que mi amigo y hermano se refugió en lo que sabe hacer y lo hace de manera fantástica: escribir.

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Ser un antilector

El antilector es quien ha descubierto que leer no sirve para nada y sirve para todo. Además el antilector no lee para educarse o hacerse de una cultura. Tampoco lee de manera ordenada y está dispuesto a leerlo todo. El antilector sabe que otro libro lo espera para seguir construyéndose palabra a palabra. El antilector está leyendo siempre la vida, la soledad o el amor. El antilector sabe que la mujer que ama será siempre ese libro que se deja leer en ese silencio blanco de las sabanas.


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Abominar del diccionario Siempre he abominado de los diccionarios. Me refiero a esos diccionarios de la oficialidad académica de la lengua que busca darle rango y pedigrí a la palabras. No sin razón dicen que el diccionario en el cementerio de las palabras. Las palabras son vivencias, historia, peculiaridades espirituales y lingüísticas de cada barrio, región, ciudad, comarca, gueto, etc. En la vida las palabras se utilizan como monedad corriente para tratar en algo de entendernos. El dinamismo de las palabras en la vida es tal que cuando algún académico la encierra en un diccionario ya nuevas palabras están rondando en el intercambio diario del ciudadano de a pie. No obstante esos otros diccionarios espurios y escritos para darle una nuevo giro de tuerca a las palabras a la postre resultan más amigables e ingeniosos. “El diccionario del diablo” de Ambrose Bierce siempre me ha parecido digno de consulta. En este diccionario las palabras cargadas con un humor de tonos oscuros nos acercan a una realidad absurda. También el “Diccionario filosófico” de Voltaire es la mejor manera para desaprender filosofía y en la cual cada palabra posee un significado de fulgor breve. Voltaire aborda los temas más variados como lo haría un columnista de prensa hoy y por eso su rabiosa actualidad.


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Carlos YUSTI

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Dos reseñas de libros “Pan alquilado (Poesía reunida)” de JPedro Guerrero, Gargajo Ediciones.

JPedro Guerrero, poeta oriundo de Sabaneta de Barinas, ha reunido varios libros de su extenso trabajo poético. En Pan alquilado encontramos poemas de libros como: “Juanetes metafísicos”, “Royendo un mendrugo duro al amanecer”, “La lira oxidada”, “Carne de caballo viejo”, “Alma en subasta”, “Zamuros de angustia nítida”, libro que obtuvo el premio nacional de aves de corral y “Cocinando a fuego lento mis zapatos”. Poeta comprometido con todo y nada su poesía explora las posibilidades de nombres que tiene una guía telefónica, por supuesto la muerte, el amor, el dolor de estar vivo y los recibos del teléfono tienen cabida en su poesía existencial, pero leamos algunos versos: Ya viene el cobrador, el cartero y el hombre invisible/ viene la noche ¿Y a dónde vamos?/ Los caballos han muerto o están en el hipódromo/la flor brota en este estercolero/ es una flor de plástico/ El aroma de político cansado persiste/ Águila no caza moscas/ Pero el cadáver se pudre y llega la mañana como un cuchillo de flores que destaza la presa/eso somos decía mi padre:/un sueño que galopa más allá de las alambradas/ y los salvadores de la patria. JPedro Guerrero ha obtenido muchos premios y ha tenido también algunos apremios, pero a sus 80 años sólo le interesa la iluminación que le proporciona el viagra. 8

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“Las paradojas del chivo expiatorio”, de Alvora P. Suaréz Editorial Terraplen Expropiado, La coruña Argentina. 280 páginas.

Se podría catalogar esta novela como una intriga policial extravagante ya que no hay ningún asesinato que resolver, ni algún detective buscando pistas para atrapar a los malos, no obstante son 280 páginas trepidantes que no le dan respiro al lector por su trasfondo de Thriller sicológico. La trama gira en torno a un hombre que una mañana es detenido sin razón aparente y pasa cuarenta años encarcelado en un manicomio viendo películas de Almodóvar y Tarantino. El hombre queda libre y vuelve a su casa una mañana y se prepara el desayuno. En todo ello hay una metáfora que encantará a los lectores si logran descubrirla, yo no lo hice, pero como el autor es amigo mío ni modo.

