Leftraru. Halcon Veloz

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Leftraru halc贸n veloz


leftraruz Halcón veloz Colección Héroes de Chile Paulo Oñate, 2011 De esta edición : Editorial Kiltros, 2011 Guatacondo 3439-A, Iquique Iquique, Chile colectivokiltros.blogspot.com sujetoexperimental.deviantart.com E-mail: colectivo.kiltors@hotmail.cl Edición general: Paulo Oñate Ilustraciones: Sujeto Experimental Diseño: Joaquín cortez Editor de texto: Claude chavz Primera edición: Noviembre 2011 Nº Registro 154.753 ISBN: 956-8303-35-9 Impreso en M y M impresiones Editorial Kiltros Todos los derechos reservados.

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Leftraru halc贸n veloz

colectivo

KILTROS


- A la primavera, nosotros le decimos "luna de verdor"; al verano, "luna de los frutos abundantes"; al otoĂąo, "luna de los brotes cenicientos"; y al invierno, "brotes de la luna frĂ­a"- dice Panchito. Francisco, un niĂąo mapuche de la AraucanĂ­a (fragmento).

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Prólogo Si bien no es el primero ni el último libro que se escribe de un personaje chileno como lo es Leftraru, en esta ocasión este libro quiere dar a conocer una mirada más cercana y humana del personaje, inundando al lector con los sentimientos de inseguridad, rabia y tristeza siempre arraigados al mundo del jóven mapuche. Es así como se recorre el mundo de una lejana historia, narrada desde la soledad de unas palabras que provenían de mi padre, una historia que ha pasado por tantas bocas y lápices como por papeles que en una noche fría decidí plasmar a mi manera, un poco mezclado con los mismos sentimientos que Leftraru. Mi intención no es dar una clase de historia sobre mi país, mi intención es que te enamores de la historia de tu país. Paulo Oñate.

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Cuando en la ciudad comenzaba a llover en mi casa también comenzaba algo, una especie de ritual junto a mi padre. Todo comenzaba con refugiarnos en nuestra mesa donde confeccionabamos volantines, luego yo me acomodaba y prestaba atención a las diferentes historias que narraba. Eran días felices, me hacían soñar, disfrutar, con el tiempo supe que todas sushistoriasestabanligadasanuestropaís. Esta noche también llueve, como aquellos días, por esto he decidido plasmar esta historia como mi padre me la contaba..

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S u nombre era Leftaru, que en la lengua nativa de el pueblo mapuche significa Halcón Veloz, tenía una mirada alegre y gustaba de correr por los enormes campos que rodeaban su aldea, cerca de los ríos, tan rápido como le fuera posible, jugando a ser un lince o un puma, soñando con ser el más fuerte, ideando una vida llena de aventuras y momentos magicos. Un día como cualquier otro mientras hacía el recorrido de costumbre por los campos, vio que en una ruca había muchas personas rodeando una pequeña fogata, en medio de todos estaba la machi, con una mirada perdida, algo en el pecho del pequeño Leftraru se agitó, sin comprenderlo muy bien se acercó cauteloso, no quería que sus mayres le oyeran, algo le decí aque tenía que saber lo que pasaba allí. Quizás fue el destino. O las ganas de saber decifrar la mirada de la machi, nada era muy claro para él. Su corazón latía a100 km. por hora.


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Las palabras de la anciana mujer fueron claras : " Dentro de lo que menos se imaginan el cielo se nublará y ante nosotros caerán demonios de una piel blanca, gigantescos, de agudos y profundos ojos, llenos de una ira contenida por generaciones que hará diezmar nuestro pueblo..." Un sentimiento extraño inundó el cuerpo de Leftraru, no podía imaginar qué significaban tales palabras, su vasta imaginación no llegaba a crear tal visión. Tales demonios no cabían dentro de su mundo, alguien más debía saber de esto, alguien que le pudiera dar alguna palabra para explicar lo que sucedía. De pronto se vió corriendo hacía donde se encontraba su padre, necesita decirle lo que había escuchado, al llegar al pueblo no le halló, una mujer le dijo que había escuchado rumores de que unos extraños seres se acercaban por el lado norte del bosque. ¿Tan pronto se cumplían las palabras de la anciana? El sentimiento dentro de su cuerpo comenzab a arremolinarse con más fuerza, corrió hacía el bosque.


