LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA
–Que mis padres den su anuencia. El príncipe quiso preguntar qué era eso de la anuencia, pero mejor se quedó con su duda– dudencia. No fuera a ser que a la princesa le entrara la decepción–decepcionencia. Por eso mejor fue que dijo: –Si es así, pronto quiero hablar con su excelencia. Y en voz baja añadió: –A lo mejor me regala tantita anuencia, y pues entonces ya. –Prudencia, joven, prudencia –dijo la princesa. –No conozco a ninguna Prudencia. ¿O así se llama la que viene por ahí? –No, joven. Digo prudencia, que es paciencia. O sea: calma, cálmex, calmantes montes. En otras palabras: calmencia. Y el príncipe contestó: –Muchas gracias por la advertencia. La princesa le dijo que al día siguiente le tendría una respuesta. –Por ahora, discúlpeme, pero un estornudo está por salírseme sin decencia. El príncipe regresó esa noche muy contento a su castillo. Regó su jardín y luego se acostó en su cama real. Miguel Ángel Tenorio, Que sí, que no, que todo se acabó. México, SEP-CIDCLI, 1997.
98. Conjuros Girasoles y sauces,
Pensamientos y violetas,
menta y tomillo,
para adornar
para que peines
tus coletas.
bien tu flequillo. Orégano y yerbaluisa, Flor de malva
para agrandar
y pie de gato,
tu sonrisa.
para abrocharte el zapato. Antonio Rubio, Versos vegetales. México, SEP-Anaya, 2005.
SEGUNDO GRADO