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Libros de Autoayuda

A que se debe que unos libros insulsos y plagados de lugares comunes, o confeccionado en corta y pega, con ideas más que obvias, se convierten en la guía espiritual e incluso en objetos de cultos por sus beneficios prácticos. Libros como “Quién se llevó mi queso”. “La culpa es de la vaca”, “El caballero de la armadura oxidada”, y otros de cuyos nombres no deseo acordarme, se convierten en oráculos imprescindible para un buen número de hombres y mujeres. A ciencia cierta no sé si tales libros obran cambios en la vida de sus lectores, si se trata sólo una estrategia del mercado que a la hora de comerciar con la fe, los sueños y las creencias no se andan con sutilezas. Lo revelador es que muchos de estos libros están confeccionados para mentes elementales, están escritos con un estilo escueto y con los ingredientes menos suntuarios de la escritura artesanal: lenguaje sencillo, una anécdota pueril, pero aderezada con bisutería religiosa oriental. Los elementos mágicoesotéricos no pueden faltar y algo ineludible es una trama previsible con final feliz. Muchos escritores complejos, que se mueven en la gran literatura, venden apenas algunos ejemplares de sus libros y estos autores de seudoliteratura se forran de millones. ¿Dónde está el secreto?. Al parecer no hay secreto, sólo hay gente insufriblemente infeliz y con muchos complejos mentales que necesita una orientación existencial para mantenerse a flote. Los infelices hundidos en sus miserias, los casos perdidos, escriben en los baños públicos, rayan las paredes de la ciudad o leen en el metro a Joyce, Marcel Proust y Cervantes.


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Leer cine

En nuestro país ver cine extranjero es una quimera ya que en realidad lo que hacemos es leer cine. En el momento culminante el protagonista habla y el espectador va, a duras penas, por la mitad de la frase y enseguida la escena cambia y esto hace imposible disfrutar la escena. El otro inconveniente de leer cine estriba que muchas veces uno se horroriza no por la película, o la mala actuación, sino por los errores ortográficos que saltan de la pantalla sin anestesia alguna. Y no se mencione la traducción de los títulos y de los diálogos. El escritor colombiano Efraín Medina Reyes ha escrito que es una verdadera tortura escucha a Batman hablar como Don Quijote o Meryl Streep con el fastidioso acento del Topo Gigio. Por otra parte el traductor se toma licencias censoras para simplificar los diálogos y agilizar en algo la lectura. Leer cine es una insufrible lata, mejor es leer el libro en el cual, por lo general, se basa la película. Lo que han hecho con el último libro de la saga de Harry Potter, “El Caliz de fuego” es suficiente para decidirse de una vez por todas dejar de leer cine y concentrarse en la literatura.

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Infectado de rayuelismo

La literatura experimental se convirIntenté leer la novela “Rayuela” en el tió en una especie de moda y creo que la bachillerato, pero me fue imposible, no culpa de todo la tuvo el “Ulises” de Joyestaba preparado intelectualmente. ce que apenas narra un día de varios La leí muchos años después y pude personajes. Joyce realiza un experimenmeterme en su entresijo humanístico, to con los estilos y con la forma. Hace en ese andamiaje de personajes y de la añicos la novela tradicional y le devuelliteratura como ese extremo de estive un poco su encanto de travesía, de lo y de humor. Julio Cortázar fue uno de aventura lingüísticas. En nuestro país esos autores imprescindibles (como Borges, novelas con sentido experimental se Italo Calvino) los cuales enseñan que podrían mencionar “País portátil” de Adriafuera de la literatura todo parece carcono Gonzáles León, “Abralapalabra” mido por lo predecible. Cortázar utilizó lo de Luis Brito García. En nuestra cuentísliterario para arañar en algo esa realitica esta experimentación Joyciana ha dad que subyace en esta realidad cotidiana sido más prolífica. de horarios y rutinas aprendidas.


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Periódicos

Tengo un amigo que ha decidido no leer más periódicos, dice que lo hace por su salud mental, para él los diarios sólo traen truculencia y políticos desabridos y gente de farándula con un coeficiente intelectual de botox y silicón. No obstante el periódico sirve para muchas cuestiones. Por ejemplo es ideal en eso de envolver el pescado, así mientras usted calienta el sartén puede de leer en la piel de su carite, o su catalana, noticias a las que no le había dado importancia como: “La expansión del universo es un hecho”, “Los hombres calvos son más seductores, siempre y cuando su calvicie este respaldada por una sólida cuenta bancaria”. El uso del periódico es algo burdo, pero si hay urgencias corporales y no hay papel sanitario a la mano el periódico puede constituirse en el último recurso, además limpiarse con el rostro de algún politicastro de saldo y oportunidad es lo que podría catalogarse como justicia divina. También sirve el diario para reírse de los descalabros y deslices que realizan los periodistas por el apremio del cierre de edición. Basten algunos ejemplos: “El cadáver presentaba heridas, al parecer mortales.” “Con gran dolor para los amantes de la naturaleza, por orden de la alcaldía, los bomberos se pusieron a cortar un árbol centenario de más de 1.000 años.” “Como era día de los muertos, se encontraba muyanimado el cementerio.” “El público, entusiasmado y puesto en pie, aplaudió hasta enronquecer.” “Falleció para siempre el que fue gran deportista…” “El baile fue amenizado por un numeroso cuarteto.”