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En su trayecto recordó las palabras de su padre: "Nunca dejes paso al temor en tu vida, siempre lucha y se un hombre valiente y orgulloso de tu pueblo.", esto le dió un poco más de fuerzas a sus pasos y mientras empuñaba una lanza que tenía guardada en un rincón de la entrada de aquel bosque soltó un largo y profundo suspiro. Extrañamente pensó en su hogar construido con adobe y paja, las charlas con su padre sobre cazar, , a su madre cocinando aquella comida que solo ella sabía preparar , los días cálidos y tranquilos, dentro de su ser sabía que algo íba a cambiar.Sin más vacilación de adentró a la espesura de los árboles y matorrales húmedos que poblaban aquella tierra, había pasado infinitas horas dentro de los claros de ese bosque, no podía perderse, tenia una brújula dentro de si para guiarse.Unos ruidos secos llamaron su atención, dobló en una esquina, y sin previo aviso salió a una llanura.

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Leftraru no lo podía c r e e r, frente a él habían unos gigantescos demonios b l a n c o s, murmurando palabras extrañas en actitud amenazante, su corazón latía a mi por hora, sus piernas temblaban. ¿Qué hacer, huir? Un grito se oye, desgarrrador, valiente, es Curiñancu, quien avanza junto a su ejército para luchar, debido a esta escena un valor invade al pequeño por todo su cuerpo. Es hora de luchar. Es hora de vencer. Los pasos se oyen firmes, las voces se mezclan, aquellos demonios blancos miran a los mapuches, algunos sonrien, llevan armas nunca antes vistas, largas espadas de acero, y armaduras fuertes a las piedras y palos las cuales eran las precarias herramientas de combate de los mapuches.

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Otra vez esa sensación de vacío... - No puede ser- murmura el pequeño Letraru tedido en e l suelo junto al cuerpo de su padre. Los demonios bancos habían tomado la vida del ejército de su padre, algunos con peor suerte lograron escapar para encontrarse luego con un desenlace lleno de dolor, humillación y muerte. Todo había pasado muy rápido, el calor del cuerpo de Curiñancu se extinguía, las palabras de Leftraru no llegaban ya a sus oídos, se iba al mundo de los Peuma, a esperar a su predecesor para ser su guardián por la eternidad.


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Lentamente se le acerca uno de los demonios, alto, de ojos agudos y sonrisa burlona. Se hace llamar El Conquistador Pedro de Valdivia, aunque esto Leftraru no lo sabe hasta unos años después. Como si el mundo le perteneciera toma a Leftraru y se lo lleva, apropiandose de su voluntad y existencia, deformado su nombre, por ignorancia, quedando así marcado com Felipe Lautaro. Pasarán muchos años hasta que vuelva a ver su tierra, pero ya nada será lo mismo, me apena decir que el mundo como lo conocía hasta el momento dejó de existir luego de esa batalla. A veces el destino es más fuerte que una lanza, o un demonio, o incluso que la vida misma.

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Los días pasan y el sentimiento no hace más que crecer. Una mezcla de odio, temor y venganza se arremolinan en el pecho de Leftraru. Sin comprender mucho de este nuevo mundo es nombrado Yacona de Valdivia, sus deberes son acompañarlo siempre a batallas y ejercicios militares y cuidar de sus caballos, gracias a esto dejó el temor a aquellos animales y comenzó a descubrir que los demonios blancos sufrían hambre y frío, tal como su pueblo. Ya habían dejado, para él, de ser demonios, eran de carne y hueso, por ende, podían morir.

