LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA
sin resultado. Aquella vil chinela,
cuando escuchó los botes –pam, pam,
no le sentaba bien a dama alguna.
pam–
Así hasta que fue el turno
del coco de su hermana en el zaguán,
de la casa de Cenicienta...
así que se asomó desde la puerta y
“¡Pasa, Alteza, pasa!”,
preguntó:
dijeron las perversas Hermanastras
“¿Tan pronto y ya despierta?”
y, tras guiñar un ojo a la Madrastra,
El Príncipe dio un salto: “¡Otro melón!”,
se puso la de más cara de cerdo
y a Ceni le dio un vuelco el corazón.
su propia zapatilla en el pie izquierdo.
“¡Caray! –pensó– ¡Qué bárbara es su
El Príncipe dio un grito horrorizado,
alteza!
pero ella gritó más: “¡Ha entrado!
¡Pero si está completamente loco!”
¡Seré tu dulce esposa!”
Y cuando gritó el Príncipe: “¡Ese coco!
“¡Un cuerno frito!”
¡Cortádselo ahora mismo!”,
“¡Has dado tu palabra, principito.”
en la cocina brilló la vara del Hada
“¿Sí?” –rugió su Alteza–
Madrina.
¡Ordeno que le corten la cabeza!”
“¡Pídeme lo que quieras, Cenicienta,
Se la cortaron de un único tajo
que tus deseos corren de mi cuenta!”
y el Príncipe se dijo: “Buen trabajo.
“¡Hada Madrina –suplicó la ahijada–,
Así no está tan fea”.
no quiero ya príncipes!
De
inmediato
gritó
la
otra
Ahora
te
pido
algo
más
difícil
e
Hermanastra:
infrecuente:
“¡Mi zapato! ¡Dejad que me lo pruebe!”
un compañero honrado y buena gente.”
“¡Prueba esto!”, bramó su Alteza Real
Y en menos tiempo del que aquí se cuenta
y, echando mano de su real espada,
se descubrió de pronto Cenicienta
la descorchó de una estocada.
a salvo de su Príncipe y casada
Cayó la cabezota en la banqueta,
con un señor que hacía mermelada.
dio un par de botes y se quedó quieta...
Y, como fueron ambos muy felices,
En la cocina cenicienta estaba
nos dieron con la puerta en las narices.
quitándoles la vainas a unas habas ¿Qué les pareció? A ver si algún, o alguna valiente se la aprende. Roald Dahl, “La Cenicienta” en Cuentos en verso para niños perversos. México, SEP-Altea, 2002.
SEXTO GRADO