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18 17 Los políticos de oficio siempre han visto en la prensa un enemigo potencial ya que denuncia sus trapacerías y negocios a la sombra del poder por eso tildan a la prensa en consenso como cuarto poder y en realidad los periódicos sólo venden palabras (algunos ideologías) y otros se ha quedado en el triste papel de tontos útiles de los regímenes de turno, haciéndole el mandado tipográfico al que lleva las riendas aduciendo que de alguna manera hay que pasar la contingencia. Si mi amigo se enterara como anda el salario de los periodistas, quizá compraría el diario, sin contar que eso de los gazapos para bajar la rabia y caer en la risa es gratis. Además creo que compraría el periódico si se entera de esa frase de Luis Fernando Verissimo: “A veces, la única cosa verdadera en un periódico es la fecha”.

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Lectores pésimos

Malos lectores he conocido pocos. He conocido mucho poeta malo y mucho ensayista de bostezo académico. En la literatura he conocido a pésimos lectores. Por ejemplo Don Quijote ( Alonso Quijano antes de sus andanzas) quien tiene todas las características de un señor jubilado. En tal sentido se ha leído varias veces su biblioteca, concentrando su atención en los libros de caballerías. Otra pésima lectora es Emma Bovary, que lee con fruición noveletas románticas. Tanto a Emma como a Quijano los pierden sus lecturas. Quijano se arma caballero y sale a los caminos a vivir su propia novela de caballería. Por su parte Emma sumergida en un jabonoso romanticismo rosa resbala hacia al adulterio y luego al suicidio. La literatura es una cosa y la vida es algo menos mágico. Lectores buenos son los de Harry Potter. En algunas escuelas de Estados Unidos prohibieron el libro ya que su tema de brujos y magia era algo que podría perjudicar la mente de los jóvenes lectores. Cuando a niños y jóvenes los entrevistaban sobre esta medida argumentaban: “Los libros de Harry Potter son pura ficción, son historias con mucha imaginación. Nada es allí es real eso lo sabe cualquiera”.


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Anorexia ideológica

La juventud es el hambre por los sueños y la utopía. En esa etapa la vida ofrece dos vías: la militancia por un mundo distinto o ese camino insulso de la frivolidad servil. Con el paso de los años esa hambre no se pierde, sino que se transforma algunos echan tripa, otros se mantienen en forma a fuerza de gimnasio y cirugías estéticas, pero con ese aire de que han perdido algo vital en el camino. Los frívolos de siempre siguen allí y van de triunfadores por la vida. Hoy existe una especie de anorexia ideológica. Soñadores y utopistas de antaño siguen vomitando las consignas de siempre. No hay progreso alguno, ni creatividad en ningún sentido y al parecer se vuelve a viejas ideologías libertarias para ver si de una vez por toda tienen algo que ofrecer al colectivo. La teoría en el papel es inamovible como una roca, pero en la realidad se desvanece como un puñado de polvo en el viento. Lo bueno de las utopías es que nos permiten seguir soñando y aunque la historia nos ha enseñado que a veces esos soñadores irreversibles han convertido los sueños utópicos en pesadillas sangrientas. Ojalá no despertemos nunca, ojalá todo se quede como un sueño y que no venga ningún comisario del partido a despertarnos.


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Marilyn, una metáfora siempre viva

En una de las paredes del apartamento donde vivo y escribo (o viceversa) se encuentra el afiche de Marilyn , que es ya un lugar común de la industria gráfica masiva y popular, en la cual un viento subterráneo levanta en vuelo las alas de su falda plisada. Su pantaleta de fino algodón, y con una delicada cinta de flores tejidas en el borde, es un inigualable poema que puede convertir en mirón al casto más trasnochado. La fotografía pertenece a la película de Billy Wilder titulada The seven year itch, algo así como La picazón del séptimo año, pero cuya traducción más chapuceramente conocida es La tentación vive arriba. Lo de rubia tonta no era un mito. Filmar con Marilyn no era nada sencillo. Jamás se aprendía sus parlamentos, pero fotografiaba de maravilla. Wilder cuenta: “...un día, cuando le pregunté la causa de su retraso, se excusó diciendo: No podía encontrar los estudios‚ ¡Unos estudios para los que trabajaba bajo contrato desde hacía seis años!”. Desde hace mucho tiempo dejó de ser el desafuero sexual de los solitarios, dejó de ser una actriz mediocre, una chica de almanaque, un símbolo sexual para devenir en icono de un país que aceita sus engranajes políticos, o comerciales, con sangre y sufre de violentas patologías conspirativas. Lo escrito por Francisco Umbral es la sublime exactitud: “Marilyn fue la creación de América y también América, a la inversa, un poco creación suya. El interés de MM no está tanto en sí misma como en qué manera van confluyendo en la adolescente ingenua y sexual con los vicios, los pecados, la gracia, los excesos, el mal gusto, el dinero y la sublime vulgaridad de un pueblo que no oculta su origen ecuestre ni su democracia con sogas para el ahorcado y Ley Seca”. Su muerte, sometida a todas las pesquisas, y sazonada con todas las más absurdas hipótesis, todavía no se aclara y ha dejado una hilacha de conjeturas. El mito Marilyn tiene todos los condimentos de una tragedia griega. Como buen mito ha servido de musa a los poetas, de modelo a los pintores (Andy Warhol sicodelizó su rostro de blonda cabellera). Biografías, novelas, crónicas, tesis y demás devaneos literarios han hurgado en los promontorios de su vida tratando de encontrar los huesos de su alma. Pero el mito crece hasta convertirse en una poética inalcanzable, en una metáfora siempre viva y cambiante con el paso del tiempo.