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Los años transcurrieron, Leftraru ya había cumplido los 18 años, era un hombre fuerte, no muy alto, de unos ojos negros penetrantes, anchas espaldas y torso levantado, de amable apariencia. Pasaba sus días sirviendo a Pedro de Valdivia, las estaciones transcurrían con rápidez y nuevamente era invierno, debido a esto Valdivia decidió que marcharían hacía la ciudad de Santiago, junto a sus hombres, incluyendo a Leftraru, para dar noticias de sus victorias en Arauco y que había logrado dominar al pueblo mapuche. Mientras recorrían el camino hacía la capital española, lo que había comenzado como un pequeño sentimiento en su pecho se había vuelto la razón por la cual la sangre de sus venas corría con ímpetu. Una idea estaba clavada en su mente, no l apodía sacar desde hacía bastante tiempo, era la hora de volver a ser libre, tiempo de regresar con los suyos.


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Estando en la capital, una hermosa mapuche se acerca a Leftraru. Su belleza lo embeleza, su nombre es Guacolda, como su cabello rojizo que adornan sus pómulos y sonrisa enorme. Entre sus ropas llevaba escondido un mensaje para él. -Leftraru, debes ir a la casa de Villlagra,- dice mietras sus miradas se cruzan- allí encontrarás un mensajero del cacique de Arauco. Al anochecer el jóven mapuche se acerca sigiloso a la casa de Villagra, ubicada en el centro de la ciudad, con su habitual sutileza logra evitar todos los soldados que la rodean y así entra a ella. Dentro se encuentra un mensajero el cual le entrega una flecha manchada de sangre, lo cual significa solo una cosa, que es hora de reunirse con su pueblo.

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Distraído por el mensaje que tiene en sus manos, Leftraru no se da cuenta que un soldado que daba la vuelta de rutina en su guardia se coló en la casa, atacandolo por la espalda y dejandolo tendido en el suelo inconciente. Tras este hecho, el soldado fue a buscar más ayuda, llevando consigo una mezcla de orgullo y miedo, sus gritos se escuaban lejos en la mente de Leftraru. Alguien lo ayuda a levantarse, no es el soldado ni sus compañeros, sus manos son suaves, y una sonrisa esboza aquella cara, es Guacolda, quien había vendado sus heridas. - Un día voveré por ti, Guacolda y viviremos en la selva, con nuestro pueblo. -

Esperaré

por

ti.


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Aprovechando el cobijo de la noche Leftraru toma un caballo y huye hacía la selva que tanto anhelaba para reencontrarse con los guerreros que el cacique de Arauco había dejado a su disposición, para así hacer frente a los españoles con una estretegia sorpresiva y aprovechando la oscuridad del momento, todo esto impulsado por una promesa en el alma: Volver por Guacolda.

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E n el suelo se encuentra herido Pedro de Valdivia, temblando, con el pecho agitado, susurrrando plegarias a los cielos, mirando a quien será su verdugo, imaginando su vida si no lo hubiera arrebatado de su pueblo, si no hubiera pisado esta tierra sin dueño, si su egoísmo no lo hubiera conducido hasta esa noche, abrigado solo por una luna blanca. Pronto todo acabará, una vida llena de sangre, dolor y muerte se existinguirá como cuantas otras más.

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En este punto nada es claro, mi padre me decía que los mapuches se vengaron como correspondía de aquel que tanto los atormentó, y arrebató sus vidas como si les perteneciera. Muchas historias cuentan que le hicieron comer oro, metal que tanto ansiaban los españoles y los mapuches no necesitaban en sus vidas, otros dicen que les cortaron sus manos para que no tomara más lo que no le pertenecía, los más osados decían que devoraron su corazón, pero quizás solo era una inguria pues los colonizadores siempren tildaban a los índigenas de caníbales, otros aseguran que el cráneo de Valdivia estuvo por muchos años como muestra del poderío mapuche, yo realmente no sé qué sucedió con certeza, pero seguramnete en ese momento recuperaron su honor. Y un poco de liberta.

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C o n el pasar del tiempo las huestes mapuches avanzaron po rlos distintos fuertes del sur de Chile, apropiandose de las tierras, desalojando españoles, tal como Francisco Villagra quien logro escapar con algunos sobrevivientes en barcos hacía la ciudad de Santiago, dejando atrás a los índigenas. En uno de esos barcos se encontraba Guacolda, nuevamente el destino los separaba, parecía una prueba de algún espíritu, solo quedaba superarla. Un sentimiendo de frustración inundó a Leftraru.