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Marilyn representó el papel de mentecata en estado puro, la bobalicona de pechos erectos y cuerpo escultural que llega a la cima superando todos los obstáculos y todas las braguetas; o sea, el machismo crudo y campante. El precio para alcanzar el sueño americano fue excesivamente alto. Algunos de sus amantes querían vampirizarle el cerebro, trataban de intelectualizarla (Robert Slatzer, Yves Montand, Arthur Miller), pero ella estaba hecha de carne y deseo. Su sexualidad/sensualidad no estaba para requiebros espirituales y por eso se echaba encima a un pelotero (Joe Dimaggio) celoso y carente de madera espiritual para comprender sus ondulaciones emocionales. Por esa razón Marilyn expresó: “Los hombres se enamoran de mí tal como soy y luego quieren cambiarme”. Craso error. Marilyn quería vivir en la orilla de las cosas sin pretensiones, quería estar al borde como distraída de todo. Al parecer se fingía mentecata. Ese fue su mejor papel. La rubia artificial con la cabeza hecha un colador. Quizá. En una oportunidad casi se descubre y dijo: “A mucha gente le gusta considerarme una starlett: sexy, frívola y estúpida”. El escritor Truman Capote hizo el mejor retrato de Marilyn. Se la encontró en el funeral de una celebridad de la farándula y la descubrió vulnerable y sin afeites. Lloró y le dijo al escritor que sin duda la consideraba una estúpida, pero Capote le dijo simplemente que no, que sólo la consideraba una adorable criatura. Hay que coincidir con Umbral cuando asegura que Marilyn era la esencia de la vulgaridad. Era una vulgaridad a quemarropa que luego se metaforizaba en una belleza austera, pero en esencia magnética y aleatoria. Hoy es un símbolo sin fronteras, un mito forjado con la hojalata del melodrama que se globalizó mucho antes que todo se globalizara. La Monroe me interesó más desde la sociología que desde lo carnal. No fue la mujer sadiana de lecturas juveniles. Siempre resultó ser una reina buena de pueblo. Su nombre de pila era Norman Jean Mortenson y vivió el sueño americano a fuerza de pastillas para dormir. Una sobredosis de barbitúricos la despertó al mito eterno. Luego han escrito que la suicidaron. Como los norteamericanos están fraguando nuevas conspiraciones, nuevas intervenciones bélicas, de seguro no se acordarán de dejarle un clavel en su tumba.

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Bibliotecas imaginarias

Uno prefiere las bibliotecas imaginarias debido a que son bastantes extensas y contienen muchos libros y ocupan ese espacio holgado de la imaginación. En mi conteo de bibliotecas imaginarias hay que mencionar la de Don Quijote y que llevan a la hoguera el cura y el barbero en un auto de fe que siempre me ha causado inmensa tristeza. Está también la creada por Borges en su cuento “La biblioteca de babel”, la de Umberto Eco en “El nombre de la rosa”, la biblioteca sumergida del Capitán Nemo. La biblioteca del personaje principal de la novela de Elías Canetti “Auto fe”. Cómo es lógico tengo mi biblioteca real, con un centenar de libros en la ciudad donde vivo y otro lote, mucho mayor, en mi ciudad biográfica, sin mencionar esas que he perdido en los naufragios habituales de la vida y de las relaciones amorosas. La biblioteca personal es como el cartón de identidad del escritor. Los libros que se acumulan en la estantería de su alma quizás lo ayuden a magializar esa realidad tan banal y publicitaria, tan rosa y de espectáculo real es horario todo usuario; esa realidad lleno de molinos de vientos y Sanchos Panzas queriendo ser Quijotes. En fin de esa realidad donde pasa de todo, pero con ese toque inigualable de la metáfora.


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Barthes

La editorial Monte Avila editó, hace bastante tiempo, el libro Barthes por Barthes o algo así. Allí Roland Barthes se hacía una radiografía con fotos incluidas. El libro todo es algo así como un rompecabezas. Esta confeccionado como una colcha de retazos. Sólo breves fragmentos que indagan sobre sus gustos, su madre, su trabajo y cuestiones pías en ese sentido. Hablar de uno puede ser aburrido, pero Barthes se las ingenia para que ese libro resulte revelador y un tanto esquivo. Jacques Derrida escribe: “Hoy, al regresar de la experiencia un poco insular a cuyo fondo me había retirado con los dos libros, miro solamente las fotografías incluidas en sus otros libros (sobre todo en el Roland Barthes...) y en los periódicos. Ya no me aparto de las fotografías y la escritura manuscrita. No sé lo que sigo buscando, pero lo busco por el lado de su cuerpo, lo que muestra de él y lo que dice de él, lo que acaso esconde de él, así como lo que él no podía ver en su escritura. Busco en las fotos los “detalles” y creo, sin la menor ilusión, sin complacencia, que algo me mira sin verme, como él mismo decía, según creo, en las páginas finales de La chambre claire. Trato de imaginar los gestos en torno de aquello que se cree que es la escritura esencial. ¿Por ejemplo, cómo escogió todas esas fotografías de niños y viejos? ¿Cuándo eligió esta “cuarta de forros”? ¿Marpa hablando de la muerte de su hijo? ¿Y esas líneas blancas sobre fondo negro en el interior de la cubierta de Roland Barthes...?” Siempre estuvo preocupado de la elegancia en cuanto a su estilo, estuvo en la cuerda floja de una estética más como lector que como escritor; es decir fue un lector que leía con una estética particular, buscaba captar la belleza de la frase como elemento musical, como polémica y como tragedia creadora. Allí está su ensayo de Flaubert y su balanceo al borde del colapso tratando de encontrar la frase justa. Barthes presenta todo eso con un dramatismo sin igual.


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Le interesaba la verdad de la literatura, la verdad que encierran las palabras organizadas en función de un texto o como intentó demostrarlo a través de un texto chino contenido en su libro Fragmentos de un discurso amoroso: “Un koán búdico dice lo que sigue: El maestro mantiene la cabeza del discípulo bajo el agua, mucho tiempo, mucho; poco a poco las burbujas se espacian; en el último momento, el maestro saca al discípulo, lo reanima: cuando hayas deseado la verdad como has deseado el aire, entonces sabrás lo que es”.

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el mito crece hasta convertirse en una poética inalcanzable, en una metáfora siempre viva y cambiante con el paso del tiempo.

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Escribir es corregir

Alonso Quijano es un lector compulsivo. Como a todo buen y gran lector (como es lógico) le asalta la tentación de escribir, pero no todos los grandes lectores cruzan la línea y se enfrentan a la hoja en blanco. Don Quijote expone, o más bien Cervantes, las razones por la cuales no escribe: “…,y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma, y darle fin al pie de la letra como allí se promete; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran.” Tanto escritores grandes o pequeños se han visto zarandeados por la burla y el ninguneo de sus contemporáneos. El escritor Antón Chéjov le escribe (Moscú, 28 de marzo de 1886) a Dmitri V. Grigoróvich: “Todas las personas cercanas a mí siempre han menospreciado mi actividad de escritor y no han cesado de aconsejarme amistosamente que no cambiara mi ocupación actual por la de escritor. Tengo en Moscú cientos de conocidos, entre ellos dos decenas que escriben, y no puedo recordar ni a uno sólo que haya visto en mí a un artista. En Moscú existe el llamado “círculo literario”. Talentos y mediocridades de cualquier pelaje y edad se reúnen una vez por semana en el reservado de un restaurante y dan rienda suelta a sus lenguas. Si fuera allí y les leyera una parte de su carta, se reirían de mí. Tras cinco años de deambular por los periódicos he logrado compenetrarme con esa opinión general de mi insignificancia literaria.” No es por casualidad ni por prurito que el buen lector aplaza el momento de la escritura, ese momento de un encuentro de amor-odio con las palabras. No hay formulas para escribir, quizá existan algunos trucos, la consabida carpintería del oficio, pero a fin de cuentas todo

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escritor está un poco solo tratando de sacarle un brillo especial a esa hojalata de todos los días del lenguaje. Los grandes escritores también han sido grandes correctores de sus libros. James Joyce realizó más veinte mil correcciones nuevas a las galeradas finales del Ulises. Stendhal sometió a implacables y profusas correcciones a la Cartuja de Parma. El más desquiciado corrector de sus libros fue sin duda Balzac y en una ocasión escribió: “Algunas veces una sola frase ocupaba toda la velada: la retorcía, la amasaba, la forma necesaria, absoluta, no se presentaba sino después de agotarse todas las formas aproximadas”. El torturado por excelencia con eso de la escritura fue Flaubert. Pero La tentación de escribir no sólo asalta a despáginados lectores, sino que a figuras del rock. Modelos, músicos, deportistas y demás grey de la farándula mediática cuenta en algunas entrevistas ese deseo secreto: de haber sido escritores. Groucho Marx aspiraba ser recordado más por los pocos libros escritos que por sus películas. Los ejemplos en este contexto abundan. Aplazar el momento de la escritura está sujeto a muchos prejuicios. Si se te ocurre decir que escribes familiares, amigos y conocidos enseguida buscan los argumentos más feroces para que desistas en ese vano empeño de convertirte en autor. Emil Cioran, el huraño filósofo rumano, por su parte crítica a uno de sus amigos que apartado en un pueblo de provincia le escribe su intención de escribir un libro y Cioran escribe en una especie de carta: “Siempre había creído, querido amigo, que, enamorado de su provincia, ejercitaba allí el desapego, el desprecio y el silencio. ¡Cuál no sería mi sorpresa al oírles decir que preparaba un libro! Instantáneamente, vi dibujarse en usted un futuro monstruo-