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- Yo soy Lautaro, que acabé con los españoles, yo soy el que los derroté en Tucapel,y ena cuesta. Yo maté a Valdivia y puse en huída a Villagra. yo les maté soldados; yo abracé a ciudad de Concepción - Recita mentras ve los barcos partir hacía el horizonte. No queda más remedio que rodear el río y seguir las pistas hasta llegar a Guacolda, quizás vayan a una ciudad importante -piensa Leftraru- no puedo dejar más tiempo en esta situación.


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Los d í a s continúan, los guerreros se hayan en una cueva refugiandose el frío y la lluvíía. No pueden continuar en el cielo se lleva a cabo uan guerra delos espíritus de su pueblo contra los españoles, debían esperar a que se resolviera el conflicto Quizás era su Laku que estaba librando una dura batalla.

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Sentado en el frío suelo se asmaron los recuerdos de su encuentro cn los grandes Loncos presicididos por el gran Colo Colo. - He vivido mucho tiempo entre los españoles. He sido criado por el gobernador Valdivia de cuyos caballos he cuidado. Los critianos son tan mortales como nosotros, Valdivia es un hombre como todos, los caballos se cansan y mueren, para vencer a los españoles y sus animales basta con plear con valor, si así lo haceís os libertareís del pesado yugo que quieren echar contra nosotros.-

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Nuevamente se dirigieron hacía Concepción, en el camino Leftraru recibió un mensaje. Una flecha roja con una flor finamente amarradaa ella. No había duda, era de Guacolda, aún esperaba por él. Luego de planear una estategia para confundr al enemigo y adentrarse a la ciudad, Leftratu planeó el rescate de su amada. Todo fue unéxito, se tomaron la ciudad y en medio del caos al fin pudo dar con Guacolda. Como prometió la llevó nuevamente donde su pueblo, allí celebraron junto alos suyos la derrota de los españoles y su matrimonio. Al fin, una larga promesa se había cumplido.




Algo pasó en el interior del jóven mapuche, pronto cumplirá 23 años, ya es todo un hombre, aunque los mapuches se hacen hombres mediante un ritual a los 12 años, algo había nacido en él hacía años, su felicidad se había vuelto violencia, consumido por la rabia, el dolor, el deseo de venganza. Esta era ahora su bandera avanzando por las tierras que lo vieron nacer quemó, mutiló, derrotó alos españoles y a quien no siguiera la premisa de su lucha... Una tarde después de haber acabado con un pueblo que se negó a pelear a su lado, hizo que la historia se repitiera en tan pocos años. Un niño huerfano, por sus manos sería su final.

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Tras haber dejado huir a Villagra y tras quemar y saquear el fuerte de turno Leftraru y sus hombres se retiraron a un campamento a las faldas de una colina, a celebrar su triunfo y las riquezas obtenidas. Leftraru quer铆a seguir batalando mas sus hombres prefirieron la bebida y la comida. Mientras esto ocurr铆a aquel huerfano se acerc贸 a Villagra y le revel贸 el lugar del campamento de el asesino de sus padres.

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Los peuma decían que su muerte se apróximaba. Él no quiso huir, horas más tarde arribaba el ejército de Villagara, los mapuches debido a la juerga no estaban preparados. Nuevamente su corazón comenzó a latir a mil por hora, sus piernas comenzaron a temblar y su boca quedaba seca, pero desde el fondo de su alma nació un grito, quizás de él, quizás de Curiñancu, o de su Laku. Pisando fuerte hizo temblar a aquellos que unavez llamó demonios blanco. Un ruido seco cortó el aire, de su pecho la sangre brotaba, una lanza atravesó su pecho parando su marcha, mas no su lucha que surguió por años y años...


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Bibliografía

Lautaro, jóven libertador araucano, Fernando Alegría. Lautaro : Gran cacique mapuche, reporrtaje TVN.

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