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23 30 31 so: el autor en que se va a convertir. “Otro que se pierde», pensé. Renglón seguido Cioran pasa a despotricar del mundo literario, especie de infierno lleno de artificio y veneno, en el cual el único tema de conversación son los libros. A los literatos los califica de indiscretos desvergonzados. A pesar de los consejos y las recomendaciones uno se empeña en confrontar/enfretarse a la hoja (o la pantalla de la computadora) en blanco. Después que uno se embarca en la escritura hay que corregir mucho, romper y atestar la papelera de hojas desechadas para no naufragar durante esa travesía plena de peligros e incógnitas. Aunque eso del peligro es ya literatura por aquello escrito por Steiner: “El intelectual, el mandarín universitario, la rata de biblioteca, no suele formarse en la valentía.”

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Mamá y la primera biblioteca

En un texto de José Bianco sobre Proust este cuenta que a la edad de 13 años le preguntan al escritor ¿cuál era el colmo de la desgracia? y Proust contestó: “Estar separado de mamá”. Las relaciones de los hijos varones con sus madres son por lo general algo proustsianas (edípicas diría algún sicólogo de cafetín universitario). Con respecto a los escritores la impronta de la madre siempre es decisiva y ese perfume inequívoco de la metáfora. En las memorias de Gabriel García Márquez tanto su madre y su abuela le ayudaron a poblar y amueblar su mundo literario con sucesos cotidianos que para los ojos de la imaginación del escritor colombiano adquirieron ese sentido mágico e insólito que caracteriza su literatura. En alguna entrevista García Márquez comenta que cuando su madre leía sus cuentos o fragmentos de sus novelas murmuraba en voz alta: “Ay, este es mi compadre, retratado como un mariquita”. También hacía alusión a la costumbre de su madre de encender una vela cuando él viajaba en avión, la doña estaba convencida que el poder esa vela encendida era capaz de impedir que el avión cayera. En una entrevista un periodista le preguntó a la mamá de García Márquez: “¿Señora a que cree que se debe el talento literario e imaginativo de su hijo?”. La señora sorprendida y con los ojos como platos sólo atinó a responder: “Yo creo que es por la Emulsión Scott”. Jean Cocteau escritor cuya leyenda se lee más que sus libros escribió una serie de cartas a su madre. Son cartas llenan de trivialidades y que visualizan el mundo desde un punto de vista optimista y

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tratando de encontrar la frase justa. Barthes presenta todo eso con un dramatismo sin igual.

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hasta frívolo a pesar de la guerra. Para Cocteau su madre es su única amiga. Las cartas dejan entrever que Cocteau se veía a si mismo como un artista que se preparaba para dejar una obra importante. En un momento se da cuenta del horror de la guerra donde una virgen de yeso se abre paso entre las ruinas derruidas luego de un bombardeo: “Esta noche, a la luz de la luna, en los escombros de la iglesia de Newport, he descubierto una Virgen de Lourdes bastante mediocre pero tornada bella, transfigurada por el drama. La guardo para tu habitación. Verás cómo este mamarracho conmueve mucho más que una obra maestra. Ella atestigua el horror, queda un poco de oro en su rosario, un poco de rosa en su velo, un poco de azul en su vestido”. Otro escritor cuya biblioteca materna fu importante es Francisco Umbral y le dedica un aparte en su libro Palabras de la tribu: “En la escasa y entrañable biblioteca de mi madre había algunos libros de los que eché mano (todavía están aquí a mi lado, cuando escribo) y que me marcaron, algunos para bien o para mal, pero para siempre”. Mi madre Carmen Elina Cedeño no tenía una biblioteca, pero era asidua lectora de periódicos, creo que compraba varios. Yo la veía leer, perderse en esa sopa desordenada de palabras y tinta. Quizá comencé como lector mirándola instalada cómodamente, luego de concluidas sus labores domésticas, perdida en las páginas del periódico. No retengo en la memoria cuando comenzó a traerme los libros de mi primera biblioteca. Recuerdo si los libros, todavía quedan algunos después de tantos naufragios amorosos y mudanzas. Eran libros de bolsillo e impresos en un horroroso papel barato de pulpa; con

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portadas coloridas que reunían la nula visión estética y el mal gusto, pero que traía obras y autores de la literatura universal. Mamá iba al mercado y en el quiosco donde compraba los diarios vio los libros. Durante varias semanas los libros llegaron entremezclados con los víveres del mercado. A través de esta primera biblioteca entré en contacto con Stendhal, Homero, Tolstoi. La colección se iniciaba con “Teoría sexual” de Sigmund Freud. De todas los recuerdos que guardo de mamá esa imagen sacando los libros de la bolsa marrón del mercado es una de mis preferidas, yo tenía doce años. Octavio Paz escribió que una obra literaria era producto de distintas circunstancias combinadas de manera imprevisible: el carácter del escritor, su biografía, sus lecturas y otros cómicos o trágicos accidentes de eso que se llama vivir, lo demás forma parte de ese perfume irresistible de la metáfora, de una poética lejana en el horizonte de la memoria.


sabida carpintería del oficio, pero a fin de cuentas todo

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Libros prohibidos

Me gustan más libros prohibidos que los libros aprobados por consenso. Uno de mis libros predilectos es el “Índice de libros prohibidos”, que condensa todo esolibros tachados como impuros o que va contra el dogma religioso. Esta biblioteca (imaginaria o en sentido figurado por supuesto) que aglutina estos libros en lo personal creo que es la biblioteca ideal.

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ca, no suele formarse en la valentía.”

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Vuelve Bolaño Escribir con la muerte aguardándote en cada cruce de esquina, en cada requiebro cotidiano, debe ser una experiencia terrible. Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953-Barcelona, 2003). vivió esa experiencia y escribió sin tiempo. No por ello dejó de exigirse como escritor y su escritura no es fácil ni complaciente. Para enero del 2011 se anuncia una novela del escritor chileno con un título bastante peculiar: Los sinsabores del verdadero policía. Son cerca de 300 páginas del Bolaño más visceral. Bolaño ha resultado una explosión en Estados Unidos y otros países en los cuales se han traducido sus libros. Nunca se anduvo con sutilezas, era agrio en sus comentarios. Al final de sus días se convirtió en una máquina de escritura. Entre cigarrillo y cigarrillo la vida se le escapaba. En una de sus últimas entrevistas le preguntaron: ¿Qué le hubiera gustado ser si no hubiera sido escritor? y él sin asomo de duda dijo: “Me hubiera gustado ser detective de homicidios, mucho más que ser escritor. De eso estoy absolutamente seguro. Un tira de homicidios, alguien que puede volver solo, de noche, a la escena del crimen, y no asustarse de los fantasmas. Tal vez entonces sí que me hubiera vuelto loco, pero eso, siendo policía, se soluciona con un tiro en la boca”.


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Imagen y Caricatura

Se cuenta que Gesrtrude Stein pidió a Picasso que pintara su retrato. La Stein era una judía norteamericana, de origen austriaco, adinerada, huérfana y con espíritu de artista. No era un mujer de cómodo trato y dotada con una inteligencia cortante, displicente y lesbiana era admirada, pero al mismo tiempo temida con una pizca de odio. Su gusto pictórico se inclinaba por Picasso y Matisse. Por esos días el pintor español vivía en Montmartre. No era todavía famoso y las estrecheces económicas ladraban como una jauría en su pequeño estudio. Picasso hizo posar a Gertrude Stein bastante. La modelo estaba impaciente y el pintor necesitaba estar solo con el retrato para terminarlo. Al fin lo tuvo listo sólo que el rostro, un tanto realista, no le agradaba, decidió barrarlo y estuvo luchando por una semanas más con el cuadro. Tardó más de lo estipulado, pero cuando resolvió lo del rostro dio por concluida su tarea. Era un retrato netamente cubista, con algunas pinceladas calcadas de Cézanne. El rostro era una máscara y los rasgos eran esquemáticos, distantes, impersonales, y hasta cierto punto, fríos. Cuando Gertrude Stein miró el retrato no le gustó en lo absoluto. “No se me parece en nada”. Picasso con un pie en la puerta de salida le dijo: “No te preocupes, con el tiempo te acabarás pareciendo”. Picasso caricaturizó los rasgos de la Stein para llegar a sus rasgos más guardados e íntimos. Muchos años depués cuando Picasso era un genio reconocido y certificado diría complacida: “ Es el único retrato que me han hecho en el que soy yo”.

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Siempre la imagen que los demás se hacen de nosotros nunca se parece. Mi nieta Carla Daniela (apenas tiene 4 años) me ha hecho varios retratos, pero para uno en particular (el que ilustra este escrito) me pidió que posara, que me quedara quieto y extendiera los brazos. Estuve un buen rato congelado en medio de la sala, mientras ella en el piso dibujaba, y recordé la historia del retrato de Stein. Cuando Carla me entregó el dibujo quedé complacido. Me captó sonreído, jovial y con un candor fresco como de alguien que se acaba de comer un caramelo o un helado. Como es lógico no soy yo y sólo aspiro que con el tiempo acabe pareciéndome bastante a ese dibujo.

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\ Yusti visto por Carla Daniela (5 años)


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parte de ese perfume irresistible de la metáfora, de una poética lejana en el horizonte de la memoria.

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Índice A manera de prólogo 1 Ser un antilector 3 Abominar del diccionario 6 Dos reseñas de libros 8 Libros de Autoayuda 10 Leer cine 12 Infectado de rayuelismo 14 Periódicos 16 Lectores pésimos 18 Anorexia ideológica 20 Marilyn, una metáfora siempre viva 21 Bibliotecas imaginarias 24 Barthes 26 Escribir es corregir 28 Mamá y la primera biblioteca 32 Libros prohibidos 36 Vuelve Bolaño 37 Imagen y Caricatura 39 Diseño, ilustraciones y collages: Carlos Yusti. Fotografía y prólogo: Yuri Valecillo.


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ApĂŠndice


Cartografía del tahur solitario Libro-Objeto ilustrado a color de ensayos breves Conformado por una caja de 14 cm de largo x 7 cm de ancho. ieron escrib quimia milenario y la al ipto magia ro del Eg mo el libro lib co o s de la aestro dice que un Conocido ó convertid s m s s. acab cque Antiguo traños. Se res infinito ibe Ja versos ex de libros onaba po avatares di o lo escr Pública en m ci propor , luego de rtas o co Instrucción dice en su ca , th is To de m lo de s ás de juego bliotecario Chrislian Pi , que lo s , 1876 , anteriore en un l bi a en eón III r: “E to os en Bergie de Napol , publicad s de Egip ie s grabad Libro co ag n po M tífi tá m l es en tie de la os ci ación, esencial de lonial Histoire ntes secret su civiliz co ran lo tra etapa ra de encier importa strucción yo ob éstos es de nues arrete cu baraja a la de ts, y que Nav dente ro tonio , emplea la nzas ña los ta tro antece Juan An O ile guerra de ense lector Toth”. ura del fra z y de la os el xt te cual fig uestas en la o de la pa nvertir sus orio en la s resp El jueg la para co o adivinat orciona la eg op españo en un ju el libro pr y as ax piados preguntas de M s ta a Car ales efectú das. origin el o de Jueg bujos r adecua te es ipes con di ntado po rra recien na inve que na os edente ita en 108 ns, pintor o xt ec te pr er escr Un pala rso un Ballest iza novela rres Cam el reve Máximo om Aub, que at lista sep To rta lleva en muerto o Ju xt ve te ca de Otro aje ya del no tado Cada di autor. del person en 1964). sition Nº 1 rta. (e o n la vida en Méxic vela CompoMarc Sapo páginas si da 9 en la no (edita roman ta de 15 al azar , urso es eau el disc del nouv ). Compues dispuestas el prefacio , de . En ga ta francés uil en 1962 numerar er on cubi disp n …)Del por Se ernar y si s sirve de e el lector cartas( que le e encuad rpeta que e ruega qu baraja de nd pe “S una as de mpone de una ca r señala: stanci o de co to es s com las circun vida se el au sicion na página de compo mal. U estas namiento o de bien o el númer encade ia acabe ro Pe s. or e la hist tos múltiple yo brev l sa ”. en en , de a el elem infinito e utiliz del collage que es es es qu te yo posibl o-libro para el ar ctura, del N te itu cr ra es le ) te de puente sión por la o está la es El apor cusa (o la pa ja. Y lueg . ex o, de ra ga como do intimvide y se ba bajo la man er cu re e se di empre siempr a baraja si es como

Esta cajita contine: 1.- Un paquete de 42 cartas impresas por una cara (númeradas) y cuyas medidas es de 10 x 6,5 cm. En algunas cartas están impresos los textos y en otros van las ilustraciones consistente en pinturas y collages.

Contraportada Portada

2.- Si se voltean las cartas y se colocan de manera inversa, es decir es vez de colocar la Nº 1 se acomoda en hileras de 7, como un rompecabezas, de manera decreciente como 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1 y así sucesivamente. El lector podrá descubrir la obra consistente es un dibujo original a color del autor.


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Cartografía del tahur solitario Libro-Objeto ilustrado a color de ensayos breves

Conformado por una caja de 14 cm de largo x 7 cm de ancho. Esta cajita contine: 3.- La carta del Loco (tipo afiche) de la baraja del tarot y cuyas medidas son: 42 cm de largo X 29 cm de ancho. Técnica estencil y dibujo a tinta china y goauche sobre papel.

4.- Un dibujo tipo acordeón de medida variable. También original.

5.- Tres cartas collages en técnica mixta sobre cartón. medidas es de 10 x 6,5 cm. (originales)

6.- Un sobre con una cartulina para que el lector haga su carta-collage.


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